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HAN PASADO 152 AÑOS Y

Han pasado 152 años y, ¿seguimos igual?

Jacobo Llorens / Presidente de la Asociación Española de Arboricultura

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Desde hace muchos años se debate en el sector de la arboricultura cuál debe ser el término genérico que defina nuestra profesión, si arboricultor, arbolista, arborista, arbólogo, etc. Indagando en la red en la búsqueda de documentación que pudiera ayudar a establecer un criterio definitivo encontré este libro:

Tratado del arbolista, teórico y práctico, escrito por Ramón Romualdo Aguado en 1864. Tres aspectos me llamaron la atención, por no decir que me causaron estupefacción al encontrarlo:

El uso del término arbolista. La fecha. Y que hablamos de un Tratado.

Inevitablemente, y dada mi ignorancia en el tema, recabé de expertos en la materia información sobre el autor. Isabel González, Jefa de la Unidad de Parques Históricos de Madrid, y antigua directora de esta revista, me facilitó, tras una búsqueda rápida, no le pedí más, la siguiente información sobre D. Ramón Romualdo Aguado:

“Estamos hablando del Reinado de Isabel II (1833- 1868), aún el Retiro en manos de la Corona. Hay dos reseñas de este jardinero en la documentación que dispongo, y son breves. La primera es un proyecto de una estufa para el reservado del Retiro que se conserva en el Archivo de Palacio fechado en 1856.

La segunda es una nota sobre grandes plantaciones, más de 5.000 árboles, en los jardines en la década de 1840 con plantas y flores de “todos los lugares del mundo” supervisadas por Fernando Boutelou, Jardinero Director General de Jardines y Bosques del Real Patrimonio, ayudado por los jardineros y arbolistas Lázaro Quintas y Gómez y Ramón Romualdo Aguado y Mariscal, este último, que había trabajado como encargado de las estufas y como ayudante del Jardinero Mayor del Campo de Moro (jardín de Palacio) obtuvo diversos títulos y premios como la medalla del Ministerio de Fomento y fue nombrado Caballero de Isabel II… llevaba uniforme casaca y pantalón azul y botones plateados...

Esta es la época en que el Retiro se convierte en un espacio arbolado ya que hasta entonces grandes extensiones de terreno estaban cultivadas con cereales…

…está claro que era un personaje hecho así mismo ya que fue ayudante en palacio, responsable de estufas del Retiro y responsable del más amplio programa de plantaciones del Retiro que se realizó en el siglo XIX y que es el origen del actual Retiro...”

Una vez acreditada la identidad del autor, y su solvencia en el tema, no quedaba más que leer la obra y valorar su contenido. Estamos hablando de un Tratado, es decir, una obra que trata una materia determinada; la Arboricultura en este caso, y que comprende, según su título, la anatomía, fisiología y patología vegetal; formación y conservación de los viveros, y una relación por orden alfabético de las plantas arbóreas que más abundan en los cultivos europeos y en nuestra península. Y que fue publicada en 1864, hace 152 años, un siglo y medio.

Ya casi desde el inicio no podía evitar comparar las indicaciones del autor en determinadas materias con aquellas indicaciones que puede hacer un profesional cualificado, que imparta un curso, en la actualidad. En resumen buscaba comparar lo que decía el autor sobre determinados temas “calientes”, recurrentes en casi todos los cursos y talleres que se imparten hoy en día, sin entrar a valorar la vigencia o validez de las afirmaciones del autor.

Estos serían algunos de esos temas: - Sobre la poda en general - Sobre la poda de formación - Sobr e el terciado - Sobre el corte correcto - Sobr e la carga del viento en la copa - Sobr e la selección de la especie adecuada al sitio de plantación - Sobre la profundidad de plantación - Sobre el uso de “pinturas cicatrizantes” - Sobre las heridas - Sobr e las raíces de los árboles - Sobre la trepa de árboles

Y estos son los textos literales (con la ortografía y gramática original) que D. Ramón Romualdo Aguado escribe en su tratado:

A. Escólito destructor. B. Galería practicada por el Escólito Crysometa del chopo

Sobre la poda en general “…Pero con esto hemos llegado ya á la poda de los árboles, propiamente dicha, ó como si dijéramos á una de las operaciones ejecutadas con ménos conocimiento por parte de los arbolistas antiguos, no obstante de ser una de las más importantes que constituyen la arboricultura. El capricho, la manía, una rutina sin fundamento han sido en verdad, durante muchos años, las únicas leyes porque se han regido los arboricultores al ocuparse en la poda de sus árboles; y ese abandono de los propietarios, y ese renunciar á la plantacion de bosques y alamedas, y la escasez de parques y jardines que durante un tiempo no muy remoto se observó en España principalmente, no debe ni puede atribuirse á otras causas que al mal éxito de esas mismas plantaciones, obtenido, sobre todo, por la ejecucion torpe de las podas.”

También podemos leer lo siguiente:

“1. Contar con instrumentos adecuados y útiles para ejecutar la operacion.

2. Elegir con acierto la época en que tal operacion debe practicarse por primera vez sobre los arbolillos nuevos.

3. Hacer la misma eleccion conveniente con respecto á la estacion en que han de ser podados los árboles grandes y los pequeños.

4. Saber la altura á que se ha de verificar la poda con relacion á las especies de las plantas y al destino que se quiere dar á las plantaciones. 5. A no cortar sino aquellas ramas que por su enfermedad, su grueso y mala situacion lo permitan ó lo hagan necesario.

6. Desempeñar con habilidad y destreza la parte de manipulacion que reclaman los cortes de dichas ramas.

Sobre la poda de formación: “…no podrémos menos de condenar la práctica viciosa de aquellos arbolistas que, con el fin de suministrar mayor cantidad de jugos al tronco verdadero, ó de impedir que le roben una parte los vástagos y las hojas laterales, le privan de estos órganos indispensables á su engrosamiento en casi toda su extension, y solamente le dejan algunas ramillas en su extremidad, en forma de copa.”

“…y por último, todos los años sucesivos, y siempre en la misma estacion , se seguirá podando el tronco en la misma forma, esto es, elevándole por medio de la supresion de un número de órdenes de ramas igual al que se necesite para dejar el árbol guarnecido de ellas en dos terceras partes de su longitud, y limpio en una sola parte.”

Sobre el terciado: “Sobre esta práctica viciosa empleábase la de limpiar, ó como si dijéramos la de mutilar el árbol hasta sus tres cuartas partes de elevacion total; no dejando en su copa sino un reducido número de ramas. De aquí, lo primero, que el tronco falto de hojas, de los órganos de la nutricion, permaneciese estacionario por lo que respecta ó su crecimiento en grueso, miéntras que faltas de base sólida, al propio tiempo que más elevadas de lo conveniente las ramas que quedaron formando su copa se quebrasen con facilidad y con frecuencia á impulso de los grandes vientos.”

Sobre el corte correcto: “Ya en accion, y tanto más cuanto mayor sea el grueso y volumen de la rama que queremos cortar, principiarémos por descotarla por su parte inferior; esto es, por hacerla un corte profundo, hasta la tercera parte de su grueso, por debajo , y en la parte inmediata al tronco á que está unida, con objeto de que al desprenderse de

este tronco por efecto del corte superior y separacion completa del árbol , no arrastre tras de sí una tira de corteza más ó ménos densa, pero siempre desprendida con harto sentimiento de la planta.”

Ó:

“pero habiendo procurado mucho no traspasar este límite una sola línea, que la úlcera que quede sobre el tronco no mida mayor diámetro en ningun caso que el de la rama cortada.”

Sobre la carga del viento en la copa: “Otro cuidado de los generales es, el de precaver los estragos que pudiera causar el viento en los árboles, sean de tallares, bosques ó jardines, por medio de podas bien entendidas, y una formacion muy estudiada de las copas ; que no sólo se practican anualmente dichas podas con objeto de procurar la mejor forma y más perfecto desarrollo de la planta, sino con el fin tambien de contribuir en el más alto grado, por este medio, á la conservacion perfecta del individuo.”

Sobre el marco de plantación: “No hay que dudarlo: plantar claro es procurar desarrollo, larga vida y productos inmensos á los árboles, mientras que ponerlos espesos y á menor distancia los unos delos otros, de aquella que con arreglo á su especie y á la índole del terreno necesitan, equivale á privarse voluntariamente de dichos productos, y anticipar dos ó tres años un goce, para perderle veinte ó treinta ántes de lo que le debiéramos disfrutar.”

Sobre la selección de la especie adecuada al sitio de plantación: “Por otra parte, tampoco á todas las especies, segun se nos ha visto repetir, conviene una misma clase de suelo y de subsuelo: así es que, en todo caso debe preceder un estudio detenido y una eleccion acertada de los terrenos al hecho importante de la plantacion.

Sobre la profundidad de plantación: “Enfin, se debe plantar de manera, que el cuello de las raíces esté á flor de tierra; porque su gran oficio y el objeto á que ha sido destinado, es á chupar el aire, y distribuirlo despues por las raíces.” >>

Sobre la trepa de árboles: “Es indispensable, lo primero, un calzado á propósito, las alpargatas por ejemplo, y mejor aun, subir completamente descalzo , para no escurrirse con las suelas ni tropezar con el tacon de la bota; io segundo, haber examinado detenidamente y con suficiente conocimiento el estado de la rama aquella superior , sobre que se va á arrojar la cuerda, y de donde tiene que quedar suspendido despues todo el cuerpo del arbolista , no sea que por haberse secado mucho tiempo antes, ó por encontrarse resentida en fuerza de algun golpe de viento, y sobre todo, horadada interiormente por el insecto titulado el taladro, se quebrase en el acto de principiará soportar un peso superior á su resistencia; y lo tercero, que el cabo suelto dela cuerda, ú opuesto á aquel que sujeta el cuerpo del podador, se ate á otra rama ó tronco resistente tambien , y aun al mismo cuerpo, de modo que no se suelte ni desate por fuerza de peso, sino sólo cuando al operario le conviniese hacerlo. El descuido de cualquiera de estas tres precauciones probablemente sería fatal, y el arbolista en todo caso debe vivir prevenido, como cualquier obrero, contra las contingencias de su oficio.

Sobre el uso de “pinturas cicatrizantes”: “Aunque en la medicina y cirujía se han multiplicado hasta un número tan inútil como frecuentemente nocivo los ungüentos, emplastos, etc., no debe el jardinero imitar un ejemplo semejante: el ungüento de ingeridores será toda su farmacia; una planchuela de hierro, ó una hoja de las puestas sobre la herida producirán igual efecto , y lo mismo cualquier especie de tierra que tenga la suficiente consistencia para formar una masa que preserve la herida del contacto del aire , y que impida la salida y derrame de la sávia. Esta es la única curacion que exije la herida de un árbol.”

Sobre las raíces de los árboles “Y es lo cierto, que este nabo de los árboles sólo sirve para fijarlos al suelo durante los dos ó tres primeros años de su vegetacion ; al cabo de cuyo tiempo dejan ya de crecer, produciendo en cambio ramificaciones más ó ménos gruesas , segun que se hallen más ó ménos próximas á la superficie del suelo. Arránquese si no un árbol viejo, examínense todas sus raíces, y á buen seguro que no se hallará el menor indicio del posterior crecimiento de dicho nabo á la edad aquella. Por eso , cuando se suprime ó corta una parte de la gran raíz , no se hace otra cosa que anticiparse á la naturaleza en uno ó dos años , al mismo tiempo que se favorece el desarrollo de numerosas ramificaciones , que colocadas más cerca de la superficie del suelo, funcionan con harta mayor energía.”

Sobre las heridas en la madera: “Lo mas general es que estas heridas hechas en la corteza del tronco por algun mal intencionado, ó en la de las ramas por algun podador torpe, se cierren con facilidad, y sin el auxilio de ningun medicamento; pero hay muchasocasiones tambien en que por no haberlas privado inmediatamente del contacto del aire y la accion de los insectos se hacen cariosas y resisten á todas las medicinas hasta el punto de ser indispensable la amputacion” Conclusiones Hace ya 150 años: - se habían identificado las malas praxis de mantenimiento de arbolado - y se hacían recomendaciones para evitarlas, - r ecomendaciones que son en numerosos casos acordes con las buenas prácticas de arboricultura que preconizamos hoy en día desde la AEA.

¿Seguimos igual?: Sí, en general. El terciado de árboles, la incorrecta selección de la especie en la plantación, el corte a ras de tronco, el enterramiento del tronco en la plantación, etc., son muy habituales en las ciudades y pueblos de toda España. A diario se denuncian en las redes sociales del sector dichas prácticas.

No nos debe parecer extraño. La profesión de arbolista no está regulada oficialmente, lo cual puede ser una causa. La formación no reglada no está ordenada. No tenemos un Itinerario Formativo del Arbolista, todavía. Otra razón pudiera ser que no disponemos de un tratado o compendio actualizado, y en castellano, fundamentado en principios científicos sobre Arboricultura Moderna. Etc.

¡Siglo y medio después!

European Tree Technician

European Tree Technician Profesional capacitado para llevar a cabo operaciones de inspección, y diagnóstico de arbolado, así como la planificación, toma de decisiones y coordinación de operativas relacionadas con la gestión técnica, económica, legislativa y social relacionada con el patrimonio arbóreo.

La Certificación ETT Promovida por el Consejo Europeo de Arboricultura (EAC), la Certificación ETT tiene como objetivo la validación de las competencias técnicas en arboricultura, y estandarizarlas con el resto de países miembros del EAC. Dirigida a profesionales experimentados el diagnóstico, gestión y organización de operativas relacionadas con la arboricultura.

La Asociación Española de Arboricultura es la institución encargada de llevar a cabo la certificación ETT en España.

Más información:

www.aearboricultura.org/european-tree-technician/

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