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Refresco Ciclotímico
Por Miguel Ángel Aguilar Ibarra BE
De nueva cuenta me vi atraído por esta torre y no es para menos. Con todos sus platos parabólicos que la conforman me hace pensar que hay algo misterioso ocurriendo en la cúspide. Y es que últimamente existe tanta información difundida de todas direcciones que ya no sabes qué es verdad y qué es mentira. Cuando escuchas del lado izquierdo que el nuevo orden social tipo Orwelliano está regido por una dictadura tecnócrata, por el lado derecho te están diciendo que a los participantes de un reality show israelí los acaban de anexar a nuestra realidad (la crueldad humana no conoce límites). Mi punto entonces no es el de desconfiar de las antenas sino el de sentir lástima por ellas y tratar de ser un poco más empático. Si yo, que estoy un poco desconectado de las novedades mundiales, alcancé a enterarme de esas dos noticias bizarras, imagínense todas las demás sandeces que esa pobre torre ha de escuchar. Propongo entonces que, si se ven en la absoluta necesidad de hablar cerca de ella, tratar de decir cosas verídicas, ir directo al grano, decir el nombre completo de la persona que critican, detallar con exactitud las medidas para hacer aquel coctel exterminador con el que perdieron la noción por tres años, recitar siempre en latín algún rezo cristiano, obviar la “ñ” cuando se esté enunciando el abecedario y utilizar pausas de dos segundos entre cada coordenada que decreta la ubicación exacta del oro de Atahualpa. Agradezco mucho su comprensión y les recuerdo volver a poner la cinta adhesiva sobre la cámara de su dispositivo electrónico.
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