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El océano en tu cabello
from Relatos del concurso "Una historia de desamor"
by Nigromante. Revista de la DCSyH, Facultad de Ingeniería, UNAM.
El océano en tu cabello
Quiubo
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Aún recuerdo con claridad aquél día en que se acercó por primera vez. Todo empezó cuando estábamos en segundo semestre: Cálculo Integral de 1 a 3 pm. A pesar de estar en el mismo grupo, yo nunca lo había visto. De hecho, yo no quería ese grupo ni ese profesor, pero llenaba las horas libres que tenía los martes y jueves. Además, en ese mismo grupo estaba mi mejor amiga. ¿Qué podría salir mal?
Fue en una tarde cualquiera de un martes de marzo saliendo de esa clase. Pierdo de vista a mi amiga y comienzo a buscarla, cuando de pronto siento que alguien me toca el hombro. Sobresaltada, volteo y ahí está él: un poco más alto que yo, grandes mejillas y un montón de rizos que llegaban hasta su frente.
¡Hola! –dijo- No podré venir el jueves a clase y quería saber si me puedes dar tu número para pedirte los apuntes de ese día…- Claro que fue la técnica menos original que se le pudo haber ocurrido, eso sobra decirlo, pero sobra aún más decir que no fui muy lista en ese momento, porque aquél martes él se fue a casa con mi número y yo sin la menor idea del error que acababa de cometer. Sí claro, los apuntes…-me dijo mi amiga, que terminó presenciando todo lo ocurrido ese día.
Como era de esperarse, el siguiente jueves faltó a clase y me escribió. Comenzamos a hablar, no sin antes pasarle los apuntes que tanto necesitaba. La verdad no me explico cómo suceden estas cosas, ¿quién diría que los sentimientos pueden cambiar tanto y tan rápido? No tengo idea, pero para las siguientes clases de los martes y jueves comencé a observarlo cada vez más y más, pensando siempre: “No, no me gusta para nada”. Y en realidad era así, hasta que de repente me encontré hablando con él diario durante horas, regresando con él después de clases, ¡saltándome con él la clase! y, finalmente, aceptando salir a dar un paseo juntos un sábado por la tarde.
Recuerdo muy bien ese sábado. Fuimos a un parque muy grande (que más tarde se convertiría en el lugar a donde siempre íbamos cuando salíamos temprano o no entrábamos a clase), nos sentamos sobre el césped y platicamos horas y horas, todo el tiempo mirándonos a los ojos. Digo que recuerdo bien ese día porque de repente detuvo la conversación sólo para decirme, así sin más: ¿Sabes?, me gustas mucho.
No parece tener nada de especial, tienes mejores pretendientes. –decía mi amiga cuando le hablaba sobre él. Y tal vez era verdad, pero meses más tarde, a mis ojos, ese era el chico más especial de todos los que había conocido en la Facultad hasta ese momento.
¿Qué hizo? Sinceramente no tengo idea, pero ahora que veo fotos con él de ese entonces, me sorprende lo feliz que me veía en ellas. Nada pude hacer, en estas situaciones uno no decide: cuando alguien te gusta, te gusta y punto, y yo no me esforzaba en hallar una explicación.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en cuarto semestre. Todo marchaba normal y seguíamos saliendo. Después de casi un año, llegó el momento en que me pidió que fuera su novia, una tarde saliendo de clases. Para ese entonces yo ya estaba muy enamorada de él, así que, sin dudarlo, acepté.
Y fue a partir de ese día que no supe lo que sucedió. Un día después del tan esperado momento (al menos para mí), tardaba horas en contestar mis mensajes cuando antes lo hacía casi al momento. Al día siguiente lo busqué para regresarnos juntos después de clases y sin muchas explicaciones me dijo que no podía. Así pasaron los siguientes días hasta que simplemente dejó de contestar. Cuando por fin logré hablar con él para pedirle una explicación, la única respuesta que me dio fue: -¿Sabes? Aún no estoy listo, creo que debemos esperar un poco más-.
Sus razones habrá tenido para haber tomado esa decisión, y aunque no sentí nada bonito en ese momento ni en los meses siguientes, después de un año ya me atrevo a contar esta historia por primera vez y hasta con el riesgo de que sea publicada.... o que no lo sea; mientras ya conté ese triste y penoso episodio de mi vida. Lo único que puedo decir de todo esto es: Nunca acepten andar con alguien que se les declara un 14 de Febrero.