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Sant’Egidio y la esperanza urbana

Sant’Egidio y la esperanza urbana Por Mariana Otero Briz

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En los días en que las palabras pandemia, virus y contagio saturan la conversación pública, Cárdenas y los voluntarios que cada lunes y miércoles se apostan en la calle de Génova de la Zona Rosa en la Ciudad de México, escuchan el eco del desamparo, la pérdida del empleo o la desesperación. Empieza a caer la noche cuando los voluntarios de la Comunidad “Sant’Egidio organizan la la de proscritos del bienestar, la seguridad e incluso los derechos, para procurarles alimento e hidratación; una hilera cuya cruel longitud crece con los días de contingencia sanitaria. “Llegaron muchos por perder su trabajo, y semana a semana están lastimados tanto humanamente como en su dignidad, porque es gente que cada semana llega a pedir la comida, pero al principio era: Perdí el trabajo y espero que esto pronto se termine, pero la siguiente semana nos dicen que siguen desempleados, y entre más días pasan su semblante, ropa y ánimo se van deteriorando”, explica Cárdenas tras detallar que el número de personas formadas se ha incrementado en los últimos dos meses. La Comunidad de Sant’Egidio se fundó en en 1968 por Andrea Riccardi; cinco décadas después tiene presencia en más de 70 países. En México ha realizado distintas iniciativas con la nalidad de generar un bienestar que trascienda lo material entre las personas más desafortunadas. Además de entregar comida y agua, procuran empatía y solidaridad, al dar seguimiento a los casos u ofrecer un atento oído a cada una de las expresiones. Semanalmente entregan mil alimentos, pero esta cifra se incrementa día tras día, al grado de que es necesario obtener más donativos, ya sea en moneda, especie o tiempo, en los dos primeros casos cuentan con recibos deducibles de impuestos; mientras que en el segundo, con brazos abiertos para hacer resurgir la esperanza. Además de la entrega de alimentos, ahora se suma la necesidad de proveer de cubrebocas, gel antibacterial y atención médica general a los que esperan en la la, y tienen algún malestar físico. Cárdenas explica que esto representa un apoyo directo a la ciudad y a las autoridades sanitarias, pues al ofrecer comida se evita que, por lo menos dos días a la semana, algunas personas sigan transitando por las calles, mientras que al entregar material para proteger su salud también se evita que el número de contagios siga creciendo. Comentó que otro de los grandes desafíos en los últimos días es que las personas acuden con la urgencia de obtener agua, lo que se debe al salir a primera hora a buscar algún ingreso, no vuelven a beber por falta de dinero para comprar alguna botella durante todo el día. Por tal motivo, surgió la iniciativa de contar con dos médicos generales cada una de las noches en que se encuentran en el lugar.

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