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Diana Concepcion: "Un lugar al que pertenecer"
UN LUGAR AL QUE PERTENECER
Desde pequeña, siempre odié la pregunta “¿De dónde eres?” porque nunca supe cómo responderla. Cuando decía: “Soy rusa,” la gente se quedaba boquiabierta de sorpresa. Cuando dije que era cubana, respondieron con “Pero no pareces cubana” o “Tienes un acento raro.” Para evitar sentirme incómoda, me convertí en una chica de Jersey o en una americana. Porque la vida es más fácil así... Cuando tienes una sola nacionalidad, cuando no tienes que demostrar tu valor a esos extraños en las calles, cuando no tienes que vivir como un marginado, cuando no tienes que sentirte tan aislado en este mundo. Porque ser medio ruso y cubano es tan raro y extraño, porque a nadie le importa de verdad. Así que me gustaría hacerme una americana por algunos años...
Pero un día me sentí avergonzada de mí misma. Sentía que al pretender ser otra persona me olvidé de quién era “yo.” Sé que mi papá estaría tan decepcionado de verme mentir así... Porque, para él, yo era la única estrella tan brillante y maravillosa en su vida. Porque, para él, yo era la combinación de sus mejores y peores cualidades. Porque yo fui su orgullo y alegría hasta el final... Y, para mantener viva su memoria, decidí aprovechar siempre mis diferencias.
Por primera vez, quería destacar en lugar de encajar. Bailaba bachata, merengue y salsa en todas las fiestas cubanas, pero comí borsch y pelmeni de mi mamá para cenar. Hablaba ruso y español en público y mencioné mis habilidades en cada currículum que tenía. Siempre corregía a las personas que asumían que era portuguesa, albanesa, puertorriqueña o egipcia.
Incluso compartiría mis luchas multinacionales en todas mis cartas y ensayos universitarios.
Y cada vez que lo hacía, me sentía orgullosa y más completa que nunca. Porque no importa de dónde venga, siempre debería recordar mi valor como humana. Porque es la única forma de encontrar un lugar al que realmente pertenezco, un lugar donde mi singularidad es mi fuerza, un lugar al que puedo llamar mi casa, moy dom, my home.


Francy M. Moser
was born in the city of Atlixco in Puebla, Mexico. She is the daughter of immigrant parents and, after almost twenty years, she decided to resume her studies. Francy is now an educator and spokesperson for her Mexican culture, always urging new generations to continue preserving their traditions as an intrinsic part of their history.