RICARDO HERNÁNDEZ MEGÍAS
LAS MIRADAS SORPRENDIDAS DE LOS NIÑOS (Una lección moral para “pasotas”)
Desde hace mucho tiempo –creemos que desde que nos fuimos haciendo mayores y perdimos nuestra controvertida inocencia– venimos escuchando el mantra, por otra parte asumida, de que La Navidad no tiene sentido en nuestro tiempo; que todo es una gran mentira prefabricada y teledirigida, y que lo único que funciona a la perfección es el consumismo salvaje, donde los únicos que se enriquecen son los grandes comercios, quienes se prepararan el resto del año para inducirnos a consumir aquellos productos que mayor rentabilidad y ganancias les produzcan. La Navidad comienza cuando lo ordene el Corte Inglés –se dice entre el pueblo en plan jocoso y divertido, señalando la gran importancia que tienen los anuncios publicitarios con el que nos ametrallan en determinados momentos del año. No vamos nosotros a negar que las presiones laicistas de una parte de los nuevos dirigentes políticos y municipales, o que el abandono de buena parte de la sociedad de sus costumbres ancestrales como lo pueda ser la LAS MIRADAS SORPRENDIDAS DE LOS NIÑOS
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