Su muerte, no por esperada desde hacía algunos meses en que supimos la gravedad de su enfermedad y de su ingreso en una clínica de cuidados paliativos contra el cáncer, deja en nosotros, los que le conocimos y le tratamos con frecuencia, y le quisimos, un regusto de amargura al saberlo definitivamente vencido por la enfermedad. Él era un hombre vitalista, trabajador infatigable, capaz de abarcar múltiples y variadas actividades, incansable conversador, amigo de tertulias (sobre todo literarias), amigo de sus amigos, y, por encima de ellas, enamorado de su profesión de periodista en “su” ABC, así como de la Poesía, que junto con su Extremadura, eran sus otros grandes amores en la vida.