A VUELTAS CON EL VERDADERO PARADERO DE LA TUMBA DE VICENTE BARRANTES
Los bibliófilos, esos hombres tan extraños en estos tiempos de lecturas superficiales y vacuas, capaces de guardar todo tipo de papeles que puedan ayudarnos en el futuro a desenmarañar cualquier duda que se nos presente, vamos a dar nuevamente respuesta a una falsa noticia que se ha venido dando como buena respecto al enterramiento del prestigioso académico (don Vicente Barrantes fue académico de la Real de la Lengua, de la Historia y de San Fernando) y que ha servido para que a estas alturas de la historia, siga utilizándose el dato como inamovible. Había nacido en Badajoz, un 24 de marzo de 1829 y, como tantos jóvenes extremeños de clase media sin recursos económicos había ingresado en el Seminario de San Atón, lugar común en el que podemos encontrar los nombres de muchos de los más importantes personajes de las letras extremeñas de aquellos tiempos. La muerte temprana de su padre anuló cualquier posibilidad de proseguir los estudios en dicha institución 1
religiosa, teniendo que ganarse la vida de los suyos con un trabajo como escribano del Cuerpo de Administración Militar. Nunca llegaría a terminar carrera alguna, pero su gran inquietud por la cultura y su claro entendimiento hicieron de él un gran erudito, sobre todo en cuestiones relacionadas con su tierra extremeña. Como tantísimos extremeños de todos los tiempos que hemos pretendido salir de los limitados campos profesionales y culturales a que Extremadura nos condenaba a los muchachos sin recursos económicos, en 1848, se trasladará a vivir, ya para siempre, el joven Barrantes a Madrid. Son años de incertidumbres, de soledades dolorosas donde la falta de cariño materno y la nostalgia por la tierra hagan vacilar en mucha ocasiones la voluntad de seguir en la capital del reino. Pero Madrid ha tenido siempre un encanto especial para los jóvenes de provincia, y Barrantes, que desde que pisó suelo madrileño soñaba con abriese camino en el mundo literario, frecuentaría el mundo de la bohemia literaria que por aquellos años de mediados del siglo XIX se reunía alrededor de una mesa de mármol en cualquier café madrileño para arroparse en sus miserias y alimentarse con los deseos de triunfos venideros a falta de alimentos verdaderos con los que llenar sus estómagos. Este cuadro lo completaba el extremeño malviviendo en una concurrida pensión de la calle Jacometrezo. Será por aquellos años de penalidades e ilusiones en Madrid cuando comience sus primeras incursiones en el mundo del periodismo y en estudios históricos y bibliográficos. Hombre de gran talante satírico, redactó por aquello años una revista titulada La Píldora, que fue prohibida por el Gobierno. Sus mejores trabajos periodísticos podemos encontrarlos en La Ilustración Española, en Las Novedades, El Semanario Pintoresco Español, La Ilustración Católica y Los Niños, de Madrid, y en El Mundo Ilustrado, de Barcelona. Utilizó a veces los seudónimos de Publicio y Abate Cascarrabias en la prensa, y Modesto Infante, Bachiller Clarín Brocado y Barvic para publicar libros. 2
Don Joaquín Entrambasaguas y Peña, en un hermoso trabajo sobre Mariano José de Larra titulado: Reliquias románticas, nos cuenta de los amores del recién llegado Barrantes con la hija mayor de Fígaro, doña Baldomera, a la que seguramente había conocido a través de su hermano Luis Mariano de Larra, contertulios ambos en el café Levante, amores desconocidos para muchos, pero confirmados de propia mano por Barrantes, cuando en el libro manchado por la sangre del suicida escribe: Este ejemplar de Macías se hallaba sobre la mesa del desgraciado Fígaro cuando se suicidó. Suyas son las dos manchas de sangre que tiene en la página 28. El ejemplar se hallaba en rama, cosa entonces más frecuente que hoy, y que me fue regalado por Luis Mariano de Larra con otros recuerdos de su padre en tiempos de mis amores con su hermana Baldomera. Y a continuación, con letra más moderna: Letra de mi padre, Vicente Barrantes, a quien he oído referir estos muchas veces. Madrid, 13 mayo 1904. Barrantes (Rública) Amante de su tierra, fue nombrado por méritos propios más que suficientes, Cronista Oficial de Extremadura, denunciando los innumerables saqueos, destrozos y rapiñas que se venían cometiendo sobre el patrimonio artístico y monumental extremeño desde la Desamortización de Mendizábal, sobre todo con el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, cuyos tesoros fueron desapareciendo en pocos años, víctimas de especuladores sin escrúpulos. Sus grandes conocimientos bibliográficos hicieron que denunciara el saqueo y venta al por mayor a ropavejeros y comerciante de papel de la rica y bien surtida biblioteca monacal, cuyos libros, cuenta la leyenda (y hay que creerla a tenor de las donaciones de libros por parte de los vecinos de la zona muchos años después) fueron sacados en carros tirados por mulas. La avaricia de los comerciantes o de los transportistas ante tan suculento y barato bocado comercial hizo que llenaran los carros con tantos libros que al subir las empinadas cuestas de las Villuercas los animales no pudieran con la carga, por lo que los carreteros, para aligerar peso, iban tirando libros a las cunetas del camino. 3
Tampoco podemos olvidar que fue él quien en un denodado esfuerzo por recuperar parte de lo perdido, inició una campaña para comenzar la reconstrucción del monasterio de Guadalupe, consiguiéndolo, e iniciando nuevamente la perdida biblioteca, donando la suya propia, en donde había muchos libros de indiscutible calidad bibliográfica, así como numerosísimos sobre la historia de Extremadura. Todo este interés por su patria chica quedará patente, además de lo ya dicho, en su colaboración en la Comisión de monumentos de la provincia de Badajoz, junto a Tomás Romero de Castilla, su nombramiento como socio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde colabora a engrandecer su espléndida y hoy, desafortunadamente, desaprovechada biblioteca, su colaboración imprescindible en la revista El Folklore frexnense y bético extremeño, el ya citado nombramiento como Cronista Oficial de Extremadura y, los que a nosotros nos parece más importante, su enorme esfuerzo en la monumental obra titulada: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, cuyo primer tomo sale a la luz en el año 1875 y el tercero y último en el año 1877, recopilando sus impresiones, datos y noticias de su tierra natal, siendo: no ya meramente acopio y clasificación de materiales históricos – como él decía– sino traza también, cuerpo de doctrina, exposición metódica de las grandes tesis y síntesis de la raza extremeña, desde las más remotas edades, ha producido en el desarrollo de nuestra grandeza nacional… Barrantes, hombre muy acreditado entre sus contemporáneos por la amplitud de sus conocimientos, será nombrado en 1871 Académico de la Historia, ocupando la vacante dejada a su muerte por don Modesto Lafuente. El día 14 de enero de 1872, con motivo de su posesión, leerá un magnífico discurso con el título de: Isabel la Católica en Extremadura, contestado por su amigo don Antonio Cánovas del Castillo. Lógicamente, su entrada en la Academia de la Lengua y el posterior discurso sobre: La importancia de Extremadura en la conquista de tierras americanas en el siglo XVI a través de sus mejores hijos, verdaderos sansones en fortaleza 4
física y acreditada fe en Dios, al que llevaron como estandarte de sus triunfos y del que gustosamente predicaron su doctrina salvadora, fue calurosamente recibido en su tierra de nacimiento con la publicación del texto original y con honores y nombramientos oficiales, tan socorridos en estos casos. En el primer gobierno de Antonio Cánovas del Castillo fue nombrado Director General de la Administración en Filipinas, miembro del consejo del gobernador y su secretario; ya toda su vida se interesaría por la hispanización del archipiélago. Publicó al respecto obras como su Teatro tagalo (1889), donde sostiene que los filipinos son incapaces de pensamiento creativo tras analizar su teatro religioso tradicional, lo que le valió las pullas de José Rizal; Apuntes interesantes sobre las Islas Filipinas que pueden ser útiles para hacer las reformas convenientes y productivas para el país y para la nación escritos por un español de larga experiencia en el país y amante del progreso (1869) Madrid : [s.n.], 1869 (Imp. de El Pueblo) o su La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868; su pensamiento en estos aspectos es colonialista. Fue consejero de Instrucción Pública y académico de la Historia (1872) y de la Lengua (1876), diputado a Cortes y senador por Cáceres en las legislaturas 1891-1893 y 1896-1898. Su Diccionario de extremeños ilustres inédito se ha perdido. Imprimió la Recopilación en metro del bachiller Diego Sánchez de Badajoz Madrid: Librería de los Bibliófilos Fernando Fé, 1882-1886 y editó, con prólogo y notas a cuatro tintas y con ilustraciones (litografías y una fotografía), de Lope de Vega, Soliloquios amorosos de un alma a Dios (Madrid: Imp. de Prudencio Cuartero, 1863), para lo cual utilizó el texto de la edición que publicó en Roma, 1646, Leonardo de San José. Tradujo, de Alejandro Dumas, El Conde de MonteCristo (Madrid: Murcia y Martí, 1861) y La piel de zapa de Balzac (Madrid, 1854), para el folletín de Las Novedades. 5
Intentó adentrarse en el mundo del teatro escribiendo en colaboración con Cándido Barrios el drama en verso y prosa Laura de Monroy, o Los dos maestres Madrid: Vicente de Lalama, 1850. Su novela histórica en dos volúmenes Juan de Padilla (Madrid, 1855-1856) fue prohibida por la autoridad eclesiástica a causa de sus pasajes anticlericales, por edicto del 28 de diciembre de 1857. Hombre polifacético y con grandes conocimientos en diferentes materias culturales, dará a la imprenta importantes trabajos, tan alejados entre sí, como: Barros emeritenses, donde narra sus experiencias como director de las excavaciones en la ciudad romana de Mérida, La patria de Vasco Díaz (1882), El teatro Tagalo (1890), Los extremeños en América (1892), Las Jurdes y sus leyendas (1893), Una visita al Monasterio de Guadalupe (1894-95), los Apuntes para un catálogo de impresores, o su magnífica Biografía de Arias Montano, en cuyo homenaje en su pueblo natal de Fregenal de la Sierra colaboró de manera principal. Después de una vida intensa, cansado y minado por diferentes enfermedades, a su regreso a España se retira a descansar a las afueras de Madrid, Pozuelo de Alarcón, donde inválido y paralizado por reúma muere el 16 de octubre de 1898. A continuación de estos breves apuntes biográficos, vamos nosotros a comenzar lo que verdaderamente nos importa en estos momentos como es el destino de sus restos mortales. Removiendo papeles viejos entre nuestros numerosos depósitos acumulados en más de cuarenta años de rebusca, nos encontramos con el primer número de la Revista de Extremadura, fechada en enero de 1899, es decir pocas fechas después del fallecimiento del personaje aquí reseñado, (Pozuelo de Alarcón, 16 de octubre de 1898) Esta importantísima revista cultural y científica fue la respuesta de un grupo de sabios cacereños (Daniel Berjano, Joaquín Castel, Manuel Castillo, el Marqués de Castrofuerte, Gómez Santana, Publio Hurtado, Gabriel Llabrés, Vicente Paredes y Sanguino Michel) a la profunda crisis 6
de identidad nacional que se produjo con la derrota naval por las fuerzas de los Estados Unidos de América sobre la flota española, lo que, entre otras muchas desgracias para España, significó la pérdida de las últimas colonias americanas como lo fueron Cuba, Filipinas y Puerto Rico, una vez firmado el Tratado de Paz en París. Este desastre, no por muy esperado, o cuanto menos con muchas posibilidades de que así sucediera, dado la calamitosa política llevada a cabo por los gobiernos de España en los territorios de ultramar y los intereses económicos y militares de la ya potencia americana que necesitaba expandir su poderío, hizo que saltaran en pedazos todos los mecanismos políticos y sentimentales de una nación que había sido durante muchos siglos la gran potencia militar, y desde luego, la gran dominadora de los mares de todos el mundo con su flota de barcos que comerciaban e influían en el equilibrio comercial, político y militar de todas las tierras conocidas. La pérdida de los territorios de ultramar (Cuba era una provincia más de España), y la derrota de lo que se consideraba una flota, si no invencible sí poderosa, hizo que la nación quedara paralizada, empobrecida y sin horizontes. Fue entonces cuando aparecen los primeros síntomas de desunión en el propio territorio nacional y muchas son las voces de políticos provinciales reivindicando sus propia personalidad territorial, continuación de la Revolución cantonal producida entre julio de 1873 y enero de 1874, por parte de los republicanos federales intransigentes, contra la Primera República, fracasada en un corto espacio de tiempo. Este desánimo en el pueblo español, esta constatación de derrota y fracaso está perfectamente reflejada en las obras literarias de lo que después se llamó Generación del 98 (Azorín, Baroja, Unamuno, Maeztu, Valle-Inclán, Ganivet, Machado, etc.) Pero no sólo en estos grandes escritores podemos ver el daño causado por este acontecimiento. En algunas regiones españolas empiezan a aparecer, como otra forma de reivindicación de lo propio y alejado de lo nacional, obras escritas en los dialectos de la zona: Rosalía de Castro, en Galicia, José María Gabriel y Galán y Luis Chamizo en Extremadura, 7
Vicente Medina en Murcia, Maragall en Cataluña, etc., que tuvieron una aceptación y un éxito editorial más que significativo entre el público. Naturalmente, el mundo editorial se convulsionó con estos nuevos movimientos reivindicativos y empezaron a proliferar revistas culturales y científicas ensalzando lo regional y dando paso a una multitud de escritores, hasta esos momentos desconocidos o poco publicados, que continuaron el camino de los más destacados. Así surge la Revista de Extremadura, una revista que hasta su desaparición en 1911, fue, en palabras del prestigioso filósofo Ortega y Gasset: el más serio y valioso esfuerzo que en provincias se ha hecho de aportación a la cultura. Como el camino ya estaba abierto, a la desaparición de esta importantísima revista apareció, también en Cáceres, la Revista Archivo Extremeño, de corta trayectoria pero de gran enjundia literaria y a la desaparición de ésta, surge la revista Alcántara, cuya trayectoria ha tenido varias etapas y que hoy, afortunadamente sigue publicándose en Cáceres. También Badajoz, la otra provincia extremeña, va ver nacer otro gran proyecto cultural, seguramente arrastrado por el ya fenecido en Cáceres y, todos los hombres de la cultura extremeña juntos, van a dar vida a la Revista de Estudios Extremeños, en la que desde el años 1929 hasta la fecha han colaborado las plumas más importantes de Extremadura y nacionales. Cotejando este primer número de la Revista de Extremadura, Tomo I, Cuaderno I, Enero de 1899, en su primera página aparece un sentido homenaje de su director, Sanguino Michel, a la figura del desaparecido Vicente Barrantes, a quien le había ofrecido las páginas de la citada revista para publicar en ella sus trabajos. Es aquí, en este primer número de la Revista Extremadura y de la mano de su director Sanguino Michel donde va a dar comienzo el error del enterramiento del bibliófilo extremeño, cuando literalmente nos dice; Llegó el 17 de Octubre de 1898, y del ilustre paladín de Extremadura la parte principal, volvióse al cielo; los ojos que anhelosos le miraban, se nublaron; la Fama tendió sus alas para pregonar la nueva, y mientras se daba tierra á sus despojos en Pozuelo, Badajoz donde tuvo su cuna, presa de grande amargura, trataba de perpetuar la memoria del hijo que perdía, de un modo digno. 8
Sanguino Michel, seguramente en su afán de homenajear a tan digno personaje, no contrastó la noticia del enterramiento de Barrantes y los demás escritores que han escrito sobre él han seguido confundiendo la noticia, que si bien no altera la importancia del escritor, sí, creemos nosotros, debe ser conocida por los extremeños, toda vez que tan ilustre paisano no merece tan cruel olvido, ni mucho menos las condiciones en que desde hace muchísimos años se encuentra su tumba. Vamos nosotros a relatar cómo descubrimos la verdadera tumba del insigne escritor pacense y los pasos que tuvimos que dar hasta dar con su insondable y olvidado destino: Cuando en el año 2004 nos pusimos a trabajar en el libro Escritores extremeños en los Cementerios de España (tomos I y II) publicado por Beturia Ediciones, pudimos ver en los periódicos madrileños los primeros movimientos por parte de las autoridades académicas para celebrar dignamente el 4º Centenario de la publicación de El Quijote, obra de nuestro más importante escritor como lo es Miguel de Cervantes. Naturalmente, en dicho homenaje, entre otras muchas manifestaciones públicas se hablaba de la tumba de Cervantes. ¿Pero dónde está la tumba de Cervantes? Se preguntaban algunos periodistas, aunque no recibieran respuestas claras sobre el asunto. Los españoles, que nunca hemos sido muy dados a hacer alabanzas de los vivos que han alcanzado la fama por cualquier motivo digno de mencionarse, no lo íbamos a hacer una vez muertos. Sólo en un país como este, donde la envidia es el mayor de nuestros pecados, es capaz de escribirse sin rubor: el muerto al hoyo y el vivo al bollo, dando a entender que la muerte todo lo borra, y más aún si le acompaña la Fama. Naturalmente, Cervantes, como Lope, Calderón, Quevedo, Herrera, Velázquez… (y así hasta un sinfín de nuestros grandes hombres de letras, de ciencias o de la milicia) por la desidia de nuestras autoridades y, naturalmente, del pueblo, han desaparecido o se encuentran en paradero desconocido, como consecuencia de nuestras constantes guerras tribales, destrucción de monumentos o especulación del suelo que hizo que los antiguos cementerios fueran clausurados en el siglo XIX para dar paso al ensanche de las ciudades, pero que nadie con dos dedos de frente reclamara 9
(salvo en contadísimos casos –Larra y Espronceda–) los restos de nuestros más grandes personajes. Conmovidos por estas noticias, nos propusimos trabajar sobre las biografías de personajes extremeños (sobre todo del mundo de las Letras), pero, señalando siempre fotográficamente su lugar de enterramiento para que no ocurriera como en los casos antes mencionados. Queríamos dejar constancia visual de la tumba de nuestros grandes hombres, como un homenaje a ellos y una contribución a los posibles investigadores o lectores que se preguntaran por sus últimos destinos. No nos interesa la muerte (aunque muchas veces esta sea más literaria que la propia obra del escritor, como es el caso de Meléndez Valdés), pero no está demás que aunque el mejor homenaje que se le pueda hacer a un escritor es leer sus libros, que en algún momento las autoridades Autonómicas o municipales (tambien las Académicas) presten atención y cuiden (como se hacen en otros muchos paises de Europa) las tumbas de nuestros personajes. Mucho tiempo y muchas horas de investigación nos ha llevado encontrar estos últimos destinos de los restos mortuorios de los 32 personajes aquí biografiados en los tres tomos publicados, a los queremos añadir en pocas fechas un cuarto tomo, pero, estamos seguros, son muchas más las satisfacciones que las posibles molestias de andar buscando por los cementerios de España sus tumbas. Nuestro humilde trabajo dará respuesta a muchas preguntas sobre sus últimos destinos y facilitará el trabajo de posteriores investigadores. Cuando nos pusimos a trabajar en la biografía de don Vicente Barrantes también caímos en la trampa de dar como válida la noticia de Sanguino Michel, por lo que comenzamos a indagar noticias sobre su muerte y posterior enterramiento en Pozuelo. Curiosamente, es el personaje que más se nos ha resistido y del que más tiempo hemos empleado en su búsqueda, pues parecía que la fatalidad nos perseguía y solamente nuestra constancia y deseos de no darnos por vencidos nos llevó a un feliz término. Sus restos mortales no tuvieron suerte: el tiempo y las nuevas tecnologías borraron, en un principio, sus huellas, toda vez que ni en su 10
archivo personal de la Real Academia de la Historia, ni en de la Lengua, ni en la de San Fernando (Barrantes, como ya hemos dicho anteriormente fue miembro de las tres Academias), conocían el dato del lugar de su último reposo. Una esquela publicada en un periódico de la fecha consultado en la Hemeroteca Nacional nos puso en el inicio de nuestras investigaciones, ya que después de enumerar sus múltiples cargos, títulos y condecoraciones, terminaba enunciando: Ruegan a sus amigos se sirvan encomendar su alma a Dios y asistir a la conducción del cadáver que tendrá lugar el día 18 del actual –octubre de 1898– a las once de la mañana, desde la puerta exterior de la estación del Norte al cementerio de la Sacramental de San Justo. ¡Más de un año nos costó encontrar su tumba! La mala suerte hizo que la informatización que se ha realizado en dicha Sacramental (como en todos los cementerios de Madrid) y que abarca desde 1848 hasta nuestros días, se olvidaran de nuestro escritor y político, teniendo que recurrir a la paciencia y a la ayuda de su Director-Gerente señor Pino, para que con su permiso y guía, consultar nosotros ficha a ficha con los apuntes manuales que se hacían por aquellos años de finales del siglo XIX. Pero el resultado de nuestro esfuerzo nos recompensó de manera equívoca; si bien el lugar de su enterramiento no dejaba lugar a dudas, el humildísimo nicho fue hace muchos años dañado por las filtraciones del agua de la lluvia y por el abandono de tan antiguas galerías, habiendo perdido muchos de los enterramientos sus lápidas originales. Un posterior arreglo de las galerías motivada por la construcción de nuevos nichos han adecentado el lugar, pero sin que se hayan repuesto sus antiguas y 11
arruinadas lápidas, ni señalado a quién pertenecen cada nicho. Fue el mismo director del citado cementerio quien amablemente nos acompañó en esta ocasión para certificar, documento en mano, la certeza de la propiedad del nicho. Vicente Barrantes, el gran bibliófilo extremeño, ha sido olvidado por todos, y así permanecerá si nadie lo remedia, hasta su completa desaparición. Creemos, y no estamos muy alejados de esta verdad, que desde 1898, fecha de su enterramiento, hemos sido los únicos extremeños que aunque sea por motivos tan peculiares como es el de fotografiar su tumba, nos hemos acercado hasta tan olvidado lugar. Sin embargo, y este es el segundo motivo de este trabajo literario, quisiéramos públicamente dar a conocer dicho lugar de enterramiento a la espera de que posibles investigadores alienten a las autoridades extremeñas a recuperar dignamente sus restos, o su lugar de enterramiento, como un último homenaje a quien tanta gloria dio a Extremadura, su tierra y la nuestra. Vicente Barrantes Moreno Sacramental de San Justo Nicho de Adultos, fila 6, nº 9, 3ª sección Patio de Santa Gertrudis
El mejor homenaje que nosotros podemos ofrecerle a un personaje tan contradictorio en lo personal y político, como importante para la Historia de Extremadura, serán las palabras de su amigo don Antonio Cánovas del Castillo: Su amor al saber, su laboriosidad incansable, su afanosa y discreta curiosidad, su modesta, sincera y constante profesión en fin, de un hombre de letras. 12
Bibliografía de Vicente Barrantes
Poesía
Baladas españolas, Madrid: Imp. de Julián Peña, (1853, segunda edición 1865 con un prólogo de Luis de Eguílaz y un artículo crítico de Agustín Bonnat). Reeditado por Gregorio Torres Nebrera, Badajoz: Carisma Libros, 1999. Días sin sol, (1875) poesías filosóficas; incluye una carta de Antonio Trueba. Epistola religiosa y social dirigida al... Fr. Zeferino González Badajoz, 1873 (José Santamaría y Navarro) San Pedro de Alcántara: cristiano romance en que se refiere la vida y virtudes del extático varon, Madrid, 1880 (Imprenta de la V. é H. de D. E. Aguado) España vencedora: poesía. Madrid, 1860 (imprenta y litografía de J. J. Martínez)
Narrativa
Juan de Padilla Madrid, t. I, 1855; t. II, 1856 (Imp. de Ramón Campuzano), novela histórica. Siempre tarde, Madrid, 1852 (C. González), novela original, reimpresa en Madrid (Imprenta de Alhambra y Compañía) 1862. La viuda de Padilla Madrid, 1857 (Impr. de Gabriel Alhambra), novela histórica. Narraciones extremeñas Madrid, 1873 (Imp. de J. Peña) Cuentos y leyendas Madrid, 1875 (P. Núñez) El veinticuatro de Córdoba narración popular, Córdoba, (Imp. y lib. de D. Rafael Arroyo), 1859. La querida del soldado, Nueva York, colección Novelas de La Crónica (1848-1851) Un suicidio literario. La joven España. La corte de los poetas. Novela histórica del año 1619. Don Rodrigo Calderón. Novela histórica, folletín, publicado en La Ilustración, 1851-1852.
Teatro
Con Cándido Barrios, Laura de Monroy, o Los dos maestres Madrid: Vicente de Lalama, 1850. 13
Sobre Extremadura
Catálogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles, impresos y manuscritos, que tratan de las provincias de Extremadura, así tocante a su historia, religión y geografía, como a sus antigüedades, nobleza y hombres célebres, Madrid: Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1863, 1865 Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura, (Madrid: Estab. Tip. de Pedro Núñez, 1875-1877), 3 vols., reimpreso en Badajoz: Institución Pedro de Valencia, 1977 y reeditado con las notas de Barrantes a su ejemplar en Mérida, 1999. Índice de la Biblioteca extremeña Madrid, 1881 (Imp. de "El Mundo político") Barros emeritenses: estudio sobre los restos de cerámica romana: que suelen hallarse en las ruinas de Mérida Madrid, 1877 (Imp. de T. Fortanet) Las Jurdes y sus leyendas: conferencia leída en la Sociedad Geográfica de Madrid la noche del 1o de julio de 1890 Madrid, 1891 (Establecimiento tipográfico de Fortanet). Impresión facsímil Valladolid: Editorial Maxtor, 2001. Nota final sobre Las Jurdes (S.l.: s.n., 1893) La Virgen de Guadalupe y las mujeres extremeñas Badajoz: La Económica, s. a. (tip. de Rodriguez y compañía)
Sobre Filipinas
La instrucción primaria en Filipinas de 1586 a 1868 (sin año, sin cuna de imprenta, en la página 8 se dice 1869) Apuntes interesantes sobre las Islas Filipinas que pueden ser útiles para hacer las reformas convenientes y productivas para el país y para la nación escritos por un español de larga experiencia en el país y amante del progreso Madrid, 1869 (Imp. de El Pueblo) El teatro tagalo Madrid, 1889 (Tip. de Manuel G. Hernandez) Guerras piráticas de Filipinas: contra mindanaos y joloanos Madrid, 1878 (Imp. de Manuel G. Hernandez). Reimpreso en 2004.
Otros ensayos y escritos
La joven España: folleto dedicado á la Asamblea Constituyente Madrid: Libr. de Cuesta, 1854 (Imp. de Julian Peña) Viaje electoral, hecho con la bolsa a cuestas y el cuerpo molido á palos, por Barvic á los infiernos del sufragio universal Madrid, 1872 (Imp. Viuda e hijos de Galiano) 14
Plutarco de los niños: libro de lectura para las escuelas de instrucción primaria, Madrid: 1857 (Imprenta de Julián Peña); Madrid, 1861 (Establecimiento lito-tipográfico de J.J. Martínez); Manila, 1868 (Imp. de Ramírez y Giraudier), declarado libro de lectura para las escuelas de instrucción primaria de niños y niñas; Madrid, 1876 (Tip. de G. Estrada, Ca); Madrid: Establecimiento tipográfico de P. Nuñez, 1876, 1877 y 1882; y Madrid: Librería de la Viuda de Hernando y C.ia, 1890 y 1896. Discurso leído ante la Academia de la historia en su pública instalación en la casa del nuevo legado por el Excmo. Sr. Vicente Barrantes... el día 21 de junio de 1874 Madrid: Academia de la Historia, 1874 (Imp. de José Rodriguez). La línea recta: carta a S.A. el Regente de España Madrid, 1869 (imprenta de los señores Rojas) Cursos seguidos en la Universidad de la Vida Madrid, 1867 (Imp. de E. Aguado) Bibliografía sobre Vicente Barrantes
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