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02. El Debate de la agencia (artefactos, agentes y asimetría)
from ICR_Mapas y Agencia
by Nora Morales
El objetivo de este capítulo se centra en la exposición del marco teórico conceptual que aborda dos principales posturas afines sobre la agencia: La Teoría del Actor-Red (ANT) 8 de Bruno Latour y Michel (Callon y Latour, 1981) y La Teoría de la Actividad (TA) de A. N. Leontiev 9 (1978) y Vigotsky (1980), quienes desarrollan los conceptos básicos desde la discusión sociológica y filosófica sobre la agencia. La elección de centrarme en dichas teorías, parte de una forma de pensar heredada de la disciplina de la que provengo, el diseño; que asume que vivimos en un mundo donde todo se diseña o rediseña, por lo tanto, el objetivo de la propia disciplina es apoyar proyectos tanto individuales y colectivos. Tanto la disciplina del diseño como muchas otras están experimentando una transición a través de un cambio en las infraestructuras y los procesos de producción y el consumo hacia sistemas más distribuidos o relacionales donde las acciones de las personas a través de organizaciones colaborativas con la ayuda de los expertos pueden crear las condiciones para alcanzar el cambio social (Escobar, 2016).
Para estudiar estas nuevas formas de colaboración y agencia, tanto la ANT como la TA sirven de fundamento para estudiar la agencia material y humana y han desarrollado nuevos conceptos y aproximaciones. Es interesante destacar la propuesta lógica que han desarrollado ambas teorías en su propuesta de una nueva forma de conceptualizar distintas formas de agencia a partir de diferencias sutiles que destacan en las entidades que conforman una red (a manera de ensamblaje) centrándose particularmente en las relaciones para lograr transformaciones de los sistemas sociotécnicos. En este trabajo retomo la concepción relacional de la agencia y los sistemas distribuidos de estas teorías, que considero pertinentes para caracterizar la construcción colectiva del mapa, visto como un artefacto mediador de la actividad humana. Destacando en este capítulo los elementos clave de ambas teorías que me ayudan a contestar la pregunta de investigación de este proyecto de investigación-acción.
8. En este trabajo retomo el acrónimo de ANT, (siglas en inglés de Actor-Network Theory ) para dirigirme a La Teoría Actor Red y evitar confusión con la abreviación de la segunda teoría que abordo: Teoría de la Actividad (TA).
El concepto de agencia humana ha sido un punto de discusión desde la perspectiva filosófica desde hace mucho tiempo. En el sentido más simple, la agencia se define como “La capacidad de acción o transformación” (Giddens, 2006). Varias disciplinas como la inteligencia artificial, las ciencias cognitivas, la filósofa, entre otras, han continuado el debate alrededor de la definición del concepto y la posesión de agencia. Un punto crucial de esta controversia se refiere a la atribución de la agencia a entidades materiales.
En el discurso académico, existen tres posturas principales alrededor de la agencia: la primera, se refiere a un determinismo tecnológico, que aboga por la existencia de la agencia material (la agencia de los objetos) y la considera como una influencia determinante en la configuración de la agencia humana. Ignorando en gran medida, las distintas maneras en que los humanos tenemos para apropiarnos de la tecnología (Kocaballi et al., 2011).
La segunda postura, más afín con un determinismo social, sostiene que sólo los seres humanos pueden poseer agencia (Rose et al., 2005), subestimando el impacto de los objetos tecnológicos y su influencia en las intenciones humanas y las estructuras sociales.
Finalmente, la tercera perspectiva, derivada principalmente de la ANT, defiende una postura relacional de la agencia, donde la agencia no es un atributo único de sujetos u objetos, sino un efecto de una red heterogénea de actores humanos y no humanos en constante reconfiguración del mundo (Latour, 2005). Esta postura, también afín con la Teoría de la Actividad (TA) considera a la agencia como un atributo dinámico, cambiante y sujeto a cada situación.
La postura relacional de la agencia, así como ciertos principios planteados por ambas teorías, junto con el trabajo de Kaptelinin y Nardi (2009), quienes investigan a las tecnologías de información en el contexto de la práctica humana, define el marco teórico de esta tesis. Destáco la propuesta sistematizada de la TA, que brinda una herramienta puntual para analizar los procesos cartográficos participativos y situar la co-producción de mapas como una práctica que involucra a un artefacto mediador de la acción colaborativa. A continuación, hago una síntesis de los conceptos más importantes que aportan ambas teorías, en este trabajo, así como sus diferencias.
2.1. Teoría Actor Red (ANT)
La tesis principal de esta teoría establece que el concepto de naturaleza y producción de la sociedad es una mediación simétrica y sugiere que los procesos de innovación deben de estudiarse como un desarrollo simultáneo de un artefacto en una red de actores conectados entre sí. Su propuesta metodología complementaria a de la TA, sugiere seguir a los actores y a sus intentos por transformar la sociedad, con un interés particular en discernir cómo se construye el conocimiento científico en los sistemas tecnológicos (Callon, 2004). La ANT posiciona a la creación de nuevos artefactos como un elemento clave del análisis y plantea el desafío para estudiar “la realidad” como algo transicional, a partir de las trayectorias de los procesos de la creación. Nos dice que, para conocer la dialéctica de la acción, es necesario profundizar en conceptos como la emergencia y la evolución.
2.1.1.Antecedentes metodológicos de ANT
La Teoría Actor Red (ANT), tiene sus raíces de la filosofía francesa y la semiótica, inspirada en las ideas de Serres (1968), y en la evolución de los estudios del conocimiento de la sociología constructivista. Desarrollada hacia 1980, la ANT se distingue por su provocación metodológica y el constante reto a las categorías tradicionales de las ciencias sociales.
Un concepto teórico primordial de ANT es el principio generalizado de simetría –formulado en un inicio por Callon, (1986) y posteriormente desarrollado por Latour (1992a)–destaca un mismo tipo de tratamiento a las entidades humanas como a las no-humanas. La implementación de este principio se presenta a partir del uso del mismo vocabulario para describir o explorar tanto a lo natural como a lo social. El uso de un vocabulario simétrico es clara influencia de la semiótica estructuralista de Greimas y Courtés (1982). Con esta decisión consciente de manejar cualquier unidad de discurso para todas las entidades/actores que conforman una red, los autores neutralizan cualquier noción de fuerza sin limitarse únicamente a lo humano.
La ANT caracteriza a las redes de actores como arreglos colectivos heterogéneos tecno-económicos, de humanos y no-humanos (Callon, 1991, Latour 1991), de entidades materiales (Law, 1992) o colectivos híbridos (Callon y Law, 1995).
La traducción es otro concepto clave para entender a ANT y se refiere a las negociaciones, actos de persuasión y violencia, de las que se vale un actor o fuerza, para ejercer su autoridad y hablar o actuar en nombre de otro actante. Lo que busca ANT es mantener un balance de estas fuerzas, independientemente de su naturaleza u origen. Este concepto meta-teorético de fuerza, permite ignorar las diferencias entre entidades y trascender la distinción dualista entre naturaleza - sociedad y humanos - no-humanos. Mientras más actores se movilizan, la red recobra más fuerza y estabilidad. Sin embargo, los críticos de ANT señalan una contradicción en el concepto de simetría generalizada ya que, en uno de sus argumentos, Latour destaca la presencia de un “actor especial”, un portavoz, emprendedor o innovador que asume distintos roles como actor en la red, transformando los intereses y fuerzas de otros actores para su propio beneficio. La ANT compara a este portavoz de “nuevos hechos o tecnologías” con el príncipe de Nicolás Maquiavelo y le reconoce cierta dotación de habilidades en el manejo de sus capacidades sociales. La observación de que algunos actores tienen que pensar en cómo convencer a otros, o cómo controlar su comportamiento, o recopilar suficientes recursos de un lugar reclama cierto desbalance del concepto de simetría (Latour, 1987 citado en Miettinen, 1999).
Otra primicia de la ANT es la noción de que los artefactos tecnológicos se construyen de manera similar a los hechos científicos. Por lo que sus observaciones comparan la construcción de hechos en el campo científico con la construcción de los objetos. De acuerdo con esta aproximación moderna, Latour sostiene que el conocimiento y los artefactos se pueden explicar desde lo social (constructivismo social) o por la naturaleza (realismo). Latour recurre al estudio del laboratorio como ejemplo, analizando así sus controversias, habilida- des, instrumentos y entidades emergentes encontrándose con estados inestables en las relaciones de la sociedad y la naturaleza dentro de situaciones novedosas o extremas (Latour, 1990).
La Teoría Actor-Red (ANT) resulta relevante en esta época de máquinas inteligentes y tecnología moderna ya que muchos de estos artefactos se comportan de manera independiente y mucho más flexible de cómo hemos venido pensando a las herramientas y objetos que nos acompañan en la vida cotidiana.
Pensemos ahora en el siguiente ejemplo: Cuando escribimos un mensaje en el teléfono móvil con la función de “texto predictivo” o “corrector ortográfico” elegida, las palabras cambian al momento de ser escritas, aún y cuando no hemos acabado de escribir una palabra, el sistema, se comporta de cierta manera, reconoce la palabra, toma decisiones completando la oración, este tipo de comportamiento está pensado para agilizar o facilitar la transmisión de los mensajes. Se trata de un programa o guion de una “acción de corrección” de la máquina que interviene en el mensaje de comunicación humana. ¿Acaso esta capacidad implica que la máquina tiene agencia? Esta capacidad sofisticada del programa para identificar mensajes incompletos o incorrectos del texto escrito en combinación con la capacidad de responder inteligentemente a condiciones cambiantes se lleva a cabo, sin la intervención humana. Otros teóricos como Andrew Pickering (1993) y Callon (1981), han destacado la pertinencia de la ANT para dirigir su atención a la agencia de los objetos ya que la visión centrada únicamente en los actores humanos no resulta suficiente para situaciones de nuestra época.
2.2. Simetría y Asimetría
La sociología tradicional establece una distribución asimétrica de la agencia, al atribuir toda la capacidad al humano y ninguna al no-humano. Pickering, (1993) encuentra esta noción absurda, al señalar que ningún humano puede afectar algo en el mundo material sin recibir una respuesta de este. Por ejemplo, si queremos mandar un correo electrónico, pero no hay servidor o señal, la operación no puede completarse.
Mientras la ANT insiste que no hay diferencia entre agentes humanos y no-humanos, ya que esta capacidad de acción se transforma continuamente entre sí, la Teoría de la Actividad se centra en el análisis de las acciones, y destaca que ciertas diferencias entre la acción humana y la no-humana, principalmente porque la primera lleva una “intención” detrás.
Aunque no podemos afirmar que el comportamiento de un microbio o una máquina llevan una intención (es decir, organiza su existencia de manera consciente hacia un objetivo común), sí podemos entender la práctica científica, si consideramos las intenciones de los científicos, ya que los humanos construimos objetivos en base a estados futuros que no existen en el presente, con el propósito de lograrlos.
Para explicar el dilema de la intencionalidad Pickering (1993) utiliza un ejemplo en el contexto científico:
A inicios de 1950 los físicos estaban interesados en unas raras partículas que mostraban resistencia a ser fotografiadas. Donald Glaser, un científico de la Universidad de Michigan, se interesó en el problema e inventó un dispositivo: “La cámara de burbujas” que reveló la existencia de dichas partículas y le hizo acreedor al Premio Nobel. Glaser comenzó su trabajo modificando distintas cámaras existentes que habían logrado capturar fotográficamente a otro tipo de particulares, a pesar de varios resultados fallidos o “eventos de resistencia y adaptación” entre las dos agencias (el material de la cámara y la intención de Glaser de producir un aparato capaz de rastrear dichas partículas). De acuerdo con Pickering el mundo material ofrecía resistencia y el humano encuentra una manera de adaptarse a esta resistencia al trabajar alternativas. La organización de la agencia material y humana siempre se sitúa en el espacio de los propósitos planes y objetivos humanos, por lo que no es del todo simétrica (Pickering 1993). De acuerdo con la TA hubo un cambio en la acción humana a partir de la resistencia de los materiales y la intención de Glaser fue lo que le llevó a superar la obstinada resistencia material con la que se encontraba.
Si concebimos las relaciones entre la agencia humana y material del ejemplo anterior, desde una perspectiva de total simetría como propone la ANT, simplificando las interacciones dentro de un juego dialéctico de resistencias y adaptaciones de cada actante, perdemos de vista el papel que juega la “creatividad humana” en ciertos dominios. Por su parte, la TA, estudia a las acciones y los objetivos asociados a ellas, mismos que pueden cambiar al encontrarse con resistencias del mundo material o humano, pero la intención de la acción humana no cambia, por lo que la creatividad se vuelve un insumo y evidencia de la asimetría de agencia que plantea ANT.
De acuerdo con la TA, la agencia material se formula respecto a la actividad humana, ya que las propiedades de resistencia y otros valores no son inherentes de los objetos en sí, al menos que los describamos en el contexto de cierta actividad humana en particular.
2.2.1. Limitaciones en la mediación simétrica
Kaptelinin y Nardi (2009) ven ciertas limitantes en el concepto de la mediación simétrica de la ANT, especialmente cuando se usa para estudios empíricos en innovación y destacan los siguiente:
1. No dan cuenta sobre criterios claros para definir la naturaleza y los alcances de los actores en una red heterogénea.
2. La aplicación del lenguaje semiótico como propuesta de análisis conlleva una situación asimétrica, donde la contribución de los diseñadores, usuarios y entidades no-humanas se mantiene marginada.
3. No provee de una explicación de la intencionalidad o motivación de la acción humana.
2.3. Teoría de la Actividad (TA)
La Teoría de la Actividad se formula en base a la máxima de la dialéctica marxista que considera que el ser social determina la consciencia, y el concepto de materialidad o actividad práctica “orientada-a-objetos” de Feuerbach10. Trata de resolver controversia entre el materialismo y el idealismo, afirmando que tanto el sujeto como el objeto, se producen por la actividad y están en constante interacción transformativa con la naturaleza.
El hombre se produce a sí mismo al transformar la naturaleza para producir objetos, por la construcción y el uso de artefactos. Tanto el objeto como el sujeto deben la posibilidad de su existencia a la actividad.
10. El materialismo antropológico de Feuerbach concibe al hombre como un cuerpo pensante, un organismo que encuentra resistencia de los objetos naturales cuando trata de satisfacer sus necesidades (Raeithel, 1992a).
2.3.1. Antecedentes de la TA
A la TA se le conoce también como Teoría Cultural o Histórica de la Actividad, surge de ideas del lingüista y psicólogo ruso Lev Vigotsky (1982), durante la primera década del siglo XX, y continúa gracias al trabajo de Alexei N. Leontiev (1978). En un principio, Vigotsky busca una solución anti-dualista de la Psicología que en ese entonces se caracterizaba por dos concepciones opuestas: la primera contemplaba a la conciencia humana como un agente autónomo independiente del entorno material y el método más utilizado para su estudio era la introspección, por otro lado, los procesos psicológicos se estudiaban como fenómenos biológicos y fisiológicos y se explicaban a partir de mecanismos elementales del sistema nervioso. El principio fundamental para Vygotsky se centra en la relación de la mente con la cultura y la sociedad. Para él, la cultura y la sociedad no eran factores externos que influencian nuestra mente, sino fuerzas generativas directamente involucradas en la producción del intelecto, por lo que elabora una serie de principios conceptos y métodos de investigación.
Una aportación relevante de la TA es el concepto de mediación de la acción y se refiere a que la relación entre el agente humano y el objeto está mediada por un componente cultural de artefactos cuyos tipos básicos son los sistemas de señales y herramientas. El individuo internaliza los medios culturales como el lenguaje, la teoría, los artefactos técnicos, las normas y los modos de acción al participar y socializar en actividades comunes con otros humanos (Miettinen, 1999). La conciencia no existe de manera aislada en la cabeza del individuo, sino que es el resultado de la interacción de este, en la actividad material y en base a los objetivos formales establecidos por una cultura creada por el trabajo de toda la humanidad.
2.3.2. La TA y el concepto de actividad
Para Leontiev, el primer tipo de agencia es la que caracteriza al sujeto individual humano y se puede definir como “la habilidad y necesidad de actuar”. Si quisiéramos extender esta noción a las entidades no humanas tendríamos que formular la pregunta de manera general. Preguntándonos cuáles son los criterios que definen la agencia en comparación con distintas entidades. Si la habilidad de actuar se puede definir a partir de la capacidad de una entidad de producir efectos, entonces “actuar” se vuelve una propiedad existente ya sea de forma física o ideal para cualquier objeto, proceso o concepto. Si entendemos el concepto de “actuar” como la capacidad de producir un efecto de acuerdo con una intención, entonces podemos incorporar a los objetos que producen un efecto de acuerdo con la intención con la que fueron creados por una persona. Para la TA esta distinción es importante, ya que destaca que: “los humanos podemos actuar en ambos sentidos, ya sea producir efectos con una intención propia o de acuerdo con las intenciones de otros” (Kaptelinin y Nardi, 2009). De acuerdo con los autores esta diferencia se puede explicar con la cualidad de la delegación de la agencia.
La TA considera que, para interpretar las acciones, es indispensable enfocarnos en el tipo de mediación. La TA provee de un marco filosófico para entender la actividad colectiva humana incorporada a la práctica social, a través de la mediación por los artefactos (Bardram, 1998). Así mismo, provee de fundamento para el entendimiento de las dinámicas del trabajo cooperativo y su cambio a través del tiempo.
2.3.3. Cinco atributos principales de la actividad humana
La TA tiene una herencia Marxista transformada por la aplicación al problema psicológico que se puede resumir en los siguientes atributos.
1. La actividad de un cuerpo vivo utiliza medios “naturales” corpóreos. Una idea compartida por psicólogos rusos como Vigotsky es que la mente humana estaba conectada con el mundo natural, del cual podemos aprender con nuestros sentidos, por lo que un análisis de la mente humana debe contemplar esa interacción.
2. La actividad de una extensión corpórea usa implementación técnica, social o semiótica. Marx entendía que la sociedad implementa cambios a partir de la función de extensión del cuerpo que transforma la naturaleza en un orden cualitativo nuevo. Las máquinas virtuales deben verse como extensiones dinámicas del cuerpo de los trabajadores. Sistemas CAD se incorporan a la actividad de los diseñadores que pueden manipular los objetos virtuales a partir de la interfaz (Raeithel, 1992).
3. La actividad transforma objetos y se transforma a la vez por ellos. Los humanos literalmente producimos una nueva realidad al realizar una acción con cierto fin, (actividad orientada a objetos) creando un mundo de artefactos que constituyen la herencia material con
Teoría de la Actividad (TA)
Describe Se enfoca en
Cómo es que las prácticas sociales hacen uso de las tecnologías
Teoría Actor Red (ANT) Cómo es que las prácticas sociales hacen uso de las tecnologías
Teoría de las Prácticas Sociales (Shove) Qué prácticas sociales cotidianas llevan la sostenibilidad
Sistemas socio-técnicos y sus elementos
El “cómo” en vez del “porqué” de la práctica social
Las acciones y comportamientos de grupos que operan dentro de ciertas prácticas específicas los que la nueva generación tendrá que lidiar. Los objetos encarnan o muestran la posibilidad de actuar en el mundo gracias a la correspondencia entre su apariencia y una implementación efectiva que hemos desarrollado a través de la historia.
4. La actividad es en sí misma un objetivo de otras actividades, por lo que la coordinación social es posible. La autotransformación de la actividad humana es posible si se confronta de manera indirecta con los productos de generaciones anteriores, pero también se puede lograr por medio de la comunicación y reflexión. El lenguaje oral o escrito, natural o formal, es un medio para operar las formas de la actividad y construir nuevas posibilidades de acción.
5. La actividad es esencialmente social y existe sólo a partir de la cooperación. Cualquier actor participante en el proceso de reproducción del orden cultural de una comunidad puede tener un profundo efecto en los futuros patrones de cooperación (el diseño o el co-diseño). Las comunidades no son sistemas sociales aislados sino ensamblajes conectados de actantes.
La TA nos plantea que, para poder analizar la capacidad transformativa de un objeto, debemos hacerlo desde el análisis de las estructuras y dinámicas de actividades con- cretas. Por ejemplo, si quiero entender la capacidad de agencia de un mapa, lo debo de hacer a partir del estudio de cómo los individuos producimos los mapas, comenzando por reconocer el contexto histórico, cultural asociado a dicha actividad humana. La TA plantea una manera de entender a la actividad humana a partir del estudiar las formas en que se manifiestan las acciones dentro de cierta actividad que dan cuenta sobre cómo es que el individuo o colectivo concibe su propia realidad y las múltiples posibilidades de actuar en el mundo.
2.3.4. Lo que comparten ANT y TA
A pesar de provenir de distintas corrientes filosóficas y ámbitos disciplinarios, ambas teorías comparten ciertos argumentos como: a) No buscan dar explicaciones mono-causales, intentan alejarse de aproximaciones no dualistas de la sociedad y la naturaleza. b) Toman en serio los significados que se construyen alrededor de los artefactos materiales que se presentan en redes concretas entre actores. c) Señalan la importancia de la distribución de recursos para el hacer y actuar entre personas, artefactos y ambientes. d) La naturaleza, cultura y producción de la ANT y el concepto de trabajo y actividad orientada-a-objeto de la TA, son paralelos metodológicos, que plantean soluciones para caracterizar la agencia.
2.3.5. Diferencias entre ambas teorías
Una de las principales diferencias además del concepto de simetría generalizada es que la TA introduce la noción de intencionalidad, destacando la “necesidad de actuar” considerando tanto necesidades biológicas como culturales en los agentes que conforman una red. La TA parte de la base de que toda necesidad humana es social, en el sentido de que se manifiestan y experimentan por el individuo dentro de un contexto social y se determinan por un entorno cultural inmediato.
Este énfasis en los tipos de necesidades (biológicas y culturales) que tienen los agentes, lleva a las teorías que estudian la agencia a plantearse nuevas tipologías que marcan distinciones entre los agentes en la conformación de una red, que describo a continuación en la siguiente sección. En la tabla 2.1, muestro una comparación sintética de Oliver (2011) sobre las teorías contemporáneas que se enfocan al estudio de la agencia.
2.4. Tipologías de agentes, actores y actantes
Kaptelinin y Nardi (2009) desarrollan una tipología de agentes basados en los principios de la Teoría de la Actividad y sus implicaciones en la delegación de la agencia y la distribución asimétrica de las intenciones. La propuesta mantiene la dicotomía entre agencia humana y no-humana de la ANT, pero propone distintas dimensiones de la agencia y de acuerdo con los distintos tipos de agentes, con el propósito de cap - turar la complejidad del fenómeno relacionado con la mediación tecnológica moderna (ver figura 2.1). Además de considerar múltiples dimensiones que distinguen a los agentes, esta clasificación sugiere una variedad de circunstancias en las que se exhiben agencias similares. Por ejemplo, los humanos y las entidades sociales comparten la clasificación de agencia delegada cuando actúan a través de otros.
La tipología de agentes desde la TA hace una clara distinción entre agentes vivos y no vivos, otorgando cierto nivel jerárquico a dicha cualidad. Por ejemplo, no cualquier entidad es un sujeto, el sujeto es aquel que vive o actúa en el mundo y tiene necesidades, por lo tanto, la interacción del sujeto y el mundo no puede ser simétrica como explica ANT, ya que las entidades no-vivas, no tienen necesidades.
En esta clasificación las necesidades tanto biológicas como culturales se inscriben a la noción de “necesidad de actuar” y asume que la base de toda necesidad humana es social, en el sentido de que se manifiestan y experimentan por el individuo dentro de un contexto social y se determinan por un entorno cultural inmediato.
Las necesidades biológicas son las que se encargan de asegurar la supervivencia y reproducción de los organismos y están inmersas en su naturaleza, mientras que las necesidades culturales tienen el potencial de cambiar rápidamente y proliferar más allá de las necesidades básicas. Las intenciones que guían las necesidades biológicas buscan asegurar la supervivencia y reproducción, mientras que las que se guían por las necesidades culturales, se establecen de manera social (a partir de normas, creencias o saberes). Los seres humanos incorporan necesidades culturales como un resultado de las actividades propias y otros actúan sobre nosotros.
El modelo hace una distinción entre los agentes vivos, quienes resultan relevantes, ya que se esfuerzan por satisfacer sus necesidades en el mundo y comprometen a otras entidades para lograrlo. Aunque los sucesos y eventos, como un terremoto11, puede tener un poder de agencia visible al impactar en una sociedad, una planta también es un agente potente, capaz de movilizar a muchos otros, al cumplir con su necesidad biológica de alcanzar la luz solar, producir clorofila y atraer a cierta especie de abeja o pájaro que se alimenta de sus semillas y propaga su especie por el bosque. Con este modelo, los autores proponen distintos niveles de agencia para extender la comprensión del fenómeno, más allá de una visión binaria simplista. El concepto de una tipología de agencia es compatible con la TA y la ANT, ya que considera a la agencia como un atributo dinámico, cambiante y sujeto a cada situación.
Una distinción interesante del modelo es la de “entidades no-humana vivas” que son entidades que han evolucionado fuera de la intención humana (causas naturales) y las distingue de aquellas que han evolucionado a partir de la intención humana (causas culturales), como los animales domésticos o mascotas, las vacunas y las plantas de cultivo, que son organismos que han sido cultivados, criados, clonados, culturalizados o incluso, modificados genéticamente como resultado de la actividad humana.
Esta tipología distingue a su vez tres distintos tipos de agencia: a) La agencia condicional: que se refiere a la capacidad de producir efectos en el mundo; b) La agencia basada en las necesidades: transformaciones que se deben a causas biológicas o culturales; y c) La agencia delegada: aquella que realizan distintas entidades como resultado de la intención humana, generalmente dentro de un contexto cultural.
La clasificación de artefacto cultural resulta de gran interés para esta investigación, ya que podemos afirmar que el mapa entra dentro de esta clasificación al ser una entidad no-viva que realiza intenciones humanas. La noción del mapa como artefacto cultural se complementa posteriormente con los distintos tipos de artefacto de la propuesta del filósofo norteamericano, Marx Wartofsky, (1979) cuyas ideas destacan el enfoque en la experiencia individual dentro la actividad humana.
Otro aspecto que cuestionan Kaptelinin y Nardi (2009), en su propuesta, se refiere a si los agentes “no-humanos vivos” también se les puede considerar: artefactos culturales ya que, en cierta forma, cumplen con la función de realizar las intenciones de otros. Plantean como ejemplo, los animales que se utilizan para la experimentación científica en los laboratorios o las mascotas en el contexto de la vida cotidiana.
Esta tipología distingue a otro tipo especial de agente: las entidades sociales, que se refieren a los colectivos o instituciones que producen efectos en el mundo (agencia condicional) y al mismo tiempo se puede decir que tienen necesidades culturales al llevar a cabo una serie de pasos o acciones para asegurar la supervivencia y reproducción de un colectivo, realizando intenciones humanas. Esta clasificación se puede asociar a la noción de macro-actor de la ANT que sugiere que las entidades sociales llevan “intereses” que se pueden entender cómo agentes en su propio derecho.
Otra tipología sobre la agencia que cabe destacar debido a que coincide con la de Kaptelinin y Nardi (2009) es la desarrollada por Michel Lussault (2015) basada en los principios de ANT. El concepto central de Michel es que relaciona la capacidad de actuar a todo operador que influye en la organización de la espacialidad humana. La introducción de la dimensión espacial por Lussault, es muy importante para el estudio de los mapas, y el concepto de
“operador espacial” quien utiliza el término actante12 u operador (para distinguir a los agentes, en su modelo) como la expresión más elemental de una realidad cualquiera, dotada de la capacidad de contribuir con una organización dinámica de la acción individual y/o colectiva. El término actante se refiere entonces a toda entidad defendible y distinguible, activa en un proceso social, que opera por medio de “actos” (Lussault, 2015).
Para Lussault el actante manifiesta competencias y puede estar dotado ya sea por sí mismo o por los demás, de una esencia o discurso de ficción que naturaliza sus habilidades adquiridas al calor de la acción. El hecho de que la designación de actante no se refiera a seres humanos, únicamente, sino a cualquier entidad que opera un acto, marca una ruptura con las convenciones de las ciencias sociales respecto a que sólo los humanos pueden actuar el mundo y así como los autores de TA coinciden que las reacciones o acciones influenciadas por otros actantes son “delegaciones” de agencia.
Destaco la observación de Lussault respecto al análisis de las formas de enunciación que nacen espontáneamente a partir de la operación de ciertos actantes, como es el caso de los “cuasi-personajes”, actantes dotados de “figuras del lenguaje” que los exponen socialmente a un corpus que los visibiliza y les otorga una “corporeidad” como en la frase: “El temblor “S19” 13 despertó a los mexicanos”.
El modelo de Lussault (figura 2.2). distingue entre operadores no-humanos simples y los cuasi-personajes, al ubicarlos más cerca de los operadores humanos y que se refieren a conceptos desarrollados dentro de ciertos contextos sociocultura- les que cobran importancia y potencial de acción movilizando la política territorial. Así mismo, destaca la presencia de componentes híbridos, compuestos colectivos de no-humanos y humanos, o ensamblajes de objetos materiales y actantes posibles en sociedades sofisticadas.
12. Laussult retoma el concepto de la semiótica estructural de Greimas, (1983) inspirado en el uso que le da Bruno Latour (1987).
13. La abreviatura se refiere al evento sísmico ocurrido el martes 19 de septiembre del 2017, a las 13:14:40 horas, con una magnitud 7.1 en la Ciudad de México, México.
Ambas tipologías destacan la noción de artefacto o la cualidad híbrida, dentro de la “agencia condicional”, que señala a entidades no-humanas que producen efectos con o sin intención, pero que constituyen una fuerza o condición que merece la pena reflexionar.
Diversos autores han nombrado a este tipo especial de agencia, como “agencia material” y argumentan que su estudio, no debe limitarse solo a aquellos artefactos que diseñamos para comportarse como “agentes”, -como un programa de software o un robot-, sino que el término se extiende a un conjunto complejo de materia y artefactos que conforman un ensamblaje o ambiente que no hemos podido concebir fuera de una visión antropocentrista (Knappett, 2008).
Una reacción natural a esta sospecha determinista humana sobre la agencia, es recuperada por Hodder (2012) desde la arqueología, para explorar la naturaleza activa de la cultura material y sus implicaciones en el dominio de lo cotidiano, implicando que los seres humanos en esencia se adaptan constante y activamente a fuerzas externas, usando un complejo conjunto de medios expresivos en simbiosis para construir estrategias y negociaciones sociales.
2.5. Artefactos y mediación
De acuerdo con Kaptelinin y Nardi (2009), los artefactos son agentes especiales, producto de necesidades culturales humanas. A través de su diseño, los humanos hemos ganado cierto control sobre las necesidades de individuos y colectivos al encarnar en ellos, intenciones y deseos. Un artefacto tiene la capacidad de empoderar a los sujetos al habilitar el uso de herramientas tanto técnicas como psicológicas.
Tanto la ANT como la TA, han desarrollado el principio de mediación de la agencia en distintos niveles. Latour lo desarrolla a partir de la exploración y el análisis de artefactos tecnológicos comunes (Latour, 1992b). De acuerdo con la TA, es necesario un tipo especial de conciencia para dar sen- tido a las relaciones entre el ser humano y el mundo, aunque todas las entidades que conforman una red pueden influenciarse o actuar entre sí, las mediaciones son asimétricas en el sentido de que llevan cierta intencionalidad al construir asociaciones (Miettinen, 1999). Para la TA los afectos y los objetos, se construyen y son mediados a partir de la actividad humana y las personas se apropian de estas herramientas para empoderarse a sí mismas y realizar objetivos (Bakhtin, 1981).
El principio de mediación claramente sugiere que los objetos poseen agencia, de lo contrario, el objeto no podría “actuar” como un mediador. De acuerdo con la ANT, una entidad humana puede delegar una acción a un no-humano, en ese sentido, los artefactos poseen “competencias delegadas”, es decir, los intereses de otros se “traducen” en elementos dentro del ensamblaje o red y, tanto el desempeño como la competencia de los actantes se mueven continuamente entre los nodos de dicha red. Esta delegación fluye entre humanos y agentes no-humanos. Por ejemplo, un teléfono celular puede necesitar energía e influir a un humano para cargar la batería a través de activar la señal luminosa del icono de “batería baja”. Sin embargo, la Teoría de la Actividad no ve una delegación simétrica del objeto al humano y considera la situación anterior como una posibilidad del humano de decidir si continúa usando el teléfono como mediación tecnológica, ya sea suplementando una carga de batería, ignorando el mensaje, deshaciéndose del objeto o cancelando su contrato con la compañía telefónica. En todo momento el humano puede resistir o modificar esa relación a partir de sus deseos y acciones. El teléfono móvil, sin embargo, realiza acciones para las que ha sido programado únicamente, sin que intervengan deseos o intenciones propias. Podemos decir que la agencia del teléfono móvil se manifiesta en la capacidad de des- plegar un signo o pictograma en la pantalla, cuando la batería del sistema baja, que significa que el teléfono debe recargarse de energía, lo anterior es un ejemplo de agencia delegada por humanos.
2.5.1. Mediación
Latour lleva el concepto de mediación al plano filosófico y metodológico como una crítica hacia la modernidad, el realismo y al constructivismo social, y desarrolla en sus experimentos de análisis varios ejemplos de artefactos técnicos como el aumento de peso de un llavero en un hotel, el tope o el cinturón de seguridad y demuestra con estos ejemplos como el humano y el artefacto se determinan y transforman entre sí. De acuerdo con ANT los artefactos técnicos tienen un guión o programa de acción inscrito que habilita cierta acción, propósito o función (Latour, 1994). Consecuentemente la acción y la agencia debe explicarse por la combinación de asociaciones de actores humanos y no-humanos. Así mismo, la inscripción de estos artefactos conlleva una cualidad moral que se puede traducir en una regla o norma que influencia el comportamiento humano. Hemos sido capaces de delegar/ inscribir en los no-humanos, poder, valores, obligaciones y ética (Latour, 1992b).
La ANT propone un análisis de los intereses contradictorios y las expectativas de distintos grupos sociales que se inscriben en el diseño de un artefacto. En un buen ejemplo de análisis del cambio en las relaciones de sujetos y objetos a través de las llaves del cuarto de un hotel, Latour demuestra como todos los elementos de la red se transforman en algo nuevo (Latour, 1993).
La TA explica la mediación de una actividad desde el pensamiento de Vygotsky, a partir de la interacción de los factores sociales entre las personas y su entorno, destacando tres aspectos del principio de mediación de la herramienta.
a) El primero: las herramientas influyen en la manera en que las personas interactúan con la realidad, de acuerdo con el principio de internalización-externalización, la realización de una actividad externa resulta en la conformación de actividades internas.
b) El segundo, es que estos artefactos usualmente reflejan experiencias previas de personas que han tratado de resolver problemas similares, ya sea modificando o inventando herramientas para hacerlo más eficiente o efectivos. Estas experiencias se articulan en las propiedades estructurales del propio artefacto, como la forma, los materiales, así como en el conocimiento sobre cómo debe ser utilizada la herramienta.
c) El tercer aspecto, se refiere a que las herramientas se crean y transforman durante la actividad y son portadoras de una cultura en particular -que señala la evidencia histórica de su desarrollo-. Por lo que se puede decir que el uso de cierta herramienta es la acumulación y transmisión del conocimiento social que se ha desarrollado sobre la misma, e influencia el comportamiento externo y la función mental de los individuos que la utilizan.
La noción de mediación no está limitada sólo a las herramientas tecnológicas sino también a los ambientes, por ejemplo, una aplicación o sistema, puede ser considerado más un ambiente que una herramienta. Ducheneaut y Bellotti (2001), plantean que ciertas tecnologías como el correo electrónico, pueden definirse como “entornos” más que meras herramientas, ya que les dedicamos mucho tiempo y realizamos múltiples actividades a partir de esta interacción, en ese sentido, los artefactos pueden ser tratados como ambientes más que herramientas.
Vigotsky (1980), entiende a la actividad como un fenómeno colectivo mediado por artefactos culturales y compartido por una comunidad. Plantea dos tipos de mediación de los artefactos: como herramienta y como signo. Ambas formas difieren en la manera de orientar la actividad: a) Las herramientas se originan en el exterior y se utilizan para transformar objetos. b) Los signos son una especie de herramientas psicológicas que dirigen y controlan los comportamientos de los individuos y sus acciones, se utilizan para coordinar acciones individuales en la actividad colaborativa. Los signos funcionan como un sistema de reglas o normas, que se encargan de mediar entre los sujetos y la comunidad (Miettinen y Paavola, 2018).
Engeström (2000), agrega una categoría más a este tipo de mediación del artefacto que atribuye una distribución de tareas y relaciones entre la comunidad y el objetivo planteado.
Se puede argumentar que la construcción de un mapa involucra una mediación en los tres niveles de mediación ya que el mapa funciona como una herramienta que permite la recuperación de datos y muestra esta información a los sujetos, también funciona como ambiente dentro de la práctica cartográfica participativa al establecer ciertas normas o lógicas para la construcción de un mapa y se vale de cierta división de labores durante la actividad que organiza las relaciones entre los sujetos y el objetivo de construir un artefacto único.
De acuerdo con Engeström et al., (1999) la actividad dirigida-a-objetivo se lleva a cabo siempre de manera colectiva más que individual, por lo que sugiere el sistema de actividad colectiva como unidad de análisis. El problema de su propuesta es que es difícil identificar los límites entre el individuo, el colectivo con el mundo exterior. En esta época moderna algunos artefactos son considerados como parte del individuo, más que del mundo exterior (por ejemplo: un marcapasos o una prótesis). Por lo que la distinción de los tipos de artefactos que plantea Wartosky (1979), puede ayudar en la delimitación de la experiencia individual y colectiva dentro de una actividad dirigida a un objetivo.
2.5.2. El concepto de inscripción
El concepto de inscripción es estudiado a mayor profundidad por los sociólogos de la ciencia, quienes sostienen que cuando los diseñadores definen las características de sus objetos, necesariamente establecen una hipótesis sobre las entidades que componen el mundo, en ese sentido Madeleine Akrich (1992), en el artículo “The De-scription of Technical Objects” refuerza este concepto al afirmar:
“Los diseñadores definen actores con gustos específicos, competencias, motivaciones, aspiraciones, prejuicios políticos y demás, asumiendo que la moralidad, la cultura, la ciencia y la economía evolucionarán de maneras particulares. Gran parte del trabajo de los innovadores consiste en “inscribir” esta visión (o predicción) del mundo en el contenido técnico o el nuevo objeto al que llamo “script” guión o “escenario”.
Latour distingue a estos guiones o programas de acción que se inscriben en los objetos a partir del análisis de instrumentos científicos, destacando la manera en que dirigen la información entendida por los sujetos. Las inscripciones pueden presentarse en varios tipos o grados de sofisticación (desde piezas de muebles, documentos, fichas, productos de la actividad del dibujo, anotaciones o bocetos). El resultado final de cualquier proyecto científico, sin importar el campo, se puede analizar desde los rastros de inscripciones, que son signos de un repertorio y quedan fijos en alguna superficie o material ya sea papel piedra o la tierra. Los productores de artefactos tecnológicos delegan ciertas normas y programas de acción en los artefactos, y esta mediación también se puede caracterizar por la distribución de competencias entre humanos y no humanos.
2.5.3. Móviles inmutables
Latour distingue a ciertos artefactos que se conforman múltiples inscripciones y permiten la movilización de muchos recursos (información) a través del espacio y el tiempo, estos artefactos resultan esenciales para dominar a gran escala una sociedad. Les denomina móviles inmutables debido a que comparten características de movilidad y al mismo tiempo mantienen cierta consistencia fija, por medio de la escritura, numeral u óptica sobre una superficie o desplegado visual, habilitan una “traduc- ción sin corrupción” y se conforman por cascadas de inscripciones de forma simple y económica.
Latour distingue a los mapas como móviles inmutables y recomienda a los productores de tecnología inventar objetos que tengan la propiedad de ser móviles y de ser posible se puedan ver en un vistazo, pero al mismo tiempo sean inmutables, legibles combinables entre sí, si es que se quiere reunir a un número importante de aliados (Latour, 1986).
Para capitalizar las inscripciones Latour enuncia siete ventajas:
1. Son móviles (se pueden desplazar, son fáciles de llevar).
2. Son inmutables (mantienen su forma sin alterar durante el desplazamiento).
3. Los soporta una superficie plana (facilitan la manipulación en el espacio tridimensional) no hay nada oculto se pueden ver todas de un solo vistazo.
4. Su escala puede ser modificada sin cambiar sus proporciones externas (modelo de átomos, maqueta, modelos a escala). Nadie puede lidiar con un fenómeno que no pueda dominarse con la vista y las manos no importando su tamaño.
5. Son reproducibles y se propagan a bajo costo (momentos de un tiempo y espacio pueden ser reunidos en otro tiempo y espacio).
6. Se pueden reorganizar y combinar de distintas maneras (gracias a los atributos de movilidad, superficie plana, reproductividad y variedad de escala). La mayor parte de lo que razonamos en nuestra mente puede explicarse por esta reorganización de las inscripciones que todos tenemos y funciona como lo que llamamos “metáfora”.
7. Es posible superponer formas o imágenes de distintos orígenes y escalas.
Además del mapa, Latour menciona al “dinero” como un ejemplo de móvil inmuta- ble. Algunos artefactos programables han probado cierta eficiencia en cuanto a las características que menciona Latour. Un gran ejemplo de artefacto programable es la computadora que interpreta lenguajes que permiten una serie de acciones secuenciales de gran complejidad.
2.5.4. Tipología de artefactos de Wartosky
La propuesta de Engeström (2000) sobre una aproximación al análisis de la actividad dirigida-a-objetivos considera a toda actividad como un sistema en donde el acto social inevitablemente involucra a las personas, los artefactos y la cultura, eso implica considerar las acciones independientes de un sujeto propositivo que sigue un objetivo dirigido a cierta acción. El autor destaca que una actividad con un propósito u objetivo define la característica de una función mental madura para los sujetos adultos. La TA destaca a este tipo de orientación y conciencia humana como aquella que en ciertas circunstancias puede trascender a intenciones de construcción de nuevos ensamblajes y arreglos (Miettinen, 1999).
La preocupación sobre la creatividad de Wartofsky (1979) interesa particularmente a Engeström, y le lleva a enfatizar el papel de la creatividad como un atributo involucrado en cualquier actividad dirigida-a-objetivos y su rol en la emergencia de un resultado no esperado, dentro de una actividad. Engeström (2000) se basa en el esquema jerárquico de artefactos que propone Wartofsky quien comienza con la siguiente observación:
“En contraste con los animales no-humanos, los seres humanos crean medios para su propia cognición, a partir de artefactos cognitivos que van más allá de su evolución biológica, o herencia genética, perceptual y cognitiva, que alteran radicalmente la naturaleza de su aprendizaje…”
(Wartofsky, 1979)
Los artefactos cognitivos, según Wartofsky, son modelos que creamos los humanos para representar lo que hacemos, lo que deseamos y lo que esperamos; funcionan como modos putativos de la acción y las prácticas prospectivas. Distingue tres tipos de artefacto:
• Artefactos primarios, los que se utilizan directamente en los procesos de producción.
• Artefactos secundarios, aquellos que se usan para preservar o transmitir habilidades adquiridas para llevar a cabo los procesos de producción.
Los artefactos secundarios son los que nos dicen cómo utilizar los artefactos primarios, se encargan de mediar o apoyar el desarrollo de competencias relacionadas con el uso de las herramientas. Por ejemplo, un manual (artefacto secundario) puede explicar cómo utilizar un programa de software (artefacto primario), pero si el propio programa de software incorpora la explicación sobre su uso, (ya sea en la pantalla o a partir de cápsulas animadas) demuestra su carácter dual, ya que ciertos artefactos primarios pueden funcionar como secundarios a la vez. Es importante notar, que ni el programa de software, ni el manual, por sí mismos, aseguran la adquisición eficaz o automática de las habilidades para el uso de un artefacto primario.
Kaptelinin reconoce las limitaciones de los artefactos y señala la existencia de competencias meta-funcionales (aquellas que nos permiten entender cómo funcionan las herramientas a partir de trucos o soluciones alternas) que son determinantes para comprender cómo implementar herramientas en una situación dada.
La creatividad humana no está limitada a la “reacción” dentro de un ambiente, sino a la posibilidad de adaptar o incidir el ambiente a partir de la creación de artefactos terciarios.
• Los artefactos terciarios, enfatizan la creatividad dentro de la actividad y trascienden las necesidades más inmediatas de la práctica, otorgando mayor libertad para imaginar mundos posibles (Wartofsky, 1979, en Kaptelinin y Nardi, 2009).
Al igual que el concepto de inscripción de Latour, Wartofsky afirma que los artefactos pueden cumplir “propósitos de encarnación” y al mismo tiempo llevar a cabo dichos propósitos. La creatividad se encuentra imbuida en los artefactos terciarios y permite especificar la orientación hacia el futuro de la actividad. La mente humana puede crear representaciones de “prácticas prospectivas” que vayan más allá del entorno inmediato (Wartofsky 1979).
Los diagramas como artefactos terciarios Miettinen (1999) retoma la noción de artefacto terciario de Wartofsky para analizar un caso de innovación en la producción de etanol a partir de astillas del árbol de abedul en Finlandia durante la década de los ochenta. En el relato del proceso da cuenta de la resistencia que los materiales ofrecieron para el logro de los objetivos científicos y destaca la publicación de un diagrama en artículos académicos de la época, que influyó de manera significativa los esfuerzos para descubrir la viabilidad económica del proyecto.
En su análisis Miettinen destaca la importancia de los diagramas como artefactos terciarios y los describe como actantes capaces de influenciar en el pensamiento y las acciones de los científicos. En su ejemplo, un humano creó el diagrama y otros sujetos (los científicos) usaron el diagrama como un artefacto mediador proyectando un modelo a futuro de la producción de etanol.
Esta simple representación diagramática compartida entre la comunidad científica encarnaba una “modelo original o creativo” sobre una nueva manera de producir energía, en palabras de Miettinen representaba una “hipótesis del proceso de trabajo y un plan de investigación”, capaz de incentivar la investigación científica en relación con la producción de etanol. Aunque en ese caso, los objetivos del emprendimiento no fueron exitosos, Miettinen concluye que el conocimiento adquirido durante la experimentación fue útil para movilizar distintos campos de la ciencia, ya que hubo avances en el descubrimiento de principios fundamentales sobre la química a partir del objeto de estudio.
Miettinen destaca la importancia de los artefactos terciarios para el análisis de las innovaciones y demuestra cómo se puede conectar la investigación de la actividad con los valores económicos, ambientales y sociales para dar cuenta sobre las visiones del futuro de una sociedad.
2.5.5. Creatividad y artefactos
La medicación combinada con el entendimiento de la creatividad dentro la actividad orientada-a-objetivos resulta muy interesante para la TA, especialmente para dar cuenta de la emergencia de reorganizaciones espontáneas de un colectivo en una situación dada.
Los estudios de creatividad en el contexto de la TA se han enfocado en los sujetos individuales y su potencial para reestructurar un problema y el papel que juega el artefacto de mediación que puede manifestarse de distintas maneras: a partir de la conversación; del uso de una herramienta o el diseño de un diagrama, ofreciendo a los miembros de un colectivo nuevos recursos para re-enmarcar un problema o desarrollar conceptos originales. El foco excesivo de la TA en las conversaciones y discursos alrededor de la actividad provoca ciertas críticas del pragmatismo y la fenomenología que nos refieren a Dourish (2004) quien desataca la noción de “interacción encarnada” como la creación, manipulación e intercambio de significados a través de la interacción comprometida con los artefactos, destacando actividades en las que se basan en la experiencia cotidiana y mundana.
Aunque la TA no elabora suficiente evidencia para explicar la creatividad colectiva Kaptelinin (1996) sí reconoce que cuando los sujetos colectivos trabajan en conjunto, propician la emergencia de adaptaciones o nuevas maneras de enmarcar un problema y generan nuevas perspectivas que pueden llegar a concretarse en acciones.
Los mapas como artefactos
A partir de todos estos elementos podemos afirmar que un mapa funciona como un artefacto tecnológico-cultural capaz de mediar las relaciones entre los humanos, los objetos y la realidad, que se conforma por múltiples inscripciones o “guiones de acción” imbuidos en su materialidad. Al mismo tiempo funciona como un móvil inmutable capaz de movilizar una serie de recursos a través del espacio y el tiempo y con el potencial de dominar a gran escala una sociedad.
Ampliando la descripción a partir de los conceptos expuestos en este capítulo, se puede decir que la práctica del mapeo implica la producción de un mapa (artefacto primario) a partir de ciertas reglas sistematizadas (artefacto secundario) incluidas dentro de una actividad dirigida-a-objetivos, así mismo, puede otorgar cierta libertad de acción para que un colectivo sea capaz de usar la creatividad para adaptar o reformular nuevos objetivos o imaginando mundos posibles (artefacto terciario).
La combinación de artefactos que componen al dispositivo que llamamos mapa, han sido adoptadas a través del tiempo con distintos significados y lógicas operativas incorporadas en su materialidad. Los diversos usos que se le han dado a este ensamblaje de herramientas, signos y personas revelan relaciones de poder y formas de actuar a veces incompatibles.
Si queremos ampliar el conocimiento de la mediación semiótica, práctica y cultural que ha llevado a la transformación la actividad del mapeo, es esencial lograr la coordinación suficiente de artefactos (primario, secundario y terciario) con las visiones verbalizadas de prácticas alternativas, así como el análisis de distintos niveles, funciones e interdependencias característicos de dicha actividad.
2.6. La acción colectiva
Los actores llevan a cabo acciones individuales, en las que interactúan con otros actantes, pero también acciones colectivas, cuando actúan intencionalmente junto con otros actores dentro de un grupo latente, semi-organizado u organizado, con el que comparten una o varias características comunes (Crozier y Friedberg, 1980).
La acción colectiva es el fruto de los ajustes entre acciones individuales realizadas por un actante, individuo o colectivo mediados por un artefacto.
La acción colectiva, como unidad de análisis, conecta también con las perspectivas psicológicas, culturales e institucionales de una comunidad. Es así como el estudio de la actividad deja de estar dentro del dominio de la psicología individual y se enfoca en la interacción entre los individuos, el sistema de artefactos y colectivos dentro de un marco histórico en constante evolución (Bardram, 1998).
Bardram, otro estudioso de la mediación tecnológica (1998) hace una propuesta de análisis de la actividad basada en los hallazgos de Raeithel (1992) sobre la cooperación humana y las dinámicas de transición que se manifiestan en el contexto laboral de los hospitales y clínicas de la salud.
El modelo describe como el trabajo colaborativo depende de distintas acciones y arreglos que se manifiestan dentro de la actividad mediada por un artefacto en un colectivo, a continuación, describo los distintos niveles propuestos por Raeithel como propuesta de análisis de la acción colectiva.
2.7.
El marco de análisis de la actividad en este trabajo se basa en el modelo jerárquico de “Niveles de actividad colaborativa” desarrollado por el sociólogo Arne Raeithel
Transformaciones dinámicas entre niveles de actividad colectiva
Transformaciones dinámicas entre niveles de actividad colectiva
Re exión en el objetivo de la actividad
Implementación: estabilización del objetivo de la actividad
Re exión sobre los medios de la actividad
Rutinización: estabilización de los medios de trabajo dela actividad
(1996), quien explica la colaboración retomando ideas de Fichtner (1984).
El modelo de Raeithel (figura 2.3) propone tres niveles de actividad colaborativa: la coordinación, la cooperación y la co-construcción. Las categorías, coinciden con las expuestas en el eje vertical del modelo de Inteligencia Territorial desarrollado por González Arellano (2014b), excepto que la categoría de comunicación, funciona dentro de la categoría de coordinación, junto con la inscripción y la instrumentalización.
Estos niveles de acción también se pueden relacionar con el concepto de “competencia intencional estratégica”
14 descrito por Lussault (2015) como los arreglos y organizaciones que emergen del colectivo en cada nivel de acción y se complejizan durante el desarrollo de la actividad.
Mi propuesta es la adaptación del modelo de IT utilizando las categorías de Raeithel para caracterizar el tipo de colaboración lograda dentro por los colectivos en los casos de estudio analizados (Capítulo 6), como una manera de validar la emergencia de nuevas formas de organización y dinámicas de cada colectivo y el cambio en la percepción de su capacidad de acción en el territorio.
El análisis de la actividad del mapeo puede ayudar a describir los distintos tipos de cooperación y las dinámicas de transición que se presentan en una situación de mapeo, y ayudar a explicar cómo es que el trabajo cooperativo es interdependiente, coordinado y mediado por la actividad.
A continuación, describo los niveles de colaboración del modelo de Raeithel:
14. Lussault (2015) distingue a los actores de los actantes por el hecho que demuestran ser los únicos que tienen competencia intencional estratégica (es decir la capacidad de elaborar o implementar una estrategia), la capacidad lingüística y reflexiva. Los actores construyen actantes no-humanos (artefactos tecnológicos) y los dotan de sustancias sociales en el propio juego de la situación de acción. Los actores colectivos también están dotados de estas potencialidades pero las explotan distinto al actor individual.
Coordinación. Es la forma más básica de colaboración donde los individuos se reúnen para trabajar sobre un objetivo común pero sus acciones individuales sólo se relacionan externamente entre sí. De acuerdo con Engeström et al., (1999) es esta etapa los actantes involucrados actúan como si fueran individuos separados, cada uno de acuerdo con una tarea individual. Aún y cuando el resultado de cada acción individual contribuye a cumplir el objetivo de la actividad colectiva, las contribuciones se coordinan de manera externa a las actividades de otros individuos participantes. En este nivel se puede encontrar cierto grado de creatividad individual reflejada en pequeñas acciones. Un ejemplo es la producción industrial de un objeto en una fábrica, que se presenta a partir de en serie los movimientos repetitivos, aunque cada trabajador suele tener movimientos únicos, el resultado es un producto muy semejante.
2.7.1. Tipos de coordinación Bardram (1998), ha utilizado el modelo de Raeithel (1992a) para estudios en el ámbito de tecnología y la salud, centrándose en el tipo de ajustes en acciones clave que realizan los actores durante el desarrollo de ciertas actividades, complementado el modelo con tres tipos de coordinación: la comunicativa, la instrumental y la inscrita o dirigida por “guiones de acción”.
La coordinación comunicativa. Se refiere a la dimensión comunicativa de la actividad coordinada, individual o colectiva, es decir, el intercambio dialógico o lingüístico en la actividad coordinada, mismo que Engeström et al., (1997) han identificado en diversos estudios como al desarrollo de un sistema de signos15
15. Cuando se habla de mediación dentro la TA, se utiliza el término “sistema de signos” en vez del lenguaje, ya que abarca todo tipo de interacción como regulador del comportamiento humano, tanto individual como colectivo implícito en una actividad. La coordinación de la colaboración tiene lugar a través de la comunicación, incluida la comunicación indexada, simbólica, icónica y conceptual. Para lograr este nivel de coordinación es necesario que los diferentes actores compartan un significado histórico-cultural común (Wertsch, 1981). La coordinación se da a través de acciones semióticas y opera a través de sistemas de signos
Ejemplo de casos en los talleres de cartografía: localizar nuestra vivienda o un recurso natural.
La coordinación instrumental. Se entiende como la manera en que las personas coordinan su trabajo de acuerdo con las acciones visibles de otros. Los resultados de cualquier operación humana reflejan señales no deliberadas que el observador retoma para interpretar necesidades, intenciones y patrones de otros, dentro de la actividad. La coordinación se manifiesta a partir de la reflexión “legible” de las actividades de otros actores un requisito para que este nivel se lleve a cabo es la externalización de las operaciones o los resultados.
Ejemplo de casos en los talleres de cartografía: los equipos participantes presentan las narrativas o memorias alrededor de los recursos detectados por equipo.
La coordinación inscrita. Es la coordinación que resulta de las inscripciones o “guiones de acción” que reflejan quienes están haciendo cierta actividad y por qué. Esta información está imbuida en los códigos o normas, los procesos, protocolos y reglas que dividen el trabajo humana, incluida la indexada, simbólica, icónica y conceptual (Wertsch, 1981; p. 24 citado en Bardram 1998). dentro de cierta actividad. Este tipo de coordinación se relaciona con las restricciones de la dimensión espaciotemporal y se manifiesta cuando cada individuo conoce su lugar y momento dentro de la actividad distribuida. Un prerrequisito de esta coordinación es la existencia de un guión o pauta materializada o no, en la que todos los participantes involucrados conocen su rol en el equipo y con quienes trabajan.
Ejemplo de casos en los talleres de cartografía: una familia agrega fotografías del álbum familiar en el cuadernillo de observación para comunicar su relación de prácticas recreativas con la recolección de hongos.
La Cooperación. Así es como Raeithel describe el segundo nivel jerárquico de la actividad, más avanzado de coordinación, en este nivel los individuos necesitan relacionar los objetivos particulares a un objetivo global de la actividad colectiva, por lo que deben estar conscientes de las actividades de otros individuos participantes y ajustar las acciones a las acciones de los demás. Típicamente estos pequeños o medianos ajustes se presentan en la línea general del proyecto dentro de la actividad colectiva. Cuando la gente trabaja en conjunto para resolver algún problema, hay un rango mayor de creatividad, ya que los cambios se presentan dentro del marco establecido del objetivo de la actividad. El nivel de cooperación se puede definir en base al ajuste de acciones que ciertos individuos de un colectivo realizan para superar las interrupciones o amenazas a las instancias del objetivo compartido durante la actividad.
La Co-construcción. Se presenta cuando los individuos no sólo cooperan para lograr un objetivo en común preesta- blecido, sino que de manera colectiva redefinen dicho objetivo a partir de la propia actividad. Aquí la actividad creativa puede llevar a alteraciones mayores de la propia actividad ya que el objetivo final no está del todo acordado y se vuelve una fuente de contención y re-evaluación de las propias acciones.
Parto del modelo de niveles de la acción colaborativa de Raeithel que se conforma por categorías explícitas que fácilmente se pueden relacionar con las enunciadas por González Arrellano (2014) para la inteligencia territorial. En la figura 2.4 muestro un esquema sobre cómo se puede adaptar el modelo de IT a estas categorías. El diagrama muestra sobre eje vertical ejemplos de proyectos o herramientas que se concentran en enfatizar cierta dimensión de la coordinación, ya sea comunicativa, instrumental, o inscrita. Las herramientas generativas trabajadas en los casos de estudio que veremos en capítulos posteriores corresponden a instrumentos que se enfocan en cada categoría.
Tanto la TA como la TAR reconocen a la agencia como un fenómeno distribuido, no limitado a los actores humanos, mientras que la TA toma un interés particular en la agencia de los actores humanos y los procesos a través de los cuales los actores humanos, tanto individual como colectivamente, ganan (o pierden) un sentido de agencia en los procesos orientados a acciones. En particular me interesa descubrir cómo es que la construcción de un mapa (artefacto) puede mediar la colaboración humana a partir de los distintos niveles de actividad colectiva que propone Raeithel (1996) en diferentes colectivos con un proyecto territorial.
Taller de cartografía participativa en San Pablo Chimalpa.
3.1. Evolución de la teoría cartografía y modelos de estudio del mapa.
Este capítulo es una revisión histórica de los distintos convencionalismos y formas de pensamiento que se han desarrollado en la práctica cartográfica a través de la historia, en relación con la tradición teórica de la literatura académica, partiendo del enfoque representacional a la postura post-representacional de la cartografía. El propósito inicial de esta exploración se plasma en dos gráficos informativos (figura 3.3 y 3.4) que muestran la evolución del pensamiento cartográfico situando a la TA y la ANT respecto a las concepciones filosóficas del espacio y el pensamiento científico a partir de la descripción que el geógrafo Robert Kitchin y sus colegas realizan en el libro “Rethinking Maps” (Kitchin y Dodge, 2007).
Los autores, hacen un análisis de los modelos desarrollados por distintas posturas en el pensamiento cartográfico, destacando los avances en imaginería espacial computacional y la visualización de datos. Los gráficos informativos se plantean a manera de una línea de tiempo destacando distintas concepciones científicas de la representación cartográfica hasta llegar a la postura post-representacional.
La 1ª parte se refiere a la cartografía representacional (figura 3.3), destaca las teorías, discursos y prácticas del conocimiento de cartográfico desde la Edad Media, hasta la llegada de los sistemas digitales de geolocalización (SIG) hacia 1980 y continúa con un segmento del postulado del mapa como un constructo social. La 2ª parte: la cartografía post-representacional (figura 3.4), inicia con la entrada al siglo XXI con la influencia del constructivismo y la cartografía crítica quienes perciben al mapa como un objeto distante del mundo que después se entiende como parte de él. Es decir, el mapa sufre una transformación del conocimiento óntico del mapa a uno ontológico. El postulado principal que distingue esta etapa se refiere al mapa como una inscripción y se estudia a partir de los aspectos que ayudan a dar sentido a las personas. Esta etapa termina con el replanteamiento de la ontología del mapa como práctica. Ambas partes de la infografía se dividen en segmentos que destacan cuestiones como: ¿Qué es lo que se investigaba del mapa?, ¿Cuál es el foco de estudio?, ¿Qué modelos se utilizan para establecer distintas teorías? y ¿Cuál es el origen del desarrollo de ciertas prácticas? Buscando representar con algunos ejemplos de mapas o modelos a través de la historia.
A continuación, describo los principales postulados que marcan los autores para explicar la evolución del pensamiento cartográfico, haciendo observaciones sobre a qué segmento temporal de la línea de tiempo se refieren en la infografía, invitando a los lectores a observar ambas exposiciones.
3.1.1.
El mapa y la cosmovisión del espacio
Existe un creciente interés por el análisis de la imagen y la visualidad de los mapas en la cultura contemporánea que se puede deber a la proliferación de estos, a través de distintos medios de producción y distribución que ofrecen las nuevas tecnologías. Por otro lado, la discusión académica en las Ciencias Sociales y Humanidades se ha centrado en el estudio de las formas emergentes de representación del conocimiento. Robert Kitchin, Chris Perkins y Martin Dodge (2011) elaboran una reconstrucción de la teoría cartográfica en los últimos 20 años en términos de producción, reflexión filosófica y práctica. Su trabajo ha resultado relevante para esta investigación, debido a que traza de manera clara la evolución de las distintas corrientes del pensamiento filosófico en la cartografía y que se plantean más como una ciencia procesual que representacional. Esta idea fue la que me llevó a replantear el enfoque de estudio desde un marco representacional al de la práctica cartográfica y enfocar los casos en los talleres de cartografía participativa.
Actualmente los mapas han experimentado un renacimiento en términos de popularidad gracias a los nuevos medios locativos de producción y distribución, así como el surgimiento de nuevas tecnologías del mapeo que han llamado la atención de la industria, el gobierno, la academia y el público en general. Para Kitchin y sus colegas, existen dos corrientes principales del pensamiento cartográfico, la del enfoque representacional y su transformación hacia la concepción post-representacional. En este trayecto evolutivo, el mapa se transforma desde una lógica ontológica y epistémica a partir de distintos modos de representación visual del conocimiento a una práctica que se realiza en entornos cotidianos de la sociedad. Cabe destacar distintas variantes que surgen en el debate filosófico, los autores buscan romper los “opuestos binarios” que definen las distintas corrientes del pensamiento y dar cuenta de las normas no explícitas que se ha planteado dentro de cada cosmovisión16 (Kitchin et al., 2011).
Estas dimensiones buscan explicar la complejidad en la diversidad de enfoques dentro del terreno filosófico cartográfico, como los autores comentan:
16. Cosmovisión o “visión del mundo” o en la forma original alemana Weltanschauung es una imagen o figura general de la existencia, realidad o “mundo” que una persona, sociedad o cultura se forma en una época determinada; y suele estar compuesta por determinadas percepciones, conceptuaciones y valoraciones sobre dicho entorno (Wikipedia en español 2016).
“Una filosofía que hace énfasis en el mapa como representación, está fuertemente asociada con la búsqueda de una explicación generalizada y el avance progresivo hacia una estructura ordenada; por consiguiente, una distinción cartesiana del territorio al que afirma representar es una consecuencia natural de este razonamiento; mientras que un enfoque en la práctica del mapeo destaca una explicación mucho más dinámica y holgada respecto a el proceso de creación de un mapa.” (Kitchin et al., 2011).
La distinción entre “mente-cuerpo” ha sido una influencia fundamental en el pensamiento del hombre sobre el mundo que le rodea. Cuando se concibe a la mente separada del cuerpo, el mapa es entonces un instrumento de la ciencia y de la razón, separado del “desorden subjetivo” se convierte en un vehículo posibles para presentar una visión omnipresente, haciendo factible la posibilidad de representar: “cualquier lugar de forma objetiva”. Por el contrario, si se asume una visión unificada de la mente y el cuerpo, se enfatiza la idea de un conocimiento integral, donde la atención se dirige a cualidades más subjetivas, señalando límites más borrosos o tenues entre el objeto observado y el observador.
3.2. La cartografía representacional
En la traducción gráfica de este análisis podemos observar que el fin de la Edad Media marca el inicio de una cartografía representacional en la que el mapa se plantea como un documento que representa la realidad con cierto grado de exactitud. La principal preocupación científica se centra en mostrar como representar y comunicar esa verdad a través del documento.
Las etapas previas a la cartografía representacional son vistas como un avance uniforme en el desarrollo del conocimiento geográfico que surge a partir del momento en el que la sociedad se enfrenta a la necesidad de navegar para conquistar y regular distintos regímenes de la propiedad de la tierra, desde ese momento comienza una carrera constante hacia el progreso, en donde se busca mejorar el conocimiento y la precisión de las representaciones, asumiendo que “Todo puede ser mapeado a partir del modelo cartesiano”, retomando la concepción Kantiana del espacio, como un contenedor con una geometría explícita, al que se introducen tanto “personas” como “objetos”.
3.2.1. Postulado 1: El mapa como verdad
El discurso de la teoría cartográfica que ha prevalecido a partir de este momento es el postulado que afirma que conocimiento geográfico es algo único y que el mapa es un documento verdadero que representa el mundo tal cual es, con cierto grado de precisión.
La cartografía como actividad académica y científica se ha encargado de crear una teoría generalizada sobre “la mejor manera de representar y comunicar esa verdad”, haciendo prevalecer una cosmovisión ideográfica que apoya una singularidad del mapa. Es entonces que el mapeo se convierte en la máxima expresión del esfuerzo descriptivo, una técnica empírica para describir y documentar las diferencias espaciales y el creador del mapa se convierte en un especialista que privilegia elecciones subjetivas para su producción. Casi paralelamente, se desarrolla un enfoque nomotético, que enfatiza las leyes para producir mapas y ofrece la posibilidad de la universalización científica. El debate continúa con el cuestionamiento de la naturaleza del mapa: siendo integral o fragmentada, natural o cultural, objetiva o subjetiva hasta la 2a Guerra Mundial, cuando surgen una serie de teorías científicas que refuerzan la investigación cartográfica occidental, como un enfoque común y universal, paradójicamente, las ideas cotidianas de la geografía y el mapeo ideográfico que contraponen esta visión nunca llegaron a desaparecer del todo.
Hacia la última mitad del siglo XX destaca el trabajo académico Arthur Robinson, quien plantea un enfoque detallado en principios sistematizados para el diseño de los mapas con el propósito de producir “mapas efectivos” que el lector pueda analizar o interpretar (Robinson, 2010). El enfoque instrumental que sugiere Robinson está enmarcado en la ideología empirista, que retoma conceptos de la psicología experimental para desarrollar un corpus de generalizaciones que le otorgarían la respetabilidad y reconocimiento a la cartografía, posicionándola en la comunidad científica. Robinson adopta una visión de la mente como un dispositivo de procesamiento de información, tomando el modelo de Claude Shannon de la Teoría de la información, quien simplifica la complejidad de la comunicación en un modelo matemático de entrada-transferencia-salida de información. El modelo de Shannon (1948) logra influenciar el pensamiento de la época, situando al mapa en el centro de un proceso de transmisión de información espacial entre el cartógrafo y su lector, haciendo a un lado el contexto social. En ese sentido, el propósito del cartógrafo se centra en reducir el error de la representación para incrementar la efectividad del mapa. A partir de la década de los años sesenta y setenta, surgen una serie de intentos normativos para posicionar los modelos de comunicación cartográfica que buscan reducir el error en la representación e incrementar la efectividad del mapa a partir de un diseño correcto. La investigación académica se centra en experimentos científicos controlados que se enfocan en aspectos sobre como representar el lugar, la dirección y la distancia y que tipo de información elegir; qué símbolos son los más adecuados para cada dato y cómo combinarlos, y qué tipo de mapa publicar. Enmarcado en la ideología empírica los métodos se enfocan en reducir la señal de distorsión del dato para el lector, el arte y la belleza no son importantes en el universo funcional. Los modelos de comunicación llevan a la investigación a explorar más allá de la función del mapa a través de los filtros de codificación y de-codificación de la información espacial. Es entonces que el foco de estudio se centra en el artefacto “mapa” enfatizando su poder semiótico en vez de la capacidad funcional. Poco a poco va aumentando el interés por el lector del mapa, apoyado en los avances de investigación cartográfica y las ciencias cognitivas que tratan de entender ¿cómo operan los mapas? y los procesos individuales que desarrolla un lector al interpretar la información. Algunos ejemplos de siguen este enfoque son el de Reginald Golledge (Golledge, 2002) y Cynthia Brewer (1997), quienes ven al mapa como un dispositivo apolítico, contenedor de conocimiento y al cartógrafo como un técnico encargado de crear representaciones espaciales precisas como producto de experimentos cuidadosamente controlados en el laboratorio.
Sin embargo, ciertos enfoques de la cartografía crítica comienzan a cuestionar la postura estructuralista y tratan de conciliar la agencia individual y condición humana con las fuerzas “inevitables del mapa” reconociendo el carácter funcional y conceptual del mapa.
La vertiente semiótica continúa su camino abarcando otros contextos de la investigación académica que adoptan posiciones teóricas de la escuela francesa tradicional, siguiendo el trabajo de Jacques Bertin (1967), Bertin y Berg (2010) en su propuesta de principios de variables visuales para utilizar en la producción de mapas como visualizaciones efectivas.
Con el tiempo, diversos desarrollos tecnológicos y computacionales han logrado cambiar el rol del mapa: de un “producto”, a una “situación”. Este cambio en la conceptualización del estudio del mapa implica una integración de otros elementos asociados con otras representaciones como: los gráficos estadísticos, las tablas, gráficas de dispersión etc. Dichos cambios se presentan dentro del marco del surgimiento del campo de la geo-visualización, que, en la última década, ha sido una de las áreas principales de investigación aplicada (Kitchin et al., 2011).
La década de los ochenta, marca un hito importante en la cosmovisión del mapa ya que el modelo cartográfico de comunicación comienza a debilitarse enmarcada por los cambios tecnológicos que evidencian el problema de partir de una visión única y autoritaria del mundo. Es el momento en que los datos y las herramientas están disponibles para su manipulación y diseminación. Los usuarios se convierten en cartógrafos potenciales y la posibilidad de realizar una gran variedad de mapas se amplía.
La cartografía digital es un punto clave en la evolución del pensamiento científico y el desarrollo de los sistemas de información geográfica (SIG) ya que denota la separación del desplegado informativo de su soporte impreso a la pantalla, eliminando la idea de una especificidad fija. Otros aspectos técnicos relacionados con la compilación y producción de información también cambian en el proceso de producción cartográfico. Ciertos atributos espaciales como la posición y la elevación de un punto en un lugar se convierten en datos que permiten ser capturados desde sensores remotos, lo que facilita el almacenaje y manipulación de la información y no requiere la presencia física del investigador in situ. Esta característica aumenta la capacidad de generar una diversidad de imágenes constantes a partir de los cambios frecuentes en distintos contextos a la vez. Hoy en día, los mapas pueden ser “animados” e incluso proyectados sobre objetos tridimensionales como es el caso de la instalación “Geo-Cosmos Descubre tu tierra” en el Museo Nacional de Ciencias e Innovación Emergentes: Miraikan, (Geo-Cosmos, 2015), en Tokio, Japón (figura 3.1). Otro fenómeno que colaboró en la diseminación de la información espacial a muy bajo costo fue el internet que surge en la década de los noventa. Todas estas implicaciones hacen evidente la necesidad de entender al mapeo como un proceso no lineal, sin las limitaciones que implica un modelo comunicacional. Es entonces que surgen nuevas propuestas que exploran la fusión del enfoque semiótico y cognitivo en modelos multi-capas o multifacéticos, centrados en la teoría de la representación y articulados por la semiótica de Charles Sanders Peirce (1986), uno de los principales exponentes de este enfoque es Alan MacEachren (2004), quien reconoce la necesidad de una propuesta menos literal y funcional del mapa.
3.2.2. Postulado 2: De la comunicación del mapa a la representación
El modelo “La cartografía al cubo” (figura
3.2) desarrollado por MacEachren (2004) expone tres dimensiones en las que el
Modelo de cartografía al cubo visualización
Modelo de cartografía al cubo conocimiento científico cartográfico se puede reposicionar en relación con el tipo de conocimiento, su interacción y naturaleza social, abriendo las posibilidades para el estudio de la cartografía contemporánea, en la que mapa puede ser investigado desde la colaboración, en vez de la interpretación. Esta propuesta comienza a tratar al mapa como una visualización compleja con efectos complejos que fusionan saberes cognitivos y de significación.
El desarrollo de los medios digitales locativos fomenta la explosión de nuevas formas y usos del mapeo, al volverlo más social, orientado a la tareas, más ubicuo y efímero, pero a la vez más móvil, ofrece nuevos enfoques para el análisis de la producción cartografía desde las relaciones que distintos tipos de visualización pueden establecer con los datos. Dicha tendencia continúa hasta el momento, apoyada por estudios cualitativos que incorporan distintas maneras de acercarse a las culturas y las tecnologías de la visión.
3.2.3. Postulado 3: Los mapas como construcción social La cosmovisión que entiende a los mapas como únicos poseedores de una verdad objetiva, científica y neutral, comenzó a ser cuestionada por varios críticos del constructivismo social, quienes articularon estructuras que explican al mapeo y a la vez buscan comprender al mapa más allá de la evidencia observable. En particular, destaca el trabajo de Brian Harley17 (2005) quien, hacia finales de la década de los ochenta, comienza a cuestionar los mecanismos del mapa como un discurso de poder y propone nuevas maneras de aproximarse a su estudio, que tienen que ver con el análisis de los distintos roles que el mapa ha jugado en la sociedad y cómo refuerzan el estatus quo de determinado grupo social. Basado en ideas Michel Foucault y Jacques Derrida, Harley ve a los mapas como productos que privilegian y formalizan ciertos conocimientos, en ese sentido, son dispositivos que expresan el poder y conocimiento de unos cuantos y sostiene que el proceso del mapeo consiste más en una actividad social que revela conocimiento.
En este proceso, las decisiones subjetivas sobre qué debe incluir un mapa y cómo se va a presentar esta información, así como la intención comunicativa, se deben tomar más en serio, ya que muestran los valores y juicios de los individuos que construyen el mapa, constituyendo un reflejo de la propia cultura en la que están inmersos. Harley et al, (2005) afirman que los mapas, son productos de saberes privilegiados y formalizados, que tienden a producir ciertos tipos de conocimiento acerca del mundo. Esta crítica socio-constructivista articula explicaciones sobre el mapa que van más allá de la aparente evidencia de su superficie observable. Mientras tanto otros investigadores, como Denis Wood (1992), basan su investigación en la lingüística estructuralista y la semiótica bartheana para argumentar que el poder del mapa recae en los intereses de aquellos a los que representa.
17. Publicó más de 20 artículos durante los años ochenta y principios de los noventa, (Crampton, 2003.)
El mapeo desde esta perspectiva siempre conlleva un propósito político que excluye a ciertos grupos de personas, destacando que los mapas operan con códigos culturales compartidos y juegos de poder que pueden ser expuestos a partir del análisis semiótico. Es así como se establecen distintas categorías en las que se articula ese poder, los estudios contextuales revelan cómo es que el mapa constituye diferentes tipos de relaciones políticas y abre la posibilidad de explorar distintas temáticas dentro del discurso cartográfico en disciplinas como Economía, Sociología y Antropología. Existen varios trabajos que abordan el colonialismo, la identidad nacional, la burocracia y el género desde la cartografía. Así mismo surge la denuncia mecanismos de proyección y el diseño, que han sido utilizados para naturalizar los procesos políticos y ejercer el control imperialista al “vender” valores a los ciudadanos, hoy perpetuados por los noticiarios y la internet. Este tipo de trabajo se ha desarrollado dentro del marco de la cartografía crítica, cuyo análisis es abiertamente político y busca de-construir la operación de las representaciones espaciales del mundo y la ciencia que las produce (Crampton, 2001). La cartografía crítica no trata de ir en contra del mapa, sino de apreciar la diversidad de maneras en que los mapas se producen y son utilizados por los individuos y los grupos. Desde esta perspectiva, no hay una manera correcta de producir mapas, pero los productores de estos deben de ser más sensibles a la política y el contexto de la creación y uso de los mapas. Para muchos teóricos este enfoque marca un hito importante al dejar de pensar el mapa como una representación y concebir una nueva posición, la de la post-representación en la cartografía.
3.3. La cartografía post-representacional
3.3.1. Postulado 4: Del conocimiento óntico al ontológico.
A pesar de los avances del enfoque socio-constructivista para repensar al mapa, surge la preocupación académica de reafirmar crítica expuesta por Harley y sus seguidores (2005) que no alcanza para replantear las bases ontológicas de la cartografía. Por lo que se presenta un cambio de perspectiva que busca alejarse de la postura que entiende a la cartografía como a una colección de conocimientos donde se da por sentado al mundo y se empieza a entender al proyecto cartográfico como un proceso que se lleva a cabo en el mundo, abriendo la posibilidad a explorar caminos, menos exactos y certeros hacia la producción de mapas (Crampton, 2001). La producción y definición de un mapa, depende entonces de una serie de relaciones sociales culturales y tecnológicas particulares de un lugar y una temporalidad.
Desde esta perspectiva los mapas operan en un horizonte de posibilidades y son creados como productos del “aquí y el ahora”, no son mejores ni peores que los mapas creados por generaciones previas, sino diferentes. Un hallazgo relevante de este enfoque advierte que lo que constituye un mapa, cambia con el tiempo, y el tratar de romper este “esquema” implica explorar las prácticas y proyectos que se conforman alrededor de ellos, entenderlos dentro del marco en el que se conceptualizan y dan sentido al mundo.
3.3.2. Postulado 5. Los mapas como inscripciones
Otra postura teórica que conforma la cartografía post-representacional explora la transformación del estado concreto del mapa hacia sus propiedades trascendentales y es expuesta por John Pickles (2004) quien concibe al mapa como una inscripción. El trabajo de Pickels se enfoca en des- cubrir cómo opera el mapa sobre nuestro entendimiento y cómo codifica el mundo. Utiliza el marco post-estructural para entender al mapa como un texto complejo, incrustado o imbuido, en múltiples voces y significados en constante disputa, que rechaza la noción de “verdad” y cuyo valor puede ser develado a partir del análisis riguroso de su entramado y los efectos que produce en la naturaleza.
Argumenta que la cartografía no sólo describe y explica el mundo (dependiendo del método de cuestionamiento), sino que forma parte de un juego continuo entre el mundo y el ser humano. Por un lado, trabaja de forma denotativa (desde la representación, el etiquetado y otros materiales como el texto explicativo) y connotativa (lo que trae consigo el mapa en términos de habilidades y saberes). La fusión de ambas dimensiones que busca la propuesta de Pickles (2004), se inclina hacia un enfoque hermenéutico para interpretar a los mapas como textos complejos, sin autoría, ni facilidad de lectura. Pero en vez de centrarse en revelar las relaciones de poder del mapa (como la cartografía crítica) o su intención ideológica se preocupa por fijar responsabilidades y valores, reconociendo que su naturaleza institucional y conceptual siempre es relativa, múltiple y difusa. Cada proyecto cartográfico depende de los actores inmersos en un contexto que moviliza sus efectos potenciales. Desde esta óptica dialéctica, Pickles propone la desnaturalización de la historia de la cartografía a partir de desarrollar genealogías que exploren la manera en que las máquinas, las disciplinas, los estilos de razonamiento, los sistemas conceptuales, los distintos cuerpos de conocimiento, así como los diferentes actores sociales, se han conformado en momentos y lugares particulares en distintas escalas. Esta des-ontologización de la cartografía, se refiere a aceptar que el ejercicio de “mapeo alternativo” ocupa un estado equitativo al de la cartografía científica.
Por lo que propone validar la existencia de esta gran variedad de ontologías del mapeo, así como explorar la de-construcción del mapa y aceptar otras maneras de “lectura” ya que pueden ayudar a re-configurar a la propia disciplina.
3.3.3. Postulado 6. Los mapas como proposiciones
Los teóricos como Pickles (2004), Crampton (2005), Wood y Fels (2008) extienden la noción del mapa como constructo social, revelando que tanto su presentación como diseño es un conjunto de símbolos planteados y categorizados que soportan un discurso que lleva una carga ideológica y pretende transmitir un mensaje particular.
Los autores argumentan que los mapas no solo representan el mundo, sino que producen el mundo a partir de la producción de proposiciones (expresiones de juicios o argumentos) que se inscriben en el propio artefacto en sí. Wood y Fels, en particular, afirman que el dominio del mapa se extiende más allá de la dimensión espacial, al hacer asequible un orden superior de proposiciones que vinculan a los lugares en relación con una red. Su propuesta es un marco-proposicional, en el que el mapa afirma su propia autoridad y se manifiesta a partir de tres términos o dimensiones: el Para-mapa18, el Peri-mapa y el Epi-mapa (ver figura 3.5), que constituyen un ensamblaje de discursos explícitos en el mapa que le han permitido ocupar una posición en el mundo y operar en él, Kitchin y Dodge (2007).
El mapa reafirma un territorio, más que describirlo. Los mapas son prescrip - ciones de sistemas de proposiciones y para abordar su estudio, sugieren que el diseño de los mapas debe de enfocarse en la construcción de significado como base de la acción. Para lo anterior, se basan en la lingüística cognitiva y la manera es que las palabras activan ensamblajes neuronales y abren espacios cognitivos que se construyen de experiencias previas muy relacionadas con la memoria. Empleando la cartografía cognitiva, sugieren alejarse del enfoque representacional y construir significado más allá del diseño y el estudio del signo.
18. El Para-mapa es la combinación del Peri-mapa y el Epi-mapa. El Peri-mapa consiste en la producción de lo que compone o da soporte al mapa, por ejemplo: la calidad del papel, el profesionalismo del diseñador, el título, la leyenda, la escala, la presentación, mientras que el Epi-mapa constituye el discurso que circula alrededor del mapa, que le respalda para favorecer su entrega, la publicidad, los patrocinadores, las cartas de recomendación o revisores.
Desde los años sesenta ha habido un incremento de artistas que trabajan con mapas, como un pequeño conjunto de asentamientos, los motivos cartográficos se han disipado alrededor del paisaje artístico urbano, en una línea evolutiva que contempla desde la obra de los surrealistas de Marcel Duchamp, Joaquín Torres García hasta el post-modernismo de Candy Jernigan et al., (1999), quienes usan a los mapas atraídos por su vocabulario, buscando reflejar argumentos con una diversidad de funciones para responder a la globalización socio-económica, orientarse en la cultura, recuperar memorias o visiones futuristas (Harmon y Clemans, 2010).
Si reflexionamos sobre esto, los mapas nunca están terminados o completamente formados. Son más como documentos vivos, transitorios y momentáneos, son contingentes, relacionales y altamente dependientes a su contexto. Un mapa es acerca de las prácticas espaciales ejecutadas para la resolución de problemas relacionales. Tomemos ahora como ejemplo el siguiente caso hipotético para describir cómo funcionan los mapas como proposiciones:
Imaginemos un grupo de científicos sociales a los cuales una agencia gubernamental les ha dado la tarea de reportar la distribución de la población en los asentamientos informales de una zona en la Ciudad de México entre el 2010 y el 2018. Dada la naturaleza espacial del problema, producir lo que comúnmente se entiende como un mapa provee una sola solución posible y viable dentro del cúmulo de soluciones potenciales a este problema. Se pide construir una representación espacial usando los datos disponibles conforme a los estándares y convenciones acordadas, los cuales deberán comunicar efectivamente el patrón de cambio de dicha población.
Comenzando por una posición en la cual se tienen todas las herramientas especializadas, fuentes de información y cierto nivel de conocimiento, experiencia y habilidades, se trabaja el proceso de construcción de dicho mapa. El mapa emerge a través de una serie de prácticas y habilidades iterativas que emplean ciertas técnicas, constituidas por una serie de trabajo previo, ajeno a la experiencia de la población que estandarizan la forma de representación. Este proceso es coreografiado a un cierto nivel y modelado por las convenciones, estándares, reglas, técnicas y filosofías de la cultura científica pero no es determinada y esencial. El mapa es contingente y relacional en su producción a través de las decisiones hechas por el equipo respecto a qué atributos están siendo mapeados, su clasificación, escala, orientación, la escala de color, el etiquetado, el mensaje que se quiere mandar, entre otros. El hecho es que la construcción está dictada por las prácticas afectivas, reflexivas y habituales que se mantienen fuera de la reflexión cognitiva. El equipo “juega” con las posibilidades de cómo resultará el mapa, experimentan con diferentes escalas de color, diferentes clasificaciones y diferentes escalas para mapear la misma información. Por lo tanto, hacer mapas es un proceso creativo y emerge a partir de un proceso.
Mientras todas estas decisiones y acciones parecen triviales, la culminación de una serie de prácticas relacionadas con la representación espacial que se denomina “mapa”, representación comúnmente aceptada por la sociedad, basada en un tipo de conocimiento y experiencia que lo constituye. Cuando finalmente esta representación espacial que el colectivo entiende como “mapa” se imprime sobre un soporte material como el papel, para ser mostrado a la agencia gubernamental que lo requiere, podemos alegar que el proceso de creación aún no está completo, aunque su apariencia tenga lo que Latour, (1986) denomina un “móvil inmutable”, un dispositivo en donde permanece el conocimiento y el mensaje permitiendo cierta portabilidad y puede ser leído por cualquiera que entiende el lenguaje de los mapas, se mantiene mutable, renovable cada vez que se requiera. Su creación no es ontológicamente segura, ya que el territorio al que se refiere está siendo constantemente transformado por los habitantes viviendo en esos lugares, donde continúan creciendo asentamientos, o por un trabajador del estado que tomará una decisión respecto a una nueva norma basada en estos datos. Los individuos transforman la representación espacial creada por el equipo de especialistas en un mapa. Cada persona, comprometida con una representación espacial trae un “mapa” diferente a la vida, basado en su conocimiento individual, habilidades y experiencias espaciales. Para alguien que no comprende el concepto de “mapa temático” o “esquema de clasificación”, nuevamente el mapa será percibido como algo diferente para cada persona, quien se cuestiona distintos conceptos respecto a la información exhibida en él. Existe una variabilidad en la habilidad de las personas para movilizar las repre - sentaciones y solucionar problemas particulares. Asimismo, el reconocimiento del mapa genera un nuevo imaginario geográfico para cada persona.
3.3.4. Postulado 7: El mapa como un móvil inmutable.
Latour, en el libro: “Ciencia en Acción” (2003) utiliza el ejemplo de la cartografía para explorar cómo es que el conocimiento científico occidental, a partir de la cultura y otros mecanismos de producción ha ganado poder y autoridad para reclamar el mundo y operar en él. Explica como el ensamblaje de la teoría cartográfica y las tecnologías del mapeo, así como los regímenes de intercambio de recursos y servicios han trabajado para hacer disponible información de lugares distantes para ser acumulada de manera cíclica y sistemática propiciando acciones pertinentes a distancia. Estas bases científicas del uso y producción del mapeo como la escala, la leyenda, los símbolos y las proyecciones, entre otras, han sido convencionalizadas a través de distintos mecanismos permitiendo ocupar un estado que denomina “móvil inmutable”. Esta cualidad, que se aborda en el capítulo 2, ha logrado transformar al mapa, de un referente familiar y estandarizado, a un artefacto estable y portable a la vez, con cierta capacidad para combinarse y transferir conocimiento a través del espacio y tiempo (Kitchin, 2011).
Para ilustrar esta cualidad, Latour utiliza el ejemplo de un cartógrafo argentino cualquiera que produce un mapa en Sudamérica, el cual puede ser descifrado por otra persona en otro país ya que comparte principios comunes que lo hacen legible. Mejor aún señala en su análisis, el concepto de latitud y longitud puede ser utilizado en combinación con otros tipos de información para “transportar” datos espaciales de un lugar a otro, aún y si el cartógrafo nunca ha estado en dicho lugar.
El concepto de inscripción es revisado por Latour en varias ocasiones, en el artículo “La vida en el Laboratorio” (2005), lo describe como el conjunto de acciones que involucran tanto a actores humanos (operadores), como no humanos (monitores y balanzas), capaces de producir información, a manera de anotaciones o trazos de figuras, gráficas, estadísticas, curvas y valores numéricos, que, sin cambiar de forma, permiten la condición de ser utilizados directamente por otros (Latour et al., 1995). En este artículo observa que “la actividad del mapeo” es transformada a una práctica científica universal, a partir de la capacidad de inmutabilidad y movilidad del propio artefacto y que esta disposición, es lo que permite conocer el mundo y a su vez, se vuelve un vehículo que porta conocimiento espacial en nuevos contextos. Latour atribuye a la ciencia occidental a través de sus practicantes y disciplinas, la habilidad de establecer los parámetros para dominar el debate de las formas legítimas del conocimiento contemporáneo, mientras que, por otro lado, se ha encargado de silenciar las formas más locales de conocimiento. La capacidad de “inmutabilidad móvil” del mapa, es en cierto modo una ilusión de poder y al mismo tiempo facilita la operación de acciones sobre el mundo. Latour (1986) sostiene que esta capacidad de combinación, de inmutabilidad y movilidad es lo que ha permitido la exploración, el intercambio y finalmente la colonización, al hacer posible la ejecución de control y transmisión de conocimiento desde lugares apartados del mundo. Los mapas se han vuelto una parte vital para el ciclo de acumulación y transmisión del conocimiento y a través de “centros de cálculo” –sitios que favorecen y propician la práctica cartográfica– a partir de los cuales es donde finalmente se ha dominado el mundo, con ello demuestra que los mapas no sólo representan el espacio en un momento dado, sino que producen nuevos espacios. Para entender al mapa, Latour (1986) sugiere analizar cuidadosamente los rastros culturales, tecnológicos y de los mecanismos particulares que hicieron que la actividad del mapeo ganara movilidad e inmutabilidad para revelar así estas relaciones y sus contingencias.
El concepto de inscripción plantea el marco para considerar cómo es que los mapas coordinan arreglos entre operadores y agentes que transforman el mundo. La propia metodología de ANT sugiere un registro del contexto y los instrumentos del mapeo en un -ensamblaje- y no sólo centrarse en la práctica cartográfica. Así mismo, podemos entender, que los mapas no producen acción o significado por sí mismos, sino que son parte de un ensamblaje de personas, discursos, procesos y objetos materiales que se despliegan dentro de una red particular. Si tomamos al mapa como artefacto híbrido que opera dentro de una red, siguiendo a Callon y Law (1995), podemos afirmar que simultáneamente es un actante cuya actividad consiste en entrelazar elementos heterogéneos de la red, y a su vez es capaz de redefinir y transformar aquello de lo que conforma la red. Por lo que si queremos entender cómo se conforman estos ensamblajes, debemos centrarnos en los intercambios que ocurren entre los actores, e identificar las inscripciones que registran los artefactos que traducen la información.
3.3.5. Postulado 8: Los mapas como prácticas
En años recientes se ha empezado a considerar a la cartografía desde una perspectiva relativa, tratando al mapa no como una representación unificada, sino como una constelación de procesos continuos. Se reconoce que los mapas se producen y se usan desde un múltiple conjunto de prácticas y formatos. Un mapa puede ser doblado como parte del soporte de un papel, pero también puede ser incorporado en otro medio, puede ser empaquetado, vendido, comprado, usado, almacenado, coleccionado, re-usado, tirado y reciclado o ser leído de distintos modos en distintos contextos, con un propósito definido como el de un viaje para orientarse, para un juego, o incluso en los procesos de enseñanza-aprendizaje para visibilizar relaciones entre elementos. El mapeo puede ser entendido como un proceso de producción, de uso o interpretación de la información espacial y a la vez una práctica que permite abordar la naturaleza inmaterial o esencialmente dinámica del mapeo.
Un mapeo se puede conceptualizar como una colección de prácticas culturales que envuelven acciones y afectos, este enfoque refleja un giro hacia el desempeño de la y actividad que se aleja de la esencia material y estabilidad del objeto (Kitchin, 2011).
El concepto de “re-pensar” la cartografía surge como tema recurrente en los trabajos de investigadores preocupados por los contextos históricos destacando la preocupación por analizar la interacción entre los lugares, el tiempo, las acciones y las ideas.
El enfoque en el estudio de prácticas de mapeo desde distintas culturas refleja un conjunto de comportamientos y tradiciones interiorizados, que revelan visiones sobre el espacio en la cultura material que pueden ser registrados en los artefactos u objetos o incluso como actos performativos que se promulgan en el espacio a partir del gesto, el ritual, la canción, el lenguaje, la poesía o la danza (Woodward y Lewis, 1998). Cualquier contexto cultural cartográfico, presenta distintos matices de elementos y para su interpretación que debe considerarse dentro del contexto en que la actividad se lleva a cabo.
La interpretación de las prácticas del mapeo propone que, en vez de enfocarnos en el artefacto, la estética, la agencia humana o la política de la práctica, hay que centrarse en cómo es que el mapa se construye “en” y “a través” de los diversos discursos y procesos materiales.
Uno de los expertos que abordan el estudio del mapa como a una práctica reconociendo su estado constantemente cambiante es James Corner (2011), quien argumenta que el territorio no precede al mapa, pero que el espacio se convierte en territorio a partir de las prácticas de delimitación que incluyen al mapeo. Dado el caso que ciertos lugares se planean y construyen a partir del mapa, entonces el espacio en sí mismo es una representación del mapa, por lo que no podemos hacer una diferenciación clara, en entre el mundo real y su representación. Los mapas y los territorios se co-construyen y el espacio se constituye a través de la práctica del mapeo, entre muchas otras. El mapa no es un reflejo del mundo sino una re-creación que activa el territorio. Corner desarrolla un entendimiento del mapa que se desdobla entre la imaginación y la acción, afirma que la función del mapa no es la de representar sino “habilitar” (Corner, 1999). La noción de “habilitar” se refiere a la capacidad de permitir o proveer de cierto conjunto de posibilidades que pueden ser actualizadas y esto se debe a la doble capacidad proyectiva del mapa, que, por un lado, captura elementos del mundo y por otro los proyecta, en una gran variedad de efectos a partir de su uso. Córner concluye que “la agencia del mapa no reside en su reproducción o imposición, sino en su habilidad por develar realidades previamente ocultas o inimaginables”. De aquí que esta investigación se centra en las acciones del mapeo y no en sus efectos. Para ilustrar cómo se entrelazan los procesos del mapeo y la constante construcción del espacio, Corner destaca cuatro prácticas esenciales del mapeo: a) El paseo a la deriva b) Las capas o estratos de información c) El espacio-lúdico d) El rizoma.
El mapa actúa como un rizoma porque abre la posibilidad de infinitas entradas y salidas que “habilitan” una pluralidad de lecturas, usos y efectos, que proponen nuevas posibilidades para la acción (Corner, 2011). Un mapa topográfico común, representa un sin número de superficies de encuentro que cuando se actualiza en el acto o acción, trae consigo el mundo de vuelta.
Por su parte Tim Ingold (2000) desarrolla un enfoque del mapeo basado en la práctica cultural y hace una distinción entre tres actividades: “Mapear”, “Hacer mapas” y “Usar mapas” argumenta que esta última, se refiere a “navegar” por medio de un mapa de una localidad a otra. Ingold entiende a los mapas como dispositivos que trazan la experiencia de movilidad de las personas, para él, tanto un croquis como un mapa indígena son las expresiones del mapeo. Para Ingold, los propios movimientos son vistos como paisajes que desde distintos puntos de vista codifican la movilidad, en vez de los tradicionales dibujos cartesiano-abstractos, que codifican un lugar. Aconseja poner atención a este tipo de mapas ya que son historias condensadas, resultado de una representación espacial, que pretenden retratar el espacio en donde se realizan. La propuesta de Ingold plantea una alternativa para entender el performance de la cartografía occidental a manera de un nuevo vínculo del cuerpo con la tierra (Ingold, 2000).
La línea de tiempo de Kitchin y Dodge (2007) finaliza con las ideas de Del Casino y Hanna, (2005) quienes retoman la postura postestructuralista de autores como Deleuze y Guattari (1987) y Judith Butler (Butler, 2007) para concluir está en un estado de constante modificación y disputa, donde cada encuentro con el mapa produce nuevos significados y compromisos en el mundo. Los mapas no son objetos visuales simples que hay que deconstruir, sino “objetos-sujetos” con atributos táctiles, olfativos, sensoriales, mediadores de una multiplicidad de conocimientos que traen consigo y a la vez toman de las interacciones cotidianas y las prácticas discursivas representacionales. Los mapas y los espacios se co-producen entre sí a través de las prácticas espaciales y a esta relación Del Casino y Hanna la denominan “espacio-mapa” ya que es imposible desenmarañar cómo es que el mapa opera en el mundo y como el mundo establece la manera en que el mapa se desempeña. El significado emerge de la acción y la acción se conforma por el sentido en una “puesta en escena compleja, recursiva e intertextual (Kitchin y Dodge, 2007). En ese sentido si entendemos al mapa como práctica, entendemos que se “re-construye” cada vez que se presenta la acción de: “reconocer”, “interpretar, “traducir” e “informar” a través de él. El mapeo es un proceso en constante re-territorialización. Los mapas, son prácticas espaciales constantemente “enactuadas” para resolver problemas relacionales (ejemplo: como crear una buena representación, o entender una distribución, o como llegar de un punto “A” al punto “B”). Es así como las representaciones que normalmente llamamos mapas son puntos líneas o colores, patrones de tinta en el papel o una serie de píxeles iluminados en la pantalla que se manifiestan a partir de las prácticas del mapeo (inscripciones en constante estado de re-inscripción Dodge et al., (2011). Los autores en los que me he basado para realizar este trabajo de síntesis y reflexión se han referido siempre al “mapeo” como a la práctica de su objeto de estudio, invitando a repensar su naturaleza y a entender su evolución a partir de las distintas formas del pensamiento teórico práctico cartográfico. En ese sentido “el ejercicio del mapeo” se refiere al conjunto de actividades que involucran la creación, producción e interpretación de la práctica cartográfica siendo el mapa un dispositivo que a su vez ha ido evolucionando dentro de esta dinámica. Su conclusión es que los mapas no pueden ser representaciones ontológicas “seguras”, sino un desplegado de diversas prácticas. De acuerdo con su visión es necesario un cambio de perspectiva para comprender la naturaleza del mapa y un constante análisis de las prácticas. Las teorías cartográficas en las que se basan consisten en un conjunto de posturas que guían por caminos sinuosos y disputados entre la práctica y la filosofía. A través de su aproximación han demostrado que los mapas siguen siendo un terreno fértil para explorar aspectos de la representación y la práctica cartográfica. Pero, sobre todo, han dejado entrever que el mundo de la teoría contemporánea es vasto, diverso y complejo, siendo que aún no queda claro si estos modos de pensar se convertirán en un paradigma. Tal vez sólo sea el caso en el que nos encontramos en un periodo de alta producción e intercambio en términos conceptuales, donde la producción en términos de la naturaleza, uso y la producción del mapa, así como la forma en que opera el mundo, necesita ser re-pensada y analizada.
Esta inmersión al estudio sobre cómo han evolucionado los distintos modos de pensamiento en la teoría cartográfica me ha permitido re-plantear mi investigación y abordar al mapa desde la práctica, particularmente en la construcción colectiva de un artefacto híbrido, capaz de transformarse y transformar las acciones de los participantes en su construcción que permite explorar el grado de colaboración y el cambio en la percepción de acción de los colectivos en relación con el territorio.
Teorías, discursos y prácticas sobre el conocimiento cartográfico
CARTOGRAFíA REPRESENTACIONAL
El mapa como verdad
¿Qué se investiga?
¿Cuáles son las teorías y cosmovisiones del mapa y el espacio?
Los mapas son documentos verdaderos que representan el mundo como es en realidad, con un cierto grado de precisión o exactitud. Todo se puede mapear con el enfoque cartesiano
El foco de estudio
Los modelos
Cartografía: la teoria científica sobre cómo representar y comunicar la verdad.
Comienza la búsqueda por producir documentos verdaderos.
¿Cómo representar y comunicar la “verdad” de los mapas?
El enfoque nomomético busca el orden y las reglas una comprensión generalizada que contrasta con la explicaciónideográfica.
El mapa una representación precisa y apolítica.
El espacio es un contenedor con una geometría explícita que se llena con gente y personas. (Kant, 1781).
La cartografía es al mismo tiempo un arte y ciencia, un producto de la habilidad y el ojo del cartografo.
Shannon / Teoría Informática
Expedición
Mapamundi de los Cresques, el primero que incorpora una rosa de los vientos. (1375) Mapa con la proyección de Mercator
¿Qué se investiga?
¿Cuáles son las teorías y cosmovisiones mas populares del mapa y el espacio?
Mapamundi con las coordenadas cartesianas
Énfasis ideográfico en la representación por medio de una imagen convencional o símbolo que representa a un ser o una idea.
Surgen distintas aproximaciones científicas ortodoxas en la investigación cartográfica con un enfoque universal.
Tradición francesa Enfoque semiótico (Jaques Bertin, 1967) variables visuales.
El objetivo del cartografo el error en la representación. Se investiga: cómo lugar, dirección y
El modelo básico de comunicación conceptualiza a la cartografía de etapas de transición del dato que van del cartógrafo al lector. (Kates, 1996).
Explicaciones críticas a la postura estructuralista: ¿Cómo se reconcilia la agencia individual y la condición humana con la fuerza inevitable del mapa?.
El cambio tecnológico redujo acceso democratizó
1967)
Un enfoque en la función la cartografía participativa como un proceso que busca plasmar el conocimiento espacial de miembros de una comunidad a través del medio cartográfico. (Robert Chambers, 1983).
A partir de principios sistematizados de diseño y considerando al usuario hay que medir la efectivividad del mapa. (Arthur Robinson, 1952).
¿Quién consume la información?
El lector es más importante que el productor.
El mapa como constructo social cartografo es reducir representación. cómo representar distancia.
Enfoque en las fuerzas productivas y la tecnología empleada para mapear. (Waldo Tobler, 1976).
La idea de que la cartografía produce mapas verdaderos y objetivos se ponen en cuestión, surge la noción de mapa como una construcción social. El mapa se entiende como un arreglo de símbolos categorizados con el propósito de transmitir un mensaje.
Los mapas son producto del conocimiento formalizado y privilegiado, tienden a producir ciero conocimiento del mundo.
Modelo de aplicación matemática Modelo Icónico diagramático (MacEachren, 1994).
Fuente de información Transmisor Destino Receptor
Fuente de ruido Presenta Revelar saber desconocer
Geovisualización de datos SIGs público privado Alto Bajo humano - mapa visualización ...comunicación
El mapa como texto, discurso o práctica (1980). Nuevos conceptos teóricos enfatizan el poder discursivo y la deconstrucción del mapa y se oponen a una generalización verificable. ( Crampton, Hazen, Harris, Propen 2003).
¿Cómo opera el mapa, como discurso de poder? (Harley, 1989 basado en Foucault).
La lectura del mapa depende de la cognición. Se retoman estructuras cognitivas y el proceso desde las ciencias del comportamiento, ¿Cómo toman decisiones las personas? (Golledge 1999, Lloyd, 2005 y Brewer 1997).
Se revela la ideología inherente en los mapas a partir de explicaciones articuladas de su estructura desde la Lingüística y semiótica. El mapa miente y controla. (Wood,1992 y Pickles, 2004).
Se busca deconstruir a la representación espacial y la producción científica, a partir del análisis de la práctica. No va en contra del mapa, sino que aprecia la diversidad productiva tanto individual como colectiva. (Harley, Wood, Harvey)
Post-estructuralismo Cartografía analítica 1980 2000
1970 1990 comunicación cartografía en términos dato espacial, lector. postura individual la tecnológico acceso a los datos, democratizó la práctica.
El mapa como artefacto, enfasis en su poder semiótico más que en su función (Head 1984, Hansgeorg 1974).
¿Cómo concebir al mapa como algo conceptual y funcional a la vez? (Board,1981).
La aplicación del modelo matemático y la tecnología crean la base para nuevos conceptos del mapeo de un producto terminado a una situación en donde la información se despliega.
Seis años de ataques con dispositivos explosivos en Afganistán. The Guardian (2011); Rogers y Evans.
El ejemplo de la cartografía para explorar los mecanismos culturales involucrados en la producción de conocnimiento científico occidental (Latour, 1987)
Cartografía crítica Constructivismo social
El proceso semiótoico del mapeo consiste en crear mas que revelar conocimiento (Harley, 1989 basado en Foucalt).
Estudios contextuales y relaciones políticas del mapa (Cosgove y Martins,2000)
Temas: Colonialismo, Propiedad, Identidad Nacional, Raza, Poder Militar. (Anderson 1991, Haraway,1992 y Pickles 2004).
Las tecnologías digitales separan al desplegado informativo del impreso rompiendo con las restricciones y especificaciones del documento fijo.
La práctica cartográfica y las etapas iniciales del proceso de interpretación ¿Cómo se ha usado el mapa socialmente? (Fabrikant, 2008).
Se puede estudiar al mapa desde los procesos de colaboración y el contexto social. Sin embargo el efoque científico sigue restringido por las cosmovisiones occidentales enfocadas a las tecnologías de la visión.
Los mapas multimedia o basados en la red permiten la inserción de imagen y video así como frecuentes actualizaciones del propio contexto.
1a parte © Nora Morales Zaragoza junio 2017 actualización enero 2023.
Figura 3.3 y 3.4. La evolución del pensamiento cartográfico realizada por la autora a partir del texto de (Kitchin et al., 2011). En los anexos de esta tesis se muestran los diagramas con mayor resolución, así como un vínculo al documento: La evolución del pensamiento cartográfico
La
3.4. Nuevas maneras de presentar a los mapas
3.4.1. Sobre el uso de la imagen cartográfica en la actividad del mapeo En los últimos años cada vez más investigadores se dedican a estudiar la intersección entre las culturas visuales y prácticas espaciales. Este interés creciente por el análisis de las imágenes y la visualidad en las culturas contemporáneas ha dado lugar a lo que se denomina “Giro visual”, una revisión de lo visual en casi todas las disciplinas (Lois, 2009). La cartografía ha ocupado un papel destacable tanto entre los geógrafos como fuera de la comunidad académica ya que el mapa es unánimemente aceptado como uno de “los dispositivos visuales convencionales de la geografía”. No he querido dejar pasar por alto en este apartado, una reflexión sobre el potencial y las limitaciones asociadas a la imagen cartográfica en la cultura contemporánea como consecuencia del “giro visual” que ha tocado a casi todas las disciplinas.
Tres autores, Carla Lois y Verónica Hollman (2013) y Francesco Lapenta (2011), han explorado el papel de la imagen cartográfica como parte de la cultura visual contemporánea y sus efectos en los procesos de construcción del territorio, las tecnologías de la información y los imaginarios. Ellos entienden a la imagen cartográfica, no sólo como un texto gráfico, sino como parte de un contexto de producción, circulación y consumo.
Lois y Hollman (2013) se enfocan en los esfuerzos por representar la realidad y los desafíos que trae consigo el imaginar, trasladar y traducir “lo espacial” en formas visuales. Su trabajo expone algunos problemas del uso de la imagen geográfica para articular discursos políticos “desde arriba” señalando la necesidad de incorporar una dimensión subjetiva “desde abajo”. Otro aspecto que abordan en sus críticas es la incorporación de la dimensión temporal en la visualización del espacio geográfico. En su libro “La Argentina a mano alzada”, Lois dirige la discusión teórica hacia la producción de imágenes geográficas por sujetos que tradicionalmente habían sido vistos como “receptores” pasivos, y analiza cómo se han reelaborado los “estímulos visuales cartográficos” para ayudar a construir una idea sobre el territorio de la nación. Lois afirma que los mapas que las personas dibujan de su territorio (aunque es una concepción que escapa de la visualización directa) es una recodificación de la imagen que conserva sus cualidades espaciales visuales incluyendo su estructura. En ese sentido, lo que Lois rescata es el carácter imaginario geográfico intuitivo o un sentido común geográfico, que el individuo “recodifica” por medio de dibujos o diagramas realizados a mano alzada. El argumento de Lois refuerza el argumento de esta tesis, el construir un artefacto cognitivo como objetivo en una actividad de mapeo, los sujetos (no importando la cultura), adquieren ciertas competencias espaciales que conllevan a acciones para desenvolverse en el mundo.
Por su parte Francisco Lapenta (2011) sugiere una idea muy novedosa para el estudio de los medios digitales la tecnología y la imagen, al introducir el concepto de “render” como un resultado del entramado de imágenes digitales generadas por las tecnologías geomedia y la familiaridad con las que los consumidores lo interpretan como el nuevo paradigma en la visualización del espacio. Lapenta se basa en los nuevos principios organizativos del espacio social y el modo de componer las imágenes digitales, asociadas a los datos, que se mantienen socialmente gracias al intercambio continuo de datos y comunicaciones. Este compuesto de imágenes, que para Latour (1986), sería un ensamblaje, o una red, para Lapenata representa un nuevo mapa virtual complejo que evidencia el cambio ontológico y epistemológico de la concepción espacial contemporánea y afirma que puede ser investigado desde tres perspectivas: la tecnológica, la social y la económica, todas sostenidas por la imagen como el centro de gravedad.
La introducción de la tecnología en medios locativos ha llevado a la fusión de la imagen digital con los dispositivos, y ha invitado a los usuarios contribuir con la generación de este gran mapa que refuerza una epistemología que interpreta a la imagen satelital, no como una representación espacial digital sintetizada, sino como una visualización real del espacio social, las identidades, e interacciones. Este gran mapa virtual puede ser interpretado como un sistema socio regulatorio adoptado por el individuo para reducir la complejidad de los flujos de la complejidad global (Lapenta, 2011).
3.4.2. Niveles de iconicidad y subjetividad de la imagen cartográfica
Los conceptos de Lois y Lapenta me llevan a pensar en otro autor que proviene del contexto de los medios y la cultura popular, en particular del cómic y la narrativa, Scott McCloud (2011), quien plantea que para interpretar un cómic ya no se necesita de educación muy formalizada, sino que es capacidad casi natural o instantánea, para ciertas audiencias de la cultura contemporánea. Su argumento junto con el de otros autores como Manghani (2013), que estudia a las imágenes, que yo redirijo al contexto de la imagen cartográfica, plantea que cuando las imágenes son más abstractas o esquemáticas, requieren mayores niveles de percepción (ya que se empiezan a parecer más a las palabras) sin embargo se perciben como más cercanas o personales para el intérprete ya que se tienden a asociar con características más generales del sujeto. Mientras que las imágenes más “realistas” o fotográficas están asociadas a conceptos más generales y en ocasiones alejados de la realidad cotidiana de quien los interpreta. En la figura 3.5 replanteo el modelo de iconicidad de McCloud con la imagen geográfica para cuestionar sus efectos en la interpretación, un concepto que dejo abierto como inicio a un diálogo o debate, que definitivamente necesita mayor exploración.
Este capítulo nos muestra cómo ha evolucionado el pensamiento y la teoría cartográfica ubicando el surgimiento de teorías como la ANT y la TA, que dejan de estudiar al mapa como una representación fija del territorio y se enfocan en un cambio de perspectiva del mapa como un artefacto construido y dinámica que se actualiza por medio de la acción humana pero a su vez transforma y moviliza acciones, el siguiente capítulo explora una de las principales iniciativas de producción de conocimiento de nuestra era y contempla los retos a los que nos enfrentamos cuando tratamos de compartir conocimiento considerando el punto de vista de una diversidad de actores en el territorio.
“Los mapas son algo más que piezas de papel, son historias, conversaciones, vidas y canciones que se viven en un lugar y son imposibles de separar del contexto político cultural del que se usan”.
Warren, 2004.
4.1. ¿Qué es la cartografía participativa?
Las primeras iniciativas de cartografía participativa19, surgen de los esfuerzos por promover el compromiso y la toma de decisiones de las comunidades por medio del uso de metodologías participativas en la década de los 70 ‘s. Toman como antecedente la evolución en los métodos participativos que van desde “La Evaluación Rural Rápida” (ERR), el “Diagnóstico Rural Participativo” (PRA) llegando finalmente a los métodos de “Aprendizaje Participación Acción” (APA). Se puede considerar a la cartografía participativa como la colección de métodos, actitudes y creencias que permiten a las personas expresar y analizar las condiciones de la realidad en la que viven a partir de la producción colectiva de mapas, con el objetivo de planear, tomar acciones, monitorear y evaluar sus propios resultados en un territorio (Chambers, 2006) esta práctica evolucionó hasta conformar lo que propiamente llamamos cartografía participativa hacia 1990 y actualmente contempla una multiplicidad de iniciativas alrededor del mundo, que contemplan la incorporación de la palabra oral en un mapa y llevar las voces subordinadas a un medio tangible y visible que permite el diálogo y la negociación (Preston et al., 2011).
Actualmente, la cartografía participativa es considerada como un instrumento fundamental para ayudar a los habitantes de una comunidad a representar y comunicar sus necesidades dentro del territorio y aumentar su capacidad para proteger sus derechos. Uno de sus principales exponentes es Robert Chambers (1983) quien buscaba métodos para incorporar el conocimiento local en un mapa. En este sentido, la práctica de construcción de un mapa se convierte en una forma de garantizar el flujo colectivo del conocimiento e influenciar en la capacidad de planificar y actuar sobre un territorio.
19. También llamada cartografía comunitaria, social, alternativa, indígena, contra-cartografía o mapeo local.
La decisión de involucrarse en una iniciativa de mapeo generalmente es influenciada por el apoyo que una comunidad recibe de otros socios territoriales, como el gobierno, las universidades y otros actores involucrados en el proceso. Sin embargo, esta iniciativa cartográfica no depende únicamente de la aplicación de un proceso participativo ya que este no necesariamente garantiza que los resultados constituyan un reflejo veraz de los conocimientos, los valores y los deseos de las comunidades. Por el contrario, los procesos “participativos” pueden en ocasiones aplicarse de manera incorrecta y convertirse en una operación de explotación de la información, en lugar de una auténtica iniciativa de empoderamiento (FIDA, 2010). Por ejemplo, los sistemas de información geográfica (SIG) por lo general involucran el uso de nuevas tecnologías locativas, como la computadora o dispositivos de sistemas de posicionamiento global (GPS) para la construcción colectiva de mapas, lo cual dificulta la integración democrática o equitativa de los saberes de los habitantes de una comunidad, ya sea porque no cuentan con acceso a la tecnología, poseen una limitación de recursos, o carezcan de habilidades técnicas de los especialistas, entre otros retos (Chambers, 2006).
Considerando lo anterior, se han desarrollado estrategias para contrarrestar estas dificultades con sistemas participativos parciales en donde los especialistas funcionan como facilitadores de las tecnologías y generalmente son los encargados de geo-referenciar la información plasmada por la comunidad en un mapa base durante talleres de cartografía con las comunidades.
La cantidad de iniciativas de cartografía participativa ha aumentado rápidamente en el mundo a partir de talleres que buscaban una forma de sistematizar los mecanismos que podrían generar una inmersión de aprendizaje para la comunidad desde sus propios términos y con sus propios objetivos, enfatizando la transparencia y la inclusión de todos los miembros de la comunidad en la actividad.
Aunque las técnicas y métodos varían, la esencia del proceso de cartografía participativa se basa en involucrar a un grupo de personas (generalmente no-expertos en cartografía) que comparten un interés común sobre un territorio, que buscan hacer visibles ciertas asociaciones entre el territorio y la comunidad utilizando el lenguaje común de la cartografía.
El resultado de la práctica participativa, que generalmente se apoya en materiales visuales, es la representación colectiva de un producto informativo a distintas escalas, que muestra de manera detallada o distribuida las relaciones entre distintos objetos o valores de interés para la comunidad. Este mapa colectivo es la expresión del conocimiento socio cultural que difiere en apariencia de los mapas convencionales y por ende de los puntos de vista de sectores dominantes de la sociedad.
4.1.1. Criterios de la cartografía participativa
El Fondo Internacional de Desarrollo
Agrícola FIDA 20 (IFAD, 2009) define algunos criterios que diferencian a los mapas comunitarios:
• La cartografía participativa se define por un proceso de producción. Los mapas y materiales se planean con un objetivo común y estrategia de uso que normalmente involucra a todos los miembros de la comunidad, dentro de un proceso inclusivo y abierto. Mientras mayor sea la participación de los miembros de la comunidad mejores serán los beneficios que resulten de la experiencia colectiva de producir el mapa final.
• El mapeo participativo se define por un producto que representa la agenda de la comunidad. Las comunidades producen mapas para mostrar información que les es relevante o importante para sus necesidades y les resulta de utilidad.
• El mapeo se define por el contenido que representa el conocimiento local. El mapa contiene lugares, nombres, símbolos, escalas y aspectos relevantes que representan los sistemas de conocimiento local.
• El mapeo colaborativo NO se define por la exactitud o el rigor de las convenciones cartográficas tradicionales. Los mapas participativos no se confinan a un medio formal particular, puede ser un dibujo en la tierra, o puede incorporarse a un Sistema Información Geográfica (SIG) en la computadora.
20. El acrónimo en idioma inglés de este organismo es IFAD, International Fund for Agricultural Development que utilizo para citar en este trabajo la publicación en idioma inglés, mientras que el uso del acrónimo: FIDA, Fondo internacional de Desarrollo Agrícola, lo utilizo para referirme a la publicación en idioma español.
Mientras que los mapas comunitarios buscan lograr cierta conformidad con los mapas convencionales es importante permitir la diversidad de presentaciones y contenidos. Para ser útiles a otros actores, como las autoridades u organizaciones externas a la comunidad, los mapas siguen ciertos convencionalismos cartográficos, pues eso ayuda a que sean considerados como herramientas de comunicación efectiva.
Los propósitos del mapeo colectivo también pueden ser variados: desde ayudar a articular a una comunidad el conocimiento espacial para agencias externas; permitir el registro y archivo de su conocimiento; apoyar en la planeación, uso y gestión territorial, abogar por un cambio o incrementar capacidades de la comunidad o atender conflictos relacionado con sus recursos.
La cartografía participativa ha sido considerada como un instrumento fundamental para ayudar a las comunidades a representar y comunicar sus necesidades dentro de su territorio y aumentar su capacidad de proteger sus derechos (IFAD, 2009).
4.1.2. Instrumentos de la cartografía participativa
La práctica cartográfica participativa que trabaja con comunidades indígenas y organizaciones de conservacionistas ha recurrido a las tecnologías de información espacial y los sistemas de información geográfica para implementar estrategias que resguarden los recursos y mejoren la gestión del territorio desde lo local (Poole, 1995), utilizando instrumentos comunes del mapeo entre los que se destacan:
Mapeo en el terreno: un método de mapeo que involucra a los miembros de la comunidad quienes dibujan mapas en la tierra de memoria, utilizando los materiales a disposición como plantas, piedras, troncos u objetos domésticos. El producto final se guarda por poco tiempo.
Croquis de mapeo: Este tipo de mapa es un dibujo a mano alzada que se traza en grandes hojas de papel y a partir de la memoria. Generalmente es una representación de la tierra a vista de pájaro. En él se dibujan las principales características del terreno indicadas por la comunidad. El tipo de representación no depende de mediciones exactas, ni utiliza una escala o referencia geográfica.
Mapa a escala: Los mapas a escala presentan datos precisos georreferenciados. Es decir, cualquier distancia que se mida en el mapa siempre representará (según la escala) una distancia equivalente sobre el terreno; este tipo de mapas es el más común utilizado por los especialistas que suelen referirse como “mapas base”.
Modelos tridimensionales: Son modelos en relieve y a escala que se construyen usando una plantilla de mapa topográfico. Se cortan piezas de cartón con la forma de las curvas de nivel y se pegan unas sobre otras. Además de estimular y sustentar el debate interno de la comunidad respecto a la tierra, distribución de recursos, el modelo ter- minado puede convertirse en una instalación que represente los conocimientos espaciales de la comunidad y exponerse en un museo o centro comunitario.
Cartografía GPS: El sistema mundial de determinación de la posición (GPS) es un sistema basado en satélites. El receptor GPS se traslada hasta cierta posición sobre el terreno y se utiliza para captar una ubicación exacta en la Tierra mediante un sistema de coordenadas conocido, como el de latitud y longitud. Los datos se almacenan en formato digital. Últimamente esas tecnologías se han vuelto mucho más precisas, accesibles, baratas y fáciles de usar. Por consiguiente, su uso en iniciativas de cartografía participativa está en aumento.
Imágenes aéreas: La fotografía aérea y la teledetección consisten en la toma de fotografías (a menudo se las llama imá- genes cuando están en formato digital) a distintas distancias de la superficie terrestre usando cámaras a bordo de aviones o sensores instalados en satélites espaciales. Este tipo de imágenes facilita la georreferenciación del dato y si se han tomado imágenes de una misma zona en distintos momentos, pueden convertirse en un medio estupendo para conocer la magnitud de los cambios registrados en el uso de la tierra a lo largo del tiempo.
Cartografía Multimedia: Este tipo de mapa es al que nos referimos en este trabajo que contempla el concepto de geomedia, y se refiere a los mapas interactivos basados en técnicas de informática que vinculan video y fotografías digitales con texto escrito y mapas.
Estos instrumentos tienen buen potencial para puede servir para comunicar conocimientos tradicionales relativos a la tierra, tanto a agentes externos como dentro de la propia comunidad, usando un formato accesible e interesante, sin embargo, es aún una opción costosa que requiere mucha dedicación, ya que se requiere de manejo de capacitación necesaria para dominio del equipo producción de vídeo, edición fotográfica y los protocolos cartográficos oficiales.
SIGs Participativos: Son sistemas informáticos que captan, gestionan, analizan, almacenan y presentan información espacial georreferenciada. Incluyen instrumentos de gestión de datos espaciales que pueden trabajar con fotografías aéreas, imágenes satelitales, datos obtenidos mediante GPS y otros datos en formato digital. Desde hace tiempo se ha considerado que esta tecnología es complicada y costosa, fundamentalmente usada por expertos. A partir del decenio de 1990, el movimiento en favor de los SIGP ha tratado de integrar conocimientos y datos cualitativos locales en los SIG y ponerlos a disposición de la comunidad. Existe el peligro de que los especialistas se centren demasiado en la tecnología en detrimento de la participación de la comunidad.
Cartografía en internet: La cartografía en internet constituye el ámbito más reciente de las iniciativas de cartografía participativa. En los países desarrollados principalmente, se constata que el número de comunidades que utilizan aplicaciones en la web se ha disparado (p. ej. Google Maps y Google Earth) para documentar y presentar conocimientos espaciales locales. Los datos recogidos en los mapas pueden ser documentados por miembros de la comunidad mediante video digital, fotografías digitales y texto escrito, almacenados en computadoras y gestionados y comunicados a través de la interfaz de un mapa interactivo como veremos en algunos ejemplos del capítulo 6. Lo que hace de estos mapas un medio particularmente poderoso es su capacidad para comunicar conocimientos de la comunidad por internet, lo que permite su amplia divulgación. Sin embargo, requiere de desarrolladoras especialistas en informática o capacitación de la comunidad para dominar el equipo, acceso de alta velocidad a internet, lo cual sigue siendo un problema para muchos países en desarrollo. Otro aspecto es que la práctica de estos instrumentos convierte los conocimientos locales en públicos y cabe la posibilidad de que los deje fuera del control local o se utilice para otros fines (FIDA, 2009).
4.1.3. Principios fundamentales de la cartografía participativa A continuación, retomo los principios que sugiere el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA, 2010) para guiar la implementación de buenas prácticas en los proyectos de mapeo participativo, que van dirigido a los “intermediarios” o facilitadores de los procesos de mapeo (gobierno, universidades, organizaciones etc.). En la publicación señalan la importancia de estos actores para comprometerse con la iniciativa participativa y fomentar las capacidades hasta el momento que los miembros de la comunidad puedan comenzar a asumir su responsabilidad en el proceso hasta lograr el producto cartográfico final.
1. El consentimiento libre, previo e informado. El proceso comienza con el contacto inicial y continúa hasta que finaliza la participación de los miembros de la comunidad en un proyecto. El proceso del consentimiento libre, previo e informado se refiere al diálogo, el intercambio de información y el procedimiento general mediante el cual los miembros de la comunidad deciden participar en un proyecto.
2. Adhesión al objetivo de control comunitario. Un principio fundamental de las iniciativas de cartografía participativa consiste en que los participantes externos traspasen a los miembros de la comunidad el mayor nivel de autoridad y control de la adopción de decisiones en la dirección del proceso del levantamiento del mapa y uso que se da a este. En ese sentido, hay que tener cuidado de que la cartografía no solo sirva a los intereses de la organización, la institución, el investigador o el organismo gubernamental que la facilita.
Al trabajar con pueblos indígenas o locales los intermediarios deben comprender y respetar las distintas cosmologías y perspectivas sobre el mundo de la comunidad y reconocer la responsabilidad que conlleva que se les otorgue acceso a conocimientos tradicionales o sagrados y el consiguiente compromiso que supone poseer tales conocimientos.
3. Satisfacción de las necesidades de la comunidad. Cualquier iniciativa de cartografía participativa debería generar, en circunstancias idóneas, resultados beneficiosos para la comunidad participante y para cada uno de sus miembros, ya que son los principales agentes capaces de expresar sus necesidades, que un tercero no puede determinar ni debe articular, aunque pueda desempeñar una función importante a la hora de facilitar la expresión y la comunicación de dichas necesidades.
4. Apoyo a la propiedad intelectual de la comunidad. La información espacial presentada en el mapa incluirá conocimientos locales sobre los cuales la comunidad debería conservar sus derechos. La elaboración de un mapa facilitada por grupos externos no otorga a esos grupos derechos de propiedad sobre la información recogida en él, ni a retirar el mapa de la comunidad sin consentimiento expreso.
Una comunidad debe tener la oportunidad de participar en la interpretación de los mapas, así como en el examen y la revaluación de las conclusiones extraídas de la iniciativa cartográfica con el fin de comprobar la precisión y la sensibilidad cultural de la interpretación.
En el transcurso del trabajo de campo de esta tesis, en el caso de Chimalpa expuesto el capítulo 7, se decidió no mostrar la ubicación de los asentamientos en el Observatorio debido a que la comunidad consideró información delicada.
5. Adhesión a un proceso que incluya a todos. Una “comunidad” no es una entidad homogénea, sino un conjunto de personas: en las comunidades hay diferencias de situación social, ingresos y poder. El conocimiento de esta estructura social es un importante paso previo a la realización de actividades de cartografía participativa. La importancia de una participación amplia de la comunidad en las iniciativas de cartografía participativa como medio para crear una visión compartida y un compromiso para trabajar conjunto puede garantizar la identificación de cuestiones prioritarias y llevar a propuestas factibles para los miembros de una comunidad, sin embargo, en comunidades muy dispersas es más difícil asegurar que todo el mundo tenga la oportunidad de participar.
Cualquier iniciativa cartográfica se enfrenta a los retos de garantizar que se preste la atención debida a todos los puntos de vista y conciliar las opiniones de distintas facciones y grupos de interés. Es importante considerar que los conocimientos locales (especialmente de las personas mayores) son el conjunto de enseñanzas de una cultura o sociedad determinada que han sido acumulados por varias generaciones a lo largo del tiempo. También hay que tomar en consideración las cuestiones
Enfoque adaptativo de la cartografía participativa FIDA de género, y poner especial atención en la función de las mujeres en el proceso cartográfico y la necesidad de que su opinión naturalmente subrepresentada, tienen gran importancia. El enfoque adaptativo de FIDA (2010) destaca el papel de las mujeres, quienes suelen tener perspectivas singulares acerca de la tierra de la comunidad y su relación con ella, con frecuencia muy diferentes a las de los hombres. Por último, se toma en consideración la inclusión de los jóvenes ya que con frecuencia es un grupo excluido en las actividades de adopción de decisiones, en particular si intervienen intermediarios externos. Estos posibles participantes en un proyecto de cartografía participativa no tienen mucha experiencia y se sienten poco cualificados y mal preparados para realizar una aportación fundamentada, por lo que es necesario pensar en herramientas participativas pertinentes que les faciliten la tarea.
6. Dedicación a largo plazo a las iniciativas cartográficas. Los mapas representan un “momento” de la historia.La información, la pertinencia y la importancia de un mapa varían con el tiempo por lo que la información debe actualizarse. La elaboración y actualización de los mapas es una actividad a largo plazo, independientemente de las tecnologías o instrumentos que se utilicen. El éxito de las iniciativas de cartografía participativa depende de la dedicación a largo plazo de todos los interesados al proceso. En el transcurso del trabajo de campo de esta tesis, en el caso particular de la zona poniente, la rotación del poder gubernamental de las alcaldías y las distintas afiliaciones a partidos políticos han fragmentado la dedicación y compromiso de los habitantes de las comunidades en proyectos participativos que tienen que ver con la gestión y conservación de los recursos naturales del territorio. Lo anterior, puede representar una oportunidad para las universidades o centros de investigación, ya que pueden fungir como resguardo de ese conocimiento, facilitar el diálogo y realizar actividades de aprendizaje y acción participativa necesarias en la zona.
4.1.4. Proceso adaptativo de cartografía participativa
El proceso adaptativo de cartografía participativa que propone la FIDA se basa en la experiencia con múltiples iniciativas, especialmente en África y comprende un proceso estructurado e iterativo de la aplicación del mapeo comunitario en un enfoque como el que se lleva a cabo en este trabajo. El proceso (figura 4.1) comprende las siguientes fases:
Fase de diseño de proyecto. Esta fase contempla el plan preliminar para facilitar la incorporación de la actividad del mapeo en el proyecto. Es necesario realizar un análisis de la situación que requiere de la identificación de los posibles asociados y actores interesados en participar, las relaciones que mantienen, el reconocimiento de los problemas principales en materia de gestión de recursos naturales y la asignación de recursos.
En esta fase también se definen los diversos instrumentos cartográficos (croquis, cartografía en suelo, mapa tridimensional) que conformarán las actividades de mapeo, así como el alcance más eficaz de comunicación de acuerdo con las necesidades de cada comunidad.
Fase previa al levantamiento del mapa. La fase previa al levantamiento se refiere a los pasos preliminares que hay que obtener en el ámbito del proyecto, los encargados de la ejecución deben revisar las recomendaciones y procesos descritos en la fase anterior y preparar las actividades, así como la confirmación de los instrumentos cartográficos. También se determinan las necesidades de la actividad con la comunidad involu- crada, se establece el seguimiento o la capacitación necesaria de acuerdo con los objetivos preestablecidos. Fase de levantamiento del mapa. Antes de empezar una actividad cartográfica la comunidad necesita disponer de información suficiente respecto a lo que consisten los mapas, cómo se elaborarán y el uso que se les dará de acuerdo con el instrumento disponible y al que se incorporará (por ejemplo: un SIG). También deben conocer el proceso necesario para elaborar un mapa y sus posibles usos.
En esta etapa se realiza la elaboración del mapa con los participantes, quienes deben dar su consentimiento previo y conocer los riesgos y oportunidades asociados a la actividad. Las actividades de elaboración del mapa varían en función al tipo de mapa creado y los instrumentos empleados. Sin embargo, las competencias de los facilitadores son muy importantes en esta etapa para generar distintas opiniones, alcanzar consenso en cuestiones conflictivas y fomentar la creatividad y la innovación. Una vez que el mapa ha sido elaborado, los facilitadores presiden el análisis y evaluación de la información, así como el establecimiento de los mecanismos de seguimiento. La documentación rigurosa del proceso es sumamente recomendable.
Fase de uso de mapas y adopción de soluciones. El análisis de la información en un mapa brinda la oportunidad para ayudar a los miembros de una comunidad a que evalúen mejor sus circunstancias, lo que les permitirá ser más conscientes de sus problemas, los retos y posibilidades de su comunidad.
4.1.5. Crítica y límites de la cartografía participativa
La cartografía participativa ha sido considerada como un instrumento fundamental para ayudar a grupos marginados a que puedan representar y comunicar sus necesidades dentro de su territorio y aumentar su capacidad de proteger sus derechos (IFAD, 2009).
Las iniciativas de cartografía participativa pueden dar lugar a controversias cuando los límites que en el pasado hubieran sido objeto de litigio, o son confusos y permeables (situación que ocurre actualmente en la zona de los casos de estudio). Los mapas representados otorgan un sentido de autoridad, inflexibilidad y permanencia. Es probable que existan conflictos potenciales en las iniciativas de cartografía que se llevan a cabo de comunidad en comunidad, en lugar de incorporar a todas las comunidades que tienen intereses en la zona. En el caso de la zona de estudio los conflictos se relacionan con el acceso a la tierra, recursos y la propiedad.
En especial cuando estos principios se pasan por alto, las iniciativas de mapeo comunitario pueden terminar siendo contraproducentes, especialmente cuando los intermediarios del proceso usan al mapa, creado por los locales, como evidencia a favor de su agenda, sin considerar aspectos contextuales o las preocupaciones y necesidades de la comunidad. Lo anterior, puede impactar de manera negativa en la comunidad en vez de promover una planeación y negociación inteligente y balanceada entre las partes involucradas.
Cuando se emprende una iniciativa de cartografía participativa con facilitadores externos, siempre hay peligro de que surjan desigualdades en el diferencial de poder entre los distintos grupos involucrados en el proceso. Ello podría afectar a la calidad y la cantidad de información presentada en el mapa, así como a su validez (FIDA, 2010).