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Antonio Buendía Martínez Gracias “Viejo” 106Gracias “Viejo

GRACIAS “VIEJO”

Antonio Buendía Martínez | Estante de La Oración en el Huerto

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A todos aquellos mayores que yo

Siete de la mañana, camino junto a mi hijo Pablo por la calle San Antón, en dirección a la privativa iglesia de Ntro. Padre Jesús. Otro año más los Salzillos “cobrarán vida”, como vienen haciendo desde hace más de cuatrocientos años, cuando el primer rayo de sol bese la Dolorosa. Antes me he despedido de mis familiares, que un año más han realizado el ritual de vestirme de nazareno.

Ya, dentro de la iglesia, saludados los cabos de andas de mi paso y atada la almohadilla, continúo junto a compañeros, familiares, amigos de la Oración y de otros pasos: “¡Hola Fran!, ¿Has visto al pajarraco de la palmera?”, “¡Hola Rabadán!”, “¿Cómo vas Gálvez?”, etc. Decido salir a la calle.

Bajo el dintel de la puerta de la iglesia, mis manos apoyadas en la cruceta del estante y sobre ellas la barbilla, miro al cielo: “Hoy no va a llover” me digo para mis adentros y puntualizo: “Y va a hacer calor”. Observo como músicos, penitentes, mayordomos y personas que vienen a ver la salida de la procesión, van ocupando su lugar.

Sobre estos últimos me fijo con más detenimiento, veo caras que ya son familiares por el paso de los años –todos los años ocupan el mismo lugar–, pues viven el viejo ritual que aprendieron con sus padres de ver salir la procesión, hoy ya con sus hijos o nietos.

Llaman mi atención dos “pollitas” punkies, de entre 16 y 17 años, cogidas de la mano ríen al ver un viejo que, sentado frente a ellas en su silla de ruedas, con bufanda y boina negra, lucha con-

...miro al cielo: “Hoy no va a llover” me digo para mis adentros y puntualizo: “Y va a hacer calor”

tra el párkinson para llevarse un caramelo a la boca.

“¡Qué jodidas son!”, me digo para mis adentros, con los dientes apretados añado: “No tienen derecho a reírse de él”.

Ese viejo, del que ellas se ríen, ha vivido la Guerra Civil (estuvo en la batalla del Ebro luchando e intentando salvar el pellejo), la postguerra (ayudó a levantar un país deshecho), sufrió el racionamiento, la dictadura, sobrevivió a una epidemia que asoló a media España, ha estado en manifestaciones corriendo delante de “los grises” (unas veces con éxito, y otras, la mayoría, recibió palizas), ha estado en la cárcel por defender derechos (por lo que fue torturado), emigró fuera de España (pasando hambre y privaciones), y así una lista interminable.

Hubo mujeres que lo amaron, hombres que le ofrecieron su amistad o lo traicionaron. Tuvo momentos de grandes éxitos y victorias, pero también fracasos y humillaciones. Fue caritativo y bondadoso. Tuvo amores y desamores. Se equivocó y acertó muchas veces. Tuvo esposa, hijos y nietos. Él ha vivido muchas historias que le han aportado experiencia, pero estoy seguro de que, si pudiese dárosla, lo haría para evitaros dolor, soledad, miedo, incertidumbre, etc., sobre los muchos finales que nos reserva la vida. Hoy él os ve y piensa que valió la pena todo lo vivido y sufrido, seguro que lo volvería a repetir, para que vosotras jóvenes disfrutéis de lo que a él se le privó.

Respetar a ese “viejo” con párkinson, pues tanto él y otros muchos que como él -aunque cada uno de ellos haya vivido una historia distinta, en realidad es la misma-, hicieron posible que vosotras disfrutéis de libertad para tener vuestras propias ideas, pensar, hacer o ir al lugar que elijáis. No olvidad nunca y tener siempre presente que, en definitiva, ésta también será vuestra historia pasados unos años.

Gracias “Viejo”.

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