CARDIOXANE® DEXRAZOXANE
Las drogas antineoplasicas han demostrado su capacidad de mejorar las condiciones de los pacientes con enfermedades neoplásicas, y de hecho, de curar un buen grupo de estas enfermedades, más aún en niños. Estos medicamentos tienen desafortunadamente efectos indeseables, y uno de ellos es la capacidad de afectar el corazón. Entre las múltiples drogas antineoplásicas con potencial cardiotóxico, las antraciclinas y sus derivados son las que tienen más impacto clínico. Las antraciclinas son antibióticos glicosídicos del tipo quinonas con un potente efecto antineoplasico en una amplia variedad de tumores, especialmente adenocarcinomas mamarios, leucemias, linfomas y sarcomas de partes blandas. Los derivados con mayor aplicación clínica actual son la doxorubicina, daunorubicina e idarubicina. Existen también análogos sintéticos como epirubicina y mitoxantreno. La epirubicina es la 4'-epidoxorubicina y junto con la doxorubicina son las más usadas en la actualidad. El factor más importante que limita el uso de estas drogas como agente antineoplásico es su cardiotoxicidad. Esta se puede clasificar como: Aguda (durante la administración de la droga), Precoz (días a meses después de la administración) Tardía (meses hasta años después). La forma aguda, en general, es autolimitada y transitoria y corresponde a hipotensión, taquicardia, arritmias y en ocasiones pericarditis. No se requiere mayor monitorización cardiaca en esta etapa. La toxicidad precoz es claramente dosis-dependiente (menos del 5% de pacientes que reciben dosis bajo 550 mg/m2 y sobre 35% con dosis mayor a 600 mg/m2 de doxorubicina, aunque existe también una considerable variación individual. Inicialmente, se describió una mortalidad global sobre el 50%, lo que ha disminuido significativamente con las nuevas terapias para insuficiencia cardiaca. La toxicidad tardía puede aparecer más de 10 años después de terminada la quimioterapia, expresándose como insuficiencia cardiaca congestiva progresiva secundaria a miocardiopatía dilatada de tipo no-isquémico y, la mayor parte de las veces, irreversible, por lo que incluso puede ser fatal. El