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Escuela de humanidad, Jesús C. Díaz

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 Escena 712

Escena 712

NUESTRO TIEMPO

Otoño 2021 Fundada en 1954 Año LXVII. Número 712

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Editor

Jesús C. Díaz [Com 82]

Gerente

Carmen Muriel [Bio 92 PDG IESE 08]

redacción

Ana Eva Fraile [Com 99], redactora jefe María González Zabal [Com 03] Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16] Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14] Teo Peñarroja [Fia Com 19]

Columnistas

Enrique García-Máiquez [Der 92] Paco Sánchez [Com 81 PhD 87] Ignacio Uría [Der 95 PhD His 04]

Críticos

Libros: Joseluís González [Filg 82] Cine: Ana Sánchez de la Nieta Series: Alberto N. García [Com 00 PhD 05] Música: Alberto Bonilla [Com 12] Escena: Felipe Santos [Com 93] Arte: José Javier Azanza [His 92 PhD 97]

Colaboradores en este número

Judith Alegría, María Álvarez de las Asturias, Álvaro Aramendi, Guadalupe Arévalo, Rebeca Arias, Manuel Casado, Manuel de La-Chica, Leire Escalada, Luisa Etxenike, Diego S. Garrocho, Alejandro Iribas, Victoria De Julián, Beatriz Leopardi, Teresa Llamas, María Malo, Gustavo Milano, Juan Narbona, Gonzalo Robles, Antonio Rubio, Esperanza Ruiz, Álvaro Sánchez León, María Tapias Fraile, Fermín Torrano

Fotografía

Manuel Castells, Miguel Osés, Juan Carlos, Ingrid Ribas, José Juan Rico Barceló Portada: American Photo Archive / Alamy Stock Photo

Ilustraciones

Alberto Aragón, Diego Fermín, Javier Otazu Diseño Errea Comunicación Impresión MccGraphics

Redacción y Publicidad

Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, 31009 Pamplona, España

Atención al suscriptor

Palmira Velázquez T +34 948 425 600 (Ext. 80 2590) pvelazquez@unav.edu Edita Universidad de Navarra Web nuestrotiempo.unav.edu DL: NA 10-58 / SP-ISSN-0029-5795

La revista no comparte necesariamente las opiniones de los artículos firmados

8 344 ejemplares/ número (2020)

Member of CASE

Esta revista ha recibido una ayuda a la edición, del Ministerio de Cultura y Deporte

Escuela de humanidad

En las biografías de Gregorio Marañón se señala que sufría problemas para la relación por su timidez y una enfermedad nerviosa —la dislalia— que dificultaba su capacidad para hablar. En una carta a su entonces novia, Lolita Moya, señalaba: «Me expreso con mucha más facilidad escribiendo que hablando». Su padre y el doctor Menéndez Pelayo le ayudaron a superar el examen oral de fin de bachillerato. Poco a poco ganó confianza, recibió premios extraordinarios en Medicina y acabó siendo uno de los intelectuales españoles más destacados del siglo xx.

De la confianza en uno mismo pasamos a la confianza en los demás, de la que se habla en el ensayo de este número. El profesor Juan Narbona analiza las causas de la pérdida de crédito de muchas instituciones desde los ochenta y explica cómo recuperarlo. Resultan cruciales la integridad y la coherencia. Nos fiamos de las personas y organizaciones que son fieles a las ideas en las que dicen creer y que asumen como guía y límite.

En un ámbito más personal, confianza es ese intangible, a la vez tan palpable, del que he disfrutado en los casi tres años como editor de esta revista: todo un privilegio. Aprovecho la oportunidad para agradecer a lectores, suscriptores, donantes, alumni y toda la comunidad universitaria el seguimiento tan cercano de la publicación.

Asume el puesto de editor una persona joven y de gran talento, Teo Peñarroja, hasta ahora redactor. Forma parte de un equipo experimentado, lleno de pasión por el buen periodismo y de ilusión por responder a las necesidades informativas de los lectores en el formato impreso y en el desafiante ámbito digital. Agradezco lo mucho que he aprendido profesional y personalmente de los miembros de la redacción: Ana Eva Fraile, Lucía Martínez Alcalde y el propio Teo, como redactores, y Palmira Velázquez, como secretaria. Recordaré siempre la calidad de un trabajo bien hecho y el cuidado de los detalles que he percibido en todos. He visto Nuestro Tiempo como una escuela de humanidad.

Asimismo, doy las gracias a los columnistas y a todos los colaboradores, entre ellos Miguel Ángel Iriarte, anterior editor, que continúa escribiendo y ayudando en la búsqueda de nuevos temas. Gracias, cómo no, al apoyo constante de Alumni y al equipo de Errea Comunicación.

Quisiera agradecer también la libertad —otra forma de confianza— con la que he trabajado en NT. Refleja bien esa característica de la publicación la siguiente frase de su primer número, en 1954: «Aspira a ser una revista que recoja los latidos de la vida contemporánea, que informe y oriente acerca de los hechos, las ideas y los hombres que definen nuestra época, constituyen el presente y están creando el mundo de mañana».

Por supuesto, quedo a disposición de NT en lo que pueda necesitar de mí desde la Dirección de Comunicación de la Universidad de Navarra, tarea en la que continúo. El empeño merece la pena.

jediaz@unav.es

#712

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GRANDES TEMAS

ESCÚCHAME

[Página 20] Los pódcast son ya un fenómeno completamente asentado, hasta el punto de que grandes productoras están adaptando algunos para que sean series de televisión.

EL GRAN ÉXODO

[Página 06] Después de la invasión talibana, la familia Farzam huyó de Kabul con lo puesto. Esta es la crónica de su evacuación a través de un aeropuerto que ya es icono.

CIEN AÑOS DE LAFORET

[Página 36] Un siglo después del nacimiento de la escritora Carmen Laforet recuperamos las idas y venidas de una autora de éxito prematuro.

AMOR Y GUERRA

[Página 48] ¿Qué hace un matrimonio recién casado en el frente de guerra? Quedarse con los niños del Donbás (Ucrania) que no han conocido la paz.

CAMPUS Y ALUMNI

EL BEBÉ DE ANA IRIS [Página 68]

La célebre autora de Feria presentó en el Museo Universidad de Navarra su libro. Nuestro Tiempo la acompañó en una entrevista que contó con un testigo de excepción: su hijo de pocos meses.

LA MALETA NATALIA LÓPEZMORATALLA

[Página 62] La serie sobre la historia de la Universidad trae esta vez un perfil que incluye calabazas, bombas atómicas y hasta una copa de coñac.

Campus 56 Alumni 76 Cultura 86 Ensayo 106

ABAJO EL REGUETÓN [Página 76]

Ignasi Cambra ha tocado el piano en las mejores salas de conciertos del mundo. Habla en esta entrevista sobre cómo vive la música una persona ciega, pero también de cómo nos acercamos a lo clásico en el siglo xxi.

CONFÍE

[Página 106] El profesor Juan

Narbona Cárceles

da claves para comprender lo que viene después de la era de la posverdad: la de la posconfianza.

CARTA DESDE...

[Página 82] Oxford, a donde se acaba de mudar Lucía

Martínez Alcalde

[Fia 12 Com 14], redactora de Nuestro Tiempo.

COLABORAN

Diego S. Garrocho

[Página 84] El profesor de Filosofía que ha ganado el premio Gistau de periodismo le da una vuelta a la polarización.

María Álvarez de las Asturias [Página

46] reflexiona sobre cómo ayudar a los jóvenes a construir relaciones para siempre.

FIRMAS

Escuela de humanidad, Jesús C. Díaz 01 ¿Soy un snob o no?, Enrique García-Máiquez 18 Amores universitarios, María Álvarez 46 ¿Dos siglos de qué independencia?, Gustavo Milano 74 Los polos de la virtud, Diego S. Garrocho 84 Música eterna, Ignacio Uría 104 Vivir de milagro, Paco Sánchez 112

Las voces de Nuestro Tiempo en las redes

«La entrevista a @Lau_Ferrero en @NTunav es una gozada, recuerdos de Pamplona y profesores incluidos. ¡Y qué bien está escrita!». @borjamfm «He recibido en papel el último número de Nuestro Tiempo. Tras hojearlo, me gusta el titular que el editor, Jesús Díaz, da a “La Primera”: “Más que una cuestión de esfuerzo”. Siendo este necesario, se necesitan oportunidades donde ejercitarlo y lograr avances reales». @jmmanyu «Pienso que a los profesores nos conviene leer el artículo de @pacosanchez en el último @NTunav: “El color de la puerta importa poco. Importa que les importe el matiz, que lo busquen y lo disfruten, que no se queden en dicotomías primitivas, en claro y oscuro, en blanco y negro”». @mmalgarra «Mil veces dicho: la infancia es la patria de la vida. ¿Hay vida sin patria? Es la duda». @cespinov «Me flipan vuestras portadas». @icanosa07 «Últimamente se habla más del suicidio y de las enfermedades mentales. Es una buena noticia. Entre lo mejor que he leído, destaca este ambicioso reportaje en @NTunav, firmado por @javiermarrodan y diez estudiantes. Ofrecen una perspectiva muy completa». @JoseMTorralba «El telos de la universidad es buscar la verdad, en torno a una comunidad, en diálogo abierto, plural, y en un marco de respeto y desafío intelectual. @JonHaidt en #BUR2021». @gubieda «La noticia llegó en Ucrania y el diploma me pilla de vuelta en Liberia. Gracias a @majimeno y @NTunav». @FerminTorrano

«Hace un año la mascarilla era novedad, y escribí sobre esa «mirada sonriente» que podía adivinarse en los estudiantes al volver al campus. Nuevo curso, y me encanta leer a @amayavizmanos en @NTunav, sobre el superpoder de la mirada para cambiar el mundo». @jgmanglano «Seguro que gran parte de las enseñanzas, aptitudes, actitudes y valores aprendidos en la Universidad @unav nos han servido para poder estar en la línea de salida y poder finalizar el mundial. ¡#Gratitud y #reconocimiento por todo! #Gracias. Nos vemos pronto. #tándem». @attitude_fr

[Fermín Torrano recibió un premio La Buena Prensa de periodismo por una entrevista publicada en el número 708]. [Fernando Riaño, alumni entrevistado en el número 700, revalidó en septiembre el título de campeón mundial de duatlón larga distancia adaptado a personas con discapacidad visual].

«Fue una alegría celebrar ayer con la Fundación IEISA su 40.o aniversario, donde pudimos agradecer el apoyo que han brindado a la @unav y al @CIMA_unav en todos estos años. La Universidad no sería hoy lo que es sin la ayuda de sus Amigos. ¡Muchísimas felicidades!». @astabernero «La #newsletter de @NTunav es de lo mejorcito para arrancar la semana». @CrisGHevia «Acabo de escribir a mis alumnos: “Cualquier duda, no dudéis... en preguntarme”. Y me he hecho mucha gracia». @EGMaiquez

«Un texto estupendo sobre los comienzos del campus @NTunav, a propósito del libro memorable de Carlos Soria. Os va a gustar y traerá grandes recuerdos a muchas personas». @PerezLatre

«La primera vez que hablé con Carlos Soria en Buenos Aires de mi intención de hacer el doctorado en Navarra, año 1992, calculo, me habló mucho del campus y sus árboles. Y yo pensé: “Qué tío más raro”. Jajajaja». @ReyLennon

«Trece años de esta portada de @NTunav, entonces dirigida por @javiermarrodan, sobre el último atentado de ETA en la Universidad de Navarra». @Yago_Glez

«Algunos fuimos la mañana siguiente a @NTunav buscando refugio. Qué suerte que estabais». @maria_jimenezr

«Fue algo más que refugio. Besos enormes a todos.». @establesb

HILADOS

IMPORTANTES

—Retratar el caos y la desesperación.

Juan Carlos fue uno de los pocos fotoperiodistas que siguieron trabajando en Kabul pese al avance talibán. Con sus imágenes ha documentado la situación vivida en los alrededores del aeropuerto internacional Hamid Karzai así como en las calles de la capital afgana tras la toma de la ciudad. En esta fotografía, un padre cae sobre la concertina de la puerta norte del aeródromo cuando intenta entrar para ser evacuado.

«Nunca ha conocido la paz en su país». Así empezaba el texto del número 662 de Nuestro Tiempo que recogía el testimonio de Feroz Farzam. Nacido en Afganistán, en 1982, de pequeño presenció cómo un soldado soviético mataba a un niño en la cola del pan por armar alboroto. Once años después de ese reportaje, su historia de supervivencia continúa. En agosto consiguió escapar con su familia de Kabul, tras la llegada de los talibanes a la capital. Este es el relato de cuatro días agónicos mirando al cielo para dejar atrás el infierno.

texto María Malo García [Com 11] colaboradora Ana Eva Fraile [Com 99]

fotografía Juan Carlos «tienes que estar listo mañana a la una del mediodía para dejar el país; no se lo digas a nadie, no enciendas la luz. Coge las cosas importantes y deja el resto». Este fue el mensaje que Feroz Farzam, afgano y trabajador de la embajada italiana en Kabul, recibió el 15 de agosto de 2021 de madrugada. Ese mismo día los talibanes habían rodeado la capital, y el presidente Ashraf Ghani dimitió. Desde el exilio, publicó un mensaje en Facebook en el que aseguraba que se había retirado para «evitar un derramamiento de sangre». No quería, según dijo a través de la red social, que su nación sufriera una catástrofe como las de Yemen o Siria.

Feroz, casado y con cinco hijos de entre tres y catorce años, apenas tuvo unas horas para improvisar la huida: debían llegar al aeropuerto a tiempo para subirse a un avión humanitario del Ministerio de Defensa de Italia. Sus padres y varios de sus hermanos, residentes en la región de Pansjshir, también podían viajar en ese vuelo. Sin embargo, sabedor de las reticencias de su padre por abandonar la casa familiar, los animales, las tierras..., dudaba de que la unidad de los Farzam pudiera trasladarse fuera de las fronteras afganas, lejos del infierno de la violencia y del horror talibán.

Todavía guarda en su teléfono las imágenes de vídeo que recorrieron el mundo el 30 de mayo de 2017. «Mis amigos en Italia me reconocieron pasando con la moto junto a la embajada alemana momentos antes de que explotara una bomba. Dieciocho segundos me salvaron», explica Feroz. En aquel atentado más de doscientos civiles perdieron la vida. Desde entonces, «cuando me iba a trabajar, besaba a mis hijos y a mi mujer, y agradecía a Dios regresar sano y salvo. Tenía la sensación de que podría ser mi último día», relata conteniendo la emoción. De hecho, tomaron la medida de aislarse cada vez más para garantizar su seguridad: «Los fines de semana nos quedábamos en casa, nunca viajábamos, nunca planificábamos nada con amigos, no veíamos a la familia».

Feroz telefoneó a su padre, Mohammad Saber, pasadas las tres de la madrugada, hora a la que solía levantarse a rezar. Mantuvo con él una larga y tensa conversación sobre la importancia de ser evacuados de su país. Contra todo pronóstico, entró en razón y le prometió que se reunirían con ellos en la base militar de la capital afgana. El miedo a la muerte y a no volver a ver al resto del clan pesó más que el apego a su tierra.

Como sucedió frente a la ocupación soviética en los ochenta y durante la guerra civil en la década de los noventa, los «cinco leones» de Pansjshir —así se traduce el nombre de ese histórico valle— se convirtieron este verano en el último bastión de la resistencia afgana. Si el 1 de mayo —fecha en la que las tropas de Estados Unidos iniciaron su repliegue— las fuerzas gubernamentales estaban al mando de las treinta y cuatro provincias de Afganistán, el 15 de agosto treinta se habían rendido ante la

imparable ofensiva talibán, según informó Foundation for Defense of Democracies.

Una hora después de la llamada, Feroz despertó a su mujer, Parnian. Debía convencerla de que trasladarse a Italia era su única opción de soñar con un futuro de esperanza y libertad. Ella, ama de casa, no había conocido otro modo de vida que el afgano. A diferencia de Feroz, que estudió Relaciones Internacionales en la Università degli Studi di Perugia en Italia, y que habla inglés, árabe, italiano y un poco de español, Parnian no es capaz de leer o escribir en su lengua ni una sola palabra. La pareja se casó en 2012, como habían acordado sus progenitores, cuando él regresó de Italia. «En mi cultura los padres conciertan los matrimonios. Nunca me he llegado a plantear que no fuera así, ellos tienen experiencia y saben qué es lo mejor para sus hijos», relata Feroz.

Para tranquilizar a Parnian le dijo que el traslado sería algo temporal, «de tres o cuatro meses», aunque en el fondo sabía que no. Entre llantos, recogieron apresuradamente lo imprescindible. Toda su vida cupo en tres maletas. Más importante que lo que atesoraron en su equipaje era lo que debían hacer desaparecer: «Quemé cualquier documento que me pudiera relacionar con Italia y con su Gobierno: desde que trabajaba en la embajada supe que me había convertido en un objetivo para el régimen talibán», asegura.

—North Gate, Kabul. 19.08.21

Miles de afganos y ciudadanos estadounidenses intentan todos los días llegar a la puerta norte del aeropuerto pero la multitud es constantemente rechazada por los soldados que custodian la entrada. Los talibanes controlan las vías de acceso y patrullan las calles.

cuando un muro partió su familia en dos. El avance talibán fue más rápido de lo esperado. A las diez de la mañana de aquel 15 de agosto los terroristas cercaban Kabul. Las carreteras de acceso a la ciudad quedaron completamente bloqueadas. La inminente amenaza sembró de pánico las calles. La familia Farzam cubrió una parte del recorrido en coche; el resto del trayecto fue a pie. Un calvario tanto para ellos como para sus cinco hijos —cuatro varones y una niña—. Cuando consiguieron llegar hasta las inmediaciones de la base aérea, eran ya pasadas las cuatro de la tarde. El avión con destino a Italia había partido hacía poco más de tres horas. Sin embargo, los Farzam decidieron continuar con su intento de huir del país. Los italianos tendrían que asignarles un nuevo vuelo: quedarse en Kabul había dejado de ser una opción para ellos. A los padres de Feroz y a dos de sus hermanos les resultó imposible alcanzar la capital afgana. No hubo más remedio que regresar a su casa, en Pansjshir.

Si aproximarse al aeropuerto supuso una odisea, franquear alguna de sus puertas aún lo fue más. «Los ejércitos estadounidense y turco controlaban la base aérea. Todos nos dirigíamos al único sitio por el que nos dejaban entrar en ese momento, Abbey Gate, con temor a que se infiltraran talibanes, y también a que se desencadenaran avalanchas humanas», recuerda Feroz. Sus peores presagios se cumplieron: «Por la tarde los trabajadores locales de las embajadas llegaban de forma masiva por miedo a que los asesinara el nuevo régimen».

La familia Farzam permaneció junto al muro del aeropuerto durante horas. El calor, la falta de alimentos y el caos se apoderaron de la situación. Sus hijos sufrieron hambre, sed e, incluso, episodios de desvanecimiento. «A las diez de la noche me llamaron para comunicarme que debíamos cambiar de puerta: de Abbey Gate a West Gate. Allí no había casi nadie y, por primera vez, vimos la posibilidad de alcanzar la entrada. Pero, pasados cuarenta minutos, la gente se empezó a amontonar», lamenta Feroz.

Los nervios, el agotamiento y el miedo se fueron adueñando de ellos. «Vi unos cuatro o cinco vehículos militares por allí rondando: estaban vigilando. Me di cuenta de que sus ocupantes no eran afganos sino talibanes —relata Feroz con voz temblorosa—. Me asusté mucho. Teníamos que entrar al aeropuerto cuanto antes».

Llamó de nuevo a sus interlocutores del Gobierno italiano. Le aseguraron que estaban buscando, de acuerdo con los militares americanos y turcos, la forma de evacuarlos.

Entonces el ejército volvió a abrir la puerta: «Logré cruzar con una maleta y tres de mis hijos. Después escuché a gente corriendo que venía detrás de mí y los gritos de mi mujer, que se quedó al otro lado con los otros dos. Mi hija se soltó de mi mano, cayó al

suelo y la pisotearon. Conseguí cogerla y sacarla de ahí. Después la puerta se cerró a mis espaldas». Desesperado, rogó a los americanos que la reabrieran, pero se negaron.

Feroz no tenía nada que ofrecer a sus pequeños para comer, y su mujer vivía una angustia similar. A pesar del hambre y del calor, lo más duro para él fue «no poder ayudar a los miembros de mi familia que se quedaron fuera», confiesa. Pasó la noche en vela sujetando a dos de sus pequeños en brazos, intentando calmar su llanto.

Al día siguiente, lunes 16 de agosto, apeló de nuevo a la conciencia de los soldados que controlaban el acceso a la base aérea. Pero el argumento era siempre el mismo: «Si abrimos, la gente entra sin control y este es un aeropuerto militar, no podemos asumir el riesgo». A siete kilómetros de allí, la cadena de televisión Al Jazeera retransmitía en directo cómo un grupo de insurgentes armados recorría los salones del palacio presidencial de Kabul. Con la retirada de la bandera afgana, los milicianos celebraron simbólicamente la reconquista del país.

El matrimonio intentó comunicarse por teléfono, pero «los inhibidores bloqueaban tanto las llamadas como los mensajes de los móviles», explica Feroz. Mientras tanto, insistía con sus peticiones de ayuda a los militares, así como a los responsables italianos, para encontrar una solución que parecía imposible.

—Manifestaciones en Kabul. 19.08.21

Un grupo de personas desfila por la calle con la bandera de Afganistán para celebrar el Día de la Independencia de la nación, el 19 de agosto. Bajo el nuevo Gobierno talibán no hay celebración oficial ni se reconoce el día.

—Valle de Pansjshir. 06.09.21

Combatientes talibanes entran por la puerta que conduce a la ciudad de Bazarak. Han tomado la ciudad pero no han podido con la región entera y es el último paso para reclamar el fin de la guerra y proclamarse vencedores.

—Papeles para la huida. 19.08.21

El hombre de blanco muestra su pasaporte estadounidense a los soldados estadounidenses que custodian la puerta norte del aeródromo. Otros presentan visados o cualquier documento que les ayude a salir del país, por ejemplo, justificantes que demuestren que han trabajado durante un tiempo para una empresa extranjera.

Feroz consiguió contactar con su hermano Jalandar, estudiante de Medicina, que también residía en Kabul. Le resumió de manera acelerada la situación y le dio instrucciones claras: debía ir a buscar a su esposa y a los niños inmediatamente. «Se los llevó a comer algo a un restaurante, y de ahí a casa. Durmieron casi veinticuatro horas seguidas». Luego tenían que volver a la base. Parnian no se sentía con fuerzas: «Me rogó que embarcara yo con mis hijos, que ella permanecería en Kabul con los demás». Tan solo imaginar cómo podría acabar la historia si partía sin ellos le dio coraje para convencer a su mujer.

El 17 de agosto al mediodía probaron otra entrada, la North Gate. Pero se quedaron a más de cien metros de tocar siquiera la puerta: «Vi cómo los pequeños que estaban con Parnian se desmayaron por el calor, los cuerpos de seguridad italianos no pudieron salir a por ellos. Entonces ordené tanto a mi hermano como a mi mujer que se fueran a casa; lo intentarían de nuevo más tarde».

En el centro de la ciudad, Zabihullah Mujahid, hasta entonces la voz sombría que descolgaba el teléfono para atender a los reporteros —y una mano hiperactiva en Twitter que reivindica atentados y desmiente la autoría de algunos ataques— compareció por primera vez en público.

Durante esa histórica rueda de prensa habló en nombre del Emirato Islámico de Afganistán, la denominación con la que

La familia Farzam en el aeropuerto

Entrada

ZONA MILITAR

2

15 de agosto 22:00 h La familia al completo cambia a West Gate.

3

15 de agosto 23:20 h Feroz y tres hijos logran cruzar la puerta.

6

18 de agosto 09:00 h Parnian y dos hijos consiguen entrar al aeropuerto. West Gate

ZONA CIVIL

TERMINAL

Entrada principal Entrada

17 de agosto 12:00 h Parnian y dos hijos se quedan a cien metros de North Gate.

North Gate

16 de agosto 16:00 h Un hermano de Feroz se reúne con Parnian y dos de sus sobrinos. Duermen en su casa durante 24 horas.

7

18 de agosto 20:00 h La familia se sube al avión.

8

19 de agosto 13:00 h El vuelo aterriza en Roma.

Abbey Gate East Gate

1

15 de agosto 16:00 h La familia llega al aeropuerto. Se sitúa frente a Abbey Gate. Su vuelo ha partido hace tres horas.

los integristas rebautizaron el país cuando ostentaron el poder entre 1996 y 2001. Como señaló la BBC, sus mensajes resonaron «extrañamente moderados y conciliadores». Palabras como amnistía, paz y derechos humanos, matizadas «dentro del marco de la ley islámica», provocaron recelo dentro y fuera del país. Imborrable el recuerdo de las mujeres afganas, presas bajo el burka, a las que prohibieron ir a estudiar y trabajar. Otras escenas palpitan aún en la memoria reciente. Hasta el 6 de agosto, el asiento que ocupó Mujahid durante su estreno frente a los medios había pertenecido a Dawa Khan Menapal. Al entonces director del Centro de Información del Gobierno, también exviceportavoz del Palacio Presidencial, lo asesinaron militantes talibanes en un tiroteo, según el propio Mujahid confirmó en Twitter.

Feroz relata una nueva tentativa en el aeropuerto a las nueve de la mañana del día 18 por la West Gate: «Y esta vez lo consiguieron. Todos juntos volamos finalmente a Italia». Los cinco miembros de la familia Farzam y Jalandar. Sin embargo, la premura de la huida dejó sus maletas en tierra.

sin ropa y sin dinero, pero vivos. El avión procedente de Kabul aterrizó el 19 de agosto en Roma. Después, trasladaron a la familia a Cosenza, donde pasaron la cuarentena: permanecieron encerrados en una habitación en un complejo militar durante diez días. Una mala conexión a internet solo les permitió mensajearse por WhatsApp con los familiares que continuaban en Pansjshir y los amigos que Feroz tiene en Italia y España.

Los militares les facilitaban únicamente tres comidas diarias. «Los niños y Parnian lo pasaron muy mal. Apenas ingerían alimento porque no están acostumbrados a la cocina italiana —explica— y tampoco podíamos adquirir otros comestibles y prepararlos». Durante varias jornadas, Feroz padeció un fuerte dolor de garganta: «Ya se pasará», le decían, sin ofrecerle ningún medicamento. Con sus pertenencias en Kabul, tampoco pudieron cambiarse de ropa. El aeropuerto cayó en manos talibanas antes de que el ejército italiano pudiera transportar sus maletas en otro avión. «Me inquieta la seguridad de mi familia en Afganistán. Nuestro equipaje contenía documentación que podría identificarme a mí y que puede comprometerles a ellos», explica Feroz, preocupado. Además, también perdió el poco dinero que había logrado reunir en casa —unos cinco mil dólares americanos por un lado, y otros ochocientos dólares en moneda afgana por otro—, así como alguna joya familiar que tenía un valor más sentimental que económico.

Una vez superada la mala experiencia de la cuarentena, les trasladaron a Ancona, un municipio en la costa este. El Gobierno italiano les ha proporcionado una vivienda temporal, ropa y una

CRONOLOGÍA

Los últimos veinte años en Afganistán

l 11 de septiembre de 2001. Al Qaeda atenta contra el World Trade Center y el Pentágono. Estados Unidos, bajo la administración de George W. Bush, declara la «guerra contra el terrorismo internacional». l 7 de octubre de 2001. Las tropas estadounidenses y sus aliados invaden Afganistán con el objetivo de derrocar al Gobierno de los talibanes, que protegía a ciertos grupos terroristas. l 14 de abril de 2021. Joe Biden anuncia la retira definitiva de tropas de Afganistán. Con una duración de veinte años, se trata del conflicto bélico más largo llevado a cabo por EE. UU. en su historia. Han perdido la vida 2300 militares y ha costado dos billones de dólares. l 1 de mayo de 2021. EE. UU. inicia el cierre de algunas bases aéreas en Afganistán. En los distritos rurales del país tiene lugar un repunte de la ofensiva talibán. l 15 de agosto de 2021. Los talibanes rodean Kabul y conquistan la ciudad. El presidente Ashraf Ghani huye. l 16 de agosto. Los talibanes toman el palacio presidencial de Kabul y retiran la bandera afgana. l 30 de agosto. La presencia militar de EE. UU. en Afganistán durante veinte años termina a medianoche. l 31 de agosto. Kabul amanece sin tropas internacionales. l 6 de septiembre. Los talibanes proclaman el control total de Afganistán tras la caída del valle de Pansjshir, la única de las 34 provincias afganas entonces en combate. l 7 de septiembre. Los talibanes forman Gobierno. l 12 de octubre. Cumbre G20 especial sobre Afganistán. Se aprueba una inversión de 1300 millones de euros en Afganistán que coordinará la ONU.

Pansjshir

Kabul

l 18 de agosto. El portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, da su primera rueda de prensa. l 20 de agosto. Pansjshir resiste. Es el último bastión. l 26 de agosto. Explosión en el aeropuerto. El ISIS reivindica finalmente el atentado.

pequeña asignación que les permite «de momento vivir, que no es poco», reconoce con alegría Feroz. Sin embargo, se vieron separados de su hermano, al que alojaron en Pésaro, una localidad también bañada por el Adriático, a una hora en coche.

El día a día de la familia Farzam pivota entre las clases de italiano por las tardes, para que la integración resulte más fácil, y la espera de noticias, tanto de los funcionarios italianos como de sus seres queridos en Afganistán. «Mi madre sufre depresión, pasa los días llorando. La melancolía por tenernos lejos está pudiendo con ella aunque comprende que nos era imposible permanecer en Kabul más tiempo», asegura.

La acogida en esta región ha sido muy positiva: «Nos han recibido con los brazos abiertos, sobre todo la gente mayor. Cuando nos ven paseando me paran y me preguntan cómo estamos, si necesitamos algo... Son muy amables y nos sentimos muy felices aquí», cuenta Feroz. Su hermano anhela una respuesta rápida a la petición de reunificación familiar en Ancona.

empezar de cero soñando con volver. La mayoría de los afganos que han recalado en tierras italianas lo hacen en calidad de asilados políticos. No es el caso de Feroz: el 9 de agosto, poco antes de su accidentada huida de Kabul, recibió la ciudadanía italiana.

—¿Solvencia talibán? 13.10.21

No deja de ser paradójico que los talibanes sean los encargados de la seguridad. Un combatiente extremista custodia un mercado de intercambio de moneda que, durante la invasión, permaneció cerrado. A pesar de la incertidumbre económica provocada por el nuevo régimen, la Western Union y Money Gram han reanudado sus servicios.

—La ciudad tras el éxodo. 04.09.21

Antes de que los talibanes llegaran, las calles de Kabul, una urbe de más de cuatro millones de habitantes, estaban llenas de gente. Algunos datos hablan de que la población se ha desplomado en un 70 o un 80 por ciento. Afganistán es el tercer país del mundo con mayor número de desplazados.

—Rostro borrado. 19.08.21

Un póster rasgado del expresidente de Afganistán, Ashraf Ghani, quien renunció en medio de la toma de posesión de los talibanes y huyó del país.

—Derechos en entredicho. 11.09.21

El futuro de las mujeres afganas en el nuevo gobierno talibán aún es incierto, a pesar de que los representantes del Emirato Islámico han dicho que permitirán que las mujeres afganas puedan trabajar y estudiar «de acuerdo con la ley islámica». La imagen se tomó en un evento en la Universidad Shaheed Prof. Rabbani de Kabul, donde estudiantes universitarias y niñas en edad escolar expresaron su apoyo al régimen.

Como trabajador gubernamental adscrito al Ministerio de Asuntos Exteriores Feroz debe elegir ahora destino para continuar desarrollando sus funciones diplomáticas en una nueva embajada. Prefiere permanecer en Europa, en Alemania o Italia, pero quizá la balanza se incline por Turquía «porque hay alguna vacante y la vida allí cuesta menos». No obstante, su deseo inicial fue decantarse por Roma: «Aprender italiano es más sencillo y creo que facilitaría la adaptación de mi familia, pero no me han dado esta posibilidad». Insiste en que lo que más le preocupa es su mujer: «Le va a resultar difícil el cambio. Afganistán no estaba tan avanzado como podía parecer. Y su condición de analfabeta aún complica más las cosas. Por eso voy a enseñarle a leer y a escribir, para que sea autónoma».

Una de las personas que ha defendido con más firmeza los derechos de las mujeres afganas es Zarifa Ghafari. En 2018, con 26 años, se convirtió en la alcaldesa más joven del país. Desde entonces su nombre está en la lista de voces que los talibanes quieren enterrar. Su destino se cruzó con el de la familia Farzam el 18 de agosto en el aeropuerto de Kabul. Llegó escondida en un coche para volar a Alemania. «Subir a ese avión resultó más doloroso que perder a mi padre», aseguró a la cadena BBC. Era un alto cargo del ejército afgano y el 5 de noviembre de 2020 la milicia lo asesinó cerca de su casa. Fue él quien algunas

semanas antes recordó a su hija por qué merecía la pena tanto sacrificio: «Luchas por ti, para cambiar todo».

Feroz, de arraigada cultura árabe y fiel seguidor de las tradiciones musulmanas, siempre actúa de acuerdo con lo que los demás esperan de él: sus padres, su mujer, sus amigos... Pese a todo, nunca ha querido vivir en Estados vecinos como Pakistán. «En los demás países árabes a los afganos nos consideran ciudadanos de segunda. Y empezar de cero en otro lugar ya es demasiado duro como para tener que lidiar con eso», señala.

Nunca han visitado Turquía, pero les resulta «familiar». En Afganistán, Feroz seguía las series de televisión turcas y le parece un país «bonito y moderno». «Me ilusiona vivir allí —comenta—. Además, mi hermano Waisudin estudia Medicina allí. También se encuentra más cerca de nuestras raíces, y los vuelos son más económicos que desde Europa. No pierdo la esperanza de viajar a mi patria si dentro de unos años vuelve la paz», confiesa.

Sin embargo, elegir dónde establecerse no es la mayor inquietud a la que se enfrentan. A Feroz le quita el sueño pensar en sus padres y las tres hermanas que no pudieron salir de Afganistán. «Tengo el deber de regresar algún día a cuidar de ellos, soy el hijo mayor», expone con firmeza. Apenas unos segundos después de esta afirmación se pregunta: «¿Para qué volver a un lugar sin futuro, sin trabajo, del que médicos, ingenieros y las personas capacitadas para liderarlo han huido por miedo a los talibanes?». Tampoco está muy seguro del recibimiento que darían a los ciudadanos que, como él y su familia, abandonaron su patria. ¿Les harían prisioneros? ¿Les condenarían a muerte? «Los talibanes afirman que van a respetar los derechos humanos. Quieren retener allí a la gente con estudios, pero yo no me creo esta nueva versión: sus actos dicen lo contrario de lo que promulgan», reflexiona Feroz. Para él, Afganistán seguirá los mismos pasos que Siria hace unos años, cuya población abandonó en masa el país intentando llegar a Europa, «enterrando con ese gran éxodo el futuro de una sociedad formada en las aulas universitarias».

De momento, la familia Farzam espera que se confirme su destino en Turquía. Están muy ilusionados con la oportunidad de recomenzar y no piensan desaprovecharla: «Mis hijos tienen un horizonte de paz y libertad con el que no podríamos haber soñado en Afganistán». Nt

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