Psicovigilancia de la salud en situaciones de emergencia sanitaria

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¿Cómo cuidarse para cuidar? PSICOVIGILANCIA DE LA SALUD EN SITUACIONES DE EMERGENCIA SANITARIA Psicovigilancia de la salud, autocuidado y psicoprevención del profesional sanitario y del paciente

Coordinadoras: Claudia Rodríguez Parras Psicóloga general sanitaria. Especialista en psicoanalítica infantojuvenil y adultos. Facilitadora de la gestión psicoemocional en procesos de crisis personales, catástrofes y emergencias. Marta Rodríguez Peso Psicóloga y lean office coach, especialista en la generación de modelos de mejora continua. Facilitadora de la gestión del cambio y modelos de adopción ante crisis. Presidenta de la asociación ATB Cedeca para la psicovigilancia de la salud.

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Psicovigilancia de la salud del profesional sanitario en situaciones de emergencia sanitaria

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ÍNDICE Contexto

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Tema 1 Situaciones complejas a las que se enfrenta el profesional sanitario en situaciones de emergencia

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Tema 2 Detección precoz, alertas psicológicas frente a situaciones de emergencia sanitaria

2.1. La importancia de la detección precoz de los efectos psicológicos de la emergencia sanitaria en el profesional sanitario

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2 .2. Factores de vulnerabilidad, señales o secuelas psicológicas que deberían generar una alerta en el profesional sanitario en situaciones de emergencia sanitaria y ante la desescalada

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Tema 3 Soluciones, medidas de autoprotección psicológica

3.1. Claves para la autogestión emocional en situaciones de estrés y ansiedad

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3 .2. Medidas de autoprotección psicológica del personal sanitario durante la desescalada y frente a un posible rebrote

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Tema 4 Auxilios, ¿cuándo derivar?

4 .1. ¿Por qué al profesional sanitario le cuesta pedir apoyo psicológico para reducir el impacto emocional durante la emergencia sanitaria?

4.2. ¿Cuándo es necesario que el profesional sanitario solicite apoyo psicológico profesional?

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CONTEXTO

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Los profesionales sanitarios ante una emergencia sanitaria trabajan a destajo, atendiendo a los pacientes afectados en la medida de sus posibilidades, adaptándose a los recursos disponibles, superando obstáculos, asumiendo riesgos, afrontando temores, padeciendo las consecuencias y, todo ello, al margen de sus especialidades, lugar de trabajo habitual y sus consultas (pediatría, cirugía, oftalmología, digestivo, atención primaria...). Se ven sometidos a una sobrecarga de trabajo, a unas jornadas interminables, a un desgaste emocional y a un estado de estrés constante que probablemente pasa factura psicológicamente, aunque no sean conscientes de ello. La misión del profesional sanitario es muy vocacional y, por lo general, no se considera un “héroe”, sino que se asume que “solo hace su trabajo, hace lo que hay que hacer”. Sin embargo, toda la población aplaude y agradece desde el primer día la predisposición y la entrega con la que se ponen al servicio de la salud de todos, al margen de sus especialidades y afrontando estados de confusión o duda, investigando, estudiando y superando dificultades personales o familiares. Velan ante todo por la salud y el bienestar de los pacientes afectados por la emergencia sanitaria, mantienen informados a los familiares, comparten sus conocimientos entre compañeros en beneficio del paciente y el avance de la salud, etcétera. Sin embargo, aunque su responsabilidad reside en el cuidado del otro y bajo casi cualquier condición, en términos generales es posible que no tenga suficientemente en cuenta la importancia de cuidar su propia salud psicológica y su bienestar emocional para el desempeño eficaz de su profesión. Los profesionales sanitarios se mantienen informados, transmiten la información oportuna, comunican mensajes de tranquilidad y esperanza, aunque también de pérdida, dolor y sufrimiento…, pero, ¿quién cuida de ellos para reducir el impacto emocional y el estrés por todo lo que están viviendo? ¿Quiénes conocen y adoptan medidas de autoprotección psicológica? ¿Quiénes conocen y acuden a los servicios gratuitos de apoyo psicológico online para sanitarios que se ponen a su disposición desde entidades públicas y privadas? ¿Quiénes “se permiten” compartir sus sentimientos (miedo, frustración, pena, impotencia, incertidumbre, culpa, indefensión…) con compañeros de trabajo o con familiares? La respuesta es una incógnita, pero, probablemente, pocos porque... ¿No tienen costumbre?, ¿es porque les hace sentir más vulnerables?, ¿es porque no quieren hacer sufrir al otro por sus sentimientos y preocupaciones?, ¿es porque se van a sentir desbordados emocionalmente y no van a parar de llorar?, ¿es porque tienen miedos como todo el mundo pero nadie lo tiene que notar porque son el médico, el enfermero o la enfermera?, ¿es porque nadie les puede ayudar?

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Actualmente, nos encontramos ante una emergencia sanitaria sin precedentes generada por la aparición del virus COVID-19 (Coronavirus infectious disease-19), que surgió previamente en Wuhan (China) en el año 2019, no habiendo sido identificado con anterioridad en humanos, conformando una situación de emergencia de carácter mundial, capaz de afectar a cualquier perfil personal, siendo aquellas personas con afecciones médicas previas o personas mayores las más vulnerables. Actualmente, existe una gran falta de información, pero la reportada tras la atención de casos confirmados de pacientes contagiados por COVID-19 revela cuadros clínicos desde una reacción asintomática hasta otros de alta gravedad, pudiendo llegar a provocar la muerte. El 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud elevó la situación de emergencia de salud pública ocasionada por el COVID-19 a pandemia internacional y el 14 de marzo de 2020 se decretó en España el estado de alarma para la gestión de la situación de la crisis sanitaria, afectando a todo el territorio nacional, limitando la libertad de circulación de las personas por las vías de uso público, introduciendo así a la población en una fase de confinamiento temporal prorrogable. La rapidez en la evolución de los hechos, a escala nacional e internacional, requirió la adopción de medidas inmediatas para hacer frente a esta coyuntura. En España se tomaron medidas de contención en el ámbito educativo y de la formación, en el ámbito de la actividad comercial, equipamientos culturales, establecimientos y actividades recreativas, actividades de hostelería y restauración, medidas de contención en relación con los lugares de culto y con las ceremonias civiles y religiosas y aquellas dirigidas a reforzar el Sistema Nacional de Salud en todo el territorio nacional. Nos enfrentamos día tras día a cifras dramáticas, y sin definir, de repuntes de fallecimientos, ritmos cambiantes de caídas y recaídas de contagiados, sin dejar de ajustar nuestras expectativas, padeciendo pérdidas, decesos diarios en masa sin precedentes, transitando y conviviendo con el riesgo a la enfermedad, y a la muerte… Y cada día, afrontando la incertidumbre más temida a nivel mundial. Actualmente, estamos ante un horizonte incierto, polémico y con giros inesperados en la hoja de ruta de la desescalada y el desconfinamiento, y con el horizonte puesto en un posible rebrote o una nueva pandemia. Por este motivo, la psicovigilancia de la salud de los profesionales sanitarios e instarles a adoptar medidas de autoprotección psicológica en la emergencia sanitaria NO debería ser una opción y debería convertirse en una tarea de TODOS, puesto que son los encargados de velar por la salud de la población que acude a sus consultas o a los distintos servicios hospitalarios, al margen de sus especialidades.

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TEMA 1 Situaciones complejas a las que se enfrenta el profesional sanitario en situaciones de emergencia BLOQUE

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Al principio no da tiempo a parar, descansar y estudiar bien el proceso de la emergencia sanitaria. La prioridad siempre es sacar adelante a todos los enfermos. Por este motivo, las emergencias sanitarias también suponen un grave problema de salud para el profesional sanitario, porque alteran su equilibrio psicológico y el de sus familiares. Antes de la emergencia sanitaria, el profesional sanitario tiene tiempo para tomar decisiones, bajo su criterio, especialidad, formación, código ético y experiencia profesional, y todo ello, sabiendo que no pone en riesgo a ninguno de sus familiares o amigos. Percibir y sentirse responsable de la vulnerabilidad de su familia es uno de los motivos que probablemente más preocupa y desestabiliza al profesional sanitario cuando se enfrenta a una emergencia sanitaria producida por una epidemia. A todo ello se une que, en las emergencias sanitarias, los recursos siempre son insuficientes, más o menos eficaces, y hay que saber cómo distribuirlos con responsabilidad. Este es un dilema complicado y la incertidumbre toma protagonismo durante todas las etapas de la emergencia sanitaria. En la fase de alarma, ante un posible rebrote y ante la congestión de los servicios de Atención Primaria, el profesional sanitario pierde en parte la sensación de control, seguridad y certidumbre durante el desempeño de sus funciones, y si la emergencia supera sus conocimientos, también influye en la toma de decisiones y la autoconfianza. Además, tiene que confiar en quiénes coordinan los recursos y en la veracidad de la información que recibe en cuanto a la gestión, evolución de la enfermedad, y los procedimientos y protocolos que va a seguir. Este hecho puede provocar reacciones psicológicas muy particulares, de mayor o menor conformidad, alteraciones del estado de ánimo, resignación, indignación, sentimientos de desprotección, estados de ansiedad, impotencia o frustración, búsqueda constante de información para contrastarla e impaciencia por querer saber y no poder. Por ejemplo, se le pueden presentar posibles complicaciones por patologías agravadas de las que hay poca o ninguna investigación al respecto: VRS (virus respiratorio sincitial), shock pediátrico, etcétera. Como es sabido, el profesional sanitario vive la emergencia en directo, es el primero que debe asumir las medidas de seguridad y protección ante las consecuencias más graves de la emergencia, superando obstáculos e impedimentos, puesto que mantener su salud para cuidar a los pacientes es absolutamente imprescindible. Sin embargo, se ven inesperadamente muy afectados psicológicamente por todo lo que está ocurriendo, puesto que están más expuestos que cualquiera, comenzando entonces a considerarse población vulnerable porque su salud física y mental están en riesgo. Pongamos un caso que se puede presentar: el profesional sanitario deja de conectar consigo mismo y con sus necesidades, porque siente que sus prioridades han cambiado. Siente que tiene la responsabilidad de conectar emocionalmente con el paciente y el familiar, adaptar su estado de ánimo, empatizar, cuidar la forma en la que comunica las malas noticias y trabajar con la mayor profesionalidad posible al margen de su especialidad. A esto se añade tener que cambiar de hospital, trabajar durante jornadas interminables, generar alivio,

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empatizar con el dolor, la angustia o el malestar del paciente y/o del familiar, evitando mostrarse frío, distante, indiferente o saturado, y no dejarse llevar por sus emociones o sus problemas personales. Además, siente la responsabilidad de reconocer y validar los esfuerzos que está haciendo la persona para afrontar la situación actual, promover la activación de medidas de seguridad y autoprotección, así como dar a conocer y promover los recursos de su entorno. Además, cuando la supervivencia está en juego, los recursos disponibles los debe concentrar para atender la urgencia y resolverla cuanto antes, quedando relegados a un segundo plano los recursos para la atención de su propia salud mental. Ante un posible rebrote, sería esperable entonces que el profesional sanitario experimentara, de forma casi permanente, sentimientos contradictorios, cambios de estado de ánimo, sentimientos de incertidumbre, inseguridad e insatisfacción porque lo que se ha logrado y cómo se ha logrado ha sido insuficiente. Es posible que se culpabilice por sus “errores”, por lo que hizo y por lo que no hizo y por lo que desconocía, disminuyendo así la confianza en sus capacidades y conocimientos. Aunque la emergencia sanitaria avance hacia una nueva fase de mejoría por un descenso del número de fallecidos, por la recuperación de los pacientes más graves y el alta de la gran mayoría de ellos, siempre se teme el retroceso, los posibles rebrotes y las medidas extremas que se tendrían que volver a adoptar. En este nuevo escenario más esperanzador, pero dudoso a la vez y sin tiempo para recuperarse tras el desgaste emocional, puede que sigan sin abordarse con eficacia y eficiencia las necesidades aún no cubiertas y sus efectos psicológicos negativos correspondientes, así como el estado de vulnerabilidad psicológica en los profesionales sanitarios.

! El profesional sanitario es posible que esté viviendo una de las etapas de mayor impacto de su vida, hasta el punto de convertirse en un momento en el que incluso se ha podido cuestionar continuar con su profesión. Está descubriendo que tiene unas necesidades muy concretas de adaptación para las que no está preparado, así que puede ser especialmente útil que desarrolle estrategias de afrontamiento eficaces y saludables que favorezcan la adaptación al cambio, la flexibilidad cognitiva, la introspección y la tolerancia a la incertidumbre, así como la adquisición de conocimientos y habilidades para que siga fomentando su desarrollo intelectual, afectivo y profesional.

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TEMA 2 Detección precoz, alertas psicológicas frente a situaciones de emergencia sanitaria BLOQUE

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2.1. La importancia de la detección precoz de los efectos psicológicos de la emergencia sanitaria en el profesional sanitario La detección precoz de los efectos psicológicos de la emergencia sanitaria debería ser una tarea de todos porque la salud psicológica de toda la población está en riesgo. Detectar a tiempo las señales y comprender lo que comunica el cuerpo a través de los síntomas requiere saber vigilar el estado de salud, reservarse algo de tiempo para ello, conocerse y entender lo que uno siente. Solo así podemos cuidar de los demás, manteniendo nuestro bienestar emocional y el de las personas del entorno más cercano. En términos generales, la desinformación y la falta de conocimiento provoca estrés, frustración, desesperación, inquietud, rumiaciones, preocupaciones constantes, agotamiento, y desestabiliza a las personas. El principal objetivo de la detección precoz es paliar cuanto antes los efectos psicológicos de la emergencia, promover la resiliencia y el autocuidado del profesional sanitario, porque para cuidar hay que cuidarse, y minimizar el riesgo de desarrollo o cronificación de los síntomas psicológicos posteriores. La mayoría de las dificultades emocionales avanzan porque no se adoptan medidas de prevención o no se ha intervenido de forma eficaz. Es decir, si las personas no nos sentimos capaces de atajar el origen de lo que nos está pasando, lo más probable es que psicológicamente empeoremos porque en salud mental no funciona pensar que el tiempo lo cura todo. El profesional sanitario pertenece al ecosistema de salud que vigila y actúa por la salud porque “más vale prevenir que curar”, pero para ello hay que reconocer los síntomas o las señales que vienen anunciando un desenlace indeseable e intervenir a tiempo. La preparación, formación, capacidad de trabajo en equipo y experiencia del profesional sanitario le hace ser capaz de gestionar con solidez su día a día en consulta, abordar con responsabilidad, eficacia y eficiencia su especialidad, y atender pacientes con circunstancias muy variadas, necesidades y enfermedades bien distintas. También le capacita para afrontar con garantías las situaciones adversas y las emergencias sanitarias, pero todo ello sería mucho mejor si de ahí saliera fortalecido, tomara conciencia de que es imprescindible que identifique sus necesidades, exprese sus sentimientos y sea coherente con lo que siente, hace y piensa, así como tener suficiente equilibrio emocional y salud mental como para tomar decisiones adaptativas y adecuadas ante las dificultades que se presentan en cualquier crisis.

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La capacidad para ser resiliente también puede ayudar al profesional sanitario para reiniciar su presente, extraer aprendizajes y estar en continua interacción con las personas y los profesionales de otras especialidades que le pueden ayudar a encontrar soluciones ante sus propias crisis personales, familiares o profesionales.

No voy a poder, ya estoy harto, abandono, ¿por qué me está pasando esto a mí?, no me dejan ser feliz, nunca voy a lograr salir de esta, todo lo malo me ocurre a mí y no hay nada bueno en todo esto...

El profesional sanitario que es resiliente, y lleva a cabo conductas de autocuidado en su rutina diaria, tiene la capacidad de tolerar el malestar y de superar adversidades porque diariamente está en contacto con la enfermedad y anima a sus pacientes a adoptar un afrontamiento basado en el reto, siendo un referente para ellos porque lo pone en práctica en su vida: “Esto es muy difícil, lo sé, pero se puede superar. Ánimo”. “No te vas a dejar vencer por la enfermedad, tú puedes”. Además, tiene la capacidad de explicar al paciente que el afrontamiento basado en la amenaza, la injusticia, el derrotismo o el victimismo, así como los extremos o generalizar, son unas estrategias desadaptativas que le perjudican. Tal y como hace consigo mismo, le anima a superar creencias limitantes y a superarse cada día, haciendo menos caso al soliloquio que le boicotea: En los casos en los que el profesional sanitario presente una mayor vulnerabilidad, para garantizar su salud mental debería conocer los síntomas emocionales más comunes en estas situaciones de emergencia sanitaria, puesto que lo más importante para un abordaje eficaz es identificarlos lo más precozmente posible con el fin de adoptar las medidas necesarias. Sin embargo, las personas, por lo general, solemos tener la sensación de que nuestra salud emocional está bajo control, aunque la realidad, en muchos casos, es bien distinta.

2.2. Factores de vulnerabilidad, señales o secuelas psicológicas que deberían generar una alerta en el profesional sanitario en situaciones de emergencia sanitaria y ante la desescalada Como consecuencia del impacto de la situación de emergencia sobre el propio profesional sanitario como individuo directamente afectado, el miedo, la ansiedad y otras experiencias emocionales, como la tristeza o la ira, han ido apareciendo en algunos profesionales como reacciones normales ante una situación de emergencia. El estrés y la intensa incertidumbre sostenidos en el tiempo, sumados al excesivo y prolongado ritmo de trabajo (algunos continuando incluso contagiados y sin material de protección adecuado), viéndose además obligados a afrontar situaciones límite, tanto desde su especialidad como teniéndose que adaptar a otras, tomando difíciles decisiones bajo desbordantes estados de estrés, trabajando sin descansos ni tregua, sin la debida protección tanto física como emocional, lidiando con sus propias dificultades personales y miedo por contagiar a sus familiares, duplicando turnos, sirviendo de refuerzo en días festivos, aumentando sus días de guardia y desafortunadamente un largo etcétera, hacen que los profesionales sanitarios constituyan uno de los grupos más vulnerables de la población desde un punto de vista psicoemocional.

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Sin embargo, solo el 9% de las llamadas recibidas a través del Servicio telefónico de intervención psicológica que puso en marcha el Ministerio de Sanidad y el Consejo General de la Psicología al inicio de la crisis de COVID-19, procedían de sanitarios durante el primer mes de apertura*.

* Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (01/05/2020) Comunicado. Más de diez millones de españoles en riesgo de presentar problemas psicológicos derivado de la pandemia de Covid. Recuperado de: https://www.copmadrid.org/web/comunicacion/noticias/1518/comunicado-mas-diez-millones-espanoles-riesgo-presentar-problemas-psicologicos-derivados-la-pandemia-covid19

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La desprotección del profesional sanitario es evidente, pero su vulnerabilidad, además, puede ir en aumento si el propio profesional no se psicovigila a sí mismo, y se protege, estableciendo medidas de autocuidado, teniendo además en cuenta que con la desescalada es esperable que aumente la demanda asistencial, por no mencionar la probabilidad de un futuro rebrote.

FACTORES QUE SE PREVÉN QUE GENERARÁN MAYOR VULNERABILIDAD PSICOLÓGICA EN EL PROFESIONAL SANITARIO DURANTE LA DESESCALADA (y ante los que es preciso desplegar la propia psicovigilancia) • Desbordamiento de la demanda asistencial, que se espera en la fase de desescalada y en el caso de un posible rebrote. • El riesgo y el temor por contraer enfermedades temidas y transmitirlas a familiares, amigos y otras personas en el trabajo. Este factor juega un papel muy importante porque puede provocar el propio aislamiento del sanitario con respecto a su familia y la pérdida de apoyo psicoemocional. • Equipos de protección laboral que pueden llegar a ser insuficientes, poco confortables, que limiten la movilidad y la comunicación o que puedan producir, por otro lado, una sensación de seguridad incierta. • La gestión de la angustia del paciente y las familias, que puede ser cada vez más difícil de manejar para el personal sanitario conforme aumente la demanda y continúe la sensación de incertidumbre. • La prolongación de la intervención directa con pacientes que pueden mantener e intensificar las sensaciones de miedo, pena, frustración, culpa, insomnio y agotamiento. • Situaciones en las que el profesional se vea obligado a tomar decisiones complejas, en un breve tiempo, generando intensos dilemas morales y culpa. • Lidiar con una constante incertidumbre laboral al desconocer los adecuados y específicos protocolos de intervención o los pronósticos, principalmente en la población pediátrica u otros grupos de los que actualmente existe insuficiente información médica. • Posibles problemas psicológicos (estrés, depresión, fobia, hipocondría…), y dificultades personales (problemas familiares, de pareja, etc.), previos a la situación de emergencia. • La preocupación económica y/o familiar también puede contribuir a la vulnerabilidad del profesional sanitario durante la desescalada, ya que aquellos profesionales o familiares sin contrato laboral experimentarán una grave angustia socioeconómica, siendo un factor de riesgo de problemas psicológicos, como ansiedad o depresión, varios meses después. • El concepto de héroe del sanitario, que de alguna manera puede someter a mayor presión u obligar a cumplir expectativas de la población, bloquear las propias emociones, etcétera.

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Es precisamente este último uno de los factores silenciosos que dificulta en ocasiones al profesional de la salud la conexión con su propia emoción. Muchas veces el concepto de médico establecido en nuestra sociedad genera que la población espere que, ante ciertas situaciones de crisis, el sanitario sea un modelo resolutivo, implicando con ello la promoción del razonamiento lógico en detrimento, muchas veces, de la adecuada conexión y gestión emocional. La desconexión emocional en ciertos momentos puede ser realmente útil, pero mantenida en el tiempo puede colocar al profesional en una situación de vulnerabilidad emocional desde la que continúa trabajando al límite de sus posibilidades mientras suma secuelas psicológicas. Por todo ello, es imprescindible dotar al propio profesional sanitario de herramientas de psicovigilancia y psicoprevención que “le hagan sonar las alarmas” para la aplicación de medidas de autocuidado que le permitan protegerse, proteger a su familia y continuar realizando su trabajo con calidad; en definitiva: cuidarse para cuidar. Experimentar cierto nivel de ansiedad anticipatoria ha sido necesario para afrontar las situaciones de riesgo de contagio en el entorno laboral y familiar y, a su vez, desempeñar la labor profesional con garantías de seguridad y calidad para el paciente, así como con la mayor eficacia y eficiencia posibles con los recursos disponibles, pues permite la movilización del organismo cuando percibe posibles amenazas. Las señales de estrés, por su parte, constituyen el resultado del esfuerzo excepcional que realiza el organismo para responder a una situación que sobrepasa los recursos personales.

REACCIONES NORMALES QUE PUEDEN PERCIBIRSE DESDE DIFERENTES NIVELES ANTE UNA EMERGENCIA SANITARIA • Área fisiológica: náuseas, fatiga, escalofríos, mareos, dolor de cabeza o estómago, contracturas, parestesias, taquicardia, aceleración del ritmo cardiaco, palpitaciones, alteraciones del apetito, sensación de falta de aire, respiración irregular, aceleración de la respiración, hiperventilación, acaloramiento súbito, sudoración y necesidad continua de orinar. • Área emocional: ansiedad, miedo, fobia, irritabilidad, shock emocional, culpabilidad, tristeza, enfado, impotencia, frustración, anestesia emocional, fatiga por compasión, negación y sensación de irrealidad. • Área cognitiva: hipervigilancia, pensamientos intrusivos o contradictorios, confusión, dificultades para desconectar, dificultades para dormir, insomnio, interrupción del sueño, sobresaltos y despertar con desorientación temporo-espacial, problemas de atención, concentración y memoria, e indecisión.

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• Área de comportamiento: sensación de hiperactividad, temblor en extremidades, dificultades para el propio autocuidado, incapacidad para descansar, para comer o ingesta compulsiva, habla acelerada, gritos, comportamiento nervioso, paralización, huída, conductas de evitación, aislamiento, verborrea y llanto descontrolado.

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Tales reacciones son esperadas y consideradas normales, pero cuando la situación límite real o percibida se mantiene demasiado en el tiempo, como durante la desescalada o ante la incertidumbre y temor de un posible rebrote futuro, el profesional sanitario puede comenzar a experimentar sensaciones que le cueste reconocer o expresar, que puede que le asuste e incluso reprima inconscientemente por mantenerse en la idea errónea de no querer sufrir más, no querer sentirse frágil emocionalmente o mantenerse en una sensación (irreal) de fortaleza psicológica por no expresar sus sentimientos y no parecer vulnerable. Así, es posible que durante el desconfinamiento el profesional sanitario comience a sufrir algún tipo de complicación en relación a los síntomas que ya experimentaba o que eclosionen posibles secuelas psicológicas, por lo que deberá psicovigilar especialmente la siguiente sintomatología para su anticipación y prevención, iniciar su autocuidado o buscar ayuda profesional:

SINTOMATOLOGÍA A LA QUE PRESTAR ATENCIÓN • Crisis de ansiedad, sensación de nerviosismo, un estado constante de alerta que le puede provocar insomnio, pesadillas y dificultades para que el sueño sea reparador. • También puede sentirse más agitado, irascible, irritado e incluso con un sentimiento de indefensión elevado hasta el punto de replantearse su profesión. • Intensa sensación de impotencia y enfado por cómo se ha procedido en algún caso, por la reacción de algunos compañeros, etc., que le bloquee o interceda en el trabajo en equipo. • Dificultades de adaptación a la hora de atender a pacientes con enfermedades más leves o de menor impacto para la salud. • Sentimientos de aislamiento o distancia emocional por el miedo a contagiar a familiares en situación de riesgo. • S entimientos de que la única responsabilidad es la de cuidar de otros, pero no dejarse cuidar, ni darse cuenta de la necesidad de descansar. • S entimientos de incertidumbre y ansiedad anticipatoria por los casos que están por llegar a las consultas y el estado de gravedad que presenten. • S entimientos de pánico o miedo paralizante que conllevan conductas de evitación y en algún caso, hasta incluso necesitar bajas laborales. • Sentimientos de desrealización, estar en “modo automático”, despersonalización, pensamientos como “ya no voy a poder ser el de antes”, etcétéra. • S entimientos de culpa por mantener la creencia falsa de no haber podido ayudar lo suficiente. • Síndrome de Burnout como resultado de una respuesta inadecuada al estrés emocional crónico, cuyos rasgos principales son: agotamiento físico y mental, cansancio emocional, mostrar una actitud fría y despersonalizada con los demás (despersonalización) y un sentimiento de inadecuación a las tareas que ha de realizar. Según la Agencia Europea para la Salud*, un 28% de los trabajadores sanitarios padece estrés laboral en situaciones normales, por lo que cabe esperar un incremento considerable de casos durante el desconfinamiento2.

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* Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (2003) Cómo abordar los problemas psicosociales y reducir el estrés relacionado con el trabajo. Recuperado de: https://osha. europa.eu/es/publications/reports/309

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• Estrés postraumático, que puede eclosionar meses después de la situación intensamente desbordante. El profesional sanitario que experimente algunas de las siguientes señales con el paso del tiempo podrá advertir la posibilidad de conformación del cuadro y actuar en consecuencia, consultando a un profesional de la salud mental lo antes posible:

- Recuerdo continuado o reexperimentación de eventos traumáticos a los que se ha visto obligado a enfrentarse.

- Recuerdos vívidos intrusivos y desagradables sueños recurrentes relacionados con un intenso malestar ante situaciones asociadas a la situación estresante.

- Conductas de evitación de situaciones similares o que relaciona con la situación estresante y esfuerzos por evadir pensamientos intrusivos desagradables.

- Alta activación fisiológica o intensos deseos de evitar aspectos relacionados con la situación altamente estresante.

- Dificultades para recordar total o parcialmente las situaciones traumáticas.

- Insomnio, pesadillas, dificultades para conciliar el sueño, sobresaltos.

- Irritabilidad, explosiones de ira.

- Dificultades de concentración y memoria.

- Nerviosismo, miedo e inseguridad.

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TEMA 3 Soluciones, medidas de autoprotección psicológica BLOQUE

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3.1. Claves para la autogestión emocional en situaciones de estrés y ansiedad (Basado en el modelo clásico de la técnica de Reestructuración cognitiva de Beck (1976) y Ellis (1962)) Si, tras su propia psicovigilancia, detecta que padece síntomas relacionados con estrés o ansiedad, es el momento de establecer medidas de autoprotección y de beneficiarse de una adecuada autogestión emocional antes de que comience a fallar tal mecanismo y pueda afectar de manera significativa a las distintas áreas de su vida (personal, familiar, social y laboral). Tras reconocer los síntomas, seguir estos pasos permitirá su autocuidado y la prevención de futuras complicaciones. Por lo general, la interpretación que se realiza de la realidad genera una serie de pensamientos que producen, a su vez, un conjunto de sensaciones acordes con la valencia de la interpretación. Así, al detectar en el cuerpo algún tipo de malestar, identificar una emoción desagradable o simplemente sentir malestar emocional general, se puede suponer que existe una serie de pensamientos que nutren esas sensaciones y emociones y hacia donde se puede mover el foco de atención para actuar en consecuencia. De este modo: 1. Identifique los pensamientos que pueden estar generándole malestar. Anote los pensamientos en una hoja o diario. Por ejemplo:

Terminaré contagiando a mi familia al estar desprotegido/a y continuamente en contacto con el COVID-19.

2. Reconozca las emociones relacionadas con esos pensamientos. Anote al lado las emociones para cada pensamiento. Por ejemplo:

Miedo. Frustración. Enfado. Desesperanza.

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3. Cuestiónese: busque pruebas de realidad y datos fiables de sus pensamientos. Conozca los hechos y los datos fiables, anote los datos objetivos que justifiquen lo que está pensando. Por ejemplo:

Actualmente no tengo síntomas y me protejo en todo momento, por lo que no puedo saber con 100% de seguridad que me contagiaré del virus y que lo contagiaré a mi familia. Si me digo: «Terminaré contagiando» hablo con una seguridad falsa.

Cuando un pensamiento distorsiona la realidad se dice que tiene un carácter irracional porque carece de lógica y conduce a interpretar la realidad de una forma poco objetiva, distorsionada. 4. Transforme sus pensamientos irracionales en otros más ajustados con la realidad. Teniendo en cuenta los datos objetivos que tiene, adapte sus pensamientos, asociando a la emoción que le genera y validando la misma. Por ejemplo:

Siento miedo al pensar en la probabilidad de poder contagiar a mi familia, pero ahora mismo lo que sé es que estoy bien, por lo que tengo que centrar mis energías en seguir así y en lo que puedo hacer ahora.

Es importante que el pensamiento modificado final represente para uno mismo la realidad, sin negar la cruda situación, pero ajustándose a datos objetivos del aquí y ahora. 5. Focalice su atención en lo que puede hacer en este momento en relación a su pensamiento desagradable y que pueda controlar directamente. Como se ha explicado con anterioridad, el estrés suele indicar insuficiencia de recursos personales para afrontar la situación presente, y la ansiedad con una amenaza futura que se percibe también por encima de las propias necesidades. De este modo, abordar ambas realidades pensando en estrategias para el ahora y obtener recursos de actuación para fortalecerse y prepararse calmará el estado interno alterado. Por ejemplo:

Voy a transmitir a mi familia mi temor para que ellos también tengan prevención y puedan protegerse. Llamaré a mi compañero que tiene una situación similar para saber cómo se está organizado. Voy a crear un espacio para mí y un protocolo de actuación para mi familia. Convocaré una reunión de trabajo para ver si a alguien más del equipo le ocurre lo mismo y podamos obtener recursos. Voy a reflexionar sobre cuáles son los puntos débiles que amenazan la protección de mi familia y recabaré información sobre posibles soluciones.

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6. Identifique qué otras estrategias le han servido para afrontar y/o superar situaciones difíciles pasadas y transfórmelas en recursos para la actualidad. 7. Lleve a cabo, poco a poco, las estrategias que usted mismo ha seleccionado. Comparta sus preocupaciones con sus familiares y compañeros. Hable de lo que siente, de lo que le preocupa, con alguien que haga una buena recepción de sus palabras, que le comprenda, que no le juzgue. No se trata de recibir consejos rápidos para intentar hacer algo que elimine su sensación desagradable, sino de expresar, volcar y compartir. 8. Realice ejercicios de relajación o respiración a menudo durante el día, tanto al percibir los síntomas de ansiedad como para instalar en su rutina una forma de autocuidado, generando pequeños minutos para parar y restablecer la energía. Por ejemplo:

- Respire profundamente, con serenidad, tres veces y, después, continúe con su respiración normal y su tarea.

- Realice tres veces la respiración 3-4-3 o 4-7-8 según se sienta más cómodo (siendo el primer dígito la duración en segundos mientras coge aire por la nariz, el segundo, el tiempo durante el que sostiene el aire y el tercero, el tiempo en segundos que debe tardar en soltarlo).

- Practique diariamente algún ejercicio breve de mindfulness. Existe una gran cantidad de aplicaciones móviles para que pueda llevarlo consigo y ponerlo en práctica en cualquier momento.

Un ejemplo de una práctica breve que permite una gran variedad de adaptaciones y de fácil uso también con la familia, se realiza a través de los sentidos y es la siguiente: Escoja un objeto de su alrededor, puede ser cualquiera, aunque es realmente útil con algo comestible, por ejemplo, un caramelo o una onza de chocolate. Mire detenidamente el caramelo durante unos minutos. Fíjese en su forma y color. Intente descubrir algo del objeto de lo que hasta el momento no se haya percatado (una deformidad, un cambio de color, etc.). Pase al sentido del tacto mientras cierra los ojos, si puede, tóquelo y perciba su textura, si es rugoso, liso, agradable, con deformidades, su temperatura, su peso, etc. Después, pase al olfato y huélalo, perciba si tiene algún olor para usted, cómo es el olor, intenso, agradable, dulce, si le recuerda a algo. Con los ojos aún cerrados, pase al sentido del oído, agite o apriete el objeto y descubra si suena. Por último, con los ojos cerrados, introduzca el caramelo en la boca, sin intención de comerlo. Solo notando la sensación que produce que se derrita, prestando atención al sabor, muerda lentamente y perciba su textura y dureza con la boca. Disfrute del caramelo. Es una práctica muy beneficiosa que puede realizar con cualquier actividad, por ejemplo, mientras come, en la ducha, mientras camina, etc., simplemente como una forma de estar presente y frenar la mente.

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9. Realice ejercicios de relajación corporal, como el Entrenamiento autógeno de Schultz (1932) y Relajación progresiva de Jacobson (1928). Podrá encontrar muchas otras versiones en internet. 10. Realice las medidas de autocuidado y prevención recomendadas en el siguiente punto.

3.2. Medidas de autoprotección psicológica del personal sanitario durante la desescalada y frente a un posible rebrote Resulta indiscutible la necesidad de incorporar pautas saludables y atender recomendaciones que permitan al propio profesional sanitario protegerse especialmente durante la fase de desescalada y con carácter psicopreventivo. A continuación, se realiza el aporte de un banco estratégico de los mejores recursos aportados hasta el momento por diferentes profesionales sanitarios e instituciones (Consejo General de psicólogos de España, Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental, Sociedad Española de Psiquiatría, Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, Colegio Oficial de Médicos de Madrid, Colegio de Médicos de Cantabria, Colegio Oficial de Enfermería de Madrid, Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Hospital Universitario Infanta Leonor). Este amplio banco de medidas para la psicoprotección del sanitario se sugiere con la intención de no abrumar con más información o pautas que hacer, sino como un lugar desde el cual la persona pueda ir escogiendo pautas, paulatinamente, e ir aplicándolas en el día a día, probándolas, ajustándolas a sí mismo e ir añadiendo, poco a poco, a su propia rutina, aquellas que más y mejor le protegen, y compartirlas con sus seres queridos y compañeros.

MIENTRAS ESTÉ TRABAJANDO: • Pare un minuto cada hora para respirar profundamente despacio, varias veces, y volver a su centro de equilibrio emocional. Puede utilizar, por ejemplo, alarmas para recordárselo. • Intente practicar, al inicio y fin de la jornada, un ejercicio de respiración, o incorpore alguna práctica de relajación con respiración. • Cuide el diálogo interior que mantenga consigo mismo, procurando hablarse como le hablaría a un ser querido, siendo comprensivo, creyendo en usted, evitando juzgarse e intentando animarse y ayudarse. • Céntrese en el aquí y ahora. Es normal tener pensamientos intrusivos, obsesivos, anticipatorios, preocupaciones, etc., pero evite engancharse a ellos, mediante la relajación, la respiración, la expresión a otros, ejercicios de mindfulness o cuestionándoselos mediante la estrategia de autogestión para la ansiedad y el

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estrés descrita anteriormente. • Evite un lenguaje catastrofista. La situación es compleja, pero seguro que también ha superado muchas situaciones difíciles en su vida de las que también dudaba. Recuerde varias y cómo las superó. • Fomente la función de sostén emocional dentro de su equipo de trabajo, expresando, escuchando, ayudando y apoyándose cuando sea necesario. Compartir su experiencia con sus compañeros aumenta la sensación de apoyo mutuo y puede ayudar a disminuir la presión y el malestar emocional. • Saque su sentido del humor, en su justa medida, pues puede resultar una buena estrategia para liberar emociones y tensiones. • Ante situaciones en las que deba tomar decisiones que le provoquen dilemas éticos, anticípese a las decisiones complejas, apóyese en la información que conozca y la opinión de sus compañeros, acepte que hasta los héroes tienen un margen de error, felicítese por las buenas decisiones. • Una vez finalizado el turno, propicie una reunión de equipo donde se puedan compartir los hechos vividos, los sentimientos y las emociones experimentadas, los aspectos que se deben mejorar y felicitar. Esta reunión favorecerá la ventilación emocional y la cohesión grupal.

DURANTE LOS DESCANSOS QUE REALICE: • Respete su tiempo de desconexión temporal (comidas, descansos, relajación…), y aproveche para escuchar música, hablar con su familia, disfrutar de la comida, practicar mindfulness, etcétera. • Salga físicamente del espacio de crisis con cierta frecuencia. • Exprese cómo se siente a sus compañeros y a sus seres queridos. Comparta sus emociones y puntos de vista. • Realice con frecuencia ejercicios de respiración (4-7-8; 4-3-4; respire hondo tres veces de forma lenta) y estiramientos (estire el cuello y las cervicales, estírese como si se acabara de levantar o como si quisiera tocar el techo, estírese mientras respira profundamente, realice ejercicios simples de yoga…). • Evite o reduzca al máximo el consumo de alcohol, nicotina y cafeína.

FUERA DE SU HORARIO LABORAL: • Sea consciente y valore la ayuda que ha prestado durante esa jornada. Aprecie su esfuerzo y dedicación aunque haya habido errores. Intente reconocer y valorar qué cosas ha hecho bien (tanto en su trabajo como fuera de él) y acepte las posibles limitaciones que haya encontrado. Sería interesante que las escribiera en un diario.

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• Evite la culpa bloqueante. Entienda las causas de lo ocurrido, sea constructivo al revisar sus decisiones y plantéese qué va a tener en cuenta para la próxima vez. • Cuestione sus juicios rígidos y los pensamientos irracionales. Sea comprensivo con sus limitaciones y las de la situación, al igual que con sus compañeros. • Si detecta su propio miedo a contagiar a su familia, acepte el miedo como algo normal que tiene función de autoprotección, valore el ajuste de sus pensamientos con la realidad, hable sobre sus preocupaciones con otros compañeros o seres queridos y cree redes de protección entre sus compañeros. • Busque apoyo fuera del trabajo (familia, amigos, profesionales de la salud mental, etc.), exprese pero evite estar hablando permanentemente de trabajo. • Preste atención a su propia salud física. Respete tiempos y formas de comida, descansos y cuidados. • Haga actividades de disfrute personal y, particularmente, ejercicio físico. • Practique técnicas de relajación y respiración. Existen técnicas estructuradas (relajación progresiva, mindfulness...), pero es importante conocer y utilizar aquellas que funcionan para cada persona y las que ya solía utilizar y le funcionaban previamente: meditación, yoga, dibujar, leer, pasear, etcétera. • Haga balance entre su voluntad de ayuda y sus fuerzas disponibles. • Ante situaciones que le generen personalmente tristeza o frustración, gestione las situaciones dolorosas, apoyándose en sus compañeros y familia, siendo consciente de las muestras de solidaridad y altruismo, y celebrando las pequeñas victorias de cada día. No obstante, si observa que las pautas no consiguen ayudarle del todo, que sus síntomas se mantienen en el tiempo o que su situación está comenzando a afectarle significativamente sobre algún área de su vida (personal, social, laboral y/o familiar), evite su cronificación, anticípese a las posibles secuelas psicológicas que pudiera originar y pida ayuda a un profesional de la salud mental.

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TEMA 4 Auxilios, ¿cuándo derivar? BLOQUE

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4.1. ¿Por qué al profesional sanitario le cuesta pedir apoyo psicológico para reducir el impacto emocional durante la emergencia sanitaria? Antes de la emergencia sanitaria del COVID-19, el profesional sanitario no tenía experiencia previa de la que haber aprendido la manera más adaptativa de reaccionar en casos así. Probablemente no le hacía tanta falta pedir ayuda para recuperar su nivel de equilibrio emocional o el de su familia, precisamente porque no tenía ninguna experiencia previa a la hora de enfrentarse a algo similar. Por lo general, las personas consideran que están más equilibradas emocionalmente de lo que realmente están, incluido el profesional sanitario. Además, hemos recibido una educación en la que acudir al psicólogo no se suele contemplar hasta que no nos vemos en una situación muy crítica o insostenible. De hecho, el profesional sanitario puede llegar a normalizar el estado de salud mental en el que se encuentra, sea cual sea. Como cualquier persona, el profesional sanitario también tiene reticencias a acudir a los servicios de salud mental públicos o privados. No se sabe si por prejuicios, por experiencias previas negativas, por autosuficiencia mal entendida, por no sentirse vulnerable, porque ni lo contempla o por desconocimiento. No solo ante una situación de emergencia sanitaria, sino en general, el profesional sanitario no siempre está dispuesto a recibir apoyo psicológico profesional, aunque sepa diferenciar las distintas especialidades y la principal misión de cada uno de los profesionales de la salud mental (psiquiatra, psicólogo, neuropsicólogo…).

Es posible que esta tendencia también se dé en pediatras y médicos de Atención Primaria, así como en los servicios de enfermería, quienes para la población general son el primer interviniente y uno de sus principales referentes al que acuden en materia de salud, tanto física como mental. En la emergencia sanitaria, va a ser el primer profesional al que acudan cuando detecten síntomas que les afecten mínimamente a su salud. Este equilibrio emocional esperable y esta información básica que se presupone en dicho profesional acerca del funcionamiento de la mente de las personas, van a condicionar también la atención psicológica de los pacientes, sea cual sea su motivo de consulta. Y no solo por ellos como profesionales que siempre buscan la máxima calidad, eficacia y eficiencia en la atención al paciente, sino porque la psicovigilancia y la psicoprevención deberían ser tarea de todos.

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! Sería deseable que quienes cuidan de otros, no dudaran tanto y pidieran ayuda a tiempo. Si el profesional sanitario vive bajo un temor y miedo continuo, si ha perdido las ganas de hacer cosas, está en un estado constante de tristeza, aunque llore cuando nadie le ve, se siente angustiado e irritable, si ha perdido el apetito, si tiene pensamientos catastrofistas, algunas fobias, nerviosismo, taquicardia de vez en cuando y no duerme bien…, debería saber que todas son señales que deben alertarle de la necesidad de pedir apoyo psicológico; sin embargo, probablemente sigue sin hacerlo.

4.2. ¿Cuándo es necesario que el profesional sanitario solicite apoyo psicológico profesional? El apoyo psicológico puede ayudar al profesional sanitario a afrontar los cambios y posibles emergencias que aún están por venir. Le puede ayudar a que disponga de un espacio personal, de sostén profesional y confidencial que le ayude a tolerar que la vida está llena de incertidumbre, riesgos, inseguridad, miedo a lo desconocido, a perder el control y a la muerte. En la emergencia sanitaria, el desarrollo normal de la vida del profesional sanitario entra en crisis porque los niveles de estrés que experimenta se deben a que está inmerso en unas circunstancias difíciles de gestionar con los recursos psicológicos de los que dispone, así que se pondrá en modo alerta durante todo ese tiempo porque lo que está viviendo es indeseable, supone una amenaza, implica ruptura, separación, pérdidas o cambios no elegidos. Será entonces cuando tenga que poner en marcha su capacidad de adaptación, la tolerancia a la incertidumbre frente a las consecuencias inesperadas del avance de la emergencia sanitaria, y aprender estrategias de afrontamiento más adaptativas, aumentar los factores de protección y reducir los factores de riesgo, así como aprender las claves para reiniciarse y mantenerse a flote para poder seguir cuidando de sus pacientes. Todo esto y mucho más se puede lograr solicitando apoyo psicológico profesional.

Para solicitar apoyo psicológico, diríjase al Colegio Oficial de Psicólogos de su provincia, para que le pueden informar de los servicios de apoyo específicos para sanitarios que están en marcha, así como de las iniciativas que hayan adoptado desde las Concejalías de Servicios Sociales y Salud de los distintos municipios.

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