Tema 1 Bloque 2 Curso: ¿Cómo cuidarse para cuidar?

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TEMA 1 Situaciones complejas a las que se enfrenta la población general en situaciones de emergencia sanitaria BLOQUE

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1.1. Situaciones más comunes en la emergencia sanitaria La emergencia sanitaria también supone un grave problema de salud mental porque afecta al equilibrio psicológico de las personas en los distintos ámbitos de su vida, personal, familiar, social y profesional. Antes de la emergencia sanitaria de la COVID-19, las personas tomaban decisiones constantemente, algunas más acertadas que otras, pero tenían la sensación de tener su vida bajo control. Por lo general, la mayoría de los días eran buenos, con algunos altibajos de vez en cuando, con miedos comunes a cualquier ser humano: al rechazo, al abandono, al fracaso, a no ser importante, a la enfermedad, a la muerte, etcétera. Es posible que, en ciertas ocasiones, se sintieran solas, desconcertadas, confundidas o desamparadas, pero, finalmente, salían adelante, confiando más o menos en sus capacidades, comprobando que la vida tenía sentido, su día a día era más o menos previsible, y cuando era necesario, se apoyaban en sus seres queridos. Sin embargo, estas mismas personas de las que estamos hablando, ante las consecuencias más graves y por las medidas que ha habido que adoptar debido a la emergencia sanitaria, pueden verse inesperadamente más afectadas psicológicamente que otras porque comiencen a considerarse personas más vulnerables en cuanto a su salud física y mental.

1.2. El paciente pediátrico y sus familiares en situación de emergencia sanitaria por COVID-19 Ante la emergencia sanitaria por COVID-19, el paciente pediátrico también puede llegar a presentar sentimientos de incertidumbre, estrés, cambios de comportamiento y alteraciones del estado de ánimo. Si el paciente pediátrico es preadolescente, este es un periodo de la vida en el que se experimentan grandes transformaciones que le permiten transitar de la infancia a la adolescencia. Las manifestaciones propias y necesarias de esta etapa, sin ser ni buenas ni malas, son de cierta inestabilidad emocional, ciertos niveles de incertidumbre sobre la propia identidad y la búsqueda de identificación con los iguales.

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Debido a la emergencia sanitaria por COVID-19, es posible que a esta edad aparezca una mayor vulnerabilidad frente al impacto de eventos o influencias negativas. La buena noticia es que, aunque se vean inmersos en esta desescalada o ante un posible rebrote, la plasticidad de su cerebro facilitará al menor un rápido aprendizaje y una notable capacidad de asimilación.

1.3. Situaciones complejas durante la fase de desescalada y ante un posible rebrote de la pandemia Las situaciones complejas que se pueden presentar durante la fase de desescalada y ante un posible rebrote tienen que ver con una mayor incidencia de los trastornos mentales o de las secuelas psicológicas. Un gran reto en esta fase reside en poner a disposición de la población más vulnerable los recursos suficientes para que, a través de intervenciones psicológicas específicas, se reduzca el impacto emocional que puede suponer un rebrote.

POBLACIÓN QUE PUEDE CONSIDERARSE MÁS VULNERABLE DURANTE LA FASE DE DESESCALADA O ANTE UN POSIBLE REBROTE • P rimeros intervinientes en la emergencia sanitaria, profesionales sanitarios que hayan trabajado casi sin descanso y sin recibir apoyo psicológico, sometidos a situaciones de estrés propias de la emergencia sanitaria, que han atendido en primera línea a familiares de enfermos en estado grave, a pacientes que se han recuperado y a familiares de personas que fallecieron durante la fase de confinamiento. • P oblación con la economía familiar muy afectada (ERTE, finalización de contrato, desempleo, menor facturación, cierre o traspaso del negocio por la imposibilidad de adoptar las medidas para su reapertura, etcétera). • L as personas mayores en situación de soledad, de incertidumbre, con miedo a ser contagiadas, con alguna patología que les ha colocado en una posición de riesgo de por vida, que se han mantenido confinadas en sus hogares con la esperanza de vivir una fase de desescalada sin riesgos de contagio. • L as mujeres y los menores en riesgo o víctimas de violencia de género, que han tenido que convivir durante el confinamiento con el agresor o sin él. • C olectivos de enfermos crónicos, tanto por una enfermedad física como mental (diagnosticada o sin diagnosticar). • P ersonas en riesgo de exclusión social. • P ersonas con alguna discapacidad o con necesidades educativas especiales.

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El resto de la población general que se encuentre en un estado de menor vulnerabilidad y con más recursos durante la fase de desescalada y ante un posible rebrote, puede experimentar lo siguiente:

En la fase de desescalada Existen personas especiales con las que compartimos penas y alegrías debidas al confinamiento, que son fuentes de bienestar. También podemos descubrir otras personas con las que se pueden compartir sentimientos, aficiones, afecto y apoyarse mutuamente. Es la oportunidad de evitar relaciones tóxicas y descubrir nuevas formas de vincularse con personas equilibradas.

Nuestra familia es la principal fuente de ayuda y apoyo emocional. Nos hemos cuidado mutuamente desde la distancia durante el confinamiento, pero, poco a poco, vamos pudiendo vernos personalmente, manteniendo siempre las medidas de seguridad e higiene.

Ahora más que nunca deberíamos dirigir la toma de decisiones para estar más presente en el aquí y ahora, tolerar la incertidumbre, gestionar eficazmente el tiempo del que disponemos para realizarnos personal o profesionalmente. Nuestras prioridades han cambiado, hemos conseguido relativizar lo que no es importante, ajustándonos a la realidad. Tenemos nuevos aprendizajes gracias al confinamiento y hemos descubierto nuevas formas de relacionarnos con nosotros mismos y con otras personas. Es el momento para reiniciarnos, aprender y adaptarnos al máximo. Hemos pasado de ser más individualistas a la interdependencia, al trabajo colaborativo, a compartir y reconocer al otro para crecer, reducir nuestros conflictos y buscar el bien común y no solo el propio.

Ante un posible rebrote Esa persona especial seguirá estando ahí, pero si la situación nos desborda, nos desconcierta, nos desestabiliza, nos paraliza o nos impide avanzar, y en nuestro entorno más cercano no pueden ayudarnos, deberíamos pedir ayuda profesional. De este modo, aprenderemos estrategias de afrontamiento para saber cómo protegernos del impacto emocional por un posible rebrote y cómo cuidarnos psicológicamente durante el tiempo que dure esta nueva fase. Si lo que hacemos no funciona, hay que cambiarlo. Tenemos que seguir manteniendo el contacto diario con la familia y animarnos al autocuidado (rutinas, higiene, actividad física, buena alimentación, descanso, lectura, ocio en casa…). La familia seguirá siendo una de nuestras principales fuentes de apoyo, pase lo que pase en esta fase de rebrote, lo habremos superado juntos. Es importante compartir con ellos los aprendizajes que hemos logrado en todo este tiempo, fortaleciendo los vínculos y pensando que hay esperanza.

No debemos olvidar que formamos parte de un grupo (amigos, familia, trabajo, vecinos…) que nos quiere, que nos incluye, que cuenta con nosotros, que no pueden prescindir de nosotros, así que hay que seguir adelante y mantener la esperanza de superar con salud la fase de rebrote. La toma de decisiones irá orientada a ser más resilientes, más competentes emocionalmente, más asertivos, más autónomos, más responsables y tener más capacidad de adaptación. Tendremos que hacer lo posible para mantener o recuperar cuanto antes la salud física y emocional, tanto propia como la de nuestro entorno más cercano. Será absolutamente necesario huir del egoísmo y del individualismo, nos respetaremos mucho más, nos querremos mucho más, nos cuidaremos mucho más, apreciaremos más lo que es realmente importante en nuestra vida y haremos lo posible por conservarlo y cuidarlo.

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Frente a un rebrote, cualquier sector de la población puede ver de nuevo afectada su higiene mental y entrar en círculos viciosos que generan malestar y desajuste emocional: • No ser capaz de limitar la información que se consulta por internet, la que recibe por los múltiples grupos de WhatsApp o por la televisión, pudiendo llegar a obsesionarse con las estadísticas, los porcentajes, etc., o todo lo contrario, podría desentenderse al máximo. • No poder mantener un criterio claro a la hora de elegir los medios de comunicación más rigurosos que haya en ese momento. • Evadirse con hábitos poco saludables o que aíslan a la persona para contrarrestar el ambiente negativo y las malas noticias. • Mostrar falta de tolerancia hacia las quejas y preocupaciones de otros, distanciándose emocionalmente de algún ser querido o amigo. • Experimentar falta de paciencia, irritabilidad y frustración porque la nueva información no llega con rapidez y rigurosidad. • Si la persona no ha tenido tiempo para recuperarse del desgaste emocional de la fase de confinamiento, se verán mucho más afectados sus niveles de serenidad, calma, bienestar y energía necesarios para ser resiliente en esta nueva fase de rebrote. • Sentirse paralizado por el nuevo escenario de incertidumbre y no ser capaz de imaginar un resultado positivo, no ver las posibilidades del presente o del futuro. • Tomar decisiones apresuradas cuando la persona no ve una mejoría a corto plazo. • No ser capaz de volver a reinventarse para salir de la zona de confort tras el confinamiento. • Experimentar por exceso o por defecto algunas emociones:

LA TRISTEZA Sirve para encontrar valoración y da cuenta de lo perdido; en exceso nos lleva a la melancolía y, por defecto, a la indolencia.

EL MIEDO Sirve para ser prudentes y da cuenta de la pérdida futura o lo que vemos amenazado; en exceso nos lleva al pánico o a la cobardía y por defecto, a la imprudencia o a ser temerarios.

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LA RABIA Sirve para defendernos y da cuenta del daño o la injusticia; en exceso nos provoca ira, abuso, prepotencia o agresividad y por defecto, nos sentimos impotentes, desesperados, frustrados y desesperanzados.

LA ALEGRÍA Sirve para celebrar, descansar, reconocer y da cuenta de la ganancia o la plenitud; en exceso nos lleva a la euforia y al derroche y por defecto, a la ingratitud o la escasez.

LA TERNURA Sirve para cuidar y da cuenta de que alguien merece ser cuidado; en exceso conlleva sobreprotección y sacrificio y por defecto, abandono, negligencia, descuido y deshumanización.

Quienes no puedan lidiar con esta nueva incertidumbre provocada por un posible rebrote, estarán en un círculo vicioso que tendrán que aprender a romper para adaptarse a las nuevas circunstancias y aprovechar para aprender a ser resilientes ante la nueva adversidad.

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