Tema 3 Bloque 2 Curso: ¿Cómo cuidarse para cuidar?

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TEMA 3 Soluciones y medidas de psicovigilancia y psicoprevención de la salud en situaciones de emergencia sanitaria BLOQUE

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3.1. Recomendaciones generales para la psicovigilancia y la psicoprevención de la salud en situaciones de emergencia sanitaria En una situación de emergencia, las personas más afectadas psicológicamente sienten que lo que les está pasando interfiere de forma significativa en su vida, y experimentan un conjunto de síntomas que no controlan y no consiguen comprender. La tendencia es intentar, durante cierto tiempo, poner en marcha recursos psicológicos aplicados con anterioridad y mecanismos de defensa aprendidos a lo largo de la vida, a veces con éxito y otras veces sin él. Cuando la persona no consigue mejorar ni comprender lo que le está pasando, en primera instancia, suele pedir consejo a amigos o familiares, esperando que sepan ayudarle para que todo vuelva a la normalidad. Por lo general, a las personas que se les pide consejo, aún desprovistas de la información necesaria, opinan, interpretan, dan pautas porque su intención es ayudar en la medida de lo posible. La psicovigilancia de la salud y la psicoprevención en la emergencia sanitaria requieren una nueva mirada y una formación específica por parte del profesional sanitario para que pueda ofrecer pautas de psicoeducación a la población, aplicar primeros auxilios psicológicos e identificar cuándo es necesario derivar al especialista.

PAUTAS DE PSICOEDUCACIÓN PARA EL PACIENTE PEDIÁTRICO • S i el paciente pregunta, antes de contestarle, pedirle que cuente qué sabe sobre la emergencia sanitaria que ha provocado la situación de crisis y en qué fase nos encontramos. Aprovechar para explicarle de forma sencilla lo que necesite saber y corregir lo que no haya entendido bien. Pedirle que exprese si hay algo que le preocupa y hacerle saber que puede contar con su familia y con el profesional sanitario cuando lo necesite. segurarse de que el familiar ha transmitido a su hijo/a la importancia •A de las medidas de protección. Exponer al paciente que todos tenemos un papel muy importante para ayudar a frenar la emergencia sanitaria, utilizando un lenguaje adaptado a su edad, explicándole que el personal sanitario ayuda a los enfermos, la policía controla la seguridad en las calles y las familias tienen la responsabilidad de colaborar para garantizar la salud de los miembros de la familia, así como la adopción de las medidas de seguridad e higiene.

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PAUTAS DE PSICOEDUCACIÓN PARA EL FAMILIAR • P or lo general, un exceso de información puede preocupar al menor, por lo que se puede recomendar al familiar no tener mucho tiempo al día la televisión con noticias sobre la emergencia sanitaria ni hablar con otros adultos cuando el menor esté delante. Indicarle que si se muestra excesivamente preocupado será más probable que su hijo también se preocupe en exceso. Por eso, es importante incidir en que el familiar intente mantenerse tranquilo, sobre todo cuando su hijo le esté observando. • Es importante que la familia llame a otros familiares y amigos para que comprueben que se encuentran bien. Esto proporciona seguridad y certidumbre. • Ayudar al familiar a ponerle nombre a sus sentimientos, validarlos y guiarle hacia un mayor entendimiento de la situación o la evolución de los síntomas en situaciones de crisis. Por ejemplo:

María, es probable que la irritabilidad aumente según pasen los días por esa falta de intimidad y autonomía dentro del hogar. Este déficit puede generar una frustración sutil pero creciente que, si no se reconoce, se acaba convirtiendo en irritabilidad o, incluso, en agresividad, y también puedes tender al aislamiento.

El objetivo de este tipo de intervención es que la persona pase de sentir irritación o frustración a reconocer y validar la necesidad de autonomía e intimidad. • El profesional sanitario también puede recomendar que colabore en la gestión de las reacciones “normales” de su hijo en la situación de emergencia para favorecer su adaptación. Por ejemplo, cuando se queje, muestre resignación o adopte una actitud pasiva, cuando esté aburrido, se enfade o si tiene sentimientos contradictorios, tendrá que ayudarle a madurar con afecto, paciencia, firmeza, límites y mucha habilidad para que mire más lejos de su propio ombligo, piense más allá de sus propias necesidades, de los estereotipos que le limitan o de lo que se está perdiendo. Esto es importante porque el familiar es quien puede fomentar en su hijo una visión de sí mismo y del mundo más grande, resiliente, tolerante, creativa, innovadora, sostenible y solidaria. A parte de todo lo que los familiares hacen por el desarrollo emocional de sus hijos y por cuidar su salud, ¡que es mucho y debemos reconocérselo!, en estos momentos también podemos indicarles que pueden aprender de ellos porque son ingeniosos, creativos, proactivos y no convencionales.

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3.2. Recomendaciones para la gestión del estrés en consulta ENCUADRE Y OTROS ASPECTOS BÁSICOS • E ntrevista breve y dirigida, 15-20 minutos aproximadamente. Ofrecer citas breves, pero más frecuentes. Las intervenciones en este tipo de casos han de ser focales hacia las dificultades emocionales específicas y deben maximizar la eficiencia. etectar cuál es la demanda real, más allá de la sintomatología. •D etectar factores de riesgo y de protección, recursos personales y sociales. •D • E vitar la dinámica de interrogatorio. • P revalecer aspectos prioritarios a la hora de plantear recomendaciones. daptar la intervención a las necesidades del paciente, al tiempo disponible, siguiendo las recomenda•A ciones específicas que se encuentran a lo largo del curso y, por supuesto, los criterios de cada profesional.

RECOMENDACIONES PARA LA GESTIÓN DEL ESTRÉS EN CONSULTA

1. Favorece un clima de confianza y seguridad • Cuida la comunicación verbal y no verbal para crear un clima de confianza durante toda la entrevista: mira a los ojos cuando os estéis comunicando, sonríe al paciente, invita a que tome asiento, llámale por su nombre, mantén una postura abierta, etc. En todo momento, muéstrate accesible y disponible psicológicamente. • S i es necesario, explica por qué motivo se están tomando estas medidas de protección y seguridad en la consulta u hospital. Aclarar los cambios en los protocolos que se deben seguir, si es que ha habido alguno. acer un comentario positivo o neutro que rompa el hielo y pueda crear un ambiente de confianza, •H tranquilidad y seguridad. 2. Explora: infórmate y escucha tu intuición ado que los pacientes que acuden a tu consulta pueden presentar reacciones de •D estrés muy diferentes, realiza una serie de preguntas de exploración para ver qué tipo de intervención puedes llevar a cabo dentro de tus posibilidades, y así poder abordar las posibles alteraciones in situ o los problemas que han aparecido por la situación de estrés.

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• P regunta por el motivo de consulta y/o la descripción de los síntomas (físicos, emocionales y cognitivos). Por ejemplo: taquicardia, tensión muscular, hiperactivación, incertidumbre, preocupación excesiva, pensamientos catastrofistas, etcétera. demás, puedes incluir preguntas de este tipo: ¿Cómo han cambiado las cosas para ti?, ¿qué echas de •A menos?, ¿cómo se manifiesta lo que estás viviendo? Por ejemplo: con irritabilidad, dificultad al dormir, pesadillas, preocupación, tristeza, etc. ¿Qué síntomas físicos estás teniendo últimamente cuando te sientes en tensión, con miedo o preocupado?, ¿qué otros síntomas nuevos detectas que han aparecido durante las últimas semanas?, ¿qué síntomas previos se han incrementado? • T en en cuenta que puedes encontrarte diferentes reacciones a las que atender. Cada paciente es un mundo. unque el paciente refiera estrés, es muy importante detectar si el motivo de consulta está relacionado •A con síntomas depresivos, como un bajo estado de ánimo, tristeza, apatía, desmotivación, sensación de culpa o fracaso. Los síntomas ansiosodepresivos pueden indicar un trastorno por estrés. a sentido a lo que siente el paciente en esta situación o por la fase que está viviendo en torno a la •D emergencia sanitaria. Es una situación nueva, ayúdale a normalizarlo, es un paso previo para lograr el cambio. azle sentir al paciente que lo que te está expresando y lo que le pasa es importante para ti. •H • S i no mantienes el contacto visual con frecuencia, se puede correr el riesgo de que se desconecte emocionalmente o lo interprete como una falta de interés. • T ómate tu tiempo para revisar el historial clínico del paciente por si hubiera alguna consulta previa similar en el pasado. etecta las necesidades actuales, utiliza tu intuición por si hubiera una necesidad no expresada, pero •D latente, como posible causa del estrés. antén la escucha empática, observando su comunicación no verbal, procurando utilizar preguntas •M abiertas: qué, cómo, desde cuándo, dónde, en qué momentos del día es más frecuente, en presencia de qué personas le ocurre… • F avorece que el paciente exprese sus síntomas o sus sentimientos sin sentirse evaluado ni interrogado. • S i lo crees oportuno, si es posible y si es pertinente, reserva algún momento de la entrevista para hablar en privado con el familiar que le acompaña para completar la información.

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3. Que sepa que tú sabes, que te importa y que puedes ayudarle • C orrobora que has entendido hasta ahora lo que ha expresado el paciente, parafraseando y sintetizando a la vez. • E s importante escuchar al paciente sin apartar demasiado la mirada mientras escribes el motivo de consulta en el ordenador. Puedes explicarle previamente que vas a tomar nota de lo que te está contando para no perder ningún dato importante de lo que está expresando. azle saber que te importa y que puedes ayudarle. •H 4. Favorece que exprese más • P rocura que exprese con algo más de profundidad o de detalle las dificultades diarias que le ha planteado la emergencia sanitaria, aproximadamente de una semana hacia atrás. No te ciñas solo al día anterior a la consulta o al día en concreto en el que tuvo la crisis de ansiedad, los días previos y los posteriores son importantes. Por ejemplo: “Víctor, ¿desde cuándo no puedes concentrarte?, ¿qué hay en el fondo que te hace estar excesivamente preocupado o tan cansado?, ¿en qué momentos sobre todo te estás sintiendo muy irritable o aburrido?” • E n la medida de lo posible, reservar suficiente tiempo para que pueda desahogarse en el caso de que haya llanto incontrolado o tenga una crisis de ansiedad en ese momento. 5. Sostén al paciente a través de la escucha activa, empatiza y comprende sin juzgar • Indaga acerca del algún aspecto importante que no haya sido mencionado hasta ese momento y que consideras importante introducir en la entrevista: relación con familiares, hábitos de alimentación, sueño, actividad física, ocio… • Sigue recogiendo información del problema y la expresión emocional del paciente, poniendo el foco inicialmente más en lo externo para comprender mejor sus circunstancias (factores estresantes y limitaciones), para progresivamente pasar a explorar su mundo interno (creencias, pensamientos, valores, necesidades, sentimientos, miedos, etcétera). • S i, durante la entrevista, la situación es propicia, pregunta si ha tenido algún familiar o amigo afectado e interésate por su evolución. Empatiza y detecta si el motivo de consulta requiere una intervención en caso de duelo. • C ontinúa escuchando hasta el final. Por ejemplo: “Víctor, ¿hay algo más que necesite saber para poder ayudarte?”

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6. Guíale hacia la autoprotección psicológica • Ahora es el momento de empezar a construir conjuntamente el camino hasta la solución, que será diferente en cada caso: psicoeducación, diagnóstico, derivación al especialista para un tratamiento psicológico específico... • Puedes interesarte por las estrategias de afrontamiento que ha adoptado para aliviar los síntomas de estrés, reforzando los que son adaptativos, como por ejemplo el autocuidado, y lograr que el paciente plantee opciones alternativas para minimizar las estrategias desadaptativas, por ejemplo, el consumo de sustancias. • Para el desarrollo de la resiliencia en momentos de crisis es muy importante preguntar al paciente por los recursos utilizados previamente en situaciones difíciles o en crisis resueltas exitosamente. Es relevante identificar lo que sí funcionó, rescatar lo positivo y los aprendizajes previos. Por ejemplo: “Víctor, cuéntame, ¿qué cualidades positivas tuyas crees que fueron cruciales para que pudieras resolver exitosamente esa crisis?”. • Puedes combinar intervenciones dirigidas a modificar aspectos internos (modular creencias, validar sentimientos), así como otras focalizadas a modificar aspectos externos (mejorar la comunicación, solicitar ayuda, generar hábitos), haciendo más énfasis en unos u otros según el caso particular. Por ejemplo: “Víctor, ¿qué cambios puedes introducir en tu día a día, algo que puedas hacer diferente o incluso dejar de hacer, para que esta situación que estás relatando te impacte algo menos?” Por ejemplo: Puedes identificar si hay algo que el paciente ha relatado, pero no se puede cambiar. “Víctor, hay cosas que has dicho que sí se puede hacer algo para cambiarlas (x, y, z); sin embargo, hay otras que parece más complicado cambiar, ¿no crees? (h), porque ¿cómo crees que se puede cambiar (h)?” Es importante lograr que el paciente llegue a la conclusión de que “h” no se puede cambiar, pero sí es posible cambiar “x, y, z”. 7. Ofrécele alternativas para el desarrollo de la resiliencia • Antes de ofrecerle recomendaciones básicas para recuperar hábitos saludables que minimicen la sintomatología del estrés (sueño, higiene, alimentación, actividad física, etc.), anima a la persona a que descubra sus propias claves para mejorar, puesto que no debemos sobreproteger en ningún caso. Por ejemplo: “Víctor, tú eres capaz de tomar conciencia de que las personas somos las únicas responsables de modificar nuestros hábitos, gestionar nuestros conflictos de intereses y aumentar la sensación de control, de certidumbre o seguridad, manteniendo así nuestra estabilidad emocional. Si lo que necesitas es sentirte eficaz y con capacidad para concentrarte, tú puedes hacer algo para mantenerte estable y sereno, a pesar de las circunstancias. ¿Cómo se te ocurre que podrías cuidar tu salud y la de tu entorno, sin tanta ansiedad ni sobrecarga emocional?” Si al paciente no se le ocurre ninguna alternativa, puedes añadir: “Víctor, ¿crees que podrías rebajar ese exceso de actividad “para no pensar”?, ¿crees que podrías ir dejando de “dormir para no sentir”? Si lo consiguieras, podrías entonces pararte a observar cómo estás, cómo te sientes de verdad, qué estás necesitando que sea viable en este momento, y qué puedes hacer con lo que sientes”.

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• S i fuera necesario y viable, proponer una segunda cita de seguimiento para la semana siguiente con el fin de comprobar la evolución de la situación planteada, la salud psicológica, los recursos psicológicos que pone en marcha, las decisiones adoptadas, etcétera. • E n la segunda cita: “Víctor, cuéntame ¿cómo han ido estos días desde que nos vimos la última vez?, ¿qué te ha ayudado a enfrentar con algo menos ansiedad estos últimos días?, ¿qué o quién te ha brindado en estos días un poco de alivio y ayuda? Date cuenta de que la autosuficiencia no es buena porque nadie lo es, todos necesitamos que nos ayuden, pero debemos poner de nuestra parte para salir adelante, dejar de hacer aquello que nos está perjudicando, ser conscientes de nuestras limitaciones e introducir aquello que nos conviene para mejorar nuestra salud. ¿Qué estrategias has puesto en marcha para reducir el estrés en estos momentos de crisis? y ¿cuáles han sido especialmente útiles?” Si ha ido mejor: “celébralo” con el paciente y anímale a que siga así. Si ha ido peor, puedes explicarle que es normal, que son altibajos. La mejoría siempre es en forma de “espiral”. Ayudarle a identificar los recursos que puede seguir potenciando, animarle y empoderarle. • S iempre es recomendable finalizar con un resumen en el que se detallen, de la forma más concreta posible, las estrategias y objetivos acordados con el paciente y que se hayan derivado de la sesión. 8. Ofrece “antídotos” • Por ejemplo: “Víctor, si pasara lo peor que temes, ¿qué podrías hacer en ese momento?, ¿de qué recursos podrías echar mano para afrontar la situación?, ¿cómo podrías ir preparándote ahora?” • Los “antídotos” funcionan porque el paciente conecta con las áreas de bienestar o con sus necesidades psicológicas. Puedes recomendarle que genere estados de relajación con guía, emocionalidad positiva, sentimientos de utilidad u orgullo, sentimientos de control a través de la rutina, sentimientos de vínculo o de pertenencia, entre otros. Otro objetivo relevante es que dedique algo de tiempo al día, sin excederse, a atender su experiencia emocional a través, por ejemplo, de un autorregistro o un diario emocional (esto no siempre funciona, pero menos aún en personas con rasgos obsesivos). • Estrategias más concretas para reducir el estrés:

- Entender los efectos psicológicos y físicos del estrés y de las emociones y reconocer las señales de alarma.

- Tener un archivo mental de los éxitos pasados.

- Hacer pruebas mentales y practicar ejercicios de respiración y relajación.

- Evitar los “¿por qué?” o “si yo hubiera...”.

- Comer y dormir bien.

- Introducir hobbies, distracciones y actividades que proporcionen placer.

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- Buscar a las personas que proporcionan afecto, sostén y la ayuda necesaria para poder expresarnos con sinceridad y desahogarnos.

- Expresar los sentimientos de forma creativa (escritura, pintura, danza…).

- Priorizar, ponerse límites realistas que se puedan cumplir, reducir las prisas y darse el tiempo suficiente.

- Practicar ejercicio físico para liberarse del estrés que se acumula en el cuerpo.

- Regresar a la rutina diaria, a las tareas habituales, organizar actividades, etcétera.

3.3. Caso práctico: ¿CÓMO APLICAR PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS A UN PACIENTE PEDIÁTRICO ANTE UNA CRISIS DE ANSIEDAD? Lo primero, ten en cuenta todas las recomendaciones del apartado anterior. Lo más importante es intervenir lo antes posible, es decir, ante las primeras señales que puedan indicar que el paciente está experimentando una crisis de ansiedad:

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Procura cambiarle de lugar en la sala en el que se pueda sentir seguro, si es en el suelo mejor (tener cerca un cojín, manta o peluche que pueda agarrar), permite que se apoye en la pared o en un rincón, dejándole libertad de movimiento puesto que proporciona más seguridad y se siente más protegido.

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Si la figura del familiar es un sostén para el menor, se muestra cariñoso, comprensivo y le da seguridad, procura que sea quien le toque, quien le abrace y le sostenga el tiempo que dure la “crisis”. Asegurándote, que el paciente lo recibe de forma positiva.

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Comprueba, sin juzgar, que el familiar se comunica con calma, afecto real, tranquilidad y seguridad, durante la crisis de su hijo.

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Respeta al máximo la decisión del menor si quiere o no que le toquen, si quiere irse fuera de la consulta un momento, pero sin dejarle solo en ningún momento.

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Ten en cuenta que, en situaciones de crisis, cada persona tenga la edad que tenga, necesita inicialmente probar calmarse a su manera hasta que la “amígdala traga”.

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Sin atosigar, puedes preguntarle cómo le puedes ayudar o si necesita algo, proporcionárselo si está dentro de tus posibilidades (su peluche, agua, espacio para respirar o moverse por la sala, manteniendo siempre la seguridad de todos los elementos de la consulta y de las personas…). Si el familiar se altera ante la crisis de su hijo, entonces debes ser tú quien sostenga al menor, mantenerte calmado y, poco a poco, ir ayudando al familiar a que también se calme para que vuelva a ser el sostén de su hijo.

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Es esencial involucrar al familiar en los momentos de crisis porque el menor de quien necesita ayuda es de su figura de apego, puesto que es con quien convive, a quien necesita equilibrado emocionalmente, y es la persona responsable de su educación emocional, de proporcionarle cariño, disponibilidad parental, seguridad, certidumbre y continuidad.

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Si no fuera posible que el familiar retome su rol, entonces debes sostener tú al paciente hasta que te asegures de que está más tranquilo y puede continuar expresando.

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S i la situación se complica en algún momento, conviene derivarle al especialista lo antes posible, al psicólogo infantil de referencia, a algún servicio de psiquiatría pediátrica o citarle para otro día. En estos casos, cada uno debe seguir los protocolos del centro sanitario u hospital.

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Si comienza a hiperventilar es necesario acompañarle en su respiración, poniéndote a su altura, de frente, mirándole a los ojos y procurando que imite tu respiración calmada, inspirando y espirando por la nariz, siempre animándole “Víctor, lo estás haciendo muy bien, verás cómo esto se va a pasar y vas a estar mejor, tranquilo, todo va a ir bien, lo estás haciendo fenomenal”.

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En el momento en que el familiar se calma, hay que procurar que retome su rol cuanto antes para que se sienta capaz, útil y asuma su responsabilidad.

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Forma un equipo familiar-paciente-pediatra/enfermero como sostén de ellos dos, animando al familiar a hacerse cargo de lo que está ocurriendo porque lo está haciendo muy bien también. Hay que reforzar la figura de apego para que recupere la confianza en sí mismo y vea que tú le animas a seguir adelante y sentirse capaz.

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3.4. Abordaje de situaciones difíciles con pacientes 3.4.1. Pautas para reducir el malestar emocional del paciente en situaciones de crisis Sin importar la especialidad, resulta muy común que, dentro del área de la salud, el profesional busque técnicas o pautas que le ayuden a afrontar con mayor comodidad y eficacia situaciones difíciles en la relación con su paciente. Sin embargo, hay algo que pesa más a la hora de acercarse a este objetivo que una pauta o una técnica concreta: la alianza con el paciente. A veces, la única estrategia de la que disponemos en situaciones de crisis es la alianza. Y es que, sin ella, las técnicas sirven de poco. La alianza médico-paciente puede entenderse como el punto de encuentro entre ambos, donde el profesional sanitario propicia un clima de respeto y entendimiento con su paciente, empatizando con él o ella, y donde poder compartir, finalmente, el peso de lo que va a acontecer, permitiendo su expresión y digestión emocional. Establecer una alianza significa, por tanto, crear un vínculo con el paciente a través del cual podamos acompañarle y sostenerle emocionalmente, ya sea durante esos minutos que dure la comunicación de una terrible noticia o durante el proceso de recuperación de una enfermedad. Acompañar y sostener emocionalmente a un paciente en un estado de crisis implica ser capaces de gestionar la propia emoción, de tomar consciencia de nuestro estado emocional y cierto grado de autoconocimiento sobre aquellas situaciones profesionales que nos generan personalmente más estrés. Tan importante es ayudar al paciente como saber lo que a uno/a mismo/a le remueve emocionalmente con más intensidad porque será su mayor dificultad a la hora de gestionar al paciente. Las emociones desagradables no son negativas, pero la sociedad las suele interpretar de este modo. Cuando detectamos algo negativo tendemos a querer extirparlo. Sin embargo, las emociones desagradables hay que sostenerlas. Nuestra supervivencia se hace posible gracias a ellas, al igual que la desagradable sensación de nuestra mano apoyada en el horno caliente nos ayuda a retirarla rápidamente, protegernos, prevenirnos de un daño mayor y aprender. Si intentásemos reprimir el dolor y escozor de la mano, si nos enfadásemos con el horno o nos culpásemos por haber puesto la mano en ese lugar o no haberlo hecho mejor, el resultado sería desastroso. De la misma manera, cuando alguien no identifica su propia emoción, ni toma consciencia de su estado emocional, cuando no comprende lo que siente o rechaza conectar con ello, cuando lo reprime o se rebela ante lo que siente o lo que piensa, los resultados suelen ser también devastadores.

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La capacidad empática del profesional de la salud es una de las habilidades que permite este acompañamiento y sostén al paciente, pues le facilita la comprensión de su estado emocional, conectar con sus necesidades y entender sus reacciones. Muchos de los profesionales de la salud observan dificultades al comunicar noticias negativas al paciente, y eso tiene que ver con esta capacidad. De hecho podría ser el caso de un “exceso de empatía” también llamada “sobreempatía”. Y es que tal exceso de empatía suele conllevar una sensación de no poder tolerar el dolor del otro, como si el otro que padece nos contagiase su emoción.

ECPATÍA

Recientemente ha surgido un nuevo concepto complementario a la empatía: la ecpatía. La ecpatía hace referencia al apropiado manejo del contagio emocional, resultado de un proceso consciente de exclusión de sentimientos inducidos por otra persona, permitiendo así que no nos influyan emocionalmente, protegiéndonos personalmente, de esta manera, y siendo más capaces de afrontar profesionalmente la situación con el paciente.

De este modo, una herramienta básica para el profesional de la salud y que, a priori, facilita la comunicación es la búsqueda de alianza con el paciente para poder acompañarle y sostenerle tras la comunicación de una noticia negativa y mantener una actitud de ecpatía. 3.4.2. Comunicar una noticia negativa “sin causar malestar” Muchos profesionales sanitarios se preguntan qué pautas, métodos o estilos de comunicación les facilitarían transmitir noticias negativas a sus pacientes sin causar malestar. La respuesta es sencilla: es imposible. La valencia de saber o no comunicar no reside en producir o no dolor. Resulta imposible no causar malestar a la hora de comunicar a alguien que ha perdido para siempre a un ser querido, mucho más si esta pérdida surge en circunstancias ligadas a una situación de emergencia. Además, teniendo en cuenta la importante función de las emociones desagradables, ello resultaría escasamente adaptativo. Ahora bien, sí podemos evitar el sufrimiento de aquella persona a quien vamos a comunicar cualquier noticia negativa. Es necesario, por ello, discernir entre dos conceptos: dolor y sufrimiento. • E l dolor emocional es la consecuencia natural de una experiencia de pérdida, sea la que sea. Es precisamente aquí donde los médicos podéis comenzar a intervenir para evitar el sufrimiento, ayudando a la persona a sostener su dolor, como si el dolor fuera un objeto con mucho peso, un peso ante el que os ofrecieseis a sumar fuerzas para sostenerlo. • E l sufrimiento emocional es, por tanto, el resultado de un manejo disfuncional del dolor.

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3.4.3. Cómo facilitar la gestión del dolor del paciente o su familiar Vivimos en una cultura con cierto rechazo a conectar con las emociones desagradables y, en especial, con la muerte. El lenguaje común que se utiliza es un reflejo de ello:

Se ha ido

Era su hora No se pudo hacer nada más

Ya no está con nosotros

Estos son solo algunos ejemplos de expresiones que desconectan de alguna manera al paciente de la situación real de muerte y que el sanitario puede vigilar y reconducir para que conecte con lo ocurrido. Es posible que esto resulte muy básico pero, en realidad, no son pocos los profesionales de la salud que con la intención de suavizar la noticia, de no herir, de no sumar mayor malestar al receptor (de nuevo, un exceso de empatía) y con la mejor de las intenciones, termina permitiendo expresiones similares. El familiar no se ha ido, ni mucho menos le ha abandonado, su familiar ha muerto. Resulta, por tanto, muy importante recalcar, como una medida básica, el uso de expresiones que conecten con la pérdida real o con la situación que acontece, reservando, por supuesto, los detalles innecesarios y adecuando el lenguaje al paciente. Así mismo, podemos reestructurar las expresiones con las que responda el receptor a fin de asegurarnos que ha entendido lo que le hemos comunicado y que está conectado con la realidad ocurrida. En este sentido, hay un aspecto que en situaciones de crisis como la actual resulta importante tener en cuenta para favorecer una adecuada gestión de la misma por parte de los familiares o del propio paciente: la toma de conciencia con la realidad es uno de los factores principales que favorece una adecuada gestión emocional posterior. Así, por lo general, y tras una comunicación apropiada, cuando una persona toma conciencia de que va a morir o lo va a hacer un familiar, la muerte o la pérdida es menos traumática, permite la expresión emocional y facilita el acompañamiento emocional de sus familiares. Teniendo en cuenta esto, en situaciones de emergencia es de vital importancia que el profesional sanitario pueda ayudar a su paciente o a la familia de este a anticiparse a la posible muerte o al desastre en aquellas circunstancias en las que el profesional es capaz de observar que se ha alcanzado una situación crítica y hay posibilidades de que la persona fallezca. Una forma de hacerlo podría ser que, tras comunicar una realidad muy posible aunque incierta, se les sugiera que expresen a su familiar aquello que no querrían guardarse para sí en el caso de que su familiar, o él mismo, falleciese; facilitando un duelo anticipado mediante la expresión de lo que necesite decirle y la creación de un espacio a través del cual se acompañarán emocionalmente cuando, en esos momentos, hacerlo de forma física no sea posible. En el afortunado caso en el que la persona supere la enfermedad, simplemente habrán expresado lo que ambos sienten y habrán estado juntos, compartiendo una situación límite.

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3.4.4. Skill set de la gestión del duelo derivado de situaciones de emergencia en pacientes adultos, niños y familiares

DINÁMICA

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Piense en las tres personas más importantes en su vida. Escoja la que considere la más importante de las tres, aunque sea difícil la decisión. Después escoja la segunda y, finalmente, la que ocupe el tercer puesto. De cada persona escogida haga por orden el ejercicio siguiente de visualización (*). Cierre los ojos y visualice la figura física de esa persona, su cara, su sonrisa. Piense en cómo ha influido positivamente en su propia vida el haber conocido a esa persona. Escriba brevemente lo que ha visualizado y pensado con cada una de ellas por separado.

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(*) S i le resulta difícil visualizar, puede escoger uno o varios momentos que recuerde con especial cariño o importancia con cada una de las personas escogidas y base su descripción en esos recuerdos.

Ahora, imagine que se destruyen las paredes y el techo del lugar en el que se encuentra ahora mismo y muriese en el mismo momento del impacto. Pare un momento a imaginarlo. Ahora, intente responder:

¿Cómo le gustaría que le comunicasen la pérdida a estas tres personas?

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Cierre los ojos para visualizarlo o simplemente imagine cómo sería la persona, cómo se lo diría, cómo sería su expresión corporal, su actitud, las palabras que usaría, la forma de hacerlo… Después, anótelo en un papel. Escriba las características en las que ha pensado.

El resultado de esta dinámica resume el conjunto de cualidades que seguramente caracterice un adecuado estilo de comunicación de noticias negativas y puede servirle al profesional para crear una línea base de desarrollo de habilidades skill set personalizado, permitiendo que el sanitario tome conciencia de sus fortalezas y sus áreas de mejora en cuanto a este tipo de intervenciones.

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Además de las obtenidas a través de la dinámica, puede servir como referencia el siguiente resumen:

HABILIDADES DE INTERVENCIÓN • Manejar adecuadamente los silencios. Marcar pausas detrás de cada palabra importante o impactante permite la integración de la información, la reflexión, el sostén emocional y la realización de preguntas que pudieran surgir al paciente o familiar. • Emplear un tono de voz suave y una velocidad de discurso lento, expresando pocos conceptos a la vez. • Mantener contacto ocular, transmitiendo calidez y seguridad, y posicionándose a la misma altura del paciente. • Según permita el protocolo de actuación, mantener una distancia física cercana al paciente, atendiendo a no invadir su espacio privado, pero sí facilitar un acercamiento personal si así ocurriera o requiriese. • Mantener una escucha activa para facilitar el sostén emocional y evitando escuchar para responder. • Emplear la capacidad de empatía para conectar con el doliente, generando expresiones del tipo “entiendo que esté abatido con esto”, “tiene que ser muy duro escuchar lo que le estoy diciendo”, etc., o conectar con lo que pudiera estar necesitando. • Gestionar adecuadamente la propia empatía (ecpatía), siendo consciente de su propio estado emocional para evitar contagiarse del estado emocional del paciente, autoprotegiéndose así, a la vez que es capaz de sostener el dolor y cuidar del paciente. • Dar información real a través de un lenguaje adecuado al paciente, sin detalles innecesarios. • Facilitar información que permita al paciente comprender y prepararse emocionalmente, mediante expresiones del tipo “es posible que durante unas horas o incluso días le cueste creer lo que ha pasado, como si estuviera viviendo una película y no fuera real”. • Validar las emociones que el paciente o familiares expresen como estrategia para transmitir aceptación y sostén. “Entiendo que pueda sentirse así”, “es lógico que esté enfadado al pensar que…”. •A segurar que el paciente o su familiar conecten con la realidad ocurrida, expresando preguntas que aseguren la conexión emocional. Con la intención de cuidar al otro, resulta frecuente que alguien pregunte en qué medida se le puede ayudar con expresiones similares a: “¿Puedo hacer algo para que se sienta mejor?”. Sin embargo, en medio de una crisis, sentir dolor es lo esperado y natural, por lo que formularle de esa manera la pregunta a una persona que está experimentando las consecuencias emocionales devastadoras de esa situación sería similar a dar por hecho inconscientemente que tiene que cambiar su sentir y es una invitación a desconectarle de su emoción sin que la propia persona se dé cuenta. Además, probablemente esté relacionado con un intento inconsciente de evitar el propio malestar que surge al ver a otro adolecer. En cambio, el matiz de esta otra formulación de la pregunta: “¿Qué podría hacerle sentir menos abatido ahora mismo?” permite implícitamente la validación emocional del paciente y sentir que el profesional puede sostenerle emocionalmente.

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Antes de recomendarle cualquier pauta, es importante que el profesional sanitario se asegure de que el paciente sabe que lo que le ocurre es normal. Cuando así es y se asume que es lo esperado tras haber experimentado tal situación, su organismo se está ajustando al cambio y está en proceso de elaborar lo sucedido, que adaptarse a vivir sin el fallecido es doloroso pero que, aunque ahora le parezca muy difícil, lo conseguirá. A continuación, se resumen algunas recomendaciones y pautas encaminadas a facilitar el autocuidado en el paciente y que el personal sanitario puede sugerir en sus intervenciones (Fernández, 2010; Esquerda, 2012; Sánchez y Medina, 2003).

QUÉ DECIR AL PACIENTE PARA AYUDARLE A NIVEL FISIOLÓGICO • Mantenga una alimentación equilibrada en pequeñas cantidades a lo largo del día. Aunque no tenga ganas de comer o sienta la necesidad de darse atracones, una alimentación inadecuada o dejar de comer aumenta la irritabilidad y resta energía. • Favorezca el sueño y el descanso, manteniendo una rutina similar a la anterior del confinamiento, ayudándose de la relajación, un baño caliente, una bebida caliente, música relajante, evitando usar tecnología antes de dormir. Ello favorecerá la regulación emocional y su sensación de mayor energía para afrontar la situación. • Las experiencias traumáticas consumen una gran cantidad de energía, por lo que es importante escuchar la propia necesidad y adecuar el ritmo para permitir la recuperación. • Realizar ejercicio físico contribuye a mejorar la calidad del sueño. Puede realizar un paseo, acompañándose de una llamada o videollamada con una persona importante. • Cuando el nivel de energía autopercibido sea muy bajo, puede autocuidarse, realizándose a sí mismo masajes y no sucumbir al abandono de sí mismo, manteniendo la higiene, el cambio de ropa y el orden y limpieza en el hogar. • Aproveche los ratos de sol, mejor si es mediante paseos. Algunos estudios demuestran que una insuficiencia de vitamina D favorece pensamientos depresivos y ansiedad.

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QUÉ DECIR AL PACIENTE PARA AYUDARLE A NIVEL EMOCIONAL • Es normal que experimente una sensación de irrealidad, incomprensión por lo sucedido, tristeza, rabia, enfado o sensaciones de soledad. • S i nota que su situación emocional “le pide” ritualizar la pérdida, permítaselo, pues ritualizar ayuda a procesar la pérdida. Puede crear un espacio donde organizar algunos objetos personales de su fallecido, decorarlo con flores, fotos, velas, y permitirse, así, un pequeño rincón en casa para poder despedirse, expresar y sentir durante los primeros días. • S uele ser reconfortante expresar lo que siente o piensa con un ser querido, ya sea en persona u otros medios (llamada, videollamada, redes sociales, etcétera). • Cuando mencione a la persona fallecida, hágalo en pasado. Le permitirá conectar y procesar mejor lo sucedido. aga un listado de “las personas importantes” en su vida. Escriba al lado en qué cosas cree que cada uno •H le puede ayudar por su forma de ser, sus habilidades, por otras experiencias. En momentos emocionalmente difíciles, cuente con ellas. • Pida ayuda para adaptar las llamadas de pésame de familiares y amigos para mantener su descanso y respetar sus necesidades. • S i necesita estar solo, respéteselo y expréselo a su entorno, pero cuidando de no aislarse. El aislamiento social puede favorecer la aparición de síntomas depresivos. • Es posible que sienta soledad, incomprensión o desamparo respecto a su entorno al percibir ocasionalmente cierta falta de atención o calidad de la misma en algunos momentos. Piense que cada persona puede considerar una forma de cuidarle (dejarle espacio, no llamarle tanto para no agobiarle, hablarle de otra cosa para distraerle, etc.), o puede que los demás no sepan manejar la situación o también estén experimentando situaciones difíciles. Por este motivo, si necesita hablar con alguno de ellos, no espere a que sean sus seres queridos los que se pongan en contacto con usted, solicíteles apoyo. • S epa que la pérdida de un ser querido se parece emocionalmente a la entrada a un túnel sin luz que parece no tener fin. Sin embargo, tiene salida y usted será capaz, poco a poco, de superarlo, de adaptarse, de salir de él. El trayecto es menos desagradable si permite compañía o pide ayuda. • Escribir sobre lo que siente puede ser reconfortante para conectar con uno mismo, expresarse emocionalmente e identificar lo que puede estar necesitando. Esto aligerará su dolor emocional y le ayudará a afrontar con menor dificultad la situación. • Existen tanatorios virtuales (como vitaes.es) para casos en los que no es posible la despedida presencial al fallecido y que permiten la ritualización de la misma, gestiona una sala de visitas virtual, un libro de despedida, ofrece pautas para la adecuada elaboración del duelo y otros recursos que pueden ser de interés para el paciente.

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QUÉ DECIR AL PACIENTE PARA AYUDARLE A NIVEL COGNITIVO • Ante situaciones difíciles es normal sentir dificultades para concentrarse o pensar con claridad. Por ello, no se exija demasiado a nivel intelectual. Las capacidades cognitivas permanecen mermadas porque ahora mismo es el sistema emocional el que dirige su cerebro. • Evite aquella estimulación que reactive su actual estado emocional, como, por ejemplo, una excesiva información sobre la COVID-19, imágenes relacionadas, películas, series o libros dramáticos o experiencias desagradables. Facilite, en cambio, la estimulación que considere beneficiosa para usted. • No se someta a tomar decisiones importantes. Su capacidad cognitiva ahora mismo no rinde con normalidad. Espere a que su estado emocional o su situación actual mejore. Si no puede esperar, pida ayuda a una persona importante en su vida que usted considere que suele tomar buenas decisiones. • Leer libros sobre duelo, o pedir ayuda a un profesional de la salud mental si así lo considerase, puede ayudarle a entender lo que le pasa e informarse de lo que probablemente va a sentir más adelante, lo que suele facilitar una sensación de mayor estabilidad emocional. • No se exija sentirse bien, continuar el mismo ritmo que antes ni se proponga objetivos a largo plazo o muy grandes. Escriba objetivos a corto plazo desmenuzados en pequeños pasos, intentando vivir el día a día con objetivos sencillos que permitan convivir con la incertidumbre de la situación actual. • Practique regularmente pequeños ejercicios de relajación y mindfulness que podrá conseguir fácilmente en internet o a través de manuales o libros. Ofrecerán a su mente un momento de calma y regularán su respiración, algo que favorecerá la estabilización emocional. • Preste atención a su respiración, la cual suele desajustarse ante emociones o estados de ánimo desagradables. Cuando observe que le cuesta respirar o que su respiración es de alguna manera iregular, puede practicar el ejercicio de respiración 4-7-8. Se trata de una respiración relajante que consiste en inspirar por la nariz durante 4 segundos, retener la respiración mientras cuenta 7 segundos, y exhalar durante 8 segundos por la boca, colocando los labios a modo de silbido para que el aire salga muy despacio. Esta práctica permite regular la respiración, reducir la ansiedad y facilitar el sueño. • Considere, si le apetece, realizar una videollamada de grupo o pedir que alguien la organice por usted a modo de despedida del fallecido, para compartir recuerdos y sentir el apoyo y acompañamiento de su entorno. Puede pedir que cada uno cuente una anécdota sobre el fallecido, que dedique unas palabras o simplemente compartir el momento. Recuerde que las personas que nos rodean normalmente están deseando poder acompañarle en su dolor pero, con frecuencia, no saben cómo hacerlo.

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QUÉ DECIR A LAS FAMILIAS PARA AYUDARLAS A ACOMPAÑAR A MENORES EN SITUACIONES DE CRISIS, PÉRDIDA Y DUELO • Los familiares o las personas más cercanas al menor serán las más adecuadas para comunicar las malas noticias. • Facilitar la autoconexión para la elaboración del duelo, evitando expresiones que cortan la emoción como “no llores más”, “ahora tienes que ser fuerte”. Validar sus emociones resulta básico para su desarrollo psicoemocional. Por ejemplo: “es normal enfadarse/llorar/asustarse cuando….”, “yo también me he sentido así…”. • Orientar a las figuras de referencia del menor que ofrezcan información real, adaptada a su lenguaje, sin detalles innecesarios y sin eufemismos del tipo “se ha ido”, “se ha dormido”. l igual que se haría con pacientes adultos, a los niños se les acompaña desde su necesidad, estilos y tiempos. •A • S i se hace referencia a la enfermedad, explicar que la persona fallecida “se puso muy, muy, muy malito/a o grave” para evitar que piense que se va a morir cualquier persona que se ponga enferma. • Responder a sus preguntas de forma sencilla y no ocultar nuestros propios sentimientos en su presencia, pudiendo llegar incluso a llorar con el niño/a para que comprenda que es normal estar triste y llorar cuando fallece un ser querido. En este sentido, también se debe tener precaución con no derrumbarse emocionalmente con el niño, sino expresar junto a él y servirle de sostén emocional. • Los menores necesitan ser incluidos, autorizados, validados, escuchados, cuidados y acompañados en la realidad que viven. Lo adecuado es que ellos puedan elegir cómo quieren participar ante la pérdida. • S i el menor realiza una pregunta a la que no se sabe dar respuesta, resulta más favorable decir que no se sabe aún la respuesta que inventarse una realidad. • Facilitar que exprese sentimientos y emociones y ofrecer alternativas que le ayuden a canalizar su dolor (escribir una carta, hacer un dibujo de cómo se siente o escribir un cuento de lo ocurrido son algunos ejemplos). • Observar si las figuras de referencia del menor se encuentran muy afectadas emocionalmente. En tal caso es necesario orientarles a que pidan ayuda a un profesional de la salud mental para garantizar la atención del bienestar del menor. • C ontinuar en la medida de lo posible con una rutina diaria para generar estabilidad y seguridad, adecuándose a las necesidades individuales. • Evitar que el menor entre en contacto con imágenes o mensajes que evoquen lo sucedido. • E n ocasiones, pueden asociar la muerte de su ser querido con su propia culpa por haber dicho o hecho algo inadecuado. Es importante que ante posibles señales de este tipo se aclaren sus interpretaciones para ayudarle a que entienda la realidad. • No alarmarse al observar que el menor vuelve a tener dificultades ante habilidades ya superadas, como no querer dormir solos, hacerse sus necesidades en la cama, chuparse el dedo, volver a gatear o, por el contrario, que parezca que nada les ha afectado y jueguen con total normalidad, ante lo que puede expresarse: “Cuando quieras hablar de lo ocurrido estaré aquí”. • Favorecer despedidas (cartas, dibujos, ritual…). • Ayudarse de recursos, si fuera necesario (vídeos, libros, cuentos, películas…).

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La psicoprevención por parte del profesional sanitario, tras detectar en su paciente la presencia de cierta sintomatología derivada de una situación de emergencia, previene posibles complicaciones y la aparición de trastornos comórbidos asociados, convirtiendo al sanitario en una “gran herramienta de protección” para la población y suponiendo una buena estrategia para la economía de recursos sanitarios.

! Como consideraciones generales sobre la atención sanitaria a estos cuadros psicológicos, deben evitarse las etiquetas diagnósticas, recordando que muchas de las manifestaciones son reacciones normales de reajuste del organismo ante una situación límite, cuyos recursos personales se muestran insuficientes para hacerle frente, más que como un proceso patológico. Además, se debe restringir al mínimo posible el uso de medicamentos, pues solo se recomienda tratar con psicofármacos a las personas que persistan con sintomatología psíquica intensa y/o prolongada y que, posiblemente, deberán ser derivados a un profesional de salud mental.

Se presentan a continuación unas pautas generales para la gestión emocional:

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Identificación de los pensamientos que generan malestar. Reconocimiento de las emociones relacionadas con tales pensamientos. Cuestionamiento de los pensamientos anteriores: búsqueda de pruebas de realidad y datos fiables de los pensamientos. Cuando un pensamiento distorsiona la realidad se dice que tiene un carácter irracional porque carece de lógica y conduce a interpretar la realidad de una forma poco objetiva, distorsionada, generando malestar. Transformación de los pensamientos irracionales detectados en otros más ajustados a la realidad.

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Es importante que el pensamiento final represente para el paciente una realidad creíble, sin negar la cruda situación y sin invalidar sus emociones, pero ajustándose a datos objetivos del aquí y ahora.

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Focalización de la atención en acciones posibles y útiles. Dividirlas en pequeños pasos u objetivos que se consideren abordables por la propia persona.

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Identificación de estrategias de afrontamiento con las que ya cuenta la propia persona y han demostrado ser útiles para afrontar y/o superar situaciones difíciles pasadas, transformándolas en recursos para la situación actual. Puesta en acción gradual de estrategias seleccionadas. Ventilación emocional, compartiendo emociones y preocupaciones con familiares y seres queridos. Realización de ejercicios de relajación o respiración en momentos de sintomatología intensa. Instalación en la rutina del paciente ejercicios de relajación o mindfulness como una forma de psicoprevención y como pautas de su autocuidado. Completar la intervención con aquellas medidas específicas para cada caso.

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A continuación, se proponen orientaciones específicas complementarias para cuadros sintomatológicos más específicos: PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA A ESTRÉS O REACCIÓN AGUDA AL ESTRÉS: • Comunicar al paciente que lo que está sintiendo es normal y es lo esperado tras sufrir el impacto de una situación tan crítica para la que no estaba preparado y que, poco a poco, irá desapareciendo. • Orientarle para que comparta sus experiencias con otras personas que hayan sufrido una situación similar, que las exprese a sus seres queridos, que procure no aislarse y esté en compañía. • Ayudarle a que se paute una rutina con hábitos saludables y estables, alimentándose de forma equilibrada aunque no le apetezca. • Prevenirle de que no asuma objetivos, tareas o trabajo de manera excesiva como una forma de olvidar y evadirse. En este sentido, continuar con su rutina adaptada a sus necesidades, procurando alimentarse e hidratarse adecuadamente aunque no tenga apetito, obtener descanso, continuar con el trabajo o tareas si se siente capaz, etcétera. • Sugerirle que practique ejercicio físico de forma moderada (natación, paseos, etcétera). • Aconsejar ejercicios de relajación. Practicar el ejercicio de respiración, como el conocido 4-7-8. • Postergar decisiones importantes. • Aconsejarle generarse a sí mismo una estimulación agradable. • Informarle de que tener sueños recurrentes o pesadillas son esperados pero, poco a poco, remitirán. • Debe disminuir el consumo de sustancias estimulantes (café, té bebidas con cafeína, etc.). Si continuase un tratamiento asociado a una psicopatología previa, puede que necesite un reajuste de la medicación y fuese necesario derivarle a su especialista. • Si los síntomas se agravasen o perduraran en el tiempo, debe consultar con un profesional de la salud mental. PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA A ANSIEDAD: • Informarle de que lo que está experimentando es normal como reacción a una o varias amenazas que percibe y que irá remitiendo poco a poco. • Informarle si ha experimentado un ataque de pánico, que es habitual que ocurran sin un motivo específico, una situación particular o, incluso, en momentos en los que estuviera tranquilo o relajado. Después del primer ataque de pánico, se sentirá más perceptivo en relación a sus reacciones corporales, que puede interpretar erróneamente como amenazantes y provocar un nuevo ataque por miedo a sufrirlo de nuevo (“miedo al miedo”). Por eso, es importante orientarle a que interprete adecuadamente las reacciones de su cuerpo. * Sanchez, J.I., Medina, J. L. (2003) Intervención psicológica en las catástrofes. Editorial síntesis. Proyecto editorial Psicología clínica. Serie Guías de intervención. pp.158-159 Fernández Millán, J.M. (2010).“Apoyo Psicológico en situaciones de emergencia”. Ed. Pirámide.

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• Orientarle a que no se encierre en sí mismo y exprese sus sentimientos a sus seres queridos. Expresar emoción es soltar peso y eso le hará sentirse aliviado. • Sugerirle que intente seguir su rutina, adaptándola a su situación actual, manteniendo los horarios habituales de las comidas y las cantidades acostumbradas, aunque no tenga apetito o sienta la necesidad de comer más. • Es importante que reajuste sus objetivos y se marque metas alcanzables y desmenuzadas en pasos pequeños que cumplir, que racionalice el trabajo para no abarcar más de lo que uno puede y se tome tiempo libre. • Debe disminuir el consumo de sustancias estimulantes (café, té bebidas con cafeína, etc.), ya que su recurrencia para querer mitigar el malestar, complicaría la remisión de los síntomas. • Animar a realizar ejercicio físico moderado, como por ejemplo, natación o paseos. • Pautarle prácticas de actividades relajantes, como relajación, automasaje, mindfulness, respiración 4-7-8, dibujar o actividades que considere agradables. • Sugerirle que no tome decisiones importantes y las posponga hasta que se encuentre mejor. • Si los síntomas se agravasen o perduraran en el tiempo, debe consultar con un profesional de la salud mental. PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA A DEPRESIÓN: • Transmitirle que lo que está experimentando es normal y es lo esperado como reacción a la situación experimentada y que, en general, propicia a la persona a alejarse de sus actividades habituales para facilitar el foco en comprender o resolver el problema subyacente que lo desencadenó, y que gradualmente irá remitiendo. • Planificar una rutina similar a la que se seguía antes, pero adaptándose a las necesidades actuales, respetando la disminución de energía si así lo experimentara. • No marcarse metas difíciles de alcanzar. Plantearse objetivos sencillos y graduados. • Practicar actividades placenteras, incluso aunque no le apetezca iniciarlas o no disfrute con ellas todavía mientras las realiza. Puede hacer una lista de actividades placenteras o que antes disfrutaba para recurrir a ella. • Practicar algún tipo de deporte o ejercicio físico. Dar paseos acompañado de un ser querido mientras le da el sol o realizarlo solo y con música agradable puede ser una opción. • Procurar no aislarse, respetando sus momentos de soledad si así lo desea, pero manteniendo su relación con los demás. No guardarse lo que siente o piensa y expresarlo a alguien de confianza.

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• Detectar pensamientos intrusivos desagradables para no dejarse inundar por ellos y frenarlos, intentando sustituirlos por otros más agradables, pensando en otra cosa, llamar a alguien o realizando otra actividad. • Tomar un cuaderno y escribir a modo de diario todo aquello que sienta y piense que puede ayudar a ordenar ideas, expresar y canalizar lo que piense y sienta. • Mantener una alimentación equilibrada y prestar atención a la higiene del sueño para conseguir descansar. • Asearse y cuidar el propio aspecto aunque no apetezca o no vaya a salir de casa. • Si los síntomas se agravasen o perduraran en el tiempo, debe consultar con un profesional de la salud mental. PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA A IDEACIÓN SUICIDA: • Comuníquese con el paciente, sin censurar o criticar duramente su conducta, pero tampoco la juzgue de una manera superficial o ligera, empleando su empatía y ecpatía. • Trate de convencerle de que bajo un estado emocional perturbador no es posible tomar decisiones importantes acertadas y que es mejor posponer cualquier tipo de decisión. • Ayúdele a que exprese cómo se siente. • Alerte a la familia para que lo mantenga bajo observación y cuidado. • Ofrezca ayuda especializada que intervenga en el trastorno concomitante si fuera el caso. • Adopte medidas similares que en caso de depresión y ansiedad. PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA A LA SOMATIZACIÓN: • Como ante las situaciones anteriores, es muy importante que el profesional sanitario informe al paciente de que lo que está experimentando corresponde a una reacción esperada tras haber sufrido una situación límite y está asociado a dificultades en encontrar una gestión adecuada. • Es importante reconocer y legitimar ante ellos sus síntomas, transmitiéndole que saben que no los está provocando de forma voluntaria. • Es importante orientarles a que sigan una vida saludable, con horarios estables, alimentándose de manera equilibrada, aunque no tenga ganas, y que haga ejercicio físico. • Ayudarle a que encuentre formas de expresar lo que siente o piensa con sus seres queridos.

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• Advertirle de la importancia de que no abuse del trabajo u otras tareas como evasión de lo que le ocurre. • Si los síntomas se agravasen o perduraran en el tiempo, debe consultar con un profesional de la salud mental. PAUTAS DE INTERVENCIÓN CON PACIENTES QUE PRESENTAN SINTOMATOLOGÍA ASOCIADA AL ESTRÉS POSTRAUMÁTICO: Las pautas recomendadas para la depresión, la ansiedad y la ideación suicida pueden ser útiles para una primera actuación con pacientes que experimenten sintomatología asociada a este trastorno. No obstante, este es un cuadro que, por lo general, requiere un tratamiento especializado con celeridad y, como tal, debe ser referido a un servicio de salud mental. Los síntomas de los cuadros anteriores irán remitiendo conforme pase el tiempo, dependiendo del impacto de la situación sufrida, de los recursos personales con los que cuente y del seguimiento de las pautas recibidas. Sin embargo, si el propio paciente o el profesional sanitario observase que los síntomas perdurasen en el tiempo, se agravasen e interfiriesen de manera significativa en su día a día, si expresara que experimenta ideas recurrentes relacionadas con la muerte, autolíticas o relacionadas con el suicidio u otras complicaciones, o en caso de duda, el paciente debe ser derivado a un profesional de la salud mental.

3.4.5 Caso práctico ¿CÓMO COMUNICAR MALAS NOTICIAS POR TELÉFONO? En situaciones normales, las malas noticias se informaban de forma presencial, siendo más fácil transmitir el soporte emocional con la propia presencia. En una situación de emergencia, muchas noticias negativas deben realizarse de forma telefónica. A continuación, se expone un caso de ejemplo con algunas indicaciones que pueden ayudar a llevarlo a cabo de forma adecuada. Antes de realizar la llamada, es aconsejable tomar un momento para respirar y concentrarse en la tarea que se va a realizar, lo que facilitará poder estar lo más presente posible con uno mismo ante la situación y conseguir una adecuada proactividad en la comunicación con el familiar. Se debe sentir seguro de contestar a las preguntas habituales de forma clara, sencilla, sin usar tecnicismos, pues estos aumentarán la distancia con el receptor.

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Se pueden considerar tres pasos a la hora de realizar en la llamada: PASO 1 APERTURA • Al iniciar la llamada, hay que tener en cuenta el tono de voz que se va a usar, empleando un tono y volumen amable y suave, cercano, evitando hablar de forma acelerada, a pesar de lo difícil de la comunicación. • A la hora de presentarse, el profesional debe decir su nombre, especialidad, planta en la que trabaja, incluso si ya hemos hablado con la misma persona con anterioridad y, si además es así, recordarle que se ha hablado con él/ella previamente. • Si la persona está sola en casa, la invitamos a sentarse, si por el contrario está acompañada, además de sentarse, que esté cerca de los acompañantes.

PASO 2 DAR LA NOTICIA • El profesional debe tener en cuenta que resulta frecuente tener que repetir el mensaje varias veces por el posible estado de confusión o shock del familiar al recibir la noticia. • Durante la comunicación es importante hacer pausas breves después de las palabras o frases que se consideren importantes o principales, para permitir que el receptor procese la información y pueda realizar alguna pregunta. • Al comunicar la noticia se debe ser claro, decir el nombre de la persona fallecida y el parentesco con la persona que recibe la noticia.

Señora Pérez, le llamo del Hospital Central. Soy Alicia López, médico especialista en Neumología, hablamos hace dos días debido al ingreso en planta de su hermano. Si está con familia o seres queridos, llámeles por favor para que puedan escuchar con usted. Si está sola, acomódese por favor para contarle. Su hermano, D. Ignacio Pérez, hace dos horas, tras el agravamiento clínico de su estado, ha fallecido. Siento mucho tener que comunicarle esta triste noticia.

• En este punto es importante comunicar cómo la persona falleció, si pudo estar acompañado o si el protocolo lo impidió, comunicar que no sufrió, ayudado de la sedación en sus últimos momentos, y que siempre el equipo estuvo atento y cercano a pesar de la distancia física. Esto es fundamental porque lo primero que necesita saber la familia es que la persona no ha sufrido.

Laura, quiero comunicarle que su hermano no ha sufrido, que ha fallecido tranquilo, ya que la sedación le ayudó a no sufrir y el equipo estuvo con él en todo momento hasta el final.

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A continuación, dejamos unos momentos para el silencio, el llanto, cualquier expresión emocional o resolver dudas, acogiendo y validando su reacción emocional y manteniendo una actitud ecpática para autoprotegerse mientras sostiene.

PASO 3 CIERRE DE LA LLAMADA • Antes de terminar, es posible aportar más información práctica o técnica, facilitarle cómo solicitar apoyo psicólogico en los próximos días, recursos disponibles, anticipar lo que es probable que vaya a experimentar durante unos días y otras pautas y recomendaciones facilitadas en el módulo. Finalmente, como profesional, tómese un momento para respirar hondo, conectar consigo mismo e identificar cómo se ha sentido durante la llamada y cómo se encuentra después, si necesita algo, si le gustaría solicitar apoyo, expresarlo a algún compañero, tomarse un descanso o aplicar el resto de pautas de autocuidado que se recomiendan en el módulo y continuar posteriormente con su jornada.

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3.5 Gestión del paciente y su familia durante la fase desescalada y frente a una posible situación de rebrote de COVID-19 La vuelta gradual a la normalidad tras un periodo prolongado de confinamiento puede plantear, en este sentido, probablemente, retos para los profesionales sanitarios durante los próximos meses en relación a su intervención con sus pacientes. Tras la situación de aislamiento forzado, junto con otras variables, como el temor a la infección, la frustración, el aburrimiento, la falta de información o de suministros adecuados o las pérdidas de ingresos, como se ha comentado con anterioridad, la desescalada puede facilitar en la población la emergencia o intensificación de tristeza y preocupación, síntomas de ansiedad y depresión, estrés postraumático, confusión e, incluso, ira, pudiendo requerir atención especial si estas reacciones persistieran en el tiempo.

La fase de desescalada continuará requiriendo medidas de prevención relacionadas con el distanciamiento físico. Los efectos emocionales de la prolongación de este distanciamiento implican la necesidad de establecer medidas de psicoprevención del paciente, como contrarrestar el distanciamiento físico con el acercamiento emocional. En concreto, es necesario humanizar la atención a los pacientes ancianos con COVID-19 u otras enfermedades similares, diseñando protocolos que permitan las visitas y el acompañamiento de los enfermos por alguno de sus familiares, además de emplear la creatividad y las nuevas tecnologías, pues todo ello contribuye al proceso curativo. Por ejemplo: está demostrado que los ancianos comen más si son sus familiares quienes los alimentan, también toman más fácilmente la medicación y colaboran más en el plan terapéutico. Se aconseja también al personal sanitario que interviene con este grupo de población que preste especial atención y cuidado al posible desarrollo de amenazas imaginarias que pudieran plantearse, debido al exceso o mala interpretación de la información recibida, así como transmitirles la información necesaria para que continúen protegiéndose durante la desescalada, puesto que en casos contrarios la misma desescalada puede generar una falsa sensación de ausencia de peligro, pudiendo, con ello, saltarse algunas medidas de seguridad.

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Si durante la demanda del paciente en consulta, la psicovigilancia del profesional sanitario observase los síntomas previstos anteriormente ligados a un uso excesivo de la modalidad de teletrabajo y la conciliación inadecuada con su vida familiar y personal, las siguientes recomendaciones pueden prevenir complicaciones futuras en el paciente y promover su autocuidado: • Informar de los efectos de una inadecuada conciliación entre vida personal y laboral debido al uso excesivo del teletrabajo. • Establecer límites durante el teletrabajo, fijando horas o momentos en el día para desconectar y realizar una actividad agradable breve. Ejemplos de ello podrían ser una ducha caliente, ejercicios de relajación o mindfulness, leer un cuento a los niños o hacer una manualidad, realizar una llamada a un familiar o un amigo, estiramientos corporales, realizar una tabla de ejercicios cortos, etcétera. • Establecer límites de inicio y fin del teletrabajo, respetando tanto el tiempo de trabajo como el establecido para la dedicación personal y familiar. Puede comunicar a las personas con las que conviva dichos horarios, negociando momentos de encuentro entre medias, colocando una señal en la puerta para indicar que no se debe molestar y respetando igualmente el espacio personal y familiar. Algo que suele resultar útil durante su tiempo personal es ir anotando las ideas que puedan surgir en una aplicación movil o libreta para desarrollarla después en su momento de trabajo, organizar la noche anterior el día siguiente, tanto el tiempo laboral como el personal, etcétera.

Ante los efectos previsibles de la desescalada en los adultos y que afectarán a su vez a los niños, habrá que tener en cuenta los propios efectos que hayan experimentado y se encuentren arrastrando desde el confinamiento. Por eso, generar bienestar en el adulto es proteger al niño, además de crear un modelo saludable del que pueden aprender.

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La psicovigilancia del sanitario sobre el menor resulta, por tanto, indispensable y si considera que las familias están necesitando orientación, puede sugerirle algunas de estas pautas: • Informarles de los posibles efectos del confinamiento y la desescalada gradual en sus hijos y la importancia de servirles de modelo en la gestión emocional, en la organización de una rutina y en el día a día. • Establecer conjuntamente con ellos una rutina, con horarios y palabras o dibujos que representen un resumen de la actividad que se va a realizar, respetando el tiempo libre, de juego y descanso, organizar espacios donde retarles en cuerpo y mente, y momentos en familia. • Los retos físicos no implican cansancio mental y viceversa. Por tanto, una manera de facilitar el sueño, además de establecer una rutina y una alimentación adecuada, es proponerles actividades para el ejercicio físico en familia, con hermanos o individual (“no dejar caer el globo”, yoga en familia, salir a pasear, bailar, etc.), y también actividades de desafío cognitivo (escape rooms en familia o a través de aplicaciones adaptadas a la edad del niño, juegos de mesa, creación de inventos, manualidades, juego…), y tiempo libre para la creación, el juego y el aburrimiento. • Establecer momentos de conversación para que expresen, puedan hacer preguntas y poderles explicar aquello que no entienden. En situaciones de emergencia sanitaria y, ante el exceso de información, los niños pueden haber realizado interpretaciones erróneas, tener dudas o no atreverse a preguntar. El tema de la muerte, por ejemplo, está demasiado presente y puede ser un momento para hablar de ello y normalizarlo, estando el menor en situación de duelo o no. • Ante la posible falta de contacto con sus compañeros y amigos, los padres pueden organizar con otros padres videollamadas en grupos reducidos. Los adolescentes suelen compensarlo con el uso de redes sociales, que puede resultar también excesivo. • Las herramientas tecnológicas también pueden ser de ayuda, pues existen numerosas aplicaciones que permiten desarrollar actividades de relajación e, incluso, mindfullness, adaptadas a cada grupo de edad.

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Esta situación de intensa incertidumbre mantiene a la población en continua alerta y muchas familias muy afectadas visitarán con frecuencia los centros sanitarios nerviosos y con miedo. Es por ello imprescindible poder ayudar a las familias con el empleo de algunas pautas como las siguientes: • Aportar información real y clara, tranquilizando a las familias sobre el estado actual de su miembro familiar y la posibilidad o no de su motivo de consulta. • Aunque haya aspectos que el propio sanitario desconozca por sus características novedosas, es importante que pueda transmitir seguridad y control, comunicando que los profesionales de pediatría están debidamente informados, continuamente formándose y ya alertados de los posibles cuadros, lo que permitiría actuar ante los primeros síntomas con rapidez. • Explicar que los comunicados formales, como los de la AEP, son la manera de informar ágilmente a todos los profesionales sanitarios para agilizar diagnósticos tempranos y permitir una intervención inmediata, y no deben tomarse como comunicados de alerta para la población general. • Recordar a las familias que la mejor manera de proteger a sus hijos es mantener la calma, conseguir una adecuada gestión emocional que puedan transmitir también a sus hijos y estar pendientes de posibles síntomas para acudir al médico, pero evitando sobreproteger o transmitir al niño la sensación de un peligro inminente. La situación de inestabilidad, incertidumbre o estrés laboral, el miedo a perder el empleo, la ansiedad de que se produzca o la misma situación de desempleo, pueden generar, además, bloqueo, enfado o ira y sensación de tristeza que, como todas las emociones desagradables, esconde una funcionalidad que puede ser aprovechada en esta situación. La tristeza facilita la reflexión, estar con uno mismo, el “darse cuenta”. De este modo, el profesional sanitario puede guiar a su paciente hacia una “tristeza reflexiva” para desviarles del posible camino hacia una “tristeza depresiva”. Tal guía le facilitará aceptar su situación actual, detectar oportunidades, conocer sus derechos laborales, conocer posibles ayudas económicas, reorganizar sus prioridades, reformular su plan de empresa, reflexionar sobre lo que esta situación no solo le hace perder sino también lo que quizás también le permite, etc., hasta recuperar energía y afrontar el cambio con una “rabia sana” y movilizadora.

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El confinamiento también ha desestabilizado la convivencia intrafamiliar y en pareja, intensificando problemas previos al sistema de alarma sanitaria o propiciando conflictos nuevos. En el caso de que el profesional sanitario detecte dificultades asociadas a este tipo de situaciones durante la desescalada, resultará importante que puedan orientarles a no tomar decisiones al respecto hasta conseguir una situación de mayor serenidad o encontrar asesoramiento profesional (abogados, psicoterapeutas de familia o pareja, etcétera). El miedo general derivado del estado de alarma puede producir en la siguiente fase de desconfinamiento el ya mencionado síndrome de la caverna o complicar otros cuadros relacionados (misofobia, agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo, hipocondría, etc.), que pueden suponer dificultades para la intervención del sanitario. A la hora de volver a salir de casa y, en especial, ante pacientes sobre los que se pueda sospechar estas reacciones, resultará útil seguir las siguientes recomendaciones para gestionar el miedo: • Explicarles que lo que les ocurre es una reacción esperable y totalmente comprensible, después de haber experimentado un prolongado periodo de confinamiento durante el cual se ha estado protegiendo de un peligro externo. Ahora el miedo, que se experimenta como una sensación muy desagradable, aparece para protegerle, avisando con coherencia de que puede existir algún peligro al salir de su lugar de seguridad. • Es importante que no se deje secuestrar por sus pensamientos desagradables y su miedo o ansiedad y salga al exterior, poco a poco, y de forma progresiva, dando pequeños paseos, normalizando la vuelta al exterior para recuperar cierta rutina. • Creer con confianza en que todo volverá, poco a poco, a la normalidad, legitimar sus miedos, sus emociones, en general, y confiar en uno mismo. • Les será útil saber que nuestro sistema inmunitario se verá beneficiado de una exposición gradual al exterior y perjudicado con la continuación del aislamiento. • Pueden resultarle útil las pautas generales de gestión emocional.

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