Jardin de Letras 10

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NĂşmero 10, Noviembre de 2016

La crueldad tiene corazĂłn humano, y los celos rostro humano; el terror la divina forma humana, y el secreto la humana vestidura. William Blake

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Editorial El Colegio Vizcaínas cumple 249 años en los que su impronta ha signado de manera indeleble la historia de México y América. Tradición obliga, así los tres años de la versión digital de Jardín de Letras confirman la trascendencia de nuestra escuela preocupada por la educación y la cultura de una sociedad en constante evolución. Iniciamos este año escolar 2016-2017 presentando el número 10 con una portada muy especial, creación de Itzel García Rangel, donde la imagen representa el dominio de la sabiduría, la luz del conocimiento, propósito intrínseco de una institución educativa cuyo recorrido histórico inició en nuestro continente siendo piedra angular del desarrollo humano. En el contenido se han volcado las preocupaciones y sueños de los. jóvenes, la existencia, la vida cotidiana, las aspiraciones y la crudeza de la ambición de poder que desemboca en la destrucción del mismo entorno de vida, destino inmanente de una sociedad vacilante. Jardín de Letras entrega una vez más el resultado de la creatividad de los jóvenes que trabajan arduamente en el taller de escritura y las clases de literatura dirigidos ambos por una servidora. Felicitaciones al Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas IAP y a todos nosotros que hemos tenido la fortuna de coincidir en la construcción de una leyenda viva.

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Jaquelina Rodríguez Ibarra

Itzel García Rangel

Directorio H. Patronato Colegio de San Ignacio de Loyola I.A.P

Jaquelina Rodríguez Ibarra Editora

Lic. Oscar Mertz Rio Director General

Fernando García Álvarez Editor de imagen

Mtra. María del Rocío Téllez Estrada Directora Académica

Gonzalo Huerta Navarro

Mtra. Consuelo Piña Peaña Directora de Preparatoria

Enory Gamarra Hernández Diseño y Formación

Coordinador de Comunicación y Desarrollo

Ilustración de Fernando García Álvarez

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quién es quien Soy Andrea Bernal, estudiante de secundaria en el Colegio Vizcaínas. Escribir me libera. Lo que me inspira es lo que veo camino a casa. Soy Diego Gabriel Rodríguez Ruiz. Tengo 11 años y estudio primero de secundaria en el Colegio Vizcaínas, también estoy en el Taller Jóvenes escritores. Me gusta escribir, leer, nadar, tocar el piano, jugar con todos los dispositivos electrónicos y ver series de terror. Soy Aura Márquez, estudiante del Colegio Vizcaínas y me he integrado al taller Jóvenes escritores. Entré a este taller porque te ayuda a encontrar al escritor y la soledad que llevamos dentro, y hacer que las palabras cobren vida con una simple hoja y una pluma. Mi nombre es Emily, tengo 16 años y mi color favorito es el verde. Yo creo que cuando escribes una parte de tu alma se queda en tus palabras y con un poco de suerte otros podrán entender el significado escondido en tus historias. Soy Leonardo Monroy Aguillón, tengo 17 años. Estoy cursando el primer año de preparatoria. Me gusta escribir, toco el saxofón y vivo rodeado de música.

Soy Karla Yatziri Zaragoza García, estudio Secundaria en Vizcaínas. Me gusta leer y especialmente escribir.

Soy Itzel García Rangel, estudié Diseño gráfico en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM. Soy Rebeca María, soy estudiante de prepa en Vizcaínas. La vida se alimenta de sueños y nada puede apaciguar mi fuego. Taekwondo, el amor de mi vida.

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Las Ventanas Aura Diana Márquez López

Me pregunto, ¿para qué sirven las ventanas?¿Acaso será para ver la lluvia caer?, ¿para que entre el sol al despertarnos? La verdad no sé, pero tengo muchas conclusiones. Para mí una ventana sirve para reflexionar sobre nuestros actos del pasado. También pueden servir para aventar cosas o aventar personas. No lo sé, cada persona tiene su propio punto de vista que puede servirle para ver su futuro, para recordar cosas, incluso les podrá dirigir a otra entrada, ya sea una puerta o una ventana. A través de ellas puedes ver el mundo, a las personas, incluso puedes ver al amor de tu vida.

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La historia de José

Diego Gabriel Rodríguez Ruiz

José mató a una niña en un callejón oscuro. Aquel asesinato lo cometió con una navaja. José lo hizo para sacarle el corazón, el hígado, el páncreas, el cerebro, el intestino delgado y el grueso. Quiso venderlos a los traficantes de órganos, pero descubrió que aquellos órganos eran extraños. El corazón tenía ojos y era verde; al hígado multicolor le salían dos manos cuadradas que se movían ininterrumpidamente; el páncreas tenía tentáculos que salían cuando lo tocaban, su color era extraño como una mezcla de amarillo y morado.

Él se asustó pero aun así continuó porque pensó que los traficantes le darían más dinero por órganos extraños como los de aquella niña. Pensaba en esto cuando alguien le disparó una bala de algodón remojada en un líquido extraño. José se balanceó y perdió el conocimiento pero no murió. Cuando José volvió en sí, había un hombre que se le acercó y le dijo con voz triste: “¿Por qué mataste a mi hija?” Continuará …

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Noches de susurros

Emily Galindo Hernández

– Pequeña e insignificante estrella por qué no te apagas de una buena vez. Ella siempre respondía lo mismo: – No gracias así estoy bien. Una mañana el planeta cansado de la misma respuesta decidió susurrarle una vez más a aquella, pero esta vez le diría algo diferente. Cuando el sol comenzó a ocultarse, el planeta se acercó a aquella y como todas las veces anteriores, le susurró: – Pequeña e insignificante estrella, ¿por qué no te apagas de una buena vez? Aquella dirigió su mirada al planeta, guardó silencio por un momento y luego con voz seria le dijo: – Yo no soy un estrella

De dorados cabellos y fríos tactos nació aquella. De malos tratos y tristes días vivió aquella. El tiempo pasó y un día un planeta se le acercó, la observó por un momento, luego con un suave tono de voz le susurró: – Pequeña e insignificante estrella por qué no te apagas de una buena vez. A lo cual aquella sólo contestó. – No gracias así estoy bien. Con el tiempo aquel planeta se acostumbró a susurrarle a aquella. Todos los días se acercaba a ella cuando el sol se escondía y le susurraba:

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Mi propio infierno Leonardo Monroy Aguillón

Llegué a la ciudad, a aquella plaza donde miles de personas reunidas bailan, cantan y disfrutan de los ritmos sonoros de la música. Al caminar hacia el escenario tropecé con la pierna de un hombre que estaba en el suelo reflejando su tristeza en alcohol, caí a su lado, me levanté rápidamente para que la gente no se riera de mí, miré hacia el escenario y allí estaba, frente a él, en primera fila, la chica más hermosa que estos ojos han mirado. Cabello castaño, tez blanca y labios brillantes, pero ella sólo miraba en el escenario a un saxofonista que apasionadamente lucia su buen sonar. Me acerqué temeroso y ella me saludo.

Nunca había sentido esa sensación, pero al hacer contacto visual los dos nos dimos cuenta que estábamos allí por una sola razón, cambiar al mundo. Ella sacó un cigarrillo de su bolso y comenzó a fumar mientras me preguntaba mi nombre. Así fue como, sin darme cuenta, conocí a mi peor enemigo. Este es el momento en el que no tenga sentido la historia, pero todo tiene una explicación. Mi nombre es Santiago y estoy aquí por una sola razón. Continuará …

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Sueño

Karla Yatziri Zaragoza García

La calle se encuentra solitaria, la luna ilumina su paso, era una noche tranquila, perfecta para caminar, para despejar su mente. Sirenas de bomberos resuenan en el silencio de las penumbras, camina más deprisa sintiendo una punzada en el corazón, un mal presentimiento se ha instalado en su cabeza. De un momento a otro se encuentra corriendo en dirección a su hogar, conforme avanza, las sirenas comienzan a hacerse más nítidas, más cercanas, más desgarradoras. . . Se detuvo en seco, un shock invadió su cuerpo. Era su hogar, el lugar en el que creció, donde vivió los mejores momentos de su vida. El lugar en el que descansaban su esposo e hija. Las llamas se esparcían por cada parte de la construcción y los bomberos hacían lo posible por acabar con aquel infierno. Ella cayó de

rodillas en el frío asfalto, tenía la respiración dificultosa, el corazón en la garganta y el alma en los pies. Todo se desvaneció como si de arena se tratase. Se levantó exaltada con la frente llena de sudor y sin poder respirar. David estaba dormido a su lado, su pecho subía y bajaba, su respiración acompasada logró calmar un poco la suya. Se levantó de la cama con cautela, caminó hacia la cuna de la pequeña Val. La bebé dormía plácidamente, ajena al sufrimiento de su madre. Ella la tomó en brazos y la llevó consigo hacia la biblioteca, ya acomodadas en el pequeño sofá que se encontraba ahí. Clara comenzó a tararear una canción de cuna, pero no una cualquiera, la que le cantaba a su pequeña Eli justo una noche antes de ese trágico incidente.

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Final feliz

Dislexia

Estábamos en la noche tan juntos que mi piel ganaba calidez cada vez rozaba con la tuya. Esa noche había fuegos artificiales en el firmamento y era eso lo que sentía cuando te acurrucabas en mí con aquel aroma a galleta tan particular en ti. Volteé a verte a los ojos, y nuestras miradas jugaron, temblaron. Tus labios y los míos se iban a juntar y luchar cariñosa y apasionadamente. Me mordiste y sentí un dolor hermoso cuando hundiste en la arena de mi rostro tus hermosas perlas. Nuestra sinfonía comenzaba y se enredaba en nuestros labios. No podía creerlo, al fin, en ese instante me había enamorado. Sin embargo, he de entender que no tendremos un final feliz.

Hace poco salí de mi clase de física y me dirigí hacia mi salón de inglés. Justo ese día nos tocaba examen parcial. El profesor entregó el examen, estaba demasiado fácil. Lo contesté rápido y me sentí segura de mis respuestas. Cuando al día siguiente, el profesor dio las calificaciones me di cuenta que había puesto todas las respuestas al revés. Fue entonces que me di cuenta que tenía un problema, dislexia.

Aura Diana Márquez López

Andrea Bernal

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Utopía1

Rebeca Nieto

Había un tonto y condenado pájaro antes de Cristo llamado Fénix. Cada tanto centenares de años construir una pila y se arrojaba en las llamas. Debió de haber sido primo hermano del Hombre. Pero cada vez que se quemaba a sí mismo, surgía intacto de las cenizas, volvía a nacer. Y parece ahora como si estuviéramos haciendo lo mismo, una y otra vez; Pero sabemos algo que Fénix nunca supo. Sabemos qué tonterías hemos hecho, conocemos todas las tonterías que hemos hecho en los últimos mil años, y mientras no lo olvidemos mientras lo tengamos ante nosotros es posible que un día dejemos de preparar la pira funeraria y de saltar a ella (Bradbury: 200).

El sistema cayó, y es que hasta los imperios más grandes caen por descuido. El neoliberalismo y el sutil manejo de Estados Unidos, la gran nación americana, trajo las peores consecuencias; su dominio fue tan grande que no hubo tantos ojos para poner la atención al desarrollo individual de los habitantes y sólo había lugar para el egoísmo

de los grandes monopolios que querían acaparar todas las riquezas. La violencia imperaba en un mundo donde la mayoría luchaba inútilmente por tener una vida menos miserable, mientras aquellos que sí tenían derecho a la educación, ignoraban los problemas del mundo escondiendo sus rostros detrás de un smartphone. Decía Estéphan Hessel, veterano de la Segunda Guerra Mundial, que había para la humanidad los grandes desafíos: 1. La inmensa distancia que existe entre los muy pobres y los muy ricos que no para de aumentar. 2. Los derechos humanos y la situación del planeta (Hessel: 3). Él en 2010 y otros grandes intelectuales en plena época de la tecnología llamaron a la juventud a indignarse y empezar a actuar, pero no ocurrió. Nuestros dos grandes problemas nos rebasaron, nos comieron. La producción en masa superó a las personas, en masa se produjeron alimentos y ropa haciendo uso de la explotación humana y de la naturaleza,

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en masa se crearon nuevos modos de entretenimiento y enajenación, se deformaron mentes. Llegó el momento en el que nos tuvimos que ir a la Luna; o al menos los que tuvieron la oportunidad económica de hacerlo. ¡Éramos tantos en la Tierra! Y ahora éramos la especie más inteligente del planeta al borde de la extinción y fuera de su hogar. Al menos hubo algo de valor que el hombre se llevó, como quien se va de casa y quiere llevar consigo lo de mayor valor estimativo. Con ayuda de su tecnología, la que alguna vez lo enajenó y dañó; se llevó ebooks, fotografías, libros, videos y toda la información que pudo con la promesa de algún día regresar, cuando con su ayuda pudiera reforestarse la Tierra. La vida en la Luna se convirtió en una nueva fase metafísica de la humanidad. ¡Qué arrepentida se sentía de haber convertido a la gente que no hacía más que vivir para trabajar en el combustible de la élite! Fueron años de tristeza y melancolía generalizada, de recordar a Platón, a Orwell y a Murakami con un “tenían razón.” Por fin llegó el día en el que se anunció que el momento del regreso a casa había llegado. El Hombre se prometió no volver a sus prácticas ridículas de dominio, comprendió su pequeñez, el Universo ocupó el pináculo de la evolución del pensamiento y los temas como la dignidad humana y la naturaleza fueron

temas muy recurrentes en la literatura. Milan Kundera dijo alguna vez que “la nostalgia al paraíso es el deseo del hombre de no ser hombre” (Kundera: 309), y este ahora estaba listo para desprenderse de aquello que no le gustaba de sí mismo, a ver cuánto le dura la motivación; esperemos que llegue lejos. El hegelianismo interpreta que la larga historia de la humanidad tiene un sentido: es la libertad del hombre que progresa etapa por etapa. La historia de esta hecha de conflictos sucesivos, la aceptación de desafíos. La historia de las sociedades progresa al final cuando el hombre ha conseguido su libertad completa, obtenemos el estado democrático en su forma ideal. (Hessel: 4) Así entonces todos creían en Heggel. La humanidad destruida, lastimada, mutilada, pero con esperanza; regresó a la Tierra. En nuestra ciudad y en otras de manera similar, así se replantearon las cosas... Referencias BRADBURY, Ray (2010). Farenheit 451. Barcelona: Minotauro. HESSEL, Sthéphan (2010) Indignez-Vous! (¡Indígnate!) Colectivo sáquida. (En línea). KUNDERA, Milán (2014.). La insoportable levedad del ser. México: TusQuets.

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1 Fragmento del texto argumentativo presentado para el Proyecto interdisciplinario Utopía, ciclo escolar 2015-2016

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