Jardin de Letras 03

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“Nuestra verdad posible tiene que ser invención, es decir escritura, literatura, pintura, escultura, agricultura, piscicultura, todas las turas de este mundo.”

(Julio Cortázar)


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Greguetweets

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Los papás sólo son niños grandes que juegan a ser papás· Etny Cedillo

Ningún bate me hubiera pegado tan duro como tu sonrisa Airy Barrientos

La ficción es sólo un reflejo fantástico de la realidad· Manuel Sieiro

El vaivén de las olas es el latido de la tierra Carlos Sevilla

Los celulares ya son más inteligentes que muchas personas Benilde Vértiz

Aunque muy constante vuelo, los pies siguen en el suelo· Jorge López

La lluvia es las lágrimas de los ángeles cuando miran tu tristeza Sofía Prado

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Las estrellas son las únicas luces que no necesitan interruptor Emilio Velázquez Las personas cuando nacen es para esperar la muerte, por eso lloran· Zhu Liye Mi sueño es poder tenerte, y el tuyo poder quererme Nicole Lira Tomaré todo de ti para que vengas a buscarme por ello· Ximena Fuentes

El amor es algo confuso pero lógico Estefanía Lira

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Sobrevivir en guerra

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Por Karla Pavón

Algunas estrategias psicológicas de supervivencia planteadas por Viktor Frankl en su libro El hombre en busca de sentido están presentes en las narraciones del libro Los girasoles ciegos de Alberto Méndez, especialmente en la “Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido”, cuando el protagonista enfrenta su soledad, se interna en una cueva con una vaca y con su hijo recién nacido y en ese lugar con frío extremo y sin comida se da cuenta que ya no tiene salida, y decide actuar en una intensa búsqueda de la supervivencia. Viktor Frankl divide su libro El hombre en busca de sentido en tres fases, por las que él considera pasó el interno de un campo de concentración y logró sobrevivir, estas etapas son: la fase de internamiento, la vida en el campo y la liberación. Viktor Frankl plantea como una de las

primeras estrategias psicológicos de un interno es la ilusión del indulto, diciendo que es “… un mecanismo de amortiguación interna percibido por los condenados a muerte justo antes de su ejecución; en ese momento conciben la infundada esperanza de ser indultados en el último minuto.” (Frankl: 37). Al ir mencionando cada estrategia, Frankl nos va narrando desde su punto de vista, la vida y las cosas por las que pasa un interno. Al igual menciona, como otra estrategia, la cruda realidad de no tener ya ninguna conexión con su vida anterior “Tan solo poseíamos la existencia desnuda. ¿Quedaba algún vínculo material con nuestra existencia anterior? Yo conservaba las gafas y el cinturón, que poco después cambié por un pedazo de pan” (Frankl: 42). Frankl habla de las posesiones, como algo que viene y va, pero ¿qué sucede con los pensamientos y los sentimientos?, ¿también desaparecen? En otro sentido, señala la desgracia pero con sentido del humor frente hacia lo que le pasa y la curiosidad que los embarga “Intentamos bromear sobre nosotros mismos y entre nosotros” […] Con ella lográbamos distanciar la mente de la realidad circundante y así se facilitaba el contemplar lo real con una cierta subjetividad. Incluso aprendimos a utilizar este mecanismo como una medida de protección personal” (Frankl: 43). Y finalmente, en esta primera fase, nos habla de la esperanza y lograr no suicidarse. “Nadie podía atribuirse la certeza de encontrarse entre el pequeño porcentaje de hombres capaces de sobrevivir […] el prisionero perdía temor a la muerte” (Frankl: 45), y así al suicidio. Durante la segunda fase, “La vida en el campo”, enfatiza en la indiferencia que el preso siente hacia las cosas que ocurren a diario “Esa apatía emocional le permite permanecer impasible ante los continuos sufrimientos diarios. El prisionero enseguida construía, gracias a esa insensibilidad, un caparazón efectivo que actuaba como un íntimo escudo protector” (Frankl: 52). Frankl nos dice que para él, estar rodeado de gente las

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veinticuatro horas del día no era su pasatiempo favorito pues dice que “Puede hacer surgir un irrefrenable deseo de alejarse, de estar sólo al menos unos breves instantes” (Frankl: 77). Por otro lado también se refiere al miedo irracional a tomar decisiones, por lo que eso pudiera acarrear: “Era la consecuencia del fuerte sentimiento de saberse un juguete del destino, como si el destino se hubiese apoderado de uno” (Frankl: 102). Viktor Frankl acepta que los internos sufren continua-

de la liberación, especialmente si ésta se produce de forma brusca” (Frankl: 113), porque no todos los internos superaron de buena forma el tiempo que vivieron internados. En el libro Los girasoles ciegos de Méndez se encuentran, como ya dijimos al inicio, algunas estrategias psicológicas de supervivencia planteadas por Viktor Frankl, no obstante hay que recordar que el texto escrito por Frankl son vivencias y experiencias personales, mientras el de

mente, pero viven ignorándolo para no crearse falsas esperanzas “Asumimos el sufrimiento como el reto de nuestra tarea y no quisimos volverle la espalda” (Frankl: 102). Finalmente, en la tercera fase, la de la liberación, el autor deja un sentimiento de calma “Al estado de ansiedad interior siguió una total relajación” (Frankl: 111), no obstante, nos habla de una desidia ante todo lo que se encuentran los internos al salir del campo “Una persona sometida a una tensión psicológica tan tremenda y durante tanto tiempo corre cierto peligro en el momento

Méndez es ficción literaria. Los girasoles ciegos lo conforman cuatro historias que hablan especialmente de la derrota, y aunque esta es el fin en cada historia, se pueden descubrir en cada una de ellas estrategias o mecanismos psicológicos de defensa de los que habla Viktor Frankl. Puedo decir que hay cierta semejanza entre ambos libros, la primera y de mayor peso es que los protagonistas se encuentran en circunstancias de vida extremas, de peligro de perder la vida en un momento inesperado. Para hacer este análisis me centraré únicamente en la Segunda

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que esparza nuestros restos por el monte” (Méndez: 41). Frankl señala como mecanismo de salvación dejar fluir los acontecimientos, en cambio, el protagonista de Los girasoles ciegos, en un principio se aferra a los recuerdos y a las personas, negándose a enterrar a su esposa muerta, pues se siente culpable de lo que le pasó y desea, aunque no sea posible, cuidarla y que el niño recién nacido permanezca a su lado. Por la situación y la extrema soledad que vive, nuestro personaje no toma con humor lo que le ocurre y, en cambio, decae con cada día que pasa, pronosticando la futura muerte. En cambio, la esperanza, que Frankl detalla en evitar el suicidio, Méndez la narra con la decisión del protagonista a comenzar a alimentar al bebé para que viva un poco mejor: “Me he encontrado dándole a chupar un trapo mojado en leche desleída en agua

derrota de Los girasoles ciegos de Alberto Méndez, en esta historia el protagonista se encuentra sin salida, en condiciones climáticas adversas, con un hijo recién nacido y el ejército fascista acechándolo. “Pronto empezará a nevar y se cerrarán todos los caminos de acceso a esta braña. Tendré todo el invierno para decidir qué muerte moriremos. Sí, creo que el tiempo de compasión ha terminado” (Méndez: 47). A diferencia de Frankl, Méndez atribuye a su personaje algunas estrategias en un orden distinto, y cabe señalar que la ilusión del indulto no está presente, pues nuestro protagonista sabe desde el inicio que morirán él y su hijo, por lo que comienza a escribir para que sepan su agonía “Quiero dejar todo escrito para explicar a quién nos encuentre que él también es culpable, a no ser que sea otra víctima. Quien lea lo que escribo, por favor

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cidir, pero Méndez deja que su protagonista esté constantemente triste y decaído por la muerte de su esposa, y la muerte que los acecha, a él y a su hijo; y aunque jamás es liberado del sufrimiento, muere con su hijo, pero logra el desahogo del que habla Frankl en la tercer fase, desde un inicio a través del manuscrito que deja. Para concluir, puedo decir que Frankl tiene un mundo de posibilidades de interpretación, por ejemplo hacemos coincidir con lo que Méndez desarrolla de una forma un tanto personal y con más dramatismo, y no hace hincapié en la forma grupal, sino lo enfoca en lo individual. Después de realizar las comparaciones entre los libros mencionados, cabe señalar que aunque son personas y situaciones completamente distintas, los mecanismos o estrategias psicológicas de supervivencia son las mismas, que llevan a una forma de pensar similar, por lo que me atrevo a decir que Alberto Méndez logra un personaje psicológicamente verosímil dentro de su ficción

[…] Ha vomitado, pero ha seguido chupando con avidez. La vida se le impone a toda costa” (Méndez: 43-44). La apatía que mantienen ambos protagonistas es notoria, pero Méndez la explica al hacer que el joven protagonista no se acerque siquiera a cargar a su hijo “He dejado todo como estaba. Nadie podrá decir que he intervenido. La madre muerta, el niño agitadamente vivo y yo inmóvil por el miedo” (Méndez: 41). A diferencia de Frankl, el protagonista de Manuscrito encontrado en el olvido está solo con su bebé, pero irremediablemente solo, él no anhela la soledad, la rechaza y no sabe qué hacer “Nadie me enseñó a hablar estando solo ni nadie me enseñó a proteger la vida de la muerte” (Méndez: 41). Con los libros El hombre en busca de sentido y Los girasoles ciegos nos encontramos ante situaciones muy similares, el primer libro partió de la realidad e intentó serle fiel; el segundo aunque también parte de una realidad no olvidemos que Alberto Méndez escribió estas historias muchos años después de la derrota liberal ante el ejército franquista. Sin embargo, cabe decir que los protagonistas de cada libro tienen la libertad de de-

FRANKL, Viktor, El hombre en busca de sentido, 8a impresión de la edición de 2004, España, Helder, 2012, 160 pp. MÉNDEZ, Alberto, Los girasoles ciegos, 25a edición, Barcelona, Anagrama, 2008, 160 pp.

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¿Qué vale tu vida?

Por Carlos Sevilla

bosques cubiertos por un pesado ambiente. Ahí se encuentran los campos de concentración, la esperanza opacada y la vida vilmente arrebatada yace en estos lúgubres sitios. El escaso sol de invierno, ilumina a diario los rostros de aquellos que sin fe alguna luchan por vivir. Pocos lograron ser libre de nuevo para contarlo. Entre aquellos sobrevivientes, cabe destacar a Vicktor Frankl quien, durante la Segunda Guerra Mundial estuvo internado tres años en Auschwitz, Dachau y otros campos de concentración, esta inhumana vivencia lo motivó a escribir su obra El hombre en busca de sentido en la cual plasma la agonía y miseria de los campos de concentración. Este libro no forma parte del cuantificable material literario y visual acerca de esta guerra; sino que introduce algo desconocido y único que lo diferencia de los demás. En la obra de Viktor Frankl el tema a tratar, como lo es también en este texto, es la naturaleza del ser vivo, una lógica de resistencia en el ser humano, de esta lucha por la vida: la supervivencia. En circunstancias muy similares a las de Viktor Frankl, Jorge Semprún y a Alberto Méndez, españoles, este último desde un estilo y contenido enteramente literario, también hablan de la agonía en la guerra, y llegan a una misma conclusión: “sobrevivir no es cuestión de suerte ni del destino, hay que ganarse la vida.”

En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros Viktor E. Frankl

De esto hay demasiado. No es un tema nuevo y, sin embargo, continúa sorprendiéndonos. Para muchos es un oscuro recuerdo, para otros más, un pasado que no se quiere recordar. Es un triunfo de batalla o una derrota de guerra, aquella que arrebató la vida a millones de personas entre 1939 y 1945. Es también un hecho incomprensible escrito en cada página de la historia de la humanidad, aquel que ha delimitado nuestro mundo actual y lo ha transformado, obligándonos a abrir los ojos ante situaciones de injusticia. Actualmente, la sociedad conserva en su memoria los hechos violentos que la marcaron de por vida. Existen cientos de películas, literatura y documentales que nos narran cómo millares de tropas desembarcaron en Normandía; cómo sucedieron los ataques aéreos en importantes y lustres ciudades; cómo fueron las movilizaciones en masa. Todo y más, todo y nada. Pero, ¿realmente es todo? ¿Esta guerra no nos ofreció nada más que armas y destrucción? O somos nosotros quienes nos colocamos una venda en los ojos y evitamos observar algo de lo cual nos avergonzaríamos. No muy lejos de estas batallas, las vías del tren nos guían entre los

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Podemos decir que las estrategias psicológicas de supervivencia planteadas por Vicktor E. Frankl en su libro El hombre en busca de sentido, están en su mayoría presentes en las obras de Los girasoles ciegos de Alberto Méndez y Viviré con su nombre, morirá con el mío de Jorge Semprún, cuando en su respectivo momento los protagonistas de ambas obras reaccionan psicológicamente ante las situaciones en las que se encuentran, cambian sus actos y su persona, alteran su vida y la transforman. Frankl dividió su estudio en tres fases, en la primera, “Internamiento en el campo” destaca el shock de los internos y cómo logaran superarlo. Esta fase explica el sopeso de los internos, y en ella se definen quienes quieren seguir luchando por sobrevivir o se rinden a la vida. Otra de las estrategias mencionadas es la Ilusión del Indulto, estado de ánimo y “… mecanismo de amortiguación interna percibido por los condenados a muerte justo antes de su ejecución; es ese momento conciben la infunda esperanza –sin apoyarse en ningún dato real– de ser indultados en el último minuto.” (Frankl: 37) La obra de Jorge Semprún comienza con el relato de un hecho crucial para el personaje autor cuando estaba a punto de ser exterminado, es difícil asociar a Semprún en esta primera estrategia ya que no relata su primera fase de internamiento, sin embargo un indulto es el motivo de su libro, antes de su anticipada ejecución, recibe una noticia que no es más que una salvación en el último instante. “¡Ya tenemos el muerto que necesitábamos!” (Semprún: 15) Palabras que se convierten en una esperanza de vida. En cambio, el protagonista de la Segunda derrota o Manuscrito encontrado en el olvido de Los girasoles ciegos lleva a cabo la estrategia de otra manera, desde el comienzo de su relato, él sabe que no habrá indulto que le salve, que morirá, que solo es cuestión de tiempo, por ello comienza a relatar la situación en la que se encuentra y como trata de sobrevivir ante ella,

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sencillo en el caso de Semprún lanzarse contra las alambradas electrificadas, un paso y ya, ser libres de otra manera; en las circunstancias del protagonista de Alberto Méndez, el darse por vencido, ser un rendido, tomar a su hijo y pedir ayuda resulta muy fácil, claro, sería encarcelado por las fuerzas falangistas, pero se salvaría, sí, tendría que renunciar a sus ideales, acaso ¿valen más que la vida misma?, la formación personal que tuviste y creaste toda una vida, ¿resultan lo suficientemente valioso para ser colocados antes que vivir? Una de las estrategias de Frankl es dejar de temer a la muerte, algo sin duda difícil, pero necesario para vivir, confrontar a la muerte. Semprún lleva a cabo esta estrategia, visualiza el morir como algo inevitable, pero prolongable. En Los girasoles ciegos no se aprecia esto, no deja de temer a la muerte, solo espera, contando los días, el tiempo en el que su súplica sea escuchada. “Quien lea lo que escribo, por favor, que esparza nuestros restos por el monte” (Méndez: 41). En general, las personas que saben que están al borde del precipicio suelen afrontar los hechos con un poco de ironía, para olvidar, aunque sea en el momento de una carcajada, la situación en la que se encuentran. “Ese humor lo provocó la segura conciencia de haberlo perdido todo, de no poseer nada salvo nuestra existencia desnuda” (Frankl: 42.) Ambos protagonistas muestran un humor macabro, Semprún con analogías desprovistas de su salvación, él mismo trata de complicar ya su existencia. En la obra de Méndez se aprecia con mayor lucidez, el protagonista escribe poemas, canciones y dibuja, como ironía de su vida, todo con el fin de una sonrisa falsamente dibujada en su rostro: “Un lobo le dijo a un niño que con su carne tierna iba a pasar el invierno. El niño le dijo al lobo que sólo comiera una pierna porque siendo aún tan tierno iba a necesitar muy pronto que estuviera bien cebado pues llegaría un momento en que, aunque cojito, necesitaría un asado de lobo como alimento. Se miraron, se olisquearon

indulto, no; pero sí una salvación interna, para él, escribir día a día lo sucedido fue un escape, de que tanto él como su hijo no serán solo cuerpos en una cabaña, restos carcomidos por el tiempo y el olvido. “Quien lea lo que escribo, por favor, que esparza nuestros restos por el monte” (Méndez: 41). La curiosidad para Frankl es otra estrategia, explica que la falta de curiosidad despierta en nosotros un sentimiento de tristeza que a su vez nos conlleva a la derrota interna, por lo que instintivamente llegamos a preguntar ¿qué pasará hoy conmigo?, ¿viviré?, ¿me salvaré?, la curiosidad mueve nuestras vidas, es el impulso que día a día nos motiva. El protagonista de “Manuscrito encontrado en el olvido” muestra un interés en lo que le sucede, día a día se convierte en un cotillero de su desgracia, la curiosidad despierta un poco de esperanza. Semprún es de igual manera un intenso curioso, siempre buscando una interrogante, que le sea de ayuda a su supervivencia: “Hablé durante mucho rato, él me escuchaba. ¿Me entendía?” (Semprún: 51). Muerte, al principio parece como la única salida, un camino forzado a seguir, si es sólo eso, entonces, ¿por qué no suicidarse?, sería muy

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por delante. El protagonista de Méndez, es otro caso, se cierra mentalmente, se da por vencido, ya no busca una salvación, ahora ansía que su final tarde menos de lo que espera. Es evidente y claro el rumbo por el que los personajes de ambos libros son guiados, mostrando cada una de sus consecuencias, por una parte la superación y determinación de querer lograr algo, vivir, fue lo que obtuvo Semprún, porque como ya lo mencionamos cumple con algunas de las estrategias que define Vicktor Frankl, y el personaje ficticio de Alberto Méndez no pudo con la desesperación y el hecho de estar a un paso del precipicio, morir ya no era un final, se convirtió en su salvación, las oportunidades de sobrevivir se dieron en Los girasoles ciegos, que el protagonista debido a su abstención de los hechos no las aprovechó, fue propia decisión así como la de seguir respirando.

y sintieron tanta pena de tener que hacerse daño que se pusieron de acuerdo para repetir la escena evitándose el engaño de que para sobrevivir dos personas que se quieran sea siempre necesario que, al margen de sus afectos, unos vivan y otros mueran. Ambos murieron de hambre.” (Méndez: 15) Tener corazón de piedra es vital para Frankl, la insensibilidad como la llama, no es más que la estrategia de supervivencia que nos obliga a callar el alma y ver por nuestra vida. Frankl compara el amor en los campos de concentración con la muerte, si amas algo es más probable que eso mismo sea la causa de tu muerte, un óbito irónico: “Un muerto, un moribundo, ¿dónde está la diferencia? ¿En qué cambia la cosa?” (Semprún: 28). Jorge Semprún al pie de la letra sigue con esta estrategia, sabe que si quiere vivir, debe dejar sus sentimientos a un lado y la vida

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Podemos concluir que tanto Frankl, como Méndez y Semprún nos conducen a un mismo fin cuando se quiere vivir, sea en las condiciones que sean, aun las más deplorables, se puede. Es elección propia, la oportunidad está ahí, tomarla o no, llevarla a cabo o seguir esperando, disyuntiva que puede definir tu vida, en especial su final. Sean realidad o ficción los textos, son muestra de vida en estas extremas condiciones, una obra más de lo mismo, pero un conocimiento nuevo de reflexión, de aprecio y amor a la vida, a vivir, sin importar qué difícil sea lograrlo, hay que pensar, detenidamente y preguntarnos: ¿Esto vale mi vida? O es acaso que mi vida vale esto. Serán mis ideales más valiosos que mis suspiros, mi vida sobre la de otros, y estoy dispuesto a pagar ese precio, todo con tal de vivir, o por el hecho de sobrevivir

FRANKL, Viktor, El hombre en busca de sentido, 8a impresión de la edición de 2004, España, Helder, 2012, 160 pp. MÉNDEZ, Alberto, Los girasoles ciegos, 25a edición, Barcelona, Anagrama, 2008, 160 pp. SEMPRÚN, Jorge, Viviré con su nombre, morirá con el mío, primera edición, España, Tusquets Editores, 240 pp. (colección Andanzas)

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El razonamiento de la reina roja

Por Blanca del Carmen Juárez Rangel

La validez y la verdad, según la lógica, están presentes en el libro Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll especialmente a lo largo del capítulo: “El campo de Croquet de la reina”, cuando la reina, aparentemente de manera ilógica e incoherente, razona. Primero he de explicar lo que es la verdad y la validez desde el punto de vista de la lógica. En el libro Introducción a la lógica, Carl Cohen nos dice: “La lógica es el estudio de los principios y métodos utilizados para distinguir el razonamiento correcto del incorrecto. Mediante este razonamiento en sus diversas facetas tratamos de llegar a una conclusión que no es evidente a simple vista”. También es necesario recalcar que: “El razonamiento se define como el conjunto de proposiciones, en el cual, una de ellas se pretende que esté fundada sobre el tema base”. A su vez, las proposiciones pueden estar formadas por una o más premisas. Gracias a la estructura de las premisas, se entiende de

una mejor manera si, desde el punto de vista de la lógica, una frase u oración es válida o verdadera, que es el objetivo principal de este trabajo. Dicho esto, explicaré lo que es una premisa; se le llama así al enunciado utilizado como apoyo para llegar a una conclusión; y la proposición es el conjunto de premisas y su conclusión. Así pues, la verdad y la falsedad tienen que ver con el hecho de que el enunciado corresponda con lo real; y la validez, tiene que ver con la relación entre las premisas y la conclusión a la que se llega. Si las premisas utilizadas son verdaderas, necesariamente se tiene que obtener una conclusión verdadera. Con respecto a la forma de explicación de este tema de validez y verdad, es necesario decir que será analizado concretamente con ayuda de silogismos, a través de las leyes de inferencia y demostraciones formales, estas leyes son: 1. Modus Ponendo Ponens: Si afirmo el antecedente (A), entonces afirmo mi consecuente (B). 2. Modus Tollendo

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Tollens: Si niego mi consecuencia (B), entonces niego mi antecedente (A). Para comprender mejor lo antes mencionado, debemos conocer que: “Los silogismos son argumentos deductivos, en otras palabras, va de lo particular a lo general. Un silogismo está formado por una premisa mayor, una menor y una conclusión” (Mateos Nava). Específicamente trabajaremos con silogismos hipotéticos, ya que es el que mejor se adapta, hablando acerca de su estructura, para explicar esta relación de validez y verdad en este tema; su forma es: Si antecedente/condición entonces consecuente/condicional. Una vez visto el contexto lógico, me enfocaré en el autor de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll, este nombre es solo un seudónimo que ocupaba al publicar sus obras, ya que su nombre real fue Charles Ledwing Dodgson. Él era un hombre que prefería la compañía de niñas, en vez de la de adultos, y en 1862, precisamente en uno de estos momentos en que se encontraba acompañado de sus hermanas y las amigas de estas, es donde se crea la historia de Alicia en el país de las maravillas. La inspiradora de esta historia, donde la fantasía y la imaginación son el tema que llama la atención de los lectores, es Alicia, una de las amigas de sus hermanas. Empezaré este análisis mencionando la razón por la cual elegí el tema; y es que, la forma de razonar de la Reina Roja hace pensar sobre la lógica de sus argumentos. En primer lugar: “[…] El hecho es que aquí debería haber un rosal rojo, y por error, nosotros pusimos uno blanco. Si la reina se enterara, nos cortaría la cabeza”. (Carroll: 98) “-[…] ¡Parad ya! –gritó la reina- ¿Qué habeis estado haciendo aquí? -Con la venia de su majestad- dijo Dos sumiso- intentábamos… -¡Ya veo!- dijo la reina examinando el rosal¡Que les corten la cabeza!- gritó”. (Carroll: 100)

Explicando esto, podemos mencionar que este silogismo es de tipo Modus Ponendo Ponens es válido ya que la forma del silogismo es igual a la del ejemplo: A → B A .′. B donde, A: Si la reina se entera que hay un rosal blanco en el palacio, entonces, B: la reina manda cortar cabezas A: La reina se entera de la existencia de un rosal blanco en el palacio .′. B: La reina manda cortar cabezas. En segundo lugar: “[…] –¡Hace muy buen día!- dijo una tímida vocecita a su lado-Muy bueno- dijo Alicia -¿Dónde está la duquesa? -¡Chist! ¡Chist!- se apresuró a decir el conejoestá sentenciada a muerte -¿Por qué tiene esa condena? –dijo Alicia […] –Abofeteó a la reina- empezó a decir el conejo”. (Carroll: 100,101) Por lo tanto, podemos explicar, que este silogismo de tipo Modus Ponendo Ponens es válido ya que la forma del silogismo concuerda con el ejemplo: A → B A . .′. B donde, A: Si agredes a la reina, entonces, B: estarás condenado a muerte. A: La duquesa abofeteó a la reina .′. B: La duquesa está condenada a muerte. Como siguiente punto, mencionaré otra parte del capítulo: “Todos los participantes jugaban su turno en cróquet a la vez sin esperar su turno, discutiendo todo el tiempo y peleándose por los erizos.

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A → B ¬B . .′. ¬A donde, A: Si la reina se desespera, entonces, B: te amenazará con la decapitación. A: La reina se desesperó con el conflicto del gato y del rey. .′. B: La reina amenazó con decapitar a los presentes.

Muy pronto la reina estuvo hecha una furia y empezó a patalear y gritar a cada minuto. -¡Qué le corten la cabeza! ¡Qué le corten a esa la cabeza!” (Carroll: 101,102) Con esto, podemos explicar que se aplica la regla de Modus Tollendo Tollens: A → B ¬B . .′. ¬A donde, A: Si la reina no te ha condenado a decapitación, entonces, B: haz jugado ordenadamente. ¬B: No (¬) haz jugado ordenadamente. .′. ¬A: La reina no (¬) te ha no condenado a decapitación. En esta última conclusión se observa que se menciona una doble negación, esto quiere decir que el resultado se vuelve positivo: .′. ¬A: La reina te ha condenado a muerte.

Finalmente puedo decir que en el libro Alicia en el país de las Maravillas de Lewis Carroll, podemos encontrar claros ejemplos de lógica, específicamente de validez y verdad, y que pueden ser comprobados mediante la realización de silogismos, comprobados con sus reglas correspondientes. De la misma forma es importante decir que muchos lectores de este libro que no tienen conocimiento acerca del tema, llegan a equivocar sus juicios con respecto a la Reina Roja, y en general con el contenido del libro. Después de este análisis, espero que el punto de vista del lector cambie, con respecto al razonamiento, y con respecto a aquellas personas que a simple vista podrían ser incoherentes en su pensamiento, desde el punto de vista de la lógica puede variar esa visión

Como último ejemplo: “El verdugo opinaba que no se podía cortar una cabeza a no ser que estuviese pegada a un cuerpo de donde poderla separar. El rey alegaba que cualquier cosa que tuviera cabeza podía ser decapitado y que no dijesen tonterías.La reina pensaba que, si no se hacía algo inmediatamente iba a mandar decapitar a todo el mundo.” (Carroll: 104)

Bibliografía: COHEN, Carl. Introducción a la lógica, México. Limusa. 2002 CARROLL, Lewis. Alicia en el país de las Maravillas, España. Edimat Libros, 2010. 248pp. Col. Clásicos de la literatura. MATEOS NAVA, Misael. Lógica para inexpertos, México, Edere. 2007

Esto se explica con un silogismo Modus Ponendo Ponens y en este se muestra que es válido porque la forma del silogismo concuerda con el ejemplo:

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Tinte filosófico en el país de las maravillas Por Karen Danahe Cordoba Rosario La existencia e identidad según la filosofía están presentes en Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll cuando la protagonista se encuentra en un sueño fantástico en un país de maravillas. En este sueño, Alicia presenta constantes cambios que la conducen a realizar cuestionamientos filosóficos sobre su identidad y existencia. Alicia en el país de las maravillas es una obra literaria clásica del siglo XIX, escrita por el británico Charles Lutwidge Dodgson, quien fue además de escritor, matemático y fotógrafo. A este escritor lo conocemos por su seudónimo, Lewis Carroll. Cabe mencionar que Carroll escribió esta obra inspirándose en su amiga Alicia, con ella y sus hermanas, Lewis Carroll lograba “volver a ser niño y no caer en el horror de aquel universo de preguntas sin respuestas y […] de procesos sin sentido” (Pitol: 18 ) por lo cual, en la obra, “Alicia sería a fin de cuentas un átomo de inteligencia crítica, de sentido común que pasa por en medio de la vida de su tiempo, haciendo comentarios satíricos sobre […] la identidad personal, el espíritu académico, la educación, las relaciones humanas, etcétera” (Pitol: 18). Con respecto a la filosofía, corresponde señalar que etimológicamente significa amor a la sabiduría, es una palabra derivada del griego φιλος (philos = amor) y σοφος (sofos = sabiduría). La filosofía se basa en un cuestionamiento continuo del porqué de las cosas y, en el mismo sentido es el estudio de una variedad de problemas fundamentales del lenguaje, de la existencia y de la identidad principalmente. Puede decirse que la filosofía es una actitud ante el universo y ante el propio ser del ser humano, así como al análisis del sentido de la existencia tanto individual como colectiva. Por lo que se refiere a la existencia, se entiende como el acto de Ser, que deriva en una corriente filosófica llamada existencialismo cuyo objeto de estudio es la existencia misma del ser como individuo y en su modo particular que lo constituye. Por otro lado

tenemos el término identidad que está estrechamente relacionada con la existencia puesto que: “del Ser (existencia) se buscan los rasgos y la manera de ser que conforman al Ser identidad. Así pues, identidad y existencia son nuestro punto de partida hacia el país de las maravillas que emprendió Alicia cuando “Llena de curiosidad, corrió a campo traviesa detrás del animal y por fortuna tuvo tiempo de verlo desaparecer súbitamente en una gran madriguera que había bajo un seto. Alicia, sin pensarlo mucho, se coló por la boca de la madriguera, sin pensar ni un solo instante en cómo podría salir después de allí” (Carroll: 3), y en el momento que emprendió el viaje, dio comienzo la filosofía, porque la filosofía nace de la curiosidad, de querer saber qué hay más allá sin importar y sin pensar ni un solo instante en cómo resolver la pregunta, puesto que

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ni busca respuestas inmediatas, no busca una salida, pero siempre encuentra la entrada a una nueva cuestión. “Ya dentro de la madriguera, al llegar al fondo y aterrizar, se encontró con una botellita que al beberla hacía disminuirla en tamaño y entonces encogió y encogió tanto, que al querer entrar a una de las puertas se dio cuenta de que había olvidado la llave y que ya no era posible alcanzarla por lo que comenzó a llorar, pero recordó que le gustaba simularse que era dos personas a la vez, sin embargo pensó: -Ahora es inútil- […] pretender ser dos personas. Tan poco queda de mí, que apenas si puedo ser una sola” (Carroll: 9). Luego de esto, se encontró un pastelito que la hacía crecer, y ante tantos cambios se descontroló y no hallaba su identidad del todo ya que “en la conciencia de la identidad personal, por la que el sujeto se comprende como un sí mismo, es permanente aún a través de todos los cambios” (Morató y Martínez: 50), es decir, a pesar de que un individuo se enfrente a diversos y constantes cambios, su esencia se va a conservar. Después de algunos cambios de tamaño y de encontrarse con algo nuevo, Alicia se enfrentó a preguntas existenciales en búsqueda de su identidad, decía “-¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué extraño es hoy todo! Tan sólo ayer todo transcurría normalmente. ¿Habré cambiado durante la noche? Reflexionemos: ¿era yo la misma cuando me levanté esta mañana? Casi creo que me sentí un poco distinta. Pero si no soy la misma, entonces la pregunta es: ¿quién soy? ¡Este sí es un problema difícil! (Carroll: 12). Este párrafo es una gran muestra de la presencia de identidad y existencia al hacerse la pregunta clave ¿quién soy? Ya que se realiza un cuestionamiento filosófico y abstracto, donde la respuesta no es inmediata ni concreta y requiere de mucha reflexión. Más tarde pensó si se habría convertido en alguna de las niñas que ella conocía y comenzó a compararse con una de ellas para finalmente decirse “además, ella es ella y yo soy yo” (Ca-

rroll: 12), con lo anterior, podemos comprender que “la identidad sólo cobra sentido cuando se afirma como negación de alguna diferencia previamente percibida ante una comparación entre un individuo a otro” (Morató y Martínez: 90), es decir, para encontrar qué es lo que hace que uno se identifique como individuo, se requiere de una comparación previa con otros para posteriormente distinguir lo que los hace diferente, además “Leibniz decía en su principio de identidad, junto con el de no contradicción que «A es A y no puede ser no A» o bien: «lo que es, es y no puede no ser»” (H. Diels: 28). Asimismo, Alicia continuaba tratando de responderse ¿quién era ella? mientras pensaba “Tan sólo levantaré la cabeza y diré: ¿Quién pues, soy? Dígame primero esto, y luego, si me gusta ser esa persona, subiré; si no, me quedaré aquí, hasta que me transforme en otra.” (Carroll: 13). Lo que hace alusión de una manera metafórica a la búsqueda de identidad

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en la vida real, ya que cada individuo alguna vez se llega a cuestionar quién es y en su búsqueda pasa probando con una cosa y luego otra hasta que encuentra las características que le gustan para conformar su identidad y entonces subir, ante la vida y la sociedad. Más tarde Alicia continuó caminando, conociendo el lugar y a los habitantes del “país de las maravillas” cuando en una de las escenas preferidas se encontró con uno de los personajes entrañables de la obra: el Gato Chester, a quien “le preguntó Alicia: -¿Quieres decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir aquí?, -Eso depende mucho de a dónde quieres ir- respondió el Gato. -Poco me preocupa a donde ir- dijo Alicia,

-Entonces, poco importa el camino que tomesreplicó el Gato, -Con tal que conduzca a alguna parte- añadió Alicia como conclusión. -¡Oh! Puedes estar segura de que llegarás a alguna parte- dijo el Gato- si caminas lo suficiente. Al no complacerle la respuesta, Alicia […] formuló otra pregunta:-¿Qué clase de gente vive aquí? -[…] Visita al que prefieras; ambos están igualmente locos, dijo el Gato y Alicia contestó: -Pero yo no quiero visitar a locos-[…]. -Eso no lo puedes evitar, aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca. -contestó el Gato, -¿Cómo sabes que yo estoy loca?- protestó Alicia. -Debes estarlo- […] si no, no estarías aquí, concluyó el Gato.” (Carroll: 48) En esta parte, podemos ver la fusión de filosofía en identidad y existencia; en primer lugar, la filosofía trata de cuestiones abstractas que no son conceptualizadas y son en su mayoría misterios interesantes por resolver y se derivan del uso del lenguaje porque trata de asuntos de los cuales se pueden dar argumentos racionales y aceptables, pese a esto, no pueden ser medibles ni experimentales, por ejemplo, en el caso de la locura o del camino que debes tomar. La filosofía también trata sobre la existencia de individuos y de su identidad desde el punto deductivo, es decir, iniciamos con ¿quiénes son los que viven aquí?; que parte de la pregunta filosófica sobre una comunidad en conjunto y conduce al modo particular que finaliza con la pregunta individual ¿cómo sabes que yo estoy loca?, o ¿que tú estás loco?, también cabe mencionar que la concepción de la identidad proviene de un proceso de identificación donde el sujeto se auto-identifica, pues éste se resuelve en términos de relación con los demás, mejor dicho, al compararse y así, observa los rasgos que lo identifican de una manera más objetiva. Para terminar nuestro viaje como el de Alicia, es importante mencionar unas palabras del Rey durante el testimonio de Alicia:

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“- Si está absolutamente desprovista de sentido- dijo el Rey-, no tenemos que esforzarnos en lo absoluto, pues es inútil tratar de descifrar lo indescifrable. Sin embargo- […] me parece, a pesar de todo, que tiene profundo sentido.” (Carroll: 99), y ¡esto es filosofía! Para muchos, la filosofía no tiene sentido, ni utilidad, pero no es así, la realidad es que tiene un profundo sentido ya que de esta disciplina de ciencia como de arte, se des- prendieron todas las ciencias, por esto mismo, es considerada la madre de las ciencias, y nace de la curiosidad, así como nació el viaje de Alicia hacia el país de las maravillas, un viaje sin sentido que si entramos en él, tiene todo el sentido, porque por un momento salimos de nuestro mundo y entramos a otra dimensión fantástica, para comprender que “existe una diferencia entre el conocimiento de las cosas del mundo y el conocimiento de las ideas” (Gutiérrez Sáenz: 19), porque no es lo mismo decir “veo lo que como que como lo que veo “(Carroll: 52). Y Alicia allí descubre el mundo de las ideas, el cual no tiene nada que ver con lo que ha aprendido hasta el momento, tomando como entrada

la madriguera que la lleva a un nuevo mundo totalmente desconocido para ella, en el cual al principio le descontrola, pero poco a poco se va acostumbrando y en cada una de las transformaciones que tiene de tamaño, son esos cambios y experiencias que hacen cuestionarse a uno, sobre su identidad y existencia misma en lo cual se presentan personajes, y vivencias que aportan múltiples respuestas para poder comprender y que hacen que conozcas el mundo y tu mundo mismo; a Alicia. -¡Oh! ¡He tenido un sueño tan extraño!... (Carroll: 101) Y recuerda que la filosofía y la literatura donde quiera que vayas estarán ahí. De la mano entre ellas y de tu vida Bibliografía CARROLL Lewis, Alicia en el país de las maravillas, al otro lado del espejo, 15° Ed. México: Porrúa. 2002: 233pp (colección Sepan cuantos… 215) MORATÓ Cortés y MARTÍNEZ Riu. Diccionario de filosofía en CD-ROM. Barcelona: Herder. 1996-99. SPAEMANN, R. Personas: acerca de la distinción entre algo y alguien. Pamplona: EUNSA, 2000. T.Honderich. Enciclopedia Oxford de Filosofía. Madrid: Editorial Tecnos. 2001

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Alejandro Toledo

ita do especial

El hombre del balcón

Inv

como le quisieran llamar, si les interesaba, sería abierto, sin compromisos ni chantajes: estar juntos cuando la pasaran bien, y al primer signo de malestar o estancamiento lo mejor era despedirse. Y a otra cosa. A lo que sigue. A la que sigue. Ciao. Ahí te ves. La mayoría aceptaba y algunas hasta se veían entusiasmadas con ese plan de una relación libre y abierta. Al poco tiempo, no obstante, insinuaban cosas: vivir juntos, ¿por qué no?, tal vez ir al Registro Civil sólo por tener el papelito, sin una fiesta grande, claro, ¿y los hijos?, huy, no, ahora no, quizá más tarde, según se presenten las cosas, aunque a mi edad… Y la amenaza velada: “¿No será que nos estamos llevando demasiado bien?” No, no era ni sería. La vida era para él como un maratón en donde muchos se iban quedando a la zaga: unos se casaban, o los casaban, y se convertían al instante en sujetos sufrientes, otros eran despedidos de sus empleos y peregrinaban por semanas o meses hasta volver a colocarse, algunos dilapidaban sus ingresos en fiestas, drogas y mujeres… Entre sus conocidos se consideraba como un sobreviviente. Su economía estaba en números negros y ese año había logrado adquirir y montar como Dios manda un departamento. Vendrían aún los pagos mensuales, que eran como una renta, o poco más que una renta, por algo así como diez años (o menos, si se esmeraba), pero valía la pena. Lo tenía, era suyo. ¿Qué faltaba? Salió al balcón y observó desde su cuarto piso el paisaje citadino nocturno. Escuchó en la lejanía el rugido de microbuses y autobuses con

Nochebuena, toque de ánimas. Francisco Tario

El departamento estaba casi listo. Tenía varios meses dedicado a montar su nuevo hogar y el viaje para llegar ahí había sido arduo. Ya, era suyo. Su intención era anclar en las vacaciones de fin de año con todo bien dispuesto. El aguinaldo le dio el empujón final, lo suficiente para financiar los últimos detalles. En su proyecto de vida, era importante cerrar el año con casa propia… bueno, departamento propio, un sitio que nadie le pudiera arrebatar, un espacio que le perteneciera para siempre. Eran años de ahorros, un equilibrio económico que le había costado humillaciones en el trabajo (al hacer lo imposible porque no lo despidieran, a costa a veces de sus compañeros), relaciones sentimentales difíciles (“¿matrimonio?, no, cómo crees, ahora no”), pues un paso mal dado, en la oficina o con las novias, habría roto sus planes. En el trabajo, aceptarlo todo, ceder en todo; y con ellas, mejor decir aquí corrió que aquí quedó. Las mujeres de su edad estaban en ese punto en donde casorio y embarazo eran llaves mágicas, antídotos aparentes contra la angustia y las tribulaciones; y para él consentir en eso habría sido el derrumbe, puesto que las responsabilidades adquiridas (la paternidad, qué horror) de inmediato quebrarían sus finanzas. Decidió invertir en sí mismo. Por eso cuando se relacionaba con alguna chica planteaba con claridad que en sus planes no estaba casarse ni formar una familia, y que el amasiato o noviazgo o

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el escape abierto activando a su paso las alarmas de algunos automóviles. Luego de un rato se le entumecieron los brazos y se resintió de la espalda. ¡Una silla! Eso necesitaba, una silla para el balcón. Al día siguiente, que era sábado, iría a comprar la silla, quizá también una mesa pequeña o uno de esos muebles para descansar las piernas… aunque el espacio no era amplio. La silla cabía, sí. Era cosa de tomar medidas. Sería su última o penúltima adquisición. Compró al fin una silla metálica en color plata y una mesita de cristal opaco. Un poco justas las cosas, en el balcón, pero bien. Descansó ahí un rato la tarde del sábado y otro la mañana del domingo. Su silla, su balcón, su departamento. Lo distrajeron en la semana las actividades de la oficina y por la noche los brindis de fin de año y las primeras posadas. Llegaba a casa un poco mareado por los tragos, se quitaba la ropa y se recostaba en la sala un rato a ver algo de televisión en su pantalla plana empotrada en la pared o se entretenía con un videojuego. Solía quedarse dormido para despertar en la madrugada un tanto adolorido, apagaba entonces el televisor, los demás aparatos (la consola de juegos, cuando era el caso, y el estéreo con sonido envolvente) y se iba a la cama. En las fiestas había estado a punto de invitar a alguien a su casa, pero sabía los riesgos que eso implicaba y no, no era el momento. ¿Para qué arriesgarse? No quería resolverle a nadie la existencia. Veía a las mujeres como náufragos (o náufragas) en busca de socorro y él no tenía alma de rescatista. Que nadie se montara en sus logros personales; o mejor: que nadie fuera feliz a costa suya. Así llegó la Nochebuena. Compró vino y los elementos para una solitaria cena sencilla y ligera. Se instaló en la sala e intentó las diversas distracciones que tenía a la mano; la programación televisiva desparramaba miel navideña, y tampoco estaba de humor para los videojuegos. Puso música. Fue al balcón y se

sentó en su silla; atendió los ruidos nocturnos, el coro de charlas y risas al interior de las casas, la melodía inquietante de las sirenas de policías y ambulancias, y el retumbar a esas horas escaso pero persistente de microbuses y autobuses que activaba las alarmas de algunos automóviles. Dormitó un rato. Cuando quiso entrar al departamento se percató de que la puerta del balcón estaba cerrada; la sacudió sin resultados. Buscó el modo de pasar por fuera a otro departamento o bajar del edificio agarrándose a fierros y huecos. No era muy hábil para lo físico y casi se cae. Sintió un leve mareo… Con gran esfuerzo volvió a trepar. Al saberse seguro intentó abrir. El interior estaba a oscuras. Se encendieron las luces y le extrañó ver, en el fondo, a una pareja joven que miraba horrorizada hacia el balcón en donde un ser apenas corpóreo (en realidad él mismo) sacudía y golpeaba los cristales

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Colaboradores ED ITORIAL Con Jardín de Letras 3 en su versión digital, concluimos el año escolar 2013-2014. Año de verdaderos frutos literarios, de lecturas creativas, y de una presencia editorial consolidada a través de criterios literarios y visuales definidos. Celebramos, pues, la consolidación de una imagen editorial, literaria y visual. Cabe señalar que Jardín de Letras se centra en contenidos emanados de la literatura, ya sea como reflexión o como creación. Pero no hemos dejado fuera el lenguaje visual presente en la revista desde el número uno impreso, en donde dos ilustradores extranjeros colaboraron con nosotros sin conocernos y por el simple hecho de sabernos amantes de la literatura, de la cultura y del arte. Ellos son Alejandra Karageorgiu, argentina, y Sergio Michilini, nicaragüense, quienes amablemente ilustraron en aquella ocasión nuestra portada y algunos textos sobre Juan Rulfo. En nuestra versión digital nos ha acompañado Fernando García Álvarez con una propuesta visual intensa y de imágenes coloridas, con la que damos cabida de manera permanente al lenguaje visual en Jardín de Letras. Dejamos en sus manos este número que rompe con nuestros criterios de extensión, ya que hemos rebasado el número de páginas acostumbradas, pero no podíamos dejar fuera textos de análisis y reflexión de valor literario sobre dos temas relevantes en nuestra vida cotidiana: la supervivencia y la filosofía. Y junto con ellos debíamos incluir la modalidad sintética del pensamiento con algunos greguetweets; y para cerrar el número la lectura de una narración de Alejandro Toledo, nuestro invitado muy especial.

Jaqu e lin a Ro d r ígu e z I b a r r a

TEXTOS Alejandro Toledo Carla Pavón Carlos Sevilla Blanca del Carmen Juárez Rangel Karen Danahé Córdoba Rosario Manuel Sieiro, Benilde Vértiz, Etny Cedillo, Airy Barrientos, Nicole Lira, Ximena Fuentes Jorge López, Sofía Prado, Estefanía Lira, Zhu Liye, Emilio Velázquez.

IMÁGENES

Fernando García Álvarez Graffittis tomados de las calles de Tacubaya

DIREC TORIO Colegio de San Ignacio de Loyola (Vizcaínas) Honorable Patronato del Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas Lic. Luz del Carmen Sanchez Gutiérrez Directora Académica Lic. María Ángeles Galdeano Bienzobas Directora Administrativa Biól. Ma. del Rocío Téllez Estrada Directora Técnica de Preparatoria Lic. Jaquelina Rodríguez Ibarra Coordinación editorial Dania Hermida Cortés Diseño y Formación Jardín de Letras es el resultado del Taller Jóvenes escritores y las materias de Literatura del Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas.

Imagen de portada: “Naturaleza vintage” Dania Hermida Cortés


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