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S O Ñ E M O S untos Revista Marista de Pastoral Vocacional
#no 33 - abril - 2016
Compartiendo vida “Vivo la aventura del Corazón” CONTÁCTANOS... COORDINDADOR PROVINCIAL Hno. Carlos Vélez velezcacho@hotmail.com
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Todos juntos
(Brotes de Olivo - Pueblo de Dios) Que todos sonriamos juntos; todos nos sintamos uno. Todos andando senderos, llanos y desfiladeros; todos en el mismo barco, con los gozos y fracasos... Así, ¡qué feliz! Tu alegría, mi alegría; tu amargura, mi amargura; tu pobreza, mi pobreza; tu riqueza, mi riqueza; tu camino, mi camino; tu destino mi destino, he de sentir... En mi alma siento, ésa es la felicidad. Pierdo hasta el aliento al pensar lo que será. Ven sabor a mí, no huyas de mí. Hasta no sentirte, no seré feliz. Que tú seas de mí, que yo sea de ti. Que todos vivamos siempre así.
Marcelino Champagnat,
una vida que se comparte. Compartir la vida es algo que va unido a los Maristas desde sus inicios. Ya los aldeanos de La Valla advertían en Marcelino que, sin ser como ellos, vivía a fondo su vida de trabajo, de privaciones, de pobreza, lleno de preocupaciones por los necesitados, sin privilegio alguno. Los mismos testimonios que se conservan de la época en el Proceso Informativo, Sumario V, nos dan a entender la forma en que Marcelino compartía su vida con la gente sencilla que le tocó vivir: - nuestro coadjutor es sencillo, alterna con todos, habla con todos, saluda a todos; - nuestro coadjutor y sus hermanos trabajan con todos. Como hombre sencillo que es, comparte la vida con todos, se siente a gusto entre los pequeños, entre los de corazón sencillo como el suyo; entre los obreros, los ancianos, los niños, los enfermos. Sintió como propias las necesidades de su gente y trató de satisfacerlas con los medios con los que contaba. Esta forma de sentir era posible porque Marcelino los conoce personalmente; vive con ellos; vive “sus problemas” y trata de ayudarlos; les presenta una vida coherente de trabajo, abnegación, entrega y disponibilidad... va por delante de ellos con el ejemplo. Se deja la vida con y por ellos.
Marcelino Champagnat une su vida de una manera íntima a la de sus feligreses, sus hermanos y su obra. Esta forma de compartir, esta unión de vidas, crea una identificación que lo llevaría a una entrega total y constante de su ser y tener, de sus fuerzas y su salud, de las riquezas de su alma, de la bondad de su corazón y de “todos los dones, luces, fuerzas... que había recibido para cumplir las misiones que Dios le asignó”: evangelizar La Valla y fundar una congregación. De la misma forma que lo hacía con la gente sencilla de La Valla, vive con sus hermanos, comparte con ellos techo, alimento, trabajo, oración y campo de apostolado. Marcelino Champagnat se convierte en una persona que “amando”, formó a sus hermanos para amar. Uno de los grandes aciertos de Marcelino fue vivir con los hermanos y como ellos. Esta intuición le aseguró el éxito de la obra que nacía en aquel momento en medio de tanta privación y sencillez. Años más tarde, cuando tenía que ausentarse de El Hermitage, sus cartas al Hermano Francisco testimoniaban el amor incondicional de un hombre que había decidido compartir su vida con sus hermanos:
“No necesito decirle cuán queridos me son todos los Hermanos. Adiós, mis queridos Hermanos, os llevo a todos cariñosamente en mi corazón” (13/3/1838). “El tiempo se me hace largo, porque no estoy con ustedes” (18/3/1838). “No olvide decir a los Hermanos cuánto los quiero y cuánto sufro por no estar con ellos” (23/6/1838). Compartir la vida es amar, por ello es que Marcelino Champagnat quiso que su congregación fuese ante todo una verdadera familia. Un ejemplo que ilustra en gran manera esta forma de ser de Marcelino, nos lo dejó en 1824 el Hermano Juan Pedro Martinol, director de la escuela de Boulieu, que habiendo hecho una visita a La Valla al día siguiente, al tiempo de marchar, muy de mañana, le dijo Marcelino: - Ya que el hermano cocinero no está levantado, tome este panecillo; el pan bendito que el domingo me tocó en calidad de oficiante de la misa mayor; cómalo en el camino para desayunar. - No padre - replicó el hermano - lo llevaré a mis hermanos, lo comeremos juntos con sumo gozo; porque todo lo que nos viene de usted y nuestra casa de La Valla es para nosotros un motivo de gran alegría. Compartir la vida es pensar, sentir y vivir siempre con, como y para los hermanos.
El documento Agua de la Roca, en su número 108 nos dice que la experiencia de dar y recibir amor nos desafía, como maristas, a combatir nuestra propia tendencia hacia el individualismo, el egoísmo y la pérdida de genersidad. Compartir la vida construyendo el espíritu de familia es una tarea exigente: necesitamos hacernos presentes a los demás, estar atentos, ser capaces de escuchar, y saber dar nuestro tiempo. En el número 110 nos invita a desarrollar un espíritu de comunión; como hermanos y laicos maristas, como hermanos y hermanas que comparten la vida. Compartir la vida es parte del espíritu marista. Ya Marcelino y los primero hermanos nos marcaron el camino. Y tú, ¿compartes tu vida con otros? ¿Tienes espacios donde compartir tu vida (trabajo, estudios, oración, apostolado...) con otros que te ayuden a crecer? Te invitamos a realizar tu propia reflexión y compartirla con todos nosotros a través de nuestras redes sociales. e-mail: pastoralvocacional@maristasac.org Twitter: @PVMaristaAC Facebook:Pastoral Vocacional Marista América Central Tomado de: • Agua de la Roca. • Cuadernos Champagnat: • Personalidad de Marcelino. Algunos rasgos. • Marcelino, un apostol de hoy. • Nuestro Carisma Institucional.
INICIANDO EL CAMINO (Postulantado de La Habana, Cuba) Coincidiendo con el término del año de la Vida Consagrada y la fiesta de la Presentación del Señor, el martes 2 de febrero del 2016, fui presentado formalmente en la comunidad de los Hermanitos de María en la Habana, Cuba para iniciar una nueva etapa dentro la formación Marista, el postulantado. El día anterior había tenido la oportunidad de irme de retiro junto a mi nuevo formador, el H. Héctor, momento oportuno para meditar y rezar el nuevo paso que iba a emprender. La celebración se desarrolló durante la oración de la mañana. En ella exponía a la comunidad y a Dios mis intenciones de un compromiso más serio dentro de la congregación, mi deseo del seguimiento de Jesús al estilo de María como nos lo enseñó Champagnat y la ratificación de mi sí al llamado que siento que Dios me ha hecho, para estar llevando su amor entre los niños y jóvenes. La comunidad marista recibía con alegría y entusiasmo mis palabras. Se comprometía además con apoyar mi proceso formativo y de hacerme sentir en familia, como siempre me he sentido. Durante esta etapa estaré haciendo la formación filosófica en el Seminario Diocesano San Carlos y San Ambrosio con un grupo 8 jóvenes donde 4 somos religiosos y el resto sacerdotes diocesanos. También participaré de los encuentros semanales del Interpostulantado y los talleres que ofrece. Tendré además el compromiso con la catequesis de la parroquia a la cual estamos ligados y un taller de inglés para adolescentes. Este será un tiempo además para ir profundizando en la riqueza de la vida comunitaria, en la relación fraterna con mis hermanos. Conocerme más y aceptar mi vida tal y como es, además de ir superando aquello que puedo cambiar. Será ocasión para ahondar aun más en la vida espiritual y la formación marista. A Jesús, María y Champagnat encomiendo todo este período. Dachiel Paumier Borges Postulante de 1º año, HH. Maristas. Cuba.
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