¿Quiénes son?

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Juntos SOÑEMOS ###no 17 - SEPTIEMBRE

¿quiénes son? ¿dónde están?

2014


SOÑEMOS Juntos

SUMARIO

S Ch Mh I&O NdF

SALUDOS

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MARCELINO CHAMPAGNAT: Padre de Hermanos

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A todos los amigos y amigas maristas.

En los capítulos 4 y 5 se nos presenta Marcelino con una sensibilidad especial ante las necesidades de los demás.

MARISTAS HOY

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IN & OUT

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NOTICIAS de FAMILIA

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Tercera y última entrega de esta reflexión que nos invita a estar presentes en los lugares donde se encuentran los jóvenes hoy día.

Actividades, videos, música y más para interiorizar, orar y compartir con todos.

En esta ocasión presentamos el libro: “Sembradores del Evangelio de la Vocación”, de la Subcomisión Interamericana de Hermanos.


Saludos

AMIGOS Y AMIGAS:

Vayamos al encuentro de los niños y jóvenes allí donde están. Esta frase que puede parecer clara y simple, e incluso motivadora, puede quedarse en letra muerta si no es asumida por corazones generosos y audaces, como los de muchos de quienes estarán leyendo estas sencillas páginas. ¿Para qué? ¿Por qué queremos ese “encuentro”? Tal vez esté aquí la clave que llene de fuerza la frase y nos mueva en realidad. Podrán surgir mil y una respuestas, pero en el espíritu de nuestro Fundador, a la cabeza de la lista siempre estarán: para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, para mostrarles cuánto los aman Jesús y María, para formar buenos cristianos y buenos ciudadanos, para que tengan Vida… Los artículos de este número de la revista nos pondrán en contacto con la herencia recibida de Marcelino, con algunos elementos de su desarrollo, y con el deseo de superar lo que limite ese legado para inculturarlo cada vez más. En el devenir de la historia, la misión marista ha tomado diversas expresiones y, sin duda, se ha visto enriquecida grandemente por personas y circunstancias. A veces planificadas, otras no. El momento presente no es la excepción. Carisma, misión, espiritualidad…en este cambio de época que nos ha tocado vivir, tienen una oportunidad única, si como María escuchemos el Espíritu, para seguir refundando esta familia para el siglo XXI. ¡Cuánto tenemos que agradecer a los que nos han precedido! y ¡cuánta responsabilidad tenemos con los que hoy se integran a los maristas y con lo que atendemos! Son fuerzas complementarias: la herencia y el futuro, el agradecimiento y el compromiso, lo vivido y las nuevas expresiones. Puede que en ocasiones no sepamos bien el camino que quede por delante, el paso a dar, la decisión conveniente. No dudemos que ir al encuentro del niño y el joven, saber “dónde” está y “en qué situación”, llevarlo al corazón y de ahí a Dios, seguramente nos dará pistas para responder.


Ch

Padre de Hermanos Capítulos 4 y 5

“LA BANDA ALEGRE” Marcelino entró en el seminario menor de Verriéres el uno de noviembre de mil ochocientos cinco. Al principio lo pasó mal. (No se atrevía ni a pedir la comida.) Tenía ya diecisiete años. Sus compañeros se burlaban de él por su corpachón, su forma de hablar y su aire pueblerino y montañés. (Hablaba en «patois», un francés «distinto».) Era el mayor y el último de su clase. En marzo murió su abuela. Al acabar el curso, el superior del seminario dijo a la madre de Marcelino: —Su hijo no es apto para seguir la carrera eclesiástica.


María y Marcelino, en las vacaciones, fueron de peregrinación a la tumba de san Francisco Regis. Marcelino volvió al seminario. Pasó el tiempo... Durante el curso 1807-1808, Marcelino estaba en sexto, con un profesor de veinte años. Marcelino se portaba mal. En las notas se lee: conducta, mediocre. Pertenecía a un grupo de revoltosos: «la banda alegre», que armaban jaleo dentro y fuera del seminario. (El cura de Marlhes mandó informes sobre Marcelino. También hablaba de las trastadas que Marcelino había hecho de niño.) El prefecto de estudios era don Antonio Linossier, profesor de retórica, que sufría una parálisis parcial en las piernas. (Solía predicar los domingos. Y era estimado por los estudiantes, a pesar de las alusiones picantes que les lanzaba o, quizás, por eso...) Don Antonio habló con Marcelino. Le recordó cómo había muerto un compañero de su clase y le hizo prometer que se iba a portar mejor. Marcelino se lo prometió. Entonces le nombró vigilante del dormitorio. (Acaso para que no armara tanta bulla.) En la habitación particular donde dormía, Marcelino pudo estudiar a escondidas, por la noche, con una lámpara. Así, sus estudios mejoraron y su conducta también. (Aunque siguió yendo a las tabernas algunas veces, a celebrar los resultados de algunos exámenes.) Al curso siguiente, Marcelino ayudó a un compañero que se quería marchar del seminario por un castigo injusto que; había recibido. Marcelino le convenció: —Esta vez, por otras que no te han castigado. Rezó con él y le animó. En el curso 1810-1811, Marcelino saltó de cuarto a tercero por dos razones: porque ya era mayor y porque se había esforzado en los estudios.


El veinticuatro de enero de mil ochocientos once murió María Chirat. (Marcelino aprendió, entre los hombres y Dios, que la vida tiene sentido cuando se entrega. La madre nunca abandona a sus hijos.) Marcelino conoció a Juan Luis Duplay, que le ayudó mucho a entender las lecciones. Se hicieron amigos. Marcelino escribió, al terminar su estancia en el seminario menor, esta oración: —«Confieso, Señor, que aún no me conozco y que estoy lleno de defectos...» (Y pedía a Dios ayuda para vencer en el combate que iba a empezar. Ahora iba en serio.)

“LA VALLA” Marcelino fue nombrado coadjutor de La Valla, parroquia diseminada en los montes del Pilat. Muchos pueblos pequeños y aldeas daban casa a hombres sencillos, rudos e ignorantes. (La tierra, allí, se viste de frescor y verde. Y se ofrece a los ojos con belleza natural, casi recién creada.)


Al ver el campanario del pueblo, Marcelino cayó de rodillas y rezó. (¡Qué gozo comenzar con ilusión un trabajo nuevo y querido!) Empezó a bajar por las empinadas laderas que rodean el pueblo. Cuando llegó a La Valla, fue a la casa del párroco, don Juan Bautista Rebod. Este sacerdote pronunciaba mal algunas palabras por un defecto que tenía en la lengua. Algunas veces se emborrachaba. (También hacía versos malos.) A los feligreses no les gustaba mucho su párroco. Marcelino encontró la iglesia sucia. Él mismo se puso a barrer las paredes para quitar el polvo y las telarañas. Enjalbegó algunos muros que estaban hechos un asco; limpió los candelabros, las cruces, las estatuas,... Enceraba todas las semanas la tarima del altar y mantenía la limpieza de la sacristía. Mandó hacer un altar para María e instauró el mes de las flores. (Las obras se hacen a medida del corazón.) Por la mañana, después de la misa, daba el catecismo a los niños. Preguntaba la letra a los que sabían leer. A los demás, les mandaba dibujar lo que explicaba. Siempre con aire bondadoso, a veces se mostraba serio. A un niño revoltoso le mandó ponerse de rodillas cerca del altar. Terminó el catecismo. Todos los niños se habían ido y el castigado seguía de rodillas. Marcelino le tomó por el brazo y alabando su total obediencia, le invitó a marchar. Los niños venían a la catequesis desde todos los rincones de la parroquia. Algunos debían andar durante más de dos horas para llegar a tiempo. Iban a la iglesia y esperaban en el atrio. Un día, los niños confundieron la claridad de la luna llena con el amanecer, y llegaron a la catequesis muy pronto. Marcelino les metió en la iglesia.


Iba a empezar la misa cuando vio que estaban sentados en un lugar donde había corriente. Bajó del altar y les colocó en un sitio más resguardado. Para que todos los niños recibieran educación religiosa, Marcelino prometió una estampa a quien trajera a otro niño a la catequesis. Todos trajeron a alguien: a su hermano, a su primo, a su vecino, a sus amigos. Por las lecciones concretas que sacaba de cada tema del catecismo, las gentes de La Valla decían de Marcelino: —Tiene para todos; a quien le escucha, le canta su evangelio. El párroco le dejó predicar. Marcelino preparaba sus sermones con algunos libros. Hablaba sencillamente. La gente le entendía. «Es de Rosey —decían—; por eso sus palabras son suaves y fragantes como rosas». Pasaba largos ratos en el confesonario. También preparó un rato de oración por la tarde para la gente del pueblo con cantos, rezos y lecturas que él explicaba. En algunos caseríos de la parroquia se organizaban bailes que no eran del agrado de Marcelino. Cuando se enteraba de la preparación de alguna de esas fiestas, iba a dar la catequesis allí mismo. Un día de carnaval fue a una aldea de la parroquia y oyó música en un pajar. Entró. Al instante cesó la música. Todos se escaparon por puertas y ventanas. Sólo quedó la dueña del local, que decía: —Es la primera vez. No volverá a ocurrir. Marcelino, sonriente, comentó: —Mira que dejarse pillar a la primera... (También peleó contra las borracheras, problema muy importante en los pueblos de la zona.) Solía andar por los caminos de las montañas con un garrote. Era tan ágil que los que le acompañaban en sus paseos quedaban agotados.


Iba a visitar a los enfermos a pesar del frío o de la nieve. Cuando conseguía llegar a tiempo de consolar a algún moribundo, se sentía feliz y daba gracias a Dios. Cierta vez, el sacristán se negaba a acompañarle para llevar el viático a un enfermo. Había mucha nieve y apenas se reconocían los caminos. Marcelino le convenció diciéndole que Dios les ayudaría. Cuando iban andando, el sacristán cayó en una presa de agua. Marcelino le sacó y el sacristán le dijo que no se lo contara a nadie, que allí no había pasado nada. Al volver a casa, el sacristán se metió en la cama para prevenir el catarro. Marcelino fue a verle y bromeó: —Pero, ¿qué hace en la cama? Si no le ha pasado nada... El sacristán ya había contado todo y así se lo dijo. Ya no tenía que seguir guardando el secreto. Marcelino le animó: —Dios le cuidará. Ya ha pasado por el agua; ahora pasará por el fuego, que todo lo cura. (En su parroquia, Marcelino comprendió que los ojos de un enfermo o de un anciano son más hondos. Contempló, en las manos de los hombres que trabajan, las heridas que el esfuerzo exige o regala. Vio que la sonrisa de los niños la han tomado del cariño de sus madres o del vuelo de los pájaros.) (Y miserias. Y rencores. Y miedos. Y lágrimas. Y fracasos. Y problemas. Y desconfianza. Y... Pero con bondad. Con mucha bondad.) Marcelino estuvo de coadjutor durante ocho años en la parroquia de La Valla. No nos extraña lo que dijo en una ocasión al ver los montes del Pilat: —¡Cuántas zancadas di por estos montes! ¡Cuántas camisas empapé con mi sudor! Me parece que, si se juntase toda el agua que sudé, bien me podría tomar un buen baño.


Mh

SER MARISTAS HOY (par te 3)

Refundar la herencia Marcelino nos dejó una herencia. No basta conservarla. Hay que actualizarla y refundar continuamente el Instituto para dar las respuestas a los problemas de hoy desde la óptica de Champagnat. El H. Benito nos recuerda en su circular: “Caminad en paz, pero de prisa”: “Refundar es reorientar efectivamente el Instituto en la línea de las intuiciones e intenciones que tuvo el Fundador en los orígenes de la Congregación”. En Marcelino, existe la profunda convicción del valor de la vocación del hermano: “¡Qué importante es su tarea! ¡Qué sublime!”, escribe al H. Bartolomé. En cada época histórica hay que leer los signos de los tiempos para descubrir la manera de comunicar a los jóvenes el amor de Dios y liberarlos de los problemas que los atenazan y les impiden alcanzar su plenitud. Hoy, tal como está el mundo de la infancia y de la juventud, ser Marista, hermano o laico, es posible, vale la pena serlo y consagrar a ello toda la vida”. Así lo comprenden muchas personas que, al actualizar las intuiciones de Marcelino, están refundando el Instituto marista.


Desplazados a la periferia y a los lugares de frontera Las Constituciones dicen: “Vamos al encuentro de los jóvenes allí donde están. Somos audaces para penetrar en ambientes quizás inexplorados, donde la espera de Cristo se manifiesta en la pobreza material y espiritual”. Los seguidores de Marcelino precisamos la audacia para vivir en lugares de frontera donde la presencia del evangelio no resulta fácilmente accesible a los jóvenes. En muchos lugares del Instituto, se está realizando un discernimiento para detectar las necesidades profundas del mundo juvenil. Las nuevas presencias se realizan de acuerdo con estos criterios. Los hermanos compartimos con los laicos estas preocupaciones y realizamos conjuntamente esta tarea.

Distancia entre los sueños y la realidad Los hermanos somos conscientes de nuestras limitaciones: obras que tienen escasa presencia o proyección entre los pobres, carencia de vocaciones en algunos países, dificultad de intervenir en el mundo juvenil, insuficiente inculturación de algunas comunidades, relaciones no bastante ajustadas con los laicos, falta de pasión por el evangelio y el Reino de Dios, la llamada a construir y vivir otro estilo comunitario... La realidad nos recuerda la distancia que existe respecto de nuestros sueños. Si éste fuera nuestro único punto de referencia, cundiría el desánimo. Nos formulamos la misma pregunta que María: “¿Cómo será esto realidad?”. La respuesta del ángel conserva toda su validez: “Lo que es imposible a los hombres, es posible para Dios”. No ver la distancia entre el sueño y la realidad sería cerrar los ojos e instalarnos en el conformismo. Desesperarnos significaría dejar de confiar en la fuerza y el poder del Señor. Esforzarse por dar pasos concretos en la línea del carisma de Marcelino es nuestro reto y nuestra responsabilidad.


IN&OUT

INTERIORIZA Y COMPARTE

Marcelino Champagnat supo ver en la realidad de la parroquia de La Valla el llamado de Jesús a servir a los niños y jóvenes más desatendidos. La falta de escolarización, el uso y abuso del alcohol entre los jóvenes, faltas de moral y criterios de vida... todo ello marcó su forma de actuar en su época. Los maristas hoy nos sentimos llamados a ir en búsqueda de los jóvenes allí donde están, pero... ¿dónde están? ¿en qué ambientes se mueven hoy los jóvenes que Marcelino atendió en aquellos tiempos en La Valla? Haz una lectura de la realidad que vives a tu alrededor y ubica las características de la realidad que viven los jóvenes de hoy. El libro “Evangelizadores entre los jóvenes” que es el libro referencia para el Instituto de los Hermanos Maristas en torno a la acción pastoral, encontramos los dos primeros números que nos introduccen en esta reflexión que queremos hacer hoy. Te invitamos a leer atentamente, realizar tu propia reflexión y compartirla con todos nosotros a través de nuestras redes sociales:

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Facebook: Pastoral Vocacional Marista América Central. Twitter: @PVMaristaAC e-mail: pastoralvocacional@maristasac.org www.maristasac.org/vocacional

1. Para quienes nos sentimos discípulos de Marcelino Champagnat, esta in-

vitación del número 83 de las Constituciones Maristas es sin duda un gran desafío. Supone ponerse en movimiento, superar la comodidad y desplazarse; dejar las propias seguridades y atreverse a penetrar en lo inexplorado. Así ha sido frecuentemente la tradición marista desde sus orígenes. Una tradición que nos interpela y nos invita a ser audaces.


2. Nos preguntamos en este capítulo sobre el significado de ese “ir al encuentro de los jóvenes”, pero antes sentimos la necesidad de reflexionar sobre “quiénes son” y “dónde están” esos jóvenes.

¿Quiénes son?

¿Dónde están?


Para ver, escuchar y compartir Películas, videos, música y más

Nuestra realidad social Este video trata de crear conciencia de lo que se vive en las calles de la ciudades de América Latina. Con música de Tito “El Banbino”, esta sensibilización está ambientada en Colombia pero bien podría ser una calle de San Salvador, Guatemala, Managua u otra ciudad de América Central. https://www.youtube.com/ watch?v=MOR8ddN9ypk

Mantas de cartón Esta canción de Kairoi nos evoca la realidad de muchos niños y niñas en nuestras ciudades de América Latina. Niños y niñas de la calle cuyo abrigo no es otro que unas “mantas de cartón”. Escúchala con atención y ora con ella, no tiene desperdicio. Puedes verlo en la siguiente dirección: https://www.youtube.com/ watch?v=RaXuVqKBS4E


NOTICIAS DE FAMILIA

Oficina de Comunicaciones (El Salvador) SEMBRADORES DEL EVANGELIO DE LA VOCACIÓN.

En estos días saldrá a la luz la edición del documento: “SEMBRADORES DEL EVANGELIO DE LA VOCACIÓN”. Este nos presenta las orientaciones para la Pastoral Vocacional Marista en América. Está trabajado por la Subcomisión Interamericana de Hermanos y diagramado por la Comisión Provincial de Comunicaciones. Tomando un párrafo de la presentación realizada por el Hno. Libardo Garzón, Provincial de la Provincia Marista Norandina, nos damos cuenta de la importancia del material que en aquí se presenta. “La pastoral vocacional compromete el presente y el futuro de la vitalidad del carisma. Nos conecta con la esencia misma de nuestra vocación. ¿Para qué hemos sido fundados? ¿Qué respuestas concretas estamos llamados a dar? ¿Cómo ser significativos evangélicamente en el entorno donde nos encontramos, desde nuestras opciones de vida? La pastoral vocacional es misterio de encuentro, de contagio, de acompañamiento, interpelación y provocación a través de la manera como vivimos nuestra entrega gratuita, los dones que hemos recibido de Dios”. Es un reto para todos, y todos estamos implicados.


¿dónde están? ¿Quiénes son?


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