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Sex-si, sex-no
from OH! Magazine #4
by OH My Chalk!
El sexo está sobrevaluado… o así, por lo menos, lo veo yo. No sé si es culpa de Disney o de toda la industria cinematográfica (gringa y regional) pero la cuestión es que crecimos bajo una construcción cultural en la que se nos enseñó que hay que ser una fiera en la cama para rankear bien en el catálogo de mujeres atractivas con perfil de potencial esposa.
Desde que planeamos nuestra primera vez (porque no me vayan a negar que al susodicho se lo hacía esperar hasta que se dieran las perfectas condiciones ambientales y cósmicas) hasta la menopausia el sexo es una unidad de medida, sobretodo entre la platea masculina.
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En la adolescencia el primero que lo hace del grupo de amigos es el campeón mundial. Mientras tanto, en el planeta chicas, da tanto calor hacerlo como comentarlo. Los “veintis”, digámoslo, suelen ser más fructíferos para ambos géneros al momento de hacerlo porque hay más seguridad, más ganas, menos obligaciones y más libertad. Acá se mide calidad y cantidad. Sin dudas creo que esa etapa debería estar considerada el apogeo de las hormonas femeninas. Porque ellos, siempre al top! Pero llegan los 30, los novios se convierten en pareja, marido o concubinos. El romance da paso a la realidad diaria. Los departamentos o ph al fondo mutan a casas –si hay suerte, con parquecito- donde los bártulos de los chicos hacen que todo objeto de diseño quede deslucido. El sexo no se salva.
Energéticamente estamos destrozadas. Le metemos garra y tapa ojera a la vida cotidiana pero cuando llega la noche somos más parecidas a la calabaza que a Cenicienta. Estamos cansadas, física y psíquicamente. Tener un intercambio sexual tendría que estar agendado para no dejarlo afuera de nuestras “cosas que hacer”. Porque sucede, en muchos casos, que lo sentimos más como un deber que como un deseo. Y además de manejar este sentimiento, nos toca salir a pechear la culpa (que se impone desde el afuera).
Es muy normal escuchar que “tenés que atender a tu marido porque sino se va a ir a buscar lo que no le das a otro lado”… What?! ¿Acaso somos máquinas expendedoras? ¿Se supone que tenemos que satisfacer la permanente demanda del otro aun cuando no tenemos ganas? Sí, estamos expuestas a esos comentarios y a muchas otras frases hechas de las que pareciera que nos tenemos que hacer cargo. ¿Pero sabes qué? No hace falta.
El sexo es importante pero no es todo. Una pareja sin comunicación y con buen sexo, es tan inestable como una que habla mucho pero hace poco. La clave es siempre buscar y encontrar el equilibrio pero en los hechos lograrlo es más difícil que dar con esa aguja en el pajar.
Volver a conectar con nuestro deseo, después de pasar por la experiencia más despojadora de ego que es la maternidad, es fundamental para poder activar este momento compartido en pareja que cuando sucede sin dudas se disfruta.
Y si no logramos dar con la clave para redescribirnos en nuestro rol sexual actualmente oxidado, siempre se puede pedir ayuda porque el que sabe, sabe… y el que no, aprende.
Leé más en @unamujerpromedio