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La refinación

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Inclusión

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La refinación hipotética

La semana pasada concluíamos que para lograr que México sea autosuficiente y producir toda la gasolina que se consume actualmente se requeriría, en primer lugar, que las seis refinerías existentes produjeran a un 90% de su capacidad, en segundo lugar se debería agregar la capacidad total de Dos Bocas y, en tercer lugar, que se requeriría una capacidad adicional de procesamiento de 1 millón barriles diarios, lo que equivale a tres nuevas refinerías. Todo esto con la finalidad de procesar alrededor de 3 millones de barriles diarios. Este plan de refinación hipotética, como analizábamos la semana pasada, tiene restricciones presupuestarias, operativas y comerciales. La primera porque la cantidad de recursos que se requeriría para tal empresa sería cercano a los 50,000 millones de dólares, sin contar el costo de Dos Bocas y otros gastos de rehabilitación y mantenimiento. Restricciones operativas porque PEMEX perdió $12 dólares por barril refinado en 2019, lo cual indicaría que, sin un cambio radical en su operación, más refinación ocasionaría más pérdidas. Y comerciales porque la cantidad de combustóleo y otros residuales que se producirían no encontrarían un mercado, lo cual restaría rentabilidad a las refinerías. Sin embargo, esta no es la principal restricción que un aumento de capacidad de procesamiento de casi tres millones de barriles diarios tendría, sino que se requiere también el insumo para que estas refinerías hipotéticas procesen. Es decir que nos faltaría crudo nacional para refinar en México toda la gasolina que se consume en el país. En el primer trimestre de 2020, PEMEX y sus socios produjeron poco más de 1.6 millones de barriles diarios, lo cual implica que se requerirían por lo menos 1.3 millones de barriles diarios adicionales de producción de petróleo crudo por parte de la em

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Paul A. Sánchez paul@oem.org.mx Doctor en Política Pública con más de 10 años de experiencia en materia energética en los sectores público, privado, social y académico.

presa petrolera del Estado y sus socios para mantener el procesamiento hipotético de barriles que sería necesario para la autosuficiencia gasolinera. Solamente en las proyecciones más optimistas de PEMEX, dentro de su Plan de Negocios 2019-2023, se alcanza una producción de este tamaño pero sólo por dos años, 2026 y 2027 y a partir de ahí inicia otra vez el declive. En las proyecciones menos optimistas, sin embargo, con dificultad la producción se mantendría por encima de los 2 millones de barriles diarios después de 2024. Esto significaría que para

“pasaríamos de consumidores informados y racionales en un mercado libre de petrolíferos, a convertirnos en contribuyentes cautivos de un sistema de producción de gasolinas basado en un monopolio de producción, distribución y comercialización ”

producir toda la gasolina que se consume en México en este hipotético sistema de refinación ampliado, se tendría que importar petróleo crudo, quizá de Estados Unidos y abandonar por completo la plataforma de exportación de petróleo mexicano. O quizá comprarse crudo a productores privados que operan en México, que no tienen la obligación de venderlo para la refinación en el país. Además, los distribuidores y estaciones de servicio tampoco están obligados a comprar la producción de las refinerías de PEMEX, presentes o futuras, reales o hipotéticas. Es decir, si el precio de las refinerías nacionales fuera más alto, que la importartación en algunas regiones como Tamaulipas, Veracruz o Chihuahua, entonces, es probable que las ventas internas no sean equivalentes a la producción. De tal forma que, para que esto sucediera, la administración tendría que prohibir la importación y comercialización de gasolinas diferentes a las nacionales. Es decir, obligar a los consumidores a sostener los procesos productivos de refinación de PEMEX y volver con ello al monopolio. Esto implicaría una reducción de la libertad de mercado para los ciudadanos y como consecuencia pasaríamos de consumidores informados y racionales en un mercado libre de petrolíferos, a convertirnos en contribuyentes cautivos de un sistema de producción de gasolinas basado en un monopolio de producción, distribución y comercialización. Si bien es muy difícil que este plan se convierta en realidad por sus restricciones presupuestarias, administrativas, comerciales y de provisión de insumos, es importante hacer notar las magnitudes de este proyecto hipotético que propone refinar toda la gasolina que se consume en México para alcanzar la soberanía gasolinera e incrementar la dependencia de crudo. Quizá es momento de olvidar los tótems políticos y pensar en los ciudadanos y las futuras generaciones, en términos de precios de mercado, libre competencia y transición energética.

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