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Sustitución
Sustitución de importaciones
En las últimas columnas hemos hablado de las restricciones financieras, administrativas, operativas, comerciales y de insumos necesarios para producir en México toda la gasolina que se consume domésticamente; esto sin considerar las importaciones en gas natural, diésel, turbosina, petroquímicos e incluso, petróleo crudo ligero. Sin embargo, este es uno de los pilares de la actual política energética nacional. Recientemente se publicó en el portal de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, el Programa Sectorial de Energía 2020-2024 (PROSENER) donde es posible leer conceptos tales como: independencia, seguridad y soberanía energéticas, como conceptos antepuestos a la estrategia de importación de los mencionados productos energéticos y concatenados, por su parte, con otros conceptos como palanca del desarrollo nacional y efecto multiplicador. Tras leer esta descripción resulta evidente el paralelismo que guarda con el modelo de sustitución de importaciones implementado en América Latina y en México entre 1940 y 1980. La idea central de este modelo es que, reemplazando la importación de ciertos productos por sustitutos que se producen de forma doméstica, se estimula la producción interna y con ello el crecimiento económico. En ese sentido, la sustitución de importaciones puede darse en un sector particular que buscar ser protegido con la finalidad de fortalecerlo en el futuro y que pueda competir con el resto de las economías avanzadas. El primer paso en esta estrategia, entonces, es el establecimiento de barreras de entrada a las importaciones, por ejemplo, con tickets de almacenamiento a los importadores de gasolina. No obstante, la protección incrementa los costos en el corto plazo, lo que tiene un impacto en la economía y los con
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Paul A. Sánchez paul@oem.org.mx Doctor en Política Pública con más de 10 años de experiencia en materia energética en los sectores público, privado, social y académico.
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sumidores. Por ejemplo, si la gasolina importada es mucho más barata que la refinada domésticamente, la diferencia la terminarán cubriendo los consumidores o el Estado a través de subsidios. Otro efecto observado en las economías latinoamericanas que implementaron el modelo de sustitución de importaciones es que, en el largo plazo, el proteccionismo conduce a ineficiencias en los productores domésticos que no tienen incentivos de competir y, por lo tanto reducir sus costos. Esto, por ejemplo, es evidente en PEMEX y su segmento de refinación cuyo margen de pérdida por barril refinado se ha incrementado año con año. Por otro lado, la inversión de recursos que se destinan para mantener las barreras tiene un efecto en otras áreas productivas que pierden competitividad y, dado que buscan capturar el mercado interno que se encarece con la protección, se debilitan las ganancias que traerían consigo la inversión en sectores exportadores con mayor valor agregado. Por ejemplo, dejar de exportar petróleo crudo producido por PEMEX y empresas privadas en México para destinarlo todo a las refinerías nacionales con la pérdida de valor agregado asociado a ello. Con tan sólo algunos ejemplos de la industria petrolera mexicana es posible visualizar cómo la política energética nacional de la presente administración está enfocada en un modelo de sustitución de importaciones, cuyos efectos podrían ser negativos para la economía nacional en el corto y largo plazo. Si bien el proceso de sustitución de importaciones pudo tener un importante efecto en las economías latinoamericanas entre 1940 y 1980, en un mundo con intercambios comerciales fragmentados entre países desarrollados, el bloque socialista y el denominado “tercer mundo” que favoreció el proteccionismo de mercados domésticos; esto no necesariamente aplica en nuestro presente. Hoy en día, en un mundo donde las comunicaciones y los medios de transporte conectan los mercados de forma tan intensa que permiten que los consumidores se beneficien de los mejores precios que los productores más competitivos pueden ofrecer, es difícil pensar que la implementación de un modelo basado en la sustitución de importaciones en el sector energético mexicano pueda ofrecer mejores condiciones para nosotros los consumidores. Visto de otra forma, si hoy todos los mexicanos estuviéramos obligados a cambiar nuestros teléfonos inteligentes importados de Estados Unidos, Corea o China por un teléfono nacional con menos funciones y más caro y que no permitiera acceder a servicios digitales de otros países como Netflix, Facebook o Twitter es muy probable que se generara un descontento social generalizado. Pues esto es lo que podría suceder en el sector energético si se implementa una estrategia basada en la sustitución de importaciones.