:La soledad se hizo relĂĄmpago Cuaderno 28/ Julio 2015
AgustĂn Labrada
Elio Carmichael / Mural Forma, color e historia de Quintana Roo. Palacio Legislativo
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CUADERNO 28 / La soledad se hizo ralรกmpago
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CUADERNO 28 / La soledad se hizo relámpago DIRECTORA
Zita Finol
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LA SOLEDAD SE HIZO RELÁMPAGO AGUSTÍN LABRADA AGUILERA
Un niño acuclillado, con tristeza, suelta un barco frágil como una mariposa. Arthur Rimbaud
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NOTA DEL EDITOR Con La soledad se hizo relámpago, la edición 28 de la serie de los Cuadernos de la Gaceta, este poemario cobra una nueva vida, un segundo aliento, aún para el propio Agustín Labrada, su autor. Se trata de la reimpresión de la plaquette con que ganara en 1987 el prestigioso Premio de la Ciudad de Holguín, en Cuba, cuando tenía apenas 23 años. Sobra decir que se trata de su primer libro. Autor también de los volúmenes de poesía Viajero del asombro y La vasta lejanía, de la antología poética cubana Jugando juegos prohibidos y de los libros de periodismo cultural Palabra de la frontera, Más se perdió en la guerra, Ellas están de paso, Un paseo por el Paraíso y de Seis caminos, publicado por esta casa editorial, así como del conjunto de ensayos Teje sus voces la memoria y el disco de poemas Milonga para Isa, el escritor nos permite aquí asomarnos a sus pasos primeros por sus letras, acaso donde él mismo se descubre como poeta. Se trata, como es propio, de poesía de respiración fresca: “Varna…/ Bailé con tus muchachas/ el rock de los jardines/ y amaneciendo/ junto a tus pequeños en la bahía, /felices igual que papalotes en domingo/ llenamos de barcos las canciones”, pero no por ello simple o lineal. Se adivina ya al poeta en embrión, al que hace poco ganara, con Saxofoneando, el I Premio Internacional de Poesía Municipalidad de La Arena 2015, en Perú. Así pues, está en manos del lector el primer mapa poético de este autor que ha hecho de México su segunda patria.
Nicolás Durán de la Sierra
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ESQUICIO POÉTICO Corrían los años ochenta y la literatura cubana crecía como el romerillo en primavera. Cada capital de provincia tenía entonces a más de un escritor que presentar al Instituto Cubano del Libro, donde comenzaron a efectuarse los Seminarios de Invierno, con el fin de que los jóvenes autores pudiéramos ampliar nuestro universo cognoscitivo e interactuar con la palabra escrita. Desde entonces hemos sido amigos, hermanos, confidentes…; y hemos cruzado juntos apretados, corajudos, los días “prodigiosos y lamentables” de nuestra isla. En 1987 Alberto Rodríguez Tosca gana el Premio David de la UNEAC con Todas las jaurías del rey, un poemario estremecedor, y uno de los primeros libros que comienza a definir la poética de los novísimos, frente a otros signos estéticos existentes. En ese mismo año, Agustín Labrada obtiene el Premio de Poesía de la Ciudad de Holguín con el poemario La soledad se hizo relámpago, un libro que se edifica desde “La edad de la inocencia”. El niño aquel –que hemos sido todos– dicta sus experiencias de la intemperie y la soledad de manera entrañable. Quizás el primer mérito del libro sea su develamiento de la verdad del alma del poeta, la manera cierta con la que afirma cualquier angustia, la ingenuidad con que el héroe dibuja su tristeza, porque Labrada escribe desde la nostalgia, desde la lejanía, desde lo imposible… Desde cualquier rincón de México o de Cuba, Agustín escribe para que el olvido y el destierro no tengan la última palabra. La soledad se hizo relámpago se presentó entonces en Ciego de Ávila. Yo escribí dos reseñas que fueron publicadas en los periódicos Invasor e Imagen. Recuerdo que las leí y las publiqué unos días antes de la presentación, pero nunca pude recuperar los originales de las notas. Ahora que la vida me vuelve a encomendar esta tarea, estoy feliz, convencido de que la poesía se puede reinventar todos los días, y nace como una deidad única, estremecida y nueva.
Pedro Assef 11
LA EMISIÓN DE RELÁMPAGOS Todavía tengo memoria de mi primer encuentro con Agustín Labrada (Holguín, Cuba, 1964), aún cuando esto ocurrió en los finales de los ochenta del pasado siglo. Era entonces un joven que comenzaba a mostrar sus primeros poemas llenos de esa vitalidad de quien descubre de pronto tantos universos a la vez como para sentir el llamado de la poesía y testificar con arrojo todo eso que visualizaba como el precoz poeta que fue entonces. Gracias a su particular carisma y a su probada bondad, viajamos hasta su ciudad natal, en el oriente cubano, para encontrarnos con un grupo de activos poetas que ya conocíamos por sus primeras publicaciones –casi todas después de ganar el Premio de Poesía de la Ciudad de Holguín– y de escucharlos en un disco que llamaron con toda irreverencia Un lugar para la poesía, en el que grabaron con sus propias voces deslumbrantes textos. No era común en esa época (ni ahora) que los poetas y mucho menos los jóvenes de los ochenta tuvieran la posibilidad de grabar un disco –de acetato como eran entonces– y mucho menos que accedieran a tener un libro con el rótulo de una editorial. Entonces no había otra opción que conocernos unos a los otros por la activa oralidad que sosteníamos viajando de un lado a otro de la isla. Quizás por ello muchos de los que éramos los novísimos poetas cubanos pusimos los ojos en esa ciudad y nos dejamos conmover con esa manera de dibujar y desdibujar los universos conquistados, tal y como lo hizo desde su primer libro –La soledad se hizo relámpago, publicado en 1987, después de merecer el Premio de la Ciudad de Holguín– el entonces muy joven Agustín Labrada. No parecen ser estos poemas, agrupados en La soledad se hizo relámpago, de alguien que acababa de salir de la adolescencia, sino poemas escritos con el vigor de la juventud y una sabiduría sólo explicada por ese raro don que poseen los poetas que parecieran hablar por boca de Dios. Por el atento y vivaz ojo del poeta estos poemas acceden al infinito de una geografía afectiva en que no hay absolutamente nada que pueda trazar límites de espacios y vivencias. Poesía que parecería escrita por alguien que, pese a la escasa edad de entonces, 12
contaba con todas las coordenadas necesarias para que abordara con extremo lirismo y sinceridad, lejos de imitaciones y de vacuas atmósferas y sí con muchas buenas deudas, un tono de voz franco que desde ese primer intento ha logrado comunicar, señalar la diversidad de los rumbos, los espacios comunes para dejar abierto un diálogo que hasta hoy, para suerte de sus lectores, no ha interrumpido. Muchos de los textos, de los treinta y uno que agrupa este poemario, fueron aprendidos de memoria por una generación que aún se creía respaldada por una poesía de la que se sabían protagonistas. Busquen, por ejemplo, el poema “Llueve en la mañana de tus ojos” y aún hoy bastarán esas palabras para conquistar al ser amado. Nosotros fuimos testigos de ese milagro. Emotivos poemas que transcurren por una claridad de lo que nombramos cotidianidad, testificando sobre esa relación vital del hombre con todo a su alrededor que esta poesía alcanza como una corriente ancha, capaz de rozar cuanto es imprescindible de hacer notar, de hacer trascender. Poemas angustiosos y hermosos, afectivos y explícitos, dictados desde el júbilo o el dolor; donde la madre, la novia, el amigo (o un poeta admirado como Miguel Hernández) expuestos sobre paisajes asombrosos, reales o no, protagonizan las historias que cuenta este poemario, revelando para todos sus lectores esa porción de la soledad de cualquier hombre que supo con la firmeza de su voz convertir en relámpago.
Arístides Vega Chapú
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PATIO El patio era una sorpresa. Nos levantábamos con el sol a cazar los colores mariposas y en ellos la inocencia. Nuestras naves surcaban imaginarios mares que poseían pájaros del verano. Luego surgió un Ulises y una Penélope y aparecieron los troyanos del barrio armados con viejas tablas. Así fuimos cómplices de muchas batallas de tantas emboscadas a la luna hasta el último guerrero.
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VIENTOS QUE DEJARON SUS CENIZAS Los vientos dejaron sus cenizas entre las ramas del ciruelo un leve otoño descendió mientras oíamos cruzar viejos navíos por el océano de un caracol. La tierra se hizo inmensa a la llegada de noviembre y en la mirada de los perros conocimos presagios de ciclones. Un frío antiguo nos dejó mi padre en la ventana graznidos a medianoche confundían el laberinto de una historia grabada en sus espaldas. Mi abuela abrió sus brazos su amor (único arroyo) compartiendo la humilde ronda aunque afuera girase la tormenta.
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QUERÍAMOS UN REFUGIO UNA HOGUERA Queríamos un refugio una hoguera el atardecer habitado de colibríes y la tranquilidad de los manantiales. Queríamos el maíz y los cerezos. Pronunciamos el idioma del sol en la época soñada del vino. Del abismo regresó la abuela y tibios panes alegraron la fiesta de la mesa. Pero el rancho visitado por los demonios se incendió las avispas huyeron del verano dejándonos el susto de las bestias... Perdimos los frutos el sendero que nos conducía al pozo el escondite de las garzas... Nadie impidió la furia del diluvio y no hubo barcas ni delfines. 17
SIMPLE COMO LA FLOR DEL ROBLE Aún desnudo los espejismos de la infancia lejanas constelaciones dibujo de los amigos descalzos entre las orquídeas. Llovía y la casa era (blanca) extenso paraíso al que no bajaron los ángeles. La familia abandonó la flauta y quedó ciega imagen borrosa en el traspatio. Yo seguí danzando entre las trenzas de la abuela con la esperanza de una luz simple como la flor del roble.
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EN LOS ESPEJOS Mi madre nace en los espejos los objetos hábilmente puebla y deshace las fábulas de la lluvia. Mi madre busca la calle que no existió la inmensa calle del tiempo donde somos tímidos animales. Si la casa es rondada por fantasmas su canto dibuja siluetas luces que quiebran la incertidumbre. Mi madre traza nostalgias y límites habla de antiguas paredes asustadas y navega lentamente en la ternura.
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OCÉANOS Necesito unas palomas la brisa de los bosques hoy que las golondrinas se llevaron el pan y el hogar sigue desierto y mudo. Mejor no pienso en los espectros familiares me nombro marinero pero ignoro la ruta de los relámpagos y el azuloso país de las cascadas. Mañana partirán los emigrantes hacia la alucinación de la distancia mientras quedo con esta edad de océanos y el temblor de los símbolos...
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POEMA Voy a talar los árboles oscuros que impiden nuestro paso hacia las vastas extensiones: mares o tierras que nos prometen la alegría (aún por descubrir). Voy a buscar los venados perdidos y las aves que emprendieron vuelo hacia las montañas del horizonte.
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RITOS Y VOLCANES Al comienzo nos exploramos temerosos contra el girasol dormido de las tapias entre húmedas adivinanzas y peligrosos naufragios. La ciudad nos ofrecía sospechas desconocidas y un aire sigiloso nos hizo vagabundos cuando abordábamos las sombras tejiendo ritos y volcanes. Éramos grumetes de nuevas travesías habitantes de vírgenes regiones desconfiados de ver las ramas penetrar el rojo y titubeante cielo.
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PINTABAS LA FANTASÍA La ropa se hacía a la marea de la brisa –primavera en lo hondo de los patios– llegabas –promesa descubierta frente al anochecer– recorría la adolescencia de tu cuerpo mientras los libros caían al jardín y pintabas la fantasía en mi camisa de mecánico. Por entonces confundíamos las esquinas y los viernes o nos emborrachábamos con una vieja balada de Los Beatles en el itinerario de las lluvias... No vimos la tristeza del aire en los laureles sino la noche y su deseo en plena primavera.
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LA MÚSICA DE PEQUEÑOS PUERTOS Primero: mis deseos sobre tu piel recorrían las aguas solitarias de los parques fieles navegantes sin destino. De pronto: las calles se volvieron amarillas y un horizonte de viajes afirmó tu ausencia pez inaccesible entre las redes. Ahora: al fondo de las plazas hurgan los gorriones en tus huellas la música de pequeños puertos.
ARIADNA ¿Acaso eres una playa deshabitada un bosque sin nombre o un gesto impreciso que flota como una canción?
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LLUEVE EN LA MAÑANA DE TUS OJOS Llueve y cientos de embarcaciones encallan en la amplia mañana de tus ojos donde se asoma un reino de gaviotas. Las frutas crujen en tus manos como olorosa leña y una raíz se hunde en el mito de los duendes que poblaron las extrañas latitudes del silencio. Bajo un lluvioso framboyán sales desnuda tu rostro tiembla enmudeces desaparecemos en la neblina.
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CAMINATA Vamos atravesando nubes y flores con la certidumbre de encontrar otra aĂąoranza en el paisaje. Pasa un caballo a trote por el claro mapa de la pradera cruza el rĂo en un salto de leyenda siente la libertad de la intemperie y su relincho vaga entre las hojas. Alguien se adelanta con los pĂĄjaros llevĂĄndose la tarde en la carrera. Sobre el lomo de las yagrumas cae una mansa llovizna todos caminan y nosotros confiamos los secretos a la hierba.
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IT’S RAINING OVER THE TOWN STREETS Está lloviendo sobre el pueblo y la muchacha del suéter rojo inunda de acuarelas el domingo. Con agosto se ha ido la niñez –alfombra mágica– sobre el tronco del tamarindo. Ella dijo que dormiríamos en un cuadro de Van Gogh hasta que el amarillo nos cegara y el amanecer sería una nube que pintó en el tejado con el asombro del último día en la escuela. Está lloviendo sobre el parque y los gorriones ella estará esperándome y seré de nuevo el muchacho que con sus cuadernos al viento quiso llenar de melodía la tarde y mientras llueva nos iremos a su universo eterno de acuarelas.
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EN EL HUECO MÁS AZUL DEL MUNDO Entre los framboyanes de la alameda mi corazón es el verano. Atrás queda el fuego de la adolescencia en parques y terrazas que aún guardan colores de alegría. Ahora vuelven mis ojos húmedos por la cerveza y el amor a perseguir tu silueta tras el ómnibus que parte sin remedio y únicamente veo: una triste canción hecha distancia en el hueco más azul del mundo.
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TRAS EL PAISAJE DE DICIEMBRE La soledad se hizo relámpago entre tus senos de fuego y cereza. En el río navegaron nuestras voces hasta el atardecer de las montañas. Dibujabas el amor y sus caminos (lámpara verdeante) sin saber de los muros que peligrosamente nos separaban... Ningún color viajaba entonces por el cielo el pasado se estremecía en cada adiós te ibas temblando con voz de manantial y diosa tras el paisaje de diciembre.
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EL ROCK DE LOS JARDINES Varna novia del mar corrí por boulevares y playas tomando con tus hijos el vino de las rosas de septiembre. Bailé con tus muchachas el rock de los jardines y amaneciendo junto a tus pequeños en la bahía felices igual que papalotes de domingo llenamos de barcos las canciones. Mas ella no estaba ni en los duraznos ni en las peras que herían las flechas otoñales ni en las abejas del pan de los amigos ella aguardaba más allá de las velas que hinchaba el horizonte bebiendo en otro mar todo el verano. Tras el cristal del autobús girasoles y espigas estallaban en el ámbar del mediodía. Tu gente cálida como un barrio nos abrazaba en las arboledas de oro rojizo y fue el hallazgo de las alondras que revoloteaban en las plazas para retornar a los parajes azulados. 30
Varna me perdí en tus hoteles y tus dancings hablando la lengua de los marineros y desbordándose mi audacia de leyendas... Mas no la encontré en la cara de Liudka en los cabellos de Katia ni en los párpados de Violeta sino en el juego de las flores que atardecían y aquel tren alejándose con la misma nostalgia que por tus arenas tienen hoy mis canciones.
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EL ALIENTO NOCTURNO DE ESTAS SELVAS El aliento nocturno de estas selvas es un oleaje transitado siempre por el corcel de la memoria. Apareces afín a mis deseos: pasos que la nostalgia impulsa pueblos en el humo del sueño de los niños. La última imagen tuya la del amor abierto entra también en esas selvas nocturnas como un árbol desafiando el silencio. Eres toda la dimensión de esta isla en un pedazo de noche recordada.
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BAJO LOS ABEDULES Corres bajo los abedules al encuentro de tu rubia muchacha despuĂŠs de todos los combates. Los chicos te reciben sobre un carretĂłn de paja en las puertas de una aldea con hornos cociendo el trigo y neblinosos trenes que llegan de la estepa. Los vecinos te brindan vodka manjares y una amistad sin fronteras sin vientos que te acechen en el vacĂo de la tarde. Soldado la nieve se ha convertido en una gran paloma.
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DIRÁN QUE MÓNICA FUE UN ÁNGEL A los que murieron a causa del fascismo
Al pie de la carretera crecían frambuesas rosadas como esta adolescente que llevó en su bicicleta el desconcierto de la primavera y no tuvo otro camarada que la soledad cuando la muerte enrojeció su blanco vestido y su pelo de otoño. Los guerrilleros dirán que Mónica fue un ángel amaba a Francia y a los niños en la paz de sus almendros como al muchacho que despidió en el crucero ferroviario. Él estuvo a punto de naufragar en sus labios que se transparentaban casi ríos soñó que eran dos escolares y se perdían en la azulidad de los montes. Sin embargo su viaje debía ser el peligro su venganza silenciosa a solas en la feria de los asesinos.
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HACIA LOS PROFUNDOS VALLES A los niños de El Salvador
Arde en la visión de los niños el maizal oculto por la guerra ya el cielo no tiende su arcoiris y la llanura ha sido despojada de su verde. Sólo se arrastran lentos bueyes cargados de ahogadas señales rumbo a una costa en cenizas. Los niños aman al pavorreal de los pastos y al lago que acaricia las rocas pero deben callar tras los alambres las ansias de hinchar sus veleros hacia los profundos valles...
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TOM SAWYER Mark Twain, in memoriam
¿Por qué temes al indio Joe? Piensa el Mississippi no es tan pequeño y Muff Pother quedará libre como las palomas de este valle que han de seguir sus papalotes. Tu amigo Huck se aleja (ebrio) del humo azul de San Petersburgo marino sin capitán ni puerto. ¿Por qué fuiste a buscar el tesoro a la colina? Allá hay una cabaña embrujada y los espíritus te quemarían las orejas. No me hagas caso sólo recuerda: Tía Polly puede impacientarse y Becky te espera con sus cabellos de trigo junto a la cerca blanca como esas aguas que barrerán a las amenazas de Joe.
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LOS PECES GIRAN Y ESTALLAN Los peces giran y estallan en la luz que hace el Duero en sus orillas y Antonio ve morir los álamos contra un sol apagado su propia sombra. Delante le aguarda la frontera detrás: un aletear de campanas negras como la muerte que hunden a su pueblo en la ceniza. El arado los hombres y el ruiseñor se queman en la violada primavera de su cielo. No mueras Antonio sea tu poesía el alma de un venado que corre limpiamente por España.
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EN NOMBRE DE MIGUEL Y LA ESPERANZA Querían oscurecerte Miguel con el lenguaje desnudo de la tierra sin ver tu corazón (prado de seda verde) donde bebían leche las ovejas. En tu Orihuela pobre dejabas la niñez entre hierbas y barro mirabas cada tarde el crepúsculo morir en los olivos y eras el dios de un rebaño de nubes. Un día España despertó bajo una tempestad endemoniada y de tus soledades te hiciste muchedumbre contra el odio y amanecías en el gris donde se muere hasta que cercaron tu corazón de pueblo quienes venían asesinando la mañana. Querían que se apagara su verdor y tu verdor escapó en un vuelo de cigüeñas hacia esos campos que florecen en nombre de Miguel y la esperanza.
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POR UN ESPACIO MÁS OSCURO El caminante nocturno en una ciudad que desconoce el misterio los encuentros estremecedores y las despedidas con estaciones y manos que se alzan baraja otros pueblos posibles busca signos más ciertos que éstos que ahora le sorprenden. Cree vislumbrar luces innumerables y torres y bahías en un aire dichoso. Pero cierra los ojos y las luces se esfuman. Se descubre vagando por un espacio más oscuro que antes.
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COMO UN DIABLO Hoy he quedado solo como un diablo por eso soñaremos hasta encontrar mi viejo papalote y una sola muchacha que llene con su magia mis abismos. Es muy triste disfrazarse en la fiesta humana y barajar la suerte como si fuera la mueca de un suicida. Busqué el Paraíso en la ciudad y en cada enigma hallé puertas cerradas gente que dibuja a ciegas los más finos trigales para ocultar su rabia y su ambición y fui alejándome de las calles que iban a la mañana en una música vacía como la espuma. Con qué ansiedad se despierta cuando la madrugada es una pesadilla y el mar no nos pertenece como ayer porque temblamos al borde de cualquier precipicio e intentamos tejer de nuevo las raíces...
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MIENTRAS CRECE LA NOCHE Anochece y los autos escapan hacia el cielo o el abismo. A solas el miedo ladra por mi suerte y voy bebi茅ndome los rencores y las deudas. Crece la noche mis pasos van abriendo cicatrices profundas y antiguas como pozos que manchan lo verde que ha quedado en la aventura con la vida. Pero hoy la muerte no seduce ni al mismo demonio y hay una voz que limpia mi coraz贸n desde su origen.
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¿NO OYES EL VIOLÍN? ¿oye alguien mi canción? José Lezama Lima
Tengo miedo mis manos son demasiado pequeñas y no alcanzan la ventana que da al cielo. Mi madre pasa y vuelve a pasar y no me ve hay una telaraña entre sus ojos y los míos. Ella quiere que la casa se pueble de otros ecos cuentos alegres a la sombra feliz de la ignorancia y no me ve y no me ve y no me ve. ¿No oyes el violín? ¿No oyes el violín? Estos son mis buenos vecinos jueces absurdos como el crimen que ignoré en mis juegos y en mis bailes ruidosos. Esos adultos dueños de una ética alucinante y antigua pretenden rodearnos de fronteras y no ven las luces violentas de mi tiempo. ¿No oyes el violín? ¿No oyes el violín? Casi todo nos falta
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la pobreza es un perro triste no adornes con cal lo humilde que somos diles que mi padre nos dejó en la estación de la sequía que crezco como puedo y me enamoro de las estudiantes. A él dile que no quiero sus monedas ya aprendimos a sacar pan como los magos. ¿No oyes el violín? ¿No oyes el violín? Nunca me dijeron: la ciudad engaña tan bien como una puta fina un adolescente se pierde y puede ser devorado por los lobos hay decadentes matan con su apetito la alegría trafican tu suerte sin que respires sin que digas nada hasta ahogarte con sus propios derrumbes. ¿No oyes el violín? ¿No oyes el violín? Qué difícil hallar el llano transparente de la humanidad.
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ARDIENDO EN LA COLINA Hubiera vuelto un poco alucinado a beber el café que en otra edad teníamos sólo que ustedes se durmieron en el mismo rincón junto a la manada salvaje y una red de polvo nos separaba del mundo. Yo escapé –jinete que huye en la sabana– y conocí castillos con dioses de papel sirenas pintadas por borrachos en el corazón de las tabernas rayos hundidos en los montes... He vuelto los cazadores y las fieras me espían y estoy vivo con una antorcha ardiendo en la colina.
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TRAS LA LLUVIA Las hojas se desprenden y caen lluvia de una estación donde emigran los pájaros ignorando nuestras cabezas. Mis manos han cruzado todos los infiernos mis ojos llevan la huella de la sal. No hables pues las hojas trazarían tu lenguaje en el camino y será tarde para reconocernos duendes que desnudan ante el mundo. No temas las hojas no apagarán la hoguera ya ves algo ha reverdecido el tiempo se ha vuelto alegre tras la lluvia.
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HACIA EL BLANCO PAÍS DE LAS PALOMAS Aquí donde no estás voy dejando de ser adolescente de inventar danzas y anaranjados zepellines con la furia de las primeras playas. (Aquí ya no me asusta ni el ladrido más feroz del prójimo.) Aquella vez yo traía los amaneceres de una fábrica sus ruidos de metal y de esperanza y bailamos en la tibia azotea bajo un licor de desbordadas ciruelas... (He prometido olvidar los rumbos difíciles por donde cruza el hombre con sus días para abrir nuevos países y la memoria no sea una polvorienta encrucijada.) Aquí donde no estás los gorriones se refugian entre las tejas de la iglesia tras los mismos atardeceres en que te pienso –invisible por tanta lejanía– mirándome con el susto del ciervo. 46
(Nadie debe juzgar nuestro destino entre risas que envejecen a oscuras nadie podrá mancharnos con sus miserias ocultas.) Aquí donde no estás los ladrillos comienzan a crecer altos y enrojecidos como llamaradas sobre la cima de abril y sus naranjos. Aquí será la vida un idioma cercano a la transparencia tu piel como una almendra y el duende de la infancia vendrá a colorearnos el paisaje las calles que a veces eran: un signo abismal para el viajero. Entonces ante esa claridad puede venir un niño por la yerba y lanzar su pelota eternamente azul hacia el blanco país de las palomas...
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ÍNDICE
Patio .... Pág. 15 Vientos que dejaron sus cenizas Queríamos un refugio una hoguera Simple como la flor del roble En los espejos Océanos .... Pág. 20 Poema Ritos y volcanes Pintabas la fantasía La música de pequeños puertos Ariadna .... Pág. 24 Llueve en la mañana de tus ojos Caminata It’s raining over the town streets En el hueco más azul del mundo Tras el paisaje de diciembre .... Pág. 29 El aliento nocturno de estas selvas El rock de los jardines Bajo los abedules Dirán que Mónica fue un ángel Hacia los profundos valles .... Pág. 35 Tom Sawyer Los peces giran y estallan En nombre de Miguel y la esperanza Por un espacio más oscuro Como un diablo .... Pág. 40 Mientras crece la noche ¿No oyes el violín? Ardiendo en la colina Tras la lluvia Hacia el blanco país de las palomas .... Pág. 46
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QUINTANA ROO PRESENTE EN EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CULTURA MAYA 2015 Para Quintana Roo es un honor participar como Invitado Especial en el Festival Internacional de la Cultura Maya 2015, que tendrá lugar del 16 al 25 de Octubre del 2015 en Mérida, Yucatán, señaló Roberto Borge Angulo, gobernador de Quintana Roo, quien anunció que en el evento participará la Orquesta Sinfónica de Quintana Roo, bajo la dirección de Joel Montero, así como el Ballet Folclórico de Quintana Roo y se ejecutarán recitales de piano; se realizarán presentaciones literarias, habrá muestras de cine, música y artes plásticas.
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Este Cuaderno apuesta al futuro y no tan sólo como proyecto editorial, sino también como vehículo para la expansión de las ideas que se generan en Quintana Roo; la única manera de que podamos alcanzar un porvenir luminoso como comunidad depende de lo que sembremos ahora.