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La persecución profesional

La persecución profesional

Muchos profesionales de la delineación fueron cruelmente perseguidos por los arquitectos y sus asociaciones profesionales a lo largo del siglo XX, la mayoría de las veces, simple pura y llanamente por envidia de sus éxitos profesionales, pero un siglo después, pasan a considerarlos genios de la arquitectura moderna.

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Entrado el siglo XX, los Colegios profesionales desatan una guerra sin cuartel contra lo que ellos llamaban el intrusismo profesional, que en muchos casos no era otra cosa que una persecución por arrebatar el mercado que acaparaban otros profesionales, muchos de los cuales ya estaban consolidados como profesionales competentes, reconocidos y de sobrado prestigio.

Esta guerra se extendió y afectó en gran medida a buena parte de la legislación española en los campos de la edificación, el urbanismo y la formación profesional, reservando para ingenieros y arquitectos la mejor parte de los beneficios y su competencia exclusiva como facultativos, en perjuicio de los ciudadanos y de buena parte de la administración local que no podía pagar los servicios de estos profesionales por sus altos salarios.

Uno de los logros del Colegio de Delineantes fue precisamente formar Delineantes en materia de disciplina urbanística como inspectores de obras, tarea a la que dediqué mi mandato como presidente del Colegio de Pontevedra en colaboración con las corporaciones locales y la Xunta de Galicia, para extenderse más tarde por todo el Estado español.

El diálogo con los Colegios Profesionales de Arquitectos y de Ingenieros, permitió un reconocimiento parcial de la capacidad profesional de los Delineantes, después de intensas reuniones entre todos se reconoció la labor que desarrollaban los delineantes en una sociedad cada vez más compleja.

Atrás quedaban perjuicios clasistas y conceptos equivocados sobre el papel de los Colegios

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