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La desmovilización de los trabajadores en Europa

14/11/2012 La falta de confianza en las organizaciones, el desprestigio de los dirigentes, el arraigado individualismo, hace que lo colectivo, carezca de interés para algunas individualidades, cada vez más numerosas, en una sociedad cada vez más alienada

La falta de proyectos y propuestas convincentes, la ausencia de argumentos capaces de motivar y organizaciones que den mayor protagonismo a los individuos, frustra en gran medida la credibilidad de lo que “otros” proponen y hacen. Muchos de los argumentos esgrimidos contra los partidos se reconocen como válidos para los sindicatos, por consiguiente

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merman en buena medida su credibilidad y capacidad de convocatoria. Algunos elementos deberían reflexionar acerca de sus consignas, lo he dicho en “Lecturas equivocadas”, las causas de los problemas de los trabajadores no están en los partidos sino en su enemigo de clase, El Capitalismo. El argumento PP-PSOE es lo mismo es un argumento que sólo interesa a los fascistas ahora autodenominados “neoliberales”. Argumentos retorcidos como preguntarse si “tu país” puede hacer algo por ti, o si tu vas a poder pagarlo, forman parte de esa visión “enana” del individualismo, troquelado por el egoísmo de la propaganda del “emprendedor ”, el triunfador, el mejor de la clase, el que despunta, el gurú… correspondiente con sociedades como la norteamericana del Tea Party, donde el vaquero solitario conquista el viejo oeste a punta de pistola, es el más rápido, el más listo y gana todas las partidas de póquer.

Cuando no se tiene claro el enemigo, no se sabe a quién disparar, y lo peor... es el suicidio

A nadie le gusta ser el indio de la película, el feo, el malo o el ahorcado, y si eso dice o remeda es para hacerse el gracioso, intentando demostrar que es más listo que los demás. Nadie quiere arriesgarse a proponer soluciones por miedo a equivocarse, es más fácil repetir la frase o propuesta de tal o

cual famosillo, o “me suena a premio Nobel”, que estrujarse los sesos y perder días y meses en reuniones tediosas en busca de soluciones y alternativas. La mayoría prefiere contemporizar a luchar, nadar significa mojarse y nadar contra corriente, un riesgo que no se quiere asumir. Muchos trabajadores se han instalado en la conejera actitud de no salir a la calle para no perder su puesto de trabajo, no opinar para no ser mal visto, ser cada día más servil y sumiso para retrasar un día más su despido. Hay que identificar claramente amigos de enemigos y no confundir aliados naturales con adversarios, se corre el peligro de dispara en la dirección equivocada o nadar hacia la cascada.

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