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Ahora nos queda el recuerdo

La Cuadra Talleres Abiertos, fue un evento que se originó por el encuentro de amigos y su cercanía geográfica, por el deseo de la bohemia que trae aquello de hacer arte compartido con otros creadores y la necesidad de mostrar el trabajo resultante, pero, además, por la posibilidad de convocar a otros a que se unieran a esta fiesta que fue resultando. Y cada uno de aquellos que se acercaron dieron o generaron ideas en crecimiento y cuando menos pensamos esto se volvió una manifestación incontenible pero aceptada por todos: felices bailando, cantando y festejando la oportunidad de ver pintura, escultura, fotografía, performance, instalaciones y mucha improvisación. En mi caso por el solo deseo de divertirme, de gozarme toda esta multitud.

Ahora queda el recuerdo, ese performance de aquellos desnudos forrados en plástico que recogía una camioneta y que nos mostró esta violencia que vive este país, fue algo muy contundente, mucho dolor mostrado creativamente, que no dejó de ser artístico. ¿Recuerdan esa vez que trajimos un cilindro de los que se usa para la construcción de vías? Con esa máquina hicimos grabados de las tapas del alcantarillado y de la textura de la calle. Ese gran grupo “Pa’lo que sea” que hizo esa magnífica procesión con todos sus artistas de talla internacional, sus tragafuegos, saltimbanquis, payasos, bailarines... ¿acaso no nos pusieron a vibrar? Nos emocionamos y estuvimos muy festivos. Los grupos musicales, cada vez más profesionales, pusieron a bailar a mucha gente, hasta el “varilla” que poco me gustaba.

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El tango que hacía que el público de mayores se hiciera presente. Así la marihuana volara bajita. También tuvimos unos discretos desnudos, muy artísticos que a Chucho y a mí nos encantaban; esas bellas chicas, que se presentaban con sus cuerpos pintados de forma armónica, nos hicieron enmudecer. Esos conciertos de los niños de las veredas, la Banda Sinfónica de Pereira con toda su parafernalia, eso nos hizo vibrar. Tantos espectáculos, tanta convergencia en este lugar, nos mostró la riqueza cultural que tenemos, que queremos explotar y que deberíamos seguir rescatando.

No he dicho nada de las exposiciones porque la calle no me dejó entrar a las casas. Nos encontrábamos con aquellos amigos y amigas que no veíamos desde la última vez, un abrazo, un beso, que en ese tiempo sí era permitido. Comamos una empanada, un ceviche y una cerveza…

Mis expositores eran en un inicio aquellos amigos y conocidos que se inclinaban por alguna disciplina artística y que no se atrevían a exponerse, aquí perdieron el miedo y lo hicieron.

Se trataba de mostrar los talleres y los trabajos que hacíamos, dejar que el público descubriera los espacios de estas casas construidas en la década del cincuenta. Decidí hacer un estudio fotográfico para hacer retratos de los que venían, eran unos cuantos amigos fieles a nuestro quehacer. Cada jueves de Cuadra iba donde El Flaco, donde Viviana o donde Chucho y me traía un gran cuadro que me sirviera de fondo para hacer los retratos. Fotografiaba y en la siguiente Cuadra les entregaba una copia. Así hice una buena colección, muchos de los cuales están en el primer libro de La Cuadra.

La Cuadra también tuvo por objetivo dar espacio a jóvenes artistas para exponer sus trabajos, porque en la ciudad no había lugares disponibles. Muchos artistas que trabajan en la región expusieron en La Cuadra.

Con disciplina abrimos cada primer jueves de cada mes, de marzo a diciembre, por veinte años. Recuerdo un jueves de esos que en la tarde llovió, como suele suceder en Pereira, solo que esta vez hubo una tempestad que corrió las tejas de nuestros talleres y el agua entró sin consideración. Pues a sacar agua se dijo, manos a la obra, había que salvar equipos, obras, libros… a eso de las 7:09 estábamos en plena labor. ¡NO HAY CUADRA!, determinamos, además quién va a venir con este tiempo. Me fui a mi casa a secarme, a cambiar mi ropa y a comer algo. Luego dije voy a ver cómo quedó ese campo de batalla. Llegué y la calle estaba llena de gente esperando que abriéramos los talleres y SÍ HUBO Cuadra.

Tal vez, el único jueves que no abrimos fue el de una Semana Santa, para no quitarle clientes a la Catedral.

Aquella Cuadra de tango que llovía y llovía y el “Grupo Señores” no dejó de llevar a cabo su compromiso. Me quedó una imagen: las sillas vacías, pero una pareja con sombrilla escuchó el concierto, cual “Tola y Maruja” … empapadas.

Puedo recordar una cantidad de exposiciones, cada una con la importancia que merece, como la de Guillermo Restrepo, que para hacer acopio de la obra tuvimos que recorrer medio Pereira, con Carmenza Marulanda. Se trataba de un artista que habíamos conocido en un Salón de Agosto en la

Sociedad de Amigos del Arte y que muchos jóvenes no conocieron, por eso había que presentarlo. También tuvimos una parte de la colección de Manuel Grajales, promotor del Centro de Arte Actual y del Museo de Arte de Pereira, y muchas otras que el “alemán” no me deja nombrar. Igualmente, recuerdo la exposición fotográfica “Mujer”, de Isabella Madrid, una chica con quince años, que hizo una propuesta actual contra el maltrato femenino, con una factura maravillosa.

También hay que destacar que nuestras salas estuvieron disponibles a Margarita Calle, para que exhibiera los trabajos de los estudiantes de la Maestría en Estética y Creación de la UTP. ¡Y por mi parte quiero reseñar, por derecho propio, una muestra de la serie ¡¡Fuego!! con la que quise hacer una intervención con unos sahumerios para resaltar el tema, el problema fue que el humero no dejó ver la obra, fueron fotografías con olor, vaya innovación!

Podría seguir rememorando, no acabaría y seguramente don Chucho tendría que hacer uso de la tijera…

Javier García Jaramillo

Presidente Corporación La Cuadra Talleres Abiertos

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