Londoño análisis 1

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Universidad de Los Andes Departamento de Arte

Análisis Visual 1 Pablo Londoño Urdaneta – 201126508


Título: Guillermo Quevedo Zornosa Artista: Ricardo Acevedo Bernal Fecha: Ca.1900 Medio/Técnica: Óleo sobre tela Lugar Actual: Museo del Banco de la República – Sala Rupturas y Continuidades En las últimas décadas del Siglo XIX, Colombia empieza a ver la llegada del Arte Académico a sus tierras, en medio de un período político decisivo para el desarrollo del país. Con el proceso de La Regeneración, Colombia regresaba a un modelo de Estado Centralista, otorgándole al Gobierno Central la facultad de financiar instituciones socioculturales que pusieran en manifiesto las intenciones de un país civilizado; sin embargo, como producto del movimiento político, la relación entre Iglesia y Estado se fortalece, priorizando los intereses conservadores sobre los liberales. En materia de arte, ello se ve reflejado en los primeros esfuerzos por la creación de una academia tradicional de artes en la capital, por iniciativa de estudiosos y líderes como Alberto Urdaneta y Manuel Murillo Toro. “La Escuela de Bellas Artes se instauró de manera efectiva en abril de 1886, durante el gobierno de Rafael Núñez, bajo la dirección de Alberto Urdaneta. Este hecho, de profunda significación en la vida cultural colombiana, correspondió a la realización de un sueño académico que habían mantenido aquellos artistas de mentalidad abierta, quienes sentían las limitaciones de su visión y de su oficio” 1. Con la guía del mexicano Felipe Santiago Gutiérrez, la institución capitalina retoma los intereses del Manierismo (Siglo XVI) y del arte Neoclásico (Siglo XVIII), donde el culto por la antigüedad clásica, el dibujo como forma prioritaria de arte, la idealización de la naturaleza, y el riguroso estudio y disciplina del natural serían las exigencias primordiales. Entretanto en Europa, el Academicismo estaba en pleno auge pese a los múltiples cambios ideológicos que se estaban llevando a cabo, con artistas como Bougeureau, Bonnat y

1 Beatriz González, Manual de arte del siglo XIX en Colombia. Aportes paralelos sobre arte europeo de Verónica Uribe Hanabergh. (Bogotá: Uniandes, 2013) 299-312.


Boulanger como fieles rescatistas de las tradiciones clásicas y el trabajo del natural; corrientes de la vanguardia como el Impresionismo vieron su nacimiento en las tres últimas décadas del siglo, pero no tuvieron acogida en el panorama local hasta inicios del siglo XX. En éste contexto artístico surge la obra de Ricardo Acevedo Bernal (1867-1930), discípulo de Bonnat y Fleury en la Academia Julien de París, reconocida en el ámbito nacional por su variedad temática –que abarca desde pequeños paisajes hasta retratos familiares y escenas costumbristas- y profesionalismo. Acevedo nace en Bogotá, y tras realizar un viaje a Nueva York, donde trabaja como fotógrafo, regresa a la capital para ejercer como artista; su reconocido trabajo y aporte al arte local lo llevaron a ser el director de la Escuela Nacional de Bellas Artes entre 1911 y 1918, años antes de regresar a Europa, donde muere en Roma en 1930. Germán Rubio Caballero retoma a Francisco Gil Tovar, quién afirma que “Realmente, la pintura del siglo XIX en Colombia dio sus mejores figuras en el terreno del retratismo académico, ya doblada la esquina del medio siglo. Fueron retratistas muy correctos, algo fríos, técnicamente hábiles y muy lejos de la ingenua sencillez de aquellos otros que pintaron inmediatamente después de la Independencia. (…) Pantaleón Mendoza, Epifanio Garay y Ricardo Acevedo Bernal son los retratistas máximos de la época, tan diestros –sobre todo los dos últimos- como cualquiera de sus buenos contemporáneos en Europa”2. Su retrato Guillermo Quevedo Zornosa hace parte de una amplia lista de trabajos para la clase burguesa capitalina, y le es encargado por la reputación que le antecede; el retrato se establece como símbolo de estatus en la sociedad, y su elaboración es sólo destinada a los más hábiles artistas del momento, con lo que se empieza a moldear una iconografía de los personajes más influyentes en el país. “El retrato, en este reverdecer de las burguesías tropicales, se impone como medio testimonial de las vanidades sociales y del intelectualismo doctoral surcado de ebulliciones “clásicas” o del naturalismo romántico recientemente importado. En Consecuencia, los interpretes de este espíritu deben, antes que todo y como fundamento principal de su arte, conocer no solo las

2 Leonardo Ayala y Eugenio Barney-Cabrera. Historia del Arte Colombiano Vol. 5. (Bogotá: Salvat Editores Colombiana S.A., 1988) 1289-1305.


leyes que rigen aquellos convencionalismos de clase, sino también los de propia manifestación artística con los que ellos concuerden.”3. Tomando en cuenta lo anterior, nos acercamos más a la obra a analizar, Guillermo Quevedo Zornosa, retrato del músico, poeta y compositor zipaquireño bajo ese nombre. Quevedo destaca como pianista y compositor en Colombia primeramente, para luego ser reconocido a nivel internacional por su trabajo como director del Conservatorio de Tolima. El retrato de Acevedo nos muestra al músico en un entorno que le era habitual, frente al piano de una Iglesia. Quevedo fue reconocido por sus múltiples himnos y tonadas religiosas, por lo que no sorprende que el artista bogotano lo retratara en un contexto religioso, lo que se puede identificar por varios componentes: el detalle invertido al fondo revela que se trata de un altar, a juzgar por el ornamento característico de las Iglesias y el busto de Jesucristo a la derecha; igualmente, la ventanería es propia de la arquitectura religiosa, y el traje formal de Quevedo denota la importancia de la ocasión, que seguramente se trata de una misa, por lo que hablamos de un retrato de género. El entorno mismo en que se presenta al compositor nos puede hablar de la función narrativa del retrato, como un testimonio de su labor y talento destacables; ello indica que lo más probable es que el cuadro haya sido una comisión gubernamental, a fin de mantener un registro de los virtuosos de la patria – práctica común en el período de La Regeneración-. Tras haber entendido el trasfondo de la obra, nos podemos centrar concretamente en sus características formales. El retrato Guillermo Quevedo Zornosa es una pintura al óleo sobre lienzo de formato mediano en vertical (28.3 x 44 cm), donde llaman la atención del espectador elementos como el enmarcado -no se sabe si es el original- y la naturalidad de la iluminación en la pintura. La composición tiende al centro, con el protagonista de la obra en la mitad del recuadro y en primer plano, y con el resto del espacio utilizado en un segundo plano para el fondo, que se ocupa completamente por diversos componentes. El énfasis es diagonal, con la mayoría de las líneas

3 Eugenio Barney-Cabrera, Reseña del arte en Colombia durante el Siglo XIX. (Bogotá: Universidad Nacional, 1967) 107-111.


convergiendo en el centro del cuadro. Así, los primeros elementos que saltan a la vista son el músico y su piano, bien definidos con contornos claros y contraste lumínico. Seguidamente, encontramos un segundo plano menos preciso, casi desenfocado, de donde proviene la iluminación de la escena, a través de la ventana ojival. La iluminación es indirecta, difusa, y se entiende que viene desde el fondo por el brillo en el rostro de Quevedo, así como por las proyecciones del mobiliario; el manejo de sombras es claro, pero no hay cambios fuertes que marquen un claroscuro. La luz nos ayuda a entender el espacio pictórico por medio del manejo de diversos tonos, con los elementos más brillantes en el último plano, y los más oscuros al frente; igualmente, el uso de la perspectiva y la superposición de elementos son herramientas que marcan la profundidad. Por otro lado, el rigor invertido en el trazo del retratado pone en manifiesto la importancia del dibujo, con una riqueza de detalle que se evidencia en elementos como su ropa y su expresión facial –que destaca por la minucia de detalle, y nos transmite un estado de profunda concentración en el oficio-. La pincelada es delgada y sin textura, y es evidente una profundidad de color en la transparencia de los tonos, especialmente en el fondo, donde los colores son más opacos (en particular en contraste con la dureza de aquellos visibles en el ropaje de Quevedo); una segunda mirada revela el uso de la mancha, especialmente en componentes como el libro de partituras y el piano, o el pelo del retratado, donde la línea no es tan marcada como en otros puntos del retrato. Así, el uso de la técnica imprime en la pintura un aire de solemnidad y trascendencia que es propio del academicismo, sin ser tan rígido como otros exponentes del género. En cuanto al manejo de color, lo primero que resalta es una paleta de tonos pastel: amarillos, ocres y negros; Acevedo utiliza el color con diversas opacidades, donde los colores más sólidos son utilizados en el punto de foco de la pintura, el protagonista, y su luminosidad es más fuerte conforme los elementos se acercan a la fuente de luz. La sumatoria de todos los elementos anteriormente mencionados ayudan en el entendimiento de la obra, pues dan luces sobre la función de la misma, al igual que de su contexto histórico y artístico, explicando elementos que de otra forma sería imposible entender. Si se obvia el valor del retrato en


el período, la importancia de la Iglesia en el país, o los orígenes mismos de Acevedo, no sería posible entender la totalidad de la obra, en cuanto el análisis de la interacción de todas su partes ofrece una visión mucho más amplia. El retrato Guillermo Quevedo Zornosa es un gran ejemplo del talento de Ricardo Acevedo Bernal, y evidencia muchos de los valores y cánones artísticos contemporáneos que inspiraron y formaron al artista, poniendo en manifiesto la formación académica que le valió su estatus como uno de los mejores artistas colombianos de finales del Siglo XIX.

Bibliografía

Ayala, Leonardo y Eugenio Barney-Cabrera. 1988. Historia del Arte Colombiano Vol. 5.

Bogotá: Salvat Editores Colombiana S.A. Barney-Cabrera, Eugenio. 1967. Reseña del arte en Colombia durante el Siglo XIX.

Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Giraldo, Gabriel. 1954. Notas y documentos sobre el arte en Colombia. Bogotá: Editorial

ABC. González, Beatriz. 2013. Manual de arte del siglo XIX en Colombia. Aportes paralelos

sobre arte europeo de Verónica Uribe Hanabergh. Bogotá: Uniandes. Medina, Álvaro. 1978. Procesos del arte en Colombia. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura.



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