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Primeros en amor

Por Ramón Verduzco

El 12 de enero de 1992, Kenny Hedrick falleció en el cumplimiento de su deber. Era bombero voluntario del departamento de bomberos voluntarios de Morningside en Maryland y había respondido con sus compañeros de trabajo a una llamada de auxilio de una familia que vivía cerca de la estación de bomberos. Su casa estaba en llamas y les preocupaba que un niño de 7 años estuviese atrapado en la casa. Kenny y otro bombero llegaron a la escena y comenzaron a registrar la casa. Encontraron a un niñito y lo llevaron a los paramédicos, pero el niño fue declarado muerto poco tiempo después. Volviendo a la casa para buscar más víctimas, Kenny quedó atrapado en el sótano cuando las condiciones del incendio se deterioraron.

Nos enteramos de casos como ese en las transmisiones de noticias. Ellos son los que corren hacia el peligro, no alejándose del mismo. En 2001, vimos a los bomberos corriendo en dirección al World Trade Center en la ciudad de Nueva York.

Hemos visto a agentes de policía acercándose cuidadosamente a edificios que albergan francotiradores activos, paramédicos pisando coches destrozados en busca de sobrevivientes y profesionales médicos exhaustos corriendo a través de los pabellones hospitalarios llenos de enfermos de COVID-19.

Esta lista podría incluir maestros que instruyen a los estudiantes que podrían ser súper diseminadores, los cajeros que suman las compras de clientes desafiantes, sin máscaras o

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personas de entrega a domicilio que se apresuran a colocar las compras que se hicieron en línea en los porches.

Todas esas personas, esos trabajadores esenciales y socorristas, son héroes en algún nivel. Están anteponiendo las necesidades de otras personas, incluidas sus familias que dependen de ellos para su alimento y refugio. Puede que ni siquiera se den cuenta, pero su motivación es el amor. Tienen tanto amor como para preocuparse por los demás y poner sus necesidades en primer lugar. Sin embargo, un socorrista profesional no aparece de la nada y actúa heroicamente. Frecuentemente la planificación cuidadosa y la formación meticulosa precede a sus acciones. Están listos para hacer lo que hacen porque han aprendido a hacerlo de instructores, profesores, mentores, entrenadores y entre sí. Enfrentar una situación potencialmente mortal sin un entrenamiento adecuado puede ser tan mortal como la situación misma. Los socorristas exitosos han aprendido dos componentes vitales de su trabajo: qué hacer y qué no hacer. La Biblia identifica a varios socorristas que estaban siguiendo instrucciones de Dios mismo. Algunos titubearon porque los peligros parecían tan abrumadores. Pero cuando su valor vaciló, su amor y su entrenamiento entraron en acción. Vemos a Ananías moviéndose sigilosamente por las calles de Damasco en camino para ayudar a un visitante cegado en su ciudad, un hombre llamado Saúl, que era infame por haber causado sufrimiento e incluso la muerte a los seguidores de Jesús. Ananías era un simple seguidor de Jesús. Vemos a Moisés caminando a través del desierto, dirigiéndose a la capital de Egipto con un propósito en mente: liberar a un pueblo esclavizado. No quería ir. Sentía que no era la persona adecuada para ese trabajo. Pero Dios le había asegurado que no estaba solo, que incluso sus palabras serían elegidas para él.

Está también Noé, construyendo un barco, a kilómetros del mar y rodeado de gente que pensaba que estaba loco.

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Todos podemos llegar a ser el tipo de socorrista que Cristo representa. Podemos salir de nuestras zonas de confort e ir a un mundo ardiente, peligroso y mortal para servir a nuestros semejantes.

Esos socorristas actuaron en conjunto con el Creador del amor. Sabían que por sí mismos eran impotentes. Sin embargo, con la guía adecuada ofrecida libremente por Dios, podrían —y lo hicieron— lograr grandes cosas.

No hay nada más poderoso en esta tierra que un hombre, una mujer, un niño o una niña cuyo corazón está lleno de amor y cuya mente está abierta a la dirección de Dios. Tales individuos han cambiado el curso de la historia humana, han terminado guerras y han lanzado movimientos sociales que sobrevivieron durante generaciones. Un socorrista equipado de tal forma puede ser una fuerza para el bien, una luz que la oscuridad no puede apagar.

Pero no te equivoques. Estas personas pueden pagar un alto precio por su servicio desinteresado. Pregúntales a las viudas del NYFD del 11-S. Habla con la familia de un soldado caído. Visita la tumba de un profesional médico que murió mientras ayudaba a otros que habían estado contagiados por un virus mortal. Siente aflicción con el devastado compañero de un oficial de policía que pereció tratando de salvar a alguien que ni siquiera conocía.

O contempla desde una colina ventosa fuera de las murallas de Jerusalén. Escucha el sonido del tráfico distante y el eco de las voces llevadas en la brisa. En ese lugar, hace mucho tiempo, un Primer Socorrista pagó el precio final por su servicio. Fue colgado en una cruz porque el enemigo de todo lo que amaba había eclipsado —por un momento— sus esfuerzos de salvar este mundo y a todos en él. Como tú y yo podemos dar fe, el impacto de que haya llevado a cabo su labor ha sido de gran alcance. Todos podemos llegar a ser el tipo de socorrista que Cristo representa. Podemos salir de nuestras zonas de confort e ir a un mundo ardiente, peligroso y mortal para servir a nuestros semejantes. Los socorristas motivados por el amor desinteresado están dispuestos a poner a prueba su entrenamiento. Están dispuestos a poner sus vidas en peligro para salvar a otros. «Nadie tiene amor más grande que el da la vida por sus amigos» (Juan 15:13, NVI). También han aprendido que, para Dios, todos son amigos.

En su último encuentro con sus discípulos, Cristo expresó su gran deseo de que se amasen unos a otros como él los amaba. Habló de eso una y otra vez.

«Este amor es la evidencia de su discipulado. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos—dijo Jesús—, si tuviereis amor los unos con los otros”. Cuando los hombres no están vinculados por la fuerza o los intereses propios, sino por el amor, manifiestan la obra de una influencia que está por encima de toda influencia humana. Donde existe esta unidad, constituye una evidencia de que la imagen de Dios se está restaurando en la humanidad, que ha sido implantado un nuevo principio de vida» (El deseado de todas las gentes, p. 632).

Así que, ¿por qué no abrir la Palabra de Dios y comenzar tu entrenamiento hoy mismo? Practica sus instrucciones. Sigue sus pautas. Aprende del Maestro. Este mundo moribundo necesita desesperadamente socorristas calificados y experimentados. ¡Este mundo moribundo te necesita!

Ramón Verduzco es pastor de la iglesia hispana de Hayward.

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Por Allison Casillas

quien es Dios es más de lo que parece

Todos tenemos que pivotar a veces. La vida está llena de cambios y transiciones. Tenemos que navegar por lo inesperado, elegir una trayectoria y avanzar después hacia lo desconocido. Para los cristianos, idealmente, eso va a ser algo que procuramos. Añoramos el crecimiento y la transformación. ¿Cómo se ve esto, entonces, en tu caminar espiritual? Al igual que el joven rico, nos gusta que las cosas sean directas y claras: guarda los mandamientos. Pero las fórmulas sencillas no son suficientes. Son demasiado confinadas, demasiado estrechas. Si no nos esforzamos en el crecimiento y el desarrollo espiritual, cuando nos encontramos en situaciones en las que las cosas no son lo que esperábamos, nuestra fórmula no cuadra. Nos sentimos a la deriva y la vida nos azota.

Cuando se trata de tu vida, no puedes tener fe en un sistema. Puedes tener fe en Dios, pero no en un sistema. Si nuestra idea de Dios es una fórmula confinada y estrecha, es demasiado pequeña. Dios es más grande que eso.

1850. C. PUBLISHED SCHULER, ISTOCK.COM/CARL

Si sentimos que lo tenemos bajo control y está a salvo, cómodo, predecible; si sentimos que lo conocemos porque encaja con nuestra lista de verificaciones; si encaja en nuestra lista de creencias fundamentales y, como resultado, sentimos que entendemos quién es y qué se supone que debe hacer, entonces estamos en un aprieto. Porque Dios sorprende incluso a las personas que tienen una visión amplia y extensa de cómo es Él. Es inmutable y, sin embargo, es siempre cambiante y sorprendente. A veces, nuestra pequeña visión de Dios puede impedir que reconozcamos cuando está trabajando en nuestro entorno. Pasa completamente desapercibido. Estamos tan concentrados en lo que creemos que Él es que no nos damos cuenta de su acción en el mundo que nos rodea. Dios es inmutable y, sin

Una historia en Lucas 24 comienza embargo, es siempre con este tipo de ignorancia hacia Dios y a su presencia. Unos tres días después cambiante y sorprendente. de la muerte de Jesús, dos discípulos A veces, nuestra pequeña estaban en camino a Emaús. Estaban hablando de todo lo que había sucedivisión de Dios puede do en Jerusalén y de repente Jesús se unió a ellos, pero no lo reconocieron. Estaban hablando de Él —quien iba impedir que reconozcamos cuando está trabajando en caminando a su lado— pero ellos no se dieron cuenta. No tenían ni idea de lo nuestro entorno. que estaba pasando. Jesús les preguntó: «¿De qué están hablando?». Le miraron como si fuese él quien no entendiese lo que estaba pasando. Le dijeron: «Debes ser la única persona en Jerusalén que no haya oído hablar de todas las cosas que han sucedido allí los últimos días» (Lucas 24:18). Empezaron a contarle a Jesús acerca de su propia muerte. Le hablaron de su dolor y de lo decepcionados que estaban porque pensaban que era el Mesías, pero no había hecho lo que pensaban que debía hacer. Ahora estaba muerto, pero su cuerpo había desaparecido y ellos simplemente no sabían qué pensar. Así que siguieron contando la historia. Lo mismo nos pasa a nosotros. Las cosas no suceden de la forma como esperamos, así que nos encontramos dando vueltas, repitiendo, rehaciendo los detalles porque no entendemos el por qué de las cosas. Hay momentos en que estamos tan convencidos de que se supone que Dios debe actuar de cierta manera que no nos damos cuenta de su presencia. No notamos que ha estado actuando a nuestro lado. Jesús les dijo: «“¿No se predijo claramente que el Mesías tendría que sufrir todas estas cosas antes de entrar en su gloria?”. Entonces Jesús los llevó a través de los escritos de Moisés y de todos los profetas, explicando en todas las Escrituras las cosas concernientes a sí mismo» (Lucas 24:26-27). Le pidieron que cenase con ellos y al bendecir el pan «de repente, se abrieron sus ojos y le reconocieron.

¡Y en ese momento desapareció! Se dijeron el uno al otro: “¿No ardían nuestros corazones dentro de nosotros mientras hablaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?”» (Lucas 24:31-32).

Sus corazones ardían dentro de ellos. En una hora, estaban de vuelta en el camino a Jerusalén. Porque el encuentro con el Dios inesperado lo cambió todo. Muchos artistas han pintado cuadros de esa historia. Hay uno en el que la figura de Cristo es una mujer. Algunas personas pueden estar molestas por eso e incluso pueden sentir que es una blasfemia. Para otros el sentimiento es completamente diferente. Tal vez esa pintura no está cuestionando el género de Jesús, sino que puede ser vista como un ejercicio para ayudarnos a considerar honestamente algunas otras ideas. ¿Qué estás buscando y cómo afecta eso lo que ves? Si la sugerencia de un Cristo femenino te hace sentir incómodo, pregúntate por qué. ¿Por qué la sugerencia de Dios en una forma diferente, particularmente en una forma femenina, es tan difícil para nosotros? ¿Por qué nos molesta ese concepto cuando estamos completamente cómodos con la idea de representar a Dios como una paloma? Hay que tener presente que Dios aparece como una paloma en la historia del bautismo en los cuatro evangelios. Si nos molesta una imagen de Cristo de un sexo o una raza diferente a la nuestra, tal vez lo que está sucediendo es que la imagen nos está revelando un sexismo, racismo y prejuicio profundamente arraigados.

Debido a que tenemos la tendencia a centrarnos en lo que creemos que Dios es, necesitamos ilustraciones que nos hagan pensar diferente, que nos saquen de nuestras suposiciones. Esas imágenes son subversivas, nos conmueven y nos hacen pensar innovadoramente y renovar nuestra mente. Cuando Moisés pidió a Dios ver su rostro, reacciona con un bosquejo de carácter: «¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios misericordioso y clemente! ¡Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad! ¡Es

misericordioso por mil generaciones! ¡Perdona la maldad, la rebelión y el pecado, pero de ningún modo declara inocente al malvado! ¡Castiga la maldad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación!» (Éxodo 34:6-7).

Dios nos está diciendo explícitamente que quien es, es más de lo que parece. Se sale de lo esperado, varias veces, tanto en la forma que toma como en la manera que habla de sí mismo en términos que son completamente diferentes: un arbusto ardiente, una gallina con polluelos, una roca, un león, un cordero, el pan de vida, un pastor, la luz, una vid, sanador, y la lista continúa y continúa. Dios tiene que ver con esas imágenes inesperadas porque está tratando constantemente de sacarnos de nuestras estrechas vistas, de dar un giro hacia lo incómodo, hacia más.

Tenemos una tendencia a querer domesticar aquellas cosas de Dios con lo que nos hacen sentir incómodos, pero lo hermoso es que Dios entiende eso de nosotros. Así que nos empuja constantemente: «No te quedes atascado. Busca más». Tenemos después el interruptor definitivo: Jesús mismo. Consideremos a Cristo en la cruz. Es un cuadro espantoso. Para los primeros cristianos no hubo una forma más terrible de muerte, sin embargo, esa es la imagen que aceptaron como la imagen de Dios obrando a través de Cristo. Tan inesperado, tan diferente. Dios trabajando de una forma extraña, de una forma impactante. Con el tiempo podemos acostumbrarnos a la cruz en todo su horror, pero estamos invitados constantemente a dar un giro. A veces un giro nos lleva de vuelta a lo que sabíamos antes, para considerar de nuevo y para ver su significado más completo para nosotros. ¿Cuándo fue la última vez que tu corazón ardió dentro de ti? ¿Te has encontrado alguna vez conformándote con la versión de la historia bíblica, para los niños, de Jesús y sus acciones en el mundo? Sabes que esas cosas son verídicas, pero que hay otra capa acerca de Cristo que también es verídica. Jesús fue el interruptor definitivo. Ignoró los códigos de pureza y tocó a los leprosos.

Estamos invitados a una visión audaz, nueva y transformadora de Dios. Y esencialmente nos promete que nos va a sacudir hasta el fondo cuando lo experimentemos.

Mostró compasión hacia quienes estaban locos o poseídos. Considera su interacción limpiando el templo —estaba furioso.

Piensa en la forma como intervino por el centurión romano, el epítome del violento poder político. Mostró compasión por la mujer samaritana, el gentil, los marginados y la élite religiosa. Por todos ellos.

Y al mismo tiempo, está trascendiendo estas leyes. Jesús trasciende las cosas que los judíos pensaban que eran las cosas que le importan a Dios y les da un significado más amplio. Pone todo patas arriba. Todos están un poco conmocionados. Sin embargo, al mismo tiempo, todos se sienten atraídos a él porque hay un lugar para todos. Eso es lo que te molesta, pero lo que te atrae al mismo tiempo.

Este es el Dios que promete hacerte nuevo: amoroso, misericordioso, compasivo, perturbador, humillante. Todos estamos invitados a una visión audaz, nueva y transformadora de Dios. Y esencialmente nos promete que nos va a sacudir hasta el fondo cuando lo experimentemos.

Pablo quedó completamente destrozado por su experiencia en el camino a Damasco, por la otredad de Dios, por el hecho de que Dios era tan diferente de lo que imaginaba. A partir de ese momento, Pablo no es el mismo. Esa es la experiencia a la que todos estamos invitados: a dar un giro y permitir que Jesús nos transforme a través de su presencia. A conocerle, a emularle. Su reino es diferente porque hay un lugar para todos nosotros. Es radical. Es el reino entre nosotros. En el estamos todos juntos. Su grandeza da lugar para todos.

Entonces, ¿cuán estrecha es la banda de nuestra inclusión? ¿Estamos practicando el tipo

de hospitalidad e inclusión que Cristo usó? Y si no, ¿qué es lo que nos impide hacerlo? Porque eso es lo que es necesario, ser identificado y arrojado al fuego para cultivar la plenitud del corazón.

Cristo está interesado en no excluir a nadie, pero también está interesado en la condición de nuestro corazón que no lo pone en primer lugar. Nuestra incomodidad con esas ideas —las cosas que nos perturban, que arden en nuestro corazón— nos hará saber en qué necesitamos trabajar, dónde debemos practicar la reconciliación. Porque no estamos invitados a una sola visión definitiva de quién es Dios. Estamos invitados a una relación, a un entendimiento creciente, a la revelación de las capas de Dios. Al igual que sus misericordias, es nuevo para nosotros cada mañana. Nos invita a conocerle de una manera diferente, todos los días. Pablo nos dice: «De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación» (2 Corintios 5:17-18).

Así que, presta atención. Y cuando sientas que tu corazón arde dentro de ti, particularmente cuando esto suceda en un momento o a través de una persona que no esperabas, es una invitación a dar un giro, a seguir un nuevo derrotero, a una nueva actividad en la presencia de Dios —en lo inesperado—. Dar un giro hacia la novedad en Dios que nos ofrece una nueva vida y una nueva forma de ver el mundo que creó y al pueblo que ama. _______________________________________ Allison Casillas es la pastora de ministerio infantil de la iglesia de Arlington, Texas.

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