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Southeastern California Conference

Ministrar y servir con intencionalidad y propósito

Por Cynthia Mendoza

Han pasado poco más de siete meses desde que el mundo cambió abruptamente y para siempre debido a la pandemia COVID. Así como abruptamente y para siempre la mayoría de las iglesias han aprendido a ministrar y servir de nuevas maneras. Una de esas iglesias es la iglesia hispana de Santa Ana en la Southeastern California Conference.

Lo mismo que muchas otras iglesias, la iglesia hispana de Santa Ana ha participado activamente en servicios a la comunidad, tanto en beneficio de sus miembros como de la comunidad en general, proporcionando canastas de alimentos todos los miércoles y sábados; en una semana común atienden de 47 a 80 familias. Caleb Jara, el pastor de la iglesia, junto con un equipo de voluntarios, entrega agua y alimentos durante la semana según es necesario. Los artículos se entregan a las puertas de las casas y Jara llama después a las familias para hacerles saber que los artículos están allí y también ora con ellos. La iglesia también se adaptó rápidamente a la adoración digital, el estudio y la conexión social utilizando Zoom, Facebook y YouTube. Los esfuerzos evangélicos también han cambiado usando FaceTime para llevar a cabo estudios bíblicos y una sesión de oración —la hora del poder— matutina. Según Jara, tres personas se están preparando para el bautismo como resultado de este medio.

Pero más allá de simplemente ayudar a satisfacer las necesidades físicas o incluso los esfuerzos de evangelización, la iglesia hispana de Santa Ana está adoptando un enfoque más intencional para hacer frente a algunos desafíos más matizados o tácitos que enfrentan muchos

miembros.

En el momento de este escrito, las iglesias en Orange County, donde se encuentra la iglesia, han recibido permiso para reanudar los cultos de adoración en persona, limitando la asistencia a no más de 100 personas a la vez. El primer culto de adoración en persona en la iglesia de Santa Ana atrajo a 85 personas.

«Uno de los mayores desafíos

que enfrentan muchos miembros es la falta de conexión social», comenta Jara. «Pero también hay una “pandemia de miedo”; miedo de ir a la iglesia de nuevo, el miedo a la economía o la pérdida de empleo».

La falta de conexión social entre los jovencitos también ha sido difícil porque pasan la mayor parte de su tiempo durante la semana frente a una pantalla haciendo trabajo escolar y para cuando llega el día de reposo pocos tienen el deseo de sentarse frente a una pantalla de nuevo para el culto de adoración.

Teniendo en cuenta estas nuevas realidades, Jara señala que la iglesia quiere ser más intencional en su proyección a los jóvenes, incluyendo la capaci

tación y el apoyo a los padres en su papel de nutrir a los niños y jóvenes en su conexión con Dios y con la iglesia.

En la comunidad donde se encuentra la iglesia, también hay grandes dificultades económicas, que incluyen necesidades tan simples como el que algunas familias puedan tener WiFi en casa para que los niños puedan hacer sus tareas sin tener que ir a un restaurante de comida rápida al final de la calle para «pedir WiFi prestado» el tiempo suficiente para poder hacer un poco de trabajo escolar, una situación que realmente se presentó a una familia.

Si bien no hay soluciones inmediatas a estos y otros desafíos —que probablemente son comunes a muchas otras comunidades e iglesias— Jara destaca que la iglesia quiere adoptar un enfoque muy intencional para el ministerio, que incluya conectar a las personas más unos con otros, y de esa manera fortalecer el aspecto relacional y social del ministerio, lo mismo como su enfoque para compartir el evangelio, incluso mediante el uso de la tecnología para llegar a un público más amplio. «El mundo ha cambiado significativamente y nunca volverá a ser como antes», considera Jara. «Ahora estoy preparando mis mensajes para el mundo en el que vivimos, con un ojo en la iglesia local y el otro en la predicación del evangelio al resto del mundo».

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