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De la transacción a la transformación

Con millones de otros, nuestras vidas se han reducido al practicar directivas de salud pública sin precedentes: llevamos una máscara en la tienda de comestibles, mantenemos seis pies de separación, nos lavamos las manos con frecuencia y, lo más importante, nos quedamos en casa. Muchos de nosotros ahora estamos trabajando exclusivamente a través de la tecnología, lo que significa que Zoom es una herramienta para reunirnos con nuestros seres queridos y nuestros colegas de trabajo. Todo el mundo está navegando por esta nueva modalidad, que afecta a algunos más que a otros.

Los empleados esenciales están trabajando todos los días para mantener los conceptos básicos de la vida para el resto de nosotros. ¡Qué agradecidos debemos estar por cada uno de ellos! Los maestros y pastores se están adaptando a la tarea sin precedentes de proporcionar educación y atención espiritual a control remoto. Esos dedicados y creativos líderes están sirviendo de manera significativa y relevante para mantener las escuelas y las congregaciones unidas.

También está el drama diario de la vida y la muerte en los hospitales. Nuestros trabajadores de la salud se enfrentan a la tensión emocional de cuidar a tantos enfermos —además de tratar de mantenerse ellos mismos saludables—. Sin embargo, a pesar de sus heroicos esfuerzos, todos debemos enfrentar las historias cada vez más frecuentes de seres queridos arrebatados por la muerte debido a esta enfermedad traicionera.

En tiempos de crisis, los seguidores de Cristo deben examinar de nuevo lo que significa estar sirviendo en su nombre. Ciertamente somos juzgados por la norma escrita por el hermano de Jesús en el siglo I: «Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de ustedes le dice: “Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse”, pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta» (Santiago 2:14-17, NVI). En términos generales, ¿cómo informan los principios de nuestra fe nuestra respuesta en un tiempo de pandemia?

De la transacción a la transformación:

servicio christiano en tiempos de pandemia

POR BRADFORD C. NEWTON

Nuestra nuera tiene una gran manera de motivar acciones positivas en Macy, nuestra nieta: su Sparkle Jar. El recipiente transparente comienza vacío mientras que al lado se encuentra una bandeja con doradas joyas de plástico. Mientras Macy obedece a mamá y papá y ayuda con la hermana pequeña, las joyas doradas comienzan a llenar el frasco. A veces las joyas se sacan del recipiente cuando su comportamiento no es el ideal. Pero pronto el Sparkle Jar se llena y la recompensa viene en forma de un nuevo juguete, un evento especial o una manualidad que ella había deseado.

Los padres encuentran maneras creativas de alentar a sus hijos a ser bondadosos. Al principio es mayormente transaccional: refuerzo positivo para buenas acciones y consecuencias negativas para las malas. Pero, en última instancia, todos los padres saben que moldear el carácter de un niño exclusivamente en torno a la recompensa y el castigo es inadecuado para producir una madurez genuina. Una relación de amor y confianza trae la mayor perspectiva de éxito en la formación de un joven corazón. A medida que Macy se acerca a su quinto cumpleaños, la bondad ha llegado a ser más que llenar el Sparkle Jar. Una sonrisa de aprobación de la madre y la alegría expresada por el padre son más duraderas que adquirir el siguiente juguete o llenar un frasco con joyas de plástico, por muy doradas que sean. Año tras año, el vivir con principios, el respeto a los demás, el servicio desinteresado mientras se hace frente a un mundo pecaminoso se están convirtiendo en algo suyo porque eso es lo que ella elige ser. ¿Qué tiene que ver esto con el servicio cristiano? Las madres y los padres buscan guiar a sus hijos a partir de motivos egocéntricos de comportamiento transaccional hacia la transformación genuina del carácter. Es lo mismo con nuestro gran Padre celestial. El servicio a los demás, incluso en el nombre de Cristo, que se centra en los elogios humanos o en llenar un recipiente con doradas joyas celestiales, pierde por completo los objetivos de Dios.

Jesús se dirigió a esta equivocada interpretación de las intenciones de Dios en el sermón del monte: «Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente

les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará» (Mateo 6:2-4, NVI).

Pero, ¿no es también transaccional? ¿La acción anónima nos da crédito ante Dios después de todo? Más tarde Pablo aclara que no hay ningún recipiente de doradas joyas celestiales para obtener la recompensa de Dios, cuando declara que «nadie es justificado por las obras que demanda la ley, sino por la fe en Jesucristo» (Gálatas 2:16, NVI). Afirma después: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios» (2 Corintios 5:21, NVI). El claro mensaje de las buenas nuevas cristianas es que nuestro Padre celestial no está al tanto de un sistema de méritos para obtener una existencia eterna con él. Cualquier modalidad transaccional de vida y servicio cristianos realmente traiciona el propósito de Dios para nosotros eternamente, al mismo tiempo que no proporciona ahora una vida significativa.

El auténtico servicio cristiano nace de una transformación interna divinamente empoderada arraigada en el sacrificio de la muerte y la resurrección de Jesús. En 2 Corintios aprendemos que «el amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron. Y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos y fue resucitado» (2 Corintios 5:14-15, NVI). Me gusta especialmente esta traducción de la epístola de Pablo: «Es absolutamente claro que Dios les ha llamado a una vida libre. Sólo asegúrense de no usar esta libertad como excusa para hacer lo que quieran y destruir su libertad. Más bien, usen su libertad para servirse unos a otros en amor; así es como crece la libertad. Porque todo lo que sabemos acerca de la Palabra de Dios se resume en una sola frase: Ama a los demás como te amas a ti mismo. Eso es un acto de verdadera libertad» (Gálatas 5:13- 14, MSG).

La verdadera libertad como cristianos es servir a los demás, porque aquel a quien en última instancia amamos primero y mejor nos compromete a ser como él en el servicio y el sacrificio. ¿Cómo lograremos esto en nuestra situación actual? Nos activamos respondiendo a la pregunta: «¿Cómo puedo amar a los demás ahora?». A través de la sencilla amabilidad en la tienda de comestibles, una sonrisa y un saludo a medida que pasas a tus vecinos en la acera (a 6 pies de distancia, por supuesto), haciendo llamadas telefónicas y enviando correos electrónicos o mensajes de texto de aliento a tus amistades, familiares y miembros de iglesia. Es haciendo que los pastores, maestros y trabajadores de la salud sepan que estás orando por ellos. Puedes agradecer (y dar una propina) a los trabajadores de alimentos y a otros proveedores esenciales. Evita reenviar historias cuestionables de Facebook y del Internet que puedan confundir o dañar a otros. Y, junto con todo esto, permanecer sensible y disponible para satisfacer las necesidades emocionales, físicas o espirituales que surgen dentro de tu red social.

Los laboratorios de todo el mundo están compitiendo en búsqueda de una vacuna eficaz para COVID-19, así como terapias comprobadas para contrarrestar los efectos de esa enfermedad. Compañero cristiano, también estamos en un laboratorio gigante. Nuestro Padre celestial quiere que seamos testigos y transmisores de la vacuna y la terapia celestial para lo que afecta a este mundo. «Toma tu vida cotidiana y ordinaria —tu dormir, comer, ir al trabajo y andar por ahí— y colócala ante Dios como una ofrenda. Acepta que lo que Dios hace por ti es lo mejor que puedes hacer por él. No te ajustes tan bien a tu cultura que encajes en ella sin pensarlo siquiera. En cambio, fija tu atención en Dios. Serás transformado de adentro hacia afuera. Reconoce rápidamente lo que quiere de ti y responde rápidamente a su llamado» (Romanos 12:1-2, MSG).

_______________________________________ Bradford Newton es el secretario y director ministerial de la Pacific Union Conference.

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