ISSN 2174-7601
2punto0
nº
Año uno, 2012 Publicación trimestral Poesía Narrativa Ilustración Fotografía Edición
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Grupo palimpsesto2punto0 y
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Destemple. Célula poética.
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En Sevilla - Barcelona, a 31 de Mayo de 2012
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Edición diseño y maquetación o
Juan Luis Gavala
o
Ferrán Destemple, de los Poemas postales
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©Copyright de los textos, fotografías e ilustraciones, propios de cada autor.
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Esta edición está bajo licencia CC: se puede copiar y distribuir, no se puede hacer uso comercial, ni trabajos derivados y debe reconocerse la autoría.
Con la colaboración especial de:
destemple
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célula poética .....................................................................................
ediciones
ÍNDICE 1. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •
2. •
3. •
CREACIÓN Poemas postales Invitación al viaje XIII Desnudo paradójico Pleamar Lo que no te dije en Harlem Los pájaros son los testigos del bosque XXXII Sin título, Fotografía Sin título, Ilustración Había que poner en práctica la ternura El día que te regalé la moleskine Soy la cicatriz... La deriva Pero no llueve Epitafio nocturno Arte poeta Desayuno y presentación La otra Rostros Madonna Arácnido
EDICIÓN La tapadera books
ARTÍCULOS ESCOGIDOS Blues
EL editorial Nunca es fácil. Saltar al ring, al ruedo, a la calle. Y exponerse. Pero más difícil suele ser comunicar con ese hecho. Da igual el método, el canal, el código. Lo que aquí se recoge son mensajes. De ilustradores, poetas, narradores, fotógrafos, editores. Enumerados todos, paginados, adjuntados. Esperando un acto vital y sencillo, un oído, un resto humano que desobstruya el silencio, la inacción. Queremos provocar a ese oido. Ya sea emoción, indiferencia, un reguardo inteletual, entretenimiento, o curiosidad. Y deseamos una respuesta. Salta al ring, toma la calle, comparte este cuaderno, participa en él, usa nuestras redes con este sentido. Exprésate. Crea el diálogo. Eres nuestra obsesión, lector. Sin tí estamos en medio de ningún sitio. Y ahí pueden pasar demasiadas cosas. Todo empezó con creadores, luego comprendimos el valor de la edición. En el próximo número esperamos incorporar otro valor referencial, que es el librero. Nadie tan lector. Luego, os seguiremos esperando. @jlgavala
secciones
3.
Art铆culos escogidos
2.
Edici贸n
1.
e: sales@web.web w: www.xara.com
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CREACIĂ“N
Jean de la Ville de Mirmont
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LE GRAND VOYAGE
Cette fois mon cœur, c’est le grand voyage. Nous ne savons pas quand nous reviendrons. Serons-nous plus fiers, plus fous ou plus sages ? Qu’importe, mon cœur, puisque nous partons ! Avant de partir, mets dans ton bagage Les plus beaux désirs que nous offrirons Ne regrette rien, car d’autres visages Et d’autres amours nous consoleront. Cette fois, mon cœur, c’est le grand voyage.
-6-
[Traducc.] Anaïs Moreno
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INVITACIÓN AL VIAJE [*] Esta vez mi amor, esta vez es El Viaje. No sabemos cuando regresaremos. ¿Seremos más orgullosos, más locos o más sabios? ¡Qué importa amor mío, ya que partimos! Antes de partir mete en tu equipaje los más bellos deseos que regalaremos no añores nada, pues otros rostros, y otros amores nos consolarán. Esta vez, mi amor, esta vez es El Viaje.
[*]
N. del T: el título se ha traducido libremente en alusión directa a aquel otro de Charles Baudelaire, y porque la construcción castellana resultante no era del gusto del editor.
//Segundo avance del 2º tomo de nuestra colección de_Sastre//
Pág 7
Jean de la Ville de Mirmont
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XIII.
La Mer est infinie et mes rêves sont fous. La mer chante au soleil en battant les falaises Et mes rêves légers ne se sentent plus d’aise De danser sur la mer comme des oiseaux soûls. Le vaste mouvement des vagues les emporte, La brise les agite et les roule en ses plis ; Jouant dans le sillage, ils feront une escorte Aux vaisseaux que mon cœur dans leur fuite a suivis. Ivres d’air et de sel et brûlés par l’écume De la mer qui console et qui lave des pleurs Ils connaîtront le large et sa bonne amertume ; Les goélands perdus les prendront pour des leurs.
-8-
[Traducc.] Anaïs Moreno
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XIII La mar es infinita y mis sueños locos. La mar canta al sol batiendo los acantilados y mis ligeros sueños ya no se sienten a gusto al bailar sobre la mar como aves ebrias. El vasto movimiento de las olas se los lleva, la brisa los agita y los enrolla en sus pliegues; participando en el asedio harán de escolta de las naves que en su huida siguió mi corazón. Ebrios de aire y de sal y quemados por la espuma de la mar que consuela y que lava los llantos conocerán la mar adentro y su profunda amargura; las gaviotas* errantes los tomarán por uno de los suyos.
[*]
N. del T: la voz francesa es un término genérico para treinta especies de aves marinas de la familia de las gaviotas del género Larus (que también incluye las gaviotas).
//Tercer avance del 2º tomo de nuestra colección de_Sastre//
Pág 9
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Vidal Vega Gil
Una nueva escena del libro A poem movie
Pueden pasar demasiadas cosas en medio de ningún sitio.
eL GRUPO PALIMPSESTO2PUNTO0 sl PRESENTA EN ASOCIACION CON VIDAL VEGA GIL DESNUDO PARADOJICO CON Lis Y JIM FOTOGRAFIA DE KIM PRODUCTOR EJECUTIVO JUAN LUIS GAVALA B.S.O DE NATHAN BARR
Pág 10
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¿Habéis visto Fargo? La película de los hermanos Coen. Dakota del Norte. 1996. Esa carretera recta y americana. Ese páramo. Esa nieve. Ese frío. En ese mismo frío, podrían haberlo encontrado.
Es nieve el golpe la nieve son los dedos cristales niebla asintomática viento sin frecuencia cristales cristales rotos cristales como el ruido sordo que precede al accidente
Desnudo.
Ella llevaba un buen rato reprochándole que apartara la vista de la carretera, que el tiempo no estaba para despistes y que qué diablos esperaba sintonizar en el dial en ese punto en medio de ninguna parte. Un poco antes, mientras aguzaba el oido a través de la niebla herziana, escuchó cómo la rueda delantera perdía agarre sobre la grava del arcén. La rueda trasera derrapó lo justo para chocar contra algo y evitar salirse de la calzada. Un ruido sordo. Él la mira como quien controla la situación. Pero suspira hacia adentro. Disminuye la velociad y sigue adelante. Casi parados. El va y ven del reproche. El limpiaparabrisas, que no da más de sí. Tiene miedo. Ella tiene miedo y él tiene miedo. Nada se ve a medio metro del parabrisas y está anocheciendo y hace una hora, o lo que él siente como una hora, que espera ver algún punto luminoso que no sea el indicador de reserva en el salpicadero.
Pág 11
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Conforme el frío es más frío y metal, cada junta de la furgoneta es la hoja de un cuchillo entrando en cada poro como un sinfín de alfileres, como un ataque de agujas hipodérmicas buscando una canalización por donde introducir su anestesia; conforme el frío es más frío, traspasa la inútil respuesta de la tiritona. Desde el asiento de atrás lo intento. Jim habla, o mueve los labios. Se entrecorta como si no estuviera sintonizado. Un ruido sordo. Me mira, mira hacia atrás y mueve los labios, mira a su derecha, miran hacia delante. Miran donde debe estar la carretera. Son dos pupilas midriáticas, fijas, definiendo nuestra dilatada oscuridad. Ella y él se cogen de la mano. - Joder Lis, no te duermas, no puedes dormirte ahora. - Me pesan los ojos, Jim, no... puedo... más... Jim le suelta. No puede conducir con una sola mano, no con este tiempo. Tiene que llegar a un lugar caliente, necesita gasolina, urge un hospital. Tiene que aguantar.
Pág 12
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Lis ya no se mueve, y yo no aguanto más. Hace horas que necesito orinar. Me duelen los riñones y huele por fin a alivio fuerte y concentrado, a primera micción de la mañana. Aunque viene del asiento delantero. Jim maldice. Pero no para, aguanta y sigue. Sería mortal parar ahora. Yo no puedo más. Jim se lo ha hecho encima. Yo también maldigo, como un eco que no existe asomado a los labios, seco y pastosos, soy incapaz de articular. Dentro del coche un silencio se cuartea lentamente y me duermo. Un sueño cálido que hace estallar el coche como un accidente, una duermevela en serie una sucesión de trompos incandescentes hasta la cuneta. hasta que el grito de los tres sale a través del salpicadero, un grito como un aviso luminoso como un aviso de reserva. Tengo que llegar. Calor. Humo. Me quemo y me arranco la ropa salgo corriendo como si fuéramos tres, arrastro mi resto aturdido a ciegas sobre la nieve. Desnudo. Aguanta. Quizá pase algún coche. Tienes que llegar a un hospital. Alucinas. Veo una luz, una luz lenta. Ve al arcén, llega. Tienes que llegar. Un golpe sordo. Y se desploma.
Pág 13
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Siempre estará ya en esa carretera recta fría americama. En ese mismo frío. Desnudo en el arcén. Cuando ocurra. Un cuerpo. Un bulto. Un golpe seco. Sordo. Solo.
Solo
NADA MÁS OCURRE DESPUÉS
Pág 14
[*] Fenómeno ya descrito hacia 1952 sobre víctimas de hipotermia. Conforme el cuerpo se encuentra más y más frío, la sangre se desplaza desde las extremidades hasta los órganos vitales internos para protegerlos. Por esa razón las primeras partes del cuerpo en enfriarse son los pies y las manos. Este proceso se lleva a cabo como consecuencia de la contracción de los vasos sanguíneos de la circulación periférica. Esto permite que las regiones del cuerpo más externas actúen como aislantes de las regiones más internas. Cuando la vosoconstricción cesa por agotamiento de las reservas de glucosa que la sangre transporta hacia esos mismos músculos, los vasos sanguíneos se dilatan llegando de nuevo sangre caliente procedente de las zonas más internas. Esto hace que las víctimas de hipotermia sientan demasiado calor y empiecen a quitarse prendas cuando en realidad la temperatura corporal sigue cayendo. Más rápidamente claro está debido a la desnudez. Signos y Síntomas: desde la confusión, al coma. Alucinaciones, amnesia, disartria, escalofríos, diuresis fría, deshidratación, alteraciones cardiológicas y respiratorias. Muerte.
José Iglesias Blandón
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PLEAMAR
Pídele cuentas a Johnny Cash, I walk the line, Columbia Records, estéreo del 64, a Los Tres de Tennessee, boom-chick-a-boom, con sus tribulaciones, y no hagas sombra de árbol esquejado, botánica causal, como una letanía huidiza: perdónanos… esta mancha humana… insurrección de la carne… amén. (fumo y me consumo)
Pág 15
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Deshabitada, la impronta de tu gloria en mi derrota, convencido a intervalos, co-lapsos de tiempo fetiche, ín-timo hedonismo, juego ahora con las palabras que aún con-vienen. Divino lenguaje que nos encapsula en burbuja residuaria: economía sumergida: enunciado, concepto, inmediato vínculo al medio. No hay otro modo, bato alas de papel, combato miserias con simulada poesía: instantánea del instante, esa condena del aquí y ahora, quid pro quo suficiente y necesario, como cláusula de esta lógica compleja called percepción. Actitud. Un delfín, atrapado en la línea de pleamar, emite ese sonido recién oído, ése, anterior a todo, a nada, ajeno a cualquier palabra oxidada, ése. Ésa es la actitud.
(en negro humo)
Abandónate a las corrientes de aire, impulsos nerviosos que ascienden desde alguna salida mal cerrada, Folsom Prison Blues, vinilo larga
Pág 16
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durabilidad, 33 revoluciones por minuto, y, en refugio beckettiano, cumple el precepto del desheredado: imaginación muerta, imagina. Un delfín que aletea la arena húmeda, pero compacta, mientras taponas su espiráculo con piedra de riguroso diámetro, mientras concibe tu gesto: libertad, salvoconducto de la depravación, la libertad, y su respirar se diluye, a tiempo, en buena hora, como una canica escalera abajo, enhorabuena.
(fumo y me consumo)
Pág 17
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LO QUE NO TE DIJE EN HARLEM Esto es lo que iba a decirte aquella vez, justo antes de largarte del coche, en Harlem. Seguía dándole vueltas al asunto: la conducta casi siempre impredecible de algunos sistemas dinámicos. Desnudándonos en la terraza, esa última noche, sobre las luces artificiales del distrito; había bebido demasiado rápido. Bailando Frozen entre la ropa del tendedor aún húmeda, desequilibrados, sin tener algo firme a lo que agarrarnos el uno al otro, ya desnudos.
Pág 18
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You only see what your eyes want to see. How can life be what you want it to be… Sin saber muy bien qué hacer, confundiendo sentido y dirección, complacidos, confiados, contigo; habías olvidado demasiado lento. If I could melt your heart, we'd never be apart Give yourself to me. You hold the key… Ahí, en ese mismo instante, nunca otro, sin albedrío, sitiados así por alguna razón: la botella pegajosa de Cointreau, aquella marca de cigarrillos, el molino papel charol sobre la barandilla y, repentina, esa llamada de ella a tu móvil, preguntando por mí.
Pág 19
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Pilar Ă lvarez Pablos
serie ilustrada
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Los pรกjaros son los testigos del bosque.
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Responden estridentes desde las ramas
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ante el paso errรกtico de caperucita,
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vigilan el vuelo de Ă?caro,
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reconocen la fragilidad de sus nidos,
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conversan confusos.
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Miran, cuentan.
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Ángel Muñoz
XXXII [Inédito]
A Wilm Hosenfeld (el alemán perteneciente al ejército nazi que salvó la vida del pianista polaco Spilzman en la Segunda Guerra Mundial)
Verse retratado entre paredes caladas por un temblor /de párpado, para así creer en el noespejo donde mirarse cada hora con tanto lastre a la espalda constituye una osadía.
La piel allana el camino el camino aunque la causa no justifique la sequía de la abeja al libar.
Un puñado de ojos. Con eso hubiesen derribado muros, hubiesen deshecho la espera de manos febriles.
La honestidad no es una careta ni precisa de goma.
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テ]gel Muテアoz
Pテ。g 31
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Imagen de portada Estrictis de la muchacha mรกs cercana
Pรกg 32
Olesia Sarycheva
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de
Estrictis
Carlos Ildemar Pérez
[12]
de la muchacha más cercana
Había que poner en práctica la ternura dejarla río los gatos son buenos amigos al respecto amarramos en los cuellos nuestras fotos los soltamos a la venida de la luna el recado era maullar hasta amanecer hasta que saliera la muchacha. nos viera en los cuellos y llorase los gatos traían cansancio de otras noches se durmieron la ternura volvió a nosotros solitaria.
//Primer avance del 1er tomo de nuestra colección de_Sastre//
Pág 33
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El día que te regalé la Moleskine
Pág 34
Eva R. Picazo
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me gustaría saber qué vas a escribir ahora que no nos cabalgan caballos azules hablando en unicornio necesito saber, también, cómo puedo acostumbrarme a tu obsesión por coleccionar libretas vacías, esa ambición de la nada si nunca lo escribes, cómo vas a recordar la inocencia de unos labios recorriendo la vulva dispuesta en tu boca, con la dulzura de un beso templado y quieto cómo llenarás, dime, doscientas cuarenta páginas tan blancas, si en realidad, son ellas las que tienen un compromiso conmigo.
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[SOY LA CICATRIZ en su herida primera]
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dame la vuelta y a horcajadas delimita con saliva cada acento, palpa el vacío allí donde sea preciso, sálvame de éste nombre apaga la derrota del músculo esquelético y abrázame, bajo la decadente bombilla, como si no hubiera un mañana
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Horacio Quiroga
[Pueden pasar demasiadas cosas en medio de ningún sitio]
LA DERIVA
El hombre pisó algo blanduzco, y enseguida sintió la mordedura en el pie. Saltó adelante, y al volverse con un juramento vio una yararacusú que arrollada sobre sí misma, esperaba otro ataque. El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de plano, dislocándole las vértebras. El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a invadir todo el pie. Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho. El dolor en el pie aumentaba, con sensación de tirante abultamiento, y de pronto el hombre sintió dos o tres fulgurantes puntadas que, como relámpagos habían irradiado desde la herida hasta la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con dificultad; una metálica sequedad de garganta,
La deriva
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seguida de sed quemante, le arrancó un nuevo juramento. Llegó por fin al rancho, y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos puntitos violeta desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder, de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo devoraba. —¡Dorotea! —alcanzó a lanzar en un estertor—. ¡Dame caña! Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto alguno. —¡Te pedí caña, no agua! —rugió de nuevo—. ¡Dame caña! —¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada. —¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo! La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta. —Bueno; esto se pone feo —murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla. Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos
La deriva
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relampagueos, y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo. Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú. El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito —de sangre esta vez— dirigió una mirada al sol que ya trasponía el monte. La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y durísimo que reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el pantalón con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con grandes manchas lívidas y terriblemente doloroso. El hombre pensó que no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y se decidió a pedir ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban disgustados. La corriente del río se precipitaba ahora hacia la
La deriva
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costa brasileña, y el hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho. —¡Alves! —gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano-. ¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! —clamó de nuevo, alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva. El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, atrás, la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única. El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración. El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se
La deriva
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hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-Pucú. El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex patrón mister Dougald, y al recibidor del obraje. ¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular, en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio hacia el Paraguay. Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada vez mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había pasado sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho meses y medio? Eso sí, seguramente. De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho. ¿Qué sería? Y la respiración también... Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo
La deriva
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Cubilla, lo había conocido en Puerto Esperanza un viernes santo... ¿Viernes? Sí, o jueves... El hombre estiró lentamente los dedos de la mano. —Un jueves... Y cesó de respirar.
La deriva
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Raquel Egea
corto champiĂąones y la cocina huele a tierra mojada alzo la vista pero no llueve tengo las ingles resecas como naranjas arrugadas muertas al sol no hay tormenta la calma no llega corto me corto en dos hemisferios norte y sur no busques la brĂşjula me he partido y estoy oxidada
Imagen de A. van Amstel
PĂĄg 44
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Irรกn Infante
EPITAFIO NOCTURNO
I Despertar el llanto es oficio de pรกjaros te di el regalo palpitante y cosiste mi boca con tus venas
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palimpsesto2punto0
II La taza inicia y finaliza la distancia anclada en un suspiro
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III Buscaré a los hijos que nunca tendré en un espacio contiguo a la memoria en la casa estelar que se derrumba en las pupilas y el cansancio acampará en cada sonrisa
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palimpsesto2punto0
IV
A Ana Corina Suppini
Ellanoche Pajaronumen posado en mi frentecaos Desciende del titĂĄn que yace dormido Sombras auspicia su brillo en los estĂŠntores del tiempo Fabulo su voz
Soy polvo
PĂĄg 48
su mirada
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Luis Perozo Cervantes
A Carlos Ildemar
ARS POร TICA El poeta termina el poema lo posa en boca de la hoja en la boca y el poema se cree el cuento de su estrellato de su estrellado de su pรกjaro-problema de su palabra El poeta toma la pirรกmide para hacer poemas mรกs cercanos cercanos al cielo de los dioses muertos y con la punta propia Pรกg 49
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de esta pirámide propia se apodera apropia de la luz suficiente para darle lunas a la noche El propio poeta se resiste a creerlo hay una nube que se parece a su poema a su alocada poemática de cartón el poeta no se encuentra seguro los días pueden engañarlo poeta entonces despierto nuevamente a las tres de la mañana poeta entonces sobrio y con dolores de espalda poeta entonces con sus carnes y sus huesos en una bolsita plástica en un recipiente huesos numerados: «uno aquí en la parte más cerebral de la entrepierna»
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poeta entonces desnudo desarmado en la bóveda de sus palabras amanecido como todos cordialmente más viejo poeta al fin caído en desgracia desgraciando a su vez a las impúdicas las siempre limpias palabras para mujer Poeta homenajeado por la sombra buscando que Dios lo ayude preocupado por la hora por la hora de la comida preocupado por el último papel la última sobra que ni él mismo es capaz de creerse Entonces abandonado en su misión sumido en sí poeta entonces
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Rosa Pérez González
Nos hemos levantado con calma esta mañana. Había una fresca brisa de sábado, domingo o viernes que ahuecaba sin prisas las cortinas. Mientras yo me duchaba, has hecho tostadas y puesto la cafetera. Después has traído tazas, mantequilla mermelada, miel, azúcar y una a una, tus sombras sigilosas al mantel. Han ido desfilando poco a poco viajes, barbacoas, viejos amigos, comidas familiares y antiguas risas bajo una luz de otoño. Cuando todo ha terminado hemos recogido la mesa, lavado los platos y empezado, como un domingo más, a poner un poco de orden en la casa.
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Sabía que andaba por aquí. Una semana antes, cerveza y licor amargo en mano, al borde de una barra me habías dicho que la traían el ocio y la amistad al soleado sur. Hoy ni me acordaba y he tardado unos momentos en identificar su rostro familiar –ocho años antes yo llevaba el pelo largo y una ligera sonrisa sin el poso del tiempo, ella era la misma-. Al fin pasó -su extraño acento habría traído un viento frío cargado con tu alientomirando hacia otro lado.
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Ulises Rodríguez Zomarripa
DÍA 1 El amo se levanta y lanza el hueso. En jauría, buenos perros, nos perdemos en el soto y al hallar el hueso lo lamemos velozmente, con alguna dentellada mansa, para ya venir y devolverlo al amo. Palmaditas. No distingue el amo entre sus perros a sus gatos, o al revés: el punto es que ya estamos merendando, tanto perros como gatos, fresco bofe en recompensa. Larga siesta.
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DÍA 4 Quiere el amo –un nuevo amo- divertirse, divertir a todos en la casa: convocando al mayordomo y los demás sirvientes, les reparte huesos. Que corran, les dice (al soto los lanza el nuevo amo). Y allá vamos perros, lenguafuera, tras los hombres, tras el hueso, tras de ambos (no se sabe, mas corremos). Alcanzamos o se dejan alcanzar (patrañas): y en el césped uniforme, los domésticos –perros y hombres, en rodando con su hueso, con su par-, nos olemos la alegría, nos lamemos velozmente y regresamos, festejamos donde el amo. Risotadas que rompen: muestra el amo el verdadero hueso entre sus dientes. Desconcierto (¿la mano es veloz más que el ojo?). Mas prorrumpe el hambre en la razón, y: palmaditas, frescobofe, largasiesta.
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DÍA 7
Hemos abierto los ojos los perros, los hombres. El patrón –sí, es otro patrón- inaugura el ritual, pero ya no escuchamos. Hoy no queremos correr tras el hueso, ni olfatearnos o lamernos, ni palmadas, frescobofe o largasiesta. El patrón se sorprende y deja -nunca lo hacíansu poltrona y se aproxima: se acuclilla, helo aquí, pasando el largo brazo, la anchurosa palma de la mano por tu dorso, para hablarte al oído. Pero ya no le escuches ni le muerdas, déjalo ir): ya no somos perros.
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HOY
Hoy pensamos, hombre a hombre, cómo echar al “amo” de la casa, nuestra casa. Pero, ¿alguien conoce su rostro?
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Madonna
Ana Herrera
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Arรกcnido
secciones
3.
Art铆culos escogidos
2. 1.
Creaci贸n
e: sales@web.web w: www.xara.com
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EDICIĂ“N
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La tapadera books
Pedro Delgado, Israel Días y Alberto Guillén, son los responsables de Avanti con la guaracha, un libro de poemas ilustrados que aparece bajo responsabilidad de un sello propio, La Tapadera Books. Para conocer un poco más sobre todo ello y que nos contaran algo de su aventura, decidimos promover una conversación en la que ellos mismos se plantearan las cuestiones básicas del proceso de
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edición y las resolvieran en primera persona. Finalmente, Pedro no pudo sumarse por sobrecarga laboral e incompatibilidades de tiempo, así que Israel y Alberto asumieron la voz. Esto es algo así como lo que ha quedado:
ISRAEL—: Hola. ALBERTO—: Hola. ISRAEL—: ¿Qué tal estás? ALBERTO—: Bien, un poco tonto con el calor, ¿y tú? ISRAEL—: Igual, ya sabes que en casa no tenemos aire acondicionado… ALBERTO—: Ya… ISRAEL—: Bueno, a lo que vamos… ¿Cómo explicarías quiénes somos y lo qué hacemos? ¿Qué crees que la gente debería saber sobre nosotros? ALBERTO—: Pues, la gente debería saber que somos tres personas —hablo ahora también de Pedro— vinculadas al mundo del arte, vosotros dos con las
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artes plásticas y el diseño, y yo, que vengo del mundo de las letras y el periodismo…; gente con su formación específica que luego ha intentado desarrollar sus inquietudes artísticas, e intentar desarrollarse profesionalmente dentro de su campo…, y, bueno, en un momento dado coincidimos, que aunque ya fuéramos amigos de antes, convergimos en la idea de hacer esto juntos; coincidió que yo tenía ahí unos poemas y vosotros la capacidad y la creatividad suficientes para convertir todo eso en el libro que ahora tenemos, ¿no? Así que, bueno, eso somos más o menos, tres personas con ganas de hacer cosas relacionadas con el arte… ¿Te gustaría añadir algo a título personal?
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ISRAEL—: Pues… Yo vengo de Bellas Artes, y bueno, siempre me ha gustado mucho el dibujo, la parte artística más creativa que creo que se puede explotar; sacar imagen de la cabeza siempre es lo más complicado, no tiene ningún referente, tienes que inventarlo todo, crear un poco, no de la nada, sino de lo que tienes en la cabeza… ALBERTO—: ¿Y qué te gustaría decir de tu
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trabajo hasta ahora? ISRAEL—: Antes de esto he hecho algunos dibujos para alguna revista y publicaciones esporádicas —nada demasiado profesional, aunque sí con muchas ganas—, y básicamente, he estado mucho tiempo dedicado al mundo de la escultura en bronce…; en la universidad, digamos que conocí a gente que se interesaba más por el mundo de las ilustraciones y tenían intereses literarios más o menos afines…, y siempre he intentado un poco aprender a contar historias con imágenes, eso ha sido una cosa que la he hecho desde pequeño y que he intentado que se percibiera en los dibujos…
»Y bueno, durante toda mi vida he pintado, he hecho cuadros, retratos…, todo lo que más o menos plásticamente se puede hacer en las artes, ya te digo, desde ilustración a pintura, a escultura…, necesito ir cambiando, me lo noto; cuando llevo mucho tiempo pintando quiero dibujar, cuando me paso mucho tiempo ilustrando necesito coger algo y mancharme las manos y sentir los materiales también… »¿Y tú, quieres decir algo de tu trabajo anterior? ALBERTO—: Bueno, yo siempre he escrito, desde niño y tal. Pero fue cuando entré en la facultad, con veinticinco años, cuando decidí dedicarme a escribir de Pág 63
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una manera más profesional. Por un lado intentar ganarme la vida con la redacción periodística y por otro desarrollar las inquietudes literarias… Así que bueno, desde que me licencié he colaborado con medios y algún organismo como la Fundación Machado o el CAAC, etc., y participé en una antología con la gente de la facultad; la verdad es que no tengo una gran carrera a mis espaldas, más allá del hecho de que nunca he dejado de trabajar… ISRAEL—: Vale, a ver dime una cosa: refréscame un poco la génesis del libro… ALBERTO—: Pues el libro empieza a partir de unos poemas que escribí durante las vacaciones de 2010. Me vinieron unos poemas casi tal cual han aparecido… y a partir de ahí me di cuenta de que tenía la base para un libro y fui trabajando en ella hasta que conseguí un primer borrador que me gustaba; empecé inmediatamente a moverlo y mandarlo a editoriales y nadie me hizo mucho caso; luego apareciste tú, el día que estuvimos tomando una cerveza y terminamos en casa almorzando y escuchando música, que fue cuando te leí los poemas y surgió la idea de añadir imágenes a los textos, ¿verdad? »Y bueno, ya con vosotros en escena y viendo la fuerza
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que cobraban el texto y la imagen juntos decidimos sacarlo nosotros mismos… ISRAEL—: Sí, a mí me interesó trabajar en algo así cuando vi tus poemas; los leí y me gustaban porque no eran algo que llevara un rollo normal, que oliera a podrido como la mayoría de la poesía que se retuerce dentro del clasicismo… lo veía como una cosa más fresca, más llevadera; me gustó la idea de ilustrar algo así… »Además, el tener una oportunidad de hacer algo donde nadie me controlara y me dijera lo que tenía que hacer, y poder expresarme con naturalidad, me daba las ganas suficientes como para lanzarme a ello… ALBERTO—: Y ahora que ya está en la calle, ¿qué es lo que más te ha gustado y lo que menos?
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ISRAEL—: Me gusta que ha sido un compendio de situaciones, que se han enlazado unas con otras de una forma muy natural; me gusta ver cómo ha surgido. Mientras que lo estaba dibujando, mientras que leía un poema y se me venía una imagen y discutíamos sobre esa imagen parece que siempre llegábamos a un punto en el que estábamos centrados, era una forma de tener armonía en lo que estábamos haciendo; entonces, ahora cuando veo el dibujo y leo los textos me resulta armónico, y eso es muy clásico pero me apasiona lo armónico, me gusta que tenga un texto firme, un hilo conductor, que se puede ver en los dibujos también, y me parece una edición muy bonita. Creo que se ve claramente que ha sido algo hecho con cariño, no es nada azaroso, no es una página en concreto, no tiene una más peso que otra, es algo que te va hilando la historia, y bueno, ahora cuando lo veo estoy muy contento… Lo que menos me ha gustado ha sido no poder dedicarle más tiempo… ¿Y a ti, qué te parece? ALBERTO—: Pues a mí me pasa un poco como a ti. Me ha gustado ver cómo las cosas iban cobrando forma, lo que en principio no era más que un pdf y suposiciones, y algo muy abstracto…, conforme iba viendo los dibujos cada vez me enamoraba más de ellos, y luego ver la maqueta previa del libro que desprendía, o a mí por lo menos me lo pareció, una comunión casi perfecta…, era como si una sola persona se hubiera
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encargado de todo; eso fue genial; yo ya había trabajado montando algunas publicaciones aunque solo me ocupaba de la parte de los textos, y entonces con esto, ver cómo cobraba forma, ha sido genial… » Lo que menos me ha gustado ha sido la tensión, las discusiones diarias que teníamos y aunque a la larga siempre llegábamos a un acuerdo en todo, es duro cuando tienes que discutir e intentar imponer una idea sobre otras con alguien que es tu amigo, no es solo trabajo, hay amistad de por medio, y eso es un punto delicado. En cualquier caso, pienso que merece la pena, de hecho estoy encantado de la vida… ISRAEL—: Venga, influencias…
vale;
hablemos
ahora
de
ALBERTO—: Influencias hay muchas, depende del día que me preguntes puedo decirte una cosa u otra, aunque…, bueno, influencias directas en el libro se pueden rastrear desde la poesía narrativa actual, como Manuel Vilas o Roger Wolfe, o Carlos Pardo, o los Beat y Bukowski —que ya son clásicos—, y también la tradición española como la gente del 27, o los Machado o Bécquer, etc.; también de otros ámbitos como el Rock o el humorismo televisivo…; supongo que esa imagen heterodoxa de los poemas se ve también reflejada en las
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es el país surrealista por excelencia, así que creo que es un punto clave; y bueno, básicamente esos han sido los referentes más fuertes a la hora de crear un guión y una estética para el dibujo…
influencias… »¿Y tú, qué influencias directas reconoces? ISRAEL—: Muchas cosas…, principalmente el dibujo americano de los años 80 y 90, el cómic underground. Mis dibujos en verdad son bastante surrealistas —así que reconozco la influencia del surrealismo—, de hecho pienso que España
»Después, hay una cosa que a mí siempre me ha llamado la atención desde que la he estudiado y diseccionado…, siempre me ha llamado la atención la publicidad subliminal. Entonces, he intentado hacer un guiño a toda esa manipulación que normalmente se desarrolla en publicidad, y me ha parecido gracioso hacerlo sin un valor de mercado, sin intentar que la gente compre nada, simplemente para añadir un valor a la imagen, añadir un tipo de interés
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Tess Moreno
en el que no había de por medio nada material… ALBERTO—: Ok. Y ahora, ¿futuro y expectativas? ISRAEL—: Bueno, lo que nos gustaría es sacar más libros…, intentar seguir aportando cosas ahora que la máquina está en marcha y si esto va a más, espero que consigamos un sello en el que podamos ofrecer una amplia variedad de títulos, poesía, literatura en general, o cosas que vayan con nuestro espíritu y nuestra forma de ver el mundo y las artes, ¿o tú qué dices? ALBERTO—: El futuro para mí es vender Avanti con la guaracha, y moverlo, y con el poquito beneficio que obtengamos seguir produciendo cosas, seguir trabajando juntos y conseguir cosas que se sostengan por sí mismas más allá de su interés comercial…; y seguir celebrando la vida, no sabemos qué vamos a hacer pero ya sabemos que para retransmitir sentido trágico ya están los medios de comunicación, nosotros queremos devolver un reflejo de realidad diferente, que participe en el cambio, optimista y lo más humano que seamos capaces de conseguir… Y bueno, funcionar de altavoz para nuestro entorno, sacar cosas de amigos y conocidos que tienen un trabajo maravilloso; y lo que comentamos alguna vez, más que construir algo grande, me interesaría mantener un sello chiquitito
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pero con una identidad bien definida y ganas de cambiar las cosas y con cariño… ISRAEL—: Ajá. ALBERTO—: Sí bueno, eso. ¿Quieres decir algo más? ISRAEL—: Sí, tengo calor… ALBERTO—: Vale, apago la grabadora y tomamos algo fresquito…
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secciones
3. 2.
Edici贸n
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Creaci贸n
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ARTÍCULOS ESCOGIDOS
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Jesús Martín Camacho
De (uno de los) significados del
y de una vida junto a él. “Es entonces cuando el blues te salta encima... El modo en que me siento es algo tan duro como pueda ser nada... porque el blues te duele demasiado profundo. Y te entra calor y sientes cómo trabajas y realmente no estás haciendo nada. “ Robert Curtis Smith Pág 73
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Imposible definirlo. Mil maneras de acorralarlo y mil maneras de desbordársenos de los brazos. Únicamente os presento uno de sus matices. Lo siguiente es el blues, porque es un sentimiento muy jodido y porque lo he sentido en más de una ocasión; en definitiva, porque quizá por eso me gusta tanto. Aquí las palabras de Robert Curtis Smith: "Bien, tu novia, sí, y entonces piensas en cómo van las cosas, demasiado difícil. Quiero decir que nada va bien cuando lo único que haces durante todo el día es trabajar y todo está roto. Y cuando te bajas del tractor, no hay ningún lugar al que ir ni nada que hacer. Simplemente te sientas y te pones a pensar y a pensar en todo lo que ha pasado para que las cosas vayan como van. Eso es realmente difícil de llevar. Y, además, ¿por qué cada vez que te sientes triste notas cómo esa extraña sensación te llega de ninguna parte?... Es entonces cuando el blues te salta encima... El modo en que me siento es algo tan duro como pueda ser nada... porque el blues te duele demasiado profundo. Y te entra calor y sientes cómo trabajas y realmente no estás haciendo nada. La mitad del tiempo lo pasas hambriento y, cuando el blues se te echa encima, empiezas a pensar a dónde podrás ir o qué podrás hacer para cambiarlo. Y no hay cambio que valga. Entonces es cuando el blues se apodera de ti. Cuando no hay otra cosa que hacer excepto lo que haces... y te pones a cantar blues...
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Es un sentimiento que es difícil de tratar: es difícil saber qué camino seguir, qué hacer... el blues. Unos eligen pastillas para dormir, alcohol para paliar, trabajar más para no pensar, moverse para no quedar, salirse para desquitar; otros nacieron, vivieron y murieron siendo tan azotados como cobijados por el blues. Permítanme que les imagine a un pianista
real,
Pinetop
Perkins
( B e l z o n i , Mississsippi, 1913 Austin, Texas, 2011): a los 14 empezó a tocar el piano. Ha sido uno de los más reputados pianistas de la historia del blues y, sin embargo, no publicó su primer álbum en solitario hasta 1988, cuando contaba 72 años. Aunque lo he visto actuar y hablar, sé que ya nunca podré entrevistarlo. Por tanto, las palabras y los gestos que
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siguen no las dijo ni los hizo él, los he sentido yo a partir de un par de fotos que saqué de su rostro y sus
manos.
probablemente
Por
tanto, serán
verdad:
“No te voy a decir todo lo que puedes leer en las revistas. Han sido ochenta años.[...]” Aghhr… chico, el bourbon ya no sabe a humo. 1913, Belzoni (Mississippi). El blues se cansó de esperarme y tuve que nacerle. Él aún no sabía que se llamaría así. Las calles todavía apestaban al bochornoso y anticuado
jazz. Música loca, vertiginosa la llamaban. Joder, ¡qué ridiculez de locura! Risas. Encías. Apenas tres dientes. Vine al mundo y me retrasé poco para buscarle. Al blues, claro. Sólo un poco. Dedo en alto, ojos cerrados, boca seria. Trece años después ya aporreaba el piano. Dignidad de pillo. La guitarra, no podía. Levanta, extremidad fláccida, el brazo izquierdo, que no puede extender del todo; lo señala. ¡Maldita mula! Me lo destrozó del todo. Así eran las bromas en aquellos tiempos. Y ya han pasado casi cien años. Intenta silbar, pero sólo aire y saliva. Apenas tres dientes. No te voy a
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decir todo lo que puedes leer en las revistas. Han sido ochenta años. Su rostro, que juega a mostrarse entre gracioso y orgulloso, no puede ocultar la falta de memoria que ya hace mella. Ahora me da igual tocar en el Delta, en Chicago o al otro lado del charco. Lo indispensable: tocar todas las noches. Pero el tabaco ya no me seca el remojo; el bourbon no está velado. Tras esos ochenta años sigo maltratando las teclas con mimos resbalados: negra, blanca, negra, blanca, blanca, negra. Une los labios, las arrugas se retrotraen e imita el sonido de un bajo. Ay, pero mis ojos no distinguen las negras de las blancas desde hace tiempo. La mano recorre la comisura de los labios descolgados. El bajo ya no suena. Pero el trago bueno
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del malo, ay chico, ¡ése no se me escapa! Aunque hace ya cuatro años que no lo acompaña la calada. El tabaco o el bourbon, me dijo. Y fue el tabaco. Achina los ojos, baja la voz. De todos modos el humo acompaña en el bar cada noche. A cada trago del licor, hincho los pulmones –gesto de flaca aspiración– y recojo las bocanadas de todo el local –risotada de ingeniosa inspiración–. Y el oído. No hay vista, pero sí oído. Se pasea los dedos de una mano sobre los de la otra. Y tacto. Me queda poco. Mira mis manos. Más que dedos son nudos. Su color es el de la tierra. Regreso al suelo, hijo. Va siendo hora. Cada vez que termino de tocar, me es más difícil levantarlos de las teclas. Quieren volverse raíces, volver a la tierra. La buscan. Pero en su camino está el piano: negra, blanca, negra, negra, blanca. Su voz es queda. Sus manos, no.
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fin de la novena parte Pr贸xima edici贸n el 30 de Agosto de 2012
en este número
Jean de la Ville de Mirmont Anaís Moreno Vidal Vega Gil José Iglesias Blandón Pilar Álvarez Pablos Ángel Muñoz Olesia Sarycheva Carlos Ildemar Pérez Eva R. Picazo Horacio Quiroga Raquel Egea Casas A. van Amstel Irán Infante Luis Perozo Cervantes Rosa Pérez González Albeto Guillén Israel Dias Jesús Martín Camacho Ferrán Destemple Ana Herrera Ulises Rodríguez Zamarripa
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