Palmiguía. Edición Especial. Enero de 2012

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palmi

guía Palmira, sus desafíos, su opinión.

Palmira, Valle del Cauca, Colombia. Edición especial. Enero de 2012. Número 03. ISSN 2248-7123

Desarmar es necesario, pero no suficiente

Las ciudades pueden contener la criminalidad y el delito, también cuando quienes gobiernan sean capaces de postular respuestas concretas a la educación de los adolescentes, y fuentes de trabajo para quienes están desempleados.

¿Limpiando la historia? Después del auge y el emocionalismo de los resultados militares, y del populismo de derecha que lo caracterizó, han comenzado a descubrirse escándalos y abusos.


No tenemos estadísticas ni estudios sobre cómo y cuándo usan las armas quienes están amenazados y no sabemos quienes son los que disparan al aire. Sí sabemos para qué, en primer lugar, sirve un arma, sea de fuego o blanca. Las armas se han creado para reprimir, para matar, herir; no para prevenir. Leopoldo de Quevedo y Monroy.


CONTENIDO

Desarmar es necesario, pero no suficiente La medida restrictiva sobre el porte de armas es extraordinaria. Pero requiere ser adoptada como parte de una política pública que precise las soluciones a otros problemas relacionados.

Pág. 6

▪▪ Soñar, soñar… y nada más. Pág. 3 ▪▪ Ingenios azucareros: a cortar la injusticia. Pág. 5 ▪▪ Aviso imperial. Pág. 8 ▪▪ ¿Limpiando la historia? Pág. 10 ▪▪ La mentalidad paramilitar. Pág. 12

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¿Sabía que...

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or comuna se entiende una subdivisión administrativa menor que corresponde a una zona urbana, rural o mixta. Que el origen del nombre y función proviene de la Edad Media, época en la cual era la designación de las ciudades italianas independientes de un señor feudal. Que comunas en Colombia se refiere a una unidad administrativa de una ciudad media o principal del país que agrupa sectores o barrios determinados. Que las comunas son creadas por los consejos municipales de cada ciudad y que la creación de éstas tiene como fin la administración de los servicios que se brindan a una población urbana o rural determinada. Que cada comuna está regida por una Junta Administradora Local (JAL), integrada por no menos de cinco ni más de nueve miembros, elegidos por votación popular para un período de cuatro años que deberá coincidir con el período del Concejo Municipal. Que Palmira está conformada por dieciséis comunas, siete urbanas y nueve rurales. Que la comuna Dos, con 3 507 741 m2, es la comuna urbana de mayor extensión geográfica. Que la Cinco es la comuna urbana con el mayor número de habitantes (44 mil, aproximadamente) que tiene Palmira. Que San Pedro, ubicado en la comuna Cinco, es el barrio con el mayor número de habitantes de Palmira (14 200, aproximadamente).

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Bulevar de los días

Soñar, soñar... y nada más Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

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asi desde que era niño Soñar se convierte, entonces, en un desoigo a muchos que in- vío, en una salida, en un remanso al frenesí vocan al Destino con que el mundo le ofrece como plato diario. El la palabra sueño. Exhalan ser humano no es un robot que se levanta en la un suspiro y entornan sus mañana cuando suena el reloj de su muñeca y ojos para decir que soñar es empieza a ejecutar un recital al compás de diun placer intelectual y un rectores ubicados en la calle, la oficina, los sumanjar que sólo prueban los permercados y su hogar. Debe desconectar de místicos, poetas y locos en sus delirios o los an- vez en cuando el hilo que lo tiene prendido a su acoretas en el eremo. exterior. El ser humano ha sido lanzado a este El soñar es un momento en que se cierran mundo terreno a vegetar, a cazar, a luchar con los sentidos y se abre la puerta a la imaginación las piedras, los miy los deseos para que nerales y las fieras. A vaguen por laberintos El soñar es un momento en desgastar sus neuroy meandros y percinas y energías en un ban con sus tentácuque se cierran los sentidos aprendizaje largo y los paisajes, lugares y y se abre la puerta a la doloroso. No contaba situaciones nuevas y imaginación y los deseos. con la limitación de su placenteras que refrcuerpo, más débil que esquen la monotonía el de las plantas de la selva, que el león y la ser- y los quehaceres ordinarios. Es una oportunipiente, que la fuerza del río y la grandeza del dad para hacer un alto en la rutina y proponmar. erse retos, a mediano y largo plazo. A duras penas balbuceó por siglos hasta Soñar debiera hacerse a medio año o al que construyó el lenguaje, hizo rodar la piedra final de un ciclo. Es una actividad personal y dominó los metales, descubrió y clasificó los aunque también se puede hacer en grupo para elementos y abatió a la Naturaleza. Inventó planear renovación de metas. Soñar no es solla honda, la ballesta, la pólvora, el vapor, las amente actividad de poetas que han creado máquinas, el avión y encendió las guerras. montañas de mundos locos en sus versos. TamTumba montañas, hace rascacielos, horada la bién lo hacen los publicistas, los predicadores tierra y contamina los mares. Nada ha quedado de premios para otras vidas, los novelistas, los sano ante su ambición. Su afán de ir más allá, comerciantes para atrapar moscas y clientes no acaba. entre sus bolsas y empaques. ¿Acaso el hombre nació para tener Soñar no es deporte extremo ni un ejerderechos, para vivir en un limbo de leyes que cicio de yoga para rebajar de peso o ahuyentar lo aten y deba desenvolver su vida en medio de el estrés. Es un acto voluntario y casero. Lo las telarañas que teje la masa en la sociedad? hace el niño cuando juega con sus dibujos, sus ¿No es libre para trazar su destino, su existen- juguetes, el estudiante cuando pisa cuadros y cia? ¿No tiene capacidad de urdir, de cavilar y salta para llegar al cielo. Lo hace el sanguinario delinear el camino por donde llegue a salvar el cuando prepara el cuadro para enmarcar los salto de su vida? Si el hombre aprendió a soñar dólares, el cura cuando pone la escudilla para cuando está despierto, como cuando descubrió recoger limosnas, el sabio para escaparse de la la manzana. ciencia y vivir en la inocencia. PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • ENERO • 3


Caricaturas

Repartición burocrática

Cotudo

Por Cotudo

Lo acostumbrado en Palmira, cuando un nuevo alcalde asume la administración, es que éste le devuelva a quienes le ayudaron a alcanzar el poder, las ayudas recibidas durante su campaña. Es así, como muchos de los recursos que deberían invertirse en mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, terminan en las arcas de movimientos políticos, personas, organizaciones y entidades, que poco o nada le aportan al Municipio. PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • ENERO • 4


Columnista invitado

Ingenios azucareros: a cortar la injusticia Por Arvey Lozano S.

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os corteros de caña de azúcar, una población social, económica y laboralmente vulnerada e históricamente atropellada, aparentemente, tendrá una oportunidad de recuperar unos mínimos derechos; sin embargo, les queda un sabor agrio. Ahora, ante las nuevas realidades laborales del sector azucarero, no saben si será peor la cura que la enfermedad. Después de haber probado un modelo que se implementó en muchas empresas del Valle del Cauca y Colombia desde el año 2002, en el cual se contrataba con Cooperativas de Trabajo Asociado o CTA, la realización de tareas específicas de producción o prestación de servicios, y éstas, a su vez, vinculaban trabajadores sin los mínimos derechos a estabilidad laboral, libre asociación y dignidad humana, se está implementando otro modelo para tratar de cumplir las disposiciones legales y jurisprudenciales. Para la jurisprudencia, las actividades de las CTA se determinaron tendientes a efectuar intermediación laboral o tercerización con el fin de disminuir los ingresos de los empleados y trabajadores, y, a su vez, desconocer y evadir obligaciones laborales, y se convirtieron en un elemento que atentaba contra el derecho al trabajo. En ese sentido, la Ley 1429 de 2010, en su Artículo 63, estableció que la contratación de personal a través de cooperativas de trabajo asociado en toda institución y/o empresa pública y/o privada para el desarrollo de las actividades misionales permanentes, no podrá estar vinculado a través de Cooperativas de Servicio de Trabajo Asociado que hagan intermediación laboral o bajo ninguna otra modalidad de vinculación que afecte los derechos constitucionales, legales y prestacionales consagrados en las normas laborales vigentes. Aunque la norma otorgaba un periodo de gracia para la elimina-

ción de las CTA como intermediarias laborales, algunas empresas iniciaron un proceso de cambio en las condiciones laborales. Mediante la conformación de una empresa filial del Grupo Manuelita, denominada Servicios de Cosecha Manuelita S. A., se inicia un nuevo proceso de vinculación laboral en el ingenio azucarero. Dicha empresa, desde el viernes 6 de enero del 2012 inició la vinculación de corteros de caña mediante contrato de trabajo a término indefinido, sin periodo de prueba, con vigencia a partir del próximo 16 de enero de 2012. La misma empresa comunicó que las tarifas de corte por tonelada de caña que pagará Servicios de Cosecha Manuelita S. A., son las mismas que se pagan actualmente a las CTA, y que ya fueron ajustadas en el pasado mes de noviembre de 2011. En contraste, en el Ingenio Pichichí S. A., a pesar de ocurrir algo similar a lo que se propone en Manuelita S. A., creando Pichichí Corte, los trabajadores se niegan a aceptar la nueva forma de contratación, manifestando que les conviene más la vinculación mediante CTA, las cuales ya han sido declaradas ilegales, y su deseo es vincularse directamente con la empresa matriz y no a través de filiales o subsidiarias. El paso, que en cumplimiento de la Ley, la Constitución y los Acuerdos Internacionales suscritos por Colombia, están dando empresas como Manuelita S. A. y Pichichí S. A., no debe limitarse a cumplir tibiamente con la normatividad, sino que debe generar un compromiso social del sector empresarial, para devolverle la dignidad al trabajo de los vallecaucanos y, seguramente, de ese modo recuperaremos la imagen de departamento importante de Colombia. Los ingenios azucareros, creando filiales y subsidiarias para el corte de caña, desean, a toda costa, desvincular los trabajadores corteros de su operación principal y, desde luego, eliminar algunas garantías extralegales que tienen los vinculados a la empresa matriz. Parece que peor será la cura que la enfermedad.

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La antorcha

Desarmar es necesario, pero no suficiente Por Fernando Estrada

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a medida sobre la restricción del porte de armas en Bogotá tiene impacto considerable para ciudades intermedias. Máxime si pensamos que Bogotá amplía problemas de violencia dentro de una escala relativamente superior. Y que por ello mismo, las soluciones de más amplio alcance terminan beneficiando la política pública que otros alcaldes deben implementar para contender los dramáticos índices de crímenes y delitos. Sin embargo, vale la pena observar detalles que se pasan por alto, o que en el mejor de los casos, se pueden analizar mejor desde otra perspectiva. Primero concedamos razones a quienes se oponen a la medida. En ciudades con una creciente proyección de crímenes y delitos, los espacios públicos (calles, parques, cafés, cines, etcétera), como privados (centros comerciales, almacenes, hogares, etcétera) representan altos riesgos contra la integridad y la vida de las personas. Segundo, el porte de armas legal ha sido un mecanismo usado para la legítima defensa ante condiciones de riesgo. Los delincuentes tienen restricciones cuando su objetivo tiene cómo defenderse. Personas amenazadas, de la misma manera, emplean este medio para reaccionar cuando la situación presente un alto nivel de secuestro o muerte. Tercero, el mercado de seguridad privada ocupa uno de los renglones más crecientes de la economía militar, de modo que se mueve como negocio en términos de la oferta y la demanda. Mayor inseguridad, mayor demanda de armas en las calles, y viceversa. Sin embargo, no podemos perder el contexto. Las expresiones de violencia y crimen se han generalizado hasta deteriorar, no sólo la calidad de vida de quienes habitan las ciudades, sino la capacidad de éstas mismas para ofrecer crecimiento y desarrollo a la mayoría de

la población. Agreguemos que las inversiones directas de capital para incorporar nuevas empresas se niegan cuando las ciudades son peligrosas. Nadie quiere montar una planta industrial o de tecnología, en donde se cuentan diez o quince muertos semanales. En Palmira quienes invierten lo hacen en mercados de consumo, sabiendo que pueden recuperar multiplicados sus capitales sin mayor esfuerzo. Alguien afirmaba que quienes andan desarmados son los buenos, mientras los malos saben cómo encontrar armas en el mercado negro. Esta creencia compartida es razonable, pero simplifica demasiados aspectos. No se trata de una apuesta maniquea entre buenos y malos. Los criminales, paramilitares, bandas organizadas y delincuentes comunes, por lo general, son buenas personas, buenos hermanos y buenos hijos. Las ciudades confunden a veces de manera indiferente, entre quienes son sus peores enemigos de los ciudadanos correctos. Los males se han incorporado de tal forma en las prácticas cotidianas que aquello que reina entre todos es un miedo generalizado. Cruzando la calle o deteniendo el vehículo ante un semáforo, el transeúnte experimenta escalofrío cuando un extraño se le acerca. El mercado informal de armas tiene mayor demanda, en la medida en que el miedo sea más generalizado. Mientras una población de jóvenes y adolescentes no encuentren oportunidades de estudio o empleo, son potenciales presas de los cuervos del crimen. Las bandas organizadas trabajan con una demanda que se relaciona también con el negocio de la extorsión, el boleteo y los préstamos cuentagotas. No es extraño, por ejemplo, que quienes controlan territorialmente las plazas de mercado sean al mismo tiempo proveedores de armas, dueños de establecimientos fachadas del narcotráfico —también buenos esposos y padres—. Quienes usan legalmente las armas, por lo general, saben que deben poner la cara ante po-

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sibles excesos; a excepción de miembros de la fuerza pública que se han prestado al servicio de organizaciones criminales. En cualquier caso, lo cierto es que los delitos cometidos durante recientes años en las ciudades, quedan enmarcados en un complejo dominio de ilegalidad protocolizada. Restringir el porte de armas resuelve parte del problema, no todo. Esta respuesta es razonable tomando en cuenta condiciones derivadas. Primero, que en paralelo, sean detectados los nodos centrales en donde se negocian armas del mercado negro. Segundo, tomando decisiones radicales contra el incremento desbordado de empresas de seguridad privada. Tercero, desplegando sistemáticamente a la fuerza pública en zonas de la ciudad que presenten mayores indicadores de delito y crimen. Cuarto, estableciendo programas preventivos, desde la población de jóvenes y adolescentes, de modo que en la ciudad existan políticas coordinadas con centros educativos y el ICBF. En ciudades intermedias como Palmira, además de lo mencionado, deben corregirse otras desviaciones. Esta ciudad, como Pradera, agregó contingentes de reinsertados del paramilitarismo, que se negaron a continuar dentro de la política de reinserción. Ninguno de los alcaldes tenía prevista una política pública concentrada en esta población. ¿Cuáles han sido las consecuencias? En las comunas 1 y 2 de Palmira, operan bandas organizadas (la banda de

los 300 es una de ellas) que han logrado asentamientos subnormales en los mismos barrios. Desde esas comunas estas organizaciones han desplegado hacia toda la ciudad una red sistemática de extorsión, boleteo y crimen. Ofreciendo seguridad privada, lograron recursos de la misma alcaldía, de modo que existen barrios completos en donde cobran mensualidades, casa por casa. Asimismo, han logrado transferir modalidades de secuestro, préstamos cuentagotas en las plazas de mercado y, obviamente, dominan el negocio de las armas. Palmira, como Pradera, son municipios que hicieron un aprendizaje acelerado de la estructura sicarial. Los adolescentes y jóvenes usados para cometer los crímenes pertenecen a una generación que será prolongada en el tiempo, si las autoridades municipales no cambian la política pública en seguridad. La depuración de la policía en Palmira es urgente. Exceptuando las manzanas saludables, esa institución tiene mucho delincuente rodando por las calles. En conclusión, la medida restrictiva sobre el porte de armas es extraordinaria. Pero requiere ser adoptada como parte de una política pública que precise las soluciones a otros problemas relacionados. Las ciudades pueden contener la criminalidad y el delito, también cuando quienes gobiernan sean capaces de postular respuestas concretas a la educación de los adolescentes, y fuentes de trabajo para quienes están desempleados.

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Baukará

Aviso imperial

Por Teresa Consuelo Cardona G.

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urante los primeros días de enero, pasada la resaca, sólo se hablaba de la elección de los titulares de los entes de control que tendrán la tarea de ser garantes del desempeño del ejecutivo. He revisado atentamente lo que al respecto se ha dicho y casi todos los comentarios sobre lo que sucedió en Palmira se centraron en que la coalición de gobierno se rompió y que el alcalde y sus “respaldantes” perdieron su primera batalla. Pero lo que se dice no constituye más que la distracción del verdadero asunto. La razón por la que existen las contralorías, es porque constitucionalmente está expresado que se debe controlar el poder. Lo cual deja en claro que los poderosos tienden a ser insaciables. Y de paso, que los humanos tenemos esa tendencia que solo se visibiliza cuando tenemos algún tipo de poder. Y aunque la Constitución no fuera explícita al respecto, la experiencia de miles de años con diversas manifestaciones de poder, nos han ayudado a levantar los dedos. No debe existir, por el bien de los gobernados, un poder absoluto e ilimitado. Por ello, el Estado está soportado por tres tipos de poder: el Ejecutivo (representado en lo local por el Alcalde), el Legislativo (encarnado localmente por el Concejo) y el Judicial (constituido por jueces y fiscales). Pero como los poderosos tienden a entenderse entre ellos y a confabularse, el Estado posee los organismos encargados de vigilar la separación de poderes y de poner límites a los excesos que son inevitables, porque hacen parte de la naturaleza humana. Ya en la Edad Media se habló de control al poder, pero no se contó con un ordenamiento jurídico que lo garantizara. La humanidad sabe que debe haber equilibrio entre los diferentes poderes dentro de la estructura del Estado. Por ello existen las contralorías.

Pero tampoco ellas han funcionado. No se necesita un trabajo exhaustivo para revisar la historia de su función. Develar actos de corrupción como el del Ministerio de Agricultura con el programa AIS, la ilegalidad de los contratos tipo Nule, los sobrecostos en la contratación con EPS, la asignación de lujosas propiedades por parte de la DNE a amigos del Gobierno; no fue una tarea de las contralorías correspondientes, sino de la prensa. En Palmira también hay ejemplos de corrupción, con la diferencia de que ninguna ha sido revelada por la prensa. En cualquier caso, la Contraloría no sirve para vigilar a los funcionarios públicos y proteger los dineros de quienes pagamos impuestos, porque es típico que los gobernantes avancen con paso avasallante por encima de los entes de control, o por un ladito, sin perjudicar a nadie. Entonces, ¿para qué sirve? Pues la Contraloría hace parte del imperialismo tercermundista. Sirve para enfrentar las fuerzas en pujas de poder, para demostrar quién tiene más fuerza, y al contrario de para lo que fue creada (limitar el poder) sirve para agregar poder a los poderosos. Y sobre todo, para distraer a los observadores. La elección de quienes dirigirán en control casi siempre termina siendo un capítulo del muy antiguo espectáculo de pan y circo. Al fin y al cabo, a ningún gobernante le preocupa sinceramente la hoja de vida, la capacidad jurídica o administrativa de un contralor, sino su pertenencia a un grupo político determinado y no porque ello le represente un comportamiento austero y limitado, sino porque se tiene que gastar una platica en seducirlo o más bien en reducirlo. Estaré especulando demasiado al pensar que cuando la liebre salta y sorprende, ¿sólo estamos acudiendo a una modificación teatral del mismo libreto? Tan antigua como la preocupación del control al poder, es la práctica política resumida en la frase “Divide et impera” (Divide y reinarás). ¿Hay alguien que se coma el cuento

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de que tres concejales se escurrieron de la U y votaron libremente en contra de las expectativas de sus líderes, quienes actualmente hacen gala de poder absoluto? ¿Y que la minoría de dos concejales, que debería perder, resultó mágicamente enriquecida por ocho concejales de partidos que apoyaron al alcalde en su campaña? ¡Muy ingenua la explicación! Si uno no sabe de política cuántica, como yo, pensaría que la Contraloría terminó siendo la secretaría que se le dio a Cambio Radical, luego del ofrecimiento de participación manifestado en el discurso del posesionado alcalde. Con ello, dividir la coalición propia garantizó proyectar una imagen plural que aparentemente limitaría el unanimismo del poder absoluto. Y de paso, garantiza dos cosas: por un lado, oposición nula al poder absoluto, y por otro, un pretexto indestronable acerca del supuesto equilibrio y el fingido control al que estaría sometido ese poder absoluto. Siendo una “secretaría” la Contraloría, abandona su verdadero papel, se funde con el Gobierno local y confunde a la comunidad. Esta estrategia podría darles a los absolutistas el pretexto perfecto para no cumplir sus compromisos (que eran incumplibles). Le explicarán a sus acreedores que la Contraloría que está en contra, les impide dar los contratos prometidos en campaña y que no pueden hacer nada al respecto. Me gusta mucho la literatura, la ciencia política, las humanidades, la sociología; porque ellas me permiten explicar cosas que

la matemática muestra. En la literatura y en el teatro, los únicos héroes invencibles son lo que están protegidos por el poder infranqueable del escritor o del libretista. Es éste último quien los dota de características imbatibles para que siempre alcancen la gloria. Y bueno, es también el libretista el que los desaparece, cuando, por ejemplo, ya no son rentables. Pero en la vida cotidiana, lo que realmente termina subordinando a los poderosos es la costumbre. Esta se adopta a través del tiempo y se legitima a través de sucesivas resignaciones o complicidades de quienes deberían limitar la voluntad arbitraria de los poderosos. En la democracia (a diferencia de la monarquía y de la aristocracia), la soberanía del pueblo es vital para limitar el poder absoluto. O para consolidarlo, claro está. En Palmira, la desencajada aristocracia sigue tan campante su camino hacia la monarquía. Es decir, vamos para atrás. Sólo la comunidad puede detener este desatino. Pero no lo pueden lograr los desempleados, las madres cabeza de familia, los desocupados, quienes están completamente destinados a tratar de sobrevivir. Sino, esa comunidad media, que se abre espacios con sus empresas aunque no reciba beneficios, los profesores en los colegios y universidades, los profesionales que se pueden dar el lujo de tomarse un minuto para pensar, son el poder que puede detener el poder para que no haya abusos y logremos tener un poder moderado.

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Pensare

¿Limpiando la historia? Por Pablo Moreno

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ecientemente en Chile se dio una polémica por el cambio en los textos escolares, del término “Dictadura” por el de “Régimen militar” al período 1973–1990, dirigido por Pinochet e iniciado con un golpe de estado al gobierno, legítimamente elegido, de Salvador Allende. Esta iniciativa surgió en el Ministerio de Educación chileno, presidido ahora por Harold Beyer, quien restó importancia a la algarabía despertada por este cambio, sin embargo, reconoció que se enviará una “formulación que resuelva la controversia”. Dijo también el ministro que “nunca pretendió desconocer el carácter no democrático del régimen militar ni las violaciones a los derechos humanos que allí concurrieron” (Tomado de ALC Noticias). El asunto parece ser de menor importancia, pero en verdad no lo es, se trata de una medida acostumbrada por los ganadores en la historia de ir limpiando poco a poco la imagen de las atrocidades cometidas en nombre del bienestar de la República y de la Democracia, utilizando cualquier medio para alcanzar su fin. No es la primera vez que esto ocurre ni será la última, los relatos de la independencia en Colombia, por ejemplo, han dejado por fuera la realidad social y política en que quedaron sumidos los negros y los indios en ese período de tan recordado triunfalismo. El proceso sigue más o menos los siguientes pasos. Primero, el ocultamiento durante el acontecimiento de la “dictadura” como en el caso chileno; Segundo, viene el momento del develamiento de lo ocurrido, las comisiones de verdad, las acciones de la rama judicial para hacer justicia y algún proyecto de reparación; finalmente, comienza la etapa de la expurgación para que años y décadas después los villanos terminen siendo recordados y hasta celebrados

como héroes y padres de la Patria. Recientemente en Colombia hemos vivido un acontecimiento bastante agitado con los dos períodos del gobierno uribista, y digo uribista, porque no ha sido una persona, sino un proyecto con el que ha gobernado a Colombia, con el beneplácito de sectores políticos, militares, económicos y sociales bien identificados. Sin embargo, después del auge y el emocionalismo de los resultados militares y del populismo de derecha que lo caracterizó, han comenzado a descubrirse escándalos, abusos, violaciones a los derechos humanos, atropellos, jugadas maestras, acciones descaradas, etc. Parece que aún no termina esta etapa, pues no se concluye ni se cierra ésta, sino hasta cuando haya condenas efectivas de los responsables. Tampoco sabemos cómo terminará todo esto, si en una inmensa impunidad y olvido o en una verdadera acción de justicia, verdad y reparación. No obstante, el tema aún está en ciernes cuando ya debemos ir pensando cómo se contará esta historia. Ya el protagonista principal de ese gobierno, el expresidente Uribe, la cuenta como la contó cada vez que era demandado por una pregunta capciosa o cuestionadora en los pocos debates abiertos que tuvieron lugar. La historia es más o menos como sigue. Érase una vez, un país que estaba en la más tenebrosa oscuridad, acéfalo, sometido por los terroristas, con gobiernos timoratos y en completo desprestigio ante la comunidad internacional. La gente se iba del país huyendo del secuestro, el soborno y la amenaza; la economía estaba estancada, el desempleo de dos dígitos no bajaba, sino que prometía subir cada vez más, los pobres no eran atendidos por el gobierno, el Estado era burocrático e ineficiente, las empresas públicas corruptas e inútiles. Pero un día, cuando menos se esperaba, se lanzó a la presidencia un político de armas tomar, nacido en una región del país donde la gente es em-

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prendedora y lista. Después de estar por debajo de las encuestas, terminó siendo el mejor presidente de la República desde los tiempos del libertador Bolívar. La gente se entusiasmó, porque ningún debate fue ajeno a él, siempre los ganó todos y especialmente cuando quienes se atrevían a debatirlo eran personas de la calle, maestros caminantes u otro ciudadano común y corriente que se atrevía a cuestionar al ícono. Sólo algunos intelectuales y periodistas resentidos y herederos de una izquierda trasnochada se atrevieron a controvertirlo con fuertes argumentos, pero, ni aún así, lograron derribarlo, sino que lo empujaron hacia arriba para finalmente lograr su segunda elección. En fin, la historia podrá continuar, esa es la versión oficial del uribismo, que aún se repite por ahí, pero como estamos en la segunda etapa

que es la del develamiento, seguramente algunos detalles irán cambiando hasta dar cuenta de otra historia. También en eso contará mucho quien seguirá gobernando, porque de allí dependerá en gran parte el relato que se querrá elaborar para las generaciones por venir. Después, seguramente, tratarán de limpiar del uribismo salpicado por los escándalos y las posibles condenas, lo que más se pueda para tratar de reconstruir el relato original del ícono adorado. Para que esa otra historia, la de los perdedores no se pierda a la vuelta de unos cuantos años como está ocurriendo ya en Chile, es necesario conservarla en medios escritos, gráficos y digitales; repetirla una y otra vez para que permanezca en el imaginario social, así sea compitiendo con la versión rosa ofrecida por los ganadores.

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Especial

La mentalidad paramilitar Por Fernando Estrada

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n los reveladores informes sobre la posesión como alcaldes de reclusos encarcelados por nexos con paramilitares, además de la asociación de notarios confabulados con estos hechos, existen fenómenos de alcance singular para comprender lo que sucede en la política local de municipios herederos del paramilitarismo y el narcotráfico. Los siniestros tentáculos paramilitares se arraigaron en la cultura institucional y en la mentalidad de poblaciones enteras de Córdoba, Antioquia y el Valle del Cauca. La red creada por los paramilitares ha logrado mantenerse gracias a los capitales que circulan para comprar funcionarios públicos de relativa reputación. Los departamentos mencionados no son únicos depositarios de tales efectos, pero reflejan, como espejo convexo, hechos duros. En el caso de los municipios de Córdoba, la cantidad de votos alcanzados para ganar las elecciones se confunde con evidencias del perverso mundo de pobreza y miseria en que viven sus pobladores; la capacidad de mover influencias desde las cárceles no es asunto menor; sumado a los avales dados por los partidos que respaldaron tales candidaturas y el notario que certificaba la posesión correspondiente. Hasta aquí la descripción desnuda una realidad contundente.

Porque significa que la cultura paramilitar determina condiciones para su continuidad. Veamos con detalle. Estos casos indican que los partidos no cuentan con suficientes controles para conceder los avales de sus candidatos. ¿Que resultaba imposible verificar cada hoja de vida?, el argumento no excusa responsabilidades; menos aún, sabiendo que los candidatos provienen de una región en donde el paramilitarismo tuvo hegemonía. De paso las autoridades electorales suelen esconder su cabeza como el avestruz. Es posible, sin embargo, adoptar un margen de duda sobre la obligación de los partidos, tan pésimamente estructurados, tan improvisados y tan llenos de políticos oportunistas; ex post, tras los hechos cumplidos, un sistema democrático cuenta, sin embargo, con mecanismos de contención judicial; pero también aquí se presentan debilidades estructurales. Un notario, absolutamente ajeno y distante a la región cordobesa, entra como autoridad aprobando los nombramientos. No son hechos casuales. Más bien, obedecen a una relación de causalidad concomitante con la mentalidad paramilitar y mafiosa que se tomó a Colombia. Tanto el notario como quienes cerraron sus oídos desde los partidos y la regis-

traduría, conforman un sistema afectado por la herencia de ultraderecha. El narcotráfico provee todos los recursos materiales (dinero, influencias personales, deudas); lo que significa, además, que quienes se encuentran encarcelados por parapolítica no están pagando sus condenas como prisioneros regulares. Al mantener relaciones de influencia en instancias decisorias de la rama jurisdiccional, en los partidos políticos y en la cadena de la economía informal

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provista por el narcotráfico, quienes entraron en coaliciones con comandantes paramilitares se mantienen dentro de su línea de formación. Al conseguir desafiar el sistema de controles institucionales, la cultura paramilitar reivindica su vigencia. De nuevo, no se trata de dos pelagatos que deseaban controlar los recursos de poblaciones abandonadas a su suerte, sino más bien la evidencia acumulada sobre los defectos del sistema judicial, del sistema de parti-

dos, en contraste con el poder mafioso. El paramilitarismo reflejó no sólo capacidades para quebrantar principios de honor militar, sino que sostuvo sus posibilidades de cogobernar a Colombia. El mandato anterior le concedió esas atribuciones. Si bien los comandantes fueron perdiendo un escenario de protagonismo político, encontraron políticos dispuestos a reflejar sus tareas. Obviamente, en algunos casos, políticos de las regiones que sabiendo como burlar las

leyes, apostaron también por las ventajas con los comandantes. Córdoba no ha sido el caso excepcional, aunque sí el más evidenciado por los medios. Pero el Valle del Cauca, Antioquia o Nariño presentan un panorama semejante. En realidad, los protocolos de posesión como alcaldes de parapolíticos no son otra cosa que señales de una cultura mafiosa que se apoderó del país durante dos décadas, y que se niega a desaparecer.

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El aire pasa y nos toca Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

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l aire, elemento corporal, de tenue rostro y esquelética figura, pasa en silencio casi siempre al lado nuestro. Nos roza con su halo, con su bata de transparente pliegue. Jamás dejó ver sus pies, brazos o espalda. A veces lo sentimos respirar encima de nuestro hombro y sospechamos que tiene pulmones voluminosos. Es un ser que pareciera llenar todo el espacio y deja transitoriamente lugar a objetos, cavernas, montes y edificios. Es tan inmenso. No solo vaga por el planeta. Se anida en el firmamento y de allí baja en la mañana, arrullado por las nubes. A veces es frío cuando acompaña al alba y muchas veces se contagia de las brasas del sol, enfurece las olas del mar y sofoca a la selva y a la arena de los desiertos. El aire es centinela de la noche que la viste con la capa negra de Batman. Pasea por rincones y basureros y bate con su boca los olores fétidos para alejarlos y vuelve a pasar de nuevo como barrendera buena para ver si su tarea dejó el aroma de la limpieza y el decoro. Entra vestido de elegante mayordomo a las casas y palacios para regalar frescura

y permitir que el oxígeno llene los ambientes. Levanta el polvo de las mesas y despereza a las arañas en su palacio de anguladas hebras. Su carácter por lo general es suave y recatado. Sin embargo, a veces los trópicos lo empujan con su calor y los polos con el frío le calan sus huesos y, entonces, se estira y enrolla su manto por sobre su cuerpo. Quisiera entrar a las casas por las ventanas y silva para que le abran para guarecerse. Cuando la presión es muy fuerte golpea paredes, tumba puertas, forma olas en los mares y mil demonios lo invaden para convertirse en turbiones gigantescos. El hombre les pone nombres de mujer embravecida a estos aires que viajan más rápido que un avión con cuatro turbinas. Catrina fue uno de esos ciclones que dejaron atónito al planeta. La función del aire, sin embargo, es dar vida al hombre, a los otros animales, al río, a los árboles, a nevados y montes. Sin él las abejas no llevarían la miel ni los estambres derramarían su polen ni se desvestiría de su pomo blanco la flor. Muchos árboles perderían las semillas que

esperan su mano para ser llevadas a las hendiduras de la tierra para que las alimente el rocío y el calor que sale de entre el humus y viene alígero del cielo. El aire nos acompaña desde que salimos del vientre materno. Se nos metió en la garganta y nos hizo dar el primer berrido. Señal de que estábamos vivos. Llenó los alvéolos de nuestros pulmones y corrió veloz por arterias y fosas nasales. Salió por los poros y axilas y sin él no podemos ni hablar, ni caminar o dormir. Va con nosotros a fiestas, a comer, a bailar o subir a la montaña. Nos despeina en la tardes y refresca el cuerpo en la noche caliente. Qué necesario es el espíritu del aire que cuelga como murciélago blanco del árbol del éter. Sin él no prende ni arde la llama del fuego y sin él no se purifica el agua que salta en el limo y las piedras. Sin él no habría luz ni viajarían los rayos de la radio ni sonarían las orquestas de viento o de cuerdas. El aire puro es elemento vital y regalo inicial del infinito Universo que a cada momento nos besa.


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