años son nada, porque eso es lo que parece haber pasado desde que un 4 de diciembre de 1959, el Cine Felgueroso echara a andar levantando por primera vez su telón para proyectar la película Horizontes de grandeza (The big country, 1958), dirigida por el gran William Wyler. Desde entonces hasta hoy, y como se solía decir entonces, con un descanso a la mitad para visitar el ambigú más largo de lo esperado y que a todos nos pareció una eternidad, muchos relatos, historias e imágenes son las que han pasado ante nuestros ojos para hacernos reír, soñar o llorar. Pues bien, un puñado de ellas es lo que queremos ahora reunir para festejar el quincuagésimo aniversario de la sala de cine más genuina y emblemática de nuestro municipio, con una estructura arquitectónica de forma elipsoidal avanzada a su tiempo que trascendió y aún lo hace, mucho más allá de nuestros límites geográficos.
50 AÑOS DE CINE EN LANGREO
CINE FELGUEROSO
50 AÑOS DE CINE EN LANGREO
CINE FELGUEROSO Parodiando la letra del famoso tango, podríamos decir que cincuenta
CINE FELGUEROSO 50 Aテ前S DE CINE EN LANGREO
CINE FELGUEROSO 50 Aテ前S DE CINE EN LANGREO
tertulia cinematográfica sala oscura Alejandro Zapico Francisco Jurado Eduardo J. Parra Sergio Ramos Daniel Albadalejo Avelino Fernández colaboradores Jovino Martínez Sierra Julia Díaz-Faes Muñoz Gabino Busto Hevia José Enrique Mencía archivo de imágenes Francisco Jurado; Diana y Néstor Fernández Pérez; Sala Oscura; Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, y Gabino Busto Sala Oscura. Tertulia Cinematográfica Ayuntamiento de Langreo Eduardo Parra Marcos Morilla Marcos Morilla, Eduardo Urdangaray, Eduardo Parra, Julián L. González diseño Pandiella y Ocio (tipografías utilizadas: Minion y Gill Sans) fotomecánica Fotomecánica Principado imprime Gráficas Apel
edita patrocina coordina fotografías de cubierta fotografías
© de la edición Sala Oscura. Tertulia Cinematográfica © de las fotografías Marcos Morilla, Eduardo Urdangaray, Eduardo Parra © de los textos Sus autores Las imágenes de este libro son marcas registradas y copyright de sus autores-herederos, y/o productoras-distribuidoras. Su uso, a modo de cita, es meramente informativo y no persigue fines de lucro. Sala Oscura agradece la cortesía de los propietarios en la reproducción de las mismas.
d. l.: as-5.939/2009 isbn: 978-84-923404-1-5
Índice 7 Presentación de María Esther Díaz García, alcaldesa de Langreo 9 Sala oscura 10 Cincuenta años son nada | Alejandro Zapico Rato 24 Un círculo de 50 años | Avelino Francisco Fernández Suárez 26 1. Los inicios del Cine Felgueroso (de 1959 a 1970) 56 2. Años setenta 74 3. Años ochenta 90 4. Años noventa 124 5. El nuevo siglo 174 6. Epílogo 184 Películas programadas en el 50 aniversario 186 Con la muerte en los talones Alfred Hitchcock | Alejandro Zapico Rato 188 West side story Robert Wise y Jerome Robbins | Alejandro Zapico Rato 190 El hombre que mató a Liberty Valance John Ford | Avelino Fernández 192 La muerte tenía un precio Sergio Leone | Avelino Fernández 194 El graduado Mike Nichols | Alejandro Zapico Rato 196 El guateque Blake Edwards | Francisco Jurado 198 Cowboy de medianoche John Schlesinger | Daniel Albadalejo 200 La balada de Cable Hogue Sam Peckinpah | Avelino Fernández 202 Cabaret Bob Fosse | Alejandro Zapico Rato 204 El padrino Francis Ford Coppola | Francisco Jurado 206 El jovencito Frankenstein Mel Brooks | Sergio Ramos 208 Alguien voló sobre el nido del cuco Milos Forman | Sergio Ramos 210 Taxi Driver Martin Scorsese | Daniel Albadalejo 212 La escopeta nacional Luis G. Berlanga | Daniel Albadalejo 214 Alien, el octavo pasajero Ridley Scott | Francisco Jurado 216 Manhattan Woody Allen | Sergio Ramos 218 Carros de fuego Hugh Hudson | Alejandro Zapico Rato 220 E. T., el extraterrestre Steven Spielberg | Avelino Fernández 222 Blade Runner Ridley Scott | Daniel Albadalejo 224 Los santos inocentes Mario Camus | Alejandro Zapico Rato 226 Cinema Paradiso Giuseppe Tornatore | Sergio Ramos 228 Los fabulosos Baker Boys Steve Kloves | Alejandro Zapico Rato 230 ¡Ay, Carmela! Carlos Saura | Alejandro Zapico Rato 232 Muerte entre las flores Joel Coen | Sergio Ramos 234 Atrapado por su pasado Brian de Palma | Daniel Albadalejo 236 Pulp Fiction Quentin Tarantino | Daniel Albadalejo 238 Los puentes de Madison Clint Eastwood | Avelino Fernández 240 Apéndices 242 Las colecciones de carteles de cine del Ayuntamiento de Langreo
Gabino Busto Hevia
248 Nada por aquí... Nada por allá... | Jovino Martínez Sierra 254 El desván de los colores | José Enrique Mencía 262 Cine Felgueroso. Testigo de un Langreo dorado y decadente
Julia Díaz-Faes Muñoz 5
«la fotografía es verdad. Y el cine es verdad veinticuatro veces por segundo», sentencia el director Jean-Luc Godard. Si tenemos en cuenta esa máxima, a lo largo de los cincuenta años de existencia que cumple nuestro querido Cine Felgueroso, han sido millones y millones las verdades que, fotograma a fotograma, se han proyectado en su pantalla tanto en su primera época, como en esta nueva etapa que iniciamos tras su rehabilitación en 2007. Y podemos interpretarlas como verdades, precisamente, porque el buen cine logra «que nos lo creamos», que nos metamos en la historia que nos cuentan, que nos pongamos en la piel de sus personajes, dando así rienda suelta a nuestra imaginación, compartiendo con quienes están al otro lado de la pantalla ilusiones, esperanzas, miedos, sentimientos, inquietudes… porque logran, inevitablemente, que nos identifiquemos con ellos, con unas u otras, con unos u otros, según el momento vital que atravesemos, según nuestra forma de ser y, cómo no, según nuestra forma de ver y vivir este «séptimo arte». Es un orgullo para mí poder celebrar con todos ustedes medio siglo de existencia del cine más emblemático de nuestro concejo, el Cine Felgueroso, ése que hemos recuperado en el centro de la ciudad cuando los cánones marcan que hay que sacarlos fuera. Sigan disfrutando de su programación, de todas y cada una de las películas que en él se proyectan, de las emociones que nos provoca un buen filme que nos deja un recuerdo inolvidable y, por supuesto, de este libro que conmemora un cincuenta aniversario del que nos sentimos profundamente orgullosos. «Feliz cumpleaños». María Esther Díaz García
Alcaldesa de Langreo
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sala oscura
Cincuenta años son nada Alejandro Zapico Rato Presidente de Sala Oscura, Tertulia Cinematográfica
parodiando la letra del famoso tango, podríamos decir que cincuenta años son nada, porque eso es lo que parece haber pasado desde que un 4 de diciembre de 1959, el Cine Felgueroso echara a andar levantando por primera vez su telón para proyectar la película Horizontes de grandeza (The big country, 1958), dirigida por el gran William Wyler. Desde entonces hasta hoy, y como se solía decir entonces, con un descanso a la mitad para visitar el ambigú más largo de lo esperado y que a todos nos pareció una eternidad, muchos relatos, historias e imágenes son las que han pasado ante nuestros ojos para hacernos reír, soñar o llorar. Pues bien, un puñado de ellas es lo que queremos ahora reunir para festejar el quincuagésimo aniversario de la sala de cine más genuina y emblemática de nuestro municipio, con una estructura arquitectónica de forma elipsoidal avanzada a su tiempo que trascendió y aún lo hace, mucho más allá de nuestros límites geográficos. En este preciso momento, seguramente todos estamos evocando recuerdos de nuestra relación con este cine, de cuándo empezó, de las vivencias que nos tocó vivir en él, de todos los sentimientos que nos afloran al mirar atrás, no con ira, sino con una infinita nostalgia de una infancia, adolescencia, juventud o por qué no, madurez, que se fueron en un suspiro. Es curioso observar que con nuestra memoria selectiva, torpedeada 10
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frecuentemente por los achaques propios de la edad (como dice un amigo, «el alemán ya no avanza lentamente por nuestro cerebro, sino que corre cada vez más rápido»), no podemos acordarnos de lo que comimos ayer, pero sí de lo que aconteció hace muchos años. Bueno, pues hagamos un esfuerzo, un ejercicio nostálgico que nos haga retrotraernos a otra época, rejuvenecer un poco, aunque sólo sea figuradamente, ya que en el peor de los casos, ello nos producirá una sonrisa cómplice o una pequeña satisfacción personal, pues sabido es que al hacerlo, cualquier tiempo pasado nos parece mejor, quizá simplemente porque éramos más jóvenes o por la tendencia a revivir sólo las cosas agradables obviando las penurias y los hechos tristes, que también los hubo. No me pregunten por qué, pues no sé la razón, pero a pesar de que llegué a conocer en funcionamiento simultáneamente otros tres cines en Sama (Hogar, Rozada y Victoria), amén de tres más en La Felguera (Maripeña, Astur y Pilar Duro) y otros dos en Ciaño (Ideal y Capitol), mi favorito siempre fue el Cinema Felgueroso, como rezaba el letrero luminoso en la cornisa de su fachada principal. Él era mi cine, el que más asiduamente frecuentaba y por consiguiente, al que tengo ligadas muchas más anécdotas de mi vida, tanto personales como colectivas, pues fuimos creciendo juntos. Por ser un edificio independiente, que no estaba pegado a ningún otro como lo estaban los demás, era como un vecino, un compañero o un amigo más, que estaba siempre ahí firme y que no te fallaba nunca los fines de semana, aunque alguna vez le dejaras plantado por razones de programación o de calificación de película no tolerada para menores (¡qué rabia daba y que ganas teníamos de ser mayores o de al menos parecerlo para engañar al portero!). Así, yo no puedo olvidar el día en que mi madre me inoculó el bendito virus del cine siendo un niño, sentado en una butaca de esta sala (en el borde y con el asiento levantado, que me molestaba el espectador delante mío), inculcándome su afición y la pasión por el Séptimo Arte que ella sentía y aún siente. Nunca le podré agradecer lo bastante el placer y la magia que experimenté la primera vez que me planté aquí, delante de la pantalla, para ver una película cuyo título no entendía y que era algo desconocido que, a priori, me producía cierta inquietud e incluso desasosiego, aunque, según ella, ya me había llevado antes a ver otras y en diferentes salas, pero no las recuerdo. Tendría unos cinco o seis años cuando a pesar de mi reticencia inicial y sólo a causa de su firme insistencia, me trajo a la sesión de las cinco de la tarde y ante mí, boquiabierto, apareció Mary Poppins, con su cara angelical, volando con su paraguas de empuñadura de pájaro y cantando el famoso supercalifragilisticoespialidoso o aquello de que «con un poco de azúcar esa píldora que os dan...». Desde aquél mismo momento, mi vida ya no volvería a ser 12
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la misma, pues había descubierto el mundo de la fantasía y resultaba que aquel lugar era como una fábrica de sueños. Durante dos horas, dejabas fuera tu realidad para vivir otra distinta, virtual, imaginaria, plagada de aventuras desarrolladas en mil sitios diferentes por unos personajes con los que te podías identificar e incluso reencarnar después jugando en casa o en la calle con tus amigos. ¡Qué bonito es ir a un sitio con un ambiente tan místico y silencioso como el de la sala oscura, predispuestos a divertirse, a que te cuenten una historia, a dejarte engañar y creértela! Gracias mamá. A partir de entonces, supe que existía algo nuevo con toda la liturgia que llevaba aparejada, pues el hecho de acudir al cine incluía toda una serie de acciones y decisiones concatenadas. Primero tenías que mirar las carteleras de las diferentes salas que, además de en sus propias fachadas, estaban colgadas en algunas paredes estratégicas de las calles de Sama. Bueno, eso a veces no era necesario porque ya tenías claro qué película ver desde la semana anterior, pues habías visto el trailer y te habían metido el gusanillo (en cambio ahora ves uno que te cuenta toda la película y se te quitan las ganas). Una vez decidido qué ver y dónde (pongamos el Felgueroso, claro), el segundo paso era escoger el día y la hora, que generalmente en aquellos años solía ser los domingos a las cinco de la tarde. Luego tocaba lo que menos me gustaba, pero que visto ahora tenía su historia: la cola ante la taquilla, cuya longitud y tiempo de espera eran directamente proporcionales a la fama del filme en cuestión y que a su vez condicionaba el tercer paso: la fila y la zona del cine a escoger. Aunque todos teníamos nuestras preferencias, lo normal era que los jóvenes fueran a butaca principal (segundo piso) que era más barato o, algunas veces, a la butaca de club (primer piso o entresuelo), dejando la butaca de patio (planta baja) para la gente mayor. Una vez sacada la entrada, qué gusanillo sentías por el cuerpo cuando se la entregabas al portero (un señor muy alto, con uniforme y gorra de plato, que parecía un general), te cortaba un trozo y te la devolvía, era .... como sentirse mayor. Ya dentro, en el hall, después de mirar a la izquierda, donde estaba el puesto de golosinas, llegaba la cuarta decisión: comprar caramelos inmediatamente (inolvidables los de naranja, limón o toffes) o esperar a hacerlo al descanso (después del no-do o a la mitad si era de larga duración, previo paso obligado por el servicio en el sótano) y aprovechar para tomar un refresco (un Crush de naranja o un Boy de limón), en el ambigú o bar que había en el rellano de la escalera del último piso, en función del dinero que tuvieras, claro está. Todavía antes de pasar a la sala, era inevitable volverse hacia la pared del frontal superior de la entrada o mirar arriba directamente a través de los espejos, para ver los carteles colgados de las películas anunciadas que llegarían en las próximas semanas e ir calentando motores. alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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Después de eso, ya ubicado en tu butaca, nervioso y expectante, se apagaban las luces por fases, pausadamente, desaparecían la últimas voces del público, se retiraba el telón de la pantalla y sólo quedaba dejarte llevar por la imaginación. Todo perfecto. Dentro de este proceso, no quiero que se me olvide un detalle que entonces nos parecía banal y ahora, desgraciadamente ya en desuso, se me antoja muy importante y de un profundo amor por el Séptimo Arte. Se trataba del programa de mano, aquellos panfletos de propaganda de papel que se repartían a la entrada del cine y donde en el anverso venía reproducido el cartel de la película que se iba a ver y en el reverso, la información más relevante, con unos concisos datos de la ficha técnica y artística, amén de algún próximo estreno o alguna publicidad comercial. Una vez en nuestro poder, después de echarle un vistazo, los chavales hacíamos con ellos dos obras de ingeniería: aviones, que despegaban al aire desde las zonas altas para ver como volaban y aterrizaban en las cabezas de los espectadores de abajo, o barcos, que después flotábamos en el río Nalón lanzándolos desde la pasarela del Instituto. Teniendo en cuenta el alto valor monetario que tienen hoy día para los coleccionistas, ¡no quiero ni pensar en la millonada que podría tener ahora si los hubiera conservado! Una lástima, pues tenían además un gran valor artístico, ya que eran fieles reproducciones de los carteles cinematográficos que en aquella época eran pintados a mano por especialistas. En la medida de nuestras posibilidades, en Sala Oscura Tertulia Cinematográfica estamos intentando retomar esta vieja costumbre en nuestros ciclos, insertando algunos de esos programas en las publicaciones periódicas que ofrecemos a los espectadores de forma gratuita, lo cual es posible gracias a Francisco Jurado, miembro de nuestra asociación y uno de los coleccionistas más importantes de España. Con el final de la niñez y el inicio de la preadolescencia, llegaron los primeros amigos que haces en el colegio, donde surgen las afinidades y los gustos comunes que te unen a ciertas personas para toda la vida y que juntamente con otras cosas, van forjando tu personalidad. En este punto, debo destacar, como parte muy importante en mi vida, a mi amigo del alma Miguel Ramos, añorado y recordado cada momento del resto de mi existencia, tristemente fallecido también un 4 de diciembre de 2007, que había vivido mucho tiempo enfrente del Felgueroso y que cumplían años a la vez (¿qué si no el destino?). Él y yo, amigos para siempre desde que nos conocimos en el colegio de las monjas de Sama con cuatro o cinco años, hicimos del Cine, con mayúsculas, una de nuestras razones para vivir y mayoritariamente juntos, a veces con otros amigos de la pandilla menos aficionados o apasionados al celuloide, fuimos asiduos a esta sala, primero, cuando las 14
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películas no eran toleradas para menores, en la sesión infantil de los domingos a las tres de la tarde y cuando lo eran, a la sesión de las cinco (si la propina semanal se podía estirar, incluso a las dos), para después, al salir, jugar al género del que trataba, ya fueran vaqueros, romanos, policías, etc. Así a bote pronto, vienen a mi memoria films del Oeste con John Wayne como El Dorado o Chisum, donde su silueta a caballo aparecía dibujada en una colina observando su rancho, mientras sonaba la canción de título homónimo; los de Cantinflas, donde reías y llorabas a partes iguales, mientras preguntabas al de al lado qué había dicho en su jerga mejicana; los de Fu-Manchú o Fantomas, que nos ponían tan nerviosos que gritábamos de miedo; los spaghetti western, con actores españoles haciendo de sheriff americano en Arizona y siempre con pocos diálogos y muchos tiros que sonaban a pichun, pichun; los del actor francés Louis de Funés haciendo de gendarme atribulado con un montón de muecas; los peplum, con forzudos como Maciste luchando contra los romanos; los de actores infantiles como Marisol, Rocío Dúrcal, Joselito o Pili y Mili, que casi siempre eran huérfanos o no conocían a sus padres y se ganaban la vida cantando; los del grupo Los Bravos, que supusieron nuestros primeros contactos con la música pop y el inglés, aunque el guachi macachi que cantábamos sonara más bien a chino; etc. Quiero remarcar la importancia que tuvo en aquellos años de formación la mencionada sesión infantil en el Felgueroso, pues fue un semillero creador de cinéfilos y de tempranas pasiones cinematográficas. Allí íbamos corriendo todos los domingos con el último bocado de la comida (que para colmo, ¡ese día se hacía más tarde que el resto de la semana!), para al llegar, encontrarnos casi siempre una larga cola y buscar en ella algún conocido para colarnos y que nos sacara la entrada. No importaba el título, el género o la calidad de la película en cuestión, pues el precio barato y el que fuera tolerada, nos permitía entrar a un santuario reservado a los mayores y generalmente sin ellos, pudiendo así dar rienda suelta a nuestras emociones, sin cortarte, gritando para avisar al mocín protagonista de la presencia del asesino al otro lado de la puerta; animar al bueno en su galopada para alcanzar al fugado, aunque el caballo del malo siempre era más lento; llorando de pena (disimuladamente, claro, que éramos hombres y ya se sabe) cuando lo mataban, aunque siempre acababa resucitando; riendo a mandíbula batiente algún golpe o caída de un personaje; aplaudiendo con todas nuestras fuerzas cuando llegaba el 7.º de caballería salvador; o también silbando y protestando airadamente hacia la cabina de proyección cuando se atascaba algún fotograma o se cortaba la cinta (¡cuadru, cuadru!). Aquello sí que era estar involucrado en la trama, vaya si lo era. Y todo esto procurando no ser detectados por la linterna acusadora del alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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acomodador, no fuera que nos echara de la sala y nos quedáramos sin ver el final, que ya era mala suerte que te tocara a ti con todo el mundo sublevado. Con la adolescencia, nos llegó la edad del pavo y ahí, amigo mío, los problemas eran otros, pues de pronto aparecieron las chicas en nuestra pandilla que, hasta entonces, era sólo de amigos, para cambiar la escala de valores. ¿Pero de dónde habían salido? Aquello además de una intromisión y una novedad en nuestras vidas, era un fastidio y paralelamente, generaba una lucha interna pues ahora, además de consensuar los gustos cinematográficos con ellas (que por supuesto nunca eran comunes), había que componérselas como fuera, incluso sobornando a alguien con alguna golosina o cromos de cualquier colección, para que en el reparto de las entradas, te tocara al lado de Pepita. Claro que ella estaba intentando lo mismo para que le tocara al lado de Juanito, pues los sentimientos casi nunca eran coincidentes. Cómo olvidar el acelerón de los latidos del corazón con su sola presencia o con un simple roce de la ropa en la lucha por el reposabrazos común, mientras veíamos películas como Dos hombres y un destino, donde descubrimos a Robert Redford y que dado el éxito que tenía con el personal femenino, pasó a ser nuestro modelo a imitar; El golpe, de nuevo con la pareja NewmanRedford haciendo estragos en las chicas; Love Story, con la famosa frase amar significa no tener que decir nunca lo siento, que decía Ali McGraw; Barry Lyndon, siguiendo las aventuras amorosas de Ryan O’Neal a ritmo de música clásica; o Doctor Zhivago, con Omar Sharif por la estepa ruso-española buscando a Lara, aunque algunas llegaban a la pantalla de nuestro cine años después de su estreno original. Incluso asistimos expectantes e incrédulos al cambio radical de la imagen de Marisol en La corrupción de Chris Miller (Juan Antonio Bardem, 1972), donde por cierto también aparecía otro icono cinematográfico como Jean Seberg. De esta época y por motivos estrictamente personales, que no por su calidad artística, también guardo un recuerdo especial de La quebrada del diablo, Adiós, cigüeña, adiós o Mandingo. Fue también en aquellos años, donde surgió una nueva tendencia entre la juventud que acudíamos al cine, que era la de entrar en el pequeño descanso que había justo después del no-do y antes de empezar la película. Aunque generalmente no era compartida por las personas mayores y no sé de dónde surgió, esta moda nos evitaba ver aquellos reportajes con noticias que llegaban con bastantes semanas de retraso y casi siempre con inauguraciones de pantanos, la final de fútbol de la Copa del Generalísimo, los Coros y Danzas de la Sección Femenina de gira por cualquier país o alguna corrida de toros con El Cordobés de protagonista (debo reconocer, no obstante, que allí descubrí yo el colorido de la fiesta nacional, pues mi televisor era en blanco y 16
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negro). Hacerlo era una especie de acto de rebeldía juvenil y aunque no tenía en absoluto ningún carácter reivindicativo de nada (al menos en mi pandilla), era como una forma de sentirnos mayores, por distinguirnos del resto de los asistentes y de paso evitar las aglomeraciones a la entrada, aunque a veces, si calculabas mal los tiempos, llegabas tarde, te perdías el comienzo (¡con la rabia que me daba perderme los títulos de crédito!) y encima tenías que entrar a oscuras siguiendo el haz de luz de la linterna del acomodador, tropezabas en todos los sitios y molestabas a los espectadores sentados en tu fila, ya que tenían que levantarse para dejarte pasar dada la estrechez del espacio, impidiendo de paso la visión a los de las filas de atrás. Bueno, eran daños colaterales, no todo iban a ser ventajas. Durante la transición, en la segunda mitad de la década de los setenta, tras la muerte de Franco en 1975 y con la llegada de una entonces endeble libertad a nuestro país, tuvo lugar un hecho insólito para nosotros en lo que respecta estrictamente al ámbito cinematográfico: la caída de la censura y con ella la relajación y rebaja de las calificaciones de las películas, dejando de ser una estricta prohibición para pasar a ser más bien un consejo o un mirar para otro lado. De repente ya no había problema para entrar en el cine y eso, unido a que nosotros seguíamos creciendo, nos pareció una bendición. Cayeron viejos tabúes y con ellos, también la ropa de las actrices (a los matices políticos y reivindicativos todavía no llegábamos). Surgió un cine español de baja calidad llamado del destape, que consistía básicamente en desnudar a las protagonistas femeninas bajo cualquier pretexto, aunque no siempre lo exigiera el guión (¿lo tenían?). Cómo no recordar películas como Las adolescentes (Pedro Masó, 1975) o La trastienda (Jorge Grau, 1976), con el primer desnudo integral del cine patrio a cargo de María José Cantudo; las protagonizadas por Nadiuska, Ágatha Lys o Susana Estrada; las dirigidas por Mariano Ozores, casi siempre con Pajares y Esteso al frente de un reparto con muchas chicas guapísimas, etc. Apareció un tipo de cine, desconocido por entonces, llamado erótico o clasificado «S» (el «X» vendría algo más tarde), generalmente extranjero, con cintas llegadas de reestreno a España tras muchos años de fama internacional, como El último tango en París y su famosa escena de la mantequilla, de la que todo el mundo hablaba pero casi nadie había visto, Emmanuel (con sus variantes raciales y secuelas), Madame Claude, Bilitis, etc. Descubrimos que por ahí fuera ya existían mitos sexuales como Brigitte Bardot, Raquel Welch, Claudia Cardinale o Sofía Loren. Todo esto pasaba tan rápido ante nuestra atónita mirada de espectador que pensábamos que aquello era un sueño, pues quién se podía imaginar sólo unos años antes ver estas películas en el cine de nuestro pueblo, en el Felgueroso, sin falta de ir a Perpignan. alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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Naturalmente, este fenómeno vino acompañado, a modo de refuerzo, de numerosas revistas que colgaban en los quioscos con multitud de fotos de chicas desnudas, muchas de ellas actrices, destacando nuevamente aquellas de Marisol publicadas en Intervíu que motivaron su desmitificación definitiva como actriz infantil y supuso una especie de pistoletazo de salida del destape a nivel popular. Para la gente de mi generación, en aquél momento de nuestras vidas, la combinación de este tipo de cine y publicaciones, significó el despertar al sexo, era como una educación explícita, pues nunca fue más significativo lo de que una imagen vale más que mil palabras. Sin embargo, una vez abierta la veda, también tuvimos acceso a otro tipo de películas de mayor calidad que trataban el tema desde otros puntos de vista más adecuados, serios o didácticos para la mentalidad de unos jóvenes pletóricos y llenos de testosterona. A este respecto, vimos títulos emblemáticos como El graduado, donde nos enamoramos perdidamente de una bellísima Katharine Ross; Cowboy de medianoche o American gigoló, donde conocimos el mundo de la prostitución masculina; Verano del 42, jurando amor eterno a una diosa como Jennifer O’Neill y envidiando como nadie pueda imaginar al joven chico protagonista que se iniciaba en el sexo con ella; La reencarnación de Peter Proud, con la misma protagonista femenina anterior y que mi amigo Juan y yo fuimos a ver un jueves a las siete y media embobados, confirmando nuestro compromiso con ella hasta la muerte; o Shampoo, donde Warren Beatty nos demostraba que para ser peluquero de señoras no era condición sine qua non el ser homosexual, mientras atendía privadamente a clientas tan guapas como Julie Christie, muy lejos del personaje de Lara y de Omar Sharif. Por otros motivos, pero con ciertas concomitancias, en aquél momento tan delicado de nuestra historia reciente hubo otros títulos españoles que causaron gran impacto y que igualmente desfilaron por nuestra sala favorita, como Furtivos (José Luis Borau, 1975), dura y descarnada donde las haya; La petición (Pilar Miró, 1976), con una Ana Belén desinhibida en una relación con tonos de sadismo; La escopeta nacional (Luis García Berlanga, 1977), o cómo hacer negocios en cacerías con ministros y aristócratas en la época franquista; Asignatura pendiente (José Luis Garci, 1977), hablando sin tapujos del sexo y de la situación socio-política en la recién estrenada democracia; etc. Como todavía no se había inventado internet, el vídeo grabador no existía y por tanto, no se pirateaba (de hecho, no creo ni que existiera tal verbo entonces y un pirata era simplemente un marinero corsario con una calavera en el sombrero, parche en el ojo y pata de palo, como diría Sabina), para ver la película de éxito había que ir al Felgueroso, lo cual daba lugar a un fenómeno en extinción: las 18
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tremendas colas en la taquilla que, afortunadamente y sobre todo en invierno, discurrían por los soportales del edificio, donde casi le daban la vuelta. Este hecho era especialmente notorio los domingos en las sesiones de las 5 y las 7,30 horas, sobre todo con films tan famosos como El Padrino, donde después de esperar tediosamente mi turno, me dio la vuelta el portero porque todavía no era mayor de edad; Operación Dragón, que por imitar a Bruce Lee consiguió más adeptos a las artes marciales que las academias destinadas al uso; La aventura del Poseidón o El coloso en llamas, que iniciaron el cine de catástrofes; las de la factoría Spielberg batiendo récords con Tiburón, En busca del Arca perdida y E. T. (la más taquillera de la historia del Felgueroso) o Regreso al futuro, llegando los espectadores incluso a llenar la tercera parte de la sala (la de arriba del todo), que ya sólo se utilizaba en ocasiones especiales. El tiempo fue pasando inexorablemente y ello cambió nuestra forma de ir al cine. Las pandillas dieron paso a las parejas o simplemente a ir sólo en un horario y días diferentes a los habituales, algo que hasta entonces era impensable. También, como no podía ser menos, cambió el tipo de películas que nos gustaba ver. Nos volvimos más sibaritas y ya nos creíamos cinéfilos, aunque eso significara renunciar en ocasiones a nuestra opinión en público a cambio de adoptar otras, leídas o escuchadas, de críticos o especialistas y así se podían oír frases como no la entendí, pero me gustó mucho, algo que aún hoy me resulta incomprensible, pero bueno, era el tiempo de creernos mayores. Había aparecido o despertado nuestro sentido crítico, ya no valía cualquier cosa, debíamos de salir de la sala pensativos, con alguna reflexión, no bastaba con estar simplemente emocionados o contentos, aunque fuera un tostón. Tardé muchos años en entender la máxima del gran director Billy Wilder, diciendo que sus primeros nueve mandamientos decían no aburrir. Después de todo el cine nació como un entretenimiento, para que la gente se divirtiera y olvidara sus problemas, ¿acaso hay algo mejor? Durante nuestra época de estudiantes en la Universidad de Oviedo, apareció una nueva corriente cinematográfica, denominada de Arte y Ensayo, que acudíamos a ver al Palladium con los pases universitarios. Ello cambió nuestra percepción del cine, pues aparecieron obras y autores desconocidos en géneros y películas que no siempre nos gustaban pero que había que ver, no tanto por vocación cinéfila, sino por, llamémoslo así, estar en la onda. Conocimos, aunque con un significativo retraso, a autores italianos como Fellini o Pasolini y los franceses de la Nouvelle Vague como Truffaut o Godard, a la vez que algunos nuevos para nosotros como Stanley Kubrick y su famosa La naranja mecánica, que marcaría toda una época y tendencia, o vimos por vez primera alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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películas en versión original fingiendo entender los diálogos sin falta de leer los subtítulos, a pesar de nuestro precario nivel en lenguas extranjeras. En fin, aunque visto con la perspectiva del tiempo parece difícil de entender, era producto de una época y una atmósfera nueva y libre, con todo un entorno político cogido con alfileres y una sociedad en pañales abierta y enfrentada por primera vez a todo lo que nos venía del exterior como un torrente. En el aspecto cultural, desde luego se antojaba un panorama apasionante y nosotros estábamos predispuestos a absorber todo aquello como una esponja, lo más rápido que pudiéramos. Así fue, pero en nuestro querido cine de cabecera, como descubrimos el horror de la guerra de Vietnam en El cazador, El regreso o Taxi driver; supimos de la existencia de los hippies y del flower power en Hair; conocimos la música disco e imitamos el baile discotequero y la ropa hortera de John Travolta en Fiebre del sábado noche y el poder de la brillantina en la posterior Grease; vimos el efecto devastador de las drogas y su influencia en la música rock en La Rosa; nos insuflamos del espíritu deportivo y del fair play en Carros de fuego; comprendimos que el amor a una persona podía ser tan fuerte como a la tierra en Memorias de África, a los sones de la música de John Barry y la voz en off de Meryl Streep diciendo aquello de yo tenía una granja en África... y a Robert Redford parando el tren en medio de la sabana para cargar colmillos de elefante; conocimos el erotismo y el deseo a ritmo de cubitos de hielo y mermelada sobre la piel de Kim Basinger, en 9 semanas y media; en El club de los poetas muertos nos convencimos de que, como sospechábamos, había otra forma de enseñar diferente, aunque no asimiláramos el significado de carpe diem; nos volvimos a enamorar de otra chica, Julia Roberts, en Pretty Woman, cuya profesión no la hacía la más recomendable para presentársela a nuestros padres; supimos de los efectos devastadores del sida en Philadelphia; o comprendimos que los indios americanos no sólo cortaban cabelleras a los rostros pálidos en Bailando con lobos; e incluso con El crack, de José Luis Garci perdimos los prejuicios contra actores españoles como Alfredo Landa, lejos de sus papeles en las clásicas españoladas que generaron lo que dio en llamarse el Landismo. De este mismo director vimos casi de incógnito Volver a empezar, rodada en Asturias y que tras conseguir el Oscar a la mejor película extranjera, volvieron a proyectar de reestreno, ya que poca gente la había visto en su pase inicial. Seguíamos pues el proceso vital, madurando y aprendiendo, almacenando historias y vivencias ajenas que iban conformando progresiva e imparablemente nuestra personalidad en la misma medida que acudíamos al cine. Sin embargo, el hecho de que se ampliara el ámbito geográfico para ir a ver películas, no supuso el final de la relación con 20
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nuestro querido amigo El Felgueroso. No, simplemente pasamos de tener una relación llamémosle estable a otra ocasional, es decir, como si hubiéramos pasado de ser un fiel matrimonio a ser amantes. Esto se tradujo en nuevos hábitos de asistencia al cine, pues ahora, debido al retraso de los estrenos en Sama respecto a Oviedo, lo utilizábamos no sólo para volver a visionar los films que nos habían gustado mucho, sino también para los que se nos habían escapado en la cartelera, para los de menor relevancia en cuanto a su calidad, o simplemente, íbamos por entretenimiento o para saciar nuestra adicción. El día elegido para ello era generalmente el lunes a la sesión de las 22,15 horas (nunca entendí muy bien este horario, pues siempre tenía que ir corriendo después de cenar apresuradamente o a veces sin hacerlo). La soledad de la noche y una sala sin tumultos, con pocos espectadores, invitaba a la concentración, le daba un aire interesante, más intelectual. Y siempre percibías nuevos matices en las tramas e interpretaciones y de vez en cuando, descubrías alguna joya que había pasado desapercibida y cuya publicidad se transmitía por el boca a boca. La mayoría de las veces que utilicé esta modalidad fue sin compañía, pues no solía ser planificado con antelación y sí decidido improvisadamente sobre la marcha, aunque si antes de entrar te parabas a tomar un café, tampoco era desdeñable encontrar algún voluntario que se apuntara. Sin pensármelo mucho, recuerdo haber vuelto a ver de esta forma películas tan significativas como Ay Carmela, Lo que queda del día, Forrest Gump o Los puentes de Madison, por citar sólo algunas. Lamentablemente, las reglas del juego cambiaron y los malos tiempos llegaron para los cines entendidos como tal, es decir, un edificio con una única sala. Aparecieron centros comerciales con multisalas, palomitas, Coca-Cola y variedad de ofertas de ocio, no sólo cinematográfico, que hicieron emigrar al espectador hacia otros derroteros geográficos cercanos. Esto, combinado con cambios de hábitos en la sociedad en general, los dvd, la piratería, el ordenador, internet, etc., alejaron (y siguen alejando) al público cada vez más de la gran pantalla. Como era de suponer, esta bajada de la clientela no podía traer más que malos augurios para El Felgueroso, pues no olvidemos que era un negocio privado, no una ong. La consecuencia inexorable fue que un mal día del año 2002, nos encontramos con que cerraba sus puertas para siempre. Un cataclismo. ¿Cómo era posible? ¿Quién lo había decidido? De repente nos faltaba un referente cultural. Un trozo de nuestro corazón se moría, la parte sentimental de todos nosotros se apagaba como una vela. Daba grima pasar por la calle Dorado y ver a nuestro amigo firme pero inerte, a oscuras, descuidado, con pegatinas o carteles que nada tenían nada que ver con el Séptimo Arte. Aún sabiendo que no funcionaba, era imposible, al alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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menos para mí, no girar la cabeza hacia sus carteleras con los cristales sucios, como si esperara que fuera a resucitar cualquier día. Ante mis ojos siempre me pareció que estaba triste, envejecido, que nos pedía ayuda a gritos con voz ahogada. Era como abandonar a un amigo de forma desagradecida después de cuarenta y tres años de darnos alegrías ininterrumpidas. Era una gran pérdida, un desastre, pero a mi modo de ver, básicamente era una gran injusticia y ni podíamos, ni debíamos permitirnos el lujo de tener desaprovechado aquél espacio dejando que se consumiera y fuera el refugio de las ratas. Tuvieron que pasar cinco años de travesía por el desierto, pero afortunadamente se hizo la luz al final del túnel. Quizá el empuje de un tenue clamor popular, la necesidad de espacio cultural o la valentía y brillante idea de una corporación municipal, así como los aunados esfuerzos económicos tanto del Ayuntamiento de Langreo como de Cajastur, hicieron posible el milagro de recuperar el Cine Felgueroso para el ciudadano en una doble vertiente más interesante, la de centro cultural público y la de sala de cine propiamente dicha, con una programación variada mezcla de calidad, actualidad y comercialidad, salteada de otras actividades relacionadas siempre con el mundo del celuloide. Una renovación que puso al día y modernizó el edificio conservando su naturaleza básica y cambiando ligeramente la distribución interior. Como no podía ser menos, la reinauguración tuvo lugar el 24 de julio de 2007 (curiosamente volviendo a coincidir con otra fiesta tan importante como Santiago) con la misma película de la primera proyección, Horizontes de grandeza, que formaba parte del ciclo que Sala Oscura Tertulia Cinematográfica dedicó al western de los años 50. Pero la vida sigue y precisamente para conmemorar como se merece el cincuentenario de este emblemático lugar, hemos pensado que nada mejor que programar un extenso y completo ciclo con algunas de las películas más significativas que a lo largo de estos años se han estrenado en esta pantalla, que todos recordamos y que a todos, de una u otra forma, nos impactaron o nos dejaron una profunda huella por alguna razón personal. Aunque la duración del mismo se va a extender desde el mes de septiembre de 2009 hasta finales de marzo de 2010, es evidente que no podemos incluir todas aquellas que nos gustarían (a ustedes y a nosotros) por razones de espacio y disponibilidad. Por tanto, ha sido necesario hacer una selección buscando abarcar todas las décadas o géneros cinematográficos posibles, intentando no repetir, o no hacerlo demasiado, los mismos directores o intérpretes, pero siempre dentro de la línea marcada. También hemos descartado aquellas películas que aún siendo de relevancia, han sido proyectadas recientemente o de las que no se ha podido conseguir una copia. Desfilarán algunos de los 22
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo
títulos que yo he mencionado en este artículo y que forman parte mi propia vida, pero también lo harán otros muchos que espero y deseo que estén en la suya y en la de todos los amigos que, semana tras semana, nos acompañan todos los martes desde hace ya casi veinte años, o en la de otros nuevos que se incorporen a nuestra fraternidad. Si es así, habremos alcanzado un doble objetivo. Para cuando estas líneas vean la luz en forma de libro, el espectador ya habrá disfrutado de buena parte del ciclo, ya que queremos hacer coincidir un hecho tan significativo y de tanta notoriedad como es el nacimiento de un libro, con el propio aniversario y otra serie de actos que den más relevancia al acto. Habremos visto films tan maravillosos como Con la muerte en los talones, West Side Story, El hombre que mató a Liberty Valance, La muerte tenía un precio, El graduado, El guateque, Cowboy de medianoche, La balada de Cable Hogue, Cabaret, El Padrino, El jovencito Frankenstein y Alguien voló sobre el nido del cuco, pero aún quedarán por delante otros como Taxi driver, La escopeta nacional, Alien, Manhattan, Carrros de fuego, Blade runner, E. T., Los santos inocentes, Cinema Paraíso, Los fabulosos Baker Boys, Muerte entre las flores, ¡Ay, Carmela!, Atrapado por su pasado, Pulp fiction y Los puentes de Madison. Todo un festín y un placer para nuestros ojos, que entonces estarán un poco llorosos. Llegados a este punto (seguido que no final), al pasar revista, se me amontonan los recuerdos, las personas queridas, las situaciones, los momentos especiales y los sentimientos, y tengo que hacer serios esfuerzos para contener una lágrima nostálgica que amenaza con saltar ¡Dios, cómo me acuerdo de mi amigo Michi, daría todo lo que tengo para que él estuviera aquí, cuánto hubiera disfrutado! Seguro que este modesto artículo no lo sería tanto si lo hubiera escrito él o si lo hubiéramos hecho al alimón, rememorando todo lo que vivimos, disfrutamos, reímos y soñamos juntos siempre con el cine por bandera. Es posible que me haya olvidado de algunas películas y lo que es peor, de algunos nombres que debería haber mencionado. Ruego que me perdonen. Mi memoria ya falla más de lo debido, quizá no todo sucediera así como lo cuento, ni en ese orden, ni todo aconteciera en este cine, ni todo fueran días de gloria, pero así es como lo recuerdo o como me gusta recordarlo. Porque ya se sabe, entre la realidad y la leyenda, imprime siempre la leyenda. Feliz cumpleaños al Cine Felgueroso y por consecuencia, a todos los que viajamos con él en esta singladura que ha sido su vida, nuestra vida, alegre y triste, dura y tierna a la vez, pero siempre feliz y con la firme esperanza de poder disfrutar juntos muchos años más por delante, quién sabe si otros cincuenta. Por deseos no quedará. Gracias por su fidelidad y compañía. Nos vemos los martes. Un saludo. alejandro zapico rato • cincuenta años son nada
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Un círculo de 50 años Avelino Francisco Fernández Suárez
Este texto está dedicado a todos los miembros de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura, pasados, presentes y futuros. Pero en especial a Miguel Ramos, Inma Montes y Tina Pérez. Estas dos últimas aunque no lo quieran reconocer son una parte muy importante de nuestra Tertulia
Agradecimientos Alejandro Zapico, por su paciencia en la corrección de los textos Ángel Verdejo, por su trabajo sobre la historia de los cines en Langreo Francisco Jurado, por su ayuda en la distribución del material gráfico Eduardo J. Parra, por su aporte bibliográfico y documental Sergio Ramos y Daniel Albadelejo, por sus aportaciones gráficae y datos recientes Javier Canga Sánchez, conserje del Cine Felgueroso, por los datos de asistencia Juan Carlos Cuesta, por la información sobre el Teatro Pilar Duro Julio-José Rodríguez Sánchez, por la información sobre ciertos datos imprescindibles Antonio Merino, por su documentación sobre los últimos estrenos en nuestros cines Gerome, director del Cislam Nadette, directora de la Alianza Francesa de Langreo Ana, de la Oficina de Información Juvenil Javi el del Tewis, por los recortes de prensa Manuel y Emma, por los libros Nesti, Carlos e Iván, por sus informaciones Helios Pandiella, por su aportación
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cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • sala oscura
«Las cosas no las aprendemos, las recordamos» Carlos Ruiz Zafón, de El juego del Ángel
Este repaso al cine en Langreo es personal y nace con motivo de conmemorar los cincuenta años de existencia del Cine Felgueroso. Todo va a girar en su entorno, la historia comienza con su inauguración y se cierra con su actividad en el 2009. Pretendo recordar aquellas películas carismáticas, incluidas algunas de dudosa calidad cinematográfica, que marcaron nuestras vidas, o al menos mi vida, los espacios donde las pudimos disfrutar, las salas donde se proyectaron y todo aquello que tenga que ver con el Séptimo Arte en Langreo. Es muy probable que en los asuntos tratados haya anacronismos y deslocalizaciones. Como no tengo el don de la ubicuidad todo lo expuesto no lo he visto, algunos hechos me los contaron o están sacados de archivos y documentos. También en los distintos capítulos hay saltos temporales hacia adelante o hacia atrás. Como dice Federico Fellini en una biografía autorizada: «Lo curioso es que los recuerdos no nos llegan de forma cronológica». También es posible que algunas de las obras citadas ni siquiera se proyectaran en Langreo, pero forman partes de nuestros recuerdos. Estoy seguro que estos recuerdos también pueden ser en parte patrimonio de otros ciudadanos de Langreo y de otras muchas poblaciones españolas. En resumen cualquier parecido con la realidad tiene más de una coincidencia.
avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años
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1. Los inicios del Cine Felgueroso (de 1959 a 1970)
hay un cine muy carismático de forma elíptica que se denomina desde su construcción Cine Felgueroso. Es un edificio que sigue estando situado en el corazón de uno de los distritos de nuestra ciudad, en Sama de Langreo, en la calle Dorado. Está en el centro geométrico del inmueble denominado Inmobiliaria Felgueroso, igual que hace cincuenta años, que fue cuando el círculo empezó a trazarse, conformando una elipse de excentricidad igual a 1. A finales de los años cincuenta, sobre el solar que ocupó el antiguo mercado de ganado de Sama, se construyó un gran complejo inmobiliario donde destaca este edificio de cine, poseedor de una forma muy original. Se convirtió desde su construcción en un verdadero icono para los vecinos de Langreo. En un principio la gente lo llamaba popularmente la pajarera, por la similitud que tenía con la jaula acristalada, llena de pájaros de muchas especies, de distintos tamaños y formas variadas que había en el Parque Dorado de Sama. Hoy pocos se acuerdan de tal denominación. Este edificio destinado a cine, de planta elipsoidal, es obra del arquitecto Juan José Suárez Aller, un langreano que falleció en Oviedo en el mes de marzo de 2008 a los 88 años de edad. A lo largo de toda la geografía española hizo colegios, viviendas, grandes edificios, conjuntos monumentales y cines. La mayoría de su obra está incluida en catálogos urbanísticos de bienes a proteger por su calidad y singularidad. Nacido en La Felguera, pasó su infancia en Sama, estudió arquitectura en Madrid, fue discípulo de importantes arquitectos y viajó mucho completando sus estudios e inspirándose. Después de colaborar en obras de cierto renombre en Asturias, en 1954, recibió el encargo de proyectar una edificación en el solar del mercado de ganado de Sama, destinado a viviendas para gente con alto poder adquisitivo. Construye un gran inmueble en forma de «U», 26
de siete pisos, con una galería de bajos comerciales dando a dos calles y en el centro un cine. El edificio destinado a tal efecto cuenta con una extraordinaria cristalera, de la que el propio arquitecto reconoció que estaba inspirada en uno de Dakota del Norte obra de Frank Lloyd Wright, precisamente de este genio de la arquitectura son algunos de los edificios que utilizó Ridley Scott en Blade Runner (1982). Hoy en día se sabe que tiene influencias del Movimiento Moderno y del Expresionismo Alemán. La fachada exterior está adornada con mosaicos y había murales interiores de decoración, ambos obra de los pintores Antonio Suárez y Jesús Díaz Zuco. Circuitos Fernández Arango, una potente compañía de exhibición cinematográfica con amplia presencia en todo el norte de España, inauguró en Sama de Langreo el Cinema Felgueroso el día 4 de diciembre de 1959, significativamente el día de Santa Bárbara patrona de los mineros, con la película Horizontes de Grandeza (1958) de William Wyler, un western de 165 minutos de duración, en formato cinemascope, con la actuación estelar de grandes estrellas de la talla de Gregory Peck, Charlton Heston, Jean Simmons, Burl Ives, Carroll Baker, Charles Bickford y Chuck Connors. Al menos eso es lo que comunicaba a los langreanos la publicidad por parte de la empresa distribuidora de la cinta. En realidad estábamos ante una de las grandes producciones americanas de los cincuenta, dirigida en el mejor momento creativo de William Wyler, un veterano director nacido en 1902, apodado noventa tomas Wyler por lo perfeccionista que era y que traía por la calle de la amargura a técnicos y actores. Había debutado en 1925 y cuando estrenó esta película ya contaba entre otras con un buen puñado de obras maestras como: Jezabel (1938), donde Bette Davis, su compañera sentimental durante una época, interpreta a una bella dama sureña; Cumbres borrascosas (1939),
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • sala oscura
El Cinema Felgueroso se inauguró el día 4 de diciembre de 1959, significativamente el día de Santa Bárbara patrona de los mineros, con la película Horizontes de Grandeza (1958), de William Wyler. En 1999, con motivo del noveno aniversario de Sala Oscura, proyectamos una de las mejores películas de William Wyler: Los mejores años de nuestra vida (1946).
adaptación de la novela homónima de Bronte con un joven Lawrence Olivier que empezaba a despuntar en el panorama interpretativo mundial; La loba (1941), de nuevo con una impagable Bette Davis labrando su mitificación; La señora Miniver (1942), una cinta muy cuidada y muy académica ganadora de seis Oscar; La heredera (1949), una maravilla basada en un relato de Henry James; Brigada 21 (1951), un buen ejemplo de cine negro; o Vacaciones en Roma (1953), un excelente cuento de hadas para adultos. Pero aún quedaban por llegar otras de sus películas como Ben Hur (1959), uno de los filmes más premiados por la Academia de las Artes y las Ciencias de Hollywood, un extraordinario espectáculo, con una carrera de cuádrigas inolvidable y con un Charlton Heston en plena forma; El coleccionista (1965), un drama psicológico con una brillante actuación de un jovencísimo Terence Stamp; Como robar un millón y… (1966), una comedia sobre un robo imposible con Peter O’Toole
demostrando su versatilidad interpretativa; Funny Girl (1968), un musical con Barbra Streisand y No se compra el silencio (1970), un fracaso en taquilla y su última obra. Todas ellas fueron proyectadas en varios cines de Langreo en los años sesenta, época prodigiosa y de esplendor de nuestras salas. En 1999, con motivo del noveno aniversario de Sala Oscura, proyectamos la película de William Wyler titulada Los mejores años de nuestra vida (1946), una de sus mejores obras, una crónica del regreso a casa de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial, ganadora de un buen puñado de Oscar. Publicamos un monográfico sobre el autor en el que aparece un artículo de Miguel Ramos titulado «Una toma más» y en él dice de Horizontes de grandeza: Narra con pulso clásico el enfrentamiento entre dos clanes de ganaderos por el control del agua, atrapando en medio a Gregory Peck que encabeza un reparto formidable con dos colosos de la talla
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de Charles Bickford y Burl Ives protagonizando un formidable y semielíptico duelo final. Maltratada en su momento, hoy va a recuperando el lugar de privilegio que le corresponde a los sones de la imperecedera partitura de Jerome Moross.
Miguel consideraba a William Wyler como uno de los mejores directores de todos los tiempos y el que contaba con una de las mejores filmografías. La primera película con la que accedí al Cine Felgueroso fue El albergue de la sexta felicidad (1958) de Mark Robson, una producción americana de 158 minutos de duración protagonizada por Ingrid Bergman. Fue en butaca principal, en uno de los semicírculos de la parte delantera que simulaban pequeños palcos, donde había una serie de sillas y taburetes de distinta altura para aprovechar una segunda fila. La película no me gustó, yo tenía pocos años y mis preferencias iban por otros derroteros. Es un drama bélico, basado en una historia real, sobre una misionera británica en China durante la ocupación japonesa que salvó a un grupo de unos cien niños, para lo que tuvo que cruzar las líneas enemigas. Pero la sala me deslumbró y aunque asistí a infinidad de salas en España y en algún que otro país más, pocos coliseos me impactaron tanto como el Cine Felgueroso, aunque hay que reconocer que la capacidad de sorpresa disminuye con el paso del tiempo. En los años sesenta casi todo el mundo iba al cine, era un referente y constituía la evasión perfecta, en clara competencia con el fútbol, aunque este deporte parecía únicamente patrimonio del género masculino. La tradición cinematográfica en Langreo estaba bien alimentada por la cantidad de salas que hubo desde comienzos del siglo xx. Los niños de entonces programábamos nuestro ocio en función de las películas que deseábamos ver. Los chicos de mi pandilla acudíamos a Sama, La Felguera, Lada, Ciaño, La Nueva, Barros o Tuilla para ver las películas. El motivo está muy claro, yo vivía en El Puente, justo en frente del Macelo Municipal, la actual Pinacoteca, estábamos entre los distritos de Sama y La Felguera, en el corazón de nuestro concejo. Los chavales del popular barrio langreano no entendíamos ni practicábamos las rivalidades locales, yo me sentía de Sama y de La Felguera y de todos los demás distritos cuando fue preciso. 28
La televisión llegó a los bares del núcleo urbano de Langreo hacia 1963 y empezó a popularizarse en los hogares años más tarde. Esto fue el comienzo de la más dura competencia que llegarían a tener las salas de cine. Pero no nos engañemos, por mucho que queramos recordar las emisiones televisivas como maravillosas, estas no resistían la comparación con las superproducciones, a todo color y en pantalla grande, que veíamos en los cines. De lo que veía por televisión en el Bar Regodón, que era de mi abuela, solo recuerdo los títulos de algunas series o de algunos programas y no puedo hacer la más breve sipnosis de ningún episodio. Sin embargo puedo hacerlo de cientos de películas que vi en aquellos años, maravillosos porque así lo quiero recordar. Por el contra, bajo el punto de vista social esos años dejan bastante que desear. Por ejemplo si pienso o escribo del sistema educativo, que imperaba y al que estábamos sometidos, me saldría el guión de un filme neorrealista de lo mas demencial. El cine para nosotros y para otros muchos ciudadanos era una perfecta válvula de escape. La inauguración de una nueva sala era todo un acontecimiento social de primer orden, el tiempo demostró que también lo era cultural. el Cine Felgueroso disponía de un aforo para 852 espectadores distribuidos de la siguiente manera: 332 en patio, es decir en la planta baja, 179 en butaca de club, la primera planta o entresuelo y 321 en butaca principal. Esta última, la segunda planta, popularmente se denominaba el gallineru. La cabina de proyección, situada en la planta de entresuelo, estaba dotada con un equipo duplicado, o lo que es lo mismo, con dos máquinas. Esto permitía cambiar los rollos de las películas en proyección sobre la marcha sin tener que empalmarlos. Entre las características del cine destacaba la presencia de un ambigú en la última planta, con esplendidas vistas a la calle Dorado, a lo largo y ancho de la enorme cristalera de vidrio; unas escaleras sinusoidales, en cuyos recodos había expositores publicitarios, siempre dedicados a los próximos estrenos; un acogedor vestíbulo, que albergaba a su izquierda, debajo de la escalera, el puesto de venta de caramelos, bombones o garapiñadas, nadie se imaginaba que allí algún día se
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venderían palomitas de maíz, eso era muy americano para nosotros; un frontal encima de la puerta principal donde se anunciaban también películas, que se veían reflejados en los grandes espejos situados encima de la puerta de acceso a la planta baja; unos servicios en el sótano; dos puertas de emergencia en el patio de butacas que daban a los jardines de la Inmobiliaria y dos taquillas exteriores dando a la calle, al lado de las cuales se colgaban las carteleras de la película en proyección y los carteles de los próximos estrenos en la sala que eran de 1 × 0,70 metros. La publicidad mediante póster del Cine Felgueroso y de otros cines del concejo, estaba distribuida por todo Langreo, uno se fue acostumbrando a desviarse de su ruta habitual para ir a ver los afiches de lo que ponían en las distintas salas. A mí en particular me gustaba pasar a verlos en la frutería que había al lado del Bazar X y otro que estaba al lado de la Droguería Azul, ambos en Sama. Años después, cuando paso por estos lugares, a veces aún giro la cabeza esperando encontrármelos. Ir al cine era un acontecimiento familiar y social, en muchas sesiones acudían las familias al
El Cine Felgueroso disponía de un aforo para 852 espectadores distribuidos de la siguiente manera: 332 en patio, es decir en la planta baja, 179 en butaca de club, la primera planta o entresuelo y 321 en butaca principal.
completo. Además, podíamos ver a las mismas personas en las mismas butacas, las taquilleras sabían donde querían las entradas los clientes, el portero saludaba con algún comentario deportivo o sobre el tiempo, el acomodador desvelaba el interés y la calidad de la película y a la salida se inundaban los aledaños con una auténtica marea humana. Las sesiones de proyección del Cine Felgueroso, en su primera etapa, se desarrollaban casi todos los días de la semana. Los sábados eran los días de estreno y la cinta se exhibía hasta el martes inclusive, en sesiones de 5 y 7.30 de la tarde y 10.15 de la noche. Los domingos a las tres había unas populares sesiones infantiles, donde se proyectaban películas adecuadas al bullicioso público. Los jueves y viernes se pasaban películas de menor empaque o reposiciones. Grandes éxitos cinematográficos estrenados en España en los sesenta
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pasaron por su pantalla y por supuesto que existía un cine invisible que tuvimos que rescatar en años sucesivos, pero eso son historias de la dura censura que sufrimos en este país. Los miércoles creo recordar que era día de descanso. También se suspendían las proyecciones durante los días festivos de Semana Santa. El domingo de resurrección era tradicional presentar un gran estreno. Así lo decía la publicidad de las salas. Eso también pasaba en Italia como bien nos recuerda en Cinema Paradiso (1989) Giuseppe Tornatore. En otros cines, dependiendo de la sala y de los clientes, había muchos tipos de programación semanal, con diferentes clases de proyecciones, numeradas o sin numerar, sesiones continuas, programas dobles y sesiones infantiles. En esta época las sesiones fémina, es decir cuando las chicas no pagaban, habían quedado atrás. Yo al menos no las recuerdo. Una sesión normal solía comenzar con el pase del no-do, documental sobre actualidad política, social y deportiva, que era un instrumento publicitario del gobierno de proyección obligatoria, estando prohibido cualquier otro noticiario o informativo. Lo de actualidad es un decir puesto que en la mayoría de los casos veíamos las noticias con uno, dos o tres años de retraso. Nos dábamos cuenta cuando ponían imágenes de la final de la Copa de Fútbol y comprendíamos que tenían varias temporadas de antigüedad. El noticiario empezó en 1943 siendo obligatorio hasta enero de 1976, aunque se siguió haciendo hasta 1981. A partir de 1968 contaba con una sección en color. Su sintonía, obra de Manuel Parada, autor de múltiples bandas sonoras, fue y es muy popular. Después venían los tráiler, que nosotros llamábamos la parte, de los futuros estrenos. A continuación comenzaba la película. Aprovechando uno de los cambios de rollo, se hacía un descanso hacia la mitad de la sesión, los espectadores salían disparados al servicio, al ambigú o a comprar las golosinas. El vestíbulo, las escaleras y el ambigú se llenaban de fumadores y un timbre anunciaba la reanudación de la proyección. A la entrada o a la salida de la sesión el portero o los acomodadores entregaban los programas de mano que anunciaban los próximos estrenos, un 30
material hoy en día muy codiciado por los cinéfilos y coleccionistas. Las películas tardaban un tiempo considerable en llegar a las pantallas langreanas, a veces pasaban años desde su estreno en Madrid o meses desde su pase por Oviedo. Correlativamente el protocolo también hacía que los estrenos en Langreo se hicieran en los grandes cines de Sama o La Felguera, lo que no implicaba tener que desplazarse a otros distritos para ver alguna novedad que había pasado de largo o se nos había despistado. El personal que atendía la sala estaba perfectamente uniformado, empezando por el portero, que a los chavales nos parecía un mariscal de campo y que imponía un respeto considerable. Como la mayoría de las sesiones eran numeradas había que recurrir a los acomodadores, armados con su linterna, imprescindibles cuando la sesión había comenzado y las luces se habían apagado, que también imponían su respeto y eran además los encargados de mantener el orden en la sala, sus decisiones eran respetadas y tenían la facultad de expulsar de la misma a los que no cumplían las normas del buen espectador. Eran la pesadilla de las parejas que acudían buscando discreción para sus escarceos amorosos. Aún no era la época de darles propina. Otra figura curiosa era la del caramelero, un chico que recorría la sala vendiendo lotes de golosinas, era una figura envidiada por el resto de sus colegas puesto que: ¡podía ver las películas gratis! Además se rumoreaba que también accedía a las clasificadas para mayores. En su primera década de funcionamiento, el Cine Felgueroso pasó películas tan importantes como: El puente (1959) de Bernhard Wicki, una película alemana, nominada al Oscar a la mejor producción de habla no inglesa, ganadora de un Globo de Oro, que es una cinta bélica sobre un grupo de niños que defienden un puente en las postrimerías de la II Guerra Mundial para que no caiga en manos del ejército aliado y que sorprendió por la crudeza de sus imágenes; Rocco y sus hermanos (1960) de Luchino Visconti, un melodrama estupendo y uno de sus filmes más hermosos, donde empezaba a despuntar un joven y bello actor francés llamado Alain Delon; Plácido (1961) de Luis G. Berlanga, una de sus comedias más amargas, donde comenzábamos a descubrir otro cine español y los impagables y geniales guiones de Rafael Azcona; Tom Jones (1963) de Tony Richardson,
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Bonnie y Clyde (1967), de Arthur Penn, película que influyó considerablemente en la moda de los sesenta y donde la violencia en el cine moderno se hace bastante más explícita; América, América (1963) de Elia Kazan, y Cleopatra (1963), de Joseph L. Mankiewicv, fueron algunas de las películas que se proyectaron en el Cine Felgueroso en su primera década de funcionamiento.
gran difusora del Free Cinema y uno de los mayores éxitos del cine inglés; Irma la dulce (1963) del genial Billy Wilder, película de escándalo en su época, que aquí se estrenó con bastantes años de retraso, creo que fue la década siguiente; Cleopatra (1963) de Joseph L. Mankiewicv, con la pareja que hizo historia en la prensa rosa, Liz Taylor y Richard Burton y uno de los mayores desastres económicos de uno de los grandes estudios americanos, la Fox; América, América (1963) de Elia Kazan, epopeya de uno de sus antepasados, con escenas inolvidables como aquella en que un emigrante,
al no poder seguir caminando, da sus botas a otro para que lleguen juntos a la tierra prometida; Becket (1964), de Peter Glenville, con Peter O’Toole y Richard Burton en un duelo interpretativo inolvidable, que gozó de una extraordinaria popularidad entre el público local; La tía Tula (1964), de Miguel Picazo, un nuevo concepto de cine español; Klute (1967), de Alan J. Pakula, Oscar para Jane Fonda; Bonnie y Clyde (1967) de Arthur Penn, película que influyó considerablemente en la moda de los sesenta y donde la violencia en el cine moderno se hace bastante más explícita; El
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La sirena del Mississipi (1969) de François Truffaut, Atraco a las tres (1962) de José María Forqué y Tristana (1970) de Luis Buñuel son tres películas de tres géneros distintos que aúnan calidad y comercialidad. Con ellas aprendimos a disfrutar un poco más del buen cine. Forman parte de nuestro patrimonio cultural.
Dorado (1967), de Howard Hawks, un remake de su western Río Bravo (1959), aquí con un actor mítico llamado Robert Mitchum haciendo de pistolero alcoholizado; Cowboy de medianoche (1969), de John Schlesinger, una visión muy dura de los desarraigados en la gran ciudad y quizás la mejor interpretación de Dustin Hoffman; La sirena del Mississipi (1969) de François Truffaut, una hermosa historia de desamor y para mí una de sus mejores obras; La leyenda de la ciudad sin nombre (1969), de Joshua Logan, un musical situado en la fiebre del oro en el salvaje oeste, con un Clint Eastwood que 32
empezaba a demostrar que estaba preparado para empresas mayores y con un histriónico Lee Marvin, en el cenit de su carrera interpretando Estrella errante, una canción que se hizo muy popular y todos reconocemos; Tristana (1970) de Luis Buñuel, su vuelta al cine español después de Viridiana, con la presencia de una bellísima Catherine Deneuve, a pesar de su cojera en la cinta; y Love Story (1970) de Arthur Hiller, sentando cátedra en el romanticismo de los sesenta, que dejó una huella imborrable y generó toda una saga de historias de amor con final trágico.
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Es muy probable que algunas de éstas las pusieran en el Cine Rozada, mi memoria no llega a tanto. También vimos en el Cine Felgueroso El graduado (1967), de Mike Nichols, una de las cintas que más marcó a la juventud de los sesenta, pues con ella empezamos a sentirnos adultos. Dotada de un aire fresco y desenfadado, con una gran dosis de libertad sexual, tenía además una maravillosa banda sonora de David Grusin, incluyendo unas canciones extraordinarias de Simon y Garfunkel, en concreto el tema Los sonidos del silencio, un incunable de la música contemporánea, aunque no había sido escrito expresamente para la película. En el viaje de estudios a Barcelona, que hice en 1970 como alumno del ies Jerónimo González, no paramos de tararearla mientras un compañero la interpretaba a la guitarra. Fue emocionante ver en nuestros cines una de las mejores comedias españolas de todos los tiempos. Se trata de Atraco a las tres (1962) de José María Forqué, una obra maestra en unos tiempos en
los que el cine español no nos tenía acostumbrados a tal menester. Se repuso con honores de estreno El puente sobre el río Kwai (1957) de David Lean, se hizo de fin de semana y cosechó un enorme número de espectadores, merecía la pena. Esta práctica de las reposiciones era habitual en los años sesenta. Una película que disfruté como pocas en el Cine Felgueroso fue La conquista del Oeste (1963) de John Ford, Henry Hathaway y George Marshall, en la que pude contemplar en una sola cinta todos los arquetipos del cine del oeste, del cual era un acérrimo consumidor. Estaba rodada con un incipiente cinerama. En los cines que no disponían del sistema, como era en Langreo se pusieron copias adaptadas donde se ven perfectamente la división entre las tres cámaras de rodaje. En la copia exhibida en el Cine Felgueroso se respetó antes del comienzo la obertura musical del genial Alfred Newman, solo recuperable en la edición discográfica y en una primitiva edición en video beta. Es una de las mejores bso de la historia. Compré la banda sonora en un vinilo muchos años después, pero hace seis años, mi compañero en la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura Miguel Ramos me pasó una edición americana de la misma con dos cd, por supuesto que completísima, de la que pronto hice una copia que aún sigo manteniendo y que está entre lo más escuchado de mi archivo sonoro. Otro de los grandes acontecimientos fue la proyección de West side story (1961) de Robert Wise, un musical inspirado en la historia romántica de Romeo y Julieta, coreografiado por Jerome Robbins y premiado con 10 Oscar, que modernizó el cine musical y en contra de lo esperado, supuso un éxito a nivel mundial. Fuentes locales decían que salía un chico de Lada, de nombre Roberto Ibiricu Coto, que El puente sobre el río Kwai (1957) de David Lean constituye un buen ejemplo de que las reposiciones de obras de este tamaño no estaban reñidas con la comercialidad.
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hacía el papel del pelirrojo Abraham, un bailarín, y era su primer papel en el cine. Estos datos figuran en una entrevista con el actor y escritor langreano que se puede leer en Internet, pero yo no lo puedo afirmar. hacia 1965 se proyectó, en el Cine Felgueroso, de forma gratuita y obligatoria, a los escolares, la película Franco, ese hombre (1964) de José Luís Saénz de Heredia, fue realizada por el Régimen para conmemorar los llamados XXV Años de Paz. Era cine político y panfletario donde algunos se empeñaron en justificar lo injustificable. Las sesiones eran matinales, los infantes se aburrieron como ostras y al final alguien arrancó una sonora ovación correspondida por los niños que de esa forma se libraban de tan pesado documental, pues para nosotros era un no-do de larga duración. La susodicha cinta también estuvo en la cartelera normal y las crónicas decían que fue un éxito de público. en la fecha de inauguración del Felgueroso estaban en pleno funcionamiento doce cines en Langreo, él hacía el número trece. Había tres más en Sama, tres en La Felguera y uno en Ciaño, La Nueva, Lada, Tuilla, Barros y Lada. En la misma calle Dorado de Sama estaba el Teatro Rozada, construido en los terrenos donde estaba el antiguo Teatro Dorado. Tenía unas escalinatas de mármol a la entrada, un precioso vestíbulo adornado con grandes espejos de marcos dorados, una planta baja, tres pisos y una terraza. Había comenzado con El gran Caruso (1950) de Richard Thorpe. Desarrollaba una gran actividad teatral y de variedades, además de la propia cinematográfica, y en el año 1961 pasó a estar regido por la empresa Fernández Arango. Tras una remodelación se le incorporó el sistema todd-ao, es decir los negativos venían en un deslumbrante súper technirama con un grosor de 70 mm., frente a los 35 mm del cine comercial de la época, el sonido era extraordinario y la pantalla tenía unas dimensiones monumentales. La sala estaba recubierta de placas de corcho y la acústica en la sala resultaba magnífica. Cerró en el año 1970, la última sesión fue el musical Oliver (1968) de Carol Reed, un filme de gran nivel, que originalmente creo que estaba rodado 34
en formato Cinerama, yo así lo vi en Barcelona en el viaje de estudios, puesto que los profesores nos llevaron a una sesión nocturna. En esta sala triunfaron cintas como: El cardenal (1963) de Otto Preminger, obra de gran presupuesto dirigida con mucha eficacia; El verdugo (1963) de Luis G. Berlanga, una de las mejores cintas de nuestra cinematografía y de las más aplaudidas por todos los estamentos críticos; Los cañones de Navarone (1961) película bélica de J. Lee Thompson y de la que todos los espectadores salíamos del cine tarareando su melodía obra de Dimitri Tiomkin; My Fair Lady (1964), un gran musical del excelente George Cukor que recibió ocho Oscar y sigue maravillando; Dos hombres y un destino (1969), de George Roy Hill, un western sorprendente e innovador con una pareja de lujo que haría historia, Paul Newman y Robert Redford, con mucha acción y un excelente humor, esta cinta creó el cine de parejas masculino que tuvo muchas representaciones en los años siguientes; El mundo está loco, loco, loco (1963) de Stanley Kramer, un homenaje a la comedia tipo slapstick; Cometieron dos errores (1967) de Ted
Cometieron dos errores (1967) de Ted Post, fue una de las películas más vistas en el Teatro Rozada.
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James Bond es un personaje de ficción creado por el novelista inglés Ian Fleming en 1952. También es conocido como Agente 007 y por lo visto tenía licencia para matar, pues eso es lo que indicaba el doble cero. Su primera adaptación al cine fue Agente 007 contra el doctor No (1962) de Terence Young. La tertulia Cinematográfica Sala Oscura la revisó a finales de los noventa y había envejecido lo suyo, estaba protagonizada por Sean Connery, el primer Bond y el que más identifica al personaje. De esta primera entrega solo puede quedar en la memoria de los cinéfilos Ursula
Andrews saliendo de un agua cristalina con un sucinto, para la época, biquini blanco y el tema central que se repite en toda la serie, por cierto escrito por John Barry sin aparecer acreditado como tal y al que aun hoy en día no le quieren atribuir la autoría. Esta cinta, que se pasó en el Cine Felgueroso, generó más secuelas que ninguna otra en el cine del último cuarto del siglo xx y aún sigue en activo. Tuvo seis protagonistas y las realizaciones superan la veintena. Todas se pusieron en los cines langreanos con rigurosa puntualidad y cada nuevo estreno era un acontecimiento. Es la serie más desigual que se hizo.
Hoy en día todos conocemos secuencias de la serie Bond pero no sabemos ubicarlas en una película concreta, yo que creo que tengo memoria para los eventos cinematográficos confundo unos títulos con otros. Sin embargo poseen unas bandas sonoras de primera magnitud. El único protagonizado por George Lazenby, Al servicio de su majestad (1969), de Peter Hunt, contiene la mejor banda sonora de la serie, a cargo del extraordinario John Barry y con el mejor tema central, que aparece en medio de la cinta, cantado por Louis Armstrong y titulado We have all the time in the World, en la que fue su última grabación meses antes de morir. Es una las mejores canciones de la Historia del Cine, todo un regalo a los oídos del espectador, y que yo no me canso de escuchar, como hago ahora en el momento de escribir estas líneas. Tras el éxito de James Bond surgieron una serie de coproducciones europeas de películas con espía, irresistible para las mujeres, duro por lo que decía el guión y que mataba con o sin licencia. Algunas llegaron a ser presentadas como grandes estrenos. Pero la mayoría eran programadas entre semana o en programas doble. No merece la pena destacar ninguna. Sin embargo siempre recordaré una secuencia, de uno de estos subproductos, donde las torres de La Sagrada Familia de Barcelona eran torretas de lanzamiento de los misiles del esperpéntico villano de turno. Eso sí que no le pasó por la cabeza a Antoni Gaudí.
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Dos títulos para la misma película. La censura o sus responsables tendrían mucho que decirnos. Aún esperamos sus explicaciones sobre sus desaguisados.
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Post, la vuelta de Clint Eastwood al cine americano después de su paso por el western europeo de Leone; Adivina quién viene a cenar esta noche (1967) también de Stanley Kramer, última aparición en la pantalla del gran Spencer Tracy; A sangre fría (1967) de Richard Brooks, excelente adaptación de la novela homónima de Truman Capote, uno de los mejores alegatos contra la pena de muerte que se vieron en el cine; La Residencia (1969) de Narciso Ibáñez Serrador, su debut en la gran pantalla después de cosechar numerosos éxitos en Televisión Española; Queimada (1969) de Gillo Pontecorvo, cine político proveniente de Italia al que no estábamos acostumbrados, por lo visto la censura le había cambiado el título que era Quemada para alejar de nosotros malos espíritus; o Doctor Zhivago (1965) de David Lean, haciendo que España pareciera Rusia, una película que enamora y que cuenta con una banda sonora de Maurice Jarre que forma parte de nuestras vidas. En esta sala se estrenó 2001: una odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick, cinta basada en una novela de Arthur C. Clarke. Es una de las obras maestras de la ciencia-ficción, la película que dignificó el género y lo impulsó. Contiene momentos memorables de la narrativa cinematográfica. Todos recordamos la elipsis más espectacular de la historia del cine cuando el humanoide lanza un hueso al aire y encadena con una nave espacial que se dirige a la Luna, pues de repente pasaron ante nuestros ojos unos cuantos miles de años o la extraordinaria secuencia de la muerte de hal el computador. Estos momentos mágicos perduran en la memoria de cualquier aficionado al buen cine. Además es capaz de mostrarnos en imágenes la frialdad de los tiempos futuros, la relación del hombre con las máquinas y la presencia de un ente superior. Sobre ella se escribieron ríos de tinta y fue una de las obras cinematográficas más discutidas de toda la historia. Kubrick desechó la partitura original compuesta por Alex North, que los que tuvieron ocasión de oírla dicen que es excelente, e introdujo una selección musical hoy en día patrimonio de la cinta. Unos años después fue repuesta en el Cine Felgueroso y aunque el paso del tiempo la mantenía igual de fresca, algunos de los espectadores de la sesión a que asistí no sabían de que iba aquello y en lugar de retirarse al cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • sala oscura
lugar que les correspondía, el cual no me atrevo a mencionar, se dedicaron a proferir comentarios que ellos creían graciosos. Fue todo un ejemplo de la grandeza y las miserias de las sesiones de cine comercial. Esta película me hace ver de nuevo el círculo que se sigue trazando, y lo hace con una estación espacial que gira en las proximidades de la Luna y en su centro encaja una nave de transporte de viajeros. Con El gran combate (1964) de John Ford, que también vimos en todd-ao en el Cine Rozada, empecé a disfrutar en una pantalla de la fotografía, y la recuerdo como espléndida. La película nos pareció triste, no nos acabó de llenar, pero éste último western de Ford fue ganando con el paso de los años en cotización y hoy en día lo sitúo entre mis filmes predilectos. Me gusta por lo bien que sale Momument Valley, por la defensa a ultranza del pueblo indio, en concreto los cheyenne, por la presencia de Sal Mineo como el más rebelde de la tribu, por la desmitificación de pasajes históricos, porque contribuyó a que fuéramos perdiendo la inocencia sobre ciertos aspectos históricos mitificados por el cine y porque junto a Siete mujeres (1966), también vista en este cine, es el epitafio cinematográfico de un gran maestro. Añoro como me gustaría poseer el gran póster de la película que colocaron en la fachada de la derruida piscina que había en el Puente, que nunca se llegó a inaugurar, justo enfrente de mi casa. No era un sitio habitual de colocación de publicidad cinematográfica, estuvo allí hasta que llegó un circo y empapeló todo el frontal de la piscina. Los chicos del barrio íbamos a ver el cartel y como había fotos de los intérpretes, nos dedicábamos a repartirnos los papeles, después marchábamos al Macelo Municipal y jugábamos a indios y vaqueros. Éramos callejeros.
Esto lo aseguro, para mí la mejor película que visioné en el Cine Rozada fue Grupo Salvaje (1969) de Sam Peckinpah, fue una cinta acogida de manera dispar por la crítica en el momento de su estreno, pero convertida con el paso del tiempo en imprescindible. Estaba bastante mutilada por diversas causas, pero conservaba una fuerza arrolladora. Rodada de manera primorosa, puso de moda la ralentización y fue acusada de mostrar una violencia demasiado explícita, la sangre de las víctimas chorreaba y llegaba a salpicar la pantalla. Hoy en día todo el mundo ve en ella la mejor muestra de western crepuscular y mucha poesía, lo difícil era verlo a finales de los sesenta. Aquí empecé a descubrir mi gran afición al cine, lo que derivó en que empezara a leer artículos, entrevistas y críticas en revistas especializadas. A partir de esa fecha yo decía que había visto una película de Peckinpah o de Ford y no de Rock Hudson o de Sofia Loren. Para mi el director comenzaba a ser el elemento humano más importante de la obra cinematográfica. También tenían cabida en la programación del Cine Rozada numerosos spaguetti western, los cuales tenían un buen tirón comercial. Entre otros se pusieron: Yo soy la revolución (1966) de Damiano Damiani, uno de los mejores productos de este género, protagonizada por Gian María Volonté y Klaus Kinski, que está ambientada en la Revolución Mejicana e inició el llamado Zapata Western; Cara a cara (1967) de Sergio Sollima, donde un profesor, encarnado por Volonté reorienta el espíritu revolucionario de un bandido
El spaguetti western reinó en nuestros cines a lo largo de los años sesenta y parte de los setenta. Un dólar agujereado (1965) de Giorgio Ferroni fue un buen ejemplo.
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interpretado por Tomás Milian, otro habitual en el género; Una pistola para Ringo (1965) de Duccio Tessari, con Giuliano Gemma y Fernando Sancho, actores asiduos en el género; El halcón y la presa (1967) de Sergio Sollima, con Lee Van Cleef y Tomas Milian, donde surge el personaje de Cuchillo, muy popular en la época; Corre cuchillo, corre (1969) también de Sergio Sollima, secuela de la anterior con Milian repitiendo personaje o Django (1966) de Sergio Corbucci, con Franco Nero, uno de los títulos más celebrados. Todos eran pasados en pantalla grande de 70 mm y disfrutaron de una buena acogida popular. Yo los vi todos uno tras otro y seleccioné algunos de los más cualificados y populares. Por supuesto que había muchos más, pero la mayoría de estos no aguantan bien el paso del tiempo y en el aspecto de la narrativa cinematográfica dejan mucho que desear. El Cine Hogar de Sama había iniciado su andadura en 1958 en el edificio construido por la Organización Sindical, que entonces denominábamos el Hogar del Productor y actualmente es la Casa del Pueblo. La taquilla estaba en el vestíbulo de entrada del edificio y en el descanso, la gente salía a los servicios o al bar que estaban en el exterior y los porteros daban un ticket. El aforo era de 300 butacas en una sola planta, donde actualmente se encuentra el Gimnasio de la UGT. El popular empresario local «Chito» se hace cargo de su programación en 1961 y a partir de 1965 se suscribe un contrato con la Empresa Pesquera que lo arrienda. Esto permitió visionar a los espectadores de Sama los estrenos que se realizaban en el Cine Maripeña de La Felguera, inaugurado un año antes. Años más tarde aún seguía siendo un cine muy popular, en todos los aspectos, sus películas eran menos conocidas pero tenía una clientela fiel. Mantuvo una programación constante hasta 1988. La primera cinta que creo vi en el Cine Hogar fue Escuela de Sirenas (1944) de 38
George Sidney, evidentemente era una reposición, pues yo tendría unos cinco o seis años,y cuando la revisé en un pase televisivo, no tenía ningún recuerdo de ella. Sin embargo, sí me acuerdo que mencioné en el Colegio de las monjas de Sama que me habían llevado mis padres y que recibí una reprimenda, porque por lo visto era gravemente peligrosa. ¡Quién entienda algo que me lo explique! La anécdota no merece más comentarios. Allí pude contemplar por primera vez cintas como: Murieron con las botas puestas (1941) de Raoul Walsh, mitificación absoluta, pero extraordinaria, del general Custer y un western de los que crean hábito al género; Los comancheros (1961) de Michael Curtiz, que en su momento me pareció muy divertida; El planeta de los simios (1968) de Franklin J Schaffner, una genial propuesta de cine de ciencia ficción que cuenta con uno de los mejores finales de todos los tiempos; El señor de la Salle (1964) de Luis César Amadori, inspirada en la vida del creador de los conocidos colegios religiosos, con la presencia de Mel Ferrer, creo recordar que los escolares fuimos gratis en una sesión matinal; Fray Escoba (1961) de Ramón Torrado, un título que tuvo mucha fama pero olvidable; El hombre con rayos X en los ojos (1963) de Roger Corman, todo un clásico de la serie B, que no sé cómo pude verlo ya que era autorizada para mayores; Furia en el valle (1958) de George Marshall, un western muy divertido con un Glenn Ford en plena forma; Tres sargentos (1962) de John Sturges, otro western, pero pseudohumorístico, con los miembros del clan Sinatra; La pantera rosa (1964) de Blake Edwards, que al igual que todas sus secuelas, se pusieron en casi todos los cines langreanos; o El estrangulador de Boston (1968) de La pantera rosa (1964) de Blake Edwards constituyó el inicio de una de las sagas más celebradas del cine. Entre otras cosas hizo mito cinematográfico a Peter Sellers.
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El profesor chiflado (1963) de Jerry Lewis es un filme de culto, descubierto hace muchos lustros por los espectadores de todo el mundo y encumbrado por la crítica especializada francesa.
Richard Fleisher, director al que tuve la ocasión de aplaudir en una edición del Festival de Cine de Gijón, en una de sus mejores obras y quizás el mejor papel interpretado por Tony Curtis. La cinta que más me impresionó en el Cine Hogar fue El profesor chiflado (1963) de Jerry Lewis, que era uno de mis ídolos de preadolescencia, había visto casi toda su obra, primero haciendo pareja con Dean Martin, en cintas dirigidas por Frank Tashlin o Norman Taurog y luego en solitario, en otras cintas dirigidas por él. El paso del tiempo corroboró el interés de la cinta, es la mejor versión que existe de Doctor Jekill y
Mr. Hyde, contiene unos gags geniales e inolvidables. Me sentí muy satisfecho cuando me enteré que en el año 2009 le concedían el Oscar Honorífico Jean Hersholt a Lewis, en este apartado los miembros de la Academia siempre aciertan. El Teatro de la Victoria estaba ubicado en la actual calle Soto Torres y su origen se remonta a los años veinte. El Sindicato Minero Asturiano, que tenía su sede en la Casa del Pueblo situada al final del parque Dorado, construyó un nuevo teatro en un local colindante, de nombre Teatro Manuel Llaneza. Un primer edificio tuvo un
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percance y nunca llegó a funcionar, pero sobre este mismo se construyó el definitivo. Se cree que se inauguró en julio de 1934 con la película Mercado de mujeres y se cerró en octubre de ese mismo año con la cinta titulada Falsa acusación, películas sobre las que no encuentro ninguna referencia. Tras los sucesos revolucionarios del 34, el Sindicato Minero tuvo problemas para devolver el préstamo de la Caja Asturiana de Previsión Social y fue embargado. En el año 1939 se hace cargo del local la empresa Paredes, la del Cine Rozada, e inaugura una nueva actividad que constaba de teatro, festivales, conciertos, bailes y sobretodo cine. La empresa Fernández Arango cogió el Teatro de la Victoria en el año 1961 y cesó definitivamente su actividad en 1967. En esta época funcionó fundamentalmente como una sala de exhibición de películas de serie B, de reestrenos y si la película tenía mucho tirón comercial se ponía a la vez en el Cine Felgueroso y en el Victoria. Como creo que fue el caso de El día más largo (1962) de Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, este último el realizador alemán de El puente, y que narra el desembarco en Normandía por las tropas aliadas en una superproducción donde se anunciaban más de 50 estrellas del cine. Para los chavales constituía uno de nuestros títulos predilectos, la vimos tres o cuatro veces. Fueron muy populares los programas dobles de los domingos en el Teatro de la Victoria, además en sesión continua y sin numerar, lo que implicaba que el espectador podía repetir el visionado de las películas. Constaban de un no-do, los correspondientes tráiler, dos películas, descansos y vuelta a empezar. Debido a la gran cantidad de descansos el ambigú de la planta baja estaba a tope, eran muy populares entre los chavales los refrescos llamados oranges elaborados en la misma calle unos metros más abajo por mi padrino Joaquín Felgueroso, Xuacu el sifoneru. Estos programas eran autorizados para menores y comenzaban a las cuatro de la tarde. Las sesiones a principios de los sesenta costaban a tres pesetas en butaca de patio y dos pesetas en general, esto hizo que tuvieran un éxito espectacular. Las colas en la taquilla del Teatro de la Victoria y de acceso a la sala eran enormes y a veces eran controladas por la policía local, que enton40
ces llamábamos los municipales. El público joven se nutría de pipas y chufas en un puesto ambulante que se colocaba en plena calle, justo enfrente de la entrada. Accedíamos a la sala en alocada carrera para elegir el sitio favorito, las filas de butacas estaban sueltas y más de una vez se venían abajo provocando un gran estrépito. El público infantil era muy vehemente y en varios momentos de los filmes tomaba partido por uno u otro bando o se involucraba en la acción con gritos, golpes con las butacas o pataleos, sobre todo cuando sonaba la clásica trompeta de carga del séptimo de Michigan, habitualmente sobre aquellos desalmados pieles rojas que no sabíamos aún qué hacían allí. Las copias de película eran inflamables, lo que unido a que tenían muchos pases, provocaba que se cortara la proyección porque quemaba la cinta de la película al trabarse o porque se rompía, y entonces se producían enormes pataleos en la sala, pero no pasaba nada, era la costumbre. Al final el más despierto de los chavales recordaba al resto el número de cortes que se habían producido y además indicaba en cuántos estaba el récord. Los besos, si no habían sido censurados, eran cantados como goles del Racing de Sama, el Círculo Popular de La Felguera o más tarde del Unión Popular de Langreo. A la salida jugábamos inspirados por las aventuras vividas en la sala, repartíamos papeles como unos vulgares jefes de casting de un gran estudio, por supuesto que los más cotizados eran el de mocín y mocina, pero no faltaba el chico que siempre quería ser el indio, el pirata o el jefe de los tártaros. Entre todo esto implícitamente había mucho cine con mayúsculas, era una buena cantera de cinéfilos. En estas sesiones dobles dominicales del Teatro de la Victoria se podían ver todo tipo de películas, eso sí, algunas con sus años encima. El paso del tiempo me hace destacar de su programación las películas de John Ford, que pude admirar y de lo que me enteré según las iba revisando a lo largo de mis años como espectador, y entonces me sorprendía de que ya las hubiera visto en el Teatro de la Victoria. Recuerdo como muestras: La trilogía de la caballería compuesta por Río Grande (1950); Fort Apache (1948) y La legión invencible (1949); El sargento negro (1960), un drama judicial en contra del racismo; Dos cabalgan juntos (1961), su western más delirante, sobre
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manera en su parte final; Misión de audaces (1959), su película sobre la Guerra Civil sobre un almirante americano que debe cesar en su actividad por un accidente Norteamericana; y Escrito bajo el Sol (1957), un drama doméstico. Con este tipo de cine me sigo deleitando en la actualidad. Otras películas entrañables fueron: Hatari! (1962) de Howard Hawks, una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos; Los vikingos (1958) de Richard Fleischer, que me pareció acción en su estado puro; El rey y yo (1956) de Walter Lang, un musical con un Yul Brynner en la cúspide de su carrera; Gigante (1956) de George Stevens, la última película de James Dean, que no me gustó porque creía que era del oeste y me encontré con un filme no comprensible por los niños, pero que años más tarde re-
Una muestra del cine que mamamos en el Teatro de la Victoria. Cine histórico, cine musical o western.
cuperé y las aguas volvieron a su cauce; El hombre del Oeste (1960) de Anthony Mann, una joya con un envejecido Gary Cooper, con una violencia elevada para la época, que creo recordar vi un lunes, fuera de los programas dobles y que me llevó mi padre; y Los diez mandamientos (1956) de Cecil B. De Mille, de la que recuerdo el deslumbrante espectáculo y que nos daban cromos de la misma cuando acudíamos al catecismo. También había mucho cine infantil del tipo de El guardián enmascarado (1955) de Stuart Heisler, que en realidad era una cinta de un personaje de los comic americanos de los cuarenta y cincuenta, que publicaba entre nosotros Editorial Novaro,
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Regreso del infierno, una cinta de 1955 realizada por el artesano Jesse Hibbs que fue repuesta hasta la saciedad en el Teatro de la Victoria. Pero que en cada pase fue recibida por los chavales con honores de estreno.
conocido en España como El Llanero Solitario, personaje que disparaba balas de plata y montaba un inteligente caballo blanco llamado Silver. Esta película fue proyectada en versión original con subtítulos, cosa que nos sorprendió a todos los chavales, y fue la primera que vi de esta forma; o Los Robinsones de los Mares del Sur (1960) de Ken Annakin, una producción de Walt Disney con mucha aventura, donde los auténticos protagonistas eran niños. Ésta la vimos varias veces y al final todos nos la sabíamos de memoria. Dentro de la programación disponíamos de Festivales de Cortos de dibujos animados de Tom y Jerry, incluido el fabuloso Concertista desconcertado, ganador de un premio Oscar, y disfrutamos de muchas reposiciones de las cintas del Tarzán protagonizadas por Johnny Weismuller y otros tarzanes menores junto a las películas de la mula Francis y el cine de Disney con Bambi (1942) a la cabeza. En el resto de la programación dominaban películas alemanas de misterio; cintas con los 42
insufribles niños prodigio, que estaban en pleno apogeo, los españoles y los americanos, puesto que Tú a Boston y yo a California (1961), de David Swift, la pasaron un montón de veces; el western alemán adaptado de novelas de Karl May, con Pierre Brice haciendo del jefe apache Winnetou como en La carabina de plata (1964) de Harald Reinl, acompañado de Lex Barker, al que vimos en algún que otro Tarzán y también muchos péplum puesto que los romanos tenían su tirón entre el público infantil, destacando películas sobre Hércules, Maciste o Ursus. Por supuesto había cine español, sobre todo comedias, además de películas francesas de aventuras con Jean Marais, que recuerdo en la serie Fantomas o en la cinta El capitán (1960) de André Hunebelle. El cine de humor tenía su representación con Louis de Funés, Mario Moreno Cantinflas y comedias americanas con títulos de todo tipo, donde para mi destacaban las de Jerry Lewis, uno de mis cineastas predilectos con el paso del tiempo. Probablemente las películas más proyectadas en el Teatro de la Victoria fueron La rebelión de los gladiadores (1958) una coproducción entre Francia, Italia y España de Vittorio Cottafavi; Regreso del infierno (1955) de Jesse Hibbs, donde el actor Auddy Murphy se autointerpreta en su faceta de héroe de la II Guerra Mundial, pues fue el soldado americano más condecorado en la contienda; y El gran jefe (1955) de George Sherman, en uno de sus mejores trabajos, con Victor Mature haciendo el papel de Caballo Loco. Dentro del cine español, en esta sala tuvo un éxito enorme La gran familia (1962) de Fernando Palacios, una cinta que se dedicaba a valorar la familia numerosa en la España del desarrollo.
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Esto no impide que su realización fuera correctísima. Tuvo varios remakes. El cine Victoria fue una hermosa fábrica de sueños e implícitamente el nacimiento de nuestra cinefilia. Por lo que me contaron mis padres, por eso lo recuerdo, mi primera asistencia a una sala de cine fue en el Teatro de la Victoria. Era un bebé, la tradición familiar de acudir al cine conllevaba ir con los recién nacidos. La película fue Marcelino, pan y vino (1954) de Ladislao Vajda, un cineasta húngaro afincado en España donde desarrolló casi toda su obra y que cuenta en su haber con obras maestras como Mi tío Jacinto (1956) o El cebo (1958). La sesión estaba hasta la bandera, no en vano es una de las películas españolas más taquilleras de todos los tiempos. Pero mi incipiente personalidad no entendía el estar a oscuras en una sala, los berrinches que soltaba hicieron a los espectadores protestar con toda la razón del mundo. Acabé la sesión en el vestíbulo mientras mis progenitores se turnaban en los paseos en cuello. Los míos fueron unos malos principios, pero en los siguientes años me convertí en un espectador compulsivo. Esta sesión tuvo lugar el día 14 de abril de 1957 y entre todas las de la jornada recaudó 2.533,50 pesetas. La cinta venía de proyectarse del Cine Rozada los días 12 y 13 con recaudaciones respectivas de 6.643,50 y 1.241 pesetas. Estos datos están recogidos de un libro de contabilidad de los cines que gestionaba la Empresa Paredes. El western parecía que hacía furor puesto que la sesión del día siguiente en el Cine Victoria, que fue Colorado
Jim (1953) de Anthony Mann recaudó 15.738 pesetas, quizás porque fuera fin de semana. Toda esta programación pasaba de reestreno por el resto de salas langreanas. La exhibición estaba diseñada en función de las exigencias de los distribuidores, según el tirón comercial de la cinta y a veces obligaban a contratar paquetes de filmes. Si uno quería programar La violetera (1958) de Luis César Amadori tenía que contratar varios títulos más de inferior comercialidad. El Teatro de la Victoria cerró en 1967. En la última etapa fue utilizado como sala de baile para la Sociedad de Festejos de Santiago, durante las fiestas de julio. Permaneció abandonado hasta su derribo, cuando ya amenazaba con caerse al estar declarado en ruinas. Fue demolido por una potente grúa un domingo, el 25 de febrero de 1979, para lo que hubo que desviar el tráfico. Todos los entresijos sobre la propiedad y los avatares sobre su demolición vienen reflejados en un extenso trabajo publicado en el Álbum Literario de Santiago de 2009, titulado Dos nombres para un mismo teatro: Manuel Llaneza/Victoria de JulioJosé Rodríguez Sánchez. En La Felguera estaba el Teatro Pilar Duro, que había sido inaugurado el 26 de junio de 1926. Construido por los marqueses de la Felguera, pronto fue comprado por Paulino García Argüelles para la empresa regida por él y por José Cuesta («Pepe el del Pilar Duro»). La sala tenía una gran capacidad, constaba de un patio de butacas, platea y general, también en los laterales unos enormes palcos, yo al menos así
El Teatro Pilar Duro situado en La Felguera era un edificio de una belleza extraordinaria, tanto en su parte externa como en sus entrañas. Al menos así lo recordamos los cinéfilos. avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 1. los inicios del cine felgueroso
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Mayor Dundee (1964), de Sam Peckinpah, a pesar de ser masacrada por la censura y por los productores, conservaba una fuerza arrolladora.
los recuerdo. En algunas sesiones ampliaba su aforo colocando sillas en los pasillos laterales. Duro Felguera se hizo cargo del consumo energético hasta mediados de los sesenta. Desde casi sus inicios tuvo equipo sonoro y fue escenario de multitud de acontecimientos cinematográficos, culturales, artísticos y sociales. Tenía independientes las entradas de butaca de patio y de general, con dos porteros, los chavales que no podían acceder por la edad, debido a la clasificación de las películas, pactaban con el portero de general la entrada, sacaban el ticket y esperaban una seña del mismo y accedían en frenética carrera al gallineru. A mediados de los años 44
sesenta, la empresa Fernández Arango asumió la gestión, hasta su cierre en plenas fiestas de San Pedro, el 30 de junio de 1974, con la proyección de También los ángeles comen judías (1974) de E. B. Clucher, mediocre filme de los artífices de la serie Trinidad. En el vestíbulo de entrada había una gran pizarra donde los domingos se iban anotando minuto a minuto los resultados de los equipos de las cuencas y de los grandes clubes de fútbol nacionales. En el recuerdo de muchos langreanos, creo que era el día de la Jira de San Pedro, está la despedida que le dio la banda de música alicantina Los Claveles a su encargado, que estaba en uno de
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los ventanales que daban a la plaza de la iglesia, puesto que la familia encargada de la gestión jiraba en las dependencias de la primera planta del cine. Pocos pudieron contener las lágrimas cuando sonaron los compases de Adiós con el corazón. Durante estos años su programación se nutrió de los filmes puestos previamente en el Cine Felgueroso y Teatro Rozada, al coincidir la gerencia. Fue mítica la presencia como empleado del inolvidable Suso, poniendo las carteleras, llevando a la estación los rollos de las películas con su mono azul de trabajo y celebrando los mejores momentos de las películas con su traje de espectador. Allí pude asistir a la proyección de Mayor Dundee (1964) de Sam Peckinpah, la primera película que vi del genial director americano; Nevada Smith (1966) de Henry Hathaway, un western sobre una venganza llevada hasta límites insospechados que contaba con una deslumbrante fotografía y una extraordinaria interpretación de Steve McQueen; Lejos del mundanal ruido (1967) de John Schlesinger, la historia
de una bella terrateniente encarnada por Julie Christie; Romeo y Julieta (1968) de Franco Zeffirelli, un acontecimiento popular con lleno hasta la bandera y con una enorme ovación en un desnudo visto y no visto de Olivia Hussey; El baile de los vampiros (1967) de Roman Polanski, una divertida comedia sobre vampiros, que interpretaba junto a su futura esposa, la malograda Sharon Tate; y Doce del patíbulo (1967) de Robert Aldrich, un gran espectáculo bélico con un reparto extraordinario, una cinta que cosechó una excelente taquilla. También acudí al Teatro Pilar Duro a dos sesiones muy especiales acompañando a mi padre, un cinéfilo que tuvo mucho que ver con mi futura afición: ¡Qué noche la de aquel día! (1964) de Richard Lester, lo que me recondujo musicalmente y El Álamo (1960) dirigida por el inolvidable John Wayne. Ésta fue el día de mi cumpleaños, allí me deslumbró un espectáculo sin precedentes con una de las mejores bandas sonoras de la historia del cine, obra maestra de Dimitri Tiomkin. También llevaba en los bolsillos cinco pesetas en cromos de la liga, fue todo un regalo. El Cine Covadonga, situado enfrente del Pilar Duro, abrió en 1950, tuvo como gerente a Antonio Coto, el primer presidente del Unión Popular de Langreo. Funcionó hasta el año 1969. En su última etapa también tuvo la gerencia de la empresa Fernández Arango. Su programación era de reestreno, cine de serie B, lo que no impedía que también se pudiera visionar alguna joya y obras de grandes autores. Los chicos de mi barrio íbamos algunos domingos a la sesión infantil, cuando estábamos hartos de ver las cintas del Victoria, en algunas ocasiones repetidas hasta la saciedad. En una ocasión vimos una sesión sentados en la puerta, para lo que teníamos que ¡Qué noche la de aquel día! (1964) de Richard Lester, un espectáculo musical sin precedentes y un falso documental que hoy en día es mítico. Su director creó un estilo imitado hasta la saciedad.
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apartar la gruesa cortina. Allí vi entre otras: El desertor del Álamo (1953) de Budd Boetticher, El pequeño gigante (1953) de George Pal o Salomón y la reina de Saba (1959) de King Vidor. Existen testimonios de que en el Cine Covadonga, en la proyección de Gilda (1946) de Charles Vidor, en los años cincuenta, ante el clamor popular se repitieron algunas secuencias por orden de Coto. Esta acogida a tan apreciado filme se extendió por toda España y la escuché contar en otras localidades, pero me aseguraron que en Langreo no fue una leyenda urbana. El otro extremo del parque Dolores F. Duro estaba el Cine Astur, que antes de la Guerra había sido el cine París. Fue explotado comercialmente en un principio por la empresa Marshal de Bilbao, durante un corto periodo de tiempo, después por Temístocles Fanjul Miravalles (Temis). En diciembre de 1965 pasa a explotarlo la empresa Pesquera, hasta julio de 1967. Los dueños del edificio lo venden en 1979 a la empresa Fernández Arango que, tras una reforma, vuelven a abrirlo el 1 de marzo de 1980, con La fuga de Alcatraz (1979) de Don Siegel, con la presencia estelar de un impagable e imparable Clint Eastwood, en la cima de su estrellato. El 13 de diciembre de 1988 cerró sus puertas definitivamente. En su ubicación se asienta un establecimiento de comidas rápidas. Tenía patio de butacas, anfiteatro y general. Durante una época importante fueron célebres sus programas dobles, los jueves, con una selección de spaguetti western, cine de espías, muchas más de humor italianos y entre ellas algún despiste permitía ver algo interesante, pero la inercia consumista del cinéfilo hacía que acudiera a la sala. Su programación fue variando en función de la gerencia. En este cine vi en su primera etapa: El hombre que mató a Liberty Valance de John Ford, obra que revolucionó el género del oeste; El coloso de Rodas (1961), primera cinta de Sergio Leone, rodada en parte en el puerto de Laredo, Cantabria, Los últimos días de Pompeya (1960) de Mario Bonnard, con Steves Reeves, la máxima estrella del péplum y Tres hombres buenos (1963), de Joaquín Luis Romero Marchent, una película del Oeste rodada en España cuando aun sabíamos poco o nada del spaguetti western. En su última etapa de los ochenta pude asistir a: Los niños de 46
Dune (1984) constituye el mayor batacazo en la filmografía de David Lynch. Una superproducción que no gustó a nadie.
Brasil (1978) de Franklin J. Schaffner, basada en un famoso best-seller; Huracán (1979) de Jan Troell, remake del filme clásico homónimo original de John Ford; Dune (1984) de David Lynch, una película totalmente fallida y desconcertante; o La querida (1976), quizás la peor cinta de Fernando Fernán Gómez como director, hecha por encargo para servir de lucimiento de Rocío Jurado, pero ya sabemos que con tal de dirigir una película Fernando era capaz de ésto o más, y yo abandoné la proyección con la hija pequeña de un matrimonio amigo, la niña tenía bastante sensibilidad. En la nueva Casa Sindical de La Felguera comenzó a funcionar comercialmente en 1965 el denominado Cine Sindical. Estaba regentado de forma gratuita por gentes de la Obra Sindical Educación y Descanso y la programación corría a cargo de la empresa Pesquera. En él se estrenó en Langreo Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock, una de sus obras maestras. Su actividad cesó en 1973. Fue marco, junto al Cine Maripeña, Cine Astur y Teatro Pilar Duro, del Certamen Internacional de Cine Cultural de La Felguera que tuvo seis ediciones entre los años 1962 y 1967 y de varias actividades de los cine-clubs langreanos. En el centro de la nueva urbanización Setsa de
La Felguera se ubicó el Cine Maripeña, que fue inaugurado el 25 de septiembre de 1964 con la proyección de la película La leyenda de Buda (1961)
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La leyenda de Buda (1961) de Kenji Misumi y Lawrence de Arabia (1964) de David Lean. Primeros éxitos en el Cine Maripeña. Tuvo mucho que ver su formato en todd-ao y la espectacular pantalla del Cine Maripeña.
de título original Shaka, que es una superproducción histórico-mitológica japonesa dirigida por Kenji Misumi y protagonizada por Kojiro Hongo y Shintaro Katsu, este tipo de películas se habían puesto de moda en Japón a finales de los cincuenta e intentaban crear una industria cinematográfica al estilo de Hollywood. La sala estaba equipada con el sistema todd-ao, con la cinta de película de 70 mm Tenía una cabina equipada con dos magnificas máquinas. Contaba con 1.161 butacas en una sola planta, tipo anfiteatro, separadas por una barandilla en dos partes, butaca de patio en la parte delantera y general en la parte trasera. Disponía de una pantalla de 18 metros de ancho, hubo una época en que fue el mayor de Asturias. A la entrada había un amplio vestíbulo, siempre decorado con la publicidad de la futura programación y donde estaba el ambigú debajo de la zona donde la sala se elevaba. Desde sus comienzos lo explotó la empresa Pesquera. El nuevo sistema de proyección en 70 mm convocó a numerosos espectadores en la sala. Pronto se contabilizaron grandes éxitos destacando cintas como: Lawrence de Arabia (1962) de David Lean, que fue uno de los espectáculos más deslumbrantes que se vieron en un cine langreano, por el color, la magnitud de los planos generales de los paisajes desérticos, la impresionante interpretación de Peter O’Toole, reconocida como una de las mejores de todos los tiempos y la espléndida música de Maurice Jarre; La cabaña del Tío Tom (1965), una
coproducción de varios países europeos, rodada en Yugoslavia, que adapta la novela homónima sobre los esclavos negros en las plantaciones americanas y que constituyó todo un éxito; Espartaco (1960) de Stanley Kubrick, que era una reposición en formato 70 mm, y nos descubrió que el espectáculo y el saber hacer cine no estaban reñidos; Isadora (1966) de Karel Reisz, a quien nos presentaron, a Miguel Ramos, Ángel Verdejo y a mí, en una edición del Festival de Cine de Gijón, y trata sobre la vida y muerte de la innovadora y excéntrica bailarina
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Isadora Duncan; Lord Jim (1965) de Richard Brooks, otra gran interpretación de O’Toole, en este caso de un héroe, o antihéroe, de Joseph Conrad; El valle de las muñecas (1967) de Mark Robson, una película muy de los sesenta que tuvo un éxito enorme entre nosotros; y Flint agente secreto (1965) de Daniel Mann, con James Coburn siguiendo la moda de James Bond pero mucho más irónico y sórdido. Otro gran éxito de público en el coliseum felguerino fue Anónimo Veneciano (1970), de Enrico María Salerno, cinta a la moda de Love Story (1970), muchas lágrimas en la platea, mucho zoom en las imágenes y poco cine en la pantalla, eso sí la banda sonora era buena, fácil de recordar y fue un gran éxito de ventas. También asistí en el Cine Maripeña a un espectáculo deslumbrante con La caída del Imperio Romano (1964) de Anthony Mann, rodada en Madrid, con un reparto de autentico lujo y producida por Samuel Bronston. Era un rumano que pretendió hacer en España un nuevo Hollywood. Para ello contrató a los más genuinos directores y actores americanos. Sus productos resultaban más baratos en nuestra tierra, fundamentalmente debido a los hermosos parajes exteriores, la contratación de extras, a base de soldados, voluntarios del Frente de Juventudes y estudiantes y otros gastos de producción que eran ridículos comparados con el sistema de estudios americanos, debido a que los técnicos yanquis estaban sindicados. Construyó unos grandes estudios en las afueras de Madrid y se lanzó a una aventura impresionante: la creación de una gran industria cinematográfica en nuestro país. Además produjo El Cid (1961) de Anthony Mann, su obra maestra, una de las mejores recreaciones sobre un tema histórico español, aunque se aleje bastante de la realidad, donde resulta inolvidable la presencia junto a Chartlon Heston de la deslumbrante Sofía Loren haciendo de la asturiana Doña Jimena; Rey de reyes (1961) de Nicholas Ray, un fracaso económico sobre la vida de Jesucristo; 55 días en Pekín (1963) de Nicholas Ray, con miles de extras madrileños haciendo de bóxers, rebeldes chinos que se oponían a la colonización de su país por parte de las potencias extranjeras, película de aventuras de las que ya no se hacen y que cuenta con una madura Ava Garner recordándonos que era un mito, y de la 48
que aún conservo unos cromos de una colección que se vendió entre los niños; y El fabuloso mundo del circo (1964) de Henry Hathaway, con John Wayne, Rita Hayword y Claudia Cardinale. Sin embargo, los actores españoles nunca consiguieron papeles relevantes en estas producciones. La cosa no llegó más allá. Todos estos sueños de Bronston fueron muy bien acogidos en los cines de Langreo. En 1970 se estrenó en el Cine Maripeña la cinta española No desearás al vecino del quinto del director asturiano Ramón Fernández, recientemente desaparecido. Tuvo una enorme repercusión popular. Esta cinta puede considerarse la precursora del llamado Landismo, al estar interpretada por Alfredo Landa y ser el máximo exponente de este tipo de comedia española, junto a José Luis López Vázquez y Andrés Pajares. Los cines españoles se llenaron de películas de este tipo pero poco o nada tengo que decir de ellas. En Ciaño, Benjamín García Sierra, Chitu, fundó el Cine Ideal, que había comenzado su actividad el 4 de diciembre de 1949. Aún se conserva el edificio en la carretera general, adosado a la Iglesia Parroquial. Al principio se utilizaron los bancos de la propia iglesia, que numeró el empresario. A principios de los sesenta funcionó en él un cine club gestionado por Don Enrique, un cura joven de la parroquia, que llegó a tener 200 socios. Cerró, bajo otra tutela, en 1965, aunque volvió una pequeña temporada a finales de los setenta, con un cine de reestreno o de serie B. El propio Chitu, después de esta experiencia, abre el 3 de diciembre de 1961 el Cine Capitol con la exhibición de La novia salvaje (1958) de Roy Roland. Tenía 500 butacas, y en su época de esplendor, los domingos llegó a realizar cuatro sesiones, una de ellas infantil, donde se alcanzaban los 1500 espectadores. Dicen que había un letrero a la entrada que ponía Todos los niños que no sean de pecho pagan su localidad. Fue un cine muy popular. Cerró en 1979. Allí me tocó descubrir la película española El gafe (1958) de Pedro L. Ramírez, protagonizada por el inolvidable José Luis Ozores junto a Antonio Garisa y Teresa del Río. El Cine Lada se inauguró en 1954 con la proyección de El honor del capitán Lex (1952) de André de Toth, un western protagonizado por el
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El Cid (1961) de Anthony Mann. La mejor cinta salida de la factoría de Samuel Bronston. Un buen ejemplo de cómo nuestros personajes históricos pueden ser utilizados con la épica del western.
carismático Gary Cooper. La sala tenía 700 localidades, 500 en patio y 200 en general, y los días de fiesta podía llegar a los 1000 espectadores colocando sillas en los pasillos. Estaba situado en la Carreterilla. En 1960 incorporó el formato cinemascope y llegó a ser muy popular, puesto que todos los habitantes de los pueblos limítrofes, San Miguel, El Caleyu, Les Bories, Pelabraga o La Nisal confluían en él y lo consideraban su cine. La empresa Pesquera asume su gerencia en los últimos meses de su actividad. Cierra a finales de los sesenta. La Nueva también contó con un cine a partir de 1957, gracias a la iniciativa empresarial de María
Ángeles Gutiérrez. Se denominó Cine María Jesús. Contaba con 252 butacas que se complementaban con sillas si era preciso. La primera cinta proyectada fue Malvaloca (1954) de Ramón Torrado, una comedia protagonizada por Paquita Rico que fue gratis para toda la gente. Más adelante se encargó de la programación Chitu. Cerró hacia 1978. En 1958 se había inaugurado el Nuevo Cinema de Barros, sustituyendo al primer Cinema de Barros que databa de 1949. Esto implica el comienzo de la época de mayor esplendor del cine en el distrito. Se comenta que acudía gente de La Felguera y de Sama y, a veces, se dejaban las puertas abiertas y los espectadores veían la película desde
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el vestíbulo. En el año 1966 cambió de gerencia y permaneció en funcionamiento hasta el final de la década. En Tuilla estaba el Cinema Garceli, fundado en 1946, que duró hasta mediados de los sesenta. Sufrió una remodelación en 1950 y llegó a tener 476 localidades. Son famosas sus sesiones de programa doble donde la gente acudía con bocadillos y mantas para protegerse del frío. Tengo que confesar que no tuve el placer de asistir a ninguna de sus sesiones. El éxito de la mayoría de estas salas se basaba una programación muy popular. Triunfaban las películas españolas de Sara Montiel y demás folclóricas, las cintas con niños prodigio como Marisol, Joselito, Pili y Mili, Pablito Calvo o Rocío Dúrcal, el cine de romanos, el western y el espagueti western, la comedia española, el humor francés con unos cómicos de dudosa calidad, el cine de Cantinflas, las películas austriacas de Sissi, el cine de aventuras, el bélico y muchos melodramas. Además los precios eran asequibles y variaban en función del día de la semana, el tipo de sesión, si era butaca de patio o general y de los descuentos en colaboración con otros establecimientos o de la propia sala premiando la fidelidad del espectador.
en las puertas de las iglesias se colocaba un pequeño cuadro donde se indicaba la calificación moral de las películas. Venían dictadas por la Oficina Nacional Clasificadora de Espectáculos, creada en 1950, la cual marcaba un código para cada estreno en España. La clasificación era: Autorizado para todos los públicos (1); autorizado para jóvenes (2); autorizado para mayores (3); para mayores con reparos (3R) y gravemente peligrosa (4). El público, en una gran mayoría, los leía para buscar platos fuertes, lo que en la mayoría de los casos sólo significaba una decepción. Sin embargo los cines recibían otro tipo de clasificación: autorizada para menores; autorizada para mayores de 16 años y autorizada para mayores de 18 años. Esta última, algunos cines la llevaban a rajatabla. Más adelante también se clasificaron para mayores de 14 años. La celestina (1969) de Cesar Ardavin, estaba calificada para mayores de 18 años y provocó un 50
La celestina (1969) de Cesar Ardavin, estaba calificada para mayores de 18 años y provocó un pequeño escándalo en el Cine Felgueroso.
pequeño escándalo en el Cine Felgueroso, parecía que todos éramos unos entusiastas de las adaptaciones literarias de nuestros clásicos, pero en realidad era que se había corrido la voz de que Elisa Ramírez enseñaba un pecho. El cine consiguió llenos hasta la bandera y a la salida discutíamos la duración del plano, nadie sabía de Calisto o Melibea, ni como se habían conocido ni el porqué de su trágico destino. en noviembre de 1961 se inaugura el Cine-Club Vértice. Contaba con más de 200 socios y comenzaron proyectando en los cines Felgueroso y Astur, pasando después a hacerlo únicamente en el Cine Sindical. Fue un auténtico placer, para los cinéfilos de verdad, poder ver en las pantallas langreanas filmes como: Un maldito embrollo (1959) dirigida y protagonizada por Pietro Germi, un thriller con grandes dosis de suspense donde empezaba a deslumbrar una jovencísima Claudia Cardinale, una de mis musas cinematográficas;
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en esta década los cines de Langreo nos permitieron asistir a la proyección de La Trilogía del Dólar del inmortal Sergio Leone, compuesta de: Por un puñado de dólares (1964), la sorpresa, escrita en 20 días y rodada en 48, consiguió ser un gran éxito primero en Europa y en años sucesivos en el resto del mundo; La muerte tenía un precio (1965), la confirmación, a partir de entonces el western no volvió a ser igual, a muchos nos cambió el concepto cinematográfico, y la primera aparición de Eastwood bajo la lluvia es una de mis secuencias inolvidables; y El bueno, el feo y el malo (1966), la obra maestra, con tres actores en estado de gracia, con secuencias magistrales como el duelo final en el centro de un cementerio, que es una plaza circular, y que para Tarantino es la mejor filmada de toda la historia del cine y para muchos cinéfilos, entre los que me encuentro, es hipnótica, yo no me canso de verla en el dvd. Estas películas fueron repuestas hasta la saciedad y significaron el descubrimiento de un grandísimo actor llamado Clint Eastwood. Además pudimos ver el último western de Leone Hasta que llegó su hora (1968), de la que a veces pienso que quizás sea su mejor obra y en la que en cada nueva visión descubro extraordinarios pasajes, es mi cinta de cabecera. Contiene una escena prólogo de más de diez minutos, rodada sólo con sonido ambiente, que es todo un ejercicio de estilo. El duelo final, rodado en forma circular igual que en sus filmes anteriores, me
hace seguir trazando el círculo audiovisual de mi cinefilia. En las cuatro obras anteriores aparece un actor asturiano, natural de Pola de Allande, llamado Frank Braña. El cine de Leone se hizo grande entre los grandes y hoy en día aun es el más seguido, homenajeado, imitado y parodiado por los cineastas en activo. Por último también vimos de Leone, un poco más adelante, ¡Agáchate, maldito! (1971), para muchos una decepción, para mí una más de sus obras. Todas estas películas están ennoblecidas por las bandas sonoras del ilustre maestro italiano Ennio Morricone y que todos sabíamos tararear.
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La puerta de las Lilas (1957), el antepenúltimo largometraje de René Clair, comedia y drama en un elogio de la infancia; Mi tío (1958) de Jacques Tati, un humor distinto de un modernista cómico francés en la que quizás sea su mejor obra; El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman, una de las grandes obras maestras del director sueco donde están acumuladas casi todas sus obsesiones; Los cuatrocientos golpes (1957) de François Truffaut, inicio de las andanzas de su alter ego interpretado por Jean Pierre Léaud con una memorable e imborrable secuencia final rodada en travelling sobre una playa, la película clave para el reconocimiento mundial de la Nouvelle vague; El manantial de la doncella (1960) de Ingmar Bergman, el cual consigue, con esta adaptación de una leyenda medieval sueca, su obra cumbre y uno de los títulos míticos del Séptimo Arte, y que es una de las películas más recordadas por el público veterano, pues cuando evocan una película que les sorprendió, la mayoría opta por ésta; La isla desnuda (1960) de Kaneto Shindo, con unas hermosas imágenes y una buena posibilidad de acercarse al cine japonés, por aquella época el gran desconocido por nuestros lares; Muerte de un ciclista (1955) de José Antonio Bardem, una de sus grandes obras, que está cargada de simbolismo y la cual sorprendentemente logró esquivar la férrea censura imperante; Sed de Mal (1955) interpretada y dirigida por Orson Welles, junto a un imposible Chartlon Heston haciendo de mejicano, su película más morbosa, filmada en claroscuros deslumbrantes, con todo tipo de angulaciones y una escena inicial, rodada en plano secuencia, para figurar en cualquier antología, y de la que las malas lenguas dicen que gastó todo el presupuesto en ella y le fue casi imposible volver a rodar en Hollywood, lo que supuso para los cinéfilos una auténtica pena; Los hermanos Karamazov (1958), de Richard Brooks, director y guionista perfecto en ambas facetas, y uno de los mejores adaptadores al cine de una obra de la literatura clásica; El año pasado en Marienbad (1961) de Alain Resnais, una sorpresa del sobrevalorado cine francés que en realidad es una alegoría sobre la muerte; La gata sobre el tejado de zinc (1958) de Richard Brooks, la mejor obra de Tennesse Williams, con un color espectacular y una atmósfera obsesiva, y que es la cinta donde más se nota el caluroso clima 52
sureño, el calor empapa la pantalla; Un americano en París (1951) de Vincente Minnelli, obra maestra del musical ganadora de seis Premios Oscar; o Cantando bajo la lluvia (1952) de Stanley Donen, coreografiada por Gene Kelly, probablemente el mejor musical jamás filmado y una de las mejores películas que se hicieron sobre el mundo del cine. La historia de Vértice duró pocos años, pero fueron intensos, tuvo una programación de primera y hoy en día es recordado como el más importante cine-club que existió en Langreo junto al Cine-Club Ciaño promovido por Enrique Fernández Fernández en la segunda mitad de los cincuenta. Uno deseaba ser mayor para hacerse socio del cine-club puesto que mis progenitores eran socios de Vértice y recuerdo muchos de sus estrenos por los comentarios que oía a la hora de la cena sobre los filmes proyectados. Excepto el día que asesinaron a Kennedy en Dallas, pues ese día primaron los informativos y todos nos olvidamos de la película que habían puesto. El Festival Internacional Cinematográfico de Documentales y Cortometrajes de La Felguera comenzó su andadura el día 1 de julio de 1962 en el Teatro Pilar Duro. El acto de inauguración contó con la presencia del gobernador civil Marcos Peña Royo, el alcalde de Langreo Alfonso Argüelles Eguibar y otras autoridades locales. Hay un pregón inicial y están presentes las Reinas del evento, nombradas para el mismo. En la gala se proyectó un documental titulado Olimpiada y un corto que contaba con doce premios en otros festivales, de título Blinkity Blank. Las proyecciones tienen lugar en el Pilar Duro y el Cine Astur. En la gala de clausura se proyecta la película mejicana Simitrio (1960) de Emilio Gómez Muriel, ganadora de la Perla del Cantábrico en el Festival de cine de San Sebastián, que narra la historia de un maestro de avanzada edad y un niño muy travieso. El fallo del jurado concedía cuatro premios que fueron: Panera de Oro de Documentales para La corrida fantástica, producción francesa, ganadora de la Palma de Oro en Cannes; Panera de Oro de Cortometrajes para El pez rojo, también francesa; Panera de Plata para Documentales para La merle y Panera de Plata de Cortometrajes para La sonrisa,
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otra producción francesa que había sido Palma de parte del Jurado a La casa, de Holanda; VacacioOro en el Festival de Cannes en 1961. Esta primera nes en Egipto, de la República Árabe Unida; Alesedición contó con un presupuesto de doscientas sandro Botticcelli, de Italia y Concerte: tour USA, mil pesetas. Tuvo una excelente acogida popular de Estados Unidos. En la clausura se proyectó y participaron un buen número de películas de Como en un espejo (1961) de Ingmar Bergman, premio de la ocic en el Festival de Berlín y Oscar diversas nacionalidades. La segunda edición también tuvo como sedes a la mejor película de habla no inglesa, una peal Pilar Duro y al Astur. Concurrieron un total de lícula que inició una trilogía sobre las relaciones 42 películas de nueve nacionalidades. Comenzó del hombre con la existencia de Dios. Antes de comenzar la cuarta edición se hael 16 de junio de 1963, e igualmente contó con la presencia de las autoridades del año anterior. El bían vendido todos los abonos. Comienza el 3 jurado se decidió por premiar con la Panera de de octubre de 1965 con la proyección fuera de Oro de Documentales para Rembrant pintor del concurso de la cinta norteamericana Gémehombre, producción holandesa; la Panera de Oro nis IV. A partir de esta edición los premios cambian y ahora solo hay una Pade Cortometrajes para Idilio nera de Oro, tanto para laren la Torre Eiffel, de Francia; gos como cortos, y lo gana la la Panera de Plata para Docuproducción portuguesa Barmentales para Ballet in jazz, queiros de Douro. En camfilme alemán y la Panera de bio hay tres Paneras de Plata Plata de Cortometrajes para que son: la de DocumentaBom-bom parade. En la gala les para La realidad de Karel de clausura se proyectó Fresas Appel de Holanda; la de Corsalvajes (1957) escrita, mientometrajes para 74.000 Kms. tras estaba en el hospital, y Bologna-Firenze y la de Cine dirigida por el sueco Ingmar Experimental, nuevo Premio Bergman, su película más suinstaurado en esta edición, rrealista y una de las más copara Variaciones electróninocidas. El éxito fue tal, que a cas de Holanda. Además el petición popular hubo que rejurado concedió cuatro Plapetir la exhibición de la cinta cas de Plata a: Miguel Ángel de Bergman y de las ganadode Italia; Rendez-vous à New ras con la Panera de Oro, en el Portada de una publicación del Port, de Francia; Vom sport cine Astur unos días después Festival Internacional de Cine in Deutschland de Alemania de la clausura en sesiones de de La Felguera. ¡Qué bien suena! y Picolo, Saxo y Cía de Ho7.30 y 10.30 horas. En la edición de 1964 se produjeron serios landa. La película de clausura fue Elisa (1962) de problemas debido a que varias películas estaban Frank Perry, entonces un desconocido y que haretenidas en Barajas para pasar por Censura, la bía sido nominada a los Oscar al mejor director premura de tiempo hizo que el Certamen peli- y guión adaptado. En la edición de 1966 se producen cambios grara. Las gestiones llevadas a cabo en Madrid, directamente con el Ministro de Sindicatos fruc- significativos. El jurado pasa a ser internacional tificaron y se pudo desarrollar la Muestra. Se in- y se cambia el nombre del Festival, denominánaugura el 3 de mayo en el nuevo Cine Sindical dose Certamen Internacional de Cine Cultural de la Felguera. Los premios son: Panera de Oro de La Felguera. Desaparecen las Reinas del Fesde Documentales a Frans Halls de Holanda; Pa- tival y las películas solo pueden presentarse en nera de Oro de Cortometrajes a Acero de Alema- 35 mm y dobladas al castellano. El cartel anunnia; Panera de Plata para Documentales a Isola ciador es obra de Falo, el popular dibujante landel vetro, producción italiana y Panera de Plata greano. Además se producen variaciones en el de Cortometrajes a Por tierras de las siete villas, equipo directivo y se conceden nuevos premios. un corto español. También hubo menciones por Son seleccionadas 35 cintas de 13 países, se habían avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 1. los inicios del cine felgueroso
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el cine barroco de terror de la productora inglesa Hammer también tuvo su presencia en Langreo, destacando los filmes de Drácula protagonizados por Christopher Lee y Peter Cushing y dirigidos por artesanos de la talla de Terence Fisher. Además producían filmes sobre Frankestein, la Momia, películas prehistóricas llenas de anacronismos y chicas estupendas con biquinis de piel de bichos antediluvianos y de El Hombre Lobo. Nunca fueron estrenos del fin de semana, se ponían de jueves o en programas dobles, estaban muy cortadas por la censura, pero fueron muy populares. Las producciones Hammer habían comenzado a
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despuntar en 1958 con Drácula de Terence Fisher, después a lo largo de los sesenta y la primera parte de los setenta vimos entre otras El cerebro de Frankenstein (1969) de Terence Fisher, Drácula, príncipe de las tinieblas (1966) de Terence Fisher, Drácula vuelve de la tumba (1968) de Freddie Francis, El poder de la sangre de Drácula (1970) de Peter Sasdy o Drácula 73 (1972) de Alan Gibson. Era un cine con un espectacular color, unas interpretaciones estupendas y un terror que hoy en día parece dedicado a un público infantil, pero tenían una fuerte carga cinematográfica y un encanto especial. En la década de los ochenta, estaba yo sacando una en-
trada en el Cine Arango de Gijón para acudir a una sesión del Festival de Cine y la taquillera me sorprendió con un ¡mira donde está Drácula!, me di la vuelta y pude contemplar avanzando hacia nosotros a un solitario Christopher Lee, que era miembro del Jurado Internacional, su presencia seguía siendo majestuosa, pero eran las cinco de la tarde de un mes de julio y había un sol de justicia, evidentemente no ejercía de Príncipe de las Tinieblas. Fueron y son muchos los directores que quisieron contar con Lee en sus producciones, basta recordar que apareció en las sagas de La Guerra de las Galaxias y en la del Señor de los Anillos.
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La película Elisa (1962) de Frank Perry, que había sido nominada a los Oscar al mejor director y guión adaptado, clusuró la cuarta edición del Festival Internacional Cinematográfico de Documentales y Cortometrajes de La Felguera, en 1965.
presentado 79. El Director General de Cinematografía José María Escudero acude a La Felguera para inaugurar el Certamen el día 1 de octubre de 1966. La película polaca Yo tengo un huevo, de Andrzej Brzozowski, gana la Panera de Oro. La Panera de Plata es para Sesenta ciclistas, del canadiense Jean Claude Lebreque, que también consigue el Premio de La Nueva España. Asímismo, se concedieron: Panera de Plata de Cortometrajes para La forma de las cosas, película canadiense y La Panera de Plata de Cine Científico para la norteamericana Destino: el hombre. Hubo cuatro Placas de Plata del Jurado para: Señoras y señores del polaco Witold Giersz; Pierrot del francés Jacques Leurox; Contre pied, cinta francesa, dirigida por Manuel Otero, y El monigote de nieve de la checa Hermina Tylova. El Jurado de la Asociación de Prensa concedió la Medalla de Oro a Retrato de un Director de orquesta del polaco Ludwik Perski. La gala de clausura ce celebra en el Cine Maripeña y en la misma se proyecta Fiestas
galantes (1965) una comedia del maestro francés René Clair y que fue su última realización. La sexta edición pasa por cambios y ampliaciones en la Directiva. Vuelve a estar presente en el Festival José María Escudero. Son enviadas 80 cintas, de las que se seleccionan 63 de diecisiete países. El palmarés del Certamen fue: Gran Premio Panera de Oro para Un domingo en la isla del Grand Jatte, del holandés Frans Weisz. Paneras de Plata para Todo es número, del polaco Stefan Schabenbeck; Blanco y Negro del polaco Waclaw Wajser; La venganza, del polaco de Wladyslav Nehrebecki; Nueve tierras de los españoles José Ángel Cortés y Juan José García Noblejas y 100.000 contra uno del alemán F. Flein. El Jurado también decide conceder dos Placas de Plata a El hombre agonizante del holandés Theo Van Harem y a Un artista esquimal: Kenojuak, de nacionalidad canadiense. La Placa del diario La Nueva España se concedió a la película irlandesa Flea ceoil de Louis Marcus. En la gala de clausura se proyectó La esposa americana (1964) de Gian Luigi Polidoro con guión de Rafael Azcona que narra las aventuras de un italiano en Nueva York que por consejo de un amigo pretende casarse con una millonaria americana, luego divorciarse y vivir su vida. No se celebraron más ediciones, las causas de su desaparición vienen perfectamente explicadas en el libro Langreo una Historia de Cine (Sala Oscura, Tertulia Cinematográfica, 1996) en un extenso, ameno y completo documento sobre el Certamen obra de Julio-José Rodríguez Sánchez. a lo largo de esta década todos asistíamos a varias sesiones a la semana, el domingo el público juvenil llenaba las sesiones de las cinco, después se personaban en los paseos y aún quedaba tiempo para acudir a las salas de baile como: El Elefés en Sama, bueno éste creo que solo funcionaba los lunes; El Tropical en el Llugarín o a la Pista de Barros. Las funciones de las 7,30 de la tarde y las 10,15 noche eran para un público más adulto. Las sesiones infantiles solían ser a las tres de la tarde de los domingos. El cine era uno de nuestras grandes evasiones. Para mí, ésta es la década prodigiosa del cine en Langreo.
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2. Años setenta
a principios de la década de los setenta sólo quedan en funcionamiento ocho cines en Langreo. La crisis de las salas locales ya había comenzado y puede ser achacable a diversos motivos: por una parte la televisión tiene una mayor difusión en los hogares y por otra, empiezan a proliferar los coches particulares, lo que resta espectadores debido a que los aficionados al séptimo arte tienen más facilidades para desplazarse a Oviedo o Gijón para ver cine de estreno, puesto que allí las cintas solían llegar unos meses antes. La empresa Fernández Arango era mayoritaria en la propiedad o alquiler de salas en Oviedo y Gijón, además de otros puntos de Asturias y provincias limítrofes, al alquilar las películas primero las explotaban en las principales plazas y luego iban rotando por poblaciones más pequeñas como Lampreo, donde dicha empresa ya era mayoritaria. La muerte de mi padre me cambia la vida drásticamente, uno siente que pierde por decreto la inocencia, acababa de empezar a estudiar Ciencias Químicas en Oviedo y me tuve que poner a trabajar simultáneamente, dando clases particulares en El Entrego, en una popular academia. Mis campos de espectador cinematográfico se ampliaron. En las Cuencas Mineras en general y en Langreo en particular, somos muchos los universitarios que nos desplazamos a estudiar a Oviedo, no en vano según estudios de la unesco, en estos años, somos el municipio más culto del mundo, refrendado por el enorme número de carreras universitarias por habitante, según recoge Aladino Fernández en una publicación, segundo alcalde en la nueva democracia. Yo lo viví en primera línea de fuego. Se observan tiempos de cambio y la gente empieza a politizarse perdiendo el miedo a todo tipo de prohibiciones, esto crea un clima favorable para que triunfen el Cine Palladium de Oviedo y 56
el Cine Brisamar de Gijón, que son salas de Arte y Ensayo, modalidad de exhibición que había sido creada por decreto en 1967, con una programación solo permitida en dichas salas, en versión original y con subtítulos en castellano. Creo que los cines de Arte y Ensayo en Asturias comenzaron hacia 1970. La mayoría de su programación eran estrenos en España y con la etiqueta de que las películas exhibidas habían estado prohibidas en nuestra nación. Los universitarios disponíamos de vales de descuento que nos suministraban en las conserjerías de las facultades, todo el cine que veíamos lo malformábamos bajo una óptica política y en los corrillos entre clase y clase, en los bares universitarios o en los laboratorios, era habitual comentar las cintas de arte y ensayo, las lecturas del más insignificante de los planos se convertían en un doctorado del simbolismo cinematográfico. A veces era más importante el acudir al Palladium que el comer, gastábamos el dinero en paliar el hambre cinéfila y suplíamos el hambre física comiendo dos o tres pinchos en un mesón próximo a la estación de la renfe en Oviedo. Si la cuestión económica se ponía dura íbamos a las clases de la facultad en auto-stop, el dinero ahorrado era el salvoconducto necesario para acceder a las exhibiciones cinematográficas. Además, como ya comenté, los estrenos en la capital de Asturias eran más recientes y la oferta mayor que en las Cuencas. Como el tiempo lo pone a todo en su sitio, hoy ya sabemos que por allí pasaban películas muy buenas, buenas, malas o muy malas. Algunas eran auténticos ladrillos que sólo tenían tirón por una publicidad engañosa que buscaba el escándalo o por alguna escena que podía resultar morbosa. No obstante, el público langreano, el que podía acceder a desplazarse, vio un tipo de cine que salvo festivales o cine-clubs no podía visionar en Langreo.
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entre los grandes estrenos del Cine Palladium están: Repulsión (1965) de Roman Polanski, extraordinario trabajo del director polaco que creo fue la que inauguró la sala, y que yo sin embargo vi, años después, en un pase en el Cine Felgueroso; Diario de una camarera (1964) de Luis Buñuel, con Jeanne Moreau como la criada testigo de la decadencia de una familia de la alta burguesía francesa; Belle de jour (1967) de Luis Buñuel, su cinta más erótica donde a partir de una novela muy mediocre consigue una gran obra, con una breve pero extraordinaria participación de Francisco Rabal; El discreto encanto de la burguesía (1972) de Luis Buñuel, con la que ganó su Oscar, eso sí para Francia y que se estrenó cortada aunque se le había prometido que no se haría; El fantasma de la libertad (1974) de Luis Buñuel, con una serie de secuencias que dan vuelta a la realidad, es como el mundo al revés o una comedia del absurdo; Teorema (1967), de Pier Paolo Pasolini, donde nos narra la seducción de todos los miembros de una familia por parte de un bello joven, y fue un escándalo en su época de estreno; El Decamerón (1971) de Pier Paolo Pasolini, iniciación por parte de su autor de adaptaciones de clásicos de la literatura erótica,
que es una disertación sobre la labor creativa, y que también se puso años después en el Cine Felgueroso; Los cuentos de Canterbury ((1972) 1972 de Pier Paolo Pasolini, adaptación del clásico erótico inglés de Chaucer; Las mil y una noches (1974) de Pier Paolo Pasolini, una adaptación muy personal de los clásicos cuentos de la literatura oriental; Saló o los 120 días de Sodoma (1975) de Pier Paolo
Pasolini, una adaptación de un relato del Marqués de Sade que se traslada al fascismo internacional, fue muy polémica y su dureza y escatología llevó a muchos espectadores a abandonar la sala antes del final, y que es a la vez su testamento cinematográfico, puesto que al acabarla apareció asesinado en las afueras de Roma; Amarcord (1973) de Federico Fellini, que fue uno de los títulos más celebrados y populares en los cines de Arte y Ensayo, es una película coral
Belle de jour (1967) la cinta más erótica y explícita de Luis Buñuel, estrenada en el Cine Palladium con unos cuantos años de retraso.
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La caída de los dioses (1969) de Luchino Visconti, donde nos narra los sombríos pasos del ascenso del nazismo en Alemania y donde luce de manera extraordinaria el barroquismo de su autor.
que se basa en recuerdos infantiles de su autor, aunque él se niega a reconocerlo; Satyricon (1969) de Federico Fellini, sobre el incompleto texto de Petronio, que es una de las mejores obras de su autor; Roma (1972) de Federico Fellini, otra visión personal de los recuerdos del director pero en este caso sobre su mitificada ciudad y donde más se nota su concepto del cine, ya que decía El cine son cuadros que tienen movimiento; Muerte en Venecia (1971) de Luchino Visconti, adaptación de una novela corta de Tomas Mann, pero cambiando el oficio de su personaje central, toda una lección sobre la decadencia física y moral; La caída de los dioses (1969) de Luchino Visconti, un ataque frontal al nacionalsocialismo alemán, recreando la noche de los cuchillos largos; 58
Z (1969) de Costa Gavras, ganadora del Oscar a la mejor cinta de habla no inglesa, que fue uno de los hitos de la sala, duró más de tres meses en cartel, que trata sobre la dictadura de los coroneles en Grecia y fue acogida con aplausos al final de cada proyección, pues soñábamos con aquella resolución para nuestra política española, el ansia democrático estaba a un paso. Fue una de las primeras películas que vi de cine claramente político; El incinerador de cadáveres (1968) del realizador checo Juraj Herz, sobre la ocupación nazi y una enorme crudeza; La naranja mecánica (1971) de Stanley Kubrick, que vimos después de varios años de espera, no defraudó a nadie y tuvo una permanencia superior a los cuatro meses en cartel; Woodstock (1970) de Michael Wadleigh, mítico documental del extraordinario concierto celebrado en dicha localidad americana un año antes de la fecha de producción, con la presencia de grandes estrellas del rock y una multitud de jóve-
nes dispuestos a demostrar que algo estaba cambiando en el mundo occidental; Aguirre, o la cólera de Dios (1972) de Werner Herzog, una disertación extraordinaria sobre el poder con un Klaus Kinski ganándose el estrellato; o La vida de Brian (1979) de Terry Jones, el descubrimiento de los Monty Python, que cosechó una espectacular respuesta popular. También tuvieron un éxito memorable cintas como: Cuerno de cabra (1972) de Metodi Andonov, una película búlgara quizás famosa por la escena de la violación, pero una sorpresa para algunos y el descubrimiento de una filmografía desconocida que no tuvo continuidad. A medida que la cinta se iba prolongando en la cartelera, los espectadores, con en el boca a boca, iban aumentando su permanencia en la misma; y Helga (el milagro de la vida) (1967) de Erich F. Bender, un documental alemán divulgativo, donde se incluía la escena de un parto, que tuvo un gran tirón comercial y fueron muchos los langreanos que la fueron a ver, yo he de confesar que no. Como se ve, era una programación variada y un buen foro para ver obras imprescindibles en el currículo de todo buen cinéfilo. Casi todas las películas exhibidas en el Cine Palladium, de una u otra forma, fueron cayendo por Langreo, en reestrenos, en el cine de la Caja, en la programación de Sala Oscura, en la de la Alianza Francesa o en otros eventos culturales.
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a lo largo de la década asistimos a la final de la dictadura, a la transición y a los albores de la democracia, y esto significó una mayor apertura cinematográfica, la desaparición de la censura, una mayor permisividad temática, la llegada del destape y el rescate de filmes prohibidos. Siguieron desapareciendo cines en Langreo, cuestión común en toda España. El Sindical lo hace en 1973, el Teatro Pilar Duro en 1974, el María Jesús de La Nueva en 1978 y el Capitol de Ciaño cierra su periplo en 1979. El local del Cine Rozada, ya sin butacas, se empleaba para bailes y conciertos de grupos musicales. Allí, a principios de esa década, asistí a fiestas organizadas por la Sociedad de Festejos de Santiago y a un concierto del grupo Los Íberos, que por entonces estaban en el candelero, sin embargo fuimos pocos los asistentes al concierto. Esta nueva tendencia de la sala no cuajó comercialmente y se cerró en espera de un derribo inminente. En esta época empiezan a aparecer las películas americanas hechas a medida del público juvenil que llenaba las salas y parecían destinadas a chicos sin pretensiones, en lo que se denominó la comedia gamberra. El cine mundial pasó por una crisis de calidad que se fue subsanando con el paso del tiempo. Este tipo de filmes también tuvo cabida en la programación de nuestras salas. el Cine Felgueroso sufre una remodelación para hacer más cómodas las butacas, suprimiendo algunas filas, y pasa a tener una capacidad para 752 espectadores. Se sustituyen las dos cámaras de proyección por una con lámpara de xenón, eliminando los clásicos carbones incandescentes, lo que aumenta la seguridad al impedir que la cinta de la película se queme. Esta sala nos ofrece el gran cine comercial de la década con filmes como La vida privada de Sherlock Holmes (1970) de Billy Wilder, una de sus últimas obras maestras, que resultó un fracaso comercial; El violinista en el tejado (1971) de Norman Jewison, un musical protagonizado por Topol ganadora de tres Oscar ; Mi querida señorita (1971) de Jaime de Armiñan que nos descubre las enormes posibilidades interpretativas de
La vida de Brian (1979) de Terry Jones, una corrosiva comedia que disfrutamos en versión original con subtítulos en el Palladium. La vida privada de Sherlock Holmes (1970) de Billy Wilder, una joya a redescubrir que vimos en el Cine Felgueroso.
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Chato, el apache (1971) de Michael Winner, cine de consumo y Luna de papel (1973) de Peter Bognanovich, cine de calidad.Todo tenía cabida en la programación del Felgueroso.
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un travestido José Luis López Vázquez; Chato el apache (1971) de Michael Winner, un divertido western con Charles Bronson; Contra el imperio de la droga (1971) de Willian Friedkin, recordada por todos por la escena de la persecución y el salto al cine americano de Fernando Rey después de triunfar internacionalmente con Luis Buñuel; Perros de paja (1971) de Sam Peckinpah, la tensión elevada a su máxima potencia, en una copia machacada por la censura que años más tarde se repuso completa y fuimos aclarándonos algo más sobre lo que realmente sucedía en la pantalla; Adiós, cigüeña, adiós (1971) de Manuel Summers, sobre unos adolescentes que deciden tener un niño al quedar a chica embarazada, que era pura ciencia-ficción; Cabaret (1972) de Bob Fosse, musical de éxito con una excelente banda sonora y toda la plasticidad de su autor en las imágenes; Luna de papel (1973) de Peter Bogdanovich, una agradable y simpática road-movie que proporcionó un Oscar a la niña Tatum O’Neal; Mamá cumple 100 años (1979) de Carlos Saura, donde su autor se acerca a la comedia; Tiburón (1975) de Steven Spielberg, en su primer éxito internacional y donde su música y sus sustos submarinos se hicieron inolvidables; Frenesí (1972) de Alfred Hitchcock, donde el humor negro de destrucción masiva es la propuesta del maestro inglés en su penúltima obra; La huella (1972) de Joseph L. Mankiewicz, un hermoso duelo interpretativo entre Michael Caine y Laurence Olivier; La noche americana (1973) de François Truffaut, toda una declaración de amor al cine y una inolvidable presencia de Jacqueline Bisset; El exorcista (1972) de William Friedkin, de la que se decía que estaba basada en un caso real de posesión y que logró aterrorizar a medio mundo; Jesucristo Superstar (1972) de Norman Jewison, un famoso musical rock muy polémico por la forma de tratar la figura de Jesucristo como un hippie y algunos detalles más; Tal como éramos (1972) de Sydney Pollack, desvelando una historia de desamor con la caza de brujas como telón de fondo; Luis II de Baviera (1973) de Luchino Visconti, un retrato minucioso de la decadencia del histórico monarca, con una recreación virtuosa y unas interpretaciones deslumbrantes donde destaca Helmut Berger y Romy Schneider, curiosamente volviendo a interpretar a Isabel, la emperatriz de Austria que popularmente fue co-
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en una sesión de noche en el Cine Felgueroso vi Pat Garrett y Billy the Kid (1973) de Sam Peckinpah, para mi gusto uno de los mejores western que se hicieron. Me satisface por muchos motivos, como son: una excelente puesta en escena; una soberbia interpretación de James Coburn, en el papel de Garrett; una música compuesta por Dylan que contiene la mejor canción que oímos sobre una pantalla, titulada Llamando a las puertas del cielo; por su historia desmitificadora; por aparecer el propio Peckinpah haciendo un ataúd de un niño y diciendo aquello de que está a punto de abandonar aquel territorio y no hizo más
nocida como Sissi; El golpe (1973) de George Roy Hill, una de las cintas más divertidas de la década, ganadora de siete Oscar y que fue acogida de una forma extraordinaria por el público langreano, todo el mundo la recuerda; Chinatown (1973) de Roman Polanski, un homenaje al cine negro más clásico, una genial dirección y la mejor interpretación de Jack Nicholson; El coloso en llamas (1974) de John Guillermin, la iniciadora del llamado cine de catástrofes, es como un catálogo de este género, con muchas estrellas en decadencia y mucho efecto visual; El jovencito Frankenstein (1974) de Mel Brooks, una de las comedias más divertidas del cine; Papillón (1974) de Franklin J. Schaffner, recreación de un popular best-seller de la época y muy superior en calidad a la novela; Cría cuervos (1975) de Carlos Saura, todos aquellos que la vieron nunca olvidaran los deslumbrantes ojos de la entonces niña Ana Torrent y la canción ¿Por qué te vas? de Jeanette ; Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) de Milos Forman, inolvidable cinta que situó a Jack Nicholson en lo más alto del estrellato; 1941 (1979) de Steven Spielberg, una comedia coral sobre una hipotética invasión de los japoneses en Estados Unidos durante la
filmes del oeste; por sus impagables diálogos, como aquel en medio de un tiroteo en que un miembro de la banda de Billy le dice a Garrett «nosotros los viejos amigos no deberíamos hacernos esto»; y por la poesía que emana de sus secuencias, como aquella en que el viejo comisario herido de muerte se arrastra hacia la charca, bajo la llorosa mirada de su esposa, al igual que un animal moribundo que va a morir a la orilla del agua. Años después revisé una versión de la cinta con el montaje del director, que contenía 15 minutos añadidos, pero para mi sorpresa la canción de Dylan había desaparecido y solo era tarareada.
Luis II de Baviera (1973) de Luchino Visconti, la belleza plasmada en celuloide. Visconti se estrenaba ya con regularidad en nuestras salas.
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II Guerra Mundial; Asignatura pendiente (1977) de José Luis Garci, una película clave de la transición y con unos títulos finales objeto de aplauso por el público; Buscando al Sr.Goodbar (1977) de Richard Brooks, que retrata la vida de una solitaria profesora que busca desesperadamente la estabilidad emocional en el mundo nocturno y donde Diane Keaton logra el papel de su vida; y Ese oscuro objeto del deseo (1977), la despedida por todo lo alto del cine de Luis Buñuel. También vimos muchos filmes de las sagas creadas por Aeropuerto (1970) de George Seaton, con muchas estrellas y Le llamaban Trinidad (1970) de E. B. Clucher, con los esperpénticos Terence Hill y Bud Spencer. Pero son todos prescindibles. Gil Parrondo es un director artístico natural de Luarca, ganó dos Oscar uno por Patton (1970) y otro por Nicolás y Alejandra (1971) ambas de Franklin J. Schaffner. Era el primer español en conseguirlo. Ambas las vimos en esta década en los cines de Langreo y fueron muy populares, pero pocos se enteraron de un evento tan importante en la historia del cine español. ¡Tenía en su poder dos premios Oscar!
Furtivos (1975) de José Luis Borau, un hito en el cine español acogido muy favorablemente por crítica y público. Era de visión obligatoria para cinéfilos y no cinéfilos.
el cine español era vilipendiado por todos, los que decían que sabían y los que sólo iban al cine. Fue muy importante para nuestra cinematografía el estreno de dos obras que le dieron un cierto aire de libertad y que lograron reconciliar a algunos cinéfilos españoles con nuestro cine. Ambas se estrenaron en el Cine Felgueroso y son: Furtivos (1975) de José Luis Borau, la cinta española más importante de la transición política hacia la democracia, un drama alegórico sobre España que no dejó indiferente a nadie. Habla de la España negra y profunda. Cuenta con unas interpretaciones magistrales, donde destaca una impresionante Lola Gaos. Es una cinta muy dura, tanto en el continente como en el contenido, que resulta demoledora. El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice, el más maldito de nuestros directores a pesar de su prestigio entre los cinéfilos, es la película más hermosa del cine español. Contiene poesía a raudales, muestra la inocencia elevada a la máxima 62
potencia, trata al cine como fábrica de sueño, posee múltiples lecturas y unas interpretaciones inolvidables, donde destaca Ana Torrent, una niña cuya mirada ya es patrimonio de nuestro cine. También vimos en el Cine Felgueroso El cazador (1978) de Michael Cimino, una de las grandes producciones del género bélico inspirado por la Guerra de Vietnam. Una excelente disertación sobre las etnias que viven en América y su patriotismo, una historia de amistad por encima de cualquier situación que llega a límites delirantes. Es prodigiosa la secuencia inicial de la boda que dura casi una hora. Es una de las cintas más recordadas por los miembros de Sala Oscura que, sin embargo, nunca nos atrevimos a programar debido a su larga duración, cercana a las tres horas. Un día de estos caerá. De acontecimiento se puede catalogar la proyección de Manhattan (1979) de Woody Allen, donde da un paso más en la descripción de las complejas relaciones entre los humanos de una
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misma tribu urbana, donde su cine se hace más elegante en la forma y más complejo en el contenido, y donde ya están todos y cada uno de sus fantasmas personales. Según confesó el propio Allen, hizo la película para dedicársela a la ciudad que tanto amaba, Nueva York, y por experimentar con el blanco y negro. Modestia aparte, es una de sus mejores obras y está entre mis filmes preferidos. Acudí al Cine Astur a ver El padrino (1974) de Francis Ford Coppola, en una sesión de domingo tarde, con una buena entrada, y automáticamente se convirtió en un filme de colección para mi archivo cinéfilo. En las últimas clasificaciones de mejores películas está en lo alto de las listas. Quizá se deba a que cada vez los críticos son más jóvenes, pero la obra maestra de Coppola no desmerece estar lo más arriba posible. Años después, Coppola completó con éxito una trilogía con El padrino II y El Padrino III. Éstas pasaron por el Cine Felgueroso o por el Cine Maripeña. Fue una delicia descubrir a un joven director americano componiendo una trilogía excelente. El retrato de esta familia italoamericana contada con un aire de tragedia, con mayúsculas, nos revela un retablo en tono realista del crimen organizado. Nos dejó algunas de las secuencias más inolvidables de la historia del celuloide y una iconografía que marcó de una forma importante la estética del cine. La música de Nino Rota es impresionante e identifica perfectamente al film. Marlon Brando lo borda, Al Pacino está a una altura impresionante y Robert de Niro confirma que es uno de los mejores actores de todos los tiempos. Aunque la carrera de Coppola no dejó de sorprendernos, aquí puso el listón muy alto. En el mismo 1974 también se estrenó otro de los grandes filmes de Coppola, La conversación, pero esta maravilla, que por cierto ganó la Palma de Oro en Cannes, pasó bastante desapercibida en nuestros cines. Asímismo, me llamó la atención El furor del dragón (1972), interpretada por Bruce Lee, fue la primera película de artes marciales que recuerdo ver en un cine. Fue en el Cine Felgueroso
La saga de El padrino deslumbró a los espectadores de medio mundo, esta segunda entrega está considerada como la mejor secuela de la historia.
a principios de los setenta, la sala estaba abarrotada de un público incondicional, se comportaban como ultras, jaleaban cada una de sus intervenciones e incluso estallaban en carcajadas ante los poco brillantes momentos de humor. El mito de Lee estaba en su apogeo, pero a mi me aburrió, no vi más películas de este género. En los años siguientes proliferaron y se llenaron algunas sesiones con acérrimos seguidores de los luchadores orientales. Al poco tiempo pasaron a los videoclubs y acabaron siendo consumidas, en sus correspondientes ciclos, en las cadenas de televisión privadas. Sé que tuvo mucho tirón en nuestras salas una obra titulada El luchador manco. Lo siento, yo no quiero recordar este subgénero que predominó en estos años.
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a principios de la década, mis sesiones preferidas eran las del sábano noche en el Felgueroso. Íbamos después de dejar en casa a la chica, como era de rigor, a las 10 de la noche. Cenábamos, o no, y acudíamos a nuestra sesión. Yo iba acompañado de Lito y Ernesto, amigos de la infancia, de los de verdad. Allí recuerdo recrearme por todo lo alto entre otras con Harry el sucio (1971) de Don Siegel, con Clint Eastwood en uno de los papeles que más popularidad le dio, le convirtió en el actor más taquillero del mundo a lo largo de la década y generó cuatro secuelas hasta 1988; La balada de Cable Hogue (1970) de Sam Peckinpah, su western menos sucio; y Los violentos de Kelly (1970) de Brian G. Hutton, una cinta bélica que supo aplicar como nadie el lenguaje de Leone. Un sábado fuí al Cine Felgueroso, a la sesión de tarde, ya que así podía ir con mi novia, a ver Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick. La cinta no me defraudó, sino todo lo contrario, la fotografía es inigualable, como en toda la obra de Kubrick, estaba filmada con luz natural o de velas, las escenas de masas son primorosas y la música recopilada por el propio director se convirtió en superventas. Fué proyectada el día en que Dolores Ibarruri La Pasionaria dió un multitudinario mitin en el campo de futbol de Ganzábal. La película resultó un poco larga y hubo que ir corriendo para no perdernos el momento histórico. Desde entonces mis recuerdos hacen que siempre una cosa me traiga a la mente la otra y el orden de los factores no altera el producto. Un domingo a principios de la década acudí, muy bien acompañado con mi chica, a una sesión de las cinco de la tarde al cine Maripeña. Al salir, después de darnos un breve paseo alrededor del parque Dolores F. Duro de La Felguera, nos encaminamos a la Pista de Barros. Todos los domingos había una atracción musical. Por allí pasaban grupos y cantantes de renombre en el panorama musical español, allí vimos entre otros a Los Pop Tops, Juan Manuel Serrat, muchas veces a Víctor Manuel, Los Módulos o Los Guantes Rojos, estos eran locales y también nos encantaban, sobre todo cuando Adolfo Altable interpretaba Yesterday en versión Ray Charles. Aquel día, 64
Autógrafo de Pino Donaggio, conseguido en la Pista de Barros, cuando aún no sabíamos nada de su faceta como compositor cinematográfico.
sin embargo, le tocaba el turno a un cantante melódico italiano de nombre Pino Donaggio, cuya canción más conocida tiene por título Una casa encima del mundo. Su actuación fue memorable, con una primera parte dentro de su estilo de preciosas baladas y una segunda en plan rockero. Al finalizar su actuación salimos al jardín exterior y le vimos en una esquina que daba al escenario firmando autógrafos. Mi chica se fue a pedirle uno y con una amplia sonrisa, se lo dió un domingo en
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el 26 de noviembre de 1971 tiene lugar en el Cine Maripeña el estreno mundial de Cao-xa de Pedro Mario Herrero, escritor, dramaturgo, corresponsal de guerra, guionista y director asturiano, nacido en Valdesoto y que había pasado parte de su infancia y juventud en Langreo. Hubo un lleno hasta la bandera y acudieron el propio director, el músico, parte del equipo técnico y de los actores, algunos no profesionales, y las autoridades locales. La película, rodada en una aldea vietnamita en pleno conflicto bélico, sorprendió por su aspecto entre documental y ficción, con escenas bélicas reales y apostando por la teoría de la liberación. La cinta tuvo una extraña difusión comercial. Es una de las cintas más malditas de la cinematografía espa-
ñola. Del propio Pedro Mario Herrero, yo vi en el Cine Maripeña, en una sesión de jueves, Si estás muerto, por qué bailas (1970), interpretada por Alfredo Landa y La Polaca. Fue el
realizador de ¡Adiós cordera! (1966), cuento homónimo de Leopoldo Alas Clarín, rodada en escenarios naturales asturianos. Otras películas suyas son La barrera (1965) su debut, una comedia con José Bódalo y Carlos Estrada; Club de solteros (1966), donde en un pueblo español un grupo de amigos rompen con sus novias y forman el citado club, con música de Carmelo A. Bernaola. uno de los grandes compositores de bandas sonoras de nuestro cine; o El gran secreto (1980), un drama sobre varias personas aisladas por una nevada en una casa rural, con un reparto encabezado por Francisco Rabal y María Luisa San José.
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una fotografía tipo postal. Unos años después en un pase de Vestida para matar (1979) de Brian de Palma, me fijo en los títulos de crédito que Donaggio figura como autor de la banda sonora. Mi sorpresa fue mayúscula. Desde entonces, sigo su carrera y puedo contar que es uno de los más prestigiosos autores de bandas sonoras de la actualidad. Entre otras compuso Amenaza en la sombra (1974) de Nicholas Roeg; Carrie (1976) de Brian de Palma; Piraña (1978) de Joe Dante; Doble cuerpo (1984) de Brian de Palma; Muerte en el Vaticano (1982) de Marcello Aliprandi; En nombre de Caín (1992) de Brian de Palma; Detrás de la puerta (1982) de Liliana Cavani; Impacto (1981) de Brian de Palma; Aullidos (1981) de Joe Dante; Berlín interior (1985) de Liliana Cavani; o Nunca hables con extraños (1995) Peter Hall. Aún conservo a mi chica, por eso aún tengo su autógrafo. En la penúltima cinta de Tarantino, Death Proof (2007), aparece uno de sus temas Sally and Jack, lo que significa entrar en el Olimpo de los compositores cinematográficos. Como una cosa lleva a otra, comencé a leer libros de cine. Uno de los primeros fue El director es la estrella, que me dejó un entrañable compañero de la Facultad de Ciencias, Julio, natural de Laviana. En plena lectura, estrenaron en el Cine Felgueroso Hermanas (1973) de Brian de Palma, donde ya muestra una amplia referencia a varios filmes de su maestro Alfred Hitchcock. A De Palma le dedica el libro un amplio capítulo, donde ya se empieza a analizar su obra y desde entonces soy un fan acérrimo de su cine. Por supuesto que cayeron muchos más libros en mis manos, los cuales devoré y coleccioné. Igualmente en el Felgueroso vimos Lo verde empieza en los Pirineos (1973) de Vicente Escrivá. Era una comedia burda que intentaba criticar, parodiar, reírse o no se sabe qué, de los españoles que a principios de los setenta acudían a Perpignan o a Biarritz a ver un tipo de cine prohibido aún en España. Pero según la prensa española, sólo se trataba de ver El último Tango en París, Emmanuelle o algún que otro porno. Sin embargo, la verdad era que la férrea censura cortaba el paso a cientos de películas cuyo interés cinematográfico estaba fuera de toda duda. Tiene especial interés el estreno en Langreo, en el Cine Felgueroso, de películas prohibidas 66
durante años por su carga política como El gran dictador (1940), la primera película hablada de Charles Chaplin, donde parodia la figura de Hitler y que había sido prohibida por expreso deseo del general Franco. En el discurso final de Chaplin, dirigiéndose directamente al espectador, el público presente en la sala se decantó por arrancar una enorme y sonora ovación; Viridiana (1961) de Luis Buñuel, ganadora en Cannes de la Palma de Oro, el máximo galardón del jurado, pero a raíz de un artículo de L’Observatore Romano, periódico oficial del Vaticano, provocó que fuera prohibida en España y se ordenó la destrucción de todas las copias en un buen ejercicio de libertad, aunque el éxito popular fue considerable; o Por quién doblan las campanas (1943) de Sam Wood, un drama adaptado de la novela de Ernest Hemingway sobre la Guerra Civil Española, con una duración de tres horas que defraudó al público que esperaba algo más panfletario y se encontró con una hermosa historia de amor perfectamente interpretada por Gary Cooper e Ingrid Bergman, que es retratada con unos primeros planos inolvidables y con una representación de los soldados republicanos españoles a años luz de la realidad. Hacia 1977, la revista de cine Fotogramas publicó una lista de películas imprescindibles que habían estado prohibidas en España. Era tan extensa que pensábamos que no llegaríamos a verlas todas. Pero estábamos equivocados casi todas se llegaron a estrenar. En los años siguientes nos fueron llegando de una u otra forma y nos pusimos al día, aunque algunas que se colaron eran totalmente prescindibles, pues sólo tenían a su favor la etiqueta de que habían estado prohibidas. El interés de los aficionados a ver buen cine se fue incrementando. Aprovechando mi viaje de novios por el sur de Francia, en 1978, pasé por Biarritz y Perpignan y acudí a ver alguna sesión de cine prohibido, pero ya estaba en franca decadencia. Cuando llegué a Barcelona se estaban estrenando cintas como Bilitis (1977) de David Hamilton, un fotógrafo pasado al cine que no sabía lo que era hacer una película, y demás películas eróticas para la burguesía francesa en particular y europea en general, y que en España funcionaron muy bien puesto que existía
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la excusa cultural perfecta para ir a ver cine eró tico sin tapujos. Así llegaron Emmanuelle (1974) de Just Jaeckin, que generó una saga y muchas estando de viaje por el sur de Francia vi una imitaciones; Historia de O (1975) de Just Jaec- cola enorme de espectadores a la puerta de un kin; y un buen montón más. El mercado espa- cine y mi curiosidad me llevó a acercarme y ver ñol pronto se sumó a esta corriente y produjo que proyectaban La guerra de las galaxias (1977) un enorme número de títulos, donde destaca- de George Lucas. Unos días después, en Barceban como realizadores Jesús Franco o veteranos lona, la historia se repitió pero la cola era mayor. Cuando la cinta llegó a Langreo ya era todo como Ignacio F. Iquino. De repente las carteleras españolas se llenaron un fenómeno de masas y su estreno en el Felde pseudoproductos eróticos que recibieron una gueroso fue todo un acontecimiento. Deslumcalificación especial, Películas S. Duraron desde bró por sus efectos especiales, que cambiaron 1975 hasta 1985. Los avispados productores es- el concepto de los mismos, por su narrativa, el retorno a la aventura pura pañoles empezaron a fay una nueva forma de enbricarlas en serie y muchas tender la vida. A partir de eran firmadas con seudóniaquí la cosa continuó, y ya mos. También proliferaron en los ochenta, se culminó productos o subproductos una primera trilogía con El eróticos extranjeros. Tuvieimperio contraataca (1980) ron su público, pero duró de Irvin Kershner y El relo que dura el sueño de una torno del Jedi (1983) de Rinoche de verano. Hoy nachard Marquand. Todas tudie se acuerda de ellos a nivieron una gran acogida en vel artístico. nuestros cines. La segunda En el Maripeña acudí trilogía en orden de estreno, un domingo a ver La traspero primera en el aspecto tienda (1975) de Jordi Grau, cronológico de la saga forque estaba lleno hasta la banmada por La amenaza fandera, cosa previsible puesto tasma (1999), sigue con El que contenía el primer desataque de los clones (2002) y nudo integral del cine espaculmina con La venganza de ñol, a cargo de María José los Sith (2005), todas dirigiCantudo. Allí no había cine, das por George Lucas, cogió nadie se enteró de la pelía nuestros cines comerciales cula, la polémica iba por Reproducción del cartel original de La guerra de las galaxias (1977) en franca decadencia. La úlotros derroteros. de George Lucas. Cuya iconografía tima ya no contaba con saSin embargo, los aconllega hasta nuestros días. El mercado las de estreno en Langreo. tecimientos se precipitaron mundial se inundó de productos de En aquella época surgió la con la caída de la dictadura y los personajes y las naves galácticos. llamada tercera vía del cine esa finales de la década ya empezaron producirse y estrenarse cintas más per- pañol. Creada por el productor José Luis Dibilmisivas. Después se inicia la época del destape. La dos, estaba a medio camino entre el cine popucinta española protagonizada por Amparo Mu- lar, de ínfima calidad, y el cine intelectual, que ñoz, Tocata y fuga de Lolita (1974) de Antonio tenía poco tirón en taquilla salvo honrosas exDrove, tuvo una acogida excelente en la taquilla cepciones. En nuestros cines, aparte de otras ya del Cine Felgueroso, las colas daban la vuelta a citadas, tuvieron un éxito considerable cintas las oficinas de ercoa, situadas en una esquina de como Españolas en París (1971) de Roberto Bola Inmobiliaria Felgueroso. Esto se repitió con La degas, que fue la pionera y yo vi en el Teatro Pilozana andaluza (1976) de Vicente Escrivá y otros lar Duro; Vida conyugal sana (1974) de Roberto Bodegas; El Love Feroz (1975) de José Luis García títulos similares. avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 2. años setenta
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Soldado azul (1970) de Ralph Nelson, cinta sobre el exterminio del pueblo cheyenne a manos de las tropas del coronel Iberdson. En la carátula original americana la india del dibujo no lleva la poca indumentaria que aparece en esta.
Sánchez; o Mi mujer es muy decente, dentro de lo que cabe (1975) de Antonio Drove. La musa del género era María Luisa San José y el actor más carismático José Sacristán. Para mí, la normalidad democrática comenzó cuando se estrenó en el Cine Felgueroso El último tango en París de Bernardo Bertolucci. El público lógicamente esperaba otra cosa, la publicidad sobre la carga erótica del filme se había desbordado, y fue encontrarse con un extraordinario estudio sobre la soledad y la supervivencia del individuo frente a una sociedad que todo lo devora. Brando sigue estando espléndido y París se convierte en una de las ciudades cinematográficas por excelencia. En un viaje posterior a la capital gala, recorrí algunos de los escenarios del filme, es una experiencia digna de experimentar. Años después hice lo mismo con Los 68
amantes del Pont-Neuf (1991) de Leos Carax, un poético drama sobre los vagabundos parisinos, proyectada en Langreo por Sala Oscura. Estuve en el susodicho puente a las diez de la noche de una fría primavera y parecía que París había quedado sin habitantes. Más tarde me enteré que en la cinta el puente era un decorado, pero no me importó pues yo estuve donde quería que estuviera el autor. el Cine Maripeña en sus sesiones comerciales nos regala cintas tan interesantes como El seductor (1971) de Don Siegel, la mejor cinta de su director y donde Clint Eastwood comienza a romper su imagen de hombre duro, pues aquí ya compone un personaje fácil de ser derrotado; Soldado azul (1970) de Ralph Nelson, estrenada
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unos años después de su realización y con más declaración de principios al autoproclamarse hijo de media hora de cortes, y cuya reposición pos- adoptivo del más genial de los Hermanos Marx. terior en esta misma sala, permitió comprobar el Pero había mucho más como su puesta en escena desaguisado cometido por la censura; Un hombre innovadora; su enorme sentido del humor, que a llamado caballo (1970) de Elliot Silverstein, uno veces resultaba demoledor; la categoría con que de los mayores éxitos de la sala; Pequeño gran sabe reírse de sí mismo, sólo al alcance de alguhombre (1970) de Arthur Penn, una desmitifica- nos cómicos privilegiados y por su enorme carga ción del western con un gran Dustin Hoffman; de libertad de expresión. Pero sobre todo, nunca olvidaré cuando declara que Escalofrío en la noche (1971) sólo leía libros donde apael inesperado y prometedor reciera la palabra muerte en debut de Clint Eastwood su título, precisamente uno en la dirección, cuando no de los temas más tratados nos podíamos ni imaginar en su cine junto a su estado hasta dónde iba a llegar su hipocondriaco. carrera como realizador; También triunfaron en la Gritos y susurros (1973) de sala muchos spaguetti wesIngmar Bermang, su mayor tern, la mayoría de los cuaéxito comercial en España, les eran producciones espacon la escena fundamental ñolas que tenían unos títulos censurada, aquella en que demenciales, los cuales Mila protagonista se mutila guel, Alejandro y yo recordálos genitales con una copa bamos en plan humorístico, de vidrio rota, por lo que la por ejemplo: Ve, mátalos y mayoría de los espectadores vuelve o Cava tu fosa amigo, no sabían de qué iba aquellega Sartana. En la sala felllo y había que informarse Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1971) una cinta de Dario guerina los proyectaban hinde las claves en revistas esArgento, un mítico director para chados a toda pantalla para pecializadas en cine; Conlos aficionados al cine de terror, poder mantener el sistema fidencias (1974) de Luchino que en La Felguera vimos todd-ao, del que ya apenas Visconti, con todos sus elemasacrada por la censura. se producían películas. mentos en juego, desde beEn estos años el cine italiano tenía su tirón. llas imágenes hasta personajes torturados y decadencia a raudales; Hair (1979) de Milos For- Por una parte estaban las comedias, unas burman, con canciones inmortales de la cultura de das, la mayoría dirigidas por Steno, con actores los sesenta; y Las dos inglesas y el amor (1971) de que llegaron a hacerse populares y hoy en día François Truffaut, una de sus obras maestras, un nadie los recuerda, y otras más sofisticadas dirigidas por autores como Pietro Germi o Alberto drama romántico sobre un amor loco. A finales de la década era la época en que va- Lattuada. Por otra, se prodigaba el cine de susrios matrimonios, a los que me une una gran pense italiano denominado Giallo, que significa amistad, íbamos en pandilla al cine, ahora a la se- amarillo en referencia al color de las portadas de sión del domingo a las 7,30. En el Cine Maripeña unas populares novelas policíacas italianas. Envimos Annie Hall (1977) de Woody Allen, la gran tre otras vimos El gato de las nueve colas (1971), triunfadora de los premios Oscar de aquel año, los El pájaro de las plumas de cristal (1970) (ésta se que no fue a recoger por tocar el clarinete con un puso en el Teatro Pilar Duro), y Cuatro moscas grupo de amigos. Esta cinta supuso el reconoci- sobre terciopelo gris (1971) de Darío Argento, trimiento general de su genio. Aquella tarde yo me logía fundamental en el género que nos ocupa. hice alleniano ya desde el comienzo, cuando di- Y muchas más en coproducción, donde había rigiéndose a los espectadores dice parafraseando mucha sangre y poco sexo, puesto que la mayoría a Groucho Yo no pertenecería nunca a un club se estrenaban en versiones cortadas o adaptadas donde aceptasen a personas como yo, toda una a España. avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 2. años setenta
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El retorno de Walpurgis (1973) de Carlos Aured, una explotación del efímero éxito de sus predecesoras, que contó con una extraordinaria aceptación en mercados internacionales.
En esta época fue cuando se destapó el escándalo de las dobles versiones de las películas españolas. Fue a raíz de la proyección en Santiago de Compostela de la cinta española Las melancólicas (1973) de Rafael Romero. La copia en cuestión estaba destinada a Santiago de Chile y un operario se equivocó de destino y la mandó para la capital gallega, al menos eso dijeron las crónicas oficiales. El hecho se desencadenó cuando la máxima autoridad eclesiástica acudió a un pase privado y se prohibió su exhibición con las correspondientes sanciones administrativas. Los cazadores de erotismo tuvieron que esperar unos años para saciar su sed. Proliferaron en nuestras salas películas de cine de terror español, estas sí que tenían dobles versiones y a veces los saltos narrativos eran 70
espectaculares, lo que provocaba silbidos en las plateas langreanas. Aparecieron en muchos programas dobles, aunque algunas se estrenaban con honores de grandes superproducciones. Su máximo representante fue Jacinto Molina, actor y director que era conocido con el nombre artístico de Paul Naschy. Su mayor popularidad la consiguió en su papel de Hombre Lobo, siendo la más conocida La noche de Walpurgis (1971) de León Klimovsky, después hubo varias secuelas y vinieron otros personajes. El filón hizo que existiera un subgénero de terror a la española. La mayoría de los títulos sin ningún interés artístico, excepto para los fanáticos del género, que los había y los hay, y son muchos. El público del Cine Felgueroso dispensó una cálida y multitudinaria acogida a La escopeta
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nacional (1977) de Luis G. Berlanga. Con ella, la carrera del maestro valenciano llegó a su cúspide, pues ahora ya mostraba lo que quería sin tapujos y su acidez esperpéntica nos emocionó. Hacía un cine coral, rodado en plano secuencia, con un reparto de lujo donde aprovechaba al máximo todos los registros interpretativos de nuestros mejores actores de reparto. La taquilla fue soberana y rodó dos secuelas: Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1982), ambas bien acogidas en Langreo. a mediados de los setenta, tengo mis primeros contactos con la realización cinematográfica. Lo hago trabajando con una cámara de cine amateur de súper 8 mm Junto a Juan José García Gómez y Alfonso Granda García-Argüelles, rodamos un documental sobre el río Nalón y su entorno totalmente contaminado, desde Laviana hasta Frieres. Nos lo pateamos todo por etapas, era una fría y soleada primavera y hasta nos detuvo la policía secreta con sede en Sama enfrente del río, que todos conocíamos, al confundirnos con un comando de información de algún grupo terrorista. Hoy en día el material está totalmente perdido, fue un trabajo inacabado pero hermoso, una aproximación al cine y las dificultades que lleva la práctica, la teoría es más fácil. después de la positiva experiencia de Vértice y el cine club de Ciaño, en este periodo de tiempo proliferaron los cine-clubs en nuestro concejo. Era una propuesta muy interesante que se venía desarrollando popularmente en España desde principios de los años cincuenta y que tuvo una buena repercusión cultural en la España franquista. Aunque parece que el término cineclub surge en Francia en 1916 y que tuvo una amplia difusión por todo el mundo, en España es mítico el de la Residencia de Estudiantes de Madrid (hacia 1917), del que formó parte Luis Buñuel. Consistía en grupos de cinéfilos que se reunían para visionar, discutir, difundir y analizar la obra cinematográfica. En los cincuenta se forma una Federación Internacional. Lampreo, con su típica inquietud e intensa actividad cultural, no es ajeno al tema y volvieron a surgir muchos.
En esta década, en La Felguera, funcionó el Cine-Club Ensidesa con una programación variada, popular, pero no del estilo de la que se ponía en este tipo de grupos. En Sama, a mitad de la década, se formó el Cine-Club Gonzalo Suárez de Amigos del Nalón con sede en la calle Severo Ochoa, en el que se recuperaron para el espectador grandes obras de la cinematografía mundial, algunas de las cuales eran muy difíciles de visionar por estos lares. Pusieron películas de Sergei M. Eisenstein, Vsevolod, Pudovkin, Dziga, Vertov, Orson Welles, Alfred Hitchcock, John Ford o un ciclo de los Hermanos Marx. El Cine-Club Infantil de Ensidesa tuvo una vida breve debido a la dificultad de encontrar títulos adecuados. Había monitores que presentaban las obras y luego dirigían debates. Era una propuesta muy interesante. El Cine-Club Lumière de la Alianza Francesa fue presentado en el Cine Felgueroso el 6 de diciembre de 1972 con Campanadas a medianoche (1965) de Orson Welles, una producción española que recoge una particular simbiosis de varias obras y personajes de William Shakespeare. Le siguió un programa doble con Retrato de Orson Welles, un documental de François Reichenbash, y Una historia inmortal (1968) de Orson Welles, una cinta que apenas dura una hora y donde convierte una ciudad española en la lejana China. En octubre de 1973, presentan en el Cine Sindical de La Felguera una semana de cine francés y entre otras se proyectaron Pickpocket (1959) de Robert Bresson, un drama sobre un carterista que ejerce su oficio para darse valor; Le signe du lion (1959) de Eric Rohmer, primer largometraje del maestro francés; y À bout de souffle (Al final de la escapada) (1960) de Jean-Luc Godard, donde nos muestra un estilo innovador sobre manera en el montaje y la fotografía. En 1974 pasaron un ciclo dedicado a Obras Maestras de la Literatura Francesa, donde encontramos Germinal (1963) de Yves Allegret, adaptación de la célebre novela de Emile Zola con temática minera o La Cartuja de Parma (1948) de Christian Jaque, adaptación de una obra de Stendhal. La programación duró un año más. Las cintas se
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a finales de los años setenta, se proyectaron en nuestras Cuencas Mineras unos ciclos de la Obra Social de la Caja de Ahorros de Asturias, como entonces se llamaba. Entre los que pusieron estaban los siguientes: Cine de estrellas y vampiresas: La calle sin alegría (1925) de G. W. Pabst, con Greta Garbo; Madres que bailan (1926) de Herbert Brenon, con Clara Bow; Éxtasis (1933) de Gustav Machaty, con Hedy Lamarr; Dos mujeres y un amor (1939) de John Cronwell, con Carole Lombard; Damas de teatro (1937) de Gregory LaCava, con Ginger Rogers y Katharine Hepburn.
Clásicos del cine mudo: Primeras realizaciones de los hermanos Lumiere; Un sombrero de paja italiano (1927) de René Clair; La pasión de Juana de Arco de Marcel Dreyer; El acorazado Potemkin de Sergei M. Eisenstein; El último de F. W. Murnau; El nacimiento de una nación de D. W. Griffith; Asalto y robo al gran tren de Edwin. S. Porter; Uberfall de Ernö Metzner; La fiebre del ajedrez de V. I. Pudovkin; Rain de Joris Ivens. Cine experimental y de vanguardia: En tres capítulos. – El cine experimental en España: El hotel eléctrico (1905) de Segundo de Chomón; Un perro andaluz (1928) de Luis Buñuel y Salvador Dalí; Las Hurdes, tierra sin pan (1932)
proyectaban en versión francesa con subtítulos en castellano. También se vieron otras cintas de diversas nacionalidades. El Cine Club Nalón, proyectaba en el Cine Sindical de La Felguera, estaba inscrito en la Federación Española de Cine-Clubs y en él se pudieron ver entre otras películas como Smic, smac, smoc (1971) de Claude Lelouch, una de las más innovadoras del cine francés y de una frescura envidiable, que fue la de su inauguración en noviembre de 1974, y se pasó en versión original subtitulada; El chico (1921) de Charles Chaplin, su primer largometraje, aunque en realidad se conservan 50 minutos, todo un regalo para los sentidos y de la que siento que es una enorme suerte poder ver algo tan hermoso en una pantalla; Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, el genio en su cénit y que cuenta con tres o cuatro gags extraordinarios que no me canso de ver en una copia en dvd de mi colección; El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel, la primera vez que la vi empecé a vislumbrar la osadía de un director de cine; o El 72
de Luis Buñuel; El crimen de la pirindola (1965) de Adolfo Arrieta; Homenaje a Tarzán (1969) de Rafael Ruiz Balerdi; La edad del silencio (1978) de Gabriel Blanco. – El surrealismo: Paris qui dort (1923) de René Clair; Entreacto (1924) de René Clair; La estrella del mar (1928) de Man Ray; Fantasmas antes del almuerzo (1927) de Hans Ritcher. – La vanguardia en Francia: El espejo de las tres caras (1927) y La sangre de un poeta (1930), ambas de Jean Cocteau. La literatura y el cine: El abanico de Lady Windermere (1925) de Ernst Lubitsch, basada en un relato de Oscar Wilde; Tener y no tener (1945) de Howard Hawks, según una novela de Ernest Hemingway;
bosque de los abedules (1970) de Andrzej Wajda, reseñada más adelante. En una sesión doble se proyectaron dos mediometrajes de Luis Buñuel, Un perro andaluz (1929) y Las Hurdes, tierra sin pan (1933), obras imprescindibles de la cultura cinematográfica y que en aquellos años eran muy difíciles de ver. Las sesiones eran el sábado por la tarde, a eso de las siete o siete y media. Allí acudimos una serie de personas, la mayoría muy jóvenes, intentando dar una nueva dimensión a nuestro amor al cine. Duró poco tiempo por dificultades económicas pero fue otro paso más en nuestra instrucción cinematográfica. El Grupo de empresa hunosa presentó en el Cine Maripeña el I Ciclo Internacional de Cine. Fue durante los días 8, 17 y 22 de mayo de 1974. Constaba de tres películas entre las que estaban Cao-xa, la ya comentada cinta de Pedro Mario Herrero, y Detenido en espera de juicio (1971) de Nanny Loy, con un impresionante Alberto Sordi. En el programa se anunciaba que el grupo Hunosa tenía como objetivo sondear el interés del
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Ricardo III (1944 de Laurence Olivier, adaptación de un drama de Shakespeare; Mouchette (1966) de Robert Breson, según una novela de Georges Bernanos. Clásicos del cine cómico: Max y la estatua (1913) de Max Linder; La quimera del oro (1925) de Charles Chaplin; El campeón del anuncio (1924) con Charlie Chase; El moderno Sherlock Holmes (1924) de Buster Keaton (Pamplinas); Tiburones de billar (1915) de W. C. Fields; ¡Ay, mi madre! (1926) de Sam Taylor, con Harold Lloyd; Ojo por ojo (1929) y En un viejo puerto (1932), ambas con Stan Laurel y Oliver Hardy (El Gordo y El Flaco); La primera llama (1925) de Harry Edwards, con Harry Langdon;
público por el Séptimo Arte, con el objetivo de crear un cine-club con actividad continua. En 1975 La Sociedad de Festejos de San Pedro de La Felguera organizó una Semana Cinematográfica en el Cine Maripeña en colaboración con el Cine-Club Nalón. Se pusieron Salvaje y peligrosa (1972) de Brian G. Hutton, uno de los mayores fracasos de la carrera de Liz Taylor; El héroe anda suelto (1968) de Peter Bogdanovich, donde un envejecido actor encarnado por Boris Karloff, decide dejar el cine al comprobar que sus películas no calan en la juventud, donde podemos comprobar que la violencia actual supera sus ficciones y quizá sea su mejor obra; se proyectó un largometraje documental sobre los Rolling Stones, el cual me perdí y hoy en día aún no tengo referencia de él; Tal como éramos (1973) de Sydney Pollack, excelente disertación sobre la caza de brujas en Hollywood; y Mi vida es mi vida (1970) de Bob Rafelson, sobre un prometedor músico, un joven Jack Nicholson, que abandona su carrera para trabajar de
Alumand Eve (1932) un corto con la pareja femenina Zasu Pitts y Thelma Todd; Sopa de ganso (1933) de Leo McCarey, con los Hermanos Marx; Peligro a granel de Larry Semos (Tomasín o Jaimito). Los ciclos eran presentados con una publicación general, que tenía por una cara un póster del ciclo y por la otra unos comentarios realizados por primeras firmas de la crítica especializada de este país. Además, daban unos cartones con los comentarios de cada película o grupo de ellas. Como se ve al releer lo seleccionado, estamos ante toda una antología del mejor cine clásico. Estos ciclos rodaban por entidades culturales de toda España.
operario en una refinería, una cinta muy típica de los sesenta. Además hubo una sesión infantil con una película de dibujos animados de la factoría Disney titulada Robín y sus amigos. Al año siguiente se repite la experiencia con una segunda semana donde pusieron obras como Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, la última aparición de su genial vagabundo en la pantalla, todo un incunable; El bosque de los abedules (1970) de Andrzej Wajda, un drama que narra la extraña educación sentimental que recibe un joven de sus tres hermanas; La noche americana (1973) de François Truffaut, el mejor homenaje al cine visto en una pantalla y ganadora de un merecido Oscar a la mejor película extranjera; y El ángel exterminador (1962) de Luis Buñuel, el resplandor surrealista del maestro en una de sus mejores realizaciones por tierras mejicanas. También se proyectaron un par de sesiones infantiles. Ésta fue mi década de asentamiento en la cinefilia. Pero ahora ya éramos dos los espectadores en la sala, mi compañera y yo.
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la desaparición de salas de exhibición continúa de forma espectacular. Es la década de implantación del video, el penúltimo enemigo de los cines. En Langreo solo quedan cuatro y sin embargo hay más de 30 videoclubs, algunos ambulantes. A lo largo de estos años desaparecen otras dos salas, el Cine Hogar y el Cine Astur. Los medios de comunicación audiovisuales empiezan a hacerse más potentes y el coche se asienta definitivamente en las familias. Se puso de moda acudir a los estrenos cinematográficos a Oviedo. En los cines se implanta el control de taquilla, pero eso no quiere decir que se cumpla, pues era práctica habitual dar la localidad junto a un pequeño ticket, a veces grapado y otras no, te cortaban la entrada y recogían el ticket de control y sospechábamos que volvía a pasar por la taquilla. Si alguno insistía en que se lo dieran, podía recibir cualquier tipo de respuesta, todas menos la adecuada. Después de desaparecer el sistema Vídeo-2000, se inicia la guerra de formatos entre el Beta y el vhs. Cada uno tiene sus adeptos. Los video-clubs tienen que tener una copia en cada formato. Pronto se decantan por el vhs. El público de las salas de cine se hace cada vez más juvenil, y las películas tienden descaradamente a captar este tipo de espectador. En Oviedo, Gijón y Avilés empiezan a surgir los llamados minicines. Un paso atrás en la calidad, puesto que tienen poco aforo, butacas muy incómodas y pantallas pequeñas. Suelen tener hasta siete salas contiguas, esto hace que se ahorren costes, sobre todo en personal, ya que lo reducen en la puerta, en los acomodadores y los proyeccionistas. Sin embargo, esto hace aumentar la oferta cinematográfica. Éstos nunca llegaron a establecerse en Langreo, aunque se rumoreaba que alguna sala local podía ser dividida en varias más pequeñas, pero no cuajó. 74
El cine comercial se hace en parte más sofisticado y cierto tipo de subproductos prácticamente desaparecen de las pantallas de estreno. Sin embargo, sí prolifera en el mercado videográfico, que las vende como grandes estrenos. Los socios de los videoclubs, al pedir consejo a los dependientes, reciben una contestación del tipo esto es un peliculón. Tan célebre se hace dicha expresión, que Antena 3 Televisión, años después, ponía una serie de películas en su programación nocturna con el título de El peliculón de la semana. En el no va más de lo estrafalario y entre otras lindezas, podíamos ver en los bares y cafeterías ciclos de comedias italianas de un tal Jaimito, que en realidad era Alvaro Vitalli, que hacían furor y podías escuchar a un contertulio en un bar cantar las excelencias de tan genial cómico ¡Habíamos tocado fondo! En el Cine Felgueroso, en 1989, se cambian las butacas, pues una vez cerrado el cine Astur, se aprovechan las suyas, que eran más nuevas y espaciosas, lo que hace que pase a tener 517 plazas para los espectadores. En butaca de patio hay 232 localidades, 155 en club y 130 en principal, donde el espacio se ha reducido al colocar una cortina en la parte superior, mientras que la trasera pasaría a ser una especie de almacén. La extraordinaria película E. T. (1982) de Steven Spielberg consigue ser la más taquillera de la historia del Cine Felgueroso y aguantó en cartel toda una semana con llenos en todas las sesiones. Mi hija Diana, de apenas unos años, no aguantó el tirón de la muerte y resurrección de la criatura extraterrestre y estuvo llorando varios días. Tiene una de las mejores bandas sonoras de la historia debida al genial John Williams, el hombre vivo con más nominaciones a los Oscar, 45, de las que ganó en cinco ocasiones la estatuilla, una por esta cinta. Curiosamente, en la misma fecha, algunos bares y cafeterías de Sama estaban proyectando copias ilegales en vídeo de la película del mago de Hollywoo. Yo vi
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una y quede horrorizado de la bajísima calidad del producto, parecía importar más el título que lo enlatado en la cinta, puesto que empe- entre los éxitos proyectados en los ochenta zaban a grabarse en las propias salas de exhibi- en el Cine Felgueroso y puede que algunos en el ción a partir de cámaras más o menos domés- Cine Maripeña, tenemos: Carros de fuego (1981) ticas. En general, todas tenían una calidad de de Hugh Hudson, ganadora de cuatro Oscar imagen deplorable y unos doblajes delirantes. y una de las mejores películas que se hicieron Esto no implica que algunos empresarios del sobre el deporte; Gente corriente (1980) de Rosector videográfico se ajustaran a la legalidad bert Redford, donde el genial intérprete salta a y triunfaran durante unos años con el alquiler la dirección y logra el Oscar al mejor realizador del año; Veredicto final (1982) de Sidney Lumet, para el uso doméstico. Un día estábamos un grupo de amigos echando con un excelente Paul Newman; El retorno del una partida de mus, en un bar de Sama, y a uno de Jedi (1983), de Richard Marquand, episodio VI los jugadores le reclamó su esposa para ir al Cine de la saga de La Guerra de las Galaxias; Amadeus (1984) de Milos ForMaripeña. Al día siguiente man, extraordinaria adapnos comentó que, para su tación de la obra homósorpresa, la cinta era Acorranima de Shaffer sobre la lado (1982) de Ted Kotcheff, vida de Mozart, ganadora la que inició la serie Rambo, de ocho estatuillas; Gandhi que se estaba proyectando (1982) de Richard Attenboen el bar mientras jugábarough, la vida del carismámos la partida. El resto de tico líder indio, que ganó la serie de este popular perotros ocho Oscar; El beso sonaje y las cintas de Rocky de la pantera (1982) de Paul eran las más celebradas en Schrader, un remake del los bares de Langreo. Eso sí, clásico de Jacques Tourdespués de triunfar en los neur, muy entretenida y una cines locales. cinta a reivindicar; Los SanLos cafés también potos inocentes (1984) de Manían en formato vídeo otras rio Camus, basada en una producciones de origen dunovela de Delibes y una de doso, donde no se respetaba las mejores películas espanada de la obra cinematoñolas, con las que sus ingráfica, ni formato, ni soEl beso de la pantera (1982) de Paul Schrader, un remake del clásico de terpretes principales, Alnido, ni doblajes. Existían Jacques Tourneu, fue uno de los fredo Landa y Paco Rabal, furgonetas de reparto a doéxitos proyectados en los ochenta ganaron el Premio a la Memicilio y los propietarios de en el Cine Felgueroso. jor Interpretación en el Feslos bares cargaban de cintas para proyectar a lo largo del día y la noche, las tival de Cannes. Nuestros actores empezaban a sesiones eran maratonianas. Entre los estrenos, ser reconocidos internacionalmente; Un hombre primaban los subproductos italianos con una lobo americano en Londres (1981) de John Landis, cierta carga erótica, que por cierto eran infu- recordada por sus extraordinarios efectos espemables, y sorprendentemente los clientes lo ce- ciales y maquillaje; Cotton Club (1984) de Franlebraban como maravillosos estrenos y eran ca- cis Ford Coppola, un sensacional homenaje al paces de verlos varias noches seguidas. Hay co- jazz de los años veinte; Memorias de África (1985) sas que nunca se podrán entender. Esta práctica de Sydney Pollack, con Robert Redford y Meryl Streep dando lo mejor de sí, una película inolviacabó perjudicando a los cines locales. dable por su belleza y por la música de John Barry; El color del dinero (1986) de Martin Scorsese, divertidísima continuación de uno de los mejores avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 3. años ochenta
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El color púrpura (1987) de Steven Spielberg y Nacido el 4 de julio (1989) de Oliver Stone, cintas americanas de prestigio que fallaron en los premios Oscar pero no defraudaron a la audiencia.
y más carismáticos filmes de la historia, El buscavidas; Top gun, ídolos del aire (1986) de Tony Scott, con un Tom Cruise para quinceañeros, hoy en día es más famosa por el tema principal de su banda sonora, Take my breath away, interpretado por el grupo Berlin, que ganó el Oscar; La misión (1986) de Roland Joffé, con unas impresionantes interpretaciones de Robert de Niro y Jeremy Irons, en una cinta hermosísima por su fotografía y que cuenta con música de Morricone en una de sus innumerables obras maestras; 9 semanas y media (1986) de Adrian Lyne, un drama erótico que encumbró a su pareja protagonista, Kim Basinger y Mickey Rourke, además de influir mucho en la moda de los ochenta; Matador (1986) de Pedro Almodóvar, un giro en su carrera y que cuenta con la inolvidable presencia del actor asturiano Nacho Martínez; El nombre de la rosa (1986) de Jean-Jacques Annaud, un thriller medieval que era una adaptación de una novela de Umberto Eco y gustó a todo el mundo; Arma letal (1987) de Richard Donner, una cinta con pareja de policías que juega al 50 % entre la comedia y la acción, su enorme éxito generó varias secuelas; El bosque animado 76
(1987) de José Luis Cuerda, una de las películas más aclamadas del cine español ganadora de cinco Goyas; El último emperador (1987) de Bernardo Bertolucci, ganadora de nueve Oscar, una gran propuesta visual sobre el último emperador de China; Los intocables de Eliott Ness (1987) de Brian de Palma, ganadora del Oscar al mejor actor de reparto para Sean Connery, con un Robert de Niro inconmensurable después de engordar unas docenas de kilos para encarnar a Al Capone y con secuencias memorables como la matanza de la escalinata en una estación de Chicago, una obra que gana adeptos con el paso de los años; El color púrpura (1987) de Steven Spielberg, un melodrama sobre afroamericanos que fue candidata a once Oscar y no ganó ninguno, hablándose hasta de venganza por parte de los académicos de Hollywood; ¿Quién engaño a Roger Rabbit? (1988) de Robert Zemeckis, realizada con personajes reales y de animación, una excelente parodia del cine negro; Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) de Pedro Almodóvar, uno de los grandes éxitos del director manchego a todos los niveles, la obra que lo empezó a consagrar definitivamente; Nacido el 4 de julio (1989)
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de Oliver Stone, un drama bélico basado en la vida de Ron Kovic, un héroe de la Guerra de Vietnam, que se convirtió en un activo antibelicista y que está perfectamente encarnado por Tom Cruise; El club de los poetas muertos (1989) de Peter Weir, un enorme melodrama refrendado por el público como un autentico acontecimiento cinematográfico, con un Robin Williams que nunca estuvo tan bien como aquí; Pretty Woman (1990) de Garry Marshall, una comedia de teléfono blanco con una pareja protagonista perfecta; ¡Ay, Carmela! (1990) de Carlos Saura, ganadora de trece Premios Goya, con guión de Rafael Azcona y donde confluyeron todos los elementos necesarios para lograr la excelencia cinematográfica; Cyrano de Bergerac (1990)
de Jean-Paul Rappeneau, una buena versión del clásico de la literatura por parte del cine francés, donde se respetaban los textos originales en verso; Átame (1990) de Pedro Almodóvar, nominada a quince Goyas sin recibir ninguno, lo que dió origen a los desencuentros entre el realizador y los académicos españoles, con una línea ahora dramática; Cazador blanco, corazón negro (1990) de Clint Eastwood, sobre un director de cine que va a rodar a África y decide aprovechar la ocasión para matar a un elefante, un retrato profundo sobre las obsesiones que nos atenazan; y Bailando con lobos (1990) de Kevin Costner, su debut como director, un western épico ganador de siete premios Oscar, un enorme éxito y una cinta que cuenta con muchos adeptos desde su estreno.
Átame (1990) de Pedro Almodóvar. Cinta donde el director manchego se aleja de la comedia y se nutre de elementos más dramáticos. Cuenta con una banda sonora del genial Ennio Morricone, para algunos fallida, pero ¿quién sabe?
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Como es natural llega al Felgueroso En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg. Es como una antología de todo el cine de aventuras hecho hasta los ochenta, pero una vez pasado por el filtro de su director, hace renacer el género y se convierte en una obra maestra referente para sucesivas generaciones. Es cine de acción en estado puro. Un guión que no deja descanso, una puesta en escena extraordinaria, un gran sentido del humor y el intérprete perfecto, la hacen imprescindible. El éxito fue extraordinario y la colocó entre las películas más taquilleras
de todos los tiempos. La saga cuenta con tres cintas más, dos casi inmediatas, Indiana Jones y el templo maldito (1984) e In-
diana Jones y la última cruzada (1989) y la última entrega, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, estrenada hace apenas un año, suena más bien a otra cosa, a una estudiada apuesta comercial que destroza en parta la mítica trilogía. Al igual que ocurrió en otras localidades, en la secuencia en la que aparece el espadachín estilo karateca e Indiana le dispara sin dar lugar a la lucha que todos esperábamos, la gente empezó a aplaudir.
Para mí, las mejores cintas de los ochenta proyectadas en Langreo fueron: Toro salvaje (1980) de Martin Scorsese, filme que sólo recibió dos estatuillas, una para Robert de Niro y otra al montaje, y se le escamotearon por lo menos otros dos, al mejor director y a la mejor película, pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y hoy en día está considerada entre las mejores cintas de los ochenta. Amén de otras cosas, encontramos una de las más destacadas interpretaciones de Robert de Niro, que llegó a engordar 30 kilos para encarnar al neurótico boxeador italoamericano en la parte final. Es uno de mis incunables del cine por varios motivos: por su fabulosa puesta en escena; por la calidad del montaje, destacando las escenas de combates filmadas desde el cuadrilátero y haciéndonos sentir todos y cada uno de los golpes que da o recibe el Toro; por la magnifica música y selección de canciones con que nos deleita Scorsese; por el retrato tan profundo de los personajes y por ser la mejor película sobre boxeo jamás filmada. Érase una vez en América (1984) de Sergio Leone, es un hito en la historia del cine. El maestro italiano presenta su última producción, la que yo 78
separo del resto de su obra, pues habían pasado 13 años desde su anterior obra, aunque se había dedicado a la producción y algunas fuentes indicaban que Mi nombre es ninguno (1973) de Tonino Valeri estaba filmada por él en un 90%. Le salió con una duración de 224 minutos. En España se estrenó en dos partes sin ningún criterio, en muchos países fue remontada y masacrada, y tuvimos que esperar a pases televisivos o a la edición
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en dvd para poder verla en toda su magnitud. Leone consigue que nos olvidemos de su maravilloso estilo narrativo y crea otro nuevo lenguaje prodigioso. Los actores están a un nivel insuperable. La música de Morricone, de quién si no, constituye una de las 10 mejores bandas sonoras de todos los tiempos. Alguien argumenta que no pudo presentarse a los Oscar porque se olvidaron de inscribirla, otros dicen que se estrenó apresuradamente en Estados Unidos sin la música. Algunos le achacan un final no eficaz, yo sin embargo no me canso de revisarlo en una copia en dvd que tengo como un tesoro, y me parece prodigioso. Terciopelo azul (1986) de David Lynch, su obra cumbre, una disertación sobre la enorme cantidad de capas que ocultan nuestra personalidad y que él va quitando una a una. Una espléndida visión sobre la perversidad del ser humano y que además me sirvió para descubrir a Roy Orbison. Es una obra morbosa, muy profunda que está llena de suspense y dramatismo. También tiene mucha mala uva y acaba con el mito de la inocencia de la juventud en el cine americano. A David Lynch le salen las imágenes deslumbrantes de una forma natural, tiene una caligrafía cinematográfica de la que solo disponen los grandes maestros del séptimo arte. Según Guillermo Cabrera Infante, sencillamente sólo es una obra maestra. Contiene una de las mejores secuencias iniciales del cine, aquella en la que un hombre que está regando su jardín saluda el paso de un camión de bomberos, parece
que vive en un entorno perfecto, todo es belleza y luz, pero de repente sufre un infarto y cae sobre el césped, la cámara se desplaza desde su cara y se introduce en la tierra, donde vemos el mundo del subsuelo lleno de insectos y otros bichos repelentes. Nunca nadie simbolizó tan bien el paso a las tinieblas.
Blade Runner (1982) de Ridley Scott, una de las que más influyó en el cine posterior. Basada en uno de los mejores relatos de ciencia ficción de todos los tiempos, de Philip K. Dick, titulado ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, y hoy en día reconocida como una de las mejores películas de los ochenta, contaba con música de Vangelis y una fotografía de las que te impactan. El tema nos dió motivo de discusión filosófica durante bastantes décadas. Pero lo que más impactó a todos los cinéfilos es un monólogo que no puedo evitar reproducir, puesto que es de lo más hermoso que oí en una pantalla de cine, aquél al final de la cinta, en que Nexus 6, interpretado por Rutger Hauer, cuando sabe que va a morir, habla con el cazador de replicantes interpretado por Harrison Ford, y que yo recuerdo así: He visto cosas que vosotros no creeréis, he visto asaltar naves en llamas cerca de Orión, he visto los rayos C brillar en la oscuridad cerca de las puertas de Tanhauser, todas estas cosas se perderán para siempre como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.
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¡Jo, qué noche! (1985) de Martin Scorsese, una enorme sorpresa, una película aparentemente menor pero con un calado soberbio. Una obra donde narra de forma circular las desventuras, sueños y pesadillas de un hombre gris que solo pretende salir a divertirse una noche en Nueva York y no es capaz de regresar a su casa. El cineasta nos va describiendo toda la fauna nocturna de una gran ciudad y a la vez nos desentraña las inquietudes del hombre contemporáneo.
en el año 1987, llevé a mi hija al Cine Felgueroso, fuimos a ver Gremlins 2, tocaba ejercer de padre, fomentar la afición al cine a mi descendencia o simplemente pasar un buen rato, juntos. Armados con golosina, estábamos disfrutando de las gamberradas de los bichos cuando de pronto la cinta se para y una mancha en el centro de la pantalla se extiende por toda la misma y yo exclamé ¡vaya, ya se quemó la cinta! Era una experta y divertida broma del cineasta. Los gremlins, en el desarrollo argumental del film, habían entrado en una cabina de proyección y como la acción transcurría unos años atrás, manipulando el proyector habían hecho que se quemara la cinta. Yo no me paré a pensar que eso no podía pasar en el Cine Felgueroso, ya que hacía tiempo que habían cambiado el celuloide por la nueva película ininflamable. En una copia de vídeo que vimos a posteriori, lo que hacen es romper la cinta, estaba adaptada al medio. En el año 1990 el Cine Felgueroso es comprado por la empresa Pesquera, la cual lo gestiona hasta su cierre como cine comercial en 2002. El Cine Maripeña también continúa con su programación, independiente del Felgueroso. Los títulos más recordados fueron: Desafío total (1990) de Paul Verhoeven, otro relato de Philip K. Dick, con una maravillosa banda sonora de Jerry Goldsmith, en la que quizá sea la mejor película en que participó Arnold Schwarzenegger y donde descubrimos a una de las estrellas de los noventa, la guapísima Sharon Stone. Hoy en día es uno de los films que más pases reciben en las distintas cadenas de televisión; El rey de la comedia (1983) de Martin Scorsese, interpretada por Robert de Niro y un rescatado Jerry Lewis, un estupendo estudio sobre la imbecilidad que generan algunos shows televisivos; Clave 80
Vestida para matar (1980) de Brian de Palma, un virtuoso de la imagen y la composición cinematográfica. Un thriller cargado de erotismo que no defraudó a sus seguidores y está entre lo mejor de su cine.
omega (1983) de Sam Peckinpah, una decepción para mí, uno de sus más acérrimos seguidores, pero desde el punto de vista actual comprendo la decadencia y el cansancio de un luchador que suministró al cine más de diez obras fundamentales; Bajo el volcán (1984) de John Huston, la penúltima cinta del maestro donde sigue hablando de grandes perdedores; Arizona Baby (1987) de Joel Coen, vertiginosa puesta en escena de los geniales hermanos Coen, casi una película de culto que en mi última revisión en 2009, me parece tan fresca como en su estreno; El cartero siempre llama dos veces (1981) de Bob Rafelson, un remake del clásico de Tay Garnett de 1946, que en esta ocasión potenció el contenido erótico de la obra original de James M. Cain; El sargento de hierro (1986) de Clint Eastwood, controvertida y divertidísima cinta donde no se sabe a que juega su autor, pues su ambigüedad roza el esperpento; Vestida para matar (1980) de Brian de Palma, uno de los directores más virtuosos de la historia del cine y una de sus mejores trabajos emulando, que no copiando, al genio del suspense
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Alfred Hitchock; y Bienvenido Mr. Chance (1979) de Hal Ashby, una comedia distinta que se erige, y así es recordada, como el testamento interpretativo de Peter Sellers. desde principios de los ochenta La Alianza Francesa de España (Círculo de Langreo) tenía su sede en la Casa de Cultura de Sama. Entre sus actividades proyectaba películas en 16 mm Se las enviaba el Servicio Cultural de la Embajada de Francia con sede en Madrid, lo que permitió programar largometrajes y cortometrajes, algunos documentales y también films de difusión cultural. Se proyectaban en las casas de cultura de Sama y La Felguera o en los locales de la Caja de Ahorros de Asturias. Las sesiones eran gratuitas. En una sesión en La Felguera, en la antigua Casa de Cultura, descubrí Duelo en la alta sierra (1962), la espléndida primera obra maestra del genial Sam Peckinpah, en la que estábamos cuatro espectadores, pero está claro que en esto de la difusión cultural el número no debe de contar y el boca a boca hizo que la cosa fuera creciendo. Poco después pudimos ver un estreno en Langreo, Vivre sa vie (1962) de Jean Luc Godard, una de sus obras más emblemáticas, la que mejor caligrafía cinematográfica aplica y donde están gran parte de sus obsesiones desarrolladas en obras posteriores. Entre otras vimos en Sama, en la Caja de Ahorros y en la Casa de Cultura, en versión original con subtítulos en castellano: Peau d’Âne (Piel de asno) (1970) de Jacques Demy, un musical fantástico basado en el famoso cuento de Charles Perrault, que conocía muy bien, puesto que es uno de los primeros libros que me regaló mi padre siendo muy niño; Symphonie pastorale (La sinfonía pastoral) (1946) de Jean Delannoy, basada en la novela homónima de André Gide; Un carnet de bal (1937) de Julien Duvivier, un drama que es una de sus obras más conocidas; El asesino vive en el 21 (1942) de Henry-Georges Clouzot, un simpático filme de suspense; Poil de carotte (1925) de Dudivier; L’assassinat de Père Noel (1941) de Christian Jaque, un thriller laberíntico; Dernières vacances (1947) de Georges Leenhardt, recuerdos infantiles
sobre una familia que pasa sus últimos días en una propiedad que ha de ser vendida; Dialogue des carmelites (Diálogo de carmelitas) (1960) de Raimond Leopold Bluckberger, con la musa del cine francés Jeanne Moreau y Alida Valli, un bello filme basado en una historia real sucedida en 1794; Le samourai (1967) de Jean-Pierre Melville, una de sus mejores películas, que se había estrenado en Langreo, en el Cine Maripeña, con el título castellano de El silencio de un hombre y estaba interpretada por Alain Delon y Nathalie Delon, y que es una de las joyas del estimable cine negro francés; Les perles de la couronne (1935) de Christian Jaque, una comedia clásica del cine galo; El bello Sergio (1958) de Claude Chabrol, su primera realización, y que es, nada más y nada menos, la primera película de la Nouvelle Vague; Los primos (1959) de Claude Chabrol, que trata de un joven provinciano que llega a París, se aloja con su primo y empieza a encontrar sentido a la vida en la gran ciudad; La mujer infiel (1968) de Claude Chabrol, una cinta policiaca considerada una de las obras cumbres de su autor; Un flic (1972) de Jean-Pierre Melville, obra maestra del cine negro francés y protagonizada por Alain
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Delon; Trafic (1971) de Jacques Tati, la penúltima realización del cómico del país vecino; Passage du Rhin (1960) de André Cayette, historia de dos prisioneros que se fugan, uno intenta volver a Francia y el otro se queda en Alemania; Las cosas de la vida (1970) de Claude Sautet, historia de un hombre casado y su amante que un día sufren un accidente de automóvil, interpretada por Michel Piccoli y Romy Schneider, convertida en aquella época en musa del cine europeo; y Le paradis perdu (1939) de Abel Gance, autor clásico y fundamental del cine francés. La actividad cinematográfica de La Alianza Francesa de Langreo llega hasta la actualidad. Como podemos observar, esta entidad realizó en nuestro municipio una gran labor difusora del séptimo arte, sobre todo del gran cine francés. Los aficionados locales les debemos mucho. en el año 1982, el azar hizo que estuviera en el Estadio de El Molinón viendo un partido entre el Real Sporting de Gijón y el Atlético de Madrid. Cuando me dirigía hacia el campo, que estaba en plena remodelación para el Mundial-82, observé una serie de camiones que no eran los típicos cuando se televisaban partidos, era todo un equipo de filmación de cine. Aquel día se filmaba una secuencia para Volver a empezar (1982) de José Luis Garci. Fue la primera película de nacionalidad española que ganó el premio Oscar a la mejor obra de habla no inglesa. Me pasé el encuentro viendo la victoria del Sporting sobre el campo y la ubicación de las cámaras en las gradas, pero ésto en la lejanía. Años después, en otro partido entre los mismos equipos se repitió la jugada, Garci volvió para filmar otra secuencia de su película Asignatura aprobada (1987), esta vez tuve más suerte y me tocó en preferencia al lado de una cámara, por lo que ya vi menos el partido y bastante más los entresijos de un rodaje profesional. Las dos cintas se estrenaron en Langreo y estuve entre los primeros en la cola del cine. Mi afición al Séptimo Arte no sufrió ninguna merma. En esta época empiezo a dar clase particulares en Sama, primero cerca de la Plaza Cubierta y más tarde en una pequeña casa de planta baja en la Llera. Pero pronto me contratan, dicen que por mi experiencia, en el Colegio Palacio de Granda, donde actualmente continúo mi actividad pro82
Volver a empezar (1982) de José Luis Garci, la película que proporcionó a España su primer Oscar a la mejor cinta extranjera. Es una muestra de gran cine hecho con los sentidos.
fesional. Todos mis exalumnos, que son miles, dicen cuando me los encuentro, en algunos casos después de varios años, que lo que mejor recuerdan son mis comentarios de cine. ¿Seré un mal profesor de Física y Química? o ¿Seré un gran cinéfilo? en la segunda corporación democrática, allá por 1983 y siendo alcalde Aladino Fernández, se crea en la Antigua Casa de Cultura de Sama, situada en la calle Alonso Nart, el Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo. Fue una idea del Servicio de Animación Cultural, al frente del cual estaban Aida Fuentes y Alberto Vega, inolvidables promotores de una gran actividad cultural en Langreo. Me encargaron la gestión de dicho Área de Imagen. Confiaron en mí simplemente por mi conocida carga lectiva como espectador cinematográfico. Yo les estoy eternamente agradecido y surgió entre nosotros una entrañable relación basada en
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el respeto que todos nos teníamos. Los objetivos del Área eran divulgativos y creativos. Se instauró un taller de imagen donde se desarrollaba una intensa actividad de difusión, aprendizaje y asesoramiento. Entre otras cosas, se inició un archivo documental de Langreo grabado en vídeo, se había adquirido una cámara de video de 8 mm de marca Sony, que fue una de las primeras que hubo en Asturias, con la que se realizaron múltiples trabajos. Por ejemplo, se filmaban las exposiciones promovidas en la propia casa, los festejos municipales y las actividades culturales tanto del Ayuntamiento como de Asociaciones Culturales, de las que Langreo bate récords por número por habitantes. También se hicieron cursos de lenguaje cinematográfico y manejo de equipos videográficos, exposiciones sobre el cine, sus carteles y sus géneros. Toda estas actividades tenían lugar en la sala de la segunda planta. Además se hizo alguna que otra publicación y se edita editaron unos boletines cinematográficos que llevaban el nombre de Sala Oscura, denominación que después usamos para la futura Tertulia Cinematográfica. Alberto Vega siempre me asesoró en mis trabajos, era una fuente de inspiración para el desarrollo de las actividades culturales, sus comentarios eran muy positivos y a veces socarrones e irónicos, pero a mi me daban alas. Era un hombre optimista, nunca puso pegas a nuestros proyectos y los defendía como propios. Guardo como tesoros sus publicaciones en Luna de Abajo. Aida Fuentes era la eficacia personificada, una compañera que tenía como lema deja hacer aquello que está bien. Los dos formaron el equipo ideal para el despegue cultural de un Langreo aletargado en aspectos culturales por diversos avatares políticos. Las huellas de su obra siguen presentes en nuestra comunidad.
El gran cine de aventuras, clásico o moderno, dominaba nuestra programación en la antigua Casa de Cultura de Sama.
En el terreno de la exhibihi ción cinematográfica, se hicieron ciclos proyectados en 16 mm y también en formato vídeo. Tuvieron una buena reenpercusión, sobre manera en tre el público infantil, debido fundamentalmente a la escasez de films adecuados para ellos en la programación cinematográfica comercial, puesto que ya habían desaparecido las sesiones infantiles de los cines locales. Allí se pasaron películas como La tumba india y El tigre de Esnapur ambas de Fritz Lang; La conquista del Oeste (1963) de John Ford, Henry Hathaway y George Marshall, una antología del western bajo el tamiz de Hollywood;
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Dentro del laberinto (1986) Terminator (1984) de James de Jim Henson, el creador de Cameron, todo un acontelos Teleñecos, una magnífica cimiento qué desbordó la cinta para todos los públicos capacidad de la sala, debido protagonizada entre otros a la cantidad de chicos que por el cantante David Bowie, acudieron a la proyección que se encarga de deleitarnos y que en su afán por entrar con media docena de excetodos en primera posición, lentes canciones; Tras el corompieron un cristal de la razón verde (1983) de Robert puerta; La guerra de las gaZemeckis, aventuras sin malaxias (1977) de George Luyor trascendencia; o La joya cas, que demostró que el del Nilo (1984) de Lewis Teamito seguía vivo, con el sague secuela de la anterior. lón estaba abarrotado, pero También tuvo buena rea mitad de la película se avepercusión un ciclo titulado rió el proyector de 16 mm., El Comic en el Cine, con lo que hizo que tuviéramos motivo de las Jornadas de que pasar el resto de la pelíComic de Langreo, organicula girándola a mano, una zadas por Próspero Morán experiencia inolvidable y y Helios Pandiella. Éste llesemejante a la que cuenta vaba el Área de Artes PlásAlfredo a Totó en Cinema ticas, desde donde hizo una Paradiso; Gremlins (1984) serie de extraordinarias exde Joe Dante, una excelente posiciones con los mejores muestra del talento de Spiepintores asturianos contemlberg como productor, llena poráneos y contribuyó a ende humor y guiños cinéfiriquecer nuestro patrimonio los. En un último pase que pictórico, base de la futura vi en Telecable, me pareció Pinacoteca Municipal. Hubo muy interesante y que conun concurso de comics origiserva su aroma; El corcel nenales y yo formé parte del jugro (1979) de Carroll Ballard, rado, pues por aquella época una inteligente producción también me atraía el nuevo de Coppola con una fotogracomic para adultos que se fía espléndida y una música, empezaba a extender por de Carmine Coppola extraorEspaña después de muchos dinaria, una buena muestra años de censura. de como el cine hecho para Caja de dibujo, publicación nacida al calor del I Salón del Comic Proyectamos entre otras: niños no precisa tratarlos en Langreo, en 1984. Conan el Heavy Metal (1981) de Gecomo a estúpidos; Juegos de destructor (1984) de Richard rald Patterton, una proguerra (1983) de John BadFleischer, fue una de las películas ducción canadiense de diham, ciencia-ficción juvenil programadas en el ciclo El comic en el Cine. bujos animados basada en con un positivo mensaje patrabajos de los geniales dicifista; Los goonies (1985) de Richard Donner, una cinta de aventuras juveniles; bujantes Richard Corben, Angus McKie, Don Cristal oscuro (1982) de Jim Heson y Frank Oz, obra O’Bannon, Thomas Warkentin y Bernie Wrightde animación con una desbordante técnica con las son; Superman, el film (1978) de Richard Donner, marionetas antes de la aparición del ordenador; una gran superproducción con interpretación de El secreto de la pirámide (1985) de Barry Levinson, Christopher Reeves, el más carismático y famoso aventuras escolares de un joven Sherlock Holmes; intérprete del personaje; Conan el bárbaro (1982) 84
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de John Milius, una película hecha a la medida de Arnold Schwarzenegger, en su mejor papel y creadora de toda una saga de cintas de espada y brujería, rodada en España y que cuenta con una escenografía estupenda; y Conan el destructor (1984) de Richard Fleischer, una secuela de la anterior, pero menos lograda, a pasar de la categoría de su director. El problema era la escasez de títulos disponibles en 16 mm Este formato permitía, por el tamaño de la pantalla, llenar la sala, que era de unos 180 espectadores. Las películas las alquilábamos en una distribuidora con sede en Bilbao. Si no era así, se recurría al vídeo, ya que había una tv Sony Trinitron de 37 pulgadas, la mayor disponible y entonces las sesiones sólo eran adecuadas para unos 80 espectadores. El salón de la planta baja de la biblioteca, como se conocía popularmente, tenía un pequeño escenario donde se llegaron a realizar representaciones teatrales. Precisamente allí, en 1973, hice mis pinitos interpretativos, o mejor un papelito de comparsa, al hacer de George en la obra Un enemigo del pueblo de Ibsen, dirigida por Francisco Palacios. Fue todo un acontecimiento social y cultural en Langreo. Allí también se siguieron proyectando varios ciclos de cine en colaboración con la Alianza Francesa de Langreo. una vez que se cerró la Antigua Casa de Cultura, ahora recientemente derribada y donde se construyó un edificio para uso de Cajastur, debido a un acuerdo de colaboración con el Ayuntamiento de Lampreo en el que entraba el local del Cine Felgueroso, se pasó a la nueva sede ubicada en las Antiguas Escuelas Dorado. Aquí se instaló el Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, en una amplia sala del segundo piso donde se siguió desarrollando la actividad audiovisual. De mano, disponíamos de amplios espacios, dedicamos nuestro tiempo a investigar en todos los campos de la imagen, los equipos videográficos fueron creciendo y por allí pululábamos varios fanáticos del Séptimo Arte. Las sesiones de proyección de películas en soporte vídeo, se hacían en el Salón de Actos, cuyo aforo era de cerca de 200 espectadores. En la mayoría de las ocasiones, las proyecciones se englo-
baban en ciclos. Entre las obras cinematográficas programadas destacan Zelig (1983) de Woody Allen, una de mis películas predilectas, una comedia con la que me identifico por mi sentido camaleónico; El sentido de la vida (1983) de Terry Jones, una comedia de los Monty Python estructurada en sketches, uno de sus grandes éxitos y ganadora del premio Especial del Jurado en en el Festival de Cannes; Lawrence de Arabia (1962) de David Lean, su programación fue un capricho personal por los buenos recuerdos que tenía, pero el formato no fue el más adecuado, pues para mi sorpresa, era una versión integra con escenas que habían sido cortadas en su estreno comercial; Willow (1988) de Ron Howard, una cinta de aventuras y fantasía con argumento y producción de George Lucas, que no triunfó comercialmente, pero que el paso del tiempo está convirtiendo en todo un clásico; Los inmortales (1986) de Russell Mulcahy, aventuras fantásticas que generaron una saga de películas que fueron decayendo con el tiempo; Uno rojo, división de choque (1980) de Sam Fuller, donde cuatro jóvenes soldados de infantería recorren los campos de batalla europeos durante la Segunda Guerra Mundial guiados por su veterano sargento, un extraordinario Lee Marvin, una obra que muestra lo absurdo de la guerra y que está rodada con gran realismo; Rebeldes (1983) de Francis Ford Coppola, una buena película de bajo presupuesto donde aparecen un apreciable número de futuras estrellas del cine americano; Videodrome (1983) de David Cronenberg, una de las más representativas de su estilo, una historia de alucinaciones que llega a límites insospechados; Corazonada (1982) de Francis Ford Coppola, el primero y el más sonado de sus fracasos comerciales, pero digna de revisar para colocarla en el puesto que se merece, con una banda sonora de Tom Waits extraordinaria y muy recomendable; El fantasma del paraíso (1974) de Brian de Palma, una de las mejores óperas rock del cine y una de mis películas de culto; Brazil (1985) de Terry Gilliam, una obra inclasificable que para muchos es un filme de culto; La ley de la calle (1983) de Francis Ford Coppola, bellísima en todos los aspectos y nuevo con un reparto de jóvenes actores americanos donde destaca un prodigioso Mickey Rourke; Las aventuras del barón Münchausen (1989) de Terry Gilliam, otra película a recuperar que costó más de
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Las películas de culto también tenían cabida en la programación del Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, como Brazil (1985) de Terry Gilliam y La ley de la calle (1983) de Francis Ford Coppola.
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cincuenta millones de dólares y solo recaudó en cines unos cinco; y Arrebato (1969) de Iván Zulueta, una de las experiencias más arriesgadas del cine español, para algunos la mejor cinta del cine español y la más maldita, y que era la predilecta de mi amigo Jaminín, y de muchos más cinéfilos. Muchos de estos títulos mencionados no se habían proyectado en Langreo. Los que lo habían sido, suponían para nosotros reposiciones muy interesantes. Por aquella época recibimos un informe de cine de las casas de cultura que decía que en las filmotecas locales francesas solían acudir una media de veinte espectadores, cuando nosotros superábamos los treinta. Estos datos también nos motivaban. Se organizaron varias exposiciones sobre el cine, en la sala de la planta baja, según se entra en la Casa de Cultura a la izquierda. Las dedicadas a los programas de mano tenían muy buena repercusión, en concreto una con material de mi amigo del alma, que no del cuerpo, como él me recordaba a menudo, Manuel Santiago Martínez Méndez-Trelles. Se fue generando una videoteca y se ampliaron los equipos de producción videográfica. Se colaboró con otras entidades culturales de Langreo. Se creó un archivo de filmaciones. Para mí, destacan las realizadas del derribo de lo quedaba de ensidesa, en el actual valnalón, donde estaba acompañado de Eduardo Urdangaray, hoy en día convertido en un excelente fotógrafo y por Ramón María Felgueroso, el tristemente desaparecido historiador local y gran fotógrafo, que retrató el espíritu de la factoría, obra que recogió en un libro publicado unos meses antes de su muerte. Un día me encontró a la salida de la Casa de Cultura de Sama y me regaló el libro. Entre nuestras bromas privadas, me dijo que era la única persona que sale en una de las fotografías, lo que ya me había desvelado Jesús, el proyeccionista del Nuevo Teatro de La Felguera. No es que me cogiera en mi lado bueno, es que yo estaba filmando un plano, crucé por el campo de su objetivo y la foto resultó ser muy interesante. También se filmaron varios conciertos de rock que se celebraron en los parques de Sama y La Felguera, organizados por el Servicio de Animación Cultural del Ayuntamiento de Langreo, con la participación entre otros de La Frontera, Los Nikis, Los Stukas, el grupo langreano de referencia dentro
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del pop español o el grupo americano The Flestones. Todas fueron multitudinarias y comprobé la dificultad de filmar un concierto con una sola cámara. El Área de Imagen participó, con soporte videográfico, en un estudio del agua en Langreo, en colaboración con el Colegio José Bernardo. Se realizaron trabajos para las Semanas de Consumo organizadas por el Ayuntamiento de Langreo. Se hizo un documental sobre la actuación de los inspectores de consumo que sirvió como base para la presentación del nuevo servicio municipal. Se hicieron cursos de vídeo e imagen, en los aspectos de manejo de equipos, filmación, lenguaje, montaje y posproducción. Llegamos a hacer un libro de apuntes de todo el lenguaje cinematográfico y de todos los equipos técnicos. Los monitores de los cursos éramos, al final de la década, Eduardo J. Parra, Antonio Merino y yo. en noviembre de 1985, patrocinado por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Langreo y organizado por el Área de Imagen, se celebró en La Pomar, en el Pub Pinos, una Semana de Vídeo. Constó de proyecciones de vídeos musicales (estaba en plena eclosión el video-clip) y una mesa redonda donde participaron Jorge Fernández León, por aquel entonces Director de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, junto a Borja Casini, director de La Luna de Madrid y Tony Puig, Delegado del Área de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona y fundador de la revista cultural Ajo Blanco; moderó Pedro Alberto Marcos. Simultáneamente, se celebró el I Certamen de Vídeo-Langreo. Las proyecciones se realizaron en La Casa de Cultura Escuelas Dorado. El
En noviembre de 1985, el Área de Imagen, organizó una Semana de Vídeo y simultáneamente se celebró el I Certamen de VídeoLangreo. Al año siguiente se celebró la segunda edición donde las bases indicaban que el tema era libre.
premio fue para el joven realizador madrileño Javier G. Vadillo por Fuego verde. Todo un pionero en España y que aún continúa con su actividad creativa. Al año siguiente, se celebró la segunda edición en Sama. Bajo el nombre de II Certamen de Vídeo Langreo 86. Las bases indicaban que el tema era libre, pudiendo participar autores únicos o grupos; cada participante podía enviar tres obras en formato vhs, Betamax o v-8; el jurado descalificaría aquellas cintas premiadas en otros certámenes; los premios no podían declararse desiertos y su importe eran de cien mil pesetas al primer clasificado y de cincuenta mil al mejor vídeo asturiano. Se contó con más de una treintena de participantes, el premio fue para el realizador barcelonés Alfonso Flaquer por el cortometraje Every day things are getting worse. En el apartado de vídeos asturianos, para Manuel Estudillo Santos por su cortometraje Imagen-ción con ein. Langreo empieza a asumir nuevas tecnologías y el público comienza a acostumbrarse a los nuevos formatos. No llegó más allá, pero sentó las bases para futuros certámenes. En esta época ya comenzamos a colaborar con la organización del Festival de cine de Gijón, por entonces todavía dedicado a la Infancia y Juventud. El acuerdo consistía en proyectar alguna cinta en el Cine Felgueroso. En una de las sesiones programadas, acudí acompañando a mi hija que tendría unos cinco o seis años. El local estaba abarrotado por una multitud de niños además
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de algunos padres, madres y curiosos. Antes del comienzo de la sesión, hubo una orden de desalojo por parte de la policía, por lo visto había una amenaza de bomba, todos tuvimos que salir a la calle Dorado y permanecer una media hora en espera de que se comprobara que había sido una falsa alarma. Regresamos y disfrutamos de la proyección, no deja de ser una anécdota. Qué vamos a hacer, siempre hubo zoquetes en todos los lugares y en todas las épocas. tuvimos que esperar hasta 1986 para poder ver en España Senderos de gloria (1957) de Stanley Kubrick. Estuvo prohibida debido a su carácter antimilitarista, tanto en España como en otros países europeos, sobre manera en Francia, puesto que la acción se centraba en las tropas francesas en la I Guerra Mundial. En realidad es una película antibelicista que constituye una de las cumbres del cine de guerra. Resulta memorable la secuencia del asalto a las trincheras enemigas por parte de los soldados franceses que está rodada cámara en mano por el propio director. El Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo la estrenó en el Cine Felgueroso en el año 1989. Fue muy emocionante el ir aprobando asignaturas pendientes y comprobar qué fresca y actual se conservaba la cinta. en 1987 se estrena el corto Fiesta de las sombras, la cual produje y dirigí, y que estaba basada en un relato corto homónimo de Alberto Piquero, escritor y periodista langreano. Juntos colaboramos en el guión, también participó Benjamín Cuesta, que figuró como cámara. Trata de una revisitación del desencanto de un personaje a través de los objetos que son fetiche en su vida. Estaba rodado en soporte U-Matic LB. Fue interpretado por Eduardo J. Parra, que también intervino intensamente en muchos factores de la producción. Como script, registro de sonido directo, selección musical, iluminación y figurante estaba mi amigo Benjamín Fernández García, un hombre que desaparece de nuestras vidas con 35 años cuando podía haber dado mucho a la cultura langreana, él siempre estaba allí donde lo necesitábamos, fue el todoterreno del film. Los títulos de crédito se deben a Prieto, estaban 88
Invitación para el estreno-presentación de Fiesta de las sombras en la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Langreo.
dibujados y filmados directamente, pues aún no habían llegado a nuestro alcance las tituladoras. En definitiva, todo fue muy artesanal, no en vano todo el equipo éramos pioneros en los sistemas videográficos en Langreo. Se pudo realizar gracias a una subvención de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Principado de Asturias, que se había conseguido mediante un concurso de guiones. La subvención era de 500 000 pesetas, que sólo alcanzaba para el alquiler de los equipos, el resto fue a consta de esfuerzos personales y favores de gente vinculada a la cultura langreana. El rodaje se efectuó en Oviedo, con exteriores en la calle Uría, en Sama durante el Carnaval 86 en plena calle Dorado, en La Felguera para las tomas generales desde la Campa, en la Casa de los Dorado en Riaño, en la funeraria de La Previsora de Sama, en la Torre Bajo para la escena del baño y en la Casa de Cultura de Sama para algunos primeros planos. El rodaje, montaje y sonorización llevó cerca de un año, fundamentalmente debido a la falta de infraestructuras en nuestra comunidad. Como ejercicio de estilo no estuvo nada mal. A pesar de ser la época del vídeo, con sus derivaciones como la vídeo-creación, nosotros queríamos, a pesar del soporte, una película de cine con su lenguaje clásico. Pasamos infinidad de peripecias para colocar la cámara, hacer primeros planos sin salirse del encuadre, intentamos no rozar el foco, hicimos travellings totalmente caseros, efectos especiales manuales y nos volvimos locos con la unidad cromática. No teníamos
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nosotros, creo que en el Cine Felgueroso, en parte por la curiosidad de ver la secuencia. También disfrutó de una buena acogida en los videoclubs.
Espérame en el cielo (1988) de Antonio Mercero se rodó en parte en el Pozo Fondón de Langreo. Alguna de sus escenas forman parte de nuestra arqueología industrial.
otros maestros que todas aquellas películas que habíamos visto en nuestras salas langreanas o en sus aledaños. El esfuerzo a nivel personal mereció la pena y la película ahí está. El acto de presentación se realizó en La Casa de Cultura Escuelas Dorado, con el salón lleno de gente y tuvo una buena repercusión en los medios de comunicación. El pase se repitió en varias ocasiones en los años siguientes. la cinta española Espérame en el cielo (1988) de Antonio Mercero, que se trata de una divertida comedia sobre un doble de Franco, contenía una secuencia rodada en el Pozo Fondón de Sama. Fueron muchos los que se acercaron al rodaje y algunos los que participaron como extras. El filme triunfó en su estreno comercial entre
a finales de los ochenta, Tribuna Ciudadana trajo a Langreo a Juan Antonio Bardem, uno de los mitos de nuestro cine y uno de los realizadores que contribuyó a sacarlo de un estado de letargo impuesto desde estamentos oficiales. El hecho tuvo lugar en la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama. El local estaba hasta la bandera. Bardem, aparte de un gran cineasta, era un ameno orador y allí, a lo largo de más de dos horas, recorrió su filmografía, bueno parte de ella porque no le dió tiempo a toda. Sus recuerdos fueron transmitidos a los asistentes, que quedamos deslumbrados con su charla. Lo que más me interesó es que era un hombre que todo lo veía positivo, que creía en lo que hacía y que, a pesar de su edad, estaba lleno de proyectos. Recuerdo que se quejó de lo que le habían hecho a su película La venganza, pues la versión que conocemos estaba masacrada por motivos censores y para él era su mejor obra, pero tal y como él la había concebido. Dijo que si le tocaba una primitiva la restauraría y haría lo que hoy en día llamamos el montaje del director. No le tocó y la cinta está esperando recuperar su esplendor inicial. en los ochenta, en muchas ocasiones, ya éramosmos tres los espectadores que acudimos al cine. A nuestro matrimonio nos acompañaba nuestra hija y esto marca en parte la programación. Es ley de vida. A finales de la década, Eduardo J. Parra se hace cargo del Área de Imagen, función que sigue desempeñando en la actualidad. Se revitaliza, se adquieren nuevos equipos de montaje y sonorización y una pequeña mesa de efectos y títulos, sirviendo para que muchos langreanos hicieran allí sus pinitos en la realización de ámbito doméstico y que algunos llegaran a alcanzar unos peldaños más arriba.
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4. Años noventa
Toda la crisis de las salas de exhibición se acumula, ya solo quedan dos cines en Langreo, los dos bajo el control de la empresa Pesquera, uno en Sama (Felgueroso) y otro en la Felguera (Maripeña). La programación es común en ambas localidades, las películas pasan semana tras semana de uno a otro, con lo cual las posibilidades de tener variedad de cine comercial se limitan. Los salas de cine españolas han perdido casi toda su rentabilidad, los informes de los empresarios indicaban que era más rentable el puesto de palomitas y golosinas situado a la entrada, en el vestíbulo, que lo que daba la película. Los espectadores son ya prácticamente infantiles y juveniles, los cuales pueden acceder a todo tipo de películas, puesto que la clasificación moral desaparece y ahora sólo son aconsejadas para mayores o menores. Este tipo de público marca bastante la producción y exhibición cinematográfica, y además ya no es tan fiel como lo éramos en los sesenta y primeros años de los setenta. Únicamente las salas de cine X tenían prohibido el acceso a menores de 18 años, pero Langreo nunca tuvo este tipo de cines. El alquiler de cintas de vídeo se hace casi exclusivo para el ámbito doméstico. Aún aguantan el tirón un buen número de vídeo-clubs, peo sólo van quedando los más fuertes y más serios. Los bares, sidrerías y cafés locales prácticamente abandonan el vídeo como medio de exhibición de películas y como mucho, ponen las de Canal+. En estos años comienza la fiebre por las retransmisiones deportivas, donde destacan los partidos de fútbol. Las multisalas, que cuentan con mayor aforo, empiezan a sustituir a los minicines y todos los cines urbanos viven su declive hasta llegar a la práctica extinción, hecho que se produce entre esta década y principios del nuevo siglo. Suelen estar en las grandes ciudades asturianas como Oviedo, Gijón o Avilés, alguna de ellas con más de 500 espectadores y sus pantallas tienen unas 90
dimensiones aceptables, emiten con sonidos cada vez más sofisticados, destacando el THX de la factoría de George Lucas, y aglutinan los estrenos. El cine de vanguardia, en su aspecto comercial, se convierte en patrimonio de estas empresas, pero con cuentagotas. Nacen las cadenas privadas de televisión y éstas sí que consumen y hacen consumir al público todos los bodrios del cine, además en grandes dosis. Logran revivir los mitos más oscuros de los años precedentes. Llegan a Langreo a mediados de esta década y consiguen que el público añore la programación de tve. En el aspecto de exhibición de películas, consiguen que nos adentremos en el corazón de las tinieblas debido fundamentalmente a varias razones: la publicidad entre escenas sube a niveles desconcertantes, no sabemos si estamos viendo una película con cortes publicitarios o estamos viendo publicidad con cortes cinematográficos; no cumplen los horarios anunciados; cortan todos los títulos de crédito, a veces incluso cuando contienen conclusiones de las películas; no respetan ningún tipo de formato, proyectan películas panorámicas en formato 4:3, con lo cual no vemos parte del encuadre; la fotografía tiene una tonalidad muy caprichosa; se cambian títulos a las películas; se incorporan sobreimpresiones a la cinta, con los logotipos de las cadenas o con publicidad de próximos programas y también se dedican a contraprogramar, que consiste en poner o quitar una película en función de la programación de la competencia. Algunas de estas prácticas aberrantes siguen en la actualidad. Como observamos no es el medio más adecuado para ver un film. Sin embargo, a mediados de la década llega a Langreo Canal+. Los afortunados socios de la nueva cadena, que es de pago, ya pueden ver las cintas sin todos los problemas de las cadenas privadas. La selección y los formatos son los adecuados. Ponen todo tipo de cine y de todas las filmografías. Incluso fomentan los cortometrajes, que
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prácticamente desaparecieron de los cines. Algunas obras que apenas tienen difusión entre nosotros, son emitidas en esta cadena privada. El Cine Felgueroso y el Cine Maripeña continúan toda la década dedicados a lo que es su menester, es decir, la exhibición cinematográfica que sea rentable para la empresa propietaria. Cada vez con un mayor grado de calidad, tienen una programación popular, pero bastante dignas. Es un tipo de cine imprescindible, aunque lógicamente tienen algunas lagunas debido a la rentabilidad o disposición de copias de estreno. Entre otras películas interesantes en Langreo se proyectaron: Bailando con lobos (1990) de Kevin Costner, un western ganador de siete Oscar que conquistó la taquilla de medio mundo; Corazón salvaje (1990) de David Lynch, reconversión de un cuento de hadas en una road-movie surrealista, que yo vi en una sala de estreno de la Gran Vía madrileña; JFK (1991) de Oliver Stone, su mejor filme y uno de los montajes más espectaculares del cine; Thelma y Louise (1991) de Ridley Scott, cuya visión me supuso una alegría por la recuperación de un maestro de la imagen después de una época metido en realizaciones mediocres; Batman vuelve (1992) de Tim Burton, mucho mejor que la primera parte y mucho más gótica; El cabo del miedo (1991) un remake hecho por Martin Scorsese del filme de J. Lee Thompson titulado El cabo del terror (1962), y la primera película de género del genial cineasta neoyorquino, que gana muchos enteros con el paso del tiempo; La bella y la bestia (1991) de Gary Trousdale, una producción Disney que consiguió ser la primera cinta de animación candidata al Oscar a la mejor película y relanzar el género; Tacones lejanos (1991) de Pedro Almodóvar, una cinta que arrolló en Francia, yo vi Los Campos Eliseos de Paris repletos con sus carteles publicitarios; Belle Époque (1992) de Fernando Trueba, la segunda película española ganadora del Oscar a la mejor obra de habla no inglesa y de nueve premios Goya, algo más que una excelente comedia debido a la
Bailando con lobos (1990) de Kevin Costner, un taquillazo en el Cine Felgueroso y en todos aquellos por donde pasó. Es un filme que goza de un desmedido prestigio, aunque tenga más de un defecto narrativo.
conjunción de múltiples factores que hicieron de ella un producto redondo; Instinto básico (1992) de Paul Verhoeven, un inquietante thriller erótico que dió mucho que hablar y convirtió en mito a su estrella femenina, la bellísima Sharon Stone; El fugitivo (1993) de Andrew Davis, basada en la mítica serie de tv de los sesenta, que cosechó un éxito mundial sin precedentes, un gran ejemplo de excelente cine comercial con calidad; Philadelphia (1993) de Jonathan Demme, primer Oscar para un actor que interpretaba a un homosexual, un extraordinario Tom Hanks, que además es una crónica desgarrada sobre el fantasma o la realidad del sida y en la que Antonio Banderas empieza a asomar su cabeza en el cine americano; Pulp Fiction (1994) de Quentin
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Fargo (1996) de Joel Coen, un thriller muy irónico y solvente, los hermanos Coen comienzan a lograr la excelencia cinematográfica.
Tarantino, el director que mejor adapta a todos los cineastas mundiales y convierte sus ideas en propias, una película de culto para millones de espectadores de todo el mundo, que quizás sea la poseedora del récord de más entradas en Internet y con la que muchos jóvenes se incorporan al cine de autor; Forrest Gump (1994) de Robert Zemeckis, la competidora de la cinta de Tarantino en los Oscar de aquel año y que se llevó el gato al agua al ganar en las principales categorías, en total 6, es otro concepto de cine pero perfectamente válido; Entrevista con el vampiro (1994) de Neil Jordan, una superproducción que es una revisión moderna del mito vampírico que cuenta con un excelente reparto y una buena bso; Cadena perpetua (1994) de Frank Darabont, un autor desconocido entonces, que se convirtió en todo un clásico del cine carcelario; Braveheart (1995) de Mel Gibson, su segundo trabajo como director, con la que ganó el Oscar como tal, y 92
de la que puedo contar como anécdota que en una sesión en el Cine Felgueroso, apareció un fan vestido como su personaje, William Wallace, pero con toda la parafernalia de un escocés de Sama; Los puentes de Madison (1995) de Clint Eastwood, un paso muy importante en su carrara que contribuyó a convertirle en uno de los directores más interesantes de todo el cine mundial y es uno de los mejores melodramas de la historia; La delgada línea roja (1998) de Terrence Malick, autor de culto, que nos sorprendió con su segunda película después de 25 años sin rodar, consiguiendo una obra maestra donde es capaz de ser poético en una cinta bélica; Salvar al soldado Ryan (1998) de Steven Spielberg, un sólido relato sobre el descenso a los infiernos que generan las guerras, una de las obras maestras del mago de Hollywood; Fargo (1996) de Joel Coen, un filme muy corrosivo que significó la consagración definitiva de los hermanos
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Coen, dos extraordinarios cineastas, que actualmente firman sus películas al unísono, auque en aquella época Joel hacía las funciones de dirección y su hermano Ethan de guionista; El exorcista, el montaje del director (2000), que como casi todos estos experimentos poco nuevo aporta a la película; Tienes un e-mail (1998) de Nora Ephron, una comedia romántica basada en un clásico de Lubitsch; La tormenta perfecta (2000) de Wolfgang Petersen, una película de sensaciones extremas bien construida; Las normas de la casa de la sidra (1999) de Lasse Hallström, segundo Oscar para el excelente actor británico Michael Caine; El guardaespaldas (1992) de Mick Jackson, que a pesar de sus muchos defectos, constituyó un gran éxito de taquilla en todos los sitios por donde pasó; y El día de la bestia (1995) de Álex de la Iglesia, un buen esperpento gótico que barrió en los cines españoles. Uno de los grandes éxitos de los cines locales fue El día que nací yo (1991) de Jaime de Armiñan, una película hecha a la medida de Isabel Pantoja, que fue un acontecimiento en el Cine Maripeña y que previamente había arrollado en taquilla en el Cine Felgueroso al conseguir atraer a un tipo de público que hacía años había abandonado la asistencia a las salas y se nutría o atiborraba de imágenes en televisión.
meron, una historia de amor en el marco de una superproducción que ganó 11 premios Oscar, arrasando en las taquillas de todo el mundo y que yo odio con toda mi alma, pues como sabemos, nadie es perfecto; Star War Episodio I de título La amenaza fantasma (1999) de George Lucas, el inicio de la segunda trilogía galáctica, donde nos narran como empezó todo, que fue aclamada por unos y odiada por otros, el tiempo pondrá a cada uno en su sitio; Gladiator (2000) de Ridley Scott, una especie de renacimiento del peplum, pero con más medios y una fuerza visual impresionante a cargo de un inspirado director; Chacal (1997) de Michael Caton-Jones, un remake de la película homónima dirigida por Fred Zinnemann en 1973, que habíamos contemplado en su momento en el Felgueroso, pero muy inferior al original; Parque Jurásico (1993) de Steven Spielberg, cine de aventuras perfectamente planificado, tanto en su diseño de producción como en su diseño artístico; Un mundo perfecto (1993) de Clint Eastwood, otro magistral trabajo del realizador y la mejor interpretación de Kevin
las sesiones de los miércoles, tanto en Sama como en La Felguera, se dedicaban al Día del Espectador. Los precios eran más populares, sobre 500 pesetas, frente a las 700 del resto de los días. Mi hijo Néstor, acompañado de sus colegas, colegiales como él, solía acudir, al igual que los actuales miembros más jóvenes de nuestra Tertulia, muy niños aún en aquellos años para asistir a nuestras sesiones de corte más clásico o independiente. Así pudieron ver en pantalla grande obras como Titanic (1997) de James CaTitanic (1997) de James Cameron, una de las películas más premiadas en la historia de los premios Oscar y un acontecimiento social en las taquillas, la fueron a ver hasta aquellos que hacía años que no pisaban una sala de cine. avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 4. años noventa
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Costner; Mars attacks (1996) de Tim Burton, basada en una serie de cromos americanos de 1960 y con un enorme sentido del humor, pero muy negro; Godzilla (1998) de Roland Emmerich, adaptación americana del clásico monstruo japonés que apareció en los sesenta en algún programa doble en nuestros cines locales, y donde todos nos preguntamos por qué los humanos corremos delante de los monstruos en lugar de apartarnos a su paso; Power Ranger, la película (1995) de Bryan Spicer, una infame adaptación del cine americano de una popular serie japonesa de televisión para el público infantil, cuyas sesiones de tarde los niños convirtieron en multitudinarias, los más pequeños acompañados de sus padres, que se sentían como toreros en Moscú; Bats (1999) de Louis Morneau, cine fantástico con murciélagos, o sea, una monster-movie; Scary movie (2000) de Keenen Ivory Wallans, una cinta muy escatológica y con un lenguaje soez, lo que contribuyó claramente al éxito que tuvo entre el público juvenil y a un sin fin de secuelas; Torrente, el brazo tonto de la ley (1999) de Santiago Segura, otro de los sucesos populares del cine de fin del milenio, también escatológico, con la que parece que los muchachos no tienen cura, pues la mayoría de ellos recuerdan fragmentos completos de la cinta con sus correspondientes diálogos y con el acento de su intérprete; y Toy story (1995) de John Lasseter, película de animación generada por ordenador, una nueva modalidad que debido a su éxito, hizo que la Disney abandonara la animación clásica. Un cine comercial, pero de una inmensa calidad técnica y en algunos casos artístico. Buen bagaje para futuros cinéfilos.
Torrente, el brazo tonto de la ley (1999) de Santiago Segura, es uno de los sucesos populares del cine de fin del milenio.
ron perdiendo la costumbre de acudir a las salas, sobremanera en las urbanas. No saben lo que se pierden al no poder disfrutar de nuestra liturgia y ritos cinematográficos. Cuando ves cine enlatado en el ámbito doméstico, no disfrutas las películas con toda la intensidad que requiere una buena obra, pierdes capacidad de concentración. Yo particularmente me acuerdo mejor de una cinta que vi hace 30 años en un cine que de una vista en tv hace unos meses. Para mí las películas más importantes de esta década son: Sin perdón (1992) de Clint Eastwood. Cuando acabó la proyección quedé petrificado en la butaca, consciente de que había visto una obra maestra. Intenté ver los títulos de crédito finales y me los escamotearon, deseaba ver que había dedicado la obra a sus dos insignes maestros Sergio Leone y Donald Siegel, el pone a Sergio y Don, lo que yo ya sabía por las revistas especializadas. Pensé que Eastwood había tocado techo, pero estaba
cuando era un niño me tocó esperar a mis padres a las puertas del Cine Felgueroso, ahora me tocaba esperar a mis hijos, el círculo se iba configurando. Sin embargo estos chavales, igual que una inmensa mayoría de chicos de toda España, fue94
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muy equivocado, aquí marcó definitivamente su línea de trabajo y creatividad y aún nos dió y nos dará un buen puñado de obras maestras. Fue sorprendente ver como el mito baja a la Tierra, como desnuda su alma y su cuerpo. Llegamos a la excelencia de un director que se convierte en uno de los creadores más interesantes de los últimos años de la realización cinematográfica. Desmitifica el género del western pero amándolo, reflexiona sobre la condición humana pero dejando terreno a la esperanza, derrama mucha violencia pero haciéndonos aborrecerla y nos hace saber envejecer. El filme fue premiado con cuatro Oscar, de los importantes sólo le falta el de mejor actor para un Eastwood impresionante y que tapa muchas voces sobre su nivel interpretativo. A partir de esta cinta todo fueron elogios a su labor creativa y no es para menos, sus realizaciones son esperadas por cinéfilos de todo el planeta sin importar estado, género, condición o edad. Cuando pude ver con tranquilidad los títulos finales, en una copia en dvd, observé como en un plano fijo hace desaparecer a su personaje, se nos esfuma y sentí que algo se nos escapaba, ése si puede ser el último epitafio del cine del oeste. La lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg, un relato sobre el holocausto nazi basado en hechos reales. Es una cinta desgarradora y de una madurez absoluta. Fue ganadora de siete merecidísimos Oscar, todos de la máxima categoría. Spielberg puso todo su genio en esta obra y convenció a propios y extraños de su categoría como narrador de imágenes. Fotografiada en blanco y negro por aquello de dar más realismo a la historia. Esta obra no deja indiferente a nadie. Todos aquellos que no vivieron o no quisieron ver el horror, no podrán olvidarlo a partir de aquí. La banda sonora de John Williams tiene una belleza extraordinaria y una tristeza tremenda. Aquellos que la vimos en nuestros cines, salimos de las proyecciones desesperados por tanta estupidez humana. Yo no pude resistir más visionados de esta película pero la recuerdo como si la hubiera visto ayer, pues nació siendo una obra maestra. Amantes (1991) de Vicente Aranda, que está basada en un hecho real en la postguerra española. Cuenta con unas buenísimas interpretaciones de Victoria Abril y Maribel Verdú, bien
arropadas por Jorge Sanz. Aranda logra hacer un thriller genuinamente español, con un suspense genial, con una violencia desacerbada y un empleo magistral de las elipsis. Para mí es su mejor película. Lo que empezó como un encargo para un episodio de televisión acabó convirtiéndose como una película de culto de nuestro cine. Yo la vi un lunes en el Cine Felgueroso con un grupo de amigos y salimos impresionados. el 20 de marzo de 1990 se proyecta en el Salón de Actos de la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama Cielo sobre Berlín de Win Wenders. Acaba de nacer la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura. Al principio solo éramos cuatro miembros, José Ramón López, Eduardo Parra, Antonio Merino y yo, pero pronto se van incorporando más unidades, Miguel Ramos, Ángel Verdejo y Alejandro Zapico. Contó con socios de todos los distritos de Langreo y de otros municipios limítrofes como San Martín del Rey Aurelio, Mieres y Oviedo. Sus actividades están relacionadas con múltiples facetas que tienen que ver con la imagen en general y con el cine en particular. De forma ininterrumpida se proyectó una película gratuitamente a las 7 de la tarde, todos los martes, desde sus inicios hasta el traslado de actividades al Cine Felgueroso. El objetivo marcado por la Tertulia era difundir, disfrutar y analizar la cultura cinematográfica con los espectadores de la Cuenca del Nalón.
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Después pusimos En la ciudad blanca (1983) de Alain Tanner, una preciosa obra sobre un marinero suizo que vaga por Lisboa. La cuarta cinta proyectada fue Dublinesses (Los muertos) (1987), la última película de John Huston, otra de sus obras maestras que rodó en una silla de ruedas y conectado a una bombona de oxígeno, cine y literatura fundidos con una maestría absoluta. En esta primera época, casi de catacumba, pululábamos por distintas dependencias de la Casa de Cultura de Sama. Esta etapa, que abarca hasta el año 1992, nos permitió disfrutar de autenticas joyas del cine como: Muerte entre las flores (1990) de Joel Coen, deslumbrante cine negro con un genial guión de los hermanos Coen y probablemente su primera obra maestra; Léolo (1992) de Jean-Claude Lauzon, una insólita y poética obra convertida desde su estreno en película de culto; Alas de Mariposa (1991) de Juanma Bajo Ulloa, que era un debutante y que consiguió la Concha de Oro en San Sebastián y cuatro premios Goya con esta historia sobre la relación amorodio entre una madre y su hija; Alice (1990) de Woody Allen, nuestra primera toma de contacto con el genial director neoyorquino; Vacas (1992) 96
de Julio Medem, en otra de sus propuestas para incondicionales, y nosotros lo somos, que le supuso a su autor el premio Goya al mejor director novel; Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989) de Steven Soderbergh, su ópera prima rodada en un mes y ganadora de la Palma de Oro en Cannes; Boom, boom (1990) de Rosa Vergés, una pequeña gran película con unos diálogos excelentes; Los sueños de Akira Kurosawa (1990) de Akira Kurosawa, ocho pequeños relatos basados en los propios sueños del maestro japonés, producidos por Steven Spielberg, y que como todo su cine, tienen una estética y un pulso narrativo admirables; Cinema Paradiso (1988) de Giuseppe Tornatore, un enorme homenaje al propio cine y a sus salas de proyección, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera y con la que el director italiano se convierte en el heredero de Fellini; El marido de la peluquera (1990) de Patrice Leconte, una cinta muy simple pero de una belleza deslumbrante que no deja indiferente a nadie y de cuya proyección todos los espectadores salimos flotando; Mo’better blues (1990) de Spike Lee, una particular visión de los afroamericanos; Bagdad café (1987) de Percy Adlon,
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En esta página y la anterior, varias muestras del tipo de cine que programaba Sala Oscura en sus primeros años.
una búsqueda desesperada del paraíso perdido; Mi pie izquierdo (1989) de Jim Sheridan, que cuenta con una sobredosis de actuación a cargo de Daniel Day-Lewis haciendo creíble la vida real de un personaje afectado por una enfermedad extrema y que se vio recompensado con un Oscar; Reencuentro (1983) de Lawrence Kasdan, una obra coral llena de talento que sirvió para descubrir una nueva generación de excelentes actores americanos y que cuenta con una extraordinaria banda sonora; Reservoir dogs (1992) de Quentin Tarantino, su debut, que cuenta con un buen guión y una innovadora puesta en escena; Henry retrato de un asesino (1986) de John McNaughton, que nos muestra a un psicópata descrito con toda la crudeza posible; Cabeza borradora (1976) de David Lynch, su ópera prima, que nos muestra una deformación de lo real a base de una extraordinaria puesta en escena surrealista; Bird (1988) de Clint Eastwood, biografía de Charlie Parker, uno de los mejores
saxofonistas de jazz, que me sirvió además para descubrir un excelente actor llamado Forrest Whitaker; o Cuento de invierno (1992) de Eric Rohmer, segunda entrega de su serie Cuentos de las cuatro estaciones. También cabe añadir Terciopelo azul (1986) de David Linch, como una de las mejores cintas que revisamos en esta primera etapa. Fue un cine imprescindible que saboreamos y acercamos al público langreano, puesto que la mayoría de estos filmes no se habían proyectado en nnuestro municipio. Estamos convencidos que la calidad de la programación hizo que el evento continuase. Además el proyecto de Sala Oscura cogía cuerpo, nos deleitábamos criticando o debatiendo la película de la semana. Entre muchos de los contertulios surgió una gran y entrañable amistad, no era para menos. Pronto se amplió la oferta, nos acercamos a nuevas filmografías, a nuevos autores, rebuscamos entre los clásicos, nos adentramos más en el cine español, nos metimos en el cine silente, el de los pioneros, revisamos cine de Este y Oriental, nos dedicamos a visionar cine sudamericano,
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estrenamos muchas cintas que no habían sido proyectadas en Langreo y saboreamos un cine que a nuestro entender era necesario rescatar. Más adelante, se empezó a proyectar en el Salón de Actos. Allí dispusimos de una pantalla de mayores dimensiones y el Ayuntamiento de Lampreo, a través del Área de Imagen, depositó en nosotros toda su confianza. Las distintas corporaciones y todos los grupos políticos nos alentaron a continuar con nuestra labor, es decir, difundir buen cine. Para ser miembro de Sala Oscura sólo se precisaba un dato, el de ser un buen aficionado al Séptimo Arte. En los siguientes 16 años, la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura programó unas 800 películas, ahora todas en el salón de actos de la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama, con una media de 40 espectadores por sesión, lo que hacen unos 32.000. Entre lo proyectado, destacan una serie de cintas por las cuales sentíamos una cierta nostalgia o interés cinéfilo, nunca buscamos en ellas la comercialidad sino el estudio y el poder someternos a la disciplina de ver, acompañados del público, a una hora determinada y un día concreto, una película. La entrada siempre fue libre. Y seguía siendo los martes a las siete de la tarde. Las películas más significativas de nuestra programación, desglosadas por géneros, fueron: Cine musical, la temática predilecta de Alejandro Zapico, el especialista en este género de nuestra Tertulia, el autor de los comentarios que publicamos en nuestros boletines semanales, el que nos hizo ser un poco más adictos al musical y de las que seleccionamos entre otras: West Side Story (1962) de Robert Wise, ya reseñada en su estreno en el Cine Felgueroso; Siete novias para siete hermanos (1954) de Stanley Donen, célebre recreación del Rapto de las Sabinas y uno de los mejores musicales de todos los tiempos; Hair (1979) de Milos Forman, el musical hippy que es un alegato contra la guerra y posee 98
Gigi (1958). de Vincente Minnelli. una de las películas más premiadas del cine musical.
una banda sonora excelente, título también reseñado; El mago de Oz (1939) de Victor Fleming, un mítico mundo de fantasía e ilusión con la niña de 17 años Judy Garland haciendo un papel que según el cuento, era de menos de 11; Cantando bajo la lluvia (1952) de Stanley Donen y Gene Kelly, de la que no sé si es el mejor musical o la mejor cinta sobre el mundo del cine, pues igual gana en los dos apartados; Gigi (1958) de Vincente Minnelli, ganadora de nueve Premios Oscar y una de las joyas del género que logramos poner subtitulada, puesto que las canciones forman una parte importante de la trama; My fair lady (1964) de George Cukor, un hermosísimo musical del que alguien dijo estamos ante
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una de las primeras películas que habría que llevarse a una isla desierta, que además es un filme trepidante que cuenta con unos diálogos de gran agudeza; Cabaret (1972) de Bob Fosse, uno de los grandes éxitos de los setenta, realizado cuando prácticamente había desaparecido el género musical, pero que lo revitalizó; Un americano en París (1951) de Vincente Minnelli, uno de los musicales más innovadores y creativos, con una larguísima secuencia final llena de fantasía e imaginación coreográfica, que se puede ver mil y una veces; Pal Joey (1957) de George Sydney, con Frank Sinatra y su voz, en una obra que parece hecha a su medida; ¡Qué noche la de aquel día! (1964) de Richard Lester, la primera película protagonizada por The Beatles, que sentó cátedra; La Rosa (1979) de Mark Rydell, una biografía no autorizada de Janis Joplin, con una impagable banda sonora; Fiebre del sábado noche (1977) de John Badham, donde revisamos el mito Travolta y donde vimos que había un buen sustrato social; Empieza el espectáculo (1979) de Bob Fosse, el testamento del director en formato musical, que se había puesto en el cine Maripeña; La leyenda de la ciudad sin nombre (1969) de Joshua Logan, también comentada anteriormente; Oliver (1968) de Carol Reed, un extraordinario musical dramático, adaptación del Oliver Twist de Charles Dickens y que no desmerece de otras versiones de la genial obra; Golfus de Roma (1966) de Richard Lester, una cinta rodada en España que constituye la última aparición en pantalla de Buster Keaton, precisamente dando vueltas en círculo sobre una noria giratoria, que proyectamos en versión original con subtítulos.
más recónditos y aunque era bastante difícil de encontrar, no obstante pusimos: Misión de audaces (1959) de John Ford, una película sobre la Guerra de Secesión rodada con todo el vigor del hombre que decía llamarse Ford y hacer películas del oeste; Dead Man (1995) de Jim Jarmusch, un western muy atípico en blanco y negro y un presupuesto ínfimo, para mi gusto un experimento fallido y sólo salvable por la música de Neil Young; Río Rojo (1948) de Howard Hawks, una de las obras maestras del cine del oeste, el único western de Monty Cliff, que logra estar a la altura de John Wayne, uno de los grandes; Muerde la bala (1975) de Richard Brooks, la mejor película que existe sobre caballos y que dedicamos a James Coburn, fallecido pocas semanas antes; El hombre que mató a Liberty Valance (1962) de John Ford, un incunable del western crepuscular; Cowboy (1958) de Delmer Daves, el único western interpretado por el inolvidable Jack Lemmon;
Cine del oeste, el predilecto de casi todos los tertulianos con Miguel encabezándonos. Rebuscamos filmografía de este género en los lugares Dead man (1995) de Jim Jarmusch, un western que resultó para unos aburrido y para otros muy interesante, pero que había que ver.
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La gran jornada (1930) de Raoul Walsh, uno de los primeros western hablados y uno de los primeros papeles de John Wayne; Los profesionales (1966) de Richard Brooks, un gran filme con unas interpretaciones magistrales y que en realidad es una soterrada crítica de la intervención bélica de los Estados Unidos de América en la Guerra del Vietnam. Cine español, el que nos deparó más alegrías, descubriendo aquello que en muchas puertas se le negaba, la calidad. En nuestra selección pudimos apreciar entregas como: La teta y la luna (1994) de Bigas Luna, una de sus mejores películas; Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995) de Agustín Díaz Llanes, su debut en la dirección y una de las sorpresas del año, ganadora de ocho premios Goya; Tesis (1996), primera obra de Alejandro Amenábar, donde empieza a manifestar su gran talento en una realización de bajísimo presupuesto; El perro del hortelano (1995) de Pilar Miró, la famosa adaptación al cine de una comedia de Lope de Vega respetando el texto original en verso, ganadora de siete premios Goya y que gustó mucho al público de toda España; El último viaje de Robert Rylands (1996) de Gracia Querejeta, una
búsqueda de la personalidad de unos personajes basada en una novela de Javier Marías, cuya adaptación resultó muy polémica; Tierra (1995) de Julio Medem, que se convirtió en otro autor habitual en nuestras sesiones; La colmena (1982) de Mario Camus, una cinta coral que es una de las doce películas españolas más taquilleras de todos los tiempos y fue premiada con el Oso de Oro en Berlín 83; Familia (1996) de Fernando León de Aranoa, su reconocimiento por parte del público y crítica; Secretos del corazón (1996) de Montxo Armendáriz, una brillante incursión en el mundo de la infancia; Tu nombre envenena mis sueños (1996), la última obra de Pilar Miró y para mí su mejor película; Barrio (1998) de Fernando León de Aranoa, una excelente cinta cargada de premios y que perdura como una de las más importantes cintas españolas de los noventa; Al sur de Granada (2003) de Fernando Colomo, una tragicomedia costumbrista, donde destaca un sentido del humor extraordinario; La luz prodigiosa (2002) de Miguel Hermoso, última interpretación de Nino Manfredi, una fabula de lo imposible; Romasanta (2003) de Paco Plaza, sobre el tema de la licantropía en la Galicia profunda del siglo xix; Tiovivo c. 1950 (2004) de José Luis Garci, una nostálgica película coral rodada
Barrio (1998) de Fernando León de Aranoa y Secretos del corazón (1966) de Montxo Armendariz, dos excelentes muestras del gran cine español de los noventa.
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con gran pulso narrativo y que me parece de lo más interesante de su producción y la que posee el mejor sentido de humor de toda su obra; y Esa pareja feliz (1951), una genial propuesta de Bardem y Berlanga. Películas mudas, las más problemáticas de conseguir y proyectar, los espectadores tardaron en acostumbrarse y redescubrir sus encantos. Hubo proyecciones donde estábamos prácticamente solos los tertulianos, pero nuestra insistencia dió sus frutos y todos nos recreamos con: Esposas frívolas (1922) de Erich Von Stroheim, que también la interpreta y que es una obra impresionante; El golem (1920) de Paul Wegener y Carl Boese, un brillante antecedente del cine con monstruo y un incunable del cine europeo; El último (1924) de F. W. Murnau, una de las grandes obras maestras del cine mudo alemán; El héroe del río (1928) de Charles F. Riesner, una de las mejores cintas de Búster Keaton; El hijo del Caid (1926) de George Fitzmaurice, con la presencia del mítico Rodolfo Valentino; La caja de Pandora (1929) de Georg Wilhem Pabst, con la interpretación de la actriz Louise Brooks, famosa hasta la leyenda a principios del siglo xx; El abanico de Lady Windermere (1925) de Ernst Lubitsch, que a pesar de ser muda y por su carácter perfeccionista, el director hizo que los actores se aprendieran los diálogos; El mundo perdido (1925) de Harry Hoyt, uno de los primeros filmes fantásticos que recrea su acción con dinosaurios. Cine bélico, género prácticamente desaparecido pero imprescindible en el cine. Nosotros, los tertulianos más veteranos, somos acérrimos seguidores del mismo. Con él viajamos en el tiempo y vimos: Tierra y libertad de Ken Loach, una crudísima visión sobre el papel de las brigadas internacionales en la Guerra Civil española; Capitán Conan (1996) de Bertrand Tavernier, una película antibelicista francesa con la acción ubicada en la Primera Guerra Mundial desde el punto de vista de las auténticas víctimas del conflicto; La guerra de Hart (2002) de Gregory Hoblit, sobre una fuga de un campo de concentración alemán que resultó muy entretenida, aunque es un poco tramposa; Un paseo bajo el sol (1945) de Lewis Milestone,
Buscar un carátula películas mudas y poner el pie
Metrópolis de Fritz Lang, también fue proyectada los martes de Sala Oscura. Tierra y libertad (1995) de Ken Loach, que trata sobre la Sección Internacional de la Milicia Republicana en el frente de Aragón, en el año 36.
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una de las mejores películas de guerra que se han filmado jamás, donde asistimos al horror que sienten los soldados de infantería en las batallas; Los cañones de Navarone (1961) de J. Lee Thompson, aventuras bélicas a raudales e interpretaciones soberbias, una cinta que se mantiene divertidísima; Sin novedad en el frente (1930) de Lewis Milestone, una de las primeras obras maestras del cine sonoro. Cine oriental, el más lejano a nuestros espectadores, el que más aire fresco trajo a nuestra sala, del que dejamos constancia de su calidad con obras como: El camino a casa (2000) del chino Zhang Yimou, Oso de Plata en Berlín 2000, una obra muy emotiva rodada con gran sensibilidad; Pólvora roja, pólvora verde (1993) del realizador chino He Ping, una historia de amor imposible; ¡Vivir! de Zhang Yimou, en una de sus mejores realizaciones, donde narra 30 años de la vida de una mujer china; El banquete de bodas (1993) y Comer,
Dersu Uzala (El cazador) (1975) de Akira Kurosawa, la magnífica propuesta ecologista que tuvo cabida en nuestra selección de cine oriental.
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beber, amar (1994), primeros trabajos del hoy en día consagrado Ang Lee; Keep cool (1997) de Zhang Yimou, una comedia del nuevo cine chino; Trono de sangre (1957) de Akira Kurosawa, la mejor adaptación de Macbeth a la gran pantalla; Zatoichi (2003) de Takeshi Kitano, en su primera película de época, de la que no quedamos muy satisfechos los tertulianos; 2046 (2001) de Wong Kar Wai, dos relatos paralelos, situados en dos épocas, del genial director chino, uno de los mejores constructores de imágenes del cine actual. Cine clásico, importante cajón de sastre, donde metimos lo más genial de la producción mundial. Es lo más fácil de programar y donde acertar con los gustos del espectador es seguro. Contamos con los pases de: Los viajes de Sullivan (1941) de Preston Sturges, una soberbia reflexión sobre el éxito y el fracaso; M, el vampiro de Dusseldorf (1931) de Fritz Lang, una de las mejores películas alemanas de todos los tiempos; Ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio de Sica, el título más conocido del neorrealismo italiano, con la que empezamos a publicar los comentarios originales realizados por miembros de la Tertulia; La gran ilusión (1937) de Jean Renoir, considerada un intocable del cine universal; Perdición de Billy Wilder, otra obra maestra del genial autor americano especialista en comedia y realizando aquí una maravilla del cine negro; Las uvas de la ira ((1940) de John Ford, una de las obras cumbre del melodrama social, que proporcionó a Ford el segundo de sus cuatro Oscar; Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz, que volvíamos a proyectar, puesto que nos encantaba a los contertulios, y que es la cinta que más veces puso Sala Oscura; Un tranvía llamado deseo (1950) de Elia Kazan, un Marlon Brando y una Vivien Leigh en estado de gracia en esta prodigiosa obra de Tennessee Williams, que fue proyectada coincidiendo con el centenario del teatro en Langreo; Arroz amargo (1948) de Giuseppe de Santis, cine negro en tono neorrealista, con la deslumbrante presencia de Silvana Mangano, todo un sex symbol de los cincuenta; A sangre fría (1967) de Richard Brooks, manteniendo su actualidad y comprobando una vez más que es una de las mejores adaptaciones de una novela por el cine; La noche
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M, el vampiro de Düselldorf (1931) de Fritz Lang y Arroz amargo (1948) de Giuseppe de Santis, cintas que saboreamos dentro del cine clásico de Sala Oscura.
del cazador (1955) de Charles Laughton, su única realización tras las cámaras, con un Robert Mitchum creando uno de los personajes más insanos de la gran pantalla; El apartamento (1960) de Billy Wilder, otra de mis películas predilectas y el gran papel de Jack Lemmon, lo que ya es mucho, una de las comedias más ácidas que se puedan ver en una sala; Tu y yo de Leo McCarey, de la que pusimos las dos versiones que hizo de tan sensacional melodrama, una data de 1939, con Charles Boyer e Irenne Dunne y la otra de 1957 con Cary Grant y Deborah Kerr, y que yo no se cual de las dos es mejor, eso sí el público lloró más en la segunda; El delator (1935) de John Ford, otro de sus cuatro Oscar, una de sus cintas más desconocidas y que proyectamos en nuestro XII aniversario; El cuarto mandamiento ((1942), el segundo filme de Orson Welles y en el que comenzaron sus problemas con la industria cinematográfica americana; Dos mujeres (1960) de Vittorio de Sica, el Oscar
de Sofía Loren; Los cuatrocientos golpes (1959) de François Truffaut, el inicio de la carrera de uno de los directores estrella del Séptimo Arte; Horizontes perdidos (1937) de Frank Capra, como muy bien indicó Miguel en su comentario, «A pesar de no ser una comedia, ni suceder en América, ni contar con un héroe tipo medio llamado Mr. Deeds, Mr. Smith o John Doe, comparte con las obras maestras de su director el hecho de que el ambiente que impregna Shangri-La y toda la emoción que pueda transmitir su existencia, no descansan sobre sólidos pilares dramáticos, sino en sinceras creencias y una fe ciega en lo que se está narrando»; El tesoro de Sierra Madre (1947) de John Huston, un gran clásico del cine de aventuras, en este caso mineras, con un mítico Bogart, de la que dijo su autor «Es una de las pocas películas mías que no cambio de cadena cuando la ponen en televisión»; De repente el último verano (1959) de
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Joseph L. Mankiewicz, basada en un drama de Tennessee Williams, una película de gran dureza, eminentemente de mujeres, con brillantes interpretaciones de Liz Taylor y Katharine Hepburn; Encuentro en la noche (1952) de Fritz Lang, no estrenada comercialmente en España y por tanto una película poco conocida, a pesar de contar con una joven y ya deslumbrante Marilyn Monroe; Gran Hotel (1932) de Edmund Goulding, ganadora del Oscar a la mejor película, es una película coral donde aparece Greta Garbo, cuyo éxito puso de moda el contar con grandes repartos; Esta tierra es mía (1959)) de Jean Renoir, el mejor alegato jaja más filmado sobre los derechos humanos; Campanadas a medianoche (1965) de Orson Welles, película española debida al empeño de su productor Emiliano Piedra; La ley del silencio (1954) de Elia Kazan, donde el director quiere soterradamente pedir disculpas por su actuación en la famosa Caza de brujas de Hollywood, pero que cuenta con un importante papel a cargo de Marlon Brando, celebrado como de los mejores de la historia según renombrados críticos anglosajones y de otros lares; Alexander Nevski (1938) de Sergei M. Eisenstein, en su primera película sonora rodada como una ópera y donde gracias al montaje, propio del cine soviético, la música e imagen encajan a la perfección. Aventuras, el género de reencuentro con nuestra infancia, que también lo fue de nuestra juventud y si me apuran lo es de nuestra madurez. Disfrutamos de obras como: Los duelistas (1977) la ópera prima de Ridley Scott, basada en un relato de Joseph Conrad, con una fotografía deslumbrante, que yo había visto en el Cine Felgueroso en una sesión de un jueves y había pasado totalmente desapercibida; Moby Dick (1956) de John Huston, curiosa adaptación de la novela homónima de Herman Melville, 104
Moby Dick (1956) de John Huston, una extraordinaria pero imposible adaptación de la gran novela de Herman Melville.
una obra cumbre de la literatura, con un imposible Gregory Peck haciendo del capitán Achab; En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg, grandioso rescate del cine aventurero en los ochenta y una propuesta muy divertida; Calles de fuego (1984) de Walter Hill, medio comic, medio western, medio musical, pero mucha aventura excelentemente filmada. Policiacas, un género que da sus buenos resultados cada poco. Redescubrimos filmes como: El teniente corrupto (1992) de Abel Ferrara, otro independiente americano, en su cinta más dura, con un genial Harvey Keitel; Fargo (1995) de los hermanos Coen, su confirmación como excelentes cineastas; Sospechosos habituales (1995) de Bryan Singer, una simpática propuesta basada en un engaño al espectador; Extraños en un tren (1951) de Alfred Hitchcock, uno de sus grandes éxitos, que le consagró como maestro del thriller de suspense; Gosford Park (2001) de Robert Altman, una obra a lo Agatha Christie con un cuidadísimo diseño de producción; Collateral (2004) de Michael Mann, un thriller nocturno que transcurre en una noche en Los Ángeles, rodado con cámara digital; Malas calles (1973) de Martin Scorsese, una de sus primeras obras y su primer reconocimiento internacional. Comedias, un género en el que es complicado conseguir buenas obras y uno de los más críticos, que además goza del favor del público: Ed Wood (1994) de Tim Burton, cine sobre cine, uno de los grandes éxitos de nuestra programación, que era estreno en Langreo y se había puesto en pocos sitios de Asturias, quizás por ser en blanco y negro, pues hasta en los videoclubs
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tenían mala salida las cintas filmadas de esta guisa; El guateque (1968) de Blake Edwards, que contiene alguno de los mejores gags del cine; La vida de Brian (1979) de Terry Jones, la que lanzó en todo el mundo a los Monty Python; En bandeja de plata (1966) de Billy Wilder, una de sus películas más divertidas; Uno, dos, tres (1961) de Billy Wilder, una mordaz caricatura sobre las relaciones este-oeste en la guerra fría; Los inútiles (1953) de Federico Fellini, una obra casi iniciática en su filmografía, pero que aguanta el tirón del paso del tiempo y se erige en uno de sus mejores trabajos; Con faldas y a lo loco (1959) de Billy Wilder, una obra maestra con la mítica Marilyn Monroe y un final de los más recordados de la historia del cine; Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler, un cuento de hadas para adultos y una de las cintas más bellas que se puedan ver en un cine; Nacida ayer (1950) de George Cukor, sobria, funcional y elegante; Descalzos por el parque (1967) de Gene Saks, una película atemporal, fresca y muy divertida; La pícara puritana (1937) de Leo McCarey, con unos geniales Cary Grant e Irene Dunne. Melodramas, basados en hechos reales o en la más pura ficción. siempre dieron al celuloide grandes películas. Entre otros, seleccionamos: La muerte y la doncella de Roman Polanski, adaptación de un texto teatral que fue representado en más de 45 países, y aborda las relaciones víctima-verdugo; Ladybird, ladybird (1993) de Ken Loach, en su habitual y justificado ataque a la sociedad inglesa post Margaret Teacher; Secretos y mentiras (1996) de Mike Leigh, un estudio socio-psicológico donde se tratan temas como la identidad, las raíces, la convivencia familiar y la necesidad de comunicación, que ganó el Premio Goya a la mejor película extranjera y la Palma de Oro en Cannes; Aflicción (1997) de Paul Schrader, cinta que proporcionó un merecido Oscar para el entrañable James Coburn, uno de mis actores predilectos; Lejos del cielo (2002) de Todd Haynes, una revisitación de los melodramas de Douglas Sirk, según confiesa su autor; Monster (2003) de Patty Jenkins, historia real sobre una asesina en serie donde se encumbran como interpretes Charlize Theron y Christina Ricci; Dioses y monstruos (1998) de Bill Condon, que narra los últimos días de la vida del director
Uno, dos, tres (1964) de Billy Wilder, una comedia loca de la época dorada del genial director.Tiene un ritmo trepidante y unas sobresalientes actuaciones. La muerte y la doncella de Roman Polanski aborda las relaciones víctimaverdugo.
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James Whale; El pianista (2002) de Roman Polanski, donde consiguió el Oscar al mejor director; Las horas (2002) de Stephen Daldry, excelente obra donde todos sus protagonistas están a nivel excepcional; Atrápame si puedes (2002) de Steven Spielberg, una cinta correctísima que trata una historia real sobre un joven estafador y que cuenta con el mejor papel de Leonardo DiCaprio hasta la fecha. Películas sudamericanas, pues con sus épocas de esplendor, los filmes del Sur del continente americano siempre nos depararon agradables sorpresas, como por ejemplo: La reina de la noche (1994), del mejicano Arturo Ripstein; Águilas no cazan moscas del colombiano Sergio Cabrera; El faro del sur (1999) del argentino Eduardo Mignogna; Martín (Hache) (1997) de Adolfo Aristarain, un título clave en su carrera como realizador y guionista; Profundo carmesí (1996) de Arturo Ripstein, una historia real que juega con diversos géneros; La puta y la ballena (2004) de Luis Puenzo, un
Sol de otoño de Eduardo Mignogna, se proyectó en las sesiones realizadas los martes en la Casa de Cultura Escuelas Dorado.
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par de historias paralelas alejadas en el tiempo pero que acaban confluyendo en la narración. Cine del Este, muy difícil de conseguir pero solvente a todas luces. Vimos: Tres colores, rojo (1995); Tres colores, blanco (1994) y Tres colores, azul (1993), la trilogía del polaco Krzysztof Kieslowski, cuyo título remarca los colores de la bandera francesa y que estaban llenas de propuestas y magia; Quemado por el sol (1994) de Nikita Mikhalkov, una cinta demoledora y de una inmensa belleza formal. Fantasía y Ciencia-ficción, un género muy desigual pero con títulos fundamentales. Sólo nos recreamos con: Delicatessen y La ciudad de los niños perdidos (1995) dos largometrajes de los anteriormente autores de cine de animación y dibujantes de comic, Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro, que contienen una propuesta visual muy innovadora; Planeta prohibido (1956) de Fred McLeod Wilcox, un clásico que envejeció lo suyo; El planeta de los simios (1968) de Franklin J. Schaffner, una parábola futurista con un final que quita el sueño. Joyas del cine reciente, imprescindible para mantener viva la llama de la cinefilia. El cartero (y Pablo Neruda) (1994) de Michael Radford y Máximo Troisi, conmovedora evocación entre el poeta y un cartero rural, que cuenta con una banda sonora genial de Luis Enrique Bacalov ganadora de un Premio Oscar y fue uno de los mayores éxitos de público de nuestra programación; Cuento de verano (1996) de Eric Rohmer, uno de los autores preferidos de Miguel Ramos, defensor a ultranza de su obra frente al resto de socios de la Tertulia; Antonia (1995) de Marleen Gorris, película holandesa ganadora del Oscar a la mejor película extranjera; El hombre de las estrellas (1995) de Giuseppe Tornatore, hermosa historia de un estafador de poca monta que vende ilusiones por los pueblos del sur de Italia y que contiene otra banda sonora inigualable del genial Morricone; Carretera perdida (1996) de David Lynch, su película más surrealista y que cuando acabó, fui corriendo a comprar la banda sonora.
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Una historia verdadera (1999) de David Lynch, auténticas joyas intemporales del cine. El hombre de las estrellas (1995) de Giuseppe Tornatore, cine sobre cine, es una de las mejores cintas del interesante director italiano.
Películas de Culto, aquí cada cual posee su propia relación de títulos, los nuestros son: Caro diario (1993) de Nanni Moretti, a medio camino entre el documental y la ficción, es una película que cuenta con igual número de detractores que de admiradores; La parada de los monstruos (1932) de Tod Browning, obra donde predomina el montaje por encima de los movimientos de cámara y una de las joyas del cine de terror que trasciende al género y se convierte en una obra maestra irrepetible; Crash (1996) de David Cronenberg, su trabajo más difícil, que generó una buena discusión entre los miembros de la Tertulia, divididos en dos bandos, pero en buena lid; Clerks (1991) de Kevin Smith, un nuevo concepto de comedia englobada en el cine independiente americano y de cuyo autor pusimos casi toda su obra, la cual fue perdiendo frescura con el paso del tiempo, pero que sin embargo encanta a los
cinéfilos jóvenes; El sur (1983) de Victor Erice, una obra maestra de nuestro cine y en la que solo se rodó la mitad del guión, causa que generó una de las mayores polémicas entre los cinéfilos españoles; La pianista (2001) de Michael Haneke, una de las películas más duras que se pueden ver sobre una pantalla; Malas tierras (1973) de Terrence Malick, una obra imprescindible del reciente cine americano, la predilecta de Bruce Sprinsteen y a la que dedicó una canción, que yo había visto en el Cine Felgueroso un jueves y también había pasado totalmente desapercibida; Una historia verdadera (1999) de David Lynch, una road-movie, su película menos surrealista aunque dotada de una belleza inigualable, un autor del que Miguel y yo habíamos valorado muchas veces su cine y echábamos en falta que su genio se pusiera al servicio de una gran historia dramática, aquí lo consiguió; Memento (2002) de Christopher Nolan, etc.
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como Beckham (2002) de Gurinder Cada, una cinta sencilla, elegante y emotiva por momentos; Pasos de baile (2002) de John Malkovich, en su primera incursión como director con protagonismo, para un ya lanzado internacionalmente Javier Bardem; Underground (1995) de Emir Kusturica, una difícil película sobre la Guerra Civil de los Balcanes; Wilbur se quiere suicidar (2004) de Lone Scherfig, una historia agridulce de dos hombres en crisis; Darkness (2002) de Jaume Balagueró, una ambiciosa producción española de terror nominada a varios Goyas. Capítulo aparte se merecen las cintas de Woody Allen, uno de los referentes de nuestra programación. Entre otras pusimos: Misterioso asesinato en Manhatan (1993); Balas sobre Broadway (1994); Poderosa Afrodita (1995); Bananas (1971); Todos dicen I love you (1996); Granujas de medio pelo (2000); El dormilón (1973); Desmontando a Harry (1997); Toma el dinero y corre (1969); Un final made in Hollywood (2002). Y por supuesto que todas fueron muy celebradas por los tertulianos y por nuestro público.
Quiero ser como Beckham (2002) de Gurinder Cada y Darkness (2002) de Jaume Balagueró, un par de cintas insólitas que despertaron el interés de los espectadores de Sala Oscura.
Rarezas, a nuestro sentido cinéfilo siempre le llamó poderosamente la atención todo tipo de ensayos o experimentos, cintas malditas o sencillamente malas pero interesantes, que también las hay, y así vimos cosas como: Plan 9 from outer space (1959) de Ed Wood, la publicidad la consideraba la peor película de la historia, fue una curiosidad, y aunque no sea la peor, nuestro morbo quedó satisfecho para toda la eternidad y no volvimos a programar otra película sabiendo de antemano que era tan mala, otra cuestión fue que nos colaran alguna,ya que ese tipo de cine queda para una sección de un festival veraniego que se celebra en Gijón con el título de Peor imposible, que curiosamente tiene repercusión a nivel nacional; El forajido (1943), un western dirigido por el multimillonario americano Howard Hugues, precisamente el que recrea Scorsese en El aviador, que es muy mala pero que en este caso no lo sabíamos; Quiero ser 108
Poderosa afrodita (1995) de Woody Allen, donde nos ofrece una increíble comedia. Es una de sus cintas más divertidas.
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Radio Langreo programó un espacio dedicado al cine entre el 9 de septiembre de 1995 y el 29 de junio de 1996. Era de una hora de duración y tenía una cadencia semanal en directo, los sábados de 11 a 12 de la mañana, y tenía en la dirección, presentación y guión a Miguel Ramos y Alejandro Zapico, dos miembros destacados de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura. Su título era Territorio Apache. La cabecera o presentación del programa tenía la sintonía de la banda sonora de la película Horizontes de grandeza, no por casualidad (encontrarla fue una labor prodigiosa), que está compuesta por el extraordinario compositor americano Jerome Moross, que fue fundamental en la música del cine del oeste. Empezaban con aquello de Miguel Ramos a las riendas y Alejandro Zapico con el rifle en el pescante, conducirán la caravana que les llevará a través de… Territorio Apache. En el mismo, se trataban temas
de actualidad hablando de los Oscar, Goyas, festivales noticias, rodajes, cartelera de cine, de televisión, de Sala Oscura, criticas de estrenos, bandas sonoras y entrevistas, entre las que destacan las realizadas a Agustín Díaz Yanes, José Luis Cienfuegos o Stephen Frears, concedida después de una rueda de prensa en el Festival de Cine de Gijón. Se emitían monográficos de actores como Bette Davis, Cary Grant, Marilyn Monroe, Marlon Brando, Greta Garbo, James Dean, Robert de Niro o Pepe Isbert; estudios sobre directores de la talla de Luis Berlanga, Alfred Hitchcock o Sidney Pollack; estudios en profundidad sobre películas como
Casablanca, Río Bravo, Horizontes de grandeza o My Fair Lady. Además se dedicaban espacios a músicos, bandas sonoras o géneros cinematográficos. También había espacio para onomásticas y necrológicas de personas relacionadas con el cine, concursos, sugerencias y correo del oyente. La despedida era a los sones del tema As time goes by de la película Casablanca, interpretada por Dooley Wilson. El nivel estaba bien servido y todo esto sólo lo podían realizar dos personas amantes del buen cine. Pocos programas a nivel nacional alcanzaron tanta categoría. Algunas personas no permitieron el salto necesario para que el programa tuviera una continuidad y mayor difusión en otras comarcas, quizás era que estaban muy ciegos en el aspecto cinematográfico. Para Langreo y la parte de Asturias donde llegaba fue un verdadero placer cinéfilo.
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el aniversario de nuestra asociación coincide con la entrega de los premios Oscar. Lo celebramos con una proyección especial. A continuación vamos a cenar a un restaurante de Sama o La Felguera, donde celebramos una junta extraordinaria y a los postres abrimos nuestra quiniela de los Oscar. Este es un momento muy esperado por todos los miembros, puesto que una vez vistos los resultados, el ambiente se carga de ironía y buen humor, la rivalidad da paso a la confrontación y al final siempre hay un happy end. Bueno, los dos últimos años no se celebró la cena, había motivos muy poderosos para ello. La Tertulia Cinematográfica Sala Oscura también gestionó, organizó y realizó, en colaboración con la Oficina de Información Juvenil y con la concejalía de la Mujer, Cursos de cine, tanto en el aspecto del lenguaje, como en la realización y el guión. Se llevaron a cabo varios trabajos, obra de las participantes, destacando en ellos el tono irónico y el género documental. Estos cursos se ampliaron y posteriormente, vinieron otros que fueron patrocinados por la Oficina de Información Juvenil. La media de asistencia era de 15 personas por curso, algunos de los participantes se dedicaron profesionalmente al mundo de la imagen y unos cuantos se incorporaron como miembros de Sala Oscura. Sobre una idea de Moisés González Díez, miembro de Sala Oscura en aquél entonces, poeta y actor de teatro, la Tertulia se lanza al rodaje de un corto de título Nudo. El guión se elaboró a lo largo de varios meses, en las dependencias del Área de Imagen, asesorados por Miguel Ramos, que había hecho el curso de Cinematografía de la Universidad de Oviedo, durante el año académico 1995-96. Miguel y yo la codirigíamos, José Ramón López y Moisés la interpretaban y el resto de miembros de la Tertulia se encargaba de otras facetas de producción, desde actores hasta cámaras, luz, sonido, script y transportistas. Llegamos a hacer varios ensayos y a rodar escenas en la estación de la Renfe de Oviedo, con un permiso especial para utilizar un vagón que pusieron a nuestra disposición, y en un café de Sama, El Colonial, cedido gentilmente por sus propietarios. La cinta se vino abajo por falta de equipo adecuado y presupuesto, al no poder contar con subvenciones. 110
Después de arduas gestiones, la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura logró proyectar, antes de estrenarse en España, una copia del cortometraje Esposados (1996), de Juan Carlos Fresnadillo, que había optado al Oscar 97 en la categoría de cortos de ficción, siendo el primer español que lo conseguía. El acto tuvo para nosotros una buena repercusión. con motivo del día del libro de 1992, organizado por el Área de Imagen se hizo en el Centro Municipal de Cultura Escuelas Dorado de Sama, un ciclo titulado Del libro al cine. Se pusieron durante cuatro viernes de abril a las seis de la tarde Desafío total (1990) de Paul Verhoeven; Misery (1990) de Rob Reiner; Cyrano de Bergerac (1990) de Jean-Paul Rappeneau y La Jungla de Cristal (1988) de John McTiernan. Cintas muy conocidas por el público local.
en 1993 se celebra Videovisionados, una muestra dedicada a la realización de videos asturianos. El evento fue organizado por el área de Imagen en colaboración con el Ateneo Obrero de Gijón. La misma tiene lugar en la Casa de Cultura de La Felguera, los días 19 y 20 de mayo. La muestra tenía como objetivo difundir los trabajos videográficos creativos o de investigación realizados en Asturias o por asturianos. La recopilación se pasó en numerosas localidades españolas. Estos pioneros de la videocreación asturiana eran: Sergio Manuel Álvarez Argüelles y Francisco José Montes Valdés con Laetitia (1986); Alberto Amez Olmedo y Ángel Lomas García con Sapore di mare (1986); Avelino Alonso Rodríguez con La flor del agua (1986); Elena Medina de la Viña presentando Big Ciencia (1987); Avelino Fernández con La fiesta de las sombras (1987); Mercedes Álvarez González con Sueños ácidos (1987); Francisco Javier Fernández Vega presentando Ritos (1987); la Asociación Cultural Cimadevilla con el corto colectivo Al fin solos (1988); José Antonio Fernández
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García con Minimal (1988); Miguel Ángel Fernández con Invernales magnéticas (1985); Manuel Estudillo Santos y Domingo Berrio Fernández con El gaviotu (1985); Alejandro Corominas Navarro con Reloj de viento (1987); Cristina Solís Díaz con A las 8,15 (1989); Víctor Merino Gutiérrez con Programa en expiral (1990); la Asociación Juvenil El Escolín con Vivos y muertos (1990); Miguel Lana Díaz de Espada con Acción (1990); Lucía Torre Cañal con Idus (1990); Juan Carlos San Pedro con Detrás de Cincomontes (1991); y el colectivo Comunicación con Oviedovideo. Por estas fechas, bajo la gestión del Área de Imagen del Ayuntamiento de Lamgreo, tuvimos oportunidad de ver los últimos trabajos de videocreación de Cataluña agrupados en la 8.ª Mostra de Video de Creació de Catalunya. La muestra despertó nuestro interés y nos permitió comprobar la calidad de los medios de que disponían los nuevos creadores catalanes, lo que nos hizo sentir un poco de envidia. Meses después, de nuevo el Área de Imagen junto a nuestra tertulia Sala Oscura, organiza la 1.ª Muestra de Vídeos Asturianos. Se realiza en la Casa de Cultura de Sama con una buena acogida por parte del público. El objetivo era mostrar lo último de la realización en Asturias.
a mediados de esta década, asistí a un concierto de Música en el Cine en la Casa de Cultura de La Felguera, a cargo de la Banda de Música del Ayuntamiento de Langreo, organizado por el Área de Imagen. Se interpretaron obras de Ennio Morricone, y resultó deslumbrante. Cada una de las versiones fue aplaudida hasta la extenuación por el público que llenaba el recinto. Años después, se hizo otro concierto en Sama, en el Teatro del Instituto, también con temas cinematográficos. en el mes de noviembre de 1996 se hizo en la Casa de Cultura Escuelas Dorado una exposición con el título de Cien Años de Cine Español. Era obra de Francisco Jurado, un extraordinario coleccionista de Mieres que actualmente es miembro de Sala Oscura, donde se recogían multitud de programas de mano, carteles y troquelados que repasaban la Historia de nuestro cine. La muestra nos resultó impresionante a todos los buenos aficionados. Al mes siguiente, la exposición pasó a la Casa de Cultura de la Felguera. La producción corrió a cargo del Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo.
Pequeño boletín editado con motivo de la exposición sobre Cien años de cine español, que se puso en noviembre de 1996 en la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Langreo.
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En 1995 se celebró el Centenario del Cine. Para celebrar el acontecimiento y rendir su particular homenaje al evento, Sala Oscura con el patrocinio del Ayuntamiento de Langreo y Cajastur, edita un libro titulado Langreo una historia de cine. Fue presentado el 21 de noviembre de 1996 en la Casa De Cultura de La Felguera, en un acto público y contó con la presencia del alcalde de Langreo D. José María García y con el escritor y cineasta D. Fernando Méndez Leite que dio una conferencia de título Cien años de cine español. El libro tuvo una tirada de 1000 ejemplares. Contenía un estudio de las salas de cine en Langreo, obra de Ángel Verdejo; un amplio dossier sobre el Certamen Internacional de Cine Cultural celebrado en los sesenta en La Felguera y un diccionario de urgencia sobre el cine y Langreo, incluyendo entidades, personas y películas, a cargo de Julio-José Rodríguez Sánchez; un capítulo titulado Cine, industria e ideología en el Langreo contemporáneo de Francisco Palacios; y una aproximación a algunos géneros cinematográficos, obra de Francisco Daniel Piquero Romero, Adolfo Camilo Díaz, Miguel Ramos y Avelino Fernández. Al final venían unos trabajos muy completos sobre cada una de las 45 películas consideradas como las mejores de la historia hasta aquel momento, seleccionadas 112
Tarjeta invitación para la presentación y portada del libro Langreo una historia de cine, editado por la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura en 1996 para conmemorar el centenario del Cine.
por los miembros de la Tertulia Sala Oscura, a saber: Moisés González, Marcos González, Antonio Merino, Miguel Ramos, David Rodríguez, Julio-José Rodríguez, Ángel Verdejo, Alejandro Zapico y Avelino Fernández. La portada era un magnífico fotomontaje de Eduardo J. Parra, también miembro de Sala Oscura, donde el nuevo puente atirantado de Langreo es contemplado por Woody Allen y Diane Keaton como si de un Manhattan cualquiera se tratara. La publicación tenía 271 páginas y estaba ilustrado con cientos de fotografías, programas y carteles de cine de la colección de Francisco Jurado, uno de los mejores coleccionistas de material cinematográfico de España, que ya se había incorporado a nuestra Tertulia. El coste del libro superó ampliamente el millón de pesetas. Se puso a la venta con un precio de 2.000 pesetas y tuvo una excelente acogida. Llegó a ser reseñado por El Mundo, Rey Lagarto, La Voz de Asturias, Les Noticies, La Nueva España, Imágenes de actualidad, Fotogramas y Dirigido por, además de aparecer citado en la bibliografía del año 1996 por la publicación Cine para Leer. También fue presentado en el Festival de Cine de Gijón de 1996, en el
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Programa del ciclo desarrollado en la Casa de Cultura de La Felguera dedicado por la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura a los 100 años de cine.
Café Bambara, donde se dio a conocer públicamente para el resto de Asturias. Paralelamente, se proyectan en la Casa de la Cultura de la Felguera, coordinado por el Área de Imagen, las a nuestro juicio 45 de las mejores películas de todos los tiempos, puesto que esos eran los días disponibles. Fueron elegidas por votación entre los miembros de la Tertulia Sala Oscura, procurando elegir una por autor y abarcar todos los géneros, épocas y filmografías, bajo el título de Algunas de las mejores películas del siglo. Las proyecciones eran todos los miércoles a las 7 de la tarde. Se programaron en orden cronológico y eran: El nacimiento de una nación (1915) de David Wark Griffith; El acorazado Potemkin (1925) de Sergei Eisenstein; La quimera del oro (1925) de Charles Chaplin; Metrópolis (1926) de Fritz Lang; El maquinista de la general (1926) de Búster Keaton y Clyde Bruckman; King Kong (1933) de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack; Sucedió una noche (1934) de Frank Capra; La fiera de mi niña (1938) de Howard Hawks; La diligencia (1939) de John Ford; Lo que el viento se llevó (1939) de Victor Fleming, bueno, es un decir; Historias de Filadelfia (1940) de George Cukor; Ciudadano Kane (1940) de Orson Welles; Casablanca (1942) de Michael Curtiz; Ser o no ser (1942) de Ernest Lubitsch; Laura (1943)
de Otto Preminger; Objetivo Birmania (1944) de Raoul Walsh; Duelo al sol (1946) de King Vidor; Gilda (1946) de Charles Vidor; Retorno al pasado (1947) de Jacques Tourneur; Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz; La jungla de asfalto (1950) de John Huston; Un americano en París (1951) Vincente Minnelli; Bienvenido Mr. Marsshall (1952) de Luis G. Berlanga; Solo ante el peligro (1952) de Fred Zinnemann; La ley del silencio (1954) de Elia Kazan; Ben Hur (1959) de William Wyler; Con faldas y a lo loco (1959) de Billy Wilder; Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock; Viridiana (1961) de Luis Buñuel; Lawrence de Arabia (1962) de David Lean; Al final de la escapada (1960) de Jean-Luc Godard; Senderos de Gloria (1957) de Stanley Kubrick; Grupo Salvaje (1969) de Sam Peckinpah; Amarcord (1973) de Federico Fellini; Dersu Uzala (1975) de Akira Kurosawa; La guerra de las galaxias (1977) de George Lucas; Apocalypse Now (1969) De Francis Ford Coppola; Manhattan (1979) de Woody Allen; Toro salvaje (1980) de Martin Scorsese; En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg; Blade Runner (1982) de Ridley Scott y Sin perdón (1992) de Clint Eastwood. Algunas películas no pudieron entrar en la selección puesto que era imprescindible contar con una copia y ésto en algunos casos resultó imposible. Ésta, al igual que todas las listas también
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es subjetiva. Pero a mí, al releerla, me parece increíble haber podido reunir un ciclo tan interesante y completo, pues en este casose puede decir que son todas las que están. Las reuniones entre los miembros de la Tertulia para la selección de estas obras maestras, fueron múltiples y muy polémicas, puesto que el número de filmes estaba limitado, pero a pesar de todo, vivimos algunos de nuestros mejores momentos. unas fechas antes de las Fiestas de Santiago de 1997 presentamos en la Casa de Cultura de Sama un vídeo documental sobre los festejos del año anterior, que era una producción del Área de Imagen, Sala Oscura y la Sociedad de Festejos Santiago de Sama. Lo rodé y monté a lo largo de varios meses, utilizando una cámara propia de video en 8 mm para la filmación, y equipos del Área de Imagen de Lampreo, para el montaje. El género documental también mata el gusanillo del aprendiz de cineasta y disfruté mucho con la experiencia. la oficina de información juvenil, da continuidad a la 1.ª Muestra de Vídeos e incorpora, en el marco del concurso Artnalón, el Certamen Regional de Vídeo. La convocatoria era para jóvenes realizadores asturianos. Contó con la colaboración de Sala Oscura. Esta primera edición se celebró los días 11 y 12 de junio de 1997 en la Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama. Los ganadores fueron: Tomás Fernández por Los huracanes, el surf y los sioux, primer premio; Javier Martín Antón por El velatorio, 2.º premio y Carlos Navarro por El siglo y los cementerios, tercer premio. En la jornada inaugural también se proyectaron el resto de los trabajos presentados. Fuera de concurso se estrenó Maldito tergal, un corto realizado, montado, sonorizado e interpretado por los alumnos del Curso de Introducción al Cine, organizado por la O. I. J. e impartido por miembros de Sala Oscura en la Casa de Cultura de Sama y que contó con la participación de 20 alumnos. Era en blanco y negro y contenía una escena rodada en París, en el Bateau Mouche, donde se ve la Torre Eiffel. En 1998 el jurado de Art Nalón video decide por unanimidad conceder los siguientes premios: 114
tercer premio, dotado con 50.000 pesetas, al corto 80 millones de espectadores de Diego José González Taboada; segundo premio, dotado con 100.000 pesetas, al corto Interferencia de Alfonso Suárez Suárez; y primer premio, dotado con 200.000 pesetas, al corto Nun llores de Javier González Lueje, del Colectivo Bebés Furiosos. Este trabajo ganador era un videoclip. En 1999 se celebra la tercera edición de Art Nalón Video. Con fecha 1 de junio se reúnen los miembros del jurado formado por gente de Sala Oscura y el Área de imagen y deciden por unanimidad conceder los siguientes galardones: tercer premio, dotado con 50.000 pesetas, al corto Imaxe accidental; el segundo premio, dotado con 100.000 pesetas, al corto Me voy de casa de Sergio Gutiérrez Sánchez y el primer premio, dotado de 200.000 pesetas, al corto Quiero la lluna. El certamen Art Nalón Corto sigue celebrándose en la actualidad. Después de 11 años. En el año 2003 pasa a tener carácter internacional y se establece un premio del público, dotado con 600 euros, que es otorgado al cortometraje más votado en el visionado que se hace de los cerca de treinta trabajos seleccionados por el jurado. Aparte se conceden otros tres premios, independientemente del género
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Ganadores del Certamen Art Nalón Corto 1997-2008 1997 1.er Premio: Los huracanes, el surf y los sioux de Tomás Fernández 2.er Premio: El velatorio de Javier Martín Antón 3.er Premio: El siglo y los cementerios de Carlos Navarro
2004 1.er Premio: La llamada de Davis del Águila 2.º Premio: El laberinto de Simone de Iván Sáinz Prado 3.er Premio: Demonios de corta vista de Javier Kühn Premio del público: Demonios de corta vista de Javier Kühn
1998 1.er Premio: Nun llores de Javier González Lueje 2.º Premio: Interferencia de Alfonso Suárez Suárez 3.er Premio: 80 millones de espectadores de Diego José González Taboada
2005 1.er Premio: Llévame a otro sitio de Damián París (Productor) 2.º Premio: Cada minuto, cada segundo... de José Ángel Verdú Pastor 3.er Premio: La buena caligrafía de Carlos Fernando Taboada López Premio del público: Nenyure de Jorge Rivero González
1999 1.er Premio: Quiero la lluna de María Forga Martel (Productora) 2.º Premio: Me voy de casa, de Sergio Gutiérrez Sánchez (Director) 3.er Premio: Imaxe accidental, de Antonio Blanco Prieto (Productor) 2000 1.er Premio: Gentes sin historia de Carlos Prieto Pardo 2.º Premio: Nun val la pena conquistar la tierra de José Antonio Braña Pérez 3.er Premio: Haciendo el indie de Diego José González Taboada 2001 1.er Premio: 73-37 de Sergio G. Sánchez 2.º Premio: Lo que necesites sélo yo de Laura Gutiérrez Menéndez 3.er Premio: ... Y del hijo de Alfonso Suárez Suárez Pregúntale al viento de Fernando Nava. 2002 1.er Premio: El corazón delator de Alfonso Suárez Suárez 2.º Premio: El regalo de Varenka de Fernando Río Lorda 3.er Premio: El velador de Ignacio Carballo Sánchez 2003 Palmarés desierto
a que estuvieran adscritos. Pero hace dos temporadas se decidió conceder un premio a cada una de las siguientes categorías de cortos: Ficción, documental y animación. En las últimas ediciones también se proyectaron en Ciaño los trabajos seleccionados. En las últimas convocatorias son más de 150 los trabajos presentados. Fueron sede del Certamen las Casas de Cultura de Sama y La Felguera, el Nuevo Teatro de La Felguera y en la actualidad el Cine Felgueroso de Sama. Los miembros de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura siempre formamos parte del comité de expertos encargados de seleccionar los cortos a proyectar. En una primera etapa formábamos también el jurado encargado de otorgar los
2006 1.er Premio: Sintonía de José Mari Goenaga 2.º Premio: Avatar de Lluis Quilez Sala 3.er Premio: Tadeo Jones de Enrique Gato Premio del público: Fotos de familia de Paula Ortiz Álvarez 2007 Premio del jurado al mejor corto: Nasija de Guillermo Ríos Premio del jurado al mejor corto de animación: Tadeo Jones y el sótano maldito de enrique Gato Premio del jurado al mejor corto documental: Y tú, ¿cómo lo ves? de Lucía Menéndez Premio del público: Bichos raros de Alegría Collantes Y Estíbaliz Burgaleta 2008 Premio del jurado al mejor corto: Porque hay cosas que nunca se olvidan de Lucas Figueroa Premio del jurado al mejor corto de animación: El príncipe de las basuras de Francisco Antonio Peinado Premio del jurado al mejor corto documental: El anónimo Caronte de Toni Bestard Premio del público: Espagueti western de Sami Natsheh Barragán
premios. En las últimas ediciones el jurado está formado por personas que tienen una experiencia importante dentro del campo audiovisual. En la última gala celebrada en el Cine Felgueroso, el viernes 7 de noviembre de 2008, fueron premiadas entre otras: Nisaa (Mujeres) (2008) de Benet Román y El príncipe de las basuras (2008) de Francisco Antonio Peinado. el ciclo titulado Jóvenes realizadoras españolas, organizado por el Área de la Mujer y el Área de Imagen del Ayto. de Lampreo, se presentó en las Casas de Cultura de Sama y La Felguera en los meses de marzo, abril, mayo y junio de 1998. Se editó un catálogo con la programación, un
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Boletín sobre el ciclo denominado Jóvenes realizadoras españolas, un estimulante trabajo de recopilación sobre mujeres que comenzaban a ser habituales en nuestro cine.
Hernández, un drama romántico sobre un joven urbano e individualista; Cosas que nunca te dije (1995) de Isabel Coixet, un drama de desamor, en la que quizás sea su mejor película; y El último viaje de Robert Rylands de Gracia Querejeta, una historia situada en Oxford, basada de forma muy libre en una novela de Javier Marías. Fue de los pocos ciclos que se hicieron sobre la incipiente presencia de la mujer española como realizadora. En los años siguientes proliferaron las directoras en nuestro cine. breve comentario de los trabajos, una introducción y un pequeño diccionario de realizadoras españolas. Las películas programadas fueron: Entre rojas (1995) de Azucena Hernández, un drama carcelario en el Madrid de 1974; Pon un hombre en tu vida (1996) de Eva Lesmes, una comedia con un cambio de identidad hombre-mujer; Hola ¿estás sola? (1996) de Iciar Bollaín, una historia de un viaje y una amistad de dos chicas que tienen un pasado problemático; Alma Gitana (1995) de Chus
Dentro de los actos de celebración de los 100 años de Teatro en Langreo, organizados en el centenario de la inauguración del Teatro Municipal Vital Aza en 1897, el Área de Imagen del Ayto. de Langreo y la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura montó conjuntamente un ciclo denominado El teatro en el cine. Se hizo en la Casa de Cultura de La Felguera, el último trimestre de 1997. Constó de: El pe-
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en el primer trimestre del año 1998, se puso en la casa de Cultura de La Felguera un ciclo de películas titulado El fantástico de los 90. Estaba diseñado por el Área de Imagen. Entre otras se proyectaron: La isla del Doctor Moreau (1996) de John Frankenheimer, basada en una obra de H. G. Wells, que resultó fallida a pesar de su reparto y el buen oficio mostrado por su director en decenas de cintas; El día de la bestia (1995) de Alex
rro del hortelano (1995) de Pilar Miró, una de sus últimas películas y donde demostró las enormes posibilidades que tenemos con las adaptaciones de las piezas clásicas de nuestro teatro; Doce hombres sin piedad (1957) de Sydney Lumet, la mejor adaptación posible del excelente texto de Rerginald Rose; Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz, con todo aquello que puede suceder tras el escenario en una de las mejo-
res películas del cine americano de los cincuenta; y Un tranvía llamado deseo (1951) de Elia Kazan, célebre adaptación del texto homónimo de Tennessee Williams, con unos magistrales Marlon Brando y Vivien Leigh. Comprobamos como el texto teatral y los avatares de la tramoya son una excelente premisa para buenas obras cinematográficas. Una vez más el público respondió a nuestras propuestas.
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de la Iglesia, una de las mejores películas del cine español de los noventa; Scream (1996) de Wes Creven, una parodia del cine de asesinos en serie que generó una saga; y El pueblo de los malditos (1995) de John Carpenter, remake de un clásico del cine de terror del año 1960, dirigido por Wolf Rilla que no alcanza el nivel del original, aunque mantiene cierto tono morboso y repulsivo. el 11 de noviembre de 1998, Sala Oscura, homenajea a Erich Von Stroheim, para ello repescamos una versión de Avaricia (1924), una de las películas más polémicas y masacradas de la Historia del Cine. Publicamos un pequeño boletín sobre exótico, incomprendido y gran maestro del cine mudo. Constaba del comentario de la cinta, obra de Alejandro Zapico, otro titulado Un aristócrata de cartón piedra de Miguel Ramos que era una semblanza sobre su persona y su obra y otro mío de título Recortes donde repasaba las cintas más masacradas del cine. Pudimos comprobar en este pase la categoría del filme, una de las mayores superproducciones del cine mudo que tuvo la desgracia de adelantarse a su época y que es una de mis películas de culto.
entre enero y junio de 1999, el Área de Imagen proyecta en la Casa de Cultura de La Felguera el ciclo Los chicos de la Prensa. Se proyectaron 20 películas donde fuimos a los campos de Camboya con Los gritos del silencio (1984) de Roland Joffé; estuvimos en Yakarta en los días previos al golpe de estado con Los años que vivimos peligrosamente (1983) de Peter Weir; asistimos a la denuncia más atroz sobre la pena capital guiados por Truman Capote en A sangra fría (1967) de Richard Brooks; vivimos el apasionante mundo de la radio con Good morning, Vietnam (1987) de Barry Levinson y Hablando con la muerte (1987) de Oliver Stone; asistimos al mundo de las noticias televisivas con Un mundo implacable (1976) de Sidney Lumet y Al filo de la noticia (1987) de James L. Brooks; nos divertimos con los intrépidos reporteros de Luna nueva (1940) de Howard Hawks, Juan Nadie (1941) de Frank Capra, Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler y Héroe por accidente (1992) de Stephen Frears; nos fuimos a los Balcanes con Territorio comanche (1996) de Gerardo Herrero, y a Centroamérica con Bajo el fuego (1983) de Roger Spottiswoode y Salvador (1986) de Oliver Stone; hicimos fotos con el reportero gráfico de El ojo público (1992) de
Publicación monográfica dedicada al mundo del periodismo en el cine. Un ciclo que se puso en La Casa de Cultura de La Felguera.
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Howard Franklin; analizamos la sociedad italiana de la postguerra con La dolce vita (1960) de Federico Fellini; nos metimos en una investigación policial con Mientras Nueva York duerme (1956) de Fritz Lang; asistimos a la caída de Nixon en Todos los hombres del presidente (1976) de Alan J. Pakula; analizamos la corrupción del deporte con Más dura será la caída (1956) de Mark Robso; y vivimos las violentas aventuras gansteriles de L. A. confidencial (1997) de Curtis Hanson. Para este extraordinario y completo ciclo, se editó un pequeño libreto con ficha y sipnosis de cada película y un comentario de introducción. Los textos y documentación eran de Miguel Ramos, Ángel Verdejo y míos. El realizador asturiano Francisco Javier Medina, conocido abogado de Gijón, fallecido de repente hace pocas fechas, estrenó en Las Escuelas Dorado, el 25 de marzo de 1999, su película Endora y el día del fin del mundo, película independiente de la que era director, productor y guionista. Tras la proyección hubo un debate con la presencia del director y algunos de sus intérpretes. El acto fue programado por Sala Oscura. Después estuvimos conversando sobre sus proyectos y los nuestros en una conocida sidrería de Sama, la velada resultó muy sabrosa. Siguiendo con nuestra labor de difusión de todo aquello que tuviera que ver con la imagen
En la primavera de 1999 se celebraron en La Montera unas jornadas cinematográficas tituladas La Montera de Cine, organizadas por la popular sociedad de Sama, la Sociedad de Festejos Santiago de Sama, el Club La Nueva España y Cajastur. Era un ciclo de conferencias a cargo de diversas personalidades del mundo cinematográfico español y gente de la cultura langreana. Fueron: La literatura en el cine, a cargo
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programamos una obra de un director de El Entrego, Manuel Suárez. Así, se estrenó en la Casa De Cultura de Sama, el 13 de abril de 1999, su corto Gamba 95, que contaba con la colaboración del Área de Imagen de Langreo en su producción, sonorización y montaje. Estaba protagonizado por gentes de teatro como Carmen Gloria García y Roberto Corte. Manuel es un pionero de la realización en el Valle del Nalón, posee una amplia obra, toda ella enmarcada en el campo del fantástico y el terror y siempre en plan amateur. Actualmente es el promotor de Aula 7, la conocida entidad de San Martín del Rey Aurelio que organiza y desarrolla un conocido certamen de Cortos con mucho prestigio a nivel nacional. encuentroautores 1999 se celebra en la Casa de Cultura de La Felguera, el jueves 22 de abril, y cuenta con la presencia del joven director español Miguel Albaladejo, que presentó su película La primera noche de mi vida (1999). También estuvo presente su actriz Antonia San Juan. Ambos participaron en un debate que se desarrolló al finalizar el pase y el director nos adelantó que iba a hacer una película sobre Manolito Gafotas y la actriz, que iba a rodar con Pedro Almodóvar. Resultó una velada muy divertida por la calidad de la cinta y el desparpajo de sus protagonistas.
de Joaquín Fuertes, crítico del diario el Comercio de Gijón; Cuando la música es imagen impartida por Salvador Ángel Batlle, un escritor especializado en musicología y banda sonora de cine, que acompañó la charla con imágenes de algunas cintas comentadas; Las Cuencas Mineras: Personajes y espacios de cine de José Antonio Quirós, el director de cine asturiano; El cuarto poder en el 7º Arte por Tino Pertierra, escritor, periodista y crítico de
cine en La Nueva España de Oviedo; y Flaherty, Renoir, Welles y el Neorrealismo a cargo de Juan Cobos, escritor, crítico y colaborador de la mítica revista de cine Nickelodeon, entre otras. También se desarrolló una mesa redonda con el título de Langreo y el cine, donde participé junto a José Vigil-Escalera, Ángel Verdejo y Julio-José Rodríguez Sánchez. La sesión fue moderada por Miguel Ramos.
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el día 6 de abril de 1999, Sala Oscura dedicó una sesión doble especial, era un homenaje a Stanley Kubrick que acababa de fallecer. Pasamos dos de sus películas, Atraco perfecto (1956), probablemente su primera obra maestra, que narra un atraco planeado con milimétrica precisión que el genial director plasma en imágenes con una perfección narrativa total, y en la que todos reconocimos que fue fuente de inspiración para Tarantino en su Jackie Brown (1997); y El beso del asesino (1956), su ópera prima, realizada cuando contaba 25 años, que era una aproximación al cine negro. Editamos un boletín especial en el que participamos varios miembros de Sala Oscura y en el que Javier Amoedo escribió: Que nadie se extrañe si dentro de unos días oye que Kubrick sigue vivo, ya que le gustaba decir que iba a simular su propia muerte y retirarse a Sri Lanka con su amigo Arthur C. Clarke. Ya estábamos inmersos en una actividad total y así en las Terceras Jornadas de la Mujer organizadas por la Concejalía de la Mujer del Ayuntamiento de Langreo, se dedicó el evento a La Mujer y la Imagen. El Área de Imagen y Sala Oscura colaboraron con un ciclo donde se pusieron, en la Casa de Cultura de Sama, cuatro películas: Magnolias de acero (1989) de Herbert Ross, una comedia dramática, en tono coral, que cuenta con un excelente reparto formado por aquel entonces por jóvenes actrices americanas; Thelma y Louise (1991) de Ridley Scott, una buena roadmovie en tono feminista, donde las chicas de todo el mundo además de otros ideales, descubrieron a Brad Pitt; La linterna roja (1991) de Zhang Yimou, uno de los grandes directores del cine oriental que se caracteriza por la belleza de sus productos, el fabuloso retrato de la sociedad china y la profundidad de sus temas; y El piano (1993) de Jane Campion, un drama romántico cuya música, debida a Michael Nyman, se convirtió en superventas y es una de las más recordadas del cine reciente.
Cobos, escritor cinematográfico, crítico, especialista en Fellini y Orson Welles, del que fue amigo, Amparo Serrano de Haro (El artista como héroe cinematográfico), colaboradora habitual de la Tertulia de Garci en la 2 de tve ¡Qué grande es el Cine!, Ángel Batllé, especialista de música en el cine y Eduardo Torres Dulce, otro habitual del programa de Garci. el día 1 de diciembre de 1999 y dentro de los actos del Centenario de la Sociedad de Festejos de Santiago de Sama, con la colaboración de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura y el patrocinio del Banco Herrero, Hunosa y el Ayuntamiento de Langreo. Se presentó en la Casa de Cultura Escuelas Dorado el libro La mina en el cine junto con un ciclo de películas de temática minera. Con el salón de actos lleno a rebosar, incluso se quedo gente de pie, intervinieron Francisco Javier Fernández Vallina, consejero de Educación y Cultura del Principado de Asturias;
en octubre de 1999, organizadas por la asociación cultural La Carbonera, con motivo de la X Bienal de Pintura, se celebraron en la Casa de Cultura de Sama una serie conferencias de las relaciones del cine con otras artes a cargo de Juan
Carátula del desplegable para difundir el ciclo y el libro sobre la mina en el cine. Contenía la programación y pequeñas fichas de cada cinta.
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José María García, Alcalde de Langreo; Vicente Fernández Fernández, Presidente de Festejos de Santiago, Alejandro Zapico Rato, Presidente de Sala Oscura; Ernesto Prieto Bajo, Director del Área de Negocio Cuencas del Banco Herrero; Jesús Martínez Iglesias, Jefe de la Asesoría Jurídica de hunosa, Antonio R. Rodríguez Hevia, Secretario General de la Federación Minerometalúrgica de cc.oo. de Asturias y Aquilino Ronderos Torre, de la Comisión del Patronato de infide del soma-fia-ugt. Después de sus intervenciones, el acto se cerró con un vídeo promocional de las películas del ciclo. El libro, del mismo título, elaborado por los miembros de la Tertulia Sala Oscura, constaba de estudios sobre los filmes a proyectar, firmados por Ángel Fernández Torre, Javier Amoedo, Daniel Lindo, Ángel Verdejo, Marcos González, Nereida Álvarez Burón, Olga Orviz, Elios García, Ruth Mauleón, Carlos de León, María Rosa Gutiérrez, Antonio Vázquez, Alejandro Zapico y Miguel Ramos. Agregamos un extenso diccionario de películas sobre temática minera, que recopilé junto a Antonio Merino y artículos de Vicente Fernández, presidente de la Sociedad de Festejos de Santiago de Sama y los conocidos líderes sindicales Ángel Fernández Villa y Antonio R. González Hevia. Consta de 150 páginas y está profusamente ilustrado a todo color con fotos de las cintas y programas de mano. La portada y contraportada es obra de Francisco Javier Palacios, el pintor langreano que había diseñado el escudo del Centenario de Santiago. En las seis siguientes semanas se proyectaron: ¡Qué verde era mi valle! ((1941) de John Ford, excelente retrato de una familia de mineros del País de Gales a finales del siglo xix, volviendo a evidenciar que es una de las mejores obras de su autor y eso es mucho, y en la que al final el público asistente arrancó en una sonora ovación; La sal de la tierra ((1953) de Herbert J. Biberman, que trata sobre la lucha obrera y la huelga de un grupo de mineros de Nuevo Méjico, una película maldita y de culto que se vió en pocos sitios y nos costó lo suyo poder disponer de una copia para su exhibición; Jandro (1964) de Julio Coll, protagonizada por el asturiano Arturo Fernández, que narra en un tono aventurero la vida, obra y desdichas de una familia de mineros asturianos y está vagamente inspirada en la vida de los hermanos 120
Felgueroso; Odio en las entrañas (1970) de Martin Ritt, sobre un grupo de mineros en Pennsylvania en 1876, una curiosa cinta sobre teorías revolucionarias violentas, interpretada primorosamente por Richard Harris y Sean Connery; Germinal (1993) de Claude Berri, tercera adaptación al cine de la genial novela de Zola, una película del cine francés en su mayor producción; y Tocando el viento (1996) de Mark Herman una denuncia social sobre el cierre de las explotaciones mineras en Inglaterra a partir de 1984, que dejó a doscientos cincuenta mil obreros en paro y que mantiene ciertas semejanzas con la situación social de las cuencas mineras asturianas. El ciclo contó con más de mil espectadores. Debemos agradecer al crítico Joaquín Fuertes, de El Comercio de Gijón, la consecución de algunos títulos, así como la colaboración de Faustino Rodríguez Arbesú y Gonzalo Lorenzo Benavente. Teníamos en cartera algunas cintas más pero no pudimos disponer de copias y cayeron de la programación. En la mente de los tertulianos de Sala Oscura está el hacer una segunda entrega. el estreno en Langreo del corto de Lucinda Torres Cañal titulado El beso de la tierra, tuvo lugar el día 4 de diciembre de 1999 a las 8 de la tarde, en el Salón de Actos de Cajastur, situado en la plaza Gervasio Ramos de Sama. El acto estaba organizado por el propio Ayuntamiento de Langreo. En el mismo intervinieron la directora y parte del equipo técnico. Tuvo una repercusión considerable. Más adelante se puso en las sesiones comerciales del Cine Felgueroso. Ganó numerosos premios, incluído el primer premio en el Festival de Cine de Gijón. Fue finalista en los Premios Goya al mejor cortometraje del año. en el último trimestre de 1999, se desarrollaron por parte del Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, con la colaboración de Sala Oscura, dos ciclos, uno dedicado a Martin Scorsese, el extraordinario director italoamericano, con sus catorce títulos más significativos realizados entre 1973 y 1997, y el otro a Clint Eastwood, como director, con 10 filmes que van desde Escalofrío en la noche (1971), su debut, hasta Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997). Fue-
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ron proyectados en las Casas de Cultura de La Felguera y Riaño. Tuvieron una excelente acogida y una amplia difusión en los medios de comunicación. El resto de la obra de Scorsese y de Eastwood pasó por la programación de Sala Oscura como veremos.
al éxito comercial, su realizador salió por enésima vez de la ruina. El ciclo se acompañó de dos conferencias, una a cargo de Juan José Plans, con el título Pasión de Drácula y la otra de Roberto Cueto, que se denominó Seis aproximaciones a Drácula ¿de Bram Stoker?
en los meses de noviembre y diciembre de 1999, se desarrolla un Ciclo de Cine Bienal de Pintura La Carbonera. El evento tiene lugar en el Salón de Actos de Cajastur en Sama. Se pasan Dark City, I shot Andy Warhol, Prospero’s Book, La bella mentirosa y un cortometraje de vanguardia. Estaba organizado por Cajastur, Consejería de Cultura del Principado de Asturias, Bienal de Pintura La Carbonera y el Área de Cultura del Ayuntamiento de Langreo en la primera semana de abril de 2000, la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura dedica un ciclo de seis películas a Drácula, Con la programación de Drácula (1931) de George Melford, la versión en español del clásico de Browning, rodada en Hollywood aprovechando los escenarios y el guión, puesto que no existía el doblaje, de la que para conseguir una copia tuvimos que realizar múltiples gestiones, y que a pesar de su interés, defraudó a los espectadores y lo que pretendía aterrar, solo provocó carcajadas; Nosferatu, el vampiro (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau, donde nos recreamos con su plasticidad, su misterio y su excelente puesta en escena; Drácula (1931) de Tod Browning con el mítico Béla Lugosi en pleno apogeo, un actor que marcaría una época en el cine de terror en una cinta imprescindible para el buen aficionado al cine en general; Drácula (1958) de Terence Fisher, un excelente realizador que desbordaba el género en que estaba afincado y donde ahora el vampiro aparece en tecnicolor encarnado por el legendario Christopher Lee, la sangre ya es roja en toda su intensidad; Drácula (1979) de John Badham, película que estaba olvidada pero que resultó muy válida, donde destacaba la enorme presencia de Frank Langella como el mítico conde de Los Cárpatos; y Drácula, de Bram Stoker (1992) de Francis Coppola, donde el mito del vampiro se hace adulto y que debido
El primer monográfico que hizo Sala Oscura sobre uno de sus populares ciclos.
A la vez, se editó un monográfico sobre el cine del vampiro, con comentarios realizados por los conferenciantes y por miembros de Sala Oscura. Las proyecciones y conferencias alcanzaron una media por sesión que superó el centenar de espectadores. el cine maripeña cierra sus puertas definitivamente en esta década, estaba en un estado de conservación deplorable y era difícil mantener una programación estable. Hubo que derribar el edificio entero y planificarlo con una nueva estructura, pasando a ser también teatro, pero esta historia corresponde a unos años más adelante.
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en enero de 2000, se desarrolla en la Casa de Cultura de La Felguera, organizado por el Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, un ciclo de cine denominado Sesión Infantil. Se proyectaron una serie de títulos entre los que destacan: Tarzán (1999) de Chris Buck y Kevin Lima, cinta de dibujos animados que se erige como una de las mejores adaptaciones que existen sobre el mítico hombre mono; Ferngully (1992) de Bill Kroyer, una película animada con una fuerte carga ecológica; Dragón Hear (1996) de Rob Cohen, una cinta de fantasía; Rex, un dinosaurio en Nueva York (1993) de Simon Wells, una comedia de animación infantil; y En busca del arca perdida (1981) de Steven Spielberg, la solvente cinta producida por un avispado George Lucas. Como se puede comprobar, siempre hubo un cierto interés en nuestra comunidad por cuidar la cantera infantil. En este caso hablamos de futuros cinéfilos. También en el primer trimestre de 2000, se presenta en la Casa de Cultura de La Felguera, organizado por el Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, un extenso ciclo denominado Cine Fantástico. Constaba de una docena de películas: Metrópolis (1926) de Fritz Lang; King Kong (1933) de M. C. Cooper y E. B. Schoedsack; El hombre invisible (1933) de James Whale (1933);
La novia de Frankenstein (1935) de James Whale; La mujer y el monstruo (1954) de Jack Arnold; La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) de Don Siegel; Planeta prohibido (1956) de Fred McLeod Wilcox, precisamente la cinta que sale de ver Marilyn antes de la famosa escena de la falda en La tentación vive arriba; El Planeta de los Simios (1967) de Franklin J. Schaffner; 2001: Una odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick; Alien el octavo pasajero (1979) de Ridley Scott; y Blade Runner (1982) de Ridley Scott. Como vemos estaban todos los títulos de referencia de este género cinematográfico. el viernes 24 de noviembre de 2000, en sesiones de 7,30 y 10 noche, se produce un gran acontecimiento para los cinéfilos, se reanudan las sesiones cinematográficas en el recién inaugurado Nuevo Teatro de La Felguera. El evento se produce por todo lo alto, acoge la reposición en pantalla de cine de una de las mejores películas de la historia, un western del tamaño de Centauros del desierto (1956) de John Ford. Los miembros de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura lo celebramos como culminación de nuestros sueños, pero el destino aún nos reservaba otras sorpresas. Las dos sesiones son en versión original con subtítulos en castellano. Y allí volvemos a soñar
Entrada del Nuevo Teatro de La Felguera. 122
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a lo grande, vemos a Wayne en la cúspide de su carrera interpretando a un Etham inolvidable, lleno de odio racial, poseedor de una violencia insospechada, ¡quiere matar a su sobrina! Nos vuelve a estremecer la revisión del clásico de Ford y como más o menos diría Godard: ¿Cómo vamos a despreciar a un actor capaz de pegar un giro interpretativo tan enorme, después de querer matarla, coge a su sobrina en brazos lleno de ternura, la lleva a su hogar, deja las cosas como estaban y sale por el umbral de la puerta que lo lleva a las llanuras inhóspitas del lejano Oeste?
Esta cinta imprescindible contiene las mejores elipsis que se puedan contemplar en una pantalla. Es otra de las películas que más veces puso Sala Oscura. Las funciones no defraudaron a los espectadores y al menos, los siguientes diez años así lo confirmaron.
en esta década me autoafirmo en la cinefilia en estado puro. Ahora ya somos cuatro los espectadores al unirse nuestro hijo nacido a finales de los ochenta. Sigo siendo un espectador compulsivo. Aunque uno siempre se hace la siguiente pregunta ¿Llevo a mi compañera al cine o me lleva ella a mí?
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5. El nuevo siglo
el dvd domina el mercado cinematográfico, pero un enemigo aún más atroz se cierne sobre el cine: el pirateo informático a través de Internet. También ayudan a ello la proliferación de los discos duros en los ordenadores, internos y externos, que cuentan con una gran capacidad de almacenamiento, la comercialización de dvd grabadores, las pantallas de plasma cada vez más gigantescas, el aumento de canales de tv, la televisión de pago y la llegada de la tdt. Y por si fuera poco, ya se anuncian nuevos formatos de reproducción que van a sustituir al dvd. Las copias ilegales de los últimos estrenos se pueden conseguir en multitud de sitios. En nuestras sesiones siempre tuvimos cuidado de que no se recogieran grabaciones de ningún tipo de lo proyectado. No es que no veamos cine, lo que pasa es que lo vemos enlatado, de otra forma. Además, al no tener que pagar por ello, la gente graba y almacena más de lo que puede llegar a consumir. Las salas de cine comercial desaparecen de prácticamente todas las ciudades y pueblos españoles. Sólo quedan las ubicadas en Centros Comerciales, grandes superficies que copan prácticamente todos los estrenos. A nivel local, solo quedan algunas salas de entidades públicas, como es el caso singular de Langreo que dispone de un par de ellas en los dos distritos más poblados, una en Sama y otra en La Felguera, y como veremos presentando al público lo mejor de la producción cinematográfica. Los vídeoclubs se transforman en dvd-clubs. En Langreo quedan pocos, pero serios y solventes y también aportan su granito de arena a la cultura cinematográfica. El teléfono móvil entra en escena y ya resulta habitual que en medio de una secuencia, tengamos que oír el sonido, de lo más variopinto, del infame artilugio, y lo que es peor, la correspondiente respuesta. A mí, en una sesión, me sorprendió una musiquilla que creía formaba parte de la banda sonora y en realidad provenía de un móvil. 124
Pídele cuentas al Rey (2000), primera película de ficción en formato cine del asturiano José Antonio Quirós, es uno de los mayores éxitos del comienzo de la década en el Cine Felgueroso.
A principios de la década el Cine Felgueroso, aún en manos privadas, programa sus últimas obras comerciales. Los espectadores que acuden a él van disminuyendo. Sin embargo, se logra uno de los mayores éxitos desde la apertura del mismo con Pídele cuentas al Rey (2000), primera película de ficción en formato cine del asturiano José Antonio Quirós. Cuenta con una banda sonora original muy interesante, donde por cierto colabora José Ramón Ordoñez, el inolvidable cantante de Los Stukas. También tuvieron un considerable éxito obras como The
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Fast and the Furious (2001) de Rob Cohen, con mucho coche y música moderna, cuya repercusión internacional en la taquilla hizo que aún se sigan estrenando secuelas; y Black Hawk derribado (2001) de Ridley Scott, un filme bélico de una factura perfecta. La última película que se proyecta en el Cine Felgueroso bajo la dirección de la Empresa Pesquera, es Amor ciego (2001) de los hermanos Farrely, una comedia comercial bien interpretada pero con poca trascendencia. Todo apuntaba a que aquello se acababa, a que el cine no volvería a funcionar. El desánimo de los langreanos, como espectadores de cine, era general y así se reflejaba a nivel de calle o en los medios de comunicación. El Cine Felgueroso, como sala comercial privada, cierra sus puertas en el año 2002, al cesar su actividad en el mismo la empresa Pesquera. Entre las causas esgrimidas por los empresarios está la falta de espectadores. El cierre parece definitivo. Después de varios intentos de venta del local, incluso pensando en cambiar de giro de negocio, en el mes de febrero de 2005, tras arduas e intensas gestiones, se llega a un acuerdo entre los propietarios y el Ayuntamiento de Langreo, con la colaboración y el correspondiente convenio con Cajastur, por el que adquiere el edificio que pasará a propiedad municipal con el fin de convertirlo en un centroaudiovisual. El proyecto de rehabilitación conserva en su integridad la estructura externa del edificio y modifica todo el interior, donde se disponen dos espacios, uno en la planta baja, que es una gran sala con un número considerable de butacas en dos niveles (210 en butaca de patio y 130 en el anfiteatro), pantalla de cine, sala de proyección y un escenario de reducidas dimensiones para presentaciones, charlas, mesas redondas o limitadas actuaciones musicales, y otro espacio en la parte superior que dispone de una pequeña sala multicolor en sus 70 butacas, con una claraboya hacia el cielo langreano, y una cabina de proyección en su parte posterior. En este nivel también hay espacios para oficinas y almacenes y una sala de exposiciones que alberga de manera permanente una muestra de cámaras de fotos y de cine amateur. Los baños, totalmente remodelados, están en el sótano. La decoración interior de todo el edificio se basa en mitos del celuloide. Como novedad se incorpora un ascensor que pasa por todos niveles.
el 11 de enero de 2001, se iniciaron las proyecciones de películas en 35 mm por parte del Ayuntamiento de Langreo en el Nuevo Teatro de La Felguera, todos los jueves. La programación pasó a depender de Sala Oscura Tertulia Cinematográfica, bajo el amparo del Área de Imagen. Se empezó con la proyección de Sleepy Hollow (1999) de Tim Burton, englobada en el ciclo El cine que Langreo no vió. La primera sesión, a la que acu-
dieron cerca de 200 espectadores, estuvo a punto de ser un desastre, puesto que la copia no había llegado aún a la hora del comienzo de la sesión. Los distribuidores no estaban acostumbrados a la nueva demanda y después de unos momentos de incertidumbre, finalmente llegó y la película, aunque anunciada para las 8 de la tarde, comenzó con una hora de retraso. Esto no deja de ser una anécdota, puesto que a partir de ese momento las proyecciones se celebraron prácticamente sin incidentes hasta la actualidad. El precio de la entrada era de 500 pesetas y después, con el cambio de moneda, se mantuvo con 3 euros hasta finales de 2008. Se editó un boletín informativo donde se recogía una declaración de intenciones que se fueron cumpliendo a lo largo de los siguientes años: Este ciclo permitirá ofrecer a todos los aficionados al cine y en formato de 35 mm, películas que en su momento pasaron de largo por Langreo y que abarcando distintas cinematografías y géneros, estarán ahora a nuestra disposición para ser vistas y disfrutadas en pantalla grande.
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El resto de la programación inicial fue: Man on the moon (1999) de Milos Forman, que trata sobre la vida de un cómico norteamericano que revolucionó el concepto del humor; Garage Olimpo (1999) de Marco Becáis, una de las películas más duras que se pueden ver sobre una pantalla, sobre la represión y tortura puestas en práctica en Argentina durante la Junta Militar del dictador Videla; Boys don’t cry (1999) de Kimberley Pierce, después de su triunfo en el Festival de Cine de Gijón y en los premios Oscar; La leyenda del pianista en el océano (1999) de Giuseppe Tornatore, sobre un texto de Alessandro Bariocco, que había sido representado unos meses antes en el mismo escenario dentro de la Semana de Teatro de Langreo; La perdición de los hombres (2000) de Arturo Ripstein, ganadora de la Concha de Oro a la mejor película y la Concha de Plata al mejor guión en el Festival de Cine de San Sebastián; Hoy empieza todo (1999) de Bertrand Tavernier, un buen ejemplo de cine social realizado en Francia; La vida es silbar (1998) de Fernando Pérez, un crítico de cine cubano; Ghost dog (1999) de Jim Jarmusch, autor independiente americano cuya obra completa había sido visionada en las sesiones de Sala Oscura; El verano de Kikujiro (1999) del polémico Takeshi Kitano, una road movie a la japonesa; South Park: más grande, más largo y sin cortes (1999) de Trey Parker, película de dibujos animados que estaba triunfando en una cadena de televisión nacional, fue una forma de atraer a un público más joven a la sala y tuvo una extraordinaria taquilla; y El emperador y el asesino (1999) de Chen Kaige, una película china que narra la vida del emperador Ying Zheng, conocido por su empeño en hacer la Gran Muralla y unificar el país. Esta programación coexistió con el cine comercial que seguía proyectando la empresa Pesquera los fines de semana, lo que formaba parte del contrato suscrito con el Ayto. de Langreo. Su última proyección fue La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003) de Javier Fesser. Todas las circunstancias que se daban para la subsistencia de las 126
Tarjeta postal promocional de La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003) de Javier Fesser. La última proyección de la empresa Pesquera en La Felguera.
salas únicas se daban aquí y el empresario no pudo continuar. Las multisalas de los centros comerciales lo devoran todo y no había manera de traer a La Felguera de estreno las grandes cintas comerciales que estaban durante meses en las mismas. una vez cerrado el Cine Felgueroso de Sama la actividad de la Empresa Pesquera continuó en el Nuevo Teatro de La Felguera. Fue entre marzo de de 2002 y marzo de 2003. Entre otras se pusieron: Amor ciego (2001) de Bobby y Peter Ferrelly; Ocean’s Eleven (2001) de Steven Soderbergh; Blak Hawk derribado (2001) de Ridley Scott, una de las mejores cintas bélicas que contemplé en
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Esta tercera entrega de la trilogía de El señor de los anillos ya no se estrenó comercialmente en Langreo.
una pantalla; Hable con ella (2002) de Pedro Almodóvar, que entre otros importantes reconocimientos resultó ganadora del Oscar al mejor guión original y fue nominada a mejor dirección, el cineasta español logró con ella su techo, o quizás me equivoque y aún nos sorprenda; Yo soy Sam (2001) de Jessie Nelson; Una mente maravillosa (2001) de Ron Howard, en la que quizás sea su mejor película; E.T. (1982) de Steven Spielberg, reposición con motivo de su veinte aniversario; El ataque de los clones (2002) de George Lucas, segundo episodio de la saga Star Wars; Spider-man (2002) de Sam Raimi; El otro lado de la cama (2002) de Emilio Martínez-Lázaro, una celebrada e insólita comedia musical española que arrasó en taquilla; Camino a la perdición (2002) de Sam Mendes, que para mí es el testamento interpretativo del gran Paul Newman; Minority Report (2002) de Steven Spielberg; Deuda de sangre (2002) de Clint Eastwood; Harry Potter y la cámara secreta (2002) de Chris
Columbus; El caso Burne (2002) de Doug Liman; El señor de los anillos: Las dos torres (2002) de Peter Jackson; y Los lunes al sol (2002) de Fernando León de Aranoa. Fueron 60 las películas que se proyectaron los fines de semana y que sin lugar a dudas, en muchos casos, es un cine de altura. Un claro ejemplo de lo dicho es la saga del señor de los anillos. Aunque se estrenó en tres entregas, a saber, La comunidad del anillo (2001), Las dos torres (2002) y El retorno del Rey (2003), en realidad es una sola película. Está basada en el libro titulado El señor de los anillos de Tolkien. Prácticamente, sigue el texto al dedillo con alguna salvedad. Es una de las últimas grandes superproducciones del cine, se rodó en Nueva Zelanda a lo largo de 274 días y se hicieron más de 150 localizaciones. Tuvo una acogida espectacular en todo el mundo, pero lo mejor de todo es su calidad que hace que los futuros cinéfilos se inicien con obras de este calado. En Langreo se estrenaron comercialmente las dos primeras y también tuvieron su esplendor. en los siguientes años se sigue proyectando el ciclo El cine que Langreo no vió y entre otras maravillas, se pusieron: Amélie (2001) de JeanPierre Jeunet, el primer gran éxito de la nueva sala y una de las sorpresas del último cine francés; In the mood for love (2000) de Wong Kar Wai, el lanzamiento definitivo a nivel internacional de su director, que consiguió el Premio Europeo a la Mejor Película Extranjera e hizo que muchos cinéfilos lo empezaran a considerar un realizador de culto; Nueve Reinas (2000) de Fabián Bielinsky, una sorpresa venida del cine argentino; El mismo amor la misma lluvia (1999) de Juan José Campanella; Lugares comunes (2002) de Adolfo Aristarain; Open range (2003) de Kevin Costner, donde su autor se recupera y realiza
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un más que estimable western, aunque le sobra la última media hora; Mystic River (2003) de Clint Eastwood, otra cinta demoledora del genial cineasta y otra de sus obras maestras, en la que Sean Penn brilla a una altura inalcanzable, siendo premiado con un merecidísimo Oscar; Good Bye Lenin! (2003) de Wolfgang Becker, una de las sorpresas del año, que trata sobre la reunificación alemana; Te doy mis ojos (2003) de Iciar Bollain, película fundamental en el cine español y obra clave sobre la violencia de género, que acaparó la mayoría de los premios Goya y tuvo un éxito espectacular en el pase que dimos; Las invasiones bárbaras (2003) de Denys Arcand, excelente drama humano sobre la agonía de un enfermo terminal y la necesidad de los cuidados paliativos; Diarios de motocicleta (2003) de Walter Jalles, que nos provoca el deseo de comprar una moto y visitar unos parajes maravillosos, y es una aproximación hermosa y humana a uno de los iconos del siglo xx, el Che Guevara; Melinda y Melinda (2003) de Woody Allen, donde nos plantea que la vida no es ni una tragedia ni un drama, es una tragicomedia que nos permite a veces ver la botella medio llena y a veces medio vacía; El Lobo (2004) de Miguel Courtois, un thriller sobre un agente de los servicios secretos españoles que logró infiltrarse en eta, con mucha acción y muy bien narrada; Luna de Avellaneda (2004) de Juan José Campanella, que trata de los esfuerzos de unos ciudadanos para salvar un club social y así reencontrarse con su pasado; Antes del atardecer (2004) de Zrichard Linklater, secuela de Antes del amanecer (1995) del mismo director; o Coffee and Cigarretes (2003) de Jim Jarmush, varias historias filmadas en blanco y negro, que resulta un tanto repetitiva. Fue muy interesante la edición de 2006, puesto que entre otras se pusieron filmes como: Match Point de Woody Allen, una propuesta muy atractiva en su primera incursión en el género de suspense y que posee uno de los mejores finales que vi en un cine; El jardinero fiel (2005) de Fernando Meirelles, demoledora denuncia total y sin tapujos del mercado internacional de medicamentos que nos hace subir algo más que la adrenalina; 128
Una historia de violencia (2005) de David Cronenberg, uno de los éxitos de El cine que Langreo no vió.
Una historia de violencia (2005) de David Cronenberg, cambiando su registro artístico y la confirmación de lo gran actor que es Viggo Mortensen; La vida secreta de las palabras (2005) de Isabel Coixet, ganadora de cuatro premios Goya incluido mejor película; o Oliver Twist (2005) de Roman Polanski, un capricho del director que llevaba varios años intentando rodar y que pudo hacer gracias al éxito de su anterior obra El pianista. Entre las últimas producciones proyectadas en el Nuevo Teatro de La Felguera, siempre a principios del año y dentro del ciclo El cine que Langreo no vió, están: Promesas del Este ((2007) de David Cronenberg, donde se vuelven a recuperar las esencias del cine negro, que contiene una escena violentísima, pero rodada con una originalidad sorprendente; Michael Clayton (2007) de Tony Gilroy, con un George Clooney cada vez más
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Promesas del Este (2007) de David Cronenberg también proyectada en los ciclos denominados El cine que Langreo no vió.
comprometido en papeles de denuncia social; El sueño de Casandra (2007) de Woody Allen, cumpliendo con nuestra cita con toda su obra y siguiendo el estilo iniciado con Match point; Persépolis (2007) de Marlene Satrapi y Vincent Paronnaud, película de animación basada en un cómic de culto del mismo título, que resultó entretenidísima y a la vez una buena lección para comprender un poco más la realidad iraní; Redacted (2007) de Brian de Palma, basada en material real encontrado en Internet, donde disecciona la intervención americana en la guerra de Irak, y que aunque es su película número 22, no para de experimentar; 14 kilómetros (2007) de Gerardo Olivares, el éxodo de tres jóvenes africanos a través del desierto para llegar a Europa; American Gangster (2007) de Ridley Scott, donde el realizador presenta uno de sus mejores traba-
jos y tiene la suerte de contar con Russell Crowe y Denzel Washington, dos auténticos caballeros de la interpretación, dando vida a dos personajes serios y volcados en su trabajo, con una ética propia; Caramel (2007) de Nadine Labaki, una película libanesa donde se busca desesperadamente poder tener unas vidas dentro de la normalidad; Mi hermano es hijo único (2007) de Daniele Luchetti, cuya acción abarca varios años de la vida de una familia italiana; Deseo, peligro (2007) de Ang Lee, quizás la mejor obra de su autor, una propuesta muy arriesgada de desamor; Gomorra (2008) de Matteo Garrone, la polémica cinta sobre la Camorra italiana que en los últimos años cometió más de 4000 asesinatos y cuyol autor del relato original está condenado a muerte por los mafiosos, un cine de denuncia imprescindible; Red de mentiras (2008) de Ridley Scott, donde vuelve a dar el tipo; Estómago (2007) de Marcos Jorge, la gran triunfadora en el último Festival de Valladolid; Sólo quiero caminar ((2008) de Agustín Díaz Yanes, un thriller hispano pero heredero de los grandes Peckinpah o Melville; Appaloossa (2008) de Ed Harris, bienvenido sea a nuestras pantallas otro western, sobre todo si tiene la dignidad y clase de éste; El intercambio (2008) de Clint Eastwood, una historia real contada con toda su crudeza pero bajo el prisma de un maestro; My blueberry nights (2008) de Wong Kar-Way, su aterrizaje en el cine occidental pero conservando toda su bella estética; Los limoneros (2007) de Eran Riáis, película de reconciliación en el conflicto judío-palestino; The Spirit (2008) de Frank Millar, debut en la dirección del genial autor de cómic americano; Mi nombre es Harvey Milk (2008) de Gus Van Sant, historia del primer político abiertamente homosexual que consiguió un cargo público en la moralista sociedad americana, con la que Sean Penn consiguió unos meses después su segundo Oscar; y Retorno a Hansala (2008) de Chus Gutiérrez, una película sobre la dureza de la inmigración, marroquí en este caso. Como se observa, la apuesta era múltiple y variada, los autores son los imprescindibles para
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poder seguir la actualidad cinematográfica un poco más de cerca y las cintas proyectadas en La Felguera van haciendo poco a poco la historia del cine. A partir del primer ciclo, se empezaron a hacer habituales los comentarios realizados por los miembros de Sala Oscura sobre los títulos seleccionados, en monográficos primero y en la revista Langreocultura.com a partir del año 2002. Las revistas son una fuente de difusión cultural importante y una parte importante de mis recuerdos salen de ellas. Daba una sensación extraña, pero entrañable, volver a ver colas en la taquilla de un cine en Langreo. Éstas continuaron después de casi una década de la reinauguración de la sala. La apuesta empezaba a resultar más que interesante, sabíamos que había que seguir en esta línea. El tiempo demostró que se tenía razón y a lo largo de estos años, la prensa asturiana empezó a reconocer la labor cinematográfica de Langreo en el ámbito de Asturias. Muchas de las cintas programadas fueron estrenos en Asturias y otras no se pusieron en pantalla grande en ninguna otra localidad de nuestra Comunidad, aunque algunos medios de comunicación asturianos se empeñaron en lo contrario. Personalmente me vino muy bien el coger la costumbre de desplazarme desde Sama a La Felguera. Vi crecer El Nuevo Langreo, reconduje mis pasos por las nuevas avenidas hasta desembocar en un cine. Uno sentía que rejuvenecía. Me hice otra vez habitual de algunos cafés del distrito langreano antes de la proyección. Además iba muy bien acompañado. En el vestíbulo de la nueva sala felguerina era habitual que nos encontráramos los miembros e Sala Oscura, estábamos pendientes de la afluencia y comentarios de los espectadores y recogimos más de una sugerencia. Contábamos los espectadores a pesar de que nos los iban a suministrar unos minutos más tarde. Allí nacieron algunos de nuestros proyectos de futuro. A la salida disfrutábamos de las escenas más interesantes del filme proyectado y más de una vez nos dirigíamos a algún establecimiento hostelero con nuestros temas. en abril de 2001, poco tiempo después de la reinauguración, la programación cinematográfica del Nuevo Teatro tuvo continuidad con un miniciclo dedicado a Ernst Lubitsch, calificado 130
como el autor del toque inigualable. Eran tres películas: Ángel (1937), interpretada por Marlenne Diettrich y Melvin Douglas, una preciosa comedia de enredo, considera hasta hace poco como una obra menor de su autor, pero que en este pase comprobamos lo que se pueden llegar a equivocar los especialistas a la hora de juzgar una obra cinematográfica; Ser o no ser (1942), película cumbre de la comedia, una incuestionable obra maestra donde más se nota su famoso toque o «el factor X», que decía Billy Wilder; y La viuda alegre (1934), interpretada por Maurice Chevalier y Jeannete MacDonald, una realización de factura perfecta, un clásico de la comedia musical, imperecedera y encantadora. en el segundo trimestre de 2001, se desarrolla en el Nuevo Teatro un ciclo de James Whale, el aristócrata de clase humilde. Constó de tres cintas: El doctor Frankenstein (1931), impagable y todo un clásico imitado hasta la saciedad; La novia de Frankenstein (1935), su obra maestra absoluta, que es otra de mis películas de culto; y El hombre invisible (1933), muy curiosa y con unos increíbles efectos de imagen, conseguidos con la cámara, mucho antes de descubrirse y aplicarse los modernos trucajes, primero con maquetas y después informáticos. Tres joyas de colección para todos los cinéfilos. Además, vistas en la pantalla grande de un cine, cosa que muchos langreanos no habíamos tenido ocasión de disfrutar por cuestión de edad. la programación cinematográfica de Encuentroautores del año 2001, estaba dedicada a Alex de la Iglesia. En el mes de mayo se proyectaron en el Nuevo Teatro de La Felguera cinco de sus films: Acción mutante (1993), una comedia futurista; El día de la Bestia (1995), una cinta esperpéntica sobre el nacimiento del anticristo en Madrid, que arrasó en las taquillas españolas; Perdita Durango (1997), su tercer trabajo, rodado en Estados Unidos; Muertos de risa (1999), su cinta más controvertida; y La comunidad (2000), toda una coctelera con mucho humor negro, suspense, terror, aventuras, drama y acción trepidante, probablemente su mejor película hasta la fecha.
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teníamos tanta ansia por ver la nueva versión del mejor filme bélico de todos los tiempos, titulada ahora Apocalipse Now redux de Francis Ford Coppola, que la programamos nada más anunciarla la productora, aunque el estreno en España se retrasó unos meses y tuvimos que volver a programarla. Yo la vi por primera vez en el cine Principado de Oviedo en diciembre de 1979. Al considerarla una película excelente, la volví a ver en su estreno en el Cine Felgueroso en enero de 1980. Entra directamente en el Olimpo de las películas míticas, por diversas causas, como son: una idea prodigiosa al llevar una gran novela, que no extensa, de Josep Conrad; Coppola estaba en estado de gracia y luchó por un proyecto personal, como en la mayoría de sus obras, y aquí consiguió plasmarlo en imágenes; contó con unos intérpretes más que idóneos; el equipo técnico, donde destaca de manera prodigiosa
la fotografía de Vittorio Storaro, es de lujo; la profundidad humana y psicológica está a una altura pocas veces igualadas; la banda sonora, con temas de The Doors o Rolling Stones, más la música de Carmine Coppola, logra el clímax adecuado; la brutalidad de la guerra salpica al espectador; el discurso final sobre el horror, con un mítico Marlon Brando en plan estrella deslumbrante, no se puede olvidar; el mon-
Al año siguiente continuó el ciclo y entre otras, se pasaron: Un perro llamado dolor (2001) de Luis Eduardo Aute, cinta donde el polifacético músico, poeta, pintor y cineasta se atreve con un proyecto titánico de animación; Italiano para principiantes (2000), de la realizadora danesa Lone Scherfig en una de las sorpresas del cine europeo; Mulholland Drive (2001), un David Lynch en estado puro, que en realidad es un sueño de más de dos horas; Y tu mamá también (2002), producción mejicana de Alfonso Cuarón, una road movie trepidante con la extraordinaria presencia de Maribel Verdú; y El hijo de la novia (2002) de Juan José Campanella, una gran comedia del cine argentino, llena de frescura y elegancia, con un lleno total y un éxito
tón de detalles que la adornan es único; las lecturas son múltiples y uno nunca se cansa de revisarla. Años después la volví a ver en un pase televisivo y la grabé, lo que me hizo llegar a estudiar la cinta con mayor profundidad. Cuando la proyectamos en La Felguera, un día que cayó una pequeña nevada, Miguel y yo volvimos a verla, nuestras chicas, Imma y Tina, que nos acompañaban de forma habitual, no quisieron ir con la escusa de la nieve, aunque ambos sabíamos que no era plato de su gusto. La nueva visión en pantalla grande nos complació, pero llegamos a la conclusión de que la inclusión de nuevas secuencias y algún que otro plano, no era necesario, pues la obra era imperecedera en origen y esta versión solo se podía entender como un montaje comercial. No obstante, la compre en una copia de dvd y de vez en cuando, aún me recreo con alguna secuencia.
sin precedentes. A la salida de la sesión, encabezados por Miguel, nos recreamos reproduciendo parte de sus extraordinarios diálogos. los oficios del cine es un proyecto educativo destinado a alumnos de 4.º de la eso, Bachillerato y Ciclos Formativos. Se ofrecieron a los estudiantes desde el año 2001 en el Nuevo Teatro de La Felguera, por lo que llevan nueve temporadas consecutivas acudiendo a su cita con nosotros. Se trata de una colaboración entre el Festival Internacional de Cine de Gijón y Ciudad Tecnológica Valvanón, que cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Langreo. Entre otras actividades se ofrece el ciclo Enfants Terribles y se
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dedican jornadas a hablar sobre profesiones relacionadas con la realización de una película. Para ello se cuenta con personas que trabajan en este campo. El objetivo es que nuestros escolares se conozcan de primera mano las posibilidades laborales que pueden encontrar en el mundo del cine. En todas las ediciones se contó con cintas que eran estreno en España y con la presencia de sus artífices. En abril de 2002 se celebraron en el Nuevo Teatro de La Felguera, en jornadas matutinas y con invitación a los colegios locales, unas Jornadas de cine pa neños y neñes. Se pusieron cuatro largometrajes de animación entre los que destacaban Toy Story 2 (2002) de Lee Unkrich y Ash Brannon, y Shrek (2000) de Andrew Adamson y Vicky Jenson. El ciclo continuó en años posteriores con títulos como Descubriendo nunca jamás (2004) de Marc Foster y Shrek 2 (2004) de Andrew Adamson, Kelly Asbury y Conrad Vernon. El viaje de Chihiro (2001) de Hayao Miyazaki, fue una de las grandes sorpresas que nos deparó el cine de animación de los primeros años del milenio. La proyectamos en La Felguera, en el Nuevo Teatro. Venía avalada por el Oso de Oro del Festival de Berlín de 2001, es decir la mejor película, y acabó ganando el Oscar de Hollywood al mejor largometraje de animación. Como todas las grandes obras cinematográficas, desborda el género al que pertenece y el interés llega a otro tipo de público al que parece a priori destinada. Esta enternecedora y a la vez cruel visión del mundo infantil, está llena de magia, de imaginación, de despertares y de pesadillas. Es una obra de culto. El público habitual de los jueves en La Felguera así lo entendió y lo celebró.
Uno de los mayores éxitos de público en la sala fue el 29 de noviembre de 2007. Se proyectó Las 13 rosas (2007) de Emilio Martínez-Lázaro, un drama basado en hechos reales y ubicado en la Guerra Civil Española. Hubo lleno total, la emoción que emana la cinta pronto se desparramó por nuestra sala y hubo lágrimas a raudales. La celebración tocó techo en cuanto a calidad y cantidad de público. la muestra de cine social inició su andadura en El Nuevo teatro de La Felguera el jueves 7 de noviembre de 2002 con Recursos humanos (1999) una película francesa de Laurent Cantet. En lo quedaba de año se proyectaron: Little Senegal (2001) de Rachid Bouchered, una sencilla cinta
el 7 de marzo de 2002, a las 8 de la tarde y organizado por El Área de la Mujer del Ayuntamiento de Langreo, con motivo del Día Internacional de la Mujer, se exhibe en el Nuevo Teatro de La Felguera la película iraní El círculo (2000) de Jafar Panahi, que había sido premiada con el León de Oro en el Festival de Venecia. La respuesta popular fue magnífica y hubo más de 350 espectadores. La entrada era libre. Al año siguiente se pasó Cosas que diría con sólo mirarla de R. García, una película coral, cargada de estrellas del cine americano que dejaron de cobrar sus extraordinarios salarios para recrear sus personajes. 132
sobre el racismo; Según Matthieu (2001) de Xavier Beauvois, que trata sobre la lucha de clases; Bolivia (2001) de Adrián Caetano, sobre las luchas entre gentes de la misma clase social; En construcción (2001) de José Luis Guerín, un documental sobre la construcción de un edificio en el Barrio Chino de Barcelona que le sirve para desentrañar los entresijos de las gentes del popular enclave; La pizarra (2000), película iraní de Samira Makhmalbaf; y La cuadrilla (2001) del imprescindible cineasta social Ken Loach. El interés y la respuesta del público consiguieron que el ciclo se consolidara y llegara hasta la actualidad.
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en Encuentrautores 2003 se contó con la presencia de Luis Sepúlveda, escritor, guionista y director de cine chileno, que vive en Gijón desde hace años. Se presentó su debut como director, Nowhere (2001), interpretada por Jorge Perugorría, Leonardo Sbaraglia y Harvey Keitel, un filme donde muestra su repulsión por las dictaduras militares y lo que conllevan. En 2004 se proyectaron seis filmes, destacando: Netto pierde su alma (2001) de Tabajara Ruas y Beto Souza, una cinta brasileña sobre la vida de un general republicano; Lost in translation (2003) de Sofia Coppola, la hija de Francis Coppola, en una de las sorpresas de aquella temporada y por la que ganó el Oscar al mejor guión original; y La mala educación (2004) de Pedro Almodóvar, recuerdos de unos personajes homosexuales sobre los tiempos sombríos que vivieron en una escuela católica. En 2005 pusimos 11 filmes y entre ellos estaban: Descubriendo nunca jamás (2004) de Marc Frost, sobre el mito de Peter Pan; Millon Dolar Baby (2004) de Clint Eastwood, otra de sus obras maestras, por la que recibió su segundo Oscar como director, otro paso más hacia su mitificación como director; Sólo un beso (2004) de Ken Loach, uno de sus trabajos más atípicos; Entre copas (2004) de Alexander Payne, una comedia de éxito sobre dos amigos que están a punto de dar un giro a sus vidas; Closer (2004) de Mike Nichols, emotiva cinta sobre el amor, el desamor y la mentira; El aviador (2004) de Martin Scorsese, una biografía sobre Howard Hughes, el mítico multimillonario americano que entre otros hobbies tenía el de producir películas y lanzar estrellas; El hundimiento (2004) de Oliver Hirschbiegel, una producción alemana sobre los últimos días del nefasto dictador Adolf Hitler, rodada con cierto rigor histórico, que cuenta con una excelente interpretación del veterano Bruno Ganz; y Hotel Ruanda (2004) de Terry George, que narra el horrible genocidio habido en la guerra civil de Ruanda en 1994. En el 2006 se pusieron nueve títulos entre los que sobresalen: Brokeback mountain (2005) de Ang Lee, cinta recibida en todo el mundo con un gran éxito de público y crítica; Munich (2005) de Steven Spielberg, una historia real sobre un
Lost in translation (2003) de Sofia Coppola y El hundimiento (2004) de Oliver Hirschbiegel, cine clave del nuevo milenio presentadas en Encuentrautores.
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comando judío encargado de localizar y ejecutar a los 11 palestinos artífices de la matanza en la olimpiada de Munich y donde el director se encarga de describir lo absurdo de la violencia; Crash (2005) de Paul Haggis, una cinta independiente que trata sobre el problema multirracial latente en la sociedad americana; Los tres entierros de Melquiades Estrada (2005) de Tommy Lee Jones, su ópera prima como director, que relata hechos vagamente reales; y Volver (2006) de Pedro Almodóvar, que como él mismo calificó, es una especie de Indiana Jones de aventuras domésticas. Al año siguiente, 2007, los títulos seleccionados fueron diez, entre los que destacaron: Cartas desde Iwo Jima (2006) de Clint Eastwood, una propuesta bélica del autor más interesante de los últimos veinte años; La vida de los otros (2006) de Florian Henckel von Donnersmarck, una de las mejores cintas de los últimos tiempos, sobre la temida Stasi, la policía secreta de Alemania Oriental, ganadora del Premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa; Inland empire (2006) de David Lynch, donde se le fue la mano en todos los sentidos, pues nunca una película sufrió, en La Felguera, tantas deserciones como ésta, Miguel y yo sentados en el centro de la sala nos dedicamos a contar las bajas entre los sufridos espectadores y nos dimos cuenta que habíamos desconectado de la propuesta de Lynch; El jefe de todo esto (2006) de Lars von Trier, desquiciándonos a todos con un novedoso sistema de filmación, de cuyo nombre no deseo acordarme y donde los encuadres parecen estar hechos por una tía abuela del cineasta en una mala tarde; y El buen pastor 134
Varias muestras exitosas de Encuentrautores en sus últimas ediciones.
(2006) de Robert de Niro, en su segunda y sólida realización. En el 2008 seleccionamos: Juno (2007) de Jason Reitman, cinta independiente americana que ganó el Oscar al mejor guión; La escafandra y la mariposa (2007) de Julian Schnabel, una durísima obra francesa sobre un hombre atrapado en su propio cuerpo; No es país para viejos (2007) de Joel y Ethan Coen, para mí su mejor obra, con Javier Bardem ganando un merecido Oscar en una extraordinaria composición, pues no es el malo de la función, es el mal; Lejos de ella (2006) de Sarah Polley, donde el alzhéimer es el protagonista y recuperamos a Julie Chrstie; Pozos de ambición (2007) Paul Thomas Anderson, otro Oscar para Daniel Day-Lewis; Siete mesas de billar francés (2007) de Gracia Querejeta, una cinta coral con un gran guión y magníficas interpretaciones de todas las actrices; Sweeney Todd: el barbero de la calle Fleet (2007) de Tim Burton, un musical barroco con mucha sangre, pero con una puesta en escena sólo posible bajo la tutela de un Burton que vuelve a la genialidad; This is England (2006) de Shane Meadows, una de las sorpresas del año, cine de calidad que gusta a la gente joven, algo muy positivo; En el valle de Elah (2007) de Paul Haggis, o las consecuencias de la Guerra de Irak y el desencanto llevado a extremos; XXY (2007) de Lucía Puenzo, debut en la dirección de la hija de Luis Puenzo; y Al otro lado (2007) de Fatih Akin, una búsqueda desesperada del sentido de la vida.
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una gaviota (y del gato que le enseño a volar) (1998) de Enzo d’Alò, una cinta italiana inspirada en un cuento del chileno, afincado en Gijón, Luis Sepúlveda, que ha sido traducida a doce idiomas y del que se vendieron más de un millón de ejemplares en todo el mundo; Ice Age (La edad de hielo) (2002) de Chris Wedge y Carlos Saldanha, una de las mejores producciones animadas de los últimos años; Spirit (2002) de Kelly Asbury y Loma Cook, poseedora de una excelente banda sonora del controvertido Hans Zimmer; Monstruos S. A. (2001) de Peter Docter, simpática producción sobre unos monstruos que se dedican a asustar a los niños; y Lilo y Stitch (2002) de Dean Deblois y Chris Sanders, con uno de los extraterrestres más gamberros de todos los tiempos. El ciclo demostró el buen momento que atravesaba el cine de animación a principios de siglo. En esta época, la programación de Sala Oscura se ponía también en La Casa de Cultura de Riaño, era todos los miércoles a las siete de la tarde. Sweeney Todd: el barbero de la calle Fleet (2007) de Tim Burton, la comedia musical más sangrienta de la historia del cine.
seguía siendo muy importante el contar con la colaboración de otras entidades sociales, culturales o asociaciones. En abril de 2003 se pasó en el Nuevo Teatro de La Felguera un Ciclo de Cine Checo. Estaba organizado por la Embajada de la República Checa en Madrid y el Consulado Honorario de Oviedo, en colaboración con la Consejería de Educación y Cultura del Principado de Asturias, la Filmoteca de Asturias y los Ayuntamientos de Oviedo, Carreño, San Martín del Rey Aurelio y Langreo. Se puso una antología del cine de animación, que constaba de trece cortos y las películas Perinbaba, la señora de la nieve (1985) de Juraj Jakubisko y Un caserío cerca del bosque (1976) de Jiri Menzel. entre abril y mayo de 2003 se presentó en El Nuevo Teatro de La Felguera un ciclo de Cine infantil de animación. Constaba de: Historia de
en mayo y junio de 2003, siguiendo con nuestra programación, se presentó en el Nuevo Teatro de La Felguera un Ciclo de Cine Sudamericano. Las cintas propuestas a los espectadores langreanos fueron: Kamchatka (2002) de Marcelo Piñeyro, una película argentina sobre niños que deben de huir tras producirse el golpe de estado de 1976; La fiebre del loco (2001) de Andrés Wood, uno de los directores más costumbristas del cine chileno; El último tren (2002), del uruguayo José Sánchez Varela, donde unos amigos de los trenes deciden boicotear el traslado de una vieja locomotora a Estados Unidos y secuestrarla, con el lema de que el patrimonio no se vende; Historias mínimas (2002) de Carlos Sorín, director argentino que nos da un poético homenaje al mundo solitario y melancólico de los relatos de carretera; y Ciudad de Dios (2002), del brasileño Fernando Meirelles, antes de su paso al cine americano, en una de las mejores películas sudamericanas de todos los tiempos, provista de un montaje inusual y describiendo con una fuerza arrolladora la vida en las favelas y su delincuencia.
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Ninette (2005) de José Luis Garci y Caótica Ana (2007) de Julio Medem, cintas españolas para disfrute de los espectadores langreanos.
en el mes de octubre de 2003, en el Nuevo Teatro de La Felguera, diseñamos un ciclo denominado Cine español (para empezar). Constaba de cinco títulos: Soldados de Salamina (2002) de David Trueba, una recreación de la Guerra Civil Española y una buena adaptación de la novela homónima de Javier Cercas; Mi vida sin mí (2002), de Isabel Coixet, un emotivo y bello melodrama; Torremolinos 73 (2002) de Pablo Berger, basada en una historia real y con un casting ideal donde sobresale Candela Peña; La vida mancha (2002) de Enrique Urbizu, un thriller estupendo donde José Coronado logra la interpretación de su vida; y Las horas del día (2003) de Jaime Rosales, el descubrimiento de un gran director. Resultó increíble que nuestra selección fuera también la de los miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas ya que la mayoría de los premios Goya recayeron en estas películas. Esta circunstancia se vino repitiendo en años sucesivos. 136
El éxito del mismo hizo que esta idea tuviera nuevas ediciones en años posteriores y entre otras proyectamos: Incautos (2004) de Miguel Bardem; Tapas (2005) de José Corbacho y Juan Cruz, una película coral de una gran espontaneidad que arrasó en la 8.ª edición del Festival de Málaga dedicado a cine español; Ninette (2005) de José Luis Garci, otro habitual en nuestra programación con su particular visión de las famosas obras de Miguel Mihura; Princesas (2005) de Fernando León de Aranoa, historia de dos prostitutas con una soberbia interpretación de Candela Peña; Obaba (2005) de Montxo Armendáriz, obra un tanto fallida pero con su encanto; La educación de las hadas (2006) de José Luis Cuerda, una excelente recreación del amor y de las relaciones humanas; Un franco, 14 pesetas (2006), el debut en la dirección del actor Carlos Iglesias, sobre la emigración española en países centroeuropeos en los sesenta; Alatriste (2006) de Agustín Díaz Yanes, adaptación cinematográfica de las novelas de Pérez-Reverte, que con 20 millones de
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euros, era el proyecto más caro del cine español,; Azuloscuro casinegro (2006) de Daniel Sánchez Arévalo un célebre autor de varios cortos que habíamos visto en ArtNalon-Video; La noche de los girasoles (2006) de Jorge Sánchez-Cabezudo, cinta que sorprende por su excelente montaje; Bajo las estrellas (2007) de Félix Viscarret, un filme entrañable lleno de personajes un tanto estrafalarios y perdidos; La soledad (2007) de Jaime Rosales, un drama duro y directo; Caótica Ana (2007) de Julio Medem, su séptimo largometraje, que le llevó tres años de trabajo y es un sentido homenaje a su hermana muerta; Mataharis (2007) de Icíar Bollaín, que según la directora, nace de la idea de hablar de nuevo de hombres y mujeres, de la necesidad de ser queridos y de las relaciones personales; En la ciudad de Silvia (2007) de José Luis Guerín, una cinta sobre la mirada que tenemos sobre la vida de los otros. Guardo un enorme y grato recuerdo de la proyección de Mar adentro (2004) de Alejandro Amenábar. Seleccionada previamente, en el momento del pase, ya había ganado una enorme cantidad de premios. La respuesta popular en La Felguera fue de lleno total, a pesar de llevar meses en los cines de los centros comerciales. Miguel, que ya la había visto y volvió a verla, me pronosticó, a pesar de que aún no había sido nominada, que ganaría el Premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa y fue profético. No me extraña, es que lo tenía fácil, cuando se trataba de cine, también sabía perfectamente de que hablaba. El ciclo sigue abierto y en este momento estamos preparando ya los títulos para la edición de 2009, a proyectar después del verano, a partir de septiembre en el inicio de una nueva campaña en el Nuevo Teatro de La Felguera.
en noviembre de 2003, también en La Felguera, se hizo otro Ciclo de Cine Social con seis obras entre las que destacaron: Bowling for Colombine (2002), el polémico y famoso documental de Michael Moore sobre las armas de fuego en Estados Unidos, ganadora del Festival de Cannes y del Oscar al mejor largometraje documental; Las hermanas de la Magdalena (2002) de Peter Mullan, una atroz denuncia contra los conventos en Irlanda y su política de reinserción social; y Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin, en una versión restaurada y remasterizada, que se había reeditado por esas fechas, con honores de estreno, en toda España. El ciclo ya estaba asentado y continúa proyectándose, destacando en estos años cintas como: Suite Habana, película cubana de 2003 dirigida por Fernando Pérez; Farhenheit 9/11 (2004) de
Bowling for Columbine (2002) de Michael Moore, el documental más visto de los últimos años, fue el que relanzó el género.
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La herencia (2003) de Per Fly, una extraordinaria muestra de buen cine social.
Michael Moore, un ataque frontal a Bush y su pucherazo para lograr la presidencia usa; La herencia (2003) de Per Fly, una película danesa que habla del poder y como mantenerlo a costa de lo que sea; Los espigadores y la espigadora (2000) de Agnès Varda, documental francés sobre los buscadores de tesoros urbanos entre los restos de basura, lleno de humor y sensibilidad, que resultó prodigioso; Moodaadé (2004) de Ousmane Sembene, película senegalesa sobre la castración genital de las niñas africanas, demoledora; Omagh (2004) de Pete Travis, donde asistimos a la última acción del IRA y en la que hubo víctimas españolas entre la población afectada, contada con sobriedad y poniendo muchos puntos sobre las íes; Historia de un crimen (2006) de Douglas McGrath; Padre Nuestro (2007) de Christopher Zalla; Nueve vidas (2005) de Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, que nos deleita un retrato del mundo femenino a través de historias sobre nueve mujeres de diferentes personalidades; El viento que agita la cebada (2006) de Ken Loach, cine de denuncia político-social, como es habitual en él; United 93 (2006) de Paul Greengrass, la historia del 138
cuarto avión secuestrado el 11 S americano; Salvador (2006) de Manuel Huerga, la vida del joven anarquista Salvador Puig Antich, el último ajusticiado a garrote vil en España; Antes que el diablo sepa que has muerto (2007) de Sidney Lumet, con el incombustible director americano dando otra muestra de saber hacer; La princesa de Nebraska (2007) de Wayne Wang, director de origen chino afincado en América, que narra las aventuras de una joven estudiante china en una universidad americana; Prométeme (2007) de Emir Kusturica, una metáfora sobre Serbia y su posible ingreso en la Comunidad Económica Europea; 12 (2007) de Nikita Mikhalkov, una particular versión de 12 hombres sin piedad, trasladando la acción a la Rusia actual; Tropa de élite (2007) de José Padilla, una cinta brasileña sobre la degradación que sufre la policía de ese país; y Yo serví al rey de Inglaterra (2007) de Jiri Menzel, sobre el afán de un joven checo que quiere ser millonario. Como podemos comprobar, en este ciclo están presentes casi todas las nacionalidades con su cine más vanguardista. el 20 de abril de 2004, dentro de las Primeras Jornadas de Lengua y Cultura Inglesa, se proyectó en La Casa de Cultura Escuelas Dorado, Chicago (2002), el musical de Rob Marshal ganador de seis premios Oscar, en versión original subtitulada. A pesar de la amplia repercusión mediática, el evento no tuvo continuidad. En el último trimestre de 2004, Sala Oscura hizo un homenaje a uno de los directores más singulares del siglo xx: el francés Jacques Taticheff, más conocido como Jacques Tati. La retrospectiva constó de cuatro de sus películas: Día de fiesta (1949); Las vacaciones del señor Hulot (1953); Mi tío (1958) y Play Time (1967). Pudimos comprobar su eficacia visual y que era un digno sucesor de los grandes de la comedia muda. Como decía Miguel Ramos desde las páginas de Langreocultura.com: La visión de su obra, aún hoy, continúa exigiendo la complicidad del espectador como única forma posible de entrar a valorar la catalogación de genio que se le ha otorgado a Tati desde los más influyentes sectores críticos.
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Cartel publicitario de una obra fundamental de Jacques Tati, cuya obra visionamos en un ciclo que Sala Oscura dedicó al genio francés.
en septiembre y octubre de 2004, en el Nuevo Teatro de La Felguera y con entrada gratuita, se proyecta el ciclo Nuevos Cineastas, en colaboración con la Alianza Francesa de Langreo. Constó de cinco filmes: Bord de mer (2002) de Julie Lopes-Curval; 17 fois Cécile Cassard (2001) de Christophe Honoré; Mon idole (2002) de Guillaume Canet; Se souvenir des belles choses (2001) de Zabou Breitman y Une part du ciel de Bénédicte Lienard. Las proyecciones eran en versión original francesa con subtítulos en castellano y tuvo una buena acogida.
el cine, uno de los nuestros fue un homenaje a Carlos Blanco, guionista asturiano nacido en Gijón en 1917. Su primer guión fue Cuando llegue la noche (1946) de Jerónimo Mihura. Después vinieron La princesa de los Ursinos (1947) de Luis Lucia, Locura de amor (1948) de Juan de Orduña, Las aguas bajan negras (1948) de José Luis Sáenz de Heredia; Llegada de noche (1949) de José Antonio Nieves Conde, película perdida, 39 cartas de amor (1949) de Francisco Rovira Beleta; Don Juan (1950) de José Luis Sáenz de Heredia; Los ojos dejan huellas (1952) de José Luis Sáenz de Heredia; Todo es posible en Granada (1954) de
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José Luis Sáenz de Heredia; Los peces rojos (1955) de José Antonio Nieves Conde; Diez fusiles esperan (1959) José Luis Sáenz de Heredia; Los gallos de madrugada (1971) de José Luis Sáenz de Heredia; Don Quijote cabalga de nuevo (1972) de Roberto Gavaldón; La espada negra (1976) de Francisco Rovira Beleta y Hierba salvaje (1977) de Luis María Delgado. El evento se desarrolló en la Sociedad La Montera y en la Casa de Cultura de Sama. Abarcó desde el 20 de febrero hasta el 26 de mayo de 2004. Estuvo Patrocinado por el Ayuntamiento de Langreo, La Sociedad La Montera, Cajastur, El Gobierno del Principado y Rey Lagarto. Fue realizado y coordinado por Julio-José Rodríguez Sánchez. La muestra constaba de ciclos de películas, conciertos, exposiciones, conferencias y mesas redondas. Se abrió con una conferencia de Carlos Losilla titulada Fritz Lang: Genealogía de un libro de cine. Entre los ciclos estaba uno de cine alemán en colaboración con el Instituto Goethe, desarrollado entre La Montera y La casa de Cultura de Sama, con películas de F. W. Murnau (Tabú), Fritz Lang (El testamento del Doctor Mabuse), Erns Lubitsch (La princesa de las ostras), Volker Schlondorff (El joven Törles), Hansjürgen Pohland (Gato y ratón), Win Wenders (El amigo americano), Michael Verhoeven (La rosa Blanca), Ivan Fila (Lea). Eoin Moore (Ni perder ni ganar) y Vanesa Joop (Vergiss Amerika). Otro ciclo fue de las películas con guión de Carlos Blanco. También fue emotiva y tuvo su buena difusión mediática, una jornada dedicada al homenaje a Carlos Blanco que contó con la presencia de Aurora Bautista, célebre y mítica interprete de Locura de amor. En colaboración con el Festival Internacional de Cine de Gijón se presentó en el Nuevo Teatro de la Felguera la cinta Lilya 4-ever (2002) de Lukas Moodysson, una película sueca que acababa de ganar el Premio Principado de Asturias al Mejor Largometraje en su cuadragésima edición, es decir, el máximo galardón del popular festival gijonés, además del premio del Jurado Joven y el premio a la mejor actriz. Es una durísima película que desvela lo que sucedía con cierta juventud en Rusia y que el famoso telón de acero nos impedía conocer. En enero de 2005 Sala Oscura programó en la Casa de Cultura de Sama Kill Bill Volúmenes I y II 140
(2003-2004) de Quentin Tarantino. Lo hicimos en dos sesiones consecutivas de los martes. En un principio he de decir que aunque se estrenó en dos partes, como dos películas, es una sola. Se trata de una de las obras más impresionantes del cine reciente, por su carácter polisémico. En cada secuencia utiliza una técnica narrativa distinta y consigue unificarlas para dar forma a una obra magnífica, capaz de elevar los más infames subgéneros a la categoría de arte. Yo no veía tanta creatividad en una cinta desde los tiempos de Sergio Leone, al que precisamente Tarantino admira con profunda devoción, llegando a meter temas musicales de Ennio Morricone en sus escenas más impresionantes. en diciembre de 2005, a lo largo de una semana, se programó en La Casa de Cultura Escuelas Dorado de Sama, un ciclo dedicado a la Radio en el Cine, con el título En el aire. Estaba organizado por La Tertulia Cinematográfica Sala Oscura con la colaboración de Radio Langreo. En la jornada inaugural, el lunes 12 de diciembre a las 10,45, hubo un programa de radio especial titulado Sala Oscura en Radio Langreo y a las siete de la tarde una mesa redonda denominada La radio en
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la fundación príncipe de asturias, con motivo de su XXV aniversario, organizó un homenaje a las figuras más destacadas del siglo xx, bajo la denominación Century Lights, Memoria de los grandes. El día 25 de enero de 2006 trasladó parte de ese homenaje a Langreo, en el Nuevo Teatro, hasta donde viajó Jane Chaplin para presentar la película Luces de la ciudad, una imperecedera obra maestra de su padre Charles Chaplin. Esta película, en la que encarna al universal vagabundo Charlot, se había estrenado en Los Ángeles en 1931. El acto contó con la colaboración de los miembros de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura. A mí me tocó presentarlo. A Jane Chaplín, que confesó que esa era su película preferida, le resultó muy fácil conectar con el público, su simpatía tuvo mucho que ver, y para ella el acto resultó muy emocionante, deleitando a los presentes con anécdotas sobre
su vida familiar al lado de su progenitor, el mayor genio cinematográfico del siglo xx. El evento tuvo continuidad y el viernes 24 de febrero de 2006 se celebró en el mismo escenario una proyección del ciclo homenaje a Arthur Miller, Vidas rebeldes (1961) de John Huston, protagonizada
el cine con la presencia de contertulios y Ramón Pato, director de la emisora langreana, y a continuación, la primera proyección. Se pusieron las cintas Historias de la radio (1955), de José Luis Sáez de Heredia, uno de los títulos más populares de los años cincuenta, llena de humor y ternura y con la presencia del gran Pepe Isbert; Solos en la madrugada (1978) de José Luis Garcí, su segundo largometraje y una buena radiografía de la transición; Días de radio (1987) de Woody Allen, una de sus cintas más nostálgicas; Hablando con la muerte (1988) de Oliver Stone, una historia real contada bajo el particular prisma de su director; y Good mornimg, Vietnam (1987) de Barry Levison, con una espectacular banda sonora. El éxito fue
por la que fuera su esposa, la mítica Marilyn Monroe en su última aparición en la pantalla, junto a Clark Gable y Monty Clift. Esta cinta fue ganadora en 1993 del Génesis Award al mejor largometraje clásico. Se proyectó en versión original con subtítulos en castellano.
considerable, en asistencia de público y en repercusión mediática. Se publicó un monográfico referido al ciclo, con varios artículos de fondo firmados por Miguel Ramos, Ramón Pato y Avelino Fernández, acompañados por los comentarios de las cintas a proyectar que son habituales en nuestras publicaciones, hechos por Miguel Ramos, Alejandro Zapico, Ángel Verdejo y Avelino Fernández. El diseño de la publicación como es habitual es de Eduardo J. Parra. Los ciclos monográficos de Sala Oscura ya tenían su forma definida y estábamos abocados a no abandonarlos, prueba de ello es que continúan en la actualidad.
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en el primer trimestre de 2006 Sala Oscura programó en la Casa de Cultura de Sama el ciclo Greta Garbo, La Divina, con motivo del centenario de su nacimiento. Era una apuesta arriesgada por la antigüedad de su obra, algunas mudas, y el público actual apenas la recordaba, no en vano su último filme data de 1941, cuando se retiró, con 36 años. Seleccionamos sólo cinco películas, aunque debido al enorme éxito de asistencia de espectadores, nos arrepentimos de no haber elegido más. Fueron: El demonio y la carne (1927) de Clarence Brown, la que cimentó su leyenda y donde estaba acompañada por el genial y hoy en día olvidado John Gilbert, ¡son tantos los que necesitan homenajes!; La Reina Cristina de Suecia (1933) de Rouben Mamoulian, también con Gilbert de galán, con un plano final que casi nos atraganta de emoción a todos los espectadores; Ana Karenina (1935) de Clarence Brown, que la dirigió en siete ocasiones, aquí acompañada por Fredic March, con otra sublime escena final; Margarita Gautier (1936) de George Cukor, despuntando ya como director, acompañada de un jovencísimo Robert Taylor, el melodrama clásico y romántico por excelencia; y Ninotchka (1939) de Ernst Lubitsch, con unos diálogos a la altura de su autor y donde la Garbo ríe y todos nosotros aún lo hacemos con ella. El éxito fue considerable y deshizo nuestros temores. La extraordinaria actriz sueca seguía viva y en el candelero, nos deslumbró. Rescatamos un tipo de cine clásico al cual el público no accede fácilmente. Esto nos hizo reafirmarnos en los ciclos y perder definitivamente todos los complejos. Juan Rulfo en el cine, fue un homenaje al autor que se celebró en la Casa de Cultura de La Felguera el lunes 27 de febrero de 2006. Organizaba el Ayuntamiento de Langreo y contó con la colaboración de la Universidad Nacional Autónoma de Méjico. En la gestión y organización estaba involucrado Julio-José Rodríguez Sánchez. Se proyectaron: El despojo (1960) un cortometraje de Antonio Reynoso con guión de Juan Rulfo; El hombre (1978), un mediometraje de 40 minutos de José Luis Serrato, con guión del propio director basado en un cuento de Rulfo; Los 142
murmullos (1974) un corto de Rubén Gámez y Que esperen los viejos, otro corto con guión y dirección de José Bolaños sobre textos de Rulfo. Todas eran producciones mejicanas. Al día siguiente, siguiendo con el mismo patrocinio y organización, se proyectó en la Casa de Cultura de Sama un Certamen Iberoamericano de Cortos cedidos por el Festival de Cine de Huesca. Eran seis, provenientes de Méjico, España, Venezuela y Argentina. Contó con la presencia del director del certamen. Entre los años 2006 y 2007, abandoné momentáneamente la asistencia a las sesiones de proyección de Sala Oscura, aunque no dejé las reuniones ni los trabajos en los boletines. El motivo era muy claro, tenía a mi madre ingresada en el Hospital Adaro, que por cierto, cuenta con un personal sanitario y de servicios excepcional, nunca se lo podré agradecer como se merecen. Siempre que podía, iba a darle la cena, puesto que estaba en fase terminal. Un día, en uno de sus escasos momentos de lucidez, me preguntó qué día de la semana era y yo le respondí que martes, y entonces me dijo ¿por qué no estás en el cine? Aunque era mentira, le dije que iba más tarde. Eso la dejó tranquila. Sabía perfectamente cual era aún mi mayor ilusión. Langreo de cine fue nuestro eslogan en la Feria Internacional de Muestras de Asturias en 2006. Algo se estaba gestando en el núcleo de Sala Oscura. Francisco Jurado uno de nuestros miembros, un apasionado del Séptimo Arte en todas sus vertientes y coleccionista de todo aquello que tenga que ver con el cine, llevaba varios años trabajando en un libro que según sus palabras era diferente a todo lo hecho hasta la fecha, una historia del cine español a través del programa de mano, un método publicitario de los estrenos, los cuales se repartían en las mismas salas antes o después de las sesiones comerciales. El Ayuntamiento de Langreo, al conocer la magnitud e importancia del trabajo, se involucró en el asunto. En el stand del Ayuntamiento en la Feria, dedicado por completo al cine, se presentaron los bocetos del nuevo Cine Felgueroso, una exposición de la colección personal de Francisco Jurado y su libro titulado Programa de mano y cine español,con textos de Miguel Ramos y míos.
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Tarjeta postal publicitaria para difundir la exposición sobre las salas de cine asturianas, una excelente obra de Francisco Jurado.
Fue un stand para recordar, recibió numerosas visitas de un público que no quedaba indiferente ante la magnitud de los proyectos presentados y de los contenidos gráficos del mismo. A través de la exposición, se refrescaba la memoria al público asturiano de las distintas salas del Principado desde comienzos del siglo xx, que muchos visitantes reubicaban en los viejos edificios que en la mayoría de los casos habían desaparecido. La exposición recorrió diversas localidades asturianas durante un año aproximadamente. Entre las mismas están Gijón, Avilés, Mieres, San Martín del Rey Aurelio, Llanes, Ribadedeva, Grado, Luarca y Langreo. La muestra gráfica tuvo una contínua cobertura en los distintos medios de comunicación asturianos.
blaje; un tercer epígrafe abarca una selección de cintas rodadas en coproducción con otros países, rodadas dentro o fuera de España, pero con protagonismo de nuestros más conocidos actores; y un último trabajo donde se recogen las variantes o distintos modelos publicitados de un mismo título. Al acto de presentación acudieron los autores y los patrocinadores, y contó con la presencia del Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces y la Consejera de Cultura, Ana Rosa Migoya. La cobertura y la repercusión en la prensa, radio y televisión fueron considerables. El Comercio le dedicó toda una página, La Nueva España publicó una entrevista con Francisco Jurado, Radio Langreo informó de todos los pormenores y dedicó varias entrevistas al evento, La Voz de Asturias hizo una entrevista y en televisión, salieron diversos reportajes y entrevistas en la tpa, Tele Gijón, Localia, Cuencas Mineras Televisión y Popular tv. Fue otro momento mágico para Sala Oscura. La edición, que constaba de 1.500 ejemplares, siguió su rumbo y está presente en toda las bibliotecas del Principado y llegó a manos de una importante cantidad de aficionados y coleccionistas de todo lo que tenga que ver con el Séptimo Arte a lo largo y ancho de toda la geografía española, los cuales, cuando lo conocen, muestran su satisfacción y su sorpresa ante la calidad del trabajo.
el libro Programa de mano y el cine español, estaba patrocinado por el Ayuntamiento de Langreo, Cajastur, el Principado de Asturias y la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura. Es una obra de referencia en cuanto a coleccionismo cinematográfico, prácticamente están todos los programas de mano de películas españolas, desde sus inicios hasta el año 1972 en que desaparecen. En un primer capítulo están los ejemplares de las películas realizadas en España por directores españoles desde 1903 hasta el año 1973; un segundo apartado recoge las películas realizadas en Hollywood y Joinville en la década de los treinta, realizaciones en español de las grandes productoras americanas debido a la falta de doavelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 5. el nuevo siglo
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el 3 de octubre de 2006, la tertulia Cinematográfica Sala Oscura, lo presentó al público en general en Langreo. El acto tuvo lugar en el Salón de Actos de la Casa de Cultura de Sama. Aprovechando el evento, se diseñó y proyectó un ciclo titulado Cine español (1930-1975). Constaba de 14 títulos con lo mejor de nuestro cine. Comenzamos con La aldea maldita (1930) de Florián Rey, considerada como la obra más importante del cine mudo español. Después vinieron El último caballo (1950) de Edgar Neville, uno de nuestros autores cinematográficos más significativos; Surcos (1951) de José Antonio Nieves Conde, un filme excepcional que se aproxima al neorrealismo italiano; Calle mayor (1956) de Juan Antonio Bardem, una brillante disección de la sociedad española de la época y su malformación; Mi tío Jacinto (1956) de Ladislao Vajda, un trabajo sobresaliente claramente emparentado con la tradición picaresca española; El pisito (1958) de Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry, una obra neorrealista del cine hispano donde florece el humor negro de Rafael Azcona; Viridiana (1961) de Luis Buñuel, cinta imprescindible de nuestra filmografía cargada de detalles surrealistas; Atraco a las 3 (1962) de José María Forqué, una comedia coral que, con el paso del tiempo, se erige como una de las mejores del cine europeo; Plácido (1961) y El verdugo (1963), ambas del maestro Luis G. Berlanga, que fueron proyectadas en programa doble, intentando recordar aquellas sesiones donde no teníamos prisa y nos empapábamos de cine, en este caso del mejor que se podía ver; El extraño viaje (1964) de Fernando Fernán Gómez, una de sus obras cumbres en la dirección, donde el costumbrismo y naturalismo brillan a gran altura y donde asistimos a una de las secuencias más magistrales de la historia del cine, aquella en la que los amantes secretos bailan escuchando la música por medio de cascos; La 144
Portada del monográfico, primero que hicimos en color, dedicado a nuestro maltratado cine español.
caza (1965) de Carlos Saura, la que le dió a conocer y encumbró como autor en nuestro cine; El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice, que nos muestra como trasladar la poesía a una pantalla de cine; y Furtivos (1975) de José Luis Borau, sin lugar a dudas la película de la transición. El ciclo estuvo acompañado de una publicación de 36 páginas con los comentarios de las cintas, una filmografía esencial del cine español, entre 1930 y 1975, y varios artículos de información general sobre Sala Oscura y el cine español. Quedamos muy satisfechos con la calidad del ciclo y con la acogida dispensada por el público que acudía a las sesiones en la Casa de Cultura de Sama.
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la reforma del Cine Felgueroso era un compromiso del programa electoral del PSOE. Fue posible gracias a un acuerdo con la entidad bancaria Cajastur, quien aportó 720.000 euros. El Ayuntamiento de Langreo invirtió otros 300.000, a cargo de los fondos mineros de 2004-2005. Las obras de reforma se iniciaron en agosto de 2006 y fueron adjudicadas a la empresa Acciona por un valor de 1.054.382 euros. Hubo que aportar un presupuesto extra de 244.000 euros destinados al cambio total de toda la carpintería de acero y aluminio del exterior, debido a los graves desperfectos que presentaba. Este último corrió a cargo del municipio. En el segundo trimestre de 2006 Sala Oscura se lanza a diseñar un nuevo ciclo con el título Cine en el Estrado, que constaba de 13 películas de juicios. La presentación del mismo, el 4 de abril, corrió a cargo de María Jesús Álvarez González, Presidenta de la Junta General del Principado. En esa misma sesión se proyectó Furia (1936) de Fritz Lang, una brillante disección sobre los errores de la justicia. Después vinieron El proceso Paradine (1947) de Alfred Hitchcock, donde el maestro nos cuenta una espeluznante degradación de un amor; La costilla de Adán (1949) de George Cukor, una comedia de altos vuelos con la mítica pareja formada por Spencer Tracy y Catherine Hepburn, los cuales nunca estuvieron tan a gusto interpretando juntos; El motín del Caine (1954) de Edward Dmytryk, uno de los tristemente célebres diez de Hollywood, en un proyecto que no gustó nada a la marina norteamericana; Testigo de cargo (1957) de Billy Wilder, que yo había visto en un pase en los sesenta en el Pilar Duro, una de las mejores del cicl, lo que es mucho decir; Doce hombres sin piedad (1957) de Sydney Lumet, una brillante adaptación de un texto teatral que sentó cátedra; ¡Quiero vivir! (1958) de Robert Wise, uno de los mejores
Portada del monográfico El cine en el estrado, que consolidó definitivamente los ciclos de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura.
melodramas del cine, con la extraordinaria Susan Hayward, la película que estaba viendo Sergio Leone cuando murió; Anatomía de un asesinato (1959) de Otto Preminger, obra que deja un poso de crítica al sistema judicial americano y que resulta divertidísima para el espectador; El sargento negro (1960) de John Ford, con la que, para los miopes, Ford empieza a perder su etiqueta de hombre reaccionario; Vencedores o vencidos (1961) de Stanley Kramer, filme sobre el gran juicio a los criminales nazis en Nüremberg, una superproducción muy correcta con un reparto espectacular; Matar un ruiseñor (1962) de Robert Mulligan, la cumbre interpretativa de Gregory Peck, una de las predilectas de nuestro presidente, Alejandro,
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El centro Integrado de Formación Profesional de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo (cislan), que se inauguró el 3 de octubre de 2006, constituye una excelente oferta dentro del mundo de la imagen y sonido para la gente joven asturiana y de otras comunidades.
el centro Integrado de Formación Profesional de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo (cislan), se inauguró el 3 de octubre de 2006. Es un centro académico, público y gratuito, en el que se imparten ciclos formativos de la familia profesional de Comunicación, Imagen y Sonido. Se trata de una Formación Profesional inicial, es decir ciclos de Grado Medio y Superior. Su plan de estudios lleva entre otros los siguientes campos: Imagen fotográfica, Aplicaciones fotográficas, Iluminación de espacios escénicos, Imagen audiovisual, Gestión de calidad de procesado y tratamiento fotográfico y cinematográfico, Medios fotográficos y audiovisuales, Medios y lenguajes de comunicación visual o Administración, gestión y comercialización de la mediana empresa. Entre sus actividades están: presentación en Langreo del concurso No nos cuentes películas, hazlas; asistencia de sus 146
alumnos a las Jornadas Los oficios del cine en el Nuevo Teatro de La Felguera; cine al aire libre; conferencias; creación de las Jornadas del audiovisual cislan, de las que van tres ediciones; organización de casting para buscar actores; diversas colaboraciones en rodajes y actuación de los alumnos como meritorios; cursos de técnicas cinematográficas a cargo de especialistas; colaboraciones con el Festival Internacional de Cine de Gijón, basadas en un acuerdo suscrito con la organización, donde se realizaron trabajos de grabación de gran parte de las actividades y formar parte del Jurado Joven; grabación de imágenes de los conciertos de THreepoint Fest 2008 y la I Semana de la producción cislan 2009 en la que se presentaron cuatro cortometrajes, tres videoclips, tres maquetas musicales y tres books de fotos de los alumnos del centro. Una de sus últimas ideas fue organizar un concierto de
un grupo local en la terraza superior del edificio que ocupan en el Nuevo Langreo, a semejanza de la última grabación en directo de The Beatles en Abbey Road, que aparecen en la película Let it bet. El motivo era conmemorar el 40 aniversario del acontecimiento. Por supuesto que fue grabado en vídeo y difundido. El grupo se llamó The Beatles Students, originalmente eran The Students. Estaba compuesto por: Batería, Rubén Fernández, bajista, Iván Peinado, cantante, Ailish Dale y guitarras, Carlos Sánchez e Iván Fernández. Interpretaron las cinco canciones que en la película de The Beatles tocán en la terraza de los estudios de grabación. El grupo fue creado para este evento y ya no existe. El cislan constituye una excelente oferta dentro del mundo de la imagen y sonido para la gente joven asturiana y de otras comunidades, puesto que su fama empieza a ser reconocida a nivel nacional.
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que no para de emocionarse cuando vuelve a ver al protagonista saliendo derrotado de la sala del tribunal, con los hombres de color levantados a su paso como muestra de respeto, en un sepulcral silencio. Todos los demás estamos de acuerdo y también nos acongojamos; Veredicto final (1982) de Sydney Lumet, con un Paul Newman reinventándose; y Loca (1987) de Martin Ritt, un drama judicial con ingredientes de thriller. Los contenidos de la publicación fureon: Visto para sentencia, una introducción de Alejandro Zapico; Orden en la sala, un artículo de Miguel Ramos y Avelino; las criticas de las películas, hechas por los miembros de la Tertulia y una filmografía cronológica de Miguel, Jurado y Avelino. Los ciclos programados por Sala Oscura ya habían cuajado en el público langreano, el número de espectadores aumentó espectacularmente y en la Tertulia nos felicitamos por acogernos a esta fórmula, la cual aun no hemos abandonado en el presente 2009. El ciclo contó con su corrspondiente publicación con los comentarios de las cintas propuestas.
corbeau (1943) de Georges Henri; y Remorques (1939) de Jean Gremillon. La entrada fue gratuita y la asistencia de público aceptable. En abril de 2007 vuelve la colaboración entre las dos entidades y se proyecta el ciclo de cine Festival de Festivales y se pasan tres filmes: A las cinco de la tarde (2003) de Samira Makmalbaf; Exils (Exilios) (2004) de Tony Gatlif y La pesadilla de Darwin (2004) de Hubert Sauper. en los meses de abril, mayo y junio de 2007, Sala Oscura programa su último ciclo en La Casa de Cultura de Sama. Se trataba de Alfred Hitchcock. La etapa inglesa, films sonoros. Una propuesta arriesgada que constaba de 12 películas del mago del suspense rodados entre 1929 y 1939, es decir, antes de su paso al cine americano, donde adquirió su fama internacional. Se editó un monográfico de 40 páginas con un tamaño tipo folio, con las críticas de las cintas, obra de Ángel Verdejo, Alejandro Zapico, Francisco Jurado,
en noviembre de 2006 se desarrolla en la Casa de Cultura de Sama Le mois du cinema documentaire. Fue una colaboración entre El Área de Cultura y La Alianza Francesa de Langreo. Se proyectaron a las 7,30 de la tarde Hacia un comercio equitativo (1999) de Martine Bouquin y Jean Lefaux; Voyage en sol majeur (2005) de Georgi Lazarevski; Obreras del mundo (2000) de Marie-France Collard y Polvo de la ciudad (2001) de Moussa Touré. En el Nuevo Teatro de La Felguera, en octubre y noviembre de 2006, se pone el ciclo titulado El cine francés bajo la ocupación, también en colaboración con la Alianza Francesa de Langreo. Los cuatro títulos seleccionados son Douce (1943) de Claude Autant-Lara; La nuit fantastique (1942) de Marcel L’Herbier; Le Portada de la publicación que dedicamos a Alfred Hitchcock. Era arriesgado por el tipo de filmes, pero la propuesta resultó favorable.
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Miguel Ramos y míos, contando además con la filmografía completa del maestro inglés y un artículo titulado Perfiles de un cineasta irrepetible, ambos trabajos firmados por Miguel Ramos, y una selección de fotos de las secuencias donde aparece Hitchcock en sus filmes, recopilación de Eduardo J. Parra. Las películas eran: La muchacha de Londres (1929); Asesinato (1930); Juego sucio (1931); El número 17 (1932); Mejor es lo malo conocido (1932); El hombre que sabía demasiado (1934); 39 escalones (1935); El agente secreto (1936); Sabotaje (1936); Inocencia y juventud (1937); Alerta en el expreso (1938) y Posada Jamaica (1939), proyectada el 26 de junio y que supuso la última sesión en el salón de actos donde llevábamos 16 años aproximadamente. Al final el público asistente reconoció a la Tertulia su labor y en palabras de nuestro presidente, Alejandro Zapico, nos veríamos próximamente en la nueva sede, en el Cine Felgueroso que estaba a punto de ser inaugurado. el cine felgueroso, en su nueva etapa de gestión pública, abre en julio de 2007 para celebrar el pregón de las fiestas de Santiago, en un acto que sirvió a la vez de presentación de la renovación efectuada. El lleno fue total y la gente salió encantada del evento, aunque se vió que no era una sala idónea para otra actividad que no fuera la cinematográfica. Allí pudimos comprobar por primera vez las obras de remodelación, cuyo autor fue el arquitecto Jovino Martínez Sierra. Se actuó rehabilitando la planta baja y el entresuelo y creando nuevos espacios en la parte superior. El 24 de julio de 2007, es inaugurado oficialmente y vuelve a la actividad cinematográfica. Se despierta una enorme curiosidad en Sama y el público ocupa los alrededores del cine. Como preámbulo a la primera proyección, hubo un breve recital de la orquesta de cuerda pulsada Laudare, que interpretó temas de cine con una enorme calidad, lo que supieron agradecer los asistentes. Hay un acto institucional donde acuden las autoridades del Principado de Asturias con su presidente, Vicente Álvarez Areces a la cabeza, junto a presidenta de la Junta General del Principado, 148
María Jesús Álvarez, las autoridades locales presididas por la Alcaldesa, Esther Díaz, el director General de Cajastur, Felipe Fernández, el viceconsejero de Cultura, Jorge Fernández León, el presidente de Hunosa, Juan Ramón García Secades, el arquitecto artífice de la remodelación, Jovino Martínez Sierra, y representantes de los sindicatos y de otras entidades culturales y sociales. En el mismo, se anuncia la presencia de Sala Oscura y todo son elogios a su actividad cinematográfica. La Sra. alcaldesa de Langreo manifestó la gran satisfacción que suponía para el Ayuntamiento el haber recuperado tan carismático edificio y agradeció a Cajastur y al Principado su colaboración en la rehabilitación del cine. También mencionó la colección de cámaras recopiladas por Eduardo Urdangaray y por último destacó la labor de la Tertulia Sala Oscura por la calidad de su programación pasada y auguró la buena futura que depararía a la remodelada sala. El Presidente del Principado descubrió una placa conmemorativa del evento en el vestíbulo. Después de un breve descanso, se paó a proyectar, igual que hacía 48 años, lapelícula Horizontes de grandeza de Willian Wyler, el éxito es total y el público asistente, compuesto de muchos langreanos y visitantes, sale muy satisfecho. El suceso tuvo una amplia difusión en todos los medios de comunicación y los elogios fueron múltiples y variados. Quedaba el reto de dotar al cine de una programación digna del local. Hoy sabemos que al menos los dos años siguientes, este reto se consiguió con nota de sobresaliente, por la cantidad y calidad de actividades cinematográficas realizadas. La cinta que se vió ese día, es a la vez la cabecera de un ciclo programado por Sala Oscura, Historias del Lejano Oeste (el western de los cincuenta), que a partir de entonces empieza a programarse los martes a las 7.30 horas en el rehabilitado Cine Felgueroso. Da comienzo el día 18 de septiembre de 2007, en la pequeña sala de arriba, con 70 butacas, pero pronto se desborda su capacidad y el público ocupa hasta las escaleras, llegando a contabilizarse más de cien espectadores y es preciso pasar las proyecciones, una vez que se adquieren nuevos equipos apropiados, a la sala principal. El día 28 de septiembre tiene lugar una conferencia de Conrado Xalabarder con el título de
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Historias del lejano Oeste, nuestro ciclo estrella, el más elaborado, el que reabrió el Cine Felgueroso y del que nos sentimos más satisfechos.
Bandas sonoras en el Western americano: La música de la tierra. La charla fue adornada con imágenes de las películas donde se incluía la música objeto de comentario y tuvo lugar en la planta superior con la presencia de 60 personas. Estuvimos de tertulia con Xalabarder y nos elogió por nuestra actividad y nuestras publicaciones, estaba sorprendido de que hubiera una actividad tan interesante en una población como Langreo y nos animó a difundir más nuestra labor. En eso estamos. El resto de películas presentadas todos los martes sucesivos fueron: Tambores lejanos (1951) de Raoul Walsh; Encubridora (1952) de Fritz Lang; Solo ante el peligro (1952) de Fred Zinnemann; Raíces profundas (1953) de George Stevens; Johnny Guitar (1954) de Nicholas Ray; La pradera sin ley (1955) de King Vidor; Horizontes lejanos (1952), Tierras lejanas (1955), El hombre de Laramie (1955)
y El hombre del oeste (1958), las cuatro de Anthony Mann, exhibidas a lo largo de una semana, de lunes a jueves; Los implacables (1955) de Raoul Walsh; Centauros del desierto (1956) de John Ford, que fue la última proyectada en la sala pequeña; El tren de las 3:10 (1957) de Delver Daves; Rio Bravo (1959) de Howard Hawks; y Duelo de Titanes (1957) de John Sturges, proyectada el lunes 3 de diciembre. Aquí se produce un punto de inflexión, al morir de forma repentina en la madrugada del 3 al 4 de diciembre, nuestro amigo y compañero del alma Miguel Ramos Rodríguez, el miembro más activo y carismático de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura. Estábamos en el medio de la semana que dedicábamos a John Sturges, pero debido al enorme dolor y consternación que nos produce, la muestra deja de celebrarse cuando aún nos quedan tres títulos
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Miguel Ramos era el alma de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura, nos conocíamos desde su fundación. Aunque llegó en la tercera sesión, él siempre decía que no era socio fundador. Lo siento, pues estaba equivocado, yo pienso que si no era fundador con su llegada lo refundó, sin su presencia no habríamos durado más de una o dos temporadas y vamos ya para veinte. Allá donde nos encontrábamos siempre salían a relucir nuestros proyectos o trabajos pendientes; cuando teníamos que programar llegaba con una relación de títulos que nos desbordaba por su cantidad y calidad; cuando teníamos que acudir a los medios de comunicación o a alguna negociación o presentación, era el primero en apuntarse; defendía la integridad de la Tertulia con una fe incombustible; hacía gestio-
nes comprometiéndose personalmente y empleaba su tiempo libre en mejorar nuestra calidad. Uno de los momentos más felices de su vida fue cuando supimos, primero que el Cine Felgueroso pasaría a ser de gestión municipal, lo que implicaba que se volvía a abrir, y después, cuando se nos dijo que llevaríamos la
en el tintero. La conmoción en el mundo cultural langreano es enorme y decidimos desde la Tertulia tres días sin proyección, en señal de luto. En ese momento estuvimos a punto de dejar nuestra actividad. Sin embargo, recapacitamos sobre nuestra decisión y decidimos, arropados por su esposa Inma, que nuestro mejor homenaje a Miguel sería continuar con nuestra programación y nuestra actividad, y lo hicimos el siguiente martes proyectando Los que no perdonan (1960) de John Huston y después, como estaba previsto, cerrar el ciclo con El Álamo (1960) de John Wayne, precisamente una de sus películas favoritas. ¡Cómo nos dolió volver a retomar la actividad! El ciclo soñado por todos nosotros, con Miguel a la cabeza, se convirtió en una pesadilla. No os podéis imaginar lo que me cuesta ver una película clásica del oeste desde entonces. 150
gestión de parte de la programación. Era el cine de su vida, donde probablemente vió su primera película y disfrutó de la última. Entre nuestros proyectos estaba escribir una historia de Sala Oscura con motivo de nuestro XX aniversario, era otra idea de Miguel. Estaba guardando todo tipo de documentos, bibliografía e información sobre nuestra tertulia. Langreo perdió un hombre de la cultura, yo además perdí un amigo. Nunca le olvidaremos, su presencia y ánimos perdurará en nuestro recuerdo hasta el fin de nuestros días. La antorcha de Miguel la recogió Inma, su esposa, la cual nos honra con su presencia en todas y cada una de nuestras sesiones.
El ciclo se acompañó con la elaboración de una publicación monográfica de 64 páginas, con ilustraciones en color, donde se recogían comentarios de las películas, elaborados por miembros de la Tertulia, un artículo de música en el western de Conrado Xalabarder, un artículo introductorio de Alejandro Zapico, otro titulado Su majestad el western de Miguel Ramos y mío, así como una completísima bibliografía en español sobre el cine del oeste y una filmografía exhaustiva del western de los cincuenta, ambas obra de Miguel. El éxito de la muestra fue considerable. Sala Oscura triplicó el número de espectadores en sus sesiones con respecto al Salón de Actos de la Casa de Cultura de Sama. En el aspecto positivo y motivador está que los espectadores guardaban cola antes de entrar para ocupar sus butacas preferidas. El nuevo proyecto del Cine Felgueroso empezaba a coger forma.
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el sábado 6 de octubre de 2007, el Cine Felgueroso reinicia, bajo el amparo del Ayuntamiento de Langreo, sus sesiones comerciales. A lo largo del mes, los sábados y domingos se proyecta un tipo de cine denominado familiar, donde se pretende estrenar, casi simultáneamente que el resto del país, los éxitos comerciales, las películas con repercusión mediática que Langreo se niega a dejar pasar de largo. La primera remesa estaba formada por Ratatouille (2007) de Brad Bird, una película de dibujos acogida como lo mejor de lo estrenado en España en 2007 por la crítica especializada; Los 4 fantásticos y Silver Surfer (2007) de Tim Story, cine de consumo para un público infantil-juvenil; Los Simpson: La película (2007) de David Silverman, el creador de la popular saga de dibujos, que tanto apreciamos muchos cinéfilos y nuestros hijos; y El ultimátum Bourne (2007) de Paul Greengrass, brillante, dinámico y divertido cierre de la saga Bourne. A partir de esta fecha, se siguen proyectando todos los fines de semana cine comercial, que el público acoge con agrado y cubre una sección necesaria para estar al día viendo películas en una sala cinematográfica. En los fines de semana siguientes, se siguieron desarrollando las proyecciones y el público cada vez acudió en mayor número. Entre otras, también se pusieron: Horton (2008) de Jimmy Hayward y Steve Martino, de dibujos animados; Las crónicas de Spiderwick (2008) de Mark Waters, aventuras y mucha fantasía; Como la vida misma (2008) de Peter Hedges, una comedia dramática. Los mayores éxitos de público en esta faceta de fines de semana, fueron: Vicki Cristina Barcelona (2008) de Woody Allen, cinta rodada a caballo entre Barcelona y Asturias, (¿quién nos lo iba a
Ratatouille (2007) de Brad Bird, que tuvo gran acogida, fue una de las películas proyectadas en el Cine Felgueroso en sus sesiones comerciales. El caballero oscuro (2008) de Christopher Nolan, una de las cintas sobre el mundo del comic que mayores elogios recibió de la crítica y de los aficionados.
decir?), de la que considero que necesita una nueva visión más reposada que sólo puede dar el paso del tiempo, que cuenta con protagonistas españoles encabezando el reparto, Javier Bardem y Penélope Cruz, ganadora del primer Oscar para una actriz española; El caballero oscuro (2008) de
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Christopher Nolan, la última entrega de Batman y la mejor de las cintas adaptadas de un comic, con una sobresaliente actuación del malogrado Heath Ledger, de la que todos sabíamos que sería reconocida con un Oscar; Mamma mia! La película (2008) de Phyllida Lloyd, un musical al ritmo de las canciones de Abba; Wall-E (2008) de Andrew Stanton, la película de animación más conocida del año; Crepúsculo (2008) de Catherine Hardwicke, lo último en el cine de vampiros; Australia (2008) de Baz Luhrmann, una drama australiano que triunfó en medio mundo; Che:Guerrilla (2008) de Steven Soderbergh, primera parte de un biopic sobre el líder revolucionario; y La Pantera Rosa 2 (2009) de Harald Zwart, donde ahora el famoso inspector Clouseau está interpretado por Steve Martin, y la polémica y comparaciones con el original están servidas. el miércoles 24 de octubre de 2007, a las ocho de la tarde, El cine de la Caja inicia sus ciclos en la nueva sala del Cine Felgueroso con 2 días en París (2006) de Julie Delpy. Se proyectaron ocho filmes, entre los que destacan Fast Food Nation (2006) de Richard Linklater; Media luna (2006) de Bahman Ghobadi; Yo (2007) de Rafa Cortés; Chanson d’amour (2006) de Xabier Giannoli; Réquiem por Billy el Niño (2006) de Anne Feinsilber; y Conversaciones con mi jardinero (2006) de Jean Becker. El número de espectadores aumentó considerablemente con respecto a las proyecciones del Salón de Actos de Cajastur en Sama. Entre mayo y junio de 2008 se proyectaron siete films dentro del ciclo Intersecciones: Joe Strummer (vida y muerte de un cantante) (2007) de Julien Temple, un documental sobre las andanzas artísticas del líder de The Clash; Al otro lado (2007) de Fatih Akin, un filme germano sobre la convivencia entre turcos y alemanes; El baño de papá (2007) de Enrique Fernández y César Charlone, una excelente cinta uruguaya; La edad de la ignorancia (2007) de Denys Arcand, que cierra, quince años después, la trilogía iniciada con El declive del imperio americano; Crashback (2007) de Sean Ellis, una comedia dramática sobre un joven que sufre de insomnio al abandonarle su novia; Lo mejor de mí (2007) de Roser Aguilar, película española que 152
trata de amor y de dudas; y Buda explotó por vergüenza (2007) de Hana Makhmalbaf, una obra iraní dirigida por una joven de 18 años. El siguiente ciclo programado fue Dislocaciones, entre los meses de octubre y noviembre de 2008. Contenía títulos como Dejad de quererme (2008) de Jean Becker, una cinta que habla sobre la cosas bellas y las ganas de vivir; Garage (2007) de Leonard Abrahamson, una cinta irlandesa a medio camino entre el drama y la comedia; La vida sin Grace (2007) de James C. Trouse, premio del público en Sundance, donde destaca la interpretación de John Cusack y la música, compuesta por Clint Eastwood; o Yo serví al rey de Inglaterra (2006) de Jiri Menzel, una comedia irónica. En el primer trimestre de 2009, dentro del Cine de la Caja, se presenta el ciclo Adolescentes en la pantalla, que hace el número 84. Su programa consta de obras tan carismáticas e importantes como Muerte en Venecia (1971) de Luchino Visconti; Mensaka (1998) de Salvador García; Amarcord (1973) de Federico Fellini; Taxi driver (1976) de Martin Scorsese; Tapas (2005) de José Corbacho y Juan Cruz; y Las uvas de la ira (1940) de John Ford. En el segundo trimestre de 2009 la Caja pone en el Cine Felgueroso un ciclo de Luis Buñuel. Es el número 85 de los programados por la entidad cultural. Constaba de un documental y seis películas del maestro. En Sama se puso en primer lugar el documental titulado El último guión. Buñuel en la memoria (2008) de Javier Espada y Gaizka Urresti, donde Jean Claude Carrière, guionista de Don Luis, y su hijo primogénito Juan Luis Buñuel, recorren los lugares donde transcurrió la vida del genial cineasta. Después vinieron los films: Él (1952), producción mejicana que constituye uno de los mejores estudios que se hicieron sobre los celos; Ese oscuro objeto del deseo (1977), su despedida del cine con una genial adaptación de la novela de Pierre Louis La mujer y el pelele; Abismos de pasión (1953) la mejor adaptación posible de Cumbres borrascosas; Nazarín (1958), la historia de un cura quijotesco; Ensayo de un crimen (1955), la cinta mejicana que definitivamente le abrió las puertas del cine francés; y Belle de Jour (1966) un retrato perfecto de la mujer y sus misterios.
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en el antiguo local de proyección de la Obra Social de Cajastur se programaron multitud de cintas, la mayoría con una calidad excepcional. Un tipo de cine caracterizado por su vanguardismo e independencia, además de países cuya filmografía es difícil de contemplar por estos pagos. A veces, la programación se solapaba con la de Sala Oscura en La Felguera o en Sama y en ocasiones llegamos a acuerdos para no interferir. Las cintas proyectadas por la Caja venían englobadas en ciclos y se proyectaban los lunes y miércoles, después de recorrer otras localidades asturianas como Oviedo, Gijón y Mieres. Cajastur editó una serie de monográficos de sus ciclos que tuvieron una buena acogida por los cinéfilos. El Cine de la Caja en Langreo creo que empezó con tal denominación en 1989, con la proyección de ciclos y la edición de monográficos, que tenían un formato de 21x30. En una primera etapa se vendían a 150 pesetas, con excepción de ciertos números especiales. Hoy en día son objeto de colección por los cinéfilos. Los langreanos nos acostumbramos a sus sesiones y hoy en día sabemos que sirvieron para mantenernos al día con lo más independiente de la producción mundial. Algunos de sus ciclos y películas destacadas son: Los libros en el cine español: Campanadas a
medianoche (1965) de Orson Welles, una serie de recortes de obras de Shakespeare y donde la genialidad del niño prodigio de Wisconsin impera; Fortunata y Jacinta (1970) de Angelino Fons, adaptación de la obra homónima de Benito Pérez Galdós, con Emma Penella demostrando su poderío como actriz; El desencanto (1976) de Jaime Chavarri, un documental memorable sobre el poeta Leopoldo Panero, muerto en 1962 en Astorga; o El Sur (1983) de Víctor Erice, basada en un relato de Adelaida García Morales, una de las cintas más aclamadas de nuestro cine. ¡Va de fotógrafos!: entre las que vimos El fotógrafo del pánico (1960) de Michael Powell, un thriller sobre un psicópata que fotografía a sus víctimas mientras las asesina, todo un clásico del cine
de terror; Blow-Up (1966) de Antonioni, sobre un fotógrafo británico de moda que por casualidad descubre un crimen en una de sus instantáneas, un referente del modernismo pop de los sesenta; El año que vivimos peligrosamente (1983) de Peter Weir, sobre un reportero enviado a Indonesia en la revuelta contra Sukarno en 1965;
o La línea del cielo (1983) de Fernando Colomo, sobre un fotógrafo español que va a Nueva York para cambiar de aires. El Western, una aproximación al género: Uno de los ciclos que más me gustó y donde había obras imperecederas como Los siete magníficos (1960) de John Sturges, un celebrado remake de Los siete samuráis (1954) de Akira Kurosawa; Río Conchos (1964) de Gordon Douglas, un western con mucha acción y muy entretenido con un excelente Anthony Franciosa candidato a los Globos de Oro, actor desaprovechado como ningún otro, y al que yo vi en una gala de clausura del Festival de Gijón compartiendo escenario con Arturo Fernández; El salvaje (1952) de George Marshall, con un insólito Charlton Heston haciendo de indio; Una pistola al amanecer (1956) de Jacques Tourner, un western pasional rodado con mucha maestría; o El forastero (1940) de William Wyler, con Gary Cooper y el mejor actor de reparto de la historia, Walter Brennan, que aquí consiguió uno de sus tres Oscar.
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Protagonista, La mujer: Con cintas como: La pequeña Vera (1988) de Vasili Pichul, un drama de la URSS; Chicas de Nueva York (1986) de Lizzie Borden, otro drama, pero en este caso americano; Un asunto de mujeres (1988) de Claude Chabrol, ahora trasladándonos a Francia; Si estuvieras aquí (1987) de David Leland, sobre una adolescente rebelde; y El rayo verde (1986) de Eric Rohmer, una hermosa cinta sobre la soledad femenina. Ecos de fuego: América. Ciclo dedicado al cine sudamericano con obras como: La Raulito (1975) de Lautaro Murúa, cinta argentina dirigida por un chileno que tuvo una excelente carrera comercial en España y que ya se había estrenado comercialmente en nuestros cines langreanos; Sangre del cóndor (1969) de Jorge Sanjinés, una cinta boliviana de cine social; o La última cena (1976) del cubano Tomás Gutiérrez Alea, sobre un acontecimiento histórico.
Maratón de cine. Estaba formado por obras maestras de la cinematografía mundial y se pudieron ver: Ladrón de bicicletas (1948) de Vittorio de Sica, obra clave del neorrealismo italiano; Fanny y Alexander (1982) el testamento cinematográfico de Ingmar Bergman; La strada (1954) de Federico Fellini, uno de sus filmes más representativo y uno de los mejores; o Retorno al pasado (1947) de Jacques Tourneur, donde el cine negro alcanza cotas insuperables. El séptimo sexo: Lolita (1962) de Stanley Kubrick, la mejor adaptación posible de la famosa y polémica novela de Vladimir Nabokov; Marquis (1989) de Henri Xhonneux, película francesa de animación que trata del paso del Marqués de Sade por la Bastilla; o Festival erótico de Nueva York (1973), una cinta documental de varios autores que en España se estrenó clasificada «S».
La discapacidad en el cine. Contó con: Belinda (1948) de Jean Negulesco, un enorme melodrama sobre una joven sordomuda que se confunde con discapacidad mental; Máscara (1985) de Peter Bogdanovich, una historia real sobre un adolescente con el rostro desfigurado como si tuviera una gran máscara; Mi pie izquierdo (1989) de Jim Sheridan, otro relato real sobre un escritor y pintor inglés aquejado de parálisis; o Los santos inocentes (1984) de Mario Camus, sobre la novela homónima de Delibes que dió lugar a una de las mejores películas españolas de todos los tiempos. 154
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del cine japonés en los mercados internacionales, ganó el premio Oscar y en Venecia; o El imperio de la pasión (1978) de Nagisha Oshima, cinta muy escandalosa en su época.
La estética de la fotografía: con entre otras Gritos y susurros (1972) de Ingmar Bergman, una película que uno siempre recuerda en rojo; Arde Mississippi (1988) de Alan Parker, cinta rodada con primorosas tonos pastel y claroscuros; La estrategia de la araña (1970) de Bernardo Bertolucci, inspirada en un cuento de Jorge Luis Borges; o La soledad del corredor de fondo (1962) de Tony Richardson, película del Free Cinema en blanco y negro. Dos santorales: se pasaron Jesús de Mon-
treal (1989) de Denys Arcand, donde un grupo de actores quiere representar la vida de Jesús de Nazaret; La última tentación de Cristo (1988) de Martin Scorsese, en su obra más polémica; o Yo te saludo María (1984) de Jean-Luc Godard, más polémica, si cabe, que la anterior.
Mentes selladas: Un ángel en mi mesa (1990) de Jane Campion, una adaptación de la autobiografía de Janet Frame; Zelig (1983) de Woody Allen, un excelente falso documental sobre el hombre camaleón; Con el culo al aire (1981) de Carles Mira, una comedia interpretada por Ovidi Montllor sobre el descubrimiento del sexo y sus consecuencias en una España profunda; o Corredor sin retorno (1963) de Sam Fuller, un extraordinario filme independiente rodado con un presupuesto ínfimo, sobre un periodista que para resolver un crimen no duda en hacerse internar en un psiquiátrico. Francia: Milou en mayo (1990) de Louis Malle, una cínica mirada sobre el Mayo del 68; Cuento de primavera (1998) de Eric Rohmer, cinta que inicia los Cuentos de las cuatro estacione; o Cuento de invierno (1992), su segunda entrega. Democracia es igualdad: Riff-Raff (1990) de Ken Loach, una de sus mejores obras donde mezcla drama, comedia y crítica de una manera deslumbrante; Eduardo Manostijeras (1990) de Tim Burton, un magistral cuento a medio camino entre Frankenstein y Pinocho; o El Lute II (1988) de Vicente Aranda, segunda parte de la vida del famoso delincuente Eleuterio Sánchez.
35 mm de terror: Hellraiser (1987) de Clive Barker, película británica de horror sobre el placer y el dolor que generó una saga que llega hasta el 2006; La noche del demonio (1980) de James C. Wasson, cinta de terror con monstruo e isla incluidos; o La serpiente y el arco iris (1987) de Wes Craven, cinta de terror que se adentra en el terreno del vudú. Japón: El arpa birmana (1956) de Kon Khikawa, una obra antibelicista, de la que su autor hizo un remake en color en 1985, aunque no sé qué versión se puso; El señor de los burdeles (1987) de Shohei Imamura, una sátira del cine japonés; Rashomon (1950) de Akira Kurosawa, una trama sobre una acusación de asesinato, pionera avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 5. el nuevo siglo
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Morbo duro: Henry retrato de un asesino (1986) de John McNaughton, cinta bastante repelente en su contenido pero imprescindible, que logra crear una atmósfera demencial; Adrenalina (1995) de Albert Pyun, una obra en el camino de la ciencia ficción; Santa sangre (1989) de Alejandro Jodorowsky, un melodrama psicológico y surrealista; o Evilio (1992) un corto de Santiago Segura. Nuevos realizadores del cine español: Un ciclo completísimo de lo que se cocía a mitad de los noventa, con A ciegas(1997) de Daniel Calparsoro, un drama sobre el terrorismo; Familia (1996) de Fernando León de Aranoa, su primer y prometedor largometraje; Tierra (1996) de Julio Medem, uno de sus trabajos más recordados; El último viaje de Robert Rylands (1996) de Gracia Querejeta, un drama que contentó a poca gente; y otras como La buena vida (1996) de David Trueba; Cachito (1995) de Enrique Urbizu; Alma gitana (1995) de Chus Guriérez; Hola ¿estás sola? (1995) Icíar Bollaín; Éxtasis (1995) de Mariano Barroso; Cosas que nunca te dije (1995) de Isabel Coixet; El amor perjudica la salud (1996) de Manuel Gómez Pereira; Más que amor frenesí (1996) de Alfonso Albacete; La vida privada (1996) de Vicente Pérez Herrero; Matías juez de línea (1995) de Santiago Aguilar y Luis Guridi; Tengo una casa (1996) de Mónica Laguna; y Mamá es boba (1997) de Santiago Lorenzo. También se proyectaron tres cortos. Intersecciones 2001: Bamboozled (2000) de Spike Lee, en su continua lucha por los derechos de los afroamericanos; Réquiem por un sueño (2000) de Darren Aronofsky, una dura historia sobre la adicción a las drogas, autor del que yo había visto una cinta de culto titulada Pi de 1999 y era una obra excelente; y ¡Qué pasada! (2000) de Mark Herman, del nuevo cine social británico. Los mejores años de nuestra vida: Con Estación Central de Brasil (1998) de Walter Salles, Oso de Oro en el Festival de Berlín, historia de una amistad entre una vieja y un niño que se encuentran igual de perdidos en el mundo; y Little Voice (1998) de Mark Herman, una insólita comedia musical que cuenta con 156
unas interpretaciones geniales, destacando una vez más Michael Caine, uno de los mejores actores británicos de todos los tiempos. El paraíso dañado: Un ciclo de cintas sudamericanas con títulos tan curiosos como Esperando al Mesías (2000) de Daniel Burman, una serie de vidas cruzadas en Buenos Aires; La perdición de los hombres (2000) de Arturo Ripstein, donde su autor confiesa que quiso abundar en lo ridículo para ver como la sinrazón y la tragedia nacen en la comedia; La ley de Herodes (1999) de Luis Estrada, una comedia negra sobre el sistema político mejicano; Así es la vida (2000) de Arturo Ripstein, rodada con cámara digital y un presupuesto ínfimo; Plata quemada (2000) de Marcelo Piñeyro, una excelente crónica negra que no deja indiferente a nadie y La virgen de los sicarios (2000) de Barbet Schroeder, una cinta independiente rodada en Medellín, donde su autor se aleja del cine que estaba desarrollando en Hollywood. Fue el ciclo número 61. Nueva comedia americana: Walking and talking (1995) de Nicole Holofcener, una comedia independiente; Luna sin Miel (1996) de Steven
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Baigelman, la cual explota las frustraciones de la generación X; Flirteando con el desastre (1996) de David O. Russell, una road movie; Tú asesina que nosotros limpiamos la sangre (1996) de Red Braddock, una comedia macabra; Mi desconocido amigo (1996) de Matt Reeves, sobre la pérdida de la inocencia; Encantado de matarte (1996) de Larry Bishop, ambientada en el mundo de los gánsters; Ella es única (1996) de Edward Burns, pequeñas historias con aires de comedia; La verdad sobre perros y gatos (1996) de Michael Lehmann, una comedia amable; Mallrats (1995) de Kevin Smith, su segundo largometraje después del sorprendente éxito de Clerks; y Denise te llama (1996) de Hal Salwen, una comedia del cine independiente. Cine psicotrópico mexicano: El boletín nos anunciaba Un cine catalogado como serie Z, con monstruosos variopintos, luchadores enmascarados, mujeres de rompe y rasga y donde se utiliza un lenguaje fronterizo, un cine lleno de sensaciones enfrentadas y que va directamente a los sentidos. Se proyectaron cinco obras, que son: La Llorona (1933) de Ramón Peón, un realizador cubano que trata sobre el espectro de una madre que ha asesinado a sus hijos y ahora vaga por el mundo llorando su dolor; Ladrón de cadáveres (1956) de Fernando Méndez, la primera cinta mejicana que conjuga la lucha libre y el horror; Santo Vs. El hacha diabólica (1965) de José Díaz Morales, una de las 150 cintas sobre el popular luchador; Hasta el viento tiene miedo (1976) de Carlos Enrique Taboada, próxima al terror clásico, esta vez en un internado de jovencitas; y Cronos (1992) de Guillermo del Toro, una revisión muy particular sobre el vampirismo, protagonizada por el siempre solvente Federico Luppi.
También organizaron un ciclo genérico llamada Pantalla abierta, con más de diez ediciones, una especie de cajón de sastre donde se puso mucho cine independiente que resultaba muy difícil de ver en nuestras salas comerciales. Pasaron títulos como El zoo de cristal (1987) de Paul Newman, una adaptación de la obra de Tennessee Williams rodada con un bajo presupuesto y con un extraordinario reparto encabezado por John Malkovich y Joanne Woodward; La cacería (2002) de William Friedkin, una cinta antibelicista; El beso de un extraño (1983) de Matthew Chapman, un thriller ubicado en el mundo del cine; El buque faro (1986) de Jerzy Skolimowski, un drama muy claustrofóbico; Sacrificio (1986) de Andrei Tarkovski, que trata la falta de espiritualidad y fue muy bien acogida por la crítica; La diagonal del loco (1984) de Richard Dembo, cinta suiza ganadora del Oscar a la mejor película extranjera; Regreso a Bountiful (1985) de Peter Masterson, una obra que cuenta con una sensibilidad contagiosa; Las bodas bárbaras (1987) de Marion Hänsel, con unos diálogos imposibles entre una madre y su hijo; o Esclavos en Nueva York (1989) de James Ivory, cuatro historias diferentes con el nexo común de la misma protagonista. Con motivo del ciclo número cincuenta de Cajastur, editaron Lo mejor de…, que constaba de 10 obras esenciales como eran: Cliente muerto no paga; La vida en bohème; Week-end; Supervixens, Dulce porvenir, Mouchette; El cielo sube; El hombre tranquilo Innesfrie; Funny Games y Amanecer. En la difusión del ciclo se hacía hincapié en que Un total de 403 directores han pasado por nuestras salas, se han proyectado 179 cortos y 500 largos en
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1.200 sesiones. Acudieron más de 150.000 espectadores. Estamos hablando claro está del conjunto de Asturias. En resumen, El cine de la Caja, desarrolló en Langreo una labor de difusión cinematográfica descomunal. el largometraje se anima, fue un miniciclo de películas de animación francesas, proyectadas en el Cine Felgueroso en septiembre de 2007, en colaboración con La Alianza Francesa, con Auspicio de la Embajada Francesa y entrada gratuita. Las obras proyectadas fueron: El rey y el pájaro (1980) de Paul Grimaut; La profecía de las ranas (2003) de Jacques-Rémy Girerd; y El perro, el general y los pájaros (2003) de Francis Nielsen. el ayuntamiento de langreo, gracias a la colaboración entre las Áreas de Cultura y Juventud, inicia en el año 2007 un nuevo proyecto en el Cine Felgueroso, DocumentaLangreo. Fue un ciclo de cinco largometrajes documentales que se presentaron con el comentario de películas con un alto contenido social, de denuncia, crítica y de escepticismo ante el sistema. Se programaron los viernes de noviembre y constaba de: Resistencia (2006) de la directora langreana Lucinda Torre, que trata sobre el conflicto de Duro Felguera en 1993, donde 232 trabajadores fueron despedidos, y que resultó una cinta muy polémica en el Valle del Nalón, por parte de la gente que vivió los hechos, pero que dispone de una calidad excelente y está avalada por multitud de premios,
fue seleccionada en varios festivales y programada en el marco de diversas actividades culturales de universidades de todo el mundo; Las alas de la vida (2006) de Antoni P. Canet, uno de los documentales más impresionantes e imprescindibles del cine español, al versar sobre una persona que se enfrenta a una enfermedad neurodegenerativa y que junto a su familia, reclama una vida y una muerte dignas; En el hoyo (2005) del mejicano Juan Carlos Dulfo, sobre unos trabajadores que construyen un puente en la ciudad de México; La pesadilla de Darwin (2004), película francesa de Hubert Sauper, sobre la manipulación de un lago africano, en los sesenta, que provoca la desaparición de todas las especies autóctonas y la multiplicación de unas percas que se comercializan en Rusia, aunque el dinero generado sólo se emplea en la industria armamentística; y Llach: la revolta permanent (2006) de Lluis Danés, sobre la motivación que llevó al cantautor catalán Lluis Llach a componer Campanades a mort, es decir la revuelta del 3 de marzo de 1976 en Vitoria, donde una carga de la policía en el transcurso de una asamblea de trabajadores, provocó cinco muertos y más de cien heridos de bala. Años después, Llach vuelve a Vitoria para interpretar la canción en un concierto multitudinario. La acogida de esta experiencia hace que el evento se programe en años sucesivos, continuando en mayo de 2008 con cuatro largometrajes. El primero fue el español El pollo, el pez y el cangrejo real (2008) de José Luis López-Linares, que narra el esfuerzo de un cocinero por conseguir un prestigioso premio gastronómico y cuya proyección fue precedida de una charla de cocina. A
DocumentaLangreo, un nuevo proyecto para la programación del Cine Felgueroso a partir de 2007. El cine documental tiene cabida en nuestros entorno y despierta el interés de nuestro público.
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continuación se pasaron Los reyes del Ártico (2007) de los americanos Adam Ravetch y Sarah Robertson, sobre los terribles efectos de la intervención del hombre en nuestro frágil mundo; Morir en Jerusalén (2007) de Hilla Medalia, una cinta sobre el conflicto palestinojudío; y Nömadak TX (2006) del español Raúl de la Fuente, una especie de road-movie musical. el 26 de noviembre de 2007, llega al Felgueroso el Festival Internacional de Cine de Gijón, que desarrolla su 45 edición. Habíamos tenido una reunión en el mes de agosto en la nueva sede del festival, en la casa de la Palmera de Gijón, con su director, José Luis Cienfuegos, donde nos manifestó el carácter asturiano del Festival. La iniciativa cuajó para Langreo y Candás. Las cintas seleccionadas fueron: L622 Radio la Colifata (2007), un documental del español Carlos Larrondo sobre una emisora de radio en un hospital psiquiátrico en Buenos Aires, que contó con la presencia en Sama de su director; El astillero (perdonen las molestias) (2007), del español Alejandro Zapico, un documentalista que la inició en el año 2000 y recoge todas las vicisitudes de Naval Gijón hasta la salida de la cárcel de los líderes sindicales Cándido y Morala en 2007, y que también vino a presentarla; M (2007), una cinta argentina de Nicolás Prividera ;y se remató con una sesión de cortometrajes de título Auteur de minuit, de una de las más prestigiosas productoras del mundo. Al año siguiente continuó la colaboración y se seleccionaron: El brau blau (2008) del español Daniel V. Villamediana, celebrándose un coloquio con su director; Poca ropa (2008), producción española de Alberto Vázquez, que también comparte un coloquio con los espectadores; Construcción de una ciudad (2007) del argentino Néstor Frenkel, que nos deleita con su presencia; L’escaezu (2008) de Juan Luis Ruiz y Lucía Herrera, jóvenes realizadores españoles que acuden a presentar su obra. Además se proyectan una selección de cortos de animación bajo el título de Studio Aka, de una de las más importantes productoras inglesas.
Portada del boletín sobre el mundo del boxeo en el cine, que tuvo una buena acogida en el Cine Felgueroso. El ciclo estaba formado por más de una obra maestra.
a partir de enero de 2008, Sala Oscura desarrolló y programó en el Cine Felgueroso un ciclo de título El cine contra las cuerdas ¡segundos fuera!, donde se incluían 11 películas sobre el mundo del boxeo. Era un proyecto diseñado por Miguel Ramos en el que estaba trabajando la Tertulia y que una vez cerrado, se lo dedicamos. En el boletín informativo aparecen sus últimos textos realizados expresamente para el ciclo, destacando una extensa filmografía sobre el boxeo en el cine que llevaba meses elaborando. Constaba de las siguientes cintas: El campeón (1931) de King Vidor, un melodrama de mucho éxito; Me convirtieron en un criminal (1939) de Busby Berkeley, una rareza en la filmografía de este director ya que su especialidad era el cine musical, donde destacaban sus hermosas e innovadoras coreografías; El difunto protesta (1941) de Alexander Hall, una espléndida comedia cuya trama argumental fue copiada hasta la saciedad; Nadie puede vencerme (1949) de Robert Wise, narrada en tiempo real, el que transcurre antes,
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durante y después de un combate y en la que disecciona con gran crudeza el submundo del boxeo; El ídolo de barro (1949) de Mark Robson, la ambición desmedida de un campeón, con un impagable Kirk Douglas en uno de esos papeles que convierten a un actor en un mito; Marcado por el odio (1956) de Robert Wise, sobre la vida de Rocky Graziano, que sirvió para empezar a ver a Paul Newman como un actor extraordinario; Más dura será la caída (1956) de Mark Robson, vagamente inspirada en la vida de Primo Carnera y la última aparición en la gran pantalla del mítico Bogart; Requiem por un campeón (1962) de Ralph Nelson, con Anthony Quinn en el mejor momento de su carrera y con uno de los mejores finales que se recuerdan en el cine; Rocky (1976) de John G. Avildsen, el éxito que provocó el lanzamiento de Silvester Stallone y un buen número de secuelas; Toro Salvaje (1980) de Martin Scorsese, una de las mejores películas de los ochenta; y The boxer (1997) de Jim Sheridan, la encrucijada entre dos mundos de un boxeador que fue militante del ira. El ciclo presentaba ciertas dudas a la hora de programarlo, debido al rechazo que por su violencia podría generar en los espectadores, pero la selección fue muy adecuada y la fuerza dramática, social e incluso cómica de las cintas, hizo de él un éxito de público. Los ciclos de Sala Oscura empezaban a consolidarse en el nuevo escenario. el cine felgueroso fue el lugar elegido para el estreno, el día 12 de enero de 2008, del cortometraje A golpe de tacón (2007) de la directora asturiana
Amanda Castro, que narra un episodio de las vidas de Anita Sirgo y Constantina Pérez durante la huelga minera de 1962. Está interpretado por las actrices Cristina Marcos y Lola Herrera. La música es de Víctor Manuel y el guión de Pedro Alberto Marcos. Contó con la presencia del equipo técnico y Victor Manuel interpretó en directo el tema de la película. El éxito fue tal que hubo que proyectarla en las dos salas, hacer tres pases y repetirlo días después. La cinta tuvo una buena repercusión mediática y consiguió entre otras cosas el Premio del público en el I Festival Madame 2009, Audiovisual Sanjenjo, en Pontevedra; el Urogallo de Bronce en el Centro Asturiano de Madrid y participó en la XIV Edición del Festival Internacional de Cine Mediterráneo de Tetuán. Esta obra inició el ciclo Rodado en Asturias, donde se pusieron, los sábados y domingos a las 7 de la tarde, y enmarcado en nuestro cine comercial, los siguientes títulos: La torre de Suso (2007) de Tom Fernández, una propuesta muy interesante de cine asturiano, con la presencia de actores como Javier Cámara, Gonzalo de Castro, Malena Alterio y Emilo Gutiérrez Caba, que cuenta con una excelente banda sonora original de los hermanos Tejedor con la inclusión de dos temas míticos de Los Stukas, pertenecientes a su obra cumbre Hazañas Bélicas, y en la que el director-guionista sabe de qué habla y la idiosincrasia Asturias sale muy bien reflejada; El orfanato (2007) de Juan Antonio Bayona, con guión del asturiano Sergio G. Sánchez, el cual había sido el vencedor en una de las primeras ediciones de Artnalón video con 3773; Luz de domingo (2007) de José Luis Garci, sobre un cuento de
Invitación a la premiére de La torre de Suso (2007) de Tom Fernández, el 5 de noviembre de 2007 en Mieres. Un orgullo para todos los ciudadanos de las Cuencas Mineras.
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Ramón Pérez de Ayala, que fue la última interpretación de Alfredo Landa y donde Garci mantiene su esquema de hacer cine; y Oviedo express (2007) de Gonzalo Suárez, polémica, controvertida y desigual última obra, hasta la fecha, del realizador asturiano. El ciclo tuvo mucho público y asentó definitivamente el cine comercial de fin de semana en el Felgueroso. Los miembros de Sala Oscura fuimos a Mieres, a los cines del nuevo centro comercial, al estreno nacional de La torre de Suso. Tom su director y amigo personal de Miguel, nos invitó y allí pudimos vivir una noche de glamour propia de un estreno. Acudieron cientos de personas y autoridades presididas por Don Vicente Álvarez Areces. La película fue proyectada en cuatro salas simultáneamente y los actores y equipo técnico presentes se distribuyeron por las mismas. Tuvimos ocasión de felicitar a su autor y comprobar que la obra de Tom podía ser un éxito y dar continuidad a su carrera. Aquella noche Miguel era feliz, un compañero del curso cinematográfico del 95 en la Universidad de Oviedo había llegado a lo más alto. Miguel había sido invitado al rodaje y acudió varios días, realizó un reportaje fotográfico del que se sentía muy orgulloso. Pera nosotros la historia del realizador había comenzado mucho antes, cuando ganó con su corto Los huracanes, el surf y los sioux en el Primer Certamen de Vídeo Artnalón y con el dinero del premio, se trasladó a Madrid e inició su andadura profesional en el mundo del cine. Durante muchos años fue guionista de la extraordinaria y archiconocida serie de tv Siete vidas. Después llegó todo lo demás. en el segundo trimestre del año 2008, Sala Oscura organiza y exhibe un ciclo, en el Cine Felgueroso, dedicado a Miguel, nuestro compañero recientemente desaparecido, de título Miguel Ramos: uno de los nuestros y de subtítulo Siempre nos quedará París. En el acto de presentación, el 1 de abril de 2008, se contó con la presencia de las
Siempre nos quedará París. Boletín monográfico dedicado a uno de los nuestros: Miguel Ramos.Todos los comentarios de las cintas comentadas eran suyos.
autoridades locales, familiares y mucho público. Tomó la palabra para presentar el acto Alejandro Zapico, presidente de Sala Oscura y os puedo asegurar que no dejó indiferente a nadie en la emocionante semblanza que hizo de Miguel. Después vino una intervención musical a cargo del Grupo de Cuerda Pulsada Laudare, los cuales interpretaron temas inolvidables de la música cinematográfica, que conmovieron a los espectadores. A continuación pasamos a ver la proyección de Casablanca (1942) de Michael Curtiz. No podía ser otra, pues todos sus amigos sabíamos del amor de Miguel por la mítica cinta. La nueva revisión del incunable, acompañados de su familia, amigos y decenas de espectadores, nos trajo
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en junio de 2008 se celebra en La Felguera la V Semana de la Aeronáutica y del Espacio. Estaba organizada por el circulo Aeronáutico Jesús Fernández Duro y patrocinado por el Ejército del Aire y Cajastur. Dentro de la misma, tiene lugar en el Nuevo Teatro de la Felguera la proyección de cuatro films sobre la aviación: Aquellos chalados en sus locos cacharros (1965) de Ken Annakin, una excelente comedia con un gran presupuesto,
que yo había visto en el Cine Rozada, ambientada en 1910 y que narra una carrera de aviones entre Londres y París patrocinada por un editor de periódicos inglés, en un claro homenaje a los pioneros del aire; Zero (1984) de Toshio Masuda, narrada desde el punto de vista de dos jóvenes pilotos japoneses, que nos hablan del famoso avión de combate desde que era un prototipo hasta el inicio de la II Guerra Mundial; Dive bomber (1941)
emotivos e inolvidables recuerdos. Como complemento, se editó una publicación cuyos textos eran una recopilación de trabajos de Miguel realizados para Sala Oscura que seleccionamos procurando escoger aquellos que estaban dedicados a sus obras predilectas. Quedaron muchas en el tintero pero habrá otra oportunidad para resarcirnos. En los martes siguientes se pasaron otras 12 películas, todas seleccionadas y proyectadas anteriormente por Sala Oscura y de las cuales Miguel había dejado constancia con sus sagaces comentarios en los que nos muestra su profundo amor a las mismas, que fueron: Ben-Hur (1925) de Fred Niblo, una de las mejores cintas del cine mudo, que Miguel nos había descubierto unos años antes y que todos apreciábamos; Laura (1944) de Otto Preminger, fascinante muestra del cine negro de los cuarenta y probablemente la mejor obra de su autor; Gilda (1946) de Charles Vidor, el mito de Rita Hayworth en todo su esplendor; La noche del cazador (1955) de Charles Laughton, en el según comentan más perverso cuento de hadas del cine; Calle Mayor (1956) de Juan Antonio Bardem, el perfecto retrato de la mediocridad moral de los españoles en los años cincuenta; Testigo de cargo (1957) de Billy Wilder, el mejor drama judicial que podemos contemplar en una pantalla; Ninotchka (1939) de Ernst Lubitsch, donde por fin la Garbo se ríe; La calumnia (1961) de William Wyler, un estupendo drama psicológico que trata sobre la homosexualidad 162
de Michael Curtiz, una película bélica sobre un médico que estudia los motivos de los mareos y desvanecimientos de los pilotos cuando vuelan a gran altura, que está basada en hechos reales y se estrenó poco antes del ataque japonés a Pearl Harbor; y Flyboys: héroes del aire (2006) de Tony Bill, una historia real ubicada en la I Guerra Mundial, sobre los jóvenes pilotos americanos de la famosa y legendaria escuadrilla Lafayette.
femenina y su represión; Dersu Uzala (1975) de Akira Kurosawa, mucha poesía en esta gran obra maestra; Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995) de Agustín Díaz Yanes, un thriller hispano de gran altura; Beatiful girls (1996) de Ted Demme, encantadora y chispeante cinta para gente siempre joven; y Tocando al viento (1996) de Mark Herman, obra fundamental sobre el tema minero que tanto nos toca. Al año siguiente se pusieron entre otras como Firefox (1982) de Clint Eastwood, uno de sus trabajos alimenticios que le permitían mantenerse en el candelero y así poder producir sus obras más personales; y El barón Rojo (1971) de Roger Corman, una película bélica ambientada en la I Guerra Mundial, que narra los enfrentamientos aéreos entre el mítico piloto alemán Von Richthofen y el británico Brown. sala oscura siempre incluyó en su programación filmes de homenaje a grandes hombres y mujeres del cine recientemente desaparecidos. Al centrarnos en ciclos monográficos, teníamos un déficit en este campo y Miguel Ramos había diseñado un miniciclo para cubrirlo, cuando lo íbamos gestando, por desgracia, fueron muchos más los desaparecidos y se convirtió en un ciclo. De esta forma, en el último trimestre del año 2008, se programa en el Cine Felgueroso el ciclo titulado Homenaje, los inmortales del cine. Consta de 16 obras dedicadas a otras tantas personalidades
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del mundo del celuloide fallecidas. Los homenajeados y las cintas fueron: Jane Wyman, intérprete de Belinda (1948) de Jean Negulesco, donde fue premiada con un Oscar; Jules Dassin director de Rififi (1954), un atraco perfecto y una narración cinematográfica aún más perfecta; Paul Scofield, intérprete de Un hombre para la eternidad (1966) de Fred Zinnemann, donde su interpretación de Sir Thomas Moro resulta ejemplar y le valió un Oscar; Rafael Azcona, guionista de El cochecito (1960) de Marco Ferreri, una prueba de que era simplemente el mejor guionista español de todos los tiempos; Fernando Fernán Gómez, director e intérprete de El viaje a ninguna parte (1986), en el mejor homenaje que se hizo a los cómicos dentro del cine español; Delbert Mann, director de Pijama para dos (1961), una comedia genial de teléfono blanco; Richard Widmark, intérprete de Dos cabalgan juntos (1961), de John Ford, una de sus últimas obras y de una consistencia absoluta; Ingmar Bergman, director de El séptimo sello (1957), obra imprescindible de su autor; Deborah Kerr, la gran dama del cine, intérprete de Página en blanco (1960) de Stanley Donen, una comedia con clase y altos vuelos; Michelangelo Antonioni, director de Blow-
up (1966), una introspección dentro del arte; Anthony Minghella, director de El talento de Mr. Ripley (1999), una maravillosa disertación sobre el engaño y las falsas apariencias; Roy Scheider, intérprete de The French connection, contra el imperio de la droga (1971) de William Friedkin, con una de las mejores persecuciones en coche del cine; Heath Ledger, el nuevo mito del cine, intérprete de Brokeback Mountain (2005) de Ang Lee, una visión novedosa de los cowboys; Emma Penella, intérprete de Los peces rojos (1955) de José Antonio Nieves Conde, filmada en Gijón; Sydney Pollack, director de Tal como éramos (1973), una genial historia de desamor; y Charlton Heston, intérprete de Sed de Mal (1958) de Orson Welles, en su papel más insólito. Como muy bien indica Alejandro Zapico en la presentación del libreto sobre el ciclo: Nadie desaparece definitivamente hasta que se le olvida y el cine les permite esa posibilidad que al resto de los mortales se nos niega.
En la publicación hay trabajos realizados por Francisco Jurado, Alejandro Zapico, Borja González, Michel Castaño, Sergio Ramos, Daniel Albaladejo, Javier Fernández y míos.
El ciclo Homenaje estaba dedicado a grandes hombres y mujeres del cine recientemente desaparecidos.
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el comité de bioética para la Atención Sanitaria del Área VIII y el Servicio de Salud del Principado, con la colaboración de Sala Oscura, presentó en el último trimestre de 2008, en el Cine Felgueroso, las Primeras jornadas de Cine y Bioética. Se proyecta-
ron cuatro títulos que ilustraban otros tantos temas bioéticos, con presentación, proyección y debate. Las sesiones fueron los viernes. Tuvo una buena acogida popular y en los medios de comunicación. En la segunda sesión, estuvo presente el consejero de Salud del
Los ciclos de Sala Oscura ya están perfectamente asentados y arraigados entre el público y en éste se contabilizaron más de 1.400 espectadores y dada la calidad de lo seleccionado, el nivel de satisfacción fue alto. los viernes entre el 4 y el 25 de abril de 2008, se presentó en el Cine Felgueroso el Mes del Cine Solidario, al unísono con otros cines de las principales ciudades españolas. Eran cuatro documentales de temática ecológica y solidaria, seleccionados entre lo mejor de la producción mundial. Los títulos fueron: Nuestro pan de cada día 164
Principado, Ramón Quirós. Las jornadas estaban dedicadas a Miguel Ramos en su calidad de profesional de la medicina, colaborador y compañero de los organizadores. Las películas seleccionadas fueron: Al cruzar el límite (1996) de Michael Apted, sobre trasplantes y la experimentación con seres humanos; Las invasiones bárbaras (2003) de Denys Arcand, sobre los cuidados paliativos, una cinta muy positiva y muy pulida; El jardinero fiel (2005) de Fernando Meirelles, sobre la especulación de los grandes laboratorios farmacéuticos con seres humanos en África, que también funciona a la perfección como un filme de intriga; y Cosas que importan (1998) de Car Franklin, sobre la eutanasia y el suicidio asistido, una cinta muy hermosa donde destacan unas extraordinarias interpretaciones de Meryl Streep, como no podía ser de otra manera, William Hurt y Renée Zellwegger. También se publicó un pequeño boletín con referencias a las cintas programadas.
de Michael Geyrhalter, que trata sobre la alimentación y el maltrato a los animales; Oro negro, sobre el mercado justo en el entorno del mercado mundial del café; A ciegas, documental sobre la intolerancia y la integración; y Paisajes transformados, de Jennifer Baichwal, sobre los efectos de la intervención industrial. Está última contó con la presentación de Luis Sepúlveda. juegos de seducción fue un ciclo dedicado a Eric Rohmer, en septiembre de 2008, que se presentó en el Cine Felgueroso. Era una colaboración entre el Ayuntamiento de Langreo, a través del
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Área de Imagen, y la Alianza Francesa de Langreo. Se pasaron cuatro largometrajes y tres cortos. Los largos fueron: Le genou de Claire (1970), una comedia dramática; Le beau mariage (1982), sobre un joven que después de un desengaño busca una boda ideal; L’ami de mom amie (1998), enmarcada en sus comedias y proverbios; y Pauline à la plage (1983), posesión y envidia entre tres parejas que confluyen en las playas de Normandía. el 11 de diciembre de 2008, con motivo del primer aniversario de su muerte, se produce en el Cine Felgueroso un acto muy entrañable organizado por Sala Oscura: el descubrimiento de una Placa dedicada a Miguel Ramos. Se ubicó en la pared frontal de vidrio de la sala de reuniones de la Tertulia dentro del edificio. La placa reza: «hasta luego socio…», un fragmento de un diálogo de una cinta de Sam Peckinpah, Duelo en la Alta Sierra (1962), uno de los iconos del cine de Miguel y que desde aquí invito a los lectores cinéfilos a que lo descubran. Contamos con la presencia de su mujer Inma, su madre Argentina, su familia, la Alcaldesa de Langreo, parte de la Corporación Municipal, los miembros de la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura, amigos y amantes del cine. El acto estuvo dirigido por Alejandro Zapico, que en algunos momentos nos puso algo más que un nudo en la garganta y resultó como esperábamos, de reconocimiento y agradecimiento. Significó mucho
para todos nosotros. En algunos momentos, el dolor que sentimos se nos hizo insoportable. Con la colocación de la placa, no sólo quisimos perpetuar su memoria, sino constatar su presencia simbólica a nuestro lado en un lugar tan emblemático para él. un domingo 28 de diciembre de 2008, gracias al patrocinio del Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, tuvo lugar en el Nuevo Teatro de la Felguera el estreno en Langreo de la película Camino (2008) de Javier Fesser. Contamos con la presencia de Nerea Camacho, joven actriz protagonista cuyos abuelos maternos viven en el distrito langreano de Riaño. La cita fue multitudinaria y los asistentes disfrutaron de una entrevista con la joven. Al final, el público premió a los autores e intérpretes con una sonora y prolongada ovación. La película resultó elegida la mejor del año en España desde diversos estamentos, incluidos los premios Goya, donde la joven Nerea ganó el de Mejor Actriz Revelación. Cerrando el mes de diciembre de 2008 se acogieron en el Cine Felgueroso sesiones infantiles y juveniles de cine, junto a talleres, del Salón de la Infancia y Juventud de Langreo. El año 2008 puede considerarse como el de consolidación del Cine Felgueroso, en su nueva etapa bajo el amparo del Ayuntamiento de Langreo y Cajastur. A lo largo de estos últimos doce meses, programamos mucho cine, que de eso se
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trata, de todo tipo y condición. Y el público respondió, lo que da alas al proyecto de difusión que tiene desde sus orígenes. Durante todos los martes del año se proyectaron los filmes programados por Sala Oscura y se contabilizaron más de 3.500 espectadores. a principios de 2009 el ciclo que se ofrece a los langreanos en el Cine Felgueroso está dedicado a Paul Newman. Cuando nos enteramos de su muerte, todos los tertulianos fuimos unánimes y dijimos: ¡Por desgracia ya tenemos nuevo ciclo! También editamos un pequeño boletín sobre tan entrañable actor, donde vertimos los comentarios de las cintas y dos semblanzas del actor, obra de: Alejandro Zapico, Sergio Ramos, Daniel Albaladejo, Borja Fernández y míos. Nuestro presidente se dirigió a los espectadores antes del comienzo presentando el nuevo y los futuros proyectos, que los asistentes enacogieron con un cálido y en trañable aplauso. Arrancamos con La gata sobre el tejado de cinc (1958) de Richard Brooks, donde las chicas y las no tan chicas volvieron a maravillarse con los extraordinarios primeros planos de su rostro con esos inconfundibles ojos azules; El zurdo (1958) de Arthur Penn, donde encarna la pasión y muerte de Billy el Niño, en un western distinto, pero donde vemos alguna clave del western moderno; El 166
buscavidas (1961) de Robert Rossen, haciendo del perdedor perfecto en su papel de Eddy el listo, donde vimos circular por la sala a los fans de la cinta, que son muchos, y salieron del cine con 40 años menos; Dulce pájaro de juventud (1962) de Richard Brooks, en la que volvemos a comprobar que es el perfecto intérprete de los textos de Tennessee Williams y que seguía conquistando todos los corazones; Hud, el más salvaje entre mil (1963) de Martin Ritt, un western contemporáneo donde interpreta a un joven sin escrúpulos; Harper investigador privado (1966) de revisi Jack Smight, una revisitación del cine negro con un importante trabajo de Newman y la presencia de excelentes mitos del cine americano; La leyenda del indomable (1967) de Stuart Rosenberg, una de las mejores películas carcelarias de todos los tiempos, con la legendaria secuencia del cociatracón de huevos coci dos; Dos hombres y un destino (1969) de George Roy apaHill, donde Newman apa rece por primera vez junto a su gran amigo Robert Redford, en un western inolvidable con un sentido del humor mayúsculo y del que salimos sintiendo las gotas de lluvia sobre nuestras cabezas y en nuestros corazones; El golpe (1973) de George Roy Hill, repitiendo estrellato con Redford, en uno de los mayores éxitos del cine de los setenta y que a pesar de la trampa del guión, nos sigue cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • sala oscura
Paul Newman se merecía un ciclo y la Tertulia se lanzó a la labor. No defraudó a nadie.
encantando; Veredicto final (1982) de Sidney Lumet, un drama judicial con el mejor intérprete disponible, en la que ahora el perdedor es adulto y está más próximo; El color del dinero (1986) de Martin Scorsese, para mí una de sus mejores películas, donde nos proporciona el difícil ejercicio de la vuelta de Eddy el listo, que supuso el primer Oscar para Newman, a la séptima fue la vencida, y donde encontramos al mejor Tom Cruise, réplica perfecta a Newman; y cerró el ciclo Al caer el sol (1998) de Robert Benton, película crepuscular donde nuestra estrella invitada interpreta a un detective y da otra lección de saber hacer. Fue una amplia retrospectiva que disfruté como pocas veces había conseguido. El nivel de aceptación fue máximo, llegando a tener 170 espectadores en la proyección de El buscavidas. Volvieron a formarse colas a la entrada a pesar de disponer de una capacidad de más de 300 espectadores y sólo recibimos elogios por parte de los habituales a nuestras ya clásicas sesiones de los martes.
el cine felgueroso está perfectamente asentado en su programación. Sigue con el cine comercial de fin de semana, con los ciclos de Cajastur, con la programación del Área de Imagen del Ayuntamiento de Langreo, con los ciclos de La Alianza Francesa, con la programación de Sala Oscura, con colaboraciones varias, con los cortos de Art Nalón, con películas del Festival de Cine de Gijón, con el ciclo de Bioética, etc. El nivel de aceptación por parte del público langreano es alto. En enero de 2009 se pasan, en el mismo escenario, tres cintas bajo el eslogan de Cinema Français Contemporain, cosecha de La Alianza Francesa de Langreo y que fueron: Ça brûle (2006) de Claire Simon; Douches froides (2005) de Anthony Cordier y Qui m’aime me suive (2005) de Benoît Cohen. El día 9 de enero de 2009, la programación del Cine Felgueroso se enriquece con la presentación de El documental del mes. La idea consiste en que todos los primeros viernes de cada mes se
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va a proyectar un documental de primer nivel. Es una iniciativa del grupo Parallel 40, a la que está inscrito el Área de Cultura del Ayuntamiento de Langreo junto a otras entidades culturales como los Cines Verdi de Madrid, musac de León, Iturri Kultur Etchea de Elorrio, Verdi Park de Barcelona, Filmoteca de Cataluña, Auditorio Narcis de Carrera de Girona, Sede Universitaria de Alicante o el Teatro Municipal de Palma. La primera entrega fue El cirujano inglés (2007) de Geoffrey Smith, sobre uno de los neurocirujanos más importantes de Londres. Después vinieron 1973 revoluciones por minuto (2007) de Fernando Valenzuela, sobre un actor que recrea en un teatro vacio las últimas horas de vida del presidente chileno Salvador Allende; The mosquito problema and other stories (2007) de Andrey Paounov, un documental búlgaro que aventura un futuro poco halagüeño; Cool and Crazy (2001) de Knut Erik Jensen, una realización noruega sobre un excéntrico coro masculino; Los demonios del edén (2008) de Alejandra Islas, un duro trabajo sobre la pederastia en Méjico; y Rembrandt’s j’accuse (2008) de Peter Greenaway un análisis sobre uno de los cuadros más famosos de la historia.
aparece; Eva al desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz, otra obra maestra sobre el mundo del teatro en Broadway, a mayor gloria de Bette Davis y Anne Baxter, cinta ganadora de seis Oscar donde Marilyn hace un pequeño, pero deslumbrante papel, de una joven actriz dispuesta a todo por llegar a la cima. A partir de esta cinta, llegaban 3.000 cartas semanales a la Fox interesándose por ella y comenzaba a ser un diamante en bruto; Niebla en el alma (1952) de Roy Baker, su primer papel de protagonista, donde interpreta a una niñera psicótica, fría, mala y audaz, pero su belleza no deja indiferente a nadie, su carrera en la Fox empieza a ser imparable y su calidad interpretativa a ser considerable; Me siento rejuvenecer (1952) de Howard Hawks, una comedia clásica de enredo donde vuelve a hacer de secretaria, ahora al lado de Cary Grant, actor que hace uno de sus mejores papeles, y esto es mucho decir. Ahora Marilyn ya está en primera división, se acabó la serie B y todos comprobamos que es muy divertida; Niágara (1953) de Henry Hathaway su primera gran interpretación, cine
Marilyn Monroe es el mayor icono del siglo xx y de lo que va del xxi, que aún no encontró sucesora, su imagen es la más utilizada por todos los medios de comunicación y sus fotografías son reproducidas hasta la saciedad. El pasado mes de diciembre de 2008, una de sus instantáneas, tomada durante el rodaje de La tentación vive arriba, fue subastada en Londres y estableció un nuevo récord en una prestigiosa casa de subastas. En el segundo trimestre de 2009 Sala Oscura inicia un homenaje dedicado a la famosa actriz, escogiendo 13 de las 29 cintas que componen su filmografía, y que son lo mejor de su carrera. Las seleccionadas fueron: La jungla de asfalto (1950) de John Huston, memorable película de cine negro que cuenta con una atmósfera claustrofóbica, donde Marilyn hace de una chica rubia atractiva y empieza a robar escenas a sus compañeros, y en la que Huston dijo de ella: «Me gustó más en vivo que en la pantalla, nunca me imaginé que pudiera llegar tan lejos en tan poco tiempo», es la primera obra maestra donde 168
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Espectacular, como ella misma, portada del ciclo que Sala Oscura dedicó a la deslumbrante estrella que nos dio el cine: Marilyn Monroe.
negro de altura donde encarna a una femme-fatale que se merienda a un compungido Joseph Cotten, canta la canción de título Kiss y aparece seductora y muy sensual. La taquilla empieza a amarla y se inicia realmente su mito; Los caballeros las prefieren rubias (1953) de Howard Hawks, donde interpreta a una bailarina que busca un marido millonario y nos canta el famoso tema Diamonds are a girl’s best friend vestida con un elegantísimo traje rosa, rodeada de caballeros vestidos con frac. Años después Madonna rodaría un video-clip muy popular emulándola; Cómo casarse con un millonario (1953) de Jean
Negulesco, otra comedia donde hace de una chica miope, al lado de Betty Grable y Laurent Bacall, cuyo resultado final es un cuento moral donde mantiene la tesis de que lo importante es el amor, y de la que la crítica destaca que nuestra estrella está perfectamente dotada para la comedia. La recaudación de sus films empieza a ser extraordinaria y ella empieza a considerarse una estrella, declarando en el estreno: Es la noche más feliz de mi vida; Río sin retorno (1954) de Otto Preminger, al lado del genial Robert Mitchum, uno de los mejores actores que aparecieron sobre una pantalla, el único western de su realizador y
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en el que ella interpreta a una cantante de salón, rodada en espacios naturales con gran peligro para los intérpretes y cuenta con una preciosa fotografía; La tentación vive arriba (1955) de Billy Wilder, una de las mejores comedias que se pueden ver, con la que el mito llega a su cima, y contiene la secuencia más recordada de la historia del cine: la subida de las faldas por un ventilador al paso del metro en Nueva York. Aquí aparece bellísima, se convirtió en la número uno y es la cinta que más gusta a los fanáticos de la estrella; Bus Stop (1956) de Joshua Logan, una comedia, basada en una obra teatral, con apuntes melodramáticos, donde Marilyn demuestra su gran talento para estos menesteres y se convierte en la reina de la ingenuidad. En esta película aplicó el método de Lee Strasberg por primera vez y recibió grandes elogios de la crítica, aunque se cortaron algunas escenas donde ella pensaba que estaba muy bien y achacó a Logan de privarle de ser candidata a los Oscar; El príncipe y la corista (1957) de Laurence Olivier, un experimento que algunos dicen que es fallido al juntar a dos personalidades tan dispares como Olivier y Monroe, pero que sin embargo funciona a la perfección y se revaloriza con el paso del tiempo, está ambientada en Londres y el rodaje generó mucha tensión entre los protagonistas, teniendo que ser suspendido debido a una enfermedad de la estrella. Todo el mundo es unánime al afirmar que Marilyn supera a Olivier en la interpretación de esta obra, quizá porque en la 170
parte central del filme se dejó llevar por la belleza de la estrella y la fotografía desde todos los ángulos posibles; Con faldas y a lo loco (1959) de Billy Wilder, una obra maestra absoluta y su obra más conocida, donde consigue su mejor interpretación, y que a pesar de los problemas que surgieron durante la filmación, todo lo que se dijo del rodaje debe quedar anulado por lo espectacular del resultado. Además durante el mismo sufrió otro aborto y casi no se finaliza. Aquí interpreta sus mejores canciones y la película tuvo en su poder el récord de recaudación de una comedia durante muchos años y tiene uno de los finales más recordados del cine; Vidas rebeldes (1961) de John Huston, su último trabajo estrenado, basado en un breve relato Mi que su marido Arthur Miller escribió para una revista, con apuntes biográficos sobre su propia vida, en la que está acompañada por Clark Gable, en su último papel, puesto que murió al acabar el rodaje y por Montgomery Clift, en una de sus últimas intervenciones en la pantalla. El rodaje estuvo lleno de tensión por las peleas entre Marilyn y su marido, y su coste fue de cuatro millones de dólares, lo que significó la cinta en blanco y negro más cara. Al principio de la última sesión, Alejandro, presidente de Sala Oscura, se dirigió a los espectadores comunicándoles el final del ciclo y que trabajábamos ya en el próximo, que versaría sobre los cincuenta años del Cine Felgueroso. La intervención fue acogida con una fuerte ovación, lo que nos dio más alas, si es que aún podemos coger más. El mito sigue vigente y ahora casi cincuenta años después de su esplendor, volvemos a disfrutarlo,
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Rock en la Sala es un nuevo proyecto de Sala Oscura. Cine fuera de la programación habitual de los martes y que significa la incorporación de gente joven.
como siempre en el Cine Felgueroso, ese que desde su remodelación, a la entrada de butaca de patio, nos acoge con una gran fotografía de la más célebre estrella de todos los tiempos. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto como espectador de un ciclo. Todos los martes, a las siete y media, Inma, Tina y yo fuimos puntuales a nuestra cita con la obra de Marilyn. en el primer trimestre de 2009 Sala Oscura diseñó un nuevo ciclo, que se programó fuera de nuestras sesiones habituales de los martes, en concreto los viernes, y que además supuso un giro en nuestra programación. El título fue Rock en la Sala. Se componía de ocho cintas dedicadas al Rock. En la idea y ejecución del mismo tuvieron mucho que ver los nuevos miembros de la Tertulia que se fueron incorporando a partir de 2007, gente joven que da nueva savia a nuestra comunidad. La clave estaba en ir habituando a otro tipo de público a acudir a las sesiones del Cine Felgueroso. La idea tendrá continuidad.
Las películas fueron: El muro (1982) de Alan Parker, una ópera rock basada en el disco homónimo de Pink Floyd, que inició el ciclo el día 17 de abril y estuvo acompañada con la proyección del cortometraje, estreno en Langreo, Nos vemos el próximo miércoles de Robert Taboada, interpretado, entre otros, por algunos actores langreanos, un homenaje al 25 aniversario de la emisión del videoclip Thriller de John Landis, que dió el estrellato definitivo a Michael Jackson; Tommy (1975) de Ken Russell, otra ópera rock grabada por The Who en 1969; ¡Qué noche la de aquel día! (1964) de Richard Lester, un falso documental sobre The Beatles, que contribuyó lo suyo a forjar la leyenda del mítico grupo de Liverpool; Shine a light (2007) de Martin Scorsese, un documental sobre The Rolling Stones, centrado en un concierto en el Beacon Theatre de Nueva York, una deuda artística que Scorsese tenía con el extraordinario grupo inglés; End of the Century: The Story of the Ramones (2005) de Jim Fields y Michael Gramaglia, un documental con imágenes de archivo sobre el legendario grupo y su influencia en las futuras generaciones; La rosa (1979) de
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Mark Rydell, que trata el mundo que rodea a las estrellas del rock; 24 Hours party people (2002) de Michael Winterbottom, sobre un productor discográfico que actúa fuera del sistema; y Woodstock (1970) de Michael Wadleigh, filmación primorosa y con unos enormes medios, del mayor festival de la historia de la música que se celebró a finales de los sesenta, y para la que proyectamos un rescatado montaje del director, con una duración de 216 minutos, que pusimos en dos sesiones debido a su extenso metraje. Se publicó un monográfico con las críticas de las películas, obra de los miembros de la Tertulia Daniel Albaladejo, Javier Fernández, Sergio Ramos y Alejandro Zapico, así como dos estudios sobre el rock en el cine, uno de Alejandro Zapico y otro mío. También se hicieron unos hermosos marcalibros para el lanzamiento del ciclo. El público empieza a acostumbrarse a la nueva programación alternativa. en junio de 2009 La Alianza Francesa de Langreo nos regala, en el Cine Felgueroso, un ciclo de Luis Buñuel con: Diario de una camarera (1964); El fantasma de la libertad (1974); Ese oscuro objeto del deseo (1977); El discreto encanto de la burguesía (1972) y Bella de día (1966). Todas de su etapa en el cine francés y ya reseñadas páginas más atrás. Se demuestra en esta primera década del nuevo siglo que la obra del maestro sigue deleitándonos, haciéndonos pensar en nuestra condición de seres humanos y que ya forma parte del patrimonio cultural de la humanidad. durante el verano de 2009, me entero que la directora, productora y guionista langreana Lucinda Torre va a ser nombrada Langreana de Honor, en la edición de 2009 de las fiestas patronales de Langreo que se celebran en el Carbayu. ¿Qué quieres que te diga? Quizás, únicamente, que para todos los cinéfilos locales es un gran honor y para ella un grato reconocimiento a su enorme labor cinematográfica. Además, estoy seguro que le dará alas para continuar luchando y que pronto veremos en nuestros cines, y en los de casi todo el mundo, su primer largo de ficción. Lucinda sabe que todos sus conciudadanos así lo deseamos. 172
El día 25 de junio de 2009 asisto en la Felguera, en el Nuevo Teatro, a la proyección de Gran Torino (2009) de Clint Eastwood, filme que cierra nuestra temporada cinematográfica este año, antes del descanso estival. Es una obra que nace como película de culto. Cuando pensaba que Eastwood no me iba a sorprender más, después de haber visto unos meses antes en la misma sala El intercambio (2008), me deja de nuevo pegado a la butaca. La cinta en cuestión llevaba varios meses de explotación en los cines españoles cosechando un éxito inesperado y tuvimos que aplazar su estreno entre nosotros debido a la dificultad de conseguir una copia. Yo me empeñé en verla en nuestra sala, renuncié a hacerlo incluso en una copia bajada de Internet, aunque me aseguraron que era excelente (¡vaya ya se me escapó!), pero el que esté libre de culpa que tire la primera piedra. No me arrepiento nada, el espectáculo fue impresionante, el impacto considerable y entre mis intenciones, tengo la de seguir contemplando las grandes citas cinematográficas en pantalla grande. Este testamento interpretativo de Eastwood es único en el cine universal y demuestra el por qué es el director más valorado en cine mundial actual. Su carrera va pareja a la del cine en Langreo durante estos cincuenta años. Le vimos nacer y desarrollarse como actor hasta ser uno de los mejores intérpretes de la historia del cine, un actor de enorme personalidad, como Gary Cooper o Cary Grant. Después lo vimos debutar como director y convertirse en el más grande. Cuando en la primavera de 2009 preguntan en una entrevista al director italiano Ettore Scola, qué fue lo mejor que había visto recientemente, dice: «Por desgracia fue lo último de un director que no es europeo, es de Eastwood y se titula Gran Torino». Esta referencia es la mejor forma de ir cerrando estos recuerdos. La película antes mencionada, se englobaba dentro de Encuentroautores de 2009, el que se proyectaron en el Nuevo Teatro de La Felguera doce títulos, el resto fueron: El curioso caso de Benjamín Button (2008) de David Fincher, una cinta rodada al más puro estilo del Hollywood clásico, con un protagonismo muy importante para Brad Pitt, precisamente el mismo que hizo que Avilés fuera primera página en medio
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El intercambio (2008), de Clint Eastwood, que demuestra el por qué es el director más valorado en cine mundial actual, y Slumdog millionaire (2008) de Danny Boyle y Loveleen Tandan, ganadora de ocho Oscar y una sorpresa del año, fueron dos de las películas programadas en Encuentroautores 2009.
mundo; Slumdog millionaire (2008) de Danny Boyle y Loveleen Tandan, ganadora de ocho Oscar y una de las sorpresas del año; El lector (2008) de Stephen Draldry, hermosa película dedicada a Anthony Minguella y Sydney Pollack, dos excelentes realizadores recientemente desaparecidos y que aquí ejercen de productores; Revolutionary Road (2008) de Sam Mendes, sobre la rutina familiar, con una espectacular y cuidada puesta en escena; La teta asustada ((2009) de Claudia Llosa, su debut en la dirección refrendado con el Oso de Oro en Berlín; R.A.F. facción del ejército rojo ((2008) de Uli Edel, película alemana que trata sobre una banda terrorista tristemente célebre en los setenta; Háblame de la lluvia (2008) de Agnès Jaonui, un intento de mostrar la verdadera esencia del ser humano; El desafío: Frost contra Nixon (2008) de Ron Howard, adaptación de una obra teatral que recrea la mítica entrevista del periodista David Frost al presidente Richard Nixon, donde brilla con luz propia un recuperado para el cine Frank Langella; A ciegas (2008) de Fernando Mirelles, adaptación de Ensayo sobre la
ceguera del Nobel portugués José Saramago, una empresa harto complicada; Lejos de la tierra quemada (2008) de Guillermo Arriaga, primera realización del afamado guionista mejicano, en una cinta muy fuerte que a pocos deja indiferentes; y Los abrazos rotos (2009) de Pedro Almodóvar, en su decimoséptima película, con papel protagonista para Penélope Cruz que acababa de conseguir el Oscar. Otro ciclo de grandísima calidad e interés cinematográfico. ahora. con motivo de su cincuentenario, en la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura estamos preparando un extenso ciclo con algunas de las mejores cintas que se pusieron en el Cine Felgueroso, lo que nos da pie para iniciar una nueva temporada. En la mayoría de los pueblos y ciudades españolas el cine ha muerto como espectáculo de masas. En Lampreo, sin embargo, tiene continuidad en dos salas. ¿Somos inmortales o es que hacemos las cosas bien?
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6. Epílogo
el círculo, ese elemento matemático, el más perfecto que existe y que solo puede ser obra de los dioses, según nos contaron los grandes pensadores griegos allá por el siglo vi a. de C., se cierra. Pero el nuestro sigue pareciéndonos una elipse. Toda la programación cinematográfica de Langreo confluye en el Cine Felgueroso y en el Nuevo Teatro de la Felguera. En estas dos salas de propiedad municipal, programa la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura, Cajastur, la Alianza Francesa, el Área de Cultura del Ayuntamiento, desde su consolidada Área de Imagen y hay cine comercial los fines de semana. Por otra parte, también hay colaboraciones con el Festival de Cine de Gijón, ArtNalón Cortos y otras entidades culturales y sociales. Entre unas cosas y otras, se puede decir sin temor a equivocarse, que la categoría de la programación es de primerísimo nivel y tiene una calidad digna de la mejor filmoteca. Y ahora, después de este periplo de cincuenta años, sólo me queda sentarme en las salas de cine de Langreo y rodeado de los míos, soñar despierto y comprobar que en mis sueños pasan otros cincuenta años y veo desfilar por una pantalla todas las novedades que realiza la gran fábrica de sueños y que los nuevos realizadores logran que nos maravillemos y nos emocionemos como lo hicimos en todos estos lustros. De repente, se agolpan encadenadas multitud de sensaciones en forma de imágenes y con sólo cerrar mis ojos, veo las siguientes secuencias ordenadas temporalmente.
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Secuencia prólogo, formada por planos unidos por las mejores transiciones que me permite el más cuidado lenguaje cinematográfico: Un tren que entra en una estación de París; es un plano escorado, dicen que los primeros espectadores que lo vieron en 1895 salieron del cine corriendo. Un cohete metido en un ojo de la Luna, comienzan los efectos especiales. Un vaquero asaltador de trenes disparando directamente al espectador, había nacido el western. Un hombrecito, con unas enormes gafas contra la miopía, colgado de las agujas de un reloj cuya tapa comienza a desprenderse, asistimos a la consolidación de la buena comedia. Un enorme decorado donde destacan unas estatuas de elefantes sentados con la trompa erguida en S y una multitud de extras que se mueven por una escalinata, el superespectáculo acaba de nacer. Un horripilante vampiro se levanta de su ataúd hasta quedar vertical, el cine de terror gana adeptos. Un esquimal lucha por sobrevivir, el documental se hace adulto. Dos hombres encadenados, que son enemigos irreconciliables, están en pleno desierto y sin posibilidad de separarse, siguen peleándose en espera de un final trágico, ideas geniales al servicio del séptimo arte. Un chico rompe unos cristales a pedradas y aparece un vagabundo con bombín que precisamente es cristalero, el mayor genio del cine empieza a hacer largos. El carrito de un bebé cae por una escalinata mientras los hombres y mujeres corren en sentido contrario huyendo de la guardia imperial, el montaje cinematográfico al poder. Un robot de género femenino iluminado en contraluz nos deslumbra, viva la ciencia-ficción. Las manos de un hombre abren un ojo femenino y con una navaja de barbero lo corta por la mitad, acabamos de asistir al invento del surrealismo cinematográfico. Una actriz austriaca, llamada Hedy Kiesler (Hedy Lamarr), tomándose un baño desnuda, sin comentarios. Un blanco pintado de negro, con unos labios descomunales, de repente se pone a cantar, se acabó el cine silente.Un gran gorila en la cima del Empire State desafía a un grupo de aviones llevando en una de sus manos a una chica rubia, la fantasía alcanza sus más altas cotas. Blancanieves acompañada de siete enanitos cruza un bosque, los dibujos animados ya pueden ser obras maestras. Con una gran ilusión nos hablan de la paz, el cine francés también puede dominar la cultura cinematográfica. La gran comedia, elegante y desenfadada entra en nuestros corazones, ¡qué fiera es mi niña! Una mujer, a contraluz, levanta el puño y jura que no volverá a pasar hambre, el productor es la estrella. Una diligencia atraviesa una enorme llanura seguida de un puñado de apaches, alcanzamos la mayoría de edad del western y si me apuras del cine. Un anciano muere en su cama después de decir Rosebud, contemplamos la obra cumbre de un genio. Un hombre con una gabardina camina junto a un gendarme por un aeropuerto del norte de África, perdiéndose ambos en la niebla, y todos queremos ser como él. Un hombre desesperado comprueba que le robaron la bicicleta que necesita para lograr un trabajo, que bien nos viene el neorrealismo. Los maestros del cine japonés son fuente de inspiración, se lo merecen. Un hombre con un paraguas baila y chapotea en los charcos bajo una fuerte lluvia, el cine musical crece sin parar. Los cineastas nórdicos nos muestran la reflexión absoluta sobre la condición humana. La sonrisa de Marilyn Monroe en primer plano, el mito por excelencia.Un vaquero, que se parece mucho a Wayne, dispara lleno de odio a los ojos de un indio muerto, no quiere que entre en el paraíso, el maestro del western da lo mejor de sí mismo. Un grupo de sinvergüenzas pasea sus miserias por una Calle Mayor de la España de los cincuenta. avelino francisco fernández suárez • un círculo de 50 años • 6. epílogo
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Aquí hay un fundido en negro y en un contrafundido, aparecen: 1959 Una pareja va en una lancha rápida y el hombre le pide a la chica que se case con él. Después de múltiples disculpas la chica, Jack Lemmon, quitándose la peluca grita aquello de ¡soy un hombre! y todos gritamos ¡Nadie es perfecto! Quizás el mejor final de la historia del cine. Con faldas y a lo loco, de Billy Wilder. 1960 El ejército romano busca al líder de la rebelión de los esclavos. Cuando preguntan a los cautivos quién es Espartaco, Kirk Douglas, se levanta, pero antes de que pueda hablar otro esclavo se levanta y dice ¡Yo soy Espartaco! Y todos nos levantamos y decimos ¡Yo también soy Espartaco! Casi seguro que es el mejor péplum de la historia. Espartaco, de Stanley Kubrick. 1961 Un taco golpea una bola de billar y cuando el plano se eleva, vemos los ojos azules de Paul Newman, inolvidable Eddie Felson. Seguro que dicha bola va hacia su destino, él no se sabe si lo va a encontrar. Cuando nos levantemos de la butaca todos intentaremos reproducir su sonrisa de buen perdedor. El buscavidas de Robert Rossen. 1962 En un primer plano la cabeza de Peter O’Toole reencarnando a Thomas Edward Lawrence. Sopla un fósforo 176
y en una brillante elipsis, surge la inmensidad del desierto, aderezado con la extraordinaria música de Maurice Jarre. Esto sí que estremece al más duro de los espectadores. Lawrence de Arabia, de David Lean. 1963 Una enorme cantidad de gaviotas ataca a Tippi Hedren. Son pájaros kamikaze estrellándose contra la cabina de teléfonos donde se protege. Empiezan a romper los cristales. Todos nos sobrecogemos llenos de angustia. Los pájaros de Alfred Hitchcock. 1964 Después de múltiples días de trabajo, Rex Harrison, el Pigmalión, consigue que su pupila, Audrey Hepburn, recite completo un enrevesado trabalenguas y él piensa que ya está preparada para su presentación en sociedad. Todos cantamos con ellos un tema que, en su versión española, dice algo así como que la lluvia en Sevilla es una pura maravilla. Si optamos por el original, the rain in Spain stays mainly in the plain. My fair lady, de George Cukor. 1965 Una fuerte descarga de agua. Vemos las botas de un vaquero caminando por un lodazal. Seguimos atentos a una panorámica vertical hacia arriba. El hombre enciende una cerilla y la lleva a un pequeño cigarro. Un rayo le ilumina la cara y vemos a Clint Eastwood, un
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hombre sin nombre, que se dirige arrastrando un caballo hacia el saloon. Sabemos que empieza el lío. La muerte tenía un precio, de Sergio Leone. 1966 Un fotógrafo, David Hemmings, está en un proceso de ampliación de una fotografía hasta que cree que encuentra algo. ¡Qué equivocado está! Y eso que nosotros le decimos desde nuestra posición de mirones que el arte es subjetivo. Blow-up, de Michelangelo Antonioni. 1967 La señora Robinson, Anne Bancroft, se ajusta la media y la va subiendo en primer plano. En el encuadre, al fondo, un imberbe como nosotros, Dustin Hoffman, observa la escena con las manos en los bolsillos, la americana puesta y descalzo. Vemos que alguien acaba de descubrir el paraíso y algo le impide abandonarlo. El graduado, de Mike Nichols. 1968 Un enfurecido astronauta se dirige hacia hal, el ordenador de su nave que acaba de asesinar a su compañero, y se dispone a desconectarlo, es decir, matarle. La máquina intenta convencerle de que no lo haga y su mejor recurso es cantarle una canción, la cual se va distorsionando mientras agoniza. El muy maldito consigue que nos de pena de él. 2001: una odisea del espacio, de Stanley Kubrick. 1969 Unos niños azuzan a un escorpión en un pequeño agujero lleno de hormigas.
Intentan que lo devoren luchando hasta la muerte. A su lado pasan unos soldados a caballo. En realidad son forajidos uniformados que se dirigen a atracar un banco. Sabemos que los están esperando y a la salida pretenden exterminarlos. Todo está muy claro, la violencia se va a desatar y va a ser incontenible. Grupo salvaje, de Sam Peckinpah. 1970 Un inglés, Michael Caine, y un americano, Cliff Robertson, deben salir corriendo de la jungla por una enorme explanada, hasta llegar al campamento aliado en una isla del Pacifico en la Segunda Guerra Mundial. Los japoneses, a su espalda, les disparan con ametralladoras. Ellos corren en zigzag, los aliados les jalean, debe de llegar uno al menos para dar una información vital. Uno cae abatido y el otro es recogido por sus colegas y no dice nada, en realidad fue forzado a aquella misión. Cada uno es como es y a mí no me hace héroe nadie. Comando en el mar de China, de Robert Aldrich. 1971 Dick Bogarde, en la playa, con un traje blanco bajo un sol abrasador, observa por enésima vez al chico objeto de su ideal de belleza, Björn Andresen. De repente, el tinte del pelo empieza a descomponerse manchándole el rostro. Todos sentimos la decadencia total y el fin de nuestros sueños. Muerte en Venecia, de Luchino Visconti.
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1972 Marlon Brando, bajo un puente en París, esperando que pase el metro para lanzar un grito agónico. Acaba de perder a su mujer. Siempre fue un desconocido para ella, se siente totalmente perdido. ¡Cuánto cuesta estar vivo! El último tango en París, de Bernardo Bertolucci. 1973 Ana Torrent descubre a un refugiado en una casa abandonada. Le llevará comida, cuidará de él y lo toma como su monstruo particular, ya que quedó horrorizada cuando, en el cine de su pueblo, vió como los adultos perseguían y mataban a Frankenstein. El cine también es poesía. ¡Cómo nos emocionamos! El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. 1974 Jack Nicholson abofeteando a Faye Dunaway y ella gritando ¡Es mi hermana, es mi hija, es mi hermana!, y él, y nosotros, tardando en comprender la magnitud de la tragedia. La crueldad a veces está en los lugares más insospechados. Chinatown, de Roman Polanski. 1975 Sean Connery, Daniel Dravot en la ficción, se hace pasar por hijo de Alejandro el Magno para quedarse con todas las riquezas de la exótica ciudad. Pero, de repente, se cree sus propias mentiras y su desmedida ambición le hace querer quedarse como rey ¿Quién no ambicionó alguna vez el poder absoluto? El hombre que pudo reinar, de John Huston. 178
1976 Harrison Ford dirige una nave llamada El Halcón Milenario. Cuando deciden pasar al hiperespacio, su compañero, el más alto y con parecido entre oso y león, llamado Chewbacca, a pesar de su terrorífico aspecto, se asusta y emite unos quejidos lastimeros. La guerra de las galaxias, de George Lucas. 1977 Woody Allen está con su amante, Diane Keaton, en la cola de un cine y oye una conversación que versa sobre un tema cultural. Se mete en la misma y al no estar de acuerdo con los argumentos exhibidos, y como no convence a su oponente, llama al autor de la cita, que está en la fila de unos metros más atrás. Presentamos pruebas irrefutables. Annie Hall, de Woody Allen. 1978 Robert de Niro, después de la traumática experiencia de la Guerra de Vietnam, vuelve a su casa y sus amigos le esperan, pero él pasa de largo y se va a dormir a un motel. A veces es imperioso y necesario lograr el sentirse lejos del mundanal ruido. El cazador, de Michael Cimino. 1979 En la penúltima secuencia del mejor filme bélico de todos los tiempos, Brando diciendole a su verdugo Martin Sheen Tenéis derecho a matarme, pero no tenéis derecho a juzgarme. Todos oímos el tema The end de The Doors de fondo y sentimos el más profundo horror sobre
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todo aquello que generan los conflictos bélicos y la sinrazón humana. Apocalipse now, de Francis Ford Coppola. 1980 La cámara se sitúa en el ring y seguimos las violentas luchas pugilísticas de Robert de Niro. Tanto cuando gana como cuando pierde, se transforma en el animal del título, no hay quien lo derribe. Tenemos derecho a mantener nuestros principios. Toro salvaje, de Martin Scorsese. 1981 Un aventurero, Harrison Ford, con toda la parafernalia que ello conlleva, sustituye un ídolo de oro por un saco de arena. Por lo visto calculó mal, la base se empieza a hundir y las mil y una trampas del templo se activan. Sale corriendo y sortea multitud de peligros y traiciones. Buscamos desde nuestra cómoda butaca la salida del infierno. En busca del arca perdida, de Steven Spielberg 1982 Aquí el espectador asturiano puede elegir cualquiera de los innumerables paseos por los parajes de nuestra tierra, nunca fueron tan bien retratados por el cine. Yo elijo el paseo por el muro de San Lorenzo, ¿o fue en Asignatura aprobada? Volver a empezar, de José Luis Garci. 1983 En un noticiario aparece un hombrecillo, Woody Allen, que identificamos como Zelig. Está en una concentración de nazis en los albores de la Segunda Guerra Mundial. Nos damos cuenta de hasta dónde llega el
carácter camaleónico de nuestro personaje. Todos queremos camuflarnos en diversos lugares y él nos lo pone en bandeja de plata. Zelig, de Woody Allen. 1984 Mientras suena un réquiem, una carroza tirada por briosos corceles negros se dirige por las calles de Viena hacia un cementerio. Al llegar, sacan un ataúd y lo inclinan sobre una fosa común. La parte posterior está abierta y suelta a un cadáver amortajado. Todavía hoy en día están buscando los restos de Mozart. Todos buscamos nuestras raíces culturales. Amadeus, de Milos Forman 1985 Con las maravillosas notas de John Barry de fondo, un avión sobrevuela África, en Kenia, en unos parajes extraordinarios. Robert Redford pilota y Meryl Streep lo acompaña. Se dan la mano, las lágrimas afloran en los ojos de la chica. A todos se nos pone un nudo en la garganta. Memorias de África, de Sydney Pollack. 1986 Un muñeco monstruoso acompaña a la chica, Jennifer Connelly, dentro de los túneles, buscando claves para encontrar la salida del laberinto que les lleve hasta su hermano, un bebé que estaba cuidando y que fue raptado por el malvado, David Bowie. De repente, el monstruo, fijándose en una pulsera que lleva la chica, exclama ¡oh, es plástico! Todos codiciamos algo valioso. Dentro del laberinto, de Jim Henson.
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1987 Nicholas Cage acaba de salir de la cárcel pero es incapaz de reformarse. La primera vez que entra a comprar pañales en un supermercado, no se le ocurre más que cometer un atraco. Comienza una persecución donde interviene la policía, el tendero, su novia y el bebé que raptaron. La noche se vuelve totalmente loca. Ansiamos correr en plena noche huyendo de no se sabe quién. Arizona Baby, de Joel Coen. 1988 Un desalmado, Kevin Kline, interroga al miembro de una banda de delincuentes que es tartamudo. Le tiene atado en una silla y para sacarle información, el método de tortura al que recurre es comerse vivos los hermosos peces de colores de su acuario, a los que tanto quiere. ¡Qué crueldad! Somos unos malvados que reímos las hazañas del villano. Un pez llamado Wanda, de Charles Crichton. 1989 Jacques Perrin, un productor de prestigio, da a un proyeccionista una lata de película que le dejó en herencia su mentor, el operador de cámara del cine local Philippe Noiret. Alfredo, pone en marcha el aparato y se lleva los brazos a la cabeza, no puede creerlo, contiene los recortes que aquél coleccionó durante toda su vida. Sus ojos se humedecen viendo escenas censuradas, besos robados y mil secuencias inolvidables. Toda la vida de nuestro 180
pasado cinéfilo, desfila ante nuestros ojos en un instante y empezamos a tararear la música de Morricone. Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore. 1990 Ray Liotta, que fuera chico de los recados de los mafiosos, no para de medrar en la organización. Un día, acompañado de su novia, va a un restaurante con espectáculo y hay un enorme gentío a la entrada. Sin embargo, entra por la trastienda y pasa por la cocina hasta acceder a las primeras mesas, donde le colocan un mantel en una mesa improvisada, pero privilegiada. Él logro llegar a la cima. Todos les acompañamos en un inolvidable travelling. Uno de los nuestros, de Martin Scorsese 1991 Kevin Costner, el fiscal Garrison, presenta ante un tribunal una meticulosa recopilación de pruebas que demuestran que el asesinado presidente Kennedy, fue víctima de una compleja conspiración. La contundencia de las mismas es apabullante. En este caso, nuestro jurado, compuesto por simples espectadores, acepta las pruebas. JFK: caso abierto, de Oliver Stone. 1992 En la comisaría van a interrogar a la bellísima Sharon Stone. Está sentada en una silla en el centro de la sala y rodeada de varios policías, todos con un aspecto que roza lo grotesco. Después de un irónico
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juego de frases, la chica se cruza las piernas y se comprueba que no lleva ropa interior. Cuidado, esta mantis religiosa está a punto de devorarnos a todos, a los chicos y a las chicas. Instinto básico, de Paul Verhoeven. 1993 Por fin, van a colgar al miserable jefe nazi del campo de concentración, Ralph Fiennes. Le suben a una endeble banqueta de madera y le ponen la soga al cuello. El encargado de quitarla bajo sus pies, a patadas, falla los primeros golpes. Todos nos damos cuenta de que también la estamos golpeando. ¡Lo siento, cuando vi esta secuencia fue lo que sentí! La lista de Schindler, de Steven Spielberg. 1994 Bela Lugosi, interpretado por Martin Landau, tiene que rodar una secuencia nocturna en la que es atacado por un pulpo gigante, metidos en una charca. El monstruoso cefalópodo es de trapo e inanimado. El director Ed Wood, interpretado por Johnny Depp, al que no se le pone nada por delante, manda al actor que se revuelque con el bicho y se ponga los largos tentáculos por encima. Asistimos a la magia del cine. Ed Wood, de Tim Burton. 1995 Un demacrado y angustiado Clint Eastwood, espera en medio de una calle bajo una densa lluvia que le empapa la cara y le está destrozando el peinado del poco pelo que le queda. En el interior de un coche parado en un semáforo, Meryl
Streep le observa por el retrovisor, su mano se dirige hacia la manilla, duda si posarse o no, ve el colgante que él le regaló. Son momentos angustiosos. El coche arranca y se pierde en la lluvia ¿Quién aguanta las lágrimas? Los puentes de Madison, de Clint Eastwood. 1996 En una visión nocturna, la cámara nos muestra como avanza a gran velocidad la línea discontinua de una carretera. Al volante va un desquiciado Bill Pullman que se adentra en la oscuridad. Está sonando de fondo un excelente tema cantado por David Bowie titulado I’m deranged. Todos pasamos con él al otro lado. Carretera perdida, de David Lynch. 1997 La chica, Kim Basinger, que se parece prodigiosamente a Verónica Lake, pero que en aquel mundo de corrupción no deja de ser una prostituta de alto stading, está implicada en la trama asesina. Los mitos se hacen de carne y hueso. L.A. Confidencial, de Curtis Hanson. 1998 La enamorada del joven dramaturgo, Gwyneth Paltrow, cruza una superficie desierta, puede que el inmenso arenal de una playa, perdiéndose en la lejanía mientras suena un excelente tema de Stephen Warbeck. Es un plano final impactante. Nos adentramos en el mundo del olvido. Shakespeare in love, de John Madden.
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1999 Un camión de los fascistas se lleva del pequeño pueblo de Galicia a un grupo de simpatizantes republicanos. Entre ellos va el maestro, Fernando Fernán Gómez. El niño protagonista, Manuel Lozano, al igual que otros de sus alumnos, le tira piedras mientras grita ¡Sapo, Tilonorrinco, Iris! A todos se nos encoge el corazón, puesto que sabemos que el maestro es la persona que más aprecia en este mundo. La lengua de las mariposas, de José Luis Cuerda. 2000 Una joven china pasea por un callejón con elegantes andares y con una pequeña lechera en la mano. Va a una cita con su amor platónico, ambos están casados con otras parejas. En un discreto restaurante, donde sólo se observan y se acarician la mano, suena de fondo una balada de Nat King Cole. Todos sabemos disfrutar de la simple contemplación. In the mood for love, de Wong Kar Wai. 2001 Audrey Tautou, Amélie, y su novio, bajan desde el Sacré Coeur hasta el centro de París en motocicleta. La cara de los dos denota una inmensa alegría, ambos encontraron su destino. La banda sonora nos depara un hermoso tema muy parisino, tocado, como no podía ser de otro modo, al acordeón. Nosotros deseamos un lugar en el ciclomotor. Amélie, de Jean-Pierre Jeunet. 182
2002 Un diálogo: «Dios no es viejo, ni joven. Ni hombre ni mujer. Ni blanco ni negro. –No padre, ese no es Dios, es Michael Jackson». Este uno de los más de doscientos diálogos brillantes que nos deslumbran en esta producción. El hijo de la novia, de Juan José Campanella. 2003 Una motocicleta lleva dos pasajeros y avanza por polvorientas carreteras del continente sudamericano. Son Gael García Bernal, Ernesto Guevara, y su colega Rodrigo de la Serna, el doctor Alberto Granado. Los paisajes invitan a la aventura. Nos adentramos con ellos en un continente que nos es desconocido. Suena la música de Gustavo Santaolalla, la auténtica, que nosotros no despreciamos como los miembros de la Academia del Cine de Hollywood en la gala de entrega de los Oscar. Diarios de motocicleta, de Walter Jalles. 2004 De esta película selecciono dos secuencias, la ácidamente cómica del sacerdote, ridiculizado y a la postre masacrado éticamente por el discurso descarnado de la cuñada, y la conmovedora despedida, con un plano desgarrador del hermano en la distancia. Esto nos lo dejó escrito Miguel Ramos. Mar adentro, de Alejandro Amenábar. 2005 La cámara recorre los arrabales de una ciudad de Kenia y vemos todas
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sus miserias. Mientras, una voz en off nos informa sobre la situación sanitaria de aquellos nativos, aferrados a los experimentos de las grandes multinacionales farmacéuticas como última esperanza de supervivencia. Necesitamos un mundo mucho, pero que mucho, más justo. El jardinero fiel, de Fernando Meirelles. 2006 Ulrich Mühe, el funcionario de la policía secreta de Alemania del Este, escucha, con los cascos puestos, una conversación que ocurre en el piso de abajo entre dos amantes preocupados por su futuro. A pesar de su ingrata labor, debida a su trabajo, algo le hace involucrarse en la historia ajena y unas lágrimas brotan de sus ojos. No soportamos la sinrazón. La vida de los otros, de Florian Henckel von Donnersmarck. 2007 En un instante determinado, la chica, que sabe que van a detener a su cruel amante, abandona su doble juego y le advierte de que está a punto de ser capturado, lo que le cuesta ser descubierta. El deseo desbanca a la obligación y eso le traerá graves consecuencias. Todos corremos riesgos extremos por una gota de placer. Deseo, peligro, de Ang Lee.
2008 Un padre, Tommy Lee Jones, cuyo hijo fue asesinado de una forma estúpida al regreso de la Guerra de Irak, sube la bandera de los Estados Unidos en su jardín, como hace todos los días, sólo que ahora está al revés. Todos sabemos que su país necesita ayuda. En el valle de Elah, de Paul Haggis. 2009 Clint Eastwood observa desde un coche como un grupo de chicos negros amenaza a su joven vecina, una chica asiática que está acompañada de un chico anglosajón. Se posa del coche, se dirige hacia ellos, simula que saca una pistola de la chaqueta, les apunta con los dedos y mediante una onomatopeya, dispara. Los asaltantes se acobardan y abandonan la escena asustados y gritando que está loco. Aquí aplaudimos. Gran Torino, de Clint Eastwood. La música de alguno de los excelentes compositores que hicieron nuestras predilectas bandas sonoras, se eleva de volumen hasta hacerse ensordecedora y un enorme y lento fundido en iris de cierra. Y desde ese mismo punto aparece creciendo hasta ocupar toda la pantalla la palabra FIN.
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Películas programadas en el 50 aniversario
Con la muerte en los talones West side story El hombre que mató a Liberty Valance La muerte tenía un precio El graduado El guateque Cowboy de medianoche La balada de Cable Hogue Cabaret El padrino El jovencito Frankenstein Alguien voló sobre el nido del cuco Taxi Driver La escopeta nacional Alien, el octavo pasajero Manhattan Carros de fuego E.T., el extraterrestre Blade Runner Los santos inocentes Cinema Paradiso Los Fabulosos Baker Boys ¡Ay, Carmela! Muerte entre las flores Atrapado por su pasado Pulp Fiction Los puentes de Madison 184
Alfred Hitchcock Robert Wise | Jerome Robbins John Ford Sergio Leone Mike Nichols Blake Edwards John Schlesinger Sam Peckinpah Bob Fosse Francis Ford Coppola Mel Brooks Milos Forman Martin Scorsese Luis G. Berlanga Ridley Scott Woody Allen Hugh Hudson Steven Spielberg Ridley Scott Mario Camus Giuseppe Tornatore Steve Kloves Carlos Saura Joel Coen Brian de Palma Quentin Tarantino Clint Eastwood
Con la muerte en los talones Alfred Hitchcock USA, 1959 (136 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música diseño de producción dirección artística decorados maquillaje peluquería sonido ayudante de dirección productor asociado efectos especiales títulos de crédito Cary Grant Eva Marie Saint James Mason Jessie Royce Landis Leo G. Carroll Philip Ober Josephine Hutchinson Martin Landau Adam Williams Edward Platt Robert Ellenstein Les Tremayne Philip Coolidge Edward Binns Patrick McVey Ken Lynch Doreen Lang John Beradino Nora Marlowe Alexander Lockwood Stanley Adams Robert Shayne Carleton Young Paul Genge Madge Kennedy
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North by Northwest Metro Goldwyn Mayer Alfred Hitchcock Ernest Lehman Robert Burks George Tomasini Bernard Herrmann Robert Boyle William A. Horning y Merril Pye Henry Grace y Frank McKelvey William Tuttle Sidney Guilaroff Franklin Milton Robert Saunders Herbert Coleman A. Arnold Gillespie y Lee LeBlanc Saul Bass Ficha artística Roger Thornhill Eve Kendall Phillip Vandamm Clara Thornhill profesor Lester Townsend Sra. Townsend Leonard Valerian Victor Larrabee Licht subastador Dr. Cross Capitán Janket policía policía Maggie Sargento Klinger Anna Juez Flynn Teniente Harding Larry Wade Fanning Nelson Teniente Hagerman ama de casa
Roger Thornhill, un ejecutivo de publicidad, es confundido en el Hotel Plaza de Nueva York con un agente del servicio secreto llamado George Kaplan. A resultas de ello, es secuestrado por los hombres de otro espía enemigo, Phillip Vandamm, y llevado a una mansión para ser interrogado de forma violenta. Tras lograr escapar y contar su historia a la policía, al volver al lugar nada es lo que parece y no creen su historia. Decidido a esclarecer el asunto por su cuenta, se ve envuelto en una serie de malentendidos en su contra y será perseguido a la vez por unos y otros. Sin embargo, algo parece cambiar cuando conoce a una bella, fría y misteriosa mujer rubia llamada Eve Kendall. Con la muerte en los talones parece una revisión de otra película que Hitchcock había rodado años atrás durante su etapa inglesa, llamada Los 39 escalones (The thirty nine steps, 1935), pues retoma una trama argumental de intriga a través de una persecución del personaje principal producto de una confusión de identidad y por un motivo enrevesado (el llamado McGuffin, una especie de excusa para desviar la atención del espectador) y que nunca está suficientemente esclarecido (allí político, aquí espionaje), lo que demuestra a menudo su poca importancia y parece dar mayor relevancia al continente que al contenido, a la forma que al fondo, es decir, a cómo nos presenta la historia el llamado mago del suspense. En cierto sentido, le vuelve a dar una vuelta de tuerca a una idea que le parecía obsesionar, como es la del falso culpable, la del ciudadano medio e inocente que por una serie de avatares que escapan a su comprensión y le superan, se ve metido en unos problemas que llegan incluso a comprometer su propia vida. Sería difícil, no obstante, encasillar este filme estrictamente dentro de un género, pues está a caballo de varios ya que utiliza elementos de intriga, suspense, comedia, amor, espionaje, aventura, drama, etc. Claro que para dar cauce a todo ello, el realizador británico utiliza a uno de sus actores fetiche, Cary Grant, capaz de dar el tono
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correcto en cada uno de ellos, pues no en vano trabajaron juntos en cuatro ocasiones. A estos ingredientes, hay que añadir un componente más, el espacio abierto y los exteriores naturales, a veces simulados en grandes decorados, que tienen una gran influencia en la trama (el edifico de la onu, oficinas de la cia, el Hotel Plaza, el Monte Rushmore con las efigies labradas de algunos presidentes americanos) y que quedan plasmados en imágenes impactantes, convertidas casi en iconos, que hacen perdurar en la memoria para siempre esta película (por ejemplo la avioneta fumigadora en los campos sembrados de maíz). A destacar la espléndida fotografía en Vistavision de Robert Burkes, unos fastuosos decorados que recrean lugares emblemáticos donde no les fue permitido rodar y por encima de todo, el montaje, efectista y efectivo, que añade tensión películas programadas en el 50 aniversario
a la trama y la dota de un ritmo fatigante, sobre todo en las escenas de acción y persecución, por medio de un elevado número de planos y contraplanos sucesivos y alternativos. Genial la elipsis del último plano con el tren penetrando en el túnel. En sentido negativo, yo añadiría algo en lo que Hitchcock nunca pareció poner esmero a lo largo de su filmografía, los trucos y los efectos especiales, sobre todo las transparencias, que resultan poco creíbles, aún más hoy en día. Recibió tres nominaciones a los Oscar: guión original, decorados en color y montaje, aunque no conseguiría ningún galardón, pues aquél fue el año de Ben-Hur y su record de once estatuillas, pero esa es otra historia. Por cierto, si alguien sabe qué buscan los espías y el motivo, le ruego que me lo cuente. • Alejandro Zapico Rato 187
West side story
Robert Wise | Jerome Robbins USA, 1961 (155 minutos)
Ficha técnica título original West Side Story producción Mirisch Pictures para United Artists productor Robert Wise guión Ernest Lehman argumento la obra de Arthur Laurents y Jerome Robbins fotografía Daniel L. Fapp montaje Thomas Stanford música Leonard Bernstein canciones Leonard Bernstein (música) y Stephen Sondheim (letras) adaptación musical y orquestación Saul Chaplin, Irwin Kostal, Sid Ramin y Johnny Green coreografía Jerome Robbins dirección artística Boris Leven decorados Victor Gangelin vestuario Irene Sharaff sonido Fred Lau, Murray Spivack y Vinton Vernon maquillaje Emile LaVigne peluquería Alice Monte ayudantes de dirección Ulu Grosbard y Robert E. Relyea direc. de producción Allen K. Wood efectos visuales Saul Bass Ficha artística Natalie Wood María Richard Beymer Tony Russ Tamblyn Riff Rita Moreno Anita George Chakiris Bernardo Simon Oakland Teniente Schrank Ned Glass Doc William Bramley Oficial Krupke José De Vega Chino Tucker Smith Ice Tony Mordente Action David Winters A-rab Elliot Feld Baby John Bert Michaels Snowboy David Bean Tiger Robert Banas Joyboy Anthony «Scooter» Teague Big Deal Harvey Evans Mouthpiece Tommy Abbott Gee-Tar Susan Oakes Anybodys Gina Trikonis Graziella Carole D’Andrea Velma Jay Norman Pepe 188
en la década de los cincuenta, el West Side de Nueva York es un barrio peligroso por ser escenario de enfrentamientos constantes entre dos bandas de delincuentes juveniles: los Jets, formada por chicos americanos hijos de emigrantes europeos y los Sharks, de origen puertorriqueño. La rivalidad existente, aumenta cuando Tony, co-fundador y líder espiritual de la primera, se enamora de María, hermana del líder de la segunda. Esto desencadenará una tragedia de consecuencias irreparables. West Side Story es una película musical que rompió todos los moldes conocidos hasta la época desde el momento en que se concibió su adaptación a la gran pantalla: la parte musical es más del doble de sus predecesoras; para dar mayor dramatismo y ritmo a la historia, se cambió el orden de las canciones respecto al original y el escenario donde tienen lugar; tiene dos codirectores, por lo que a Robert Wise se unió Jerome Robbins, autor de las coreografías; se rodó en exteriores y no sólo en estudio, algo raro entonces; batió todos los registros de taquilla, permanencia en cartel y premios conseguidos, con 10 Oscar para la película, director, actriz secundaria (Rita Moreno), actor secundario (George Chakiris), fotografía, vestuario, dirección artística, montaje, sonido, banda sonora (a la adaptación y orquestación) y otro especial para la coreografía de Jerome Robbins, habiendo obtenido también galardones en su versión teatral con dos Tony y un Grammy al mejor álbum en el ámbito musical. Y todo esto con una trama que no es original, puesto que es una actualización del Romeo y Julieta de William Shakespeare, cambiando Verona por Nueva York y las familias Montesco y Capuletto por dos bandas callejeras contrapuestas. La adaptación fue llevada a cabo por Ernest Lehman, curiosamente el mismo guionista de Con la muerte en los talones, y supone un cruel reflejo de la violencia urbana con orígenes xenófobos ba-
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sados en condicionantes familiares, culturales y económicos de compleja solución, que convierten el contexto en el que se desarrolla la acción en auténticos guetos, a modo de compartimentos estancos, de los que es difícil salir y que cercenan de raíz la posibilidad de progreso y felicidad futura de sus habitantes. Aunque sea un musical, género tradicionalmente alegre y divertido, la película es dura, crítica y dramática en su exposición argumental, dejando al descubierto lo utópico que resulta alcanzar el llamado sueño americano que llevan en mente los inmigrantes al llegar, con el consiguiente desengaño y desencanto que producen la marginación y la pobreza a la que, en algunos casos, se ven irremediablemente abocados. La moraleja que nos deja es que quizá tenga que correr la sangre purificadora para borrar el odio películas programadas en el 50 aniversario
y el rencor. Dar un paso atrás para recapacitar y poder dar dos pasos adelante. En mi opinión, sólo dos objeciones que oponerle: por un lado el protagonista masculino, Richard Beymer, excesivamente blando y poco creíble como delincuente juvenil, y por otro que tanto él como su alter ego femenina, Natalie Wood, no pudieran cantar con sus propias voces y tuvieran que ser doblados, teniendo que reducirse también sus escenas de baile. Por lo demás, un musical en estado puro, con tres números extraordinarios que figuran con letras de oro en la historia del género musical: el prólogo de la secuencia inicial con los bailarines chasqueando los dedos, el baile en el gimnasio con los dos grupos y el del famoso tema América cantado y bailado en la azotea por los puertorriqueños. Antológica. • Alejandro Zapico Rato 189
El hombre que mató a Liberty Valance John Ford
USA, 1962 (122 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música dirección artística decorados sonido vestuario peluquería John Waine James Stewart Vera Miles Lee Marvin Edmond O`Brien Andy Devine Woody Strode John Carradine Lee Van Cleef John Qualen
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The Man who shot Liberty Valance Ford Productions para Paramount Willis Goldbeck Willis Goldbeck y James Warner Bellah William H. Clothier Otho Lovering Cytil J. Mockridge Hal Pereira y Eddie Imazu Sam Comer y Darrell Silvera Philip Mitchell y Charles Grenzbach Edith Head Nellie Manley Ficha artística Tom Doniphon Ransom Stoddard Hallie Liberty Valance Dutton Peabody Link Appleyard Pompey Starbuckle Reese Peter Ericson
François Truffaut dijo de John Ford: «Es uno de esos poetas que no hablan jamás de poesía». Él mismo se presentó en una ocasión como: Me llamo John Ford y hago películas del oeste. Y cuando le preguntaron a Orson Welles sobre sus directores predilectos dijo: Hay tres John Ford, John Ford y John Ford, no en vano confesó que para preparar su gran debut con Ciudadano Kane (1941) había vista decenas de veces La diligencia (1939). Fue admirado por todos los amantes del buen cine y tuvo una carrera cuajada de reconocimientos. Dentro del western dirigió obras como: La citada La diligencia (1939); Pasión de los fuertes (1946); Centauros del desierto (1956); Dos cabalgan juntos (1951) o El gran combate (1964). Aparte de la fabulosa Trilogía de la caballería. Ya en el ocaso de su carrera y siguiendo con su evolución como cineasta nos regaló El hombre que mató a Liberty Valance, cinta donde las formas de vida de antaño tocaban a su fin y nos ofrece el primer gran western crepuscular. La película está narrada con un enorme flashback que abarca toda la misma. Se inicia con la llegada de un tren a una población del viejo oeste, en él viajan Ransom y su esposa Hellie que acuden al entierro de un viejo amigo Tom. La historia retrocede unas decenas de años y comienza a contar cuando Ransom era un joven abogado y llegó a la misma población lleno de ilusiones dispuesto a que prevaleciera la justicia en la comarca, es asaltado y apaleado por un bandido llamado Liberty Balance, conoce a Tom y Hallie con los que comienza una entrañable amistad, pero la presencia en el pueblo de Valance inicia una serie de enfrentamientos abocados a un desenlace violento. La película está llena de emoción y sentimientos, está filmada, tanto en los exteriores como interiores de forma maravillosa, desde la secuencia inicial cuando llega el tren, y ya son muchas las películas magistrales que comienzan con la llegada de un tren, hasta el sorprendente desenlace.
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Todos los actores logran unos registros interpretativos extraordinarios. Partiendo de John Wayne, cuyas mejores interpretaciones las hizo a las órdenes de Ford, pasando por James Stewart que logra una de las mejores actuaciones de su carrera, incluyendo a la maravillosa Vera Miles haciendo de una dama de la cual se enamoran dos hombres, acompañados por Lee Marvin componiendo uno de los grandes malvados del western y con Woody Strode un actor de culto que el propio Ford lanzó a la fama unos años antes con El sargento negro (1960), por cierto una gran obra maestra aunque a algunos aun les cueste reconocerlo. Ford era partidario de contar con su gente, al igual que hicieron otros grandes cineastas, aquí incluso a priori los actores elegidos películas programadas en el 50 aniversario
no parecen encajar en sus papeles, si tenemos en cuenta su edad real y la edad de los protagonistas, por ejemplo encaja mal ver a Stewart encarnando a un recién licenciado en derecho cuanto contaba con unos cincuenta años de edad, pero esta cuestión se desvanece rápidamente y los actores dan lo mejor de sí, como sucede siempre en las realizaciones de Ford. Este también es el motivo de que filmara la cinta en blanco y negro, así no se notaba tanto el maquillaje de los actores veteranos. Como todas las grandes obras maestras la película mantiene su frescura inicial y desborda el género en que está enmarcada. • Avelino Fernández
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La muerte tenía un precio Sergio Leone
Italia, España y Alemania, 1965 (126 minutos)
Ficha técnica título original Per qualche dollaro in più producción pea, Regia Films y Constantin Films productor Alberto Grimaldi guión Fulvio Morsella, Luciano Vincenzoni y Sergio Leone fotografía Máximo Dallamano montaje Eugenio Alabiso, Giorgio Serralonga y Adriana Novelli música Ennio Morricone dirección artística Carlo Simi decorados Carlos Leva y Rafael Ferry sonido Oscar De Arcangelis vestuario Carlo Simi maquillaje Rino Carboni y Juan Farsac ayudante de dirección Tonino Valerii, Julio Sempere y Fernando di Leo Ficha artística Clint Eastwood el manco Lee Van Cleef Coronel Mortimer Gian Maria Volonté el indio Josef Egger profeta Rosemarie Dexter la hija del coronel Luigi Pistilli Klaus Kinski Wild Kart Zipps hotelero Mara Krup esposa del hotelero Mario Brega niño Aldo Sambrell Cuchillo Roberto Camardiel empleado del ferrocarril Diana Rabito Luis F. Rodríguez Frank Braña Benito Stefanelli
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la película se inicia con la siguiente cita: «Donde la vida no tiene valor a veces la muerte tiene un precio». Trata sobre dos cazadores de recompensas que buscan a un bandido drogadicto y sádico y lo hacen de forma independiente y por motivos muy distintos. Sobre esta base argumental asistimos a una de las obras maestras del añorado y adorado Sergio Leone, uno de los hombres que más innovó el cine reciente, un maestro de la planificación cinematográfica y de la puesta en escena. Después del sorprendente éxito de público de Por un puñado de dólares (1964), rodada con un presupuesto ínfimo de 20 millones de pesetas en Almería en siete semanas y con escenarios naturales. Este segundo western tuvo un presupuesto de 70 millones de pesetas y un rodaje de nueve semanas, también en Almería y se construyeron algunos decorados para el mismo. Volvió a llamar a Clint Eastwood, que pasó de cobrar 15.000 dólares por la primera a 50.000 en esta. También contrató a Gian María Volonté para hacer de villano y para el tercer personaje Leone pretendía a Henry Fonda, Charles Bronson, Lee Marvin o James Coburn, pero sus salarios eran inalcanzables para esta modesta producción del cine europeo. Al final se decanto por un actor de reparto americano que había aparecido en algunos de los mejores western de la historia y que hacia tres años que estaba retirado por problemas de alcoholismo y en Hollywood nadie le daba trabajo, es Lee Van Cleef. Fue tal el éxito que rodaría una tercera película con Eastwood y Van Cleef titulada El bueno, el feo y el malo (1966), donde las cifras de producción se multiplicaron por diez. Estas tres cintas se conocen con el nombre de la trilogía del Hombre sin Nombre o Trilogía del dólar. La influencia del cine de Leone está no solo en el devenir del western sino en todo tipo de cine. Hoy en día reconocemos en muchas películas múltiples secuencias inspiradas por el cine de del director italiano. Sus secuencias alargadas hasta la extenuación, su planificación, sus transiciones,
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la posición de la cámara y la abstracción en los temas forman parte del patrimonio cinematográfico mundial. Aunque hoy en día quedan algunos puristas capaces de despreciar su cine en nombre del clasicismo. Pero: ¿Acaso Leone no es un gran clásico? Capítulo aparte merece la colaboración de Ennio Morricone, eran amigos de la infancia, formaron un binomio extraordinario, ambos colaboraron en las dos trilogías del director, y el realizador llegó a decir que no era su músico, películas programadas en el 50 aniversario
era su guionista, se dice que Morricone componía los temas antes del rodaje y que Leone rodaba haciendolos sonar para que los actores los oyeran y se inspiraran. En el funeral de Leone, su amigo Morricone interpretó al órgano el tema central de Hasta que llegó su hora. Durante mucho tiempo, al ser una coproducción en la que figuraba España, fue la película más taquillera de nuestro cine. En Langreo no fuimos ajenos a este hecho. • Avelino Fernández 193
El graduado Mike Nichols USA, 1967 (105 minutos)
Ficha técnica título original The graduate producción Joseph E. Levine, Lawrence Turman y Mike Nichols guión Calder Willingham y Buck Henry argumento la novela de Charles Webb fotografía Robert Surtees operador Albert Bettcher montaje Sam O’Steen música Dave Grusin canciones Paul Simon intérpretes Simon & Garfunkel dirección artística Richard Sylber decorados George Nelson vestuario Patricia Zipprodt sonido Jack Solomon maquillaje Harry Maret peluquería Sidney Guilaroff script Meta Rebner ayudante de dirección Don Kranze casting Lynn Stalmaster superv. de producción George Justin Ficha artística Dustin Hoffman Ben Braddock Anne Bancroft Sra. Robinson Katharine Ross Elaine Robinson William Daniels Sr. Braddock Elizabeth Wilson Sra. Braddock Murray Hamilton Sr. Robinson Brian Avery Carl Smith Walter Brooke Sr. McGuire Norman Fell Sr. McCleery Alice Ghostley Sra. Singleman Marion Lorne Srta. DeWitte Buck Henry recepcionista de hotel Eddra Gale mujer en el autobús Buddy Douglas botones Richard Dreyfuss director de la residencia Mike Farrell botones Elisabeth Fraser segunda mujer Donald F. Glut estudiante Harry Holcombe sacerdote Ben Murphy estudiante
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tras graduarse en la universidad, Benjamin Braddock regresa a su casa en California por vacaciones. Confuso y desorientado sobre su futuro una vez acabados sus estudios, su familia decide darle una fiesta para celebrarlo. En ella conoce a la señora Robinson, esposa del socio y amigo de su padre, que le acosa y con quien acaba manteniendo encuentros sexuales en secreto. El problema es que sus progenitores se empeñan en que invite a salir a su hija, Elaine, y aunque al principio es reticente y poco amable con la chica, acaba por enamorarse. Sin embargo, mantener esa relación le supondrá enfrentarse a todos. A pesar de ser una película casi de principiantes, pues tanto para su director como para su protagonista masculino era su segundo trabajo en el cine, El graduado se convertiría en un gran éxito y con el paso del tiempo, en una obra de culto por muy diferentes razones, como tratar el tema tabú de las relaciones sexuales entre una mujer adulta casada y un chico joven, y por la revolución musical que provocó el incluir canciones con un papel relevante en la trama. Basada en una novela de Charles Webb, está planteada desde el punto de vista del recién licenciado que abandona el mundo de la universidad, donde triunfó académica y quizá afectivamente, y afronta ahora el mundo real de los adultos, el que no comprende, en el que se siente expuesto y sólo (significativo plano del chico en el fondo de la piscina), sin referentes ni nadie cuyo modelo merezca la pena seguir. Es ahí donde se ve vencido por primera vez y por ello cae en las redes de una mujer mayor, no por amor, sino por desorientación. Es curioso que su actitud sea más conservadora, escrupulosa y honesta que la de la Sra. Robinson, más cínica y amoral, decepcionada por su rutinaria vida y desencantada del amor, pues su llama hace mucho que se apagó en su corazón. Es al retomar el mundo de los jóvenes en su relación con Elaine
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(bellísima Katharine Ross), cuando Ben vuelve a ser él mismo, a sentirse seguro, a saber qué es lo quiere ser y hacer con su vida, aunque deba enfrentarse a los que le rodean. Queda patente el choque generacional existente, con cierta hostilidad de hijos hacia los padres por conceptos equivocados o tergiversados quizá intencionadamente, como la hipocresía ante el sexo (lo que es válido para ellos no lo quieren para sus descendientes), el guardar las apariencias, la supuesta sinceridad en los consejos paterno filiales, la utilización de las personas con fines interesados, etc. En suma, un cóctel de sentimientos que explota convirtiendo en añicos la convivencia familiar a través de la rebeldía juvenil. El resultado final obtenido por Mike Nichols es de difícil encuadre, pues su mirada sutil e irónica en forma de crítica social, hace que estemos a caballo entre la comedia y el melodrama. A destacar la estupenda dirección de actores en unos roles bien definidos, con un Dustin Hoffman siempre creíble y cercano al espectador por su físico lejano de los estereotipos de Hollywood, tan normal, que compone un personaje en el que nos vemos reflejados e identificados en forma y fondo. No sería justo acabar este comentario sin hacer mención especial a la música. Paul Simon creó unas canciones memorables, que junto con la voz de su compañero Art Garfunkel, consiguen elevar el resultado final a unos niveles inolvidables, ayudando a identificar los personajes protagonistas, como sucede con The sound of silence o Mrs. Robinson. Ganadora de un Oscar al mejor director y seis nominaciones para la película, actor principal (Dustin Hoffman), actriz principal (Anne Bancroft), actriz secundaria (Katharine Ross), guión adaptado y fotografía. • Alejandro Zapico Rato
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El guateque
Blake Edwards USA, 1968 (98 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión argumento fotografía montaje música dirección artística decorados sonido maquillaje vestuario efectos especiales ayudante de dirección Peter Sellers Claudine Longet Marge Champion Sharron Kimberly Natalia Borisova Jean Carson Al Checco Corinne Cole Dick Crokett Danielle De Metz Herbert Ellis Kathe Green Gavin MacLeod Steve Franken
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The party Warner Bros Blake Edwards Blake Edwards, Ton Waldman y Frank Waldman Blake Edwards Lucien Ballard Ralph E. Winters Henry Mancini Arthur Friedrich Reg Allen y Jack Stevens Robert Martin y Ben Smith Allan Snyder Jack Bear Norman Friedlove Mickey McCardle Ficha artística Hrundi V. Bakshi Michelle Monet Rosalind Dunphy Princesa Helena bailarina Nanny Bernard Stein Janice Kane Wells Stella D’Angelo director Molly Clutterbuck C. S. Divot Levinson
como muchas comedias y películas de otros géneros de aquella época, ésta hay que enjuiciarla de manera un poco especial, dado que muchos de los gags y en general la cinta entera, no será vista de igual forma por un joven que lo haga por primera vez, que por un veterano espectador que lo hiciera en su momento. Unos y otros, lo mismo el público experto que el recién llegado, acostumbrado al humor directo cáustico y subido de tono que nos muestran las comedias actuales, tal vez debieran hacer un ejercicio cómplice de recíproca compresión para pasar 99 minutos de puro entretenimiento en la agradable compañía de Peter Sellers en el papel de Hrundri V. Bakshi, el patoso e inevitable actor indio que, hallándose rodando una película en el desierto californiano, es invitado erróneamente por el productor de la misma a una fiesta en el Hollywood de los años sesenta. En ella, el gafado, tímido y sonriente protagonista, dará rienda suelta a una interminable metedura de pata, deambulando de un sitio para otro incomprensiblemente inmerso en medio de un grupo donde es un desconocido, cosa que sin embargo no parece importarle ni a él ni a nadie y que en su afán de contribuir o participar de una forma u otra de la diversión general, no consigue más que torcer todas sus iniciativas. La cinta es en algunos momentos crítica con la sociedad americana de aquél entonces y no deja de tener cierto mensaje, aunque como dije al principio, vista desde la lejanía del tiempo y del enfoque diferente que hoy se tienen de las cosas, decir esto puede parecer sorprendente y hasta pueril, pero así ha evolucionado la sociedad en que vivimos y el pensamiento en general. La trama parte de una premisa muy sencilla y se va volviendo más delirante y alocada a medida que va transcurriendo la acción, llena de situaciones disparatadas, hasta llegar al clímax en las secuencias finales, tratando de conseguir la máxima carcajada del espectador. Este objetivo se ve flaquear en algunos momentos, pero
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el encadenamiento sucesivo de gags hace que al momento te olvides y vuelvas a disfrutar de nuevo con otra nueva ocurrencia del personaje. Filme admirablemente dirigido por el genial Blake Edwards y animado por una banda sonora desenfadada y alegre, que apoya la continua sucesión de enredos, equívocos y secuencias, muchas veces improvisadas, en donde da la impresión de que la cámara es un invitado más. Algunas de ellas, como la del camarero borrachín, sin entrar en otras consideraciones, son si no antológicas, sí inolvidables, la cual ha sido recurrentemente empleada de manera muy parecida en infinidad de películas programadas en el 50 aniversario
comedias posteriores. Igualmente se puede decir de la secuencia de la piscina con el elefante, del baño de espuma y del extra final. Con todo lo comentado, creo garantizar que todo el mundo, en mayor o menor medida, saldrá de verla con una sensación de agrado y de haber pasado un buen rato. Para finalizar, como buen amante de la estética y gustos de los años sesenta, debo rendir desde aquí un pequeño homenaje a la hermosa actriz francesa Claudine Longet que con su presencia, hacía más agradable cualquier película en la que apareciera. • Francisco Jurado 197
Cowboy de medianoche John Schlesinger USA, 1969 (113 minutos)
Ficha técnica título original Midnight Cowboy producción Metro-Goldwyn-Mayer / United Artists productor Jerome Hellman guión Waldo Salt (novela James Leo Herlihy) fotografía Adam Holender montaje Hugh A. Robertson música John Barry dirección artística Edward Garzero decorados Philip Smith vestuario Ann Roth maquillaje Irving Buchman peluquería Bob Grimaldi sonido Abe Seidman edición de sonido Vincent Connelly, Jack Fitzstephens operador de cámara Richard C. Kratina ayudante de dirección Terence A. Donnelly ayud. de producción Fred C. Caruso direc. segunda unidad Burtt Harris productores asociados Kenneth Utt diseño de producción John Robert Lloyd jefe de producción Hal Schaffel efectos especiales Joshua White Ficha artística Dustin Hoffman Ratso Jon Voight Joe Buck Sylvia Miles Cass John McGiver Mr. O’Daniel Brenda Vaccaro Shirley Barnard Hughes Towny Ruth White Sally Buck Jennifer Salt Annie Gary Owens Joe de pequeño George Eppersen Ralph
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Joe Buck es un joven tejano marcado por las experiencias infantiles y adolescentes sufridas con su abuela y su novia, que abandona su pueblo del oeste para probar fortuna como gigoló en la atrayente y próspera Nueva York. Quiere ser un vividor (como él mismo se califica), y aprovecharse de las mujeres sedientas del sexo de «tipos duros» del salvaje oeste con su sombrero de cowboy, su radio, su zamarra de flecos y su maleta de piel de vaca. Sin embargo, a todos los sueños que había imaginado les dará un duro golpe la realidad de una ciudad fría, donde el sálvese quien pueda está a la orden del día y la inocencia no tiene lugar, realidad que acabará compartiendo con un ladronzuelo de poca monta en los lugares mas desesperanzadores de Nueva York. John Schlesinger rompe totalmente el mitificado sueño americano en este duro film, que consiguió tres Oscar a pesar de ser calificada «x» en Estados Unidos. La historia, a parte de original, es sencillamente increíble, se tratan temas tan dramáticos como la pérdida de la inocencia, la influencia aterradora de un fatídico pasado, la lucha por la supervivencia o la línea que separa la soledad de la amistad, sin caer en sentimentalismos baratos pero sin ser tampoco excesivamente sutil, ya que algunas escenas del filme son realmente duras. A medida que avanza la película, con un estilo influenciado por el free cinema inglés, se va uno introduciendo en la compleja situación de Joe Buck, comprende como esas terribles experiencias del pasado le hicieron ser como es y lo atormentan de manera incesante, y sufre con él, al ver como su sueño se rompe en baños sucios, pisos abandonados y fiestas caóticas, mientras su inocencia se pierde por las cloacas de Nueva York y se cierra toda ventana por la que pudiera entrar alguna esperanza, aunque nunca dejan de buscarla. Para comprender su atormentada mente, Schlesinger utiliza un sistema de flashbacks y flashfowards (que en realidad no lo son porque muestran un futuro que
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no llega a realizarse) que reflejan la mezcla de sueños y pesadillas que tiene Joe Buck, y también su amigo Ratso, con el que irá tejiendo una gran amistad a lo largo del film. La atmósfera que recrea la película hace que los personajes principales parezcan sombras que vagan sin rumbo por la ciudad, sin embargo al principio la fotografía es más calida, cuando la realidad aún no ha hecho trizas a nuestro cowboy, y también en el desesperanzador final, que por lo tanto no es tan desesperanzador, pues a pesar de lo que parece simboliza un nuevo comienzo después de haber aprendido a dejar las fantasías de un lado para aprender a luchar por ellas, y a dejar de ser el vaquero de sonrisa fácil para aprender a vivir la realidad. Asombra la grandiosa y muy personal dirección, aunque en algunos momentos sea un poco cargante el exceso de flashfowards, sobre todo los de Ratso. De todos modos ese detalle no anula la gran labor de Schlesinger, con la que convenció a público y crítica a pesar de no ser la típica película americana precisamente. Las interpretaciones de Voight y Hoffman son de otro mundo, hacen una pareja excelente que ya ha pasado a la historia del cine. Voight hace quizás la mejor actuación de su carrera, pero personalmente me rindo ante la increíble construcción del personaje de Hoffman, porque sin duda no podrán olvidar al peculiar Ratso. Todo ello bajo el hilo musical de la ya clásica Everybody’s talking. • Daniel Albaladejo
películas programadas en el 50 aniversario
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La balada de Cable Hogue Sam Peckinpah USA, 1970 (121 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música dirección artística decorados sonido vestuario maquillaje peluquería ayudantes de dirección efectos especiales Jason Robards Stella Stevens David Warner Strhoter Martin Slim Pickens L.Q. Jones Peter Whitney R.G. Armstrong Gene Evans William Mims Kathleen Freeman Susan O’Connell
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The Ballad of Cable Hogue Phil Feldman para Warner Bros Sam Peckinpah Phil Feldman John Crawford y Edmund Penney Lucien Ballard. Frank Santillo y Louis Lombardo Jerry Goldsmith Leroy Coleman Jack Mills Don Rush Robert Fletcher Gary Liddiard Kathy Blondell John Gaudioso Bud Hulburd Ficha artística Cable Hogue Hildy Joshua Sloane Bowen Ben Fairchild Taggart Cushing Quittner Clete Jensen Mrs. Jensen Claudia
el actor Warren Oates, amigo íntimo de Peckinpah, fue quien le dio a conocer el relato original que sustenta la película. Tras comprarlo y después de diversos avatares fue producido por Warner BROS, compañía cinematográfica que estaba de uñas con el director después de los problemas y desacuerdos que habían tenido con Grupo Salvaje (1969), por cierto una de las cintas más importantes del cine moderno. La historia de Cable Hogue es la de un hombre sencillo aferrado a su tiempo y que no quiere saber nada con lo que significa civilización, en concreto no quiere ir a la ciudad porque allí no sería nadie. Abandonado por sus compañeros y perdido en el desierto, cuando está a punto de perecer descubre un pozo de agua y decide hacer una estación de parada para la diligencia, así crea su propio mundo donde puede desarrollar su libertad. La llegada de diversos pasajeros y transeúntes le van complicando la vida. Peckinpah era muy popular en la época del rodaje, gozaba de un reconocimiento casi general, pero había vuelto a beber en demasía, tenía un carácter intratable, se le conocían múltiples romances tormentoso y se peleaba con todo el mundo. La cinta se rodó durante 36 días cerca de Las Vegas y en Arizona. Tuvo un presupuesto de 880 000 dólares. Se produjeron muchos problemas en el rodaje, debido a tormentas y al mal humor del director que llegó a despedir a 36 técnicos, dicen que uno por día, incluida su propia hija que se empeño en salvar al lagarto que Sam quería matar en primer plano, que por cierto mató. Los típicos problemas del director con las productoras se volvieron a repetir, hubo que cambiar parte del montaje y recortar cerca de media hora. La balada de Cable Hogue es una cinta atípica en su filmografía, es la más poética y la que cuenta con mayor sentido del humor, pero no deja de ser una visión diferente de su temática predilecta, es decir hombres que están fuera de su mundo y se aferran a él con todas sus consecuencias.
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Tuvo el problema de que se estrenó con una campaña publicitaria que la presentaba como una continuación de Grupo salvaje, esto lastró la comprensión por parte del público, que no quiso ver lo personal de esta nueva muestra del genio de Peckinpah. Sin embargo estamos ante una obra maestra absoluta que gana enteros con el paso del tiempo, donde el director se expresó de una forma clara y enternecedora con un personaje que es el más propio de todos los suyos., el que mejor sabe vivir de su pasado, el que no cambia, es feliz, es libre y no aspira a otra cosa que perpetuar su mundo. La película es la mejor fotografiada de su obra y cuenta con un elenco de actores extraordinarios películas programadas en el 50 aniversario
donde sobresale un pletórico Jason Robards, en uno de sus mejores papeles, quizás solo igualado con el que hizo para Sergio Leone en Hasta que llegó su hora (1968); una estupenda Stella Stevens, una actriz realmente desaprovechada por el cine americano y un adecuado David Warner, actor que formó parte del universo de amigos creado por Pehkinpah. Como en la mayoría de la obra de Peckinpah se dice que había realizado mucho más metraje y que también aquí desapareció del montaje final, sobre todo escenas humorísticas. ¿Quién sabe si algún día las recuperaremos? • Avelino Fernández
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Cabaret Bob Fosse
USA, 1972 (122 minutos)
Ficha técnica título original Cabaret producción ABC Pictures Corporation productor Cy Feuer guión Jay Allen argumento el musical homónimo de Joe Masteroff basado en la obra I am a camera de John Van Druten y narraciones de Christopher Isherwood fotografía Geoffrey Unsworth montaje David Bretherton música y canciones John Kander (música) y Fred Ebb (letras) direc. musical y orques. Ralph Burns coreografía Bob Fosse dirección artística Rolf Zehetbauer y Jürgen Kiebach decorados Rolf Zehetbauer, Jurgen Kiebach y Herbert Strabl vestuario Charlotte Flemming maquillaje Susi Krause y Raymund Stangl peluquería Susi Krause, Raymund Stangl y Gus Le Pre (para Liza Minelli) sonido David Hildyard director de producción Pia Arnold ayudantes de dirección Wolfgang Glattes y Douglas Green operador de cámara Peter MacDonald script Trudy von Trotha casting Renate Neuchi Ficha artística Liza Minnelli Sally Bowles Michael York Brian Roberts Joel Grey maestro de ceremonias Helmut Griem Maximillian von Heune Marisa Berenson Natalia Landauer Fritz Wepper Fritz Wendel E. Neumann-Viertel Fräulein Schneider Helen Vita Fräulein Kost Ralf Wolter Ludwig Sigrid von Richthofen Fräulein Mayr Georg Hartmann Willi Gerd Vespermann Bobby Ricky Renée Elke Estrongo Nachama Cantor Kathryn Doby bailarina Inge Jaeger bailarina Angelika Koch bailarina Helen Velkovorska bailarina Gitta Schmidt bailarina Louise Quick bailarina 202
berlín 1931. A pesar de que aún faltan dos años para que el presidente Hindemburg nombre canciller a Adolf Hitler, la democracia alemana corre tiempos difíciles ante la cada vez más creciente pujanza del partido nazi. Sin embargo, la sociedad berlinesa sigue frecuentando su diversión favorita: el cabaret. Precisamente en uno de ellos, el Kit-Kat, triunfa una chica americana, Sally Bowles, todo fuerza, vitalidad y generosidad en el escenario. Por el contrario, su vida personal camina por diferentes derroteros, pues vive en una pensión y mantiene una relación amorosa de incierto futuro con un profesor inglés de ambigua actitud. El origen de Cabaret se remonta al libro de memorias noveladas Goodbye to Berlin original de Christopher Isherwood, del que John van Druten realizó una comedia titulada I’m a camera, llevada al cine por Henry Cornelius en 1955 y posteriormente, en 1966, al teatro por Joe Masteroff, dirigido y producido por Harold Prince, pero ya con formato de musical y con el mismo nombre que la película que hoy vamos a ver. Curiosamente del elenco original de actores sólo repetiría Joel Grey como célebre maestro de ceremonias. El estupendo guión de Jay Allen (con la ayuda sin acreditar de Hugh Wheeler) nos presenta dos mundos diferentes: por un lado el interior, representado por un cabaret que, a través del microcosmos que lo compone, forma un personaje en sí mismo, lleno de alegría, belleza, sexo y derroche; y por otro el exterior, el de la calle, con un ambiente frío, triste, precario y amedrentado. Es decir, la vida irreal y la vida real de aquella época en una Alemania que, sin saberlo, se estaba preparando para la guerra y para la hecatombe que ello le iba a ocasionar. Llegados a este punto, debo decir que lo más interesante de la película es precisamente la parte artificial, la que transcurre entre las paredes del cabaret, que a los componentes habituales del género musical, como el baile, canciones, lujo y fantasía, añade en este caso concreto la ironía y
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un cierto cinismo a modo de crítica social. A pesar que se van entrelazando planos del devenir de los protagonistas tanto dentro como fuera, la segunda parte, la historia de amor, pierde fuerza e interés y los intérpretes no consiguen transmitirnos sus sentimientos o frustraciones por falta de química entre ellos (desafortunada elección a mi juicio la de Michael York), con lo que el espectador está deseoso de que la cámara regrese al club cuanto antes. Podría decirse que estamos ante una película partida en dos géneros cinematográficos, la comedia musical y el melodrama. Pero lo que es indudable, es que ciñéndonos sólo al primero, es sencillamente maravillosa, con unos números espectaculares que figuran por méritos propios en la antología del cine, destacando sobre todo aquellos en los que interviene el genial Joel Grey (Wilkommen, Money películas programadas en el 50 aniversario
Money o If you could see her) y cómo no, el que da título a la película, que marcaría para bien o para mal, el devenir artístico de una Liza Minnelli que no podría deshacerse jamás ni del personaje, ni de la canción, quizá en la única vez que estuvo a la altura artística de su madre, la célebre Judy Garland. Su transformación sobre el escenario es prodigiosa, llena de fuerza, entrega, talento y seguridad en sí misma. Lástima que lejos de él no le ocurriera lo mismo y destrozara su carrera con alcohol, drogas y depresiones. En la edición de los Oscar de aquél año, se llevaría ocho estatuillas para el director, actriz principal (Liza Minnelli), actor secundario (Joel Grey), fotografía, decorados, banda sonora adaptada, montaje y sonido, amén de nominaciones a la mejor película y al guión adaptado. • Alejandro Zapico Rato 203
El padrino
Francis Ford Coppola USA, 1972 (171 minutos)
Ficha técnica título original The Godfather producción Albert S. Ruddy guión Francis Ford Coppola y Mario Puzo argumento la novela homónima de Mario Puzo fotografía Gordon Willis montaje William Reynolds y Peter Zinner música Nino Rota dirección artística Warren Clymer decorados Philip Smith sonido Christopher Newman vestuario Anna Hill Johnstone maquillaje Phil Rhodes y Dick Smith efectos especiales Sass Bedig, A. D. Flowers y Joe Lombardi ayudante de dirección Fred Gallo Ficha artística Marlon Brando Don Vito Corleone Al Pacino Michael Corleone Diane Keaton Kay Adams James Caan Santino «Sony» Corleone Robert Duvall Tom Hagen John Cazale Fredo Corleone Thalia Shire Connie Corleone Sterling Hayden Capitán McCluskey Richard S. Castellano Clemenza Richard Conte Don Emilio Barzini Al Lettieri Sollozzo Abe Vigoda Tessio Al Martino Johnny Fontana Morgana King Mamma Corleone Lenny Montana Luca Brassi Corrado Gaipa Don Tomassino Franco Citti Calo
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hablar de El padrino es una tarea que además de placentera, uno puede sentir la duda de no cumplir bien con su objetivo por temor a quedarse corto en su apreciación, pues es hablar de «CINE», así con mayúsculas. Realizada en 1972 por Francis Ford Coppola y guión de Mario Puzo, supuso el espaldarazo definitivo para una nueva generación de autores que trataban de abrirse camino en el difícil y cerrado mundo de la realización, controlado entonces por los grandes estudios. En esos años de hegemonía de la tv y con un trasfondo político y social bastante convulso, donde la creatividad artística intentaba buscar nuevas formas de expresión y desarrollo, el estreno de El Padrino fue una bocanada de aire fresco para la alicaída industria de Hollywood, siendo nominada a los Oscar en 0nce categorías, logrando alzarse con tres estatuillas: película, actor (Marlon Brando) y guión adaptado, frente a las once que ese año logró Cabaret. Sin entrar en la polémica de si es una de las diez mejores jamás filmadas, pues creo que es una discusión a obviar dado que los juicios y las críticas son rehenes de las circunstancias y del momento histórico en que se hacen, lo indudable es que estamos ante una obra maestra de factura y desarrollo impecable. El argumento gira en torno a la lucha por el poder entre las cinco familias mafiosas que controlaban los negocios sucios en el Nueva York de los años cuarenta. Una de ellas es la formada por Don Vito Corleone (interpretado por Marlon Brando), un siciliano emigrado a EE. UU, que siendo aún niño tuvo que huir de su tierra para salvar su vida por causa de una vendetta que lo dejó huérfano, y sus hijos Santino, Fredo, Michael, la joven Connie y Tom, criado como un hijo más, el cual además de abogado, es el consigliere. Controlan una parte de la ciudad teniendo en su nómina a políticos, jueces y policías, recaudando dinero de la prostitución, el juego y de una parte
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de los muelles y sindicatos de estibadores portuarios. Don Vito, aunque implacable en los negocios, tiene un recto sentido del honor y rechaza la oferta de entrar en el tráfico de estupefacientes por parte de un protegido de la familia Sollozzo, lo que hará que sus rivales le consideren blando y caduco, sufriendo un atentado que casi acaba con su vida y le imposibilitará para seguir al mando de la organización. Éste será el detonante para una guerra de bandas en la que caerá también el temperamental Santino, el heredero lógico para sustituir a su padre al frente de la familia, lo que llevará a Michael, el menor de los varones, a tomar la iniciativa y el control, dado el carácter débil y enfermizo de su hermano mayor Fredo. El joven, al que su padre mantuvo al margen de los asuntos que ocupaban al grupo, estudiante y recién licenciado del ejército, en el que se enroló para luchar en la Segunda Guerra Mundial, es de carácter pacífico, mente fría e inteligente, pero su estancia en películas programadas en el 50 aniversario
el frente le ha endurecido, lo que hará que tome decisiones drásticas en defensa de los suyos, tras lo que todos le juran fidelidad pasando a ser el nuevo capo. Uno de los aciertos del director es que no trata de juzgar a los personajes y sus acciones sino que simplemente los presenta y retrata en su entorno de una forma natural, sin entrar en cuestiones morales. La puesta en escena, siempre acompañada por la personal y excelente música de Nino Rota, tiene un planteamiento clásico en su concepción, pues a su argumento, que el mismísimo Shakespeare hubiese firmado con agrado, no le falta de nada ya desde los primeros fotogramas, con las secuencias durante la boda, donde nos va presentando uno a uno a todos los personajes que durante las casi tres horas siguientes, inmersos ya en el desarrollo de la acción, fijaran nuestra atención en la pantalla de manera ininterrumpida. Que disfrutéis. • Francisco Jurado 205
El jovencito Frankenstein Mel Brooks
USA, 1974 (105 minutos)
Ficha técnica título original Young Frankenstein producción 20th Century Fox productor Michael Gruskoff guión Gene Wilder / Mel Brooks fotografía Gerald Hirschfeld montaje John C. Howard música John Morris dirección artística Edward T. McAvoy decorados Robert De Vestel sonido Don Hall vestuario Dorothy Jeakins maquillaje Edwin Butterworth peluquería Mary Keats ayudantes de dirección Marvin Miller efectos especiales Hal Millar / Henry Millar Jr. Ficha artística Gene Wilder Dr. Frankenstein Peter Boyle el monstruo Marty Feldman Igor Cloris Leachman Frau Blücher Teri Garr Inga Kenneth Mars Inspector Kemp Richard Haydn Herr Falkstein Gene Hackman Ciego Madeline Kahn Elizabeth
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Frederick, nieto de Victor Frankenstein, es un profesor universitario que parece renegar de sus antepasados hasta que recibe la visita de un antiguo compañero de su abuelo, que le confirma que en su testamento le ha legado todas sus posesiones ubicadas en Transilvania. Dejando a su novia en los Estados Unidos viajará hasta Europa y en la vieja mansión familiar se encontrará con dos ayudantes: Igor e Inga. Tras una breve estancia, descubrirá un libro con los secretos necesarios para dotar de vida a los tejidos muertos, esto le hace decidirse a crear su propia criatura. Todos los aficionados al cine conocemos la historia de Frankenstein, un doctor que en Transilvania, comarca que también alberga leyendas de otros grandes monstruos que poblaron el cine como Drácula, descubre la manera de devolver la vida a los muertos. Acaba devolviéndosela a una criatura recientemente ajusticiada, que por algún motivo recibe una fuerza inhumana, y es carente de todo tipo de razonamiento. Mel Brooks, famoso director de parodias como: Drácula un muerto muy contento y feliz (1995), La loca historia de las galaxias (1987) o La loca historia del mundo (1981), trató la leyenda de Frankenstein en esta película, que tiene todos los ingredientes de una película de terror gótico. Así encontramos a un cirujano loco, un ayudante deforme y un monstruo, mezcla que también se puede utilizar para obtener una brillante comedia. No en vano es un remake en clave de humor de El doctor Frankenstein (1931) de James Whale, en particular y de las adaptaciones cinematográficas de la novela de Mary Shelly en general. Hay escenas como la del ciego o la niña que juega con el monstruo que están calcadas, sonando a emotivo homenaje al original. Estos tres papeles, son algo a destacar en la película por la buena interpretación que hacen Wilder, Feldman y Boyle respectivamente. Aunque, todo hay que decirlo, las graciosas situaciones del film, humor fácil en ocasiones, de eso no hay duda, pero efectivo siempre, pasan a
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la posteridad como algo de lo mejor del cine de lo absurdo y consiguen arrancar las carcajadas al público a cada momento. La película en principio fue grabada en color, pero para darle ese aire tétrico y tenebroso, al final, se decidió pasarlo en la edición definitiva en blanco y negro, un fantástico trabajo realizado por Gerald Hirschfeld, que nos transmite una sensación que potencia el suspense y el terror. Otra gran aparición es la de un irreconocible Gene Hackman, haciendo de ciego, e interpretando una de las mejores escenas de la película por sus accidentes con la sopa, el vino y el cigarro. películas programadas en el 50 aniversario
Los gags están dosificados con eficacia a lo largo de la narración. Uno de los mejores transcurre en el momento en el que Frederick, encuentra el laboratorio secreto de su abuelo una serie de cabezas humanas perfectamente clasificadas. La película aparece clasificada la 13 entre las comedias americanas más divertidas de todos los tiempos. Estamos hablando de, posiblemente, la mejor obra de Mel Brooks, pero ahora, cada uno deberíamos decidir si es una parodia o un entrañable homenaje. • Sergio Ramos 207
Alguien voló sobre el nido del cuco Milos Forman USA, 1975 (133 min)
Ficha técnica título original One Flew Over the Cuckoo’s Nest producción United Artists productor Michael Douglas guión Bo Goldman & Lawrence Hauben música Jack Nitzsche fotografía Haskell Wexler dirección artística Edwin O’Donovan decorados Joe Acord sonido Mark Berger vestuario Aggie Guerard Rodgers maquillaje Fred B. Phillips peluquería Gerry Leetch montaje Bill Butler ayudantes de dirección Irby Smith y William Saint John Jack Nicholson Louise Fletcher William Redfield Will Sampson Brad Dourif Danny DeVito Dean R. Brooks Scatman Crother Vincent Schiavelli William Duell Mwako Cumbuka Nathan George Alonzo Brown
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Ficha artística R. P. mcmurphy Enfermera Mildred Ratched Dale Harding Chief Bromden Billy Bibbit Martini Dr. John Spivey Turkle Fredrickson Jim Sefelt Warren Washington Miller
narra la historia de un delincuente, estafador, violador, de espíritu libre, con fuego en las venas y lengua pronta, que finge locura y le ingresan en un manicomio junto a los que él llama pandilla de locos. R. P. McMurphy evita de esta manera ir a la cárcel, haciéndose pasar por loco. Es una forma de llevar una reclusión de manera más agradable. A su llegada al hospital se encuentra con un ambiente típico de esta clase de instituciones, represión y de miedo. Su sentido de la vida choca, repentinamente, con el orden y la estremecedora rutina de los habitantes del manicomio, muy pronto, y gracias a él, sus compañeros de hospedaje van a darse cuenta de que existe algo muy diferente a lo que están viviendo cada día. Nuestro hombre comienza a reflexionar sobre su situación y la de sus compañeros dentro de la institución, e invita a los demás a que se animen a pensar por sí mismos y a tener una vida propia, si es necesario, deben enfrentarse a aquello que les impida conseguir los objetivos, aunque algunos estén interesados en que no vivan, que pasen por la vida de una forma amorfa, sirviéndoles, para poder expresar su vida como dominio y poder sobre los demás. Se me viene a la memoria el mito de la caverna de Platón, un hombre cuerdo dentro de una cueva, compartiendo su vida con otros individuos carentes totalmente de juicio propio, donde una sociedad estratificada, va marcando el camino que se ha de seguir, luchando a cada momento por escapar y ser libre, eso es la idea que nos deja esta película, el afán por la libertad. En este caso, podemos extrapolar la situación a la vida de cada uno de nosotros, formamos parte de una sociedad, donde unos mandan más que otros, que son, al fin y al cabo, los que marcan lo que debemos hacer, pero hay veces, que sentimos esa necesidad de ser libres, de romper las cadenas que nos retienen y escapar, pensar por nosotros mismos, todos podemos, por tanto, identificarnos con el señor McMurphy, aunque
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siempre haya alguien como la dictatorial y malhumorada enfermera Ratched, que vuelva a meternos en el redil. Siguiendo con la metáfora, nuestro hombre sería aquel que rompe las cadenas y sale de la cueva para observar la verdadera realidad, y así trasmitírsela a los demás para que ellos también la vean, la escapada de pesca, el partido de baloncesto, la fiesta con las amigas, todo para que puedan decidir por sí mismos, sin embargo, volvemos al papel de la señora Ratched, mantiene las distancias con los internos, incluso los humilla, todo para conseguir que sus órdenes sean obedecidas, ejemplo de esto es el accidente de Billy, él sabe que ha infringido las normas, por tanto lo ridiculiza y lo hace películas programadas en el 50 aniversario
sentirse culpable, llevándolo a la única solución posible cuando te quitan la voluntad, el suicidio. Por otra parte, por muchos golpes que te den, puede que esa semilla que nuestro hombre intentó plantar en cada uno de sus compañeros, florezca, reflejándose en la figura importantísima de «el jefe». ¿Crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos? ¿Cómo —dijo—, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas? • Sergio Ramos 209
Taxi Driver
Martin Scorsese USA, 1976 (113 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música dirección artística decorados vestuario maquillaje peluquería dirección de casting sonido edición musical edición de sonido operador de cámara ayudante de dirección ayudante de producción productores asociados jefe de producción efectos especiales Robert De Niro Jodie Foster Albert Brooks Harvey Keitel Leonard Harris Peter Boyle Cybill Shepherd Garth Avery
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Taxi driver Columbia Pictures Julia Phillips, Michael Phillips Paul Schrader Michael Chapman Tom Rolf, Melvin Shapiro Bernard Herrmann Charles Rosen Herbert F. Mulligan Ruth Morley Irving Buchman Mona Orr Juliet Taylor Roger Pietschmann Shinichi Yamazaki Les Lazarowitz Fred Schuler Peter R. Scoppa Eugene Iemola Phillip M. Goldfarb Phillip M. Goldfarb Tony Parmelee Ficha artística Travis Bickle Iris Tom Sport Charles Palantine Wizard Betsy amiga de Iris
Travis Bickle es un veterano de Vietnam que, al volver de la guerra siente que necesita trabajar de taxista a jornada completa, al padecer insomnio, para matar el tiempo vacío que le queda en su, ya de por sí, vacía vida. El deambular por las calles de Nueva York todo el día, le hará sumergirse en las profundidades más oscuras de la ciudad estadounidense (capital de la cultura occidental moderna),y le hará sentirse asqueado con lo que él considera una sociedad inmoral y abocada al fracaso, en la que además no le dejan, por mucho que quiera, integrarse. Todo esto le hará replantearse las cosas y pasar a la acción para que todo cambie. Martin Scorsese, apoyado en el gran guión de Paul Schrader, cuya colaboración sería la primera de otras muchas, deja claro de una forma más fuerte y madura el diamante en bruto que se escondía tras los límites del guión, y de la poca experiencia tras la cámara del propio Scorsese, en Malas calles, alcanzando, si no la cumbre de su estilo, si el personal estilo que regirá su cine durante toda su carrera (Por lo menos hasta ahora). La película a mi entender es una de los mejores de los últimos 30 años, una obra maestra, oda a la soledad y a la frialdad con la que esta sociedad aísla a la gente «diferente», que sin duda es unos de los principales problemas de nuestros tiempos. Por eso precisamente el filme no envejece, porque narra uno de los problemas más profundos de nuestra sociedad, destripándola para explorar sus entrañas más perversas. Travis Bickle, interpretado por un maravilloso y jovencísimo Robert De Niro (para mí uno de los mejores papeles de su carrera), es un tipo que no encuentra su sitio en la apocalíptica Nueva York que presenta el film, gracias en gran parte a la gran fotografía con tintes expresionistas de Michael Chapman y a la que sería la última composición musical de el gran Bernard Herrmann. Debido a esto examina la ciudad todas las noches dando vueltas con su taxi, para intentar encontrar un por qué. Se enamora pero también es
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rechazado por su «falta de modales», por lo que es la sociedad, las reglas marcadas las que le siguen expulsando, ¿Quién marca estas reglas? Se pregunta Travis, y entonces harto de esperar, decide tomarse la venganza por su mano, contra la sociedad corrupta que lo atormenta, por el camino de la violencia más extrema, llegando a una gran ironía final después de esto. Scorsese con su particular estilo de la narrativa audiovisual hace que comprendamos totalmente a Travis, incluso que lo apoyemos, porque todos nos sentimos a veces, un poco como él. La sádica respuesta de nuestro personaje principal y la personalidad que en él se acaba formando (racista, machista, violenta…), no es más que una crítica a todo lo que ello significa, al ser la propia ciudad la películas programadas en el 50 aniversario
que crea esa respuesta, al ser este el germen que la ambigua sociedad alimenta. Travis es un loco, sí, pero no más que las personas que gobiernan los ayuntamientos o las calles, como demuestran los corruptos Palantine y Sport. ¿Quién tiene la razón pues, en esa «ciudad de locos»?, la película no da una respuesta, pero si plantea muchas preguntas, y evoca a la cruel (¿o feliz?) ironía de la vida. Júzguenlo ustedes mismos. También cabe destacar los magníficos papeles que desarrollan los actores secundarios, comenzando por una jovencísima Jodie Foster de 13 años. Mantengan la atención, cada detalle cuenta en el filme. • Daniel Albaladejo 211
La escopeta nacional Luis G. Berlanga España,1978 (95 minutos)
Ficha técnica título original La escopeta nacional producción InCine productor Jose Manuel M. Herrero, Alfredo Matas guión L.G.Berlanga, Rafael Azcona fotografía Carlos Suárez montaje José Luis Matesanz dirección artística Antonio Luna decorados Rafael Palmero vestuario Javier Artiñano, Humberto Cornejo maquillaje Julián Ruiz, Fernando Florido peluquería María Luisa García, Rosa Martín,Vicenta Palmero sonido Francisco Peramos edición de sonido José Nogueira operador de cámara Alfredo Fernández ayudante de dirección Miguel Ángel Gil ayud. de producción Esteban Gutiérrez jefe de producción José Manuel M. Herrero efectos especiales Antonio Bueno Ficha artística Rafael Alonso Cerrillo Luis Escobar Marqués de Leguineche Antonio Ferrandis Álvaro Agustín González Padre Calvo José Luis López Vázquez Luis José Andrés Mejuto De Prada Conchita Montes Soledad Mónica Randall Mercé Bárbara Rey Vera del Bosque José Sazatornil Jaime Canivell Laly Soldevilla Laura Amparo Soler Leal Chus Rosanna Yanni Libertad Iris Luis Ciges Segundo Zelmar Gueñol Alsina Fernando Hilbeck López Carrión Chus Lampreave Viti Mimí Muñoz Madre de Segundo Pedro del Río Castanys Elsa Zabala Marquesa
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un fabricante catalán de porteros electrónicos viaja a Madrid, acompañado de su amante, para asistir a una cacería que él mismo ha organizado. Su principal finalidad es relacionarse con gente de la alta sociedad para así mejorar su negocio. Todo parece ir bien, hasta que el dueño de la finca demuestra plena autoridad sobre Jaime, que es el verdadero organizador de la reunión. En el festejo encuentra personajes diversos junto a los que vive situaciones absurdas. La escopeta nacional, marca un importante cambio en el cine de Berlanga, ya que solo hace tres años que se acabó la dictadura y comienza en España una nueva etapa para el arte, sin tantas censuras y con más libertad creativa. Entendiendo este contexto, se entiende a la perfección la película que Berlanga y Azcona desarrollan, una explosión de bromas que antes no se podían hacer, de situaciones que antes no se podían crear y de cosas que antes no se podían ni nombrar. De ahí que el resultado sea una caótica comedia que recorre todos los estratos de la sociedad burguesa y noble de la España de los tecnócratas del Opus Dei, con una ironía nada sutil, todo lo contrario riéndose a carcajada limpia de todo, dejando a un lado la envolvente sutileza con la que eran obligados a presentar sus films para esquivar a la censura. Berlanga exprime su sarcasmo al máximo, introduce a los ya de por sí caricaturizados personajes, en situaciones absurdas que los arrastran a otra más absurda aún sin poder dar marcha atrás y ridiculiza a la vieja y arruinada aristocracia española, que aún se considera con un poder que no tiene, a los posibilistas del régimen, a los nuevos ricos e incluso al clero. Con unos planos larguísimos, Berlanga demuestra su habilidad detrás de la cámara, al otorgarle a la película el ritmo que precisa. El de unos planos largos que vayan siguiendo a los personajes enredándolos en su propio enredo, contemplando de forma natural como se desarrollan
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los magníficos y estrambóticos diálogos y poniendo a todos los personajes al mismo nivel para desarrollar la graciosa trama. La crítica de Berlanga se hace patente, se nota sin esfuerzo el rechazo a esos años de política corrupta, mandatarios sin fundamentos morales y sin contar en ningún momento con el pueblo, sin embargo, el cambio que se produce en su cine desemboca en un estilo totalmente diferente en películas posteriores al que nos tenía acostumbrados en El verdugo o Plácido, lo que demostrará que, paradójicamente, Berlanga se movía mejor intentando esquivar con sutilezas a la censura que con la total libertad que luego películas programadas en el 50 aniversario
se le ofreció. Pero no es el caso de esta cinta, en esta explota todo su talento en una genial comedia en la que Rafael Azcona da toda una lección de cómo hacer un magistral guión. El reparto es genial, con lo mejor del cine español de esos años, todos forman en conjunto un único personaje, como es el de la élite de los mandatarios españoles del momento. Sin duda una película en la que no puedes parar de reír a la vez que piensas en todo lo que significa lo que estas viendo, y ese es el gran mérito de uno de los mejores directores que ha dado nuestro país. • Daniel Albaladejo 213
Alien, el octavo pasajero Ridley Scott
Gran Bretaña y USA, 1979 (112 minutos)
Ficha técnica título original producción productores guión argumento fotografía montaje música dirección artística diseño artístico diseño del alien decorados sonido vestuario maquillaje efectos especiales efectos visuales ayudante de dirección Sigourney Weaver Tom Skerritt Yaphet Kotto John Hurt Ian Holm Veronica Cartwright Harry Dean Stanton Helen Horton Bolaji Badejo
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Alien 20th Century Fox y Brandywine Productions Gordon Carroll, David Giler y Walter Hill Dan O’Bannon Dan O’Bannon y Ronal Shusett Dereck Vanlint y Denys Ayling Terry Rawlings y Peter Weatherley Jerry Goldsmith Roger Christiany Leslie Dilley Jean Moebius Giraud, Ron Cobb y Chris Foss H. R. Giger Ian Whittaker Jim Shields John Mollo Tommy Manderson Nick Allder Denys Ayling Paul Ibbetson Ficha artística Ripley Dallas Parker Kane Ash Lambert Brett madre Alien
como sinopsis del argumento, solo diré que con una ambientación muy adecuada, nos cuenta con todo lujo de detalles la forma en que un alien se introduce en una nave espacial y la gran lucha que deben emprender los protagonistas para lograr sobrevivir frente a ese ser que, a su modo, también lucha por la perpetuidad de su propia especie respondiendo a la llamada genética de su ciclo evolutivo. Quiero con esto dar la oportunidad al posible espectador que aún no la haya visto, de descubrirla por sí mismo y de experimentar iguales o parecidas sensaciones de suspense, claustrofobia, miedo ante lo desconocido y sorpresa ante la inquietante atmósfera en la que nos vemos sumergidos a lo largo de toda la proyección. Ya desde el primer minuto quedé literalmente pegado a la butaca, pues lo que estaba empezando a ver era todo un derroche de puro ingenio y el resultado de un trabajo técnico sorprendente para la época, por la calidad de los efectos especiales que recreaban el interior de la nave y el espacio exterior, de una manera que anteriormente solo había visto en comics como Métal-Hurlant y otros, que en aquel entonces leía con bastante asiduidad y gran placer, debo reconocer. Nada extraño por otro lado, teniendo en cuenta que parte de los diseños fueron creación del magnífico e innovador dibujante francés de comics Jean Giraud, alias Moebius, que era más conocido por ser el autor, junto al guionista Jean-Michel Charlier, de la excelente saga de El Teniente Blueberry. Dirigida por Ridley Scott en 1979, aunque en un principio lo hiciera Walter Hill, esta coproducción anglo-americana está rodada íntegramente en estudios ingleses. A pesar de que algunos dicen que está basada en una novela de Joseph Conrad, el argumento fue obra de Dan O’Bannon, autor también del guión original que después fue reescrito por Walter Hill y David Giler por motivos de producción. Buscar alguna similitud entre la obra de Conrad, en la que siempre están presentes los
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viajes como trasfondo del verdadero recorrido interior de los protagonistas, y la película, iría más allá del objetivo de esta modesta presentación. Dejando este tema a un lado, a mi juicio, el único punto coincidente con la obra de Conrad, del que sin duda es gran admirador, es el nombre de la nave, Nostromo, pequeño homenaje que el realizador hace al gran novelista británico, autor entre otras de Los duelistas, que él ya había adaptado y llevado a la gran pantalla. El director se rodeó de un inmejorable equipo de rodaje y de excelentes técnicos y diseñadores, como el artista suizo H. R. Giger, al que se debe el diseño de la criatura, el ya mencionado Moebius y Carlo Rambaldi, creador del animatronic, efecto usado en muchas secuencias del alien en movimiento. La excelente fotografía películas programadas en el 50 aniversario
de Dereck Vanlint y Denys Ayling, unida a la estética del conjunto, muy diferente a la que vimos en otras famosas cintas de ciencia-ficción, contribuyen a acentuar la sensación claustrofóbica y de impotencia de esos individuos que encerrados en el interior de una nave, sin posibilidad de huir, solos en mitad del inmenso espacio exterior, se ven enfrentados a un ente de naturaleza extraña e incompresible para ellos, que parece salido de una pesadilla de H. P. Lovecraft. El trabajo de Ridley Scott, apoyado en la música de Jerry Goldsmith, consigue darle a la película un ritmo tenso, por momentos angustioso, sin recurrir a golpes de efecto directos y demasiado evidentes o a las truculencias visuales a que nos tienen acostumbrados otras obras del mismo género. • Francisco Jurado 215
Manhattan
Woody Allen USA, 1979 (96 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión montaje música fotografía dirección artística decorados sonido vestuario maquillaje peluquería ayudantes de dirección Woody Allen Diane Keaton Michael Murphy Mariel Hemingway Meryl Streep Anne Byrne Damion Scheller
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Manhattan United Artists Charles H. Joffe Woody Allen y Marshall Brickman Gordon Willis George Gershwin Gordon Willis Lesile Bloom Cosmo Sorice Dan Sable Albert Wolsky Fern Buchner Romaine Greene Frederic B. Blankfein Ficha artística Isaac Davis Mary Wilkie Yale Pollack Tracy Jill Davis Emily Pollack Willie Davis
Isaac Davis, neoyorquino de mediana edad, lo tiene todo en esta vida, si es que por todo entendemos un trabajo que odia, una novia de 17 años a la que no ama y una ex-esposa lesbiana que está escribiendo un libro en el que narra todo sobre su matrimonio, y a la que desearía estrangular. Pero todo cambia cuando conoce a Mary, la sexy e inteligente amante de su mejor amigo, y se enamora perdidamente de ella. Abandonar a su novia, acostarse con Mary y dejar su trabajo es sólo el comienzo de la búsqueda del amor verdadero y de la realización de uno mismo en una ciudad en al que el sexo es algo tan íntimo como un apretón de manos, y la puerta hacia el verdadero amor es... una puerta giratoria. Esta película, rodada tras Annie Hall no hace sino aumentar las expectativas ante un genial cineasta, tiene el mismo humor sarcástico que Allen aplicaría en todas sus comedias, además sigue el mismo hilo conductor, un individuo, atormentado por diversas razones de la vida, principalmente encontrar a la chica perfecta, que tras ir saltando de cama en cama descubre que la ha tenido todo el tiempo delante de sus ojos y no se había dado cuenta. Con este filme sigue su tendencia de hacer una crítica de la sociedad norteamericana, en concreto esa gran ciudad llamada Nueva York, la gran manzana, en la que refleja a unos seres humanos, a los que no les preocupa nada más que saber, en qué cama se van a acostar esa noche, si su psicoanalista dará con el problema que lleva tanto tiempo rondándoles la cabeza o ir a museos y teatros para demostrarse a sí mismos su propia inteligencia. El personaje de Diane Keaton es fundamental, ya que representa todo lo dicho, pero aún así consigue conquistar el amor de nuestro atormentado pseudointelectual. El personaje de Mariel Hemingway, la inocente y recatada chica de 17 años, con la que Isaac intenta autoexcusarse, es la persona más cuerda de toda la trama, es la única que tiene claro lo cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • sala oscura
que quiere hacer, la única que se implica emocionalmente en su relación, mientras que lo normal sería que él, siendo el hombre maduro, que pasa de los 40, con un trabajo y una casa, fuese el más estable. En los aspectos técnicos, la fotografía de la película, en blanco y negro, podríamos decir que es un trabajo sobresaliente, con esa introducción casi poética, en la que vemos Nueva York de una manera superficial, observándolo todo en general y nada en particular, o ese anochecer mirando al puente de Manhattan, donde Isaac y Mary empiezan su hipócrita relación. Por otra películas programadas en el 50 aniversario
parte los diálogos son sumamente ocurrentes, salpicados por ese humor típico que es marca de la casa, con el cual Allen arranca más de una carcajada al espectador. Podemos decir que ésta película trata de las relaciones interpersonales de un selecto grupo de individuos que, de una forma metafórica acaba transformándose en un perro que intenta morderse la cola, está todo el tiempo dando vueltas sobre sí mismo, intentando conseguir su ansiado premio, pero siempre acaba volviendo a donde empezó. • Sergio Ramos 217
Carros de fuego Hugh Hudson
Gran Bretaña, 1981 (118 minutos)
Ficha técnica título original Chariots of fire producción Enigma Productions productor Davit Puttnam guión Collin Welland fotografía David Watkin montaje Terry Rawlings música Vangelis dirección artística Jonathan Amberston, Roger Hall, Len Hintingford, Anne Ridley y Andrew Sanders vestuario Milena Canonero maquillaje Kenteas Brine e Hilary Steinberg peluquería Maureen Hannaford-Naisbitt y Kate Healy sonido Jim Shields y Clive Winter direc. de producción Joyce Herlihy ayudante de dirección Jonathan BEnson operador de cámara Dewi Humphreys efectos visuales Ray Caple casting Dorothy Andrew Ficha artística Ben Cross Harold Abrahams Ian Charleson Eric Liddell Nigel Havers Lord Andrew Lindsay Cheryl Campbell Jennie Liddell Alice Krige Sybil Gordon Ian Holm Sam Mussabini Nigel Davenport Lord Birkenhead Lindsay Anderson Director del Caius College Dennis Christopher Charles Paddock Brad Davis Jackson Scholz Peter Egan Duque de Sutherland John Gielgud Director del Trinity College Patrick Magee Lord Cadogan Nicholas Farrell Aubrey Montague Daniel Gerroll Henry Stallard Struan Rodger Sandy McGrath David Yelland Príncipe de Gales Yves Beneyton George Andre Jeremy Sinden presidente de la sociedad Gilbert & Sullivan Gordon Hammersley presidente del Club de Atletismo de Cambridge John Young Reverendo J. D. Liddell Benny Young Rob Liddell Yvonne Gilan Sra. Lidddell Philip O’Brien Entrenador americano Gerry Slevin Coronel John Keddie 218
en la gran bretaña de principios de los años veinte, todos los deportistas tienen sus ilusiones y esperanzas puestas en los próximos Juegos Olímpicos de París que se van a disputar en el año 1924 y ponen el máximo esfuerzo en una preparación adecuada. Entre ellos están dos atletas, Harold Abrahams y Eric Liddell, con unas condiciones innatas para correr y destinados a alcanzar la gloria deportiva. Sin embargo, sus motivaciones para hacerlo son tan diferentes como sus circunstancias personales, educación y creencias religiosas, que les afectarán, interferirán y condicionarán su comportamiento de manera muy diversa. El deporte, en sus distintas especialidades, ha sido llevado en numerosas ocasiones a la gran pantalla, pero excepción hecha de las de boxeo –—entre las que hay algunas obras magistrales— no hay muchas películas de calidad y casi siempre, cómo no americanas, tratando sus deportes favoritos y tan fotogénicos como el football y el béisbol. No es el caso sin embargo de la cinta que hoy vamos a ver, pues es una producción europea con el atletismo como tema de fondo y una gran belleza ética y estética. Pero claro está, habría que empezar por decir que Carros de fuego no es únicamente una película deportiva, es más, mucho más. No debemos quedarnos en la fachada del mero esfuerzo físico para alcanzar el éxito, sino que trata de las motivaciones que llevan a las personas hacia él o al menos a intentarlo; de sentimientos humanos como la lealtad, la fe o el deseo de ser aceptado socialmente a través del triunfo deportivo; de cuando la competencia entre iguales generaba admiración y no egoísmos o falsos endiosamientos. En fin, toda una serie de conceptos y valores que se perdieron cuando el dinero dio paso al profesionalismo y cuando la publicidad y los medios de comunicación masivos convirtieron a aquellos amateurs dignos de admiración, en tristes modelos desprovistos de otras cualidades que
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las físicas y el dinero como único afán. Lástima que ellos sean los iconos de unas generaciones que imitan y mimetizan todo lo que hacen sus ídolos, generalmente su peor cara. Como no podía ser menos tratándose de una película británica, es reconfortante ver la clase con la que está hecha, el cuidado lenguaje, la belleza de las imágenes (aunque yo no soy partidario de la cámara lenta, pues nos saca de la historia por efectista), la estupenda ambientación de una época con el gusto por la buena imagen y el glamour, aunque con gran diferenciación en el vestir según el origen social, o el genial tema central de la banda sonora de Vangelis, cuya música ensalza a los atletas y nos involucra llevándonos juntos al clímax. En cuanto a la interpretación, dentro de un carácter más bien coral, destacan como siempre películas programadas en el 50 aniversario
esos secundarios ingleses que encajan perfectamente en sus personajes, no importa cuales sean, pues parece siempre que estén hechos a su medida, pues sin destacar nadie en particular, todos destacan en su conjunto en la medida que unos mejoran a los otros con sus réplicas. En la ceremonia de los Oscar de aquél año, en la que este filme no era favorito, dio la sorpresa al obtener cuatro estatuillas a la mejor película, guión original, banda sonora original y vestuario, amén de otras tres nominaciones no premiadas para el director, actor de reparto (Ian Holm) y el montaje. Si viendo la escena de los atletas entrenando por la playa no le entran ganas de correr al salir del cine, es que está usted acabado o tiene un problema serio de sensibilidad. O ambas cosas. • Alejandro Zapico Rato 219
E.T., el extraterrestre Steven Spielberg USA, 1982 (115 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música dirección artística decorados sonido vestuario maquillaje Ayudantes de dirección efectos especiales Henry Thomas Dee Walace Peter Coyote Robert McNaughton Drew Barrymore H. C. Martel Sean Frye Tom Howell Erika Eleniak David O’Dell Richard Swingler Frank Toth Robert Baton Michael Darrell
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E.T., the extra-terrestrial Universal. Steven Spielberg, Kathleen Kennedy y Melissa Mathison Melissa Mathison Allen Daviau Carol Littleton John Williams James D. Bissell Robert Knudson Deborah Scott Robert Sidell Katy Ende y Daniel Attias. Dale Martin, Dennos Muren y Kenneth F. Smith Ficha artística Elliott Mary Keys Michael Gertie Greg Steve Tyler chica guapa alumno profesor de biología policía científico de ultrasonidos hombre de la furgoneta
E. T. es un fenómeno de esos que se dan en el cine de tarde en tarde. Su éxito sorprendió en primer lugar a su productora, solo en 1983 recaudó 243 millones de dólares. Por la venta de productos relacionados con la marca E. T. se obtuvieron 2000 millones de dólares. Los ingresos que siguieron en los años siguientes desbordaron todas las previsiones, a base de reposiciones, venta en vídeo, pases por televisión y otros. En concreto su pase en tve supuso record de pago y de audiencia. No fue ajeno al fenómeno el Cine Felgueroso que consiguió su particular record de espectadores. Se rodó durante 58 días y contó con un prepuesto de 10,5 millones de dólares. Nominada para nueve Oscar consiguió cuatro: Banda sonora, sonido, montaje sonoro y efectos visuales. Su argumento que desde el primer momento entusiasmo a Spielbeg, puesto que encajaba perfectamente con sus sueños y obsesiones, es: Unos extraterrestres recogen muestras en un bosque terrestre, uno de ellos se pierde y queda abandonado al percatarse de la presencia de unos hombres. Es recogido por unos niños que le esconden en su casa y esto da lugar a una serie de aventuras y el inicio de una extraordinaria amistad. La película tiene una estructura muy sencilla y parece dirigida expresamente por Spielberg hacia un público infantil, pero en el fondo sabe que todos somos niños. Estaba muy preocupado por lograr retratar un mundo infantil, donde los adultos fueran secundarios, según confesó se inspiró en los dibujos animados que veía en su infancia en los que se solo salían las piernas de los adultos. Lo hace de la forma más simple, colocando la cámara a la altura de los niños. Una de las claves de la cinta es el extraterrestre. Un muñeco mecánico, pero que a diferencia de otros gloriosos precedentes debía tener una personalidad y encandilar a los niños protagonistas. Spielberg quería que fuera horrible en la forma física pero encantador en el trato. Se encargó a Carlo Rambaldi el diseño, antes había
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diseñado el King Kong para la versión de 1976. Se emplearon 5.000 horas en su construcción y se hicieron tres muñecos y cuatro cabezas para usar en las distintas secuencias con un coste de 190 millones de pesetas. La calidad del trabajo junto a la maestría del director hicieron de él un personaje muy humano. La fotografía es la más tenebrista de una cinta de Spielberg, por su expreso deseo casi toda la cinta es nocturna o interiores y esto acarreó muchas dificultades en el rodaje. Además era muy complicado fotografiar al muñeco. películas programadas en el 50 aniversario
La banda sonora que está considerada una de las mejores de la historia se debe a John Williams, compositor de la mayoría de los filmes de Spielberg, con el que cosechó grandes éxitos como Tiburón o La lista de Schlinder. E. T. entró de lleno en la iconografía cinematográfica y todos conocemos la secuencia de los niños volando con las bicicletas y pasando a contraluz sobre la luna o al muñeco estirando su dedo y diciendo aquello de mi casa. • Avelino Fernández
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Blade Runner ridley scott
USA, 1982 (112 minutos)
Ficha técnica título original Blade Runner producción Warner Bros. Pictures productor Michael Deeley guión Hampton Fancher, David Webb Peoples (novela Philip K. Dick) fotografía Jordan Cronenweth montaje Les Healey música Vangelis dirección artística David L. Snyder decorados Linda DeScenna vestuario Michael Kaplan, Charles Knode maquillaje Joanna Cassidy, Marvin G. Westmore peluquería Shirley Padgett sonido Bud Alper edición musical Christopher Assells edición de sonido Peter Pennell operador de cámara Albert Bettcher, Dick Colean ayudante de dirección Newt Arnold productores asociados Ivor Powel, Paul Prischman, Run Run Shaw efectos especiales William Curtis Ficha artística Harrison Ford Rick Deckard Rutger Hauer Roy Batty Sean Young Ráchale Edward James Olmos Gaff M. Emmet Walsh Bryant Daryl Hannah Pris William Sanderson J. F. Sebastian Brion James Leon Kowalski Joe Turkel Dr. Eldon Tyrell Joanna Cassidy Zhora James Hong Hannibal Chew Morgan Paull Holden
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a principios del siglo xxi, la poderosa Tyrell Corporation desarrolló un nuevo tipo de robot llamado Nexus, un ser virtualmente idéntico al hombre y conocido como Replicante. Los Replicantes Nexus-6 eran superiores en fuerza y agilidad, y al menos iguales en inteligencia, a los ingenieros de genética que los crearon. En el espacio exterior, los Replicantes fueron usados como trabajadores esclavos en la arriesgada exploración y colonización de otros planetas. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de combate de Nexus-6 en una colonia sideral, los Replicantes fueron declarados proscritos en la Tierra bajo pena de muerte. Brigadas de policías especiales, con el nombre de Unidades de Blade Runners, tenían órdenes de tirar a matar al ver a cualquier Replicante invasor. A esto no se le llamaba ejecución, se le llamaba retiro. Así comienza una de las películas más impresionantes de todos los tiempos y de la que quiero dejar claro que en esta crítica, solo voy a sobrevolar brevemente los múltiples temas que abarca tanto moral como técnicamente la película, ya que un análisis de esto daría lugar a varios ensayos, como ya se han escrito algunos. El filme nace de la libre adaptación del libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick y a pesar de su poco éxito inicial se ha convertido en una película de culto para la gran mayoría de espectadores y en una obra clave de la cultura cyberpunk. En términos técnicos Ridley Scott revolucionó el cine de acción con Blade Runner (a pesar de estar en un trasfondo de ciencia-ficción no deja de ser acción), dándole un ritmo mucho más lento, lo que para sus detractores es la principal fuente de críticas, pero a mi entender ese ritmo deja tiempo para pensar, para analizar, porque no es otra película de acción cualquiera, en esta hay un trasfondo moral inmenso, y el tempo marcado además de mantenerte siempre alerta te indica el poderío de los detalles en la historia. Además la
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atmósfera creada, gracias a Jordan Cronenweth en la fotografía, y a los encargados de la dirección artística con el diseño de David L. Snyder , vestuarios, caracterización, etc., es sencillamente increíble, en el año de sus estreno nunca se había visto nada igual y hoy en día sigue impresionando ese agobiante aire que se respira en Los Angeles de 2019, siempre a oscuras, con luces cegadoras de neón, una agobiante publicidad en todos los sitios y la omnipresente policía como órgano represor, todo ello crea , junto a la magnífica música de Vangelis, una sensación increíble de estar en un futuro aterrador, en el que la esperanza no tiene cabida bajo el oscuro cielo, los grandes edificios esconden interiores pobres y las calles abarrotadas de gente bajo la mirada de la policía parece que no te dejan respirar. Sin duda una costosa labor que no deja el más mínimo detalle sin caracterizar y ha pasado a ser de las más recordadas y homenajeadas estéticas del cine. La parte moral del film, profundiza en temas que están cada vez más a la orden del día, con la cantidad de avances en la ingeniería genética y la electrónica. Hace que nos hagamos preguntas tan complejas como ¿Qué significa vivir? O la relación de nuestros recuerdos con el pasado, ese es uno de los temas centrales de Blade Runner, los recuerdos, por eso ese plano de un ojo al principio, porque los ojos son el principal sitio por donde se generan los futuros recuerdos, que pueden no serlo en realidad, aunque creas haberlo visto. Hace que nos planteemos toda la existencia y su sentido, desde esos recuerdos hasta la muerte, hasta entender cómo algo señalado como no humano tiene el mismo miedo a la muerte y las mismas dudas que los humanos sobre la vida. Disfruten de la que para mi, es la segunda mejor película de ciencia-ficción de la historia del cine y consigan contestar a una de las preguntas más realizadas de esa misma historia, ¿Es Deckard un replicante? La respuesta la dejo a su criterio. • Daniel Albaladejo películas programadas en el 50 aniversario
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Los santos inocentes Mario Camus
España, 1984 (105 minutos)
Ficha técnica título original productor guión argumento fotografía montaje música dirección artística vestuario maquillaje peluquería sonido direc. de producción Ayud. de dirección efectos especiales operador de cámara script Alfredo Landa Paco Rabal Terele Pávez Juan Diego Agustín González Maribel Martín Mary Mary Carillo Ágata Lys Juan Sánchez Susana Sánchez Belén Ballesteros Manuel Zarzo José Guardiola Francisco Torres José Salvador José Manuel Sito José Albiach Rafel Serna
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Los santos inocentes Julián Mateos Antonio Larreta, Manuel Matji y Mario Camus la novela homónima de Miguel Delibes Hans Burmann José María Burrún Antón García Abril Rafael Palmero León Revuelta Mariano García Rey Josefa Rubio Carlos Faruolo Andrés Santana Benito Rabal Reyes Abade Manuel VElasco Marisa Ibarra Ficha artística Paco, «el Bajo» Azarías Régula señorito Iván D. Pedro señorita Miriam Sra. Marquesa Doña Pura Quirce La Niña Chica Nieves doctor señorito de la Jara
extremadura años sesenta. En un inmenso cortijo propiedad de unos marqueses, viven sus empleados, la humilde familia de Paco El Bajo, su esposa Régula, sus tres hijos (la menor deficiente) y su cuñado Azarías, retrasado mental, hacinados en una casa en condiciones muy precarias. Acostumbrados a las labores del campo y a todo lo que dispongan sus amos, su actividad se ve alterada cuando hay partidas de caza, afición del hijo de los marqueses, el señorito Iván, para cuyas batidas cuenta siempre con la imprescindible ayuda de Paco. El problema surge cuando éste se rompe una pierna y no puede acompañarle en una batida. Estamos ante un drama rural puro y duro, pero no uno cualquiera a los que nos tiene acostumbrados el cine americano, pues en mi opinión la sociedad rural española no tiene apenas parangón en el mundo, ya que los nuestros son más auténticos y directos, basados en un arraigo ancestral a la tierra y a las costumbres familiares heredadas de generación en generación. En una época de grandes latifundios gobernados por unos señores casi feudales y una plebe empobrecida económica e intelectualmente (con un alto índice de analfabetismo), la tierra es el único bien al que se aferran estas personas para su supervivencia y ello genera pasiones y actitudes, no siempre bien encauzadas, que a veces afloran y se rebelan contra el orden socialmente establecido. El guión está basado en la novela homónima del célebre autor español Miguel Delibes y alrededor de su tema favorito, la caza, plantea otra serie de cuestiones trascendentales de la historia reciente de España, como la coexistencia de la burguesía latifundista y el proletariado rural, con la consiguiente explotación de la clase poderosa sobre la humilde. Mientras que los primeros abusan de unos privilegios que consideran inalienables, los segundos parecen aceptar su condición con sumisión y dignidad. Sin embargo, en
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la década de los sesenta se vislumbraban atisbos de cambio en las generaciones posteriores, pues tienen otras aspiraciones distintas a las de sus progenitores y un punto de vista diferente de su condición personal y de la jerarquía social que les toca vivir. El lento acceso a la cultura y el salir de su entorno, les hace conocer otros mundos y abrir sus mentes. Para mostrarnos este retrato histórico de nuestro país, la película consigue crear una tensión en aumento durante todo su metraje, utilizando la opresión, el desprecio y las humillaciones continuas de los señores como caldo de cultivo para llegar al clímax final en forma de venganza de los seres considerados inferiores, que a pesar de ser humanos están a muy poca distancia de los animales en la escala social. Es significativo que sea precisamente el que ocupa el escalón más bajo (el retrasado mental), quien adopte el papel liberador de su estirpe familiar cuando le privan de un ser que encarna en cierta medida la libertad, su milana. No hay palabras suficientes para describir el nivel alcanzado por el maravilloso elenco de actores, pues es difícil reunir tanto talento en un mismo film. Todos desde el primero al último están perfectos, creíbles y adaptados a sus papeles como si fueran ellos mismos. Es obligado no obstante destacar a Alfredo Landa como Paco «el Bajo» y a Francisco Rabal como Azarías, pues ambos conseguirían ex-aequo el premio de interpretación en el Festival Internacional de Cine de Cannes, pero yo quiero además añadir a una gran actriz que no tiene el rango y el reconocimiento que se merece en el cine español como es Terele Pávez, que borda a esa Régula fuerte, sufridora y pilar de la familia. Con todo ello y mucho más, Mario Camus consigue una obra maestra incontestable e imprescindible. • Alejandro Zapico Rato
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Cinema Paradiso Giuseppe Tornatore Italia, 1989 (155 minutos)
Ficha técnica título original Nuovo Cinema Paradiso producción Coproducción Italia-Francia; Les Films Ariane / Cristaldifilm / TFI Films / RAI productor Franco Cristaldi guión Giuseppe Tornatore fotografía Blasco Giurato montaje Blasco Giurato música Andrea y Ennio Morricone dirección artística Fabio Bonzi decorados Benito Leonardi sonido Franco Finetti vestuario Beatrice Bordone maquillaje Maurizio Trani peluquería Paolo Borselli efectos especiales Danilo Bollettini Ayud. de dirección Giuseppe Giglietti Ficha artística Philippe Noiret Alfredo Salvatore Cascio Toto niño Marco Leonardi Toto joven Jacques Perrin Toto adulto Agnese Nano Elena Mendola Briggite Fossey Elena Mendola adulta Antonella Attilli María Di Vito joven Pupella Mggio María Di Vito vieja Isa Danielli Anna Leo Gullotta Usher Leopoldo Trieste Adelfio
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un afamado realizador, conocido como Toto, al enfrentarse a la muerte de su apreciado amigo Alfredo, comienza a recordar las historias vividas en un pequeño pueblo italiano siendo niño y adolescente. Así rememora su infancia como huérfano, su padre desapareció en la guerra, su amistad con el proyeccionista de un cine, como consigue introducirse en la cabina y su ascenso a proyeccionista jefe. La película está cargada de emoción y consigue que el espectador se conecte con lo que sucede en la pantalla. El ritmo tiene una tremenda importancia, ya que se consiguen condensar 40 años en solo 155 minutos. La cinta está estructurada tres partes, la primera resume la vida de un Toto niño, con no más de ocho años, en la que el ritmo es más lento, fiel reflejo de la vida real donde cuando uno es pequeño parece que el tiempo se para a cada momento, en la segunda, el ritmo se acelera un poco ya que se trata de un Toto joven que vive la vida a cada momento donde también se narra el pequeño idilio con la hija del director del banco que puede ser un estereotipo de la juventud de todo ser humano, después, la tercera, nos habla de un Toto adulto, es la más pausada y en la que empiezan a aflorar los recuerdos. Se trata de una obra casi totalmente descriptiva, en la que se pretende mostrar la trama antes que contárnosla. Todas las vivencias o recuerdos de nuestro protagonista, se ven directamente en la película, no hay un narrador que en voz en off nos va contando todas y cada una de las situaciones, cosa que hace que cada uno se integre y sea partícipe. La primera parte, quizás sea la más descriptiva de todas, principalmente, porque es donde se muestra a ese niño que, por vivir en tiempos en donde la censura se encargaba de decidir, quien podía asistir a las proyecciones o que se podía ver en las mismas, acude sin falta al cine sin importarle nada más que el hecho de estar en el sitio donde mejor se encuentra, además parece que el resto del mundo que gira a su
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alrededor no tiene importancia, nada más que el cine y Alfredo. Cabe destacar el escenario en cada parte, Tornatore, consigue darle más realismo al filme a partir del decorado, en la primera parte es un decorado jovial, donde los días son soleados, los campos verdes y las noches cálidas, en la segunda, que es donde hay más turbulencias en la vida de Toto, sale a la luz el tema, por ejemplo, de la instrucción militar, el accidente de Alfredo o películas programadas en el 50 aniversario
la partida dramática en el tren, en la última, nos trasmite el agobio del Toto adulto en el seno de la ciudad, acabando, en el último momento, con la vuelta a los días soleados. La secuencia final es inolvidable. Tornatore consigue reunir drama y humor, nostalgia y análisis, amor y desamor, en una obra muy bien estructurada que se erigió en ganadora del Oscar a la mejor cinta extranjera. • Sergio Ramos 227
Los fabulosos Baker Boys Steve Kloves USA, 1989 (114 minutos)
Ficha técnica título original The fabulous Baker Boys producción Mirage Productions productores Paula Weinstein y Mark Rosenberg guión Steve Kloves fotografía Michael Ballhaus montaje William Steinkamp música Dave Grusin dirección artística Jeffrey Townsend decorados Anne H. Ahrens vestuario Lisa Jensen maquillaje Ronnie Specter peluquería Jeanne Van Phue sonido J. Paul Huntsman ayud. de dirección Charles Myers operador de cámara Davis M. Dunlap efectos especiales Robert E. Worthington casting Wallis Nicita Ficha artística Jeff Bridges Jack Baker Michelle Pfeiffer Susie Diamond Beau Bridges Frank Baker Ellie Rabb Nina Xander Berkeley Lloyd Dakin Mathews Charlie Ken Lerner Ray Albert Hall Henry Jennifer Tilly Blanche Moran Gregory Itzin Vince Nanzy Bradford English Earl Todd Jeffries Theo Terri Treas chica en la cama David Coburn chico Gregory James masajista del hotel Nancy Fish dueña del bar Beege Barkette camarera Del Zamora hombre con la cuchilla H. Matthew Johnson encargado del baño Stuart Nisbet veterinario Robert Henry portero Martina Finch cantante Winifred Freedman cantante Wendy Goldman cantante Carlote Ita White cantante
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Frank y Jack son hermanos y a la vez músicos profesionales. Durante treinta y un años han sido Los fabulosos Baker Boys tocando al piano música de jazz por clubes y hoteles, pero los tiempos están cambiando y se han quedando anticuados. Frank, el primogénito que además ejerce de manager, está decidido a darle un giro a la situación contratando a una cantante, ante la aparente indiferencia de su hermano. Las cualidades artísticas de la chica y la belleza de la misma, relanzan su carrera como la espuma, pero su presencia y protagonismo desencadenará peleas fraternales y desencuentros amorosos que amenazan la integridad del grupo. Aunque es difícil de encasillar y algunos lo hacen como un musical, a mi me gusta decir que es un drama salpicado con música y que para todos los que amamos a Michelle Pfeiffer, pasará a los anales no solamente por su espléndida actuación, sino y sobre todo, por su interpretación (con su propia voz) de la canción Makin’ Whoopee encaramada encima de un piano de cola embutida en un precioso vestido rojo. Una imagen que hace recordar una película, convertida en todo un icono para los de mi generación... y los de alguna otra. Para evitarle dudas al espectador, cabe decir ya de entrada que es un filme romántico y sensual, de una belleza estética, aunque a la vez tiene pasajes duros, con situaciones descarnadas que ponen al descubierto los sentimientos entre hermanos largamente escondidos o mejor, adormecidos, y que nos deja al final un poso con un sabor agridulce. Nada sorprendente ciertamente, pues la relación entre dos hombres con una mujer de por medio, es una fórmula muy empleada en el cine, pero siempre con una misma resultante sea cual sea su grado de implicación: no hay solución perfecta. Queda fielmente retratado ese otro mundo del espectáculo donde no todo es glamour. Esos pequeños locales con una atmósfera oclusiva donde a los clientes que por allí pululan, quizá embutidos
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en sus propios problemas y melancolías, parecen importarles muy poco los músicos que se esmeran en dar lo mejor de sí mismos desde el escenario, porque sueñan con una vida mejor, llena de éxito, pensando que en cualquier recóndito lugar puede haber alguien fijándose en ellos que los eleve a otro nivel, más cerca del estrellato. A primera vista puede llamar la atención la elección de los actores protagonistas, pero una vez vista y analizada la película, parece una decisión acertada. Los dos chicos, Jeff Bridges y Beau Bridges, a la sazón hermanos en la realidad, dan credibilidad a sus papeles, especialmente el primero, con ese toque de desencanto, de haber renunciado a sus sueños, de no interpretar la música que a él le gustaría para adaptarse a la audiencia y a su socio, de saber que su tren ya pasó. Por momentos parece como si sacaran a relucir películas programadas en el 50 aniversario
sus trapos sucios en la vida real. Michelle Pfeiffer, en su papel, refleja en cierta medida su propia identidad, pues no es una cantante experimentada, tiene una voz limitada y un estilo peculiar que agrada al público, pero ante todo irradia magnetismo (¿les suena?), algo que se tiene o no se tiene y que le puede hacer cumplir sus ilusiones y llevarla a la fama más allá del grupo. Nominada a 4 Oscar, aunque sin premio (actriz principal, fotografía, montaje y banda sonora) y ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz dramática para Michelle Pfeiffer (curiosamente, el único premio importante en su carrera). Para aquellos a quienes les guste el jazz, encontrarán una gozada la música de Dave Grusin, salpicada con temas de Duke Ellington y la Orquesta de Benny Goodman. Una joya. • Alejandro Zapico Rato 229
¡Ay, Carmela! Carlos Saura
España, 1990 (102 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión argumento fotografía montaje música coreografía dirección artística decorados vestuario maquillaje peluquería sonido efectos especiales ayudante de dirección operador script
¡Ay, Carmela! Iberoamericana Films y Ellepi, en colaboración con tve Andrés Vicente Gómez Rafael Azcona y Carlos Saura la obra de teatro homónima de José Sanchís Sinisterra José Luis Alcaine Pablo González del Amo Alejandro Massó Alberto Portillo Rafael Palmero Ramón Moya Humberto Cornejo y Mercedes Sánchez José Antonio Sánchez Paquita Núñez Gilles Ortion Reyes Abades Salvador Pons Julio Madurga Carmen Soriano
Carmen Maura Andrés Pajares Gabino Diego Maurizio de Razza José Sancho Miguel A. Rellán Edward Zantara Mario de Candia Antonio Fuentes Rafael Díaz Chema Mazo Mario Martín Emilio del Valle Silvia Casanova Alfonso Guirao Felipe Vélez Félix Pardo Manuel Millán Víctor Manuel Mendoza Francisco Ferrer Gabriel Moreno José Hernán Rincón Ecuador Rubio Jesús Pinto
Ficha artística Carmela Paulino Gustavete teniente Ripamonte capitán artillero teniente interrogador oficial polaco Bruno alférez artillero centinela alcalde cacique cabo Cardoso mujer presa campesino médico soldado cabo oficial oficial oficial músico músico músico
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en plena Guerra Civil española, Carmela y Paulino, junto con el joven mudo Gustavete, tienen una compañía de variedades que representa su espectáculo musical para entretener a los soldados del bando republicano. Una noche de niebla, en el camino hacia Valencia, entran sin querer en la zona nacional, siendo detenidos y encerrados en un colegio que ejerce de cárcel, junto con otros prisioneros de diferentes nacionalidades que van a ser fusilados. Al enterarse de que son cómicos, un oficial italiano al mando les ofrece la posibilidad de trabajar en una obra para entretener a la tropa. Para ello tendrán que hacer algunas concesiones ideológicas. Durante muchos años, la guerra civil española no fue retratada en el cine, era un tema tabú, quizá por una especie de mala conciencia que flotaba en el ambiente. Con la llegada de la democracia a nuestro país, fueron varios los directores que se atrevieron a ello, pero casi siempre caían en las opiniones maniqueas o partidistas y rara vez era vista bajo un prisma objetivo e imparcial. En la ocasión que hoy nos ocupa, Carlos Saura la afronta desde un punto de vista cómico, pero con mucho subsuelo debajo que deja entrever una cruenta dureza, por otra parte consustancial con el escenario de fondo. El punto de arranque y motivo del título, es una canción popular del siglo xix que ya cantaban los guerrilleros españoles contra las tropas de Napoleón en 1808 durante la Guerra de Independencia. Con el paso del tiempo, fueron cambiando las letras a conveniencia de las épocas y los bandos que la utilizaban hasta llegar a nuestra guerra civil, donde el Ay, Carmela se hizo muy popular entre las tropas republicanas. En esta ocasión, se aprovecha incluso para dar nombre a la protagonista femenina. Basada en una obra de teatro homónima de José Sanchís Sinisterra, los guionistas, Rafael Azcona y el propio director Carlos Saura, quisieron ambientar la historia unos días antes de donde
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empieza aquella y nos presenta a una pareja de cómicos que deben enfrentarse a sus ideales para buscar su propia supervivencia en medio de una guerra fraticida y un caos social. De esta forma, a caballo entre el drama y la comedia, vemos a Carmela y Paulino tratando de mantener su status de artistas profesionales, trabajando en lo que siempre hicieron y ahora no les dejan o sólo se lo permiten según dónde. Ellos, como tantos otros españoles de a pie, son las auténticas víctimas de la acción bélica, son los grandes perdedores de una situación que ni provocaron ni comprenden y para los que, si consiguen sobrevivir, ya nada volverá a ser lo mismo. Al cortarles la libertad creativa, les cortaron las alas de la ilusión y del futuro. Si de entrada choca ver (especialmente por su trayectoria anterior a 1990) a Andrés Pajares en el cartel, una vez vista la película se vienen abajo todos los prejuicios, pues marcaría una antes y un después en su filmografía, dejando una vez más demostrado que el talento siempre sale a flote. La complicidad con su pareja protagonista, una inmensa y polifacética Carmen Maura, es total, desprendiendo veracidad y realismo por todos sus poros. En la quinta edición de los Premios Goya, el filme batió un record que se mantuvo vigente hasta que llegó Mar adentro de Alejandro Amenábar, pues consiguió trece estatuillas de las quince a las que estaba nominado, mejor película, director, actriz protagonista (Carmen Maura), actor protagonista (Andrés Pajares), actor de reparto (Gabino Diego), guión adaptado, montaje, dirección artística, dirección de producción, diseño de vestuario, maquillaje y peluquería, sonido y efectos especiales, perdiendo únicamente los apartados de música original y fotografía. Genial, divertida y a la vez, desgarradora. ¿Quién da más?. • Alejandro Zapico Rato
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Muerte entre las flores Joel Coen
USA, 1990 (115 minutos)
Ficha técnica título original producción productor guión fotografía montaje música dirección artística decorados sonido maquillaje peluquería vestuario efectos especiales ayud. de dirección Gabriel Byrne Marcia Gay Harden John Turturro Albert Finney Jon Polito Steve Buscemi Mike Starr Al Mancini Richard Woods
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Miller’s Crossing 20th Century Fox / Circle Films Ethan Coen Joel Coen & Ethan Coen Barry Sonnenfeld Michael R. Miller Carter Burwell Leslie McDonald Paige Augustine Jean Marie Carroll Katherine James Cydney Cornell Richard Hornung Peter Chesney Gary Marcus Ficha artística Tom Reagan Verna Bernie Leo Johnny Caspar Mink Frankie Tic-Tac Alcalde
los hermanos Joel y Ethan Coen fueron el mayor descubrimiento del cine de los ochenta. Debutaron con la sobrecogedora Sangre fácil, un thriller y deslumbraron con Arizona baby (1987). En 1990 consiguieron unir calidad y popularidad con Muerte entre las flores, una adaptación de los mejores temas de los grandes novelistas del género negro, en concreto esta parece inspirarse en Cosecha roja de Dashiel Hammet y llegaron a ganar la Palma de Oro en Cannes. Su argumento se sitúa en una ciudad americana indeterminada, en el año 1929, donde surge la rivalidad entre dos amigos, un gángster que gobierna el lugar y su ayudante; el motivo es que los dos se enamoran de la misma mujer y esto genera una guerra abierta entre bandas en la que predominan las traiciones, los enfrentamientos políticos, las corruptelas y las escisiones internas. «¿Está claro?, claro como el barro». Esta podría ser la frase que mejor resume la película. La película empieza siendo una trama similar a cualquier película de cine negro, un tipo que trabaja para un pez gordo, dueño de un gran negocio, con una banda enfrentada y una chica de la que no quiere enamorarse porque sabe que mañana a lo mejor no estará vivo. A medida que avanza la película nos damos cuenta de que no es una obra corriente, tiene algo que la hace parecida pero a la vez distinta, no en vano tras el proyecto están los magistrales hermanos Coen, que también son los responsables de un guión espectacular, lleno de buenos diálogos y chistes, todo encajado en su debido lugar. Esto ya se apuntaba en otras de sus producciones, algo que empezaba siendo sencillo y fácil de entender, acaba enrevesado. Los Coen son unos excelentes creadores de imágenes y aportaron con su presencia en el panorama cinematográfico un cierto aire fresco que el cine necesitaba. Cabría destacar un par de actuaciones casi prodigiosas, la primera, Gabriel Byrne, Tom, protagonista de la historia, eje principal del universo
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de Muerte entre las flores, y el hombre más inteligente de cuantos aparecen en ella, consiguiendo engañar a quien sea con el propósito de salvarse el pellejo, es capaz de manejar a todo el mundo a su gusto. Una interpretación realmente fabulosa, encaja perfectamente en su papel y si después de ver la película, nos queda esa sensación, de haber sido unos auténticos gángsters de los años veinte, es porque nos introdujo de lleno en el personaje. La segunda gran actuación, es la de John Turturro, Bernie, el hermano del amor de Tom, es perseguido por éste durante la mayor parte del filme y en ocasiones es el único que consigue confundirle, todo el mundo conoce a un Bernie, aquel tipo que no se casa con nadie, que sería capaz de vender a su madre para salvarse el trasero, y que a pesar de concederle favores, él nunca tiene suficiente y siempre quiere algo más. De la película en sí, destacar la fotografía, un gran trabajo que dota a la película, en ocasiones, de una melancolía, una angustia o una tensión espectaculares, como sucede por ejemplo en la escena en la que Tom debe realizar el encargo en el bosque, o cuando más tarde él mismo se da cuenta de que el encargo en realidad está hecho. El personaje interpretado por el señor Byrne, nos recuerda enormemente al gran Bogart, desde el punto de vista de que es un hombre solitario, misterioso, no necesita a nadie y no quiere que nadie lo necesite a él, tampoco le gusta que le mangoneen, ni que le digan lo que tiene que hacer. «Si quiere verme, es fácil, no soy transparente». • Sergio Ramos
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Atrapado por su pasado Brian de Palma USA, 1993 (145 minutos)
Ficha técnica título original Carlito’s Way producción Universal Pictures, Epic Productions productor Willi Baer, Martin Bregman, Michael Bregman guión David Koepp (Novelas Edwin Torres) fotografía Stephen H. Burum montaje Kristina Boden, Bill Pankow música Patrick Doyle supervisión musical Jellybean Benitez dirección artística Gregory Bolton dirección de casting Bonnie Timmermann decorados Leslie A. Pope vestuario Aude Bronson-Howard maquillaje Michael Laudati peluquería Michael Kriston Sonido Maurice Schell edición musical Nicholas Meyers edición de sonido Richard P. Cirincione, Susan Sklar Friedman operador de cámara Craig Dibona ayudante de dirección Chris Soldo Ayud. de producción Cynthia Lamontagne direc. segunda unidad Eric Schwab productores asociados Judith Stevens jefe de producción Judith Stevens efectos especiales Steven Kirshoff Ficha artística Al Pacino Carlito «Charlie» Brigante Sean Penn David Kleinfeld Penelope Ann Miller Gail John Leguizamo Benny Blanco Ingrid Rogers Steffie Luis Guzmán Pachanga Joseph Siravo Vincent «Vinnie» Taglialucci Viggo Mortensen Lalin Richard Foronjy Pete Amadesso Jorge Porcel Saso «Ron» Frank Minucci Tony Taglialucci Adrian Pasdar Frankie Taglialucci John Ortiz Guajiro Ángel Salazar Walberto Al Israel Rolando Rick Aviles Quisqueya Jaime Sánchez Rudy
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Carlito Brigante es un ex traficante de heroína muy famoso en Nueva York, que sale de la cárcel tras pasar allí 5 años, con la decisión de darle un nuevo rumbo a su vida y dejar el mundo del hampa. Al salir se encuentra con sus viejos amigos y socios y se da cuenta de que no todo será tan fácil como creía, pero su amor por su antigua novia Gail le llenará de esperanza en su intento de alejarse de su oscuro pasado. Atrapado por su pasado o Carlito’s Way, constituyó la vuelta de Brian De Palma al cine de gángsters después de El precio del poder y Los intocables de Eliot Ness, y en ella está plasmado de una forma brillante toda la calidad visual del cine de De Palma (siempre impregnado de su querido Hitchcock). El filme desde el principio no tiene desperdicio alguno y por más que lo intento no consigo ver una escena que sobre, todo encaja perfecta y bellísimamente en la historia. Partiendo del magnífico guión de David Koepp, basado en las novelas After Hours y Carlito’s Way de Edwin Torres, De Palma organiza un filme en el que cada plano por sencillo o complejo que sea tienen un gran significado, creando un ritmo tan digno del mejor suspense como de la mejor película de amor y una historia cargada de simbologías que poco a poco van desvelando el interior del atormentado personaje principal. El argumento en principio es simple y hasta puede que poco original, pero a medida que avanza el metraje, Carlito (Pacino) va tejiendo un sistema de escapatoria que, sin estar relacionado directamente con el mundo de la mafia, no puede evitar verse salpicado por este. Lo que es normal, ya que nuestro personaje principal sólo conoce las leyes de la calle desde que era niño, como le confiesa a Gail en la cama, y por lo tanto todas sus decisiones se verán afectadas por este sistema sin margen de error. Esta realidad le amarga y a pesar de que tiene un plan para escabullirse se va dando cuenta de que de la magnífica red que había diseñado tiran demasiadas personas con
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otros intereses, de hecho la expresión de Pacino siempre es amarga y cansada, salvo cuando ve a Gail después de esos largos cinco años en esa magnífica escena de la azotea bajo la lluvia y en sus sucesivos encuentros, por que ella es la que lo llena de verdad de esperanza. El filme culmina en una sensacional secuencia final que De Palma, con unos increíbles seguimientos de cámara a Pacino, convierte en uno de los finales que más tensión me han causado en mi vida. Mención especial merece el genial reparto de la cinta. Pacino realiza su último gran papel hasta la fecha y las relaciones que mantiene con Sean Penn, Penelope Ann Miller y John Leguizamo son pura química. Cabe destacar la de este último, por la gran carga de simbolismo que contienen sus encuentros con Pacino, al ver este su pasado reflejado películas programadas en el 50 aniversario
en él. La actuación de Sean Penn como abogado cocainómano es tan soberbia que se va haciendo más grande a medida que avanza la película y la de Penélope Ann Miller es una transparencia que nos deja ver en todo momento como se siente Gail y esa sensación mezcla de amor y miedo que la invade. Ambos fueron además nominados al Globo de Oro ese año. La banda sonora se ajusta perfectamente al estilo de mediados de los setenta en pleno auge de la música disco, sobresaliendo la mágica You are so beautiful de Billy Preston y la fotografía combina la clásica del cine negro con un gran simbolismo, como cuando Pacino se mueve entre sombras o en la escena de la fiesta en casa del abogado. • Daniel Albaladejo
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Pulp Fiction
Quentin Tarantino USA, 1994 (154 minutos)
Ficha técnica título original Pulp Fiction producción Miramax Films, A Band Apart, Jersey Films productor Lawrence Bender guión Quentin Tarantino, Roger Avary fotografía Andrzej Sekula montaje Sally Menke música Varios artistas supervisión musical Karyn Rachtman dirección artística Charles Collum dirección de casting Gary M. Zuckerbrod, Ronnie Yeskel decorados Sandy Reynolds-Wasco vestuario Betsy Heimann maquillaje Michelle Bühler peluquería Iain Jones sonido Stephen Hunter Flick edición musical Rolf Johnson edición de sonido David Bartlett, Dean Beville, G. W. Brown operador de cámara Michael Levine ayudante de dirección Francis R. Mahoney III ayud. de producción Toni Baffo Jefe de producción Paul Hellerman efectos especiales Larry Fioritto Ficha artística John Travolta Vincent Vega Samuel L. Jackson Jules Winnfield Tim Roth Pumpkin-Ringo Amanda Plummer Honey Bunny-Yolanda Eric Stoltz Lance Bruce Willis Butch Coolidge Ving Rhames Marsellus Wallace Phil LaMarr Marvin Maria de Medeiros Fabienne Rosanna Arquette Jody Uma Thurman Mia Wallace Steve Buscemi Buddy Holly Angela Jones Esmeralda Villalobos Christopher Walken Capitan Koons Julia Sweeney Raquel Jerome Patrick Hoban Ed Sullivan Chandler Lindauer joven Butch Quentin Tarantino Jimmie Dimmick Harvey Keitel El Lobo
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Jules y Vincent son dos asesinos a sueldo que trabajan para Marsellus Wallace. Antes de realizar uno de sus trabajos, Vincent le confiesa a Jules que Marsellus le ha pedido que cuide de su novia, Mia. Comienzan a hablar sobre lo peligroso de sobrepasarse con la novia del jefe, pero llega la hora de trabajar y ambos deben ponerse en faena. Su misión: recuperar un misterioso maletín. A esta historia se le suman otras, como la de una pareja atracadora de licorerías, un boxeador que tima a Marsellus Wallace, y la cita de Vicent y Mia, todas entrelazadas entre ellas. Después de asombrar a los espectadores de todo el mundo, y dividir a la crítica en dos, con su ópera prima, Reservoir Dogs. Tarantino dio rienda suelta a su personal estilo con esta obra maestra que, por desgracia, aún no ha superado en sus posteriores films, y conquistó a toda una generación, llegando a ganar, entre otros premios, un Oscar, la Palma de Oro y un Globo de Oro, a pesar de ser una constante la división de la crítica en sus películas. El filme posee un innovador estilo de la narrativa que bebe directamente de la Nouvelle Vague, especialmente de Godard, aunque si algo marca el cine de Tarantino es la multitud de influencias que se ven plasmadas en él, y precisamente como se las arregla para que estas interfluyan es lo que hace que el ritmo de la cinta nunca decaiga, además de esos originales giros dramáticos que completan un guión excepcional. En Pulp Ficiton se ven influencias desde el cine oriental hasta el de serie B, y desde la cultura pop, la de los noventa, la música de los cincuenta, la cultura americana llena de fast-food, drogas y violencia, etc., hasta cuestiones existenciales sobre el destino y dios. Sin duda la magia reside en los eléctricos diálogos del guión, combinando genialmente violencia con humor, y en lo bien que se adapta el reparto a cada personaje, pero también hay que destacar la dirección y la gran banda sonora,
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que es tan variada como única e inolvidable y da a cada momento su ritmo especial. La película es sobre la cultura de los Estados Unidos, por lo menos como la ve Tarantino, y los cuantiosos detalles que descubres cuantas más veces la ves no hacen sino revelarnos que Tarantino es un cinéfilo, toma influencia de todo el cine que le gusta y lo enreda de una forma sublime, creando una realidad de cine, no una realidad real, un mundo aparte en el que casi todo vale. Otro de sus grandes logros es crear un tempo a velocidad real, gracias en parte a un muy preciso montaje acorde con el guión, con el que supera la intensidad de la acción clásica centrándose en el detalle, por eso se tiene la sensación de estar viendo algo que nunca antes se ha visto. Pul Fiction es la película por excelencia de toda una generación y lo seguirá siendo durante películas programadas en el 50 aniversario
más tiempo aún, porque su estilo y su universo particular hacen que no envejezca, aunque pueda parecer pronto para decir eso, pues no ha pasado tanto tiempo desde su estreno, pero estoy totalmente convencido de ello. Su influencia en todo el mundo del audiovisual es increíble, seguramente que incluso conoce algunas de las más míticas frases de la película sin ni siquiera haberla visto, o la imagen de John Travolta y Samuel L. Jackson apuntando con pistolas, o conoce algún homenaje que le hicieron en alguna serie de tv sin saberlo. No puedo asegurarles que les vaya a gustar, porque o les encantará o la odiarán, así es el cine de Tarantino, pero seguro que sea como sea acabarán marchándose a casa a tener un ataque al corazón. • Daniel Albaladejo 237
Los puentes de Madison Clint Eastwood USA, 1995 (135 minutos)
Ficha técnica título original The Bridges of Madison County producción Anblin/Malpaso productor Clint Eastwood y Kathleen Kennedy guión Richard LaGravenese fotografía Jack N. Green. montaje Joel Cox música Lennie Niehaus dirección artística William Arnold decorados Jay Hart sonido Richard Friedman vestuario Colleen Kelsall maquillaje Michael Hancock peluquería J. Roy Helland ayudante de dirección Bill Bannerman efectos especiales Jeff Denes Ficha artística Clint Eastwood Robert Kincaid Meryl Streep Francesca Johnson Annie Corley Carolyn Victor Slezak Michael Jim Haynie Richard Sarah Kathryn Schmitt Young Carolyn Christopher Kroon Young Michael Phyllis Lyons Betty Debra Monk Madge Richard Lage Lawyer Peterson Michelle Benes Lucy Redfield Alison Wiegert niño 1 Brandon Bobst niño 2 Pearl Faessler esposa R. E. ‘Stick’ Faessler marido
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los derechos de la novela homónima de Robert James Waller fueron adquiridos por Steven Spielberg para su adaptación cinematográfica, éste pensaba dirigirla y encargar el papel protagonista a Clint Eastwood, pero una vez que contactó con él y vio el proyecto, éste le pidió dirigirla también y que Spielberg se encargara de la producción. Llegaron a un acuerdo y gestaron una de las obras más interesantes de los noventa. Eastwood estaba en una fase de producción donde sus cintas caminaban hacia otros derroteros, ahora sus personajes empezaban a aparecer en la pantalla más viejos y a ser mucho más humanos de lo que nos tenía acostumbrados. La película cuenta como un veterano fotógrafo de la prestigiosa revista National Geographic llega a hacer un reportaje de los famosos puentes de Madison Country. Por azar conoce a un ama de casa que está pasando cuatro días sola, puesto que su marido e hijos fueron a una feria a una población cercana. Desde el primer momento surge un flechazo e inician una relación amorosa. La actriz italiana Sofia Loren declaró, con un cierto grado de ironía, que la actriz que más odiaba en el mundo era Meryl Streep, puesto que le había arrebatado el mejor papel que ella podría interpretar, la Francesca Johnson de Los puentes de Madison. La aseveración no deja de ser un elogio y la diva italiana lo reconoce como la mejor candidata a tal importante papel. Meryl y Clint están a una altura única, hoy en día no se entendería la cinta con otros intérpretes. Eastwood logra, y no era la primera vez, una cinta modélica en cuanto a su sencillez narrativa, es directa, clara y concisa, está en función de un guión perfectamente adaptado y es capaz de controlar todos los elementos de una realización, como son la fotografía, la música, la puesta en escena y el tiempo de narración. Pero por encima de todo controla las interpretaciones de todos sus actores, incluyendo la suya propia donde aprovecha su enorme presencia física y su desbordante
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personalidad, para crear un Robert Kincaid que ya figura entre los grandes papeles del cine, su sobriedad, sus miradas, sus silencios y sus dudas hacen de él uno de los más interesantes que puedan aparecer en una pantalla. Como ocurre en muchas ocasiones el filme pasó prácticamente desapercibido en los premios Oscar, solo consiguió una nominación para Meryl Streep, si repasamos la lista de películas finalistas aquel año no podemos menos que soltar una enorme y sonora carcajada. películas programadas en el 50 aniversario
Por encima de todo Los puentes de Madison es una cinta de emociones, de las que están a flor de piel, sabe contagiar al espectador de las mismas y no somos capaces de desentendernos de la acción. Es imposible de olvidarse de la escena de Kincaid bajo la lluvia esperando una respuesta o un gesto de la mujer que tanto ama, de la que parece ser su última tabla de salvación, sencillamente es apabullante y una de las mejores secuencias que podamos ver en una pantalla de cine. • Avelino Fernández 239
apĂŠndices
La colección de carteles de cine del Ayuntamiento de Langreo Gabino Busto Hevia Director de la Pinacoteca Municipal de Langreo Eduardo Úrculo
Francisco Fernández Zarza Pérez, Jano, ¡Bienvenido Mister Marshal! (1951), Litografía, 1000 x 700 mm. Donación de Francisco Jurado.
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El Ayuntamiento de Langreo, al hilo de la asunción y posterior reforma del Cine Maripeña, que dio origen a partir del año 2000 al Teatro Municipal de La Felguera, y de la consiguiente puesta en marcha de los ciclos cinematográficos en ese espacio, comenzó a través del Área de Imagen una colección de carteles de cine con los ejemplares correspondientes a las películas proyectadas semana tras semana. A ello se unió la donación de tres importantes carteles clásicos, por parte del coleccionista y cinéfilo Francisco Jurado, que pasaron a enmarcarse y exponerse al público en el propio local. Asimismo, en 2007, con la reapertura del Cine Felgueroso de Sama como Centro foto-cinematográfico municipal, se vienen promoviendo allí otras exhibiciones fílmicas, que conllevan la aportación de nuevos carteles al acervo langreano. Hay que considerar igualmente el depósito particular realizado a favor de la Pinacoteca Municipal de Langreo de un par de carteles de cine realizados por Eduardo Úrculo (Santurce, 1938-Madrid, 2003), artista muy aficionado al séptimo arte. Como es sabido, uno de los objetivos de la Pinacoteca langreana, que lleva el nombre de ese recordado creador debido a su vinculación biográfica con el concejo, es el acopio de obras y materiales que permitan representarlo dignamente en la ciudad de su infancia y juventud. En definitiva, se ha conseguido reunir hasta el momento un conjunto de más de trescientos carteles españoles, mayoritariamente adscritos al cine actual, de acuerdo a la referida modalidad por la que ingresó la mayor parte de ese material gráfico. La colección, que encontrará definitivo acomodo en el nuevo Archivo Municipal, a excepción del citado depósito de la Pinacoteca, es un documento muy valioso del cine que llega a Langreo; ofrece muchas pistas acerca de las orientaciones que sigue la industria cinematográfica; y revela ya un cierto valor histórico y sociológico, al que se une, en algunos casos, una dimensión estética muy relevante. Las obras gráficas conservadas se complementan con una extraordinaria serie de programas de mano editados por antiguos cines langreanos, hoy desaparecidos, que fue adquirida por el Consistorio a finales de 2008. A modo de muestrario, seleccionaré y comentaré en este reporte once carteles adscritos a la colección, especialmente significativos para la historia de la cultura visual, la cinefilia y el coleccionismo, y ordenados de acuerdo a su año de edición. Estos carteles, si bien podrían funcionar como expresiones plásticas autónomas, en realidad son inseparables de las películas que en su día anunciaron y contribuyeron a conformar. Destaca, ante todo, el ejemplar ¡Bienvenido Mister Marshal!, de 1951, que promocionó la sonada comedia del director español Luis García Berlanga. En la litografía, firmada por cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
Jano (Madrid, 1922-1992), nombre artístico de Francisco Fernández Zarza Pérez, uno de los cartelistas más prolíficos y conocidos de la publicidad cinematográfica española, posan en primer término la pareja de actores José Isbert y Lolita Sevilla, en el papel de don Paco y Carmen Vargas respectivamente, modulados en encendida bicromía roja y negra, mientras un cajón colgado de un paracaídas con la supuesta ayuda norteamericana desciende sobre el campo castellano. Curioso espécimen es Río Bravo (1959), realizado por MCP. Este estudio barcelonés, constituido por Ramón Martí Cebollero (Barcelona, 1915-1994), Josep Clavé Baserte (Barcelona, 1922) y Hernán Picó Ribera (Barcelona, 1911-1994), cuya marca procede de las iniciales de sus primeros apellidos, configuró, junto a Soligó, Mac, Montalbán, Albericio y el mentado Jano, el plantel más selecto y dominante del diseño publicitario del cine español desde la postguerra hasta comienzos del decenio de 1970. La obra Río Bravo, de meditada cadencia, con estampación del título en amarillo, situada en la parte inferior, recoge en orden descendente la combinación de los nombres principales del reparto en coloristas tipografías, acaso alusivas al technicolor de la película, junto a unos dibujos en blanco sobre fondo negro. Así, el nombre John Wayne, en magenta, acompaña a un rifle y un sombrero; Dean Martin, en amarillo, figura al lado de una botella y un correaje; una guitarra y un colt se asocian a Ricky Nelson, en azul; finalmente, Angie Dickinson, en violeta, se rubrica con unos labios de mujer. Los tres primeros iconos, pegados al nombre de los protagonistas y reproducidos asimismo en otros carteles homónimos de diversos países, proceden de un ciclo estadounidense que incluye a los actores y sus respectivas sombras en picado. En este estupendo anuncio es insólito, estéticamente avanzado y muy valiente el recurso de atender a la publicidad de la magnífica película del Oeste de Howard Hawks exclusivamente a través de los atributos que caracterizan a los actores-personajes y no, como solían exigir los estudios, mediante los retratos de los astros y estrellas de la pantalla. Los referidos iconos asociados a los nombres, seguramente provocaron una poderosa sugestión en los espectadores antes de entrar a la sala de proyección, a la par que dejaban bien definido el género de la película que pretendían ver. Otro interesante trabajo de Jano es La diligencia, cartel impreso en 1963 y correspondiente a la celebérrima obra maestra de John Ford, estrenada en 1939. Un cartel estadounidense inicial de este filme había recogido ya, en una marcada diagonal, el motivo de la diligencia huyendo de los indios. Ese tema volvió a aparecer en algunas reediciones. En esta versión española, el famoso carruaje del oeste figura en plano panorámico tirado por seis caballos sobre un radiante fondo amarillo ribeteado de rojo.
MCP (Martí, Clavé y Picó) Río Bravo (1959), Litografía, 1000 x 700 mm. Donación de Francisco Jurado.
Francisco Fernández Zarza Pérez, Jano, La diligencia (1963), offset, 1000 x 700 mm. Donación de Francisco Jurado.
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Anónimo, Senderos de Gloria (1986), offset, 1000 x 700 mm.
Senderos de Gloria, formó parte de los reclamos de una de las películas más sobrecogedoras de la historia del cine, creación insuperable del director Stanley Kubrik en 1957. La data del cartel será 1986, año en que se estrenó el filme en España, pues, debido a su contenido antibelicista y antimilitarista, centrado en la Gran Guerra, había sido prohibido. Inspirado en uno de los carteles inaugurales de los Estados Unidos de América, el campo gráfico recoge la fotografía en blanco y negro del actor Kirk Douglas, en su papel del coronel Dax, irrumpiendo, encorvado y pistola en mano, tras una mata pintada de amapolas rojas: Estas plantas aluden indudablemente al poema En los campos de Flandes, escrito durante la contienda por el médico militar canadiense John Mc Crae, que hizo de la mencionada flor el símbolo de la sangrienta conflagración en el frente occidental. La publicidad de la película Vacas (1992), de Julio Meden, corrió a cargo de Eduardo Úrculo. El artista recreó la imagen del bóvido al que alude el título en un prado de hierba multicolor e incorporó una cita a la pintura Guernica, de Pablo Picasso. La iconografía de la vaca retoma la interesante serie que el pintor dedicó a ese animal desde 1975 a 1979. El segundo cartel cinematográfico de Úrculo, conservado en la Pinacoteca Municipal de Langreo, es El Abuelo (1998).
Eduardo Úrculo, Vacas (1992), offset, 900 x 600 mm. Depósito particular, Pinacoteca Municipal de Langreo Eduardo Úrculo. Eduardo Úrculo, El Abuelo (1998), offset, 900 x 680 mm. Depósito particular, Pinacoteca Municipal de Langreo Eduardo Úrculo.
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El creador eligió para esta adaptación de José Luis Garci la representación de un personaje de espaldas, tocado con sombrero, motivo muy recurrente en su pintura. En primer término, la empuñadura zoomórfica de un bastón señala, a modo de vector, al protagonista de la obra. La colosal película de Francis Ford Coppola titulada Apocalypse Now Redux (2001), se distribuyó utilizando la primitiva imagen del cartel del estreno de Apocalypse Now, obra, como es sabido, del mismo cineasta, según diseño de Robert Bob M. Peack (Denver, Colorado, 1927-Scottsdale, Arizona, 1992), uno de los más renombrados cartelistas cinematográficos de los Estados Unidos de América. De esta manera, vuelve a verse el alucinante y neblinoso paisaje selvático con el río en zigzag, coronado por el celaje rojizo y la gran esfera solar, que motea el amenazador escuadrón de helicópteros participante en la Guerra del Vietnam. Un diseño de notable calidad es el de La pesadilla de Darwin (2005), perteneciente al documental homónimo del director Hubert Sauper. Dotado de una concisión pareja a la de los mejores trabajos de Saul Bass, este cartel, de notoria inspiración surrealista, fue diseñado por el estudio barcelonés Toormix, creado en 2000 por Ferran Mitjans y Oriol Armengou. La superficie gráfica presenta en su eje ortogonal vertical
Robert Bob M. Peack, Apocalypse Now Redux (2001), offset, 975 x 685 mm.
Estudio Toormix, La pesadilla de Darwin (2005), offset, 1000 x 700 mm.
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Manuel Estrada, La soledad (2007), offset, 1000 x 700 mm.
Daria Esteva y Jordi Vidal, El silencio antes de Bach (2007), offset, 980 x 670 mm.
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un motivo verbo-icónico formado en parte por el binomio «fusil ametrallador-perca», en parte por el título de la filmación. La composición, en color rojo sobre fondo negro, expresa con toda eficacia el tráfico de armas y peces en torno al Lago Victoria que expone y denuncia el audiovisual. La soledad (2007) es otra de las unidades estéticamente más significadas del grupo. Elaborado por Manuel Estrada Pérez (Madrid, 1953) —uno de los hacedores más notables del actual diseño gráfico español—, para difundir la obra cinematográfica del mismo título de Jaime Rosales, muestra un antropomorfo diseñado mediante dibujo y encoladura dentro de una estética neodadaista. El ejemplar El silencio antes de Bach (2007), labor de los diseñadores Daria Esteva (Montecarlo, 1960) y Jordi Vidal (Barcelona, 1974) para una de las más bellas películas del cine actual, a cargo del director Pere Portabella, está orquestado en blancos y negros y efunde al espectador una gran sensación de orden, sobriedad, equilibrio y elegancia. Dividido armónicamente en tres fajas, la inferior acoge el título y los créditos en letras blancas sobre fondo negro; la mediana, de menor tamaño, presenta a sangre la imagen de una mano entintada que traza con un útil pentagramas en las albas hojas de un cuaderno, elocuente fotograma del filme; y la superior, aún más reducida, se reserva para las consignaciones relativas a la participación de la obra en festivales y a su estreno en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. El cartel se encuentra, desde luego, a la altura de la obra que anuncia, una película que invita a un acercamiento a la música a través del compositor barroco Johann Sebastian Bach Finalmente, merece destacarse en el contexto social y cultural de nuestro concejo, el cartel dedicado a la cinta Camino (2008). Este impreso, impulsado por la compañía Shackleton 70 mm, lleva un retrato fotográfico en primer plano del personaje interpretado en la película de Javier Fesser por la jovencísima actriz Nerea Camacho. El ejemplar del Ayuntamiento posee la singularidad de tener en su anverso un autógrafo de esta prometedora y premiada actriz, oriunda de Langreo. Sería recomendable que esta incipiente colección se incrementara mediante compras, donaciones, legados, depósitos y canjes de los ejemplares repetidos con particulares e Instituciones, al objeto de representar los más creativos e interesantes anuncios españoles de las películas de hoy y ayer, y ofrecer así, tanto al aficionado como al estudioso, un panorama básico de la historia del cine a través del cartel. El cinema, como hemos podido comprobar aquí, no sólo trae a Langreo cada semana apasionantes sueños en veinticuatro imágenes por segundo, sino que deja también, en grandes y hermosos papeles de colores, la memoria de su llegada, proyección e impacto.
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Shackleton 70 mm, Camino (2008), offset, 980 x 680 mm. gabino busto hevia • la colección de carteles de cine del ayuntamiento de langreo
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Nada por aquí... Nada por allá… Jovino Martínez Sierra Arquitecto Fotografías: Marcos Morilla
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el proyecto de rehabilitación del antiguo Cine Felgueroso de Sama de Langreo (Asturias) se convierte en una mezcla entre lo excepcional y lo contemporáneo. Lo excepcional es el volumen primario rotundo de planta elíptica como contenedor neto que se desdobla para insertar las nuevas funciones en el edificio original mediante la operación reductiva de potenciar el concepto de pieza hermética y cerrada en su singular geometría elíptica para introducir dos nuevos elementos apoyados en la geometría que nunca llegan a tocarse y con ella resolver los nuevos espacios creados en las plantas superiores. Ello supone acometer esta obra de una manera rotunda y arriesgada estableciendo un contrapunto y por tanto un diálogo fluido con el concepto original del edificio. La contundencia de esta operación encierra el simbolismo de evitar cualquier contaminación que interfiera la lectura del edificio. Con algo tan sencillo, de repente el espacio se multiplica. Donde teníamos un espacio, tenemos cuatro ahora, casi
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sacados de una chistera. La escalera original no nos traslada solo al anfiteatro, sino que nos transporta a una sala llena de hongos de luz con la potente decisión de usar el negro o a una sala en donde el color explota y la luz cenital se tiñe de sorpresas. Esta estrategia consigue unos espacios con tensiones y fluidez de circulaciones que se adaptan con naturalidad a los nuevos usos creando espacios tangenciales entre ambas elipses y efectos inversos de compresión y descompresión tanto en los recorridos horizontales como verticales. En el recorrido por las distintas plantas, el vestíbulo y los espacios de las escaleras se han rehabilitado recuperando 250
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colores y materiales originales, restaurando con delicada factura el muro cortina de fachada y el interesantísimo mural del techo, obra de los pintores Antonio Suárez (Grupo El Paso) y Jesús Díaz (Zuco). Cuando se recorre el edificio aumentará el factor sorpresa según vayamos subiendo. Llevado a la escenografía del mundo del cine, el tratamiento de iluminación y materiales juegan con el contraste y claroscuro a modo de contrapunto creando atmósferas inquietantes, como si el proyecto estuviera pensado desde el objetivo de una cámara en movimiento. El recorrido finalmente nos conduce a una sala sorprendente, elíptica, de pequeña escala. El escorzo desde la entrada conduce la mirada hacia el plano pendiente de butacas multicolor (paso del blanco y negro a la explosión del color) flanqueada por los rasgados de iluminación artificial en los muros y los lucernarios de la cubierta que también bañan con luces de colores (homenaje al diálogo con la modernidad de la capilla de la Tourette) el volumen del ascensor que en hormigón visto evidencia aquí el papel articulador entre las distintas plantas del proyecto.
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Si los edificios hablan, la rapidez de descodificación de la lectura de la obra parece evidenciar que la arquitectura no es algo tan importante como predicaba la modernidad sino más bien un catalizador capaz de interpretar el espíritu de los tiempos, una oportunidad de pasarlo bien durante el proceso de génesis y realización de la obra y de traspasar esa sensación placentera a quien experimente el edificio. Se trata de una intervención que ha intentado leer las posibilidades de un edificio singular para, sin restar ningún protagonismo, potenciar la obra original multiplicando sus cualidades de uso y expresión, obteniendo nuevas potencialidades espaciales que dialogan entre sí demostrando la capacidad de la arquitectura de aportar sugerentes espacios destinados a la cultura que la sociedad demanda en los valle mineros de Asturias, poniendo en valor y relanzando a nuestro tiempo una de las obras más singulares de la arquitectura moderna de Asturias de los años cincuenta. Rigor y libertad contemporánea al tiempo, como conejos sacados de una chistera. Nada por aquí, nada por allá. 252
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jovino martínez sierra • nada por aquí... nada por allá...
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El desván de los colores José Enrique Mencía Fotografías de las piezas de la colección: Eduardo Urdangaray, Ramón Jiménez y Julián L. González
Un paseo entre las vitrinas con paradas obligadas linternas mágicas: dispositivo que iluminaba una diapositiva, normalmente pintada a mano, con la luz de un candil de aceite, los más antiguos. La imagen se proyectaba sobre la pared. Era un divertimento popular. El holandés Christian Huygens está considerado el padre del artilugio, que apareció en 1665. Con el tiempo se mejoró la potencia de la luz y la proyección. De los modelos antiguos solía fabricarse un corto número de ejemplares. Esto acrecienta el valor de los recogidos en la exposición que superan los cien años de vida y se encuentran en perfecto estado de conservación.
Linterna mágica. 254
loco. Así podríamos denominar a quien, iniciado el siglo xxi, no reconociera el papel fundamental que juega la imagen en la sociedad, en la economía, en la política… en nuestra vida. Se puede compartir o no, pero negarlo sería eso… de locos. La fascinación por la imagen ha cautivado nuestro tiempo. No es nuevo. A lo largo de la historia, el hombre ha peleado por plasmar su entorno. De las grandes obras del arte prehistórico a youtube han pasado más de cuatrocientos siglos y la pasión del ser humano por atrapar aquello que ve mantiene su magia intacta. Por ello, cualquier análisis histórico de la época contemporánea que pretenda ser exhaustivo y dotarse de cierta globalidad no puede obviar su capítulo dedicado al mundo de las imágenes, a la fotografía, el cine, el cartelismo y sus vinculaciones con la publicidad y la comunicación, materias todas que influyen en los mecanismos de evolución y cambio social. El aludido capítulo podría hablarnos del arte prehistórico, de las pugnas teológicas sobre la iconoclastia, de los padres de la fotografía (desde la cámara oscura de Cesare Cesariano y Leonardo Da Vinci a los hermanos Lumiere pasando por Thomas Wedgwood, Joseph Nicéphore Niépce o Louis Daguerre), de las primeras imágenes y su historia. Por ejemplo, de la primera foto española, la de la Casa Xifré en Barcelona que se tomó en 1839 con una exposición que duró veinte minutos y que sólo empezó después de que los guardias «ahuyentaran» a los vecinos, con disparos, para evitar que se asomaran a los balcones y estropearan la instantánea. No podría faltar tampoco en la glosa una alusión a las sombras chinescas de Le Chat Noir, una referencia al miedo de algunas culturas a esas máquinas que te retratan y te roban el alma… Habría que hablar también de iconos como las fotos de Marilyn o El Che, del uso de la fotografía y el cine para fomentar el culto a la personalidad, de la épica del reporterismo de guerra y el impacto de su trabajo sobre la opinión pública, de la propaganda y la publicidad, y también de máquinas y autores de culto como Leica o Robert Capa… De todos estos ejemplos se desprende que estamos hablando de algo fascinante, mágico, seductor y subliminal. Pero no todo es mitología, por definir de alguna forma a los protagonistas citados en el apresurado resumen de nuestra historia visual. En la actualidad, uno de los elementos más llamativos de la fotografía, del cine y en definitiva de la imagen es su popularización, su democratización, la amplitud de su reparto de actores, la obra coral que construimos entre todos. ¿De qué estamos hablando? De los millones de hogares que tienen televisión, de los que poseen cámaras de fotos o video, de los cientos de millones de personas que captan instantáneas o grabaciones con sus móviles, de cómo estas pasean por internet y viajan miles de kilómetros en segundos, de sus ecos… Tras la digitalización, el desarrollo del mundo de la imagen cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
josé enrique mencía • el desván de los colores
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tomavistas de cuerda: parte muy importante de la colección. Hay unos doscientos datados entre 1930 y 1960. Es el antecesor de la moderna videocámara. Funcionaba sin batería, con cuerda, y podía hacerlo en cualquier condición. Cuando llegaron las pilas quedaron en desuso. Hay algunos de los años veinte y otros semejantes a modelos que se utilizaron para grabar cine mudo.
Tomavistas Keystone A-7-16 mm, 1935.
proyectores: en los cincuenta empezaron a ser habituales en los hogares americanos. A España aún tardarían años en llegar. Los hay de Súper 8, de 16 milímetros, de 35 milímetros y también algunos más antiguos.
Proyector Kodascope Model 70 8 mm,1940. 256
Proyector Keystone B, 1932.
parece no tener límites. «Un crecimiento que seguirá porque la imagen va a ir a más y, en muy poco tiempo, va a dejar viejo y antiguo lo que ahora es actualidad», sostiene Román Gubern, historiador del cine y catedrático de comunicación audiovisual en la Universidad Autónoma de Cataluña. Estamos en el punto de salida del futuro audiovisual y quizás por ello es buen momento para recapitular. Precisamente eso —una recapitulación histórica, en este caso centrada en la vertiente popular del cine y la fotografía— es Cámaras de Colores. La evocadora denominación bajo la que late una singular colección museística que reposa entre los muros del Cine Felgueroso. La muestra repasa, a través de las más de mil piezas que la integran, la historia de la fotografía y el cine popular, el de los aparatos y artilugios que han usado las familias, los que han estado presentes en los hogares desde que la fotografía era la pasión de unos pocos hasta que se convirtió en arte de todos. La colección Cámaras de Colores, que comprende tanto antiguos aparatos de captación y reproducción de imágenes como cámaras restauradas sobre las que se ha llevado a cabo intervenciones artísticas, se aloja desde julio de 2007, cuando se reinauguró el edificio, en las plantas altas del Cine Felgueroso. Los fondos, reunidos por el fotógrafo langreano Eduardo Urdangaray, apenas han dado sus primeros pasos como colección museística y ya goza de cierto éxito. Así, igual que en los desvanes de los viejos caserones duermen remotos tesoros —fotos antiguas, mecedoras, jaulas de pájaros, cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
libros forrados en piel de ternero, juguetes de madera o cartas escritas con pluma de ave—, en las plantas altas del Cine Felgueroso hay un pequeño museo dedicado a la historia popular de la imagen y, por qué no, de la imaginación, un museo que le pone color a la memoria de la fotografía y el cine popular, un desván de colores. Arriba, en lo alto del cine. El camino hasta aquí, aunque aún queda mucho por recorrer, ha sido largo. Eduardo Urdangaray (Mieres, 1969) comenzó a reunir cámaras allá por 1986, el mismo año en el que empezó a trabajar como fotógrafo de prensa, casi siempre ligado al Grupo Zeta y a medios como La Voz de Asturias, El Periódico de Cataluña, Interviú, Tiempo, Época o Tribuna de Actualidad. Urdangaray, que, entre otros conflictos, ha retratado los de Ruanda, Bosnia, Irak o Palestina y ha publicado en multitud de medios nacionales como internacionales, ha aprovechado sus viajes para buscar piezas y alimentar su pasión por la fotografía y su sed de coleccionismo… Tras la eclosión del mundo digital, alternaría las visitas a ferias, con las adquisiciones a través de coleccionistas de mas de 15 países. Cámaras, proyectores y otros aparatos de fotografía y cine que rebuscaba por certámenes, mercadillos y anticuarios reposan ahora en el Cine Felgueroso. También publicaciones, carteles y fotos antiguas. La colección Cámaras de Colores transmite la pasión de Urdangaray por la fotografía, por la conservación, la catalogación y, sobre todo, por el coleccionismo de artilugios relacionados con el mundo de la imagen. Aunque hay variedad de piezas, el fotógrafo asturiano ha centrado su labor en la recolección de aparatos populares, los que empezaron a poblar el mercado desde que en 1888 saliera a la calle, de la mano del empresario George Eastman, la primera cámara Kodak. La colección de Cámaras de Colores cuenta con su propia web (www.camarasdecolores.com) y en sólo la última década los fondos se multiplican por diez. La fórmula: los contactos en la red. La página ofrece, entre la posibilidad de ver las máquinas de la colección, las cámaras que han sido restauradas y redecoradas artísticamente o una fototeca de imágenes antiguas con más de 2.500 fotografías datadas entre 1880 y 1940, todas documentadas por historiadores del arte… El último año, la web alcanzó las trescientas mil visitas. ¿Cómo fue el salto de la colección particular a la exposición pública? Con más de mil piezas reunidas, la colección no tenía espacio físico para crecer. Además la irrupción en el mundo digital y la relación con otros coleccionistas que se interesaron por las cámaras hizo que el fotógrafo comenzara a vender algunas de sus piezas. El tesoro se desgajaba, perdía color. Fue entonces cuando Eduardo Urdangaray entró en contacto con el área de imagen del Ayuntamiento de Langreo y con los integrantes de Sala Oscura, una tertulia cinematográfica local que desarrolla una gran actividad cultural en josé enrique mencía • el desván de los colores
cámaras de fuelle: datan de entre 1890 y 1930. Son piezas muy poco manejables que fueron empleadas sobre todo en estudios y por retratistas. Puede verse su evolución y como con el tiempo van reduciéndose de tamaño.
Cámara de placas W Butcher and Son, modelo Primus, 1900.
Cámara de fuelle Conley Plate, 1903.
Cámara de fuelle Rotokor n.º 3, 1930.
Cámara de fuelle Noxa n.º 5, 1920. 257
cámaras de cajón: son algo más pequeñas que las de fuelle. Eran más baratas y más manejables por lo que se hicieron muy populares, sobretodo en Estados Unidos e Inglaterra. España importaría luego de estos países la moda de tener una cámara en casa por un precio módico y con un buen resultado de imagen.
Cajón Lumiere, 1934
cámaras de baquelita: las cámaras dejan de ser de madera y pasan a ser de plástico. Empieza a cuidarse la estética.
Cámara de baquelita Purma Special, 1939.
cámaras de 35 milímetros: las cámaras de toda la vida que ahora con el boom de la era digital han dejado de fabricarse.
Langreo. Tanto los responsables municipales como los de Sala Oscura consideraron que no podía permitirse que la colección siguiera menguando, arriesgándose a que acabara despareciendo, ni tampoco dejar escapar aquella oportunidad. Fue entonces cuando se planteó reunir todo el fondo y buscarle asiento en el recién rehabilitado Cine Felgueroso de Sama de Langreo, un inmueble de 1959 que se reinauguraba de nuevo en 2007 tras haber pasado un lustro cerrado. Inicialmente, en su origen, el proyecto se denominó Aula permanente de fotografía y cine antiguo. Más tarde pasaría a bautizarse Cámaras de Colores. Así se aprovechaba la conexión con la página web y el tirón de la misma. Además, se daba un toque comercial más atractivo basándose en una de las singularidades de la colección: las intervenciones artísticas sobre las cámaras. El proyecto llegó en buen momento, justo cuando Langreo trabajaba más duramente para consolidar un circuito cultural que integre el Museo de la Siderurgia, la Pinacoteca, la Casa Natal de los Alberti y el Cine Felgueroso. Por si fuera poco, en el municipio acababa de abrir su puertas el Centro de Imagen y Sonido de La Felguera, un centro de Formación Profesional que encuentra en Cámaras de Colores un excelente complemento didáctico para su actividad docente. Ambas iniciativas parecen haber descubierto que pueden enriquecerse mutuamente. Durante todo este tiempo se ha llevado a cabo también una importante labor de documentación y catalogación de las piezas, reproduciendo en fotografías todos sus detalles para posibles catálogos o futuras exhibiciones vía internet. La tarea no resulta sencilla, hay cámaras muy concretas de las que incluso se carece de datos conocidos. Para trabajar este apartado, Urdangaray, que, tras el acuerdo con el Ayuntamiento, sigue ligado plenamente al desarrollo de la colección, es miembro de la Royal Society of Photograf de Inglaterra —una entidad fundada en 1853 para promover el Arte y la Ciencia de Fotografía que cuenta con socios en todo el mundo—, de la Asociación Zenit Moscú 80, 1980.
Kodak Pony 135 con flash de bombillas, 1952. 258
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
Duplicador Kodak de16 mm, 1939.
Nacional de Fotografía de Francia —dedicada al avance de periodismo visual, tanto en los apartados de captación, didáctica, edición, almacenamiento y distribución— y de la Asociación Alemana de Fotografía —que abarca todo lo relacionado con la fotografía artística e informativa—. En estas sociedades navega buscando datos y nuevas adquisiciones de fondos. El resultado de todo ese trabajo de casi un cuarto de siglo está encerrado ahora, en vitrinas, en las plantas altas del Cine Felgueroso. La exposición que ya ha captado elogios de profesionales del mundo del cine, la fotografía y la arquitectura se ha diseñado tras visitar centros similares que ya funcionan en España, Francia, Inglaterra y Alemania. Las principales referencias de narrativa museística para Cámaras de Colores en España son el Museo de Cine de Gerona, el Photomuseum de Zarautz y la Colección de Aparatos Precinematográficos de Basilio Martín Patiño en la sede de la Filmoteca de Castilla y León.
polaroid: Una vitrina especial recoge algunos modelos de una mítica cámara que podría volver a fabricarse de nuevo tras desaparecer del mercado. Inicialmente, sus fotos instantáneas hicieron furor entre los aficionados de los setenta y los ochenta.
Cámara Polaroid J33 Land Camera, 1961-1963.
cámaras de colores: apartado singular que dio origen a la denominación de la colección. En el pueden verse cámaras restauradas sobre las que se han hecho intervenciones artísticas pintándolas y redecorándolas.
El Museo del Cine de Gerona fue inaugurado en abril de 1998 y proviene de la colección de Tomás Mallol, la más importante del país en precine y cine. Mallol empezó a coleccionar en 1960. En 1994 el Ayuntamiento de Gerona compró los fondos: aparatos, máquinas, carteles, material publicitario, libros, revistas y películas, entre otros. El Photomuseum de Zarautz ofrece un recorrido cronológico sobre el desarrollo de la técnica y el arte de la fotografía, así como sobre los inicios del cine. Presenta una colección de aparatos ópticos y otra de imágenes. El centro acoge muestras temporales de fotógrafos, tiene biblioteca, hemeroteca, servicio de asesoramiento técnico y gabinete pedagógico. La Colección de Aparatos Precinematográficos de Basilio Martín Patiño en la sede de la Filmoteca de Castilla y León acoge la exposición permanente de la colección privada del cineasta salmantino. Muestra tecnologías de registro, animación y proyección, repasando la evolución de la historia de los medios audiovisuales. «Artículos para fascinar», como se denomina, cuenta con unos doscientos aparatos, algunos josé enrique mencía • el desván de los colores
Kodak Reflex, 1946-1949.
Kodak Portrait Brownie n.º 2, 1932. 259
accesorios: todo tipo de útiles antiguos utilizados en fotografía y cine. Desde tanques de revelado hasta cajas de películas o folletos de las cámaras y publicidades.
Altavoz de director cine.
fotografías: hay un fondo de 2.500 imágenes antiguas de finales del siglo xix y principios del xx, de entre 1880 y 1930. Destacan también algunos ambrotipos, primeras imágenes de papel en un material que llevaba impregnada una emulsión química. Son imágenes que por si mismas constituyen una lección de historia. La
de épocas anteriores a la aparición del cine. Hay praxinoscopios, mutoscopios, linternas mágicas, zootropos, proyectores y cámaras. Visitados estos centros y a la espera de la futura apertura del Museo Nacional de Fotografía en Segovia, Cámaras de Colores nace para colarse directamente, de golpe, entre los tres fondos museísticos más importantes del país en materia de fotografía y cine. La colección langreana abarca además un espacio no tratado hasta ahora al estar centrada en la fotografía y el cine popular. Urdangaray no buscó grandes piezas sino que trató de representar la evolución de las cámaras y aparatos de cine que poblaron los hogares de las familias americanas y europeas desde el siglo xix, la fotografía familiar, la aficionada. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya hueco para artilugios llamativos, singulares, para mecanismos cargados de historia, porque como afirma Publio López Modéjar, prestigioso fotohistoriador español, los fotógrafos aficionados existen desde el origen mismo de la fotografía. Luego subraya: grandes aficionados eran los que adquirían las primeras cámaras, unas joyas, para hacer sus pinitos en España. Entre las piezas de la colección destacan especialmente los más de doscientos tomavistas de cuerda que forman parte del fondo. Junto a ellos, hay linternas mágicas, zootropos, praxinoscopios, cámaras de fuelle, proyectores, cámaras de cajón, de bakelita, réflex, polaroids… Hasta el momento se exponen al público alrededor de cuatrocientas piezas, todas documentadas, aunque la colección cuenta con más de mil. La intención es seguir creciendo. El origen de las cámaras hay que buscarlo en más de una veintena de países. La mayor parte provienen de Estados Unidos, Alemania, Inglaterra y Francia, pero no faltan tampoco de Rusia, Chequia, Austria y Tomavistas Bolex Zoom, 1959.
mayoría de ellas están comentadas por expertos en Historia que analizan la indumentaria, el escenario, las costumbres que recogen, las modas, el diseño de la postal… bibliografía: revistas y libros antiguos, tanto de cine como de fotografía. El centro cuenta también con números históricos de publicaciones como Life o National Geographic, dos publicaciones que deben buena parte de su prestigio a la fotografía. La mayoría de los ejemplares están 260
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
Cámara universal Mercury II CX, 1945.
de la antigua República Democrática Alemana. Muchas piezas tienen tras de si un duro trabajo de campo que implicó acudir a visitar a coleccionistas por medio mundo. Otras llegaron acompañadas de historias humanas apasionantes, como la cámara Rotokor n.º 3, de fabricación rusa, que en los años treinta del pasado siglo era regalada por el gobierno de Moscú a destacados miembros del Partido Comunista, a mandos del Ejército Rojo o de la kgb. El vendedor, que aportó la de la colección, la acompañó incluso con el carné de espía de la kgb de un tío abuelo. Así las cosas, el paseo entre las vitrinas tiene las paradas obligadas que se indican a los márgenes. Tras el recorrido, por si alguien tiene ganas de más, debe apuntarse que, como todos los grandes proyectos que se precien, Cámaras de Colores tiene intención de seguir creciendo. El primer objetivo será buscar una ubicación física en la que exhibir el resto de la colección: las piezas que, aunque están representadas por otras similares o parecidas, ahora no se muestran por falta de espacio. El Ayuntamiento de Langreo, impulsor del proyecto, estudia varias localizaciones. Igualmente, la potenciación de la vertiente didáctica, construyendo artilugios (linternas mágicas, zootropos o praxinoscopios) con los que el visitante pueda interactuar, es otro de los frentes de trabajo. Se trata de dotar al centro de algo que funcione en realidad, en vivo y en directo, para que los usuarios de la instalación, principalmente los escolares, puedan comprender de forma amena como funciona por dentro el mundo de la imagen, sus máquinas. Este apartado se completaría con otras actividades didácticas como talleres, charlas y exposiciones. La intención es dar a conocer, explicar y fomentar el amor por la fotografía y el cine en lo que constituye un objetivo clave: buscar que la ciencia sea comprensible y comunicable. Estas tareas se abordarán sin perder de vista el «mercado» coleccionista para tratar de hacerse con piezas significativas, con mayor valor histórico, más especiales en el mundo de la fotografía, para completar la vertiente popular. Todo para seguir dándole color al desván del Felgueroso y a la nueva cultura que luce Langreo. josé enrique mencía • el desván de los colores
fechados entre 1900 y 1940. También hay una sección dedicada a la Agenda Lumiere, con todos los números publicados entre 1907 y 1932. En esta agenda, los padres del cinematógrafo, nacido en 1895, iban apuntando año tras a año las mejoras que aparecían en el sector de la imagen. Los carteles de cine también tienen su hueco en la colección. réplicas: Interesante también es una apartado dedicado a copias de cámaras. Llaman la atención varias Leica falsas de fabricación rusa. Se trata de un caso de espionaje industrial impulsado por Moscú para hacer la competencia a Alemania. Fueron modelos que gozaron de mucha popularidad en Rusia y en la Europa del Este. En la exposición pueden verse algunos e incluso compararse con los modelos alemanes originales.
Copia de Leica color oro y piel de serpiente. 261
Cine Felgueroso Testigo de un Langreo dorado y decadente Julia Díaz-Faes Muñoz
mi intención, al comenzar este trabajo ya en diciembre del año 2007, era documentarme acerca de los primeros años de la historia del cine en Langreo, concejo donde nací y resido actualmente. La sorpresa fue doble cuando, por un lado, constaté la escasez de publicaciones sobre el tema mientras que lo poco que encontraba dejaba entrever un pasado de intensa vida cultural y cinematográfica. Hubo un momento en el que Langreo ocupó un lugar predominante dentro de la vida cultural asturiana debido a su emplazamiento sobre la cuenca hullera más rica del país. Esto supuso, desde el comienzo de las explotaciones mineras a nivel industrial, un progresivo crecimiento demográfico y económico del concejo. El análisis de la historia del cine me llevaba hacia un estudio de la industria, la población y el desarrollo urbano. El contraste entre aquella historia pasada y la casi inexistente oferta cinematográfica que yo había tenido en mi infancia —en plena crisis de los cines y ausencia de multisalas— me obligó a buscar un nexo que uniera estas dos grandes etapas, expansión y decadencia, y lo encontré en el Cine Felgueroso. La última referencia publicada sobre la historia del Cine Felgueroso data de 1996,1 momento en el que el cine aún permanecía en funcionamiento aunque ya en crisis por las numerosas dificultades que la implantación de un nuevo sistema de multisalas comenzaba a plantearles a los cines de siempre. La tertulia cinematográfica Sala Oscura, transmite en dicha publicación sus mejores deseos para con el futuro del Felgueroso. 1
Sala Oscura: tertulia cinematográfica, Langreo. Una historia de cine, Gijón: Editorial Trea, 1996. 262
Sin embargo, cinco años más tarde, la sombra del cierre se cierne sobre él para, en 2002, convertirse en una realidad. Fueron años de abandono en los que el edificio y las instalaciones se fueron deteriorando hasta que, en 2005, el Ayuntamiento compra el edificio. A pesar de la importancia de su arquitecto, Suárez Aller —incluso del pintor Zuco autor del mural de la fachada—, el Cine Felgueroso no ha sido aún tratado de forma monográfica y, en muchos casos como el de enciclopedias de arquitectura o espectáculos de Asturias, es directamente obviado. A día de hoy, el Cine Felgueroso es vestigio de un pasado mejor, mientras apuesta alto por un cambio en el negro futuro de la sala oscura. Nace el Langreo obrero Langreo tiene más de setecientos años de historia documentada como unidad administrativa y territorial. Su morfología urbana es consecuencia directa de la progresiva industrialización que sufren los yacimientos carboníferos, puesto que se ubica en el corazón de la cuenca hullera más rica del país. Carlos III fue el primero en prever la gran importancia económica y social del carbón asturiano, encargándole a Jovellanos la estimulación del comercio del mismo. Las dificultades que conllevaba su transporte, entre otras cosas, retrasa la explosión comercial hasta 1852, año en que se inaugura el ferrocarril que une Langreo con Gijón. Inaugurado por la Reina Madre, es el tercer ferrocarril construido en España por detrás de la línea Barcelona-Mataró y MadridAranjuez. El ferrocarril supuso una apertura a escala nacional, y también internacional, para la actividad minera asturiana. Se produjo así un
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
70000
65.860
60000 50000 39.777
40000
51.481 45.731 46.076
43.797
25.444
20000
0
55.758
34.033
30000
10000
58.864
54.261
4.229 1842
8.999 1860
12.832 14.014
1877
1887
18.714
1900
1910
1920
1930
1940
1950
1960
1970
1980
1990
2000
2006
Datos demográficos de Langreo.
cambio radical en la economía y las costumbres del pueblo langreano, que se ejemplifica con datos demográficos abrumadores: en 1857 cuenta con 7.800 habitantes, que pasan a ser 56.602 en 1985 (ver gráfico). El segundo impulso que recibe Langreo es la fundación de la Sociedad Duro-Felguera. Comienza allá por 1857 cuando Pedro Duro construye «La Fábrica». Él muere en 1886, pero sus descendientes continúan con la labor empresarial metalúrgica, alcanzando considerable magnitud e influencia al colocarse en los primeros puestos del ranking de empresas españolas. La Felguera, distrito de Langreo, crece prácticamente al amparo de esta sociedad. Entre 1900 y 1936 se produce la consolidación de las bases económicas del concejo. La producción de carbón alcanza cada vez cotas más altas en general y en la minería asturiana en particular. El proteccionismo de la Restauración, que obliga a consumir carbones nacionales, tiene como resultado unas condiciones realmente positivas para la actividad minero-metalúrgica. Sin embargo, en 1919, tras el fin de la Guerra Mundial, la competencia extranjera renace y vuelve a bajar el nivel de producción. Se habían introducido importantes mejoras en el periodo de bonanza anterior, a la par que las minas de montaña se iban sustituyendo por pozos de extracción, sobretodo en el Valle del Nalón, y bajo Primo de Rivera se vuelve otra vez al proteccionismo. Esto desemboca, una vez finalizada la dictadura, en un problema de superproducción que conlleva una crisis aguda en el sector. El peso se descarga sobre los trabajadores, que se revelan organizando huelgas parciales y generales. Este clima de tensión es la base sobre la que se gesta la Revolución de
Octubre de 1934, que será nefasta para Langreo y sus habitantes. Por otro lado, en el sector siderúrgico casi no hay novedades hasta la Guerra Civil. Duro Felguera sigue compitiendo con Altos Hornos de Vizcaya y el empleo sigue creciendo paralelo a la producción. A la actividad minero-metalúrgica se unen una serie de pequeñas empresas que aumentan la base económica de Langreo, casi todas a remolque de la Duro: centrales térmicas, pequeños talleres, fábricas de amoníaco y otros derivados químicos del carbón, cerámica, etcétera. En general son actividades altamente contaminantes con reducida capacidad de mano de obra. En la etapa autárquica, las nuevas pautas del intervencionismo oficial suponen el último impulso para la expansión industrial, jugando las minas de carbón el papel de un atrayente imán para la población foránea. Numerosos inmigrantes llegan en busca de un trabajo seguro —aunque peligroso y mal pagado— y esto repercutirá determinantemente en las estructuras demográficas y urbanas del municipio. A partir de 1960, la economía de las cuencas asturianas, y por tanto de Langreo, se suma a la dura crisis que sufren todas las cuencas hulleras de Europa Occidental. Pero, al contrario que en otras regiones, en Asturias nunca se planteó un proyecto de reconversión adecuado. Con este breve resumen histórico de la industria langreana se quiere resaltar el carácter coyuntural y dependiente de su economía. Por un lado, es un pueblo al servicio de los intereses económicos empresariales, y de ahí nace su morfología. Por otro lado, su situación periférica le hace ser dependiente dentro de la propia región de Asturias y siempre del capital foráneo
julia díaz-faes muñoz • cine felgueroso. testigo de un langreo dorado y decadente
263
extranjero —belga, francés o inglés— en sus comienzos, o nacional —de Barcelona o Bilbao— posteriormente. El Estado, lejos de ofrecer soluciones al difícil problema social que conlleva la crisis industrial, se ha hecho cargo únicamente de las pérdidas económicas de las grandes empresas minero-metalúrgicas. Se han obviado así la recolocación de la mano de obra excedente, la reconversión de la industria o las ayudas a pequeñas y medianas empresas. La política empresarial basada en la descapitalización, el cierre de las instalaciones y el envejecimiento de sus plantillas esquivó en su momento enfrentamientos, pero no ha conseguido borrar el malestar y la zozobra entre la población. La ausencia de sólidas garantías de futuro incitó al éxodo y así, entre 1960 y 1970, Langreo perdió casi diez mil habitantes. Fue el fin de una época dorada que, no sin sobresaltos, dotó al concejo de una intensa vida cultural donde, por supuesto, las proyecciones cinematográficas tuvieron un papel destacado. Paisaje urbano2 La masiva llegada de inmigrantes y el consiguiente aumento demográfico transformó el paisaje langreano. Las aldeas primigenias estaban situadas sobre las vertientes del valle y ellas cubrían, en principio, la función residencial. Pero, poco a poco, el fondo del valle, con su creciente urbanización, les fue usurpando dicha función. Los diferentes grupos sociales tienden a separarse espacialmente, casi siempre condicionados por los intereses de las empresas que, en el caso de los obreros, construían sus viviendas al lado de las fábricas o pozos. El espacio que nos ocupa —el circundante al Cine Felgueroso— pertenece a la zona central de Sama, correspondiente al primer ensanche realizado en los años 20, tras el Plan de Urbanización de 1896. Esta zona, y en general todo el distrito de Sama, albergaba a la clase alta y a la clase media profesional. Además de cumplir la función administrativa, Sama estaba orientada hacia el sector ter2
Fernández, Aladino. Langreo: industria, población y desarrollo urbano, Oviedo: Ayuntamiento de Langreo y Universidad de Oviedo, 1980.
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ciario, siendo el principal punto de intercambios comerciales. Su aspecto era el de una mediana capital provincial y la calle Dorado —donde se encontraba el mercado de ganado— era su centro neurálgico. A pesar de todo, esta zona central urbana estaba escasamente edificada y casi no se vio afectada, en principio, por el acelerado aumento demográfico. La razón la hemos dicho: en ella no vivían obreros. Las viviendas de estos últimos, durante la primera mitad del siglo xx, se dividieron en dos tipologías. La primera y más llamativa, por su anárquica disposición, fue la vivienda obrera unifamiliar ubicada en la periferia urbana, en la que, gracias a pequeñas parcelas de explotación agrícola, el obrero complementaba su productividad. La segunda tipología es la barriada, que prolifera en la época de la autarquía. Al igual que la anterior, es una vivienda obrera que trata de responder a la situación de emergencia provocada por el hacinamiento y el chabolismo. En este caso, son llevadas a cabo por el Plan General de Ordenación Urbana o por la promoción de las propias empresas, sobretodo la Duro Felguera para sus propios trabajadores. Para exponer la segregación social de la que hablamos, citaremos un ejemplo de Aladino Fernández, que curiosamente compara la Barriada de San Esteban de Ciaño con el Edificio Felgueroso de Sama —donde se ubica el cine— mediante una tabla donde aparecen los caracteres profesionales de los habitantes de estos dos edificios, según el padrón de 1960: Mineros
Obreros
Barriada San Esteban
Población activa 28,1
387
414
Clases medias 35
Edificio Felgueroso
30,2
0
14
137
Con el paso de los años, las capas sociales se irían entremezclando y estas distinciones quedarían fuera de lugar. Llega el cine a Asturias. . . Las primeras noticias que constatan la presencia de un cinematógrafo en Asturias son pequeñas notas de prensa que no nos proporcionan muchos datos más allá de la fecha y lugar de exhibición. A esto se suma la falta de investigaciones
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
sobre el tema, con la única excepción del libro de J. C. de la Madrid,3 al que nos hemos remitido para esbozar esta primera toma de contacto del cinematógrafo con el público asturiano en general y langreano en particular. Siguiendo las etapas que J. C. de la Madrid marca en su estudio, debemos hablar de un primer periodo de consolidación entre 1987 y 1900. Durante estos años, el cinematógrafo se une a los numerosos prodigios científicos que proclamaban el éxito de la civilización industrial. Lo novedoso era lo importante, y el cinematógrafo se limitaba aún al carácter de invento, siguiendo la misma trayectoria de exhibición que el fonógrafo o el gramófono, por ejemplo. El prestigio de los Lumière aumenta, afianzándose sus aparatos como una garantía de éxito. La primera nota de prensa asturiana que se conserva data de agosto de 1986 y anuncia una sesión en el Teatro Jovellanos. Dos puntos deben destacarse. En primer lugar, que sea un teatro el lugar que acoja la llegada del invento, hecho que revela el carácter científico que se le daba y el estrato social del público al que se dirigía. En segundo lugar, la cuestión de qué aparato se exhibió realmente. Al ser de carácter colectivo, no podía ser un kinetoscopio, y tampoco un vitascopio, porque éste no llega a Madrid hasta octubre y todo pasaba primero por la capital. Aunque la estrategia de gestión apunta a que fuera un Lumière, no es posible afirmarlo, ya que los primeros años están marcados por la convivencia de distintos aparatos más baratos derivados del original. Aunque la vertiente cientifista continúa durante años, el cinematógrafo se va configurando paulatinamente como atracción de feria, ubicándose en barracas o, esporádicamente, en bajos inmobiliarios. Oviedo, Gijón, y en menor grado Avilés, son las tres ciudades que acogen el aparato en sus respectivas fiestas y ferias. Una etapa posterior sería la comprendida entra 1900 y 1905, donde el invento pasa a normalizarse, consolidándose junto a las varietés como binomio de éxito asegurado. Se va formando un circuito que uniforma el modo de exhibi-
ción, aunque no tanto la clase de local que las acoge. También se señala una extensión a diversos pueblos de la región, como Trubia, Luarca o Infiesto. Entre 1906 y 1909, va tomando cuerpo una nueva tipología de arquitectura efímera que se distancia de las barracas para acercarse al teatro: el pabellón. Las exhibiciones cinematográficas ya están consolidadas y comienzan a adaptar su oferta en función de las exigencias del público. La sorpresa ante un nuevo invento deja ya de tener efecto y la concepción del teatro cambia. Este cambio se ve propiciado por un proceso de masificación de los espectáculos en general que se produce a escala mundial. Dicha masificación está en relación con el nuevo método de distribución que fomentan las casas productoras, que pasan de la venta al alquiler. Oviedo será la ciudad que marque las nuevas condiciones del espectáculo cinematográfico al abrirse el Teatro Celso, que trata de presentar una alternativa seria que dignifique el género de varietés frente a la postura conservadora imperante, que intenta sacar las ferias del centro ovetense. Es entre 1910 y 1914 cuando los locales estables aparecen fuera de Gijón, Oviedo y Avilés. Los largometrajes de alquiler se organizan en distintas sesiones con distintos precios, alcanzando una mayor variedad de público. Las estrellas de varietés están en el mismo proceso de «divinización» que las cinematográficas. Sin embargo, la transformación interna del cine como espectáculo de masas va desligándolos poco a poco. En 1914 se abre el Cine Paredes en La Felguera, Langreo. Y sólo unos meses después, en la misma localidad, abre el Salón Doré como síntoma claro de la gran afluencia de espectadores. . . . y a Langreo4 Llegados a este punto, nos referimos ya al cine como una empresa comercial estable con un local expresamente dedicado a la exhibición cinematográfica, que puede ser compaginada con 4
3
Madrid, Juan Carlos de la: Cinematógrafo y «varietés» en Asturias (1896-1945), Oviedo: Consejería de Cultura, 1996.
Fernández, Aladino: Langreo: industria, población y desarrollo urbano, Oviedo: Ayuntamiento de Langreo y Universidad de Oviedo, 1980.
julia díaz-faes muñoz • cine felgueroso. testigo de un langreo dorado y decadente
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otras actividades. Enumeraremos una serie de salas langreanas sobre las que, en su mayor parte, la información es limitada. El edificio más antiguo de Langreo que albergó un cinematógrafo fue el Teatro Vital Aza, ubicado en Sama —solar ocupado actualmente por el Conservatorio de Música del Valle del Nalón— y construido en 1987. Sin embargo, hasta la década de los veinte, su actividad se limitó a obras teatrales. Un testimonio oral recuerda haber visto allí «El jorobado de Nuestra Señora de París» de 1923. El edificio del Teatro Vital Aza fue derribado en 1994, tras haber asumido distintas funciones, incluso la de Colegio de Segunda Enseñanza y la de Conservatorio. La primera empresa cinematográfica estable fue el Salón Paredes de La Felguera, abierto en 1914, y que al año siguiente abre otro local en Sama —aunque no está localizada su ubicación—. Su dueño, José Rozada Camblor, había comenzado su trayectoria proyectando en barracones feriales. Ese mismo año, 1914, el Salón Doré de Gijón abre una sucursal en La Felguera. El Cine Paredes de La Felguera funcionará entre 1950 y 1969 bajo el nombre de Cine Covadonga. En 1915 se abre el Teatro Dorado en Sama, que destaca por haber sido de los primeros en Asturias en tener cine sonoro. Consta que un técnico de la casa alemana Bahuer vino expresamente en 1932 para instalarlo. Posteriormente cambia de dueños y pasa a llamarse Teatro Rozada, que funciona hasta la década de los setenta. Bajo el nombre de Cine o Salón París se conocieron varios locales ubicados en distintos edificios de La Felguera. Durante la guerra, tras haber acogido diversos actos culturales del Ateneo Obrero, su último dueño Luis Carbajal fallece y el cine deja de funcionar bajo este nombre. En Sama, el Cine Pumarino, dirigido por los hermanos del mismo nombre, funcionó hasta entrados los años veinte, ubicado en el solar actualmente ocupado por el edificio de la Caja de Ahorros de Asturias, perpendicular a la calle Dorado. Durante esa década también hay constancia de un pequeño cine en Lada que deja de funcionar en la Guerra Civil, y en 1921 aparece anunciado en el porfolio de las fiestas otro pequeño cine, Popular Cinema, en Ciaño. 266
En 1926, los marqueses de la Felguera construyen un coliseo que pronto pasará a llamarse Teatro Pilar Duro. El edificio será escenario de múltiples manifestaciones artísticas, hasta que se cierra en 1974 y se derriba para construir un bloque de viviendas. A principios de los años treinta, se inaugura en Sama el Teatro Manuel Llaneza, construido por el Sindicato Minero Asturiano. Tras los sucesos de 1934, el Sindicato tiene problemas para financiarlo y el teatro es embargado. Años más tarde, la empresa Paredes lo reabrirá bajo el nombre de Teatro de la Victoria, que compaginaba el cine con actividad teatral y bailes de Nochevieja. La empresa Fernández Arango, responsable también del Teatro Rozada, lo explotará desde 1961 hasta su cierre en 1967. En 1939, uno de los antiguos Cine París abre bajo el nombre de Teatro Astur en La Felguera. Tras un periodo a cargo de la empresa Pesquera, Fernández Arango se hace cargo del cine, que será uno de los últimos en cerrar, en 1988. En la década de los cuarenta, dos nuevas salas aparecen en Tuilla —Cinema Garceli— y en Barros —Cinema Barros—. Este último continúa su actividad, no sin dificultades, hasta 1973. En 1949 abre también el Cine Ideal de Ciaño, ubicado en un edificio anexo a la Iglesia, que aún continúa en pie. Bajo la supervisión del joven párroco Don Enrique, pasará a conocerse como el Cine-Club, con un considerable número de socios que acudían con afición a las proyecciones y coloquios. Con la marcha de Don Enrique, el cine-club cesa su actividad y, pese a varios intentos de aficionados y empresarios, en 1965 cierra sus puertas definitivamente. Lada vuelve a tener su propia sala durante un breve espacio al inaugurarse en 1954 el Cine Lada, asociado al circuito Argüelles que trabajaba por distintas zonas de Asturias, pero cierra a principios de los sesenta. Los dos últimos casos contemporáneos a la apertura del Felgueroso, son el Cine María Jesús de La Nueva abierto entre 1957 y 1978 y el Cine Hogar del Productor de Sama, ubicado en el edificio construido en 1954 por la Organización Sindical, que en 1986 cede su espacio a la Casa de UGT, hoy en día utilizado como gimnasio.
cine felgueroso. cincuenta años de cine en langreo • apéndices
El Cine Felgueroso
el proyecto El mercado de ganado de Sama se había celebrado desde tiempos inmemoriales en el espacio que hoy ocupa la plaza Herrero, ante la iglesia parroquial, y al construirse dicha plaza se desplazó a un solar ubicado en la calle Dorado. Sama sigue creciendo y en 1952 el mercado está rodeado ya de viviendas y pequeños comercios. Para éstos últimos, la celebración del mercado suponía una fuente de ingresos, pues a él acudían no solo las gentes del concejo sino vecinos de toda Asturias, especialmente de Siero y Mieres. Por eso, cuando el Ayuntamiento toma la decisión no sólo de desplazar el mercado de la plaza sino de recalificar el terreno para venderlo a una inmobiliaria, se abre un polémico debate. Según un expediente del Ayuntamiento de Langreo, que comprende los años de 1952 a 1956, conocemos el proceso de enajenación de los terrenos públicos sobre los que se asentaba la plaza del Alcázar de Toledo, popularmente conocida como la del mercao de ganao. No existían títulos de adquisición para dicho terreno, y según un informe del Ayuntamiento, siempre había estado destinado a servicio público. Sin embargo, alegan motivos de carácter sanitario y solicitan incluso un estudio por parte de Don José María García de la Torre, Inspector Municipal de Sanidad, para trasladar el Mercado. A esta razón suman el hecho de que Sama carece de superficie para nuevos ensanches y que, apremiando la necesidad de nuevas viviendas, el solar sería perfecto para tal fin. Don Julio Galán Gómez, arquitecto y jefe del negociado de obras públicas del Ayuntamiento, valora el metro cuadrado en 300 pesetas. La superficie total era de aproximadamente 4.888 m2, pero, al descontar el espacio pertinente para las calles circundantes, el solar edificable quedaba en 2.261,07 m2. En un principio se lanzaron a subasta dos solares de distintos precios correspondientes a la superficie de la parcela, ofertándose la posibilidad de que un solo postor solicitase la totalidad de las parcelas, ascendiendo entonces el precio a un millón de pesetas y obteniendo también preferencia en la subasta. En caso de que este postor existiera, estaría obligado a construir en un plazo de 3 a 6 años.
A estas premisas el Ayuntamiento añade ciertas pautas constructivas con la intención de armonizar la nueva obra con el entorno, como por ejemplo el uso de ladrillos en las fachadas o la altura máxima de 15,55 metros —equivalente a el ancho de la calle más la mitad del mismo—. De nuevo se favorece al comprador que se lleve toda la parcela, pues en este caso tendría libertad para aprovechar la parcela como quisiera, previa aprobación del planteamiento. Las condiciones para la enajenación del solar fueron publicadas en el Boletín Oficial número 226, el día 3 de octubre de 1952, y veinte días después en el diario regional La Nueva España. Firmaba el documento el alcalde Don Joaquín Miranda. Dentro del dossier del expediente aparece un escrito de don Amaro Rodicio, secundado por decenas de firmas de comerciantes, con fecha del 29 de octubre de 1952, suplicando que se deje sin efecto el acuerdo adoptado. El Ayuntamiento responde que no procede estimar la reclamación ya que esta se produce fuera del plazo. Se desoyen así las quejas del pueblo, preocupado porque el cambio de fisonomía de la zona perjudique a sus respectivos negocios, crecidos al amparo del mercado semanal. La subasta La primera subasta se lleva a cabo bajo la supervisión del secretario del Ayuntamiento Gregorio Llanes Aurre, el alcalde Joaquín Miranda, el jefe de obras públicas Julio Galán, el interventor de los fondos municipales Benjamín García y el registrador de la propiedad Nicanor Prendes, perteneciente al partido judicial de Pola de Laviana. Esta primera subasta queda desierta y se decide convocar una segunda, omitiendo la opción de la compra independiente de las parcelas. Así pues, tras reducir el ancho de las futuras calles circundantes al solar edificable a 12 metros y ser anunciada la subasta por Don Eladio Miranda en Radio Langreo, se lleva a cabo la segunda subasta a la cual solamente se presenta una proposición el 22 de marzo de 1954. La propuesta es de la Inmobiliaria Felgueroso de Gijón, que un mes después —28 de abril— firma las escrituras de la compraventa del solar en la Notaría langreana de Don Manuel de la Campa Valdés. Y el 13 de noviembre solicita la licencia de obras.
julia díaz-faes muñoz • cine felgueroso. testigo de un langreo dorado y decadente
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Un documento de 1955 nos informa de que la Inmobiliaria tuvo problemas para obtener un crédito hipotecario, viéndose obligada a pedir concesiones al Ayuntamiento. Se les autoriza proceder a hipotecar el solar y las obras y así obtener el crédito. Otro certificado de 1955, firmado por el notario sustituto don Antonio García Alonso, legitima la venta del terreno. El arquitecto y su obra La Inmobiliaria Felgueroso encarga el proyecto al arquitecto Juan José Súarez Aller. Este langreano tiene oportunidad de residir temporalmente en Nueva York, donde se empapa de las nuevas corrientes arquitectónicas. En todas sus obras se aprecian los aires de modernidad que trajo en su momento a un Langreo que aún despertaba del letargo decimonónico. La idea de un complejo que conjugara espacio residencial con espacio para el ocio o esparcimiento de los vecinos está presente en muchos de los ensanches de las principales ciudades del momento, como por ejemplo el plan de Ildefons Cerdá para L’Eixample barcelonés. Y Súarez Aller lo imagina para Sama de Langreo, con forma de «U» abierta hacia la calle Dorado. Además, quizás por estrategia comercial de la inmobiliaria, añade un edificio exento en el centro de dicho conjunto, destinado a albergar una sala de cine quizás con la intención de dinamizar el sector terciario de los aledaños, desfavorecido tras la recalificación de la plaza pública. En la memoria del proyecto del 19 de mayo de 1954, Suárez Aller detalla las características del futuro inmueble que, a pesar de las condiciones de la subasta, tendrá 26 metros de altura distribuidos en 7 plantas con un total de 70 viviendas y ocupará 1.273,40 m2 del terreno edificable. Fija en 13.553.335,73 pesetas el presupuesto de las obras. Las 70 viviendas estarán distribuidas en 5 tipologías, de distintas características y precios, adaptadas a las distintas necesidades de los compradores. 268
Seis meses después, a 24 de noviembre de 1954, presenta el proyecto para el local de cinematógrafo, que evidentemente también será propiedad de Inmobiliaria Felgueroso S.A. Será un edificio exento de planta elíptica, con cinco alturas sobre una superficie de 176 m2 y con un presupuesto de 705.556,14 pesetas. La llamativa planta elíptica era utilizada ese mismo año por Luis Moya en la iglesia de la Universidad Laboral de Gijón y, como bien señala Pilar García Cuetos, podría haberle servido a Suárez Aller de inspiración. Obra de arte total Mención especial requiere la colaboración del pintor Zuco, que en aquel momento trabaja para Súarez Aller y realiza un mural en el techo del vestíbulo del Cine Felgueroso. Jesús Díaz, popularmente conocido como Zuco, nace en Sama de Langreo en 1929. En 1937, a raíz de la Guerra Civil, se traslada a la URSS, donde permanece hasta 1956. En Rusia estudia en la Escuela de Bellas Artes de Moscú, obteniendo luego el título de profesor de dibujo y
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pintura en Leningrado. Allí trabaja como escenógrafo cinematográfico para Leningrado Films. Al volver a España, Zuco debe empezar de cero y, antes de irse a Oviedo y más tarde a Madrid, se establece en Sama, su pueblo natal. Es entonces, en 1958, cuando colabora con Súarez Aller en las obras del Cine Felgueroso. Suárez Aller baraja distintas opciones para la fachada. En un primer momento piensa en decorarla con una figura de la estatuilla de los premios Oscar, pero enseguida lo desecha, quizás considerándolo excesivamente hollywoodiense para un pueblo como Sama. La siguiente opción fue cambiar al Oscar por la figura de Don Quijote. De hecho, el alzado de la fachada que encontramos en el dossier del archivo municipal pertenece a esta segunda idea, desconociéndose el paradero de los planos definitivos. Finalmente, el arquitecto optó por algo totalmente diferente, abriendo el interior del edificio a la calle Dorado mediante una espectacular fachada acristalada. El techo inclinado del vestíbulo estaría decorado por un colorido mural que evidentemente podría apreciarse desde fuera. Y precisamente esta fue la labor de Zuco. Como pintor paisajista, su paleta está caracterizada por una gama cromática restringida: ocres, pardos, grises. Sin embargo, en este mural suma tonos más vivos a sus colores básicos. Según algunos testimonios, Zuco también se encargó del colorido mosaico de gresite que cubre los paramentos del edificio, pero el escaso estudio del tema nos impide afirmar su autoría con rotundidad. No ha sido posible conseguir imágenes del mural primigenio, sin embargo la restauración ha dado muy buenos frutos que pueden admirarse a día de hoy. Muerte y resurrección La última empresa que gestionó el Cine Felgueroso fue la empresa Pesquera, dueña a su vez de varios cines langreanos entre los que destaca el Maripeña. Debemos hacer un inciso acerca de este cine, ya que el Maripeña guarda una serie de similitudes arquitectónicas con el Felgueroso que creemos importante reseñar. Se inserta también en un complejo residencial de gran altura. Dichos edificios reciben la denominación de torres y son construidos en la
década de los cincuenta. Esta tipología marca las nuevas pautas constructivas del municipio, caracterizadas por romper el equilibrio previo de la silueta urbana, de mucha menor altura. Su simultaneidad cronológica puede deberse además, como bien señala Pilar García Cuetos, a la eterna rivalidad entre Sama y La Felguera, que en ninguno de los casos toleraría quedarse atrás en la pugna por la modernidad. Pero si por algo destacamos al Maripeña es por su coincidencia cronológica en la etapa de decadencia con el Felgueroso. Tras ser comprado el edificio del Maripeña por el Ayuntamiento, la empresa Pesquera continuó su actividad comercial los fines de semana en calidad de alquiler. Mientras tanto, el Felgueroso, también de Pesquera, encontraba cada vez más dificultades dentro del circuito de distribución de películas, a lo que se sumaba un descenso en picado de público. Langreo perdía habitantes, y el boom del vídeo y la televisión amenazaba a las salas de cine a escala mundial. En febrero de 2002, la empresa Pesquera decide cerrarlo definitivamente por ser inviable la rentabilidad del negocio. También deja de alquilar el Maripeña, que pasa a dedicarse exclusivamente a la programación municipal. El Cine Felgueroso queda abandonado a su suerte y sufre un periodo de grave deterioro. Los vecinos recuerdan cómo la suciedad, propia de la contaminación langreana, ennegrecía su fachada e incluso cómo las ratas salían de sus sótanos. La reciente reinstauración de la actividad cinematográfica ha supuesto un alivio por evidentes motivos higiénicos y estéticos, pero también por la vida que da un centro cultural a su entorno. Y es que en 2005, el Ayuntamiento llega a un acuerdo con la Caja de Ahorros de Asturias para comprar el inmueble del cine y proceder a su inmediata restauración. La remodelación interior del local, que respeta la distribución de las escalinatas y el vestíbulo, ha incluido la limpieza y decoración del edificio de viviendas que lo rodea. Las fachadas de los siete pisos, como popularmente se les conoce, lucen coloridas tonalidades en consonancia con las del mosaico que recubre el cine que rodean. Aunque esta decisión ha provocado opiniones dispares, cierto es que supone un soplo de aire fresco.
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En lo que se refiere al cine, la obra ha sido llevada a cabo por Jovino Martínez Sierra, que ha sido galardonado en los XIX Premios de Asturias de Arquitectura. El cambio más radical en la estructura originaria, ha sido la división de la sala en dos niveles mediante un forjado. Esto ha dado lugar a una sala con palco en la planta baja y primer piso respectivamente, y a una sala de exposiciones y otra más pequeña para proyecciones en el piso de arriba. Donde antiguamente se ubicaba la cabina de mandos se han instalado unas oficinas que sirven de sede a la Tertulia Cinematográfica Sala Oscura, encargada de elaborar los ciclos que se proyectan entre otras muchas cosas. En la sala de exposiciones se exhibe una colección de cámaras antiguas, tanto de cinematógrafo como de fotografía, que el Área de Imagen del Ayuntamiento tiene pensado seguir aumentando a pesar de que excede ya las vitrinas disponibles. La reforma puede visionarse en la página del arquitecto Martínez Sierra: <www.jovinoms.com> o mejor aún, animándose a visitarla en vivo y en directo. Conclusión y agradecimientos Tras haber analizado todos los puntos que han influido en la vida del edificio del Cine Felgueroso, reafirmamos nuestra hipótesis inicial que lo proponía como bisagra entre dos épocas muy diferentes, tanto para la industria del cine en general como para el concejo de Langreo. Este trabajo no llena el hueco documental de la historia del cine langreano ni siquiera la del Felgueroso, pues debe profundizarse mucho más aún, pero cabe la esperanza de haber aportado un grano de arena. He de agradecer a Eduardo Jiménez Parra, responsable del Área de Imagen del Ayuntamiento, su ayuda desinteresada y su visita guiada personalizada por las nuevas instalaciones del Felgueroso. También a Lucía Funes, encargada del Archivo Municipal de Langreo, su colaboración. Y, en especial, a Pilar García Cuetos, profesora titular de la Universidad de Oviedo, que como pregonera de las Fiestas de Santiago 2008, rompió una lanza a favor de la recuperación, conservación y estudio de los muchos edificios arquitectónicos destacados —hijos de la etapa dorada de Langreo— que están siendo devorados cada vez más rápidamente por las fauces de la especulación inmobiliaria en el concejo. 270
El Felgueroso nació cerrando años de crecimiento demográfico, urbano, industrial, económico… Proclamó su modernidad, empujando a un pueblo a abrir los ojos al cambio imparable del progreso que no siempre se sabe apreciar. Polémico en sus comienzos, en su trayectoria y en su cierre, renace ahora de las cenizas para plantarle cara a una nueva era. Una era dominada por las multisalas y las nuevas tecnologías y a la sombra de una institución oficial como es el Ayuntamiento, pero una nueva era al fin y al cabo. Disfrutémoslo. Bibliografía Fernández, Aladino: Langreo: industria, población y desarrollo urbano, Oviedo: Ayuntamiento de Langreo y Universidad de Oviedo, 1980. Fernández Riesgo, Cándido: Historia de Langreo, Oviedo: Aladino Fernández, 1991. López Cerrato, Antonio: 100 años de Langreo: 1880-1980, Oviedo: Caja de Ahorros de Asturias, 1981. Madrid, Juan Carlos de la: Cinematógrafo y «varietés» en Asturias (1896-1945), Oviedo: Consejería de Cultura, 1996. Palacios, Francisco: Caciquismo, lucha localista y Revolución en el Langreo contemporáneo, Gijón, 1992. Sala Oscura: tertulia cinematográfica, Langreo. Una historia de cine, Gijón: Editorial Trea, 1996. Villa Pastur, Jesús: Zuco, Oviedo: Caja de Ahorros de Asturias, 1984. XV Certamen Nacional de Pintura de Luarca. Zuco, Oviedo: Ayuntamiento de Luarca y Caja de Ahorros de Asturias, 1984.
Webgrafía Cámaras de Colores <www.camarasdecolores.com>. [Consulta: 31/o8/2008.] Jovino Martínez Sierra, arquitecto <www.jovinoms.com>. [Consulta: 31/08/2008.]
Documentación Archivo Municipal de Langreo. c/ Julián Duro, 12, 33930 La Felguera. Área de Imagen, Ayuntamiento de Langreo. c/ Dorado, Escuelas Dorado, 33900 Sama de Langreo. Cine Felgueroso. c/ Dorado, 33900 Sama de Langreo. Sociedad La Montera. c/ Leopoldo Fernández Nespral, 27, 33900 Sama de Langreo.
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El que entra en el cine nunca vuelve a salir de allí. Cine Felgueroso. 50 años de cine en Langreo se imprimió la última semana del mes de noviembre de 2009.
años son nada, porque eso es lo que parece haber pasado desde que un 4 de diciembre de 1959, el Cine Felgueroso echara a andar levantando por primera vez su telón para proyectar la película Horizontes de grandeza (The big country, 1958), dirigida por el gran William Wyler. Desde entonces hasta hoy, y como se solía decir entonces, con un descanso a la mitad para visitar el ambigú más largo de lo esperado y que a todos nos pareció una eternidad, muchos relatos, historias e imágenes son las que han pasado ante nuestros ojos para hacernos reír, soñar o llorar. Pues bien, un puñado de ellas es lo que queremos ahora reunir para festejar el quincuagésimo aniversario de la sala de cine más genuina y emblemática de nuestro municipio, con una estructura arquitectónica de forma elipsoidal avanzada a su tiempo que trascendió y aún lo hace, mucho más allá de nuestros límites geográficos.
50 AÑOS DE CINE EN LANGREO
CINE FELGUEROSO
50 AÑOS DE CINE EN LANGREO
CINE FELGUEROSO Parodiando la letra del famoso tango, podríamos decir que cincuenta