Pañol de la Historia # 12

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Fasc铆culo No. 12

ISSN 1900-3447

Direcci贸n de Acci贸n Integral Armada Nacional


Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. El PAÑOL DE LA HISTORIA, es un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Almirante Mauricio Soto Gómez, Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de publicar en el periódico “A la mar” Los resúmenes de este modesto colaborador que desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto. Jorge Serpa Erazo

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de la historia

La Batalla

de Trafalgar

21 de octubre de 1805 Napoleón idea un plan para invadir Inglaterra. Mandar una escuadra franco-española a las Indias Occidentales, y cuando los ingleses manden sus fuerzas navales allí, la escuadra debe volver inmediatamente para unirse con otros barcos del Ferrol, Rochefort y Brest, y dirigirse al Canal de la Mancha donde controlará el desembarco, de 160.000 hombres en 2.000 buques de transporte, en Inglaterra. La primera fase de la misión se cumple. El almirante francés Villeneuve logra salir de Toulon, donde estaba bloqueado por la escuadra al mando de Nelson, la flota francesa la componen 12 navíos de línea: Plutón, Neptuno, Mont Blanc, Atlas, Berwick, Bucentaure, Formidable, Intrépide, Swiftsure, Indomptable, Scipión y Aigle. El 10 de abril llega a Cádiz y se le incorporan los navíos españoles Argonauta, Terrible, España y Firme. El 14 de mayo llegan a la Martinica y el 16 de mayo llega el San Rafaél que había salido de Cádiz con un día de retraso. Pero a la vuelta de las Indias Occidentales, la escuadra franco-española se encuentra con Sir Robert Calder y parte de la Flota del Canal, que estaba a la espera de la escuadra, días antes un navío había divisado a la escuadra y llevó la noticia a Inglaterra. El encuentro se efectúa a 25 leguas de distancia del cabo Finisterre, pero a pesar de la superioridad numérica, la ineficacia del Almirante Villeneuve, que está al mando de la escuadra, permite a los ingleses capturar dos navíos españoles: Firme y San Rafael.

Almirante Horacio Nelson

La escuadra tiene que dirigirse a Vigo, donde entra el 27 de julio, para reparar algunos barcos y atender a los heridos. Una vez repuestos se encaminan al Ferrol, pero tienen que dejar en Vigo los navíos España, América y Atlas para su reparación. El Atlas se destina como hospital provisional para 800 individuos. El 2 de agosto entra Gravina en Ferrol, pero Villeneuve continúa hacia la Coruña. En Ferrol la escuadra se refuerza con los navíos que estaban esperando: Príncipe Asturias, Neptuno, Monarca, San Agustín, San Fulgencio, San Francisco Asís, San Juan Nepomuceno, Montañes y San Ildefonso. Villeneuve recibe la noticia de la pronta llegada del Contra-Almirante francés Lallemand al puerto de Vigo con cinco navíos. Manda a la fragata francesa Didon que avise a Lallemand para que se dirija á Brest, donde el tiene orden de Napoleón de ir para unirse a la escuadra que allí se encuentra.

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La fragata Didon es apresada y no llega a contactar con Lallemand. Villeneuve decide salir el 13 de agosto, sin esperar a unirse a Lallemand, pero el 15 cambia de rumbo y toma la decisión de ir a Cádiz, pues teme que en el Canal de la Mancha le esté aguardando una fuerza considerable de barcos enemigos. Llega a Cádiz el 20 de agosto de 1805. Napoleón monta en cólera al enterarse, levanta el campamento donde estaban las tropas que debían desembarcar en Inglaterra, y se encamina a Austria. Manda a Villeneuve que salga de Cádiz y se dirija a Cartagena en busca de refuerzos y de allí que parta a Nápoles. Pero los ingleses ya han bloqueado la salida de Cádiz. El 28 de septiembre se une a la fuerza de bloqueo inglesa Horacio Nelson, quien toma el mando. En los días siguientes Nelson invita a cenar a todos los capitanes. Estas cenas tienen un carácter informal y en ellas Nelson aprovecha para exponer su plan. Dividirá su flota en dos divisiones, una de ellas atravesará la línea del enemigo entre la retaguardia y el centro y se concentrará en el tercio de la retaguardia. La segunda división cortará la línea entre el centro y la vanguardia, concentrándose en los barcos del centro, de esta forma la vanguardia del enemigo tendrá que dar un círculo para volver y auxiliar al resto de la flota. Collingwood dirigirá la división que atacará la retaguardia, y Nelson comandará el ataque por el centro, los demás capitanes tienen total libertad para causar mas daños a la escuadra franco-española. A este plan Nelson lo llamó "El toque de Nelson". "Si se descubre la escuadra enemiga al viento en línea de batalla, y que las dos columnas y la división de vanguardia pueden alcanzar esa línea, esta probablemente tendrá tal extensión, que la cabeza no podrá acudir al socorro de la cola. Por tanto es verosímil que haré la señal al segundo comandante de cortarla hacia el duodécimo navío, contando desde la cola, ó por donde pueda, sino puede llegar a esa altura. Yo con mi columna atacaré hacia el centro y la división de vanguardia atacará dos, tres ó cuatro navíos mas arriba del centro, de manera a tener la seguridad de atacar el navío del comandante en jefe de la escuadra enemiga, buque que es preciso apresar a todo trance. El plan general de la escuadra británica debe ser el de estrechar todos los buques enemigos desde el segundo ó tercero mas allá del comandante en jefe (suponiendo a este en el centro) hasta la cola de la línea ". Mientras, en Cádiz, Villeneuve no tiene muy claro lo que ha de hacer y el 8 de octubre celebra un consejo a bordo del Bucentaure donde intervienen: Villeneuve, los Contra-Almirantes Dumanoir y Magon, y los capitanes de navío Cosmao, Maistral, Villegris y Prigny todos por parte francesa, y los tenientes Gravina y Alava, jefes de escuadra Escaño y Cisneros, y brigadieres Galiano y Churruca, por parte española. Desde el principio Villeneuve pretende que la escuadra salga de Cádiz, pero Gravina sensatamente le replica con las siguientes palabras: " No apruebo, la salida del puerto de la escuadra combinada, porqué está muy avanzada la estación, y los barómetros anuncian mal tiempo, no tardaremos en tener vendaval duro, y por mi parte creo que, la escuadra combinada haría mejor la guerra a los ingleses fondeada en Cádiz, que presentando una batalla decisiva. Ellos tienen con qué reponer las naves que les destrocemos en un combate; pero ni España ni Francia cuentan con los recursos marítimos de guerra que la Inglaterra posee. Además: el reciente combate sobre cabo Finisterre ha hecho ver que la escuadra francesa es espectadora pasiva de las desgracias de la nuestra: sus buques han visto que nos apresaban los navíos San Rafaél y Firme, y no hicieron ni un movimiento para represarlos, no pudiendo hacerlo los nuestros por las muchas averías que sufrieron de resultas del encuentro, y me temo mucho que en la acción que vamos a tener suceda otro tanto...¿Por qué salir el almirante francés de la bahía de Cádiz?. Aquí obligaríamos á los ingleses á sostener un estrecho bloqueo, otro en Cartagena, donde hay armados fuerzas navales, y sobre Tolón también otro. Para estos bloqueos tendrían que hacer grandes sacrificios: con el sostenimiento de tres escuadras en un invierno que está próximo, y con las averías que forzosamente han de tener, conseguiríamos ventajas equivalentes a un combate".

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de la historia Este comentario termina convenciendo a todos, y se acuerda permanecer en Cádiz hasta que las fuerzas inglesas disminuyan. Nelson ordena atacar todo barco de avituallamiento que se dirija a Cádiz, lo que agrava los problemas de la escuadra, que tiene dificultad de aprovisionarse al estar España recuperándose de la epidemia de fiebre amarilla que había matado a miles de personas y gran parte del ganado. En cambio la flota de Nelson se prepara minuciosamente para el combate, las tripulaciones diariamente hacen prácticas de tiro, y la comida es generosa para todos. Los ingleses sitúan las fragatas a pocas leguas de Cádiz para controlar todos los movimientos de la escuadra y así no ser vistos los navíos que forman la flota británica y evitar que se pueda determinar el número de navíos que la componen. Villeneuve recibe una carta del ministro francés Decrés informándole que se tiene que presentar en París y dejar su cargo a Rosilly que se encamina hacia Cádiz para relevarle. El 17 de octubre Villeneuve recibe información del servicio de inteligencia: 4 buques británicos salían al mediterráneo desde Gibraltar escoltando un convoy, y que otros 2 buques se hallaban en Gibraltar reaprovisionándose y sometidos a reparaciones. Al día siguiente Villeneuve , pensando que la flota de Nelson se ha debilitado con las bajas de los barcos antes indicados, se decide sacar la escuadra de Cádiz y así intentar conseguir la reconciliación con el emperador. El 19 hace las convenientes señales para darse al mar toda la escuadra. Está compuesta por 33 navíos mientras que los ingleses tienen 27. A las 06.00 horas aparece la señal "Izar las velas y adelante", al mediodía, con solo 7 barcos, el viento desaparece y reina la calma; es necesario utilizar botes para remolcar el resto de la escuadra. Al mediodía del 20, toda la escuadra se encuentra en mar abierto; en Cádiz se teme la catástrofe y en la iglesia del Carmen es tal la cantidad de gente que acude a rezar, que se tienen que formar grupos para entrar. El largo tiempo que había permanecido la escuadra en Cádiz había restado habilidad a los miembros de las tripulaciones, además los navíos no estaban suficientemente equipados. Los españoles se temen lo peor. El 19 a las 9'30 horas el Mars repite la señal ' El enemigo empieza a salir del puerto ' , entonces desde el Victory se iza la señal ' Persecución general, sudeste '. Nelson establece un sistema de seguimiento de la escuadra, manda colocar dos fragatas cerca del enemigo para que comuniquen los movimientos al Defence, este al Colossus, este al Mars y por fin desde el Mars al Victory. Las comunicaciones durante la noche se hacen con luces. Durante el 20, la escuadra se dirige al sur, hacia el estrecho de Gibraltar, alejándose del cabo de Trafalgar. La formación es de 3 columnas, pero muy irregulares debido a la poca experiencia de las tripulaciones. A última hora de la tarde el viento sopla del oeste, lo que permite que los barcos giren y se encaminen directamente al estrecho, pero esta maniobra termina de desordenar la formación. Pierre Charles Villeneuve. A las 19'00 horas en el Redutable se ven luces de señal de los barcos de Nelson, y se lo informa a Villeneuve, pero las comunicaciones en la escuadra combinada se hace mediante altavoz y hasta las 20'30 horas no llega el mensaje; Entonces Villeneuve ordena que la escuadra se coloque en línea de batalla. Al amanecer del día 21, las dos flotas se distinguen claramente. A las 5'45 desde el Victory se transmite el mensaje para que la flota se divida en dos columnas. Entonces el General Gravina pide a Villeneuve permiso para obrar independientemente de la línea con la escuadra de observación que está a sus ordenes, el francés lo desaprueba, previniendo a Gravina que permanezca en la línea de batalla y subordinado á los movimientos generales. Villeneuve ordena una virada por redondo a un tiempo en toda la línea, el efecto fue hacer la vanguardia retaguardia, y la retaguardia vanguardia. La línea se había roto dejando grandes claros al enemigo. Este movimiento lo Almirante realizó Villeneuve para tener Cádiz bajo el viento en el caso de una derrota. Pierre Charles Villeneuve Mientras, en el Victory, Nelson está en cubierta observando la escuadra al mando de la escuadra franco-española combinada, el cirujano del barco observa que Nelson lleva las condecoraciones cosidas a la chaqueta, siendo un blanco fácil, pero antes de poder comunicarselo a Nelson, este se vuelve al grupo de oficiales para desplegar un mensaje a toda la flota. "Inglaterra espera que todo hombre cumplirá con su deber y atacad al enemigo de cerca"

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En el San Juan Nepomuceno, Churruca mira por el telescopio el mástil del Bucentaure a la espera de una solución, como no se produce, sacude la cabeza y se dirige a su segundo al mando "Nuestra vanguardia será aislada del cuerpo principal y nuestra retaguardia se verá abrumada. La mitad de la línea estará obligada a permanecer inactiva. El almirante francés no lo entiende. Sólo ha de actuar con osadía, sólo ha de ordenar que los barcos de la vanguardia viren de nuevo a sotavento y se sitúen detrás de la escuadra de retaguardia. Eso colocaría al enemigo entre dos fuegos",¡Perdidos! ¡Perdidos! ¡Perdidos!. A las doce menos cuarto el San Agustín dispara un primer cañonazo, siguiéndole otro del Monarca. El Royal Sovereing manda la columna de sotavento, que es la primera en tomar contacto con la escuadra combinada. El Royal Sovereing descubre una abertura entre el Santa Ana y el Fougueux, se introduce por ella y descarga una andanada contra el Santa Ana y contra el Fougueux. Ambos se reponen y responden al fuego. El Santa Ana entonces se entabla con el Royal Sovereing, Alava, conociendo que su enemigo quiere pasar a sotavento, pone toda su gente a estribor. Mientras, el Victory se lanza entre los navíos Santísima Trinidad y Bucentaure, pero el general Cisneros junta el Santísima con el Bucentaure y no deja hueco por donde pasar, entonces el Victory se lanza contra el Bucentaure y el barco que tiene en popa, el Redoutable. Villeneuve comienza a hacer señales a la división de vanguardia para que vire y venga a reforzar el centro de la línea de batalla, pero Dumanoir no quiere hacer caso de la orden. Desde el Redoutable se intenta lanzar los garfios de sujeción por encima del Victory, para intentar el abordaje, pero el Victory es mas alto. Mientras en las cofas del navío francés los francotiradores barren la cubierta del Victory. Uno de ellos consigue dar a Nelson, que gravemente herido es bajado a la cubierta de sollado.

Nelson agonizante

El Victory está a punto de ser tomado, pero en su ayuda viene el Temeraire, por el costado desprotegido del Redoutable, y lanza una descarga de sus cañones que produce una carnicería en el barco francés. El Fougueux, maltrecho tras su primer encuentro con el Royal Sovereing, acude a socorrer al Redoutable. Se juntan los cuatro barcos que quedan enganchados por sus costados. El Redoutable pierde el palo mayor y el de mesana, desaparece su castillo de popa y cinco sextas partes de su tripulación están fuera de combate; Tiene que arriar la bandera y es remolcado por el Swiftburne. El Bucentaure se queda junto al Santísima Trinidad rodeado de barcos enemigos. Mas de la mitad de su tripulación y oficiales están heridos ó muertos, Villeneuve recorre la cubierta diciendo " Entre la carnicería que me rodea, ¿No hay una bala destinada a mí? ". Poco después arría su bandera. El Santísima Trinidad se queda solo rodeado de siete navíos ingleses, pero todavía sostiene el fuego, el capitán del África envía un oficial a aceptar la rendición del navío, pero es cortésmente escoltado de vuelta a su bote y se reanudan los disparos por más de una hora, que ni para las bombas de achicar, ni para los cañones, hay hombres. Entonces el barco se rinde. Es un bamboleante casco gigantesco y sin mástiles. Se niega a hundirse durante casi tres días, mientras los tripulantes de los barcos británicos Ajax y Revenge tiran a los muertos por la borda y bajan todos los heridos que pueden a los botes, pero el día 24 se rompen los cables de remolque y se hunde, de las escotillas asciende un aullido espantoso, es de los desgraciados que hay en la cubierta inferior.

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de la historia La columna de observación, que cubre la retaguardia de la escuadra combinada, se ve envuelta por navíos que siguen a Collingwood. El principal objeto es el apresamiento del buque insignia del general Gravina, el Principe de Asturias. Este tiene que luchar contra los navíos Defiance y Revenge. El San Ildefonso, que se haya delante de Gravina, vira en redondo para equilibrar la pelea, pero al notarlo los navíos inglese Dreadnought, Poliphemus y Thunderer arriban á todo trapo sobre los españoles, teniendo el San Ildefonso que arriar la bandera después de una defensa desesperada. El Príncipe de Asturias se queda solo, el brazo de Gravina a sido arrancado, y los palos mesana y mayor amenazan con venirse abajo. Pero el San Justo y Neptune consiguen llegar hasta el. Gravina indica a la fragata Thémis que lo remolque y dá instrucciones a los demás barcos que puedan navegar, que lo sigan hasta Cádiz. Con 11 navíos casi destrozados pone rumbo a Cádiz. Atrás queda el San Juan Nepomuceno, desarbolado, acribillado, y muerto su comandante Cosme Damián Churruca. Una bala de cañón lo derribó, pero el se levantó diciendo "Esto no es nada, siga el fuego", al poco tiempo muere desangrado. El San Juan Nepomuceno es apresado al no poder seguir a Gravina.

Cosme Damián Churruca de Elorza al mando del navío español San Juan Nepomuceno, donde halló una muerte gloriosa

Nelson a muerto y Collingwood manda ahora la flota británica. La última orden de Nelson es que la flota anclara ante el temporal que se avecina, pero Collingwood no ancla la flota. Durante casi una semana, la tempestad que azota la costa de Cádiz fue peor que el combate sucedido. El Redoutable, que es remolcado por el Swiftsure, se hunde con muchos de los heridos todavía abordo. El Bucentaure, sin mástiles, encalla en la playa cercana al puerto. Los tripulantes son británicos que conducen la presa hacia Gibraltar. Estos son acogidos con hospitalidad por los gaditanos (que diferencia con los pobres miembros de la Armada Invencible, que siglos atrás, naufragaron en las costas inglesas y fueron asesinados). Desde Cádiz salen varios navíos para intentar recuperar a los apresados. Son: Asís, Montañés, San Justo y Rayo que salen en busca del Santa Ana; Más adelante se les une dos navíos franceses. El Santa Ana es recuperado pero debe ser remolcado a causa del mal estado del casco por la fragata Themis. El rayo es arrastrado a la costa y allí se encalla, igual que el San Francisco, Monarca y Neptuno. Las perdidas españolas fueron de 1.022 muertos y 1.383 heridos. Las británicas de 1609 muertos ó heridos, y los franceses perdieron más de 3000 hombres y más de 1000 fueron heridos. El número total de capturados, entre franceses y españoles, sumaba unos 8.000. La victoria sobre el combinado franco-español permitió a Inglaterra tener la supremacía naval en los siguientes 100 años. Napoleón no consiguió volver a tener una escuadra capaz de asegurar un desembarco en Inglaterra, y su objetivo jamás se realizaría. España no perdió su armada aquí, sólo perdió 10 navíos que quedaron contrarrestados con los 6 navíos que se capturó a Francia en el inicio de la guerra de la Independencia. Pero para poder dotar a todos los barcos que participaron en el combate fue necesario utilizar recursos externos y de la iglesia (sobre las fincas pertenecientes a la iglesia) concedidos al Rey por el Papa, un empréstito de cien millones de reales y el producto de algunos impuestos nuevos. Además no se recibían rentas de América por el cerco inglés. Sin dinero se empezaron a desguazar los barcos para poder equipar a otros, e incluso para leña. En 1805 España tiene 41 navíos de guerra, en 1811 tiene 26 navíos de guerra, en 1820 se tiene 17, y en 1835 sólo 3 navíos para defender las costas españolas y mantener las pocas colonias de ultramar. Fuentes consultadas y resumidas : Trafalgar: Countdown to Battle 1803-1805, Michael Joseph Nelson's Navy: The Ships, men and Organization 1793-1815, Conway Maratime Press.

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La batalla de Malpelo Batalla naval que la GranColombia perdió -Julio 2 de 1828En junio de 1828, la Gran Colombia, nación integrada por las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Venezuela y Panamá, fue atacada por las fuerzas del vecino país del Perú, presidido entonces por el Mariscal José de la Mar, quien de tiempo atrás había mantenido actitud hostil hacia la Gan Colombia al fomentar una rebelión contra las fuerzas colombianas que estaban en Bolivia al mando del Mariscal Sucre; se había negado a pagar la deuda contraída por la guerra de independencia y no quería demarcar la frontera entre los dos estados, siguiendo la división política de los antiguos virreinatos de la Nueva Granada y del Perú, lo cual implicaba la anexión a la Gran Colombia de las provincias norteñas de Jaén y Maynas.

La batalla naval de Malpelo Así los hechos, intempestivamente el presidente José de la Mar ordenó el zarpe de la escuadra naval, al mando del Almirante Jorge Martín Guise, para iniciar de inmediato una campaña marítima contra las fuerzas de la Gran Colombia. La flota peruana, estaba compuesta por 16 buques de guerra y transporte, entre ellos las fragatas "Presidente" y "Monteagudo", las corbetas "Libertad" e "Independencia" y los bergantines "Congreso", "Primero de Febrero", "Arequipeña" y "Peruviana" que ejecutaron una acelerada y sorpresiva campaña naval. El primer combate de esta guerra entre La Gran Colombia y el Perú, fue la batalla naval de Malpelo. El 2 de julio de 1828, la corbeta peruana "Libertad" -construida en los Estados Unidos- que estaba armada con 24 cañones y tenía una tripulación de 124 hombres, navegó hacia Guayaquil con órdenes de cruzar el Golfo y guardar la entrada al río del mismo nombre. El 31 de agosto de 1828, la "Libertad", bajo el mando del capitán de fragata Carlos García del Portal, fue interceptada por los buques de guerra gran colombianos "La Guayaquileña", armada con doce cañones de 12-libras y la "Pichincha", armada con dieciocho cañones de doce y ocho libras, al mando del capitán inglés, al servicio de la Gran Colombia, Tomas C. Wright.

Una pintura describe la batalla naval de Malpelo, donde aparece la corbeta peruana "Libertad", que se enfrenta a los buques grancolombianos "Guayaquileña" y "Pichincha".

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de la historia Se desató entonces un encarnizado combate donde la corbeta peruana "Libertad" apoyada por los bergantines, casi abordan la "Guayaquileña" y averiaron la "Pichincha"; entonces las unidades grancolombianas se vieron forzadas a retirarse hacia Guayaquil, perseguidas por las fuerzas peruanas. Los peruanos tuvieron 18 muertos y 8 heridos y los colombianos 34 muertos y 36 heridos.

Guayaquil ocupada por los peruanos

La batalla naval de Cruces, en el puerto de Guayaquil

Así las cosas, el 22 de noviembre, la armada peruana se acercó al puerto de Guayaquil defendido por el castillo de Cruces y los bergantines "Guayaquileña" y "Adela" más cinco naves dotadas con cañones de 24-libras. A una distancia prudente de Cruces, el Almirante Guise, a bordo su buque insignia "Presidente", que era una fragata con una tripulación de 259 hombres y armada con 52 cañones, dispuso a la flota en formación de ataque. En pocas horas las fuerzas peruanas ocuparon el castillo de Cruces, pero aquello no significó el fin de la batalla, porque la resistencia de los grancolombianos se prolongó dos días más. El fuego de la artillería produjo la muerte del Almirante Guise y el mando recayó en su lugarteniente, el teniente de navío José Boterin (quien al mando de la fragata Amazonas en 1856, fue el primer sudamericano en realizar la hazaña de dar la vuelta al mundo). Aquella fue una acción cara a los peruanos, porque no sólo perdieron a su comandante, sino también a doce tripulantes, pero las bajas colombianas también fueron significativas. Durante la batalla, la flota peruana disparó más de 3.000 tiros. La fragata "Presidente" recibió el impacto de 89 cañonazos, mientras que la "Libertad" recibió 23. El primero de febrero de 1829, después de más de dos meses de bloqueo, las fuerzas peruanas ocuparon Guayaquil y se apoderaron de las naves grancolombianas.

La política y la guerra Es importante anotar que mientras la guerra se desarrollaba en las costas del Departamento del Ecuador, en Bogotá, la capital de La Gran Colombia, los hechos políticos generados en la Convención de Ocaña (instalada el 9 de abril de 1828 y clausurada el 10 de junio, por el retiro inesperado de veinte convencionistas), ocupaban la atención y la prioridad del gobierno. El 27 de agosto de 1828, por medio de un decreto Simón Bolívar destituye al General Santander de la Vicepresidencia; el 25 de septiembre, en horas de la noche, se atenta contra la vida del Libertador en el Palacio de San Carlos y el 2 de octubre se fusila al General de División José Prudencio Padilla, héroe de la Batalla de Maracaibo. A comienzos de 1829, el Libertador Simón Bolívar, lanzó soberbia proclama contra el Perú, denunció ante el mundo las acciones de los militares peruanos y tomó la resolución firme de continuar la guerra hasta obligarlos a aceptar y cumplir las condiciones de una paz sólida y efectiva. En cumplimiento de aquel firme propósito, el Mariscal Antonio José de Sucre derrotó al ejército peruano en las batallas terrestres de Saraguro y Portete de Tarqui (27 de febrero de 1829). La paz se logró después que se firmó el Tratado de Guayaquil, el 22 de septiembre de 1829. El artículo XIII del referido tratado señalaba que el Perú debía devolver todos los buques de guerra y naves capturadas a la Gran Colombia durante la campaña marítima. José de la Mar

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Pocos meses después, durante una convención celebrada el 30 de enero de 1830, Simón Bolívar renunció al cargo de Presidente de la Gran Colombia y nombró a José Domingo Caicedo como sucesor. Los departamentos de Venezuela (23 de noviembre de 1929) y Ecuador (14 de mayo de 1830), miembros de La Gran Colombia se separaron y se declararon repúblicas independientes. La Gran Colombia dejó de existir y Simón Bolívar el diciembre 17 de 1830 falleció en las cercanías de Santa Marta.

Antonio José de Sucre

Fuentes consultadas: "La guerra con la Gran Colombia" de Juan del Campo "El Libertador- Presidente" de Roberto Botero Saldarriaga

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de la historia

El fin del imperio egipcio Batalla naval de actium Año 31 Ac Según los historiadores modernos, la batalla de Actium fue una retirada táctica incompleta. Esta afirmación se basa en datos aportados por los historiadores antiguos, Dión Casio y Plutarco, quienes, sin embargo, culparon a Cleopatra del desastre. En septiembre del año 31 a. C, la posición de Marco Antonio era insostenible. Sus fuerzas, tropas y naves eran inferiores a las de Octavio. La escasez de alimentos y las enfermedades asolaban su campamento. Las alternativas eran abandonar las naves, avanzar peligrosamente con el ejército por el Norte y llevar la campaña en tierra, o intentar salvar lo que se pudiera de la flota y marchar con ella a Asia Menor y confiar el ejército a Canidio que se retiraría por Macedonia a su encuentro. Cleopatra era partidaria de la segunda opción que fue la que se tomó. Para ello era necesario llevar a cabo una batalla naval con la que se pudiera romper el bloqueo. Como no contaba con hombres suficientes para tripular todas las naves, Antonio quemó los pesados cargueros y las pequeñas naves de guerra excesivamente lentos y se quedó con 240 naves contra las 400 de Octavio. El tesoro fue colocado en la nave de la reina. Los senadores huidos de Roma fueron situados en la escuadra egipcia. Antonio ordenó que no se retirasen las velas de las naves, como era habitual en los combates navales. Estas decisiones, llevadas en secreto para no desmoralizar a sus aliados, y que sólo conocían sus más estrechos colaboradores, indican que se proponían escapar del bloqueo para, más tarde, reorganizar sus efectivos.

Área de operaciones Área de operaciones El 2 de septiembre del año 31 a. C, tras cuatro días de tempestad, cerca del mediodía se levantó una suave brisa. Las tres alas de la flota zarparon hacia alta mar, en apretadas filas, para forzar la barrera de las naves de Octavio. La escuadra de Cleopatra navegaba en la retaguardia. Agripa fingió replegarse y Publícola (del bando de Antonio) rompió el frente, al perseguirlo. Agripa dio media vuelta bruscamente y atacó la flota enemiga que quedó dispersa. La Antonio Cleopatra Octavio escuadra de Cleopatra aprovechó ese momento para izar las velas y salir a alta mar. Antonio la siguió a bordo de un quinquerreme dando la orden a sus naves de seguirle. Únicamente un centenar de ellas logró escapar.

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Al poco tiempo, Antonio alcanzó la nave de Cleopatra y subió a bordo. Permaneció tres días en la proa, hasta la llegada al cabo Tenaro, sin hablar palabra, apoyando la cabeza entre las manos (Plutarco). En Tenaro se detuvieron en espera de los barcos que les habían seguido, como habían acordado de antemano. La depresión de Antonio se explica si se tiene en cuenta que había perdido más de la mitad de su flota. La derrota de Actium no fue aplastante, pero Octavio y sus partidarios, sin embargo, la presentaron como un triunfo glorioso de una guerra justa, la "victoria de la virtud romana" sobre la "depravación oriental", al tiempo que difundieron la historia de que Cleopatra había traicionado a Marco Antonio y éste a sus hombres. Los historiadores antiguos culparon a Cleopatra del desastre. Según Plutarco, la huida de Antonio se debió a su amor por la reina, que le hizo olvidar su dignidad y honor. Todo ello, desmoralizaría al ejército que, al no tener esperanza de cobrar su paga y obtener tierras en Italia de Antonio, no tardaría en pasarse a Octavio. En Tenaro, Marco Antonio y Cleopatra se enteraron del desastre sufrido por la flota. Al poco llegó Canidio con la noticia de que el ejército, sobornado por Octavio, se había rendido, como antes lo hiciera el de Lépido. Poco después, marcharon hacia Paretonio, en el extremo occidental de Egipto. Cleopatra desde allí partió a toda vela hacia Alejandría. Cuando Antonio se disponía para ponerse al frente de las cuatro legiones estacionadas en Cirenaica, se enteró que también se habían rendido a Octavio.

Los compañeros de la muerte Cleopatra sabía que si llegaba a Alejandría como derrotada, sus enemigos aprovecharían la ocasión para apartarla del trono; por ello, convirtió la derrota en victoria. Sus naves, adornadas con guirnaldas, entraron en el puerto al son de himnos triunfales. Al poco, ordenó ejecutar a todos los traidores y al rey de Armenia que se había aliado con Octavio y permanecía prisionero en Alejandría. Pensó entonces en huir hacia la India con sus naves, pero éstas fueron quemadas por los árabes de Petra, partidarios de Octavio. Ya sólo le quedaba el recurso de la negociación con el enemigo. Abandonado por todos, Marco Antonio regresó a Alejandría; se aisló en una pequeña casa que se hizo construir cerca del puerto, a la que llamó su "Timoneion", en recuerdo del misántropo Timón de Atenas. Cleopatra consiguió sacarlo de su depresión, proporcionándole todas las cosas que le gustaban, como fiestas, destacándose, la celebración del cumpleaños de Antonio, la mayoría de edad de Cesarión y de Antilo, el hijo de Antonio y Fulvia, aunque los compañeros de la vida inimitable no tuvieran más remedio que convertirse en compañeros de la muerte.

Las negociaciones A principios del año 30 a. C, Octavio llegó cerca de Pelusio, en la frontera oriental de Egipto, al tiempo que las legiones de Cornelio Galo se estacionan en Paretonio, en la frontera occidental. Egipto está completamente cercado y comienzan las negociaciones. Marco Antonio está dispuesto a perder todos sus poderes y vivir exiliado en Egipto o Atenas. Ofrece también su vida, a cambio de la de Cleopatra. (Dión Casio). Cleopatra envió a Octavio su cetro y su diadema, en espera de salvar la vida de sus hijos y la continuidad de los lágidas en el trono de Egipto. Octavio sólo respondió a Cleopatra, con la propuesta que ejecutara a Marco Antonio, a quien contestó más tarde: Marco Antonio tiene muchos caminos para morir; ninguno para vivir. Según Wertheimer, Cleopatra planeaba deshacerse de Marco Antonio, pero lo Octavio cierto es que nunca lo hizo y en este punto, si se sigue esta hipótesis, es necesario acudir al episodio narrado por Plinio: ¿Cómo una reina tan resuelta pudo mostrarse tan incapaz para asesinar al hombre que, según decían sus enemigos, tenía subyugado? Según Plutarco, entonces: Cleopatra juntó diferentes suertes de venenos mortales, y para probar el grado de dolor con que cada uno ocasionaba la muerte los hizo tomar a los presos condenados a muerte. La reina llevó a su monumento funerario las cosas de más valor. Intentaba así presionar a Octavio para conseguir salvar a sus hijos y a la dinastía: Oro, plata, esmeraldas, perlas, ébano, marfil y cinamomo, y con todo esto gran porción de materias combustibles y estopas; con lo que temeroso César de que aquella mujer en un momento de desesperación, destruyera y quemara toda aquella riqueza, se esforzaba en darle continuamente lisonjeras esperanzas, según se iba acercando con el ejército a la ciudad.

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de la historia Tirso, el nuevo mensajero que Octavio envió a la reina, fue golpeado y expulsado violentamente por Marco Antonio que temía una alianza entre Octavio y Cleopatra. Cleopatra, para aquietarle en sus quejas y sospechas, le obsequiaba todavía con mayor esmero; así es que, habiendo celebrado su cumpleaños sin pompa ni aparato, dadas las circunstancias adversas, para festejar el de Marco Antonio no escatimó en el esplendor y el gasto.

Dioniso abandona a Antonio En la primavera del año 30 a. C., las legiones de Octavio se apoderaron de la ciudad de Pelusio. Se extendió el rumor que Seleuco la había entregado, de acuerdo con Cleopatra, pero ésta entregó a marco Antonio la mujer y los hijos del traidor. A principios de verano Octavio y sus legiones llegaron a las puertas de Alejandría. Marco Antonio realizó una salida afortunada con su caballería, pero no fue una victoria decisiva. Engreído con la victoria, se dirigió a palacio y saludó amorosamente a Cleopatra, armado como estaba, presentándole el soldado que más se había distinguido. Dióle Cleopatra en premio una coraza y un morrión de oro, y en aquella misma noche el soldado se pasó a César. El 31 de julio Antonio intentó llevar a cabo una batalla naval y terrestre contra Octavio. La noche antes, durante la cena, comentó a sus amigos más íntimos que lo hacía con el fin de obtener una muerte digna en el combate. En este intento sólo participó la infantería. intento sólo participó la infantería. La flota y la caballería se rindieron, sin iniciar combate. Parece ser que la noche anterior se había extendido el rumor de que Dioniso, su dios tutelar, le había abandonado en medio de un cortejo que, al son de instrumentos musicales, se alejaba de Alejandría. Plutarco narra una sucesión de hechos, tan inconsistentes, que resultan poco creíbles, aunque están muy en la línea de la versión de los vencedores, según la cual, Marco Antonio estaba completamente dominado por Cleopatra, quien dirigió todos sus actos, entre ellos, su muerte: Marco Antonio regresa furioso del simulacro de combate. Piensa que Cleopatra le ha traicionado. La reina que ve su país invadido, sólo se preocupa y aterroriza ante la cólera de Marco Antonio y, para protegerse de su venganza, se encierra en su mausoleo, pero para más seguridad, da las órdenes oportunas para que se informe a Marco Antonio de su muerte. Luego, a pesar de su carácter resuelto, sin que se sepa el motivo, se arrepiente y envía a su secretario Diomedes a Antonio, con el mensaje de que se reúna con ella en el mausoleo.

Batalla de Actium

Momentos antes de llegar Diomedes, Marco Antonio se entera de la muerte de la reina; en una fracción de segundo, su sospecha y cólera se transmutan en una desesperación tan profunda que decide poner fin a su vida de manera honrosa. Entregó su espada a su liberto Eros para que le matara, pero éste prefirió matarse a sí mismo, antes que cumplir la orden. Admirado por el valor del liberto, Antonio se clavó la espada en el vientre. Tampoco parece creíble otra versión que supone que Cleopatra hizo creer a Marco Antonio que ella había muerto, para provocar su suicidio y obtener el favor de Octavio. No le hubiera sido difícil conseguir su muerte por otro medio más seguro y que probara, ante Octavio, que al final había cumplido su deseo: la muerte de Antonio. Es posible que Cleopatra, que sabía que Marco Antonio ya sólo esperaba una muerte digna, enterada de la derrota, temió que, según la costumbre romana, se suicidara. Quiso evitarlo y por eso envió a Diomedes. Antes de morir, Marco Antonio pidió a sus esclavos que le condujeran ante Cleopatra: Cleopatra no abrió la puerta, sino que, asomándose por las ventanas, le echó cuerdas y sogas, con las que ataron a Marco Antonio; ella tiraba de arriba con otras dos mujeres, que eran las únicas que había llevado al sepulcro. Dicen los que presenciaron este espectáculo haber sido el más miserable y lastimoso, porque le subían bañado en sangre, moribundo, tendiendo las manos y teniendo en ella clavados los ojos. Cleopatra, alargando las manos y descolgando demasiado el cuerpo, con dificultad tiraba del cordel...Luego que lo hubo recogido de esta manera y que lo puso en el lecho, rasgó sobre él sus vestiduras, se hirió y arañó el pecho con las manos, y manchándose el rostro con su sangre, le llamaba su señor, su marido y su imperator, y casi se olvidó de sus propios males, compadeciendo y lamentando los de Marco Antonio. (Plutarco).

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La muerte de Cleopatra Octavio ordenó a Proculeyo que capturasen viva a Cleopatra, porque quería exhibirla en su triunfo y además, temía que prendiese fuego al tesoro. La reina, que se negó a abrir las puertas de su mausoleo, nunca suplicó por su vida, sino por la de sus hijos y la continuidad de su dinastía en el trono de Egipto. Proculeyo lo intentó en vano, animándola a que confiara en Octavio, hasta que llegó Cornelio Galo y mientras éste la distraía con nuevas negociaciones, entró por la misma ventana en que antes lo hiciera Antonio y le arrancó el puñal con el que quiso darse muerte: Injurias, Cleopatra a tí y a César, quitando a este la ocasión de dar pruebas de su bondad, y calumniando al más benigno de los generales de infiel e implacable. Cleopatra era ya prisionera de Octavio, que desde entonces imitará torpemente la famosa magnanimidad de Julio César. Incluso lloró por la muerte de Antonio, como antes lo hiciera César por la de Pompeyo, pero aunque perdonó al pueblo de Alejandría, hizo degollar a Antilo, el hijo de Antonio y Fulvia que se había refugiado ante la estatua de César y más tarde, tras la muerte de Cleopatra, ejecutó a Cesarión, a quien Cleopatra había enviado hacia la India, pero que había vuelto a Alejandría, engañado por su preceptor Rodón. Según Plutarco, aunque muchos príncipes y generales que antes habían abandonado a Antonio, pedían sepultarlo honrosamente, Octavio permitió que fuera Cleopatra quien se encargara de ello: Ella le sepultó regia y magníficamente por sus propias manos.

Marco Antonio

Tras sepultar a Antonio, Cleopatra decide morir. Las heridas que se hizo en el pecho ante el cuerpo moribundo se habían infectado. La fiebre y la privación voluntara de alimentos la estaban consumiendo. Octavio la amenazó con la muerte de sus hijos si persistía en su actitud. No podía consentir que la reina muriera. Tenía que desfilar en su triunfo. Cleopatra cedió y volvió a alimentarse. Sin embargo, Octavio quiso asegurarse personalmente y la visitó. Dión Casio acusó a la reina de que intentó seducirlo; por el contrario, Plutarco, nos narra el estado lastimoso en que se encontraba y cómo consiguió hacerle creer que deseaba vivir recurriendo a la piedad: Daba esto gran placer a César, por creer que Cleopatra deseaba vivir; diciéndole que sería tratada en todo decorosamente, más de cuanto ella pudiera esperar, se retiró contento, pensando ser engañador, cuando realmente era engañado. Por Dolabela se enteró Cleopatra que marcharía, junto a sus hijos, hacia Roma dentro de tres días. Consiguió entonces de Octavio que le permitiera celebrar las exequias de Antonio. Plutarco recogió a través de Olimpo, médico de la reina, las palabras de la reina ante el sepulcro de Antonio: Amado Antonio, te sepulté poco ha con manos libres, pero ahora te hago estas libaciones siendo sierva, y observada con guardias para que no lastime con lloros y lamentos este cuerpo esclavo, que quieren reservar para el triunfo que contra ti ha de celebrarse. No esperes ya otros honores que estas exequias, a lo menos de Cleopatra. Vivos, nada hubo que nos separara, pero en la muerte, parece que quieren que cambiemos de lugares; tu, romano, quedando aquí sepultado, y yo, infeliz de mí, en Italia, participando sólo en esto de tu patria; pero si es alguno el poder de los dioses de ella, ya que los de aquí nos han traicionado, no abandones viva a tu mujer, ni mires con indiferencia que triunfen de ti en esta miserable, sino antes ocúltame y sepúltame aquí contigo, pues que con verme agobiada de millares de males, ninguno es para mí tan grande y tan terrible como este corto tiempo en que he vivido sin ti. Luego se hizo bañar, maquillar y vestir como reina por sus dos fieles servidoras, Iras y Carmión. A continuación envió una carta a Octavio en la que pedía que su cuerpo fuese sepultado junto al de Antonio. Cuando Octavio abrió la carta, sospechó que la reina iba a quitarse la vida. Rápidamente, envió emisarios para evitarlo, pero ya era demasiado tarde. Los esbirros abrieron las puertas y... Vieron ya a Cleopatra muerta en un lecho de oro, regiamente adornada. De las dos siervas, la que se llamaba Iras, estaba muerta a sus pies, y Carmión, ya vacilante y torpe, le estaba poniendo bien la diadema que tenía en la cabeza. Díjole uno con enfado: "Bellamente, Carmión", y ella respondió: "Bellísimamente, y como convenía a quien era de tantos reyes descendientes", y sin hablar más palabras, cayó también muerta junto al lecho. (Plutarco). Encontraron dos tenues punzadas en un brazo de Cleopatra, lo que hizo pensar que se había dejado morder por un áspid. Alguien dijo que un campesino había traído una cesta llena de higos en la que se ocultaba el reptil. Octavio se resistía a perder la presa que reservaba para su triunfo. Hizo que algunos psilos, (hombres de los que se creía que su cuerpo era un antídoto contra el veneno de las serpientes) chupasen el veneno de la herida. (Suetonio)

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de la historia Cleopatra murió el 12 de agosto del año 30 a. de C., a los treinta y nueve años. Había escogido el único camino digno que le quedaba: la muerte. No quiso sufrir el destino de su hermana Arsinoe, quien desfiló en el triunfo de Julio César. Se dice que Octavio, a pesar de su cólera, no pudo menos que admirar su grandeza de alma y ordenó que su cuerpo fuera enterrado junto al de Antonio. Pero si César tuvo la grandeza de levantar las estatuas derribadas de Pompeyo, Antonio no tuvo la suerte de éste. Sus estatuas fueron derribadas para siempre. Se dice que Octavio dejó intactas las de Cleopatra, a cambio de mil talentos, una fuerte suma de dinero que entregó Arquibio, un fiel amigo de la reina, pero lo cierto es que es dudoso que el vencedor cumpliera su palabra, ya se conservan pocas estatuas. Cesarión fue Cleopatra ejecutado porque Octavio no podía permitir que existiera otro heredero de Julio César. Los otros hijos de Cleopatra fueron enviados a Roma, donde Octavia los acogió durante un tiempo, con tan poca eficacia como antes cuidara los intereses de Antonio. Únicamente sobrevivió Cleopatra Selene a quien casaron con Juba II de Mauritania. Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo desaparecieron en circunstancias misteriosas. Se dijo que fueron asesinados por Herodes.

Fin del imperio egipcio y principio del fin del romano Con la muerte de la reina, murió su sueño. Egipto nunca recuperó su pasado glorioso, sino que pasó a ser una provincia del Imperio Romano que, a pesar de su fugitivo esplendor, sería asolado por todas las monstruosidades que imputaron a la reina: Se dijo que a Octavio le dominaba Livia, de quien el historiador Tácito sospechó que se deshizo de sus inmediatos herederos para asegurar la sucesión de su hijo Tiberio. La tragedia más grave que ocurrió durante su reinado fue la completa aniquilación de las legiones de Varo, desastre aun mayor que el de Antonio en Partia; su puritanismo y rigidez le obligaron a desterrar a su hija Julia, a la que incluso privó de ser enterrada en la tumba familiar. El pecado de Julia fue una vida tan lujuriosa que convertían las calumnia sobre Cleopatra en chismes inofensivos. Las más virulentas acusaciones sobre las orgías lúbricas de Antonio y Cleopatra no tuvieron la fuerza imaginativa suficiente para evocar las depravaciones sexuales de Tiberio. Calígula cedió ante el incesto y, si bien Octavió se jactó que se postraba ante los dioses, pero no ante los animales-dioses egipcios, él no tuvo ningún empacho en convertir en senador a su caballo Incitato. Nerón asesinó a su madre. Claudio tuvo por esposa a Mesalina, quien se reveló como una vulgar prostituta. No se sabe si fue la maldición de Cleopatra, pero lo cierto es que con la batalla de Actium también comenzó la decadencia y el fin del imperio romano. Resumen y traducción del capítulo Battle of Actium del Libro Cleopatra de David J. Califf

A los marinos de Colombia se dedica este resumen. Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. NOTA: Por favor envíe sus comentarios sobre este artículo a lacorredera38@nikimicolombia.com

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