Pañol de la Historia # 14

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Fasc铆culo No. 14

ISSN 1900-3447

Direcci贸n de Acci贸n Integral Armada Nacional


Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. El PAÑOL DE LA HISTORIA, es un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Almirante Mauricio Soto Gómez, Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de publicar en el periódico “A la mar” Los resúmenes de este modesto colaborador que desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto. Jorge Serpa Erazo

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de la historia

Operaciones navales en la Guerra Civil de

losMil Días y La separación de Panamá Capitán de Navío ( R) Ricardo García Bernal La intención del presente trabajo no es hacer un relato sobre todos los acontecimientos de la mas cruenta y devastadora de las guerras civiles que azotaron a Colombia durante el siglo XIX, se limitará a aquellos acontecimientos que tuvieron lugar en el mar y en los ríos entre octubre de 1899 y noviembre de 1902, con énfasis en aquellos ligados a la campaña del Pacífico, que finalmente desembocaron en la separación de Panamá en Noviembre de 1903. Por tal motivo se omitirán los antecedentes políticos y sociales del conflicto, así como las operaciones terrestres que no estuvieron directamente asociadas con las operaciones navales. Cuando, en octubre de 1899 estalla en Santander la Guerra Civil de los Mil días, iniciada por el partido liberal contra el gobierno conservador, la armada colombiana era una dependencia de segundo orden; tanto la flota de mar como la infraestructura terrestre de apoyo eran prácticamente inexistentes y pocos días antes había sido autorizada la venta de dos antiguos “cruceros”, para equilibrar el presupuesto nacional. Aunque durante el conflicto nunca se mencionó el término “teatro de operaciones”, se pueden identificar tres de éstos teatros, en los cuales se desarrollaron operaciones navales, marítimas o fluviales, y que se analizarán a continuación: El del Río Magdalena. El del Caribe y el litoral Atlántico El de Panamá, con sus accesos por el Pacífico y el Caribe.

Operaciones en el Río Magdalena Los mandos liberales de la revolución tuvieron una visión amplia sobre la importancia del dominio de los espacios marítimos y de los ríos, como imperativo para el desarrollo de las operaciones terrestres. Prueba de ello es la iniciativa que desde la primera semana de la guerra tomaron los mandos liberales al formar un flotilla fluvial con la misión de dominar el Río Magdalena, al cual se le concedía una altísima importancia, por ser la principal arteria de comunicaciones del país.

Cañonera Hércules

En efecto, se encargó al barranquillero Julio Vengoechea, de la ejecución de tal misión, en cumplimiento de la cual el día 18 de octubre de 1899, tomó y hundió en la entrada del puerto de Barranquilla una draga de propiedad del gobierno, que resultó ser la “Ayacucho”, estimando erróneamente que tomaría “entre 12 y 20 días” el retirarla y permitir la salida de los buques de la flotilla fluvial del gobierno.

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Vengoechea tomó igualmente la draga “Cristóbal Colón”, la que “blindó”con rieles de ferrocarril, pretendiendo convertirla en una “fortaleza flotante” y utilizar el cucharón de proa para embestir los buques enemigos; simultáneamente tomó los vapores particulares “Cisneros”, “Elbers”, “Helena”, “Antioquia”,”Barranquilla” y “Gieseken” para formar con ellos su “flotilla fluvial” y embarcar las tropas terrestres disponibles para las operaciones tendientes a tomar los pueblos de la ribera del río. Esta improvisada fuerza fluvial, navegó río arriba a órdenes de los generales Domiciano Nieto, Manuel Vásquez y Nicanor Guerra., acababan de zarpar hacia el desastre, y celebraron su primera “victoria” con una gran borrachera en los buques. Las fuerzas del gobierno reaccionaron rápidamente; el general Diego De Castro fue nombrado jefe del la flotilla de guerra con la misión de “ emprender operaciones inmediatas contra la flotilla revolucionaria...”. Desde la madrugada del 19 de octubre De Castro inició el reflotamiento de la draga “Ayacucho”, labor que terminó en la noche del mismo día; simultáneamente armó en guerra un vapor particular de nombre “Colombia”. El buque insignia del general De Castro era el cañonero “Hércules”. Construido como remolcador y draga, posteriormente había sido blindado y artillado; estando bien tripulado, constituía una eficiente unidad de combate, por lo cual era claro que la revolución concentraría sus esfuerzos en destruirla echándole encima el peso de la draga “Cristóbal Colón”. Con el “Hércules“, al mando del general Elías Rodríguez, y el “Colombia” comandado por el general Ignacio Foliaco, De Castro zarpó del puerto de Barranquilla en la noche del 19 de octubre de 1899 en persecución de la flotilla revolucionaria, a la que dio caza el 24 de octubre en un paraje denominado “Los Obispos”, en las cercanías del puerto de Gamarra. Un nuevo error de la revolución: al contrario de las fuerzas del gobierno, los buques navegaban con sus luces encendidas. Para evitar una colisión, De Castro separó al “Hércules” del “Colombia”, el que rápidamente quedó fuera de combate por una avería en su cañón de proa, y en sus máquinas al chocar con el vapor revolucionario “Helena”. La draga “Cristóbal Colón, fue echada a pique con sus 250 ocupantes entre tripulación y tropas terrestres, al parecer por el efecto combinado del fuego del “Hércules” y de la colisión con otro buque revolucionario, que según alguna versión, la embistió siguiendo una orden del general Domiciano Nieto en un arranque de irresponsabilidad etílica. Los buques revolucionarios, carentes de artillería, pero con un valor rayano en la temeridad, atacaron al “Hércules”, con el armamento menor de que disponían, y hasta con tacos de dinamita lanzados con la mano, que caían inofensivamente al agua, y trataron infructuosamente de abordarlo. Ante el poder de fuego del “Hércules”, finalmente la flotilla revolucionaria es derrotada. Bien leve fue el precio que tuvieron que pagar las fuerzas del gobierno por su apabullante victoria: la avería del “Colombia” y tres heridos, incluido el general Diego De Castro. La derrota de la improvisada fuerza fluvial revolucionaria, fue una pérdida irreparable para la revolución, que nunca mas pudo utilizar el Río Magdalena para transportar y sostener a sus fuerzas terrestres; por lo tanto el combate de “Los Obispos” fue el anticipo de su derrota en el centro del país.

Las operaciones en el caribe Para los días en que se inició la guerra, la fuerza naval del gobierno en el Caribe consistía en los vapores fluviales “Hércules” y “Colombia”, vencedores en el combate de “Los Obispos” y los cruceros “Córdoba” y “Próspero Pinzón”, los vapores “La Popa” “Nelly Gazán”y “María Hanaberg” , además de algunos veleros auxiliares . Convencida por el desastre de “Los Obispos”, la revolución insistía en disponer de medios marítimos y fluviales para el apoyo de sus operaciones en tierra,. por lo que fueron negociados en alquiler a principios de 1900, dos vapores que se creyeron útiles para este propósito.

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de la historia Estos buques eran un monumento a la improvisación. El primero era un cañonero denominado “Augusto”, de escasas condiciones marineras, y reducida capacidad de transporte, que consumía excesivas cantidades de carbón; y estaba armado, además de una ametralladora, con un cañón que en la práctica era de poca utilidad debido a su corto alcance. Fue bautizado como “Peralonso” en honor de reciente triunfo de la revolución y se encargó de su comando al coronel Julio Torres. El segundo buque era un antiguo remolcador de nombre “Rayo”, al que se bautizó como “General Gaitán, y armado en guerra montándole una ametralladora en la proa. Debido a su reducida velocidad se le dificultaría operar junto con el “Peralonso”. Esta era la flotilla marítima de la revolución, para su comando, y el del “Rayo” fue designado un mercenario mexicano, el “general” Francisco Ruiz Sandoval, personaje de discutibles condiciones profesionales y lealtad. La revolución fincaba grandes esperanzas en su flotilla de guerra, la que arribó a Riohacha a principios de mayo de 1900. El general Justo L. Durán propuso al general Siervo Sarmiento, jefe civil y militar de la revolución en el Atlántico, una operación para estrenar su “marina de guerra”: atacarían por tierra y por mar la ciudad de Santa Marta; derrotadas allí las fuerzas gobiernistas, continuarían hacia Ciénaga en donde se unirían a una guerrilla liberal que operaba en la zona; posteriormente tomarían a Barranquilla para hacerse de nuevo al dominio del Río Magdalena con el fin de auxiliar al ejército liberal, ya que se sabía que el gobierno estaba concentrando fuerzas en Santander para presentar una batalla definitiva. El plan del general Durán era iniciar la mencionada operación el 19 de mayo de 1900, sin saber que en estos momentos se estaba librando el combate de Palonegro, en el cual las fuerzas terrestres de la revolución sufrieron una derrota de la que nunca se podrían recuperar. El día 20 de mayo falleció el general Siervo Sarmiento, lo que constituyó una gran pérdida para la revolución, pero en todas formas decidieron iniciar a partir del 1º de junio la operación aprobada por el fallecido comandante, conociendo también que las fuerzas del gobierno, ante la llegada de los buques revolucionarios habían fortificado la Bocas de Ceniza. En cercanías de Riohacha, al zarpar la flotilla de mar de la revolución al mando de Ruiz Sandoval, por un error en la maniobra, el “Gaitán” colisionó al “Peralonso”, causándose en los dos buques averías tales que impidieron su participación en la operación, a lo cual se atribuyó posteriormente su fracaso. Reparados los dos buques, zarparon hacia el área del río Sinú en misión de transporte; cumplida ésta, regresaban a Riohacha, cuando encontraron en las bocas del Sinú el transporte “María Hanaberg” que había sido blindado y artillado por el gobierno para su servicio. Tras unos pocos disparos el transporte fue capturado, y la flotilla regresó triunfalmente a Riohacha; el “María Hanaberg” fue rebautizado como “General Sarmiento”. Por éstos días ejercía la presidencia de Venezuela el general Cipriano Castro, quien había demostrado sus simpatías por la revolución liberal, pero el reciente triunfo conservador en Palonegro, le había enfriado su entusiasmo, y para mostrar su neutralidad ante el gobierno colombiano había decidido rehuir los contactos con el liberalismo e incumplir las promesas que le había hecho. Pero esto no lo sabía Ruiz Sandoval. El 5 de julio, cuando la flotilla regresaba de una misión, Ruiz puso en ejecución su plan para deshacerse de la autoridad del general Justo L. Durán, y entregar los buques al general Cipriano Castro, buscando que éste lo nombrara jefe de la revolución en la costa atlántica. El coronel Efraín Juliao, comandante de la misión fue dejado en tierra, y arrestados varios oficiales, amenazando con fusilar a quien se opusiera. El “Gaitán”, remolcando al “Peralonso” puso rumbo al puerto venezolano de Carenero, desde donde Ruiz Sandoval telegrafió al presidente Cipriano Castro, y puso rumbo a La Guaira, a donde arribaron en la madrugada del 12 de julio. Ruiz dejó los buques en el puerto y partió hacia Caracas; allí el presidente Castro no quiso atenderlo, por lo cual Ruiz procedió con insolencias que le valieron ser arrestado; los buques fueron internados, y pesar de los grandes esfuerzos de la revolución, nunca le fueron devueltos. Este episodio, unido a que por las mismas fechas, el “General Sarmiento” naufragó cerca de Maracaibo, acabó con la improvisada flotilla de mar de los liberales. Nunca más pudieron organizar una fuerza naval, por lo que definitivamente perdieron la capacidad de utilizar los puertos del Caribe o el Río Magdalena, lo cual a la postre fue uno de los factores de su derrota en el centro del país.

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La campaña de Panamá Entre el 11 y el 26 de mayo de 1900 se libró en el sitio de Palonegro, en las cercanías de Bucaramanga, el mas cruento de todos los combates de la guerra, en el cual las fuerzas del gobierno comandadas por el general Próspero Pinzón derrotaron a las del liberalismo, a órdenes del general Gabriel Vargas Santos. Los generales Benjamín Herrera y Rafael Uribe Uribe toman camino del río Magdalena con los restos de sus ejércitos, siendo de nuevo batidos en combates aislados. Herrera entrega lo que quedaba de sus tropas a Uribe Uribe y se embarca para los Estados Unidos, posteriormente aparece en Nicaragua, en donde el general Lucas Caballero lo entera de un decreto del director general de la guerra revolucionaria, por medio del cual se lo faculta para negociar con países vecinos ayuda para la revolución, así como para llevar expediciones sobre Santander, los llanos, Cauca y la costa atlántica. Herrera y Caballero deciden viajar al Ecuador, en donde además de la ayuda del presidente, general Eloy Alfaro, encontrarían los restos de un veterano ejército liberal a órdenes del general Pablo Bustamante que, derrotado en el sur del país, se había refugiado allí. A ésta fuerza se unirían posteriormente las comandas por los generales Julio Plaza, Sergio Pérez y Díaz Morkum. A grandes rasgos la idea de Herrera y Caballero era asaltar la guarnición de Barbacoas, aislándola de la de Tumaco, cortar las comunicaciones de ésta última con la ciudad de Pasto para impedir la llegada de refuerzos, y caer sobre la fortaleza del Morro, que con una fuerza de 300 hombres al mando del general Palacios defendía la entrada a Tumaco; destruirían esta fuerza, tomarían el parque, municiones y otros elementos útiles y posteriormente reclutarían gente en la región para reforzar las tropas disponibles, con las cuales invadirían a Panamá, objetivo final de la campaña.

La situación en Panamá. Desde el principio de la guerra, el liberalismo de Panamá había participado en el alzamiento contra el gobierno, aunque en menor escala, dados su tamaño y las dificultades para armar fuerzas de combate, aún contando con la ayuda de la vecina Nicaragua, cuyo presidente, el general José Santos Zelaya había prometido su apoyo. En efecto, el 31 de marzo de 1900 el general Belisario Porras desembarcó en las costas de Panamá con una fuerza de 1,100 hombres y alguna cantidad de armamento y municiones. El apoyo de Santos Zelaya fue un fiasco; el material de guerra resultó ser menos de la mitad de lo esperado, y en muy mal estado; como si fuera poco, la cañonera “Momotombo” en la cual se transportaba la fuerza de Porras había recibido la orden de desembarcarla en la primera playa panameña en que fuera posible, la que resultó ser Punta Burica, en una región inhóspita y muy alejada de la ciudad de Panamá, objetivo de la campaña de Porras. Las fuerza de Porras, las del general Domingo Díaz y un grupo de indios (Cholos) a órdenes de Victoriano Lorenzo llevaron a cabo diferentes operaciones de guerrillas, que por las desavenencias entre los jefes y por no tener un mando centralizado, no rindieron ningún resultado ante la superioridad de las fuerzas del gobierno al mando del general Carlos Albán. En tal forma, para finales de 1901, las fuerzas revolucionarias mencionadas, diezmadas y sin un mando centralizado se hallaban prácticamente sitiadas en los alrededores de Panamá. Es entonces cuando Belisario Porras se dirige a Benjamín Herrera en solicitud de apoyo, sobre lo cual Herrera ya venía haciendo el planeamiento por orden de su superior el general Gabriel Vargas Santos, director general de la guerra revolucionaria.

Llevando las operaciones a Panamá En Guayaquil, el general Lucas Caballero se dirigió a Quito a materializar el apoyo ofrecido por el general Eloy Alfaro, mientras el general Benjamín Herrera permaneció en la ciudad ocupándose del planeamiento de la campaña descrita. Estando en ésta labor, Herrera conoció en el puerto dos buques que a su manera influirían en el desarrollo de los acontecimientos. El primero de ellos era el crucero “Presidente Pinto”, de la Armada de Chile. Construido en Francia en 1892, desplazaba 2,100 toneladas, podía alcanzar hasta 18 nudos, tenía 2 cañones de 6 pulgadas, 4 cañones de 4.7 pulgadas y 3 tubos lanzatorpedos de 18 pulgadas, arma para entonces de avanzada tecnología. Ante los ojos de Herrera quedó claro que para una campaña como la que estaba planeando, ésta nave daría la superioridad al bando que la poseyera. No se sabe a ciencia cierta si Herrera estaba enterado de que el gobierno colombiano estaba tratando de negociar con el chileno este poderoso crucero para su inexistente marina de guerra en el Pacífico. El otro buque era un pequeño vapor llamado “Iris” dedicado al transporte de ganado, que se hallaba en el puerto, de paso hacia El Salvador. Era de propiedad de la casa de comercio de Benjamín Bloom y Compañía. Al decir del general

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de la historia Lucas Caballero, para el impulsivo general Herrera “... verlo y juzgar que eso era lo que cuadraba a las circunstancias y al deseo, fue todo uno..” Herrera y Caballero se embarcaron en el “Iris” hacia El Salvador con el fin de negociarlo allí para la revolución. Quedaron encargados de la primera fase de la operación los generales Pérez y Bustamante. En El Salvador el buque se compró por 16,000 libras esterlinas, de las cuales se adelantaron 4,000 . Mediante un contrato “a la gruesa ventura”, lo cual implicaba que si la revolución triunfaba en Colombia, el nuevo gobierno pagaría el saldo, si nó el buque correría las contingencias de la guerra. La colonia colombiana en El Salvador, además del pago inicial del buque, contribuyó para armarlo en guerra, instalándole un poderoso cañón giratorio Krupp de 80mm. 4 cañones y dos ametralladoras en los costados. Se nombró Comandante al coronel Roberto Payán. El ahora “crucero” liberal fue bautizado “Almirante Padilla”, y a partir del momento dominaría fácilmente el acceso a Panamá por el Pacífico dada la escasa presencia de las fuerzas navales gubernamentales. Esto sucedía a principios de noviembre de 1901. Listo el buque, zarparon hacia Tumaco, sin conocer la suerte que pudieran haber corrido en su misión los generales Plaza y Bustamante, pero sí sabiendo que en los alrededores de la ciudad de Panamá, una fuerza revolucionaria al mando de los generales Belisario Porras y Domingo Díaz necesitaba urgentemente el apoyo de sus copartidarios del centro del país. Llegado a Tumaco, Herrera se entera de que los generales Bustamante y Plaza habían cumplido su misión, en tal forma que para asegurar la zona conquistada, Herrera puede dejar 500 hombres en Tumaco y 400 en Barbacoas, y reservar 1,500 para la campaña en Panamá. De estos últimos 1,100 se embarcarían en el “Almirante Padilla”,y los restantes en los transportes “Panamá” y “Cauca” tomados del gobierno en la reciente operación de Tumaco Herrera organiza sus fuerzas y nombra como jefe de Estado Mayor al general Lucas Caballero. Zarpa así la expedición de Benjamín Herrera contra Panamá; después de una corta escala en Gorgona, con un mar embravecido el 24 de diciembre de 1901 arriban a Tonosí, en el sur de la península de Azuero. Desembarcando tropas en varios sitios atraen las fuerzas del gobierno hacia Aguadulce, rompen el cerco sobre las fuerzas de Belisario Porras y las liberan, quedando cumplido el primer objetivo de la campaña. Desde la llegada de la expedición de Herrera con el “Almirante Padilla”, el general Carlos Albán había comprendido que con las fuerzas navales de que disponía, los pequeños cañoneros “Boyacá” y “Chucuito” muy inferiores al “crucero” de la revolución, no tendría ningún control sobre el Pacífico. A pesar de su insistencia ante las autoridades de Bogotá no había logrado que se le asignara un verdadero buque de guerra que pudiera enfrentar el de los liberales. Solo tenían la esperanza de que se cristalizara en Chile la negociación sobre el crucero “Presidente Pinto. Desesperado ante tal situación, Albán toma una decisión impulsiva: después de haber tratado infructuosamente de obtenerlo en alquiler, decide tomar “manu militari” el mercante chileno “Lautaro”, que casualmente se encontraba en el puerto, armarlo en guerra, y con el “Boyacá “ y el “Chucuito” salir a la caza del buque liberal.

El hundimiento del “Lautaro”. Habiendo tomado posesión del “Lautaro”, Albán lo artilló con dos cañones del crucero “Próspero Pinzón” que se encontraba en el puerto de Colón, y con 6 cañones de montaña. Enterado de todo esto, Herrera toma una decisión tan impulsiva como la de su adversario: con brochas y con las manos, en una noche, la tripulación del “Padilla” le cambia el color y lo alista para sorprender al “Lautaro”, que se hallaba fondeado en el puerto de Panamá.

Hundimiento del “Lautarano”

No son fácilmente explicables las imprevisiones a bordo del “Lautaro” que permitieron el audaz golpe de mano planeado por Herrera; el buque se hallaba fondeado en la bahía, apagado y sin agua en sus calderas; la noche anterior parte de la tripulación chilena se había dedicado a la bebida, el ingeniero jefe se había negado a embarcarse, y el segundo ingeniero había sido incapaz de solucionar un desperfecto menor. Cerca del “Lautaro” se hallaban también al ancla el “Chucuito”, el crucero norteamericano USS “Phililadelphia”, y otro buque mercante chileno.

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El general Carlos Albán se embarcó con su Estado Mayor en el “Lautaro” en la noche del 19 de enero de 1902, esperando aprovisionarse de agua y zarpar en la madrugada siguiente. Durante la noche de 19 el “Almirante Padilla” , dando un rodeo se aproximó a la bahía desde el oriente, teniendo a las 6 y media de la mañana, el sol naciente en su popa. Desde el “Lautaro” la tripulación divisó un buque, que inicialmente fue identificado como un mercante noruego, pero desde una milla de distancia se observó una nube de humo en su proa, y pocos segundos después, cuando el “Lautaro” se estremecía con un primer impacto, se reconoció al “Padilla”. Pero ya era tarde, tres nuevos disparos hicieron blanco en el mercante chileno, hundiéndolo parcialmente, con el cadáver del general Albán a bordo. El “Chucuito” reaccionó rápidamente y atacó al “Padilla”, produciéndole unas 40 bajas. El “Padilla” pronto puso proa hacia el mar abierto, quedando fuera del alcance de la artillería del “Chucuito”. El resultado de este certero ataque fue un desastre para las fuerzas del gobierno en el Pacífico; además de la irreparable pérdida del general Albán y otros 7 oficiales y suboficiales, y algunos heridos, el gobierno había perdido toda posibilidad de dominar el mar puesto que el “Boyacá” y el “Chucuito” no eran enemigos para el “Padilla”, ahora solo se conservaba la posibilidad de que las negociaciones sobre el crucero “Presidente Pinto” dieran un pronto resultado. Pocos días mas tarde se tuvo información de que el crucero, ya de propiedad del gobierno colombiano zarparía hacia Panamá el 12 de febrero, información que a la postre resultó falsa ya que no se autorizó su venta. Pero tanto el gobierno como la revolución desconocían este hecho, por lo que ambos bandos tomaron como inminente su arribo a aguas colombianas, por tal motivo el “Presidente Pinto” sin dejar su puerto chileno, obró como “flota en potencia”, influyendo poderosamente en el desarrollo de las operaciones posteriores.

Los combates en Aguadulce Teniendo en mente la posibilidad del pronto arribo del “Presidente Pinto”, con lo cual la revolución perdería el dominio del Pacífico, Herrera decide plantear una batalla definitiva en tierra. Este combate tuvo el 23 de febrero de 1902, en lo que se conoció como el primer sitio de Aguadulce, población al este de Panamá, y en la que el ejército gobiernista había concentrado parte importante de sus fuerzas. unos 1,500 veteranos bien entrenados y apertrechados. La fuerzas de la revolución, compuestas por el ejército del Cauca, al mando de los generales Bustamante, Plaza y Santos Vargas, y el ejército de Panamá, al mando del general Belisario Porras, sitiaron en la mencionada población a las fuerzas gobiernistas. El resultado del combate fue una nueva derrota para el gobierno, solo unos 200 efectivos se salvaron, habiendo quedado en poder de la revolución unos 700 prisioneros y una buena cantidad de material de guerra. A pesar de que este triunfo le despejaba el panorama táctico, quedaba para Herrera un gran impedimento para consolidar su dominio sobre todo el departamento de Panamá: la presencia de la fuerzas norteamericanas, las cuales claramente habían advertido tanto al gobierno conservador, como a la revolución, que de ninguna manera permitirían llevar las operaciones a la ciudades de Panamá y Colón, ni al ferrocarril que las unía, con lo cual Herrera quedaba prácticamente maniatado. Para evitar la inactividad de sus fuerzas, y ante la presión ejercida por sus subalternos decide Herrera plantear un nuevo gran combate en tierra. Deja en Aguadulce, escenario de su victoria anterior, una fuerza al mando del general Plaza, lo suficientemente fuerte para resistir un ataque sorpresivo, pero lo suficientemente débil para que constituyera una tentación para el gobierno el atacarla. Para hacer mas tentadora la empresa destacó el “Padilla” a Corinto, en Nicaragua a aprovisionarse y proveer abastecimientos para las fuerzas de tierra. Plaza se retira de Aguadulce, que fue ocupada el 21 de julio de 1902 por las fuerzas del gobierno al mando del general Morales Berti, quien se hizo fuerte allí esperando un gran ataque de la revolución. Esto precisamente era lo que esperaba Herrera, quien se dedicó pacientemente a consolidar el cerco y organizar su logística. Mientras esto sucedía en tierra, en el golfo de Parita, un nuevo combate consolidaría el dominio del mar para la revolución. El 29 de julio de 1902 el “Padilla” intercepta una flotilla compuesta por las 3 únicas unidades de que disponía el gobierno: el cañonero “Boyacá”, que llevaba a remolque la lancha a gasolina “Campo Serrano”, y el cañonero “Chucuito”. Ante el poder de fuego del “Padilla”, el “Chucuito” huye; el “Boyacá” suelta el remolque de la gasolina, después de un corto intercambio de disparos son capturados los dos buques con sus tripulaciones y copioso material de guerra. La flotilla del gobierno en el Pacífico había dejado de existir como fuerza de combate.

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de la historia Consolidado el sitio a las fuerzas gubernamentales, se enfrentan en una serie de combates estáticos sobre una línea de 9 kilómetros, unos 5,000 hombres de las fuerzas del gobierno contra 6,000 de la revolución, y se inicia un asedio, conocido como el segundo sitio de Aguadulce, que se extiende durante tres semanas, al cabo de las cuales el general Morales Berti, convencido de la inutilidad de seguir ofreciendo resistencia, se rinde. Son tomados 4,000 prisioneros, quienes en su mayoría voluntariamente pasan a engrosar las filas liberales, junto con una gran cantidad de pertrechos.

Victoria militar y capitulación política Por esos días es conocida en ambos bandos la realidad de la negociación con el crucero “Presidente Pinto” y Herrera hace una evaluación de su situación. En el campo táctico, sus dos victorias en Aguadulce, la captura de la flotilla marítima del gobierno y la desaparición de la amenaza que hubiera representado el crucero chileno le dan el completo dominio del departamento de Panamá, con excepción de las ciudades de Colón y Panamá, por los motivos expuestos. En el campo estratégico, sin embargo, la situación es diferente: el dominio de Panamá tiene poco significado en la definición de la guerra, ante la incapacidad para llevar las operaciones al centro del país. Fueron inútiles los esfuerzos de la revolución por obtener la devolución del “Gaitán” y del “Peralonso”, incautados por el gobierno venezolano, y de hacerse a otros medios marítimos en el litoral Atlántico para transportar sus fuerzas, por lo cual a pesar de hallarse victorioso en Panamá, no puede contribuir con sus fuerzas al triunfo liberal en el centro del país, eje del poder político. En el campo logístico, la situación no es mejor. Contando con un ejército de mas de 9,000 hombres y una pequeña armada, su apoyo logístico cada vez se dificultaba mas, en un departamento de por sí escaso de recursos y asolado por 2 años de guerra, además de las exitosas gestiones diplomáticas del gobierno para impedir la ayuda por parte de los países vecinos. Entonces Herrera, convencido de la inutilidad de continuar su hasta ahora victoriosa campaña y prolongar la guerra sin un objetivo estratégico, toma una decisión por la cual la historia le debe un reconocimiento: decide aceptar el ofrecimiento de mediación hecho recientemente por el contralmirante Silas Casey, comandante de las fuerzas norteamericanas. De lo anterior resultaron las negociaciones entre las partes, las cuales tuvieron lugar a bordo del acorazado USS “Wisconsin”, que se encontraba en Panamá. Intervinieron por parte del gobierno conservador, el general Nicolás Perdomo quien había viajado desde Bogotá, investido de las necesarias facultades, el general Victor M. Salazar, jefe civil y militar del departamento, el general Alfredo Vásquez Cobo, jefe del Estado Mayor de las fuerzas en operación en el Atlántico, y el general José Mazabel. Por parte del liberalismo intervinieron, entre otros, los generales Lucas Caballero y Eusebio Morales. Las negociaciones, que se extendieron por 3 días, dieron origen al documento que se conoció como tratado del “Wisconsin”, el cual se firmó el 21 de noviembre de 1902. Este documento, junto con otros dos que se firmaron por las mismas fechas, el de “Neerlandia”, y el de “Chinácota” dieron formal terminación a la mas cruenta de todas las guerras que asolaron a Colombia durante el siglo XIX. Colombia debería recorrer ahora el difícil camino de la reconciliación y la reconstrucción nacional para entrar con esperanza al siglo XX, así como ahora entramos los colombianos al siglo XXI, llenos también de esperanzas en una paz pronta, justa y duradera. Pero aún quedaba un amargo cáliz por apurar.

La separación de Panamá. En primera instancia es necesario aclarar por qué llegó la guerra al istmo. Debe decirse que las operaciones en esta parte del país no fueron iniciativa del general Benjamín Herrera, quien, planeó y ejecutó su campaña cumpliendo instrucciones de su superior el general Gabriel Vargas Santos, por lo tanto un juicio de responsabilidades, no sobre la sobresaliente ejecución de la campaña, sino sobre su utilidad estratégica y sus posibles implicaciones, recaería sobre los mandos superiores de la revolución. A la llegada de Herrera a Panamá en 1901, ya la guerra se había iniciado, y su campaña de obedeció en su primera fase a la necesidad de liberar las fuerzas revolucionarias del general Belisario Porras, que se hallaban sitiadas en Aguadulce. En algún momento se argumentó que el propósito de Vargas Santos de emprender la campaña de Panamá era el de entorpecer las negociaciones que sobre el particular estaba llevando a cabo el gobierno del Presidente Marroquín en Washington, versión que no puede tomar como cierta, puesto que en estos momentos no podía escapar a la percepción de Vargas Santos, que una acción militar como esta, difícilmente podría rendir frutos políticos como los descritos.

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No parece existir por tanto, duda sobre el que la motivación de Vargas Santos para disponer la campaña obedecía, más que a los motivos mencionados, a la necesidad de controlar los puertos de Colón y Panamá como base de apoyo logístico para posteriores operaciones sobre el centro del país. Parece estar igualmente claro que en su momento Vargas Santos no evaluó en todas sus consecuencias el hecho de que al atacar y tomar las ciudades mencionadas se abría la posibilidad, que se convirtió en realidad, de “justificar” la intervención de la fuerzas norteamericanas; esta imprevisión fue un grave error por parte del alto mando de la revolución. Se debe descartar igualmente la hipótesis de que en algún momento también hizo carrera, de que la motivación del partido liberal para llevar la guerra al istmo era la de facilitar su escisión de Colombia con el fin de dar cumplimiento al viejo sueño de la reunificación de la Gran Colombia, acariciado por algunos caudillos de centro y sur América, incluyendo a los generales José Santos Celaya de Nicaragua, Eloy Alfaro del Ecuador, y Cipriano Castro de Venezuela. Se puede concluir por lo tanto que la campaña liberal en Panamá no fue la causante directa de los sucesos que un año más tarde darían como resultado su separación de Colombia. Existieron otras causas a las cuales sí se puede atribuir el hecho. La principal de ellas fue debilidad del gobierno del Presidente Marroquín, (causada entre otros motivos por la guerra que se había desarrollando en casi todo el país, no solamente por la campaña de Panamá en particular) y su incapacidad no solo para mantener el orden público en el departamento, sino para sentar una política de Estado, tendiente a buscar la unidad nacional y el apoyo internacional en la defensa de los intereses de la República. Otra causa a la que puede atribuirse la separación de una parte del territorio nacional fue el abandono en el que los gobiernos centrales mantuvieron al departamento. En otras circunstancias, una población y una dirigencia local con un sólido sentido de pertenencia, se hubieran opuesto firmemente a las maniobras separatistas y a la intervención militar, y hubiera llevado a cabo un movimiento popular de rechazo, que utilizando además ofrecimientos como el que en su momento hizo el general Benjamín Herrera, de ponerse a órdenes del gobierno en defensa del país, hubiera llevado, si no a un improbable triunfo militar contra los Estados Unidos, al menos sí a un movimiento de resistencia civil, combinado con operaciones de guerrillas, que hubiera podido convocar la solidaridad internacional con Colombia contra la ocupación yanki. Pero, por sobre todos los factores mencionados, estaba el hecho incontrovertible de que el control del istmo, la terminación de la construcción del canal, el control de éste y con ello de las rutas marítimas que por él cruzan, eran claramente una política del Estado y un propósito nacional para los Estados Unidos, potencia imperialista y en expansión, que estaba dispuesta a cumplirlo contra la voluntad de quien se opusiera. Las solicitudes que elevó en múltiples ocasiones el gobierno conservador, el cual al finalizar la guerra se hallaba al borde del colapso económico, débil en lo político y más aún en lo militar, para que fuerzas norteamericanas le ayudaran a cumplir con su responsabilidad en el control del orden público, acarrearon como la más funesta consecuencia, el facilitarle a los Estados Unidos el zarpazo definitivo. La separación de Panamá y el control de istmo por parte de los Estados Unidos constituían un imperativo de su política exterior, y se hubieran dado en cualquier otra forma. El “I took Panamá” estaba cantado desde mucho antes de que lo pronunciara el Presidente Roosevelt.

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de la historia

Los Vikingos: Navegantes incansables ¿Fueron los primeros en descubrir el "nuevo mundo"? Los vikingos fueron grandes navegantes que heredaron ese arte tras ser desarrollado a lo largo de generaciones; sus antepasados ya surcaban expertamente las aguas del norte debido a que los numerosos ríos, lagos, islas y fiordos de esas tierras propiciaron el transporte a través del agua mejor que por una tierra atestada de grandes montañas, espesos bosques o pantanos infectos. Leif Eriksson y las Sagas de Vinland Los diversos pueblos escandinavos iniciaron a finales del siglo VIII una rápida y amplia expansión. Los suecos (o varegos) cruzaron el Báltico hacia Finlandia, el lago Ladoga y Novgorod. Por el río Dnieper atravesaron Rusia hasta el mar Negro alcanzando Constantinopla y Europa Oriental. Los noruegos se dirigieron a las islas del Atlántico Norte (Hébridas, Feroe, Orcadas, Shetland e Irlanda). Después llegaron a Escocia, Islandia y hacia el año 1000, a las costas de Norteamérica, que llamaron Vinland. Los daneses invadieron Inglaterra y Frisia, surcaron el Elba hasta Hamburgo, el Rin hasta Colonia y el Sena hasta París. Tras asolar las costas de Asturias y Galicia, bajaron a Portugal, remontaron el Guadalquivir hasta Sevilla y llegaron al norte de África e Italia. La mayor parte de lo que actualmente sabemos sobre la forma de vida de los vikingos se lo debemos a las sagas que escribieron los islandeses durante el siglo XIII, después de que hubiesen sido transmitidas oralmente de generación en generación. Y según nos cuentan La Saga de los Groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, en el año 1000, Leif Eriksson llegó a una tierra desconocida, a la que puso el nombre de Vinland. Aquella Vinland era parte de lo que hoy llamamos América. Las sagas islandesas eran crónicas familiares de los primeros colonos que se establecieron en la isla y sus primeras generaciones. Cuando la cultura que las creó entró en la decadencia, dejaron de hacerse copias e incluso cayeron en el olvido. Entre ellas estaban la Saga de Groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, donde se relatan los viajes realizados a aquella tierra que llamaron Vinland, y que 500 años más tarde, y más al sur, sería descubierta oficialmente por Cristóbal Colón.

Descubridores y exploradores noruegos La costa de Noruega es larga y accidentada, con fiordos que penetran profundamente en el país, por lo que gran parte de la población habita cerca del mar. Desde el amanecer de la historia, el cultivo de la tierra ha dado escasos frutos al pueblo noruego. No es de extrañar, pues, que el campesino, al labrar sus míseros campos, levantara de cuando en cuando la vista y contemplara el tentador horizonte, esparciendo la mirada por la vastedad de un mar que no sólo podía dar sustento, sino también ser la vía por donde llegar a tierras de suelo más fértil que el patrio y de clima más benigno para el hombre y el ganado.

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En tiempos prehistóricos tal vez ya hubieran existido audaces viajeros en Noruega, pero no se tiene noticia de tempranos descubrimientos hasta que empiezan a escribirse narraciones de viajes. En la Edad Media, después de la caída del Imperio Romano, era la Iglesia el único poder realmente unificador en Europa. Sin embargo, no hizo mucho por estimular el espíritu de aventura y el ansia descubridora. El concepto geográfico del mundo estaba basado en la Biblia. Los descubrimientos que pudieran conmover la cosmovisión bíblica no eran bien vistos por la Iglesia. En la Noruega pagana, empero, vivía un pueblo ávido de tierra nueva. El suelo cultivable era escaso a lo largo de los fiordos y en las riberas de los numerosos lagos circundados por parajes abruptos y escarpadas vertientes. Aunque la navegación costera estaba muy extendida, no fue posible surcar los mares, en pos de nuevas tierras, hasta la construcción de embarcaciones aptas para la navegación de altura. El problema fue solucionado con la aparición de las ágiles y marineras naves vikingas. El ancho casco de fondo plano, de escaso calado, permitía navegar por aguas poco profundas, a lo largo de la costa o remontando los ríos, a menudo bien adentro en tierra extraña. Gracias a sus luengas y gráciles naves, el pueblo vikingo fue de los primeros, en la Edad Media, que se lanzaron a empresas de descubrimiento. Los navegantes de su época se guiaban básicamente por las estrellas; pero, teniendo en cuenta que los vikingos viajaban, por motivos meteorológicos, en verano y que las noches blancas del norte e incluso la habitual nubosidad impiden la observación del cielo, tuvieron que desarrollar otros sistemas para navegar, como interpretar la forma y dirección de las olas, la temperatura y humedad de los vientos, las distintas sutiles tonalidades del agua, la dirección de las aves migratorias, la presencia de aves marinas o ciertos tipos de peces; además, los expertos timoneles se aprendían de memoria el perfil de las costas (excepto cuando iban a las islas atlánticas, el resto de los viajes solía ser de cabotaje). Las viejas sagas cuentan acerca de la utilización de cuervos: siguiendo la dirección de su vuelo se llegaba a la tierra más cercana. También en alguna saga se habla de la piedra solar; esta piedra se supone que era calcita, que se puede encontrar en una isla del fiordo de Oslo y que tiene la propiedad de polarizar la luz, por lo que era útil en los días nublados, cuando cambiaba levemente de color justo por el lado donde estaba el sol.

Las incursiones vikingas En los primeros tiempos, las expediciones vikingas constaban de pocas embarcaciones, pero paulatinamente fue aumentando su número, llegando a contar con centenares de barcos las soberbias flotas que se hacían a la mar rumbo a las costas de Europa occidental: Inglaterra, Escocia, Francia o Irlanda. Los vikingos arribaban como expoliadores, asolando y matando, y se dice que su fama sembraba el terror por las costas de Europa occidental. Su reputación, empero, no era del todo justa, pues los vikingos eran también hábiles comerciantes y administradores competentes. En muchos lugares fundaron ciudades, como Dublín, y establecieron colonias, como Normandía, en Francia. De 879 a 920 colonizaron Islandia, isla que, a su vez, fue punto de partida para la colonización de Groenlandia. Barcos La expansión vikinga no hubiera sido posible sin su gran obra de ingeniería: el barco. Los vikingos construyeron diversos tipos de embarcaciones según cual fuese su utilización y qué tipo de aguas tendrían que surcar, aunque el modelo básico era el mismo para todas. Esencialmente había dos clases de barcos: los de guerra y los de transporte. Los langskip, o barcos largos -llamados popularmente drakkar (dragón) o snekkja (serpiente), aunque no es muy seguro que todos los vikingos los llamasen así - se usaban en las incursiones de saqueo, ya que eran las naves más rápidas y manejables; con su poco calado, podían navegar por aguas poco profundas, lo que les permitía acercarse a cualquier playa o marisma e internarse por los ríos. Tenían un mástil abatible y una vela rectangular, pero cuando no había viento o la situación lo requería, sobre todo al maniobrar en aguas costeras y al adentrarse por los ríos, eran impulsados a remo por los propios guerreros. Dependiendo del tamaño, la nave podía necesitar entre 20 y 50 remeros. Como no había demasiado espacio para equipajes o mercancías, cada vikingo debía llevar su propio arcón, donde guardaban sus pertenencias y, sobre todo, el botín fruto de los saqueos; también servía como asiento sobre el cual remar. En el centro de la cubierta se amontonaban sacos de cuero con las armas, los toneles de víveres y los odres de agua. Allí pasaba la tripulación todo el día a la intemperie; por la noche, si no podían acercarse a tierra, hacían una especie de tienda común donde resguardarse; en esas ocasiones, que no podían cazar o robar comida, se alimentaban de sus reservas de carne y pescado secos. Los sacos que de día servían para guardar las armas, de noche se usaban como sacos de dormir.

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de la historia Los knörr, usados para el comercio o la colonización, eran más lentos, más robustos y menos maniobrables, pero podían transportar mucha mercancía y necesitaban menos gente para manejarlos. Los mercaderes los llevaban cargados de arcones, toneles, hatos de pieles y los demás bultos que constituían sus mercancías. También en ellos iban los grupos familiares completos durante los viajes de colonización; incluso podían llevar, en una plataforma central hundida, los animales de la granja, útiles de cocina, herramientas o cualquier cosa necesaria para comenzar una nueva vida: semilla, forraje, alimentos y hasta madera para construir una casa, si sabían que en el lugar de destino escaseaba, como era el caso de Groenlandia. La proa y la popa eran iguales; así, en caso de precisar maniobrar hacia atrás, sólo tenían que remar en sentido contrario. La quilla era la parte más importante, para la cual elegían una encina del tamaño adecuado, ya que tenía que ser de una sola pieza; estaba hecha de forma que la nave sólo precisaba un metro de agua para navegar; así podían introducirse por lugares donde ninguna otra nave podía hacerlo o desembarcar en cualquier playa. El timón estaba en popa a estribor sujeto con una correa de cuero a estribor.

Expediciones vikingas en el Atlántico Norte En el siglo IX los vikingos se instalan en las islas Orcadas, Hébridas y Shetland; Escocia, las islas Feroe e Islandia. Esta isla volcánica alcanza la superpoblación con 30.000 habitantes dedicados principalmente a la cría de ovejas. La forzosa emigración se ve alentada por sus tradiciones orales, que animan a partir hacia tierras lejanas sin miedo a lo desconocido. 870 d.C. Un vikingo llamado Ottar navegó hacia el Norte en el año 870, al parecer sólo para satisfacer su curiosidad. Pretendía comprobar cuán lejos se podía llegar en dirección norte encontrando tierra, y si ésta estaba habitada. Rodeó con éxito el extremo septentrional de la Península escandinava (cabo Norte, norte de Noruega) y, tomando rumbo este, acabo penetrando en el mar Blanco. Cuando costeó el cabo Norte, Ottar se hallaba a algo más de 200 km. por encima del Circulo Polar Ártico. 861 d.C. Los vikingos descubren Islandia. En el año 874, Ingolfur Arnarson funda una colonia permanente.

Erik el Rojo descubre Groenlandia (981) Este rico colono noruego fue desterrado de Islandia por homicidio y emprende un viaje de exploración hacia una tierra mencionada por marinos y poetas. Se decía que un comerciante llamado Gunnbjorn Ulf-Krakason arrastrado por las tormentas había avistado unos islotes y una vasta tierra por detrás de ellos. En su drakkar de 32 metros de largo recorrió hacia el oeste unos 320 kilómetros hasta encontrar la costa este de Groenlandia, a la que no pudo acercarse por la banquisa. Las corrientes lo arrastraron hacia el cabo Farewell, al sur de la isla. Pasan en la zona dos inviernos y exploran cada fiordo entusiasmados al contemplar cascadas, pastos, bosques y más horas de luz de las que tenía Islandia.

Segunda expedición de Erik el Rojo (985) 25 drakkar cargados de colonos islandeses, emprenden el viaje a Groenlandia o "tierra verde". Viajaron familias enteras con sus animales, semillas, hierro y maderas. Sólo 400 personas a bordo de 14 barcos llegaron a destino. Se establecieron dos colonias en la costa oeste que llegaron a tener 5000 y 1400 colonos. Encontraron viviendas y embarcaciones abandonadas por los esquimales cuando tuvieron que emigrar por la escasez de focas y caribúes. Entre 1360 y 1400 el clima empezó a enfriarse y las colonias desaparecieron. 1000 d.C. Leif Erikson, hijo de Eric el Rojo, junto a 35 hombres en una sola embarcación, emprendió una expedición a unas tierras al oeste de Groenlandia, sobre las que había oído de boca de un comerciante llamado Bjarni Hergolfsson que las había visto pero no había podido desembarcar en el año 985 o 986. En Groenlandia se corrió la voz de que un tal Björn Herjulfsson había encontrado unas nuevas tierras situadas más hacia el oeste, a cuyas costas fue arrastrado por una tormenta en un viaje entre Islandia y Groenlandia. Alrededor del año 1000 y con el mismo espíritu aventurero que su padre, Erik el Rojo, Leif embarcó acompañado de 35 hombres en busca de esas tierras. Fue llegando a diversos lugares a los que denominó según fuese el elemento predominante del paisaje: Primero fue Helluland (Tierra Pedregosa), después Markland (Tierra de Bosques) y por

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último, Vinland (Tierra de Vides). Se supone que estos tres lugares son los que actualmente corresponden a Baffin, Labrador y Terra Nova. En esta última isla, concretamente en L'Anse des Meadows, se han descubierto restos de casas, unos 130 pequeños objetos y una herrería que puede fecharse justamente alrededor del año 1000, y que bien pudo servir de base para que aquellos hombres realizasen expediciones hacia el sur del continente. En Vinland encontraron una tierra fértil con buen clima, donde los inviernos no suponían la interrupción de la vida cotidiana, con abundante pesca y caza. Era un lugar perfecto para iniciar una colonia. El nombre fue debido a unas vides salvajes que allí crecían, imposibles de encontrar en su tierra de origen. Leif regresó a Groenlandia con el barco cargado de madera, un elemento muy necesario y valioso en esa isla, donde no había bosques, y uvas (algunos investigadores piensan que más bien debían ser algún tipo de bayas silvestres, de las que igualmente podía hacerse vino). Su padre había muerto y él, que por su hazaña recibió el apodo del Afortunado, tuvo que hacerse cargo de la granja familiar, siendo su hermano Thorvald quien organizase la siguiente expedición. Estos nuevos colonos, tras permanecer dos años en Vinland, construyeron nuevas casas y extendieron el territorio explorado. Al regresar a Groenlandia hicieron una parada en cierto lugar, donde tuvieron el primer contacto desafortunado- con los indios nativos, a los que llamaron skraeling (enanos en nórdico). 1010 d.C. En estos años el vikingo Thorfinn Karlsefni, de Islandia, y Gudrid la viuda de Thorvald Eriksson dirigieron desde Groenlandia una expedición, que incluyó 60 hombres y algunas cabezas de ganado, para explorar las costas de Vinlandia y establecer una colonia. Pasaron 2 años en algún estuario de la costa norteamericana que llaman las Casas de Leif, pero la hostilidad de los indígenas los obligo a renunciar a la empresa. Mas tarde saldría una expedición al mando de Freydis, hija de Erik el Rojo, que con 2 naves, una suya y otra de los comerciantes Helgi y Finnbogi. Arriban a las Casas de Leif, donde empiezan las hostilidades entre las dos naves, ya que Freydis no permite que los otros expedicionarios se queden en las casas que su hermano Leif había fundado años antes, y Helgi, Finnbogi y sus hombres deben construir nuevas casas. Después de pasar el invierno en aquel lugar, Freydis hace matar a los comerciantes y a todos sus hombres mientras dormían. Tras la masacre retorna a Groenlandia con la embarcación de los comerciantes, de mayor tamaño, cargada de madera y vides. 1194 d.C. Los vikingos de Islandia descubrieron, al parecer, unas islas que llamaron Svalbard (costa fría), quizá mejor conocidas para los no escandinavos como Spitzbergen (picos montañosos). Se hallan a uno 1500 km. al norte de Islandia y a unos 800 del extremo septentrional de Noruega. 1398 d.C. El príncipe escocés Enrique St. Clair habría llegado a América al frente de una expedición formada por 12 barcos y 600 hombres. Así lo afirman unos dibujos de vegetación de tipo americana, y la existencia de un manuscrito que perteneció a uno de los participantes de ese viaje, el relato hace suponer que la expedición habría llegado a América. ¿Quién Descubrió «El Nuevo Mundo»? Debemos tener una cosa clara en seguida. Los seres humanos no son una especie indígena al Norte o Sur de América (identificado erróneamente como, "El Nuevo Mundo"). Los primeros humanos en hallar el Nuevo Mundo eran gente nómada de Asia Central y Oriental quienes entraron a este hemisferio a través de un puente natural que se formó sobre el Estrecho de Bearing. Esta gente emigró desde Alaska después al sur hasta Norte, Centro y entonces América del Sur. Colón los llamó indios; hoy los llamamos Nativos Americanos. Estaban aquí primero, y en ese sentido, descubrieron las Americas. Sólo porque estaban allí primero, no significa que descubrieron América. Éstos eran nómadas, no exploradores. No tenían ningún sentido real que donde estaban ahora era fundamentalmente diferente o inesperado de donde estaban antes. Para descubrir algo implica haber hallado algo previamente inesperado. Así, sí, de esa perspectiva, algunos europeos descubrieron el Nuevo Mundo. Siendo totalmente justos, se debe notar también eso, desde esa perspectiva, Colón no descubrió América. ¿Así, exactamente quien descubrió las Americas? Se acepta generalmente que los Vikingos estaban en Greenland (y así, técnicamente, América del Norte) por 1000 DC. Esto, por lo menos, puede ser prueba a un grado razonable de confianza. Pero es interesante notar que los Vikingos por si mismos NO creían ser los primeros en llegar a Greenland. Grabados Vikingos refieren a gente de piel blanca, vestidos en prendas blancas, llevando varas con trapos atados a ellos quienes los cazaban desde sus playas. Los rituales de esta gente de piel blanca, como describió los recién llegados Vikingos, tenían una gran semejanza a ceremonias irlandesas religiosas antiguas. Ciertamente, existe un antiguo texto Latino Navigatio Sancti Brendani Abbatis (El Viaje de San Brendan El Abad), que según se alega describe el viaje de siete años de San Brendan y una cuadrilla de acólitos a una tierra más allá del Mar Océano. San Brendan, quien navegó algunos cuatro siglos antes que los Vikingos, basando su expidición en el consejo de otro irlandés quien hizo el viaje aún más temprano. El Atlántico Norte está convenientemente punteado con islas que podían haber servido como trampolínes por la próxima parte de la jornada: Desde Shetlands a Faroes a Iceland a Greenland a Isla Baffin. Siguiendo esa ruta aproximada, es posible cruzar de Europa a Canadá del Norte y puntos más allá de sin cruzar cualquier extensión de mar abierto más grande que 400 kilómetros. No hay evidencia que el irlandés lo hizo tan lejano como Canadá (y sólo

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de la historia evidencia que los Vikingos lo hicieron -- mucho más tarde), y el viaje habría estado difícil en el extremo. Y, si se dijo la verdad, la evidencia que existe para el descubrimento de las Americas por el irlandés es discutible. ¡Pero, en 500 DC, el viaje habría sido realizable! Lo que se sabe, con certeza razonable, es que Eirik Rauoi (alias Eric el Rojo) desenbarcó en Greenland en 982 DC, donde fue saludado por los enigmáticos caucásicos vestidos en blanco, y que asentamientos se fundaron allí por 986 DC. Estas colonias sobrevivieron algunos 500 años, y hubieran sido hogar para mas de 4000 personas. Por 1000 DC Leif Erickson (hijo de Eric el Rojo) había ido al oeste y se piensa descubrió dos masas de tierra. Isla Baffin, 1600 kilómetros al norte de los actuales Estados Unidos, ha sido identificado como uno de los descubrimientos de Erickson. El otro que los Vikingos llamaron Vinland. Los archivos de Erickson aclaran que ese Vinland era un lugar separado de Baffin. Desgraciadamente, Ericson no hizo un trabajo muy bueno de identificación positiva donde Vinland estaba; a este día, esta localidad exacta es un misterio. El relato dice que Vinland fue nombrado así a causa de la abundancia de uvas silvestres que crecían allí. Especulación de días modernos lo ha ubicado en Newfoundland, Nova Scotia, Massachusetts, también llamado Virginia. El problema es, ninguno de esos lugares tiene o alguna vez tuvo una abundancia de uvas silvestres. Hay la posibilidad de un traducción erronea. La palabra Vikinga que dio a luz a Vinland puede referirse también a arándanos agrios, groselleros silvestres y similares. Esta posibilidad es menos útil ya que parece que los arándanos agrios crecen arriba y abajo el área de Virginia a Newfoundland, y tan lejos al oeste como el actual Wisconsin y Minnesota. Sucedió que, varios artefactos Vikingos se hallaron en Kensington, Minnesota en 1888. Los artículos estaban fechados a 1363, aunque existe la posibilidad que sean nada más que una broma elaborada. ¡El hallazgo Kensington no probaría la ubicación de Vinland, pero ayuda a explicar el nombre del Club local de NFL! Así, por qué no se da más reconocimiento a los Vikingos por sus adquisiciones en el Nuevo Mundo. Probablemente esto tiene que ver con el destino eventual de sus colonias. Como la más famosa colonia perdida de Roanoke, nadie sabe exactamente qué pasó. Se sabe que los Vikingos hicieron tres intentos de colonizar Vinland, el último de estos fue en 1013. No se graba el resultado de ese último esfuerzo. Entonces, los Vikingos abruptamente dejaron Greenland en o alrededor de 1408. La asunción general es que simplemente se rindieron; sólo tomaron sus posesiones y volvieron a Scandinavia. Allí existe, de cualquier manera, la remota posibilidad que los Vikingos fueran asimilados en la cultura Nativa Americana. Considere el ejemplo de Lacrosse. El juego es bien conocido por haber sido popular con varias de las tribus a través de Norte América. Las reglas del juego tenían una misteriosa semejanza a un juego reconocido por haber sido jugado por los Vikingos. La posibilidad de que los dos juegos se originaran independientemente uno del otro es, en las palabras de un antropólogo, "desvanecedoramente pequeña". Considere también el ejemplo del Haneragmiuts, una tribu de Inuits dentro del Círculo Polar Artico. No se supo su existencia al mundo exterior hasta el Siglo XX. Todavía tenían rasgos europeos distintivos, lo cuales no deberían ser demasiado sorprendentes desde que ha sido descubierto que ellos llevan características europeas genéticas. ¿Cuál es el punto? ¿A Quién le importa si el irlandés o los Vikingos eran los primeros en cruzar el Estanque? No duraron, después de todo, cualquier que su destino hubiera sido. El punto es este; los Vikingos no obraron en un vacío. Habían establecido por toda Europa, su historia y archivos eran fácilmente accesibles a europeos del Siglo XV. De hecho, habían dejado un famoso, si pobremente detallado, mapa de Vinland que se sabe ha circulado a través de Europa por los 1400's. Colón pudo o no pudo (probablemente no) haber visto este mapa. Así es completamente posible que el Nuevo Mundo no hubiera sido así tan nuevo para 1492. El mapa Vinland Es la única carta geográfica en la que aparece el continente americano antes del descubrimiento por Cristobal Colón. Para algunos expertos constituye un gran fraude, pero para otros conocedores representa la constatación irrefutable de que el genovés no fue el primero en llegar a América en el año 1492. La polémica sobre la autenticidad del mapa Vinland, surgió en 1957, cuando fue encontrado en una librería de Genova y adquirido por el magnate estadounidense Paul A. Mellon, quien lo donó a la Universidad de Yale en Estados Unidos. En el mapa se puede reconocer facilmente Europa, África, Asia y lo que parece ser la península de Labrador en Canada. El mapa-manuscrito incluye una leyenda en la que se dice que hacia el año 1000 Leif Ericksson, hijo de Eric el Rojo, descrubrió una nueva tierra que bautizó Vinland.

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