Pañol de la Historia # 20

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Fasc铆culo No. 20

ISSN 1900-3447

Direcci贸n de Acci贸n Integral Armada Nacional


Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre la historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la historia, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Vicealmirante Guillermo Enrique Barrera Hurtado, Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de mantener la edición de estos resúmenes. Este trabajo desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto. JORGE SERPA ERAZO Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia

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Ely loscombate de Güepí cañoneros Cartagena y Santa Marta

Por Capitán de Navío (r) Carlos A. Prieto Ávila El mes de marzo trae a la memoria de los marinos colombianos el combate que determinó el génesis de la nueva, moderna y definitiva Armada Nacional: Güepí. Se considera un acto de justicia, traer a consideración algunos hechos para conmemorar el espíritu de dos de las unidades que con su humildad y eficiencia, marcaron el carácter de la institución que con ellas renacería, los cañoneros Cartagena y Santa Marta.

LOS TRES CAÑONEROS Comienza esta historia en 1.925, cuando debido a problemas de alteración del orden público en el río Magdalena, mediante la Ley 51, el gobierno se ve obligado a decretar un crédito extraordinario para la adquisición de cañoneros fluviales. Después de estudiar propuestas y oír diferentes tipos de recomendaciones, el gobierno por intermedio de su encargado de negocios en Londres, Alejandro Michelsen, firma el 31 de agosto de 1.929, un contrato con los astilleros Yarrow de Glasgow Inglaterra, para la construcción de tres cañoneros; el proyecto inicial contemplaba el empaque y su envío a Barranquilla por piezas, donde posteriormente serían ensamblados; condición que debido a graves acontecimientos que veremos mas adelante, se cambia, que llegan navegando por sus propios medios a Puerto Colombia. Estas tres unidades fueron el Cartagena, el Barranquilla y el Santa Marta, que tenían las siguientes características: Desplazamiento Eslora Manga Calado Proa Calado Popa Máquinas Velocidad Tripulación Armamento

142 toneladas 41.9 metros 7.16 metros 3 pies 4 pies 2 de 300 caballos cada una 10 nudos 2 oficiales, 32 tripulantes 2 cañones de 75 mm Boffor 1 cañón antiaéreo de 20 mm Oerlikon 4 ametralladoras Vickers de 7 mm

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Para 1928, Colombia no tenía Marina de Guerra. La Flotilla Fluvial de Guerra que existía, era una dependencia del Ejercito Nacional y estaba constituida por los cañoneros Hércules y Colombia y un transporte de correos y pasajeros, El Presidente Mosquera (el Pote Mosquera). En 1.930, Según Decreto 446, se creó la Comandancia de la Flotilla Fluvial de Guerra y se nombró un oficial del grado Coronel como comandante. Posteriormente, y según el Decreto 1131 del mismo año, se organizó la Flotilla Fluvial de Guerra del Río Magdalena, constituida por los 3 cañoneros nuevos y por el transporte de correos del Presidente Mosquera.

LIMITES SIN DEFINIR El origen de todo el problema, era cuestión de límites, que desde la independencia de las naciones bolivarianas había quedado sin resolver, y sobre todo los desmedidos intereses económicos que sobre la región amazónica tenían algunas casas comerciales que ya se habían establecido y explotaban los productos naturales. Se había ya firmado con el Perú, en 1.922, el tratado “LozanoSalomón” que intentaba poner fin a una serie de controversias surgidas con dicho país, desde los mismos comienzos de nuestra vida republicana, lo que en 1.829 nos había llevado a la Batalla de Tarqui cuando el Ejército colombiano al mando del General Sucre venció a las tropas del General La Mar. Como consecuencia de la firma de dicho tratado, se nombró una comisión mixta demarcadora de límites que terminó su labor en 1.929. La situación en los ríos Amazonas, Putumayo y Caquetá, debido a esto, y a la inminencia de la vigencia de lo determinado por dicha comisión, se había enrarecido, lo que había obligado al gobierno nacional a ordenar, en julio de 1.928, la organización de una colonización militar, que empezó sus funciones en marzo de 1.930, basada en cinco puertos estratégicos de la región, que fueron: Puerto Ospina, Caucayá, La Tagua, El Encanto y Leticia, sobre los mencionados ríos. Al frente de esta organización se nombró a los oficiales del Ejército, Coronel Luís Acevedo Torres y Capitán Carlos Bejarano. Para el control y enlace de dichos asentamientos, se hizo necesario adquirir en Manaos, por parte de la Comisión de Colonización, los buques de transporte Nariño y Huila, cuya función primordial fue el de llevar los elementos necesarios para el funcionamiento de dichas colonias. Posteriormente, tuvieron la tarea de trasladar la comisión encargada de tomar posesión de los territorios delimitados por el tratado Lozano Salomón, ceremonia que se realizó el día 17 de agosto de 1.930 y que culminó con la arriada, en Leticia, de la bandera peruana y la izada en su lugar de la colombiana. Debido a que en la región comprendida entre los ríos Putumayo y Caquetá existían para entonces asentamientos de explotación comercial de los recursos naturales y especialmente del caucho por empresas peruanas, se fomentó un descontento general en ese país, lo que hizo evidente el deseo de no dar cumplimiento a los pactos firmados. La ambición era aprovechar la situación para subir el límite peruano hasta el río Caquetá.

LOS CAÑONEROS EN EL PUTUMAYO Esto hace que en agosto de 1.931 se ordenara el traslado urgente de los Cañoneros Cartagena y Santa Marta, desde Santa Cruz en el río Magdalena, a Caucayá en el río Putumayo, ya que en el área además de los pequeños grupos de soldados colonizadores, no había absolutamente ninguna presencia colombiana. Para cumplir con esta delicada y complicada misión fueron designados el Mayor José Dolores Solano, el Teniente Hernando Mora Angueyra, el Subteniente Luís Baquero y como oficial navegante, el Capitán de Fragata de la primera Escuela Naval del General Reyes, Luís María Galindo, además de un grupo de oficiales y suboficiales del Ejército, quienes le dan cumplimiento, llegando a Caucayá a fines de diciembre de 1.931. Por el Decreto 1507 del 31 de agosto de 1.931 y debido al desplazamiento de los cañoneros al Putumayo el

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gobierno colombiano reorganiza sus fuerzas fluviales creando 2 flotillas: La del Putumayo conformada por las 2 unidades mencionadas y la del Magdalena con el Barranquilla y el Mosquera.

LA TOMA DE LETICIA En febrero de 1.932 el Ministro de Guerra, Dr. Carlos Arango Vélez, ordenó el repliegue de la guarnición de Leticia a la colonia de El Encanto situada sobre el Caraparaná a una distancia de 800 kilómetros de Leticia, movimiento bastante discutido, pero explicado por el mismo Ministro en su libro: “Lo que yo se de la guerra”. Simultáneamente. se ordenó el relevo del Coronel Luís Acevedo (a quien se le había nombrado Jefe de Fronteras del Putumayo y Amazonas), por el General Amadeo Rodríguez, quien establece en Florencia el Comando de Fronteras con su Estado Mayor y una Compañía de Infantería del Batallón Bárbula. Entre abril y mayo de 1.932 el General y su Estado Mayor, a bordo del Cañonero Cartagena, visitan las guarniciones de la colonización militar, llegando hasta El Encanto. Luego en agosto del mismo año regresa el General nuevamente y el 15 viaja a Puerto Asís a bordo del mismo Cañonero Cartagena a practicar inspección a los Puertos del Alto Putumayo, demorándose en esa comisión hasta principios de septiembre. Es decir, que en el momento de la toma de Leticia, el General, se encontraba a bordo del Cartagena, en cercanías de Puerto Asís. Llega el 1º de septiembre de 1.932, fecha en la que un grupo de peruanos invaden Leticia obligando a los ciudadanos colombianos residentes allí a desplazarse al Brasil. Se rompen las relaciones entre las dos naciones y se inicia un periodo de tensión y alistamiento especialmente sentido en las colonias establecidas.

MOVILIZACIÓN HACIA EL SUR Colombia entera se moviliza y con un sentimiento y esfuerzo nunca antes visto se apresta a expulsar al invasor. La tarea es titánica. No existen vías terrestres de comunicación. Tampoco Marina de Guerra. La aviación que se encontraba en sus inicios, no tiene equipos capaces de llegar al teatro de guerra, donde no hay ningún recurso, todo debe ser traído desde el interior; elementos para la guerra, la tropa, la logística para la misma, el combustible, los alimentos y la medicina. Para darnos una idea nada más de la magnitud de todo esto, consideremos que solo el transporte de combustible para las unidades fluviales y aéreas se hacía en canecas de cinco galones que tenían que venir primero a lomo de mula y luego en canoas y planchones. Colombia responde e inicia la construcción de la carretera Neiva-Florencia-Venecia, que comunicaría a Bogotá con La Tagua y que vendría a constituirse en el eje principal de aprovisionamiento; así mismo se inician obras en la vía Tumaco-Pasto-MocoaPuerto Asís, que siendo un camino de herradura, viene a construirse en la ruta principal de transporte de tropas y elementos de guerra. Se hacen ingentes esfuerzos para establecer la comunicación estratégica entre La Tagua y Caucayá. Desde mediados de septiembre hasta diciembre de 1.932, el Cartagena, el Santa Marta y dps lanchas peruanas que habían sido capturadas en el río Putumayo: la Sinchirroca y la Waina-Capac, hicieron innumerables viajes entre Caucayá y Puerto Asís, transportando tropas procedentes de Pasto, además de víveres, vituallas, combustibles y municiones para el consumo de las diferentes guarniciones.

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DIPLOMACIA, ENDEUDAMIENTO Y ORGANIZACIÓN MILITAR Por otra parte, el gobierno Colombiano por los medios diplomáticos llevó el caso a la Liga de las Naciones en Ginebra, con el fin de buscar un arreglo por la vía pacífica. Circunstancia que nos favoreció y nos dio espacio para adquirir mientras tanto, equipos y elementos de combate. Fue así como la administración del Presidente Enrique Olaya Herrera reorganizó la defensa y la economía nacional para la guerra. Mediante la Ley 12 de 1.932 se autorizó al gobierno para endeudarse hasta por $10’000.000; además, se establecieron gravámenes a espectáculos públicos, juegos, loterías y giros, lo que sumado al patriótico caudal de contribuciones particulares permitió alcanzar la suma de $10’382.183,68 incluyendo el valor de la joyas que damas, caballeros y niños aportaron generosamente a la causa con un valor de $393.378,71, colecta realizada en menos de 30 días. Entonces el Ministerio de Hacienda bajo cuyo control operaban, cedia los Guardacostas Pichincha, Carabobo y Junín al Ministerio de Guerra. El General Alfredo Vásquez Cobo, desde su cargo de Ministro plenipotenciario en Francia, toma contacto con los Astilleros franceses de Saint Nazaire y se adquieren el Mosquera y el Córdova. En Manaos se compra el Buque que pasó a ser el Bogotá, cuyo principal objetivo fue remolcar la Nave hospital Yamary. En Nueva York se compra un buque construido en Inglaterra, al que se denomina Boyacá. Esta unidad junto con el Pichincha y el cañonero Barranquilla conforman el Destacamento del Amazonas, que en Puerto Colombia, a órdenes del General Efraín Rojas embarcan 700 hombres, quienes llegan a Belén de Pará el 21 de diciembre de 1.932 y se unen al Mosquera y al Córdova que ya se encontraban allí. El presidente de la República nombra entonces al General Vásquez Cobo, Comandante Supremo, para que continúe dirigiendo las operaciones de la expedición con el mando militar, civil, fiscal y diplomático de toda la fuerza.

LOS PRIMEROS DESTRUCTORES Es necesario resaltar la importancia que para la Armada Nacional tuvo este conflicto, debido a la compra de dos destructores construidos por la firma inglesa Yarrow Company en Lisboa, denominados posteriormente MC Antioquia y MC Caldas. Además, con la llegada de éstas unidades navales se crea la Escuela de Grumetes de acuerdo con el Decreto 853 del 20 de abril de 1.934, dirigida por el Capitán de Navío -Alemán- Erich Ritcher, a bordo del trasporte MC Boyacá, y luego, mediante el Decreto 712 de 1.935 se efectúa la apertura de la tercera Escuela Naval a bordo del Buque Escuela MC Cúcuta, bajo la dirección del Capitán de Navío Ralph Binney (marino inglés contratado por el gobierno colombiano para tal efecto).

ACCIONES FLUVIALES Y AÉREAS Cumplida la concentración del Destacamento Amazonas en Belén de Pará, prosigue la aproximación estratégica y según radiograma de la presidencia fechado 20 de enero de 1.933 se decide no atacar Leticia sino Tarapacá. A partir de San Antonio, poblado Brasilero sobre la ribera norte de la confluencia, el Destacamento Amazonas se dividió en dos: Boyacá y Mosquera prosiguen hacia Leticia, mientras los tres buques menores y de mayor capacidad de combate, Barranquilla, Córdova y Pichincha continúan por el Putumayo seguidos por el Nariño como buque hospital.

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Se buscaba con esta maniobra desconcertar a los peruanos sobre las verdaderas intenciones del ataque. En Tonantines se habían unido a la flotilla seis hidroaviones al mando del Mayor Herbert Boy; el General Vásquez Cobo se traslada a bordo del Córdova y pide la convergencia sobre Tarapacá, de los Cañoneros Cartagena y Santa Marta desde el Alto Putumayo, solicitud que no pudo ser atendida debido a que el Destacamento Putumayo adelantaba operaciones en su zona de responsabilidad, que culminarían con el ataque sobre Güepí como veremos más adelante.

SE RECUPERA TARAPACÁ El 11 de febrero, ya próximos a Tarapacá, el General Vásquez Cobo envía en una lancha de gasolina, el ultimátum a la guarnición enemiga. El emisario colombiano regresó sin novedad pero sin respuesta escrita; verbalmente, el comandante peruano, Teniente Gonzálo Díaz, manifestó que rechazaría por la fuerza cualquier intento de ocupación militar de Tarapacá. En la mañana del 14 de febrero el Córdova, aún en aguas brasileras, sufre el ataque de una cuadrilla aérea peruana. El estruendo del combate alertó a la escuadrilla aérea colombiana que se encontraba fondeada en las proximidades, la que sin demora alguna decola, poniendo en fuga a los aviadores peruanos que no aguardaron la confrontación directa. El día 14 en la tarde, la aviación colombiana realizó un ataque aéreo contra el fortín peruano. Al amanecer del día 15 tuvo lugar el ataque de las unidades fluviales, cuyo desembarco fue dirigido personalmente por el General Efraín Rojas; con sorpresa se encontró que la guarnición peruana había abandonado el fortín. A las nueve de la mañana se izó sobre Tarapacá el pabellón colombiano. Se restituía a la heredad patria, el primero de los fragmentos que se intentó arrebatar. Con Tarapacá, la proyección del poder aéreo y fluvial colombiano sobre el escenario amazónico se hizo más evidente. Se pudo instalar allí una base de apoyo a las operaciones subsiguientes.

EL COMBATE DE GÜEPI Se presentaban ahora dos objetivos principales a la ofensiva colombiana: Güepí en el curso alto del río Putumayo y Puerto Arturo en el bajo Putumayo. Dentro de la lógica operativa, Güepí debería preceder a cualquier maniobra sobre Puerto Arturo por 2 razones principales: Comparativamente era más débil y por tanto, podría ser tomada por el destacamento Putumayo, sin intervención del destacamento Amazonas. En segundo término su captura permitiría el dominio total del alto Putumayo asegurando el eje de comunicaciones hacía Puerto Asís, a la vez que se liberaba a Caucayá de amenazas desde el oeste. Así, mientras el destacamento Amazonas proseguía operaciones de reconocimiento en dirección a Puerto Arturo, fijando la atención del enemigo por este flanco, el comando del destacamento Putumayo se dedicaba a planear el ataque a Güepí. Después de un cuidadoso planeamiento, el 26 de marzo hacía las dos de la mañana, el Cartagena y el Santa Marta, cumplen la misión de desembarcar arriba y abajo del fuerte de Güepí, las tropas encargadas del avance por tierra, sin que la arriesgada maniobra hubiese sido detectada por los peruanos. A las 8:40 aparecen en el horizonte las escuadrillas colombianas de caza y bombardeo, iniciando su ataque contra Güepí, secundado por los fuegos de artillería desde Isla Chavaco, en forma simultánea con los fuegos de las 2 cañoneras. Hacía las 9:50 de la mañana la Compañía que avanzaba por el este, ocupa el atrincheramiento Bolognesi cuando el Teniente peruano Sillau lo abandona ante su caída inminente.

EL CARTAGENA ENTRA EN ACCIÓN Mientras esto ocurre por el este, el cañonero Cartagena, a bordo del cual se halla el General Roberto D. Rico, Comandante del destacamento, avanza hacía la desembocadura del río Güepí en el Putumayo, batiendo con sus

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fuegos el fortín que protege la posición en ese lugar. En este momento sucede el acto heroico del Soldado Juan Bautista Solarte Ovando, quien cubriendo con su cuerpo la ametralladora enemiga que hacía fuego sobre las posiciones colombianas, en el momento que tenía a tiro a un centenar de nuestros hombres, la silenció. Al llegar a esa posición los soldados colombianos encontraron el cuerpo de Solarte Ovando abrazado a la ametralladora y destrozado el pecho por los proyectiles. Hacía las 12 del día el combate alcanza su momento más recio. El Cartagena, haciendo fuego con todas sus armas se lanzó sobre la ribera peruana, abajo de la confluencia del río Güepí sobre el Putumayo. De su cubierta saltó una oleada de atacantes que escalaron la pendiente hacía el nido principal de resistencia. Aguas abajo, el Santa Marta lo siguió en empresa similar. Los peruanos semirrodeados por tierra y viendo precipitarse sobre ellos 2 buques vomitando fuego por todas partes, abandonan el fuerte central de Güepí, dejando heridos, armas, municiones y víveres, con el solo pensamiento de huir de los colombianos por las trochas que conducen al Napo. Momentos antes, cuando todavía el fuego enemigo era sostenido, el Sargento Néstor Ospina Melo saltó del Cartagena y en valerosa acción individual por entre una nutrida cortina de balas, escaló el barranco central de Güepí, y aupado por las tripulaciones de los cañoneros, clavó el tricolor colombiano en lo más alto de las fortificaciones peruanas. La aviación peruana el día 28 de marzo condujo un ataque sobre Güepí, acción que fue repelida por el fuego antiaéreo del Santa Marta. Prosiguiendo hacía el oeste ataca la lancha Sinchi Roca que trasportaba los 46 prisioneros tomados en Güepí, y se lanzó sobre ella, forzándola a encallar en la orilla baja. Tan solo pereció el timonel de la embarcación. Siguen una serie de escaramuzas en el intento de los peruanos de recuperar Güepí. La principal de estas tuvo lugar el 10 de abril, cuando en un choque con las avanzadas colombianas mueren un sargento y dos soldados peruanos.

LA IRONÍA DE LA GUERRA El 23 de mayo de 1.933, se firmó en Ginebra el acuerdo diplomático que ponía fin al conflicto armado entre Colombia y Perú. Dentro de sus cláusulas figura increíblemente, la entrega al Perú del puesto fortificado de Güepí, recién conquistado en ardua batalla, acto que se cumplió con las formalidades del caso, 30 días después. Inexplicable que la entrega de Güepí no se hubiese cumplido en forma simultanea con la de Leticia a Colombia. Allí se había cumplido el acto de agresión que dio origen al conflicto armado. Acá se había ganado, en desarrollo de esa misma incidencia bélica, un punto fuerte al adversario, que obstaculizaba la libre navegación colombiana en un río de mutuo dominio. No se ve razón válida para que Colombia tuviera que esperar la devolución de Leticia, por intermedio de la Sociedad de Naciones, mientras en Güepí esta acción se cumplía sin dilaciones y en forma directa. Indudablemente fue conveniente la cesación del conflicto para los dos países, pero lo justo hubiera sido la igualdad de condiciones para volver las cosas a su punto de partida: La total vigencia del tratado “LozanoSalomón” y el intercambio de espacio territoriales ocupados por las dos fuerzas oponentes. El día 23 de junio de 1.933, los peruanos evacuaron a Leticia y mediante acta de rigor hicieron entrega del puerto a la Comisión Internacional, integrada por representantes de Brasil, Estados Unidos de Norteamérica y España.

EL FINAL DEL CONFLICTO Restaba aún, conforme a lo dispuesto por el Acuerdo de Ginebra, la ejecución de negociaciones directas

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tendientes a poner fin definitivamente a los motivos del conflicto. Las conversaciones se iniciaron el 25 de octubre 1.933 y culminaron el 22 de mayo de 1.934 en la ciudad de Río de Janeiro. Se firma entonces el documento denominado: Protocolo de Paz, Amistad y Cooperación entre la República de Colombia y la República del Perú, conocido comúnmente como el Protocolo de Río, que pone punto final a las desavenencias entre las dos naciones. Al término de las acciones de guerra, los cañoneros Cartagena y Santa Marta, se dedican a labores de patrullaje y presencia en los ríos Caquetá y Putumayo, prestando permanente y eficaz apoyo a los pobladores de las márgenes de dichas vertientes.

EL RESCATE DEL CARTAGENA Es suficiente, haber relatado lo anterior para resaltar la importancia que en la historia de la Región Amazónica y de Colombia, tuvo el eficaz desempeño de los cañoneros Cartagena y Santa Marta. Ahora que por efectos del tiempo, estas dos unidades pasaron al retiro, se considera apenas justo rescatar del olvido, las ruinas del cañonero Cartagena y erigir en ellas un museo que reúna la historia de los ríos Putumayo, Caquetá y Amazonas. Además, en la resolución del Comando de la Armada número 239 del 28 de julio de 1.986 con que se retira del servicio el ARC Cartagena, dispone destinarlo como “pieza de museo en las instalaciones de la Base Naval ARC Leguízamo, previa restauración”. Así como las tribus y comunidades de esta región entronizan sus leyendas y mitos, con ese mismo respeto nosotros deberíamos propagar el espíritu de las unidades que forjaron e hicieron respetar la nacionalidad cuando fue necesario. Es bueno terminar con frases tomadas de un libro que se relaciona al final: “Los buques de guerra, cuando sobreviven a los combates, constituyen una leyenda flotante. Son trozos blindados de la historia. Su vida no termina cuando sus máquinas fatigadas detienen la marcha o los adelantos técnicos justifican su relevo. Su presencia sigue viva en la memoria de quienes los tripularon y sobre sus planchas de acero sintieron la pasión del combate. El cañonero Cartagena es parte de esa leyenda y de esa historia, fundida en un nombre geográfico y una victoria: Güepí.”. Dos libros sirvieron de fundamento para el presente trabajo: Uno titulado “Conflicto Amazónico 1.932/1.934” en la edición conmemorativa de los 60 años de finalización del conflicto con el Perú patrocinado por el Ministerio de Defensa Nacional y publicado por Villegas Editores. El otro libro fue “La Colonización Militar y el Conflicto Colombo-Peruano”, escrito por el Teniente Coronel Alfonso Pinzón Forero, volumen uno, editado por Acore.

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El mar "¡La Tierra parece una gema

azul sobre seda negra!"

Tanto el cuerpo de los vegetales como el de los animales, incluyendo el del hombre, contienen una gran proporción de agua. Todo organismo vivo incluye agua en su estructura. El agua procede del mar. La vida proviene del mar. ¡leamos sobre el mar! En este resumen se pretende recalcar información, en forma amena y sencilla, que aumente el interés por el mar en sus múltiples facetas: como portentosa fuente de inspiración; como gala de grandeza y majestad de la naturaleza; como productor de las más hermosas mitologías desde los tiempos remotos y desde las fuentes de todas las culturas; como escaparate inacabable de bellezas; como origen y poseedor de una inmensa y deslumbrante flora y de una variadísima fauna; como misterioso guardián de secretos; como inspirador de mágicas fantasías, de sentimientos religiosos, de supersticioso temor, de gran respeto, de profundo reconocimiento por sus innumerables dones y beneficios, de profundo amor. PLANETA ACUÁTICO Los océanos, conformados por grandes extensiones de agua salada, cubren las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra. Para los antiguos habitantes del planeta, el mar fue, durante cientos de años, un lugar impenetrable y hasta cierto punto hostil. Según la tradición bíblica, Dios empleó barro para crear al hombre, y se supone que, a partir de esta creencia, se le dio el nombre de Tierra al planeta que habitamos. A lo largo del tiempo, el hombre empezó a conocer el mar conforme se atrevía a realizar cortas navegaciones, motivado por afanes de aventura o por la necesidad de buscar alimento. Así comenzó también a darse cuenta de la verdadera dimensión de los océanos y, años después, descubrió que ocupan una mayor extensión en la Tierra que los continentes. Lo anterior ha llevado a muchos pensadores a proponer que el nombre Tierra sea cambiado por el de Agua, Mar, Planeta Acuático u Oceanía. Sin embargo, dichas propuestas no han prosperado. Gracias a la tecnología moderna se pueden apreciar mejor estas proporciones de agua y tierra en nuestro planeta, que ha sido observado desde los satélites artificiales. El comandante Frank Borman, cuando viajaban en la cápsula Apolo VIII, que se encontraba a 380000 kilómetros de distancia del globo, exclamó: "¡La Tierra parece una gema azul sobre seda negra!" Tal expresión se comprende, pues la escena que vio el astronauta estaba dominada por los océanos. Los continentes, tierras que emergen por su altura, son sumamente pequeños en comparación con las profundas depresiones de la corteza terrestre, que son llenadas por las aguas océanicas. Se ha dicho que, en los abismos del Océano Pacífico occidental, el fondo del mar se aproxima al núcleo en fusión de nuestro planeta. Cuando la Tierra se encontraba en formación y toda su materia estaba en estado cambiante, el mar la abarcaba en

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absoluto y no permitía que sobresaliera ninguna cumbre terrestre; sin embargo, cuando se presentaron fenómenos como las glaciaciones, las aguas se fueron concentrando hasta dejar superficies al descubierto donde quedaron las huellas del oleaje sobre las rocas, depósitos de agua salada y multitud de esqueletos y conchas. Estos continentes emergidos de los mares han llegado a ocupar 139 millones de kilómetros cuadrados que, sumados a los 11 millones constituidos por las islas grandes - que tienen una longitud de más de 2 500 kilómetros - y los islotes de menor dimensión, alcanzan un total de 150 millones de kilómetros cuadrados, que representan el 30 por ciento de la superficie terrestre. En cambio, los océanos, con profundidades mayores de 200 metros, abarcan 332 millones de kilómetros cuadrados, y el agua que se encuentra sobre la plataforma continental, considerada de cero a 200 metros, cubre 28 millones; o sea que el total de área cubierta por agua marina es de 360 millones de kilómetros cuadrados - de los 510 millones que conforman la totalidad del planeta -, que representan el 70 por ciento de la superficie de la Tierra.

Monte Everest 8.300 metros

Las aguas oceánicas tienen una profundidad media de 4 kilómetros, y alcanzan hasta 11 kilómetros de profundidad en los grandes abismos del Océano Pacífico, como la Fosa de las Marianas, que tienen una profundidad de 11 034 metros y una longitud de 2 550 kilómetros, y cuya dimensión es superior a las más altas montañas terrestres, como la del Everest, que alcanza 8 800 metros. El volumen de las tierras emergidas es inferior al de las sumergidas. Si los materiales de las montañas rellenaran los valles y los bajos niveles, la tierra firme alcanzaría solamente una altura uniforme de 700 metros. Si lo mismo sucediera con las tierras sumergidas, si todas ellas se situaran en un nivel uniforme, la profundidad de los mares sería de 3.5 kilómetros.

Fosa de las Marinas 11.034 metros

Si en este momento la superficie de la esfera terrestre se volviera plana y los hielos de los polos se licuaran, la Tierra quedaría totalmente cubierta por una masa de agua de 2.4 kilómetros de profundidad y a la cual se le ha dado el nombre de "nivel medio del planeta".

La distribución actual de la tierra emergida y de los océanos no es regular, ya que, mientras los continentes se adelgazan hacia el sur, los océanos se ensanchan en ese mismo punto. Por lo tanto, los continentes se acumulan principalmente en el Hemisferio Norte -ocupado por toda Europa, una buena parte de África, toda Asia, América del Norte, América Central y una parte de América del Sur-, donde la proporción de tierra es de 40 por ciento, contra 60 por ciento de mar. El Hemisferio Sur, con 80 por ciento de agua, es en consecuencia eminentemente océanico; el resto de las porciones continentales, como Oceanía, la otra parte de África y de América del Sur, así como todo el Continente Antártico, ocupan sólo el 20 por ciento de dicho hemisferio. Los continentes se extienden en dirección norte-sur, con una repartición de tierras y mares completamente irregular. En algunas áreas el mar avanza tierra adentro, semejando grandes laberintos, y en otras se han formado rosarios de islas, algunos de los cuales alcanzan grandes dimensiones, constituyendo los archipiélagos. En otros lugares, son las masas continentales las que invaden cientos de millas en el dominio océanico formando penínsulas. Con esta caprichosa distribución, el océano se ha resguardado en el espacio de su propia grandiosidad, y el hombre, por su pequeñez ante él, se ha visto obligado a dominarlo por etapas. Como con todas las cosas que utiliza, el hombre ha clasificado los océanos valiéndose de límites arbitrarios que le han permitido establecer una jerarquía lógica para el conocimiento y conquista de sus aguas. Los factores utilizados para definir esa jerarquía son diversos. Entre ellos se pueden nombrar la proximidad de las costas, su aislamiento y su tamaño, así como la distribución y extensión geográfica de las plataformas continentales y de las regiones abisales. Esto permite hacer una primera diferenciación entre océanos y mares. Los términos mar y océano se emplean a menudo como sinónimos para referirse a las extensiones de agua salada. Sin embargo, desde el punto de vista geográfico, un mar es una masa de agua sustancialmente menor que un océano.

LOS "SIETE MARES" En la Antigüedad, antes de que se iniciaran las grandes travesías marítimas, se conocían siete superficies de agua. Convencidos de que no existían otras, los navegantes adoptaron la expresión Siete Mares, que se refiere a los mares

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conocidos por los mahometanos antes del siglo XV: el Mar Mediterráneo, el Mar Rojo, el Mar de África Occidental, el Mar Africano Oriental, el Mar de China, el Golfo Pérsico y el Océano Índico. Esa idea se mantuvo durante mucho tiempo, y comenzó a cambiar cuando se iniciaron las grandes expediciones oceánicas, que fueron descubriendo otras zonas que recibieron nuevos nombres. Así se fue perdiendo el viejo concepto de los Siete Mares y, en la actualidad, según los datos aportados por la Oficina Hidrográfica Internacional, existen 54 mares distribuidos en cinco grandes océanos. Los océanos han sido divididos - de manera convencional y utilizando un criterio geográfico que en realidad no existe - en Océano Glacial Ártico, Océano Atlántico, Océano Pacífico, Océano Índico y Océano Glacial Antártico. Se debe subrayar que el océano, considerado en su conjunto, abarca toda la Tierra como un inmenso manto de agua jamás interrumpido, aunque parecería que los continentes también tratan de hacerlo, pues sus puntas principales avanzan, como son, hacia el sur, el Cabo de Buena Esperanza, en África; el Cabo de Hornos, en Chile, y Tasmania, al sur de Australia; hacia el norte, el Cabo Chelyuskin, en la Unión Soviética; el Cabo Norte, en Noruega, y el Cabo Bathurst, en Canadá. Todas ellas reciben el nombre de finisterres. Estas puntas son menos destacadas en la región antártica, en donde las pocas que existen se encuentran cubiertas por hielo, lo que las hace inaccesibles e inhóspitas. En consecuencia, se puede decir que por todos lados reina el majestuoso océano. La continuidad del océano sólo se ve ligeramente interrumpida por lo cambiante de los climas, que van desde las temperaturas bajas e implacables, que forman los hielos polares - paisajes marmóreos de altas dimensiones -, hasta las templadas de las regiones tropicales, en donde la calma atmosférica deja tersa la superficie del océano, que parece entonces un espejo. Al desplazarnos desde los polos hacia el Ecuador se va encontrando, sobre cualquier punto del océano que se observe, una gran variedad de climas que lo hacen cambiar de humor, volviéndolo cruel - cuando provoca enormes oleajes o tierno y lánguido -cuando manifiesta una gran calma -, determinando que sean de diversas características la flora y la fauna que habitan en cada región del océano. Sin embargo, estos cambios climáticos no son tan fuertes como en los continentes. El océano no tolera saltos bruscos de calor y frío; por ejemplo, la helada penumbra polar es sustituida lentamente por la cegadora luz tropical. Lo anterior se puede comprobar si observamos que desde el Círculo Polar Antártico, lugar donde abundan los icebergs o hielos polares, hasta el Ecuador, existe una distancia de 6 600 kilómetros, y que, sin embargo, el aumento en calor es de sólo 30ºC. Esta uniformidad climática permite que en las islas y en las zonas costeras bañadas por el océano exista una armonía bienhechora entre todos los seres vivos -vegetales, animales y el hombre mismo-, e incluso llega a caracterizar los climas de la tierra cuando se establece la relación océano-atmósfera. Todo parece inconmensurable en el dominio oceánico. Por ejemplo, las regiones abisales superan en extensión a las plataformas continentales, que no ocupan más del 15 por ciento de la superficie total del fondo. Las costas están normalmente alejadas unas de otras, existen pocas islas, y las dimensiones de los océanos son amplias, como las del Atlántico, que forma una majestuosa avenida de 13 500 kilómetros de largo y 1 080 kilómetros de ancho, desde los mares polares del norte a los del sur. En esta inmensidad oceánica se encuentran periodos muy largos de calma, pero también se hallan fuertes temporales, que maduran durante los procesos de acumulación de la energía que se produce en todo el planeta. Cuando los temporales llegan a estallar, se puede decir que el océano monta en cólera, tanto en la superficie como en el fondo. Estas perturbaciones reciben nombres muy variados: borrascas, ciclones, tifones, etcétera. Como se observa, la actividad océanica está reglamentada por fuerzas sobre las cuales ningún poder humano es capaz de imponerse. Por eso se le ha calificado de Océano Rey. Los mares son, por otra parte, porciones determinadas en los océanos; tienen dimensiones menores que éstos y, según sus características, han recibido diferentes nombres, aunque tal nomenclatura es completamente arbitraria y se utiliza indistintamente sin gran precisión. Sin embargo, los mares se pueden clasificar en tres grandes grupos:

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MARES CERRADOS O INTERIORES Se encuentran aislados de los océanos y de otros mares, por lo que están desligados completamente de la vida oceánica. No obstante, por la característica de sus aguas saladas se les considera mares. Su existencia es difícil y se mantiene gracias a los ríos que anfluyen a ellos; están sometidos, pues, a la variación de las crecientes, que les ofrecen su caudal. Su salinidad es muy variable: disminuye durante las lluvias, mientras que en época de secas se incrementa por la evaporación. Algunos de estos mares llegan a quedar aislados en las altas mesetas continentales, como el Lago Salado de Utah, en Estados Unidos, y el Urmía, en los límites de Armenia, los cuales tienen poca profundidad, además de que sus aguas están situadas a altitudes de 100 metros sobre el nivel del mar. En cambio, otros mares cerrados, como el Caspio, ubicado entre la Unión Soviética e Irán, y el Muerto, entre Jordania e Israél, tienen sus aguas bajo el nivel del mar -el primero a 26 metros, y el segundo a 394-, por lo que sus aguas se han transformado en grandes depósitos de sales de sodio, bromo y cloro, de tal manera que en sus orillas sólo se encuentra una vegetación muy escasa.

MARES LITORALES Se encuentran aislados en el borde de los océanos, formando grandes escotaduras en los costados de los continentes. Sus límites están definidos por puntas avanzadas de las tierras que los rodean, y pueden estar subdivididos en áreas caracterizadas por los accidentes costeros. Reciben el nombre de golfos, bahías y ensenadas, entre otros. El comportamiento de estos mares no es autónomo, pues está determinado por el de los océanos, que los somete a una perpetua servidumbre: les imponen sus mareas, sus calmas y sus furias. También son influenciados por la tierra, que les envía tempestades, así como el caudal de los ríos. Estos mares son más abundantes en el Hemisferio Norte, como el Mar del Norte, en Europa, y el Mar de Siberia Oriental, en la Unión Soviética. Dentro de la categoría de los golfos, los cuales tienen una dimensión mayor a la de los mares litorales, se pueden citar algunos: el Golfo de California y el Golfo de México, en América; el Golfo Pérsico y el de Bengala, en Asia, y el Golfo de Guinea, en África. Mares continentales. Poseen características singulares, ya que las tierras no los han podido cerrar por completo. Además, como se encuentran casi aislados, presentan regímenes de salinidad y temperatura muy especiales. Uno de los mares continentales más importantes es el Mediterráneo -limitado por los continentes europeo y africano-, que apenas hace contacto con el Océano Atlántico, por el Estrecho de Gibraltar, formando un sistema, ya que contiene seis diferentes "mares": el de Liguria, el Tirreno, el Adriático, el Jónico, el Egeo y el de Mármara, de modo que uno puede

navegar por varios meses en esas aguas sin aventurarse siquiera en el océano. Estos mares, aunque son poco influenciados por el océano, tienen largas épocas de calma -de seis meses de duración- que se ven interrumpidas repentinamente por tempestades de gran intensidad durante los otros seis meses del año. Otros mares continentales más pequeños que el Mediterráneo son el Mar Rojo, limitado por África y Asia, y el Mar Negro, por Europa y Asia, en el que se encuentra el minúsculo Mar de Azov. La inmensidad de las aguas oceánicas constituye un conjunto maravilloso en profundidad y grandeza, el cual posee una fecundidad y hermosura que se traducen en la "afluencia de vida y mansión de belleza."

LAS CIENCIAS DEL MAR El hombre realiza estudios científicos sistemáticos sobre el medio marino y sus recursos para comprender al océano como parte del mundo y para utilizarlo inteligentemente en beneficio propio. Para ello se auxilia de ciencias exactas y

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naturales: física, química, matemáticas, geología y biología. Aunque el conocimiento científico de los océanos es aún incipiente, la cantidad de datos con los que se cuenta es tan grande, que es imposible que una sola ciencia los englobe. Por ello, el estudio actual de los océanos es realizado por un complejo de ciencias y tecnologías que, en su conjunto, constituye las llamadas ciencias del mar, las cuales vienen a sustituir a la oceanografía u oceanología, considerada hasta hace poco como la única ciencia del mar. Las cuatro ciencias básicas que forman las ciencias del mar son: la oceanografía geológica, la oceanografía química, la oceanografía física y la oceanografía biológica. También se han desarrollado ciencias aplicadas y tecnologías tales como ingeniería marina, geofísica marina, meteorología marina, Minería Marina antropología submarina, bioquímica marina, farmacología Oceanografía marina, minería marina, electrónica marina hidroacuática y Oceanografía Geológica Química tecnología de alimentos del mar, entre otras. Ingeniería Marina

Geofísica marina

Matemáticas

Oceanografía física Meteorología Marina

Bioquímica Marina

Oceanografía Biológica Ciencia Pesquera

Tecnología de Alimentos

Asimismo, por la importancia que tiene para la humanidad el aprovechamiento de los recursos vivos del mar mediante la pesca y la acuicultura, se ha creado la llamada ciencia pesquera, en la que intervienen una serie de disciplinas tales como la oceanografía pesquera, la biología pesquera, la ingeniería pesquera y la socioeconomía pesquera.

La oceanografía geológica o geología marina estudia la parte sólida de la superficie terrestre cubierta por el agua del mar, con el fin de entender la naturaleza y el desarrollo de las cuencas oceánicas y los cambios que han ocurrido desde que se formó el planeta. También estudia el origen y la evolución de islas y zonas costeras. La oceanografía química estudia la gran variedad de elementos, compuestos y reacciones químicas que se presentan en el agua del mar, así como su relación con la contaminación. La oceanografía física se ocupa de los movimientos de las aguas oceánicas con todos los fenómenos que las acompañan (oleaje, mareas, corrientes, etcétera), así como de la relación del océano con la atmósfera. También con base en la física, diseña aparatos oceanográficos y de navegación. La oceanografía biológica o biología marina estudia todo lo relacionado con los organismos que habitan en los mares: características, distribución, cadenas de alimentación, reproducción, relación con el medio ambiente, comportamiento, etcétera. También trata lo referente a la interacción del hombre con los recursos vivos del mar. Por recurrir a otras disciplinas científicas básicas (geología, física, química, biología y matemáticas), las ciencias del mar son multidisciplinarias; pero, a su vez, se consideran interdisciplinarias porque manejan conocimientos de frontera entre esas ciencias. El océano nos presenta un reto; su exploración abre perpectivas estimulantes, aunque todavía no se establece la dimensión de la recompensa, incluidos los beneficios económicos. Sin duda contiene interesantes secretos, cubiertos por los sedimentos de la tierra, acumulados desde el principio de los tiempos en las fosas más profundas, y es casi seguro que contenga la historia de nuestro planeta desde que el agua empezó a fluir. La ciencia moderna se ha percatado de la problemática que incide en el océano; conoce la influencia indirecta que éste ejerce sobre la superficie terrestre y sobre toda la vida, en virtud de que meteorológicas. Por ejemplo, el océano extrae

calor de las regiones ecuatoriales y lo envía a las templadas, impidiendo que éstas se enfríen y lleguen a congelarse. El océano absorbe la mayor parte del bióxido de carbono que produce la industria masiva del hombre moderno. En la actualidad se ignoran los efectos finales de dicha absorción, si bien algunos científicos piensan que las consecuencias pueden ser terribles, ya que no sólo se afectará la biología marina, sino que también se modificará la acción química de la absorción del calor y se presentará un aumento en la temperatura de los mares, lo que puede ocasionar la fusión del hielo de las regiones polares y, como consecuencia, el aumento del nivel del mar, lo cual llevará a que varios centros de población y enormes extensiones de costa queden sumergidos. Se conoce muy poco de los mecanismos a que obedecen los fenómenos marinos. Sin embargo, las ciencias del mar se encargan de aclararlos; por ejemplo, el avance de éstas ha permitido abandonar la antigua idea de las profundidades inmóviles y sustituirlas por el concepto de los mares en movimiento incesante desde la superficie hasta el fondo. Se reconoce la inmensa actividad del mar, el efecto que una acción ejerce sobre otra, la que a su vez modifica una tercera, y así

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sucesivamente en todos los eslabones de la enorme cadena de fenómenos que acontecen en las aguas oceánicas. Las ciencias marinas se caracterizan por la complejidad de su campo de estudio. Apenas en los últimos años se han comenzado a fabricar los instrumentos y aparatos que permiten examinar la dinámica de las aguas del mar y observar sus cambios físicos y químicos, así como los efectos que éstos tienen en las poblaciones de seres vivos. Los resultados de estas observaciones se integran por medio de las matemáticas como ciencia ordenadora, y así, al entretejerse los hilos del saber, llegará el momento en que se puedan predecir los cambios marítimos, y conservar y renovar los recursos oceánicos. Ante los fenómenos marinos, las ciencias del mar buscan conocimientos para aclarar más lo que pasa en nuestro mundo y en el universo en general, antes que la propia exploración espacial. En el ambiente marino existe una reserva natural de energía, gases, productos químicos, minerales y organismos, la cual representa una posibilidad de explotación para el hombre, pero éste tiene que diseñar los métodos que le permitan extraer esos productos y asegurarse de que la influencia que ejerza sobre el mar sea razonable. Para comprender el mundo marino y utilizar inteligentemente los océanos, el hombre debe realizar intensos y sistemáticos estudios científicos del medio marino, a escala local, regional y mundial, sobre todo en las áreas cercanas a las costas. Por ello, la aplicación de las investigaciones y la formación de científicos en este dominio debe estar abierta a todo el mundo. En el pasado, los estudios en ciencias del mar eran labor exclusiva de países altamente desarrollados. Actualmente participa la mayoría de los países, debido a la creciente explotación de los recursos oceánicos, ocasionada por el rápido crecimiento de la población, que consume ávidamente muchos de los recursos terrestres tradicionales —incluida, por irónico que parezca, el agua—, y está llegando a ponerlos en peligro de agotarse; esto ha obligado al hombre a buscar ayuda en el mar, pues es muy posible que sea la clave de su supervivencia. Lo que se ha logrado extraer del océano representa un mínimo de sus posibilidades: apenas una pequeña cantidad de peces que se emplean como alimento y unos cuantos perfumes y perlas para el adorno, lo que ha contribuido mínimamente a satisfacer algunas necesidades manifiestas del hombre. Su inmensidad también ha ofrecido espacio para el perfeccionamiento de armas modernas y estrategias de guerra. Es difícil aceptar que el océano nunca ofrecerá mucho más; sin embargo, si se sigue usando sin los conocimientos adecuados podría presentarse, necesariamente, una disminución de su fertilidad y una pérdida de los recursos, tan indispensables para la humanidad. El aprovechamiento del mar es una carrera contra el tiempo, pues se presenta una competencia entre la ciencia, la información masiva y la sensatez pública contra el aumento de la población, la excesiva especialización y la codicia industrial. Se debe aprovechar todo lo que ofrecen los mares y, para ello, un número cada vez mayor de jóvenes que dominen las ciencias exactas y naturales, jóvenes capaces de realizar investigaciones básicas en un medio muy complejo, y en ocasiones peligroso; jóvenes que tienen que dedicarse a adquirir conocimientos acerca de los diversos aspectos del mar para incrementarlos y desarrollar las posibilidades prácticas para aprovecharlo. El beneficio que la humanidad puede obtener del mar para mejorar su nivel de vida debería ser la idea dominante de todos cuantos consagran su energía al desarrollo de las ciencias del mar. Entonemos un himno de esperanza y optimismo para el aprovechamiento racional de los recursos oceánicos, con el fin de mejorar la vida de nuestros pueblos, concentrándonos en nuestra realidad objetiva. Si emprendemos el camino mediante el estudio, la organización y el trabajo disciplinado, alcanzaremos tal meta. Seremos iluminados pero a la vez realistas. Meditemos sobre el mar... ¡Aceptemos y sepamos aprovechar sus dones! ¡Amemos al mar!

Bibliografía Resumen de "El gran libro de los océanos", Editorial Noguer, Barcelona 1972 Autores: JUAN LUIS CIFUENTES LEMUS / PILAR TORRES-GARCÍA / MARCELA FRÍAS M.

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