Pañol de la Historia # 33

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P Fasc铆culo No. 33

ISSN 1900-3447

Direcci贸n de Acci贸n Integral Armada Nacional


Presentación A los marinos de Colombia se dedica este trabajo de investigación sobre la historia naval, plasmado en crónicas que resumen las hazañas de aquellos que combatieron por todas las causas, navegando cargados de ilusiones y tiñendo el mar con su sangre. Los PAÑOLES DE LA HISTORIA, son un homenaje al pasado que como el mar, es infinito e inescrutable, pretendiendo rememorar la hisoria, convirtiendo la pluma en espada, los argumentos en un cañón y la verdad en un acorazado. Agradezco al señor Almirante Guillermo Barrera Hurtado, Comandante de la Armada Nacional, la deferencia de mantener la edición de estos resúmenes. Este trabajo desea llevar el mensaje de la historia a aquellos hombres de mar y de guerra, que fueron arrullados por las olas y embriagados con su encanto. JORGE SERPA ERAZO Vicepresidente del Consejo de Historia Naval de Colombia.

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¿Dónde están

los restos de Colón? Cuatro ciudades se disputan las cenizas de Cristóbal Colón: Santo Domingo, Sevilla, La Habana y Valladolid. Luego de su muerte en 1506, los restos mortales del navegante genovés han continuado el destino errante que soportaron en vida. Las reclamaciones no parecen cesar con el paso de los siglos, al punto que hasta Génova y El Vaticano se precian de guardar partes de la osamenta del almirante.   Según el historiador Edwin Murphy en su libro After the funeral (Barnes & Noble Books, 1998), el paradero de los restos de Cristóbal Colón sigue siendo uno de los enigmas más complejos entre los muchos casos de personajes famosos cuyos restos han conocido destinos atroces.

No se trata de que los restos de Cristóbal Colón se hayan extraviado; es un caso en el que hay muchos cuerpos enterrados en distintos lugares. Colón viajó mucho durante su vida, y no se detuvo luego de su muerte. Su cuerpo ha sido trasladado tantas veces a lo largo de estos 500 años que no se puede precisar exactamente donde terminó. En la actualidad, cuatro ciudades se precian de tener los restos auténticos del gran explorador, y la disputa sobre quién tiene el cadáver legítimo sigue sin resolverse. La osamenta de Colón se ha convertido en un botín, codiciada por ciudades ansiosas de ser reconocidas gran potencial turístico, por ser consideradas su morada de descanso final. La saga del cuerpo de Colón, sus muchas errancias, y su disputada ubicación en el siglo XX es un cuento

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fascinante de rechazo, confusión y malentendidos de marca mayor. Esta controversia en torno al cuerpo de Colón es un epitafio apropiado para su propia carrera atribulada, debido a que la controversia marcó cada aspecto de su vida. Su fecha y lugar de nacimiento no son seguros, la cronología de sus años juveniles está en disputa. No queda claro cuándo o qué estudió en la Universidad de Pavia, si visitó Islandia o de dónde obtuvo sus revolucionarias ideas geográficas. Incluso la naturaleza de sus descubrimientos fue discutida por mucho tiempo, Colón mismo insistió a regañadientes en que él había alcanzado las costas orientales de Asia. En algunas instancias, a Colón incluso se le negó el crédito de ser el primero en haber cruzado el Atlántico, y por décadas sus hallazgos fueron erróneamente adjudicados a Américo Vespucci. Por eso se habla del continente americano, y no del continente colombiano. ¿Era realmente genovés y sus padres fueron Doménico Colombo y Susana Fontanarossa? ¿Nació en las islas Baleares y era hijo bastardo del príncipe de Viana como defienden algunos mallorquines? Al final de su vida, Colón fue acusado de gobernar con desacierto las colonias que él había establecido en la región recién descubierta. Cayó en desgracia, perdió el favor de la Corona española y pasó los años que le quedaban de vida persiguiendo infructuosamente que le fueran restituidos sus títulos y su riqueza. Este litigio en contra del rey lo hizo más impopular. Finalmente, minado por las enfermedades y las desilusiones, la muerte tocó a su puerta. VALLADOLID La mayoría de las versiones coinciden en que Colón expiró el 20 de mayo de 1506, en Valladolid (España). Aunque no se encontraba solo y pobre, como la leyenda habría de proclamar después, el descubridor de América murió en una profunda oscuridad. Debido a que había caído en desgracia con el rey, Colón era inexistente a nivel social y su muerte pasó por debajo de la mesa. La crónica oficial de Valladolid omitió su nombre en el registro diario de las defunciones de gente importante, y sólo semanas después un documento oficial asentó lacónicamente que “dicho almirante ha fallecido”. Nuevas ediciones de las crónicas escritas por Colón de sus viajes, publicadas tres años después, no dejan constancia de la muerte del autor. Colón recibió un entierro modesto en Valladolid. Fue tan sencillo que, de hecho, no hay evidencias conclusas de que fue inhumado. Este comienzo poco auspicioso dio origen a la cadena de desventuras -aun sin resolver- que condujeron a que cuatro lugares simultáneamente reclamen ser depositarios

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P de los restos del navegante. La tradición sostiene que la primera tumba de Colón estuvo en una iglesia o, quizás en una cripta (las versiones varían) de un monasterio franciscano en Valladolid. El monasterio ya no existe y actualmente se erige en ese lugar el salón de billar del Café del Norte. SEVILLA Entre 1506 y 1514 el cuerpo del explorador fue trasladado a Sevilla, donde fue enterrado en el monasterio cartujo de Las Cuevas. Por supuesto, hay quienes discrepan sobre si fue inhumado en el coro, en la cripta o en la capilla. Los registros son demasiado confusos. Algunas órdenes reales fueron emitidas, en respuesta a las peticiones de los herederos de Colón, para acomodar los restos del almirante en La Española (hoy República Dominicana). La Corona ordenó el 2 de junio de 1537, el 22 de agosto de 1539 y, nuevamente, el 5 de noviembre de 1540, que los restos de Colón fuesen enviados a Santo Domingo. Extrañamente, los registros del Monasterio de Las Cuevas indican que el cuerpo había sido entregado para su traslado al Nuevo Mundo en 1536. SANTO DOMINGO El itinerario de los huesos de Colón se torna difuso en este punto. Aparentemente, sus restos sí fueron transferidos a Santo Domingo entre 1536 y 1549, aunque las evidencias docu-mentales son contradictorias. El año usual-mente aceptado como el del entierro de Colón en la catedral de Santo Domingo es 1541, poco después de la construcción del templo. Investigaciones recientes indican que el obispo se rehusó inicialmente a su entierro en la capilla mortuoria del altar mayor, como requería su rango, porque era “un extranjero”. Mientras se resolvía la disputa, el féretro fue depositado en una cámara bajo la catedral. En realidad, no quedan registros del lugar en la catedral donde los restos de Colón fueron finalmente depositados. En 1676 un documento episcopal sostiene que el explorador se encuentra enterrado a la derecha del altar; no obstante, la tradición postula que su cuerpo yace en el costado izquierdo. A finales del siglo XVIII, en el curso de unas reparaciones, se encontraron lápidas a ambos lados del altar. Todavía se ignora por qué, pero quedó establecido que el sarcófago de la izquierda era el de Cristóbal Colón y el de la diestra el de su hermano Bartolomeo, quien junto a los restos de su hijo Diego y sus nietos Luís y Cristóbal II, habían encontrado sepultura en la catedral de Santo Domingo.

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LA HABANA Cuando la parte oriental de La Española fue cedida temporalmente a Francia en 1795, ni las autoridades españolas ni los descendientes de Colón querían que el cuerpo del almirante descansara bajo suelo francés. Así que el 20 de diciembre de ese año, el gobernador presidió una ceremonia de exhumación, en la que se recogieron algunos huesos y partes del ataúd original, enviados luego en un buque hasta Cuba, donde fueron enterrados en la catedral de La Habana. SURGE EL MISTERIO Nadie discutió la identificación oficial de los restos de Colón entonces, pero en 1877 varios obreros que realizaban trabajos en la catedral de Santo Domingo reabrieron la fosa y encontraron que, debajo de ésta, había una cámara mortuoria secreta. Allí, un féretro contenía fragmentos de huesos y una placa de plata grabada con las palabras “aquí yacen los restos del primer almirante don Cristóbal Colón”. Si el cuerpo del navegante genovés estaban en Santo Domingo, ¿a quién pertenecía la osamenta trasladada a La Habana? Probablemente se trataba de la de don Diego, el hijo de Colón, que había sido enterrado en el templo cerca de su progenitor. Los huesos de Bartolomeo y de Cristóbal II también eran una posibilidad, ya que ambos se encontraban también en la catedral. Al principio, los restos recién descubiertos fueron aceptados como genuinos, pero una investigación oficial emprendida por el historiador Manuel Colmeiro declaró que el cuerpo de Colón había sido mudado a La Habana en 1795 y que la osamenta encontrada correspondía a la de don Diego. La Academia de la Historia, en Madrid, confirmó que los restos del almirante estaban en La Habana, pero que el cuerpo aparecido en Santo Domingo no era el de don Diego, sino el del nieto, Cristóbal II. Indignadas, las autoridades eclesiásticas de Santo Domingo iniciaron una investigación por su cuenta, con el fin de demostrar que don Diego había sido enviado por error a Cuba y que Colón mismo había sido dejado atrás. Rumores de todo tipo impregnaron el ambiente. Se dijo que cuando Francis Drake amenazó con prender fuego a Santo Domingo en 1585, los sacerdotes habían exhumado los cuerpos para protegerlos y no los habían regresado a su posición apropiada. La ubicación misma del altar mayor había cambiado más de una vez. EL VATICANO - GÉNOVA - PAVIA Para volver más compleja la historia, el obispo de Santo Domingo, con el fin de ganar adeptos a su causa, regaló fragmentos de los huesos del almirante al Vaticano, a la ciudad de Génova y a la Universidad de Pavía. El debate entre Santo Domingo y La Habana se mantuvo durante 21 años hasta 1898, cuando Cuba adquirió su independencia y las autoridades españolas trasladaron las disputadas osamentas a Sevilla, donde hoy son exhibidas en un catafalco en la catedral. Y en un gesto de buena voluntad, el gobierno español le regaló algo de las cenizas del almirante a Génova. De esta manera, la disputa por ser considerada la ciudad que conserva los restos de Colón se mantiene entre

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P Santo Domingo y Sevilla. No obstante, otros rivales se han sumado a la pelea. El historiador cubano Eusebio Leal Spengler, por ejemplo, hizo circular la hipótesis de que las cenizas enviadas a España en 1898 no eran las mismas recibidas de Santo Domingo en 1795. Otros investigadores aseguran, en cambio, que el cuerpo de Colón nunca abandonó Sevilla; en Andalucía, mientras tanto, hay quien sostiene que los restos del almirante jamás dejaron Valladolid. AUMENTA EL MISTERIO En el monasterio de Santa María de las Cuevas de La Cartuja de Sevilla que fue comprado por el empresario Charles Pickman para hacer una fábrica de cerámica, se halló una cripta en este lugar que resultó ser el panteón de la familia Colón. Allí estaban los restos del hermano menor del descubridor, Diego, los cuales fueron exhumados y un equipo de investigadores efectuó la prueba del ADN. Ahora faltaba conseguir el permiso para hacer lo propio con los del almirante y su hijo Fernando, que yacen en la catedral hispalense. En 1994, José Luís Lorente inició una investigación para identificar unos huesos que habían aparecido en Segovia y que, supuestamente, eran los de la reina doña Blanca. Compararon los restos con los que están enterrados en el monasterio de Poblet en Tarragona, que pertenecen a su hijo, el Príncipe de Viana. Pero el resultado fue negativo, así que uno de los dos era falso. Lorente está investigando ahora los de éste último para ver si son verdaderos. Cuando termine podrá compararlos con los de Colón y determinar si es su hijo o no.

Diego Colón

Debido al gran interés que ha manifestado España en asimilar para su nacionalidad la figura de Colón, según lo afirman algunos escritores ortodoxos; y para develar de una vez por todas los misterios sobre su tumba, la cual algunos afirman está en Santo Domingo en el denominado “Faro de Colón”, mientras otros aseguran que está en Sevilla, por autorización del Vaticano y de los reyes de España, la Catedral de Sevilla autorizó la exhumación de los restos del almirante, que según su opinión, reposan en esa iglesia; acto de gran significación que se realizó el 2 de junio del 2002. ANÁLISIS GENÉTICO Luego de cumplirse con un riguroso trámite diplomático, los restos de Colón llegan a la ciudad de Dallas en Texas, donde se encuentran los laboratorios más modernos en el campo de la genética,

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los cuales fueron desarrollados con motivo del atentado del 11 de septiembre del 2001 en la Torres Gemelas de Nueva York, cuando hubo que identificar restos humanos mezclados entre escombros y amasijos de acero. La urna de Colón contenía pequeños fragmentos óseos. El proceso exige la pulverización del hueso que es mezclado con las sustancias especiales, con la finalidad de obtener una secuencia “mitocondrial” en el análisis del ADN, sólo transmitido por la madre a los hijos, que comparado con otras cadenas genéticas de un familiar cercano, comprobaría la identidad del personaje en cuestión… Si bien existe material gené-tico en el núcleo de la célula (los cromosomas), también hay ADN fuera del núcleo, en el citoplasma, conocido como ADN mitocondrias, encargado de producir la energía de las células y que se transmite de madre a hijas, de la misma manera que el cromosoma y lo hace de padres a hijos… También fueron exhumados los restos de sus hijos, Hernando y Diego, quienes servirían de análisis comprobatorio y comparativo en la identidad de los huesos depositados en Sevilla.

CONCLUSIONES: 1) Como fue señalado, según los historiadores, los restos de Colón han estado en seis lugares distintos, y es posible que en uno de ellos esté depositado. 2) El antropólogo Marcial Castro, del Departamento de Medicina legal de la Universidad de Granada, mostró su preocupación por el estado de los huesos que reposan en la República Dominicana, donde no se ha mantenido un especial cuidado ambiental, y el gobierno se negó a la solicitud de abrir la tumba: “Sabemos, por el estimonio de quienes los han visto, que se encuentran muy deteriorados en el interior de una urna cubierta de hongos y humedad que los están pulverizando, lo que significa, que estos pueden ser analizados ahora, pero quizás no dentro de 50 años”. 3) El gobierno de la República Dominicana no permite un análisis de los huesos que reposan en el monumento “Faro de Colón”. La supuesta tumba se ha convertido en un atractivo turístico, que diariamente atrae muchos visitantes y un resultado negativo, acabaría con este embeleso histórico. 4) Los restos del personaje expuesto en Sevilla, que se dicen de Colón, no permitieron obtener una muestra de ADN para una comparación fidedigna y de los precarios resultados se concluyó: “Que los restos analizados no corresponden a Cristóbal Colón y sí posiblemente a su hijo. 5) El análisis de ADN de su hijo Diego, en opinión extraoficial de los científicos, podría suponer

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P una raza caucasiana, tal cual lo muestran las razas hebreas en su composición genética, lo que favorece la teoría para quienes le atribuyen un orígen judío. 6) No hubo compatibilidad entre los análisis genéticos de Hernando Colón y su sobrino Diego Colón, lo que pone en duda su familiaridad.

Artículo resumido y adaptado de: ARES, NACHO: Tumba de Cristóbal Colón MONTAEZ, MIGUEL: La tumba de Colón FERNÁNDEZ, CESAREO: Colón y la historia póstuma VERD, GABRIEL: Cristóbal Colón y el enigma

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La expedición de Fidalgo

y San Andrés y Providencia

Desde Cartagena, y no desde Nicaragua, se reconocieron científicamente las islas en 1805 Por: Jorge Arias de Greiff

La llegada de los Borbones al trono fue para España una época de modernización que exigía la creación de una Armada Real y con ella la formación de oficiales hábiles en las prácticas astronómicas tan necesarias en esos tiempos para la navegación y la cartografía. En la Escuela de Guardiamarinas, inicialmente con ayuda de profesores franceses, los marinos adquirieron esas ciencias. Más tarde, con la organización del Observatorio Astronómico en Cádiz, el nivel de preparación se elevó, y así don Vicente Toriño trabajó con una promoción de esos cadetes un Atlas Marítimo de España, con el detalle de todas sus costas peninsulares. En vista del éxito de la tarea, determinó la armada aprovechar esos talentos, primero en las costas del norte de Africa y luego en la España americana, comenzando por la exploración de la Malvinas, encomendada a Gil y Lemos, y luego, al mando de Córdoba, la explotación de las costas atlánticas del sur de la América, lo que hoy son costas de Uruguay y Argentina, hasta el Cabo de Hornos. A continuación se realizó, al mando de Malaspina, un marino napolitano al servicio de España, el reconocimiento de toda la costa americana del océano Pacífico desde el Cabo de Hornos hasta Alaska, seña de lo cual quedó en la toponimia de esas costas: el glaciar Malaspina y Puerto Valdés en Alaska, y las islas Aristizábal, Córdoba y el puerto de Tofiño en Canadá.

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P Un proyecto propuesto por dos jóvenes oficiales, Juan Belmonte y Joseph Lanz, éste un español americano nacido en Yucatán, propusieron la realización de igual trabajo en las costas del mar Caribe. No se aprobó este proyecto, pero sí uno de mayores alcances. Se menciona ese hecho puesto que Joseph Lanz fue quien elaboró el Atlas de la Gran Colombia, conocido como Atlas de Restrepo, el ministro del Interior. El nuevo proyecto, organizado por don José de Mazorredo, que fue ministro de marina del rey José I, incluyó dos divisiones de dos bergantines cada una, cuyos mandos fueron encomendados a los capitanes Cosme Damián Churruca y Joaquín Francisco Fidalgo. La primera división habría de hacer el reconocimiento y la cartografía de las islas Antillas de Trinidad a Cuba y luego las costas de la Florida. La segunda haría el trabajo en las costas de tierra firme de Trinidad al occidente y después las de la América Central. Ambas divisiones se encontrarían en el Golfo de Méjico. Cuando la división de los bergantines Empresa y Alerta, que así se llamaban los de Fidalgo, se acercó a costas de la actual Colombia, la expedición tomó a Cartagena de Indias por base de operaciones. Allí los encontró Humboldt en 1800 y de ellos dijo: “Lo más importante para mí en Cartagena fue la expedición de Fidalgo”; y no era para menos, pues en ninguna otra parte del mundo hubiera el barón encontrado nada parecido. Con sus hermosos cuadrantes de Ramsden determinaron astronómicamente en las costas colombianas las posiciones de Punta Espada, Cabo Chichibacoa, Bahía Honda, Cabo de la Vela, Castillo de San Jorge en Río Hacha, Cabo de San Agustín, San Juan de Guía, Cabo de Ahúja, Santa Marta, Cabo Dulcino, Barrancas Nuevas del Rey, Soledad, Barranquilla, Bocas de Ceniza, Punta Nisperal, Cartagena, Mahates, Isla Palma, Tolú, Zapote, Lorica, Isla Fuerte, Punta Caribana, Río Surquillo y Cabo Tiburón, con lo cual la Costa Atlántica de Colombia quedó correctamente dibujada desde esos días como apareció en el Atlas de Humboldt, en ello basado en la cartografía de estos marinos peninsulares. Los trabajos de la Expedición Fidalgo habían llegado hasta la boca del río Chagres cuando se recibió la orden de dar por terminadas las tareas. Poco antes de ello Fidalgo había mandado a España buena parte de los trabajos realizados. El primero de julio de 1823 acusó Godoy el envío recibido y ordenó que se “haga el reconocimiento de los bajos que hacen cuidadosa la travesía de Cartagena a Cuba”, una orden necesariamente relacionada con la firma en ese año de la Paz de Amiens, en la cual Inglaterra ganó la isla de Trinidad, que ya había tomado por la fuerza, y España aseguró el dominio sobre San Andrés, Providencia, los Cayos y los Bajos vecinos, territorios que poco después pasaron de la Gobernación de Guatemala a la de Cartagena, con lo cual quedaron bajo la jurisdicción del Virreinato de la Nueva Granada, asunto que se dispuso por Real Orden del 30 de noviembre de 1803. EN EL ARCHIPIÉLAGO Fidalgo encomendó al capitán Manuel del Castillo y Armenta, comandante del bergatín Alerta y segundo comandante de la expedición, la realización del trabajo ordenado por Godoy. Del Castillo se dio a la vela en el citado bergatín acompañado por la goleta San José. Con fecha 9 de febrero de 1805, el comandante del Alerta rindió informe final de los trabajos realizados, de los que vale la pena dejar aquí alguna información tomada de los registros de la expedición. Cayos de Alburquerque. Estos cayos, “o de SSO, son los más meridionales y occidentales de todos; son tres, con buen placer, donde se puede fondear, y son limpios y no hay que resguardarse más de los que está a vista” Isla de San Andrés. “Al N18ºE de estos cayos y a distancia de siete leguas, está la isla de San Andrés, cuya situación es bien conocida y de suficiente seguridad para la navegación. Todas las orillas de esta

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isla son por lo general de piedra y las puntas que más le avanzan al oeste, son limpias de soboruco y toda la costa del oeste tan acantilada, que a media milla de ella casi no se coge fondo…”. Cayos del E.S.E. “Como al EºSE de esta isla hay tres cayos llamados del ESE que distan de lo más meridional de ella [San Andrés] como unas seis leguas. Estos cayos están rodeados de arrecife y placer de poco fondo y aunque sobre él hay fondeadero para embarcaciones pequeñas, es preciso tener práctica para tomarlo”. Isla de Santa Catalina y Providencia. “… Se hallan al N20ºE de San Andrés como unas 18 leguas; la Catalina es sumamente fragosa y su terreno es casi todo cubierto de piedra y la montaña escarpada que la domina, llena de irregularidades que la hacen despreciable, por lo que está deshabitada. La Providencia tiene de N a S cuatro millas y dos de E a O […] la isla de Providencia está poblada por tres o cuatro familias que cultivan algunos trozos de ella. A esta isla sólo pueden abordar embarcaciones que calen de 10 a 11 pies, y para entrar por el arrecife es menester práctico que dirija la embarcación”. Rocandor. “La parte mas al N se halla en 13º35´7” de latitud y 4º36´3” N y un cayo algo al sur del islote”. Serrana. “Su parte N está en latitud de 14º28´46” y la parte oriental en longitud occidental de Cartagena de Indias y la parte occidental en 4º54´54”. Serranilla. “Su parte oriental se halla en 15º45´20” de latitud y en 4º21´20” de longitud occidental de Cartagena de Indias; este bajo, o sus rompimientos, se extiende 15 millas de E a O”. Bajo Nuevo. “El bajo nuevo es un placer de sonda que podría tener de N a S unas 7 millas y 14 de E a O. Por la parte del E está todo rodeado de arrecife muy acantilado y al contrario por la parte del O disminuye el fondo suavemente; sobre este placer y a milla y media de su extremo N hay un cayo de arena que esta situado en latitud de 15º52´20” y en longitud de 3º10´58” occidental de Cartagena de Indias al NO, del cual y a distancia de 3 a 4 milla se puede fondear”. De esta reseña de las exploraciones hidrográficas españolas se concluye que todos estos cayos, reconocidos con anterioridad al proceso separatista, pertenecen a la Colombia de hoy, sin tener validez alguna cualquier pretensión sobre ellos por parte de otros países. Es de notarse, por otra parte, que ya en las exploraciones se menciona que al occidente de San Andrés, a media milla de la costa, “casi no se coge fondo”, lo que indica que el archipiélago no está sobre la plataforma continental de Nicaragua: que lo separa de ella el mar profundo, como en esta edición de Credencial Historia lo demuestra el profesor Blanco: Tampoco valen por ese lado las pretensiones de Nicaragua.

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P Los Fondos Marinos

de San Andrés y Providencia

Por: JOSÉ A. BLANCO

El archipiélago no hace parte de la plataforma continental de Nicaragua

Para la preparación de este trabajo se ha dispuesto de obras de autores tanto colombianos como extranjeros, todos ellos de reconocida autoridad en Derecho Marítimo los unos y en Oceanografía los otros. LA PROCLAMACIÓN TRUMAN Según Eduardo Zuleta Ángel, lo que ciertamente vino a precisar el concepto de plataforma continental y a darle trascendencia y desarrollo fue la proclamación Truman de 1945: “Preocupado, dice el presidente Truman, de conservar y utilizar prudentemente sus recursos naturales, el gobierno de los Estados Unidos considera los recursos naturales del subsuelo y del lecho marítimo de la plataforma continental en alta mar pero contigua a la costa de los Estados Unidos, como pertenecientes a los Estados Unidos, y sujetos a su jurisdicción y control”. Como consecuencia de esa proclamación varios estados de América Latina se apresuraron a acogerla y ampliarla, aunque de modo desordenado. El primero fue México en el mismo 1945; luego siguieron Panamá, Argentina, Chile, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Brasil. Colombia no se sumó a esa serie de países y tardaría varios años en hacerlo. Hacia 1953, el internacionalista Nicolás García Samudio publicó ciertos artículos sobre la necesidad de proclamar legalmente la incorporación del zócalo continental dentro de las fronteras nacionales. Haciéndose eco de esa inquietud Rafael Tovar Ariza, sucesor de García Samudio en la Academia Colombiana de Historia, expresó: “Sí otros países han declarado constitucionalmente que es porción integrante de su territorio el zócalo continental por qué ha de continuar en mora a este respecto?”. En 1958 se reunió en Ginebra la Convención sobre Derecho del Mar. En la sesión del 11 de marzo intervino el delegado de Colombia, José Joaquín Caicedo Castilla, con estas palabras: “… En Colombia no se han expedido disposiciones legales sobre la Plataforma Continental debido a que nuestro país ha tenido permanentemente la aspiración de que en materia tan importante se realice un acuerdo internacional”. Y más adelante: “La delegación de Colombia se halla de acuerdo con la definición de Plataforma Continental contenida en el artículo 67. Porque el objetivo principal casi pudiera decirse, único, que se persigue con esta institución jurídica es el de la exploración y explotación de los recursos naturales, es lógico que el criterio para definirla debe ser el de la posibilidad de la explotación […] limitar el concepto de plataforma por la profundidad de 200 metros equivaldría a desconocer los progresos incesantes de las ciencias en cuanto a la explotación misma…”

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Mediante la ley 9 del 13 de marzo de 1961 Colombia aprobó la Convención en lo referente a la Plataforma Continental, suscrita en Ginebra el 29 de abril de 1958. Dicha ley fue sancionada por el presidente Alberto Lleras Camargo. PROFUNDIDAD DEL MAR CARIBE COLOMBIANO La batimetría de nuestro mar Caribe se ha venido haciendo desde fines del siglo XVIII y especialmente desde los primeros comienzos del XIX. En 1802 la inició el insigne marino español Joaquín Francisco Fidalgo, quien desde pocos años atrás había comenzado esos trabajos en la isla de Trinidad, cuando ésta aún era del dominio hispánico, habiéndolos llevado hasta el litoral panameño. Sondeó siguiendo nuestro litoral atlántico y elaboró los correspondientes mapas con profundidades medias en brazas de Burgos o castellanas (1.652 m). Lo propio efectuó en las aguas del Archipiélago, concretamente en las islas de San Andrés, Providencia con Santa Catalina, los cayos de Alburquerque, Serranilla y los del Estesureste. Se trataba de prevenir naufragios en la transitada ruta de Cartagena a La Habana. Entre 1834 y 1844 tanto capitanes norteamericanos como ingleses levantaron mapas batimétricos de San Andrés, Providencia y Serranilla, los cuales después fueron grabados y publicados por la Hydrographic Office de los Estados Unidos. Los datos de los sondeos fueron tomados en trazas inglesas (fathoms) y las alturas en pies. Para 1851 ya se disponía de mapas batimétricos del literal atlántico panameño elaborados por el Almirantazgo Británico. En Colombia, quien desde fines del siglo XIX reunió una valiosa colección de mapas náuticos del mismo Almirantazgo que presentaban nuestros litorales y las aguas inmediatas fue el gran geógrafo Francisco J. Vergara y Velasco. Es su Atlas completo de geografía colombiana (1906) figura nuestro litoral Caribe desde la ensenada de Calabozo (Guajira) hasta el cabo Tiburón (Chocó). Las profundidades aparecen en brazas; también, punteadas, varias isobatas cercanas a la línea litoral. En el siglo XX la batimetría caribe fue efectuada por sucesivas expediciones especiales norteamericanas. Así en 1925 el navío Niágara sondeó toda la plataforma submarina existente entre las penínsulas de la Guajira y la de Paraguaná (Venezuela). Como resultado fue publicado un magnifico mapa en 1927. Luego seguirían las cartas batimétricas de Bahía Honda y del golfo de Urabá, elaboradas según trabajos de los navíos Niágara y Busnell, respectivamente. De 1969 es otra carta que presenta los datos de sondeos, sin trazado de isobatas, de los fondos comprendidos entre el cabo Gracias a Dios (Honduras) y Puerto Colombia en nuestro litoral caribe. Para el estudioso del tema de la batimetría sanandresana-nicaragüense son de la máxima importancia tres cartas náuticas a la escala de 1:1´ 065.600 a la latitud 13º 30º N., preparadas y publicadas por la citada Hydrographic Office, bajo la autoridad de la Secretaría de Marina, entre 1969 y 1972-75. Cubren ellas el ámbito caribe desde el meridiano 70º hasta el 85º0 de Greewich, o sea desde Venezuela hasta Nicaragua.

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P De estas tres hojas, la N.O.B01003, que contiene la porción occidental del área, es de sumo interés porque ella a escala suficientemente grande incluye a Quitasueño, Providencia, cayos de Alburquerque, San Andrés, y los del Este sureste con sus correspondientes cifras de sondeos y trazadas las isobatas, frente a la plataforma submarina de Nicaragua. Lo que a la visa surge claramente es que entre Quitasueño y la plataforma nicaragüense existen valores de sondeos que de norte a sur crecen desde 250 hasta más de 420 brazas. Más hacia el sur, entre la isla de Providencia y la referida plataforma continental, las profundidades superan las 1.200 brazas y entre la isla de San Andrés y la plataforma continental al occidente los valores batimétricos son de 800 o más brazas. Se comprueba así la existencia de una semifosa submarina que sin duda alguna separa el Archipiélago colombiano de la plataforma nicaragüense, y que tiene un rumbo general de norte a sur. Si Nicaragua, por ejemplo, decidiera explorar y aún más, explotar los recursos del suelo y el subsuelo submarinos en esa área, tendría que hacerlo, primero, al oriente del meridiano de los 82º al oeste de Greenwich, o sea más allá de lo escrito y consagrado en el Tratado Esguerra-Bárcenas; y segundo, necesariamente teniendo que acudir a las poderosas empresas extranjeras capaces por sus recursos financieros humanos, tecnológicos y de dotación material, de enfrentar esos trabajos. A Colombia se le ofrecería igual dificultad. No creo que Ecopetrol pueda, en estos tiempos, ella sola emprender la prospección y ulterior explotación de recursos mineros o petrolíferos a esas profundidades en el mar. Necesitaría, como Nicaragua, acudir a los costosos servicios de un navío como el Glomar Explorer dotado para buscar petróleo a varios kilómetros de profundidad. En conclusión: según el mapa batimétrico incluido en este trabajo, basado en alta autoridad oceanográfica internacional, el lector puede confrontar que entre el Archipiélago colombiano de San Andrés y Providencia y la plataforma submarina nicaragüense, existe una semifosa extendida de norte a sur. Sus profundidades son: al oeste de Quitasueño 500 m., al oeste de Providencia más de 2.400 m., y al oeste de San Andrés más de 1.600 m.

GLOSARIO Batimetría: Estudio de las profundidades oceánicas mediante el trazado de isobatas. Isobata: Línea que en un mapa une puntos de igual profundidad en los fondos marinos, obtenidos mediante sondeos cuidadosamente controlados científica y tecnológicamente. Braza: Unidad de medida de la profundidad. Lo usual actualmente es usar la braza inglesa (fathom) equivalentemente a 1.83 m. La braza castellana de la época colonial, es igual a 1.652 m. Plataforma continental: (o zócalo continental): Según F. Carré, “… es un rellano en pendiente muy débil mar adentro, cuya profundidad está comprendida en principio entre 0 y 200 metros y que prolonga el continente en una anchura que va de algunos kilómetros hasta más de 1.000 […] su profundidad media es de 130 metros. Aunque sea costumbre fijar su límite externo convencionalmente en la isobata de 200 metros, algunas descienden a más de 500 metros, especialmente en las regiones frías. De hecho su límite natural coincide con la aceleración del declive que anuncia la pendiente continental […]. La pendiente continental en un talud que liga la plataforma al glaciar y las honduras hasta los 3.000-4.000 metros y que corresponde en general al limite geológico de un continente”. (Los océanos. México: Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 53). Sobre el origen de la noción de plataforma continental, Eduardo Zuleta Ángel escribió: “El 26 de febrero de 1942 la Gran Bretaña y Venezuela celebraron un tratado en virtud del cual estos dos estados se repartieron la extensión marina del Golfo de Paria, que separa a este último país de Trinidad. El subsuelo del Golfo de Paria era considerado, desde esa época como rico en importantes yacimientos petrolíferos y ello explica la celebración de ese tratado, no contiene ninguna referencia directa a la plataforma continental, pero el análisis jurídico de ese instrumento internacional demuestra que está implícitamente inspirado y dominado por esa noción”. (El llamado Golfo de Venezuela, Bogotá: Italgraf, 1971, p. 68)

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ARMADA NACIONAL www.armada.mil.co


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