3 minute read
La objetividad científica por sobre los falsos alarmismos
Es necesario, en este momento tan especial para la industria minera internacional y nacional, señalar que ninguna actividad industrial ejercida por el hombre es perfecta. Aquellos que afirmaran ello estarían mal informando un ideal que, al momento, no existe. Pero de la misma manera, no se puede dejar de destacar que algunos sectores industriales están muy avanzados como para enfrentar situaciones por fuera de su normalidad, y que poseen el suficiente conocimiento desarrollado a lo largo de décadas como para disminuir y neutralizar situaciones atípicas que pudieran surgir. Es aquí donde la minería tiene un espacio bien ganado gracias a la aplicación de la máxima tecnología.
Cualquier fenómeno ajeno a la cotidianeidad de un centro minero puede sembrar interrogantes en las comunidades aledañas: un amplio espectro de profesionales del sector público y privado, organismos profesionales e instituciones como Naciones Unidas ponen su conocimiento y experiencia al servicio de clarificar hechos, entregando información fidedigna y con respaldo científico y técnico, para dejar de lado la propagación de datos erróneos a través de rumores y trascendidos que sirven, solamente, para confundir y lograr ventajismos: somos testigos de la presencia de falsos profetas del apocalipsis que intimidan con conceptos y datos que están mucho más allá de su conocimiento. Peor aún es el caso de profesionales que tergiversan la información, utilizando e interpretando estudios en forma sesgada y tendenciosa, cuya consecuencia es sembrar el pánico y el temor entre los ciudadanos. La ciencia se estableció para enterrar supersticiones, mitos, falsos miedos, pregonados por los adeptos de falsas creencias y tradiciones.
Es por ello que se requiere de la opinión de referentes mundiales para dejar de lados muchos mitos asociados a la minería, y al cianuro en particular. En su publicación titulada: “Cianuro: mitos y hechos”, Frederick DeVries pone en conocimiento varios ejemplos de mitos: “el cianuro en la minería ha causado un daño ambiental generalizado”, “los derrames de cianuro envenenan los cultivos”, “existen muchas muertes por año por uso de cianuro en minería”; “áreas donde se liberó el cianuro permanecen mortales por períodos extensos”. Y, entre los hechos, el caso de “el cianuro no es acumulativo, ni cancerígeno, ni teratogénico (deformaciones en seres humanos); “el cianuro no se propaga en la cadena alimenticia, y las personas no pue- den envenenarse por comer carne o pescado víctima del cianuro.”
La palabra cianuro tiene una alta exposición: es difícil descontar el sensacionalismo encontrado en informes de prensa, y el uso del cianuro como muletilla en la agenda de los activistas medioambientales antimineros. Más de un 80% del cianuro fabricado en el mundo se aplica en adhesivos, retardantes de fuego, cosméticos, nylon, pinturas, productos farmacéuticos. Y cerca del 50% del ácido cianhídrico fabricado en el mundo es aplicado en la síntesis del adiponitrilo, el precursor orgánico del nylon.
Por su parte, T. Mudder y M. Botz, en su obra “Cianuro y sociedad: una revisión crítica”, destacan que el común denominador señala que los incidentes en operaciones mineras son atribuidos al uso de cianuro, independientemente de que esté involucrado o no. Esto surge de la percepción de que minería y cianuro son sinónimos, o el simple deseo de retratar a la minería en un plano negativo. Asimismo, y respecto a todos los incidentes medioambientales registrados en la industria minera desde 1975 hasta el momento, en la gran mayoría de los casos no había presencia de cianuro, y donde la hubo no se registraron víctimas fatales.
La minería se ha ganado un lugar, dentro de la vida de los sanjuaninos, por mérito propio: no es necesario ahondar en que ha sido el motivo del despegue histórico de la provincia cuyana, de su transformación económica gracias a una participación en el PBI cercana al 40%. Operadores mineros, proveedores de bienes y servicios, profesionales, técnicos y comunidades han apostado fuertemente a una industria que les ha otorgado sostenibilidad y sustentabilidad en lo económico, social y ambiental a lo largo de una década.
Ahora, más que nunca, es momento de comprometerse y defender a la minería: los denominados “guardianes del medioambiente” penetran con sus turbios mensajes en la población. La minería es una actividad industrial como cualquier otra, se encuentra normada y regulada, con niveles de exigencia que responden a los más altos estándares ambientales. Es necesario moverse con pruebas, avaladas por el conocimiento del hombre, que viene trabajando por un mundo cada vez más desarrollado, teniendo como sostén la verdad científica. Por lo tanto, dentro de la ciencia todo, fuera de la ciencia nada.