CÉSAR TARELLO SOBRE EL ESCRITOR César Tarello (México D.F., 2 de julio de 2975). Sin oficio de escritor y con actitud lo suficientemente pendenciera como para creerse el Huracán Ramírez. Más que pluma o lápiz usa un viejo bate de softball. Dice ser un músico pero goza destruir las armonías a gritos. Algunos dicen que es un fantasma que recorre los pasillos de las Facultades de Derecho y escuelas afines en la ciudad más queretana del mundo. Dentro de sus publicaciones se encuentra el cuentario Del peróxido de benzoilo al vodka, Par Tres Editores (2014).
ÍNDICE
Mustang fast back 83. Adivina quién dispara las hamburguesas hoy. Ojo Clínico ...ni de noche, ni de día Del peróxido de ben zoilo al vodka
El contenido de estos textos es propiedad y responsabilidad del autor, Par Tres Editores, S.A. de C.V. transmite estos textos de manera gratuita a través de su proyecto de difusión cultural y literaria denominada Biblioteca Digital de Escritores Queretanos. Los autores han seleccionado sus textos para permanecer en dicha biblioteca para su uso única y exclusivamente como difusión literaria, por lo que se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la anuencia por escrito del autor, quien es el titular de los derechos patrimoniales de los mismos.
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Mustang fast back 83 Leading up the road to ruin, No last chance for alcoholic speediness. Road to Ruin. Annihilator. Pasan de las dos de la mañana y regresamos de una fiesta en Cuernavaca. El radio de mi Mustang Fast Back 83 suena débil. Alessandro y Rodrigo van dormidos atrás. Comienzas a quitarte despacio tu chamarra, como si canción animal te hubiera animado a bailar un strip-tease para mí. Tu mano izquierda quedó sobre mi pierna, oculta bajo la chamarra; la otra cambia de estación. Sonríes. Devuelvo la sonrisa con cara de idiota. Veo de reojo tus tetas: parece que quieren romper tu vestido. Mis amigos siguen jetones. Llegas a mi entrepierna y comienzas a frotarme. Sin darme cuenta acelero. Una sola mano es suficiente para controlar la dirección semi-hidráulica de un fast back a los ciento diez. Tus dedos y tu muñeca imprimen velocidad y presión junto con la cadencia de las percusión introductoria de simpatía por el diablo versión Guns and Roses. Mi mano derecha está agarrándote las tetas. Cierras los ojos, tus labios están húmedos. Deslizas el cierre; se traba a la mitad. No puedo quitar la vista del camino, ni del retrovisor, ni de ti, ni del asiento trasero. Ciento cincuenta. Debería bajar la velocidad. Tu mano se introduce frenética por el cierre, la mía rompe el botón de tu escote. Aprieto el volante. Tu respiración se acelera al parejo que la mía. Tu cara me recuerda la porno que vi el jueves. Las curvas me están dando problemas. Mi cuerpo tiembla y los párpados se cierran. Axel Rose casi termina de berrear. Estuve a punto de salirme en esta vuelta. El velocímetro va muy arriba. Nuestros cuerpos: tensos. Algo que siempre me ha gustado de ti es que nunca usas brasier. Jadeas con el último acorde de la rola. Te aprieto. Un par de luces vienen de frente. El orgasmo me hace gritar. EL resplandor está sobre el auto. Alessandro y Rodrigo también gritan...
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Adivina quién dispara las hamburguesas hoy Somebody help me. I can´t stop killing. Pulverized. Cannibal Corpse. El sur de Austin es un maldito infierno. Entro al MacDdonalds sudando. –Shit–, odio transpirar porque I stink like a puerco. Hago sonar los tacones de mis botas de rattlesnake para que todos me vean, pero siguen comiendo. Algo que nunca me ha gustado de este país son los demócratas, la gente obesa, los psicópatas –fuck–, si tuviera uno enfrente acabaría a tiros con sus manías, y en especial a esos malditos orientales, God damned comunists que quieren manipular a nuestro gobierno. Mi Ford doble tracción está afuera esperando a que retomemos juntos los caminos; tantas rutas y carreteras interestatales recorridas hacen algo más que un hombre y un vehículo, hacen verdaderos amigos. Sorbo mi malteada light y pienso que las llantas Goodyear siempre han sido mejores que las Goodrich, incluso mejores que las que anunciaba the good ol´ cowboy Jack Palance con su taladro. Un jodido negro obeso deglute una quarter pounder con queso, papas dobles y soda extragrande detrás de mi mesa. El interior de mi Ford doble tracción tiene asientos de piel curtidos por el sol y el sudor de mi trasero; en el techo está la foto de Cindy Lou con los brazos arriba de la cabeza y sus deliciosas tetas rosas del tamaño de un balón junto a mi medalla de Saint Christopher. Frente a mí una familia pelea porque Timmy el de gorrita roja no quiere comer, mientras que otros dos niños lloran por no sé qué mierda. Jodidos Irlandeses, al diablo con ellos. Fuck, lo único bueno es su whiskey. Debí haber sido un Texas ranger, formar tal vez parte de la border patrol y andar por la cerca del río grande esperando some beaners para darles con un rifle 347 de asalto (yeah, right between the eyes); incluso podría usar una shotgun igual a la que uso para cazar armadillos por las noches cuando estoy nostálgico y prendo los faros de halógeno buscando esas alimañas en medio del desierto; recordando cuando Nam´ y la hierba lo eran todo. –Those glory days already gone–. Otra persona entra a comer. El medallón está polarizado y tiene unas 4
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alcayatas pegadas a los postes traseros que sostienen mi rifle R-15 y una bolsa de cartuchos. Una pareja de ancianos platican del clima y las bellezas de Acapulco. El cofre tiene pintado un rayo negro. Salgo del MacDonalds y subo a mi camioneta. Acaricio el arma. Recuerdo que Mom me lastimaba, en ocasiones me decía que era un perdedor, apagaba sus cigarillos en mi espalda. –Bah–, yo siempre supe que sería un gran hombre a pesar de todo, y no sé, maybe este maldito salpullido sea la señal que esperaba. ¿Why not? Rasco mi ass, doy marcha al motor y me lanzo contra los cristales del MacDonalds. Penetro más de la mitad del establecimiento; en el proceso han muerto tres personas. Bajo de la camioneta. Escucho gritos mientras recojo una gorrita sanguinolenta de algún jodido dependiente y me la pongo. Tomo el R-15, busco al desgraciado negro y le comienzo a disparar. Todos gritan, me piden que los ayude a morir. No sé con quién empezar. No me importa; sigo disparando. Ahora cae una joven que estaba gimiendo detrás de una silla. Mom me dice que detrás del mostrador se escondieron todos; sin preguntarle arremeto, escucho quejidos. Hay mucho noise. Shit, I have to take a leak, drain my lizard you know? En el baño hay más people; cuando entré sus almas me gritaron, pedían que las liberara de su infierno, y eso es lo que hago, it´s a dirty job but someone has to do it. Mientras orino, la voz de Mom comienza a sonar por las bocinas en medio de una fucking song de los Jackson´s five, y eso no es normal, algo puede estar fallando. Salgo corriendo. Una rubia llora debajo de una mesa. Me recuerda a Mom. Le pateo el trasero –¡Get up bitch!, you have been bad with me–. Le doy un tiro en la cara; a corta distancia nunca se puede decir que fue un clean shot, dejan demasiado quemada la piel. La voz de Mom sigue sonando en todo el restaurant junto con los gritos. Ya no aguanto, me quieren acabar, son los fucking goats, God damned chales, quieren hacerme prisionero. Tiro el R-15 y me pongo a llorar y a gritar junto con todos. Se escuchan unas sirenas. Cierro los ojos. –Police, you are surrounded, step out with your hands up–. Seguro quieren detener a algún criminal. Nos vienen a rescatar a todos de aquí.An officer me lleva hacia la patrulla; creo que me protegen, pero no sé por qué razón estoy esposado. ¿What´s wrong, por qué hacia la patrulla, tienen al hombre equivocado, you hear me, you have the wrong man. Están violando mis derechos, lo oyen, las enmiendas constitucionales, oyeron, llamaré a mi abogado, just let me do my phone call. Oh my god, only in America pueden pasar estas cosas, shit, fuck. Un niño llora por donde pasamos, es rubio, tiene sangre en la cara, unos ocho años. Trae una gorrita y me ve con puchero. Shit, ¿lo ven?, ese, ese jodido bastardo es la clase de psicópata que algún día va a disparar en contra de la gente en algún jodido restaurante. Biblioteca Digital de Escritores Queretanos
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Ojo clínico Pal Alvaro Morales Avilés O want your perfect barbie-doll eyes Slip my fingers down your Barie-doll dress Up and down your spandex ass. Saturday night Holocaust. DEAD KENNEDYS. Me salté la barda de la prepa. Faltaban dos horas para las clases, pero se me ocurrió llegar temprano porque andaba cerca y no tenía hambre; además quería dibujar una estética verga en el mesa banco de Inés. Me colé hasta el salón, saqué mi navajita del llavero y empecé a rayar. Llevaría tres minutos trabajando. Escuché ruidos y mejor me escondí debajo del mesa banco. Alguien entró al salón, eran dos personas, tropezándose. Quise asomarme, pero unas nalgas de falda naranja se posaron encima de mi escondite. Se oían besos. Todo lo que veía eran las manos de algún carnal que agarraban con saña el torneado culito. La falda se recorrió hacia arriba. Alcancé a escuchar un zipper. Hubo un silencio; luego las nalgas se tensaron y me llegó un olor fuerte. Decidí hacer algo al respecto, después de todo no quería mirar y aburrirme. Creo que los tres acabamos al mismo tiempo. Una voz tipluda dijo: Qué buenas asesorías. Se escuché de nuevo el zipper y se fueron. Me asomé y alcancé a verlos antes de que salieran del salón. Recogí un pedazo de gis que estaba por ahí tirado, y escribí en el pizarrón: Erika tiene un lunar en el culo.
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...ni de noche, ni de día Vi un ángel con dos huevitos entre las piernas, me saludó cordialmente y al hacerlo se le desgajaron sus alas. Olía a Padre Kino y su piel era aguada. Caminaba despacio y su tonelaje no lo dejaba volar. No reía, era triste. Tampoco curaba, no sabía medicina. Tenía barros y el indicio de un herpes en su boca. Su dentadura era postiza y no tenía aureola sobre el pelo castaño lleno de orzuela. Del cuello le colgaba un letrero que traía al charro gordo y de bigote grueso, con un cráneo al pie que decía: soy un cabrón. (Nota: en letra chica se agregaba made in México) Una herida en su estómago lechoso le supuraba constantemente, y él, de vez en cuando, la apretaba para oler lo que le brotaba antes de embarrárselo en la túnica. Me dijo seriamente que Marx era la neta, pero que nunca me clavara con él porque ya estaba pasado de moda. Siguió mirándome y me exigió un café que no probó; andaba medio pedo, comenzó a tambalearse aún más y en tono familiar me dijo que la verdad él no llegó al cielo porque los pendejos no entran, y que además él decidió no creer a dios, el día que dios lo dejó de creer a él. De entra la túnica batida sacó un Código Civil, me lo tendió en las manos y se largó. En la espalda (que por cierto ya no vi), traía la huella de una bota y una suástica en el culo. Volteé y rompí el espejo. Tengo 22 y ganas de matarme.
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Del peróxido de ben zoilo al vodka Dear mother, dear father, what is This hell you have put me through? Dyers eve. Metallica. Dos tiros al cuerpo; se desvanece en su sillón sin decir nada, los lentes fondo de botella en el piso y sus ojos en blanco. Tuve miedo desde que vi las luces, nunca quise ir a ese pinche congal. Recojo los casquillos y los guardo junto con la pistola en el saco. Ella se montó en mí y comenzó a resoplar como animal, mientras yo avergonzado me tapaba la cara con una almohada. Me echo un trago del oso negro que hay en la cocina y pienso en cómo salir sin que los vecinos sospechen. Lo único en que pensaba era en irme de ahí, pero ella seguía moviéndose con cara de hueva diciéndome: ¡párate, ándale, dámelo papacito! Me asomo a la ventana pero no veo gente ni luz en la calle, parece que nadie escuchó nada, yo creo que el cojón de la sala sí me sirvió como silenciador; hasta eso no es malo ver tantas películas de acción. Salí del cuartucho, la puta me guiñó el ojo y se rió. Lo mejor es salirme ahorita. Papá me dio mi chamarra, me felicitó y me dio a beber de la mierda que estaba chupando. Camino rumbo a la avenida para tomar un taxi. Papá vomitó dos veces de camino a la casa y tuvimos que dejar el coche a varias calles de donde vivíamos para caminar y a ver si se le bajaba. Ya es muy noche pero todavía pasan coches. Llegué temblando, y él sólo me dijo que no le contara a mamá que ya era hombre. ¡Un pinche taxi carajo! Todavía pedo me abrazó antes de meterse a su cuarto. Creo que ahí viene uno. Yo no quise volver a tener sexo. –¡Taxi, Taxi!–. A pesar de todo me enamoré de Tania a la central de autobuses–. No me quisieron entregar el análisis para el certificado prenupcial en la recepción, la enfermera me dijo que pasara a platicar con el doctor un boleto–. Positivo ventanilla–. El día que le fui a contar, papá se quitó sus lentes fondo de botella, me dijo que esa enfermedad era de putos y drogadictos antes de darme un chingadazo en la jeta.
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