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Un camino de oportunidades hasta la dirección de Tecnología

Por: Camila Caicedo, Coordinadora de Comunicaciones, Asociacion RUAV.

En la búsqueda de caminos para iniciar una profesión, el joven Carlos Alberto Rodríguez decidió irse por una carrera que le abriera nuevas puertas y, a pesar de su gran afición por la música, entró a estudiar la Tecnología en Sistemas de Información, que ofertaba por primera vez la Institución Universitaria Antonio José Camacho.

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Allí, en la que en el futuro sería su casa, se acercó a temas relacionados con electrónica, que era el principal enfoque de la carrera, en ese momento, y la disciplina que abordaría en sus primeros trabajos.

“Empecé configurando redes y servidores para un laboratorio de computación, e incluso reparando dispositivos. Eso me permitió identificar algunas necesidades, solucionar casos y enamorarme de esta profesión”, recuerda.

Dicha motivación lo llevó nuevamente a las aulas y al programa de Ingeniería de Sistemas de la Universidad Antonio Nariño, donde varios de sus docentes evidenciaron su entusiasmo por aprender y le ofrecieron oportunidades laborales que continuaron calando en sus nuevos horizontes.

Así fue como su profesor, el ingeniero Milton Kenny Rentería le ayudó a vincularse a Sainc S.A., una compañía constructora, donde trabajó incluso desde antes de graduarse y, también, con su título de ingeniero, obtenido en 1999.

“Tuve que darme una pausa, después de varios años en Sainc, para viajar a Venezuela, donde vivían mi madre y mis hermanos, y apoyarlos en varios procesos que debían culminar, antes de migrar a Canadá. Allá trabajé como desarrollador, durante un año, y al regresar me esperaba mi primera oferta en la Uniajc”.

De las aulas a TI

Ya en Cali, la continua búsqueda de conocimiento de Carlos, que le había permitido certificarse en Java, y su ex compañera de estudio, la ingeniera Yesenia Perea le abrieron una puerta en la Institución Universitaria Antonio José Camacho, donde requerían a alguien que orientara lo relacionado con ese conocimiento.

“Era el año 2005, y los estudiantes querían aprender lenguajes de programación un poco más comerciales. Así, inicié con hora cátedra, para vincularme tiempo completo, un año después”, relató.

Pronto, la Uniajc emprendería el proceso de migración a la plataforma de la Universidad de Pamplona, el primer proyecto de la Oficina de Tecnología en el que trabajaría el ingeniero, realizando varios desarrollos para temas administrativos, así como actividades con semilleros de investigación.

“En esa época no se adquirió toda la solución integrada, y por un buen tiempo debí hacer algoritmos para mantener temas como la contabilidad. Trabajé como nunca lo había hecho, pero fue un gran aprendizaje, con algo nuevo todos los días”.

Gracias a su experiencia y a sus posgrados, maestrías en Dirección de Tecnologías de la Información, de la Universitat Politécnica de Catalunya, de 2004, y maestría en Ingeniería de Sistemas de Decisión, de la Universidad Rey Juan Carlos, del 2012, Carlos asumió su cargo actual como jefe de la Oficina de Tecnologías de Información y Comunicación, en el 2014, donde cuenta con un equipo de 14 personas, incluyendo a cinco becarios.

“En este rol, se tienen proyectos muy importantes, y todos los días debemos asumir retos, como optimizar el ancho de banda, sobre todo con la cantidad de dispositivos móviles que demandan servicios. Buscamos siempre la eficiencia”, aseguró.

La necesidad de innovar

Durante su tiempo como jefe de área, la Uniajc ha tenido importantes avances tecnológicos, de los que se han beneficiado los más de 7 mil estudiantes que tiene la institución, en la actualidad. Algunos están relacionados con la migración de servicios a la nube y el uso de agentes automatizados, que facilitan las actividades de las comunidades académica y administrativa.

Igualmente, la visión de Carlos se ha ampliado respecto al acceso a la educación virtual y a los modelos educativos vigentes, en los que cree que debe haber mayor acceso a la tecnología, para la comodidad de los estudiantes.

“No soy un experto en el tema, pero creo que las universidades deben tener en cuenta las necesidades de aprender y producir más rápido. Siento que este es un desafío para el que debemos incorporar más herramientas y virtualizar”, indicó.

Aportes como este e incluso “cuestionamientos” en pro de la mejora también hacen parte de la manera en que el hoy candidato a doctorado en Ingeniería de Proyectos, de la Universidad Iberoamericana de México, interactúa con la Asociación RUAV, donde actualmente pertenece a la Junta Directiva.

“Yo siempre trato de ver todas las caras e incluso los peros, frente a una nueva decisión, con la intención de que primero todos estemos convencidos de lo que emprendamos. Para mí, RUAV es una antología, donde conocemos tecnologías, productos, llegamos a proveedores y, sin duda, aprendemos de las experiencias de nuestros compañeros. Creo que la colaboración es fundamental para tener éxito”.

Para el próximo año, espera volver a la docencia, que debió interrumpir para trabajar en su tesis, y continuar con sus aficiones: la construcción de aparatos electrónicos y escribir canciones para su banda, en la que también toca la guitarra. Porque aunque la música sigue siendo su compañera, la ingeniería se transformó en una aliada y en la certeza de conocimiento del camino ya recorrido. </>

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