Revista Pasá La Voz - Edición N° 8

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E Informate Bien

Edici贸n N潞 8 Octubre de 2010 / ISSN-2010-02200 Carrera de Comunicaci贸n - Pontificia Universidad Javeriana Cali.


EDitora General Katherine Martínez

Consejo EDitorial Katherine Martínez Carlos Mayorga Jorge Manrique Lina Uribe José Betancourt Diana Laverde

Asesor

Jorge Manrique

Colaboran en este núMero Juliana Aguayo Sebastián Arias Jordi Ayala Lina Botero Mauricio Carvajal Nathalya Cortés Martín Espinosa Luis Alberto Forero Carolina García Natalia Andrea Guevara María Carolina Herrera María Mónica Herrera César Augusto Hurtado Sebastián Alejandro Jaramillo Oscar Jiménez Diana Laverde Luis Ernesto Loaiza Katherine Martínez Diana María Melo Carlos Efraín Mayorga José David Ortega Sylvia Pineda Ángela María Quintero Jorge Mario Ramírez Iván Rojas Nathalia Rosero Joel Rozen Lina Uribe Daniela Vaca

diseño y diaGraMación Julián Vargas

Carátula

Cristian Sánchez (xtian) www.caricaturasxtian.com http://revistapasalavoz.blogspot.com ISSN: 2010 - 02200


Foto de Pedro Luis Álvarez / Estudiante de Comunicación


EDitorial

ProsperiDaD DeMocrática.... ¿Como para sentarse a pensar?

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Por José David Ortega Estudiante de Comunicación jdortega@javerianacali.edu.co Ante los resultados de las pasadas elecciones presidenciales que dejaron como ganador indiscutible a Juan Manuel Santos, intenté evaluar cuál era el argumento más fuerte para que los ciudadanos colombianos hubiesen votado por este candidato. Y es que no era para menos empezar a cuestionarse después de la cifra histórica obtenida por el representante del partido de la U, en la que más de nueve millones de colombianos reafirmaban su confianza, apoyo y total aceptación no sólo a sus políticas, sino también a la forma en que se había desempeñado en cargos estatales anteriores. Así, intrigado por encontrar una respuesta empecé a recordar todo lo que se había vivido alrededor de las elecciones. Problemas económicos, pensé en un principio. Era la forma más sencilla de solucionar la pregunta, porque uno, fácilmente, podía observar que el voto por Juan Manuel implicaba una recompensa directa que no se trataba precisamente de la satisfacción de haber cumplido con nuestro derecho al voto. Sin embargo, reflexioné un poco y me di cuenta que el asunto era más amplio, que no se quedaba en un simple billete de 50 mil.

sería mucho más sencillo brindarle el apoyo a nuestro actual presidente. Pero claro, la idea desapareció en un segundo porque recordé a muchos de mis compañeros de universidad festejando la victoria de Juan Manuel. Desesperado porque no conseguía una respuesta que resolviese mi inquietud, decidí pasar todo por alto. No pensaré más en eso, dije. Hacer como si no pasara nada y pretender que algún día otra persona encuentre lo que yo no pude resolver; en otras palabras, dejar de ser crítico. ¿Dejar de ser crítico? ¡Lo tengo!, afirmé. Había encontrado la solución. Y es que para aceptar un gobierno involucrado en tantos escándalos y no pensar en un verdadero progreso para nuestro país, hace falta ser crítico. El problema es que ahora con el cuento de la “prosperidad democrática”, parece mejor adherirse a las políticas del sucesor de Uribe que sentarse por un rato a pensar.

Fue así como se me ocurrió una segunda idea: falta de educación. Ésta era mucho más amplia y abarcaba, incluso, la primera respuesta. Pensé que si el ciudadano no había tenido la posibilidad de educarse, de aprender valores éticos y morales y de reconocer lo importante que es nuestro deber con la sociedad, Caricatura Cristian Sánchez www.caricaturasxtian.com

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Comunicación RenovanDo tus SentiDos Por: Sylvia María Pineda Estudiante de Comunicación smpineda@javerianacali.edu.co Cuando me gradué del colegio, una palabra daba vueltas en mi cabeza. Quería conocer qué significaba, quería demostrar que era capaz, que podía trascender espacios, que no quedaría limitada a lo que dijeran los demás, quería entender y hacer comprender lo que de verdad significaba Comunicación.

¿Que por qué se llama sólo comunicación? ¿Que por qué en la Javeriana? ¿Que qué iba a hacer el resto de mi vida? Fueron dudas que metieron en mí, no pude evitar el miedo, pero con el tiempo en la Universidad, comencé a comprender que dialogar, interactuar, crear sentido y darle un horizonte a la identidad, eran las cosas que me habían motivado, y al mismo tiempo eran estas cosas, el “gancho” que hacía que mi interés día a día fuera creciendo. Igualmente, en estos tres años y medio he construido lazos de amistad con compañeros y profesores, que al igual que yo, han vivido y sentido la Carrera de Co-

municación con acciones y proyectos que se realizan con creatividad y calidad, procesos comunicativos que dejan huella, no sólo en nosotros, sino también en personas, organizaciones y comunidades. Con el ánimo de seguir siendo partícipes de la transformación de la realidad cotidiana y de seguir aportando profesionales responsables, creativos y sobre todo competentes en los campos de la comunicación, hoy la Carrera se encuentra en proceso de renovación del Registro Calificado, la certificación que otorga el Ministerio de Educación Nacional -MENque permite que el programa se ofrezca en la región. Por esta razón, quiero invitar a estudiantes y profesores a conocer la carrera, para tener elementos que permitan construir un concepto propio, que aporte al desarrollo, crecimiento y formación de mejores profesionales. Para conocer y hacer parte, debemos participar activamente con y para nuestra Carrera, renovar nuestra conciencia, aportar a la construcción de conocimiento, y de sentido de pertenencia. Es momento de sacar a flote nuestro liderazgo, de reflejarlo y mostrar nuestro talento en planeación de procesos, proyectos y producciones que se puedan gestar desde la Comunicación en las Organizaciones, la Producción Multimedial y la Producción Audiovisual. La participación es importante, contémosle a nuestros compañeros de otras disciplinas qué estamos haciendo, hagamos valer nuestra profesión, renovemos nuestros sentidos y nuestra identidad para recordar y tener presente la labor que afrontamos como profesionales de la comunicación. 5


La elaboraDa historia De un pez en punto De cruz

Por Carolina García Estudiante de Comunicación garciacarolina@javerianacali.edu.co Ya estaba amaneciendo, era domingo por la mañana y yo no había dormido nada. Me había trasnochado adelantando un trabajo sobre un estudio de mercado para una empresa que iba a montar en la clase de Conformación de la oportunidad. Ya se veían algunas nubes en el cielo que cambiaba lentamente de un azul Chagall un azul escarchado que iluminaba todo el horizonte.

Salí del baño ya arreglada. Tomé mi maleta, bajé corriendo para irme en el carro, pero no estaba parqueado en el garaje de mi casa. De un grito le pregunté a mi madre dónde se encontraba la camioneta y me respondió que mi papá se la había llevado a hacer mercado.

El reloj marcaba las cinco y doce minutos de la madrugada. Tenía que dormir un poco para concentrarme en mi clase de punto de cruz de ese día, pero había quedado en verme con mi tía en su casa a las ocho de la mañana. Debía salir de mi casa en dos horas. Apagué el computador. Fui a la cocina, prendí el calentador con la esperanza de no bañarme con agua fría aunque fuera por un domingo. Volví a mi habitación y me quedé dormida. Estaba soñando muy bueno cuando escuché una voz ajena, que no estaba dentro del sueño, y llamaba mi nombre. Me costó mucho trabajo, pero al fin pude abrir los ojos para encontrarme a mi madre parada al frente mío diciéndome “Caro, ¿no ibas a ir donde tu tía hoy?...” Tomando un poco más de conciencia sobre lo que estaba sucediendo pregunté qué horas eran. Mi mamá me respondió que eran las nueve de la mañana. Me desperté de un brinco, corrí al baño y me metí a la ducha. Abrí la llave esperando agua caliente… Lastimosamente, el agua estaba helada, como si hubiese estado en la nevera toda la noche y ahora caía sobre mi cabeza, ahora sí estaba de mal genio.

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Iba tarde y no tenía cómo irme. Mi tía vive por la Hacienda pero más cerca a la Avenida Simón Bolívar. Pensé irme en MIO, así que subí por la tarjeta y salí disparada para la Estación de Unicentro. Mientras caminaba me entró una llamada de mi tía preguntándome qué me había hecho y por qué no había ido. Le expliqué que iba tarde y aceleré el paso. Ya estaba entrando a la estación del MIO cuando mi tía me volvió a llamar, esta vez para decirme que llegara rápido, porque ella tenía una cita con las compañeras de emprendimiento y estaba de afán.

Decidí que la mejor manera no era el MIO, pues me demoraría una eternidad en llegar, así que volví a Holguines Trade Center, tomé un taxi y llegué en cuestión de diez minutos al apartamento de mi tía. Por fin estaba allí. Toqué a la puerta. Me abrió mi tío quien llamó de un grito a mi tía. Me senté en una silla mecedora que una vez había pertenecido a mi abuela. Cuando mi tía llegó a la sala, sin preámbulo alguno, me pasó un retazo de tela con muchos cuadritos y huequitos, que yo reconocí como la superficie en la que se hace punto de cruz. Se sentó a mi lado en un sofá de un sólo puesto. Sacó otro retazo para ella, pero este era largo y ya estaba empezado, es más, estaba casi terminado. En él había un nombre escrito con letra gorda y dentro había un campo con flores. Empecemos, dijo mi tía. Cuando ya iba a arrancar a explicarme las bases del punto de cruz, la interrumpí. Quería sacar mi cámara para tomar algunas fotos. Tomé mi maleta y para sorpresa del día, la había dejado lista para llevarla, en mi escritorio. Había sido mi día de suerte, era justo lo que me faltaba, no le di mucha importancia al asunto en ese momento pues ya no había nada que pudiera hacer. Le dije a mi tía que por favor continuara, y ella comenzó de nuevo. Me dijo que había tres tipos de tela, que el retazo que me había dado era la tela más común para el punto de cruz, una tela llamada Bayadera o Aida. Me explicó que cada pedazo de tela podía tener diferentes dimensiones y distintos calibres, algo que tenía que ver con el tamaño del huequito calibre once el hueco era más pequeñito y mi retazo era calibre 14, o


Era tan sencillo como meter el hilo por un huequito, la siguiente puntada era en el que estaba directamente arriba, luego se metía por el orificio al lado del primer hueco, y se volvía a meter por el que estaba arriba de ese. Así sucesivamente hasta terminar el número de cuadritos requeridos, y luego nos devolvíamos con la misma técnica y se formaban las pequeñas cruces sobre la tela. sea que el hueco era más grande. El uso inmediato de esto es simplemente el tamaño de la imagen, si se quiere grande o pequeña, en mi caso eran los huecos más grandes porque era mi primera vez. Apenas ella me dijo que era mi primera vez bordando punto de cruz, tuve un recuerdo muy lejano, un recuerdo muy borroso de mi abuela, alguna vez cuando era niña le pregunté sobre su bordado y ahora, después de una clase de punto de cruz, lo entendí. Volviendo al presente, esta técnica consiste en tejer en línea recta, y luego devolverse creando bordados en forma de equis. Más adelante explicaré mejor. Para hacer un diseño, venden unas revistas especiales de punto de cruz que traen en su interior patrones que dicen cuántos cuadros bordar por filas. Como en un principio no entendía muy bien todo lo de bordar en línea recta y devolverme, y luego eso de coser por filas, traté de hacer una analogía con algo que ya conociera… Lo más parecido que se me ocurrió fue una impresora. Básicamente es lo mismo: Muchas líneas horizontales que juntas forman una letra, palabra o dibujo. Ya había entendido lo que era contar cuadrito por cuadrito para hacer las líneas horizontales, ahora me faltaba dominar todo el asunto de coser en línea recta. Una vez lo hice, todo parecía más fácil. No entiendo por qué pensé que el punto de cruz era difícil… Definitivamente es muy bien pagado, pero todo el mundo puede hacerlo.

Mi tía feliz de que había entendido lo suficientemente rápido el concepto, me pasó un papelito con un pequeño patrón y me dio luz verde para hacerlo por mi cuenta. Antes de que comenzara me pasó un hilo y me explicó por dónde arrancar. Debía contar los cuadros que había desde el borde de la tela hasta el primer punto que debía dar. Yo arranqué a bordar y ella se concentró en el que estaba trabajando. Después de lo que para mí habían sido como tres horas trabajando, miré el reloj adormecida, pero, ¡Oh sorpresa!, sólo habían transcurrido 13 minutos. Eran exactamente las 10:27 a.m. y yo apenas había ido y vuelto cuatro cuadros a la derecha y tres para abajo. Eso es lo que equivale a un rectángulo de seis milímetros de ancho y cinco de alto. Ya no sabía qué hacer. Me había pinchado el dedo unas cuantas veces, y realmente estaba aburrida y quedándome dormida. Seguí bordando, pero parecía que no avanzaba nada. Me empecé a distraer contando cuadritos y poco a poco me fui quedando en un trance. Estaba medio dormida, medio despierta, bordaba en “piloto automático”, miraba el patrón pero no lo veía, no lo entendía, me puse a mirar las letras escritas por los lados, y descubrí, justo a tiempo, creo yo, que no todo era del mismo color. A los lados de la hoja, había unos códigos de color, y noté al lado de la mesa de mi tía una caja llena de hilos de colores. Cada una de las pequeñas madejas estaba envuelta en una etiqueta color negro con letras doradas que formaban números, estos eran los colores. Por primera vez, me di cuenta qué figura estaba haciendo: era la forma de un pequeño pez.

Luego de otro buen tiempo bordando, mi tía me empezó a hablar, me preguntó por mi papá y por mi mamá, que si más tarde íbamos a visitar a mi abuela, y otras cosas por el estilo. Luego comenzamos a hablar de postres. Ella es una gran cocinera que sabe mil y una recetas de postres típicos del Valle y otros no tan vallunos, pero exquisitos. El tiempo se había ido volando. Entendí que no se me hizo tan larga la segunda parte del trabajo por el hecho de estar en una conversación activa con mi tía. Si nos ponemos a revisar la historia, el punto de cruz era un arte que le enseñaban a las jovencitas en los colegios porque no tenían permitido hacer muchas de las actividades que los hombres hacían como jugar fútbol o trabajar. Cuando salían del colegio, formaban grupos de amigas que se reunían a hablar entre ellas, discutir asuntos sociales y al mismo tiempo bordar. Si me preguntan a mí, el punto de cruz, es una actividad para pasar el tiempo con amigas, hacer algo diferente a ver televisión o estar sentado al frente de un computador todo el día, para pasar domingos tranquilos y relajarse en una finca. Hacer punto de cruz requiere de mucha paciencia, es un trabajo arduo y para nada acelerado. Se trata de precisión y concentración, no hay nada apasionante en el proceso… Tal vez uno que otro pinchazo, pero el resultado, ese pedacito de tela al final, no es nada más que una obra maestra lograda por las manos de un ser humano, de un artesano. Aunque no tuve la oportunidad de terminar mi pececillo deforme y raramente colorido, vi algunos trabajos de mi tía terminados, y aprendí más que nada a valorar sus obras, sus creaciones artesanales como únicas en el siglo XXI.

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Cuento

Una Fantasía griS

Por Katherine Martínez Rivera Estudiante de Comunicación Editora de Pasá La Voz kmartinez@javerianacali.edu.co

nando, no tengo un rumbo, sólo muevo mis pies. Al fin encuentro un lugar donde detenerme. Es un parque, el viento, el olor de las flores y el canto de las aves me envuelven. Me siento en una banca, pienso en aquella joven, su sonrisa era fabulosa, sus ojos eran una ventana a un universo desconocido y ella, ella es Escucho ruidos a mi alrededor, sé que hermosa, no, esa palabra se queda corta mamá está a mi lado, sé que hay en- para describirla, es… Perfecta. fermeras junto a mí. Siento que me inyectan algo y me estremezco, siento cómo mis fuerzas caen, y comienzo a desfallecer… Con sueño, así me siento después de ver todo negro, ya el día y la noche no tienen diferencia para mí, porque todo es oscuro. Quiero ver el rostro de mamá, quiero ver de nuevo a Paula, si, a Paula, de sólo pensar en ella quiero llorar.

Puntos… Eso es todo lo que veo, puntos de colores: verde, azul, rojo. Puntos que toman forma. Formas sobre un fondo negro. Un universo de partículas que vuelan, que van y vienen. De pronto me veo a mí mismo, camino sobre puntos grises que se van juntando formando una línea recta. Camino derecho y reconozco el lugar, sé que he estado en él con anterioridad pero no recuerdo, son sólo imágenes borrosas. Veo más puntos que se transforman en personas, dos para ser exacto. Un hombre y una mujer, esta última muy hermosa, va de la mano del joven, y por alguna razón me siento desfallecer. Pasan a mi lado y la chica me mira, nuestras miradas se pierden en la del otro, se conectan, pero ella sigue de largo, el joven que la acompaña la arrastra y la aleja de mí.

De repente una cantarina voz me saca de mis cavilaciones. Miro a ver de quien procede y la veo, es ella, viene caminando rápido, atrás suyo está ese chico, que ahora la persigue, ella está llorando, así Siento que un agujero se abre en mi que me levanto porque quiero saber estómago, sin embargo, sigo cami- qué le pasa. Alcanzo a escuchar que él menciona su nombre: Paula. Paula… ese nombre me trae recuerdos, no sé si buenos o malos, sólo recuerdos.

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Ella le grita algo y él la golpea, yo me enfurezco y me voy contra él. Mi furia es infinita, por alguna razón siento que le pegan a una parte de mi ser, pero ella se interpone, me ruega que lo deje, le extiende su mano y le susurra algo mientras me ignora. Ella sonríe, esa sonrisa me hace recordar, por fin entiendo quién es, por qué es importante para mí. Sin embargo, también veo algo que me destruye. Ella lo besa y yo simplemente lloro. Mis lágrimas salen como si de un afluente se tratara, un grito surge de mis entrañas. De pronto las personas se desvanecen y todo se convierte nuevamente en puntos, se disuelve, todo es negro otra vez. Siento gotas resbalar por mi rostro, estoy sudando, cuando una suave mano toca mi frente, sus susurros son como los de un ángel, reconozco inmediatamente a quién pertenece esa voz: Paula. Ella está conmigo, no con otro, está a mi lado, la felicidad me embarga, abro los ojos, pero sigue negro. Vuelvo a mi realidad, recuerdo que estoy en la clínica, recuerdo mi accidente, recuerdo que la imagen de Paula es imperceptible a mis ojos. Quiero llorar, pero los labios de ella me lo impiden, se han chocado con los míos, mi deseo más grande se hace realidad, pero ya no la veo, ya no me deleito con nada. Quiero volver a dormir pero entonces recuerdo las últimas imágenes, así que tomo una decisión: prefiero vivir en un mundo de olores y sabores, que en una fantasía, que aunque llena de colores, siempre será gris.


VolanDo por la ciuDaD De la furia Por Mauricio Carvajal Egresado de la Carrera de Comunicación maurock911@hotmail.com Buenos Aires Hace algunos días empecé a pensar en este artículo. Tenía claro que no quería escribir una reseña turística, sino algo que pudiera hacer conocer a mis lectores un poco de lo que he vivido en Buenos Aires, Argentina… Entonces, tal vez la mejor forma sea una carta a mis amigos. Llegué volando sobre la ciudad de la furia un día muy frío, muy de madrugada, llegué volando y ya no era más yo, era un inmigrante más, con un espíritu dispuesto a todo, a lograr adaptarme de la nada a una ciudad que nunca antes había conocido, y en donde prácticamente no conocía a nadie ni nadie sabía de mí. Veo las calles llenas de edificios altos que no me dejan sentir los rayos del sol, un cielo casi siempre desnudo, un asfalto brillante rodeado de miles de personas de muchos lugares y un viento helado que me empuja y le hace recordar a mis huesos que sigo vivo, y que es mejor seguir caminando. Me veo cada día llegar a un lugar que no es mi casa, a una colchoneta tendida en el suelo que me aguarda para conciliar el sueño, aprender a cocinar con lo que encuentro y tratar de no perderme caminando, en el bus o en el Subte…Me veo cambiar de vida y estoy bien con ello. Como yo, son muchos los inmigrantes y sobre todo colombianos (muchos en esta ciudad) los que suelen contar historias como la mía, muchos buscando una buena oferta para estudiar, para trabajar o para vivir su camino, pero sobre todo, con una sonrisa, porque Buenos Aires tiene de todo, y me ha hecho crecer, recordándome cada día lo que he aprendido, y que en esta ciudad no se debe temer a aprender vivir y seguir caminando.

Me gustaría terminar citando a un gran compositor que se conocen muchos; Cerati ya lo habría dicho, y yo hasta ahora logro vivirlo. “...Me verás volar, por la ciudad de la furia Donde nadie sabe de mí, y yo soy parte de todos, Con la luz del sol, se derriten mis alas, Solo encuentro en la oscuridad, lo que me une, Con la ciudad de la furia...”


Canto al Diablo en el Purgatorio

Por Joel Rozen Estudiante de Comunicación joelrozen@gmail.com

Inspirado en el Racing de Argentina, en 1927 el Club América de Cali fue fundado, pero sólo hasta un buen día de 1931, el equipo de los campos de Galilea hizo un pacto endiablado. Escogió un escarlata deslumbrante y una insignia carnavalesca, vívidamente llamativos; pero del causa-efecto de aquel tratado quedó un anatema enclaustrado… Con el sobrenombre acuñado, los Diablos Rojos deslumbraron, y en 1948 al profesionalismo, de la mano de Salcefer, se incorporaron. Y entonces apareció Garabato, y resistiéndose a que el onceno, del que era asociado, se volviera profesional, una lapidaria frase vaticinó a pregonar: “que lo vuelvan profesional, que hagan con el equipo lo que quieran...que, por mi Dios, América nunca será campeón”, mientras el resto de los socios con carcajadas lo ignoraron. Aunque en la década de los sesenta se coronó subcampeón, la maldición no desgarró. Y coincidencia o no, América esperó. Treinta y un años divagó y de la mano de Gabriel Ochoa Uribe, en 1979 un título conquistó… fue ‘Aquel 19’ cuando el pueblo triunfó. Los estoicos guerreros de Ochoa, la condena a la que sentían estar atados, en el éter esfumaron. Y en las primeras páginas de los diarios, aquel furor, fue relatado: Campeón y el pueblo caleño no ha podido conciliar el sueño. El desborde de entusiasmo, el frenesí, el paroxismo incontrolable, todo el mundo se volcó a las calles, para expresar una euforia contenida por tanto tiempo (García, J. [1979, 20 de diciembre], en El País, Cali)

Los ochenta y los noventa fueron todo un bulevar, y a los fanáticos nos lograron emocionar, con los ires y venires campeonatos conquistaron y con buen espectáculo nos enamoraron. Falcioni, Gareca, Polilla, Usu, Pipa, Alex – salieron condecorados, y el rótulo de ídolos les fue inculcado. Los Diablos Rojos en el continente se posicionaron, aunque la Libertadores jamás alzaron. Incluso en 1996 segundo en el mundo fue nombrado.

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Pero en 1998 todo cambiaba y aquella ‘Mechita’ veía cómo todo colapsaba. El eco efímero del narcotráfico hacía años que cargaba y ahora los gringos lo penalizaban. América en la Lista Clinton era incluido y su tradición otrora de gran equipo entraba en un nuevo limbo. Otra execración, con nombre y apellido, y de los Rodríguez aún no nos escabullimos.


Con el nuevo milenio el miedo se evaporaba y un fugaz éxito De La Pava lograba, en tres ocasiones consecutivas campeonaba y así alcanzaba lo que para ese entonces los americanos acostumbraban. Otra crisis al equipo ahondaba y ahora en el ámbito económico todo recalcaba. Con las cuentas congeladas y la institución satanizada mucha ilusión a los hinchas no nos quedaba… Aunque todavía faltaba la revancha de Umaña, las finales no ganaba y en 2008 por fin su historia cambiaba. Bajo su batuta la trece se estampó y en el escudo del diablo con fuerza se aferró. Siendo de Colombia el más galardonado, un año después fue ratificado. En 2009 América fue circunscrito sobre todo Sudamérica en la novena posición como equipo del siglo. Y aunque para algunos pasó desapercibido, de trigésimo séptimo en el ranking histórico fue incluido. Sin hosquedad, sin maleficios, sin más sortilegios ni cataclismos, democratizarnos se nos ha ocurrido, aunque algunos opinen que es atrevido. Desfilar por el ostracismo del olvido quisieran otros que hubiese acontecido, pero América es más que tan sólo un equipo. Alfonso Bonilla Aragón alguna vez lo había advertido, y en el diario local era publicado: América es la pasión huracanada de un pueblo. Esta frase es la constancia eternizada de un amor (Bejarano, 1997:14). Porque América es uno, el legendario del año veintisiete. El fabuloso de 1932 […] El de ayer, el de hoy o el de mañana […]El nuestro no es un club por acciones, sino todo un pueblo uniformado de rojo[…] Porque el nuestro no es un equipo de fútbol solamente. Es una explosión humana, una pasión aberrante, una arbitrariedad del corazón (Bonillla, A. [1967, 11 de febrero] , en el Diario Occidente, Cali).

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Lugares

En la cuna Del “pan y el circo” Ángela María Quintero Fernández Estudiante de Comunicación angelaq@javerianacali.edu.co Me detengo por un momento. La gente presurosa sigue de largo. A lo lejos se alcanza a observar ese imponente ícono de la antigüedad. Es imposible no sentir emoción o al menos asombro al estar parada frente al Coliseo Romano, ese edificio ovalado de 48 metros de altura. Es curioso porque precisamente este anfiteatro, tal vez la obra más impresionante de la arquitectura romana, se encuentra en el corazón de la ciudad, pero el ambiente se torna distinto; es como salir de la caótica Roma moderna, dejar atrás el tráfico y el ruido de las Vespa que en ocasiones puede llegar a ser molesto, para adentrarse en ese período de gladiadores y Césares. Pensar que este edificio ha sido testigo de la historia de la humanidad desde su construcción en el siglo I D.C., sobreviviendo a incendios, terremotos, bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial y saqueos, me parece aún más fascinante. Simplemente reposa ahí, en ruinas, en el centro del que algún día fue el imperio más poderoso del mundo occidental. Una cadena de arcos semidestruidos bordea el anfiteatro. Restos de esculturas de animales y romanos reposan a ambos lados del pasillo principal que da

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vuelta a todo el lugar. Una cruz negra, tal vez de unos tres metros de altura, reposa en honor a los mártires de los primeros siglos del cristianismo. Es un lugar callado, tranquilo, más bien sombrío. Niños corren entre los pequeños cuartos. Algunos padres advierten a los pequeños sobre el piso desnivelado, otros tan sólo observan el paisaje que los rodea. En el centro, la arena. En realidad, de

El segundo piso del Coliseo Romano, todavía me sorprende y no puedo contener mi imaginación al pensar que hace miles de años eran romanos quienes estaban ahí mismo, apreciando no las ruinas sino espectáculos públicos donde el entretenimiento del pueblo implicaba la lucha a muerte entre dos personas. A mi derecha y un piso más abajo, más cerca al escenario, está el palco del emperador con su esposa y cerca de él los sacerdotes y magistrados. Las graderías ascendentes correspondían a aristócratas, después ciudadanos ricos, ciudadanos pobres, y en lo más alto, sin siquiera asientos, las mujeres pobres. El atardecer cubre al coliseo de gris. Los arcos se iluminan y los turistas dan de nuevo la cara a la Roma actual. Yo me voy, pero allí queda ese gigante guardando en sus entrañas los secretos de romanos, gladiadores, prisioneros, cristianos y de todas las personas que en alguna época escucharon allí mismo que para mantener contento al pueblo había que darle “pan y circo”.

esa plataforma de madera cubierta con arena donde se llevaron a cabo peleas de gladiadores, caza de animales como rinocerontes, hipopótamos, elefantes y leones, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas, e incluso torturas durante los inicios del cristianismo, no queda nada. Pero esto permite, mejor aún, apreciar el laberíntico subsuelo que albergó gladiadores, animales salvajes y condenados. Túneles recubiertos con musgo y naturaleza atraviesan de lado a lado el lugar.


de lo Mucho y lo poco Diana Laverde Asistente de la Carrera de Comunicación dianalaverde@javerianacali.edu.co Es martes, creo que este día fue hace un mes. Me levanto temprano, como todos los días, para ir a trabajar. Después de bañarme y vestirme, bajo a desayunar. Prendo el televisor. Busco rápidamente el noticiero (para salir bien informada de mi casa, digo yo). Mientras tomo mi infaltable chocolate mañanero pasan los titulares. Asesinan, atacan, capturan, retienen, violan, acusan, explotan, asaltan, atropellan… Son algunas de las palabras que encabezan las noticias de este día (de los días pasados y puedo estar segura que de los futuros). No me parece raro, siento decirlo así, pero es la cotidianidad que tenemos que asumir de nuevo. Estoy cansada de verlo pero no puedo enceguecer.

tros mismos con rareza y presión social. Por ahí se empieza. No podemos exigir cuando nos estamos comportando a la altura de las acciones erróneas de otros. De esta reflexión les dejo mi profunda conclusión: Necesitamos mucho de lo poco. ¿Ya lo sabías, verdad? Es obvio...Entonces apliquémoslo en nuestras acciones, los cambios inician resistiéndonos a entrar en esta impuesta cotidianidad. Esta es la mejor oportunidad para señalar y juzgar a los que tan mal actúan y afectan nuestra comunidad.

Últimamente, después de aquel significativo martes, salgo de mi casa con un sentimiento de desilusión que me invade al ver y escuchar nuestro “prometedor” panorama nacional. He intentado no enterarme, pero así no vea el noticiero, apague la radio, olvide las páginas de noticias en Internet… Llega, llega todo a mis oídos de boca de otros. Es que hoy no hay más tema, nos estamos alimentando de dolor, sangre e injusticia. Yo la verdad, no me quiero engordar de esto. Tenemos mucha droga, mucha bala, mucha maldad, mucha corrupción, mucha hambre, mucha ambición, mucho individualismo y mucho de ilegales. Lo interesante aquí es que a nuestra promisoria realidad no la hace lo mucho que tenemos, la hace lo poco, lo que tenemos que alimentar. Tenemos poca tolerancia, poco respeto, poca legalidad, poca justicia, poca seguridad, poca educación, poca cultura, poca empatía, en conclusión, poco de buenos… Da grima esto, y sobre todo el ver hasta dónde hemos llegado. ¿Qué está pasando? Sobre todo qué pasa por la mente de los niños y los adolescentes que, por cualquier situación, apuñalan a sus “amigos” o que simplemente se citan para darse pata y puño en un parque de la ciudad. ¿Qué ejemplo hay en sus hogares?... Si se les puede decir así. Necesitamos acciones serias y contundentes frente a esta problemática, nada de esto debe seguir el rumbo mortal que ha tomado. Niños, niñas, hombres y mujeres, esta ola de violencia no discrimina ninguna característica, lo único que les veo en común es que todos son inocentes y víctimas de un absurdo régimen, impuesto por unos pocos, que hoy se convierte, sin derecho a tregua, en nuestra cotidianidad, no sólo local sino nacional. Estas anómalas formas de comportamiento deben dejar de ser normales y ser juzgadas por noso-

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AnDréS Felipe uñoz, un CaMpeón a la Vuelta Del BerchMans

Por César Augusto Hurtado Estudiante de Comunicación cesarhr18@gmail.com

donde ella también entrenaba. Para esto, él siempre tenía una misma respuesta “NO”, pues le parecía que el patinaje era un deporte para mujeres y no le llamaba para nada la atención.

menor cosecha en medallería, consiguió el primer mundial en la categoría de mayores. Era la primera medalla en oro de Colombia en velocidad en mundiales en la mencionada categoría.

Sin embargo, tanto tiempo de insistencia de Ana María tuvo sus frutos, pues gracias a ella es que hoy podemos ver a Andrés Felipe dejando en alto la bandera de nuestro país en todos los certámenes donde compite y ratificando que el Valle es potencia en el deporte.

A pesar de lo determinante de sus triunfos Andrés Felipe no estaba muy convencido de lo que hacía. Con los años llegó considerar el patinaje no sólo un deporte sino una forma de vida a la que le dedica gran parte de su tiempo, por no decir que todo, pues cada cosa que hace gira en torno a esta actividad.

Las ruedas de oro De haber sabido que Andrés Felipe Muñoz Franco iba a ser el mejor patinador colombiano del momento, me hubiera interesado mucho más en sus hazañas y tirunfos conseguidos mientras estudiábamos juntos en el Colegio Berchmans, en Cali. Tantas mañanas que llamaban a lista y cuando llegaban a Muñoz nadie respondía. Lo único que se me venía a la cabeza era “este man sí que vive sabroso, nunca viene al colegio”. Ahora sólo me queda leer sus logros en los periódicos, seguir las competencias que tengan lugar en la ciudad y darme cuenta que todos los reconocimientos alcanzados son fruto de su esfuerzo y perseverancia. “Un deporte de mujeres” Todo comenzó con la persistencia de su hermana menor, Ana María Muñoz Franco, que lo invitaba a practicar esta disciplina en la pista de la Unidad Deportiva Panamericana

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Con tan solo 22 años, Andrés Felipe acumula numerosos triunfos en su corta carrera, entre ellos, nueve títulos mundiales, uno en mayores y los ocho restantes en juvenil. Además, tiene en su poder más de 50 medallas entre oro, plata y bronce obtenidas en campeonatos nacionales e internacionales. Andrés Felipe ha participado en cuatro Mundiales de Patinaje de Carreras. El primero fue en el 2003, en Barquisimeto, Venezuela, donde ganó una medalla de plata y una de bronce. En el 2004 fue al Mundial de Italia, donde conquistó cuatro preseas de oro, una de plata y una de bronce. Otro en el 2005, en Sushou, China, donde obtuvo cuatro medallas de oro, una de plata y una de bronce. Por último, en el 2008, en Gijón, España, obtuvo una de oro y otra de bronce. Aunque esta última participación significó su


LuGares

guajira, guajira

Por Daniel Vaca Llano Estudiante de Comunicación dani_87@hotmail.com De innombrables cumbres y tupidas playas Desérticas lunas, airosas miradas Lechos coloridos meciendo los sueños, Curtidas sus pieles, claros sus anhelos Noches estrelladas, vientos furibundos Bañan enterita la punta del mundo Cabo de la vela habrá sido llamado Un hombre confuso: ¡es tierra, no un barco! Granitos de oro despiden los soles Montañas de sal abrazan las aguas Cielo y mar confunden una misma tierra Combinando razas, matices, costumbres Guajira, Guajira ¿Qué será de ti? Tan bella y tan frágil, cuna de la vida Estirpe y linaje tejen noche y día Lazos irrompibles, pactos consagrados Guajira Guajira, Yo también quisiera… Pero en carreteras de púas y fieras, De hambrientos leones y de gallinazos ¿A dónde llegarás con tus pies descalzos?

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Especial Bicentenario

La batalla y la polonesa

Por Lina Botero Estudiante de Comunicación linab0ter0@hotmail.com

Hace doscientos años estaba sucediendo lo que doscientos años después no deja de mencionarse. De independencias y otros relatos fueron los meses previos a julio; de bulla y cortinas de humo los siguientes, después de aquel día veinte. En este país, que tiene suficientes combustibles como para hacer explotar y lograr la apropiación de un término ajeno como es el de “desarrollado”, pasaron cosas que tuvieron nombre propio. Que Nariño, que Salavarrieta, que Torres, que Sucre, que Santander... Pero hubo un personaje que supo liderar como los dioses pero también errar como sólo podemos hacerlo los humanos… Aún se rasca las bolas al no poder descansar en paz. Nombrado en cuanto papel existe, en todos los canales que te exponen la historia sin decirte qué piensa ese que la expone, en toda cuña radial para “dizque atraer oyentes”, en todo libro reciente, en todo el todo comunicativo; se lleva a cabo, una vez más, una breve rasquiña al hacer parte de este dibujo de palabras. Mil ochocientos diecisiete. Treinta y cuatro años padece Bolívar y a kilómetros de distancia se compone una polonesa. En exterior, campo de batalla, luz día, llega a mi mente el inicio del guión para la subordinación que están padeciendo los realistas de Guayana, tras la oposición liderada por Bolívar. Nuevamente en esos días soleados de julio pasan cosas. El plan libertador está logrando su cometido. La polonesa aún no suena. Un minuto podría durar la escena que planteo. Digamos que tres personajes representan toda una batalla de sumisión. Bolívar vence a Miguel de la Torre, el subordinado de este tercer personaje que, realmente, no aparece dentro del encuadre, Pablo Morillo. Si hay dinero, costeamos unos cuantos actores de más. La escena de batalla está lista para ser rodada. Estamos en los inicios del cine. Llenémonos de suposiciones. Supongamos que esos inicios tuvieron cuna en Colombia. Volvamos a la escena, el plano está en su máxima expresión: el rostro de Simón listo para contra-

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atacar. Plano general, la batalla comienza. Tenemos muy poco carrete de película. Un minuto de tiempo, grita el director. La derrota debe ser inmediata y Simón con un pie sobre el derrotado, mueve un poco su cabellera y señala que han sido los vencedores. Este Simón espera tener un buen registro en la cámara. Es un tanto metrosexual y poco tolerante con los malos planos. Los españoles de Guayana han sido derrotados y el proceso está progresando. Entra la polonesa. Estamos cortando las tiras, el carrete y próximos a unir el minuto de película. Cortamos y pegamos. Ha quedado editada y hace falta algo, un sonido, un gesto que altere los sentidos de quien irá a ver la película en unos años. Volvemos al término de “a kilómetros de distancia”, y por allá en Polonia, faltando todavía cien años para recuperar su independencia, un niño compone una polonesa. Nosotros queremos esa polonesa para dar emoción a la batalla de aquel hombre de treinta y cuatro. En nuestro mundo de suposiciones traemos la polonesa en mp3. No la descargamos, todavía no hemos llegado a aquel panorama, pero sí logramos que nos hagan un envío. Orville y Wilbur Wright, convencidos de formar parte de nuestro anacronismo, nos prestan uno de los suyos y trasladan su creación hasta Europa Central. El niño entrega -firmando sus derechos de autor- esta polonesa. El envío llega al set de edición. Se unen las piezas. Doscientos años después, aún no hay conocimiento de esta batalla en formato audiovisual. A duras penas narro estos instantes. Pero sí nos quedan por separado la batalla y la polonesa. El niño que compone, expone públicamente su polonesa, un año después. Bolívar sigue haciendo de las suyas esperando su inmortalidad. Fréderic Chopin nunca conoció a su actor y Simón a su compositor. Mis pretensiones quedan sólo en mi imaginación y mi imaginación me contó una vez que me gustaba Chopin, que me gustan las historias que mi papá me cuenta sobre los doscientos años atrás, que no conozco a Simón pero que me gustaría tomarme


una foto con él. Que no conozco a “Federico” pero que me quedo más con el polaco que con el caraqueño. Que soy más de pasión que de guerra. Polonesa en sol menor fue la primera composición de Chopin y su vida estuvo llena de técnica, precisión y pasión. Aquel Bolívar sí que fue apasionado. Se quejó de su escena en la batalla, dijo que se veía un poco gordo. Que quería liberar naciones para después unificarlas. Lo logró. Que quería una independencia. Lo logró. Liberó a un país y murió de tuberculosis con más años vividos que los de aquel polaco. Doscientos años después y aún suena su nombre con agradecimientos y homenajes. Él murió y entre sus últimas palabras, alcanzó a suspirar afirmando que había arado en el mar. Simón se quejó como en nuestra película. Mi polaco, habló de la felicidad. Treinta y nueve años y la muerte lo acechaba, dicen los que no mienten, que decía “estoy en la fuente de la felicidad”. Un número dos y dos ceros atrás. De agradecimientos está lleno el lenguaje para Simón. Hoy, yo sólo quise quejarme un poco.

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Especial Bicentenario

Los DesacuerDos entre Colombia y Venezuela: ToDo queDa en faMilia Por Martín Espinosa e Iván Rojas. Estudiantes de Comunicación y Ciencia Política mcespinosa@javerianacali.edu.co iderojas@javerianacali.edu.co Hablar de identidad latinoamericana es bien difícil, pues hace más de cinco siglos nuestra propia historia fue cortada de un tajo por los invasores europeos que convirtieron a la población indígena del continente en “minorías étnicas”. Una vez existió el sueño de una “gran nación” conformada por lo que actualmente es Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador y pequeños territorios hoy pertenecientes a Costa Rica, Perú, Brasil, Guyana y Nicaragua. Parte de eso se consolidó entre 1821 y 1830 cuando el Congreso de Cúcuta, en 1821, creó la Gran Colombia. La pregunta es, ¿por qué duró tan sólo diez años este proyecto de integración? Sencillo, no era una sola nación. No existía una identidad que cobijara a tanta gente tan distinta bajo un solo territorio. Es normal que se piense ¿por qué entonces, un país tan grande como Estados Unidos, sí puede mantener más de cincuenta Estados bajo una misma bandera, y de hecho

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lo ha logrado tan bien que hoy es la superpotencia hegemónica a nivel global? Pregunta sencilla de responder. Primero, las condiciones geográficas así lo permitieron. Si hoy es complicado llegar a Bogotá por tierra, imaginemos a cualquier persona en 1821 tratando de viajar entre Caracas y Bogotá a lomo de mula. Segundo, los intereses de los poderosos de cada una de las regiones que conformaron la Gran Colombia nunca coincidieron y las guerras intestinas entre centralistas y federalistas terminaron con el sueño de una patria unida. La construcción de la identidad latinoamericana se ha alimentado desde la propagación del hegemonismo continental, de la globalización y de las pautas impuestas por Estados Unidos, ya sea para acompañar a Colombia o para oponerse a la Venezuela chavista. Por lo tanto, el cambio de identidad que se da en la región es macro-estructural. El conocimiento estructural que se desarrolla entre las dos naciones a partir de estos cambios en el mundo es opuesto. Hay quienes dicen que Latinoamérica nació libre de las cadenas de la realpolitik y que es una región de no guerra y por ende su identidad colectiva regional no es de tensión


interestatal o de amenaza. De hecho, se podría afirmar que hay una complementariedad en toda Iberoamérica a causa de la división internacional del trabajo, pues su búsqueda va más allá, ya que se liga a intereses más económicos que territoriales, tal vez pasando por la integración de la Gran Colombia hasta llegar a la creación de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Estados Unidos ha tenido mucho que ver con la construcción social y política de la región desde comienzos de los años noventa, particularmente después de la disolución de la Unión Soviética. Puede ser que Estados Unidos sea el principal socio comercial de Colombia, pero esto se debe en gran medida a los volúmenes de exportaciones de petróleo, carbón y café. Venezuela es nuestro segundo socio comercial y a pesar de que el volumen de exportaciones es menor que el de Estados Unidos, a Caracas se exportan bienes que tienen valor agregado, es decir, aquellos que generan más empleo e impulsan la economía, ya que son productos que cuentan con procesos que implican mano de obra cualificada. A principios del siglo XIX con la exportación de cacao, Venezuela era un país rico. Entró posteriormente en una etapa de depresión pero con el descubrimiento de sus inmensas reservas de petróleo, volvió a constituirse en un país que podía darse el lujo de vivir de la renta. Colombia, por el contrario, al no ser un país rico, siempre ha tenido que buscar la manera de diversificar su economía y desarrollar diferentes industrias y productos para sostenerse. En esta relación, Venezuela siempre le ha comprado a Colombia los bienes con valor agregado que produce. Tal como expone Omar Rincón, los presidentes hoy día se han convertido, más que en mandatarios, en estrellas de televisión, en galanes. Evo, Correa, Chávez y Uribe eran fieles exponentes de esta tendencia. Este comportamiento, profundizó la crisis colombo-venezolana en los últimos años del gobierno de Uribe. Con la llegada de

Juan Manuel Santos a la presidencia, las relaciones bilaterales se restablecieron en pocos días, a pesar de que Santos desde el periodismo y desde el poder, había sido uno de los principales detractores de Chávez. España tuvo muy buenas relaciones con Francia a pesar de que la ETA estuvo en territorio francés por varios años. Hace un tiempo comentamos con mucha indignación: “En el fondo todo es un gran engaño sólo para manipular a la opinión pública. Uribe tuvo excelentes relaciones con Chavez entre el 2002 y el 2007, con un comercio creciendo a tasas insospechadas y desde esa época se sabía que había campos guerrilleros en Venezuela”. Un coronel retirado, escuchó lo que decíamos y nos sonrió: “Qué ingenuos son…En Venezuela hay campos de guerrilleros desde hace 40 años”.


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diario De batalla

Por Jordi Ayala Estudiante de Ciencia Política jsayala@javerianacali.edu.co He buscado contar esta historia de muchas maneras. Días enteros he pasado pensando cómo contar lo que viví al interior de las filas patriotas, noches enteras reviviendo el recuerdo de lo sucedido. En este momento es insoportable ver las imágenes rondar por mi cabeza, los sonidos y hasta el olor del campo de batalla. Tal vez sea importante documentar esto y por eso empezaré por contar lo que tanto me atormenta. Un día más caminando detrás de quienes han sido mis compañeros durante todo el tiempo en el que marchamos hasta Boyacá. Otro día en el que veo caer ante mí los cuerpos sin vida de negros, mulatos, zambos, mestizos e indígenas que hasta hace unas horas compartían, como en las familias más unidas, las bendiciones del descanso y los pocos alimentos, eso sin tener en cuenta los que dejaban su existencia detrás de mí… Otro interminable día soportando la inclemencia de las montañas. Somos un solo cuerpo, un solo ser que se mueve y respira al unísono, conformado por cientos de hombres, golpeados por el crudo invierno y la altura a la que nos encontramos; guiados más que por un objetivo que se encamina hacia la victoria, por el sonido constante de los pasos de los hombres en

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conjunto, el galopar de los caballos y el ensordecedor ruido del viento que baja de las montañas. Organizados en una larga fila de cientos de metros, marchando como almas en pena hacia las grandes puertas del infierno, encaminados hacia lo que posiblemente será la culminación de sus miserables vidas. Traídos de innumerables regiones a lo largo y ancho de la Nueva Granada pero unidos por un mismo sentimiento independentista, siempre imaginando qué habrá detrás de la próxima

colina, una tropa con provisiones, una hacienda con extensos prados donde descansar o lo que para todos es más posible encontrar, no siendo pesimista, una fuerte división de la armada realista. Así se siente en las filas patriotas. Más adelante comienzo a ver los cuerpos de aquellos soldados que han caído cruzando este sendero, abatidos por el cansancio, rostros demacrados, manos y pies cubiertos por las llagas que este

extenuante andar han causado. Algunos, inútilmente, piden ayuda a sus compañeros pero retumba la orden del general… “No detener el paso en ningún caso”. Otros, sencillamente, han dado su último aliento como consuelo al sentimiento de cansancio extremo que el terreno, la altura y las heladas temperaturas les ha causado. Son ya tres meses de andar y luchar. El frente consta en este momento de unos 3.000 hombres que luchan contra el general José María Barreiro, exhaustos, pero dispuestos a dar la vida por la causa del general Simón Bolívar. No sobra decir que el miedo se apodera de la tropa a medida que se cruza por Boyacá. Se rumora entre los patriotas que el general Simón Bolívar prepara una estrategia que podría ser el golpe de gracia contra los españoles y la culminación de tantos días de ardua lucha que comenzaron con el plan del Libertador en la Aldea de los Setenta, región de Apure, en el Casanare. Unos kilómetros más adelante. El olor a pólvora y tierra húmeda inunda el ambiente. Son ya las cinco de la tarde y lo primero que noto son los pequeños grupos de combatientes que rompen la monótona imagen de las montañas descansando sobre el suelo lleno de surcos, luego el retumbar de los cañones, como cuando los campesinos


preparan la tierra antes de sembrar sus semillas. En ellos se ven los rostros que aún después de la batalla se encuentran congelados, como si su último grito de batalla hubiese quedado intacto y el sentimiento de angustia, alimentado por el temor natural de perder la vida de forma trágica, aún sigue vivo en sus pensamientos. De frente al grupo de soldados y junto a enormes pilas de cuerpos ordenados por algunos soldados patriotas que se deslizan sobre el pasto cubierto de una masa viscosa, mezcla de sangre y barro, de color oscuro y un pesado olor a hierro, algunos desmembrados, cubiertos de suciedad y sangre, incluso revolcándose entre los cuerpos de sus compañeros de batalla, otros calcinados y aún humeando, se encuentra un grupo de hombres amarrados y sentados dándose la espalda, como si descansaran sobre el amargo sabor de su derrota,

algunos heridos y otros golpeados. Resalta su mirada, vacía, carente de vida, como si su alma hubiese quedado atrás, como si hubiesen muerto en aquella escaramuza, como si su sueño de vivir o morir, protegiendo los intereses de la corona, se hubiese esfumado en ese instante, como si no tuviesen nada que perder porque para ellos ya todo se ha perdido, pero sobre todo, resalta la imagen de quien era el general de la tropa realista, el general Barreiro, reducido a prisionero, con su mirada baja, su uniforme rasgado y esperando lo peor de sus captores. Se escucha también entre los hombres un rumor: aquel niño que se encuentra frente al general Simón Bolívar fue quien atrapó a Barreiro… Un niño de escasos 12 años fue quien detuvo al jefe de la tropa realista antes de huir del frente de batalla, un pequeño escuálido e inocente niño que apenas si puede cargar una bayoneta. Ante este grupo de soldados muertos en vida, los patriotas llenos de alegría y fervor por la victoria se pelean por las mejores armas incau-

tadas, entre éstas es fácil reconocer un gran número de municiones, armamento, caballería y artillería que horas antes eran empuñadas por sus rivales. En este punto me encuentro, cubierto de humo, parado entre cuerpos sin vida y personas reducidas a algo más que animales de carga, contemplando la suciedad y la destrucción, observando la quietud pero al mismo tiempo el movimiento, sumido en el estridente sonido del silencio, sobre la sangre de los que cayeron luchando, entre la victoria y la derrota, haciendo parte del desorden, sufriendo el cansancio, intoxicado por el olor a pólvora y humedad, en pocas palabras haciendo parte de la gloriosa devastación producto de los sueños independentistas de un pequeño grupo de criollos y plebeyos dispuestos a anclar la bandera de una nueva gran nación independiente pero sobre los cuerpos de miles de inocentes.


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Superhéroes al rescate De los Comuneros

Por Luis Alberto Forero Estudiante de Filosofía laforeroc@javerianacali.edu.co 30 de Agosto, 2010, 19 horas. Me encuentro en el cuarto de estudio de mi casa, frente al computador pensando en el Bicentenario patrio. En un instante, tomo la decisión de iniciar un viaje que ha de empezar con la Revolución de los Comuneros en 1780. Para este viaje invito a Brick Bradford, experimentado piloto de la nave El Globo del Tiempo, llamada así porque tiene esa forma. Durante años, Brick viajó por el espacio defendiendo nuestro planeta y dando a su vez alegría a millones de niños y jóvenes que siguieron sus aventuras en los cómics. También irá con nosotros el Chapulín Colorado, quien con su inocencia y sencillez siempre está dispuesto a defender a quien lo necesita y quien también tiene millones de seguidores entre niños y jóvenes del mundo. Aprovechando la velocidad y adelantos tecnológicos de El Globo del Tiempo, rápidamente llegamos a la población de El Socorro, en el departamento de Santander. Es día de mercado y la plaza principal hierve con la multitud que allí se encuentra. De entre la multitud surge una mujer que incita a la gente a sublevarse. Con la experiencia adquirida en sus múltiples viajes por el espacio sideral y conocedor de la faceta de los líderes, Brick se dirige al sitio donde aquella mujer arenga y le pregunta por su nombre. “Soy Manuela Beltrán y esta-

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mos reclamando para evitar que nos suban los impuestos”, respondió la mujer, quien devolvió la pregunta... “¿Y tú cómo te llamas?” -Soy Brick Bradford, piloto de El Globo del Tiempo y vengo en compañía de El Chapulín Colorado, valiente defensor de los más necesitados además vengo con Luis Alberto, quien nos invitó a conocer la vida e historia de los héroes patrios colombianos. Me acompaña también Sadie - ¡Estas en lo cierto !, responde Chapulín. Todos de Saturno, quien es mi mujer y la inge- mis movimientos están fríamente calculados y ya verás que ese cambio se ha de producir. niera de vuelo de El Globo. -Ved este sufrido pueblo, que trabaja el -Manuela, cuéntanos quiénes son tus compacampo y al cual quieren oprimir cada día ñeros de lucha y llévanos al sitio donde se enmás.. ¿Y por qué estáis aquí?, pregunta cuentran, dice Luis Alberto. Manuela. -Sugiero que vayamos a Charalá, pues las gen-Venimos del futuro a conocer y sentir tes de los pueblos de Simacota, Mogotes y Chalo que la historia cuenta -dice Luis Alber- ralá, han venido desde hace algunos años proto-...Pero no podemos ayudarlos… Mis testando y haciendo levantamientos en contra compañeros y yo queremos estar al lado de la corona española. Además, allá esta José de ustedes conociendo aspectos de su Antonio Galán, verdadero líder, aguerrido y humilde campesino creyente y promotor de vida y la historia que han forjado. nuestra lucha. Contesta Manuela. -Hoy rompí el edicto que fijaron los chapetones aquí en la plaza donde se anun- “Yo opino... -dice El Chapulín- que es una bueciaba que el tabaco y el aguardiente ten- na idea”. drán nuevos impuestos, dice Manuela. -Bien -dice Brick- alistaré con Sadie El Globo y -¡Chanfle!, eres muy arriesgada, dice el tomaremos rumbo a Charalá. Chapulín. Al ingresar a la nave vemos con sorpresa cómo -Los españoles conquistaron estas tierras Manuela observa detalladamente y en calma y nos han traído su cultura, pero también el interior de El Globo y dice: “Parecidas a esta han destruido a todo un pueblo indígena serán las naves del futuro”. y su cultura.. Y ahora nos atafagan con más impuestos... Queremos que en los -¿Y tú cómo lo sabes?, interroga el Chapulín. próximos 200 años haya una patria grande y unida y que sea nuestra, dice Ma- -Soy una mujer campesina, que trabaja esta tierra y conoce el sentir y querer de sus gentes nuela.


y aunque habrá muchas luchas y dolor, este paraíso que Dios nos regaló será una patria grande… Lo presiento. Durante el viaje observamos muchas montañas, hermosos y caudalosos ríos, aún no contaminados. Es una región verdaderamente hermosa. Al fondo nos maravillamos con el Cañón del Chicamocha. -Miren, allí esta Charalá, dice Manuela. Brick dirige la nave hacia la plaza principal y se posa suavemente en ella. Un grupo de personas nos ve bajar y se dirige a nosotros. Al frente está su líder, un fornido hombre que suponemos es José Antonio Galán. Manuela lo saluda, habla con él y nos lo presenta. Galán nos cuenta que diez años atrás hizo su primer levantamiento y por ello fue condenado a prisión en Cartagena. Allí los españoles lo alistaron en el regimiento fijo, que enfrentaba a los piratas ingleses y a la primera oportunidad desertó y huyó regresando a Charalá. Analizadas las circunstancias, y estando todos de acuerdo regresamos a El Socorro, donde nos reuniremos con otros líderes. En la Hacienda El Hatillo, ubicada en Pinchote, provincia de El Socorro, propiedad de la familia Santos que apoyó desde el principio la causa independentista y donde nacería Antonia Santos (un descendiente suyo es el actual presidente de Colombia), que años más tarde organizaría y dirigiría la guerrilla de Comodoro, que habría de luchar en la denominada época del terror que generaron los españoles en lo que llamaron la reconquista. Decía que en El Hatillo se reunieron Juan Francisco Bermeo, Salvador Plata y otros sublevados y organizaron un ejército de 6.000 hombres. Ya en El Socorro, Bermeo y Plata nombran comandante a Galán y le entregaron parte de las tropas. Así, los Comuneros ini-

ciaron un recorrido hacia Santa Fe de Bogotá. En el camino se les unieron 20.000 personas y al llegar al sitio denominado Puente Real (Hoy Puente Nacional) cerca a Vélez, tienen el primer enfrentamiento con los españoles, que al enterarse de la revuelta, trataron de cortarles el paso hacia Santa Fe. Allí en una breve escaramuza, los Comuneros vencen a las tropas españolas que dirigían José Osorio y el capitán Joaquín de la Barrera. Los ocupantes de El Globo seguimos este recorrido desde el aire. Después de varias semanas, los Comuneros llegan a Zipaquirá. Allí, a seis horas de la capital, se concentra el más formidable ejército. En ese sitio los espera una comisión negociadora para tratar de evitar el ingreso a la capital. Los jefes sublevados presentaron el texto de las Capitulaciones, un pliego con 35 demandas, las cuales fueron aceptadas y aprobadas por la Real Audiencia. En ellas se establecieron rebajas en la sal, respeto a la propiedad de los resguardos indígenas, abolición del impuesto de armada de Barlovento, reducción del 4% al 2% del antiguo gravamen de la alcabala sobre productos europeos y exención total para los alimentos, algodón y la hilaza, reducción del precio del tabaco y los aguardientes, rebajas en el papel sellado, y amnistía general para todas las multas. También se convino dar preferencia a los criollos sobre los españoles en cargos administrativos y se perdonó toda falta a los Comuneros. Se estableció un control sobre los derechos eclesiásticos, en especial las tarifas de bautizos, matrimonios y entierros. Con el juramento ante los evangelios y una misa que presidió el arzobispo y posterior Virrey, Antonio Caballero y Góngora convenció a los Comuneros de regre-

sar a casa. Galán, quien no estuvo de acuerdo con esas capitulaciones, marchó con sus tropas por las riberas del río Magdalena, propiciando la liberación de los esclavos. Expectantes quienes estábamos en El Globo, observamos la alegría de los Comuneros por haber alcanzado sus propósitos sin llegar a una batalla inútil e igual vimos a Galán tomar un rumbo incierto y peligroso, pero que reconocimos era su destino. Como igual sería el destino de la mayoría de los sublevados, que en mayor o menor forma, aportaron para la futura causa independentista. Fueron ellos quienes sembraron la semilla de la que sería la libertad futura de esas promisorias tierras. Decidimos volver a nuestra base y preparar el siguiente viaje. Posdata: Tiempo después nos enteramos que el Virrey Manuel Antonio Flórez desconoció las Capitulaciones argumentando que habían sido producto de la fuerza e inició una dura y fuerte represión en contra de los sublevados. La mayoría fueron fusilados y ahorcados.

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Ilustraci贸n: Juli谩n Vargas Penagos Estudiante de Dise帽o de Comunicaci贸n Visual julianvargas@javerianacali.edu.co



Especial Bicentenario

Secretos De la “Operación Florero de Llorente”

Una historiadora payanesa revela quién fue el que inició el “tropel” del 20 de Julio de 1810.

Por Natalia Andrea Guevara B. Estudiante de Comunicación naguevara@javerianacali.edu.co

A propósito del Bicentenario, y de lo que cada 20 de julio se escucha: que somos “libres”, ¡Que viva Simón Bolívar!, que hace 200 años, que los españoles, que el Libertador…Pero, ¿realmente somos conscientes de nuestra propia historia? ¿del legado que nos dejaron esos hechos? ¿Sabemos el por qué de nuestra raza, de nuestras facciones, de nuestra lengua y costumbres?... En otras palabras, de nuestra cultura.

yanesa puedo asegurar merece más reconocimiento, gratitud y respeto. Para aquellos que no lo saben, Popayán es más que Semana Santa y paredes blancas. Es una ciudad ilustre por cuyas calles coloniales transita la historia. Un escenario abierto a la imaginación, la misma que se iluminaría si nos apropiáramos más de lo que cuentan los libros y los historiadores. Imaginación que nos puede convertir en espectadores privilegiados de los acontecimientos que 474 años de vida de la capital del Cauca nos permiten recrear. Para quienes reconocemos nuestra esencia, con solo entrar al centro histórico de Popayán nos sentirnos partícipes de las narraciones que cuentan los manuscritos olvidados en bibliotecas y museos, esos que a la espera que reviva el sentimiento criollo que subyace de todo colombiano por el hecho de nacer en esta tierra, se niegan a desaparecer junto con los mensajes que tristemente son más valorados en tierras extranjeras.

Hoy pareciera que cuantas más generaciones llegan a nuestra Tierra, más ingratitud florece, más se sabe de los extranjerismos y de la moda… Más conocido es Ronald Mc Donald que los libertadores, más se sabe dónde queda Times Square que la ubicación de Popayán, cuna de próceres y sabios que nos dieron la libertad y que como pa-

Así pues, entre mochileros y bohemios, entre la foto agüita y la señora de los algodones, entre arquitectura y faroles, rodeado de palomas, se encuentra en lo más central de la ciudad, el monumento a quien puede considerarse el orgullo payanés más eminente, el sabio Caldas. Figura que va más allá de una escultura en piedra, que reivindica esta metrópoli de sabiduría y que evoca el ingenio de esta tierra olvidada, cuya sapiencia gestó la estrategia para la independencia. Esa misma, que se celebra sin mayor amor de patria y cuyo protagonismo se le otorga a Simón Bolívar y a Francisco

de Paula Santander, valientes a quienes los payaneses consideramos virtuosos e importantes, pero que, sin embargo, a nuestro juicio, no deberían ser mas enaltecidos que nuestros próceres. En este orden de ideas, según el puño y letra de nuestro botánico, astrónomo, físico, matemático, ingeniero militar, geógrafo, cartógrafo, abogado y químico, Francisco José de Caldas, la situación de los criollos en la Nueva Granada era apremiante e injusta, ya que sólo los españoles tenían los altos cargos, y sin mayor esfuerzo, ganaban mucho dinero, mientras que los trabajos secundarios los obtenían los nativos, quienes trabajaban duro y ganaban poco. El también payanés Camilo Torres se decide a escribir en 1808 El Memorial de Agravios, documento en el que se consignan y se presentan las inconformidades del pueblo, siendo este uno de los primeros pasos dados en la búsqueda de la independencia de la corona española. Por otro lado, ya en 1810, Caldas, aprovechando que era el director del Observatorio Astronómico en Santa Fe, utiliza este lugar para reunirse todas las noches clandestinamente con Camilo Torres, Antonio Nariño, Francisco Antonio Ulloa, Jose María Cabal (la gran mayoría de origen payanés), quienes en conjunto organizan la estrategia para buscar la añorada independencia. Según cuenta el mismo Caldas, escogieron el viernes 20 de Julio por ser día de mercado, ambiente propicio para echarse una pasada por la tienda del español José González Llorente, quien detestaba a los criollos. Caldas lo saludaría amablemente, mientras que otro “conspirador”, Don Francisco Morales, quien iba estar en la tienda, lo reprendería por saludar al chapetón, pues Llorente había ofendido a los criollos. Así pues, se conseguiría


armar una discusión que propiciaría que los campesinos, aglomerados en la plaza, salieran armados y a la ofensiva. El plan se logra y así lo cuenta el propio Caldas: “Don José Llorente, español y amigo de los ministros opresores de nuestra libertad, soltó una expresión poco decorosa a los americanos, esta noticia se difundió con rapidez y exaltó los ánimos ya dispuestos a la venganza. Grupos de criollos paseaban alrededor de la tienda de Llorente, con el enojo pintado en los semblantes. A este tiempo pasó un americano que ignoraba lo sucedido, hizo una cortesía de urbanidad a este español; en el momento fue reprendido por don Francisco Morales y saltó la chispa que formó el incendio y nuestra libertad”. Aunque en sus escritos, el Sabio omite decir quién es el americano, Regina Varona, quien lleva 14 años estudiando la vida de Caldas, asume que es él mismo.

Teniendo en cuenta este relato, surgen preguntas como ¿Por qué el 20 de julio, es sinónimo de Simón Bolívar? y ¿Por qué no de los payaneses Caldas y Camilo Torres? La respuesta, o mejor dicho el culpable, tiene nombre propio: Antonio Nariño. Después del grito de independencia, al mando de los ya nombrados próceres, se libran duras batallas en las que los criollos consiguen salir victoriosos. No obstante, a pesar de que los líderes habían acordado con anterioridad, que si conseguían el poder la forma de gobierno pasaría de centralista a federalista, Antonio Nariño faltó a su palabra y traicionó lo acordado, montando un gobierno centralista. A esa traición le debemos el fusilamiento de todos nuestros héroes (1817) por parte de los españoles, ya que si Nariño hubiera mantenido lo acordado, no se hubiera iniciado la guerra más tonta y

sin sentido de ese entonces…Fue la época de Patria Boba, en la que federalistas y centralistas se enfrentaron por espacio de seis años, tiempo suficiente para que los españoles volvieran, armados hasta los dientes, y sorprendieran a los criollos. Acabada a punta de bala la vida de nuestros próceres, sus ideales mantuvieron y alimentaron el espíritu de libertad que posteriormente capitalizarían los generales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander. Si las nuevas generaciones se interesaran por ir más allá de un “Excelente” en la clase de sociales del colegio y buscaran en serio sus raíces entenderían que nos enfrentamos a una nueva colonización, silenciosa y descarada, que ante nuestros propios ojos se roba la esencia del ser colombiano: la globalización mercantilista… Ya los floreros vienen de China.


Especial Bicentenario

200 años De palabras e historias

Por Katherine Martínez Rivera Estudiante de Comunicación Editora de Pasá La Voz kmartinez@javerianacali.edu.co

Hace más de 500 años, tres embarcaciones con nombres gráciles: la Pinta, la Niña y la Santa María llegaron a nuestro continente, rebosadas de personas extrañas, con ropas de colores, y sombreros graciosos, hablaban raro, y nos miraban extraño. Tiempo después comprendimos que les pertenecíamos, o más bien eso era lo que ellos creían. Nos pegaban, nos obligaban a trabajar, nos robaban nuestras riquezas y nosotros no podíamos protestar, éramos simples marionetas… Y así estuvimos… ¿Cuánto tiempo? No sé… Demasiado, eso es seguro… Siglos más tarde, un 20 de julio de 1810, un tal Llorente se negó a prestar un florero de su tienda a unos criollos. Estos ante su negativa, quebraron el florero con la idea de provocar a los españoles y desencadenar lo que hoy se conoce como el grito de independencia. Ahora, la pregunta es: ¿Cómo conocemos esta historia si han pasado 200 años desde que todo esto ocurrió? La respuesta está escrita con lágrimas y risas, con pasión y honor y por qué no, con algo de ficción. Fueron llamadas Crónicas de Indias, mitos, leyendas, cuentos, historia… Yo les digo palabras, palabras que han trascendido los siglos, las generaciones, el papel y la realidad… Palabras que han estado en la boca y en la caligrafía de personas

que no estaban dispuestas a dejar que nuestra historia se quedara en el olvido, personas que deseaban dejar marcadas sus palabras en la inmortalidad. Así nació la literatura en nuestra América, en nuestra Colombia, por medio de relatos de aquellos indígenas que un día fueron colonizados por hombres de ultramar que trajeron la espada, la cruz, pero también un idioma que universalizó la pasión de contar historias. Aquí la literatura no nació con la elegancia de Shakespeare, ni las locuras de Saavedra. Nuestros versos no encierran el dramatismo de Romeo y Julieta, los amores de Don Quijote, ni las perturbaciones de un Hamlet. Aquí se narra la historia de un drama que se vivió en carne propia, historias de sangre, de amores prohibidos y de mitos que buscaban la explicación a una realidad llena de esclavitud y segregación. Con los siglos, nuestros escritores comenzaron a ser reconocidos. Ya no eran simples notarios de la historia, ahora eran creadores y literatos que no tenían nada que envidiarle a los europeos ni a los norteamericanos. Podemos sentirnos orgullosos de Sor Juana Inés de la Cruz, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Ró-

mulo Gallegos, Jorge Amado, Alvaro Cepeda Samudio, Germán Castro Caicedo, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Santiago Gamboa, Laura Restrepo y, por supuesto, de nuestro Nobel Gabriel García Márquez. Estos escritores descubrieron un mundo mágico para las letras. Sus narraciones están cargadas de emoción y sentimiento. En sus palabras no sólo se cuenta una historia, se cuenta la alegría, la tristeza, la desesperación o el júbilo de sus personajes. Se aprecia un universo construido en función de sus relatos, un mundo paralelo que satisface y llena al lector. Así es la literatura latinoamericana, un coctel de emoción, pasión y color. Estos escritores son revolucionarios, pero sus armas no son machetes ni escopetas, son plumas, tinta, papel y memoria, son sentimientos. De su lado está un arma infalible: el suspenso que captura y abraza al lector, ese mismo que una vez le salvó la vida a Cherezada en las Mil y una Noches, ese mismo que día a día despierta la inquietud de niños y jóvenes que vemos cercano aquel mundo fantástico de letras y palabras que recuerdan, que apasionan, que no permiten que la historia se quede en el olvido, que nos reviven 200 años de libertad, de tristeza, de amor, de pena, de gobiernos buenos y malos, de personajes que se tatúan en nuestras memorias, 200 años que, como dice Gabriel García Márquez, hay que vivir para contarlos.


de loS librOS a la ViDa real Por Juliana Aguayo Egresada de Comunicación julyaguayo@gmail.com Solo hay una cosa más placentera y banal que el dinero: La sensación de orgullo que algún día creemos culminará en éxito. A manera de anécdota recuerdo mi primera vez: Un cliente potencial que alimentaría más mi ego que mi bolsillo. Suficiente para un buen comienzo laboral. Nuestro primer encuentro parecía más un quiz de cultura general que una reunión de negocios, y aunque por un momento me arrepentí de tantas clases a las que no asistí, mi salvavidas mental hurgó entre tantos libros de historias y novelas sacando a relucir una retórica brillante que sagazmente cerró mi primer y gran negocio, adornado por un artículo escrito por doña Amparo Sinisterra de Carvajal, augurándome gran éxito en mi carrera laboral. Y comprobé una vez más que el poder de los libros no está en su contenido, sino en los atrevidos que se toman sus letras y las hacen vida. Todo esto para corroborar que la teoría está muerta hasta que alguien la toma, la hace vida y la renueva con su propia experiencia. Todo esto tiene un punto, y es que creo que a esta generación le falta un poco de rebeldía con causa, y es que tantos rudimentos educativos nos han vuelto “una nada”, porque los colegios y las universidades

“Que nadie establece normas salvo la vida. Que la vida sin ciertas normas pierde forma”. Benedetti modernas le apuntan a estudiantes intachables, con notas impecables. Esto no es grave pero en mi opinión perjudica un poco a la sociedad porque últimamente se forman masas, no hay líderes porque no hay causas… Sólo hay que cumplir y aprobar y si es posible con honores y de mil amores con todos los profesores… Además de compartir mi opinión, esta es una invitación a retomar causas, y no tienen que ser tan revolucionarias como para pasar a la historia, pero por lo menos que hagan de la vida una auténtica historia.


Especial Bicentenario

200 años Después, las revoluciones no han pasaDo por La gloria Por Diana María Melo Estudiante de Ciencia Política dimelo@javerianacali.edu.co La Gloria es una vereda ubicada en la parte rural de Buenaventura. Está conformada por los barrios El Esfuerzo, Matía Mulumba, La Rivera y La Gloria antigua. Sus habitantes se caracterizan por su amabilidad y sencillez, a pesar de las condiciones de pobreza, violencia, deficiencia de agua potable, saneamiento básico, vivienda digna, y fuentes de empleo.

En este sitio, rodeado de una espesa vegetación y una brisa tropical permanente, se encuentra un personaje conocido en la zona por sus habilidades como líder comunitario, experto conocedor de la fauna, la flora, los ríos y además por su capacidad oratoria, que lo convierten en uno de los garantes de la tradición oral de las comunidades afrodescendientes. Su nombre es José Mario Riascos, un hombre de aproximadamente 1.92 metros, corpulento, con voz gruesa y mirada expresiva que refleja nobleza, bondad, sabiduría y compromiso con su grupo étnico y sus antepasados. ¿Cómo nació la vereda la Gloria?

Doscientos años de independencia no parecen haber pasado por ciertas zonas marginadas de la geografía colombiana donde la historia la ha escrito la propia gente. La Gloria es uno de esos lugares.

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La vereda La Gloria es el resultado de migraciones de comunidades pequeñas que vivían en los ríos cercanos a Buenaventura. Estas comunidades por lo general buscaban la cercanía al puerto para comercializar los productos que como campesinos cultivaban. En otros casos se veían obligados a dejar sus cultivos y sus ranchos a causa de la violencia lo cual les exigía buscar una nueva vida. ¿Hace cuánto habita en la vereda La Gloria? Yo nací y crecí en una comunidad cerca al río Raposo. Fui criado por mis abuelos porque en nuestra cultura, el hijo mayor por lo general siempre termina criado por los

abuelos paternos. A mi abuelo le heredé esa capacidad de liderazgo porque él era el encargado de proteger a la comunidad. Entonces, llegué a la vereda La Gloria cuando tenía 18 años y esto era un monte. Conmigo llegaron otras personas trabajadoras con las que nos dedicamos a formar comunidad. Esto sucedió hace más de 40 años. ¿Qué situaciones difíciles ha vivido en la vereda La Gloria? Esta vereda es ahora conocida como territorio de paz, pero tuvimos muchos inconvenientes porque fuimos estigmatizados como un sitio donde se asentaban los actores armados ilegales que azotaron y azotan a Buenaventura y sus alrededores. Hace algunos años, este sitio tan tranquilo se vio invadido por un grupo armado ilegal que llegó exigiendo y amenazando a sus habitantes, generando temor y produciendo el desplazamiento de algunas familias de la vereda al casco urbano de Buenaventura o hacia Cali. Una de las personas amenazadas fui yo. Me dijeron que tenía que abandonar la zona, pero no sabía porqué. Como señal de esas amenazas mire lo que me dejaron (muestra en su cabeza una gran cicatriz realizada con un machete)… Como ve aún sigo aquí… Necesitaba a mi comunidad, necesitaba mi vereda y necesitaba mi sendero ecológico. ¿Cuál sendero ecológico? Bueno, la idea del sendero resultó porque se vio la necesidad de generar un ingreso para la comunidad de tal manera


todo el recorrido y ellos terminaron felices. Cuando llegamos, nuevamente me dijeron que me iban a dar una sorpresa, y yo pensé, esta gente lo que me va a dar es plata, y nada, se fueron y no me dieron ninguna sorpresa…Quedé más triste, pero bueno eso tenía que pasar.

que se beneficiaran todos, y mire no más, aquí cerca tenemos una reserva forestal en donde usted puede encontrar una diversidad de vegetación típica de esta zona del país. Yo empecé a visitar la reserva y abrí el sendero. Me imaginaba la gente que venía a conocer lo hermoso que es, y claro allí se iban a beneficiar los vecinos, usted sabe que el turista llega comprando todo lo que ve. Pero ¿sabe qué es lo que me daba tristeza? Que nadie me creía. Por el contrario, ellos pensaban que yo estaba loco, pues todos los días cogía mi machetico y me iba por la calle principal del pueblo. Yo escuchaba a la gente murmurando “…Ahí va Mario el loco, dizque a trabajar en el sendero ecológico”… Entonces me cansé y ya no volví a salir por la calle principal. Yo me les iba por detrás de mi rancho. Hasta que un día llegaron dos personas, un hombre y una mujer. Eran extranjeros porque hablaban enredado, y me dijeron que si era verdad que yo tenía un sendero ecológico. Yo me puse lo más de contento y los llevé para el sendero. Hicimos

A los dos días llegaron nuevamente, pero esta vez sí traían una sorpresa, un cheque por dos millones de pesos… Oiga y ahí sí fue… Ya me sentía que estaba recibiendo lo que había pensado con el sendero, ya nadie me decía loco porque se dieron cuenta que era verdad y que con ese sendero podíamos beneficiarnos todos… Cuando salía veía a los muchachos tomando biche, y les preguntaba ¿Qué están tomando?… Ellos respondían biche, y yo les decía ahí les voy a dejar una caja de cerveza pagada para que tomen. Después de eso empezaron a verme de otra manera. ¿Cómo logró convertirse en líder de la comunidad? Pues que le digo… La comunidad empezó a verme como líder cuando vieron que yo, sin necesidad y sin interés, económico aproveché lo que la región nos ofrecía para conseguir plata, y le cuento que empezó a venir gente de todas partes y llegaban preguntando por mí y yo salía todo contento a llevar la gente por el sendero y claro, también para ese entonces, me ponían a mí para que hiciera reclamos o para que atendiera personajes que venían a visitarnos. ¿En qué situación se encuentra ahora la Vereda? En este momento estamos en un debate, porque usted sabe, esta zona pertenece al municipio de Buenaventura y eso para nosotros en vez de generar ventajas genera desventajas.

Como usted puede apreciar, estamos un poco retirados de Buenaventura. Esto es una zona rural y por ende debería ser un consejo comunitario el que maneje o dirija las acciones sobre este territorio. Eso haría que muchos proyectos que se planteen para la zona se puedan realizar y no como está pasando ahora que la mayoría de esos proyectos y el presupuesto de este año se pierden por la corrupción y la politiquería. En este momento estamos peliando por eso. Si logran consolidarse como Consejo Comunitario, ¿cuáles cree usted serían los beneficios para la vereda La Gloria? Muchos, porque seriamos autónomos en nuestras decisiones, pues podríamos mostrar nuestra zona con todas sus riquezas y la gente tendría ingresos económicos. La idea es que esta zona se convierta en una zona turística para que la gente pueda conocer la diversidad de flora y fauna que poseemos. En fin, sería una mejora en todos sus aspectos.


charla Con Nora antes De clase De inglés

Por: María Mónica Herrera Estudiante en práctica de Comunicación herreramaria@javerianacali.edu.co

Son las nueve y media de la mañana y me encuentro en una de las mesas de Educación Continua de la Universidad Javeriana Cali conversando con Nora Beatriz Menza, integrante de la comunidad indígena NASA. Ella tiene 21 años, cumple el 18 de febrero y recuerda que el último cumpleaños la pasó muy bien. Cayó un día jueves. “Todos me felicitaron acá en la U. Me compraron una torta y nos fuimos para un barcito que queda por mi casa… Se llama Guararé Latino, es muy chévere, la música es muy buena, ponen lo que uno pide y el señor que atendía nos ayudó a partir la torta”. Hablando de su cumpleaños me confiesa que le encanta la música, que duerme con la grabadora encendida escuchando baladas y que su preferida es una que dice “Colgando en tus dedos”. Nora vive en un apartamento con una amiga. Todos los domingos viaja hasta su pueblo, Pescador, y visita a sus papás. Se devuelve el mismo día para Cali. El pueblito le queda a sólo una hora y media de la ciudad. “Viajo los domingos porque en la semana estoy con las cosas de la Universidad. Los viernes salgo siempre a las tres y me pongo hacer algo con mis amigos, casi siempre vamos a comer o cocinamos en una casa. Hacemos algo que tenga que ver con comida. Me encanta comer. No me importa engordarme. Mi comida preferida es la pizza hawaiana y el combo tres de Mr. Arepa”. Me cuenta que los sábados los deja para hacer sus tareas y que por eso el domingo es el día que viaja a su pueblito donde almuerza y comparte toda la tarde con sus padres.

“Mi mamá es mestiza y mi papá es indígena, indígena. Ellos se conocieron de una manera muy loca. Mi papá era el chofer del contralor en Caldono, Cauca, y mi mamá trabajaba en la Contraloría. Allí se enamoraron, pero mi abuelita lo odiaba”… Y suelta la carcajada… “De este romance nacimos cuatro hermanos. Somos cinco pero la última es adoptada”.

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Me dice que a las 11 tiene clase de inglés y que le gusta la materia. Nos acompaña su mejor amiga, Jessica. Ella también dice que la clase es chévere. Que la carrera de Psicología es muy buena y que no es tan pesada si uno es juicioso y no deja acumular todo al final. Nora dice que lo que habla Jessi es verdad y que “Gracias a Dios me ha ido muy bien”. Entonces aprovecho para preguntarle si cree en Dios. Ella me responde que claro, que desde su religión católica cree en él, pero no va mucho a misa. “Lo hago cuando me nace”. Afirma que se trata de un estilo de vida, es decir, “que lo que uno haga no le genere daño a nadie”.


Sigue contándome de su vida. Nació en Pescador “un pueblito chiquito pero muy lindo que queda por la vía Panamericana”. Ahí estudió en el Colegio Guillermo León Valencia. Luego se fue a vivir a Manizales donde hizo un curso técnico en preescolar. Adora a los niños y también relacionarse con la gente. Por esto eligió estudiar Psicología. “Ese era el sueño frustrado de mi mamá, ya que ella no pudo estudiar”. De su mamá me dice que “es el amor de la casa”. Ella la consiente y la llama mucho. Está siempre muy pendiente. “Mi mamá no quiere que se repita la historia… Por eso me quiere tanto. Cuando ella era muy pequeña mi abuelo murió, entonces desde muy joven le tocó trabajar en casas de familia”. De su papá, don Hermes Vitelio Menza, dice que es de esos hombres a los que les dan una cachetada y ponen la otra mejilla. Sin embargo, es muy frío con sus hijos. Ella me cuenta que eso es normal en las comunidades indígenas… “Los padres no son muy afectuosos con los hijos. Están más entregados a la organización que a la familia. Eso no me gusta”… Dice que si ella pudiera hacer un llamado les diría que los lazos afectivos son muy importantes en los niños, pues de eso depende su desarrollo a lo largo de su vida. Para ella su padre es una persona muy activa en la comunidad. Muchas veces Nora lo acompañaba a las reuniones, pero ahora no lo hace por falta de tiempo. Además, cuenta que una vez estuvo en unos de los rituales de limpieza que realizan para que las ideas se aclaren y los dioses vengan y que le pareció muy aburrido. “Yo no creo en eso, pero acompañé a mi papá. Llegamos como a las siete de la noche y estuvimos hasta las cinco de la mañana… La trasnochadita fue dura. Lo único que hice fue estar sentada mascando coca porque el resto lo hace el thewala, el médico tradicional. Él le hace a uno unos baños, o, como riegos con plantas”. Nora me confiesa que ni ella, ni su papá saben hablar NASA debido a que la tradición se perdió desde su abuelita. Sin embargo, me cuenta que su papá lo está intentando y que tiene una cantidad de libros. En ese momento le pregunto si sabe algunas palabras y me responde que las básicas, entonces toma mi lapicero y me las anota en una hoja. Thewala: El médico tradicional. Achanbiujo: Buenos días. Mangapete: Buenas tardes.

Continuamos conversando sobre su familia y me cuenta que ya todos sus hermanos están casados y que ella llegó a la universidad gracias a su cuñado. Le pregunto por su nombre y ella me responde con un nombre que en las últimas semanas había sido muy escuchado por mí, José Vicente Otero. Nora me cuenta que él es periodista y trabaja con toda la red de medios indígenas. Yo muy emocionada le cuento que a él mi profesor de Periodismo Electrónico me lo ha recomendado muchas veces pero que no había podido hablar con él. Ella me dice que claro, que lo que pasa es que en este momento él anda por fuera del país. Entonces las dos nos pusimos muy emocionadas y comenzamos a hablar de las emisoras indígenas. Ella me contaba que era “una cosa loca”, que ponen de toda clase de música, sobre todo andina, que la comunidad participa activamente y que es muy chévere… Me promete llevarme a una emisora que ella conoce en su pueblo y continuar en contacto… Ahora, a clase de inglés.


Lecciones Que JaMás se OlviDan Por Luis Ernesto Loaiza Rodríguez Estudiante de Comunicación leloaiza@javerianacali.edu.co “Los pollitos dicen, pío pío, pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frio”. Supongo que al leer esto, o más bien, al cantarlo, se nos viene de inmediato a la mente nuestra infancia. Las canciones y las rondas infantiles forman parte de nuestro pasado y estarán allí por siempre. No habrá manera de olvidarlas. La música ha sido estudiada durante muchos años. Miles de personas han querido saber qué es lo que ésta tiene pues logra transmitirnos sensaciones, estados de ánimo y expresar lo que sentimos. Por esta razón, podemos decir que la música es un proceso íntimamente ligado a lo afectivo. Las personas se identifican fácilmente con la música y logran establecer relaciones de afecto con ella. Tal vez, esa relación afectiva sea la explicación de por qué nunca olvidamos las canciones infantiles. Este es nuestro punto de partida, la música de la infancia, pues es un elemento muy importante y casi esencial en la educación y la formación de los más jóvenes. Implica un proceso en el que se desarrollan habilidades sensoriales, intelectuales y motrices a tempranas edades. Logra construir en los niños la capacidad de relacionarse con los demás y con su medio. Podría decirse que contribuye en gran medida al proceso de socialización primaria y de reconocimiento del entorno en el que se encuentran. Por ejemplo, los niños que desde pequeños aprenden a escuchar, tararear y cantar, son niños que aprenden con más facilidad a hablar, que tienen un nivel de concentración mayor y que demuestran una capacidad de recepción de mensajes muy ágil. Por el contrario, los niños que nunca reciben una estimulación musical, tienden a ser hiperactivos, desordenados y de un aprendizaje más lento. Además, la música hace parte de una serie de expresiones artísticas, que en conjunto son un método pedagógico muy completo. La danza, el canto, el teatro, la literatura y muchas otras expresiones son los complementos ideales de la música, que logran que la educación infantil pueda fortalecer el desarrollo motriz y psicológico de los niños. 34

Así pues, la música y el arte juegan un papel importante en la pedagogía. Es por eso que los colegios, guarderías y jardines infantiles deberían crear más planes de estimulación e iniciación musical en sus aulas. Esto garantizaría a los niños un aprendizaje más rápido y completo, con unos resultados bien sea a corto o largo plazo, teniendo como objetivo un desarrollo cognitivo más completo y aumentando los niveles de calidad en las instituciones educativas. La educación musical no se le debe negar a nadie. Hay quienes piensan que la música es sólo para aquellos que nacen con el don de interpretarla, pero no comprenden que no es necesario tener un don innato para poder tocarla. La primera infancia es una edad en la que la alimentación y formación de los niños es elemental. En esta edad todo lo aprendido queda grabado en las mentes de los niños y no habrá forma de borrar esa información. Por lo tanto, el niño que desde pequeño aprende a interpretar un instrumento o agudiza su oído para aprender a escuchar la música, será un niño que tendrá la habilidad de formarse musicalmente durante toda su vida. En conclusión, si analizamos a fondo el impacto que tiene la música sobre nuestras vidas, nos daremos cuenta de lo importante que es su existencia, pues como dijo una vez Arthur Schopenhauel: “En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad”.


Especial Bicentenario

PanaMá y ColoMbia, un canal De historia y cultura

Por Sebastián Arias Zuluaga Estudiante de Comunicación en Práctica Centro de Información de Naciones Unidas en Panamá sibas87@gmail.com La historia juega un rol crucial en la vida de todo ser humano; un rol que en ciertas ocasiones subestimamos, pues llegamos a considerar la historia como un asunto lejano, sin mucha trascendencia, por ser algo que “simplemente” ya pasó. El pasado 20 de julio millones de colombianos festejamos dos siglos de libertad y soberanía. Esta conmemoración me tocó desde la cercana, pero a la vez lejana, Panamá, lo que me llevó a pensar que hace 107 años este país se separó de Colombia. El 28 de noviembre de 1821 Panamá había declarado su Independencia de España y, 82 años después, lo haría de Colombia. El 3 de noviembre de 1903 es una fecha inolvidable en la tierra panameña pues ese día los istmeños declararon su territorio como un estado independiente y soberano. Son diversas las razones para esta separación como el supuesto olvido del gobierno de Bogotá por el itsmo; o el evidente interés de Estados Unidos por construir un canal interoceánico. Pero más allá de estas razones, me llama la atención lo que estas dos naciones, que alguna vez convivieron

bajo un mismo nombre, aún comparten. Panamá como Colombia, no sólo tiene la dicha de estar bañada por las aguas de los dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, sino también de contar con una tierra rica en diversidad y cultura. Hace poco tuve la oportunidad de visitar al grupo indígena de los Emberá-Wounaan. Me sumergí en su comunidad, pude apreciar sus bailes, sus trajes tipicos, algunas de sus artesanías como la talla en madera y los tejidos y sus deliciosos platos como el pescado fresco acompañado con plátano, ¡delicia de dioses! Aprendi con ellos el gran orgullo y amor que sienten por su tierra, a la que consideran y respetan como a una madre.

mestizos, todos caminando por las calles que alguna vez pertenecieron al territorio de la Gran Colombia. Los contrastes también van por el lado socioeconómico, pues con sólo cruzar una calle se puede pasar de lujosos edificios a barrios de extrema pobreza, algo muy característico de los países latinoamericanos.

Como ellos, hay aproximadamente seis grupos más en todo Panamá, entre los que se encuentran los Bri Bri, el Pueblo NôbeBuglé, los Nasos y el Pueblo Kuna Yala, cada uno con sus propias creencias y tradiciones ancestrales, muy distintas a la sociedad global a la que nos enfrentamos, en Ciudad de Panamá, a tan sólo un par de horas de estas comunidades

Soy un gran admirador de la Cartagena antigua, de aquella ciudad amurallada que aún guarda dorados tesoros, secretos de piratas, e historias nunca antes contadas. Para fortuna mía, aquí en Panamá me encontré con el Casco Viejo, ciudad colonial, con casas de tres pisos, grandes balcones, con flores, materas y coloridas fachadas. Grandes plazas que reviven la conquista, y el mar rozando las piedras que sostienen la ciudad. Grandes iglesias y ruinas, entre ellas el Arco Chato que, según la historia, tuvo gran influencia para que la construcción del Canal se hiciese en Panamá y no en Nicaragua, como alguna vez se llegó a pensar, pues demostraba la resistencia sísmica de Panamá.

Tampoco podemos olvidar que Panamá, como Colombia, es un país de contrastes. En la concurrida Ciudad de Panamá vemos toda clase de gente, aborígenes, extranjeros, afrodescendientes,

En síntesis, Panamá y Colombia son dos naciones que comparten un hermoso legado cultural, político, económico y social, y han tomado lo mejor de su pasado hispano, su presente latino y su futuro próspero para el beneficio de su gente y su territorio.

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meGáfono MaGazine, diseño

gráfico en Por Nathalya Cortés Palacio Egresada de Comunicación Ex editora de Pasá La Voz nathalyacortes@gmail.com

voz alta

En la ciudad de las calles doradas, del baile arrebatao, en La Arenosa, Curramba la Bella, la Puerta de Oro de Colombia, se oye el grito del diseño gráfico en voz alta con la nueva revista Megáfono Magazine [http://www.emegafono.com/]. Edwin Sarmiento, Luis Hernández (The Ink) y Hollman Sarmiento abrieron esta ventana digital para captar la magia del Caribe en una ciudad de gente descomplicada y multicolor. Megáfono Magazine no sólo difunde la creatividad visual, sino que también exalta a los artistas que hacen del Caribe una fuente inagotable de inspiración para el diseño. Todo partió de la necesidad de contar con un espacio de libre expresión como en su momento lo hizo populardelujo.com en Bogotá. Megáfono se diferencia por incluir diferentes tendencias en las artes visuales, dando paso a la creatividad sin tapujos y a la libertad estética. De esta manera, sus contenidos son producto de convocatorias abiertas dirigidas a toda clase de creativos que tienen algo que decir. Con secciones en su segundo número como el invitado internacional, invitado deluxe, ilustración deluxe, invitado local/ Ganador convocatoria, diafragma, temática carnavalera, gráfica sonora tropical y galería vintage, Megáfono Magazine se describe como una plataforma que permite dar a conocer lo mejor del talento gráfico colombiano. Su filosofía se resume en este aparte de su editorial: “Sale la segunda edición y con ella una maleta llena de sueños, con baterías cargadas por las experiencias vividas de la Edición No. 1, un poco más maduros y orientados, pero a la vez obsesionados como niños pequeños con seguir construyendo espacios para el emprendimiento creativo, plataformas que permitan exponer el talento colombiano y sobretodo generar una cultura visual distinta”.

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La MaGia De la AGUJa SObre Vinilo y TornaMeSa Por Carlos Efraín Mayorga Estudiante de Comunicación carlitosdj11@gmail.com Cierto día me encontraba caminando por el centro de Cali, cuando de pronto un vendedor callejero me ofreció un LP de Michael Jackson…“Es uno de los clásicos de él”, me dijo. Con gran curiosidad lo tomé y empecé a pensar en las grandes diferencias con un CD. Lo primero que me impactó fue el diseño de las caratulas. Tenía una foto y un concepto bastante llamativos para aquella época de los ochenta. Después fue el disco el que me llamó la atención. Aunque estaba algo sucio debido al polvo, me generaba mucha curiosidad el sonido atrapado en un disco de vinilo. Para fortuna mía, semanas después mi mamá se compró una torna mesa con un amplificador, todo por la fiebre de su combo de amigos. La idea me pareció estupenda, pues ya podía salir de dudas con respecto al sonido de los LP. Como primera medida, tenía que tener mucho cuidado con la aguja, parte esencial del equipo…Ni muy duro, ni muy suave; así de a poquitos la pude poner en la línea de inicio del LP de la Fania. Soy sincero: la primera vez cuesta muchísimo poder acostumbrarse a estar poniendo la aguja, pero ese es uno de los secretos profundos de esta forma de reproducir música. Es como una cajita de recuerdos que pone un sonido con una trama muy interesante, con una mezcla de bohemio más un pitch único que marca la diferencia con respecto al sonido de un CD. Hoy hablar de LPs es poner en juego mucho dinero, pues están en vía de extinción y son presa favorita de los coleccionistas. Baste recordar el furor que esto causa en la muestra de melómanos y coleccionistas que se celebra todos los años durante la Feria de Cali.

La fiesta tomó bastante peso con acetatos del grupo Niche, Héctor Lavoe, Rubén Blades y finalmente la nota bohemia a cargo de Silvio Rodríguez, entre otros, sacados de una caja mágica que Janeth, amiga de mis padres, conserva como su gran tesoro, porque no hay nada como la calidad de lo análogo. Aunque muchos piensan que estamos en momentos donde todo lo viejo parece oler a quemado, soy partidario que tenemos que conocer el sonido de la música grabada en un disco de acetato, de esos que hay que limpiar con un buen trapito y un líquido especial para quitarle cualquier sucio que impida una excelente calidad de sonido. Esta puede ser una buena excusa para reunir a varios amigos o simplemente seguir ensayando la manera de poner, con buen pulso, la aguja sobre el acetato mágico.


En la “Tierra Del olvido” con el profesor manuel Sevilla Consejo de Redacción Pasá La Voz pasalavoz@javerianacali.edu.co El profesor Manuel Sevilla tiene la extraña virtud de convertir lo más complejo de la vida en un ejercicio de la cotidianidad. Aprendió a tocar acordeón dibujando las teclas del instrumento en un papel. Después ensayaba las tonalidades “calcando” la música con sus dedos. Todo esto lo hizo mientras estudiaba su doctorado en Antropología en la fría Canadá.

En sus clases de Historia de las Tecnologías de la Comunicación (HTC) convierte los problemas de la Comunicación en historias de familia de sus estudiantes. Manda a buscar telegramas y a realizar radioteatros para escenificar las formas como con el tiempo la gente se ha comunicado. Invitamos al profesor Manuel Sevilla para que hiciera un alto en su nuevo cargo de director del Departamento de Humanidades y se sentara con los estudiantes Katherine Martínez y José Bayardo Betancourt, la asistente de la Carrera de Comunicación, Diana Laverde, y el profesor Jorge Manrique a compartir un tinto y una conversada.

Las buenas historias Lo primero, las buenas historias. Su mente viaja hasta La Vorágine, el verde infinito que se tragó a Arturo Cova en la inmortal novela de José Eustasio Rivera. “Me gustan las historias de la gente que se enfrenta a la naturaleza”, dice mientras en sus recuerdos también van apareciendo los desafiantes aviones que se atreven a surcar los cielos de los Llanos Orientales. Allí emerge la figura del escritor y periodista Germán Castro Caiycedo con su libro “El Alcaraván”. También, con el dramatismo que a veces pone en su forma de narrar, el profe Sevilla confiesa su fascinación por las historias en las que se construyen héroes y traidores. Por su edad (que no vamos a revelar) podría pensarse que quedó atrapado entre la generación de la televisión y la del Internet con una fuerte influencia del cine en la que aparecen con mucha fuerza y personalidad actores como Robert de Niro y Al Pacino. Recuerda que cuando vio la “Misión” jamás se le cruzó por la mente que iba a trabajar en una universidad de los jesuitas. Cabe recordar que esta película, protagonizada por De Niro, recrea el establecimiento de una misión de los jesuitas cerca las cataratas de Iguazú, al sur del continente, en la época de la conquista.

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Con todos esos referentes es difícil que no confiese que es bueno para contar cosas. Para él un escenario ideal es un viaje por tierra, digamos Popayán-Bogotá,


con un buen conversador, y mejor si el conversador es él mismo, obviamente.

propio y el deseo de no vivir jamás lejos de Colombia… De Cali, toda la conexión con lo afro”.

La música, el sentimiento

De las historias que le falta por contar y componer, ahora desde el crisol de “Martina Pombo”, destaca una que a su vez es un reclamo de María Claudia: El amor. Por ahora le ha compuesto a “Jacinta” y “Al Amanecer”.

En la línea del narrador aparece el músico y el compositor. “Carlos Vives fue capaz de contar una historia universal, La tierra del olvido, con elementos locales…Eso fue lo mismo que hizo Gabriel García Márquez con Cien Años de Soledad”, afirma mientras busca en su mente y en su corazón las conexiones con el vallenato, ese que ahora está metido en una línea de investigación del grupo Medios y Procesos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. “El concierto es un espacio para fascinar o dejarse fascinar… Allí hay búsquedas poéticas y atmósferas que te pueden generar emoción hasta la lágrima”, reflexiona antes de revelar que guardó los acordeones por un año para dedicarse a “Martina Pombo”, su pasión de ahora. Su esposa María Claudia no se pone celosa con “Martina Pombo”, pues a pesar de ser una mujer, es también el nombre que adoptó el grupo musical que dirige Manuel Sevilla para internarse en las músicas que viajan por los ríos del Pacífico. “Allí hay otra historia universal que puede contarse con elementos locales”, señala. “Martina Pombo” nació de la garganta prodigiosa de las cantadoras de Villarrica, en el norte del Cauca, una tierra de muchos afectos en la vida del director del Departamento de Humanidades de la Javeriana. “Hago parte de una familia muy unida que viajaba siempre con el papá (Elías Sevilla, también antropólogo) y que llegaba siempre a la casa de los amigos… Aprendí a moverme en Popayán, Tierradentro, Bogotá y Cali… Una imagen evocadora para mí es el puente sobre el río Cauca que hay entre las poblaciones de La Balsa y Timba, en el Cauca…Me encanta esa tierra plana”. De los lugares donde ha estado recoge legados, historias, atmósferas. “De Nueva Orleans, una historia plagada de música entre los 15 y los 16 años; de Irlanda, la emoción de escuchar música folclórica en vivo; de Canadá, la perspectiva sobre lo

Le gusta que sus estudiantes hablen, pregunten, se cuestionen, pues considera que “somos parecidos en las preguntas, pero diversos en las respuestas”. Precisamente allí está la riqueza de la Comunicación que en Manuel Sevilla ha encontrado conexiones con la música, el cine y la literatura en un mismo espacio en el que conviven la Vorágine, Popayán, Cali, Macondo y la Tierra del olvido.


ENTREVISTA CON ÁLVARO HERNÁN PLAZAS BERMÚDEZ

“Piensan que uno sólo sirve para putiar y ser peluquero” Por Nathalia Rosero Estudiante de Comunicación nathaliarosero@javerianacali.edu.co Álvaro Hernán Plazas Bermúdez nació en Cali el 10 de agosto de 1971. Es economista de la Universidad del Valle. Realizó un diplomado en Finanzas en la Universidad San Buenaventura y un Seminario de Educación Virtual en la Universidad Autónoma de Occidente. Actualmente es estudiante de la maestria en Sociologia de la Universidad del Valle. Es integrante de la Sociedad Colombiana de Sexología, SOCOSEX. Ha realizado trabajos sobre la diversidad sexual. Es partidario de la normalización de la diversidad sexual y de género. Ha participado en programas, talleres, diplomados y foros sobre este tema. Actualmente lidera la organización “Diéresis” que promueve “acciones que permitan elevar la calidad de vida, desde la estructura de Derechos Humanos en ciudadanía, cultura y salud, de hombres homosexuales y hombres gay, dentro de una perspectiva de identidad de género, expresión de género y orientación sexual”, tal como aparece en la página web http://www.lgbt-education.info ¿El homosexualismo es aún un tabú para la sociedad? El asunto con el “ismo” es que es un término que significa enfermedad mental. De hecho el homosexualismo figuraba en el catálogo de enfermedades mentales. A partir de los años 90, se quitó de allí. Lo correcto y lo bonito es decir homosexualidad porque “idad” hace referencia a “calidad de” y el “ismo es “condición de”. ¿Cómo ha sido el proceso de aceptación de la homosexualidad en el país? A nivel de comportamiento humano, la sociedad humana es infinita y cuando se empiezan a construir las civilizaciones surge la categoría de “género”, y a partir de ello se comienzan a separar muchas categorías de humanos. Por un lado, lo macho, masculino, hombre y, por otro, lo femenino, hembra, mujer. Ya el género empieza a generar muchas formas de interacción social y se inicia a dar una especie dicotómica, o sea, hombre con mujer y para reproducirse entre ellos. Nuestros conquistadores eran de una España totalmente católica, inclusive judeocristiana. Cuando ellos vinieron, nosotros éramos

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una sociedad donde la homosexualidad era libre en todo sentido y no había desigualdad, pero cuando estos personajes llegaron con toda esa carga cultural, se empezaron a construir, al igual que en Europa, políticas de estado y allí todo cambia. ¿Por qué hay mayor tolerancia con las lesbianas que con los gays? Porque las mujeres tienen mayor cercanía. Van juntas al baño, se dan un beso de despedida y no quiere decir que son lesbianas. Si los hombres van juntos al baño dirán que son homosexuales o peor aún se llegaran a darse un beso… A las mujeres se les permite demostrar afecto pero con los hombres es muy verraco. La sociedad tiene un esquema patriarcal muy claro. Los hombres están ligados a las funciones académicas, laborales y deportivas. Si los chicos se salen de ese esquema, la gente los empieza a tratar mal o hasta ellos mismos sienten la jartera, de que los aíslen. Por decir algo: Si no juegan fútbol o son muy débiles, ya son gays… Los hombres tienen miedo a mostrarse como son... En mi caso, yo tengo mis amigos heterosexuales y ando con ellos para arriba y para abajo y hasta vamos juntos al baño. Pero hay hombres, inclusive homosexuales, que no tienen esa elaboración. Lo que pasa es que el género ha sido utilizado como herramienta de control por siglos. El artículo 5 de la Constitución Nacional reza: “El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad”… Familia pero como hombre con mujer… O el Código Civil, artículo 113: “Matrimonio de hombre con mujer”… Hay cosas muy marcadas. ¿Qué ha pasado con la Corte Constitucional y el matrimonio gay en Colombia? En la Constitución se encuentra un artículo que habla de “parejas del mismo sexo”. Hace cuatro años más o menos, con la ley se pudo avanzar un poco para que parejas del mismo sexo puedan convivir sin problema alguno. Esta ley ampara ciertas partes del patrimonio cuando están en


unión libre. El año pasado, 2009, se llevó a cabo un proceso. Nosotros hicimos una carta apoyando el proyecto de modificación de la norma, entonces salimos en la historia (jajajajaja)… Ahí está la firma mía. El caso es que se modificó la ley 54: “Derechos para parejas de hombre con mujer”, incluyendo cualquier forma de pareja, entonces se amplía el concepto. ¿Qué otro tipo de ayudas se les ha brindado a ustedes? Se hizo una zona territorial gay en Bogotá, pero eso nos marca más ante la sociedad. De cierta manera nos separan del resto de la gente. Cuando uno está en ese lugar se siente bien, no hay discriminación, pero apenas uno sale, no queda más remedio que aguantar los insultos. Una vez yo estaba caminando por allí y me quedé mirando a un man que estaba muy lindo y éste se me quedó mirando y me dijo “loca”... No puse mucho cuidado, pero luego pasó una niña y me gritó desde lejos “loca”. Esto demuestra que esa zona no sirve para nada… Sólo encuentras bares, antros, putiaderos… ¿Qué sucede? La gente sigue pensando que uno sólo sirve para putiar y ser peluquero… ¿Cómo te han tratado cuando das entrevistas? Una de ellas fue en Radio Súper. El ambiente fue muy tenso, porque al llegar allá, uno de apellido Pava dijo: “No le tengo miedo a los hombres, mucho menos a los maricas”. Luego aseguró: “Hablemos como varón que soy yo” y yo le respondí: “Sí, como es usted y soy yo”. Sentí mucha rabia… ¿Vos cuántos años tenés…? Tengo 19 años… Eres del año 90, cuando empezó la nueva Constitución, por eso es que tienes una mente más liberada, sin prejuicios... En cambio, casi todos los de mi edad creen que la homosexualidad es un tabú, una enfermedad, un delito… Se dice que entre los años 80 y 91 subió el índice de población con VIH. Se nos culpó de ello puesto que teníamos a un presidente que no elaboró muchos proyectos con la homosexualidad y por eso nos llamaban “la plaga gay”, ya que muchos que estaban sin trabajo se dedicaban a putiar.

¿Qué piensas de los proyectos que se han dado en Colombia? La mayoría de los proyectos son superficiales porque son más por manejar una imagen de “servidor público” y así manipular a la comunidad gay, prometiendo miles de cosas… Los políticos escriben unos proyectos magníficos y cuando llega la hora de hacerlos cumplir, no salen con nada. Una vez en Buenaventura se promovió la creación de peluquerías para homosexuales… La gran incógnita es ¿Por qué se propuso eso en momentos en que se llevaba a cabo una campaña de limpieza social en contra de los homosexuales? Yo diría que fue una forma de ponernos en bandeja de plata… Esto pasa con algunos proyectos que no son lo que parecen. Otro caso muy conocido fue el del ex secuestrado y ex diputado del Valle, Sigifredo López, quien promovió la aspiración de un transexual a la Cámara de Representantes… Ella terminó haciendo su propia campaña. Sólo consiguió mil votos. Se suponía que recibiría ayuda por parte del Gobierno, en algún cargo, pero le incumplieron… Su trabajo ahora es el de siempre, ser “puta” para poder sobrevivir.

¿Qué te hizo involucrarte en este tema? Hace cuatro años un cáncer me hizo salir del clóset. Sin embargo, eso no es sólo decir “soy homosexual y ya”. Nosotros tenemos un proceso. Primero empezamos investigando sobre qué es ser homosexual, y ahí me quise adentrar un poco más en qué se ha hecho por los homosexuales, toda su historia. Así empecé a ver que la vida de un homosexual no es tan maravillosa. Hay mucha tristeza, hay quienes pierden seres queridos que se dejan llevar por las costumbres decimonónicas. ¿Si no hubieras padecido de cáncer como sería tu vida ahora? Tal vez diferente. Sólo cuando uno siente que va a perder todo es cuando se da cuenta de las cosas que no ha hecho y quisiera disfrutar. Además, en Cali es muy difícil mantener una vida así, tal vez porque la sociedad aún sigue siendo homofóbica, falta todavía mucho por progresar en Colombia.

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moñona fotoGráFica De Juan Camilo Pinzón en concurso Regional Por Lina Alejandra Uribe Estudiante de Comunicación lauribe@javerianacali.edu.co Juan Camilo Pinzón es un palmireño apasionado por la fotografía. Tiene 18 años y está en quinto semestre de Comunicación. Fue uno de los cuatro ganadores del Concurso de Fotografía Digital “Destino Paraíso” realizado a mediados del presente año. Sus tres fotos ganadoras fueron elegidas entre 434 imágenes participantes y se publicaron en varios medios de comunicación.

PLV: ¿Cuál fue la primera fotografía que tomaste con vocación de fotógrafo? JC: En primer semestre tuve que hacer un foto-relato para la clase de fotografía análoga y la serie me quedó muy bonita. La primera foto que recuerdo fue una que le tomé a mi novia… Era la foto de una pierna. PLV: Cuéntanos un poco sobre el concurso

PLV: ¿Cómo empezó tu pasión por la fotografía? JC: Desde cuando estaba en el colegio, la fotografía me llamaba mucho la atención, pero nunca tuve la oportunidad de tener una cámara. En primer semestre de Comunicación vi una clase de fotografía análoga. Aunque el profesor no nos hablaba mucho sobre conceptos fotográficos y no nos sacó del blanco y negro, desde allí supe que tenía buen ojo porque las fotos que sacaba eran bonitas y la composición era buena. Me di cuenta también que la fotografía me gustaba mucho. A finales del segundo semestre y principios del tercero empecé a obsesionarme por la fotografía y a ver fotos todo el tiempo. En enero de este año pude obtener mi cámara semiprofesional.

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JC: “Destino Paraíso”, además de ser el nombre de la corporación turística que organizó el concurso, es la región comprendida entre Palmira y Buga. Las fotografías participantes debían ser tomadas en esta región. Las categorías eran las de residentes y no residentes de “Destino Paraíso”. Estas a su vez se dividían en sub-categorías: de 14 a 25 años y mayores de 25. Había tres temáticas: paisajes y naturaleza, cultura y gastronomía y patrimonio histórico y arquitectónico. Se podían enviar, máximo tres fotos. Me enteré del concurso por un póster en un centro comercial de Palmira y me inscribí en la página. Participé con una foto de cada temática. Los jurados eran tres fotógrafos caleños: Miky Calero, Arley Acosta y Bernardo Peña (Subdirector de fotografía de El País). PLV: ¿Qué significó para ti haber sido uno de los ganadores de este importante concurso? JC: Primero, es un reconocimiento a lo que hago y a lo que me gusta; segundo, es saber que se me abren muchas puertas como comunicador y darme cuenta de que lo que estoy haciendo en mi carrera se complementa con mi pasión. Significa tener muchas más oportunidades, saber que ahora tengo un reconocimiento más y que esto me ayuda en el campo laboral, además de brindarme la experiencia para ser un mejor fotógrafo. PLV: ¿Cuál fue el premio del concurso?, ¿qué pasó con tus fotos? JC: En principio premiaban una temática por ganador. Éramos cuatro ganadores en total más una mención especial


en cada categoría. A cada ganador se le premiaba una foto de acuerdo con la temática y se mostraba impresa en una exposición itinerante. Además, medios como los diarios ADN y Q’ hubo de Palmira, la revista GACETA de El País y varias páginas de internet hicieron cubrimiento del evento. Los jurados consideraron que las tres fotografías que yo envié eran ganadoras; se refirieron a mí como “ganador indiscutible”.

turaleza y los animales ya que parte de mi familia proviene del campo y en gran manera me contagian ese amor por la naturaleza. Me gustan mucho los retratos callejeros, artísticos, etc. Como dije antes, me gusta experimentar con todo.

PLV: ¿Cómo se articula la fotografía con tu carrera?

JC: En mi familia he encontrado mucho apoyo, todos se sienten orgullosos y a gusto con lo que yo hago porque es lo que me gusta. Mis papás me apoyan siempre mientras yo haga lo que me guste. El mejor apoyo de la universidad es brindarme herramientas como materias de fotografía, clubs y cosas que me incentivan a seguir, que me permitan mejorar mi conocimiento y abran mi visión del mundo fotográfico. Últimamente estoy viendo más concursos fotográficos. La fotografía ha ido tomando más fuerza durante los últimos tiempos. La gente está viendo cuál es su potencial más allá del concepto que las fotos sirven para captar momentos sociales y publicarlos en internet... A la fotografía le están abriendo muchos más campos, eso me parece buenísimo.

JC: Mi énfasis, Comunicación en las Organizaciones, busca solucionar problemas comunicacionales dentro de una organización. En los procesos de solución de estos problemas hay que llevar un registro y la fotografía es indispensable. Por otra parte, la comunicación me da bases para que lo que yo haga como fotógrafo no sean unas fotos sin contenido sino que digan algo más que una simple composición “bonita”. Yo ya tengo herramientas para hacer fotos con un contenido e impacto social mucho más fuerte. PLV: ¿Qué te gusta fotografiar? JC: Soy un fotógrafo aficionado y experimental. Digo esto último porque experimento con todo. Me encantan la na-

PLV: ¿Has encontrado apoyo en tu familia, en la universidad y en el país para seguir haciendo lo que te apasiona?


El Derecho a soñar un MunDo sin CorriDas

Por María Carolina Herrera I. Estudiante de Comunicación mariacherrera@javerianacali.edu.co En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. Yo no quiero ser de esas personas que solo ven, oyen y callan. Quiero hablar, pronunciar, denunciar, reclamar y soñar. Hoy escribo sobre otra de esas cosas que pasan, de las que uno a veces no habla, pero que comparte con los demás en silencio. Hoy me pronuncio frente a ciertas injusticias que suceden día a día. Hoy denuncio el maltrato animal. Hoy reclamo los derechos de los animales, y hoy soy una soñadora empedernida. Quizás en eso me parezca al escritor uruguayo Eduardo Galeano, pues, este hombre menciona que, aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. “El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed”. Deliremos, pues, por un ratico. Sueño con un mundo en donde se pronuncie un onceavo mandamiento: “Amarás a la naturaleza, de la que formas parte”. Un mundo donde “los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas”. Un mundo en donde no se tengan que argumentar los derechos humanos o animales puesto que estos serán respetados por el mero hecho de ser derechos. ¿Por qué siempre han de darse argumentos contra las corridas de toros?

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¿Acaso la crueldad no es crueldad siempre, independientemente de si la víctima que la recibe es humano o animal? Pero como hoy me he otorgado tantos derechos, que además me pertenecen, me tomo el derecho de argumentar el por qué no de las corridas de toros. Así pues, como diría Mario, vocalista del grupo Doctor Krápula, no hay escenario más patético, desalentador y representativo de la tauromaquia. Sale al ruedo un toro de casta. Lo espera un hombrecillo que jura ser valiente, creyendo estar divirtiendo a los presentes, pero al final es un tauricida, que sabe bien que al final saldrá con vida. Tauricida va, tauricida está, matando la vida, tauricida va. “Que los toros son una tradición, y las tradiciones hay que mantenerlas”, mentira. ¿Desde cuándo las apologías a la violencia y la destrucción son dignas de perpetuarse? Las tradiciones deben ser soporte de lo que nos define y construye, pero también de lo que esperamos en el futuro. “Que las corridas de toros son un arte”. También es mentira. Este arte, mal llamado así, no construye ni da valor. Antes bien, destruye todo lo enaltecedor del arte para la vida humana. Pues, “el arte es un proceso de creación y construcción, que da vida, no la quita”. “Que el toro muere dignamente”, también dudo de la verdad de esta premisa. ¿Es acaso digna una muerte lenta, dolorosa, torturante, asfixiante? Seguramente, la respuesta es no.

“Que los toros son cultura”. Entonces, me declaro una mujer totalmente inculta. Hasta donde yo tengo entendido, el término cultura, según la RAE es comprendida como “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. Sólo será constructiva y válida mientras apueste por dar valor al ser humano, transformarlo en un ser más sensible, más inteligente, y más civilizado”. Entonces, la crueldad que humilla a humanos o animales y destruye por el dolor jamás se podrá considerar cultura. Esas sólo serán costumbres odiosas contra el mundo y contra sí mismos. Y para los que dicen que “el toro no sufre”. ¿Cómo no sentirá un toro la puya, las banderillas o la espada? ¿O acaso el toro se orina y defeca en la corrida porque le da pánico escénico? ¡Pánico escénico deberían sentir las personas que asisten a esta clase de escenarios, además de un dolor parecido a un cólico que es directamente proporcional al sentimiento de remordimiento!


Arte DeSDe lO MáS honDo Del Corazón Por Sebastián Alejandro Jaramillo V. Estudiante de Ingeniería Industrial sajaramillo@javerianacali.edu.co La fiesta de los toros, la misma que genera polémica en nuestro tiempo, al punto de verse al borde de su desaparición, requiere también de fieles escuderos que la defiendan. En este instante esa es mi labor ante mi generación…Considero que me lo dicta el corazón. El denominado “Arte de Cúchares” se celebra desde los tiempos de Alfonso VII “El emperador”. En ese entonces se daban festejos de toros con ocasión de funciones reales o de un fausto suceso. Allí tomaban parte nobles caballeros montados quienes como pasatiempo se divertían con el animal esquivándole y alanceándole. Con el tiempo, se hizo necesaria la aparición de hombres de a pie para que bregaran a la fiera. Sin lugar a dudas, este espectáculo llevaba consigo una singularidad única e irrepetible; envolvente, llamativa y por ende hermosa. No es una simple banalidad y mucho menos una superficialidad afirmar que la fiesta de los toros es arte. Quien ejerce el oficio del toreo ha de hacer partícipes, en proporciones distintas, acorde a su condición humana y personalidad, tres elementos primordiales: Técnica, estética y lo que el maestro de maestros, el sevillano Juan Belmonte, denominaba, sentimiento interior. Son estos tres pilares los que me per-

miten argumentar por qué del calificativo de arte y su posterior consecuencia en afición exuberante, extraordinaria y, por qué no, divina.

y sentimental que conlleva regocijo en el ser que efectúa el lance o pase en la faena; tal sea la ocasión. Razón tenía Belmonte al afirmar que “se torea como se es”.

Si analizamos cada uno de estos tópicos encontramos cómo la técnica se hace necesaria en toda expresión artística; pero debido a que ésta es una construcción co-

Y es que hablar de la corrida de toros no es hacer alarde de sangre y muerte; por el contrario, es la personificación de una batalla dantesca fiera-humano en igualdad de condiciones; que retrata las ansias de vida y donde se plasman las más fieles impresiones de los sentidos. Es por ello que quienes amamos esta tradición no disfrutamos del sufrimiento, lo que admiramos es la más bella danza entre la vida y el más allá, donde como decía Ernest Heminway “El artista es quien se encuentra en peligro constante de muerte”, la emoción del riesgo, la noción de “someter a una fiera a la voluntad del hombre, gobernándola, para el placer y disfrute de la belleza plástica y humana que de ella pueda derivarse”.

lectiva y creativa, requiere de límites y normas que orienten su ejecución y acción; que no son más que los cánones o lineamientos, los cuales a su vez organizados y estructurados dan lugar a la técnica. Pero aquella necesita del más fino acto de pulido y ello es la estética, la belleza resultante del soslayarse con el toro de lidia sustentado en la estática o el dinamismo de los movimientos efectuados. Por último, continuando mi argumentación, visualizamos el elemento final, sentimiento interior, entendido como la parte emocional, afectiva

Quizás me comprendan y vean por último que como afirmaba el gran y respetadísimo Paco Luna “La vida es un toro loco que da cornadas por todas partes”.

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FranCia le Cierra las puertas al MulticulturalisMo Jorge Mario Ramírez Aguilera Estudiante de Comunicación jorger@javerianacali.edu.co Cuarenta minutos después de haberse embarcado en el metro, rumbo a su trabajo como vendedora, Dahlam se prepara para halar la perilla de la puerta del vagón. Ve de pronto, entre los reflejos difusos de las personas a su alrededor, la imagen suya proyectada contra el vidrio de la puerta, que en el trasfondo negro de los túneles, da la sensación de ser un espejo. “Cluny-la Soborne,” dice la voz del parlante. Dahlam acomoda el velo sobre su frente y abre la puerta. La imagen proyectada en el reflejo, que inconscientemente la obliga a pensar en su madre, su abuela y su bisabuela, se escurre rápidamente contra el costado derecho, dando paso a los pasajeros apurados y enfrentándola con su otra realidad, aquella de una identidad distinta. Dahlam trabaja, como muchas personas, en un pequeño almacén del Boulevard Saint-Michel, en las inmediaciones de la Universidad de la Sorbona y el barrio Latino de Paris. Su joven figura se desplaza ascendente sobre la acera, mientras que su mente, presa por el recuerdo de su bisabuela, su abuela y sus padres magrebíes, se pregunta si volverá a verse así, como ese día, en el reflejo de la puerta del metro. No muy lejos de allí, sobre el otro lado de la calle, en medio de un tumulto de turistas y admiradores de vitrinas, Mijail encuentra un lugar para sentarse con su perrito. En frente de una heladería, de donde las risueñas jovencitas salen ostentando enormes granizados azucarados, instala la vieja caja de galletas que le sirve de contenedor de monedas y acuña un letrero que, escrito con la mano deliberada de la ignorancia, explica su situación de indigencia y extrema necesidad. “Ayúdenos a comer, merci”.

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Mijail, estirado en el andén y con su espalda contra el muro, no sabe dónde nació. Quizá en Nantes, quizá en las cercanías de Bucarest. Para él como para sus padres y su pueblo, la esencia de su identidad no radica en ello. Su nomadismo y el contacto con centenas de otros gitanos, lo han curtido en las artes del espectáculo circense, en las triquiñuelas para la supervivencia y en la vida periférica de la construcción social. Mientras ve pasar a las jóvenes refrescadas con el granizado, Mijail se pregunta si debe o no atender a la notificación que le obliga a él y a sus padres, ya viejos, a salir de Francia.

Enmarcados en el Boulevard Saint-Michel, convergen los carros nuevos con las construcciones del renacimiento, el pavimento y el adoquín, lo antiguo y lo moderno, las vidas y las identidades: el debate por el establecimiento de una nación. Allí, donde se cruzaron las ideas que merecieron a Paris el adjetivo de “Ciudad Luz”, donde los estudiantes empuñaron sus lápices reivindicando su conciencia social y donde seguramente Marianne, pintada por De la Croix, pasaría con su busto desnudo y ondeando la bandera tricolor inspiradora del despertar del pueblo, se evidencia el surgimiento de uno de los fenómenos más importantes de las sociedades liberales postmodernas, donde las migraciones internacionales como respuesta inversa del colonialismo, la reivindicación de las identidades y la

convivencia intercultural significan el diario vivir: la época del multiculturalismo. Sin embargo, en meses recientes el debate multicultural en Francia ha girado en torno a dos hechos importantes, ambos, íntimamente ligados a la preservación de los derechos individuales y colectivos, pero que en esta búsqueda, incurren en la polemización de lo intercultural. Se trata de la prohibición del velo islámico (por ser un elemento denigrante de la dignidad femenina) y de la repatriación de los gitanos a sus países de origen (por cuestiones de seguridad publica, gestada por la emergencia económica). ¿Es entonces Dahlam más francesa que árabe o más árabe que francesa? Se visualiza sin el burka que cubre su cabeza completa y con ella, las cabezas de incontables generaciones más allá del tiempo, de la arena, de las civilizaciones. Piensa cómo sus preceptos familiares, raíces históricas, relatos, ritos y creencias se escurren hacia distintas direcciones, opuestas, ostentando sólo imágenes difusas, como las puertas del metro. Deberá esperar a que la ley, discutida el 19 de mayo en el Congreso, prohiba o no el uso de su prenda religiosa. Mijail ve el río Sena desde la ventana del avión que le lleva a Bucarest, junto con sus padres y otros noventa gitanos rumanos. Trata de seguir el hilo del río, desde lo alto, buscando en uno de sus costados la imágen gloriosa de la Catedral de Notre-Dame. No lo consigue. El avión ha virado hacie el este.


Ilustraci贸n: Juli谩n A. Vargas Penagos / Estudiante de Dise帽o de Comunicaci贸n Visual julianvargas@javerianacali.edu.co

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