El Mesías
económicas, como los diezmos y las ofrendas, obligando a los levitas a abandonar sus responsabilidades referentes al culto para subsistir (Mal 3:1-10); la fidelidad a la Ley era cuestionada (Mal 2:11; 3:13-15); los divorcios se convirtieron en un escándalo (Mal 2:13-16); se engañaba a los empleados y se oprimía al débil (Mal 3.5); se embargaban los bienes de los pobres en tiempos de escasez y crisis o se vendían esclavos para pagar impuestos y deudas (Neh 5:1-5); y los matrimonios entre judíos y paganos se convirtieron en una seria amenaza para la identidad de la comunidad (Mal 2:11-16; Neh 13:22-27). Ese era el contexto religioso, moral y espiritual de Jerusalén: una comunidad judía desmoralizada y desanimada, que permitía una práctica religiosa superficial, sin afirmar, entender, celebrar o compartir los grandes postulados éticos y morales de la fe de los profetas clásicos de Israel, tales como Isaías, Jeremías y Ezequiel, entre otros. Tanto la realidad política como las vivencias espirituales requerían cambios fundamentales, reformas radicales y transformaciones profundas. El Libro de Isaías y el entorno social de los judíos
La dinámica social y la vida de la comunidad judía luego del exilio se relaciona con, por lo menos, cuatro grupos básicos: los judíos que regresaron de Babilonia; los judíos que permanecieron en Judá y en Jerusalén; los extranjeros que convivían con los judíos, particularmente en Jerusalén; y los judíos de la diáspora. La comprensión de las expectativas, necesidades y características teológicas de cada grupo, junto con el estudio de las relaciones entre ellos es fundamental para el análisis global o canónico del 36