DÉCIMA POR LA SEMILLA I-A mis Ancestros by Patricio Alcaino

Décimas por la semilla I: A MIS ANCESTROS

RELATO EN DECIMAS SOBRE LA HISTORIA DE LA FAMILIA MARTÍNEZ SÁNCHEZ ANÉCDOTAS Y VIVENCIAS CAMPESINAS

I: A MIS ANCESTROS

ÍNDICE Invitación

Los ancestros

Salto al silencio

Los hijos de la Doña

La tía Evangelista

José Nieves

Felisa

La tía guitarrera

INVITACIÓN Es mi cantar un saludo para la familia entera y con pasión verdadera mi vivencia le desnudo. En mi garganta hay un nudo de emoción y de ternura, sabiendo que la escritura anida cosas del alma; a la tristeza da calma aliviando la amargura.

Canto historia familiar, alegrías y cantares, agonías y pesares, su trabajo y su pensar. Advertencia quiero dar a los parientes cercanos, que el relato de su mano no es la verdad duradera; es leyenda verdadera de la pluma de un humano.

El relato también trata de chascarros y de mitos, de creencias y cuentitos también de la vida ingrata. Asimismo se rescata respeto por el terruño, que le imprimiera su cuño a esta familia notable; será un viaje inolvidable con trabajo de mi puño.

El relato se levanta desde el siglo diecinueve con historia que conmueve y que anuda la garganta. La narración también canta las historias con sabor, el detalle del amor, y los modos del vivir; lo conmino a recibir esta sentida labor.

No se me espante pariente por mi verso tan sencillo, hasta el más complejo ovillo tiene una hebra solamente. Quiero escribir simplemente mis recuerdos de familia, porque en mi vida me auxilia al procurarle sentido; sacude si estoy dormido y me mantiene en vigilia.

Termino la introducción invitándole cortés a meditar otra vez en su propia evolución. No atribuyo incorrección repensar en qué quedamos, do vinimos, dónde vamos, lo que fuimos, ¿dónde irá?; ¿se esfumó o se quedará en el niño que llevamos?

LOS ANCESTROS Décima para contar lo que mi madre contó, cuando un día decidió a escribir y memorar de la historia familiar de su gente y su vivir. No quisiera algo omitir por fallarme la memoria; paso a contarles la historia esperando no aburrir.

Comienza la historia mía mucho tiempo reculando, primero voy retratando a la abuelita Sofía. Con muy grande picardía sus dos matrimonios cuenta, primero, según se menta, con don Sánchez Dinamarca; que en Argentina la embarca en cosas de compraventa.

El negocio que adelante llevaba José del Carmen, para que la idea se armen, oficiaba de mercante. La cordillera al instante comerciando iba y venía, en este ejercicio un día se la encontró en Argentina; y de forma repentina se enamoró de Sofía.

Grande Sánchez Dinamarca don José del Carmen fue, y para que sepa usted en una mayor se embarca. Trayendo a Sofía al anca cruza la ardua cordillera, con su linda compañera llegando a Chile se casa; iniciando así la raza con hijos de su madera.

El segundo casamiento de la primera Sofía, para gran sorpresa mía se los cuento en un momento. Por favor tomen asiento, que en familia fue el asunto, les refiero en este punto que más tarde de enviudar; Sofía volvió a casar con sobrino del difunto.

Anselmo, así se llamaba este segundo marido, por Martínez de apellido, y a su tío le ayudaba. Con el amor que le daba fue conquistando a Sofía que le dijo que sí un día terminando en casamiento; linda niña, yo les cuento, de esta alianza nacería.

De estas uniones nacieron sus siete hijos formidables, que de modo inapelable por el mundo se esparcieron. Ya les nombro quienes fueron, para que sepan hoy día; José Nieves y Sofía Carmelo y Evangelista; Deidamia, Julia y Felisa, completan la cofradía.

Evangelista vivió en el fundo Ramadillas, juntito con sus chiquillas buena familia formó. Cerquita Julia anidó en la hijuela el Porvenir y Sofía fue a vivir con sus padres a Quilleco; y más allá del Duqueco otra hijita fue a partir.

A San Lorenzo Felisa por enfrente del Duqueco, Deidamia vivió en Quilleco, con sus padres va a la misa. Por su parte se divisa a Carmelo en Concepción, fue el ejército su opción, su destino va buscando; José Nieves va viajando al norte de la nación.

El linaje que forjara esta gente campechana: una familia Orellana, y la casa de los Jara. Los Barrueto recordara y también a otros parientes, la rama de los Cifuentes toda gente muy buenaza; los Martínez y su raza; y las dos familias Sánchez.

De los hijos que nacieron de aquellas siete familias cada cual se reconcilia con la vida que eligieron. Hacia el gran mundo salieron a buscar propio destino lo digo con mucho tino es un mundo muy hermoso; el vivir como exitoso es vivir en buen camino.

Ya con esta me despido, rindiendo gran homenaje, a los padres del linaje reconocimiento pido. Que tengan por merecido un recuerdo de su gente, que los muchos descendientes que hoy disfrutan de la vida; recuerden como sabida semblanzas de sus parientes.

SALTO AL SILENCIO Un solitario jinete, por buscar su compañera, cabalga entre cordilleras y por huellas arremete. José Sánchez acomete de este modo gran empresa, la cordillera atraviesa conduciendo a su mujer; que una cría ha de traer y entre sus brazos la apresa.

Un caballejo cargado lo precede con la carga, y como en toda huella larga va acomodando el recado. ¡Qué viaje tan desquiciado el que emprendiera tal hombre! ya no hay nada que me asombre como la historia real; de aquí proviene el caudal que acompaña su buen nombre.

Cruzan pampas infinitas, huellas de roca y vertientes, ríos que van al oriente, y sombras que son benditas. Salvan aguadas fortuitas, cruzan montes, también llanos, nevada y vientos serranos acompañan su camino; fijo en Chile su destino, rumbo que tomó en sus manos.

Sigue después la epopeya, y conforma una familia, algo más que una vigilia seguro pasó por ella. Mas, tuvo una mala estrella que lo escoltó en su final, contradictoria señal de arrojo y fatalidad; Sánchez, recto y sin maldad llevaba un sino fatal.

En un ocho de febrero de mil novecientos nueve, dar detalle no se puede ni dar relato certero. Fue tal vez el hado artero para cumplir su destino, de morir por los caminos que acompañó a don José; muriendo, le contaré en un barranco asesino.

¿Qué fue de este hombre tenaz? ¿Qué fue de su fortaleza? ¿Dónde quedó su fiereza? ¿Qué lo quiso ser capaz? A riesgo de ser audaz Les diré que todo aquello, todo lo que fue su sello, se irrigó en su descendencia; sus hijos llevan su esencia y fueron a un mundo bello.

Estoy seguro que hoy día le detendremos su vuelo, suspenso será en el cielo su salto a la noche fría. Un segundo bastaría para rescatar su esencia, para recordar su ausencia y para darle un abrazo; darle la mano al hombrazo que nos legó su presencia.

Ya termino este homenaje al grandioso emprendedor, modesto trabajador que formó nuestro linaje. Con merecido ropaje de gran hombre lo revisto del mismo modo le insisto a quienes llevan su marca; José Sánchez Dinamarca, hombre pocas veces visto.

LOS HIJOS DE LA DOÑA Paso a contar sin demora de los hijos de Sofía, del detalle no podría darles cuenta por ahora. Los hijos de la señora, dos hombres, cinco mujeres, van a un mundo de deberes y acunan sus hijos e hijas; crían de forma prolija y le entregan sus saberes.

Evangelista, es mayor, casó con Pedro Cifuentes, huaso muy guapo y decente que la trató con amor. Y para premio mejor su Dios les mandó nueve hijos, grande el Señor les bendijo con chiquillos y chiquillas; anidando en Ramadillas, cual sería su cobijo.

José Nieves se casó con ña Dominga Crisóstomo pero en el momento póstumo la ceremonia cesó. Huaso de a caballo entró causando gran confusión, en esa rural misión, que huyó muy despavorida; Jovita y Juan ven la vida de esta precaria fusión.

Julia casó con Daniel, con apellido Martínez, hombre seguro en sus fines, ojos claros, blanca piel. Se fue a establecer con él a la hijuela El Porvenir, sus siete hijos ven venir de la raza que formaron; a toditos educaron, también en el convivir.

Felisa, de gusto excelso, con Juan Luis se desposó, con su familia vivió en el fundo San Lorenzo. Barrueto cabalga tieso con escopeta, a caballo, rige el fundo sin desmayo como su administrador; allí fue un amo y señor, con sus siete hijos muy gallos.

Y Sofía se casó, con su Ireneo Orellana, se ha de ver muy quillecana pues allí se avecindó. Un par de hijos les nació, son Sigifredo y Santiago, que maduran con halago al amparo de su hogar; el clan se va a disgregar dejando un recuerdo vago.

José del Carmen casó con Elvira Quilodrán cuatro hijos e hijas saldrán, de la familia que armó. A las filas se enroló y se volvió militar, Concepción lo ve marchar, su mundo es la disciplina; portando una carabina, su vida se fue a pasar.

Deidamia, la hija menor, para bien o para mal se casó con don Marcial, pero se apartó mejor. Aprendió a hacer labor, cantar y tocar guitarra, por sus pagos no hubo farra que no la invite a cantar; fue famosa en el lugar con dos hijos, muy bizarra.

Este es, en breve relato, la historia de siete hermanos que labraron con sus manos un vivir bueno y sensato. Saben leer un relato, también saben escribir, mejor saben convivir, en la fe de Dios vivieron; este legado acogieron de sus padres al morir.

Para aquel que no conoce la suerte del campesino no sabe que su destino no es cómodo ni de goce. Comprenderá que no es pose reconocer las raíces, creer que fueron felices y que nos dieron su ejemplo; desde lejos yo contemplo las huellas de sus raíces.

La vida de una persona se explicará por su historia por eso que la memoria de su origen no abandona. A la familia que abona por sus viejos el respeto, crece humana, no es secreto, y da sentido a su vida; y tendrá por merecida dulce vida, le prometo.

Me despido por hoy día, el relato me entretuvo, sobre los hijos que tuvo la bisabuela Sofía. Nuevas sendas seguiría esta prole numerosa que en común tiene una cosa, vivir la vida sencilla; dejando como semilla ser sensible y cariñosa.

LA TÍA EVANGELISTA Don José Sánchez sería iniciador de un linaje, cuando volviendo de un viaje se trajo a doña Sofía. De Argentina ella venía, con una guagua en los brazos, Evangelista, amigazo, primera hija de los dos; y dieron gracias a Dios en el suelo chilenazo.

Con la niña en su regazo cabalgaron cordilleras. Rocas, huellas y laderas vieron, pasmados, su paso. Buscando siempre el ocaso derechito hacia el poniente, ríos a contracorriente y después a su favor; bravo viaje, sí señor, pero el amor es más fuerte.

De la tía Evangelista no puedo contarle mucho, la diviso con su pucho muy pequeña y conversista. La adivino siempre lista y sus ojillos vivaces, sus diálogos tan locuaces, con su voz de fumadora; sus voces llegan ahora, cantarinas y fugaces.

Asumió de jovencita, como la tradición manda, encargarse de la tanda, criar hermanos y hermanitas. La viudez de su mamita le destinó tal misión, y fiel a la tradición postergó su juventud; dar amor fue su virtud dar cariño su razón.

Tres hombres, cinco mujeres como descendencia deja, les hereda una madeja de cariños y deberes. Lejanos de los placeres sencillos y generosos, trabajadores piadosos los Cifuentes relumbraron; del campo no renegaron y de su origen, celosos.

Hoy volveré a recordar su inmensa solicitud, la esmerada pulcritud de su generoso hogar. También la vi matear sentada junto al brasero, ofreciendo al pasajero, un mate o café de trigo; con gesto fresco y amigo para agrado del viajero.

JOSÉ NIEVES SÁNCHEZ CID Esta contada promueve curiosidad con razón, le apretará el corazón escuchándome si puede. De Dominga y José Nieves es un caso muy bullado, mucho tiempo ya ha pasado pero queda en la memoria; que Dios los tenga en su gloria, pero el recuerdo ha quedado.

Año tras año llegó a esos campos la misión, para dar la confesión perdonando al que pecó. Se aprovecha, como no, a los moros bautizar, amancebados casar, y dar otros sacramentos; el clérigo en su elemento satisfecho debe estar.

Con pródiga parsimonia llega hasta el campo el curita, lanzando su agua bendita, perfumoso de colonia. Una linda ceremonia con altar improvisado hizo muy entusiasmado de ver tanta peonada; en la rústica enramada, cumple el cura su legado.

Cuando ambos ya se casaban en la misión de aquel fundo; entró el patrón iracundo arrollando a los que estaban. Los peones se escapaban, del caballo del patrón, los fieles en confusión huyeron de ese demonio; el valor del matrimonio quedó en muda discusión.

Del futre, ebrio y prepotente, se habló con resentimiento, después ese casamiento, pasó a duda de la gente. Desde ese día, pariente, misterio los ha rondado, por saber si están casados por la ley del Creador; o lo pasaron, señor, conviviendo en el pecado.

Mas, siguieron su vida como todo matrimonio, pero la voz del demonio preparaba otra salida. Aquella brasa encendida de repente se apagaba, la pareja que se amaba, aquella misa maldijo; a pesar de los dos hijos que el Buen Señor les mandaba.

José Nieves ha emigrado, va al norte a buscar trabajo, nadie pudo darle atajo y a los suyos ha olvidado. De allá regresó casado según él mismo contó, a Dominga ya no vio y sus dos hijos olvida; con su Rosa de por vida un buen día apareció.

Sin un perro que les ladre sus hijos Jovita y Juan, fueron criados con afán tal como huérfanos sin padre. Pero créame compadre, por la nueva situación, viven en la confusión, solitos con su mamá; sin otro padre jamás crecieron en comunión.

Cuando en el norte estuviera en minas se aporreó, pero en el sur trabajó en aquello que viniera. Con su nueva compañera pasó apreturas, señores, pero en trabajos menores se quedó marcando el tranco; en tierras de Llano Blanco terminan sus sinsabores.

FELISA SÁNCHEZ CID Felisa y Juan Luis se fueron a vivir a San Lorenzo, fundo agreste y tan extenso que jamás lo recorrieron. Allí sus hijos nacieron, cuatro orgullosas mujeres, y tres hombres con saberes completan la descendencia; criarlos, fue santa paciencia y también sus padeceres.

Cruzando el Salto del Perro pasando la pulpería, la casa con galería en medio de verdes cerros. Portón con goznes de fierro franquea la entrada del fundo, todos los verdes del mundo relucen en el paisaje; verde variado y salvaje hay en el monte profundo.

Juan Luis fue administrador de esta inmensidad de fundo, que llega hasta el fin del mundo como acierto creador. El terruño es productor de madera y animales, el trigo se da a raudales por la mano de inquilinos; el patrón es santiaguino, el peón de aquellos lares.

De niño, ahí se criaría Neftalí, tan arriesgado, Nibaldo, muy recatado, Olguita con su porfía, Odila y su fantasía, Eliana con sus mil sueños, Irma sin pretender dueño, y Noel juntando astucia; pero esta nidada anuncia dejar el campo sureño.

De aquellos siete retoños cada cual cultivó alitas, Eliana, muy jovencita, por Baires dejó el terruño. Neftalí a país de cuño, Nibaldo en su barco brilla, Odila aún siendo chiquilla a Santiago va con Irma; Olga en Quilleco se afirma, y Noel en Ramadillas.

Esta prole salió al mundo y dispersó por doquier, a la siga de un querer o buscando un nuevo rumbo. Todos dejaron el fundo prometiendo no volver, pero siempre van a ver a sus dos queridos viejos; llevan regalos de lejos y les muestran su querer.

LA TÍA GUITARRERA Una historia que conmueve el alma y el corazón, me encontrarán la razón oyendo como se debe. Les recuerdo en forma breve que la buena tía Yeya, vive toda una epopeya para bien criar a sus hijos; siempre fue gran acertijo comprender la vida de ella.

Hoy se ve con otro prisma juzgando con sensatez, su vivir con sencillez una soledad que abisma. Condenada por sí misma matear en soledad, pareciera sin edad porque siempre fue presente; solo cuando estuvo ausente comprendimos su bondad.

Nunca lo hubiese creído que el cariño de su vida, que la llamaba querida de un improviso ha partido. Se separó del marido bautizmado Marcial Jara, el que nunca dio la cara para sus dos hijos criar; el vivir que le quedara.

En sus ratos de reposo aprende a tejer labor, usa el croché con rigor tejiendo el hilo sedoso. Además fabrica hermoso el tejido con palillos, la técnica del bolillo usa también excelente; pasa su vida paciente tejiendo infinito ovillo.

Lueguito ya aprende el canto, también a tocar guitarra, la invitan a toda farra a darle música al santo. La guitarra afina en tanto, por tercera como debe; clavijas de palo mueve pa’ las cuerdas de metal; trina cantos de cristal y mucho aplauso le llueve.

Dedica tiempo a la crianza de sus dos hijos varones, ella tiene sus razones, el estudio es esperanza. Pero de nuevo la lanza De grande infortunio la hiere, la chispa de ella se muere junto con morir un hijo; al alto cielo maldijo por llevarle lo que quiere.

Colabora a la familia en albergar estudiantes, los guía con férreo guante y con celo los vigila. En su casa los asila, los apodera en la escuela, ese papel de la abuela lo cumple ella con rigor; realiza su labor con disciplina aunque duela.

Colabora con su hermana en labores de cosecha, unas pocas pilchas echa y se va al campo lozana. Se adueña el rancho con gana allá en el monte emplazado, fogón y ruco enramado abrigo de los peones; la comida son funciones de la ranchera al cuidado.

Tal vez le faltó una estrella que endilgara su camino, le mostrara más destinos, para seguir por otra huella. Para mala suerte de ella muere un hijo en asonada, notoriamente afectada se recogió en su silencio; estará en el cielo, pienso, entonando una tonada.