Estímulo visual Revista Axxis - Número 131 - Páginas 30 a 35
La presencia del arte marcó por completo el diseño de este apartamento de los años cincuenta. Pinturas, fotografías y una serie de objetos convierten este espacio en un entorno lleno de sofisticación. La calidad espacial y estética determinó la compra y remodelación de este apartamento de los años cincuenta que ofrece unas condiciones excepcionales hoy en día, como son los techos altos y los grandes ventanales. Partiendo de estos elementos, Juan Carlos Arcila-Duque, destacado diseñador de interiores en Miami, se lanzó a modelar un entorno que saca partido de la luz y de la vista con que cuenta el lugar, situado en Millionaires road, a pocas cuadras del Fontainebleau Hotel. Desde allí la experiencia que se tiene de la metrópoli es totalmente urbana, pues ofrece una vista panorámica de la ciudad y el mar. Una habitación, dos baños, sala, comedor y cocina, distribuidos en 140m2, fueron utilizados por el arquitecto colombiano Juan Carlos Arcila-Duque para generar un entorno habitable en el cual el arte es determinante. Por eso libros y cuadros se convierten en importantes elementos en la decoración. El uso de un solo color, el beige, en varias tonalidades, tanto en los muros como en los muebles, marca la pauta. El diseñador tuvo en mente el concepto de la monocromía para crear ambientes en los que se combinan muebles con distintos estilos. El trabajo de Arcila-Duque se concentró en el diseño de un mobiliario que sigue líneas geométricas cúbicas. Los sofás cuentan con un marco de madera oscura que contrasta con el tapizado en lino color café con leche. Armoniza con ellos un par de poltronas tapizadas en tono vainilla. La mesa de centro, de madera lacada, inspirada en el estilo Parson, estilo minimalista que surgió en los años sesenta con el desarrollo de un mobiliario de líneas rectas, sirve para exhibir una decena de libros y la talla en piedra del perfil de un joven eunuco romano. Entre otros
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objetos que ambientan el espacio también se encuentran un florero de vidrio color ámbar y algunos cuencos ubicados sobre las mesas auxiliares diseñadas por Philippe Stark, fabricadas en hierro y acabadas con laca blanca. La elección de cada objeto para esta zona social en la que sala y comedor son un solo espacio, ha sido tan cuidadosamente estudiada que hasta la ubicación de una lámpara desarrollada por la francesa-iraní India Mahdavi, quien acaba de diseñar la imagen corporativa de las tiendas Givenchy, se ve justificada con una columna que sobresale del muro de fondo. La iluminación indirecta de la zona social corre por cuenta de esta escultórica lámpara con aire art déco y por otra propuesta metálica de forma cónica. En el comedor, la selección de los objetos es diversa pero a la vez armónica y responde a la búsqueda de la sencillez de las formas de cada uno de ellos. Allí, el punto de reunión en torno a la comida se da alrededor de un mesa lacada. El complemento son las sillas de Hughes Cherner color chocolate. La lámpara escandinava que ilumina el ambiente es fiel reflejo del diseño nórdico, famoso por su simpleza y efectividad. Tanto en el comedor como en la sala es marcada la presencia del arte a través de una amplia colección de fotografías de reconocidas figuras como Richard Avedon, quien se ha caracterizado por la búsqueda de una redefinición del retrato en su trabajo como fotógrafo; Helmut Newton, a quien reconocen entre otras cosas por sus fotografías de mujeres desnudas y sus muchos años de trabajo para la revista Vogue francesa, y Man Ray, quien hizo parte del movimiento dadaísta y fotografió a la crema y nata de la intelectualidad que pasó por París en el período de entreguerras, como Ernest Hemingway, André Breton y James Joyse. Sus propuestas visuales sobresalen dentro del lugar gracias a la carga estética que cada uno de ellos le imprimió a su trabajo. Muchas de sus imágenes cuentan con marcos pintados de oscuro que las hacen sobresalir aún más dentro del entorno. Teniendo en cuenta que sala y comedor se encuentran en un mismo espacio, Arcila-Duque decidió separar sutilmente los dos ambientes con un par de tapetes, también en tonos crudos, para mantener la misma línea cromática. En la única habitación del apartamento, Arcila-Duque empleó igualmente colores claros para su decoración. Las mesas de noche conservan el mismo estilo de las utilizadas en la zona social. Realza la cama un espaldar tapizado en paño inglés abullonado de la casa Holland & Sherry, y sobre él, el cuadro de los caracoles de la iraní Iran Issa Khan.
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El toque de color también lo proporcionan las lámparas con pantallas de seda estampadas a partir de un motivo que Arcila-Duque retomó de un kimono y reprodujo en blanco y azul. En aras de contar con un rincón para el descanso, allí se instaló una chaise longue de corte tradicional tapizada en paño inglés color crudo. Como en todos los rincones de esta casa los cuadros cubren casi por completo los muros, para Arcila-Duque la decoración de este apartamento se caracteriza por ser un estímulo visual permanente. Como él señala, “se trata de tener ocupados los ojos con cada libro, foto y mueble, que para el dueño son objetos cargados de memoria”.
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