Casa sabanera Revista Habitar - Número 218 - Páginas 12 a 16
Concebida para el descanso, cada fin de semana congrega a la familia en torno a una vivencia sobrecogedora de la naturaleza.
Transcurrieron dos años desde que el arquitecto Carlos Campuzano recibió el encargo de seleccionar un lote a las afueras de Bogotá, construir una casa de campo y diseñar su mobiliario. La presencia de una arboleda fue el factor determinante a la hora de elegir el lugar y de comprar un terreno de 2.500m2 para proyectar una casa de 330m2; con cinco habitaciones, sala, comedor, estudio, terraza y área de servicio. Más allá del programa, para el arquitecto era fundamental lograr total privacidad, que se diera un disfrute del entorno desde el interior de la casa y que, al final, ésta transmitiera una grata sensación a partir de un lenguaje formal, austero y sencillo. De ahí los pocos materiales utilizados en su construcción y el manejo que se le dio tanto a nivel interior como exterior para producir una sensación de continuidad. Por eso sus muros sin empañetar pintados en color arena, el mármol Sinú dorado utilizado en diversas superficies, junto con una obra en madera tintillada de oscuro, tipo wengue, y sapán en el piso, representan una cuidadosa selección de materiales que permiten mantener el control de la composición arquitectónica. Como señala Campuzano, “no es una casa evidente, que se deja leer fácilmente”. Está proyectada a partir de volúmenes, aparentemente se percibe como un casa cerrada, aun cuando no lo es. Y desde fuera, la disposición de sus ventanas parece un ejercicio aleatorio cuando claramente cada grieta o vano ha sido proyectado estratégicamente para enmarcar las mejores vistas de los alrededores. La gran sorpresa se da cuando después de recorrer el camino de piedra, diseñado como un riel de ferrocarril, se abre la puerta y se descubre una casa totalmente abierta al exterior, concebida a partir de un patio central en el que se desarrolló un espejo de agua, como “fuente de emoción y de luz”.
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Prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de este documento sin la previa autorización del autor - Patricia Ruan - 2015
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Búsqueda de sensaciones Desde el hall de entrada que recibe al visitante ya se puede contemplar el punto sobre el que gira toda la casa, ese espejo de agua desarrollado en pizarra y hierro que brinda una agradable vista al lugar. Gracias a que el corredor que lleva a la zona social y a las habitaciones cuenta con una cubierta en vidrio, el recorrido se enriquece con la vista a los árboles y el cielo, experiencia que de día o de noche es un placer. De igual manera, como las cubiertas están pensadas para ser recorridas, éstas también permiten disfrutar del exterior. Gracias a que la rasante de la visual cuenta con una altura de 1.60 m., desde allí se puede observar la cordillera, los árboles y el cielo pero no las construcciones vecinas. Para el arquitecto esta es una “casa convocatoria”en donde las actividades se concentran en su zona social, concebida de manera franca, y donde la sala y el comedor se desarrollaron en un mismo espacio al que se abre la cocina dentro de una propuesta de disfrute fresco y desenfadado. En este gran salón-comedor, Campuzano se esmeró en hacer una selección personal de muebles y de diseños especiales a la medida del lugar. Componiendo la sala, está la chimenea y el plasma, enmarcados por un panel de madera. El paisaje realizado por Luis Gabriel Largacha para este punto permite ocultar la pantalla de video cuando se desee, generando así distintos ambientes. En este primer nivel de la casa también se encuentra el estudio, la habitación principal y algunas habitaciones de huéspedes, dejando para el segundo piso, una quinta habitación. Allí también sobresale el diseño del mobiliario y la ubicación de ventanas que permiten que desde la cama se disfrute del paisaje.
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