Fábrica de Cuchillos Nº 1

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Chillテ。n Junio de 2011 Aテアo uno Nテコmero uno

BOLAテ前 Patricia Espinosa H.

POEMAS Rodolfo Hlousek


Edita f谩brica/de/cuchillos Compuesto con tipos: Ad Lib, de Freeman Crow Arno Pro, de Robert slimbach Delicious, de Jos buivenga. Proyect贸 la edici贸n Patricio Contreras Parra.


DOS LIBROS DE POESÍA DEL PRIMER BOLAÑO

REINVENTAR EL AMOR Y FRAGMENTOS DE LA UNIVERSIDAD DESCONOCIDA

Patricia Espinosa H. Pontificia Universidad Católica de Chile


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UNO En 1976, en México, bajo el sello Taller Martín Pescador, dirigido por Juan Pascoe, Roberto Bolaño publica el poemario Reinventar el amor (“Hay que reinventar el amor” señala Arthur Rimbaud en Una temporada en el infierno). Reinventar el amor es un conjunto de textos en los que predomina una visión de desesperanza y reencanto sobre la vida: “Todo existe más allá de todo” (1976: 7) señala el autor, aludiendo a una mirada que se restringe a la autorreferencialidad, pero que a la vez es capaz de “enrojecer de vergüenza/ delante de tanta vida, de tanta existencia” (1976: 8). Es una poesía que recupera lo cotidiano, la trivialidad del habitar doméstico precario como sucede en el poema II, en el cual una muchacha se pinta las uñas


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en el borde de una cama de latón: “Mientras en el radio tocan una marcha fúnebre/ ella se sienta frente al espejo./ Descansa el cuerpo del presidente en un patio de cemento/ Sus aves cantan en las alamedas/ arrasan con los jardines […] Y en los salones las damas se dejan apretar un poco más/ por los transpirados caballeros” (1976: 9). Desde una perspectiva contrapuntística, aparecen dos figuras fragilizadas. Me parece importante destacar la alusión al cadáver del Presidente Allende no silenciado por la muerte; la imagen de los pájaros que cantan en las alamedas, nos remite a todos aquellos que mantuvieron/ mantienen presente su figura. Estamos ante un discurso lírico que tematiza la ruina, el abandono, la pérdida, la memoria, el mito. Sin

embargo el hablante a la vez, remite continuamente a la búsqueda. A través de mis sucesivos análisis a la obra de Roberto Bolaño, he podido detectar que se plantea de manera reiterada el concepto de detención en tanto muerte. Tras la devastación siempre deviene el viaje/el tránsito: sinónimo de vida. La única posibilidad de seguir vivo es convertirse en un rastreador cuya búsqueda será eterna; ya que si llega a encontrar aquello rastreado, esto morirá. Por ello sus textos nos obligan a operar detectivescamente: buscar sin encontrar es el juego continuo en la obra tanto narrativa como poética de Bolaño. Ya no hay un orden secreto escondido en palabras mágicas como Aleph o Jahwé, o la búsqueda de


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la inmortalidad y de la mortalidad o el recorrido por el laberinto. Ahora el laberinto definitivamente no tiene centro ni forma y la palabra mágica carece de sentido. Ya no más buscar para encontrar el sentido, porque encontrar no tiene sentido. Solo puede tener sentido la búsqueda, travesía y el escape permanente: “mi sueño es una música que se reconoce en la aventura” (1976: 14). Bolaño nos señala además: “si alguien con las uñas te hubiera levantado los párpados” es decir, si otro ayudara a mirar más allá, ocurriría que: “la vergüenza la culpa el ninguneo se alejan como buques en/ zoom-back por el océano, para siempre” (1976: 12). El mal puede conjurarse, mientras se realice la búsqueda. Mirar es buscar. En este volumen, es recurrente

la presencia de un hablante que se dirige a un tú al que identifica como un sujeto que busca, deambula, el eterno abandonado; sin embargo, buscar es vivir. Como le sucede a: “Una clase de muchachos desertores, / una generación desnutrida y depravada, / que lentamente invadía los autocinemas,/ con cadenas,/ y sienes ardiendo como brasas,/ y mejillas más pálidas que una rosa blanca” (1976: 11). De nuevo un tema permanente en la estética de Bolaño. La presencia de los muchachos émulos de Rimbaud, los poetas que van al abismo cantando como sucede al final de Amuleto. Bolaño alude a toda una generación de jóvenes desertores de una guerra, desesperados, armados con cadenas, enfebrecidos, poseídos por un calor que viene desde den-


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tro, desde las mismas vísceras. En el poema VI, el hablante señala: “Un niño es el árbol de la revolución” (1976: 14). La figura del niño es el símbolo del reencantamiento que generará cambio/revolución. Del mismo modo que los poetas simbolizan la permanencia de la poesía, los niños devienen cambio. El verso señalado tiene como antecedente un discurso pronunciado por Fidel Castro en la clausura del Congreso Nacional de Alfabetizacion, el 5 de septiembre de 1961. En el fragmento final, Castro dice así: “¡Es un pueblo en revolución, un pueblo dispuesto a crear su destino! ¡Eso es lo que vence todos los obstáculos! […] ¡ eso es lo que vence al imperialismo!, ¡eso es lo que permite que noso-

tros podamos librar y ganar tantas batallas al mismo tiempo! ¡Eso es lo que explica que un pueblo tenga inagotables fuerzas morales, inagotables energías, inagotables recursos humanos, para hacer lo que está haciendo!, ¡y solo una revolución es capaz de producir este milagro!, ¡y eso es lo que nosotros siempre les estaremos diciendo a los pueblos hermanos de América! ¡Este es el fruto de la Revolución, y solo el árbol de la Revolución puede dar tales frutos! ” (el subrayado es mío). “Árbol de la revolución”, insiste Bolaño hacia el final de este poema, cruzando la revolución social contra el Imperio, que logra desbaratar el dolor, con su experiencia mística al recorrer oscuros


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pueblos mexicanos, devastados por el abandono pero embellecidos por figuras de niños que logran reinstalar la utopía del cambio. Es usual en la primera escritura de Bolaño, recordemos el Manifiesto Infrarrealista, la adscripción a un discurso político que promueve los movimientos revolucionarios a partir de la fuerza interna del individuo. El calor o la energía en el territorio infra, viene desde dentro, desde las mismas vísceras de cada individuo, tal como el realvisceralismo de Los detectives salvajes. El poeta está inmerso en la historia y su escritura se niega a la derrota; por tanto la utopía permanece intacta. Instalar un nuevo orden solo se logrará mediante la toma de conciencia de los pueblos, aludiendo con ello a los más desposeídos, situados en

“Un orden que irremediablemente parece llevarnos al cagadero o a la revolución” (Manifiesto: 6). En Reinventar el amor, la precariedad se adhiere a la escritura a nivel formal y en cuanto a la propuesta vital que el texto convoca: “fumamos cigarrillos de maíz/escuchando a la luna/contemplando a los grillos/ pero la vida pasa dijiste/ y nos da/ con sus caderas” (1976: 16). Vivir en una suerte de indigencia transhumante permite asomarse a la felicidad de las imágenes ligadas al pasado y al presente. Es el amor, al igual que la poesía lo que permite la salvación ante la soledad. Estamos ante una enunciación amorosa que ambivalentemente se adhiere a la mujer tanto como a la revolución. “Y amor vendrá con Lucha de Clases/ en un punto decisivo/


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¡Bang, bang!/ de la infrarrealidad venimos, ¿a dónde vamos?” (1976: 18). Flanqueado por el disparo, el amor ligado a la discursividad política se vuelve “un punto decisivo”. El bang, bang es la lucha de clases armada, mostrada a la manera onomatopéyica del cómic; por tanto, juego de representación que se asume provenir de la infrarrealidad, de nuestra condición de soles negros calentados desde dentro, cuyo futuro es pura indeterminación. Nuevamente el trayecto, el viaje y aun cuando conozcamos el origen, la llegada siempre es una incógnita. Solo vale el trayecto, la lucha, el bang bang. DOS En una entrevista aparecida en “Revista de Libros” de El Mercurio

, Bolaño señala: “creo que [en] la formación de todo escritor hay una universidad desconocida que guía sus pasos, la cual, evidentemente, no tiene sede fija, es una universidad móvil, pero común a todos”. Esta es la referencia más literal que Bolaño realiza, fuera de su obra literaria, a la Universidad Desconocida. Mis investigaciones me han llevado a Alfred Bester, conocido también bajo el seudónimo de John Lennox, estadounidense, nacido en 1913 y fallecido en 1987. Un prolífico autor de ciencia ficción, para muchos iniciador del cyber punk. En su relato “Los hombres que asesinaron a Mahoma” , publicado en 1958, está la pista central del texto Fragmentos de la Universidad Desconocida: poemario publicado por Bolaño en 1993, en el



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Ayuntamiento Talavera de la Reina, España, tras haber ganado el Premio de Poesía Rafael Morales. En el texto de Bester, el científico David Hassel utiliza su máquina del tiempo para asesinar, sucesivamente, al abuelo de su esposa infiel, a la abuela materna de su esposa, a George Washington, a Colón, a Napoleón, a Mahoma, a Madame Curie... y siempre regresa a su habitación, para sorprender a su mujer en brazos del mismo hombre. Texto que nos recuerda El día de la marmota, en donde el tiempo y los sucesos se reiteran infinitamente y donde la realidad emerge de modo inmutable . El protagonista del relato de Baster es Henry Hassel, profesor de compulsión aplicada en la Universidad Desconocida en el año

de 1890: “Nadie sabe dónde está la Universidad Desconocida, ni lo que se enseña allí. Tiene un cuerpo docente de unos doscientos excéntricos, y unos dos mil estudiantes... que permanecen en el anonimato hasta que ganan el premio Nobel o se convierten en el Primer Hombre de Marte. Se puede localizar fácilmente a un graduado de la Universidad Desconocida preguntando a la gente dónde estudió. Si contestan de forma evasiva, diciendo, por ejemplo: ‘Estado’ o ‘una universidad muy corriente de la que nunca habrá oído hablar’, puede estar seguro de que fueron a la Universidad Desconocida. Espero que pueda hablar algún día más ampliamente de esa universidad, que es un centro de aprendizaje…” (Baster: 2) Creo que la filosofía que


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sustenta el volumen de Bolaño, se basa fuertemente en uno de los enunciados de Baster: “Un genio es un individuo que viaja hacia la verdad por una senda inesperada. Por desgracia, en la vida diaria, las sendas inesperadas conducen al desastre” (Bester: 2). El concepto de viaje, en toda la obra bolañeana, está asociado a la vida; por tanto la detención, se adhiere a la muerte. Es por ello que sus personajes están en permanente movimiento, en continuo proceso de desplazamiento y búsqueda, aun cuando ello conduzca “al desastre”. Ojo, con el término, “desastre”: no muerte. Asumir la contracorriente, la caída o la degradación es el costo que asumen personajes como Ulises Lima, Arturo Belano y Archimboldi. Quizás los mayores símbolos

de la nomadía vitalista que recorre todos sus textos. Fragmentos de la Universidad Desconocida , se constituye de tres segmentos: “El atardecer”, “Prosa del otoño en Gerona” y “Tu lejano corazón”. “Prosa del otoño en Gerona”, ha sido publicado en el volumen Tres (Barcelona: El acantilado, 2000). En el primer segmento, “El atardecer”, aparecen los poemas: “Resurrección”, “Los detectives helados”, “Autorretrato a los veinte años” y “El último salvaje”, todos los cuales se publican posteriormente en Los perros Románticos (Barcelona: Lumen, 2000). “El último salvaje”, además, se convierte luego en un volumen, de igual nombre, aparecido en 1995, en México, bajo el sello Al este del paraíso. El poema, “El gusano”, por


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su parte, es el antecedente de un relato -con el mismo nombre- incluido en Llamadas telefónicas (Barcelona: Anagrama, 1997). En el lenguaje bolañeano, la universidad desconocida, siguiendo a Baster, se refiere a una entidad que no tiene lugar físico, por tanto es más bien el acto de aprendizaje individual, continuo, realizado fuera de las instituciones legitimadas como portadoras del saber. Este poemario recoge de manera intensa la estadía de Bolaño en México y en Chile, específicamente Quilpué, lugares catalogados en tanto “el final de mi infancia” (1993: 9). México es el lugar de los amigos, borracheras, convivencia con la muerte y mucha literatura. Pero también es el lugar de la soledad. Chile, por su parte, es un lugar espectral, cargado de

mitos asociados al dolor. La espera es un tema central en la actitud de los personajes que habitan esta poesía. Una espera en apariencia calma rápidamente intervenida por la aparición de “el país de la infancia” (1993: 13) sobre el cual pende una espada. El texto gira entonces, hacia un presente en el cual el hablante se sitúa de nuevo en los márgenes del espacio urbano. En “El último salvaje”, dice así: “Grandes gorros amarillos/ ocultaban el rostro de los basureros, aun así creí reconocerlo:/ un viejo amigo ¡Aquí estamos! Me dije a mí mismo/ unas doscientas veces,/ hasta que el camión desapareció en una esquina.” (1993: 14). El sujeto lírico vaga sin rumbo, lleno de preguntas que lo llevan a un pasado cada vez más esfumado, visualizándose


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como el último de los salvajes. En su recorrido emerge un viejo amigo, “sin duda el más valiente”, inasible, incapaz de romper la soledad que atraviesa al hablante lírico. La trama urbana del poema se conecta con la trama cinematográfica de un filme igualmente denominado, “El último salvaje” que interviene en su captación de lo real. El amigo se pierde en la noche y el hablante deambula hasta llegar a un “Estadio Olímpico de magnitudes colosales” (1993: 17). Imposible no elucubrar que se refiere al Estadio Nacional chileno, lugar de torturas y fusilamientos durante la dictadura militar, ya que el texto más adelante dice: “al salir del cine/ no tenía a donde ir. De alguna manera yo era/ el personaje de la película y mi motocicleta negra me conducía/ direc-

tamente hacia la destrucción. No más lunas rielando/ sobre las vitrinas, no más camiones de basura, no más/ desaparecidos. Había visto a la muerte copular con el sueño/ y ahora estaba seco.” (1993: 17). No hay más que deambular entonces, bajo el sino de la destrucción, en la más plena de las soledades: “no más desaparecidos” apunta Bolaño. En un juego de palabras que pareciera querer conjurar la muerte. Eso es, entonces, la constatación total de la vida para el hablante; en un registro que poéticamente lo sitúa muy lejos del poemario anteriormente abordado. Esta vez el espanto, el miedo se vuelven recurrentes en este poemario al igual que la figura del detective latinoamericano, el poeta transhumante, que mantiene “los ojos abiertos”, mientras emer-


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gen crímenes horribles, charcos de sangre y “tipos cuidadosos/que procuraban no pisar los charcos de sangre/ y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada/ el escenario del crimen” (1993: 18). La resurrección en medio del horror solo es posible de realizar mediante la figura del poeta: “más valiente que nadie” (1993: 28), “un buzo/ inocente/ envuelto en las plumas/ de la voluntad” (1993: 28). El horror pierde de tal modo su fuerza, porque hay alguien que mediante su voluntad lo desafiará. El poeta se reinstala así como la mayor utopía de Bolaño. Un poeta envuelto en plumas, que concita, por supuesto, arte, pero también inocencia, valentía, voluntad. “Prosa del otoño en Gerona”, es un texto mucho más ex-

perimental, oscuro, multifocal y minimalista. Son 33 pequeños y compactos fragmentos narrativos o microrrelatos en torno al trayecto onírico y cinematográfico del protagonista; un sujeto de 28 años, extranjero, que vuelve a su hogar en Gerona tras un verano de trabajo en la provincia. Su tiempo de sobrevivencia es limitado, recibe cartas desde México y una visa de permanencia renovada por tres meses en España. El exilio continuo, el no-lugar es la condena permanente del personaje: un sujeto quebrado pero que logra armarse un sitio desde donde mirar los fragmentos del entorno, su vida que se expone al modo de un texto. La secuencia final del libro, la constituye “Tu lejano corazón” conformado de diez pequeños poemas, dentro de los


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cuales solo dos poseen título: “Tu lejano corazón” y “Tardes de Barcelona”. Esta vez, el ánimo es no volver al pasado, desoyendo a Bester, no escuchar a los amigos muertos. El universo onírico atraviesa la totalidad del volumen y, en este segmento, se intensifica. La violencia acosa siempre al sujeto lírico el cual solo pude protegerse con “lo que aún no tiene forma” (1993: 76). Podríamos afirmar que tal protección es la poesía en su estado previo a ser escrita. El hablante se hace parte de los sudacas, una categoría que por primera vez aparece en los dos volúmenes abordados. La condición de exiliado de Bolaño se expone a partir de la soledad, la precariedad material, la falta de dinero: “nadie te manda cartas ahora” (1993: 79) aunque “A veces era inmensamente

feliz” (1993: 79). El hablante expone su inseguridad ligada a la aventura; es el costo, lo sabe, mientras intenta escribir. Bolaño ha producido un texto que pretende escapar –como sucede en toda su obra- de cualquier centro posible, así señala: “En el centro del texto/está la lepra” (1993: 84). Escapar, huir o viajar por un texto/territorio escamoteando la posibilidad del centro. El centro textual coincide así con el centro ideológico. Texto sin centro, sujeto descentrado, poeta al margen. En el penúltimo texto del volumen hay un poema que me parece particularmente importante, dice de esta manera: “Querido Alfred Bester, por lo menos/ he encontrado uno de los pabellones/ de la Universidad Desconocida!)” (1993: 83).


En un formato similar a una peque帽a carta, el hablante se dirige al viejo escritor de ci-fi, afirmando haber encontrado uno de los pabellones de la Universidad Desconocida. Un pabell贸n que podr铆aconducir a la genialidad an贸nima, al conocimiento del horror y de la belleza, al viaje hacia la verdad por una senda inesperada, al desastre. Es decir, a la literatura o a la vida.


RODOLFO HLOUSEK ASTUDILLO Poemas


Hice la cama para viajar Vieja sensaci贸n de abandono despu茅s del amor.


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Yo volveré al bar, único barco que me queda en la ciudad Te vas Y yo volveré al bar Único barco que me queda en la ciudad. Aquellas luces, me preguntarán por ti Y hundiré en eso Tinta negra sobre piel. Sólo sé lo implacable del tiempo, Me volveré para ti un hombre irreal. Acabará conmigo otro sol Y otras arenas Bañaran tus ojos Para conocer la inmensidad. Además vendrá un ángel A destruirlo todo Y habiendo incendiado Sábanas, huellas, lágrimas El mar te enviará Un mensaje de mi derrota En un barco tras otro Tras otro…


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La forma italiana Para Giovanna, diosa misericordiosa

Corrieron caballos aquella noche Y fue como la sensación que se vuelve a enfrentar De Ja Vu, creo que le dicen. No obstante, penetró en ella resuello, lengua Y memoria -ahora-, regocijándose. - Te acuerdas...?, la luz del alba Nos descubrió perennes Ajados en cuerpos. Nuestras madres inquirían Llamando alarmadas Y tuvimos que cerrar las voces fantasmales Que dilataban (Deseo fugaz con el cual éramos alegres). Amplitud de los efebos Que sostuviera tanta tragedia.


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Carencia

Para una bella actriz de la carencia

Recuerdo latido Sazón de ebriedad en el cuerpo, Pero no sabíamos como hacernos carne/sangre, ni oído. Los elementos empezaban por ser la plaza, luego El café y los cigarrillos temblorosos. - Karen, eres menor a mí, le dije, Mácula, tan vital como yo. - Confabulador de documentos, eso son. Luego, nos sumergimos a la luz Y a la música. La otra mitad Del deseo, nos dijimos, cuando nos miramos Sagaces, llenos de pulsación.


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Auto cinemas Para aquella que en Latín, se define, como originaria de los bosques.

Dos espejos Y una orquesta típica. Luego Ismael E Ismaelillo. Los besos que muerden En la reiteración Y la celeridad. Tráfico y frutos Imaginarios como la eternidad. Jóvenes ilusos Pero conteniendo Un par De versos.


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Referentes de la memoria que transfiguran en sal Para una pequeña soledad

Comienza a doler el camino de regreso Lanzar, antes de partir, besos al viento. Mejor despedirse en sordina Detrás de las sombras que dibuja el sol, ingresa. Extrañaré el ocio, la luz y la altura Un cuerpo al que no pertenezco Y no me pertenece Como cruceros extraños que encallan y luego zarpan llevándose sólo algunos soplos, Para explicarme más tarde, y no muy persuadido, así la integridad todo lo corona. Referentes de la memoria que transfiguran en sal. Se van nuevamente solos Por la carretera Olvidándolo, degradándolo absolutamente todo.


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Eres tú la unica victoria Eres tú la única Victoria Ni Rebeca Matte, Miró ni Calder Ni la excitante manera de morir De los santos constatado por Bernini. Esta noche Eres tú la única Victoria Roma como Santiago; abierta, numinosa Encabritada por ser y hacer -sin defender la creacióncon urgencia, sí, ante cualquier llamado anotaré tu existencia en mi bitácora funesta: Adolfo Couve, Teillier, la velocidad y el humor de los amigos A través del fuego perpetuo De la escultura Esta noche Eres tú la única Victoria.


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La muerte de la oveja en el río huaqui

La primera mañana del año nuevo amarramos con alambre sus pies. Ella miraba con ojos de luna llena, adivinando nuestro apetito ritual. En el río, cabeza abajo, colgada desde un árbol se enfrentó a la muerte. Debo agregar que dio dos gemidos antes del corte. Nosotros éramos cuatro que abrimos el cuero; Los intestinos, la cabeza y el corazón la dimos como ofrenda al Huaqui Dentro de un saco de feria naranjo. La sangre mojó el río y nuestros pies. Luego cortamos su sangre caliente con sal para embeber nuestras gargantas. Su carne asamos al aire libre y en comunidad.


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Creo en todo animal Creo en todo animal Que muerde la fruta Elixir del sexo del sexo Y del tiempo a destiempo Así como cuando prenden Cigarros en la cama Así como cuando dejan cosas por hacer Así como cuando ella Hecha de milagros pela mandarinas Así como cuando él Se levanta para hacerse un café Creo en todo animal Que ronda y danza Para seducir a la hembra Aquel sol del verano incendiando el pastizal Así Así Así Así

como como como como

cuando cuando cuando cuando

ella hecha de milagros pela mandarinas él se levanta para hacerse un café prenden cigarros en la cama dejan cosas por hacer


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Tierra De Hojas

Bajo algún Sauce en el río Huaqui sereno respiraba el sexo luego figuró el hombre nos hicimos tierra de hojas



Fรกbrica/de/cuchillos fabricadecuchillos@gmail.com


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