Bogotá, Colombia. Número 11. 2015
Edición de ocho páginas
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Hojas de café Bogotá en un Café. Los cafés como elementos revitalizadores del centro tradicional.
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Publicación gratuita del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural Entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
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El Nadaísmo no surgió de la nada Entrevistas y textos. Maria Eugenia Martínez Delgado, Olga Pizano, Nubia Lasso y Alfredo Barón.
Eduardo Escobar
El poeta librepensador “Ser poeta, como quien dice: vivir despierto, sobre todo en el sueño”. Gonzalo Arango
En su finca en las montañas de Cundinamarca, cerca a San Francisco, el poeta nadaísta Eduardo Escobar habló con Hojas de Café en un día festivo, con su característica irreverencia, pero a la vez con una gran sensibilidad. En la sala de la casa hay varios libros sobre la mesa, una revista Soho en el piso y, en uno de los sofás, el inconfundible sombrero que siempre lo acompaña. A través del amplio ventanal se percibe la exuberancia de un jardín de clima medio en el que conviven naranjos, totumos, borracheros y helechos bajo la resolana de mediodía. El más joven de los nadaístas Eduardito o el nieto, como le decían los fundadores del nadaísmo, nació en Envigado en 1943. Se enamoró de los libros antes de aprender a leer. De sus primeras lecturas recuerda autores como Julio Flórez y Gabriela Mistral. Tenía catorce años cuando se enteró del movimiento por una nota en una revista que publicaba un compañero del colegio en Medellín, y por su mamá que lo previno contra unos tipos pecaminosos que andaban por la ciudad, lo que por supuesto desarrolló su interés por conocerlos. Se encontró con Gonzalo Arango en la librería Horizonte, al frente del teatro Ópera, y desde ese momento se unió al grupo.
Medellín, años cincuenta En sus andanzas con el grupo de los nadaístas, todos mayores que él, dice el poeta que descubrió la marihuana, que entonces era cosa del diablo, y la bohemia dura. Al nadaísmo, por su propuesta liberadora, se unieron desde el principio algunos artistas homosexuales, afrodescendientes, y mujeres que con sus actitudes desafiaban la pacatería parroquial. Esto tuvo un impacto muy grande en su familia. Su padre, que en ese momento trabajaba en un banco y después tendría un anticuario que lo salvó de ser un asalariado, lo matriculó en varios internados para que cambiara de rumbo. Y así le tocó probar el cautiverio en diversas instituciones para menores díscolos, como el reformatorio de los padres capuchinos. Antes, había estado en el Seminario de Misiones de Yarumal, que había fundado un obispo legendario, Miguel Ángel Builes, y donde también estuvieron Belisario Betancur y Rodrigo Arenas Betancourt, escultor. Amores y desamores Menciona a las mujeres que han formado parte de su ya larga vida amorosa, a veces con nostalgia, y otras con desapego. Aclara que ahora, a los setenta años, como a muchos viejos, le gustan las jóvenes de veinte, porque revitalizan y transmiten alegría. Tiene un montón de amigas que,
Eduardo Escobar. Café Pasaje. 2015.
sin importar la edad, lo acompañan cuando va a Medellín y emprende travesías por las diversas ciudades colombianas dictando conferencias y haciendo lecturas de sus poemas. A veces, lo visitan en su casa de San Francisco. Ha tenido la idea de abrir aquí un hostal para ellas, pero la idea no ha cuajado. La ciudad y los nadaístas Bogotá con el tiempo se convirtió en sede del movimiento porque era donde estaban los dos periódicos más importantes del país, en los que tenían la oportunidad de publicar sus trabajos, y porque, comparada con las ciudades de provincia, tenía una vida cultural más interesante. Los nadaístas llegaron
de todas partes: Gonzalo Arango, Eduardo Escobar y Amílcar Osorio, de Medellín; Elmo Valencia, Samuel Ceballos y Jotamario Arbeláez, de Cali, y Pablus Gallinazo de Piedecuesta, con todos los honores, porque, aunque su militancia en el nadaísmo fue tardía, acababa de ganarse el Premio Nadaísta de Novela con La pequeña hermana.
El Negro Billy, otro cantante del grupo, intérprete de spirituals y de música afrocolombiana de la costa pacífica, permaneció en Medellín, y Malmgren Restrepo, artista plástico, quien ilustró magníficamente las primeras publicaciones de los nadaístas, se fue a Nueva York, donde aún vive. Patricia Ariza, a /véase página 2