Bogotá, Colombia. Número 4. 2014
Edición de cuatro páginas
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Hojas de café Bogotá en un Café. Los cafés como elementos revitalizadores del centro tradicional.
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Publicación gratuita del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural Entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
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El Café: teatro de la palabra y arena de la mirada Breve antología poética sobre los Cafés bogotanos LA BOTELLA DE ORO Julio Vives Guerra Revista El Gráfico 2 de agosto de 1931 A Pacho Umaña Bernal Café de la “Botella de Oro”, viejo café! Quiero evocar unas escenas antañeras que en tu recinto, lustros há, se sucedieron, porque fuiste, viejo café, jocundo lar de los poetas de otro tiempo que iban a ti para cantar, que iban a ti como a un refugio, que iban a ti para soñar! ¿No los recuerdas?... Recordémoslos, viejo café!... Con desigual paso llega Rojas Garrido, se sienta y grita: --¡Un buen cognac!— y en seguida con voz vibrante empieza lento a recitar: “Aquí fueron sus últimos momentos, su último adiós, su postrimer gemido; aquí cayó como león herido cuya rugiente voz no apaga el mar! Tu manto de iris, inmortal Colombia, Fue desgarrado aquí! Negros crespones Fue en cien fragmentos para cien naciones, Se vieron con las brisas ondular!” Asoma Candelario Obeso su negro rostro. Con afán pregunta: --¿Arietta no ha venido? ¿Diógenes cuándo llegará? --Aún no ha venido- le contestan-pero muy pronto ha de llegar— y el bardo negro en una silla se sienta y rompe a recitar:
“¡ Qué ejcura que ejtá la noche! ¡La noche qué ojcura está! Asesina ejcura ej la ausencia!... Bogá, bogá. Con arte se ablanda er jierro, se roma la mapaná, coctante y jicme la pena… No hay má… no hay má!” -Muy buen, negro – le interrumpe desde la puerta una voz--. Has agarrado en esas estrofas, con maestría singular, los sollozares de mi río y las quejumbres de mi ma”. --Thank –you, poeta – dice Obeso, el bardo negro; pero vas a decirnos aquellos versos a tu hijo muerto, sin tardar;--y entonces Diógenes Arrieta rompe al momento a recitar: “Torturan mi alma, pues que ya no existes de tu vivir fugaz memorias tristes y anhelos de poderte acariciar! Quien bebiera en las aguas del Leteo que embotan las espinas del deseo y matan los recuerdos del pesar!” --Ave, filgados e homes buenos los que en aquestes sitio estáis— con el dejo de la Montaña dice una voz desde el umbral. --Entra, Ñito—responden todos, éntra, y dínos qué has de tomar; pero antes suélta unas estrofas de las que sabes perpetrar— es Antonio José Restrepo, el bardo altivo de “El Dios Pan”, que con su paso mesurado se acerca al corro y ¡agua va! con el dejo de la Montaña empieza al punto a recitar: “No existen ya ni sílfides, ni ondinas, ni náyades, ni faunos. Argentinas voces no se oyen ya en la concha de nácar de los mares, ni el ángel de la tarde en los palmares ha vuelto a suspirar!”
Café La Botella de Oro. Revista el Gráfico. 2 de agosto de 1931.
Aplauden todos. Tintinean copas y vasos; el cognac pone matices de topacio sobre las mesas; rojear hacen los vinos sus rubíes; en alegre burbujear la cerveza rubia y dorada infla su espuma, y más allá los diamantes del anisado en las copas se ven brillar. Entran y entran más poetas, y el corro llegan a engrosar; las serpentinas de los versos cruzan el aire sin cesar; los confetti del epigrama empiezan a colorear; se oyen cantos y carcajadas, mientras muy cerca, ante el altar, de la Capilla del Sagrario, con un extraño titilar, la lamparilla del Santísimo parece tenue murmurar: - Paz, oh cristianos, paz, cristianos! Paz, oh cristianos! Paz!... paz! Paz!...
Café de “La Botella de Oro”, viejo café, quise evocar esas escenas antañeras que en tu recinto, lustros há, se sucedieron… Cuántas sombras en la noche cruzar verás so tu arcada! Cuántas endechas hoy congeladas estarán en tus rincones! Cuánto tiempo, viejo café, transcurrió ya desde esas juntas de poetas que no han de verse nunca más! Café de “La Botella de oro”, viejo café, que fuiste un lar de los poetas antañeros que iban a ti para cantar, que iban a ti como a un refugio, para soñar! … para soñar!...