Hojas de Café N°5

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Bogotá, Colombia. Número 5. 2014

Edición de cuatro páginas

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Hojas de café Bogotá en un Café. Los cafés como elementos revitalizadores del centro tradicional.

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Publicación gratuita del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural Entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá.

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www.patrimoniocultural.gov.co Calle 12 b no 2–58 3550800

Bajo la luz neón del Café Pasaje

2014. Margarita Mejía-IDPC.

Texto: Alfredo Barón Investigación: Alfredo Barón, Nubia Lasso, Olga Pizano y Julieth Rodriguez En el primer piso de un bello y viejo inmueble del año 1930 construido por la firma Casanova y Manheim, ubicado a lo largo del costado occidental de la Plazoleta del Rosario y conocido como edificio Santafé, se encuentra el Café Pasaje. Este es uno de los Cafés más tradicionales e importantes de la ciudad y uno de los que tiene mayor reconocimiento gracias a su afortunada ubicación. Poco a poco el Café ha logrado convertirse en un referente capitalino, en algo así como un lugar de obligada visita en la ciudad. Al igual que el Café San Moritz, el Café Pasaje formaba parte de un callejón un poco recóndito. Su nombre proviene de un desaparecido pasaje peatonal que iba de la Avenida Jiménez a la calle 14, el cual separaba a los dos módulos gemelos que conformaban al edificio Santafé y que se encontraban uno frente al otro. El módulo oriental junto con los demás edificios de toda la manzana en la que se

encontraba, fue declarado como “bien de utilidad pública” por el Distrito en 1968 con el objetivo de demolerlo para mejorar el aspecto del centro histórico. La demolición se hizo efectiva en 1970 y de allí surgió como un conejo del sombrero de un mago, la Plazoleta del Rosario. Los edificios que estaban ubicados en esta manzana eran jóvenes pues no tenían más de cuarenta años y paradójicamente dieron espacio a una plaza que la percepción ciudadana considera como una plaza antigua de Bogotá. El pasaje en un principio y la plazuela posteriormente, se llenaron de Cafés. Algunos memorables pero frágiles no resistieron el paso del tiempo y diversas circunstancias los llevaron a desaparecer como el Tía Juana, el Rhin, el Granada, el Sorrento y el Tequendama. Otros aún permanecen y se resisten a desaparecer, como el Salón Fontana (1955), La Romana (1964) y La Plazuela (1974). El Café Pasaje, es uno de los resistentes de la Plazoleta del Rosario. Aparece indicado por primera vez en un directorio telefónico de Bogotá en el año 1961 en la dirección carrera 6A

no.14-25 junto con el nombre de uno de sus dueños: el señor Octavio Vargas Montaña. Una nota de prensa de 1992 indica que un señor llamado Elías Toro fue su primer dueño durante diez años y que fue él quien mandó traer de Estados Unidos las mesas redondas de pata ancha que hoy se encuentran en el Café.1 Según sus actuales propietarios Álvaro y Mauricio Vásquez, el Café Pasaje fue fundado hacia 1936. Su padre Jorge Vásquez Vélez (1926–1996) lo adquirió posteriormente. Ellos cuentan que don Jorge tenía un Café similar en el edificio del frente llamado Tía Juana pero que atraído por un mejor local en el edificio Santafé decidió trasladarse a este. Aunque su origen se pierde como la mayoría de los Cafés en la oscuridad de la bebida y de los años, -tan propicia para procrear historias y rumores-, lo cierto es que el Café se convirtió en uno de los más importantes puntos de encuentro de Bogotá y desde entonces por sus mesas empezaron a pasar curiosos hechos e importantes personajes.

1 “Café Pasaje: el mismo aroma”. El Tiempo 10 de agosto de 1992.

Una actividad muy especial que tuvo el Café y tal vez la menos recordada es la de las apuestas de carreras de caballos. Al Pasaje iban los aficionados a la hípica a tomar café, a tertuliar, a ver las carreras en uno de los pocos televisores que tenía Bogotá y a apostarle a los jockeys bogotanos que corrían con sus pura sangre criollos como “apocalipsis”, “capuchino”, “rocinante”, “el diablísimo”, “sacachispas”, en un negocio que funcionaba a la entrada del Café conocido como el 5 y 6 y que organizaba Jorge Vásquez. Era tanto el éxito y la fama que tenía el 5 y 6, que en una ocasión para las elecciones de Congreso de marzo de 1966 don Jorge tuvo la genial idea de organizar una “polla electoral”, que funcionaría igualmente que las apuestas de caballos pero apostando por otro tipo de bestias: los políticos aspirantes al Senado. Como en el 5 y 6, en la “polla electoral” cada puesto o formula-

rio valía 100 pesos de la época y debía estar debidamente sellado. El concursante tenía la oportunidad de apostar libremente por equipos, en este caso unos iban por los del Frente de Transformación Nacional, otros por los Ospinistas, otros por los del “General que todos sabemos”, como se referían a Rojas Pinilla y, otros, los más arriesgados como en las carreras de caballos, apostaban por los “palos” que llegaran por sorpresa a la meta. Fue entonces que el Pasaje se puso al rojo vivo y se convirtió en el mentidero más poderoso de la Capital, en donde las cábalas y pronósticos abundaron como “papagayos en Buga”.2 Esta era la época en que al Café Pasaje se accedía por dos entradas laterales y contaba con 2 “Los palos en la polla electoral”. El Espacio. 18 de marzo de 1966.

/véase página 2


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