Hojas de Café N°8

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Bogotá, Colombia. Número 8. 2015

Edición de cuatro páginas

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Hojas de café Bogotá en un Café. Los cafés como elementos revitalizadores del centro tradicional.

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Publicación gratuita del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural Entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá.

www.patrimoniocultural.gov.co Calle 12 b no 2–58 3550800

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El Chorro de Quevedo: un Café y un lienzo Textos: Alfredo Barón. Investigación: Alfredo Barón Y Nubia Lasso.

Café Casa Galería. Foto: Margarita Mejía-IDPC. 2015

No hace muchos años, en lo más alto de la famosa arcada del Chorro de Quevedo se colgó por un tiempo una ingeniosa pancarta que decía: ¡el Chorro no es para el chorro! Esta lacónica frase expuso muy bien las disputas que se gestaron entre el uso y el abuso del espacio público de la plazuela, que en menos de dos décadas acogió a una especie de “neobohemia bogotana” bajo la luz y sombra de los diez Cafés que hoy se encuentran en el Chorro de Quevedo y sus callejones del Embudo y de las Brujas. El Chorro de Quevedo es un lugar particularmente especial al reunir varios tipos de Cafés alrededor de la plazuela y sus viejos callejones. Entre ellos, en el sentido más llano de la palabra Café, encontramos el Café Casa Galería, el Café Color Café y La Pequeña Santafé; otros pasan a la categoría de Café-restaurante como

Café Color Café. Foto: Margarita Mejía-IDPC. 2015

los famosos Gato Gris, el Rosita Café Restaurante, el Café Merlín y el recién llegado a la plazuela La Puerta Real. Por último, se suman los Café-bar como Ático, Eragon Café, Café Shop y Café del Chorro; estos sin contar los varios que han desaparecido. La suma y resta de las particularidades y diferencias de estos Cafés hacen quizá, que este sea el espacio público con más concentración de Cafés en el Centro Tradicional. Al encontrarse todos en un pequeño espacio tan rico en historia, cultura y sociabilidad, la oportunidad para promover el buen uso del espacio público es casi única. La iniciativa más discreta por parte de los Cafés consiste en sacar un par de mesas con sus sillas a la plazuela. El Rosita Café Restaurante que tiene como antecedente una antigua tienda de barrio, ha logrado reconciliarse

con la gigantesca arcada que le pusieron en frente en 1986, para ocultar su otrora fealdad y debajo de los vanos del arco, ubicar dos mesas redondas con manteles de cuadros rojos con blanco. Sobre estas se puede tomar con toda comodidad un café, una copa de vino o disfrutar las especialidades de su comida colombiana y mediterránea. El laberíntico Café Color Café, repleto en sus paredes de fotografías, pinturas y maquetas alusivas al Chorro y el romántico La Pequeña Santafé, hacen lo propio y ponen dos mesas de madera rústica contra la pared a ambos lados de la puerta de entrada a cada uno. Esto también lo realiza a su manera Café Shop en el Callejón del Embudo, aprovechando los altos andenes de piedra tan singulares del callejón. La discreción de solo dos mesas por Café, obedece a la ley de no invasión del

espacio público, lo que resulta en un pequeño detalle que le da dignidad al Chorro de Quevedo y permite confirmar que sí es posible lograr una armonía entre lo público y lo privado para utilizar mejor un espacio común. Los otros Cafés de la plazuela aprovechan a su manera, su localización para hacerse partícipes del lugar. El Café Gato Gris por ejemplo, cuenta con un balcón sobre el Callejón de las Brujas. En este lugar se gestó una curiosa leyenda de mediados del siglo

XX pero con matices coloniales, sobre una dama que acariciaba todas las mañanas a un gato gris y que un día desapareció con un viajero contador de cuentos (antecedente remoto de los cuenteros de hoy en el lugar), dejando a su esposo apesadumbrado y a un melancólico gato solitario en el balcón. El Café Merlín no cuenta con un amplio andén donde poner mesas y sillas pero por medio de dos antorchas encendidas a lado y lado de la entrada invita a ingresar al establecimiento para disfrutar de una buena oferta /véase página 2


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